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11 Saray Gil Diaz - Serie Sumisas 11 - Sumisas de Dragones
11 Saray Gil Diaz - Serie Sumisas 11 - Sumisas de Dragones
Camila.
Me siento resacosa, tengo la boca seca y un ligero recuerdo de la noche
anterior me pasa por la cabeza, me incorporo donde estoy asustada, poca
luz se filtra por el ventanal de cortinas gruesas, algo pegajoso está por mis
piernas, lo siento, me desnudo del plumón que cubre mi desnudez y veo
todo mi cuerpo recubierto de sangre, recorro mi cuerpo con las manos,
apartando los restos pegajosos de lo que no sé ya si de verdad es sangre por
su consistencia, jadeo asustada, mis ojos se empapan de lágrimas. Intento
moverme, no siento dolor alguno, pero igualmente eso puede ser tan malo
como bueno y de repente una alarma comienza a sonar a mi lado, es un
despertador, furiosa, cojo la nota mientras presiono el botón de apagado y
tras leer una ligera amenaza a una agente de la ley me enfurezco más.
No puedo hacer nada, nadie me vio aquella noche, llegué en un taxi,
escondida entre las sombras que me daban las lunas tintadas y la poca
iluminación de las farolas, ahora tengo algo claro, el contra ataque a esos
malnacidos, me muevo hasta la ducha del baño del hotel donde me
encuentro, hay unos pantalones cerca y una camiseta blanca con un
sujetador más grande que los de reducción que suelo utilizar, estoy dolida,
demasiado cuando salgo avergonzada del hotel y me dirijo a mi comisaría,
llego a mi taquilla, sacando mi correcto uniforme de dos piezas, me adentro
por los oscuros pasillos de archivos, sabiendo que aquel lugar permanece
desierto gran parte del día y cuando consigo llegar a mi despacho trato de
recuperar el aliento, colocando un mechos de cabello suelto tras mi oreja,
observando por los grandes ventanales todo cuando entra mi ayudante
respirando nervioso, aún más que yo de tanto correr, ha pasado tiempo
desde que mi hermana desapareció, tengo miedo de que la hayan
secuestrado en algún sitio de trata de blancas, no quiero imaginarme nada
que me remueva por dentro, llevo meses sin saber absolutamente nada de
ella y la he buscado hasta caer agotada. Incluso he hackeado páginas y fotos
de maníacos que están obsesionados con ella. Pero pareciese que la tierra se
la hubiese tragado, carraspeo y me vuelvo lentamente.
¿Qué?, ¿Se han reunido con el congresista del partido?
Él asentía, su barba se movía sobre su pecho, haciendo unos movimientos
raros por cada vez que agitaba su cabeza, necesito seguir con mi trabajo,
tengo demasiados papeles en mi mesa, demasiados casos que leer e intentar
comprender, mi puesto no lo he conseguido nada más que con mano dura.
Así es madame, ¿No cree que es mejor que no se meta en esto?
Ellos están fuera de su alcance.
Furiosa aprieto mis labios hasta casi dolerme, veo que él desea decir algo,
machista claro está, como casi todo lo que ha salido por lo labios de
cualquier hombre que cree poder hacer mejor las cosas que yo.
Tengo noticias para usted Otaki ¡El orgullo de un hombre no
puede competir con el de una mujer!
Él cambia su rostro al escuchar su teléfono móvil sonar, lo lleva hasta su
oreja y se queda boquiabierto mirándome.
Es su hermana.
Me temo lo peor, mis lágrimas comienzan a inundar mis ojos, igual que un
dolor en el pecho intenso que me hace comenzar a temblar.
Está viva, en la urbanización de los dragones.
Alargo mi mano, le pido las llaves del coche de policía secreta, me lanzo a
la carretera, jamás he corrido tanto con un coche, no me detengo hasta
llegar a las puertas del lujoso complejo, un equipo entero de seguridad con
equipamiento antidisturbios o de guerra me apuntan hacia el vehículo, no
dejan de hacerlo hasta que bajo la ventanilla y me observan detenidamente.
Me guían por las lujosas calles ocupadas por enormes mansiones de lujo y
entramos dentro del aparcamiento de una verdaderamente impresionante.
Subo escaleras que seguramente sean de mármol blanco y veo como
lentamente unas puertas que parecen de oro, donde dos enormes dragones la
presiden se divisan largos pasillos donde cabria muchos vehículos de
grandes tamaños, son altos, de más de dos metros de altura, incluso cinco,
camino por allí, hasta que me detengo completamente, sin palabras, viendo
a mi hermana mirándome, sentada en un cómodo sofá, dice mi nombre y
eso me hace llegar hasta ella, rodearla con mis brazos y comenzar ambas a
llorar.
Sabía que algún miembro de los dragones te tenía retenida
hermana, voy a sacarte de aquí.
Escucho varios gruñidos a nuestro alrededor, son fuertes, mi hermana me
suelta siseos tratando de calmarme, tratando de calmarse ella misma.
Dejarme a solas con mi hermana por favor.
Los cinco enormes tipos que están alrededor nuestra, en silencio, sin perder
de vista a mi hermana niegan casi a la misma vez. Ella ruega varias veces y
ellos finalmente se marchan, dejándome ver que son enormes, musculosos y
tatuados, estoy con las manos en la cara, enjuagándome las lágrimas
mientras niego locamente.
Me secuestraron.
Me quedé boquiabierta al escucharle decir las palabras mientras se cerraba
la puerta y el destello de unos ojos rojos se veía justo en el último
momento, al moverme para soltarnos observo su vientre y siento que me
podría dar un maldito infarto en cualquier instante, trato de decir algo, pero
tengo que calmarme y respirar varias veces con fuerza antes de decir algo.
Tienes que denunciarlo, mírate, estás embarazada, ¡Dios santo
Enma!
Balbuceo mientras hablo, ¡Joder!, estoy impactada. La observo negar,
mirándome a los ojos.
¿Me estás diciendo que te has enamorado de tus propios
secuestradores?
La forma en que llevo mis manos hasta mis labios me duele, porque me
golpeado de manera tremenda en ellos.
Necesito llevarte a un psiquiatra, tenemos que salir de aquí.
Sujeto su muñeca, tiro un poco de ella, sin conseguir que se mueva. Me
tuerzo para verla, llora en silencio mientras acaricia su vientre, respira con
fuerza y me observa negando.
No puedo salir de aquí, si salgo de aquí gente más mala me va
a secuestrar, me torturarán, le harán lo mismo a los bebés.
Yo le digo que no le sucederá nada, que los padres de los bebés no le
tocarán un pelo, pero ella suspira negándome.
No lo entenderías Camila.
Le insisto entre sollozos, lo intento miles de veces. Incluso le suplico y me
dejo caer sobre mis manos en el suelo.
Entre lágrimas me largo de allí, no vuelvo a contactar con ella, sigo mi
rutina diaria de la mejor forma posible y mi plan de destruir a los hermanos
Hojo, Asama y Tokai. Ahora que una banda rival trata de hacerse con los
negocios o ganancias de varios establecimientos, meter más droga en los
territorios, prostitución y seguir con su ritmo. No puedo dudar en llegar
hasta la casa de dos miembros de la banda rival, pero no están en ella, mi
ayudante me dirige hacia la parte de atrás, viendo que están en la parte
trasera de la enorme mansión, disparando al blanco mientras varias chicas
esnifan cocaína y juegan a tocarse detenidamente, están demasiado idas
para percatarse de los miembros de la banda alrededor de ellas, son más de
veinte y muchos más en los muros que separan aquella edificación del
mundo. Pero los que me interesan, ambos se vuelven para mirarme
boquiabiertos.
La jefa del distrito quiere hablar con vosotros.
Camino cerca de ellos, para poder ver mejor sus rostros y cuerpos. Imponen
demasiado, son como los de su propio apellido, pero yo nunca me he
amilanado por nada, y menos por unos yakuza.
Así que ustedes son los hermanos Gorilas.
Jamás he visto unos seres tan grandes, no tienen nada más que los ojos un
poco rasgados, por lo que no parecen para nada asiáticos. Ellos me ofrecen
sus armas y sisean a las chicas para que se alejen, dejándome ver sus
cabezas completamente afeitadas a los lados, mostrando unos tatuajes que
parecen jodidas obras de arte.
¿Nos va a arrestar? ¿Jefa de distrito?
Niego con una sonrisa a su primera pregunta, puedo ver en los ojos negros
bordeados de rojo de los dos un brillo de interés extraño hacia mí que me
causa escalofríos.
Así es, creo que a ustedes les conviene, ¿Qué les parece hacer
un trato conmigo?
Puedo ver como uno de ellos se muerde los labios, sin apartar la mirada de
mi rostro.
Seré breve con esto, solo quiero que me ayude a arrestar a
Hojo, Asami y Tokai.
Ellos se miran unos instantes, antes de volverse a mí decididos, repitiendo
entre ellos los nombres de los tres.
¿Qué les parece si trabajamos juntos un rato?
Veo como uno de ellos baja su arma, guardándola en su bolsillo mientras
sonríe y el otro llama mi atención.
Cariño, creo que podemos decir que querías que ellos te dieran,
pero te dejaron, ¿Estamos en lo cierto?
Mi boca caer completamente abierta, horrorizada y avergonzada niego, pero
mis mejillas arden.
¿Realmente te parecemos tan inteligentes?
Ambos sueltan unas carcajadas, mirándose entre ellos con los ojos
cambiando a completamente a rojos y brillantes, seguramente por alguna
lentilla que utilizan, con rapidez se vuelven hacia mí.
Si alguna vez a alguno de nosotros se nos ocurre ayudarte, el
otro disparará al contrario a muerte, somos felices siendo tan
estúpidos como lo somos siempre.
Camila.
Ella no podía creerse lo que estaba escuchando.
¿Qué los nuevos don son los hermanos esos?, ¿Ellos dos son
guardianes ahora de esos malditos Hojo, Asami y Tokai?
Ella iba junto a su ayudante o segundo oficial camino a uno de los locales
donde los hermanos gorilas, guardianes ahora de los dragones estaban,
ambos se sentaron frente a los dos.
¿Estáis de buen humor verdad?
Ambos observaron detenidamente a la comisaria.
Tenemos algunos asuntos de los que nos gustaría hablar con vosotros
en privado.
Uno de ellos bufó, poniéndose hacia adelante mientras la observaba
descaradamente.
Si nos hubieras pillado un poco antes nos habríamos ido contigo al
baño.
Camila lo observó detenidamente, viéndolos hacer movimientos con sus
caderas.
¿Ahora sois los guardianes de los tres hermanos dragones?, ¿No
tenéis vergüenza?
Ambos se encogieron de hombros.
Vosotros estuvisteis con ellos en aquellos campos de concentración,
en aquellas granjas bajo tierra.
Reían, dándoles igual.
¿Cómo puedes estar ahí riendo como imbéciles?
Ambos hermanos no dejaban de reír sin parar.
Muy bueno, ellos lo son, deberías dejar que ellos te jodieran tu culo
comisaria. Que sacudieran todo tu interior, deberías dejar que te lo
hicieran muy bien.
Ambos se inclinaron delante de la mesa, llegando cerca de Camila con sus
rostros, dejándola petrificada.
Tú quieres que ellos tres te den tan duro que no puedas ni pararte,
¿Verdad?
Ella torció su rostro, avergonzada.
Tú quieres que toda tu mente se ponga en blanco y que ellos tres te
posean hasta hacerte desvanecer de placer.
Camila cogió unas botellas de Whisky de la mesa con sus manos, apuntó
hacia ellos y los golpeó con todas sus fuerzas. Ella se movió, iba a
marcharse, pero tuvo que detenerse, viendo como todo el grupo de sus
guardias los rodeaban, preocupándose por los dos gorilas, torció su rostro
hacia los hermanos al verlos hablar.
Solo una pequeña advertencia, nosotros no somos solo cerebro y sexo
sin ton ni son, cuando llega la hora de la verdad mis tres jefes pueden
llegar a tener colmillos, incluso pueden rasgar más que los nuestros.
Salió de allí, pero se mantuvo al tanto de todos ello, incluso los seguía con
los coches de la secreta que cogía. No pasó más de un mes cuando Camila
comenzó a recibir las primeras llamadas de su hermana, ya era tía, estaba
corriendo en bicicleta por la ciudad, tratando de perder todo lo que el fin de
semana se había tragado. Se detuvo, pensando que era su ayudante, cogió
sin más, apretando el botón del pinganillo, respondiendo a la llamada con
rapidez y colgó tras escuchar sus primeras palabras y el yanto. Estuvo una
semana esquivando todas las llamadas, dos, tres, tras una jornada intensa y
ya de noche subió hasta su piso en la planta cinco, sintiendo que retorcían
su brazo con las llaves en la mano para atrás, cubrieron sus labios con una
mano. Fue arrastrada piso adentro, hasta caer de culo en su sofá, viendo a
los dos hermanos gorilas apuntando hacia ella con dos pistolas, una en la
mano derecha de uno y la otra en la izquierda del otro.
Nosotros somos del tipo que disparan.
Ella pestañeó sorprendida.
¿Qué demonios?
Ambos comenzaron a desnudarse, comenzando por sus corbatas y sus
camisas llamativas de flores o dibujos que les gustaba llevar.
No vais a … no, ¡No!
Rieron, mirándola directamente a los ojos mientras ella se abrazaba a sí
misma.
¿Crees que vais a saliros con la vuestra?
Ambos asintieron.
¿Por qué no? Siempre lo hacemos, no conocemos otra forma de
hacerlo pequeña.
Uno de ellos guiñó uno de sus increíbles ojos completamente rojos, con una
sonrisa diabólica de dientes afilados.
Inspectora, la mejor forma con la que nos enseñaron durante nuestras
vidas de enderezar a una mujer es ¡Dándole con una larga y gruesa!
Ella observó sus cuerpos llenos de cicatrices horribles a la par que
dolorosas, eran profundas y rosadas, por lo que ella podía ver habían
intentado ocultarlas con tatuajes, pero apenas habían conseguido lo que
deseaban.
¿Ellos os mandaron a hacer esto?
Las lágrimas florecían por sus ojos, amenazando con caer.
No, este es simplemente el tipo de táctica que alguien de nuestro
nivel e inteligencia pensaría en hacer.
Observó que uno cargaba el arma, señalándola, instándola a desnudarse.
Ellos no recurrirían a un truco tan barato como este.
El otro hermano también cargo su arma, acariciando el gatillo.
Cualquier lugar está bien, ¿O prefieres ir a la cama?
Ella sollozó levantándose lentamente, temblaba ligeramente, trataba de no
hacerlo.
Prefiero la cama, si vais a hacerlo así que sea allí.
Uno de ellos torció su rostro, observando unos instantes a su hermano,
hablándose entre ellos.
Pues vamos a la cama.
Apuntaron a la misma vez hacia el dormitorio y de vuelta a ella, haciéndola
caminar.
Nos gustan las mujeres que aflojan enseguida, buena humana, pero si
te resistes volaremos tus sesos por todas partes.
Ella abrió la puerta del dormitorio, cogiendo un cuchillo afilado que tenía
detrás, volviéndose para apuntar hacia ellos.
Dar un paso y alguno se viene conmigo.
Torció su rostro observando a los dos completamente seria, esperando algún
movimiento.
O simplemente iros en silencio, puede que alguno de los tres muera.
Zarandeó su cuchillo al verlos acercarse lentamente.
No me gusta ser golpeada y si vivir significa ser violada por vosotros,
entonces prefiero morir.
Uno de ellos se lanzó a por ella.
¡Vamos apuñálame!
Pelaron hasta acabar ella sobre la cama tendida, desprotegida, estirada de
brazos.
¿Creías que podrías detenernos con ese juguete?
Las manos de él envolvieron sus muñecas en lo alto de su cabeza, su
hermano lo observaba todo detenidamente, sin perder detalle, cruzado de
brazos mientras estaba apoyado en la puerta del dormitorio encendiéndose
un cigarrillo. Quien tenía encima Camila le subió su falda y cogió uno de
sus pechos con brutalidad.
Tu sentido común no significa nada en nuestro mundo.
Metió una de sus manos en su entre pierna, rompiéndole la tela de las
bragas sin piedad.
Simplemente no entiendes lo que significa ser un cambiante,
¿Verdad?
Él mordisqueó sin piedad en su cuello, dejando marcas de su barba por su
piel, entonces algo sucedió. Una foto se cayó desde el cabecero de la cama,
golpeándola en la cara, poniéndose junto a ella, el enorme cambiante la
cogió un instante, justo antes de que ella se la quitase y guardase bajo la
almohada.
Hojo, Asami, Tokai…
Dijo las palabras, mientras la espalda de ella se movía por el yanto que
hacía en silencio.
T…Tú…. Si nos quieres apresar puedes venir a por nosotros cuando
quieras, no nos vamos a resistir.
Su hermano asintió, abriéndole la puerta.
Después de ver eso mi polla se ha puesto flácida.
Ambos bajaron del edificio en silencio y se encendieron unos cigarrillos.
Parece que los únicos que pueden enderezar a esa mujer son los
dragones.
Los dos suspiraron, viendo el humo de los cigarros perderse por el aire.
Maldición, se parece tanto a ella.
***********************************
Camila.
Trabajar, trabajar, trabajar.
Ese parecía que era el único propósito en su vida, entrando en un vestido
blanco abierto por sus muslos, en su espalda y que apenas cubría sus pechos
se agachó para ponerse unos tacones negros con plataforma, con un cintillo
y un pañuelo en el pecho se maquilló sin mancharse el pelo ni la ropa,
después se aliso el pelo, dejándolo caer por su espalda, salió por las puertas
traseras de su edificio y se escabulló dentro de un taxi, nerviosa,
observando que no la siguieran mandó al taxista llevarla hasta las puertas de
un club de striptease.
¡Camila!
El portero de piel negra sexy que estaba junto a varios más de dos metros de
altura la reconoció nada más bajar, apartó a los tipos que hacían cola y llegó
hasta ella, rodeándola con sus brazos, alzándola, besándola en una de sus
mejillas, la rodeó con sus brazos por los hombros, cargando una de sus
caderas en su mano tras dejarla en el suelo, para guiarla dentro.
Cubrirme un rato.
Su rostro serio hacia el resto de miembros de seguridad no les hizo dudar en
no decir, ni hacer un movimiento en negativa, simplemente al igual que
varios de alrededor la miraban, comiéndosela con los ojos.
Jessica está a punto de salir, el aforo se llenó hace una hora.
Aquello estaba abarrotado, pero no le impidió al enorme hombre ponerla
delante de su cuerpo, rodearla con los enormes brazos que tenía por la
cintura y guiarla por entre las mesas y los tipos que bebían y observaban el
baile de una hermosa mujer en una plataforma, llegaron a la barra y él pidió
dos copas, sin necesidad de preguntarle a ella que deseaba.
¿No vendrás a comprobar mi local verdad?
Ella no pudo evitar reír, pero se quedó en silencio al escuchar el redoble de
tambor, los murmullos, las voces se silenciaron para dar paso a Jessica,
vestida con una tela transparente que dejaba ver sus grandes pechos, con los
pezones cubiertos por unas cruces de tela blanca y su coño cubierto por una
braguita blanca casi transparente, la seguían dos enormes tipos de piel negra
con las manos a cada lado de sus caderas en puños, esperando que cualquier
patán se atreviera a tocarla.
Tú copa pequeña.
Jessica se movía bailando entre las mesas, provocando, con sus altos
tacones de stripper, mientras la música sonaba, llevaba un collar de cuero en
la garganta, del que colgaba un aro, se movía de manera mágica, enseñando
todo su perfecto y curvilíneo cuerpo, se veía increíble, sus labios perfectos,
ella observó a Camila, deteniéndose, haciendo que uno de sus increíbles
guarda espaldas se chocase un poco con ella y tuviera que cogerla,
haciéndola agarrarse a su enorme brazo mientras se vuelve y lo besa,
metiendo toda su lengua en él, dejándolo trastocado, excitado y
sorprendido.
¿Qué te trae por aquí poli?, ¿Necesitas algún consejito u algo?
Camila negó, volviendo sus ojos hacia los de él, viendo el increíble color
verde que tenía en sus ojos.
¿Vosotros también rendís vuestros pagos a los dragones? Joao.
Él negó al escucharla decir su nombre, estaba embobado mirando a la
stripper besando al moreno, con el rostro completamente serio movió sus
ojos hacia Camila.
Nosotros no pagamos a ninguna banda para que nos proteja, no
vinimos de una favela esperando esto. Pero tarde o temprano tratarán
de amenazarme, me golpearán, tratarán de matarme o a uno de ellos.
Joao señaló a sus socios, los que escoltaban a Jessica.
Mientras que no toquen a Jessica nada nos importa.
Ella asintió, bebiendo de su copa, observando a la nombrada subir las
escaleras que había hacia una barra y una silla, mientras que la música se
volvía más y más insinuante.
¿Necesitabas despejarte?, ahora eres un cargo demasiado público,
debes tener cuidado pequeña.
Joao enredó en su móvil, enseñándole una fotografía de ella hablando por
teléfono cerca de un local de comida rápida, cerca pudo ver a Hojo, Tokai,
Asami, varios más y su ayudante, entablando una conversación.
Eres la comidilla de toda banda de Japón.
Su teléfono volvió a vibrar mientras ella observaba la fotografía y él le
mostró otra de ella misma saliendo de su edificio, subiendo al taxi que
acababa de tomar hacia poco.
Tienes un trabajo demasiado peligroso Camila, no tienes a nadie para
protegerte, ten cuidado.
El baile de Jessica duró por aproximadamente veinte minutos más, su tanga
se llenó de billetes, su pelo castaño rojizo resplandecía con los focos.
¿Sigue sin recordar nada?
Joao asintió con la mirada fija en Jessica.
No sé si quiero que recuerde algo de su vida pasada, ella está aquí
con nosotros y punto, lo demás, sea lo que sea puede irse por el
jodido retrete.
Cuando el baile terminó Joao la guio por aquel lugar repleto de hombres
hasta los camerinos, abriéndole el de Jessica mientras ella decía el nombre
de Camila, quitándose las pegatinas en forma de cruz que tenía en los
pezones.
Os dejaremos solas.
Jessica se puso tras un biombo, poniéndose algo de ropa mientras hablaba.
Tengo otro baile dentro de unos quince minutos.
Camila se sentó en un cómodo sillón, viéndola salir y ponerse en el tocador,
cambió su collar de cuero por otro con una cadena de diamantes falsos no
muy larga, cubrió sus pechos con unas pezoneras sexys y comenzó a
pintarse.
Aún no han presentado en ninguna comisaria ninguna denuncia por tu
desaparición.
Los increíbles ojos dorados de Jessica resplandecieron, hizo algo con ellos
que Camila observó, pero enseguida la vio pestañear mientras se agachaba
para quitarse los tacones y ponerse otros.
Amiga, tengo miedo de saber mi pasado, tengo miedo por todo, sufro
pesadillas en las que veo a una niña siendo obligada a ponerse
pintalabios y calzarse unos tacones, arrastrada a un sitio oscuro
donde muchos hombres la manosean y dañan mientras ella pide
piedad, gritando que le duele. Es horrible, me despierto chorreando
sudor, tengo miedo de saber quién soy.
Camila entendía su malestar, ambas bebieron unas copas que traía Joao,
justo antes de volver a marcharse, mientras Jessica miraba el culo apretado
de él.
No sabes bien los pedazos de pollas que tienen los tres.
Ella tosió sin poder tragar la bebida que tenía en la garganta, vertiéndola por
su ropa sin poder evitarlo, cubriendo su cara perfectamente maquillada del
líquido.
¡Jajaja! Mírate, te acabas de poner hecha una mierda.
Jessica se levantó de su asiento, llegando hasta ella, sujetando sus muñecas
sin esfuerzo alguno y eso que ella trataba de evitarlo, Jessica sonrió
retorciéndoselas para atrás mientras gemía Camila al sentirla olisquear en
su cuello.
De todas maneras apestabas a perfume, ahora apestas a borracha.
Soltó una carcajada besando su cuello, haciéndola tragar.
No puedes salir así, cógeme algo de ropa y trata de quitar el olor en ti,
te espero en mi siguiente número.
Jessica se volvió mientras abría la puerta y se ponía un vestido de amazonas
bajo la atenta y hambrienta mirada de Joao. Le lanzó un beso y ella no pudo
más que ponerse roja al verla coger con su mano la polla de Joao mientras
él se echaba para atrás quedándose sin aliento, quedándose quieto viéndola
marcharse con sus dos hermanos.
Creo que tienes un jodido problema comisaria.
Él arrastró las palabras mientras cerraba la puerta y la esperaba, ella no
tardó en lavarse el cuerpo y salir con una toalla, se había empapado hasta el
sujetador, por lo que tuvo que ponerse el vestido de tela flexible que pilló
sin sujetador.
¿Recordará algún día todo lo que ha vivido?, ella nos desea, pero no
queremos hacer nada mientras que no recuerde.
Camila se encogió de hombros llenándose otra copa.
Para ella sería mejor no hacerlo nunca, tal y como la encontré tras un
aviso quien la dejó en el agua quería que muriera.
Joao abrió una neverita pequeña, mientras las voces se escuchaban por la
puerta, salieron fuera, llegando hasta la barra como pudieron para ver de
nuevo el baile de Jessica.
Te queda fatal el rubio poli.
Camila alzó su copa hacia él, haciéndolo seguir su movimiento con su
botellín de cerveza helada, dos tipos se pusieron al lado de ella, mirándola,
provocándola.
¡Ey mira a esta perra!, ¿Quieres unirte a nosotros?
Joao se separó de la barra, se puso tras los tipos cogiendo sus cabezas,
golpeándolas entre sí con fuerza, haciendo a los tipos sangrar por la nariz.
¿Qué mierda? Vamos a llamar a la pol…
No pudieron terminar la frase porque Joao alzó uno de sus enormes brazos,
chasqueó los dedos y se llevaron a los hombres varios tipos de seguridad.
Ambos rieron y bebieron hasta que llegó Jessica con los hermanos de Joao,
estuvieron juntos hasta que cerró el local y todos los del lujoso club del
striptease comenzaron su propia fiesta privada.
Deberías quitarte ese rubio tan feo de tu cabello negro.
Ella no podía evitar reír, tomándoselo todo a chiste hasta que aceptó la idea
de mezclar bicarbonato de sodio con champú anti caspa, borracha y tras
hacer el invento, verse y caer frita en la cama después de pegarse un buen
desayuno, envuelta en los brazos de Jessica, no volvió en si misma hasta el
domingo a media tarde, casi era de noche cuando ambas sentían las pisadas
de Joao y sus dos socios como las de una manada de elefantes, los tres
llegaban con bandejas de desayuno que ambas devoraron en minutos.
Deberías ir a conocer a tus sobrinos – Camila se encogió de hombros
negando – Anoche llorabas como niña por estar apartada de Enma.
Observaba a Joao sorprendida mientras negaba.
No debo beber tanto, además tengo una resaca terrible.
Miró a todos, viendo que la miraban detenidamente, como si llevara un nido
de pájaros en la cabeza, fue al baño y chilló al ver su reflejo.
Si, te quitaste ese rubio que no te pegaba nada ayer con Jessica y el
resto de chicas.
Ella tragó, viendo el reflejo de su hermana en el espejo.
Yo… Yo…. Necesito otro trago.
No dudó en beber de una cerveza que le ofreció Jessica a morro mientras
trataba de no ver a su hermana reflejada en el espejo, con unos treinta kilos
de más.
Creo que deberías ir a por los hermanos Fumimura y cogértelos,
anoche no dejabas de nombrarlos seductoramente, incluso meneabas
las nalgas.
Ella se encogió de hombros, con los ojos empapados por lágrimas mientras
negaba.
No puedo, soy una agente de la ley.
Jessica soltó una carcajada mientras se dejaba caer en su tocador, bebiendo
de otra cerveza.
Una vez estuvieron aquí varios de ellos, incluso esos tres que
nombras, apenas se apartaron de la barra, creo que no vienen a por
nosotros por medio de tu hermana.
Camila le contó todo lo vivido desde que los había conocido, bebiendo
ambas demasiado, haciendo a Jessica reír cada vez más, mientras ambas
seguían bebiendo.
Creo que los cuatro necesitáis echar un buen polvo.
Jessica le ofreció un vestido limpio, el que llevaba puesto estaba arrugado y
ella corrió por el local cuando pudo observar a Joao abrir la puerta
corredera de la salida, ya había cola fuera, Joao la detuvo, cogiendo su
muñeca, deteniendo la persiana a la mitad.
Deberías quedarte, estás un poco ida. Si acabas con ellos tu vida
correrá peligro Camila, sabes lo que son, los chanchullos que se
traen, los peligros que llevan con las bandas rivales.
Ella asintió besándolo en la mejilla.
¡Hagas lo que hagas siempre nos tendrás a nosotros aquí!
Cogió un taxi, echándole valentía sin saber si se debía a la bebida o a las
palabras de Jessica. Se adentró en el barrio rojo, observando a los hermanos
hablar a las puertas de un hotel con los hermanos gorilas, Asami estaba
encendiendo un mechero delante del rostro de uno de ellos, estaba
encendiéndole un cigarrillo mientras hablaban, Camila se bajó, provocando
que los tipos de seguridad apuntasen hacia el vehículo hasta que la vieron
bajarse y los tres gruñeron con fuerza, ella alzó su mano derecha, haciendo
la señal de un arma con los dedos.
¡BANG!
Apuntando hacia Hojo.
Estás borracha.
Ella se dejó caer en su pecho, con lágrimas en los ojos.
Vais a morir los tres.
Comenzó a llorar desconsolada sobre su pecho, empapando su camisa.
A este paso os van a disparar y acabaran con vosotros.
Hojo la cargó en sus brazos, observando a sus hermanos pagar al taxista por
haberla llevado hasta ellos.
¡Hojo!
La subió a un vehículo privado, en el asiento del copiloto, viéndola
quedarse dormida.
Todo estará bien, voy a acercarla a la estación de policía.
Sus hermanos se subieron al vehículo casi en marcha, quedándose en
silencio al escuchar un pequeño ronquido de ella.
Sabemos que estás dormida, pero escúchanos.
Hojo la observó mientras circulaban por las calles de la ciudad.
Nada de lo que hagamos podrá cerrar la brecha entre nosotros.
Él pudo observar como una espesa lágrima se deslizaba por uno de sus ojos.
Somos yakuzas, tú no eres una mujer para nosotros Camila, eres la
jefa de la policía y mientras estemos vivos eso es todo lo que serás
para nosotros.
Ella se llevó ambas manos a su rostro, tratando de ocultar sus lágrimas,
haciendo que floreciera en ella un olor que los consumió.
Lo se… per… pero estoy enamorada de vosotros y no sé por qué.
Costándoles todo su orgullo detuvieron el coche delante de la comisaria y la
vieron bajarse mientras trataba de recomponerse, Hojo se bajó del coche,
tratando de detenerla.
¡Camila!, ¿Estarías dispuesta a renunciar a tu cargo en la policía?
Sorprendida se volvió con una medio sonrisa.
¡Hojo Fumimura!
Él se apresuró hacia Camila para ver que un tipo con gabardina se acercaba
hasta ella, sacando una pistola. Camila vio un reflejo de algo moviéndose a
por ella y gimió al ver la espalda de él, se había puesto ante ella y el tipo
que disparaba, recibiendo todos y cada uno de los disparos que iban a por
ella a quema ropa, el tipo no dejó de disparar hasta que recibió un tiro en la
cabeza, haciendo que sus sesos ensuciaran la pared del edificio y la última
bala de su arma se disparó hacia la nada.
Hojo.
Llena de salpicaduras de sangre de él, mientras lo veía caer de rodillas al
suelo chilló, llevándose ambas manos a los labios, terminó de caer de
espaldas y Camila aproximó las manos a su pecho tratando de hacerle una
RCP.
¡¡¡¡Que alguien llame a una ambulancia!!!!
Ella sollozaba, tratando de reanimarlo.
Dios mío Hojo no te mueras.
Sudando, mordiéndose los labios, llorando locamente observó como Asami
junto a Tokai comenzaban a arrastrar a Hojo, alejándolo de ella mientras su
ayudante la sujetaba.
¿Hermano?, ¿Hermano?
Los dos hermanos trataron de enredar en todos los agujeros de balas para
sacarlas, pero no conseguían que él hiciera nada tras sacar varias, su cuerpo
parecía no curar bien esas heridas. Asami sacó una de las balas y soltó un
quejoso ruido por los labios de dolor, por su mano salía humo, había
quemado su piel la bala. Las ambulancias comenzaron a sonar y Asami
junto a Tokai simplemente se llevaron las manos a la cabeza mientras
ponían cerca de Hojo una camilla en el suelo los médicos, tardaron poco en
subirlo los ATS, cubriéndolo con una sábana, ambos se quedaron
petrificados, viendo como su hermano sacaba una de sus manos fuera,
poniendo el dedo meñique y el pulgar hacia fuera, le temblaban ambos….
Años atrás, subterráneos de Tokio….
Todos los seres no humanos llevaban unos collares al cuello que
parpadeaban en un rojo intenso, grilletes pesados en los pies que no les
dejaban dar grandes pasos. Tres hermanos de mirada roja rasgada cargaban
carretillas con palas llenas de tierra y piedras, estaban haciendo nuevos
agujeros donde enterrar a caídos, cambiantes, sobre todo hembras. Eran las
que más sufrían, delgados hasta los huesos, con las carretillas llenas de
tierra comenzaron a caminar por los oscuros pasillos, desde los techos caía
tierra cuando pasaba un vehículo que ellos no reconocían a gran velocidad,
el metro, varios cambiantes de joven edad los siguieron, todos los que
hacían el trabajo duro eran varones, las fosas comunes cavadas cada día en
la tierra aumentaban, pasaban por la más grande cuando uno de ellos cayó
rodando por ella, los tres se abalanzaron a por el joven cambiante, viendo
que ya no tenía vida, varios humanos cargados con látigos llegaron hasta
ellos, apartaron al mayor de los tres, dándole un soberbio castigo, mientras
que sus dos hermanos trataban de detenerlos, pero no lo hicieron hasta que
dejó de chillar y se desmayó, después, con ganas de más se volvieron hacia
ellos, dándoles el mismo castigo, hasta que terminaron arrastrándolos en un
agujero con rejas arriba, dos días más tarde los tres recibían el primer
cuenco de comida, con otros dos vacíos, sucios, ya utilizados, de los que
apenas quedaba el resto de la masa de arroz molido y caldo de agua revuelta
de las cloacas.
Vamos a morir aquí.
Los gritos de la madre de los tres también habían cesado.
No quiero volver a meteros en problemas.
Hojo, el hermano mayor escupió, para después mostrar una perfecta
dentadura de dragón, repleta de dientes afilados.
Asami, Tokai, hagamos una promesa.
Ambos hermanos echaron para atrás sus cabezas, impulsando sus cuerpos
desnutridos con ellas.
¿U…un…una promesa?
Hojo asintió, limpiando con su puño sucio su mano, sacando sus delgados
dedos meñique y pulgar.
Nu...nunca nos vamos a quedar sin sopa.
Ambos hermanos pestañearon al escuchar a su hermano mayor, viéndolo
mirar el único cuenco con sopa que habían recibido ese día.
Nada nos va a pasar, nos mandaremos señales para saber que estamos
bien.
Hojo puso su mano con el dedo meñique y el pulgar ante ellos.
Siempre y cuando nos mandemos esta señal no moriremos, ¡Es una
promesa!
Alzó su otra mano con los mismos dedos delgaduchos estirados,
juntándolos con sus hermanos.
Los días pasaron…
Salieron de aquel agujero, volvieron a trabajar duro…
El hambre los mataba, sus tripas parecían comerse a sí mismas, comían
bichos, ratas…
Camila.
Celebro hoy mi cumpleaños, apenas he pasado el día con mi hermana, he
conocido a mis sobrinos, aún soy virgen y aunque parezca increíble siendo
quien soy tengo miedo. Dudo mucho que llegue a mi siguiente cumpleaños,
os diré porque, he delatado a los hermanos Fumimura, fui testigo de lo que
hizo uno de ellos, voy a ser liquidada por eso y por delatarlos. Llevo
viviendo sola desde la muerte de mi padre, él era un hombre muy poderoso
y nadie se atrevía a dar el primer paso para terminar con su vida, no me
gustaría arrepentirme de eso antes de morir, pero si voy a morir
definitivamente, prefiero que lo hagan ellos tres, que acaben conmigo ellos.
Aunque no me lo pueda creer ni yo misma los amo, me levanto de la silla
donde estoy, observando una de las pocas cosas que me quedaron de mi
piso, una hermosa y gran caja, me tiemblan los dedos de las manos mientras
la acaricio, tras una ducha regreso al dormitorio, es tan grande que tiene su
propia chimenea que arde ante mis ojos, tiene un pasillo largo hasta el
ventanal, veo mi cómoda, donde tantas veces me sentaba de niña a
pintarme, hacerme las cejas o a peinarme mientras una lágrima se desliza
por una de mis mejillas, una de esas noches en las que tanto insistía en
hacerme mayor escapé de casa, haciendo que lo mataran, por eso decidí
después hacerme policía, aunque muchas veces me arrepienta por como son
los hombres. Algo me da un reflejo, un brillo, haciendo que tuerza mis ojos
hacia el pasillo, no veo nada allí, las cortinas están corridas, llego hasta la
pared, dándole a la luz y no puedo evitar jadear al ver a Hojo, Asami y
Tokai juntos, llevan ropa cómoda, no puedo evitar comenzar a andar
marcha atrás, tratando de decir las palabras que quiero arrojar.
Venís a matarme.
