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APRENDIENDO A LEER LA HISTORIA DE ISRAEL


COMO NUESTRA PROPIA HISTORIA
LIBROS HISTÓRICOS
INTRODUCCIÓN: ¿Libros Históricos o Libros Proféticos?
La lista de libros bíblicos o canon cristiano tiene una sección de libros, que viene después de la sección
del Pentateuco, la cual llama Libros Históricos. Esta sección va del libro de Josué hasta el segundo
libro de los Macabeos. Además, contiene algunas historias de personajes concretos (Historias
Ejemplares) que reciben el subtítulo de Novelas Pedagógicas. Sin embargo, la lista hebrea o canon
hebreo (TaNaK), no sólo no tiene una sección con este título específico de Libros Históricos, sino que,
además, tiene otra ubicación para los mismos. Esta diferencia se debe a que la Tradición Cristiana
asumió en gran medida el Canon Griego o Septuaginta, el cual los ubica de forma diferente.
En la TaNaK, algunos de los libros que se encuentran ubicados en los Libros Históricos, según la
denominación cristiana, se ubican en los Libros Proféticos o Nebiim, y otra gran parte en la sección de
Escritos. La razón por la que el Canon Hebreo ha preferido esta ubicación no es una casualidad.
Responde, justamente, a lo que en la mentalidad hebrea se entiende como historia. Esto significa que
hay una estrecha relación entre el Profetismo y la Historia.
1. Historia e Historiografía
Solamente el hombre puede hacer historia, de ahí que sea un ser histórico. Esto se da porque los
animales no tienen conciencia del nacer y, mucho menos, del morir. En cambio, el hombre es
consciente del nacer y el morir, por eso, hace historia. Además, desde las cosas creadas, puede renovar
e inventarse otras nuevas.
Los distintos acontecimientos que viven los hombres en forma de causa y efecto secuencial (ámbito
fenomenológico), es lo que se llama Historia. Sin embargo, en el ámbito de la tradición hebrea, esta no
es una simple historia como la de muchos otros pueblos, sino que se llama Historia de la Salvación
porque se tiene la creencia o la fe de que todo sucede progresivamente por designio de Dios. Es así
como se cree que Dios se da a conocer a través de los acontecimientos diarios y por la palabra de
aquellos que Israel llama Profetas. El lector poco a poco se da cuenta que la llamada Historia de la
Salvación se realiza a través de Hechos y Palabras conectados entre sí, e inseparables (Dei Verbum
14).
Dios decide revelarse al hombre en la historia para poder actuar desde dentro de la vida de este. De lo
contrario, sería una acción inaccesible e incompresible por parte del hombre. Es como si Dios hubiera
querido utilizar el modo y el lenguaje humano para hacerse comprensible a aquel a quien, por puro
amor, siempre quiso salvar.
Ahora bien, para que esos hechos se puedan comprender como historia de la Salvación, es
indispensable que sean verbalizados, y toda verbalización es una interpretación. Es así como nace la
Historiografía. Esta consiste en poner por escrito o narrar los hechos que se han podido constatar
(fenómeno). Esto significa que la historiografía ya es una interpretación de los hechos. En la actualidad
se ha constatado que no hay una historiografía neutral y aséptica de los hechos, y mucho menos desde
la perspectiva de la tradición hebrea. Lo que narra la historiografía hebrea es una interpretación de los
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hechos desde la FE. Por esta razón gran parte de los Libros Históricos hacen parte de los escritos
Proféticos, porque el profeta es el que hace una lectura atenta de la historia o de la realidad presente, y
la interpreta desde la revelación y la fe en Yahvé.
2. Historiografía Moderna y la Historiografía Bíblica
Aunque ambas se llaman Historiografía, hay algo que las distingue y diferencia sustancialmente. En la
perspectiva moderna Occidental, el criterio para definir una historia como verdadera o como falsa se
enfoca en la coincidencia exacta entre los hechos y la narración de estos. Cualquier cuota de ficción o
imaginación en la descripción o narración de los hechos, echaría a perder su credibilidad y veracidad.
En cambio, en la Historiografía bíblica Oriental, hay mucha ficción o imaginación en la descripción o
narración de los hechos. Es que el criterio de verdad cambia con respecto al criterio Occidental. La
verdad tiene un carácter trascendente, es decir, se trata de la verdad de un Dios que es FIEL. Ya no se
trata de la coincidencia exacta de los hechos y las palabras, sino que, en la secuencia lógica de la
narración, se describe y justifica la presencia de un Dios que es fiel al acompañar a su pueblo en todas
las circunstancias de la vida, el que cumple su promesa. Quien narra un acontecimiento, busca hacer
transparente las secuencias de los eventos narrados según una concepción teológica determinada: un
ejemplo claro es la aparente contradicción con respecto al censo de David (2Sam 24, 1; 1Cron 21, 1).
