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AÑO PRECAPITULAR

2023

ALGO NUEVO ESTÁ ACONTECIENDO EN LA


CONGREGACIÓN

Introducción

“El soplo de Dios comunica la vida. Este viento suave nos hace respirar cada hora.

El Espíritu de Dios hace latir el corazón y abrir los ojos. El Espíritu nos pone en movimiento. El
Espíritu alienta a la esperanza.
El viento sopla fuerte o suave. Como tormenta o como brisa. Como gemido o como aliento. Es el
Espíritu de Dios que corre, que penetra, que camina, que libera, que vivifica.

El Espíritu sorprende, el Espíritu moviliza. El Espíritu empuja y alienta la aventura. Dejarse conducir
por él es no fijar itinerarios a la vida. Es aventurar sin seguridades. Es arriesgar confiando sólo en sus
impulsos.
Al anochecer del primer día de la semana
Estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas
Por miedo a los judíos. Jesús entró y se puso en medio.
Sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu santo.
A quienes perdonen sus pecados les quedarán perdonados”
El soplo del Resucitado es su Espíritu como el primer fruto y regalo pascual.
Así sucedió también una mañana en Jerusalén. Los apóstoles se habían reunido a orar juntos con
María. Hasta que un viento fuerte llenó toda la casa donde estaban reunidos. Y salieron a las calles
de la ciudad. Con valor. Con decisión. Con una audacia refrescante y ágil. Desde Jerusalén hasta los
confines de la tierra fueron llevados por el Espíritu a predicar la Buena Nueva. Y lo mismo seguimos
haciendo hasta hoy” (P. Miguel Ortega Riquelme)
Así sucedió también un 11 de abril de 1929, bajo la acción del Espíritu Santo, Dios reúne a través del
Fundador siete señoritas con las que inicia esta obra misionera, que se ha extendido en estos 94
años, por ciudades, veredas, pueblos, países, continentes, culturas, llevando el evangelio, al soplo
del Espíritu Santo. Démosle gracias al Señor por nuestro P.F. “Él, hombre del Espíritu, recibe de este
mismo Espíritu el carisma de fundador y como respuesta enriquece a la Iglesia con una nueva familia
religiosa: el Instituto de Misioneras de Santa Teresita. Movido por el Espíritu Santo sabe leer los
signos de los tiempos y descubre en la situación histórica eclesial que vive, la apremiante necesidad
de operarios del Evangelio. Dócil a la acción del Espíritu, se constituye en colaborador suyo, para
continuar en la Iglesia, aún después de su muerte, la obra de recapitulación de todas las cosas en
Jesucristo, mediante el Instituto al cual da vida”. (El fundador en el ámbito del Espíritu, pág. 16)
“La vida consagrada es como una navecilla de vela impulsada por el viento del Espíritu. El Espíritu
que genera su pluralidad carismática, es la fuente –así mismo- de su fundamental unidad. El viento
marca sus ritmos, su velocidad, su orientación; le permite luchar contra las corrientes que quieren
llevarla hacia otros destinos u incluso su misma destrucción. Hoy la vida consagrada, navecilla
impulsada por el viento, no cuenta con corrientes favorables en muchos lugares de la tierra, pero sí
con el Viento –siempre favorable- del Espíritu. Y, por eso, nos preguntamos: ¿Hacia dónde lleva el
Espíritu la Vida Consagrada del siglo XXI, globalmente considerada?” (José Cristo Rey García
Paredes, cmf)
En este año Precapitular, juntas imploremos las luces del Espíritu Santo, para que en este proceso
congregacional que hemos iniciado, al ir concluyendo este sexenio, nos regale la iluminación para
hacer lectura de los acontecimientos del mundo, de la Congregación, de cada Comunidad Local y de
cada una en particular, para percibir la voz de Cristo invitándonos a ir por otro camino y recuperar lo
esencial, que nos permita seguir siendo significativas en el hoy de la Iglesia y del mundo.
Supliquemos una nueva efusión del Espíritu Santo, que encienda en nosotros la herencia carismática,
para que, desde la experiencia de encuentro con el resucitado, vayamos al mundo a anunciar la
Buena Nueva.

PRIMER DÍA

La Misión: “Ser santos”