Los tres asienten hacia mí, puedo ver a Hojo sacar un cuchillo afilado,
apuntándome directamente al corazón antes de detenerse a escasos metros
de mí.
Tenemos que hacerlo, nos delataste, querrán saber quién asesinó al
jefe de la banda rival y cuando tú cantes se formará una guerra contra
todos los dragones.
Apenas puedo bajar mis ojos hacia sus pies, observando que van descalzos
los tres.
Me gustaría que me hicierais un favor antes.
Veo a los tres mirarse detenidamente, me dejan unos instantes, poniéndose
cerca de mi cómoda, pasan al pasillo, poniéndose tras la cortina que divide
éste de mi dormitorio, yo cojo mi caja, me quito la toalla, me pongo
pintalabios, un poco de lápiz en mis ojos y un poco de sombra en mis ojos,
y comienzo a ponerme mi shiramuko, apenas consigo enlazar mi cinturón y
tirar de mi cabello para atrás cuando veo a los tres entrar en el dormitorio,
me pongo de lado, observándolos con la cabeza agachada, baja, mirándolos
de reojo.
Es un vestido de novia, mi padre me lo regaló antes de su muerte.
Los tres me observan caminar hasta mi cama, subirme a ella por un costado
y colocar mis ropas justo antes de dejarme caer de medio lado, tratando de
no mirarlos.
Todavía soy virgen.
Me llevo las manos a la cara, sintiendo que me quema las mejillas de la
vergüenza que estoy sintiendo.
Hacedme una mujer antes de matarme.
No los escucho hacer ningún movimiento, pero si los escucho sorprenderse.
He pensado tanto en vosotros tres.
Me quedo allí, esperando mi muerte, tratando de calmarme, de afrontarlo.
Nosotros no hemos hecho nunca el amor Camila.
Jadeo ante la respuesta de Hojo, me alzo y los veo frente a mi cama,
desnudándose de sus camisas, mostrándome sus enormes dragones tatuados
en sus cuerpos, se quitan sus pantalones y no llevan nada más, van sin ropa
interior, Asami llega hasta mí, ofreciéndome su mano, me ayuda a
levantarme. Me lleva hasta los pies de la cama, para los tres ayudarme a
salir de mis ropas lentamente, besando mi piel, desde los dedos de mis
manos hasta mis rodillas y mis pies, todo un recorrido de besos que me
enciende, los siento por mis nalgas, por mis pechos, sus manos tocan mi
sexo con demasiada precisión, hacen suaves caricias por mi cuerpo hasta
que me hace Tokai subir a la cama y tumbarme, para los tres seguir con sus
caricias y besos, mientras yo aprieto mis piernas.
No te pongas nerviosa pequeña.
Trato de sonreír a Hojo, como puedo lo hago.
Me da mucha vergüenza.
Lo siento alzarme, mientras yo pongo mis brazos alrededor de Asami,
recibiendo un beso apasionado en los labios, sintiéndolo cogerme del pelo
para mover sus labios por mi cuello, dejando mis labios para Tokai que me
besa ardientemente, mordisqueando mis labios, entrando su lengua dentro
de mi boca, haciendo a mi lengua moverse. Hojo acaricia mis piernas, me
hace subirlas, me hace abrirme y yo ahogo un gemido al verme tan
expuesta, siento tres ronroneos a mi alrededor, pero no puedo darle vueltas
a nada porque Hojo está pasando su lengua por mi clítoris, eso me hace caer
de espaldas en el colchón, dándoles acceso a Asami y Tokai a mis pechos,
me sujeto a los cabellos de ambos, tratando de calmarme, pero no lo
consigo, Hojo profundiza su lengua en mi vagina, haciéndome retorcerme,
Asami muerde mi pezón suavemente, Tokai me chupa en el otro, succiona y
yo me vengo como nunca, gimiendo mi orgasmo en un medio llanto de
placer.
Eres demasiado hermosa.
Abro mis ojos, la voz de Hojo me hace hacerlo, Asami y Tokai se han
separado de nosotros, se mantienen sentados en los bordes de la cama,
observándonos. Hojo me acaricia las piernas hasta llegar a mis tobillos,
después me hace doblarlas y se coloca entre mis piernas, acaricio su pecho,
sus brazos, sus abdominales, dibujo la cabeza del dragón tatuado en su piel
con cicatrices y después lo observo a él, viendo verdadero fuego en sus
ojos, su frente perla sudor, paso mis dedos por allí y él sonríe bajando sus
labios hasta los míos, dándome un beso apasionado, coge los dedos de mis
manos entre los suyos y los alza sobre mí, presionándolos sobre el colchón,
poniendo la punta de su polla en mi entrada, comenzando a penetrarme
lentamente mientras yo gimo entre una mezcla de dolor y placer, suelta mis
manos, dejándome abrazarlo y él también a mí, me rodea con sus brazos,
pasando uno por el centro de mi espalda y el otro tras mi cuello, me alza un
poco, haciéndome pegarme a él, llegando a mi barrera, rompiéndola
mientras dos espesas lágrimas se deslizan por mis ojos, gimo, me arde, me
duele, pero él me reconforta, apretándome contra su cuerpo, respira con
fuerza, tanta que aplasta mis pechos y mi vientre, no se mueve hasta que yo
me siento incómoda, entonces me deja caer, saliendo un poco de mi interior,
volviendo a deslizarse, arrastra una de sus manos entre nosotros, llegando a
mi clítoris, lo aprieta con las yemas de dos de sus dedos, yo gimo mientras
trato de sujetarme a su pelo, arrastra su otra mano tras mi espalda y llega
hasta mis nalgas, arrastrando sus dedos entre ellas hasta llegar a mi ano,
dibujándolo, penetrándolo con uno de sus dedos, sin dejar de meter y sacar
su polla de mi coño, haciéndome vibrar al juguetear con los jugos que salen
por mi coño. Cuando siento que algo está creciendo dentro de mí y
comienzo a vibrar, corriéndome locamente él se desata, haciendo
movimientos más fuertes con su cuerpo, sus músculos se tensan. Parece que
está entrando más de su polla en mi interior, comenzando a vaciarse,
llenándome con su semilla, siento un fuerte pinchazo en mi hombro, pero el
éxtasis del orgasmo apenas me deja ver puntitos, veo borroso, no puedo
apenas respirar, mis dedos de los pies se retuercen, y comienzo a escuchar
gemidos que provienen de mis propios labios, no dejo de correrme y él
gruñe fuerte hasta que los dos terminamos de corrernos. Apenas él me deja
sola mi piel comienza a enfriarse, a ponerse de gallina, se me eriza, pero
siento que cogen mis caderas y me tuercen, abro mis ojos, para ver a Tokai
frente a mí, observándome de lado, siento un aliento cerca de mi cuello y
vuelvo mi cabeza para ver como Asami llega con sus labios hasta mi cuello,
observo mi hombro, donde desde dos puntos profundos salen unas gotas de
sangre y gimo asustada. Pero Tokai coge mi cabello, haciéndome volver mi
rostro hacia él, atacando mis labios con los suyos consigue despistarme, me
coge la pierna y me hace pasarla sobre él, para después sentarme a
horcajadas sobre su cuerpazo, tengo su polla entre los labios de mi coño, lo
siento deslizar una de sus manos entre nosotros, llegando con ellos hasta su
polla, me alza un poco, me coloca la punta en mi coño y se desliza con
suavidad en mi interior, hasta entrar todo su tamaño en mí, me retuerzo
temblorosa, sujetándome a sus hombros, lo veo inclinarse, llevando sus
labios hasta uno de mis pezones, después el otro y chupa de los dos hasta
dejarlos brillantes con su saliva.
Creo que amo tus tetas.
Siento que vibro, tiemblo mientras él coge mis caderas y me hace subir y
bajar sobre su gran tamaño, mi orgasmo crece desde mi vientre, me estoy
corriendo sobre él, apenas siento los ápices de mi cordura volver cuando él
coge mi cabello, haciéndome bajar mi rostro hasta quedar ambos cerca.
Otro, Camila, quiero otro.
Yo niego sin poder apenas respirar, pero él me tumba en apenas un pestañeo
de mis ojos, sin sacar su polla de mi interior, arrastra sus labios hasta mi
cuello, mordisquea, reparte besos por mi piel y llega con sus dientes hasta
mi oreja, mordisqueándomela.
Dame otro orgasmo y me vendré contigo.
Él habla entre dientes, tratando de verlo entre el revuelo de mi cabello
observo su frente, viendo una vena marcada en el centro, llevo los dedos de
una de mis manos hasta allí, haciéndolo sonreír, observo sus ojos y jadeo
asustada al ver que son rojos con un rasgado negro.
¡Oh Dios!
Chillo al verlo pestañear y volver sus ojos a un gris normal, mientras
comienza a follarme lentamente, enterrando su cabeza y sus manos entre
mis pechos, jugando con ellos hasta hacerme derretirme, siento que me
penetra más y más fuerte, acelerando sus embestidas, haciéndome
retorcerme de placer, con cada uno de sus golpes me toca partes de mi coño
cada vez más sensibles y yo siento que me corro de nuevo, me vuelvo loca
gimiendo de placer, él me muerde en mi otro hombro, haciéndome chillar,
sin saber porque me estoy viniendo más fuerte con aquello, es más
excitante, me vuelve loca aquel acto tan primitivo. Apenas comienzo a
recuperarme sé que me he desmayado, siento golpes suaves en mi pierna,
caricias recorrerme y abro los ojos para verme sentada en una silla sobre
Tokai, con su polla enterrada en mi coño, lo dilata completamente, hasta
hacer que mis lágrimas desciendan por mis mejillas, me sujeto como puedo
a sus hombros, mientras lo siento rodearme con sus brazos, haciéndome
caer en su pecho.
Respira o te podrás azul.
Él habla en mi oído, me dice cosas sucias, demasiadas, mientras coge mis
nalgas con sus grandes manos, abriéndolas, me recorre la espalda en
caricias suaves.
Fóllame nena.
Intento abrir mis ojos y lo contemplo, moviendo mi cabeza hacia atrás lo
veo ansioso, tratando de contenerse, pero no consigue evitarlo y me levanta,
con su polla enterrada en mí, me hace poner los dedos de mis pies en el
suelo y mi espalda de apoya contra el pecho de Hojo, Tokai me folla con
arremetidas lentas, mientras que Hojo aprieta su polla entre mis nalgas, me
las folla, algunas veces clava la punta de su polla en mi ano, haciéndome
gimotear, el sudor perla mi frente, me corro, haciendo que Tokai gruña
cerca de mi oído, mi orgasmo es espeso y siento que por detrás Asami lo
está aprovechando, me está enterrando la punta de su polla en mi ano,
quiero apretarlo, prohibir la invasión. Pero Tokai se preocupa de alargar mi
orgasmo todo el tiempo, dándole a Hojo una mejor penetración en mi culo
virgen, gimoteo al sentir sus testículos en mi sensible piel, comienzo a sudar
cuando los dos hacen envestidas rítmicas en mi carne, me corro, no una sino
dos veces antes de que un último orgasmo me llegue sin haber terminado el
anterior, me siento floja, temblorosa, quiero detenerlos, me consume, recibo
tanto placer que pierdo la consciencia y cuando me recupero en mi cama
abro los ojos y tengo a los tres a mi alrededor, besando mi piel, voy a decir
algo cuando siento las manos de Hojo sobre mis labios, observo como él se
baja de la cama, llega hasta la puerta de mi dormitorio y salta, subiéndose
sobre ella, es asombroso, lo veo volverse sobre la fina madera, abrir la
puerta y mirar hacia Asami y Tokai, viendo a Asami acercarse hasta él y
lanzarle un cuchillo afilado que coge entre los dientes, las luces de la casa
van encendiéndose y Hojo asiente hacia sus hermanos, los veo alejarse por
los pasillos de la casa, para rato después ver con mis propios ojos a por lo
menos quince enormes tipos entrar en mi dormitorio, desnuda me cubro con
la sábana, escuchándolos reír, viéndolos mirarme sin ningún tipo de bondad
en sus ojos. Hojo se lanzó al suelo tras ellos, sin hacer ningún ruido,
clavando el afilado cuchillo en el pecho de uno de ellos, haciéndolo caer
lentamente, el otro empuñó asustado su arma hacia él, pero recibió un golpe
rápido y seco en su rostro que le asestó Tokai, destrozó el rostro del tipo,
incluso reventó uno de sus ojos, aquello fue horrible, pero nada más que
acababa de comenzar, varios tipos más comenzaron a disparar por toda la
habitación, haciendo que Hojo saltara sobre mí, levantara el colchón y me
arrastrara hasta una esquina, apenas pude decirle que se quedara cuando
saltó lejos y yo me quedé escuchándolo todo, hasta que el colchón cayó
solo al suelo, dejándome ver a los tres delante de un montón de cadáveres,
mientras que un tipo con dos metralletas los apuntaba.
A si es que vosotros sois los tres miembros principales de los
dragones rojos, unos putos liquidadores lame culos con suerte.
El tipo no pudo apretar el gatillo de ninguna de las dos armas, por detrás
alguien le había lanzado un cuchillo con el mango dorado, dibujado con un
demonio de cuernos torcidos hacia atrás, yo tragué al ver al tipo torcerse
hacia la oscuridad desde donde le habían atacado mortalmente, recibiendo
otro cuchillo en el centro de su frente, con el dibujo de otro demonio con
cuernos más cortos y puntiagudos que el del otro cuchillo. El tipo apretó los
dientes, torció su rostro tembloroso hacia Hojo, Asami y Tokai, cayendo de
rodillas al suelo, sin evitar comenzar a disparar alrededor de la habitación,
haciendo a los tres moverse tratando de evitar las balas, una me dio en la
cadera, haciéndome volverme gimiendo de dolor, luego otra me dio de lleno
en un brazo….
Los tres se volvieron cuando Camila gimió de dolor, pudieron verla caer de
costado, la preocupación los inundó mientras caía de espaldas el tipo, contra
la pared, terminando de vaciarse su arma en el pasillo, los tres corrieron
hacia ella, cogiéndola entre sus brazos Asami, comprobando sus heridas,
Hojo la apuntó con un arma.
Debéis matarla, así lo hemos decidido el resto de la alianza de seres
del mundo.
Hojo no pudo evitar mirar furioso hacia quien hablaba, viéndolo
desaparecer en las sombras. Enjuagó su sangre en el baño, igual que sus
hermanos y se subieron al vehículo que los esperaba fuera, Asami se la pasó
a Tokai y subió detrás de él, seguido de Hojo.
Nos reunimos, teníais que matarla ¡Os lo ordenamos!
Tokai negó abrazando más contra su cuerpo a Camila, haciéndola gimotear
por la fuerte presión.
Debéis hacerlo, se os eligió como liquidadores y guardianes de todos
los hermanos de la orden Dragón porque no habéis demostrado nunca
ninguna debilidad o aprecio por los humanos, ibais a…
No terminó la frase porque Camila se removió entre los brazos de Tokai,
sudaba, temblaba y la hembra bajó su inquebrantable mirada para
observarla.
Tenemos que llevarla a un hospital, apresúrate Demon, no podemos
permitirnos el lujo de perderla.
Demon apenas parpadeó sorprendido mientras los observaba recorrer el
pasillo del hospital horas más tarde, cambiado completamente a un humano,
junto a sus hermanos observaba detenidamente a los tres hermanos
cambiantes a dragones, habían cogido una planta aislada del hospital. Una
exótica cambiante con rasgos gatunos entró, estaba entrada en los
cincuenta, pero se mantenía hermosa.
Hojo, Asami, Tokai, no paráis de decepcionar a la orden de los
dragones rojos.
Los tres recibieron una sonora hostia que les asestó la cambiante, después
no tardó en comenzar a darles una paliza, sin ellos mostrar ningún tipo de
impedimento a recibir todos los golpes.
¡Renunciar a la humana o matarla!
Hojo cayó al suelo de una patada que le asestó ella en el pecho, Asami
golpeó la pared con su espalda de otra patada, mientras Tokai se levantaba
sangrando por la nariz y los labios, con el rostro marcado por los puños de
la hembra.
¿Por qué os resistís los tres?
Le asestó una patada en la cara a Tokai.
¿Por qué no la habéis matado?
Hojo gimió tratando de recuperarse de los soberbios golpes.
¡Nada de esto habría pasado!, ¡Habéis desobedecido!
Asami escupió sangre antes de levantarse junto a sus hermanos, observando
el suelo ensuciado por sus sangres.
¡Demon!
El nombrado apareció por el largo pasillo, sus hermanos se mantenían entre
las sombras ocultos. Demon se puso cerca de ellos, recibiendo un golpe en
el pecho que bien podría reventar a un humano, pero no dudó al mirarla a
los ojos.
La necesitan, los cambiantes necesitan una compañera y si la
encuentran y no la tienen sus vidas se terminan.
El demonio recibió una patada en la cara, haciendo a sus huesos de la
mandíbula moverse.
Te atreves a responderme.
Hojo detuvo a la hembra antes de que golpease a Demon de nuevo,
llevándose el golpe que éste iba a recibir, cayendo de lado al suelo.
Es una buena chica.
De nuevo fue a golpearlo levantando su pierna, pero Tokai se puso delante
recibiendo la patada.
Os atrevéis a oponeros ante nosotros. Sea lo que sea así son nuestras
leyes, ¡Matarla! Es una orden.
Los tres alzaron los ojos a la misma vez, deteniendo sus miradas en la
hembra.
Si no, ¡Os mataré yo! Contaré hasta tres.
Ella comenzó a contar, hasta llegar a alzar sus dedos de las manos hacia
Hojo, deteniéndolos delante de sus ojos y de su corazón.
¿La amáis hasta este punto?
Hojo pestañeó como pudo, apenas consiguió terminar de alzar sus ojos
mientras se entristecía.
Sólo queremos salvarla.
Apretó su pecho dolorido con las manos, palpando su piel cada vez más
curada.
Queremos tenerla, ¿Es mucho pedir?
La hembra se quedó recta mirando hacia los tres, se volvió sin decir nada,
caminando por el largo pasillo.
Pensábamos que estabais en contra de nuestros sentimientos.
Demon se encogió de hombros, mirando hacia el pasillo donde la hembra
había desaparecido.
Estuve años retenido por humanos junto a mis hermanos. Al igual que
vosotros, los odiaba a muerte, hasta que conocí a una hembra humana
con la que llegamos comprender que todos no son iguales, muy pocos
son buenos de corazón. La batalla de los que habitamos esta Tierra
por ganar el control de este planeta sobre los humanos no tardará en
comenzar, es una lástima que queráis dejar de ser los gobernadores
cambiantes de Japón, deberíais pensaros bien las cosas. Siempre
quisisteis destruir a los humanos, teníais muchos planes, habéis
llegado muy lejos.
Los tres observaron a Demon ponerse delante del ventanal que daba hacia
la cama donde descansaba Camila, observando a la humana que llegaba
hasta ellos, miraba detenidamente los papeles que tenía en la mano, hasta
que alzó sus ojos mirándolos.
Al sacar las balas de ella, su piel sanó con rapidez, incluso parece que
nunca fue baleada, está perfectamente, solamente le hemos
administrado calmantes por los nervios que traía y le hemos
inyectado un analgésico para prevenir alguna molestia o dolor, pero
por lo demás cuando ella lo desee podría marcharse.
El Demonio se mantuvo quieto, observando a los tres detenidamente.
La marcasteis mientras la follabais.
Asami entró en la habitación, cargando a Camila entre sus brazos,
observándola removerse y poner su rostro contra su pecho.
¿Por qué no cambiasteis en la casa? Habríais evitado todo esto.
Demon llevó las yemas de los dedos de sus manos a su frente, notando sus
cuernos salir un poco por su carne humana.
Teníamos miedo, no queríamos hacerle daño, no queremos que nos
rechace por ser lo que somos.
Tokai jadeó de manera dolorosa.
No de momento.
Los tres sin espera indicaron a Demon que los llevara hasta su casa, se
montaron en el lujoso vehículo mientras él les pedía un momento y se
escabullía en un callejón tirando de un cuerpo humano, ellos no podían
volar sobre la ciudad, se habían restringido tanto las vidas de los cambiantes
que solamente les faltaba a los cambiantes sacar más a relucir sus
identidades, Demon no se subió al vehículo, uno de sus hermanos lo hizo
por él y avanzaron alejándose de la ciudad hasta llegar a los muros de
piedra que protegían a los cambiantes de los humanos, tras conseguir llegar
a la enorme edificación y observar el puente levadizo bajar para que pasara
el vehículo en el que iban observaron a Demon asentir hacia ellos apoyado
en la fachada del lujoso castillo, con el ruido del puente cerrándose tras
ellos lentamente, Asami observó a Demon de medio lado, abrió sus ojos de
par en par al ver la mirada vino tinto en él y se llevó una de las manos a la
comisura de sus propios labios, señalándoselos a él para que se limpiara la
sangre que bajaba por su labio, haciéndolo reaccionar y limpiarse, estaba
pálido, sus músculos estaban abandonando su carne.
Permaneceremos cerca de vosotros dragones.
Hojo bajó del coche con el cuerpo de Camila sobre sus brazos al asentirle
Tokai, pasaron cerca de Demon y sus hermanos, entrando en la casa. Asami
estaba quitando la sábana llena de polvo de uno de los sofás del salón, para
después señalárselo a Hojo, para que pusiera a Camila encima, tras hacerlo
se sentó junto a ella, observando a sus hermanos quitando sábanas de
alrededor, viendo un lugar del que no guardaba recuerdos, las fotos de diez
enormes cambiantes rodeando a una hembra humana ocupaban las paredes,
también las de tres cachorros que debían de ser ellos de pequeños, unas
lágrimas espesas empaparon sus ojos, pero unas suaves manos acariciaron
su rostro, torció la mirada para ver a Camila con los dedos mojados de
lágrimas de él.
Pequeña, ¿Te encuentras bien?
Camila sonrió con ternura, haciéndolo enfurecer lentamente.
No me gusta que sientan lástima por mí.
Ella negó poniéndose seria, pero no pudo evitar soltar una carcajada.
¡Nunca! No me das lástima, en todo caso deberíais darme miedo.
Los ojos de él cambiaron, haciendo que ella se quedase boquiabierta
conteniendo un jadeo entre sus labios, movió sus labios varias veces
tratando de decir cualquier cosa. Pero apenas conseguía tomar pequeñas
bocanadas de aliento por sus labios, lo observó ponerse sobre ella, poniendo
ambas manos a cada lado de su cabeza, aprisionando sus piernas juntas
entre las de él mientras gruñía con fuerza con sus labios vibrando en su
cuello.
Me encanta el olor del miedo en un humano.
Él olisqueaba en su cuello, haciéndola apretar los ojos al sentir suaves
mordiscos, Camila escuchó el ruido de algo grande moviéndose y abrió
los ojos, observando por la poca claridad que podía ver a través de unas
grandes alas. Una de las manos de ella llegó hasta una de sus alas, la
acarició y cogió entre sus dedos. Dejándolo ver su rostro sorprendido,
sus ojos brillantes al sentir que ella no lo rechazaba.
Voy a tenerte pequeña humana.
Ella torció sus ojos hacia él, viendo el brillo en sus increíbles ojos de
dragón, tragó, haciéndolo ver su delicioso cuello moverse, lo sintió deslizar
por su camisón de hospital su mano, enredando entre sus pechos,
acariciando su vientre, tiró de la tela, subiéndola entre sus muslos y toco su
coño desnudo. Enterrando sus dedos entre sus labios, haciéndola gemir de
placer, con su otra mano enrolló la tela de su camisón hacía arriba en sus
brazos, dejándola indefensa, para poder alzarla por las caderas, mientras
ella trataba de abrir sus brazos para agarrase a algo, consiguiendo que su
tela bajase hasta sus codos. Él arrastró su lengua lentamente por el coño de
Camila, sintiéndola estremecerse, rodeando sus caderas con uno de sus
brazos, sujetándola con fuerza para que se detuviera en sus intentos de
correrse con su lengua rápidamente, arrastró una mano por su vientre y
llegó hasta uno de los pezones de Camila, estirándolo con las yemas de sus
dedos, apretándolo, acariciándolo mientras hacía círculos con su lengua
sobre el clítoris de ella. Tras una pasada bajó sus ojos por su vientre,
observando cómo se erizaba hermosamente la piel de ella, mordiéndose los
labios observó su piel entre sus pechos enrojecida por la vergüenza, se bajó
la cremallera y liberó su vara, cogiéndola con una mano, haciendo fuerza
sobre ella para no correrse, arrastró sus brazos entre las piernas de ella,
haciéndola abrirse más alrededor de él y mordisqueó sus muslos por dentro,
haciendo que sus tetas botaran. Hojo la volvió sobre su cuerpo, haciéndola
pasar sus piernas sobre su cabeza, apoyándolas en sus hombros, haciendo
vibraciones con su lengua la penetró varias veces, succionándola con sus
labios, tratando de hacerla venirse, tratando de prepararla, haciéndola gemir
de placer, tocándolo por su fornido cuerpo, agarrándose a su polla,
ahogando su orgasmos en su garganta empapada de saliva mientras él
rompía su camisón del hospital y la bajaba para deslizarse lentamente en su
empapado y preparado coño, sintiendo alrededor de su polla los últimos
espasmos de su orgasmo, apretándolo, empapándolo, haciéndolo correrse
junto a ella, pero no por eso aflojó su ritmo.
Quiero más, necesito varios más.
La observó abrir los ojos levemente entre la niebla de placer, movía su
cabeza en negativa, sus cabellos alborotados se movían por sus vaivenes.
Pronto lo necesitarás también, tu cuerpo se vuelve más hambriento
de nosotros, te necesitamos.
Él gruñía las palabras tirando de su cabello para atrás, cogiendo con su
brazo su cuerpo, hasta llegar a uno de sus pechos con la mano, a su oreja
con sus labios, mordiendo su carne, arrastrando sus dientes por su cuello
hasta su otro oído, entrando en su coño sin piedad, con solamente el ruido
del golpeteo de sus carnes, la sintió apretarlo, más y más fuerte, con lentas
sacudidas de su cuerpo y él no pudo evitar coger la carne de su espalda con
sus dientes, mientras se corría con ella, derramándose con más brutalidad
que antes, sintiendo que llenaba todas sus paredes, tratando de quedarse
enterrado en su interior, lo más profundo posible, llenándola. Asami la
cogió antes de que su rostro tocara el sofá, se movió por la casa hasta llegar
a un dormitorio antiguo donde Tokai quitaba una sábana que cubría la
inmensa cama, tenía un techo precioso, con telas adornándola, parecía de
película, apenas la tumbó sobre la cama boca arriba retrocedió,
admirándola, después asintió hacia Asami, observándolo subirse sobre ella,
viendo como Asami limpiaba el sudor de la piel de Camila con la lengua,
pasándola por su cuello, ella se retorció, abriendo sus piernas alrededor de
él, recibiéndolo en su interior, retorciéndose hacia atrás, separando su
espalda de la cama, la piel de sus pechos se erizó, sus pezones se pusieron
tiesos cono guijarros y Asami no tardó en atacarlos con sus labios, mientras
ella lo acariciaba, dibujando su piel con las yemas de los dedos, recorriendo
sus tatuajes, él se incorporó levantando la cabeza, abriendo sus labios con
sus enormes dientes cambiando, estaba al límite, observó a Hojo cerca, en
un asiento cómodo con la polla entre los dedos de una de sus manos, sus
bolas seguían moradas. Él gruñó bajo y volvió su atención a Camila,
apretando uno de sus pezones con sus dientes, acariciaba con sus dedos su
otro pezón, tras varias penetraciones ella gimió retorciendo su rostro hacia
el colchón, Asami la cogió por las caderas, haciéndola sentarse sobre él, sin
sacar su polla de su interior, observando alrededor de la habitación hasta ver
a Hojo de nuevo, se arrastró con ella hasta el borde de la cama, bajando las
piernas, sin apenas rozar el suelo con los dedos de los pies se tumbó,
estirando las nalgas de Camila, profundizando uno de sus dedos entre sus
labios vaginales, cogiendo crema, inundando el ano de ella con dibujos de
su dedo, haciendo círculos mientras trataba con su otra mano de hacerla
subir y bajar sobre su polla. Podía sentirla temblar de placer, sus manos
ardiendo tocaban sus pectorales, sudaba por las palmas. Hojo la alzó por la
cintura, haciéndola apoyarse contra su cuerpo mientras la abrazaba tratando
de entrar su polla dentro de su ano, escuchándola gemir nerviosa. Asami se
quejó y ambos lo observaron rojo, negando, Hojo arrastró las yemas de los
dedos de una de sus manos hasta el clítoris de ella, sintiéndola retorcerse,
pudiendo entrar en ella la punta de su polla al escucharla gimotear.
Tienes que calmarte pequeña, eres muy estrecha, nos haces daño.
Camila asentía, con el sudor perlando su frente, apretó los dientes al sentir
avanzar la polla de Hojo en su interior, hasta tocar sus nalgas su piel,
mientras ella se sentía completamente dilatada. Los dos comenzaron un
ritmo en su interior acompasado, entrando primero Hojo en ella, saliendo
lentamente, haciendo Asami lo mismo, hasta que empezaron los dos un
ritmo frenético en su interior, dejándola casi sin sentido cuando se corrió
junto a ellos, sintió que la deslizaban por la suave cama, ella llevó sus
manos hasta quien tiraba de sus hombros y sonrió al sentir que alzaban una
de sus piernas, recorriendo su muslo, su tobillo y sus pies a mordiscos, no
dejando ninguno de sus dedos de los pies mordido. Tokai puso su polla en
su coño, deslizándose con facilidad en su interior, acariciando su clítoris
mientras ella gemía, él jugueteo tirando de sus pezones con sus manos,
besando su cuerpo con delicadeza, pasando su lengua por su espalda
lentamente, jugando con ella, acariciando su piel hasta hacerla venirse una
última vez, observándola tumbada boca abajo en la cama, con el pelo
pegado por su espalda, él recorrió besos lentos por su piel, estaba
excitándose, podía olerlo por todos los poros de su delicada piel humana.
Deseas más, pero mírate pequeña.
Tokai enredó una mata de su pelo entre sus dedos, haciéndola alzar la
cabeza y torcerla para verse en un gran espejo, él sobre su cuerpo, con su
polla tiesa como un garrote entre sus nalgas.
Estás exhausta niña.
Él no pudo evitar sonreír al ver su piel erizarse, las marcas de sus mordiscos
en la pobre piel de ella se estaban borrando, pero los puntos de sus
colmillos permanecerían para el resto de su vida allí, para demostrarles al
resto de cambiantes del mundo a quien pertenecía, su cuerpo ahora era
resistente como el de ellos, sanaría con rapidez y con el pasar de los días su
cuerpo sería activo como el de cualquier hembra o varón humano que
permanecía con cambiantes, la observó volverse hacia él, sus pupilas
estaban dilatadas, sus ojos brillaban, respiraba con mayor rapidez que un
humano en estado normal, respiró en su cuello, sin apartar los ojos del
espejo, gruñendo al percibir algo que le hizo a su polla agitarse y levemente
correrse entre las nalgas de ella.
¿Cuándo te tiene que venir la regla?
Pudo observarla alzar las cejas extrañada, mirándolo detenidamente.
¿Qué importa eso ahora? Ya que no vais a acabar con mi vida solo
quiero sexo.
Él soltó su cabello a tiempo, observándola volverse sobre su cuerpo,
mostrándole sus pechos marcados, enrojecidos, sus caderas, su vientre,
estaba llena de marcas de arañazos, de mordiscos, la sujetó por las muñecas,
llevando sus labios hasta sus manos, sintiéndolas temblar, alzó sus ojos,
para ver el sudor de su frente.
Vas a entrar en celo Camila.
Apenas dijo las palabras se lanzó sobre su cuerpo, cogiéndola en su
hombro, llevándola por el enorme castillo hasta una zona oscura, abrió unas
puertas que crujían, ella trataba de soltarse de su agarre, pero no lo
conseguía. Él la dejó caer tras su cuerpo, sin soltar sus manos y se volvió,
atándolas a una correa suave de cuero, después comenzó aquello a subirla,
la luz que entraba por la puerta la dejaba ver que estaba en una sala de
tortura, se quedó boquiabierta al mirar a su alrededor, pero tuvo que apretar
los ojos al encenderse la luz, no dejaron de alzarla hasta que quedó
colgando de los dedos de sus pies, sus pechos se mantenían erguidos por la
postura y tiesos sus pezones.
Esto debe de ser una estúpida y jodida broma, su….
Camila se detuvo justo en la U, observando a su alrededor al abrir los ojos,
hizo movimientos fuertes con los brazos, pero sólo consiguió acabar
gimoteando de dolor mientras ellos trataban de detenerla.
Trata de calmarte pequeña, no te pongas nerviosa.
Podía verlo más grande, más musculoso, Asami y Hojo estaban igual, cerca
de ellos, observándola detenidamente. Los tres abrían sus narices,
respirando con fuerza, ella podía sentir la humedad de su sexo, era así
porque estaba saliendo semen por su coño y su ano.
¡Soltarme!
Apenas consiguió que la rodeasen, haciéndola lanzar patadas hacia ellos,
Asami sujetó sus piernas, enredando sus rodillas con uno de sus brazos,
poniendo los tobillos juntos para que Hojo los atase con suaves cuerdas de
cuero, apenas conseguía golpearlos tras dejar ellos caer sus pies.
No estoy en celo, no soy una perra.
Los tres rieron de diferentes maneras, pero se mordieron los labios negando
casi a la misma vez.
Estás alcanzando tus días fértiles y estás en la última Tierra de
dragones pequeña.
Tokai cerró las enormes puertas tras él, incluso se levantó polvo al hacerlo,
llegó hasta ella, percibiendo que le iba a golpear y pisó las cuerdas entre sus
pies, quedándola estirada e inmovilizada completamente mientras Asami
subía desde sus nalgas hasta su cuello con la nariz, oliendo toda su piel,
tocando con sus labios su carne. Camila gimió al sentir el toque de su
lengua cerca de su oreja, pero tuvo que torcer su mirada al escuchar el ruido
de un cristal siendo arañado, se volvió para ver el cuerpo de un ser de
aspecto humano enorme, ella jamás había visto a nadie tan alto, de más de
dos metros, que llevaba un cráneo y cuernos en lugar de cara y sus ojos eran
rojos brillantes.
Ellos protegen a los seres que están en peligro dentro de nuestra
Tierra, anteponiendo su vida contra la de cualquier ser, incluso de
nosotros mismos, siente tus temores y miedos, cree que estás en
peligro.
Sombras tras aquel ser con cuernos y ojos rojos aparecieron, Tokai estaba
cubriendo su cuerpo desnudo de la visión de aquellos atemorizantes ojos,
pero igualmente parecían atravesarle el alma a Camila.
Muchos dragones viejos contaban historias a los pequeños, tratando
de asustarlos seguramente, de cómo pueden vivir en las sombras,
anhelando un amor eternidad tras eternidad al que no desean arrastrar
a su oscuridad.
Camila volvió sus ojos hacia el ventanal, pero ya no había nada, salvo la
oscuridad.
No quiero tener hijos –al ver a los tres bajar sus miradas entristecidas
hasta el suelo suspiró- No todavía, apenas acabamos de tener sexo e
ibais a asesinarme, por favor dejarme, ¡Soltarme!
Hojo acarició su cuerpo lentamente, recorriendo con las yemas de los dedos
su cadera hasta llegar a uno de sus pezones para juguetear con él y
pellizcarlo.
Comprendemos tus inquietudes Camila, no íbamos a asesinarte. Tú
también vas a sufrir la fiebre del apareamiento, no lo sabes todavía,
pero tu cuerpo te pedirá algo que no sabes lo que es, sufrirás por ser
llenada.
Ella movió en negativa su cabeza varias veces, tratando de soltarse las
muñecas, consiguiendo marcas y rojeces, pero apenas conseguía hacer
ligeros movimientos que la hacían balancearse, los tres rodearon su cuerpo,
Hojo enterró su rostro entre sus pechos, respirando en su piel, rodeándola
con los brazos. Alzó su rostro bajo la atenta mirada de ella para sacar su
lengua rosada por sus labios, mirándola a los ojos mientras iba lentamente
con ella hasta su pecho, lamiendo su sensible carne hasta llegar a su pezón,
poniéndose un poco de lado, dejando a Asami ponerse junto a él, atacando
su otro pezón, los dos succionaron en ellos, lamieron y los estiraron hasta
hacerla casi venirse, se apartaron de ella y Tokai se puso pegado a su
espalda, mientras algo frío recorría uno de sus costados, pasando por su
muslo, su cadera, sus costillas y uno de sus pechos, dio varios golpes en uno
de sus pezones y ella se mordió los labios bajando la mirada.
Supongo que nunca has sido golpeada pequeña humana, siempre
conseguiste todo lo que quisiste en ésta vida.
Ella negó, observando aquello moverse por el centro de uno de sus pechos
hasta el otro, golpeando varias veces su pezón mientras ella lo miraba. Un
fuerte golpe en una de sus nalgas a dejó boquiabierta y casi sin aliento,
apretó los ojos y al abrirlos los tres observaron sus pupilas dilatadas.
Lo ha disfrutado.
Hojo se mordió los labios mientras estiraba su brazo, abría su mano y
golpeaba a Camila en su otra nalga, en apenas dos segundos ella levantó su
cabeza y chilló, haciendo a los oídos de los tres pitar.
Asami desenredó las cuerdas alrededor de las muñecas de Camila, Tokai la
cogió justo mientras se deslizaba al suelo. La dejó sobre la cercana cama,
arropando su cuerpo, dejándose caer a su lado, permanecía duro, pero
apenas le importaba, no se correría si no era con ella y comprendía su
necesidad de descanso. Los tres decidieron salir al balcón cercano.