Por tanto, la narración es más una interpretación teológica de la acción de Dios Fiel, que una
descripción fenomenológica.
Entonces, ¿lo que narra la biblia es pura ficción? Ficción es algo irreal e imaginario. Los hechos son
reales y se pueden constatar fenomenológicamente, pero son adornados literariamente por medio de la
ficción, y enfocados con una finalidad que se describirá a continuación:
2.1. Es una Historiografía Confesional:
Quien narra los hechos tiene muy claro y, cree firmemente, que todo viene de Dios y todo camina hacia
Dios. La historia del pueblo es una empresa de Dios cuyo primer signo de amor fue la creación que
llegó a su culmen en la alianza del desierto de Sinaí. Mientras que otros simplemente veían a un pueblo
salir de Egipto y atravesar el desierto y el mar, el pueblo sentía que no caminaba solo, sino con Dios.
2.2. Es una Historiografía Querigmática o catequética:
Se cuentan o narran unos eventos, no con carácter informativo o interpretativo, sino con la intención de
anunciar una fe. La narración bíblica nace por el deseo de transmisión de una fe de padres a hijos: Y
cuando vuestros hijos os pregunten por el significado de este rito, vosotros responderéis: es el
sacrificio de la pascua de Yahvé… Ex 12, 26-27. Los artículos de la fe israelita no son verdades
abstractas, sino intervenciones y acontecimientos salvíficos de Dios en favor de su pueblo: Dt 26, 5b-
10a.
2.3. Es una Historiografía Interpelante:
Como esta historia tiene carácter religioso, busca, entonces, una respuesta y asentimiento del lector. El
lector puede ver reflejado en los avatares de los personajes de la narración una proyección de su propia
vida: Jos 23, 16.
2.4. Es una Historiografía Escatológica:
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La historia no se repite, avanza de manera lineal hacia una meta. Los acontecimientos de ayer y de hoy
pueden tener alguna conexión, pero no se repiten. Esta progresión no significa de menor a mayor, sino
que cada acontecimiento es un Kairós de Dios, es decir, una oportunidad para que el hombre responda
y se convierta.
2.5. Es una Historiografía Salvífica:
Dios interviene en la historia para salvar al hombre. Por eso, se llama también Historia de la
Salvación. No es un acto narcisista de Dios, sino un don para el hombre.
3. ¿Qué historia narra la Biblia?
Dado el carácter histórico de la fe, la sección más amplia de libros de la Biblia viene cobijado bajo esta
denominación. A su vez, tiene una serie de subdivisiones que sirven para captar mejor el sentido de la
historia.
Historia Deuteronomista: Josué – Jueces – 1-2 Samuel – 1-2 Reyes: esta historia está basada en los
principios teológicos del Deuteronomio (una sola fe, un solo templo, una alianza, una tierra, un solo
Dios), por eso recibe este nombre.
Historia Cronista: 1-2 Crónicas – Esdras – Nehemías: recibió este nombre por parte de la tradición
griega porque se pensó en un primer momento que contaban la historia que hacía falta en la historia
Deuteronomista. De hecho, también son llamados Paralipómenos. Estos cuatro libros conservan la
misma línea teológica.
Historias Ejemplares o Novelas Pedagógicas: 1-2 Macabeos – Tobías – Judit – Ester – Rut: son
historias con una intención claramente catequética. Buscan hacer crecer en la virtud y en la
conservación de las tradiciones, especialmente, para los judíos que vivían fuera de Palestina (diáspora).
La historia que narran todos estos libros va desde la conquista de la tierra prometida, pasando por el
exilio en Babilonia, y terminando en el tiempo de los griegos cuando los Macabeos los logran expulsar
de la tierra.
4. La Historia de Israel es Historia de Salvación
La historia que cuenta la Biblia es el mejor ejemplo de cómo la historia de los hombres se puede leer o
interpretar como Historia de Salvación. Esta historia está tejida de momentos gloriosos y momentos
dolorosos.
