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¿Cómo funciona una Smart Grid?

La industria eléctrica está cada


vez más llamada a una
transformación: una evolución
de una red centralizada a una
más derivada que exija una
mayor interactuación por parte
del consumidor. Aquí es donde
entran en juego las Smart Grids,
o redes inteligentes, que
prometen cambiar el modelo de
negocio y su relación con todos
sus integrantes, desde las
eléctricas al consumidor final.
No cabe duda de que estamos
asistiendo a un momento de
como nunca antes se ha dado
en nuestra sociedad. Sin embargo, a veces podemos ignorar las verdaderas aplicaciones
que este progreso digital pueda tener en la vida diaria.
Uno de los ejemplos más atractivos es la aparición de las redes eléctricas inteligentes, una
nueva forma de entender y gestionar de manera eficiente la electricidad.

¿Qué es una Smart Grid?


O, en otra manera de plantearlo, ¿qué hace “Smart” a una red eléctrica? 
Resumidamente, una Smart Grid incorpora, frente a las redes tradicionales, la tecnología
digital necesaria para que una comunicación fluida en ambas direcciones tenga lugar entre
la instalación y el usuario. Es decir, es inteligente. Valiéndose de Internet, una Smart Grid
usa herramientas informáticas y domóticas, así como la tecnología más puntera y
el equipamiento más innovador, para dar una respuesta en firme a la volátil demanda de
electricidad.
 
Y es que hay que recordar que la electricidad cuenta con una naturaleza particular: tiene
que consumirse simultáneamente al momento de su generación. Una planta eléctrica
genera energía, pero no puede almacenarla hasta que sea necesaria.
 
Es por esto que la energía que no se consume, suele perderse, y en un momento como
éste, en el que buscamos la máxima eficiencia energética, hay que buscar soluciones. Y las
Smart Grids lo son, ya que son el emblema de una transición hacia una futura versión de
nuestras redes eléctricas.

 
¿Cómo funcionan?
En pocas palabras, una Smart Grid es una red en la que los circuitos hablan, y que es
capaz de vigilar su consumo. Se trata de una instalación en la que el consumo será visible
en todo momento, y no solo a través de la factura de la luz, y en la que se podrá monitorizar
y medir el comportamiento eléctrico de cada uno de los aparatos que están conectados a la
infraestructura.
 
Para llevar todo esto a cabo, las Smart Grids incorporarán un sistema informático
automatizado, capaz de responder automáticamente a las fluctuaciones de la producción de
la energía, pero también de la demanda. Así, se alcanzará una situación en la que tanto el
usuario final como el distribuidor cuenten con más información acerca del consumo, y en la
que se haga un uso más responsable en todo el ciclo: desde las plantas generadoras hasta
el sistema doméstico.

¿Qué beneficios tienen?


Además, otros beneficios asociados son:

 Una transmisión más eficiente de la electricidad.

 Un restablecimiento más rápido y eficaz tras una interrupción del servicio.

 Reducción en los costes y en las operaciones, y en consecuencia, en los gastos del


consumidor final.

 Reducción en los picos de demanda, que también se traducirán en una bajada de


los precios.

 Integración a gran escala de sistemas de energías renovables.

 Integración más eficiente de sistemas en los que el propietario sea el consumidor.

 Mayor seguridad.

 
El aumento de la eficiencia energética en las redes
de distribución implica el desarrollo de dos nuevos
conceptos:
1. Telegestión: es la medida y gestión a distancia y en tiempo real de los consumos
del usuario final. Esta nueva funcionalidad en la red permite conocer los hábitos de
consumo del usuario, posibilitando la discriminación horaria que dará lugar a una
oferta de las Comercializadoras con un rango más amplio de tarifas y servicios
adaptados a las necesidades del usuario.

2. Gestión activa de la demanda: es la gestión por parte de la compañía de parte de


las cargas del usuario final según un protocolo, unas prioridades y unos beneficios
tarifarios acordados entre ambos. Esta funcionalidad permite optimizar el consumo
de un cliente en base al comportamiento observado, a un rango de confort definido
por el usuario y otras referencias adicionales como, por ejemplo, las condiciones
meteorológicas. Este servicio avanzado de gestión permitirá conocer los consumos
en tiempo real, hacer previsiones y optimizar.

Estos conceptos permiten mejorar sustancialmente las inversiones realizadas en redes de


distribución por parte de las compañías eléctricas. Esto es debido a que podrán evitarse o
posponerse parte de los desembolsos destinados a la construcción de nuevas
infraestructuras o mantenimiento de las existentes, ya que estas funcionalidades permitirán
adecuar el comportamiento de los usuarios a las posibilidades de la red, ajustando de una
manera mucho más precisa a la actual, la demanda y la oferta de electricidad.
Otro punto importante es la incorporación de energías renovables a la red de distribución,
que consigue el doble objetivo de incrementar la generación renovable y la eficiencia
energética al acercar la generación al consumo, reduciendo las pérdidas en el transporte de
la energía eléctrica.
Se conoce como Generación distribuida a la aparición de pequeños generadores
distribuidos en zonas cercanas a los lugares de consumo, de modo que se evitan las
pérdidas asociadas al transporte y se hace un uso más eficiente tanto de la energía
distribuida como de los activos instalados en las redes.
La incorporación de la generación distribuida en la red de distribución provoca flujos de
energía bidireccionales y, en la mayoría de las ocasiones, no gestionables, que pueden
comprometer algunos de los requisitos exigidos a las redes eléctricas, como son la calidad
del servicio, la seguridad, la sostenibilidad y la rentabilidad.
Con objeto de mantener los mencionados requisitos dentro de un rango aceptable, se hace
necesaria la Gestión automatizada de la red.
Esta consiste en sistemas de automatización en todos los niveles de la red asociados a
sistemas informáticos específicos, y que posibilita una operación automática frente a
incidencias en la red, de modo que el sistema sea capaz de reconfigurarse por sí mismo,
recuperando el servicio en un corto espacio de tiempo, o incluso llevar a cabo labores de
mantenimiento preventivo, además de permitir a la Distribuidora una optimización en la
operación diaria de sus redes.

De manera paralela a la evolución tecnológica mencionada, aparece el vehículo eléctrico.


El vehículo eléctrico va a ser un elemento crítico del sistema, pues va a consumir una
cantidad muy importante de energía que será suministrada a través de puntos de recarga
de distintas clases. La gestión adecuada de la carga del vehículo eléctrico va a ser clave
para mantener la estabilidad del sistema y para la mejora tanto de la eficiencia energética
como de las emisiones de CO2 si se consigue que la mayor parte de la energía requerida
tenga un origen renovable. Asimismo, una gestión adecuada de la carga puede provocar
beneficios importantes en el aplanamiento de la curva de demanda.
Una cuestión de futuro
Todavía hoy las Smart Grids están “gateando”, y es que todavía queda mucho camino por
hacer. No obstante, se trata de las líneas a seguir en cuestión de eficiencia energética y
ahorro, dentro del cada vez mayor deseo de construir un mundo sostenible.
 
Algunos estudios arrojan datos tan llamativos como la siguiente estimación: si
incorporásemos al ámbito doméstico instalaciones de redes eléctricas que fueran tan solo
un 5% más eficientes, el ahorro sería equiparable al de las emisiones de 53 millones de
coches.
 
Por ello, y como instaladores, cualquier gesto en nuestra mano puede marcar la
diferencia en lo que a eficiencia se refiere. Y las redes eléctricas inteligentes son,
definitivamente, una apuesta al futuro.

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