¿Qué vamos a hacer con nuestros deseos de dominar Japón?
Los tres observaban en la lejanía las luces brillantes de la ciudad, Hojo alzó
lentamente su rostro, volviendo su mirada hacia el dormitorio. Asami y
Tokai hicieron el mismo movimiento, observando los tres el precioso
cuerpo humano sobre la cama, gruñeron furiosos, suspiraron y decidieron
cambiar, apenas tardaron unos segundos en caer al suelo sobre sus dedos de
las manos, dedos que crecieron y crecieron tanto como sus cuerpos
aumentando tanto de tamaño y peso que el balcón gruñó en respuesta a sus
pesos, el intenso ruido de las alas de los tres enormes dragones se podía
escuchar desde las mansiones lejanas y los árboles se movían en respuesta.
Camila abrió los ojos justo en el momento en el que el ruido de las alas de
tres grandes dragones comenzaba a agitarse, parpadeó impresionada al
verlos deslizarse fuera del gran balcón que crujió bajo sus enormes patas,
rajándose por algunas zonas. Se incorporó en la cama, observándolos
alejarse lentamente hasta desaparecer, salió de la cama y buscó en aquel
lugar un cuarto de baño, envuelta en la sábana, tras orinar, ponerse una
camiseta, unos calzoncillos limpios de alguno de ellos y limpiarse un poco
salió fuera de aquel dormitorio, observando los pasillos largos que había a
cada lado de la puerta por la que asomaba la cabeza, sacó su cuerpo de allí y
caminó por aquel inmenso lugar, buscando sin parar, habitación tras
habitación hasta encontrar la que buscaba, cerró tras suya y respiró por la
nariz mientras se volvía observando el gran despacho de los hermanos, era
el único lugar que se mostraba sin sábanas tapando los muebles, caminó
hasta el ordenador que había en el centro de la gran mesa que presidía aquel
lugar y lo encendió, cuando consiguió que cargara miró alrededor de la
pantalla, examinando cada carpeta. Hasta que encontró en una las letras en
rojo brillante “Dominar Japón”, comenzó a leer archivo tras archivo. En los
primeros aparecían los nombres de los cambiantes que habían secuestrado a
su hermana y que habían convencido a la misma de estar con ellos, se llevó
las manos a los labios al ver archivos tras archivos y gimió con un sollozo
al ver los últimos donde aparecían las palabras dominar el mundo de los
humanos, la palabra humanos aparecía en negrita y ponía en los archivos
claramente cómo deseaban los cambia formas organizar el mundo de los
cambiantes tras conseguir el dominio de todo el planeta. Camila se puso de
pie, corrió a toda prisa, las imágenes revoloteaban por su cabeza sin parar,
si todos allí pensaban lo mismo, ¿Cómo habían aceptado a Enma?, salió
fuera de la casa. Dejándose caer en los primeros escalones que daban a la
calle y sollozó amargamente, sin saber que deseaban los tres hermanos de
ella si tanto odiaban a los humanos, las ideas pasaban por su mente sin
parar, las imágenes que había visto. Pero no se quedaría para verlo, en
varios documentos había leído como planeaban juntar a los humanos en un
mismo lugar tras la guerra que sucedería hasta que dominasen el planeta,
los trabajos que harían para reconstruir todo y cómo pensaban controlar la
cría humana. Lo había leído incrédula con sus propios ojos, descalza bajó
las escaleras que daban al paseo principal de la enorme edificación. Había
un camino de unos dos o tres mil metros hasta el puente que la separaba de
la vida real, se volvió para observar aquello, era un enorme castillo. Siguió
su camino, pasando el puente de madera, saliendo entre las mansiones, no
sabía el tiempo que llevaba andando descalza hasta que se topó con la
puerta de salida de aquel enorme recinto, cerca podía ver el coche de su
compañero, estaba en el coche fumando en la oscuridad y al percatarse de
ella se bajó. Dejándole ver las barbas que habían crecido en su rostro, le
hizo una seña y ella torció su rostro observando un interruptor, lo pulsó y
caminó fuera, llegando hasta su compañero.
¿Jefa se encuentra bien?
Camila negó, se llevó una mano a la cara rompiendo a llorar mientras su
ayudante la sentaba en el asiento del copiloto, cogía el cinturón para
quedarla atada y corría delante del coche hasta tomar asiento, arrancar y
acelerar a toda prisa.
Jefa.
Ella se observó en el espejo retrovisor del vehículo, despeinada, llena de
marcas de arañazos y mordiscos, pálida y llorando sin parar en silencio.
Quiero estar sola.
Él no dijo nada más, se encendió un cigarrillo mientras la miraba de reojo,
le dio tiempo a fumarse otro antes de llegar a una zona de la ciudad
solitaria. Se bajó del coche y dio la vuelta, cargándola en sus brazos al ver
que apenas tenía fuerzas para ponerse sobre sus pies, la tumbó en una cama
baja, salió de la casa por un tiempo, cuando volvió, Camila estaba dormida
y abrió los ojos al escuchar la puerta abrirse, lo escuchó abrir la nevera,
cargándola con comida, llegó al dormitorio y se sentó cerca de ella,
encendiéndose otro cigarrillo, ofreciéndole uno que ella aceptó sentándose,
temblaba.
Jefa, acabarán encontrándola.
Enredó en el bolsillo de su camisa y le sacó su placa con una sonrisa de
medio lado. Levantándose de la cama se marchó, no sin antes dejar el
paquete con el resto de cigarrillos sobre la cómoda, tocándolo varias veces,
mirándola con una triste sonrisa. Camila no se recompuso en más de cinco
días, andaba por la casa viendo llover, observando cómo se hacía de día y
de noche, comiendo lo que le dejaban en la puerta de la casa que llegaba de
algún restaurante de reparto. Suspiró amargamente la mañana del sexto día,
observando el uniforme que le había llegado a la puerta de la casa por
correo, se puso un vestido negro con medias ajustadas, tacones, cepilló su
cabello, cargó el paquete con su traje de comisaria y salió de la casa.
Observando el barrio donde estaba, el cielo estaba nublado, pero apenas olía
a tierra mojada, caminó hasta pillar un taxi y en la puerta de la comisaría se
bajó, había muchos vehículos que conocía a la perfección alrededor. Pero su
compañero estaba en la puerta con una pierna torcida hacia atrás, apoyada
en la pared que bajó enseguida al verla, caminó hasta ella y sonrió
siguiéndola, se detuvo y volvió al escuchar como la llamaban. Pero ella no
lo hizo, por lo que enseguida la siguió hasta su despacho. Camila trabajó
ordenando todo lo que se había apilado en su computadora hasta bien
entrada la noche, mientras su compañero llenaba un cenicero de colillas en
silencio, sin perderla de vista.
Puedes quedarte en mi casa mientras tu edificio termina de
arreglarse.
Camila dejó el papel que tenía en la mano al sentir su contacto.
Seguirá todo aquí mañana Camila.
Le hizo seguirla, no sin antes pararse a coger algo de comida rápida. Al
entrar en el piso de su compañero un ligero olor a azufre, el ruido de un
arma cargándose les hizo detenerse y encendieron la luz antes de que su
compañero pudiera hacer algún movimiento. Hojo, Asami y Tokai la
miraban con el rojo fuego de sus ojos en todos éstos. Mientras un gran
grupo de cambiantes los apuntaban con armas, sin ningún atisbo de piedad.
Ella no irá a ninguna parte.
Uno de ellos disparó cerca del rostro de su compañero haciéndola jadear, su
compañero habló con el cigarrillo entre los dientes.
No es una jodida puta broma hijos de puta y me arreglaréis el jodido
boquete.
Asami estaba en un sofá tirado, abierto de piernas, con una pistola dorada
en la mano, pero no le costó ni un pestañeo levantarse y apuntar al
compañero de Camila en la cabeza.
Es la comisaria jefa del distrito sur, si os la lleváis caerá sobre
vosotros una jodida mierda bien gorda.
Asami apretó sus dientes, furioso, los tenía afilados. El compañero de
Camila fue a decir algo, pero Asami lo golpeó con todas sus fuerzas en la
boca, desencajándole la mandíbula, haciéndole escupir su cigarrillo.
Corre Camila.
Ella negó caminando ante Asami, sacando su propia arma, apuntándolo.
Pero él rompió a reír y se agachó cerca, hasta poner la frente contra ésta.
Dispara.
Le hizo señas con los dedos, moviendo sus manos, provocándola mientras
le decía que lo hiciera y le quitó el arma sonriendo, la empujó para que
caminase fuera y al volverse ella contempló un gran número de cambiantes
de negro fuera, esperado cargados de armas hasta los dientes.
No os saldréis con la vuestra, dragones.
El compañero de Camila escupió a los pies de Asami y éste se llevó las
yemas de los dedos de una de sus manos a la frente. Sonriendo hacia varios
de los cambiantes armados que daban pasos hacia él.
Verás como sí.
Camila se volvió tratando de golpear a Asami, haciéndolo agarrarla por las
muñecas y tiró de ellas hacia atrás, ella pataleó, trató de golpear sus partes
con sus rodillas, pero él la sacudió para que se detuviera y la pegó a su
cuerpo, llevando sus labios hasta los de ella, hasta que se cansó de intentar
que ella le devolviera el beso. Cuando se detuvo pegó su frente a la de ella,
mientras ella trataba de golpear su frente contra la suya, pero él no se lo
permitió, haciéndola estirar su cuello hacia atrás.
No queremos que te hagas daño.
Movió su rostro sobre el suyo, besándola mientras Tokai se ponía tras ella,
acariciando su cuerpo, desde sus muslos recorrió una caricia por sus
caderas, costillas y espalda hasta llegar en su cuello y pulsar haciéndola
caer.
Hijos de puta.
Hojo cerca del subjefe de la comisaría lo golpeó en el vientre con un golpe
fuerte y contundente. Haciéndolo caer sobre sus rodillas con ambas manos
en su estómago, los cambiantes pasaron junto a él dándole golpes en la
cabeza o escupiéndole, pero Asami se mantuvo a su otro lado, agachándose
lentamente con una pistola de oro con un dragón a cada lado de la
empuñadura.
Si vives en este mundo es porque no tenemos ganas de matar a
ningún puto ser cómo tú.
Los ojos del comisario se volvieron completamente negros observando a
Asami abrir su arma, mostrándole una bala de plata, cogiéndola,
acercándosela a la cara para hacerlo apartarse.
Los cambiantes debemos tenerte vigilado desde cerca Otaki.
Los ojos del ayudante resplandecieron, volviéndose grises claros, en
silencio apretó los dientes viéndolo volver a poner la bala en su sitio.
Si vuelvo a verte cerca de ella o de nuestro territorio no dudaré en
matarte.
Otaki se dejó caer de culo al suelo, respirando con pesadez, con las manos
sobre las rodillas.
¿Es que los cambiantes no podéis tener a vuestras hembras de
manera tradicional?, sin obligarlas a permanecer con vosotros. Ese es
vuestro mayor miedo, que ellas os rechacen.
Asami se incorporó y colocó la corbata sonriente, manteniendo mientras lo
hacía la pistola cogida con una de sus manos, tenía el rostro levantado, pero
lo movió de medio lado para sonreírle.
Se lo que ella ha visto, conozco muy bien los planes de la
organización “Dragones Rojos” y de las del resto de cambiantes de
este planeta, ella lo ha averiguado. Sabe que no aceptáis a los
humanos y seguramente os odie y no quiera veros.
Asami carraspeó antes de ponerse hacia adelante con una mano en el suelo,
cogiendo con la otra por el cuello de la camisa a Otaki.
Ella me pertenece a mí y a mis hermanos y no permitiremos tenerla
lejos de nuestras putas alas nunca más.
Torció su rostro hacia el vehículo que lo esperaba, viendo a Camila
tumbada sobre el cuerpo de Hojo, la coleta que llevaba en lo alto de la
cabeza echa un nudo para que no pareciese tan larga se estaba soltando y
varios cabellos estaban sueltos, de medio lado su pecho subía y bajaba muy
despacio. Asami lo empujó y se incorporó, caminó hasta el vehículo
blindado y sonrió hacia Camila, pasando las yemas de sus ásperos dedos
por una de sus mejillas, sin apartar la mirada de Otaki mientras la puerta del
vehículo era cerrada. Torció sus ojos para observar la ciudad perderse,
habían elegido el vehículo por Camila, por su seguridad, estuvieron más de
diez minutos rodando por las carreteras hasta llegar al lujoso barrio de
cambiantes dragones y hasta su casa. Hojo cargaba el cuerpo de Camila, las
luces de la enorme edificación daban una ligera iluminación a la casa, todo
había sido limpiado y ordenado acorde a como debería estar, los sofás
blancos estaban sobre una lujosa alfombra, olía todavía a pintura. Los
cambiantes habían aceptado la entrada de un equipo humano que pintó todo
y colocó con exactitud los muebles, Asami se percató del movimiento de
Hojo en las escaleras, haciéndolo volver de sus pensamientos a la realidad,
los siguió y se puso en el marco de las puertas dobles del dormitorio,
observando el cuerpo de Camila sobre la lujosa cama, él con ambas manos
en los bolsillos de su pantalón caminó alrededor de la habitación, hasta
llegar a un tocador, pasó sus ojos por el resto del dormitorio, en el balcón
habían colocado una mesa y cuatro sillas. Sacó una mano de uno de sus
bolsillos y acarició la encimera del tocador, fresca, la superficie de mármol
blanco era hermosa, torció sus ojos al ver un cepillo blanco y lo cargó en su
mano, torciéndolo para ver un hermoso dragón tallado en el lujoso material,
se volvió hacia la cama, caminando hasta llegar con sus piernas al borde,
pasó el cepillo por una pierna de Camila, mientras Tokai de rodillas cerca
de ella le cogía melena y la soltaba, liberando todos sus cabellos por su
perfecta espada, Asami llegó hasta una de las nalgas de ella con el cepillo y
se detuvo, observando la espalda tatuada de Tokai, donde un dragón furioso
empuñaba un afilado cuchillo entre los dientes, todo alrededor de éste tenía
perfectos dibujos que cubrían su espalda, una que los humanos habían
sabido marcar. Bajo el tatuaje podía ver perfectamente la C y la D que lo
catalogaba de cambiante a dragón marcada con ácido en su cuerpo. Asami
carraspeó, dejándose caer sobre el suave colchón, siguiendo con su caricia
con el cepillo por la espalda de Camila, cogió su cabello, separándolo y con
destreza cepilló la mitad y separó entre las yemas de sus dedos en tres
veces, peinando con delicadeza hasta terminar una trenza perfecta, le pasó
el cepillo a Tokai, dejándole hacer lo mismo, cuando se apartaron de la
cama Hojo se subió por sus piernas a la misma vez que le colocaba una
falda lentamente por sus caderas y subía la cremallera tras su espalda,
cubriendo sus nalgas, los tres se deleitaron observando su cuerpo, su
espalda se movía lentamente por sus suaves respiraciones.
Terminaron sus días fértiles mientras estaba alejada de nosotros.
Asami se incorporó rato después de su asiento, sacando de su bolsillo
unas cuerdas suaves, llegó hasta las muñecas de ella, las envolvió
alrededor con delicadeza y las estiró. Dejándola atada al cabecero,
torció sus ojos al escuchar a Hojo carraspear y le cogió de las manos
esparadrapo, Asami cubrió los labios de Camila y los tres esperaron a
que abriera los ojos, con su rostro entre sus manos, contemplándola,
esperando impaciente.
Lleva demasiado tiempo fuera.
Se volvió lentamente observando a Tokai junto a Hojo en las esquinas de la
lujosa cama, ambos apoyados en los barrotes de madera tallada. Él
preocupado la observa detenidamente, bajando sus ojos lentamente por su
cuerpo hasta que la ve pestañear confundida unos instantes y después
frunciendo el ceño.
No hagas eso pequeña humana, eres demasiado hermosa para
enfadarte.
Se subió sobre su cuerpo en la cama, ella gimió y se zarandeó, tratando de
soltar sus manos, subió su rostro tratando de ver sus ataduras e hizo
movimientos más fuertes, hasta que adolorida volvió su rostro hacia él.
Hemos cubierto tus labios para que nos escuches atentamente.
Cogió su rostro con una mano, haciéndola mirarlo, él contempló sus ojos
rojos en el reflejo de los azules agua marina de ella y casi parecían apagarse
las llamas de su fuego interno.
Pero si me asientes a que te quedarás en silencio liberaré tus labios.
Camila chilló con la mordaza en los labios y trataba de levantarlo con todas
sus fuerzas, pero apenas conseguía moverlo.
Seguirás así entonces por lo que veo, bien.
Bajó sus manos lentamente por sus pechos, acariciando su piel.
La noche que te fugaste viste en un ordenador demasiada
información, creo que correremos la voz para que los archivos lleven
cerraduras y claves.
Le contó con todo lujo de detalles la vida que habían llevado, desde que
nacieron en el enorme castillo japonés en el que estaban, el secuestro que
sufrieron, la vida bajo Tierra, la liberación y saber que todos sus padres
habían fallecido en la agonía de no encontrar a su compañera e hijos. Tiró
del esparadrapo que cubría los labios de Camila, escuchándola respirar con
dificultad, arrastró sus labios por una de sus mejillas, mientras ella torcía su
rostro y chupó una de sus lágrimas.
Llegamos a odiar a los humanos tanto, tanto.
La volvió, poniendo su cuerpo boca abajo, alzó sus nalgas pasando un brazo
bajo su vientre y atacó con sus labios y dientes su culo, pasando la lengua
con ansia por su carne, ella torció uno de sus pies hacia arriba, para
golpearlo, pero Asami le cogió con una mano por su tobillo y arrastró sus
dientes por su carne, haciéndola gemir al sentirlos.
Los cambiantes tenemos planes Camila y antes de que vuestra raza
nos ponga collares para identificarnos de nuevo, antes de que
intenten reducirnos de nuevo lo haremos nosotros con vosotros.
Arrastró la mano desde su vientre hacia abajo, haciéndola alzarse más, abrió
con sus dedos su coño, enterrando sus labios entre ellos, sorbiendo con
ansia de ella, observándola con sus ojos a la vez que ella lo miraba desde
aquella posición, contemplándolo sobre sus nalgas, dejándole ver a él su
espalda retorcida y sus brazos estirados. Mientras enterraba su lengua sin
piedad en ella.
¡Basta!
Camila gimió varias veces lo mismo, retorciéndose, sintiendo que la
penetraba con los dedos, viéndolo arrastrar su lengua por sus nalgas,
mordiendo su carne cuando quería, mirándola arrebatadoramente. Su
cuerpo le traicionó cuando él llegó con dos de sus dedos a su punto G,
haciendo magia con ellos. Deslizó su cuerpo hacia delante con los últimos
espasmos de su orgasmo. Tokai se subió por otro lado de la cama, cargó su
muslo contrario y la hizo volverse entre ambos, dejándole ver a Hojo
deslizándose por sus piernas sobre ella. Asami y Tokai cargaron sus
rodillas, prohibiéndole hacer cualquier movimiento, dejando a Hojo sobre
ella, viéndola torcer su rostro asustada al verlo desnudo sobre ella.
No voy a poseerte sin tú desearlo Camila.
Ella abrió sus ojos y torció su rostro, contemplando sus tatuajes ocupando
toda su piel, apenas en los trajes que llevaban siempre les había visto las
manos o sus cuellos y la única vez que estuvo con ellos desnudos a su
alrededor no pudo percatarse bien de ellos porque estaba ocupada en otros
menesteres más placenteros.
No soy como tus humanos.
Camila se observó detenidamente, sus pezones estaban tiesos y él siguió su
mirada, mientras Asami y Tokai se agachaban sobre ellos, atacándolos con
sus dientes.
Si ganásemos los cambiantes contra tu raza, destruiríamos a todos los
humanos que violan, asesinan, torturan…
Se inclinó sobre ella, poniendo ambas manos en sus muslos, agarrando sus
muslos con fuerza, conteniendo su deseo, enterrando su lengua entre
gruñidos en su coño sensible empapado de crema.
¿C..c.c.ccccc…cómo sssss..ss..sabe?
Tokai habló como pudo, con una teta de Camila enterrada entre sus labios,
sin querer soltarla, haciendo a Asami y Hojo reír.
A puta gloria hermano.
Hojo se había incorporado un poco, sus labios estaban hinchados y
humedecidos, pero no le importó una mierda pasarse la lengua brillante por
los labios, mirando a los ojos de Camila, provocándola, haciéndola
retorcerse bajo él, que volvió a enterrarse entre sus piernas, haciéndola
gemir, cogió entre sus labios uno de los vaginales de ella, apretándola,
podía sentir su piel calentarse, empaparse para él, haciéndose más suave. La
crema de ella comenzó a inundar sus labios y gimió al sentir su propio
orgasmo por el de ella, haciéndolo verterse en las sábanas de manera brutal,
soltando chorros y chorros de espera sin poder dejar de hacerle su orgasmo
más y más alto, alargándoselo de manera brutal, mientras ella sacudía sus
caderas, haciendo su propio ritmo entre espasmos, como toda hembra
humana, deseando parar, deseando seguir, perdida entre el placer absoluto
entre los brazos de tres cambiantes, mientras el cabecero se movía sin
piedad entre sus tirones, a la vez que gemía con todas sus fuerzas. Tokai
soltó sus manos, la dejaron sola unos instantes, observándola respirar
mientras se cubría con los brazos y hacía un ovillo, temblaba tanto.
Llamaron a la puerta y Hojo se movió cerca de ella, cubriéndola con una
sábana. Tokai abrió la puerta, dejando entrar a una señora mayor
arrastrando un carro con abundante Sushi en platos hermosos, les hizo una
inclinación antes de salir y los tres abrieron el balcón, poniendo los platos
alrededor de la mesa, corriendo las sillas. Asami se acercó a por unas
cervezas a una nevera que había dentro de un mueble bar y se las dio a sus
hermanos para caminar hasta la cama, viendo que Camila los observaba.
Vamos preciosa, estas retrasando las horas de comida y eso no es
bueno.
Ella no se movió, sus ojos estaban empapados de lágrimas.
Levántate y camina hasta la mesa, no lo repetiré.
Cogió inclinándose mientras bebía de la cerveza la sábana y tiró de ella,
observando a Camila incorporándose con el puño directo hasta sus pelotas,
haciéndole escupir todo lo que había metido de bebida entre sus labios. Sus
hermanos se volvieron para verla correr hasta la puerta del dormitorio,
mientras Asami caía sobre sus rodillas al suelo mirándolos tratando de decir
algo, pero apenas podía hacer respiraciones ruidosas con ruidos atronadores
que salían de su garganta con los ojos cargados de lágrimas. Hojo junto a
Tokai llegaron hasta él, cogiéndole por los hombros.
Vamos hermano, se nos escapa la presa.
Incorporándose como pudo negó hablando.
Me ha dado bien, ir vosotros.
Apenas se dejó caer en el sofá estaba solo, pero por poco tiempo, la
cambiante que había entrado hace poco con comida volvió con otra hembra
más, con sábanas rojas hermosas de seda, apenas tardaron unos minutos en
hacer la gran cama. Lo observaron al salir unos instantes, pero se
marcharon igual que entraron, en completo silencio sus hermanos no
tardaron en llegar con Camila, mientras ella chillaba y se retorcía sobre el
hombro de Hojo, golpeándolo, una de sus nalgas mostraba la marca de una
mano. Hojo la lanzó sobre el colchón, ella intentó gatear, pero él sujetó una
de sus piernas y tiró de ella, se retorció, haciendo a su cintura doblarse y
mostrar un gracioso michelín o lonchita, haciéndolos sonreír, pero duró
poco la risa cuando Camila le clavó las uñas en la cara a Hojo haciéndolo
gruñir, se había movido tan deprisa que su cuerpo se había torcido bajo el
de él completamente, había arañado toda su cara, sangraba cuando se sentó
sobre ella, cogiendo sus muñecas. Camila jadeaba agotada y abrió sus ojos
completamente al ver el rostro de Hojo sangrando por las heridas que
estaban desapareciendo rápidamente, los ojos azules agua marina de ella
resplandecían mientras respiraba inmovilizada sobre la cama, apartó su
rostro a un lado cuando el de él cayó sobre el suyo, lo sentía respirar
pesadamente como ella.
Detente pequeña, no queremos lastimarte.
Hojo temblaba sobre ella en una mezcla de deseo y fiereza, más
intensificado al haber tenido que perseguirla, su pecho subía y bajaba, los
ojos de Camila pasaron por su pecho, por su cuello, él sabía por que estaba
con las pupilas dilatadas, su piel estaba ligeramente escamada, su dragón
quería salir a jugar. Su dragón quería reclamarla de nuevo, cogió los brazos
de Camila y la torció hacia atrás, estirando sus brazos, Tokai le pasó unas
fuertes correas de cuero que se unían por una cremallera desde las muñecas
de ella hasta sus codos, dejándola estirada hacia atrás mágicamente. Tiró de
sus ataduras haciéndola levantarse y la hizo caminar hasta una de las sillas
del balcón, Asami y Tokai lo observaban detenidamente sentados en sus
sillas ya, viendo que ella iba a tomar asiento, pero que Hojo tiró de ella
haciéndola volver sobre sus pies.
No preciosa, las niñas malas no comen a la mesa.
Apoyó sus manos sobre los hombros de ella y la hizo caer sobre sus rodillas
y de nalgas al suelo, la tela de la camisetina que iba con la falda estaba
abierta en sus pechos y dejaba a la vista sus pezones, pero Hojo se contuvo
y con las manos temblando como flanes cubrió su sensible y delicada carne,
pasó una mano por su cabeza, tratando de arreglar los pelos que se le habían
salido de la trenza y antes de que ella hiciera el siguiente paso se detuvo y
puso un dedo delante de su rostro, señalándola.
Ibas a morderme y no pienso tolerarte ni un solo ataque más hacia
nosotros Camila.
Ella lo contemplaba desde donde estaba roja de rabia, haciendo que a él se
le erizara la piel.
Necesito orinar.
Hojo observó a sus hermanos un instante, Tokai tenía una cerveza en los
huevos y dejó de mirarlo para subir su cabeza hacia arriba con los dientes
de su dragón afilados saliendo por sus labios. Asami asintió levantándose y
pasó un brazo bajo los pechos de Camila, haciendo que subieran y
relucieran al abrirse los bordes de la diminuta camiseta. La guio hasta el
baño y le subió la falta antes de sentarla.
Necesito limpiarme Asami, necesito asearme.
Los pies de Camila estaban ligeramente sucios por haber salido de la casa y
por haber corrido por la ladera abajo, pero Asami no le hizo caso a su
mandato y cogió una toalla mojándola en el lavamanos, le levantó un pie y
se lo limpió, para después hacer lo mismo con el otro. La observó de
cuclillas, viendo sus mejillas ponerse rojas, incluso el rubor se extendía por
el centro de su pecho.
Mientras estábamos retenidos bajo tierra nos obligaban a hacer
nuestras necesidades en la esquina de nuestro diminuto habitáculo de
rejas a todos los cambiantes allí abajo, termina o te acabaré
arrastrando hacia la mesa.
Ella orinó finalmente y él la alzó mientras cogía papel y limpiaba su coño,
sonriendo cogió su cuello por detrás y la besó sin ella esperárselo, al
apartarse sonreía mientras ella se mordía los labios. Él fue a decir algo,
abrió sus hermosos labios gruesos, pero se detuvo haciendo un ruido seco
con los dientes ante los ojos de ella. La arrastró de vuelta a su sitio, en el
suelo cerca de la mesa y sonrió al mirar la mesa.
Tienes suerte que la comida sea fría, no me gusta nada que la comida
caliente se me enfríe.
Cogió unos palillos chinos y se llevó a la boca un trozo enorme de salmón,
mientras masticaba ella lo miraba, con la boca haciéndosele agua, incluso se
incorporó un poco sobre sus rodillas mirándolo coger un trozo de sushi
volviéndose hacia ella, muerta de hambre Camila aceptó cada uno de los
trozos que ellos le daban, incluso Tokai se incorporó en la mesa dándole un
trozo de atún ahumado y ella saciada gimió de placer, mientras observaban
las luces de la ciudad irse apagando y el sol salir iluminándolo todo, Hojo
observó el imponente reloj que tenía en la muñeca, suspirando al ver lo
tarde que se les había acabado haciendo.
No podéis retenerme aquí toda la vida, ¡Liberarme!
Camila zarandeó sus brazos, agachándose hacia abajo. Cuando alzó sus ojos
hacia Asami éste fue a contestarle, pero se detuvo observando algo tras ella,
bajó una de sus manos hasta la tela de sus pechos, cubriéndolos y se agachó
más delante de ella, bajándole la falda.
Piensa bien si deseas morderme Camila, estoy deseando castigarte.
Se incorporó observando a un dragón joven hablando entre el cuerpo de
Tokai y de Hojo, Camila siguió su mirada y sus mejillas ardieron al
observarla unos instantes el cambiante, incluso deteniendo sus palabras y
movimientos. Asami gruñó, cogiendo con sus manos a Camila por detrás,
haciéndola alzarse un poco.
Déjate de celos Asami, tenemos problemas.
Camila se volvió al escuchar una conocida voz, contemplando al hermano
más joven de los cambiantes que estaban con su hermana Enma, una
profunda cicatriz estropeaba uno de sus hombros, era muy reciente, su carne
estaba abierta hasta poder ver el hueso. Pero el cambiante se mantenía
impasible, dijo algo en voz baja, deteniendo su mirada en Asami, sus ojos
estaban en un rojo fuego intenso y los cruzaba una línea que podría asustar
al mismísimo Lucifer. Volviéndose lentamente y saliendo de allí junto al
cambiante que estaba entre Tokai y Hojo. Asami la hizo volverse y liberó
sus brazos, cogió algo de la mesa, un bote de líquido transparente y bajó las
mangas de la camiseta que llevaba Camila, masajeando sus hombros,
escuchándola gemir de placer, la cargó entre sus brazos y se levantó con
ella, caminando hasta llegar a la cama, dejándola sentada, ella se incorporó
tratando de golpearlo, pero esperándoselo la sujetó por las muñecas, las
bajó hasta sus caderas y la observó detenidamente.
¡Cabrón!
Intentó decir más, pero apenas pudo chillar al sentir los labios de Hojo en el
centro de su espalda, torció su rostro para verlo subiendo un rastro de besos
por su columna, mordió su piel y ella chilló al sentir que mordisqueaban su
oreja expuesta.
¡Dejarme tranquila!
Asami enterró entre sus labios su lengua, cogiéndola por el cuello, las
piernas de ella fallaron y a Tokai no le quedó más que sujetarla rodeándola
con sus brazos, mientras le susurraba sobre sus gemidos:
¿Sabes? Creo que seremos los padres de tus hijos.
Camila reaccionó revolviéndose furiosa, pero a ellos sólo les hizo reír
mientras Asami la empujaba sobre la cama. Dejándola en el dormitorio
salió junto a sus hermanos tras echar la llave.
¿Por qué fuiste tan explícito con ella antes?
Asami se encogió de hombros con la pregunta de Tokai, apretando sus
colmillos mientras llevaba una de sus manos a sus testículos que todavía le
dolían.
No quiero que sienta odio por nosotros.
Hojo tuvo que negar al imaginarse los pensamientos de su hermano.
Aún menos lástima, solamente quiero que sepa la mierda que
vivimos por los de su clase.
Los tres caminaron fuera de su castillo japonés, Tokai negó a un joven
dragón que le ofrecía un vehículo, preferían caminar por la ciudad que se
habían construido allí dentro los cambiantes, accedieron a un camino
empedrado, viendo entre árboles a un grupo de cambiantes, cuesta abajo en
una zona sin campo de visión de las casas había una alambrada de pinchos
alrededor de lo que parecía un edificio de siete por siete, pero en el que
dentro solamente había un enorme ascensor. Bajaron en él, llegando a un
subterráneo profundo donde un grupo de diez hombres y siete mujeres que
estaban rodeados por un grupo enorme de cambiantes a dragón, los
humanos atados de manos y pies, permanecían de rodillas, los ojos de más
de uno de ellos se alzaron hacia ellos, estaban golpeados. Dai estaba cerca,
sentado en una silla con la mano del brazo contraria a su herida sobre ésta,
sus hermanos lo rodeaban, a Hojo, Asami y Tokai no les hizo falta hacer
preguntas, Hideo, uno de los cinco hermanos dragones suspiró
amargamente mientras se llevaba una de las manos a la cara, tenía la otra en
la cadera.
Venían a por ella, venían a por mis cachorros.
Eso era lo único que les importaba, uno de los humanos iba a decir algo,
pero recibió un sonoro puñetazo en la boca.
Destruyeron la pared norte, no hemos localizado a ninguno
más, pero aun así seguimos buscando.
Uno de los humanos rompió a reír, haciendo a todos volverse hacia él.
Malditos animales, acabaremos matando a todos los animales
como vosotros.
Hideo soltó un gruñido bajo, alzó sus ojos y los humanos se encogieron al
verlo, sus hermanos lo sujetaron como pudieron.
No podemos cargárnoslos.
Debían torturarlos y tratar de sacarles cualquier mierda que pudieran.
Separaron a los humanos, Hojo, Asami y Tokai entraron en una habitación
de interrogatorios, el hombre trataba de respirar, Tokai lo sentó en una silla
rígida, se puso delante de él en cuclillas, pero el hombre se mantenía
agachado.
No quiero verme obligado a hacerlo, quiero que me contestes a
todas mis preguntas y no te tocaré si lo haces.
Él hombre de alrededor de cuarenta años negó, Tokai se incorporó y rodeó
al hombre, cogiéndolo por el pelo con fuerza, si lo desease podría arrancarle
la cabellera.
Vas a hablar hijo de puta.
Asami temblaba cuando salieron de allí, el humano había aguantado hasta
el último aliento sin hablar, Hojo cogió una toalla y se limpió la sangre del
humano como pudo, el resto de cambiantes negaba igual a ellos.
Quiero a un grupo de cambiantes alrededor de mi casa.
Dai gruñía las palabras, los cambiantes se mantenían cabizbajos asintiendo,
las humanas se mantenían las cinco todavía en el suelo, los ruidos de los
gritos de sus compañeros habían perturbado a más de una.
Las hemos fotografiado y la notica ha corrido como la pólvora,
los olvidados quieren subastarla.
Tokai se llevó las manos a la cabeza, con el brazo se limpió el rostro
empapado de sudor y asintió, tuvo que negar con una mano hacía Eiji a
pesar de la insistencia, observando el reloj de su muñeca suspiró.
Nos pertenece a nosotros ir, tenéis una familia en casa.
Hiro no conforme negó.
Vosotros también joder.
Los cambiantes alrededor de ellos contemplaban a los ocho hablar entre
ellos, pero Asami terminó alzando sus dos brazos, estaba sin camisa, sus
brazos tenían sangre reseca del humano.
Basta, iremos nosotros, que preparen un avión mientras nos
preparamos para el viaje.
Los tres hicieron el camino de regreso a casa, subieron hasta la habitación,
pero Hojo les hizo detenerse, con las manos hizo señas para que escucharan
a Camila respirar, para que escucharan su corazón, estaba detrás de la
puerta. Él se movió hacia las puertas de un dormitorio contiguo, pasó al
balcón y les hizo una seña para que abrieran. Cuando lo hicieron Camila
portaba en sus manos una espada, pero Hojo la cogió por la muñeca sin ella
esperarlo, le hizo una ligera presión y le hizo soltarla.
Pequeña no queremos que te dañes.
Cogió la espada antes de que tocase el suelo y la funda de tonos dorados
adornada con joyas valiosas, caminó hasta la enorme chimenea que
adornaba toda una esquina del lujoso dormitorio y suspiró devolviéndola a
su sitio.
Es un recuerdo familiar, no me gustaría tener que castigarte con
severidad si vuelves a cogerla para hacer daño con ella.
Camila lo miraba desde el suelo completamente seria, tenía su muñeca
cogida y sus ojos brillaban por las lágrimas.
Tienes que prepararte niña, vamos a salir de viaje.
Tokai gruñó al verla negar, llegó hasta ella y la cogió por un brazo
haciéndola levantarse, pero Camila lo golpeó en las espinillas haciéndolo
gruñir con tanta fuerza que se quedó paralizada, la volvió a sujetar y tiró de
ella hasta el tocador, haciéndola sentarse, pero ella no paraba de removerse,
de tratar de soltarse de su agarre.
No voy a ir a ninguna parte que no sea mi casa, ¡Acabaré
marchándome y nunca me tendréis!
Él tuvo que abrazarla desde detrás, tratando de calmarla entre siseos bajos,
pero ella se removía, pataleaba y trataba de saltar para escapar de su toque.
Furiosa por no poder huir agachó la cabeza y lo mordió con todas sus
fuerzas en un brazo, haciéndolo gruñir, haciéndolo levantarla, arrastrarla a
la cama y tirarla sobre ésta con él encima, manteniéndola entre sus brazos,
no la soltó hasta que los brazos de ella cayeron a los lados de la cama,
mientras respiraba pesadamente. Alzó su rostro de su cuello para observarla
jadeando con fuerza y sin aliento, sudaba.
Nos quedaremos contigo Camila, lo pidas o no lo pidas, eres lo
único que queremos, lo quieras o no. Aunque nunca nos
quieras, porque tú eres nuestra, tú nos perteneces.
Camila se lanzó con las uñas hacia su cara, lo arañó con todas sus fuerzas,
para después golpearlo en la nuez de su garganta, haciéndolo dejar de estar
sobre su cuerpo, después bajó los puños a sus costillas y lo golpeó más
fuerte. Las lágrimas descendían por sus ojos cuando se levantó de la cama y
se puso en posición de ataque contra Asami y Hojo.
¡Camila!
Al volverse ligeramente por cómo la llamó Tokai se quedó boquiabierta,
partes de su cuerpo habían mutado (Cambiando) Sus manos estaban
alargadas y escamosas, tenía garras, su cara estaba volviéndose escamosa de
unos tonos negros y verdosos y lo peor era que de su espalda estaban
saliendo unas enormes alas, él estaba sobre la cama, las sábanas revueltas
bajo su descomunal cuerpo, apenas estaba durando unos segundos su
transformación. Pero Hojo tuvo que lanzarse a cogerla entre sus brazos, se
sentó con ella en el borde de la cama, respirando su aroma sobre su cabello,
pasando su nariz por su mejilla y por su cuello. Asami cogió una maleta
grande del vestidor cercano y cargó ropa de ella dentro, sus trajes metidos
en fundas de las lavanderías y algo de ropa fresca, le lanzó a Hojo un
vestido negro para Camila y se fue a la ducha junto a Tokai, cuando
volvieron Hojo los esperaba con Camila tumbada boca abajo en la cama,
sus nalgas desnudas mientras él le colocaba un diminuto tanga y se volvía
hacia la ducha. Asami abrió un cajón del vestidor y cogió varios juguetes
con los que entretenerse fuera de casa. Los tres conversaron entre ellos por
más de una hora, las preocupaciones no paraban de rondar por sus mentes,
los cambiantes fuera de la casa les habían insistido en que todo estaba
preparado, Hojo pasó entre sus hermanos finalmente con un vestido negro
que deslizó por el cuello de Camila, movió sus brazos y tragó al deslizar el
material por su espalda, alzándola un poco para bajarlo por su vientre, él
temblaba nervioso.
Sabes que es lo mejor hermano.
Con una rodilla sobre la cama suspiró incorporándose, levantando los
brazos y señalando a Camila mientras observaba a Tokai con preocupación.
No le pasará nada, descansará, le vendrá bien después de tanto
estrés.
Tokai cargó a Camila sobre sus rodillas, subió la faldita del vestido y
acarició sus nalgas, se detuvo en una de ellas y la golpeó varias veces,
Camila se movió un poco. Pero apenas pudo gimotear mientras Tokai cogía
la jeringuilla que le ofrecía Asami, quitaba el capuchón con los dientes,
cogía carne de la nalga de Camila entre los dedos y pinchaba en ella,
haciéndola saltar sorprendida, pero enseguida volvió a deslizarse hacia
abajo completamente laxa. Hojo no se convencía de aquello caminando
hasta el avión, en el lujoso barrio la carretera que conectaba el centro de
reuniones de Los Dragones Rojos tenía luces a los lados y entre el enorme
carril que dividía la zona, ¿Por qué?, porque era una zona neutral para el
despegue de aviones como el que tenían ante ellos. El avión estaba dividido
en dos partes, mientras que en la zona delantera estaban el grupo de cinco
humanas atadas con pesadas cadenas entre ellas, dentro de unas rejas
improvisadas que hacían de jaula, la zona trasera del avión estaba equipada
con dos dormitorios completos. Tokai se tumbó junto a Camila en la cama,
rodeándola con sus fuertes brazos, antes de haberse tumbado junto a ella se
había desprendido de los zapatos, la chaqueta y la camisa, no dudó en coger
el dobladillo del vestido de Camila, tirar de él con manos temblorosas sobre
su cuerpo, dejándola caer lentamente en la cama completamente desnuda, la
rodeó con sus brazos y respiró su aroma. Ella no hacía nada, se mantenía en
su profundo sueño. Asami subió al otro lado de Camila, se había desnudado
completamente, pasó una de sus piernas sobre la cadera de ella y bostezó
arrastrando una de sus manos hasta uno de sus pechos, cargándolo entre sus
dedos, Hojo se dejó caer en un sofá minutos que se convirtieron en horas.
Se despertó sobresaltado al escuchar su nombre, incorporándose con un
dolor de cuello por la postura que había tomado, observó a sus hermanos
sobre Camila que estaba arropada por una sábana, ocultando el cuerpo de
Camila entre sus brazos y la tela. Bostezó antes de salir por la puerta del
dormitorio, para ver a diez cambiantes a dragones ante él, más otros tantos
cambiantes a otras razas de animales.
No podemos llegar hasta la isla Hojo, el señor Saw nos ha
comunicado que están derribando todo lo que vuela por sus
perímetros aéreos y que incluso peligramos en un barco.
Hojo se llevó las manos a la cara, dándose con los dedos en los ojos,
tratando de despejar su mente.
¿Qué hacemos Hojo?
Alzó sus ojos entre los nudillos de sus manos, para sentir los dedos de una
de las manos de Tokai en su hombro, dándole un apretón.
Debemos decidir antes de que el avión sobrevuele Ibiza, es el
puerto más cercano del que podríamos tomar un barco.
Tokai jadeó observando a los cambiantes.
¿Cuántas horas llevamos de viaje?
Cuando uno de los hermanos gorilas dijo once horas largas ambos
hermanos se quedaron boquiabiertos.
Necesitamos saber ya que deseáis hacer.
La voz del piloto les sacó a ambos de su asombro.
Seguiremos hasta la isla, manteneros alerta y con todas las
luces apagadas, si tenemos que volar más alto subir.
Hojo y Tokai asintieron a las palabras del piloto, en algo más de media hora
tomarían tierra, se movieron al baño de la habitación, observando a Asami
saliendo de éste, dándoles un ligero asentimiento. Cuando volvieron junto a
él y Camila al dormitorio se dejaron caer en el sillón, suspirando frustrados
observándola ser arrastrada por el colchón hasta el suelo.
Ella nos tiene agotados.
Camila gimió, abriendo los ojos, viendo a Asami tirando de ella hasta un
cuarto de baño, estaba recuperándose lentamente, sintió algo frío alrededor
de sus nalgas.
Orina Camila.
Parpadeó hacia Asami, tratando de hacer algún movimiento. Pero sólo
consiguió caer floja sobre el pecho de Asami.
En cuanto te dé una ducha y comas algo te encontrarás mejor.
Camila trató de decir algo, pero salió de su culo un ruidoso pedo que la hizo
teñirse de rojo como un tomate.
No trates de contenerte pequeña.
Aunque quisiera no podía, comenzó a hacer de vientre y trató de hacer
algún movimiento para limpiarse al terminar, pero él lo hizo por ella,
cuando terminó la incorporó y metió en una ducha, sin soltarla,
manteniéndola pegada a su cuerpo, sus piernas parecían flanes. Él enjabonó
a la perfección su cuerpo.
¿Necesitas ayuda ahí?
La voz de Tokai la hizo sobresaltarse.
Ayúdame con su cabello.
Asami la inclinó hacia atrás, poniendo una de sus manos en el centro de su
espalda, cogió un bote de champú y vertió el líquido por las manos de
Tokai, devolvió el bote a su sitio y cogió la regadera, poniéndola sobre el
cabello de Camila, alejándola para que Tokai enjabonase su pelo, después lo
aclararon y Tokai lo apretó para sacar todo el agua que podía de allí, antes
de sacarla de la bañera y sentarla en el regazo de Tokai que tenía una toalla
alrededor de ella puesta en segundos, Hojo enchufó un secador y secó su
cabello, la arrastraron hasta el dormitorio, sentándola en un sofá cercano a
una mesa y a Camila se le hizo la boca agua al llegarle el olor de la rica
comida. Miró a su alrededor, sintiendo algo tocando sus labios y comprobó
que era una pajita, muerta de sed se bebió gran parte del contenido de la
dulce bebida.
¿Por qué estoy en un avión?
Sollozó negando a la comida que ponían delante de su cara.
Habéis drogado, secuestrado y retenido a un agente de la ley.
Levantó sus manos sin apenas fuerza, tratando de golpear a las manos que
trataban de darle de comer, pero no podía.
Debes comer algo pequeña.
Intentó levantarse, poniendo sus manos a cada lado de su cuerpo, sólo
consiguiendo que cogiera Asami sus manos y las encadenase. Hojo cogió su
rostro con una mano, apretando sus mejillas, obligándola a abrir la boca,
introduciendo en ella una cuchara con fideos, haciéndola gemir de placer y
a su estómago gruñir hambriento. No pudo contenerse y aceptó la comida
que le ofrecían, trataba de cogerla con sus propias manos, pero ellos se lo
prohibían, Hojo la cargó sobre su cuerpo, haciéndola sentarse sobre su
gruesa vara, dura como la piedra, ella se removía inquieta, recibiendo sus
gruñidos y gemidos bajos. Bajó sus manos por sus caderas y en las piernas
de Hojo apretó sus uñas con fuerza haciéndolo levantarla, dar varios pasos
hacia delante arrastrándola y la lanzó a la cama, ella se volvió con las
manos delante de su cuerpo, tratando de detenerlo, luchando. Pero Hojo la
sujetó por ambas muñecas y la torció, poniendo su culo al aire mientras ella
chillaba y se removía con todas sus fuerzas, sin conseguir nada más que
agotarse, respiraba con fuerza cuando sintió un golpe intenso en la nalga
derecha, después otro igual de contundente en la otra, una lluvia de golpes
azotó sus nalgas y ella gimió cuando él la alzó con el brazo libre bajo su
vientre y la besó por sus nalgas adoloridas.
Por favor.
Camila gimoteó al sentirlo enterrar sus dedos entre los labios de su coño,
cogiendo algo de crema por el camino a abrir sus nalgas, trató de
removerse, la cama se movió y Asami se puso de rodillas ante ella,
cogiendo sus manos, para que Hojo pudiera sacar su brazo de alrededor de
su vientre. Camila chilló al sentir que la alzaba Hojo, haciendo a su rostro
caer sobre el regazo de Asami, Hojo cargó sus muslos con sus brazos y
enterró sus labios contra los vaginales de ella, metiendo toda su lengua en
su interior con ronroneos y gemidos que la mandaron a la locura.
¡Oh Dios mío los putos dragones ronronean!
Lo dijo mientras se corría con intensidad en la boca de Hojo, apenas Asami
cogió su cabello y la hizo torcerse de medio lado para ver a Hojo ella
gimoteo. Tokai estaba detrás de Hojo, observaba la escena con una cerveza
entre los labios, Camila bajó la mirada por su pecho cubierto de tatuajes,
sus abdominales y observó su pantalón negro, las tenues luces le dejaban
ver a Camila que estaba abultado desde el centro hasta una de sus caderas
prácticamente y observó que estaba mojado, gimió al verlo inclinarse en la
cama, poniendo una de sus rodillas en el colchón, mirándola con intensidad,
acercando la botella fría a una de sus nalgas, apretándola contra su carne
enrojecida, Camila se removió observando los dedos de su mano, en los
nudillos podía leer fuego, chillando consiguió que la dejaran sobre la cama
sola unos instantes para recuperarse, se incorporó sobre el colchón con sus
manos, volviendo su rostro hacia ellos, sabía que tenía las mejillas
ardiendo, observó a Hojo, tenía los labios hinchados y enrojecidos, se los
estaba relamiendo, pasando su lengua por ellos sin apartar sus ojos de ella.
Camila tuvo que torcer sus ojos, observando a Tokai en el borde de la cama,
dejando un vestido negro con dibujos morados, puso sobre él un sujetados y
un diminuto tanga antes de observarla señalándolos con una de sus manos,
Camila subió sus ojos por el brazo tatuado con estrellas y trozos
intrincados, subió por su hombro y llegó a su rostro negando sin pensarlo.
¿Necesitas ayuda para vestirte princesa?
Lo observó coger el tanga negro, tirando del material entre sus dedos llenos
de tatuajes, incluso Camila observó sus palmas, el dibujo estaba
desapareciendo en su piel, había escuchado que eso sucedía, pero la enorme
D no había desaparecido, estaba en su piel puesta como las marcas que se
les hacían al ganado.
Estaría encantado de vestirte.
Camila trató de coger el tanga, pero apenas consiguió que él se lo retirara y
la cogiera por la muñeca haciéndola levantarse, evitó el guantazo que le iba
a dar ella cogiéndola por el codo de su otro brazo y apretó los dientes
mirándola a los ojos, cambiando los suyos grises a unos rojos intensos
rasgados por el negro.
Estamos aguantando demasiado humana, eres nuestra y nos
gusta jugar mientras al terminar nuestras bolas estén golpeando
en la entrada de su preciosa vagina.
Camila intentó soltarse de él, pero no consiguió nada más que él la soltase
de su codo y la agarrase por la melena. Tiró de ella hacia delante y estampó
su boca contra sus labios, abriendo los ojos observó a Tokai detrás de ella,
mordiendo una de sus orejas, chupando su lóbulo, enterrando una de sus
manos entre sus labios, torturando su clítoris por más y más que ella
apretaba sus muslos, mientras bajaba sus labios por su cuello haciéndola
correrse en su mano, escuchándola gemir entre los labios de Hojo mientras
se apartaba y la miraba.
Pensaba que te estabas volviendo fría, solamente necesitabas
volver a sentirnos nena.
Iba a golpearlo, pero Hojo se mantuvo serio, sujetando su cabello,
acercando su rostro al suyo.
No quieres hacerlo pequeña, golpearemos y torturaremos tus
pezones si lo haces.
Se mantuvo quieto, esperando, escuchando a sus hermanos ronronear
mientras ella mantenía su mano en alto y finalmente la bajaba, golpearon la
puerta del dormitorio, pero nadie entró, hablaron desde fuera.
Debéis tomar asiento, vamos a aterrizar.
Hojo tiró de Camila hasta un asiento, la ató y se sentó junto a ella,
observando por la ventana hasta que el avión se detuvo. Tokai junto a
Asami salieron fuera, esperando a que las humanas fueran metidas en un
vehículo de seguridad, las observaron subir a aquello que no era más que un
cajón grande de carga con una ventana de rejas en un costado.
Me han comentado por aquí que vosotros lleváis vuestra
organización, pero falta uno.
Ambos se volvieron sorprendidos ante la voz tan suave y varonil del ser que
les hablaba y ofrecía una mano de zarpas, el ser tenía el cabello hacia atrás
recogido en una trenza, tenía unos increíbles ojos amarillos y era más alto
incluso que ambos.
Soy Saw.
Tokai fue el primero en coger su mano, recibiendo un ligero apretón.
¿Dónde se llevan a las hembras humanas?
El imponente ser sonrió, mostrándoles unos afilados dientes y unos enormes
colmillos.
Deben ser revisadas y preparadas para la subasta.
Asami y Tokai miraron detrás del ser, observando la frondosa selva donde
sobras entre los árboles y el olor arrastrado por el viento les daba a entender
que había un gran número de seres como Saw tras él, Tokai abrió sus labios
para decir algo, pero el sonoro grito y los ruidos de lucha de Camila desde
el avión le hizo tensarse.
Podéis estar tranquilos, no nos meteremos en vuestros asuntos
privados.
El ser levantó una mano hacia atrás, provocando el ruido de pasos
acercándose hasta que divisaron a una mujer regordeta con una correa de
cuero al cuello, tenía un arete de oro manchado de sangre reseca como la
piel alrededor, era grueso en la nariz del que colgaban dos eslabones, la
mujer gimoteó al ver a Saw, las lágrimas empañaron sus ojos. Sus piernas
vibraron mientras él arrastraba una de sus enormes manos por la espalda de
ella, bajándola lentamente hasta llegar a una de sus nalgas, apretándola
contra su cuerpo. La mujer intentó decir algo, pero Tokai y Asami movieron
sus ojos hacia los labios de la mujer, tenía entre ellos una pelota dorada y
dos cadenas a los lados, llegando a desaparecer tras su espesa mata de
cabello negro. La mujer torció su rostro ante el contacto de la mano de él.
Pero tras decir en una contundente voz su nombre torció su cara para
mirarlo con unos ojos azules brillantes.
Mi pequeña humana no acepta las ventas de su gente que
hacemos.
Arrastró su mano libre por el cuello de la hembra humana, apretando los
dedos en su carne.
¿Te arrepientes?
La mujer apretó el ceño observándolo llevar su mano por su barbilla hasta
sus labios, tirando de los lados de una de las cadenas, sacando de sus labios
la perfecta bola, él la zarandeó un poco, volviendo a preguntarle.
Vete al infierno Saw, tú y todos tus hermanos junto con los
seres de esta puta isla.
Él no tuvo tiempo de reaccionar ante sus palabras y recibió un escupitajo en
la cara, sus hermanos se preocuparon por él, preguntándole, pero alzando
una mano se llevó la otra hasta el pantalón negro de vestir que llevaba,
sacando un pañuelo.
Llevarla a casa, reforzar las cadenas.
Volviéndose hacia ellos con el pañuelo de nuevo en el bolsillo sonrió, pero
sus ojos no mostraban felicidad alguna, señaló un vehículo cercano y les
dijo que esperaría para acompañarlos a la vivienda que les prestaría, el ser
los esperaba fuera del vehículo cuando llegaron junto a Camila, con las
manos esposadas a la espalda y con esparadrapo en la boca, recorrieron
bastante distancia en el vehículo hasta llegar a una casa con luces tenues
encendidas, Hojo le ofreció la mano a Saw mientras se bajaban del
vehículo.
No le he dicho nada, es un honor conocerlo.
Saw asintió devolviéndole el apretón de manos.
¿Tenéis algún problema con que la subasta sea en menos de
una hora?
Hojo le negó, viéndolo abrir el maletero del coche para coger unos papeles.
Necesitamos que nos firméis alguno de vosotros los papeles de
traspaso de humanos y sobre los precios de la subasta no
queréis nada, que todo se quedará en la isla.
Al entrar en la casa suspiró al ver a Camila boca abajo en la cama, bajo el
cuerpo de Tokai, respirando ambos pesadamente. Cuando se separó de ella
observó la cadena en su tobillo con el candado, se llevó una de sus manos a
los ojos y se los pasó varias veces suspirando.
No podéis dejarme así.
Camila tiró de la cadena con fuerza tratando de quitarla de la columna de
mármol negro en la que estaba enganchada a un aro grande.
¡Soltarme! ¡Maldita sea!
Por más que les insistió e insultó sólo consiguió verlos marcharse, Camila
enredó por la habitación abriendo cajones, tirando la ropa que había en
éstos, buscando algo con lo que poder soltarse, incluso fue al baño y salió
finalmente fuera del dormitorio saltando entre las ropas y cajones tirados,
teniendo que sujetar la cadena sobre el desorden que había montado. Intentó
llegar a la entradita donde había un mueble grande de recibidor, pero apenas
conseguía llegar a rozar la madera con las yemas de los dedos, más de una
vez volvió al cuarto, tratando de coger un cinturón y tratando de enredarlo
en una de las patas del mueble para arrastrarlo, se dejó caer al suelo rendida
y sudorosa, tratando de recuperar el aliento cuando escuchó movimiento
cerca, se sentó en el suelo y cogió el cinturón, levantándose lentamente, la
luz del dormitorio se apagó y ella saltó sobre sus pies, esperando a que
apareciera quien había entrado por la ventana en posición de ataque. Pero se
detuvo al ver a una mujer regordeta con las manos alzadas, llevaba un
extraño aro dorado en la nariz, Camila observó que entre los dedos de una
de sus manos tenía una horquilla del pelo y la observó ponerse de rodillas,
la mujer no llevaba nada más que un vestido blanco y por lo que podía
percibir no llevaba nada debajo, escuchó el ruido del candado abriéndose.
Quiero que veas algo, quiero que cuando salgas de aquí le
cuentes a todo el mundo lo que están haciendo en esta maldita
isla.
Camila no tenía palabras, la mujer desencadenó su pie y enterró la horquilla
en su pelo mientras se levantaba hasta otro dormitorio de la casa.
Vamos a salir de la puta isla, así tenga que ver un jodido
tutorial de como despegar el maldito avión en el que venías, si
sólo puedo salvarte a ti y a mí misma tendré suficiente.
La mujer cogió un móvil y lo enterró entre sus pechos para después coger a
Camila por un brazo y tiró de ella abriendo la puerta de la casa.
¿A dónde me llevas?
Al sisearle la mujer se quedó cayada, caminó tras ella por más de diez
minutos a paso rápido, ambas se enterraron entre hiervas altas por más de
cinco minutos, caminando cómo podían, detuvieron su paso delante de una
pared de bloques de hormigón y la mujer le hizo una seña para que la
siguiera rodeando aquella construcción hasta llegar a un gran ventanal, puso
sus dedos, pulsándolo a un lado y le negó a que pusiera su rostro delante
señalándose la nariz.
Señores calma, la subasta aún no ha comenzado, no se alteren
por el olor a miedo en las hembras humanas.
Camila apretó sus ojos tratando de ver en la distancia, estaba a más de diez
metros el ser que hablaba y casi ni escuchaba. Llevaba una especie de
máscara cubriendo su rostro, se encendieron varias luces de colores
alrededor de aquel inmenso lugar y jadeó al ver a los tres hermanos
dragones sentados alrededor de una mesa junto al ser que los había llevado
en un vehículo hasta la casa, más como él los rodeaban en la misma mesa,
en otras alrededor de aquel lugar había muchos más seres que se iban
iluminando con la tenue luz, Camila tragó al ver que eran seres muy raros
con pieles de colores, rasgos tan marcados en sus cuerpos como los seres de
la isla o de pieles que parecían marcadas por escarificaciones. Entre
aquellas luces oscuras rojas y azules comenzó a iluminarse una línea recta
de focos blancos, mientras el paso de cinco mujeres iba avanzando hacia el
centro de aquel lugar. Camila se quedó boquiabierta mirando a Hojo, la
rabia irradiaba en su rostro.
Ninguno de ustedes puede negarme que no son unas perfectas
humanas de cría.
Las palabras se repitieron el la cabeza de Camila mientras observaba al ser
ponerse delante de una de las mujeres, sus brazos estaban hacia atrás, el ser
sujetó el centro del vestido entre sus pechos y destrozó la tela, era de las
cinco la que más grandes pechos tenía, sus aureolas eran grandes y
marrones oscuros como sus pezones, después se puso tras la mujer y
terminó de desnudarla, arrancando incluso el tanga blanco que tenía puesto,
la mujer se intentó agachar, pero sólo consiguió que aquel ser la cogiera por
el pelo y tirase hacia atrás de ella, dejándola inclinada a la mitad del suelo,
la mujer intentó apretar sus muslos, pero el ser puso una rodilla bajo sus
nalgas y la hizo abrirse completamente con su otra mano libre, mostrando
su vagina rosada a los seres que miraban aturdidos aquella belleza.
En el universo no existe nada igual amigos, las hembras
humanas posees muchos puntos sensibles.
Subió su mano por su vientre hasta llegar a uno de los pechos de la mujer y
en un movimiento la puso de pie delante de él, jugando con ambos pechos
con su mano, pisando la cadena que tenía atando sus tobillos para que no
pudiera correr.
Hoy empezaremos la subasta…
Camila escuchó la cifra que decía el ser boquiabierta, alrededor de aquel
lugar comenzaron a levantar paletas en algunas mesas repletas de seres que
incluso permanecían de pie cerca de los que se mantenían sentados, una
pantalla cercana se encendió, pero Camila no pudo ver nada más cuando
sintió que la mujer tiraba de ella, en estado de shock la siguió tratando de
recuperarse, incluso subieron las escaleras del avión, Camila se dejó caer en
el suelo, mientras la mujer corría a la puerta y cerraba. La sintió zarandearla
y cuando golpeó una de sus mejillas la observó con los ojos brillosos de
lágrimas.
Necesito tu maldita ayuda para salir de aquí, no tardarán
mucho en ir a comprobar si estamos bien y quiero estar bien
lejos cuando eso suceda.
La mujer tiró de ella haciéndola seguirla a la cabina y enredó en el móvil,
tratando de cargar un video, cuando lo hizo se sentó y miró a Camila
cayendo en el otro asiento, moviendo su cabeza de arriba a abajo, pausó el
video y le dio a los botones que pulsaba el piloto, Camila pulsó los que
pulsaba el segundo de mando, ambas en la parte de arriba del avión,
después ambas llevaron sus manos al que pulsaba el segundo copiloto y la
mujer le brindo la mano a Camila para que lo pulsase al chocar sus dedos,
ambas temblaban, observaron que el piloto pulsaba algo entre ambos que no
se veía en el video y se quedaron las dos con los ojos completamente
abiertos mirando entre sus asientos hasta que una luz comenzó a parpadear
y ambas suspiraron cuando el avión comenzó a moverse lentamente, las
luces de la pista estaban apagadas, pero podían verse los reflejos de la luna
en la pintura blanca de las líneas, Camila observó al piloto mover una
palanca hacia adelante y ella hizo lo mismo, dándole velocidad al avión,
ninguna de las dos sabía si los motores se ajustaban con la potencia, el
hombre del video apretó hacia delante del todo la palanca y la mujer hizo lo
mismo, haciendo que ambas se movieran con fuerza contra el cuadro de
mandos, ambas corrieron a ponerse los cinturones. Observaron que ambos
pilotos tiraban de los volantes ante ellos y las dos hicieron lo mismo
corriendo, otro movimiento tras otro hasta que quedaron en el aire.
¿Cómo vamos a aterrizar?
A Camila le salieron las palabras sin tan siquiera pensarlo y la mujer la
miró con los ojos abiertos como platos. Ambas torcieron sus ojos hacia la
isla al ver la tremenda iluminación que comenzó a proceder de los muros
que la protegían de los ataques que no paraban de recibir y Camila chilló al
escuchar los chillos de dragones.
Mierda, mierda, mierda, son ellos.
El ruido de algo golpeando y el movimiento del avión las paralizó, los
cristales se rajaban, algo explotó de forma contundente y gimieron al ver a
un gigantesco dragón rojo pasando delante del avión, una de sus alas. La
más cercana al avión hizo que éste se moviera alejándose y otro enorme
dragón clavó sus garras en el morro de la nave, ambas movieron sus
cabezas a la misma vez hacia arriba, viendo la otra garra del dragón
clavándose en el techo. Camila torció sus ojos boquiabierta hacia la mujer,
viéndola soltarse con manos temblorosas.
¿Dónde vas?
La cara de la mujer estaba pálida mientras negaba mirando a todas partes.
Necesitamos un chaleco salva vidas, todavía tendremos otra
oportunidad si nos perdemos en el mar.
Camila intentó decirle que se estuviera quieta, pero el ruido de un proyectil
golpeando cerca hizo a Camila torcer sus ojos hacia el dragón frente a ellas,
le habían disparado, Camila jadeó al ver al dragón que había recibido el
proyectil siendo iluminado por focos en el momento en que la miraba.
Hojo.
Las lágrimas empaparon sus ojos cuando lo observó sujetar con una pata
trasera otro proyectil que explotó haciéndolo chillar con tanta fuerza que los
cristales del avión crujieron, el dragón que tenía el avión sujeto recibió el
golpe de un proyectil en el costado y se movió con fuerza desestabilizando
el avión, Camila intentó sujetar a la mujer estirando sus brazos, pero ésta
golpeó la puerta del avión con fuerza y después intentando agarrarse a algo
sin poder y ni siquiera cogerla por la fuerza con la que se dirigía de espaldas
al cuadro de mando, por un momento el avión volvió hacia delante
haciendo que sus pies se levantasen en el aire y que su cuerpo flotase, pero
aquello no sirvió para que Camila la pudiera agarras mientras caía
definitivamente con la cabeza golpeando el cuadro de mando, haciéndole
perder el sentido. Camila la observó mientras el avión volvía lentamente a
la isla, volvió a sacudirse y Camila jadeó al escuchar otras garras
clavándose en el avión, no tardaron en aterrizar en la isla y Camila se soltó
cayendo de rodillas al lado de la mujer, el ruido de la apertura de la puerta
que prácticamente fue arrancada. Camila no sabía que hacer con la mujer,
llevó los dedos de una de sus manos a su garganta y suspiró al sentir pulso,
pero se percató de la tremenda hinchazón que tenía en la cabeza, levantó
sus manos hacia la puerta que separaba a los pilotos del resto de la
tripulación en el momento en que se abría. Se apartó al sentir que alguien se
inclinaba junto a ella, observó como un ser con rasgos gatunos se inclinaba
sobre la mujer, poniendo su nariz sobre su mejilla, respirando con fuerza
sobre su piel, llevó sus manos temblorosas hasta los brazos de ella,
temblaban sus manos mientras la acariciaba tratando de que ella lo sintiera,
le susurraba palabras al oído. Camila sintió que la rodeaban unos fuertes
brazos y torció su rostro para los brazos de Hojo, tenía heridas que parecían
llevar en su piel más de un mes. Subió su mirada por su rostro,
comprobando las cicatrices, tenía la piel alrededor de uno de sus ojos
inflamada y el ojo rojo. Camila trató de soltarse de él, golpeándolo,
empujándose contra su cuerpo, insultándolo, para sólo conseguir que él
llevase una mano a sus labios y la rodease con un brazo, apretándola contra
su cuerpo, Camila observó a aquel ser diciendo el nombre de la mujer y se
sorprendió por que no había tenido ni siquiera tiempo de preguntárselo,
Hojo la volvió para mirarla, por detrás Asami puso unas esposas en sus
muñecas y ambos tiraron de ella fuera de la cabina del avión, Camila
contempló los destrozos que las garras habían echo en el techo, intentó
detenerse, pero igualmente ellos la cargaron y arrastraron fuera, tirándola
desde la puerta de embarque a los brazos de Tokai, quien no la miró a la
cara mientras la cogía y dejaba en el suelo, agarrándola por un brazo
mientras saltaban Hojo y Asami, relató hasta que pusieron una mordaza en
su boca, chilló y gimió mientras trataba de impedir llegar a la casa, pero no
consiguió nada más que terminar lanzada sobre el colchón, se volvió
observándolos alrededor de la cama, percatándose de que iban nada más
que en calzoncillos, intentó decir algo, apretando los ojos, tratando de
decirlo incluso con la mordaza, pero no podía hacer nada.
Mira como dejaste la habitación Camila.
Los cajones de las mesillas, de la cómoda y el armario estaban por el suelo,
con la ropa que habían contenido tirada por cualquier parte. Asami se
acercó a ella, liberando sus labios, haciéndola incorporarse y sentarse.
Vendéis mujeres como si fueran malditos animales de cría.
Asami hizo un movimiento con la cabeza, mirándola extrañado, se volvió
hacia Hojo y Tokai, para después mirarla de nuevo.
También vendemos hombres, pero tuvieron una muerte
violenta en Japón.
Camila intentó soltarse de las esposas, pero apenas podía conseguir nada
más que dañarse.
Están perfectamente apretadas a tus muñecas pequeña humana,
nada que hagas de lo que aprendiste en tus años de policía te
servirá hoy.
Asami la arrastró al baño, haciéndola orinar. Caminaron al salón,
haciéndola sentarse en una silla, mientras un grupo de hembras de la isla
con rasgos animales entraba hacia el dormitorio.
No podéis hacerme esto a mí, no podéis vender personas como
si fueran simples objetos.
Hojo observaba la televisión aburrido, habían intentado alimentar a Camila,
consiguiendo que les escupiera lo poco que conseguían meter entre sus
labios. Cuando una de las hembras les dijo que podían pasar a la habitación
arrastraron a Camila dentro, obligándola a sentarse en la cama, Tokai cogió
una cadena que había en el cabecero de la cama, tirando de la cintura de ella
al centro de la cama, atándola. Una de las hembras carraspeó llamando la
atención de Camila, la miraba fijamente, tenía un ojo dorado y el otro
completamente negro, sus labios estaban separados e hinchados como los
de un gato en la zona donde varias sombras negras parecían las de los gatos,
donde tenían los bigotes, la hembra movió un brazo, para golpear con sus
nudillos la puerta del dormitorio y abrieron dando paso a la humana que
había estado en la subasta, tenía grilletes en los tobillos y muñecas, todos
ellos unidos por una cadena que llegaba hasta su nariz de la que un aro
dorado acababa de ser insertado en ella, las hembras alrededor de la
habitación gruñeron, algunas sujetaron a una de ellas que gruñía y decía que
se la dejaran, sus ojos estaban empapados en lágrimas, mientras que la
humana la miraba de manera desafiante, con una sonrisa en los labios, la
hembra que había golpeado la puerta para que la hicieran entrar gruño bajo.
Habla.
La mujer negó, la hembra iba a golpearla, pero se detuvo al ver que era lo
que la humana quería, la hembra torció sus ojos hacia la que como ella tenía
rasgos gatunos, salvo que su piel estaba tan bronceada por el sol que parecía
dorada.
Miranda Whattys, juré matarte.
La hembra con rasgos animales intentó zafarse de las que la sujetaban de
nuevo, consiguió derribar a una, pero enseguida dos más la sujetaron. Pero
la mujer la insultó tratando de desesperarla, llegando a desafiarla. Unas
manos tocaron el hombro de la hembra y la hicieron detenerse, alzó sus ojos
y contempló a Saw.
Su castigo está dictado, no le des lo que de verdad desea.
Saw alzó su mano, dejándole ver a Camila las zarpas que poseía, tragó su
viendo sus ojos por su fornido pecho, una camisa blanca se apretaba a la
perfección en cada uno de sus músculos, los botones estaban a punto de
reventar. Al volver con sus ojos hacia la humana comprobó que ya no
estaba, ni siquiera las hembras de la isla, solamente quedaba una junto a
Saw. Camila volvió sus ojos hacia ambos, se veían perfectos, parecían
modelos de las portadas de los gimnasios, incluso ella tenía abdominales.
Conocí a los dragones cuando nos liberaron, muy pocos
sabíamos expresarnos.
Aquel enorme ser cogió una botella de agua que le ofrecía uno de sus
hermanos entre las sombras del pasillo, dio un largo trago y volvió a
mirarla.
Cada humano que castigamos se lo merece, cada humano que
vendemos se lo merece y cada humano que asesinamos se
ganó su muerte.
Sus ojos dorados resplandecían entre la poca iluminación que había en el
dormitorio.
La mujer con la que trate de huir. Deborah, ¿Por qué
permanece aquí?
Los ojos de aquel ser bajaron hasta sus pies, respiró con fuerza, negando
entre suspiros.
Por que la amamos mis hermanos y yo, no podemos vivir sin
ella.
Camila se puso recta al mirarla él directamente a los ojos.
No podéis retener a una persona sino os ama, no podéis obligar
a nadie a nada, las personas de las que habláis merecen un
juicio justo, así es la ley….
La sonrisa de dientes afilados que le dedicó Saw le hizo a Camila detenerse
en su discurso.
En esta isla tenemos el derecho de libre juicio, se nos concedió
el poder de crear nuestras propias leyes.
Saw se cruzó de brazos mirándola, pasando de los gruñidos que le lanzaban
Hojo, Asami o Tokai.
Aunque salieras de aquí, comenzases a divulgar cualquier cosa
sobre nosotros o tratases de hacer cualquier cosa contra
nosotros te mataría tu propio pueblo y no deseo eso para
Deborah, la han atacado en mi propia isla los vuestros.
Camila recorrió con su mirada el rostro de Saw, en las pocas fotografías que
se habían visto de estos seres en las noticias o en las redes sociales se veían
salvajes, peludos y desaliñados, pero éste ser ante ella exudaba belleza, era
hermoso, su rostro era perfecto, sus rasgos animales acentuaban más sus
rasgos, tenía una trenza perfecta tras su cabeza que acababa en el centro de
su fornida espalda. Camila sintió sus mejillas arder al ver el reflejo de sus
nalgas en el espejo de la cómoda cercana.
¿Por qué necesitáis mujeres humanas para criar?, era lo que
veía en la subasta, las vendíais como si fueran prostitutas. Esa
mujer fue vejada ante un gran público masculino.
Saw llevó sus manos hasta su cabeza, pasando las yemas de sus dedos por
su cabello que se iba soltando de su trenza.
Existen seres fuera de nuestro planeta que no pueden tener
hijas, hembras.
Camila apretó los labios intentando comprenderlo, viéndolo suspirar.
La vida allí fuera es más larga que la nuestra, bastante más.
Ellos dicen que la vida en el espacio es más lenta, pero no más
tranquila. Hace mucho tiempo una reina intentaba engendrar
una niña, los embarazos allí no existen, la pareja que desea
tener descendencia une su ADN en una especie de cápsula en
la que nace un embrión y crece hasta convertirse en un bebé
que puede nacer como aquí, nueve meses dentro de esa
cápsula, pudiendo ser visto. Se decidió así por que una hembra
podía tener varios hijos a la vez con sus maridos y eso era
fabuloso porque los partos de hembras no sucedían o los pocos
que llegaban a su final llevaban a la madre a la muerte en el
parto. Pero esas cápsulas solamente daban niños, muy pocas
decidían embarazarse de la manera convencional y también
fracasaron en el intento de tener niñas, por lo que la población
femenina disminuía considerablemente, cuando quisieron
darse cuenta una terrible enfermedad sacudió a las hembras
que vivían en un planeta tras otro. Dicen los pocos seres que se
atreven a venir que fue terrible todo lo que sucedió y que
muchos no desean vivir la pérdida de ninguna hembra porque
cada hembra es el pilar de un gran número de seres, hubo
muchas guerras en todos los planetas hasta que comenzaron a
ser gobernados de nuevo o encomendados a un grupo de
hermanos que habían sido votados. Y decidieron venir al único
planeta con hembras fértiles los primeros hermanos que
reinaban en un planeta por herencia, dando la casualidad de
que se llevaron a una hembra fértil de aquí y embarazaron con
tres niñas que nacieron sin ningún problema para la madre.