Símbolo: Un cristal con la palabra “Ser Santos”
Canto:
Oración Inicial para todos los días
Espíritu Santo que procedes del Padre y del Hijo, te invocamos: ¡desciende benigno al íntimo de
nuestros corazones!
Tú has iluminado a Nuestro Padre Fundador MAB, la Congregación de Misioneras de Santa Teresita
con sello propio de Misioneras, con la espiritualidad mariana, teresiana, centrada en Cristo.
Tú, Espíritu Santo de Dios, inspíranos hoy, que miremos al pasado con gratitud para no perder nunca
las raíces de ser Misioneras Teresitas audaces porque “El apóstol no se encierra dentro de sí mismo,
sino que se agita impulsado por el amor y el celo que es de suyo conquistador, inquieto, valeroso,
resuelto y generoso, capaz de todos los sacrificios aun el de la propia vida, con tal de que las almas
se salven. Sobre todo, después de ver los campos de trigales señalados por el dedo mismo de Jesús,
¿quién no querrá ir a la vanguardia a recoger las gavillas para los graneros del Padre amado? Sean
pues apóstoles: generosos, sacrificados, inquietos, amantes” (MTE N 76)
Tú, Espíritu Santo, inspíranos hoy vivir el presente con pasión, ardiendo en la misma llama de amor,
que ardió el fundador, porque es tiempo especial de Gracia en la Congregación.
Tú, Espíritu Santo de Dios, nos sugieres abrazar el futuro con esperanza, teniendo la íntima certeza
de que estarás siempre con nosotras, guiando nuestros pasos. Espíritu de Dios, estimúlanos a la vida
fraterna, al diálogo, a la escucha respetuosa, a la participación y a la misión, con que nos sellaste en
la Iglesia.
Oh, Espíritu Santo, dulce consolador del alma, haznos trabajadoras audaces de la mies que es la
Iglesia.
A ti, Madre Inmaculada, templo del Espíritu Santo, imploramos tu intercesión, para que, escuchando
la voluntad de Dios en el hoy de la Congregación, el carisma se conserve con fidelidad y se difunda a
las nuevas generaciones. Amén.
Reflexión del día: Ser santos
Ser santos, no para ser buenos, ni para cumplir leyes, o tener buena conducta. Desde luego no para
la mediocridad. No hemos recibido esa misión. Nosotros hemos sido llamados y recibido la vocación
de ser santos. Tal como suena. Ser santos hoy. En la Iglesia de hoy. En la Iglesia de hoy y en este
mundo. Eso es lo que queremos.
No santos “de altar” y con velas prendidas. Santos “de vida”. Santos de la población, de la escuela,
del trabajo, de la calle, de la fiesta, del partido político o del partido de fútbol.
Santos ahora. Con sonrisa. Con calor. Con rabia. Con entusiasmo.
“Todos los animados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”.
“Ustedes fueron lavados, fueron santificados, y justificados en el nombre de nuestro señor Jesucristo
y por el Espíritu de nuestro Dios”.
El Espíritu es santo y Santificador. Desde el bautismo nos habita y nos trabaja.
El Espíritu es el que nos lleva al Padre. El que nos da un corazón nuevo. El que nos recuerda las
palabras de Jesús. El que nos da valor para el testimonio. El que ora desde nuestro interior. El que
nos ayuda a pedir lo que nos conviene. El que nos acerca a nuestros hermanos. El que nos configura
con Jesús y reproduce sus rasgos en nosotros.
El Espíritu nos santifica. Porque nos hace hijos y hermanos. Porque nos introduce en el corazón de
Dios.
El Espíritu es el que trabaja en nosotros. De Él recibimos la vocación de amor, de luchar por la
justicia, de buscar la paz, de compartir los bienes, de formar comunidad, de mantener la alegría y la
esperanza.
Estamos llamados a la santidad. A vivir con un estilo diferente, comprometido y solidario. No
queremos dejarnos llevar por criterios materialistas o individualistas, sino que aceptamos vivir una
alternativa nueva e inédita.
Elegimos ser sencillos, fraternales y pacificadores. Tenemos preferencia por los pobres y por los
jóvenes. Queremos amar hasta la muerte y entregar la vida diaria por Jesús. Queremos ser santos
viviendo como hijos de Dios y hermanos de los hombres.
Santos que viven el Evangelio en toda su profundidad y amplitud. Santos atraídos fuertemente por
Jesús y con la nueva mentalidad que da el Espíritu.
Queremos reeditar en nosotros la fuerza predicadora de san Pablo, la vida humilde y alegre de
Francisco de Asís, el fuego misionero de San Francisco Javier, de Miguel Ángel Builes, nuestro
fundador, de Santa Teresita del Niño Jesús, la contemplación de Teresa de Ávila, la profundidad de
Ignacio de Loyola, el compromiso de san Pedro Claver, el testimonio silencioso, la ventura confiada,
el desprendimiento de los bienes y la fascinante atracción por Dios y por el Evangelio de tantos
hombres y mujeres a lo largo de la historia.
En especial queremos revivir la hermosa disponibilidad de MARÍA.
Con todos los santos, de ayer y de hoy, vivimos y permanecemos en comunión. “Creemos en la
comunión de los santos”. Formamos una nación santa, somos los elegidos y llamados para testificar
nuestra fe, dar razón de nuestra esperanza y vivir el testimonio de nuestro Amor.
Santos no por una titánica perfección de nuestras virtudes. Santos porque creemos en la santidad de
dios, en su perdón y en su poder.

Sí. Porque santo no es aquel que nada malo ha hecho en su vida. Santo es el que acepta con
humildad ser amado eternamente por su Dios.
Santo es el que se deja moldear por el Espíritu. El Espíritu va tallando y puliendo en nosotros la
imagen de Jesús. Porque ser santo en una palabra es eso: ser Jesús hoy. Tener sus sentimientos.
Pensar como Él pensó. Pasar por lo que Él pasó. Vivir como Él vivió.
¡Llamados “a ser santos e inmaculados en su presencia por el amor”! Sí. Esta es la hermosa y
fascinante misión recibida. Un alegre desafío. No se trata de heroísmos espectaculares. Se trata, eso,
eso sí, de un amor comprometido, de una permanente relación al Padre, y de trabajar con ardor por la
justicia.
Santos para hoy. Ahora. En este tiempo. En esta Iglesia. Y en este mundo.

