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Mateo 5, 17-19
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar
plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse
hasta la última letra o tilde de la ley.
Proverbios 26:2
Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición nunca
vendrá sin causa.
Génesis 3:14
Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: Por cuanto has hecho esto, maldita serás más que
todos los animales, y más que todas las bestias del campo; sobre tu vientre andarás, y
polvo comerás todos los días de tu vida.
Génesis 3:17
Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del
árbol del cual te ordené, diciendo: ``No comerás de él", maldita será la tierra por tu
causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida.
aversión hacia él o hacia ello, y muy particularmente deseo de que le venga algún daño.
Una maldición es la expresión de un deseo maligno dirigido contra una o varias personas
que, en virtud del poder mágico del "mago" o del "practicante", logra que ese deseo se
cumpla.
su existencia en este mundo en relación con el otro, por tanto, humanamente necesita
lugar.
La mejor protección que existe contra una maldición es educarnos, eliminar de nuestra
vida las supersticiones, los miedos, las ideas oscurantistas que no tienen que ver nada
después de que la persona fuera salva por Cristo. Se enseña que heredamos las
Uno de los textos usados para defender este punto es Éxodo 20:5, donde Dios amenaza
con visitar la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de
los que lo aborrecen. “No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy
Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y
Sin embargo, enseñar que Dios hace caer sobre los hijos las consecuencias de los
pecados de los padres, es sólo la mitad de la verdad. La Escritura nos dice igualmente
que si un hijo de padre idólatra y adúltero, viendo las malas obras de su padre teme a
Dios y camina en sus caminos, nada de lo que el padre hizo caerá sobre él. La conversión
hereditaria” (un efecto solamente posible a causa de la obra de Cristo). Este fue el punto
es personal e individual ante Él: “tanto el alma del padre como el alma del hijo mías son.
El alma que peque, ésa morirá” (Ez. 18:4, 20). Y que, por la conversión y una vida recta,
18:14-19. Este pasaje es muy importante, pues nos muestra de qué manera el mismo
pasado y con las implicaciones espirituales de los pecados de sus antepasados cuando,
Hay más, el apóstol Pablo nos aclara que el escrito de deuda que nos era contrario, es
decir, la maldición de la ley,ya no posee ningún efecto sobre nosotros ya que Jesús lo
anuló en la cruz:
dio vida juntamente con Él, habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo
cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos
los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros
(porque escrito está: Maldito todo el que cuelga de un madero (Gá 3:13).
Por tanto, toda condenación que pesaba sobre nosotros fue removida completamente
cuando Cristo pagó, de forma suficiente y eficaz, nuestra culpa ante Dios. Ahora bien, si
quitar de nosotros la maldición de la santa ley de Dios, cuanto más puede quitar
cualquier cosa que podría ser usada por Satanás para reclamar derechos sobre nosotros,
incluyendo pactos hechos por nosotros con las entidades malignas, o por nuestros
redención, para que no quede ninguna duda de que el creyente, al igual que un esclavo
expuesto a la venta en la plaza, fue comprado por precio, y que ahora pasa a pertenecer
totalmente a su nuevo Señor. El antiguo jefe no tiene más derecho sobre él, como
Así, Pablo en 1 Corintios 6:20 dice que fuimos comprados por precio. La palabra en el
este término era utilizado para el acto de comprar un esclavo en la plaza, o pagar su
rescate para liberarlo. Así que, ahora siendo libres, no debemos dejarnos otra vez
esclavizar (1 Co. 7:23), hemos sido rescatados por la preciosa sangre de Cristo:
vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa,