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El desarrollo del Yo

Angel G. Vazquez Burgos

Departamento de Psicología, NUC University

PSYC 1150

Prof. Pablo Millan

16 de junio de 2023
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La comprensión y exploración de la identidad y el sentido de sí mismo son aspectos

esenciales en el desarrollo humano. A lo largo de la vida, cada individuo se enfrenta a la tarea de

conocerse y comprender quién es. Este proceso abarca diferentes dimensiones, y el autoconcepto

es un componente clave en esta construcción de la identidad. El autoconcepto se refiere a la

imagen mental y la percepción que cada persona tiene de sí misma, que incluye aspectos

cognitivos, emocionales y sociales. A medida que los individuos se desarrollan, su autoconcepto

se va formando y evolucionando a través de diversas interacciones con el entorno, las

experiencias personales y las influencias sociales y culturales. En este sentido, este ensayo

explorará la importancia del autoconcepto en el desarrollo humano, analizando cómo se

desarrolla en los niños, la influencia de la percepción que los demás tienen de uno mismo, la

relación entre la autoestima y el autoconcepto, y el papel que desempeña el estilo de crianza de

los padres y la cultura en la expresión emocional del niño. Comprender estos temas es esencial

para un desarrollo saludable de la identidad y la promoción del bienestar psicológico en las

diferentes etapas de la vida.

El autoconcepto es un componente clave de la identidad personal y juega un papel crucial

en el desarrollo psicológico de los niños. Se refiere a la percepción, evaluación y conocimiento

que un individuo tiene de sí mismo (Harter, 1999). Es un constructo multidimensional que

incluye aspectos cognitivos, afectivos y evaluativos sobre las propias habilidades, características

físicas, personalidad y pertenencia a grupos sociales (Marsh, 1990). El desarrollo del

autoconcepto en los niños es un proceso gradual que se va formando y modificando a lo largo del

tiempo a medida que adquieren nuevas experiencias y se comparan con sus pares (Erikson,

1968). Desde una perspectiva temprana, los bebés y los niños pequeños comienzan a desarrollar
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una conciencia de sí mismos a través de la interacción con su entorno y de la respuesta de los

cuidadores hacia ellos (Lewis & Brooks-Gunn, 1979).

Según la teoría del espejo social propuesta por Charles Horton Cooley (1902), "cada

individuo lleva consigo la imagen de cómo se ve a sí mismo en los ojos de los demás" (p. 184).

Esta perspectiva enfatiza la importancia de las interacciones sociales y la retroalimentación

social en la formación del autoconcepto. A través de la mirada de los demás, obtenemos

información sobre cómo somos percibidos, qué cualidades o características se destacan y cómo

nos valoran en el contexto social en el que nos encontramos. La influencia de la imagen que los

demás tienen de uno mismo se puede observar desde temprana edad. Según Erik Erikson (1963),

los niños dependen de las respuestas y evaluaciones de los adultos significativos en su entorno

para desarrollar un sentido de confianza y autoestima positiva. La forma en que los padres,

cuidadores y maestros interactúan y brindan apoyo afectivo y reconocimiento puede tener un

impacto significativo en la formación de la imagen de uno mismo en los niños. Las interacciones

sociales y las evaluaciones de los demás también desempeñan un papel crucial en la

adolescencia. Durante esta etapa de desarrollo, los jóvenes se encuentran especialmente

preocupados por la aceptación y aprobación de sus compañeros. Como afirma Harter (1999), "los

adolescentes confían en las respuestas y evaluaciones de los demás como una fuente importante

de información sobre su valía personal y el grado en que son socialmente aceptados" (p. 700). La

imagen que los demás tienen de ellos puede influir en su autoestima, confianza y sentido de

pertenencia.
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La autoestima, como componente fundamental del autoconcepto, desempeña un papel

esencial en la percepción de uno mismo. La autoestima se refiere a la valoración subjetiva y

evaluación que una persona tiene de sí misma en términos de su valía personal, habilidades y

competencias (Rosenberg, 1965). Según Harter (1999), la autoestima es un aspecto central del

autoconcepto y está estrechamente relacionada con la percepción que tenemos de nuestras

propias habilidades y competencias. Es una evaluación subjetiva de nuestra valía y sentido de

autoconfianza en diferentes dominios de la vida, como el académico, el físico, el social y el