Camila lo miraba ceñuda.
¿Van a violar a esas mujeres hasta que se queden embarazadas
de niñas? ¿Y después qué? ¿También harán lo mismo con esas
niñas cuando sean capaces de embarazarse?
Saw negó abriendo sus labios sorprendido por sus palabras.
¡No!, ellas serán llevadas a las casas de quienes las compraron
y si no deciden emparejarse cambiaran a otra vivienda.
Camila negó incrédula.
La vida que han llevado aquí no cambiará en ninguna parte, sus
mentes seguirán pensando igual. No se puede obligar a nadie a
hacer nada que no desea, un castigo justo sería suficiente.
Saw torció sus ojos hacia la hembra junto a él, llevaba un vestido largo
hasta sus pies desnudos, sujetó la falda con las manos y tiró hacia arriba
mostrándole sus piernas llena de feas cicatrices, sus muslos tenían las
cicatrices más profundas, se volvió lentamente, subiendo más la falsa,
dejándole ver su baja espalda, se quitó el vestido, dejándole ver las marcas
de su espalda, tenía la piel destrozada, un número estaba en su piel, se
notaba que había sido cortada para que estuviera allí. La hembra se volvió
lentamente, dejándole ver a Camila su piel destrozada alrededor de su
ombligo, subió su rostro, dejándole ver las marcas de cortes producidos por
alguna cosa que hubiera tenido atada alrededor del cuello.
No sé exactamente mi edad, pero la primera vez que me
golpearon, sin apenas desarrollarse mis pechos habían llegado
a la celda que compartía con cinco hembras más de mi misma
categoría, tenían unos palos de hierro que acababan en un
grueso alambre que sujetaban a mi cuello, tiraron de mí. Juro
que intenté soltarme más de una vez, pero me arrastraron por
menos tiempo del que sentía yo hasta un gran espacio de
paredes de hormigón, delante de mí había unas garras
inmensas, había muchas, estaban en el suelo. Podía ver, pero
mis ojos estaban rojos, antes que a mí tiraron a una de mis
compañeras de celda al suelo boca abajo, la hembra se resistió.
Pero sólo le sirvió para recibir una patada en la cabeza y un
pisotón en el centro de su espalda mientras levantaban aquellas
garras de hierro, cogían sus piernas y metían sus muslos allí,
cerrando aquello, estiraron sus manos, atándolas al suelo y
todas las que estábamos allí vimos como las garras se movían
por algún mecanismo hacia fuera, haciéndola abrirse
dolorosamente de piernas, de tal manera que sus nalgas
quedaron alzadas y destrozadas al resistirse a abrirse. Después
seguimos las demás, una tras otra, quedando todas en un
círculo, viéndonos las caras. Escuchamos una puerta abrirse,
las voces masculinas llenaban aquel horrible lugar de repente,
incluso algunas femeninas.
Camila alzó sus ojos hacia la hembra al ver que se callaba, había roto a
llorar, pero no producía ningún sonido, Saw se acercó a ella y la rodeó con
sus brazos, le hablaba bajo. Muy cerca del oído, tratando de reconfortarla.
Camila sintió que se hundía el colchón cerca de ella y que unas manos la
rodeaban por los hombros, volvió su rostro hacia Asami, para dejarlo llegar
con sus manos hasta sus mejillas, sintiéndolo limpiar unas lágrimas que se
deslizaban por ellas.
Miranda fue una de las humanas más duras y sanguinarias con
los nuestros, puede alegrarse de que no la hayan visto los
olvidados de la zona por así decirlo salvaje.
Saw besó a la hembra en la frente, apartándola de él, llevando sus manos
hasta su rostro, limpiando sus lágrimas con las palmas de las manos
mientras uno de sus hermanos entraba a coger el vestido que se había
quitado la hembra y le ayudaba a ponérselo. Mientras con el vestido entre
sus dedos tenía las manos alzadas pasándolas con la tela por su cabeza,
Camila observó la espalda del hermano de Saw, era tan grande como éste y
poseía también profundas marcas de heridas por su espalda.
Ahora tú nos quieres quitar a lo único que nos hace felices,
¿Por qué no les obligas a nuestras hembras a no reproducirse
con fecundaciones in vitro?, ellas desean tener descendencia,
pero no necesitan depender de un hombre para ello a no ser
que lo amen.
Camila tragó al ver a Saw coger a la hembra por un brazo, haciéndola
moverse fuera de la habitación, cosa que ella hizo con un leve asentimiento.
¿Cómo está ella?
Saw se volvió hacia Camila, soltando un gruñido, haciendo a Hojo ponerse
delante de ella, tratando de protegerla.
Está bien, solamente ha sufrido la hinchazón por el golpe.
Camila asintió observando a Asami y Tokai mirarla de manera impasible.
Debería dejarla marcharse, deberían replantearse sus leyes.
Saw no miraba hacia ella, mantenía sus ojos hacia la puerta del dormitorio,
la que daba al resto de la casa. Camila lo observó dar pasos hacia la puerta y
se incorporó cogiendo su muñeca, Hojo se levantó tras ella, tratando de
detenerla, pero se quedó estupefacto al verla alzarse y abrazarlo dándole un
beso en una de sus mejillas, estaba mojada por las lágrimas que se habían
deslizado por sus ojos, él ronroneó.
No lo permitiré, no permitiré que nadie me la arrebate, ella nos
pertenece.
Camila no pudo volver a sujetarlo, se llevó las manos a la cara negando, no
podía creerse nada, no quería, se dejó caer en la cama, sus lágrimas se
vertían por manos, bajando entre sus dedos, por sus mejillas.
¿Por qué estoy aquí?, ¿Por qué?...
Negaba, sintió que la cama se hundía y las yemas de los dedos de Hojo se
ponían sobre sus hombros, masajeando su piel.
Estás muy tensa poli, intenta pensar por un momento en los
seres que vivimos fuera de vuestras leyes.
Unos fuertes dedos se enredaron en sus muñecas y tiraron de ellas,
reconoció el tacto, era Tokai y extrañada lo miró ante su reconocimiento.
Asami cogió su rostro entre sus manos y la hizo mirarlo. Dijo su nombre
varias veces, en leves susurros.
El cambio de presidente del gobierno español ha supuesto un
fuerte golpe en éstas personas, Camila, les han ordenado
abandonar la isla.
Era un dato falso, los cambiantes junto a los olvidados y varios seres más
habían decidido dejar la isla como punto estratégico ante un futuro ataque a
los humanos.
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***********************************
Camila.
Apenas sintió el viento fresco sus mejillas parpadeó, observó a su alrededor,
estaba en una inmensa cama, observó que era de estilo francés princesa, los
malditos botones que hacían la forma como de sillón eran dorados, ella
pestañeó viendo el brillo en ellos, jurando que las piedras que tenía
tachonadas eran rubíes, los dibujos de la madera y ésta eran de color
champaña, ella observó a su alrededor, observando las cortinas doradas, el
suelo de alfombra blanca, la lámpara de araña, el tocador.
¿Le gusta agente?
Camila se incorporó más en la cama, sentándose en el centro de ella, viendo
sobre el cabecero a un grupo de hombres, los contó, eran quince.
¿Me estás entendiendo verdad?
Ella asintió, observó que llevaban relojes que valían más que la maldita
cama en la que estaba.
Soy….
Camila jadeó sin aliento, diciéndole antes de que él dijera su nombre.
Daniel Hernández.
Él alzó su rostro con orgullo, Camila lo observó moverse alrededor de la
cama, dejándose caer en un sofá italiano antiguo de lujo, jodidamente
dorado como casi todo el maldito dormitorio.
¿Qué queréis de mí?
Camila cogió la sábana de suave material, intentando envolverse en ella, el
vestido corto que a saber quién le había puesto no cubría muy debajo de sus
nalgas y la ropa interior no estaba en ninguna parte.
No queremos nada tuyo, puedes estar tranquila, no quiero mi
jodido culo achicharrado.
Ella asintió viéndolo verter líquido dorado de una botella de cristal en un
vaso con hielo.
Serás una moneda de cambio Camila.
Daniel se llevó la copa a los labios, observándola mientras bebía todo el
líquido, volvía a poner el vaso en la mesa de cristal y lo llenaba
nuevamente.
Llevo más de un año encadenado a una maldita pared, esa
maldita Pantera me las pagará, cada vejación, cada golpe, cada
castigo. Escapé hace poco, volví con un grupo de hombres a la
maldita mansión, cansado de esperar que ella saliera, que
tuviera un maldito puto desliz.
Camila jadeó observándolo detenidamente.
El desliz fui yo.
Daniel sonríe de manera lobuna, Camila intentó levantarse, pero se dejó
caer de culo de nuevo en la cama.
Lo siento, la dosis que te metí era para una persona con gran
resistencia.
Camila observó a la mujer tras las cortinas, apoyada en la barandilla de
mármol blanco que daba vistas al mar. Llevaba un maldito vestido de marca
que valía más que su piso en Japón y unos zapatos de suela roja, tenía las
piernas cruzadas. Camila llevó las manos a su cabeza, sintiéndose mareada,
hizo un quejido y alzó sus ojos negando al ver la pistola en el cinturón del
tipo por primera vez, era dorada, dios santo tenía malditos pumas en la
empuñadura, la sacó viendo que la miraba, llevándola a su propia cabeza,
sonriendo al verla ponerse pálida.
¿No es hermosa?, en una de mis salidas encargué que me la
hicieran, Pantera lamerá mi polla mientras se la meto por el
maldito agujero del culo.
Ella tragó nerviosa, viéndolo negar con una sonrisa enloquecida.
Los cambiantes no te la darán.
Todos soltaron una carcajada, viéndola abrazarse a sí misma.
Entonces ponte cómoda Camila, permanecerás aquí dentro para
siempre.
Salieron de allí, incluso la mujer los siguió con los brazos cruzados,
andando con la cabeza baja. Camila se levantó y trató de abrir la puerta por
la que habían salido sin conseguirlo, fue a una puerta contigua, viendo un
baño con los grifos de oro y el váter de mármol negro. Salió tras orinar al
balcón y gimió viendo a otro de esos hombres sonreírle desde abajo. A más
de dos pisos de altura.
Ponte cómoda poli, estás en tu casa.
Otro de ellos salió tras él, soltando una carcajada.
Mal parido, ¿Judy le tomo fotografías?
Él asintió, sacándose el teléfono del bolsillo, enseñándole las fotos que le
había hecho su hermanita a Camila vistiéndola.
Dejémosla ahí dentro unos días mientras ellos contestan a
nuestra demanda.
Camila gimió al quinto día, viendo a todos ellos entrar.
No queremos pegarte.
Ella no dijo nada, mirándolos temblorosa, tenía frío, era de noche y estaba
completamente desnuda, habían quitado todo con lo que pudiera cubrirse
mientras se duchaba, estaba mojada, sentada en la cama tratando de cubrir
su desnudez.
Vamos a grabarte pidiéndoles ayuda a tus cambiantes, así nos
darán a Pantera.
Uno de ellos se movía haciendo gestos exagerados, señalándola con una
pistola.
Hermanita, ¡Judy!
Ella apareció enseguida, sonriendo tras sus hermanos.
No te tardes en prepararla o te haremos que lo hagas con los
puños.
Camila se quedó sola con ella, cogiendo maquillaje, pintando su rostro, su
cuello y sus brazos.
Por favor, ayúdame.
La cogió por las muñecas, pero ella se soltó enseguida, incorporándose,
haciendo un movimiento como si fuera a golpearla. Entraron sus hermanos
y ella se sacó un teléfono móvil del bolsillo, mientras sus hermanos se
subían tras Camila, rodeándola, poniéndose sentados junto a ella, en el
suelo entre sus piernas.
Malditos hijos de putas todos los cambiantes, nos traen a
Pantera hasta aquí mismo o ésta perra pagará por ella todo lo
que nos hizo pasar esa gata mala de Pantera.
Camila sintió que tiraban de su pelo y que estiraban sus piernas y brazos,
chilló con fuerza intentando resistirse, partiendo la noche. Pero tras sonar el
móvil cortándose la dejaron en la cama tumbada boca arriba con lágrimas
cayendo por sus ojos.
Judy, ahora te traemos las ropas de la cama y toallas,
pondremos el agua caliente en marcha.
Ella asintió hacia sus hermanos, subiendo a la cama junto a Camila,
limpiando su rostro del maquillaje artificial que había utilizado haciéndola
parecer herida.
Mis hermanos no son malos, querían meterte el miedo en el
cuerpo.
Camila no dijo nada, manteniéndose con la mirada en el techo del
dormitorio.
Tendrán a Pantera y tú podrás volver con tus dragones a casa.
Ella negó a la mujer, viéndola apartar su espesa melena negra de su rostro.
Creo que te metiste en la boca del maldito cártel de Colombia
guapa.
Judy la urgió a ducharse, al volver la esperaba con una falda larga y una
camisa blanca junto a unos tacones.
Vístete, te vienes con nosotros.
Camila tras hacer lo que le decía la siguió escaleras abajo, la mansión era
impresionante, los hermanos las esperaban en un enorme coche, cinco más
iban con ellos delante y otros cinco detrás, cuando arrancaron cuatro
helicópteros despegaron, siguiéndolos, se detuvieron una hora más tarde
delante de las puertas de un hospital en una calle por la que circulaban
personas que pasaban de comprar o iban a trabajar, cada hermano llevaba
una mochila y Judy un bolso enorme que parecía pesado.
¡Daniel! Que alegría verlo mijo.
Camila lo observó enredar en su mochila, cargando un maldito fajo de
billetes, abrazando al hombre que vendía en un puesto por lo que podía ver,
al hombre se le abrieron los ojos al ver aquello, pero apenas lo cogió otro de
sus hermanos abrazó al hombre y lo dejó cogerlo por las mejillas y pegar su
frente a la suya. Judy tiró de Camila, haciéndola entrar en el hospital.
Guiándola por los pasillos modernos hasta una sala enorme decorada de
muñecos dibujados en la pared, Camila se detuvo al ver a los niños saltar de
alegría al ver a Judy, muchos de ellos llevaban pañuelos, otros simplemente
no llevaban nada, la mujer se dejó caer de rodillas en el suelo cogiendo un
libro de las manos de uno de ellos, dejando que la rodearan en grupo.
Mi hermanita se casó con un maldito hijo de puta.
Daniel se llevó los dedos de una de sus manos hasta su nariz y respiró con
fuerza, Camila torció sus ojos hacia él, viendo las lágrimas mojando sus
ojos, pestañeó varias veces, sonriendo hacia July al verla torcer sus ojos
hacia él. Camila observó detrás de él a varios de sus hermanos, vaciando
delante de varios doctores sus mochilas cargadas de fajos de billetes.
Sergio parecía todo lo que una chiquilla de veintidós años
podría desear, alto, atlético, con cara bonita y sonrisas
sencillas. Tenía una buena posición social, pero en su interior
habitaba un maldito monstruo abusador, perfeccionista,
maniático. Vamos un maldito psicópata….
Camila tragó viendo a Judy tirada en el suelo de lado, con el cuento entre
las manos mientras leía a los niños que atendían a su lectura con ojos
brillantes y rostros iluminados por sonrisas.
Cuando me llamaron del hospital y la vi tirada en una maldita
cama se me destrozó el maldito corazón, la droga que le tenían
metida apenas la dejaba sonreír, me contó todo lo que había
pasado con él, desde el primero golpe, cuando la arrojó
escaleras abajo porque era torpe y no se había apartado a su
paso. Sus ojos morados que debía tapar como buena esposa,
los látigos marcados en su espalda que no han desaparecido ni
con cirugía, porque decía que miraba a otros hombres que era
una facilona, un brazo partido, una rodilla rota. Ella siempre
diciendo que ella le creía cuando él decía que era por su culpa.
Aguantó seis años así, para aquel entonces él se la había
llevado de aquí, me contó las veces que la violaba, ella tomaba
pastillas. Pero no consiguieron detener un embarazo, igual se
le olvidó tomar alguna dosis o él las cambiaba por otras, tuvo
seis meses de paz. La regla siempre le fallaba, el estrés y los
nervios se la cortaban, lo que a él le volvía loco de alegría,
pero cuando venía su periodo era cada vez peor. Tuvo un niño,
recibió una paliza al querer ponerle Daniel, decía que le había
engañado incluso conmigo, su propio hermano, ese hijo de
perra quería una niña. Fue cuando Judy se percató de algo, que
él era un maldito pederasta. Antonio, el bebé era precioso, yo
mismo acudí a conocerlo, debí darme cuenta por como
apretaba el brazo de mi hermana y por como ella iba bajando
la cabeza cuando le hablaba que algo pasaba. Pero con Antonio
entre mis brazos no lo sentí, debía volver al trabajo, en ese
momento estaba montando con mis hermanos nuestros
primeros laboratorios de coca. Judy decía que ese niño siempre
sonreía por cada vez que ella no podía hacerlo. Yo todavía
puedo escuchar la melodiosa risa de Antonio, sus hermosos
ruiditos. Pero una noche Antonio se despertó llorando
descompuesto, Judy sabía porque, llevaban varios días de paz,
nada más poner Sergio los pies alrededor de la casa alteraba
todo su hogar. Antonio no dejaba de llorar, Judy bajó con él
entre sus brazos, ella se sigue maldiciendo por no haberlo
dejado arriba aunque fuera llorando, no tuvo tiempo a
reaccionar, la golpeó con todas sus fuerzas en la cabeza con un
bate de béisbol, Judy recordó caer de costado en el suelo,
intentando que Antonio no sufriera ningún golpe, rodeándolo
de manera protectora con sus brazos. Sergio la cogió por el
pelo con todas sus fuerzas, Antonio chillaba entre sus brazos
con más fuerza, la empujó contra una pared, dando su cabeza
con algo y su columna, se quedó laxa, intentando moverse sin
conseguirlo. Dijo algo, Judy no recuerda que exactamente
porque le salía sangre por los oídos, lo vio levantar al bebé y lo
mató.
Camila se quedó en silencio, apoyándose de lado contra la pared, viendo a
Judy terminar su cuento. Los niños gritaban por otro y ella sonrió cogiendo
el que le ofrecía una niña de unos seis años con un brazo en cabestrillo.
Judy siempre quiso una familia numerosa al igual que mi
mamá, siempre decía que tendría tantos niños como su cuerpo
pudiera darle.
Daniel se encogió de hombros soltando un suspiro desgarrador.
Ella tiene pesadillas y mis hombres no pueden estar cerca de
ella, ni siquiera puede estar cerca de un hombre que no seamos
nosotros, ese cabrón le destrozó la vida.
Judy se levantó del suelo rato después, besando a los niños, abrazándoles,
enredó en su bolso y sacó libretas y estuches con lapiceros de colores,
dándoselos.
¡Daniel! Baja los pies de la pared.
Ella no necesitó volverse para saber el movimiento que estaba haciendo su
hermano.
Jefe.
Camila observó a Judy ponerse rígida ante la voz del hombre que entró sin
miramiento alguno llamándolo, entregándole un teléfono móvil que llevaba
en la mano.
Daniel Hernández.
Él frunció los labios al sentir la voz de Pantera.
Mi futura esclava tiene el honor de llamarme.
Camila le escuchó sisear al gruñido que salió por el altavoz.
No, no gatita, soy tu señor o tu amo, nada de tutearme a mí ni a
mis hermanos.
El silencio se quedó entre ellos mientras caminaba fuera de allí, hablando
bajo para que los niños no se alteraran. Judy salió con Camila rato después,
mientras él hablaba con la espalda encorvada, moviendo el dedo de una de
sus manos cómo si estuviera regañando a alguien a sus pies. Colgó la
llamada, volviéndose furioso contra una camilla de ambulancia,
golpeándola con los nudillos.
Ellos quieren una garantía para confiarse de que Pantera no
correrá peligro con nosotros.
Daniel observó detenidamente a Camila, volviendo su mirada hasta sus
hermanos delante de la puerta del despacho del doctor que llevaba el
hospital.
Ninguno de nosotros queremos ir, todos estamos deseando
poner nuestras manos sobre Pantera.
Él asintió cruzándose de brazos, escuchando de nuevo decir a Judy que no
pusiera el pie en la pared.
Enviaremos el video de Camila.
Daniel esperaba que sus reacciones fueran acceder rápidamente a su
mandato, una tormenta se desató esa noche, llovía con brutalidad sobre la
enorme casa de los hermanos, Judy estaba sentada junto a Camila en el
salón de la casa. La luz se había cortado varias veces, un grupo de hombres
custodiaba las paredes exteriores, armados, incluso llevaban gafas de visión
nocturna. Daniel cogió el walkie-Talkie porque los teléfonos estaban sin
cobertura, escuchando a uno de sus hombres.
Se acercan diez coches señor Hernández.
Él torció su rostro hacia sus hermanos, asintiéndoles para que apagaran las
luces, Judy se levantó antes de que él la mirase, cogió a Camila por una
mano y tiró de ella hacia la planta superior, obligándola a ponerse algo de
ropa distinto al camisón que llevaba, ella misma se quitó el suyo de encaje
negro y se puso una falda marrón con una camisa blanca, calzándose unos
tacones se puso crema en las piernas dándoles brillo, temblaba mientras
Camila la observaba, su espalda tenía varias cicatrices de latigazos, incluso
en uno de sus brazos tenía una bajo la axila. Los vehículos se detuvieron,
Judy se asomó por una de las ventanas de su dormitorio. Camila pudo
escucharla jadear claramente mientras unos truenos resonaban y los rayos
partían la noche, se ocultó cogiendo las cortinas, cerrándolas tras ella,
tratando de mirar a través de ellas. Camila se puso junto a ella, viendo a
Tokai junto a Hojo y Asami, manteniendo una conversación bajo la lluvia
con Daniel y sus hermanos que se mantenían bajo el techo de la entrada de
la casa, su equipo de hombres los rodeaba protegiéndolos con pesadas
armas, en la cancela de la entrada había otro grupo de hombres armados,
Hojo rugía contra ellos, el agua se deslizaba por su costoso traje y por su
rostro. Pero lo que más llamó la atención de Camila fue que el resto de
cambiantes que estaban junto a ellos miraban hacia donde ella se
encontraba, sus ojos rojos brillaban en la oscuridad, eran enormes, más
musculosos y fuertes que Asami, Tokai u Hojo en estado normal,
seguramente como en estado de celo. Camila tragó asustada, viendo a uno
de los hermanos de Daniel bajar las escaleras de la enorme casa, hasta
quedarse delante de la cara de Hojo…
De aquí no saldrá nadie hasta que Pantera no esté dentro de la
maldita casa, solamente se irá con vosotros una persona y
sabéis quien malditamente es.
Tokai gruño intentando llegar hasta él, haciendo a Hojo poner una mano
delante de su cuerpo deteniéndolo.
¿Dónde está ella? ¡Os desmembraré por tocarla!, ¡Haré de
vuestra vida un maldito infierno!
Asami se puso tras él, cogiéndolo por los brazos, tratando de detenerlo
junto a Hojo, su cuerpo comenzó a crecer, la camisa que llevaba se
desquebrajo cómo su pantalón, por mucho que intentaron hablarle, incluso
abofetearle Hojo no consiguieron nada. Sólo detuvo su intento de ataque
Camila al susurrar su nombre abriendo las puertas de uno de los balcones.
Mi corazón.
Su dragón rugió sobre él, la voz no le pertenecía mientras terminaba de
destrozar sus ropas cambiando a un enorme dragón, July la sujetó por los
brazos, gimiendo sorprendida al ver al enorme dragón subir batiendo sus
alas hasta llegar con su gran cabeza ante ella, sus enormes ojos la
contemplaron, arrastro su enorme hocico cerca de una de sus mejillas y la
pasó, acariciando su escamosa piel sobre la de ella, gruñendo de placer al
sentirla arrastrar las yemas de sus dedos por su garganta, subiéndolas hasta
sus mejillas, dijo su nombre y él gimió de placer, mandándole a ella oleadas
de calor dentro de su cuerpo, haciéndola humedecerse.
Estoy bien, cálmate por favor Tokai, no podría vivir sin ti gran
dragón.
Él hizo un resoplido por la nariz al sentirla poner sus labios sobre una de
sus escamosas mejillas. Bajó lentamente cambiando antes de tocar en suelo,
haciéndolo con sus rodillas y los puños de sus manos. Camila se incorporó
sobre el balcón, mirándolo con una sonrisa en los labios.
¿Quién es la humana junto a mi compañera?
Ninguno de los hermanos Hernández le contestó, por lo que él sonrió
poniéndose un calzoncillo que le pasaba Asami observándolo furioso.
Ella vendrá con nosotros a cambio de entregaros a Pantera.
Daniel apretó los puños bajando su mirada, negando furioso.
July no volverá a apartarse de nuestro lado, no permitiré que
nadie la toque.
Tokai sonrió alzando su rostro, la lluvia ya no caía con fuerza, se estaba
convirtiendo en un chispeo lento.
Entonces nunca se os entregará a Pantera, los cambiantes
tenemos muy pocas hembras y no permitiremos que ella esté
con ninguno de vosotros con una garantía de que no le
sucederá nada.
Daniel intentó detener a uno de sus hermanos, pero se le adelantó.
Tenéis nuestra palabra.
Los cambiantes rieron, al principio bajo, pero subieron el tono de sus risas.
La palabra de un humano.
Tokai gruñó, silenciando las risas de los cambiantes tras él, todos miraron a
la vez hacia los humanos.
Carece de valor alguno en el mundo de los cambiantes.
Se volvió lentamente, viendo las enormes serpientes de más de cuatro
metros pasando detrás de la casa, entrando por las ventanas bajas que daban
al sótano, le asintió a varios, observándolos avanzar en su paso,
arrastrándose por el suelo.
Tenéis una hora para llevar a Camila hasta la pista norte de
carga que habéis talado en medio de la selva, de no hacerlo
pagaran todos tus hombres las consecuencias.
Subió a uno de los vehículos, intentando calmarse, sintiendo un
estremecimiento al ver una serpiente enorme terminando de deslizarse por
una de las ventanas, hizo un ruido quejoso de ansia y observó al ser que le
ofrecía un pantalón, viendo su lengua bífida pasando por sus labios.
La misma repulsión sentimos nosotros al verte a ti Tokai.
Jadeó al sentir su maldita mano humedecida y mutada de piel y viéndolo
reír con los afilados colmillos lo hizo agitarse.
Mantente ahí, no quiero contacto.
El cambiante frente a él soltó una carcajada de nuevo, haciéndole sombra
sus colmillos a contra luz. Diez cambiantes más subieron al vehículo de las
familias de dragones.
Esa humana es linda y apetecible, su olor es malditamente
dulce, me entra ganas de lamer un maldito caramelo.
El cambiante a serpiente se encogió al escuchar los gruñidos de todos ellos.
Eso es lo máximo que vas a obtener Joao.
Uno de los cambiantes a dragón de la familia Okamura gruño las palabras
haciéndolo resoplar cansado.
¿He viajado desde Brasil para esto?, mi raza es de las más
excluidas, merezco por lo menos poder decir lo que quiera de
los malditos humanos y más de una simple hembra humana
que sólo sirve de incubadora.
Otro cambiante a Dragón de los Ikegami se abalanzó sobre su garganta con
ambas manos, haciéndolo retorcerse sin poder tomar aliento, intentando
cambiar a serpiente para soltarse de su agarre, consiguiendo que el dragón
sacara sus garras y se las hundiera lentamente en su piel, haciéndolo
quejarse.
Vuelve a decir algo sobre esa humana, vuelve a hablar de
malditamente preñarla y me haré un maldito par de botas con
tu pellejo.
Él cambiante asintió perdiendo el color, intentando recuperar el aliento al
ser soltado, Tokai cogió al cambiante a serpiente por el hombro, golpeando
varias veces su brazo, se puso delante de él, haciéndolo volverse al asiento
delantero del coche.
¿Qué os pasa Ryu, Takeshi?, ¿Acabo de ver con mis malditos
ojos a dos razas de dragones que se odian entre sí defendiendo
a una hembra humana?
Ambos dragones se observaron unos instantes y apartaron sus ojos hacia las
ventanas contrarias, el resto de hermanos de ambas razas miraban también
por las ventanas del vehículo, Tokai se quedó sin aliento al sentir un siseo
en su oído.
Parece que esa cosa humana ha despertado el interés de todos
éstos malditos cambiantes.
Tokai apretó los dedos de sus manos contra sus palmas mirando hacia los
diez cambiantes a dragones, negó hacia Joao. Viéndolo encogerse de
hombros.
¿Qué tiene de malo?
Joao arrugó su ceño, cambiando su piel a la de su serpiente, haciéndolo
tragar aire con fuerza por la nariz. Se detuvo el coche minutos después, los
cambiantes a dragones salieron sin más preámbulo, subiéndose al gran
avión cercano rodeado por una multitud de cambiantes que se habían
ofrecido a ayudar a recuperar a Camila. Incluso se habían ofrecido los
compañeros de la hermana de ella, pero no querían apartarlos de su hembra,
no ahora que se habían enterado de la buena noticia de su nuevo embarazo.
Tokai.
La insistencia del cambiante a serpiente le hizo gruñir alzando una de sus
manos.
Demasiado tiene Joao, si esa humana se pone en medio de esas
dos familias habrá una maldita guerra de dragones.
Joao intentó relatar, pero Tokai gruñó con fuerza cerrando la puerta
corredera que los separaba de los cambiantes, volviéndose hacia Joao
furioso, haciéndolo incorporarse de su asiento.
Maldito zumbado, los Okamura son treinta malditos dragones,
los Ikegami veinte. Cierra esa maldita boca serpiente, hijo de
puta.
La incomodidad de Ryu les hizo volverse, dejándoles ver al cambiante
incómodo con la ropa que llevaba, quitándose la chaqueta del traje de
negocios, se comienza a arremangar las mangas de la camisa dejando ver
sus tatuajes repartidos por sus gruesos brazos. Takeshi no dudó en hacer el
mismo movimiento, mostrando en un espectáculo sus malditos brazos, iba
en mangas cortas, pero las mangas de la camisa se agarraban a su cuerpo,
toda la camisa se pegaba a él, ambos cambiantes medían más de dos metros
y pesaban más de ciento dieciséis kilos cada uno.
Desde aquí puedo oler el deseo en sus pellejos.
Tokai intentó alcanzarlo, intentó golpearlo, pero Joao abrió la puerta
contraria a donde él estaba y bajó cerrando con rapidez. Tokai cogió uno de
los respaldos de un asiento y clavó sus garras lo más profundo que pudo,
gruñendo con todas sus fuerzas, haciendo al vehículo moverse con él.
¡Hala! A tomar por culo la fianza.
La voz de Hojo le hizo detenerse, se volvió, viendo en el reflejo de los
cristales tintados del vehículo su rostro cambiado al de un dragón.
¿Qué pasa?, ¿Soy el único de nosotros que guarda la maldita
compostura?
Tokai torció su cuerpo, dejándose caer en el asiento, observó sus enormes
garras, cambiando a las de un humano con espuma y restos de cuero
alrededor de sus dedos, el asiento parecía haber explotado.
¿La oliste?
Hojo le asintió, poniendo la cara más bobalicona que existiera, sonriendo
ampliamente.
Malditamente olí dos cachorros en su vientre.
Los tres hermanos saltaban prácticamente de sus pieles humanas a las de
sus dragones al escuchar el ruido de disparos cercanos, el walkie-talkie de
Joao zumbó.
Acaba de entrar un grupo armado de humanos en la casa, han
derribado el muro oeste.
Joao cogió a Hojo de una de sus alas y trepó sobre su cuerpo, agarrándose a
él, un gran grupo de cambiantes a dragones se levantaron tras ellos y más
cambiantes corrieron por tierra.
El pájaro no está, ha abandonado el edificio junto a la otra
hembra, van descalzas, sus zapatos están en el balcón trasero
de la mansión, han saltado a la piscina y huido.
Hojo gruñó, haciendo a Joao sisearle.
No llames la atención de los humanos sobre nosotros.
Él asintió, llegando rápidamente a la mansión, observando el barrido que
habían dado los humanos que habían atacado a los traficantes, ruidos
cercanos de pisadas y movimientos de follaje en la selva hijo que Hojo se
moviera, viendo a los hermanos de Daniel junto a éste introduciéndose cada
vez más en la selva. Uno grupo de hombres armados los seguía.
Son mercenarios.
Disparaban contra ellos, cayendo al suelo hombres de Daniel y del otro
bando.
Busca a tu humana.
La voz de Joao lo sacó de sus pensamientos asesinos, haciéndolo detenerse
sobre sus alas batiendo en medio de la oscuridad, todavía chispeaba, el olor
de la lluvia en la tierra era más fuerte que el de Camila. El ruido de las
ruedas de dos tanques les hizo retroceder.
Cálmate Hojo, con cuatro malditos cañonazos atravesando tu
puto pellejo no podrás ayudarla.
Pantera se percató en un instante de que estaba completamente sola, no
había ningún arma para protegerse, escuchó el ruido de varios vehículos y
trató de esconderse, pero de nada le serviría en el avión, podría cambiar y
salir corriendo. Pero al detenerse los coches cerca de la puerta de salida y
abrirse las puertas escuchó el ruido de siseos.
Gatita.
Volviéndose hacia ninguna parte intentó moverse, pero el ruido de un arma
detrás de ella la hizo paralizarse, uno de los pilotos la apuntaba con un
arma, ella retrocedió unos pasos, viendo al hombre de unos cincuenta años
que llegaba subiendo las escaleras hasta ponerse a su altura.
Camina.
Ella negó, sus labios vibraron mientras sus ojos brillaban por las lágrimas.
No volveré a ser tuya Jax, ni de ninguno de tus amigos.
El hombre sonrió, su cuerpo musculoso se apretaba al traje que llevaba, se
quejaba el material al mover su cuerpo dando pasos hacia ella. Poniéndose
contra su cuerpo, agachó su rostro contra el de ella, manteniendo la mirada
contra la suya.
Vas a pagarme cada maldito segundo que he estado alejado de
tu cuerpo.
La cogió por debajo de la barbilla con una de sus manos, haciéndola alzar
su rostro.
Mi pequeña gatita se ha convertido en una gata grande.
Pasó la yema de su pulgar por una de sus mejillas, haciéndola torcer su
rostro, ella agarró su mano, tratando de apartarlo, pero su agarre empeoró,
se hizo más fuerte, bajó sus ojos hasta la mano de ella, frunciendo los
labios.
Tus manos ahora son suaves como la maldita seda, las veo bien
cuidadas y las uñas pintadas, ahora pareces toda una mujer que
sigo deseando corromper.
Tiro de su cabello con su otra mano.
Eres la única mujer que no he sentido el deseo de acabar con su
vida, no me he cansado de ti, espero no hacerlo.
Él frunció sus labios, Pantera sentía que le flaqueaban las piernas al
recordar su último momento juntos, cuando él le tenía una bolsa cubriendo
su cabeza, follándosela brutalmente, cómo la soltó y llegó hasta la puerta
del dormitorio, mientras ella intentaba llegar con los dedos de sus manos
destrozados hasta la bolsa, cuando se la quitó observó a Jax con una cuerda
de acero alrededor del cuello de Jasim que ella aún no conocía, destrozó su
piel, enrollando aquel cable varias veces en su garganta, tirando de la polea
que lo dejó colgando del techo, el cuerpo de ella vibro al sentir que la
habían encontrado, él había levantado un dedo señalándola, haciéndola
temblar…
Varios hombres te han amado entre ellos los hermanos
Hernández y tú les pagaste con la moneda de la infidelidad.
Apretó sus dedos contra su cuello con fuerza, haciéndola respirar con
pesadez.
Dejaste que te tocaran y mimara, pero necesitas que te
controlen. Tú no eres fiel, gatita, te gusta lo que te hago y
obligo a hacer, vamos a casa.
Soltó su garganta, dejándola allí sola, caminando hasta la puerta del avión.
Vamos mascota, llevo mucho tiempo guardando mi mierda
para ti, he matado a más de veinte mujeres intentando saciarme
con ellas como lo hacía contigo, quiero vaciarme en tu
preciosa boca.
Pantera se estremeció negando, tratando de retroceder, viéndolo señalar
hacia dentro del avión gimió al verlo mirarla furioso, sus ojos resplandecían
como los de un maldito demonio.
Traerla, será toda vuestra hasta que lleguemos a casa. Podéis
tener todo lo que queráis de ella menos su boca.
Un grupo de hombres entró, ella se retorció hacia atrás, cambiando a
pantera, sintiéndose acorralada comenzó a dar zarpazos a todos ellos, más
hombres entraron, derribó a varios, hiriéndolos hasta de muerte. Pero todo
se acabó volviendo negro para ella en un momento en el que torció su
cuerpo y se despistó de la culata de la escopeta que golpeaba el su cráneo.
El hombre silbó mientras descendía las escaleras encendiéndose un
cigarrillo, los hombres a su alrededor se inclinaban a su paso.
Reventar el maldito avión, necesitamos que se despisten de la
mujer policía enredada con los dragones, Capat la quiere.
Se subió al vehículo, viendo a unos hombres arrojar el cuerpo desnudo de
pantera al suelo, uno de ellos alzó una de sus piernas y se sacó la polla de
los pantalones mientras mordía su muslo, enterrándose en su coño, otro de
ellos pisó con su rodilla su melena y bajó sus manos por sus pechos,
recorriendo su piel, llegando a pellizcarlos con tanta fuerza que ella rugió
de dolor haciendo a Jax sonreír mientras se incorporaba y apagaba el
cigarrillo en uno de sus pechos haciéndola gemir con fuerza de dolor.
Te voy a destrozar Pantera y ésta vez nadie vendrá a quitarme
lo que es mío.
