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UNIVERSIDAD SAN ANTONIO ABAD DEL CUSCO

FACULTAD DE CIENCIAS

ESCUELA PROFESIONAL DE BIOLOGIA

CAPACIDAD DE CAMPO

ASIGNATURA: Laboratorio de Fisiología Vegetal


DOCENTE: Rogelio Layme Enriquez
ALUMNO: Joaquin Sebastian Gonzales Chirinos
CODIGO: 200453
INTRODUCCION
El suelo es una estructura sólida, compuesta por un 50% de partículas y un
50% de poros con aire y agua. Podemos descomponerlo en volumen total (Vt),
volumen de partículas (Vs), volumen de aire (Va) y volumen de agua (Vw). El
contenido de agua se puede expresar en términos gravimétricos (w) o
volumétricos (θ) mediante mediciones de masa del suelo húmedo y seco.
Los suelos varían en complejidad. La arena es menos compleja, con amplios
espacios porosos para aireación y drenaje. Es químicamente inerte, tiene baja
retención de agua y escaso intercambio catiónico. Los suelos arcillosos son
más complejos, con más del 40% de partículas de arcilla. Estas partículas
forman gránulos consolidados, con una gran área superficial que retiene más
agua y minerales que la arena. Los suelos margosos tienen cantidades
similares de arena, limo y arcilla, mostrando propiedades intermedias entre la
arcilla y la arena. Son favorables para el crecimiento de plantas debido a su
capacidad de retención de agua y cationes, además de una mejor aireación y
facilidad de manejo en comparación con la arcilla.
El agua del suelo se clasifica en tres categorías: agua gravitacional, agua
disponible para las plantas y agua no disponible.
 Agua no disponible: Se encuentra fuertemente adherida a las partículas
del suelo y no puede ser absorbida por las plantas. Esto se debe a
fuerzas capilares y electrostáticas que actúan en el suelo. Las fuerzas
capilares permiten que el agua ascienda en los capilares del suelo
mediante succión, y su altura de ascenso depende del diámetro del
capilar. La capilaridad es esencial para entender cómo se retiene el agua
en los poros del suelo.
 Agua gravitacional: Es aquella que se mueve a través de los poros del
suelo debido a la fuerza de gravedad. Cuando el suelo está saturado o
cerca de estarlo, el agua excede la capacidad de retención del suelo y
drena libremente hacia abajo. Esta agua es más abundante después de
lluvias intensas o riegos excesivos y se mueve rápidamente hacia capas
más profundas del suelo y eventualmente puede llegar a los acuíferos
subterráneos. Aunque las plantas pueden absorber parte de esta agua,
generalmente no permanece en el suelo por mucho tiempo, ya que es
drenada rápidamente.

 Agua no disponible: Es el agua que está retenida fuertemente en los


poros del suelo debido a fuerzas capilares y electrostáticas. Las fuerzas
capilares son responsables de la capacidad del suelo para atraer agua
hacia arriba a través de pequeños capilares. Estos capilares son como
pequeños tubos en el suelo, y cuanto más pequeño sea su diámetro,
mayor será la altura que el agua pueda ascender debido a la succión
capilar. Por lo tanto, en suelos con poros más pequeños, el agua puede
ascender a mayores alturas por capilaridad, lo que es importante para la
disponibilidad de agua para las plantas.
Las fuerzas electrostáticas también contribuyen a la retención del agua en el
suelo, ya que las partículas del suelo tienen cargas eléctricas que atraen y
mantienen el agua alrededor de ellas. Este tipo de agua es de difícil acceso
para las raíces de las plantas y, por lo tanto, no está disponible para su
absorción.
La Capacidad de campo (CC) consiste en el contenido de agua de un suelo,
después que ha sido mojado abundantemente y se ha dejado drenar
libremente, evitando las perdidas por evapotranspiración. Corresponde
aproximadamente al contenido de agua del suelo a una tensión o potencial
mátrico del agua de -0,33 bares. Normalmente este contenido de agua se toma
alrededor de 24 a 48 horas después de un riego o lluvia abundante, teniendo la
precaución de cubrir el suelo con un plástico para evitar la evaporación.
OBJETIVOS
 Determinar en laboratorio los valores de capacidad de campo (CC) para
diferentes clases de suelos.
MATERIALES
 Muestra de suelo
 Vasos de plástico
 Punzón
 Balanza digital en gramos
 Bolsas plásticas
 Kit de tamizaje
 Probetas

PROCEDIMIENTO
1. Obtener diferentes muestras de
suelo.

2. Pesar las muestras de suelo de


150 g y colocarlos en un horno a
105 °C por 24 a 48 horas.
3. Tamizar las muestras de suelo
separando la graba, arena, limo y
arcilla determinando el porcentaje de
cada una de los componentes.

4. Pesar 100 g de cada uno de los


componentes (arena, limo y arcilla) y
colocarlos en vasos de plástico, estos
previamente serán perforados por su
base para drenar el agua.

5. Luego se añade agua en los


diferentes vasos 80 gr
aproximadamente, saturando los
diferentes tipos de suelo.
6. Las muestras deberán ser cubiertas
con una bolsa para evitar la
evaporación del suelo y dejar
únicamente libre la parte basal donde
están los orificios para que se filtre el
agua.
7. Cada vaso deberá colocarse en un
colador y un recipiente donde quedará el agua filtrada del suelo.
8. Después de 24 horas pesar las muestras de suelo y determinar la
cantidad de agua filtrada.

RESULTADOS

PESO FINAL−PESO INICIAL


CC = X 100
PESO INICIAL
Muestra Peso Inicial Peso Final CC
1 134 171g 27.61%
2 145 181g 24.61%
3 152 193g 26,97%
4 156 198g 26,92%
5 147 187g 27,21%
6 160 203g 26,87%

CONCLUSION
Las características del suelo afectan directamente a su capacidad de retener
agua. Los suelos con una mayor proporción de arcilla retienen una cantidad
más significativa de agua debido a las fuerzas capilares y electrostáticas que
actúan en los poros pequeños. Por otro lado, los suelos con mayor contenido
de arena o grava retienen menos agua y tienen una tasa de drenaje más alta.
Además, se evaluó la disponibilidad de agua para las plantas mediante la
saturación de muestras y midiendo la cantidad de agua filtrada después de 24
horas. Los suelos con una mayor capacidad de retención proporcionaron un
mayor suministro de agua disponible para el crecimiento y desarrollo de las
plantas, lo cual es crucial para su salud. Estos resultados enfatizan la
importancia del tipo de suelo en la agricultura y la gestión del riego. Conocer la
capacidad de retención y disponibilidad de agua en diferentes suelos permite
tomar decisiones informadas sobre qué cultivos son más apropiados para
ciertas áreas y cómo optimizar la irrigación para mejorar la productividad
agrícola de manera sostenible.

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