4.1. La Tierra Prometida: ¿Don o Conquista? (Libro de Josué)
El libro de Josué narra los avatares de la entrada en Canaán. Esta entrada está precedida por el llamado
de Dios a Josué como el líder que conducirá al pueblo hacia la tierra prometida: Jos 1, 1-9. Hay una
clara insistencia en el cumplimiento de la ley y en que la tierra es un don de Yahvé para que el pueblo
pueda permanecer y gozar convenientemente de la tierra. A partir de este llamado a Josué, el resto será
todo un proceso de conquista que tiene todas las características de una novela épica. El lector puede
constatar un movimiento recíproco: la tierra se recibe como un don, pero al mismo tiempo hay que
conquistarla: Jos 10, 7-8.14.19.32. Este acto de conquista también tiene características simbólicas que
aluden a un trabajo interior de conquista personal.
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Al lector creyente le causa cierta contradicción algunas expresiones donde Yahvé ordena aniquilar
(anatema: una cosa maldita o apartada) los pueblos conquistados: Jos 2, 10. En los relatos épicos
donde las batallas y la violencia son centrales, el enemigo debe ser aniquilado completamente, no
puede quedar rastro de su presencia. Esta forma de narrar o de presentar la conquista, toma rasgos
simbólicos en cuanto no se puede tolerar nada que comprometa (apego) la futura libertad del pueblo: 6,
17-19 (Cf. Jue 8, 24-27. Quien viole el anatema, no sólo pone en riesgo su propia libertad sino también
su relación con Dios: Jos 7, 1.11. Finalmente, después de varias batallas y dificultades internas, logran
instalarse en la tierra prometida, y sellan nuevamente una alianza en Siquem, la cual viene precedida
por toda la acción fiel de Dios: Jos 23, 3-5; y una advertencia sobre las consecuencias de su
rompimiento: Jos 23, 16.
4.2. Tomando conciencia de ser un pueblo libre: vivir en la libertad como un don (Libro de
los Jueces)
Ahora que el pueblo está en la tierra prometida, ¿se puede decir que es un pueblo libre? Parece que no.
La libertad no se restringe a un lugar físico, sino a una actitud frente a la vida, al otro y a Dios. La tierra
prometida podría ser una imagen del jardín donde el hombre y la mujer se ponen a prueba frente al don.
Ante el don tengo la posibilidad de ser libre o esclavo de este.
Ahora bien, en la lectura de este libro, hay dos cosas que generan curiosidad, estupor y contradicción
en el lector. Lo primero es que toda la tierra de Canaán no está conquistada: Jos 21, 43-45; Jue 1, 1-8.
Esto significa que la conquista no ha sido una empresa rápida como lo contaba el libro de Josué, sino
algo lento y procesual. En este proceso ha jugado un papel importante la forma cómo el pueblo ha
asumido su nueva condición de pueblo libre. Parece que este proceso no fue fácil: la evidencia está en
Jue 2, 1-3.11-19.
El ciclo teológico de pecado, arrepentimiento, perdón y salvación de Dios viene mediado por los
Jueces. La presencia de estos personajes asegura que el pueblo retome el camino de la libertad,
especialmente, porque el pueblo deja de emparentar y adorar a otros dioses (anatema). El pueblo
realmente no es libre porque necesita que alguien siempre esté a su lado. El pueblo, ciertamente, está
aprendiendo a ser libre.
La segunda cosa que genera curiosidad, estupor y contradicción en el lector creyente es la moralidad de
los jueces y la violencia que allí se cuenta. De hecho, es constatable que los jueces no son personajes de
probada virtud: algunos son mujeriegos, codiciosos, ambiciosos; pero con la mayor disposición para
hacer la obra de Dios. Los relatos cruentos o violentos en el libro de los Jueces no busca hacer una
apología de la violencia, sino que, reflexionando sobre ella en la vida de ciertos personajes, conduce al
lector a reflexionar sobre sí mismo y sobre su propia violencia. Este libro se atreve a afrontar la
violencia para mostrar su carácter odioso y denunciarla como el pecado fundamental.
4.3. De la anarquía a la monarquía: un proceso de madurez (Libros de 1-2 de Samuel y 1-
2 de Reyes)
El libro de los Jueces no termina en buenos términos: Jue 21, 25 todo era una anarquía: en lugar de ser
libres se han hecho esclavos de su propio instinto.
No obstante, la estabilidad tribal se logró gracias a los buenos oficios de Samuel. Este tiene el rol de
juez, pero también de sacerdote por su servicio en el templo en los tiempos del sacerdote Elí. Samuel se
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convirtió en el hombre con mayor poder político y religioso entre todas las tribus de Israel. Para
ampliar su poder y, quizás para establecer una dinastía, nombró jueces a sus hijos (1Sam 8, 1), cosa
que no se vio en la historia de los Jueces ya que estos eran nombrados directamente por Dios: Jue 3, 9.