Canto
Iluminación carismática
El fundador fija la meta, para su congregación naciente: “…las Hermanas han de estar siempre
dispuestas a vivir en santidad. Como auténtico Padre espiritual, persuadido de la responsabilidad
que tiene de comunicar su espíritu al Instituto por él fundado, Monseñor Builes se preocupa por
orientar la vida religiosa de las Hermanas, urgiéndolas a que emprendan decididamente el camino de
perfección, según la inspiración que él ha recibido”
“Hijitas mías -escribe-, yo las necesito muy santas y sacrificadas hasta el heroísmo”
“¡Ser santas! Cualquier otro ideal sería en vosotros increíble locura/…/. Ser santas, es decir
imitar a Jesús, hacer vivir a Jesucristo en vosotros y no vivir más que por Jesucristo y para
Jesucristo”
“Ser santas /…/. Sí, hijas mías, subir siempre, sin mirar atrás a ver cuánto se ha subido /…/. No
decir nunca basta. Hay que tener siempre hambre y sed de justicia, para poder recibir la hartura
que promete N.S. en las bienaventuranzas” (El Fundador en el ámbito del espíritu, pág. 79-80)
“No olviden, mis amadas hijas, que están llamadas a la santidad, y que tienen que estar en
marcha por este camino, y no amarradas al puerto, esperando que les indique otro rumbo
distinto del que al entrar hallamos: es el itinerario de su vida religiosa que, sin vacilación deben
acometer”. (carta del P.F. del 27 de junio de 1930)

¿Qué me falta, para ser santa?


Podemos recordar la vida de santidad de algunas de nuestras Hermanas y agradecer a Dios.

Oración del día: ¡Oh Espíritu Santo! Suave viento que llenó el Cenáculo y dio fuerza y valor a los
corazones de cuantos te esperaban, orando fervorosamente unidos en una sola alma y un corazón:
ocupa ¡oh Espíritu de vida y amor! toda la casa de mi pequeño espíritu, mi memoria, entendimiento y
voluntad: y dame la gracia que te pido en esta Novena, si es para mayor gloria tuya y bien de mi
alma. Amén.
Petición
Gozos: (Poesías de Santa Teresita)

Ven, ven, ven, Espíritu Divino… 1. Tú bien sabes, Jesús, que yo te amo
y el Amor de tu Espíritu me inflama.
Sé que, amándote a ti, me atraigo al Padre El Espíritu de Dios es como un río
y lo guarda mi pobre corazón. Que se desborda y corre a su capricho.
Déjenlo correr según su voluntad
2 ¡Llama divina, purgadora hoguera!, No quieran su marcha atrasar
mi morada establezco en tu fogón,   
y entre tus llamas yo canto a mi gusto: Es como el fuego es como el viento
¡Vivo de amor! es como el agua, va fluyendo.
Así es el Espíritu Santo...
3 Es cosa necesaria que el bautismo Espíritu Santo de Dios...
derrame por tu alma una santa blancura, El Espíritu Santo... Espíritu consolador. 
que el verdadero Dios habite en ella,
que el Espíritu Santo le dé a tu corazón ( https://www.hijosdelamadrededios.com/
su propia vida. libro/novena-al-espiritu-santo)
4 Acuérdate de aquella dulce llama
que hace arder en nuestros corazones.
En mi alma has encendido ese fuego del cielo,
y yo quiero, también, derramar sus ardores.
Una débil centella, ¡oh misterio de vida!,
levantar puede sola un grandísimo incendio.
Muy lejos quiero llevar
¡oh Dios mío!, tu fuego, ¡acuérdate!
5 Este fuego que arde en mí
penetra mi alma sin tregua.
Por eso, en su llama viva
toda me voy consumiendo
en el amor y de amor.
6 Te amo cuando proclamas
que eres la sierrecilla del Señor,
del Señor a quien tú con tu humildad cautivas.
Esta es la gran virtud que te hace omnipotente
y a tu corazón lleva la Santa Trinidad.
Entonces el Espíritu, Espíritu de amor,
te cubre con su sombra,
y el Hijo, igual al Padre,
se encarna en ti...

Otros gozos….
El viento sopla donde quiere,
nadie sabe a dónde va,
el viento sopla cuando quiere
nada le impide volar. 

No lo ves, pero lo sientes,


palpas su presencia, sientes su intensidad.
En ti produce efectos
y no le puedes prever, ni su estilo ordenar
Siempre hace como quiere
obra su manera en libertad.
El actúa en quien quiere
con inútil instrumento puede obrar.
SEGUNDO DÍA

“Dar Testimonio”
Símbolo: Una luz con la frase “Dar testimonio”
Canto: Bautízame
Oración para todos los días
Reflexión del día
Nosotros comprometemos toda nuestra vida, todo nuestro tiempo, todo nuestro trabajo para seguirlo
y vivir lo que Jesús nos dice. No nos contentamos con algunas horas para Él, o algunos días en algún
lugar.
Hemos recibido un mandato mucho mayor. “Ustedes serán mis testigos en Jerusalén y hasta los
confines de la tierra” Así es. Y así ha sido.
Pedro en Jerusalén, en Antioquía y en Roma. Pablo en Atenas, corinto, Éfeso, Tesalónica, Filipos y
Asia. Santiago en España y Jerusalén. Bernabé, tito, Timoteo, en diversas comunidades.

Hasta hoy en calles, plazas y caminos, en fábricas, aldeas, hospitales, escuelas, campos o ciudades.
Muchos hombres y mujeres dan testimonio de Jesús con su palabra o con su ejemplo. Son tantos los
que en silencio aman al Señor y lo siguen. Esa “nube inmensa de testigos” está extendida a lo largo y
ancho de la tierra. El que crea en Jesucristo ha recibido esta misión: ser testigo de Él, vivir como
discípulo, proclamarlo con la palabra. “hasta los últimos confines de la tierra”.
Les recomendó no apartarse de Jerusalén. Y les dijo: “recibirán una fuerza de lo alto para que sean
mis testigos”. A través de la palabra, de los juicios que se emiten, de los criterios que se tienen, de las
posturas ante la sociedad, del estilo de vida, cada hora y cada momento estamos invitados a dar
testimonio del Señor resucitado.
Para esto hemos recibido el Espíritu de Dios. Para vivir con un estilo nuevo entre los hombres. Para
amar hasta la muerte. Para compartir los bienes de la tierra.
El testimonio no se dice, se practica. El testimonio no se habla, se vive. Porque “la fe sin obras está
muerta” el testigo de Jesús se demuestra cada día en los gestos, en la amistad, en los negocios, en
las fiestas o en los pensamientos.
El testigo de Jesús se reconoce entre los hombres por el amor que entrega a sus hermanos. El
testigo de Jesús no trabaja en solitario, sino que se apoya en comunidad. El testigo de Jesús se
destaca por su alegría, por su esperanza ante el dolor, por su entusiasmo ante la vida, por su lucha
por la verdad y la justicia, por su acogida y su bondad.
Los hombres de hoy se han cansado ante el exceso de palabras. Ellos sienten que se pronuncian
con demasiada facilidad. Los hombres y los jóvenes hoy día quieren gestos, actitudes, vivencias y
testimonios concretos.
El testigo de Jesús es opuesto al fariseo. El fariseo habla con erudición, dice las cosas brillantemente,
busca reconocimiento y se rinde ante el alago. Tiene su corazón apegado a la vanidad. El testigo, por
el contrario, buscar servir con iniciativa, no concentra la atención, procura presentar al Señor y es
consecuente con lo que cree y con lo que vive.
Así como Jesús es testigo del Padre y de Él da testimonio, así nosotros somos testigos de Jesús. A Él
reconocemos como Maestro y su palabra y su vida nos inspira. A Él buscamos mostrar con nuestras
actitudes y con nuestros gestos. Y eso queremos hacer todos los días.
El Espíritu nos da la fuerza para el testimonio. Sin el Espíritu seríamos derrotados por la cobardía, la
mediocridad y el fatalismo. El Espíritu nos lleva a enfrentar los obstáculos y a no tener miedo en los
tribunales. El Espíritu nos anima en la persecución y nos fortalece en la adversidad.
El Espíritu da testimonio en nosotros del poder y de la bondad de Dios.
El bautizado, el confirmado, el ministro de la Palabra, o del perdón y la Eucaristía, reconoce esta
vocación en el mundo: ser testigo de Jesucristo. Esto no es un honor sino una responsabilidad. No es
un rito sino la vida. No es cosa de un momento sino de una actitud para siempre.
Ser testigo de Jesús hoy.
Iluminación carismática
“Hablé al prisionero amado, haciéndole entrega de sus esposas y recomendándoselas con todo el fervor de mi
alma sacerdotal. Que te glorifiquen, que salven las almas, que se hagan santas, Defiéndelas de todo peligro,
cobíjalas bajo las alas de tu protección, enciéndelas en tu amor y que ellas así inflamadas quemen al mundo en
tu fuego” (crónicas misionales, pág. 25)

Preguntémonos a nivel de comunidad y personalmente:


¿Qué testimonio espera la gente de nosotros? ¿Qué testimonio le estamos dando?
Si alguna quiere en voz alta pedir perdón, por los anti-testimonios que hemos dado, lo podemos hacer.
Recuerde el testimonio de algunas de nuestras Hermanas, iluminando en sus vidas a Jesucristo.

Canto: Testigo
Petición
Gozos
Oración del día: ¡Oh Espíritu Santo! Sagrado fuego que apareciendo visible sobre los Apóstoles el
día de Pentecostés, inflamaste divinamente sus corazones para que, abrasados en tu amor,
encendieran después a todo el mundo en las mismas sagradas llamas: enciende en tus santísimos
ardores mi corazón helado, para que, abrasado mi espíritu en ellos, encienda en tu divino amor a
cuantos trate; y dame la gracia que te pido en esta Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de
mi alma. Amén!

TERCER DIA

Anunciar el Evangelio
Símbolo: La cruz o el escudo de la Congregación, la frase “Anunciar el Evangelio”
Canto:
Oración para todos los días:
Reflexión del día
Reconocemos la dramática situación en que el pecado coloca al hombre. Porque el hombre creado
bueno, a imagen del mismo Dios, señor responsable de la creación, al pecar ha quedado enemistado
con Él, dividido en sí mismo, ha roto la solidaridad con el prójimo y destruido la armonía de la
naturaleza. Ahí reconocemos los males individuales y colectivos: las guerras, el terrorismo, la droga,
la miseria, las opresiones e injusticias, la mentira institucionalizada, la marginación de grupos étnicos,
la corrupción, los ataques a la familia, el abandono de los niños y ancianos, las campañas contra la
vida, el aborto, la instrumentalización de la mujer, la depredación del medio ambiente, en fin, todo lo
que caracteriza una cultura de muerte (Documento de S.D. Núm. 9)
Los hombres y los pueblos con distintas voces e intensidades nos piden y suplican la Buena Noticia
que los llene de alegría. Si nosotros no proclamamos la fascinante experiencia del Evangelio de
Jesucristo los hombres y los pueblos volverán sus rostros hacia otros dioses y horizontes.
¿Qué noticia necesitamos anunciar? ¿Cuál es el mensaje que ellos esperan recibir? Los hombres no
nos piden discursos, ni demostraciones de la existencia de Dios o de la inmortalidad del alma.
Tampoco nos piden probar o comprobar que dios es bueno, sabio o poderoso. ¡Buda, Mahoma o
Confucio podrían anunciar lo mismo!
Los hombres y mujeres esperan claramente la proclamación valiente de Jesús como la Buena,
Última, Única y más importante Noticia para todos los tiempos.
El que busca a Jesús, en cada rostro humano lo puede encontrar. Vamos por entre los hombres y nos
detenemos en las plazas para gritar entusiasmados que con Jesús se ha iniciado un mundo nuevo
que es el Reino.
Vamos de ciudad en ciudad, de dos, en dos sin perder el tiempo en el camino. ¡Hay consuelo para los
que lloran! ¡Hay tierra para los no violentos! ¡Hay esperanza para los pobres! ¡Hay perdón para los
arrepentidos!
El Reino va creciendo paso a paso. El Reino derrota el pesimismo. El Reino está en medio de
nosotros. La tarea es descubrirlo y servirlo.