Un hombre bajó del avión con un bidón de gasolina, vertiéndola por todas
las escaleras, siete dejaron dentro bombas y bombonas de butano,
siguiéndolo después, la explosión fue tan violenta que incluso retumbó en la
selva donde se encontraban los humanos, los dragones se detuvieron, los
cambiantes que caminaban entre la hierba también, volviendo la mayoría
hasta el avión para ver que sucedía, Jax sonrió desde la lejanía. Habían
recorrido más de diez kilómetros a toda velocidad, torció sus ojos hacia el
suelo, viendo los mordiscos marcados en los pechos de Pantera irse
desvaneciendo, la tenían torcida de lado dos enormes hombres, follando sus
agujeros con salvajismo, enterró su mano en su pantalón y se mordió los
labios al sentir que su polla había vuelto a la vida después de tanto tiempo.
Ser más duros con ella.
Uno de los hombres mordió su piel por su cuello, haciéndola chillar contra
la mordaza que le habían puesto, tenía las manos esposadas hacia arriba,
encadenadas a un hierro de los asientos.
Nadie vendrá pequeña, quiero escucharte, pero no quiero que
nadie sepa dónde estás.
El rastro de los coches lo iba borrando con el último vehículo, repartía un
olor específico que hacía a los cambiantes perderlos y borraban las huellas
de los coches. Jax cogió su polla, apretándose la punta, enredó con su otra
mano en el bolsillo de su camisa y se dejó caer de rodillas en el suelo,
sacándose la polla del pantalón, descubrió los labios de Pantera e introdujo
un dilatador, abriéndolo, haciéndola intentar reventarlo con los dientes, él se
agachó contra su boca, acariciando sus labios con las yemas de los dedos,
bajando una de sus manos por su pecho, recorriendo su vientre y una de sus
caderas. La golpeó en el culo con la mano en un puño y subió su mano
dolida hasta su pelo, tirando de ella para meterle la polla entre los labios
hasta el fondo de su garganta, la folló con brutalidad, asintiendo a los
hombres para que siguieran, la golpeaban, él disfrutaba tirando de sus
pezones, escuchándola gemir y retorcerse intentando respirar mientras le
apretaba el cuello con todas sus fuerzas, escuchando a sus huesos quejarse y
a su respiración detenerse, cuando se vació en su interior unos minutos
después se apartó quitándole el dilatador, volviendo a ponerle la mordaza.
Jax se la ha llevado.
Hojo se quedó paralizado en su vuelo al escuchar la voz en el walkie-talkie,
comenzó a bajar lentamente hasta tocar el suelo con sus pies ya humanos,
Joao intentó decirle que cambiara de nuevo a dragón y alzara el vuelo. Pero
sólo pudo negar mirando hacia ninguna parte.
¿Cómo saben que ha sido él?
Joao se llevó las manos hasta su teléfono y le enseñó la foto que acababa de
hacerse Jax con su rostro junto al de Pantera, abrazándola, podía verse su
pecho, tenía marcas de dientes por toda su piel, cortes y esperma.
Pantera me dijo que llevaba años buscando a ese hijo de puta y
que pensaba que habría muerto.
Hojo torció sus ojos hacia la selva, escuchando el paso rápido de un
humano, vio a Daniel Hernández con un cuchillo entre los dientes, llevó
una de sus manos pringada de sangre hasta la empuñadura y lo lanzó contra
el hombre, dándole de lleno en la garganta, Hojo observó el filo saliendo
por su cuello, mientras el hombre intentaba tragar llevándose las manos
hasta el arma, cayendo de rodillas al suelo y después de bruces. Daniel se
quitó las gafas de visión nocturna que se había puesto, estaba sin nada en el
pecho, solamente sangre y sudor. Apretó los labios mirando a Hojo y a
Joao, sin apartar la mirada mientras se agachaba sobre el cuerpo del hombre
y cogía el cuchillo tirando, levantando un poco el cuerpo del hombre antes
de incorporarse mirándolos.
Pantera ha sido secuestrada.
Se quedó paralizado mirando detenidamente al fuego que se había
producido en la lejanía, llevando su mano libre contra su pecho.
No voy a dejarla, ella es mía y de mis hermanos, es una parte
de mí y no pienso andar por la mierda de la vida en pedazos.
Iba a decir algo más, pero se puso las gafas de visión nocturna siseando,
contemplando a quien se estaba acercando a la carrera, levantó su mano con
el cuchillo entre los dedos y lo lanzó entre la espesa hierba, el chillido
humano se escuchó ahogado por los jadeos que producía el hombre y el
ruido de su cabeza rompiéndose por el cuchillo, salió de entre las hierbas
con el cuchillo en un lado de la cabeza, sangraba por la nariz. Daniel se le
acercó y tiró con fuerza del material, la sangre no tardó en seguirlo,
empapando su piel, Hojo observó a Daniel poner sus manos en su cintura,
respiró con fuerza.
No estoy triste, simplemente estoy sin ella, sé qué puedo
perderla para siempre y eso jodidamente duele más.
Preguntó volviéndose hacia Hojo quien era Jax.
Su verdugo desde que era pequeña, un supuesto doctor
superdotado que entró con veinte años en su infierno.
Iba a continuar, pero Daniel detuvo sus palabras alzando su mano pringada
de sangre.
La recuperaremos, así tengamos que atravesar el maldito
infierno.
La voz de uno de sus hermanos le hizo alzar los ojos a Daniel, haciéndole
fruncir los labios, continuaba el chispeo, algunas veces se intensificaba la
lluvia.
Jax no la matará, pero ella deseará morir, ese humano era cruel,
no sabéis las cosas que pudo llegar a hacer con ella.
Daniel apretó los puños a los costados de sus caderas.
No me importa lo que le haga mientras no acabe con su vida.
Pantera gimió kilómetros más y más lejos de aquel lugar, observó por una
de las ventanas con el ojo que no había puesto negro los carteles de Brasil
antes de que Jax volviera a poner la pistola eléctrica sobre su piel,
haciéndola gemir de dolor, otro de los hombres la torció boca abajo, se puso
sobre ella abriendo sus nalgas, escupiendo en su mano, pasándose la saliva
por su polla, enterrando los dedos mojados en su ano y después entrando en
ella sin ningún aviso, de manera brutal, ella gimió de dolor torciendo sus
ojos, sintiendo que se desgarraba su piel interna, intentando chillar al ver
que se le iba la consciencia, que iba a desmayarse.
Tú humano no sabes lo que estás diciendo, dudo que Pantera
pueda volver a pasar por las horribles torturas que le hacía ese
ser si es que se le puede llamar humano.
Los gemidos de Camila hicieron a Hojo saltar sobre sus pies, mirando a su
alrededor, corrió hacia dónde venían sus quejidos y observó entre las
hierbas a Camila en un claro junto a Judy. Ambas atadas con las manos a la
espalda, tiradas en el suelo la una frente a la otra, rodeada por un grupo de
hombres, varios cambiantes estaban escondidos entre los árboles, incluso en
las copas observándolos. Hojo se puso tenso al ver a Tokai junto a Asami
sin hacer nada, pero después escuchó una conocida voz y se detuvo.
Os mandaré la localización del laboratorio de Ecuador, es el
lugar más cercano desde donde estáis, el de Perú está más
alejado y el de Venezuela todavía no ha recibido médicos que
puedan ver si esa policía llevaba un bebé en su vientre.
Víctor Capat suspiró en la línea, la audición de los cambiantes les dejaba
escuchar hasta los ruidos de las caladas que estaba dándole a un cigarrillo,
en la lejanía se escuchaba algo hablando portugués, Joao estaba atento.
Tardaré unos días en ir hasta allí, Jax me traerá a Brasil una
cambiante a Pantera que se está preocupando de embarazar.
Hojo torció sus ojos hacia Daniel y sus hermanos, agradeciendo que no
tuvieran sus niveles de audio.
¿Estáis seguros de que habéis esquivado a los malditos
cambiantes?
El hombre vestido con camisa negra y pantalón militar asintió con una
sonrisa de dientes amarillos y sucios.
Llovía doctor, les quitamos el olor a las mujeres poniendo
sobre sus ropas camisas nuestras sucias.
Hojo frunció los labios al escuchar aquello, era cierto, la ira no le había
dejado ver que Camila llevaba una camiseta grande que no le pertenecía.
Os mandaré la ubicación.
En el momento en que el teléfono se colgó los cambiantes se lanzaron a por
los hombres, Asami cargó a Camila entre sus brazos, arrastrándola lejos de
allí, Hojo junto a Tokai lo seguían, llegaron hasta un pequeño charco de
agua limpia y la puso sobre sus pies, desatando sus brazos y piernas,
descubriendo sus labios, ella iba a abrazarlo, pero él gruñó cogiéndola por
los hombros.
Malditamente métete en el agua y saca ese puto olor a humano
de ti lo mejor que puedas, no quiero volverme salvaje ahora
mismo y joderte sobre el suelo de tierra mojada.
Camila se volvió con los ojos abiertos de par en par, entrando en el agua
fría.
Desnúdate Camila, deja que el agua entre bien por toda tu piel
quitando ese horrendo olor.
Ella apretó los dientes sacando la camiseta del hombre por sus brazos y
cuello.
¿Te parece horrendo el olor humano?
Camila se volvió con el vestido en la mano, intentando llegar con el
material empapado hasta su cuerpo, consiguiendo apenas que llegara a sus
pies.
No el de todos, pequeña, el tuyo me apetece olerlo
constantemente.
Asami hizo un ruido placentero mientras cogía la bolsa que le ofrecía un
cambiante y lo observaba alejarse rápidamente, sacó una toalla blanca
limpia, suave y con dulces aromas a flores. Le ordenó salir del agua y la
abrazó con la toalla, agitando sus brazos por su cuerpo, haciéndola gimotear
de placer, la movió contra el cuerpo de Hojo que se mantenía de cuclillas en
el suelo, cogiendo algo de la bolsa, maleta o cómo demonios la llamasen, se
volvió dando pasos hacia ella en esa pose, haciéndola agarrarse a su cabeza
alzó una de sus piernas, enterró su nariz entre sus labios vaginales,
haciéndola estremecerse.
Hojo, ¡Dios!, nos deben estar esperando.
Él gruño haciéndola jadear al sentir sus mejillas moverse entre sus muslos,
intentó decir de nuevo su nombre, pero Asami le siseó tras ella, respirando
su aroma en su cuello, se puso de lado, dejando a Tokai ponerse en su otro
costado, atacando con sus labios su nariz mientras respiraba con fuerza
sobre su piel.
Maldita sea si no nos esperan nos buscaremos la maldita vida
para volver.
Camila movió las yemas de sus dedos por la espesa melena de Hojo, sintió
sus dedos clavándose en sus labios vaginales, abriéndolos, pasando la punta
de su lengua por su sensible piel, escuchándola jadear en cada lamida y
beso que daba en ella, sintiéndola tirar de su pelo cuando chupó de su
clítoris.
Viértete en mi cara, quiero tu magnífico olor en mis labios.
Se retorció contra los cuerpos de Asami y Tokai, exhalando su liberación.
Tokai la rodeó con sus brazos, ayudando a sus hermanos a ponerle una gran
camiseta, tiró un poco de ella, haciéndola levantar las piernas.
Vamos a cubrir tu modestia pequeña, estarás más cómoda hasta
que lleguemos a Brasil, intentaremos que te lleven ropa a
donde vamos y un vestido para la fiesta de los olvidados antes
de volver a casa.
Camila intentó relatar algo, pero Tokai la alzó entre sus brazos, apretándola
con ellos, dándole calor. Apretó su oído contra su pecho, escuchando los
latidos de su corazón y respiró su increíble aroma varonil, estuvieron
andando tanto tiempo que cuando quiso percatarse se había quedado frita y
estaba subiendo unas escaleras todavía entre los brazos de Tokai, alzó su
rostro viendo que su frente perlaba sudor, pero apenas le sonrió con sus
malditos dientes de dragón ella le devolvió la sonrisa, la sentó junto a él,
abrochando su cinturón, dejándola ver a Hojo y Asami sentarse junto a ella
también, del cuarto de baño salió Daniel que torció sus labios terminando
de limpiarse los dedos con papel, apretó los labios poniéndose una camisa
sin mangas de una conocida banda de rock con una calavera pintada en el
centro y el nombre de la banda sobre ésta.
Pantera nos pertenece, ningún psicópata me la quitará, le
cortaré los huevos en láminas finitas y se los haré comer
mientras ella lo mira.
July torció sus labios saliendo tras él, intentando hacerse una cola alta,
haciendo que su camiseta se levantase sobre su vientre mostrando su piel.
Dejando a Camila sin aliento al escuchar unos ronroneos y quejidos tras
ella.
Vamos maldita sea, tomar asiento.
Hojo alzó su puño furioso, el avión que estaban tomando era enorme y
estaba en un maldito aeropuerto, despegaron rápidamente y Hojo soltó su
cinturón, tirando de su cuerpo sobre el de él, llevándola por el largo pasillo
hacia la cabina, pero se detuvo en el centro del avión, dándole una patada a
la habitación que ocupaban las azafatas, había unas literas a los lados,
delante de unas sillas y de una larga mesa, gruñó con fuerza haciéndolas
levantarse de los asientos.
Señor aquí no puede estar.
Volvió a gruñir haciéndolas salir furiosas.
Hemos pagado una maldita fortuna por el puto vuelo, éste
espacio queda bloqueado hasta nuevo aviso.
Camila gimió al sentirse inclinada hacia delante, observó a Hojo barrer con
su mano libre la mesa, cogiéndola con su otra mano por una de sus nalgas,
después la soltó haciéndola dar la voltereta, ella tragó al sentir la fría
superficie de metal contra su cuerpo y más al tirar él de su camiseta hasta
destrozarla.
¡Oh Dios santo bruto!, podrías haber avisado.
Cuando lo observó a los ojos tuvo que tragar, estaban rojos, los cruzaba una
delgada línea negra mientras bajaba su rostro contra su vientre haciéndola
gemir intentando incorporarse, la torció, dejándola de lado, casi boca abajo
y enterró su rostro entre sus piernas, chupando de uno de sus labios y
después del otro, alzó un leve instante los ojos, para verla arrastrar una
mano sobre sus labios intentando bloquearlo, él gruñó con todas sus
fuerzas, haciéndola romper a temblar.
¿¡Nunca te dijeron que no le metieras la mano a un animal en
su comida!?
Camila jadeó al sentirlo morder su muñeca, tirando de ella, haciéndola
apartarla y se volvió a enterrar en ella, observándola algunas veces
poniéndose sobre sus codos, Asami y Tokai le dieron unos momentos
mientras se desnudaban, dejándola correrse en su boca, él lamió de su coño
todo lo que le dio, alargando su orgasmo, enterrando sus dedos en ella
encontrando su punto G, escuchándola decir su nombre entre profundas
vibraciones de su cuerpo por un intento de escapar de su toque y querer
más, haciéndole salpicar un poco de su crema en el rostro de él, por su
barbilla, labios y mejillas, haciéndolo lamerse. Se incorporó poniéndose
sobre los dedos de sus pies para llegar con sus labios hasta los de ella,
dejándose probar.
Amo tu sabor.
Ella jadeó sintiendo que la polla de él se movía entre sus labios vaginales,
profundizándose más y más hasta clavarse completamente en ella,
estirándola, la frente de él se posó sobre el centro de sus pechos, estaba
sudoroso.
Se bueno, se suave.
Camila no pudo evitar bajar su mirada para verlo de medio lado tratando de
calmarse mientras se movía lentamente en su interior, la torció con los
dedos callosos de sus manos vibrando sobre su piel y sonrió Hacia Asami,
haciéndolo llegar hasta ellos con un bote de vaselina, lo puso sobre su polla,
colocando su mano libre debajo, masturbándose, inclinó el bote sobre el ano
de Camila, vertiendo un poco en ella, escuchándola exhalar entre los
dientes, tiraron de la mesa, dejándole espacio a Tokai para que pasara y se
inclinara ante su rostro, cogiendo en un puño su pelo, haciéndola besarlo y
olvidarse un poco de la polla de Asami invadiendo su apretado agujero
trasero. Ella estiró uno de sus brazos, llegando hasta su polla, haciéndola
removerse excitado.
La quiero en mi boca.
Camila observó la cara despavorida que puso mientras negaba, sus ojos
pasaron de un maldito gris manchado de llamas rojas a un intenso rojo
fuego, haciéndola morderse los labios al ver como su aro negro se alargaba
como el de un maldito gato.
Por favor.
Hizo pucheros falsos y él alzó el dedo de una de sus manos negándole.
Tus chantajes no te servirán Camila.
Ella arrastró su otra mano hasta sus bolas, acariciándolas, líquido pre-
seminal mojó la mano de Camila que envolvía su miembro y él maldijo
poniendo sus manos en la mesa, haciendo fuerza en ella, escuchándola
crujir hundiéndose el material al contestar su polla dando varias sacudidas.
Disfrutas provocándonos, disfrutas torturándonos.
Las yemas de los dedos de Hojo se arrastraron hasta uno de sus pezones,
apretándolo, haciéndola agarrarse con fuerza a la polla de Tokai con su
mano, haciéndola correrse provocando que Asami comenzara a correrse y
que Hojo también la siguiera, chorros de esperma caliente la inundaron.
Pero ellos no pararon en recuperarse, volviendo a jugar a penetrarla a la
misma vez, a salir y entrar uno y otro. Camila tiró de la polla de Tokai,
haciéndolo intentar apartarse, escuchándolo gruñir al seguir su movimiento
ante la tirantez que la hacía.
No se juega con los cambiantes Camila.
Ella sonrió, pero al soltar una carcajada soltó por sus labios un gemido de
placer. Asami había llegado con las yemas de sus dedos hasta su clítoris y
comenzado a masajear su piel, haciéndola correrse, haciéndolos seguirla, la
soltaron, dejándola boca arriba estremeciéndose en los últimos ápices de su
orgasmo. Tokai tiró de sus hombros, haciendo a su cabeza caer fuera de la
mesa y sonrió al verla mirarlo sorprendida.
Quiero mi maldita mamada y quiero follarme tus dos agujeros.
Asami y Hojo se cambiaron de posiciones, volviendo a torcerla de cintura
para abajo, entrando en su cuerpo lentamente.
Hojo y Asami también se turnarán hasta que pidas clemencia
humana.
Camila se mordió los labios antes de sentir su polla clavándose en una de
sus mejillas, abrió los labios y le dio acceso a su boca, dejándolo entrar todo
lo que podía de su tamaño, ella intentó respirar, sus labios dolían, las manos
de él presionaron en su garganta.
Traga, respira por la nariz o vomitarás.
Ella lo hizo, dándole a él unos centímetros más para hundirse en su
garganta, gruñó al sentir cómo tragaba de nuevo y soltó su cuello, poniendo
sus palmas sudorosas con fuerza en la mesa, haciendo a Camila saltar
sorprendida. Él sonrió bajando las yemas de sus dedos por la sensible piel
de uno de sus pechos, bajando lentamente sus caricias hasta su vientre
haciéndole cosquillas mientras comenzaba a mecerse en su interior. No
podía aumentarla, no podía permitirse un desliz y hacer a su polla ponerse
más grande, soltó un jadeo ahogado al sentir que se corría, pero Camila no
le dejó sacarla, él gruño haciendo hasta a su pecho vibrar mientras se vertía
lentamente en su garganta, ella tragaba cada gota que él le daba y trataba de
respirar, apenas comenzó a dejar de chupar de él la sacó y se puso en
cuclillas cogiéndola por la cabeza con ambas manos, devorándole la boca,
enterrando su lengua en ella, haciéndola deslizarla fuera para moverla junto
a la de él, sus hermanos se estaban apartando, por lo que él aprovechó y
cargó a Camila hasta la cama litera, poniéndola boca arriba en ella,
observándola tomar pequeñas respiraciones recuperándose del orgasmo,
subió sobre ella, poniéndose entre sus piernas, besándola por el cuello
lentamente, acariciando sus pechos, besándolos, escuchándola gimotear
porque estaba enterrando sus dedos entre sus labios vaginales, alcanzando
su clítoris, dibujándolo en círculos y pulsaciones sobre su botón, colocó la
punta de su polla en su entrada y ella sola intentando alcanzar el placer por
sus toques comenzó a enterrársela dentro de su cuerpo se corrió antes de
que él entrase completamente en ella, torció su rostro llevándose una de sus
manos a la boca, pero él la cogió por la cara y besó sus labios comenzando
un ritmo frenético en su interior, ella arrastró las yemas de sus dedos por su
pecho, acariciando sus músculos tonificados, haciéndolo mover sus labios
hasta uno de sus brazos y besarla en el pulso de su muñeca.
No pares.
Él negó, siguiendo, apoyando las manos a cada lado de sus brazos,
inmovilizándola mientras torcía su espalda hacia atrás, sintiendo que no
podía evitar mutar, su espalda se expandió mientras brotaban escamas por
sus brazos y pecho, Camila chilló de placer apretándolo entre sus brazos,
palpitando con su polla creciendo más y más, sus ojos se pusieron en blanco
y él rugió al ver su rostro no humano en el reflejo de sus ojos, intentó
calmarse saliendo de su interior, abrazándola contra su pecho, haciéndola
ponerse sobre él, la escuchó jadear su nombre y eso malditamente lo mando
al jodido infierno, bajó la mirada, viendo su polla soltando líquido pre-
seminal, sacudiéndose ante su nombre en sus labios, pasó las yemas de los
dedos por su pelo y se lo puso tras una de sus orejas. Hojo se puso detrás de
ella y Asami se dejó caer en una silla cruzado de brazos, se quedaron
dormidos hasta escuchar el ruido de unos nudillos golpeando contra la
puerta, Asami saltó de la silla, poniéndose en posición de ataque, respirando
para tratar de comprobar que no pasaba nada.
Vamos a aterrizar en veinte, sólo quería decíroslo para que
tuvierais cuidado con vuestra humana.
Asami susurró un gracias por los labios volviendo a sentarse, el asiento
estaba diseñado para sujetarse al suelo cuando comenzaran a descender o
subir en el aire, Hojo apretó a Camila contra su cuerpo, escuchándola
gimotear tratando de pegarse más a su piel, besó la coronilla de su cabeza
haciéndola sonreír, tomaron tierra mientras Tokai le hablaba bajo a ella
intentando despertarla, limpiando sus pegajosos muslos con una toalla
caliente. Asami la cogió entre sus brazos para dejarlos levantarse, puso una
camiseta en ella y un calzoncillo antes de salir de allí, deseando tocar con
sus pies la tierra, viajaron en coche por más de dos horas, metiéndose en
una población llamada Iranduba donde los cambiantes viven en grandes
mansiones. Hojo torció sus labios varias veces hacia Asami, para que se
fuera con Camila a un dormitorio, todos ellos entraron en una enorme
mansión, había un grupo de más de cien cambiantes ante ellos, uno de
rasgos árabes se incorporó, llevaba una chilaba negra con unos dibujos en el
centro de su fornido pecho como de flechas y botones cosidos a un material
dorado, tenía una cicatriz que atravesaba uno de sus ojos, aquel ser parecía
un maldito gigante por el tamaño que poseía y la musculatura, su cuello
marcado por profundas heridas, como si hubieran intentado estrangularlo
con alguna cuerda durante mucho tiempo o con una de metal.
Los humanos no son bienvenidos aquí.
Sus palabras salieron en gruñidos
Son amigos Jasim.
Él soltó una serie de gruñidos, asintiendo hacia varios cambiantes,
haciéndolos ponerse delante de la puerta bloqueándola.
Ellos están con Pantera.
Una serie de gruñidos y rugidos comenzaron a formarse, las voces de los
cambiantes dentro de la enorme habitación llegaron enseguida y el bulto de
cambiantes ante la puerta se volvió para separar al cambiante de otro, éste
comenzó a desnudarse de la chilaba y mostró su cuerpo lleno de marcas y
feas cicatrices, mientras el otro comenzaba a aumentar de tamaño y de su
nariz comenzaba a salir un enorme cuerno.
Maldito seas Rino.
El cambiante soltó una carcajada mientras éste se sujetaba de su cuerno con
la mano cambiando a una garra.
Te recuerdo que sigues buscando a tu humana, después de
haberla abandonado en un aeropuerto.
El cambiante mutó de repente a una enorme pantera y se lanzó hacia el otro
que había cambiado a un enorme rinoceronte que lo golpeó con un
movimiento de la cabeza haciéndolo caer por una enorme mesa.
Y esto solo acaba de comenzar.
Hojo se apretó los dedos de las manos haciéndolos crujir, soltó un suspiro y
se volvió a Daniel negando.
Por lo menos sólo es una pelea, lo siento mucho. Hacer que los
cambiantes se junten es muy peligroso, demasiada hormona y
testosterona junta.
Hojo junto a Tokai los guiaron dentro del lugar, haciéndolos ponerse cerca
de la mesa donde había repartida cierta cantidad de fotografías y datos.
El vuelo que transportaba a Pantera no ha sido localizado o lo
han borrado de cualquier mapa de rutas.
Jasim se puso junto a ellos, colocándose con una mano la chilaba y con la
otra limpiándose la sangre de una de sus mejillas.
¿Mejor?
Tokai lo vio asentir.
Localizar cualquier movimiento de médicos por las principales
ciudades, cualquier construcción que salga de lo común,
permisos de obras, movimientos de dinero, mandaremos
grupos de rastreo cada día a distintas ciudades y poblaciones.
Asami entró en la enorme habitación, Camila se mantenía cogida de su
mano.
Yo podría hablar con el presidente del país, podría chantajearlo.
Hojo negó rotundamente, Tokai lo secundó con un gruñido, acercándose
hasta Asami, golpeando su frente contra la de él.
No la pondremos en peligro.
Su hermano torció su rostro.
Nosotros nos moveremos por las principales ciudades donde se
reúnen grandes masas de jóvenes que se divierten,
intentaremos hablar con los que mueven la mierda. Tenemos
varios camellos que mueven nuestra coca aquí, aquí, aquí…
Señaló varias zonas del mapa de Brasil que había ante ellos.
Pantera no desea abandonar el tráfico de drogas, ya sé quiénes
sois.
Los gruñidos alrededor de la habitación hicieron a Daniel detener sus
manos sobre el mapa, torció sus ojos hacia los de los cambiantes que lo
rodeaban y no los bajó en ningún momento, sonrió descaradamente.
Mientras vosotros jugáis a ver quien la tiene más grande mi
gatita está siendo torturada en cualquier parte, calmaros y
joderos cuando yo tenga su maldito coño a media pulgada de
mis huevos.
Los cambiantes soltaron varias carcajadas y accedieron a ir varios con ellos,
se cargaron de armas y salieron de la casa, pero más de noventa todavía
permanecían en ella.
Estoy intentando contactar con el dueño de la mansión cercana
a la de los hermanos anacondas, Joao dice que tiene un montón
de habitaciones que iban a convertir en un hotel, igual nos la
puede alquilar. Nunca permanece en ella por largos periodos.
Joao carraspeó tras ellos, haciéndolos volverse.
Llevan en ella unos años, podríamos acercarnos antes de que se
marchen, ese humano siempre viene antes de que se acerquen
las lluvias. Pero estos años ha pasado demasiado tiempo aquí,
ha permanecido más de la cuenta en el país.
Varios cambiantes aceptaron la idea, el humano se solía dejar ver por las
mañanas paseando por los caminos que daban acceso a las casas vecinas de
los cambiantes.
Nos vendrá bien mantenernos a cierta distancia los cambiantes,
sobre todo los que cambiamos a una misma especie de felino,
debemos tener cuidado, iremos un gran grupo por todo el
alrededor de la casa, no sabemos quién puede ser amigo o
enemigo.
La casa parecía la construcción victoriana más antigua que hubiera podido
existir y grande, tenía dos extensiones, un lago que cruzaba un puente de
madera y acababa en un hermoso cenador de cristales, los cambiantes se
ocultaron entre los árboles y las hierbas, asintiendo a Joao para que se
encaminara por el camino de entrada a la casa, era de piedras pequeñas,
tenía una rotonda para los coches con una fuente impresionante de una
carroza tirada por caballos, había varios coches costosos aparcados en una
cochera grande en un costado de la rotonda y en el otro más vehículos.
Torció sus ojos, viendo a Aban, hermano de Jasim ponerse a su lado.
¿Desean algo caballeros?
Un hombre emergió de los bajos de uno de los coches del costado derecho,
subiéndose los pantalones de vestir, arrastrando una de sus manos hasta su
espalda para comprobar el arma que llevaba, se colocó los tirantes del
pantalón y alzó una de sus manos deteniendo su paso.
Queríamos hablar con el dueño de la casa.
El hombre negó bajando la mano, torciendo sus ojos para ver pasar ante
ellos y llegar un gran vehículo blindado a las puertas de la mansión, el
dueño de la casa salió tras dos niños de unos tres años de pelo negro liso
hasta la mitad de sus cuellos y ojos blanquecinos mientras gritaban ¡Mami,
mami!
Váyanse de ésta casa ahora mismo.
El cambiante junto a Joao se quedó paralizado, el hombre sacó su arma del
costado de su pantalón, cargándola.
Lara, ¡Son mis hijos!
Aban gruñó las palabras volviéndose ante el ruido del hombre cargando el
arma, escuchó las voces de los niños y se volvió observando a Lara salir por
las puertas de la gran casa dejándose caer de rodillas ante los dos colegiales
que iban con sus uniformes, él ronroneó devolviendo sus ojos hacia ella,
contemplándola después de tantos años de búsqueda.
No iremos a ninguna parte.
De la selva que rodeaba la mansión comenzaron a salir cambiantes,
haciendo al hombre retroceder.
Tenéis suerte de que hayamos sido nosotros quienes
descubrieran a los niños.
El hombre negó tratando de buscar algo en uno de sus bolsillos, cuando lo
cogió el enorme cambiante árabe se lo arrebató y reventó entre sus dedos.
Lo observaron retroceder hacia la casa, negando con las manos alzadas.
Jasim se puso junto a ellos, dejando al hombre verlo, negando al verlo. Los
pasos por el suelo empedrado de alguien acercándose los hizo detenerse,
eran humanos, porque los de Jasim no se habían escuchado.
El señor Alonzo quiere verte Jacob.
El hombre torció la esquina de los aparcamientos de la cochera donde
estaban y se quedó paralizado al ver a los tres enormes cambiantes, movió
sus manos temblorosas a uno de sus bolsillos y pulsó algo que accionó un
mecanismo en la casa, comenzaron a bajarse delante de las persianas de la
casa unas pesadas placas y a bloquearse, de la rotonda de la plaza se levantó
una pesada arma, del porche de la casa y del tejado salieron rifles de balas
pesadas, se movieron apuntando hacia los tres cambiantes, parpadeando una
luz roja en ellos.
Jacob, ¿Sucede algo?
Una voz masculina procedió del pecho del hombre y éste llevó su mano al
pequeño aparato.
Tenemos derecho a verlos.
El hombre suspiró llevando sus dedos delgados hasta los botones del
pequeño aparato.
Acaban de encontrar a Lara y los niños señor, los cambiantes
les han visto.
El suspiro que salió por el altavoz del aparato les mandó vibraciones a los
corazones de Jasim y Aban.
Está bien, déjalos pasar Jacob.
Hojo se les unió, mientras caminaban alrededor de la rotonda y se
desbloqueaba toda la casa, también Tokai y Asami junto a más cambiantes
y el resto de los padres de los cachorros cambiantes, subieron las escaleras
de acceso a la casa y se adentraron en ella hasta llegar a un enorme salón
donde un hombre se mantenía con las manos a la espalda, mirando por un
gran ventanal, Hojo intentó preguntarle cómo se llamaba, diciéndole señor,
pero el hombre se mantenía con los ojos brillantes y una sonrisa en los
labios observando algo, el grupo de cambiantes se acercó hasta la ventana,
junto a él, viendo a los niños cambiantes junto a su madre jugando en el
lago que había tras la enorme mansión, comenzando ambos a quitarse los
uniformes.
Intenté localizar a los padres de mis nietos hace unos días, la
verdad es que empecé a proteger la mansión el primer día que
vi a un extraño merodeando en el camino, el hombre caminaba
con bastón y me extrañó más todavía verlo hace poco en el
colegio de mis nietos junto a varios hombres, merodeando con
él, intentando verlos. Jacob se quedó en uno de nuestros viejos
vehículos cerca de las puertas del colegio ese día, mandé a
poner la seguridad en la mansión esa misma mañana. No tenía
como localizaros, pensaba ir a casa de algún cambiante de los
que viven alrededor porque ya no sabía qué hacer para
proteger a mi familia, pero no quiero que Lara sufra.
Puso su mano sobre un trozo de la ventana y la otra hacia su pecho, justo
sobre su corazón, sonriendo con tristeza.
No puedo cuidarlos como se merecen, Lara no accederá
pacíficamente a ir con ellos a ninguna parte, me negó
rotundamente contactar con los padres de mis nietos, por eso
estamos aquí, desaparecidos, cómo si la Tierra nos hubiera
tragado.
Joao le dijo que habían llegado a la casa para que les prestara algunas
habitaciones, que de no ser así nunca habrían sabido de los niños a no ser
que cedieran a sus bestias y el hombre asintió.
Pueden tener la casa mientras la cuiden, mi hija y mis nietos
heredarán todo cuando yo fallezca.
Se movió hasta unas puertas de cristal, abriéndolas, Lara torció su rostro, él
asintió hacia ella, haciéndola suspirar. Pero se detuvo a medio suspiro al ver
a quienes tenía detrás.
¡Enzo, Alonzo! Vengan conmigo hijos.
Ambos niños salieron del agua, encaminándose rápidamente hasta llegar a
su madre que se levantó, ocultando a los niños tras el vestido largo de
verano que llevaba puesto, ambos niños se abrazaron cada uno a una de sus
piernas, mirando a los extraños.
¿Qué hacen ellos aquí papá?
El hombre se encogió de hombros.
Lara, es peligroso tener a los niños aquí, los están vigilando. Si
hacen el cambio no podremos controlarlos.
La mujer jadeó tratando de apartar las lágrimas de sus ojos, los niños
tiraban de su vestido al sentirla entristecerse y se abrazaban con más fuerza
a sus piernas.
No iré a ninguna parte con ellos, permaneceré a tu lado.
El hombre se encaminó hasta llegar a ella, rodeándola con sus brazos,
haciendo a los hermanos cambiantes a panteras gruñir ante el contacto de
un varón con el cuerpo de la mujer.
Tarde o temprano te preguntarían los niños Lara y más cuando
sintieran que sus cuerpos les pedirían el cambio.
Ella negó rodeando el cuello del hombre, poniendo su rostro en la
separación de su cuello.
Se han presentado aquí buscando cobijo para más de ellos, yo
no les he avisado, pero no te voy a mentir y decirte que no lo
he intentado, porque te juro que he intentado hacerme con
algún contacto para hablar con ellos de manera segura.
Lara agachó mirando a sus hijos, viendo sus increíbles ojos mirándola.
Quiero presentaros a alguien chicos.
Ambos asintieron cogiendo a su madre de las manos.
¿Por qué lloras mami?, ¿Te duele la barriga?
Las preguntas le hicieron sonreír a la mujer, sus lágrimas le impidieron ver
unos instantes, pero respiró hacia dentro negando.
Estás triste, ¿Son malos esos hombres?, ¿Vienen a hacernos
pupa?
Llevó las manos hasta las mejillas de sus niños negando.
Son vuestros papás.
Ambos abrieron sus labios y sus ojos brillaron mirando a los cambiantes
ante ellos, de unos a otros.
¿Quiénes?, ¿Quiénes?, ¡Tenemos papás!
Saltaron de alegría mirando a los enormes cambiantes de ojos blanquecinos
caer de rodillas en el suelo, los niños hablaban portugués entre ellos,
haciendo a los cambiantes sonreír. Alrededor del lago comenzaron a rodear
cambiantes armados la zona, protegiendo a los cachorros y a los humanos,
los niños se volvieron hacia su madre y después ambos se volvieron hacia
los seis cambiantes, mirándolos. Eran enormes comparados con los
humanos con los que habían estado hasta ahora los niños, se pusieron
delante de Jasim ambos niños, tocando las cicatrices de su rostro y cuello,
incluso con los dos niños delante su cuerpo sobresalía a los lados de ellos,
puso una mano en el suelo y disfruto del toque de los niños, sonriendo con
lágrimas en los ojos.
¿Dónde estabais?, ¿No nos queríais?, ¿Y a mami tampoco?
Jasim negó cogiendo las manos de los niños, besándolas antes de cogerlos
entre sus enormes brazos temblorosos, levantando su rostro hacia el cielo,
tomando respiraciones entre sollozos amargos tratando de calmarse.
Hemos estado construyendo una preciosa casa para vivir juntos
y enseñaros a ser cómo nosotros.
Lara negó haciendo a los niños mirarla mientras otro de sus padres los
abrazaba, cargándolos en sus brazos, respirando con su nariz contra sus
mejillas, volviéndolos en sus brazos para que los vieran el resto de sus
padres.
Creo que no conoces nuestras leyes Lara.
Jasim intentó llegar con unos pasos hasta ella, tratando de tocarla con una
de sus manos, pero ella lo golpeó con todas sus fuerzas en la mano.
Vete a la mierda árabe asqueroso.
Los ojos de ella resplandecieron, la furia los atravesaba.
Mi humana tiene un carácter impresionante.
Ella negó furiosa.
Yo no soy tuya maldito animal, no iré a ninguna parte donde tú
y tus malditos hermanos estén.