Sin embargo, estos no obraron con rectitud moral, y provocaron el malestar de las tribus que pidieron a
Samuel otra forma de gobierno: Monarquía (1Sam 8, 5).
Obviamente, esta propuesta molestó a Samuel el cual se justificó argumentando que la petición del
pueblo es que ya no sea Dios sino un rey quien los gobierne. En 1Sam 8, 1-22 se describe el trauma
que generó este cambio en la forma de gobierno. Yahvé siempre ha gobernado a su pueblo a través de
un mediador. En este caso, no sería distinto, sólo que en lugar de mantener la autonomía de las tribus se
pasaría a un gobierno central. Este choque entre los deseos del pueblo de un cambio estructural de
gobierno, y la resistencia de Samuel a mantener el estatus quo donde él tendría el máximo poder, se
convirtió en el paradigma de los conflictos entre los profetas y la monarquía.
Yahvé accede a los deseos del pueblo. Una constante en la historia de la salvación es cómo Dios se va
acomodando a las circunstancias del pueblo, y nombra un rey. Samuel obedece, no sin ciertas
resistencias, y unge al primer rey de Israel: Saúl. El rey nunca podrá olvidar que está al servicio del
pueblo y de la ley de Dios: Dt 17, 14-20. De ahora en adelante, la historia de desenvolverá entre el
ejercicio de poder de los reyes, los cuales no siempre obedecerán a la ley, y de los profetas que se lo
recordarán.
4.3.1. David: ¿un modelo de rey?
Ciertamente, el más importante de los reyes de Israel fue David. Tanto así, que se convirtió en un
criterio de valoración para los reyes que le sucedieron: 1Re 14, 8; 15, 3. Y no sólo fue el más
importante sino también el más querido: David significa querido. Después de la enseñanza que dejó la
historia de Saúl, era muy importante hacer una buena elección: 1Sam 16, 1-13. La historia de David
está marcada por una mirada muy profunda de Dios porque él no ve las apariencias, sino el corazón. En
David no será nada fácil conocer sus intenciones y sentimientos. Pelea en favor del pueblo y de Yahvé
(1Sam 17, 47), pero también con pretensiones personales: 1Sam 17, 25-26.48-51. Toma mujeres como
esposas a conveniencia y de manera un poco atrevida: 1Sam 18, 27 (Mical), 1Sam 25, 39 (Abigail),
2Sam 11, 27 (Betsabé). Aún así, Yahvé siempre estuvo con David: 1Sam 8, 6.14. La historia de David
obliga a que el lector se plantee su imagen de modelo.
4.3.2. Elías: ¿un modelo de profeta?
Ciertamente, el más importante de los profetas de Israel fue Elías. Tanto así, que el final de su vida fue
misterioso. Desapareció con el fuego, elemento que lo acompañará toda su vida. Elías tiene la valentía
de anunciar una sequía: 1Re 17, 1. Además confía en la palabra de Yahvé que no lo abandona ante el
hambre y la sed: 1Re 17, 8-16. Es capaz de enfrentar al rey y luego matar a 450 profetas de Baal: 1Re
18, 40. Denuncia los atropellos contra los pobres: 1Re 21, 17-24. Pero también huye cobardemente
ante las amenazas de la reina: 1Re 19, 1-8. Un punto clave de su vida será su encuentro personal con
Yahvé en la cueva: 1Re 19, 9-18. A partir de ahí, su vida cambia, se hace más fecunda porque todo el
fuego que, muchas veces se confundía con odio o prepotencia, Dios le ayudó a encauzarlo hacia el
bien. Hace discípulos: 1Re 19, 19-21 (Eliseo).
4.3.3. La tragedia: el exilio.
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Finalmente, los reyes y el pueblo no escuchan la voz de los profetas, y no cumplen la ley, lo que
provoca la mayor tragedia para el pueblo: el exilio (Jos 23, 16). Fueron dos exilios: Samaría en el 722
a.C., y Babilonia en el 589 a.C. Esto dejó una huella profunda en el pueblo.