El Reino que estamos anunciando se da cada vez que asumimos el dolor de los hermanos a la
manera de Jesús, o cuando el llanto y las frustraciones las transformamos en vida y alegría.
Porque Jesús resucitó al hombre para siempre de lo profundo de su sepulcro. Este es el anuncio que
hay que creer y al que hay que convertirse. “Es necesario cambiar de vida”. Esto es lo que proclamó
Pedro en Jerusalén, Esteban ante el Senado Judío, Paulo de Tarso en Asia y en Europa, y miles de
hombres lo siguen proclamando por países y continentes.
Y lo seguimos anunciando hoy. El Evangelio no son páginas de un libro ni es sólo una hermosa
lectura de liturgia dominical.
Por eso el que lo proclama no es un intelectual que se aprendió un texto de memoria, ni es un orador
brillante que lo explica con inteligencia.
El Evangelio es Noticia que se experimenta, que alegra la vida, y que nos llena de entusiasmo.
En una palabra: estamos llamados a ser un Evangelio vivo en medio de los hombres de este tiempo.
Y por eso con fe e insistencia invocamos al Espíritu, “el agente principal de la nueva evangelización”
(TMA 45)
Ven, Espíritu de Dios, para darnos coraje de anunciar lo que hemos visto y oído. Ayúdanos a
proclamar noticias de salvación a los hombres de este tiempo. No tomes en cuenta nuestra debilidad
y fortalece nuestra entrega. ¡Ven, Espíritu de Dios! Amén.

Iluminación carismática:
“Es también el Espíritu, quien lleva al Fundador, Monseñor Miguel Ángel Builes, a escuchar a través
del análisis de una situación de carencia de vida cristiana, una llamada a atender a esa necesidad,
mediante la creación de un Instituto.
En la primera ceremonia de profesión dirige a las Hermanas una conmovedora alocución para activar
en ellas la llama del celo, insistiendo en mostrarles el finde su consagración a Dios. así habló el
Fundador:

“A plantar la cruz gloriosa en tierra infiel os consagráis, oh Misioneras de santa Teresita del
Niño Jesús; en vuestras manos virginales brillará como un sol, y a su vista huirán las sombras
en tropel, y reinará la luz; el fuego del amor de vuestro corazón encenderá otros corazones, y
como chispa que prende en el cañaveral, prenderá el amor de Cristo en las regiones que pise
vuestra planta misionera.
De este modo se cumplirán los anhelos de santa Teresita del Niño Jesús, quien se valdrá de
vosotras, sus /…/ hijas nacidas en el corazón de estas selvas americanas, para plantar en tierra
infiel la gloriosa cruz del Redentor. (El fundador en el ámbito del Espíritu, págs. 57 y 104)

Podemos recordar testimonios de conversión por el anuncio del Evangelio en alguna misión o en mi propia
vida.
¿Qué Evangelio o Buena Noticia espera la gente recibir de cada una de nosotras, que por vocación somos
Misioneras Teresita?
¿Qué podemos hacer como comunidad, para realizar con más ardor la misión encomendada en este lugar?

Petición
Gozos
Oración del día: ¡Oh Espíritu Santo! Llama ardiente de caridad que con el fuego de vuestro amor inflamando el corazón de
los santos Apóstoles y de todos los hombres Apostólicos, les comunicaste el don de lenguas para la conversión del mundo;
inflama sagrado fuego de amor a mi corazón y mi lengua para que siempre hable gobernado por tu Espíritu, y fervorosa en
la caridad, inflame a todos para que observen fielmente tus divinos mandamientos; y dame la gracia que pido en esta
Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de mi alma. Amén.

CUARTO DÍA

“Servir al hombre”
Símbolo: Un niño Jesús y la frase “Servir al Hombre”
Canto:
Oración para todos los días:¡

Reflexión del día


¡Qué interesante y profundo lo que nos dice el Concilio y que nos recuerda Juan Pablo II:

