Está en la página 1de 2

“El Médico Loco de Puno"

Faltaba menos de cuatro meses para la realización de la Conferencia Internacional


sobre Atención Primaria de Salud en Alma Ata, y me encontraba haciendo uso de
dos semanas de vacaciones en mi patria. Había llegado a Lima después de visitar
algunos países en función de mi trabajo como Coordinador General de ese
evento. Y como de costumbre el Ministro de Salud de turno me había ofrecido
todas las facilidades para visitar aquello que fuese un desarrollo interesante en el
que hacer de la salud de mi patria.

Tuve una primera reunión con el Ministerio y en ella acepté dar una conferencia en
el paraninfo del Ministerio sobre el tema de la atención primaria de salud. Pero eso
sería a mi regreso de una visita al terreno para poder ver en forma directa aquello
que pudiese ser una experiencia interesante sobre el tema. Los funcionarios más
importantes del ministerio me hablaron de algunos programas que según ellos
eran los mejores.

Algún amigo y ex colega de trabajo me había hablado de lo que en Puno –


altiplano peruano de especial pobreza donde se había dado la experiencia notable
de Manuel María Núñez Butron, considerado con justicia uno de los verdaderos
pioneros de la salud pública en el Perú – estaba realizando un discípulo de ese
pionero. Se trataba del Dr. Carlos Cornejo Roselló, a quien había conocido como
alumno de planificación de salud en la recordada y recordable Escuela Nacional
de Salud Pública.

Pero, cuando mencioné mi interés de viajar a Puno todos los altos funcionarios me
dijeron, realmente asombrados, que eso no valía la pena pues, y así me lo dijeron,
“se trataba de un médico loco que estaba haciendo cosas extrañas totalmente
ajenas a la salud”. Quede sorprendido por tal unánime reacción pero, a la vez,
inquietamente interesado en ver directamente esas “locuras”.

Llegue a Puno y tuve la inmensa satisfacción de volver a ver al Dr. Carlos Cornejo
Roselló, uno de los discípulos de Núñez Butrón. Le pedí ver los que estaba
haciendo por supuesto sin mencionarle nada de “sus locuras”. El se sintió muy
alagado por la razón de mi visita y el haber escogido precisamente Puno y lo que
él estaba realizando con las comunidades indígenas pobres en una zona
climáticamente muy adversa: cerca de cuatro mil metros de altura, frío intenso con
aguas congeladas al amanecer y tierras no cultivables. Era obvio que en esas
condiciones los problemas de salud eran muchos.

1. Tomado del Entrevista al Dr. David Tejada de Rivero, Héroe de la Salud Pública de las
Américas 2012. 
Después de dos días de visita y de animadas conversaciones saqué mis
conclusiones y en una libreta anoté las principales locuras del médico de Puno. En
mi viaje de regreso a Lima mis anotaciones me sirvieron para estructurar mi
conferencia. He aquí el listado, que no está en orden de prioridades porque ese
esfuerzo me resulto imposible:

1.  Estaba enseñando a los campesinos – o mejor dicho re enseñando una vieja


tradición – a hacer “camellones” o sea surcos con medio metro de profundidad en la árida
puna. En esos surcos se producía un microclima equivalente a no más de mil quinientos
metros de altura sobre el nivel del mar.  

2.  Había empleado parte de los escasos recursos del Ministerio en comprar plásticos
para cubrir los camellones con lo cual el micro clima mejoraba aún más.

3. Lo anterior permitía el cultivo de verduras y menestras, casi imposible de


encontrarlas en esas zonas rurales de puna y verdaderamente imposible comprarlas por
extrema pobreza.

4. Compro algunos ejemplares de cuyes y conejos y estimuló su crianza en las


chozas de barro con techos de paja que servían de vivienda múltiple a los campesinos.

5.  Les enseño a preparar comidas con verduras y carnes como complemento a su


alimentación tradicional de papas y maíz.

6.   Con la ayuda de un gasfitero citadino, enseño a fabricar artesanalmente


elementales calentadores de agua.

7.   Otras cosas pequeñas pero complementarias como fabricar pastas de dientes y


jabones.
8. Y algo que me impresionó muchísimo. Les enseño a bailar las “diabladas”
puneñas todo el año y no sólo en los carnavales. Con ello estaban presentes el ejercicio
físico y la recreación. Cada semana un baile y todos los días entrenamiento para esos
bailes semanales.

No dejó de dispensar la atención médica pero está pasó a ser subsidiaria de todo lo
anterior.

1. Tomado del Entrevista al Dr. David Tejada de Rivero, Héroe de la Salud Pública de las
Américas 2012. 

También podría gustarte