4.4. El regreso del exilio y la reconstrucción de la libertad: judaísmo (Libros de Esdras y
Nehemías)
Después de 50 años de exilio en Babilonia, Dios se muestra misericordioso con su pueblo y lo hace
volver a la tierra prometida, gracias a las disposiciones de Ciro, rey de Persia: Esd 1, 1-6. Los libros de
Esdras y Nehemías cuentan un poco el proceso del regreso, y la reconstrucción material y espiritual del
pueblo. No fue un trabajo fácil porque se dieron luchas entre aquellos que decidieron regresar y los que
no fueron exiliados, pero se habían mezclado con mujeres extranjeras. Finalmente, se logra reconstruir
el templo y las murallas, pero el gran signo de la unidad del pueblo será la Ley. Esto se convierte en la
piedra angular de lo que luego se llamará el Judaísmo.
El nacimiento del judaísmo bajo el signo de la Ley significaba recuperar algunas festividades como la
Pascua, Las cosechas, y el inventar otras como la fiesta de los Purim, y así recuperar las tradiciones y
darle cohesión y unidad al pueblo. Es importante resaltar aquí la prohibición de los matrimonios
mixtos, que luego será criticado en el libro de Rut.
4.4.1. Rut: una mujer extranjera que hace parte del pueblo elegido (Libro de Rut)
Rut es una moabita, es decir, una mujer extranjera que se casa con un israelita (Belén). Enviuda y, en
lugar de buscar nuevos rumbos para reconstruir su vida, se queda con su suegra Noemí a pesar de la
pobreza y otras dificultades. La permanencia con Noemí no sólo implicaría regresar a Belén (casa del
pan), sino adoptar a Yahvé como su único Dios, y a Israel como su única patria: Rut 1, 16-17. Ambas
mujeres regresan a Belén y con la astucia de Noemí y la bondad de Rut, logran que Booz se fije en ella
y las salve: Rut 3, 1-18. No fue un método muy virtuoso desde lo moral, pero el narrador no emitió
ningún juicio. La solidaridad, la bondad y el amor de Rut no sólo sirvieron para devolverle la dulzura a
Noemí, sino que demostraron a los dirigentes de Israel que una extranjera también puede ser una hija
de Israel. Finalmente, Rut da a luz a Obed que se convertirá en el abuelo de David: Rut 4, 18-22. De
esta manera, una extranjera se incluye en la genealogía del pueblo de Israel y del salvador: Mt 1, 3-6.
4.5. El pueblo de la diáspora también es pueblo de Dios (Libros de Tobías, Judith y Ester)
Una historia paralela también se desarrolló en la diáspora, es decir, entre los judíos que habían
permanecido en el extranjero. Algunas de las historias ejemplares como Tobías y Ester se compusieron
para alentar la fe y conservar las tradiciones de los judíos de la diáspora: la sepultura a los muertos, la
solidaridad entre los judíos y la fiesta de las suertes o los Purim. Toda esta instrucción sirvió para que
el pueblo no se absorbiera por las maravillas de otras culturas como la griega.
4.6. Los defensores de la fe: Los Macabeos (Libros 1-2 de los Macabeos)
Después de un largo periodo de dominación persa, emerge al escenario mundial un grupo de islas
liderada por un hombre muy talentoso: Alejandro Magno (300 a.C.). A sus 30 años conquistó todo el
mundo conocido. Poco después muere y deja su imperio a 6 de sus generales. La tierra de Egipto y
Palestina queda en manos de Seleuco y Ptolomeo Lagos. En el tiempo de Alejandro Magno, la
asimilación de la cultura griega fue lenta y tolerante, sin embargo, con estos generales se hizo brusca y
traumática. Es la razón por la que surgen los defensores de la fe, bajo el liderazgo del sacerdote
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Matatías: 1Mac 2, 1ss. Lo sucede en esta empresa su hijo Judas quien logra erradicar definitivamente
las abominaciones griegas: un gimnasio en Jerusalén, construyeron altares, rompieron los libros de la
Ley, sacrificios de puercos: 1Mac 1, 14.41-64. Esto lo lograron con mucha dificultad y no sin mucho
sacrificio: uno de los más conocidos es el de 2Mac 7, 1-42.
La perspectiva teológica de Los Macabeos es bastante tendenciosa al hablar de la cultura griega, pero
objetivamente hablando, el peligro no estaba en la cultura griega en sí misma, puesto que fue muy
apreciada en el mundo, al punto que los judíos de la diáspora solicitaron una traducción griega de la
Biblia que se llamó Septuaginta. El peligro estaba en que tal asimilación terminara en eclipsar las
tradiciones judías y la fe en Yahvé. Esta defensa y expulsión de los paganos terminó con la instauración
de una nueva dinastía, la de los Asmoneos. La historia que cuentan estos libros termina en los albores
del surgimiento de una nueva potencia mundial llamada Roma.

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