El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre. Trabajó con
manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con
corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros,
semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado (TMA 4)
El hombre es grandeza y debilidad, pasado y futuro. El hombre es la catedral más hermosa que dios
mismo edificó en su honor. El hombre es una flecha dirigida al corazón del cielo. El hombre habla mil
idiomas, tiene mil culturas y se manifiesta glorioso y creativo en mil razas diferentes. El hombre
inventa, crea, asocia, une, procrea, piensa y trabaja. El hombre canta, sonríe, danza, aplaude y pinta.
El hombre ama, se aproxima, acaricia, comprende, escucha, reflexiona, progresa y juega.
El hombre es cuerpo y alma. Es inteligencia, capacidad e imaginación. El hombre extiende sus
miradas hacia el futuro. Lo planifica y lo prepara. El hombre sueña. Crece. Es niño. Adolescente.
joven. Adulto. Anciano.
“Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. Y así fue. Hizo dios al
hombre. Macho y hembra los creó. “Y vio Dios que era muy bueno” Y les dijo: “Sean señores
sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y los animales de la tierra”.
Para el hombre fue toda la hermosura y la riqueza de este mundo.
En el hombre el rostro de Dios resplandece con toda su belleza. En el hombre las huellas digitales de
dios han quedado impresas para siempre en su inteligencia, sus virtudes, su libertad, su amor y su
belleza.
El hombre, reconociendo su originalidad, vive en tensión para llegar a Dios. El hombre es fascinado
por su Creador, y en el fresco de la tarde con él pasea en el jardín.
Sin embargo, una serpiente engañosa quiso confundir los planes y usó como arma la mentira. El
hombre quiso hacerse Dios. ¡Y esa aspiración lo llevó al fracaso, le distorsionó su figura, lo encerró
en egoísmo, lo hizo dominador de otros y lo alejó de quien lo había creado!
Pero en la cumbre de todos los tiempos, se produce el movimiento contrario: “Dios se hizo hombre”
Y toma la carne y la historia humana. Nace en una aldea, vive en un país pobre, crece en la
obediencia y muere como un bandido. ¡Dios se hace hombre!
Esta es la mayor dignidad del ser humano. Es su salvación. Y el Espíritu de Dios lo habita como
templo. Por eso todo lo humano nos importa: su fe, su cuerpo, su vivienda, su valores, su alimento,
su trabajo, su oración y su alegría…Todo lo humano es divino. No se puede descuidar, humillar o
rebajar al hombre. No se puede postergar su vida, ni sus aspiraciones, ni sus esperanzas.
No se puede reducir al hombre a ser sólo un animal económico. No se puede utilizar al hombre como
una máquina productora. No se puede mirar al hombre como un número en una gran masa. No se
puede empequeñecer al hombre quitándole su dimensión de trascendencia. No se puede rebajar al
hombre a una exclusiva influencia de nervios, células y músculos.
¡El hombre es templo del Espíritu! Cada hombre, todo hombre, todos los hombres reflejan y poseen el
Espíritu de Dios.
¿Cómo no gritar nuestro humanismo? ¿Cómo no defender la vida, la libertad y la dignidad del
hombre? Nada de lo humano nos es extraño. Somos expertos en humanidad. Y en esto reside
nuestra fe.
Nosotros proclamamos que Dios se hace hombre, para que cada hombre sea Dios. ¡Esto lo
afirmamos apasionadamente! ¡Y queremos defenderlo con tesón!

Iluminación Carismática
Const No. 120 “Preocupémonos por llenar de espíritu cristiano el pensamiento, las costumbres y las
estructuras de la sociedad en que vivimos; por tanto, trabajemos por la promoción integral de las
personas, sin perder de vista la primacía de su vocación espiritual”
Dice el Padre Fundador: “El celo de las almas, el deseo de salvarlas y el anhelo de glorificar a Dios,
me traen a esta ciudad de Bogotá, para, postrado ante vuestra Excia. Rma., pediros vuestra
aprobación para la obra que quiero acometer de las Misioneras de santa Teresita” (El fundador en el
ámbito del Espíritu pág. 23)

Como Misionera Teresita ¿Cómo servimos a los hombres y mujeres de nuestro tiempo?
En mi Hermana de Comunidad ¿Descubro la huella de Dios y la respeto?
Petición
Gozos

Oración del día: “Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para
con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que
sufren, acrecienta en todos, el compromiso por un mundo mejor” (S. Juan P. II)

QUINTO DÍA

“Optar por los Pobres”