emocional. La percepción de la autoestima en el autoconcepto es influida tanto por factores

internos como externos. Por un lado, nuestras propias creencias, experiencias y logros personales

contribuyen a la formación de la autoestima. Si tenemos una percepción positiva de nuestras

habilidades y competencias, es más probable que tengamos una autoestima elevada. Por otro

lado, las evaluaciones y percepciones de los demás también influyen en cómo nos vemos a

nosotros mismos y en nuestra autoestima. Las interacciones sociales, las comparaciones con los

demás y las retroalimentaciones que recibimos pueden tener un impacto significativo en nuestra

percepción de la autoestima en el autoconcepto (Steele, 1988).

El estilo de crianza de los padres y la cultura desempeñan un papel crucial en la expresión

emocional del niño. La forma en que los padres interactúan con sus hijos, así como las normas y

valores culturales, influyen en cómo los niños aprenden a reconocer, regular y expresar sus

emociones. Según Eisenberg, Cumberland y Spinrad (1998), "el estilo de crianza de los padres

puede influir en la capacidad del niño para expresar emociones de manera apropiada y efectiva"

(p. 305). Los padres que brindan un entorno seguro, afectuoso y empático fomentan la expresión

emocional saludable en los niños. La cultura también desempeña un papel importante en la


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expresión emocional del niño. Las normas y expectativas culturales en relación con la expresión

de las emociones pueden variar significativamente. Por ejemplo, en algunas culturas se fomenta

la expresión abierta y directa de las emociones, mientras que en otras se valora más la contención

emocional. Según Cole, Bruschi y Tamang (2002), "la cultura influye en la forma en que los

niños aprenden a interpretar y expresar las emociones, así como en las estrategias de regulación

emocional que utilizan" (p. 445). Los niños internalizan las normas culturales y aprenden a

ajustar su expresión emocional de acuerdo con ellas.

La importancia de la imagen que los demás tienen de uno mismo en el desarrollo del yo

es un tema de gran relevancia en la psicología del desarrollo. A través de las citas y referencias

mencionadas, se puede apreciar cómo la percepción que los demás tienen de nosotros influye en

la formación de nuestro autoconcepto y autoestima. El reconocimiento y la validación por parte

de los demás pueden fortalecer nuestra percepción positiva de nosotros mismos, mientras que la

crítica y las evaluaciones negativas pueden afectar nuestra autoimagen. Es fundamental

reconocer que la imagen que los demás tienen de nosotros no debería ser la única fuente de

validación, ya que también es importante desarrollar una autovaloración basada en nuestras

propias creencias y logros. No obstante, la interacción social y las relaciones con los demás

desempeñan un papel significativo en cómo nos vemos y evaluamos a nosotros mismos. Al

tomar en consideración estos aspectos, podemos comprender la importancia de fomentar un

entorno social positivo y de apoyo que promueva el desarrollo de una imagen saludable y

positiva de uno mismo.


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Referencias

Chen, X., Dong, Q., Zhou, H., & Wang, L. (2012). Maternal authoritative and authoritarian

attitudes and mother-child interactions and children's emotion regulation in China. Social

Development, 21(3), 476-495.

Cole, P. M., Bruschi, C. J., & Tamang, B. L. (2002). Cultural differences in children’s emotional

reactions to difficult situations. Child development, 73(3), 983-996.

Erikson, E. H. (1968). Identity: Youth and crisis. W.W. Norton & Company.

Lewis, M., & Brooks-Gunn, J. (1979). Social cognition and the acquisition of self. Springer.

Marsh, H. W. (1990). The structure of self-concept: Ability and self-esteem constructs. Academic

Press.

Harter, S. (1999). The construction of the self: A developmental perspective. Guilford Press.

James, W. (1890). Principles of psychology. Henry Holt and Company.

Rosenberg, M. (1965). Society and the adolescent self-image. Princeton University Press.

Steele, C. M. (1988). The psychology of self-affirmation: Sustaining the integrity of the self. En

L. Berkowitz (Ed.), Advances in experimental social psychology (Vol. 21, pp. 261-302).

Academic Press.

Eisenberg, N., Cumberland, A., & Spinrad, T. L. (1998). Parental socialization of emotion.

Psychological Inquiry, 9(4), 241-273.

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