Jasim estiró sus brazos sin ella esperárselo y la cogió por los codos tirando
de su cuerpo contra el de él, pegando sus labios a los suyos. Ella se retorció
intentando liberarse, pero sólo lo consiguió al morderlo en un labio,
haciéndolo sangrar, cuando se separó un poco la observó sangrando por el
labio con una sonrisa de dientes afilados.
Vete a preparar una maleta para ti y los niños Lara, vienes de
buenas o te arrastraré a casa atada y amordazada.
Ella negó furiosa, intentando llegar con una de sus rodillas a su entre pierna,
haciéndolo sonreír por la altura que ella tenía al lado de la de él.
Los niños tienen aquí una vida.
Jasim asintió con el rostro completamente serio.
Hasta que te los quite un maldito loco, cambien en medio de
una clase o maten a cualquier humano que les parezca una
amenaza.
Ella negó intentando liberarse de sus manos, pero él la zarandeó dos veces
haciéndola mirarlo con el pelo agitado.
¡Maldita sea esos niños no son humanos como tú!, ¡Ellos
tienen que aprender a ser lo que son y a saber dominar a sus
bestias antes de que no puedan controlarse!, si sus bestias
ganan la batalla, ellos podrían no volver nunca a ser humanos.
Las palabras hicieron que los parpados de Lara se agitaran, el olor de su
dolor lo impregno, sus cachorros comenzaron a llamar a su madre, pero ella
les dijo que estaba bien, haciéndolos volver su mirada al resto de sus
padres.
Iré con vosotros, pero no quiero tener contacto alguno con
ninguno a no ser que sea delante de los niños, no quiero ni
veros.
Él sonrió, las puntas de sus dientes afilados salieron de nuevo entre sus
labios haciéndola tragar.
Tenemos que actuar como una familia delante de los niños,
tendremos que dormir juntos, abrazarnos y besarnos para que
aprendan de nosotros.
La mujer gimió retorciendo su rostro, sintiendo sus dientes en su cuello.
Cómo me toques te mato.
Él soltó una carcajada, rodeándola con sus brazos, bajando la cabeza para
poner su nariz sobre la de ella, respirando su aroma.
Voy a llenarte con mi esperma como a un pavo de esos que
cocináis los humanos, tengo demasiado semen guardado en
mis bolas desde que te marchaste.
Ella gimió apartándose con todas sus fuerzas de él, su rostro estaba rojo,
incluso sus orejas, se movió fuera de sus vistas, haciéndolo sonreír y
seguirla hasta las puertas de cristal, viéndola subir a la carrera unas
escaleras.
Permaneceré aquí con nuestros cachorros humana, no quiero
impacientarme y subir a buscarte.
Hojo soltó una carcajada junto a él.
Mierda tío, ¿De dónde sacaste eso?
Jasim no pudo contenerse su risa, colocó su chilaba sobre su polla, tratando
de quitarse la molestia que le estaba dando estar tan duro mientras miraba a
los humanos hablando con el padrastro de Lara, intentando sacarle
información de los horarios en los que había visto a Capat y si podría
dejarles los vehículos en los que se movía y tratar de tenderle una
emboscada.
Llevo demasiados años acariciando mi maldita polla mientras
me la imagino, he pensado en cada cosa que quiero hacerle, la
necesito para tener cordura, no soy capaz de hacer un maldito
trabajo desde que la alejé por ser hija de Capat, vosotros debéis
iros también, esos humanos ayudarán a localizar a Pantera. La
hermana de ellos está a salvo en la mansión de Joao, vuestra
hembra humana está embarazada y debéis ir a la fiesta de los
olvidados.
Hojo asintió, saliendo tras él por el gran salón, encaminándose fuera de la
mansión.
Debemos mantener la compostura y hacer el trabajo que nos
corresponde a cada uno, aquí hay más de quinientos
cambiantes que barrerán éste país hasta encontrar los
laboratorios que tiene Capat en algún maldito lugar
escondidos.
Ambos se detuvieron volviéndose a mirar al resto de cambiantes salir de la
casa, muchos de ellos se acercaron al vehículo con el que se movían los
hijos de los cambiantes a panteras, examinándolo y determinando cómo
prepararlo. Las yemas ásperas de los dedos del cambiante a pantera se
pusieron sobre uno de sus hombros, apretándolo al ver a la hembra humana
bajar las escaleras de la casa con ropa en las manos, haciendo a sus niños
salir de los bañadores que llevaban.
No somos como los malditos humanos, pero si nos intentan
tocar lo que es nuestro somos malditos criminales.
Hojo llevó sus manos hasta sus caderas y negó bajando su cabeza.
¿Todo bien?
Asintió varias veces, torciendo una de sus muñecas para ver la hora en su
reloj.
Los cachorros pantera tenían fútbol en una hora, pero el abuelo
decidió alternas los días de asistencia para evitar posibles
secuestros.
El vehículo donde habían llegado los niños se detuvo ante ellos, Hojo abrió
la puerta y se introdujo en el interior, seguido de Asami y Tokai, varios
cambiantes más se subieron junto a ellos, Hojo se incorporó un poco,
asomando la cabeza por la puerta.
He mandado órdenes para que traigan a mi humana para irnos,
no tardaremos en volver.
Cerró la puerta y se dejó caer en el asiento que había ocupado, se
zambulleron en una larga carretera.
¿El recorrido cuánto dura?
El humano al volante suspiró.
Se tardan unos cincuenta minutos en llegar a la población más
cercana y dos horas al colegio de los niños, el señor Alonzo
intentó ponerles tutoras privadas, pero la señorita Lara deseaba
que ambos se relacionaran con otros niños.
Tras ellos Hojo observó el vehículo que entraba en la carretera a toda
velocidad, levantando algo de polvo, torció sus ojos, viendo por el espejo
del conductor a unos hombres en camisas negras subidos al vehículo. Dejó
pasar varios minutos y observó la entrada a una pequeña gasolinera.
Sal por ahí.
El hombre no dijo nada y lo hizo aminorando la velocidad.
Aparca a la sombra.
No tardaron en bajarse del coche los hombres y lanzarse al gran vehículo
apuntando al conductor con pistolas, éste alzó sus brazos, los gritos de los
hombres para que abriera la puerta no tardaron en suceder, eran cuatro,
Hojo abrió la puerta de atrás y se abrochó la chaqueta observándolos
detenidamente, escuchando el paso entre las hierbas de cambiantes
acercándose, los hombres se pusieron nervioso al verlo, dos de ellos le
apuntaron.
Queremos a los niños, si nos los entregan les dejaremos seguir
con sus vidas.
Los láseres iluminaron a los hombres, haciéndoles bajar las armas mientras
un cambiante de ojos blanquecinos se bajaba del vehículo seguido de varios
enormes cambiantes más, observando a los cuatro hombres caer de rodilla
al suelo meándose, rogando por sus vidas, el cambiante llevó las manos a su
chaqueta, soltándose los botones, quitándosela y poniéndola dentro del
coche, después los pantalones, uno de los hombres vio horrorizado sus
cicatrices y más las de su espalda y cuando se volvió su polla que colgaba
hasta casi sus rodillas.
Dios santo, ¿Por qué se ha desnudado?
El cambiante sonrió al ver al hombre que hablaba perder el color de su cara.
El maldito traje está hecho a la medida y me ha costado más de
cinco mil dólares, no permitiré que se me ensucie con vuestra
maldita sangre.
Cogió los zapatos que se había quitado antes que los pantalones y los
apartó, uno de los hombres intentó salir a la carrera, pero recibió un balazo
en una de sus piernas, haciéndolo caer gimiendo. El cambiante de ojos
blanquecinos sonrió haciendo crujir los huesos de sus manos antes de
ponerse una mano en la cintura y otra en su larga y espesa barba.
Haré una serie de preguntas y si no queréis sufrir mi ira las
responderéis.
Ninguno dijo nada, lo miraban con diferentes tonos de color en sus caras,
algunos se sacudían por los nervios, el olor de la lluvia comenzó a hacerse
fuerte, las nubes cada vez se iban tornando más negras.
¿Dónde está el laboratorio de Capat?
Los cuatro se miraron entre ellos, pero negaron, haciéndole al cambiante
coger a uno de ellos por el cogote y levantar una de sus rodillas contra su
barbilla, los dientes le castañearon y se le rompieron al hombre por zonas,
escupió sangre mientras caía de bruces al suelo y el cambiante lo golpeaba
con un pie en un lado de sus costillas, haciéndolas crujir. Hojo le asintió
cruzándose de brazos, apartándose de la escena.
Bloquear la entrada y salida de la gasolinera con unos
vehículos.
Torció sus ojos al ver que lo hacían rápidamente los cambiantes,
obedeciendo sus órdenes, torció sus ojos de nuevo a la escena del cambiante
con los humanos, teniendo que retroceder al ver que iba a ser salpicado de
sangre. Detuvo a Tokai junto a él, viéndolo abrir los labios con los dientes
apretados.
Asim matará a esos hombres.
Hojo asintió soltando una carcajada al verlo dar un puñetazo en la mejilla
de otro hombre, destrozándole la mandíbula.
Tiene una puta izquierda jodida, le vendrá bien golpear algo
para calmarse.
Soltó una carcajada viendo a Tokai volver su rostro al cambiante, viéndolo
arremeter contra otro de los hombres, subiéndose por su espalda,
destrozándole la columna a puñetazos. Estuvo casi una hora golpeando a los
cuatro hombres, hasta caer algo agotado y sudoroso a un lado de los
cuerpos, respirando pesadamente, estaba salpicado por todo su cuerpo de
sangre, varios de los hombres intentaban tomar aliento lentamente, con las
costillas rotas, muchos de sus órganos internos destrozados. Les quedaba
poco a varios de ellos, Hojo observó a uno de ellos alzando una de sus
manos, tenía todos los dedos torcidos hacia atrás, hacia los lados, tenía la
mano destrozada. Susurró algo, pero la boca estaba inundada de sangre y no
se le entendió, Asim fue a moverlo, pero otro de los hombres alzó su mano.
Déjalo morir en paz animal salvaje.
Las palabras lo detuvieron, lo observaron llevando sus nudillos hasta la
mandíbula del hombre, haciéndolo gemir de dolor antes de que el
cambiante se lanzara sobre éste y comenzara a darle puñetazos, agotado y
deseando que dejara de producirle dolor gritó lanzando una dirección por la
boca. El cambiante se quedó en cuclillas sobre el hombre, limpiándose la
sangre de la cara con el brazo, incorporándose, uno de sus hermanos le
tendió una toalla y él se limpió, cargando la botella de agua que otro le
ofrecía, bebiendo y después vertiéndola sobre su cuerpo para limpiarse
mejor.
Tengo familia, tengo hijos.
Gritaba uno de los hombres mientras lo arrastraban a un agujero cavado en
el suelo donde estaban los demás hombres, dos de ellos muertos, rogando
por la vida, pidiendo clemencia por sus hijos.
Pero no te importaba llevarte a los dos hijos de alguien.
El hombre negó con los labios temblorosos.
¡Son animales!, ellos son malditas bestias que no merecen vivir
nada más que para su estudio.
Un grupo de cambiantes sujetó a Asim, pero no detuvieron a tiempo a su
hermano Ayham que se lanzó contra el hombre, cayendo al agujero que
habían cavado los cambiantes sobre el hombre.
Ellos son los únicos que le dan sentido a ésta maldita vida cruel
que nos dais los humanos.
Destrozó el rostro del hombre a puñetazos, dejándolo hecho una masa de
carne destrozada y sangre. Pero éste rompió a reír con tres malditos dientes
en su boca.
Yo no seré el último que intente quitároslos y disfrutaré desde
el infierno cada maldita mierda que pasen junto a su madre.
Él no supo el tiempo que estuvo golpeando al hombre hasta dejar su cabeza
destrozada, sintió unas manos en sus hombros y se volvió ligeramente
contemplando a Tokai.
Ayham, tus hijos te están esperando, tu hembra también, vamos
amigo, volvamos a casa.
Aquel cambiante asintió apartando su rostro, mirando hacia los árboles,
viendo un destello.
No puedo.
Rino se sacó un teléfono móvil del bolsillo y apuntó hacia la casa, haciendo
zoom hasta llegar al rostro de la mujer.
Hablaré con Abdel Asad, nos mantendremos en contacto.
Asami se volvió escuchando en la lejanía a Tokai llamándolo, los tres
volvieron con rapidez hasta la nave, viendo a Camila entre los brazos de
Hojo, tardaron más de veinticuatro horas en llegar a Japón, dejando primero
a los hermanos panteras en Dubai, entrando en el puente que cruzaba hacia
la enorme mansión Japonesa Camila hizo que se detuviera el vehículo en el
que iban y salió a correr mirándolos entre chillos.
¡No hagas eso Camila!
Ella rompió a reír, escuchó un grotesco ruido y la luz del sol se ocultó unos
instantes antes de que se para a ver ante ella a un enorme dragón, mirándola
enseñando los dientes.
Nunca juegues con los cambia formas Camila.
Apenas volvió su rostro hacia Tokai y Hojo gritó al sentir la lengua de un
enorme dragón pasando por su cuello, Asami se adelantó desde donde
estaba, cogiéndola en una de sus garras antes de que se desvaneciera. Volvió
a su forma humana, cargándola en sus brazos, subió las escaleras de la casa
y al entrar sintió algo inmenso calentando su pecho. Bajó su mirada hacia
Camila y soltó un placentero gruñido mientras bajaba su nariz hasta su
cuello, respirando su aroma, su polla zumbó en sus muslos, vertiéndose por
su punta pre-semen, subió las escaleras con ella, llegando hasta el
dormitorio principal, dejándola en el centro de la cama, tras ella subió
cargando sus rodillas, abriéndola para enterrar su boca dentro de su coño,
metiendo la lengua en su vagina, gruñendo de placer tras varias
penetraciones, sintiendo su crema mojarlo mientras ella se removía y abría
sus ojos observándolo. Él la observó por uno de sus ojos, viéndola con una
de sus manos en su boca, los ojos con las pupilas dilatadas, él subió su boca
por sus labios vaginales y después chupó de su clítoris haciéndola
retorcerse.
Eso es mi humana, aliméntame.
Camila sintió que se perdía cuando lo escuchó volver a repetir las palabras
antes de profundizar en su coño con su lengua, se dejó caer en la cama
llevando sus manos a sus pechos, cogiéndolos entre sus dedos, viendo a
Tokai subiendo por un costado de la cama y a Hojo por el otro. El cuerpo de
Camila se sacudía en los últimos recodos de su orgasmo, seguía los
movimientos de la lengua de Asami, sin saber si quería parar aquella
placentera tortura o alargarla más, gimió al sentirlo coger crema con uno de
sus dedos e inundar su ano, entrando en su apretada carne mientras seguía
follándose su coño con su lengua. Hojo y Tokai tiraron de sus muñecas para
tener acceso a sus pechos, Camila intentaba respirar, abriendo sus labios,
jadeando de placer, Asami chupó de uno de los labios de su vagina y
después de otro, enterró dos dedos en su coño, buscando la parte rugosa y
chupó de su clítoris volviendo a hacerla venirse, Hojo y Tokai chuparon de
sus pezones, clavaron sus dientes en ellos y la escucharon gemir de placer
entre bocanadas de aliento, se apartaron dejándole espacio a Asami, ambos
pusieron una mano bajo sus cabezas, poniéndose de costado en la cama
mientras la observaban rodear a Asami con sus muslos, éste la penetró
lentamente, gruñiendo con la cara enterrada entre sus pechos, puso sus
brazos a cada lado de su cuerpo, haciendo que los músculos de su
formidable espalda se marcaran mientras comenzaba a golpear en el interior
de Camila.
Dios mío, joder.
Él sonrió, bajando su rostro hasta su cuello, lamiendo su carne.
Quiero que me muerdas.
Se quedó pasmado con los ojos brillosos mirándola.
¿Por qué lo deseo?
Siguiendo su ritmo en el interior de ella bajó sus labios por su cuello,
sintiéndola estremecerse cada vez que pasaba las puntas de sus dientes por
su carne, su coño le apretaba la polla cada vez que ella lo sentía al límite de
morderla, ella cogió su rostro entre sus manos, haciéndolo llegar hasta el
suyo, haciéndolo mirarla, se observó a sí mismo, sus ojos rojos
completamente y brillantes contra los de ella, la sintió subir su rostro y
besarlo en los labios, él se quedó sin aliento, dando pequeños movimientos
en su interior, ronroneando de placer entre sus labios, bajó sus labios por la
barbilla de Camila, hasta llegar al pulso de su cuello, mordiéndola,
haciéndola llegar al orgasmo, él intentó contenerse, pero ella le apretaba la
polla con tanta fuerza que no pudo más y comenzó a correrse, chorros y
chorros de semen, puso los ojos en blanco, pensando que se iba a marear
cuando ella le dio una última sacudida y sacó de su polla varias gotas más,
salió de ella, deslizándose fuera de la cama, levantando sus manos para
mover su cabello hacia atrás, viendo a Hojo y a Tokai torcerla hacia Hojo,
éste besó uno de sus pechos, el más cercano a su cuerpo y subió con su
lengua por su cuello, llegando hasta su oído, mordiendo su carne dura
mientras bajaba su mano entre sus muslos para acariciar su clítoris, Camila
se sacudió cuando Tokai mordió en uno de sus hombros, levantaba una de
sus piernas, pasó su polla entre sus labios vaginales unas cuantas veces,
empapándose de su crema y se introdujo en su ano haciéndola apretarlo,
Hojo se incorporó un poco, clavando su polla en su vagina, deslizándose en
ella mientras la mordía en la garganta haciéndola correrse de nuevo, ambos
contemplaron con asombro cómo su orgasmo seguía y seguía, Tokai enredó
entre ellos, pulsando en su clítoris, Hojo clavó sus dientes en uno de sus
pezones y ella se comenzó a sacudir con intensidad, dándose placer a sí
misma, traviesa alzó su rostro, los ojos soñolientos de placer, levantó una de
sus manos, señalando con uno de sus dedos a Asami, haciéndole un
movimiento para que se les uniera, éste salto en la cama, se puso en la
cabecera, agarrándose a ella y la miró subiendo su mano hasta su polla,
tirando de ella hacia su cuerpo, abriendo sus labios, lamiéndolos.
Dámela.
Él negó, pero su polla le traicionó pulsando en la mano de ella, vertiéndose
por su punta crema pre-seminal que se deslizó por la muñeca de ella, la
observó soltarle la polla y llevar su líquido brillante a su boca, gimiendo de
placer al saborearlo, apretó sus ojos al sentir que se corría y que Tokai y
Hojo la llenaban brutalmente. Volvió a subir su mano tratando de cogerlo,
Hojo y Tokai volvían a introducirse en ella, soltando ruidos de placer por
sus gargantas monstruosos que asustarían al mismo demonio, él se contoneó
negando, pero ella acabó cogiéndosela, tirándole de ella hacia su boca,
después lo cogió por una de sus nalgas prietas con fuerzas y lo obligó a
impulsarse en su garganta.
Me obligas nena.
Soltó las palabras en un sollozo, sintiendo que se vertía un poco en su
garganta, sintiéndola a ella chupando ruidosamente de su punta al intentar él
sacarla.
Por favor no, déjame salir.
Puso sus manos contra la cabecera de la cama, clavando sus dedos que se
convirtieron en las garras, la destrozó mientras la observaba tragar y
correrse, con Hojo y Tokai, los cuatro a la misma vez, lentamente fueron
saliendo de ella, viendo que se había quedado dormida, se observaron con
preocupación, viendo el ritmo lento en el que respiraba
Siete meses largos más tarde Camila gruñía histérica delante de su hermana,
ella estaba sentada en su cama, intentando ayudarla, mientras Camila
intentaba ponerse las pezoneras sexys azules con estrellas, era un bañador
diminuto, pero sus pechos estaban tan grandes que parecían pezoneras,
intentando subirle la falda negra, una falda que más bien era un maldito
trozo de tela transparente que se cubría con una especie de braga sin tirantas
que ella no sabía si se le caería al salir andando.
Dios santo Enma, tira de la maldita cosa.
Su hermana soltó una carcajada terminando de subirlo.
Estoy malditamente gorda.
Camila llegó hasta un espejo cercano, viendo su reflejo y el de su hermana
al llegar junto a ella.
Tú estás magnífica.
Ambas estaban embarazadas, solamente que Enma salía de cuentas en
menos de dos semanas y ella aún tenía más de un mes más de barriga por
delante, bajó sus manos por su vientre, acariciándoselo, las estrías brillaban
rosas, sintiendo cómo daban golpecitos sus dos hijos.
Camila, deberías tranquilizarte, no alteres a Hojo, Asami y Tokai,
sabes que están muy preocupados con la llegada de los Ikegami y los
Okamura al mandato de los cambiantes de Japón.
Ella frunció el ceño observándola caminar hasta el ascensor que habían
instalado los hermanos en el maldito pasillo para que ella no bajara
escaleras.
Eso no significa que deban llevar casi ocho meses sin tocarme los tres
a la vez.
Enma se puso roja mirándola, respirando entrecortadamente.
Mierda Camila, eso no es bueno, las mujeres embarazadas de
cambiantes nos volvemos muy sexosas.
Camila puso cara rara mirándola.
Como si fuéramos ninfómanas.
Ella movió su cabeza hacia arriba y hacia abajo ansiosa, observando a su
hermana moverse más rápido de lo que ella podría.
Aun no entiendo por qué nos cegamos con ellos, ¿Qué tienen? Joder
Enma te secuestraron durante meses en la maldita casa y estás cómo
una maldita loca enamorada y a mí me jodieron mi trabajo de policía,
me metieron en éste mundo e igualmente siento que no podría vivir
sin esos enormes dragones por más tiempo del que pasan fuera
trabajando.
Enma sonrió de lado a lado de su cara.
Cuando me recuperaron yo ya estaba en la última recta de mi
embarazo, accedí a hacer un reportaje fotográfico para una modista
porque me quedaba prácticamente un año de contrato. Victoria
siempre me dice el miedo que pasó entre tanto cachas y más entre
Hiro, Hikaru y Hideo que son unos verdaderos gruñones, creo que si
ellos no me hubieran cogido habría acabado mal, ellos me enseñaron
a verlos con otros ojos, odiaba a los hombres hasta sentir repulsión
por estar cerca de alguno que no fuera gay. Ahora amo estar rodeada
cada noche por cinco enormes cambiantes que me abrazan cómo si
fuera a desaparecer si no me sujetasen.
Los ojos de ella brillaron mientras se movía con las manos juntas sobre su
vientre.
Voy a bajar, Hiro y Dai me esperan en el salón y no quiero que
irrumpan aquí y te vean así.
Camila la observó hasta que se cerraron las puertas del ascensor, a lo lejos
podía ver la enorme construcción donde se reunían los cambiantes para
pasar el mandato de sus futuros maridos a las dos familias de dragones.
Asami le había susurrado algo, cómo que se habían unido gracias a Judy,
pero mientras le estaba comiendo sus delicadas tetas en la cocina con su
maldita enorme polla enterrada en su coño no conseguía escucharlo bien.
Enma pasó andando por el puente de la enorme mansión, las carpas Koi
nadaban por el agua bajo éste, ansiosas por si se les adelantaba la hora de la
cena. Ella gimió de hambre, siempre tenía cuando pensaba en ello, estuvo
dos horas esperando, se sentó incluso en el sofá cercano a la ventana….
*************************************************************
*********
En el edificio donde estaban reunidos los cambiantes Asami gruñó frustrado
observando su reloj, su teléfono vibró en su bolsillo y se levantó saliendo a
una habitación cercana.
La chica mascota sigue bien.
Una serie de gemidos se escuchaban cerca de él.
Estoy viéndola ahora mismo.
Abdel Asad les había informado que la mujer era una bailarina de ballet que
había desaparecido en una carretera cercana al pueblo de los olvidados.
Daniel Hernández está en Perú, buscando otro posible laboratorio de
Capat.
Asami colgó la llamada volviendo a la habitación donde estaban el resto de
cambiantes reunidos.
¿Habéis ordenado que se grabe a Carmen Capat?
Más de uno le asintió, pero no se mostraban para nada satisfechos, gruñó
furiosamente, llevando sus puños a la mesa, estaba perdiendo demasiado
tiempo alejado de Camila y eso le enfurecía hasta llegar a ver rojo.
Los tiburones no son capaces de hacer nada con ella.
Tras ellos un cambiante de ojos amarillos enseñó sus malditos colmillos
levantándose de su asiento.
¿He recorrido cientos de kilómetros, me habéis sacado de mi México
para joderme con que esos ocho tiburones no le han sacado nada a la
maldita humana?
Éste intentó atacar a Takeshi de la familia Ikegami, haciendo que diez de
sus hermanos lo agarraran, éste se levantó de su asiento, alzando su cuerpo
para cambiar, creciendo de tamaño.
Jaguar, nada me apetece más que una pelea ahora mismo.
El ruido de una silla de ruedas les hizo bajar los humos, viendo a un
cambiante con el rostro cortado parándose en medio de los dos, alzando sus
manos, observando con sus ojos de cada color a los dos.
Basta, esa hembra humana caerá, Juan y sus hermanos estuvieron
muchos años encerrados, aprendieron a torturar dando placer cuando
salieron del maldito agujero en el que estaban. Tengamos calma, por
favor, yo soy el primero que desea matar a ese humano.
Jaguar enseñó sus dientes afilados a Takeshi, antes de volverse con ellos
apretados hacia el cambiante en silla de ruedas.
Da maldito asco verte wey, deberías volver a andar, tú sólo estás
dejando que te vuelva una maldita planta una ataque humano.
Éste intentó levantarse para golpearlo, pero apenas consiguió ponerse con
sus manos en los reposabrazos de la silla, cambiando sus dedos a garras y
sus manos lentamente a pelo blanquecino mientras gruñía. Sintió que
tocaban su hombro y no pudo más que dar varios golpes en la mano que lo
tocaba mientras el cambiante se alejaba furioso, dejando ver bajo su camisa
sus brazos llenos de cicatrices.
Perdona a Diego, no lleva nada bien salir de casa, algunas veces
pienso que no quiere vivir, fue de los últimos cambiantes en ser
recuperado en Brasil.
Ambos cambiantes se abrazaron, saludándose amistosamente.
Pero lleva razón en gran parte, cuídate te veo jodido Hank.
Éste asintió, apartándose, viendo el balazo que él había recibido en el
cuello.
Los humanos poseen armas con las que pueden acabar con nosotros,
pero pronto los despojaremos de todo lo que han tenido y se
dedicarán al exclusivo cometido de reproducirse para darnos hembras
fértiles que se reproduzcan con nuestros cachorros, producir sangre
para los vampiros y cómo malditos esclavos sexuales de nuestras
hembras.
Los dos salieron de allí, caminando detenidamente el jaguar a su lado,
esperando a que le diera a las ruedas con sus fornidos brazos, se puso sobre
sus dedos de los pies en cuclillas en el suelo antes de que uno de sus
hermanos cogiera la silla.
Prométeme viejo amigo que la próxima vez que nos veamos estarás
fuera de ese montón de hierro, caminando, corriendo cambiado a
lobo, engendrando a tus cachorros en el vientre de alguna hembra.
Lo observó dudar torciendo su rostro.
Vamos idiota, no te vendrás abajo, ¿Para esto viviste en el jodido
infierno?
No le contestó, moviendo una de sus manos, haciéndole una señal a uno de
sus hermanos para que tirara de él.
Estoy esperando a que me lo prometas.
El cambiante hizo una señal que muchos de ellos conocían allí, haciéndolo
suspirar.
Hank es un maldito lobo solitario cabezón.
Hojo asintió junto a él, encogiéndose de hombros.
Ésta vez se recuperará, Caly asistirá a mi hembra y su hermana
cuando nazcan nuestros cachorros.
Hojo lo observó sonreír, pero no lo dejó tocarlo.
Mi jodida enhorabuena wey, estáis con dos hembras a la vez y
hermanas, hijos d…
Asami lo detuvo antes de que pudiera continuar, gruñéndole con todas sus
fuerzas.
No tocaría a ninguna hembra a no ser que fuera para socorrerla, he
escuchado bastantes historias de los nuestros dañando en el pasado a
sus hembras por quitarse el olor de otras. Solamente estamos con una
hembra, una humana embarazada de dos hermosos cachorros.
El cambiante asintió alzando sus manos, pidiéndoles una disculpa. Los tres
se adentraron en la mansión que poseían, se desnudaron de sus ropas
observando sus pies desnudos, no existía nada peor en el mundo para un
maldito cambiante que llevar calzado y ropa. Pero ellos eran civilizados,
bastante desde que los liberaron. Subieron las escaleras de la casa hacia los
dormitorios, olisqueando en el ambiente a dos cambiantes y a una hembra
bastante embarazada, después les llegó el olor de la excitación de Camila,
Tokai torció el pestillo y empujó con su otra mano la puerta, los tres se
detuvieron a mirar a Camila de pie delante de los pies de la cama, unas
esposas resplandecían en la oscuridad y los tres sintieron sus cuerpos vibrar
al verla.
Deberías estar descansando Camila.
Ella caminó hacia atrás, dejándose caer en la cama, levantando uno de sus
pies hinchados dentro de los tacones.
No podía dormir.
Alzó sus ojos, viendo a los tres mirándola detenidamente.
Os necesito.
Se dejó caer de espaldas en el colchón, esperó lo que le parecía demasiado
hasta que los vio subirse alrededor de la cama, su cuerpo tembló al ver que
estaban desnudos, torció sus ojos hacia el techo de la habitación.
Los cambiantes siempre estaremos bajo el poder de nuestras
compañeras.
Asami tiró de sus muslos hasta dejarla con las nalgas colgando de la cama,
se inclinó sobre su vagina, viendo aquello que se había puesto, pasó las
yemas de sus dedos ásperos alrededor del material, jugando, viéndolo
humedecerse, se dejó caer de rodillas tirando del material fuera, Hojo y
Tokai tiraron de su sujetador y arrancaron la falda, él se dejó caer de
rodillas en el suelo, subiendo su mano en una caricia suave por su vientre
lleno a más no poder.
Te duele la espalda.
Ella asintió, Hojo y Tokai la torcieron y él tomó una postura de lado,
haciéndola pasar una de sus piernas sobre su cuello, puso sus labios
alrededor del clítoris de ella, sintiendo que le apretaba alrededor del cuello
con fuerza, clavó sus dientes en su sensible carne haciéndola retorcerse y
bajó su lengua dibujando todo su recorrido lentamente hasta penetrarla, lo
hizo varias veces, chupando su dulce néctar mientras ella se retorcía
agarrando a Hojo y Tokai por los pelos de la cabeza, ellos tenían los labios
pegados a sus pezones, pero apenas necesitaban un ligero paso de sus
lenguas para hacerla volver loca, si hicieran algo más fuerte en ellos le
dolería, molestaría. Ella se retorció al sentir que se corría, Asami se
incorporó, poniendo ambas manos en la cama, arrastrando su polla entre los
labios vaginales de ella, sintiéndola retorcerse de placer con cada pulsación
de su polla en su interior, salía y entraba de ella, haciendo cada vez más
profundas sus penetraciones, la observó parpadear, tratando vanamente de
no correrse.
Estás tan sensible pequeña.
Camila se retorció negando, gimiendo su orgasmo mientras él la seguía
vaciándose en su interior, ella movió sus manos en el colchón y a tientas
agarró a Tokai, después con su otra mano sujetó a Hojo, ambos la torcieron
lentamente, pero ella negó, mirando a Hojo detenidamente, pasando las
yemas de sus dedos por su pecho, mordiéndose los labios.
Quiero cabalgarte.
Él gruñó al sentir sus dedos sobre uno de sus pezones, bajando por las
llamas que escupía el dragón tatuado en su piel, la observó poner sus labios
torcidos, puso sus manos en las caderas de ella y la volvió sobre su cuerpo,
viéndola arrastrar una de sus manos entre ellos, cogiéndole la polla, una
polla que se agitó en su mano y soltó pre-semen empapando sus dedos,
cuando consiguió entrarla en ella se llevó la mano empapada a la boca y
sacó su lengua, lamiendo las gotas de ella. Él gimió al verla y más al
observar cómo se llevaba su otra mano hasta uno de sus pechos,
acariciándolo, gruñó al sentirla comenzar a moverse sobre su miembro, la
cogió por las nalgas, tomando respiraciones profundas por la nariz, las
yemas de sus dedos humanos se posaron en su frente y abrió los ojos, los
había tenido tan apretados que veía puntitos blancos por ellos, Camila
acarició la vena de su frente y cuando él enfocó la vista ella apartó su mano,
haciéndolo arrepentirse, viendo el maldito fuego de sus ojos reflejado en los
de ella. Tokai se incorporó definitivamente de la cama, viendo la espalda
curvada de Camila moverse, su piel se agitaba y se ponía de gallina. Asami
le asintió ofreciéndole una cerveza, él la aceptó y se dejó caer de espaldas
contra una cercana pared, contemplando a Camila unos instantes antes de
volverse a mirar por la ventana, negó para sí mismo, tenía la maldita polla
morada, pero no podían exigirle tanto a una humana embarazada en su
último mes, sintió un dulce toque en su polla cuando le daba casi el último
trago a su cerveza y se incorporó asombrado, viendo a Camila caer de
rodillas delante de él, intentó cogerla con manos temblorosas, la cerveza se
la iba, pero Hojo la cogió antes de que sucediera un desastre, él se queda
paralizado al sentirla deslizar su lengua entre la separación de sus pelotas
hasta la punta de su larga y gruesa polla y él suelta un maldito gruñido
animal haciéndola vibrar, porque la siente chupar líquido pre-seminal de la
maldita punta, pasa su lengua, tratando de acaparar todo lo que puede, su
cabeza se gira a un lado y la introduce en su boca, haciéndolo sentir los
anillos de su garganta, él mueve sus manos hasta su pelo, cerrando sus
dedos que apenas le responden a su cerebro, sigue soltando ruidos de placer,
moviendo su propia cabeza hacia atrás, vibra varias veces de placer.
¡Camila!, ¡Oh!, ¡Joder!
Dice varias cosas más, pero su garganta se está volviendo un ruido sin
sentido, él niega a sus propios pensamientos. El orgasmo lo agarra con tanta
fuerza y sin esperarlo, suelta más ruidos desgarradores que zumban en su
pecho, cuando siente que vuelve a respirar con normalidad y su pulso se
calma la suelta del pelo y la observa respira con dificultad, tiene lágrimas
en los ojos, él saca su polla de su interior, escuchándola respirar, viéndola
temblar. Se agacha cargándola en sus brazos y la tumba en la cama,
mirándola respirar detenidamente.
Sabes que tienes que tomarte las cosas con calma.
Ella parpadea con una sonrisa traviesa en los labios, viéndolo inclinándose
a cogerla por el cuello, apretando lo justo para hacerla jadear, subiendo
sobre sus rodillas al lado de ella, bajando sus labios hasta los de ella.
Quiero que te cases conmigo.
Los gruñidos que precedieron de Hojo y Asami la hicieron saltar tratando
de ver tras él.
Ni caso pequeña humana, haremos una boda todos, pero en tu maldito
mundo serás mía, en una asquerosa hoja que se tornara amarilla y
correosa antes de que permita que mi último aliento me separe de ti.
Ella negó con una sonrisa.
Mañana.
Extrañada negó.
No creo que se pueda tener un vestido de novia embarazadísima para
mañana.
La sonrisa que puso él de manera traviesa la hizo vibrar, la torció más
besando su barriga, sintiendo a los bebés removerse bajo su toque.
Quiero que seas mía.
Se tumbó a su lado, incorporándose un poco para entrar en ella, lamiendo
con su lengua su hombro, deslizó su maldita polla lentamente por su vagina,
escuchándola gemir de placer, lentamente pasa un brazo bajo ella y con el
otro acaricia su prominente barriga, comenzando un ritmo lento en su
interior, Camila pulsa sus nalgas, intentando recibir más fuertes arremetidas
y golpes en su interior, pero él desliza sus labios detrás de sus oídos y sisea
bajando sus labios temblorosos por su cuello. Hojo se sube lentamente a la
cama frente a Camila y se cruza de brazos mirándola, viendo que ella lo
observa con los ojos entre cerrados ante su orgasmo inminente, apenas se
corres cae un poco sobre Tokai, la polla de él pulsa sus últimos retazos de
semen en su interior y Camila se intenta poner bajo Hojo o más rápido
posible, pero apenas consigue hacerlo en cinco movimientos en los que él
mismo tiene que ayudarla, agachando su cabeza hasta poner su boca en la
de ella, atacándola con la lengua, haciéndola abrirse para él.
¿Estás conforme con casarte con Tokai?
La observa asentir y se tuerce hacia atrás buscando algo, haciéndole sombra
a ella con su polla dura, Camila intenta llegar con la punta de su lengua
hasta su maldita polla, peor apenas consigue quejarse intentando hacer una
incorporación, dejándose caer de nuevo. Él sisea moviendo algo entre sus
manos, una bolsa negra pequeña, cuando observa el enorme diamante rosa
en un anillo con el dibujo de dos dragones a su alrededor como si estuvieran
volando, con diminutos diamantes pegados a su piel sus ojos brillan, los
dragones llevan incluso los ojos con diamantes.
Éste anillo era de mi madre, llevamos buscándolo demasiado tiempo,
he pagado demasiado para que lo buscaran junto a los pendientes de
dragones con diamantes y su colgante con el nombre de nuestros
padres. Mañana tendrán un collar para ti con nuestros nombres, pero
algún día queremos que lleves sus pendientes, como una auténtica
madre de dragones.
Las palabras hicieron a Camila sonrojarse y sonreír mientras él cogía su
mano y deslizaba el anillo en su dedo, los recuerdos de su madre mientras le
arrancaban los regalos de sus padres de su cuerpo recorrían sus mentes, la
crueldad humana les había arruinado la vida a tantos cambiantes.