Símbolo: cartelera con rostros de los nuevos pobres de hoy
Canto:
Oración para todos los días
Reflexión del día
No necesitamos cifras para mirar la realidad de los pobres de la tierra. No es necesario una
investigación para comprender sus dolores o para ponerse de su lado.
¡El que tiene ojos, que los abra! ¡el que tiene oídos, que escuche!
El ministerio de Jesús se inicia al recibir el Espíritu sobre él. Y lo recibe para cumplir una misión. “El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres”.
Así lo lee y lo declara solemnemente en Nazaret. Pero la gente de su pueblo protestó, quiso
eliminarlo, y lo expulsó de la ciudad. Toda la actividad de Jesús, sus palabras, sus milagros, su
tiempo y sus afectos, los compartió con los pobres. Ellos en Él tienen confianza. De Él reciben aliento
y salvación. A Él siguen con entusiasmo. Y declara que el Reino les pertenece a ellos. Y que los ricos
difícilmente entrarán a ese Reino de los cielos.
La riqueza puede ser como el orín: corrompe, encierra, hace insensible, endurece el alma, muchas
veces vuelve avaro e injusto y desata ambiciones descontroladas.
Jesús no sólo amó y sirvió a los pobres. Se hizo pobre. Nació en el desamparo. Asumió la
inseguridad. No tuvo dónde reclinar la cabeza. Fue perseguido. Y sufrió la muerte de los marginados
y los malditos.
No acumuló propiedades, no buscó comodidad, no se dejó comprar por el halago ni calló por temor
su palabra. Toda su vida fue compartida con los pobres y los sufrientes. Su misión, por acción del
Espíritu, fue entregarse a ellos.
El Espíritu es el amigo de los pobres. A una mujer pobre la hizo madre del Mesías. A doce hombres
pobres los llenó con su presencia en Jerusalén. Como “Padre de los pobres” lo invoca la Iglesia. Los
pobres tienen las cualidades y virtudes del Espíritu. Tienen silencio. Tienen paciencia y sentido del
tiempo. No avasallan. Respetan y comparten.
El que ha recibido el Espíritu, a los pobres lleva Buenas Noticias. Por los pobres trabaja, a ellos
apoya, y de ellos aprende. Porque el Espíritu no se viste de bullicio, ni de lujo, ni de poderío. El
Espíritu es humilde. Y quien lo posee a los humildes se consagra con dedicación.
La Iglesia quiere optar preferencialmente por los pobres. Especialmente por esa mayoría silenciosa
de marginados y postergados del mundo. De ellos quiere aprender y a ellos quiere servir. No siempre
es fácil. Cuesta hoy renunciar a la riqueza, al poder a las influencias. La sociedad actual valora el
éxito económico, el tener, el lujo y el dinero.
Cuando la Iglesia elige servir a los pobres y llevarles la Buena Noticia, al igual que en Nazaret se
toman las piedras, y se busca silenciar se palabra. En algunos lugares los poderosos se movilizan
para desprestigiar y utilizan sus riquezas para hacer callar esta predicación. Pero la fuerza del
Espíritu la acompaña y entre luces y sombras ella por los pobres quiere jugarse y de ellos quiere ser
voz.
Cada cristiano recibe también esta misión: “Llevar el Evangelio a los pobres”. El Evangelio de los
pobres es anunciarles que el mismo Dios ha tomado su defensa y que los ama. Es testimoniar el
amor concreto de un Padre que libera. Es vivir como hijos de Dios y hermanos de los hombres.
No se trata de pronunciar hermosas palabras. Se trata más bien de vivir el Evangelio como una
fuerza capaz de entusiasmar.

No hay civilización del amor sin civilización de la justicia. ¿No será este el tiempo en que los
cristianos deberíamos renunciar voluntariamente a la riqueza? ¿No será esta la hora en que el que
tiene dos túnicas debe entregar una a quien nada posee? (Cfr. Mt 25, 31-44)

Iluminación carismática
Const. No. 124 “Seamos en nuestros campos de apostolado un testimonio de caridad evangélica,
acogiendo a las personas sin distinción de clases, razas o religión; y tengamos especial solicitud por
los huérfanos, los pobres o de alguna manera más necesitados 1, descubriendo por la fe, el rostro de
Cristo en cada uno de ellos”

“¡Qué alegría, Dios mío…! Porque están dando pan a los párvulos /…/ ¡Qué dicha ver los surcos
abiertos por mis hijas y contemplar las gavillas que tienen ya recogidas para los graneros del Padre
celestial!” (florilegio espiritual, pág. 128 n. 572)

Nosotras Misioneras Teresitas fuimos fundadas, para el trabajo con los pobres. ¿Qué categoría de pobres, nos
presenta hoy la realidad del mundo, a la que debemos servir con nuestro carisma misionero?
¿Qué opción voluntaria he hecho por la pobreza?
Podemos tener un signo de compartir con los más pobres.

Petición
Gozos
Oración del día: “Espíritu Santo: perfecciona la obra que Jesús comenzó en mí. Mortifica en mí la
presunción natural. Quiero ser sencillo, lleno de amor a Dios y constantemente generoso.
Que ninguna fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana. Que ningún interés, por
descuido mío, vaya contra la justicia.
Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor. Que la efusión de tu Espíritu de
amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero” (Juan XIII)

SEXTO DÍA

“Ofrecer Alternativas”
Símbolo: Un corazón con la frase “Esfuerzo común”