Eres perfecta.
Besó sus labios haciéndola estremecerse ante la ferviente pasión, después se
incorporó y bajó besos por su vientre, lamiendo cuando deseaba su carne
extendida, la sintió besar su polla y pasar su lengua por toda su
envergadura. Asami se subió a los pies de ella, poniendo las manos tras su
espalda y delante de su vientre, intentando deslizarse en su vagina
humedecida, lo hizo detenidamente, sin perder detalle de ella. Tokai se dejó
caer en un mullido asiento, cogiéndose la polla con la mano, pero Camila
torció sus ojos como si lo sintiera con la lengua fuera bajo la polla de Hojo
y levantó una de sus manos, él negó, pero ella frunció el ceño y torció uno
de sus dedos hacia él varias veces, cómo si ella tirara de una maldita cuerda
anudada a su maldita verga ésta se agitó y vertió con líquido pre-seminal.
Se levantó y se puso junto a Hojo, ella le cogió de la polla y comenzó a
sacudirla con su diminuta mano humana, haciéndolo alzar sus ojos. Su
hermano Hojo gruñó junto a él su liberación, su polla vertió semen por el
pecho de Camila y su vientre, también por su barbilla, pero ella no se
detuvo y tiró de la de Tokai, Asami disfrutaba penetrándola sin parar, ella
ponía sus ojos en blanco, trataba de hacerlo aumentar sus penetraciones,
pero no lo conseguiría. Tokai tenía la polla completamente sensible y no
ayudaba la lengua y los dientes de Camila a contener su corrida, apretó los
dientes rozando con las yemas de sus ásperos dedos que mutaban sus
pezones, sintiendo que sus dientes se afilaban mientras se vaciaba con
chorros y chorros de semen en la garganta de ella. Asami deslizó su mano
hasta llegar a su clítoris, lo dibujó lentamente, escuchándola gemir,
sintiéndola apretarlo, se desvaneció rápidamente, los tres la contemplaron
alzar sus diminutas manos humanas de piel suave hasta sus pechos,
temblaba ligeramente, cerrando los ojos.
Calma pequeña cosa humana o acabarás poniéndote de parto.
Asami susurró cerca de uno de sus oídos, haciéndola sonreír en su medio
sueño.
No soy pequeña.
Ella levantó una de sus manos hasta su rostro, la barba estaba allí, pero
apenas habían pasado cinco días desde que se había afeitado. Él apretó sus
labios subiéndolos por su rostro, escuchándola suspirar, bajó su mirada,
observando su cuerpo de mayor tamaño, la barriga era tremendamente
grande y arrastró una de sus enormes manos hasta allí, sintiendo el
movimiento de sus cachorros rápidamente, reaccionando al sentirlo.
Cachorros de dragones, los cambiantes se echaban a temblar al saber que
había dos más en camino, pero él sentía su maldito pecho martillear hasta
doler, con la imagen de ella a su lado con el vientre lleno a rebosar podría
morir tranquilo, pero no sería hoy, negó sintiéndola removerse, había
cogido el peso de los niños, más de tres kilos por niño, ellos nacerían,
antiguamente si un cambiante embarazaba a una humana y ésta no
conseguía tenerlo se les hacía elegir a los padres que preferían, que muriese
la madre o el bebé o bebés en el parto. Historias se negó a sí mismo, Asami
recordaba a sus padres con ellos delante del fuego de una de las chimeneas
de la enorme mansión, las cortinas quemadas, los sofás, las alfombras, el
olor a quemado siempre estaba presente en la adolescencia de un dragón, el
dominar a sus dragones no era tarea fácil, alrededor de la mansión siempre
había un grupo de cambiantes con tranquilizantes, había pocas familias de
dragones por aquel entonces, cuatro en total, su número se había visto
demasiado reducido, al principio fue la caza de los hombres, se
extinguieron los cambiantes como ellos en toda Europa, ellos eran solitarios
y no era peor, pero la mayoría de las dragones antiguos se emparejaban en
gran número con una sola hembra, aunque no la tuvieran siempre con ellos,
los últimos dragones en desaparecer eran un grupo de más de veinte que
custodiaban a una humana que había sido secuestrada por unos vikingos, la
descubrieron atada al mástil de un barco, siempre se decía que lo que les
llamó la atención de esa hembra era su melena negra y sus ojos marrones,
volaban una zona de aguas calmas cuando la atravesaron los humanos, la
humana no hablaba noruego, ni siquiera los entendía, era una princesa que
venía del lejano oriente, la hija número veinte de un hombre que tenía diez
mujeres y un maldito harem. Sus hermanos lo hicieron apartarse, tenían
varios paños calientes en las manos, el leve zumbido de su teléfono móvil
lo hizo caminar hasta una cómoda cercana y lo llevó a uno de sus oídos.
Tengo algo que os gustará, estoy aquí abajo, en vuestro salón.
Sus hermanos tiraron de Camila hacia la cama, poniendo su cabeza sobre la
almohada, cubriéndola con una sábana, él subió la temperatura del
dormitorio y se puso fuera delante de una pantalla del tamaño de una goma
de borrar, mientras pulsaba en ella escuchaba el ruido de cerraduras en las
ventanas, incluso en la puerta y en el baño del dormitorio, el pomo de la
puerta se iluminó, solamente si ellos lo tocaban o Camila se abriría la
puerta, descendiendo las escaleras un grupo enorme de seres de tamaños
más altos que los de ellos les miraba, tenían los colmillos bajos levantados
sobre sus labios superiores, la mayoría llevaba su pelo en rastas con
adornos, pendientes por sus caras, orejas y cejas, protegían al grupo que
había en el salón, los ojos plata de uno de ellos se detuvieron en Asami, que
no dudó en llegar hasta él y abrazarlo.
Velkan.
Éste dijo su nombre, apartándose de él, sonriéndole.
No teníais que haber venido.
El enorme ser sonrió enseñando sus dientes afilados, torció sus ojos al
escuchar el ruido de los orcos que los custodiaban cargando sus armas,
torció sus ojos, dejándole ver a Asami cómo cambiaban a negro sus
plateados ojos.
Vamos, tengo algo que os interesará.
Hojo y Tokai se aproximaron hasta la baja mesa donde algunos de los
hermanos de Velkan se mantenían sentados con sus largas y fornidas
piernas cruzadas, Asami contempló algo en la baja mesa, parpadeó
cogiendo la maldita fotografía, tenía referencias, una fecha, alzó sus ojos
por la foto, viendo cada detalle de aquello.
Es el collar de mi madre y los pendientes.
El collar estaba sobre el cuello de alguna mujer y los pendientes en sus
orejas, torció sus labios, sintiendo que sus colmillos se clavaban en la carne
baja de sus labios.
Mi hijo Cole estudia y trabaja en Suiza, la foto se la descubrió a una
humana con la que está teniendo algo.
Asami asintió pasándole la foto a Tokai.
Se exhibirán para su subasta en el palacio federal en unos días.
Hojo frunció sus labios cogiendo la foto, contemplándola, Suiza, Alemania,
Austria, Hungría, Rumanía, etc… Todo dominado por licántropos.
Acabo de ponerle a nuestra humana su anillo, cómo pedida de mano.
Él ser ante ellos se inclinó felicitándolos, incluso alzándose los felicitó
doblemente por los futuros bebés, haciéndole dudar de su hospitalidad al
haberlos recibido.
¿Qué queréis? ¿Dinero?, puedo daros todo el que queráis, poner un
maldito precio.
Tokai levantó una de sus manos hacia Hojo, tratando de hacerlo calmarse y
no mostrarse ansioso, pero le resultaba imposible.
Queremos que se nos deje de tratar como a peligrosos asesinos en
serie.
Los orcos tras ellos soltaron ruidos monstruosos por sus labios.
¿Qué?
Tokai negó, parpadeó sintiendo que se ahogaba, negaba sin apartar sus ojos
de la foto.
Los licántropos sois peligrosos.
Uno de sus hermanos soltó una carcajada, joder, daba miedo, incluso a ellos
que eran putos dragones.
Una vez al mes, solamente una nos despertamos fuera de nuestras
camas, en algún bosque cercano, con nuestras ropas rasgadas y llenas
de sangre, con nuestros dientes llenos de carne, con la voz ronca y los
músculos doloridos.
Hojo negó furioso.
Buscaremos como pujar.
Velkan arrastró una de sus manos sobre la foto, moviendo sus dedos sobre
las letras “Subasta privada”.
¡Matáis sin conciencia una vez al mes!
El licántropo sonrió con tristeza, apartándose de ellos.
Una vez encontremos a nuestra única nuestro instinto se calmará,
¡Conseguimos controlar a nuestros malditos licántropos!
Su maldito rugido retumbó en las paredes de la enorme mansión, los orcos
levantaron sus armas al ver las manos de Velkan volverse garras enormes,
sus brazos peludos.
¿Hojo?
La voz de Camila hizo que los tres hermanos se sintieran indefensos, un
maldito temblor recorrió la columna de Asami.
Marcharos de ésta casa.
Repitió las palabras moviéndose a un lado, repitiendo la frase al escucharla
llamarlo a él, Velkan se volvió un instante en el pasillo, volviéndose hacia
él, mirando escaleras arriba unos instantes antes de volverse hacia la salida,
ellos los siguieron, observando a Camila arriba de las escaleras, mirando
preocupada hacia abajo, contemplándolos en la ligera oscuridad.
Vuelve al dormitorio por favor cariño, cierra detrás de tuya, allí estrás
a salvo.
Ella no rechistó, volviéndose con paso acelerado, los tres no se movieron
hasta escuchar la puerta del dormitorio cerrarse, salieron de la saca, viendo
a Velkan hablando muy bajo con varios de sus hermanos, más de ellos se
montaban en la gran limusina, Hojo, Asami y Tokai se observaron
detenidamente, Velkan se removió la mata de pelo negro y se cruzó de
brazos, las venas en ellos se marcaron, sus muslos de las piernas apretaban
los pantalones de vestir que se había puesto y los zapatos lo mataban,
observó a Hojo asentir y apretó los dientes para no sonreír.
Nos reuniremos en nuestro cuartel en unos minutos.
Asintieron hacia un grupo de cambiantes, ordenándoles guiarlos, cuando los
perdieron de vista Asami cogió a un guardia por la camiseta, tirándolo
contra su cuerpo.
En la puta casa no entra nadie, ¿Ha quedado claro?
El cambiante asintió, tragando al ver que la piel de su rostro se escamaba y
mutaba, llegaron hasta las puertas de la enorme construcción, se dejaron
caer en unos asientos y Velkan asintió a sus hermanos, todos ellos se
sentaron, Tokai los contó, eran seis, cada uno de ellos tenía un tamaño
demasiado grande, incluso a la altura de cualquier cambiante, debían de
medir dos metros y medio, con un peso de por lo menos ciento cincuenta
kilos.
¿Por qué queréis ahora libertad de movimientos?
Más cambiantes entraron, los hermanos gorilas albinos los miraron
detenidamente, moviéndose detrás de los licántropos, apretando los puños a
cada lado de sus caderas.
¿Es por vuestro hijo?
Velkan dudó en responder, se encogió de hombros posando sus manos sobre
la mesa ante él.
Nuestro cachorro está libre de nuestra maldición, pero la que lleva
cargando de los humanos a sus hombros lo está consumiendo,
queremos que venga a casa y traiga a la hembra humana con la que
está hasta que se asiente….
Más de un cambiante negó rápidamente, dejándole con el resto de las
palabras que iba a decir en la boca.
Es una simple humana, ¡Hostia!, sí alguno de nosotros la matásemos
acabaríamos con él, lo meteríamos debajo de un maldito agujero y la
cubriremos con cemento húmedo.
Los seis hermanos trabajaban en la construcción, Romaldo, un cambiante
de Brasil era su principal contratista, les daba los trabajos que recibían de
los millonarios suizos. Romaldo no necesitaba joderse más la vida, no ahora
que su humana… El teléfono de Hojo vibró al igual que el de Asami y
Tokai, los tres se movieron cogiéndolos de sus bolsillos, observaron los
datos que habían recibido, Cole tenía problemas con el alcohol y las drogas,
engañaba a su chica constantemente, diciéndole que ella trabajase y
ahorrase para ambos independizarse de la vivienda que compartían, era un
piso en el que ponía vencimiento, desahucio.
¿Qué creéis que vais a conseguir de un chico de dieciocho años
drogadicto, borracho y perdedor?
Hojo se volvió observado a uno de los hermanos gorilas gruñir las palabras.
Ha aprendido de sus padres, suerte que no acabe con varias humanas
embarazadas cómo vosotros dejasteis a su madre con su edad.
Velkan cogió a uno de sus hermanos por la camisa antes de que se
levantase, se le soltaron varios botones y les dejaron ver las letras que tenía
tatuadas en la garganta
“JAMÁS VOLVERÉ A CAER”, sus ojos brillaban en un maldito negro tan
oscuro que parecía no tener profundidad.
Su madre nunca nos quiso, me engañó, me utilizó para asegurarse un
sustento de por vida.
Velkan lo hizo caer en su asiento, gruñó con fuerza observando a los
cambiantes.
No somos cómo cuando teníamos dieciocho años, tengo treinta y
ocho años, puedo controlarme al igual que mis hermanos, se cuándo
malditamente voy a cambiar a un maldito licántropo, alejar a los
orcos de nosotros.
Puso la fotografía en la mesa, dejándoles ver a Hojo, Asami y Tokai las
joyas de su madre.
Todos queremos tener a nuestra familia cerca, aunque sea con un solo
recuerdo.
Tokai respiró con pesadez, sintiendo que echaba humo por sus vías
respiratorias.
Necesitamos tiempo, tenemos que hablar con el resto de cambiantes
que forman el consejo.
Velkan asintió, cogió la fotografía y se incorporó, sus hermanos lo
siguieron, era sombroso ver cómo seis enormes licántropos no producían
ningún ruido al salir del lugar, en cambio los orcos los siguieron respirando
con fuerza, dando pisadas fuertes en el maldito suelo, levantando polvo en
el camino que daba al vehículo que seguía al de los hermanos licántropos,
uno de los hermanos gorilas cogió el hombro de Hojo, haciéndolo torcer sus
ojos hacia él.
Ya no es decisión vuestra, lo sabéis, los hermanos Okamura y los
Ikegami deben conocer los detalles de lo que ha sucedido y debéis
dejarles decidir sobre esto.
Hojo sentía que las joyas de su madre se le escapaban entre las yemas de los
dedos, soltó un gruñido bajo amargo, pero tuvo que asentir, esperó junto a
sus hermanos a que la comunicación con la isla de los Okamura se hiciera
precisa, cuando consiguieron que Ryu se pusiera delante de la pantalla
Takeshi también estaba allí, observando por la cámara a los hermanos.
Después se comunicaron con el resto de cambiantes que llevaban los
consejos del resto de los países, Asami agachó la cabeza mientras se dejaba
caer en un asiento cercano, negando con incredulidad, viendo el poco
tiempo que había durado su mandato en el mundo de los cambiantes, viendo
claramente que por amor había dejado de gobernar Japón, de poder tomar
decisiones sin más. Su pecho zumbó al sentir que asentían, se levantó,
apenas fue consciente de su paso rápido a la mansión, se desnudó nada más
salir por las puertas de donde se habían reunido y cambió, voló, con apenas
dos fuertes movimientos de sus alas llegó al gran balcón del dormitorio. El
leve ronquido de Camila le hizo sonreír, bajó sus ojos por su rostro,
viéndola respirar, no dudó en cargarla en sus brazos, bajándola por las
escaleras hacia la primera planta y después a lo que ahora se llamaba
sótanos y antes eran mazmorras, bajó escaleras empedradas, viendo a Hojo
junto a Tokai encender las luces a su paso, hasta que se detuvieron delante
de montones y montones de oro y joyas, él se subió sobre la primera
montaña de monedas y tesoros, poniendo a Camila sobre el frío material,
viéndola estremecerse y abrir los ojos, contemplando a su alrededor,
quedándose estupefacta al ver todo aquello, intento decir algo, pero él la
detuvo dejándose caer de rodillas delante de ella, el ruido de las monedas
cayendo hacia abajo sonaba sin cesar.
Eres mi jodido mayor tesoro.
Camila parpadeó estupefacta, lo contempló cogiéndola por las piernas,
tirando de ella hacia arriba, colocándola a la altura perfecta para sentirlo
enterrarse en su coño lentamente y lo cogió por una muñeca, estaba sensible
ahora.
No cambiaría esto por nada, ¿Me escuchas?
Ella asintió, su espalda se retorció y él la giró un poco, comprendiendo que
no se encontraba cómoda sobre su espalda con más de seis kilos en su
vientre, bajó su frente hasta su cabeza, pegando su nariz a su rostro,
sintiendo cómo ella respiraba entrecortadamente.
Te quiero, ¡Te quiero!
La observó abrir los ojos y sonrió, parecía exhausta, sus ojos brillaban, sus
labios estaban inflamados, pero sonreía. Él esperó ansioso, deseando
escucharla decirle algo, contestarle algo, pero no llegó, la observó unos
instantes más, meciéndose en su interior, sintiéndola apretarlo, empaparlo,
subió sus manos por su vientre, llegó a sus pechos, el simple roce de las
yemas de sus dedos la hizo correrse, apretó su polla con tanta fuerza que él
puso sus manos a cada lado de su cuerpo y se quedó haciendo movimientos
lentos en su interior, apretando los ojos, sintiendo el inmenso placer que le
producía estar en su interior, se mordió el labio inferior con fuerza, no
quería ser demasiado rudo, no ahora, siguió su ritmo lento, disfrutando de
ella, bajando sus labios hasta uno de sus pezones, posándolos lentamente
sobre su maldito sensible botón, sintió la leche en su punta y soltó un rugido
alrededor de su pecho, haciéndola vibrar, ella apretó sus piernas como pudo
a su alrededor y gimió sudorosa, los pelos que se soltaban del churro que se
había hecho para dormir se soltaban, varios estaban pegados a su cuello
sudoroso.
No pares, ¡Asami!, no te detengas, me vengo otra vez.
Él no tuvo más remedio que asentir, su jodida verga estaba vertiéndose
ligeramente.
Más rápido, más, ¡Más!
Incrementó sus movimientos y penetraciones, golpeando contra ella, en el
momento en que la sintió venirse se quedó sin respiración, sus ojos se
pusieron en blanco, gotas de sudor bajaban por su piel, su espalda se movía,
cada uno de sus músculos, ella se torció bajo su cuerpo, doblando su rodilla
sobre su hombro, retorciéndose, chillando de placer.
¡Oh! Dios ¡Te quiero!
Enfocó sus ojos, viéndola con los ojos apretados, mantenía los labios
abiertos, tenía la boca seca, pero él la había escuchado, la rodeó con sus
brazos e hizo que envolviera sus piernas alrededor de él, sacó su polla aun
dura de su interior y la llevó hasta el dormitorio, Hojo y Tokai sonreían
tumbándose junto a ella, intentando respirar sus aromas en ella, se había
duchado, ambos se sentaron en la cama y cogieron cada uno un bote de
crema que tenían en las mesillas de la cama y agarraron sus pies, ella gimió
al sentirlos incrustar sus dedos en su carne, enterrándolos entre los dedos de
sus pies, sus tobillos, siguió soltando ruidos de placer hasta que se
detuvieron y subieron sus caricias por su cadera más expuesta, su piel se
erizó y tembló soltando una carcajada al sentir los dedos de Tokai
enterrándose en su cadera.
Necesitas descansar.
Ella entrecerró los ojos, subiendo las manos por el pecho de Hojo, viendo
sus uñas pintadas de rosa.
Debes detenerte pequeña, está bien.
Mordiéndose los labios lo miró a los ojos, viendo que éstos se volvían rojos,
como anaranjados y cómo una ligera línea los cruzaba, sus dientes
comenzaron a alargarse y afilarse, el pánico la inundó, intentó respirar, pero
no podía, no podía. Él parpadeó varias veces, volviendo su visión a una
normal, enterró su boca en su cuello, besando ligeramente su piel expuesta
y ella comenzó a respirar con más calma, se puso de lado a ella y enterró
entre sus labios su polla, jugando con ella, arrastrándola por sus labios,
presionando la punta contra su clítoris. Le siseó al sentirla estremecerse
ansiosa, tratando de empujarlo en su interior. Asami se cruzó de brazos en
el marco de la puerta, viendo la polla de Hojo enterrarse en el coño de
Camila, ella torció su cuerpo hacia atrás, golpeando con su cabeza en el
hombro de Tokai, dejándole a él acceso a su rostro y su garganta, se agarró
la polla y la deslizó entre las nalgas de Camila, ella reaccionó removiéndose
ansiosa, deseando que se enterrara en su culo, haciéndolo sonreír, los labios
de él temblaban sobre la piel sudorosa de la frente de ella, Asami sintió la
vibración de su teléfono, lo cogió bajando la mirada y al alzarla sus ojos se
cruzaron con los de Tokai, éste tenía la punta de su polla enterada en el ano
de Camila, él le asintió ligeramente, bajó los ojos a su celular y leyó el
mensaje que había recibido, sonrió, alzando los ojos a sus hermanos, habían
aceptado la proposición de los licántropos, se dejó caer en un asiento
cercano, escuchando los gemidos de Camila, los gruñidos de sus hermanos
y la voz de ella lo hizo detenerse.
Asami, ¡Te necesito!
El teléfono se escurrió de sus manos al escuchar su voz temblorosa, se
levantó ansioso, su polla pulsó, vertiéndose por la punta.
¿Qué te sucede?
La observó negar mordiéndose los labios, su rostro estaba torcido a un lado,
Tokai mordía una de sus mejillas y Hojo chupaba del lóbulo de una de sus
orejas.
Quiero tu polla en mi boca.
Como la maldita jodida mejor cosa del mundo sintió que se vertía más
semen por su polla, la imagen era intoxicarte, no entendía el mundo
humano, nunca lo entendería, rodeó la cama y se subió, agachándose para
deslizar su lengua dentro de la boca de ella, obligándola a hacer
movimientos con la suya, ella torció su rostro, liberando su beso, gimiendo
de placer, corriéndose una vez, Tokai y Hojo chuparon de sus pezones y ella
comenzó a sacudirse, estirando sus brazos hacia él, haciéndolo gruñir, su
pecho ardía mientras le sentía llegar con sus finas y delicadas manos hasta
su polla y sus testículos, tiró de su polla y él no tuvo más remedio que
enterrarse en su boca, la sintió tragar y supo que no aguantaría diez
penetraciones, apretó los ojos negando, su mente no paraba de repetir que
no era un joven cambiante ya, pero la lengua de ella recorrió su maldita
punta, dibujó las venas bajo su polla y él gruñó, su maldita y mágica mano
recorría su eje sin parar, con movimientos suaves y ella chupó de uno de sus
huevos, él alzó su cabeza, soltando un rugido atroz, escuchó los pájaros que
dormían en los árboles cercanos a la mansión salir despavoridos volando,
chillando y cuando bajó su rostro ella tenía sus pechos cogidos y se estaba
corriendo con Hojo y Tokai, su barbilla, sus pechos, incluso su vientre con
su marca morada atravesándolo estaba salpicado de semen y él torció sus
labios en una sonrisa traviesa, su polla se puso dura como la mierda, llevó
sus manos a sus muslos y sonrió como la mierda viéndola volverse
ligeramente sobre sus rodillas y manos en la cama, mirándolo
detenidamente, se incorporó un poco y lo hizo caer en la cama, un maldito
relámpago cruzo la noche, se estampó contra un poste, pero a ella no le
asustó, se subió a horcajadas sobre él y se introdujo sus diez pulgadas en su
interior, subiendo, bajando sin parar hasta enterrarlo completamente en su
interior, él puso los codos en el colchón, movió una de sus manos sobre su
vientre y el orgullo lo golpeó al sentir la dureza en su carne, hizo un
movimiento, tal y cómo uno de los hermanos doctores le había dicho y
sintió la cabeza de uno de sus bebés, sonrió apartando la mano, dejándose
caer en el colchón con las manos de Camila sobre su pecho, ella estaba
enloquecida follándolo, estaba agotada, su cuerpo zumbaba, arrastró los
dedos de una de sus manos hasta su clítoris y la sintió apretar su jodida
polla, dolía, le dolía cuando ella se corría, lo apretaba tanto que parecía que
se la iba a arrancar, pero joder si no era placentero, torció su rostro a un
espejo cercano, observándola, ella parecía que lo había notado y cruzó sus
ojos con él en el espejo, observándose ambos y supo que nada había mejor
en éste maldito mundo que tenerla a ella, cuando terminaron arrastraron a
Camila a la ducha, pero a medio camino de la habitación Tokai la cargó en
sus brazos, no tenía fuerzas.
Tienes que comer algo.
Ella negó y volvió a negar a sus insistencias al entrar en la cama, durmió
cinco horas antes de abrir sus ojos de par en par, los tres hermanos hablaban
bajo en los sillones cercanos a la cama cuando la vieron levantarse de la
enorme cama a toda prisa, Tokai se levantó rápidamente, pensando que
estaba soñando y que se caería, gateaba hasta la orilla y se puso sobre sus
pies, él la agarró estabilizándola y ella chilló.
¡Me hago pipí!, ¡Necesito llegar al baño!
Solamente puso un pie delante del otro cuando un líquido blanco se deslizó
por sus piernas hasta el suelo, Tokai la mantenía sujeta sobre su vientre, con
sus pechos bajo sus brazos, comenzó a temblar y sollozar negando.
¿Ttttt…. Te hice daño al cogerte?
Lágrimas espesas se deslizaron por sus ojos mientras apoyaba su rostro tras
la nuca de ella.
¡Eres un maldito animal!
Hojo rugió las palabras con todas sus fuerzas, pero Camila negó.
Creo que he orinado encima, tengo demasiada presión en la vejiga.
Asami negó tecleando en el teléfono, apenas lo hizo se escuchó en la lejanía
un helicóptero alzarse en el aire.
Eso no es orina Camila, no tiene ni un maldito ápice de olor a meado.
Ella sintió que sus mejillas se enrojecían, se volvió contra el cuerpo de
Tokai, éste mantenía su cabeza baja, las lágrimas caían por sus mejillas.
No hiciste nada Tokai.
Negó, intentaba respirar entre gruñidos bajos, el helicóptero comenzó a
bajar delante de las ventanas del dormitorio y se perdió de la vista de
Camila, pero supo que había aterrizado.
Debemos ir al hospital rápidamente, comprobar que estáis bien los
tres.
Ella negó horrorizada, intentando separarse de él, resbalando un poco en el
líquido, pero no consiguió moverse.
¡No!, necesito tomar una ducha, quiero depilarme.
Tokai subió su rostro, mirándola completamente pálido.
¿Estás bromeando verdad?
La observó negar, la observó poner sus pies sobre una ropa tirada cerca del
suelo, secándoselos y pasando delante de los pies de la cama.
¡Camila!
A pesar de sus gruñidos y sus quejas que fueron seguidos por los de Hojo y
Asami se metió en el baño y encendió el agua de la ducha, se depiló las
axilas, las piernas y se mantuvo un rato más bajo el agua templada, llevando
sus manos a su vientre.
No os preocupéis, tendremos un momento difícil, pero pasaremos por
esto y estaremos juntos.
El ruido de la puerta de la bañera abriéndose de golpe la hizo saltar sus pies
se resbalaron, ella chilló intentando alcanzar algo, pero se precipitó de
espaldas hasta unos enormes brazos que la cargaron, se volvió jadeando a
ver a Hojo.
Imbécil, casi me caigo, ¿No te han enseñado a llamar antes de entrar a
los sitios?, ¿Qué te pasa?
Lo observó mirando alrededor de la ducha, respirando por la nariz con
fuerza.
¿Con quién hablabas?
Ella abrió sus labios sorprendida y negó señalándose su enorme barriga, la
sorpresa en los ojos de él resplandeció.
Perdona, ¿Crees que te entienden?
Cerró el grifo encogiéndose de hombros, viéndolo coger la bata de suave
tela blanca, ayudándola a ponérsela, habían ido cambiando de tamaño según
su vientre aumentaba, pero ésta no cubría ya su ombligo, se sentó en un
banco y él se puso de cuclillas delante de ella, agachando su cabeza sobre
su vientre, pegando una de sus mejillas a su piel estirada.
Me gusta hablarles.
Besó su barriga por varios sitios y volvió a pegar su rostro, los bebés se
agitaron inquietos al sentir los movimientos de sus enormes manos y sus
labios y ella sonrió al ver que su rostro se movía contra su piel.
Ser buenos, estoy deseando conoceros, tenemos que cuidar de mamá,
por favor poner de vuestra parte, ¿Sí?, mami es humana, es nuestra,
tenemos que protegerla.
Las lágrimas se amontonaban en los ojos de Camila, las yemas de los dedos
de él recorrían su vientre y algunas veces apoyaba sus palmas y se quedaba
quieto, sintiendo los movimientos y golpes de los bebés, sintió humedad en
su vientre y vio que eran lágrimas de él.
No podemos permitirnos que nada le suceda, por favor.
Con manos temblorosas él cogió la ropa sobre el lavamanos, era un simple
vestido de tela escocesa, un sujetador y unas braguitas, la ayudó a pasar las
bragas por sus muslos y las dejó a la altura de sus rodillas, pero le negó que
se incorporara, la ayudó a ponerse el sujetador, se incorporó abrochándolo y
pasó el vestido sobre su cabeza, ayudándola a meter los brazos, antes de que
se moviera él cogió su rostro.
Cuando te acaricié por primera vez supe que mis manos habían
estado vacías hasta que te toqué.
Tragó, pestañeando, mirándola detenidamente, su camisa estaba empapada.
Tú eres el maldito mástil de ésta familia.
La cogió por los brazos, la puso sobre sus pies y tiró de sus bragas hacia
arriba, colocándolas alrededor de su vientre y por detrás, bajó su vestido y
sonrió, sus labios temblaban mientras lo hacía.
No volveré a embarazarte Camila, te lo prometo.
Tres años después él, Hojo, se repetía ese momento vivido con ella en su
primer embarazo viendo a sus últimos hijos viniendo al mundo, el
embarazo había sido de trillizos, pero uno de los bebés había muerto antes
del primer mes de gestación, los tres asintieron definitivamente a Fadel y
Jalil, mantenían a Camila abierta, segunda cesárea, iba a costar coserla y
ella insistió en que quería la ligadura de trompas durante todo su embarazo,
por más que ellos insistieron en que se harían una vasectomía ella negó, si
iba a tener una cesárea se ligaría las trompas. Hojo cargó ambos bebés en
sus brazos y se encaminó a una habitación cercana donde dos niños de
melenas negras lo observaban con los ojos grises manchándose ligeramente
de rojo, como las cenizas.
¿Y mami?
Las voces de ambos se juntaron haciéndolo sonreír, se dejó caer de rodillas,
llevaba gorro, patucos y una bata verde.
Estará bien, se durmió porque estaba muy cansada, pronto estará con
nosotros.
Escuchó a sus hijos quedarse sin respiración, sus corazones más lentos
comenzaron a zumbar en sus pechos y después de unos instantes ambos
asintieron saltando de sus asientos, estaban comprobando el latido del
corazón de su madre en el paritorio, comprobando a los bebés.
Verás cuando nuestros primos vean que ahora somos cuatro.
Uno de sus hijos sonrió al otro, soltando una carcajada infantil, el otro
asintió orgulloso.
Ahora somos cuatro.
Ambos aplaudieron, los bebés entre los brazos de Hojo se removieron
ansiosos, buscando sustento y él se incorporó viendo cómo Tokai llegaba
junto a Asami con un biberón cada uno, la ventana cercana se abrió cuando
todos tomaron asiento dejándoles ver a Camila detrás de ella, limpia,
radiante, hermosa, sobre una cama con sábanas blancas, entre abrió los ojos
y sus labios se torcieron en una sonrisa al ver a sus siete cambiantes.
Demasiada testosterona.
Sus palabras salieron entre los temblores pos anestésico y sus hijos tragaron
aliento con fuerza.
Mami tiene frío, papás quemar algo.
Asami soltó una carcajada observando al bebé tragar con fuerza del
biberón.
Tranquilos, la mantienen abrigada.
Uno de los doctores puso una manta sobre ella y la observó torcer sus ojos
hacia él.
Las humanas sois verdaderamente fuertes, traéis cambiantes
increíbles al mundo, gracias.
Camila sonrió, se sintió bobalicona mirándolo y cerró los ojos, dejando que
el sueño la arrastrara lentamente al descanso.
Eiji.
Próximamente.
Sumisa de seis licántropos.
En el fondo no vamos a tener diferencia
entre nosotros, ¿Eh?, vosotros también
os habéis enamorado de una zorra.
Detuvo lo que iba a salir por sus labios al
ver a Alexa llegando cerca de nosotros, la
llevaríamos a casa, saldríamos de la
mierda de ver a nuestros padres,
estaríamos cerca de ella, bajando las
escaleras del palco privado de su difunto
marido, iba sujeta a la barandilla, pero se
detuvo en los últimos escalones para
darnos un vistazo, después torció sus
hermosos ojos azules brillantes en mis
padres y frunció sus labios, la maldita
brisa me arrastraba su aroma hacia mí,
pero evité gruñir.
Hola Jan, Fredrik, Jari, Markus,
Henrik, Kvist.
Las botas de uno de mis padres crujieron y
torcí mis ojos para verlo rodeándome por
los hombros con uno de sus brazos, el olor
a cuero, gasolina y sudor me apartó el de
Alexa, ella terminó de descender hasta la
misma altura que la nuestra, pero ella nos
llegaba al pecho, llevaba unos zapatos
altos y aun así era baja, tenía una falda de
tubo negra hasta sus rodillas y un jersey
de cuello alto que no disimulaba nada sus
enormes tetas.
¿Esperas que te digan algo?
Mi padre y sus hermanos criaron con mi
madre porque uno de ellos la embarazó en
una maldita borrachera, harto de cocaína
de mí o todos ellos, después decidieron
tener más cachorros con la misma
hembra. Siento sus ásperos dedos moverse
por mi garganta y trago al sentirlo
cogerme por la barbilla, juega conmigo
como si fuera un puto titiritero y yo su
jodido muñeco de trapo.
Somos unos malditos maricones, lo
heredamos de la puta de nuestra
madre, siempre pueden hablarte por
señas o con las pollas nena, son hijos de
moteros, dudo que te defrauden.
Soltó mi maldita cara y rompió a reír
viendo a Alexa mirarme a los ojos, ahora
mismo no podría hablar, no sacaría una
mierda por mi boca, ni media palabra, ella
se mantiene cruzada de brazos.
Pero si quieres un buen meneo prueba
conmigo y mis hermanos, te daríamos
la follada de tu vida, podríamos
quitarte esa maldita amargura que
pareces tener.
Quiero golpear a mi viejo, quiero hacerle
tragarse todos sus putos dientes. Alexa se
vuelve, dejándome ver su perfecto culo
mientras se aleja, deseo detenerla, deseo
poder hablar con ella. Cojo el brazo de mi
padre y lo aparto de mí con fuerza,
haciéndolo golpear la maldita pared, me
intento alejar de allí, pero dos de mis
padres me detienen, haciéndome volverme
hacia él.
Los humanos se ríen de ti y de tus
hermanos, ¡Malditos imbéciles!, ni en
vuestros mejores sueños entraréis
vuestras pollas en un coño que no sea
pagando.
Y Próximamente:
Me llamo Máximo y no soy un jodido
cambiante, soy una gárgola, apenas tengo
veinticuatro años y déjame decirte que el sol
no hace que me quede como una maldita
estatua de piedra. Pero que esa mujer que se
pasea delante de mi casa hace que me arda
la maldita polla. Ella es una cuarentona
que me trae jodidamente loco a mí y a mis
hermanos, la amamos, la queremos aquí
con nosotros y la tendremos. Quiero saber
de qué manera nos puede llegar a amar,
saber que se siente cuando nos ame a su
edad, estamos seguros de que nos cuidará
pero con la diferencia de que a cada rato me
la voy a follar, me gustaría saber a qué sabe
su carne, tal vez sea su carne más
endulzante, amarga, no tengo idea, quiero
olerla, pero me da miedo, me volveré loco,
mi jodida polla palpita, estoy seguro de que
cuando estemos con ella no querremos
dejarla, quiero verla quemarse con el paso
de las lenguas de mis hermanos por su
carne, quiero ver cómo se eriza su delicada
piel, quiero ver su coño pegajoso y ansioso,
no puedo imaginarme el jodido paraíso al
tenerla desnuda ante mí, expuesta, ofrecida,
deseosa a nuestra disposición. Quiero saber
las suciedades que pueden salir por sus
labios y escucharla gemir por sus labios
cerca de mis oídos hasta dejarme sordo,
quiero saber cuántas veces se puede correr
antes de que se desmaye, quiero saber sus
límites alrededor nuestra, pero joder, me
gusta verla en la calle cómo lo que es, una
dama cordial, no quiero que nadie la mire
de más, nosotros somos muy celosos, quiero
que sea cómo es, inocente, pero una
auténtica puta con nosotros. Esa humana
que pasea por la avenida es nuestra, nuestra
hembra, sus años nos pertenecerán, su
carne, su mente, toda ella será nuestra,
toda, esa humana va a ser de nuestra
propiedad, tendrá dueños de la cabeza a los
pies y un maldito collar de un puñado de
gárgolas de menos de treinta a los que joder,
pronto, ella vendrá rogando, ella nos amará
y la llenaremos, está madura, fértil y
nuestros cuerpos claman por derramar sus
semillas de manera primitiva en su vientre
hasta que se hinche.