1
Canto:
Oración para todos los días

Reflexión del día


El estilo de vida que se promueve hoy en el mundo y en América es de un claro individualismo. Cada
uno vela por sus propios intereses y busca sacar ventajas en cualquier oportunidad.
Se promueve una sociedad materialista. Lo que importa es producir, tener, vender, acaparar, comprar,
y rendirse ante el atractivo de los bienes, la riqueza y el consumo. Se promueve una sociedad
competitiva. El que tiene audacia, fuerza o dinero, derrota o aplasta a quien no tiene. Se valora al que
“triunfa” en una loca carrera por el éxito.
La sociedad actual va generando aspiraciones y promoviendo valores que no se conjugan con el
Evangelio. Hay un engranaje de injusticias y es muy difícil sustraerse a ellas.
Podemos seguir mirando la sociedad en que vivimos. El atropello a la dignidad humana. La carrera de
armamentos que es una especie de locura colectiva. O la manipulación de los medios de
comunicación social. O la loca violencia terrorista. Pero no podemos vivir cada día lamentándonos del
pecado. La misión que hemos recibido es crear estilos de vida alternativos a los que la sociedad nos
ofrece.
Esto sí que tiene carácter de urgencia. Los jóvenes, especialmente, se dejarán seducir por el
consumo y el materialismo, si nosotros no somos capaces de ofrecer un modelo de vivir más pleno,
más feliz y más realizador que el que se les propone.
Debemos mostrar y demostrar la frustración que causa el egoísmo humano ofreciendo un estilo
nuevo e inédito de vivir el amor en esta tierra.
Podemos vivir la comunidad como una experiencia de crecimiento humano y cristiano. Podemos
impulsar comunidades donde se valore el esfuerzo común, se compartan los bienes, se solidarice con
los que sufren, se renuncie a la riqueza, a la vanidad, al derroche, al uso de la violencia y de la
mentira.
Podemos compartir en vez de competir. Podemos servir en lugar de ser servidos. Podemos ser los
últimos y no buscar ser los primeros. Podemos amar a los enemigos y no buscar su destrucción.
Podemos gozar dando en vez de procurar siempre recibir. Podemos ejercer la autoridad como un
servicio que ayuda, en vez de imponer nuestra voluntad para ser obedecidos ciegamente.
Podemos hacer que las Bienaventuranzas no sean un hermoso ensueño en las colinas de Galilea,
sino un programa de vida. Que cuando elegimos vivir con sencillez nosotros logramos ser felices.
Jesús nos enseñó el camino. Jesús no fue un sacerdote del templo de Jerusalén. Al contrario: dijo
que el templo estaba convertido en un antro de ladrones. Tampoco fue fariseo, minucioso para
cumplir la ley, olvidando la justicia, y la misericordia. No se hizo esenio, aislado del mundo, dedicado
a su personal perfección, y privándose de participar en la vida. Tampoco fue zelote, revolucionario
nacionalista, luchador, violento contra el dominio imperialista de Roma. Nos e inscribió en ningún
grupo. No pretendió cambiar sus orientaciones ni mejorar sus posturas.
Jesús quería plantear a los hombres un nuevo estilo de vivir y de actuar. Jesús es alternativa frente a
las instituciones, ideologías, o grupos de su tiempo. Y aunque todo termina en aparente fracaso, el
Espíritu lo convierte en triunfo ye n gozo resucitado.
La misión no quedará terminada sino en la plenitud del reino. Luchamos, eso sí, contra la fuerza del
pecado que esclaviza a tantos hombres y a nosotros mismos.
No es fácil. Hay un poder demoníaco que disgrega al hombre y que hiere a las sociedades. Cada día
hay que empezar por encender lámpara que iluminen la tierra, hay que desparramar semillas que
darán sus frutos en el tiempo. Hay que colocar granos de sal para que tenga sabor la vida. Hay que
edificar ciudades en lo alto de los montes para que resplandezcan en buenas obras. Hay que poner
levadura hasta que llegue la hora en que fermente la masa.
No importa que la misión aparezca difícil y nuestra respuesta demasiado débil. Este hermoso desafío
recibimos hoy los cristianos: ofrecer a las nuevas generaciones una alternativa más alegre, más plena
y esperanzadora de vivir la vida humana. En el estilo de Jesús. Tu respuesta no admite
postergaciones, disculpas, ni demoras. No te invitamos a comodidades, o a livianas aventuras. Te
invitamos a iniciar hoy día un estilo nuevo de vivir sobre la tierra. En el Espíritu de Jesús y en la
Comunidad de Jesús.
Estamos en modo Pre-capítulo, tiempo de gracia y del Espíritu. Invoquemos insistentemente su
presencia, para que pasemos de las palabras a los hechos.

Iluminación carismática
Const. Nº. 115 Realicemos nuestro apostolado guiadas por el Espíritu Santo, a ejemplo de Cristo,
primer Misionero del Padre, en unión con María, Maestra de los Apóstoles y bajo la protección de
nuestros Patronos Santa Teresita y San Francisco Javier, animadas del mismo espíritu de oración y
celo entusiasta que caracterizaron la actividad misionera de nuestro Fundador.
“Si los Apóstoles recibieron el FUEGO del Espíritu Santo, si san Francisco Javier fue comisionado a
prender fuego a todas las cosas, ¡por qué no podemos nosotros abrir el corazón aquí y ahora para
recibir este mismo FUEGO!”

¿Puedo enumerar las alternativas que suscita el Espíritu Santo en nosotras, ante la realidad que vive el
mundo hoy? Pensemos a nivel personal o comunitario. Encender una luz, presentar semillas, sal, levadura de
compromisos del bien.

Petición
Gozos
Oración: “Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra.
Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e
instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano” (S. Juan P. II)

SEPTIMO DÍA

“Celebrar la Vida”
Símbolo: pan, vino, cirio pascual
Canto:
Oración para todos los días:

Reflexión del día


Mil acciones de cada día. Mil presencias del Espíritu. Mil pasos de muerte a vida, de egoísmos a
fraternidad, de explotación a justicia, de divisiones a comunión. Mil amigos que comparten. Mil
perdones que se otorgan. Mil sonrisas que alientan. Mil esperanzas que nacen. Mil miradas hacia
Dios.
¡Aleluya! Este es el sacramento de nuestra fe. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección,
¡Ven, Señor Jesús!
Necesito decirte una cosa: te amo mucho, te quiero, cuenta conmigo. ¡Aleluya! El Cuerpo de Cristo.
Amén.
Celebrar la vida es hacer una alegre fiesta porque cuando abrimos los ojos vemos a Dios, y cuando
ponemos atento el oído a Él escuchamos. Celebrar la vida es creer que el Padre ha puesto su
morada entre los hombres y que se ha avecindado en nuestras poblaciones, calles y ciudades.
Celebrar la vida es unir el canto y la música para proclamar agradecido una y otra vez que Dios es
santo y Bendito porque viene hasta nosotros. Celebrar la vida es gozar emocionados la Pascua de
Cristo cada hora, porque la verdad triunfa sobre la mentira y el amor vence al egoísmo. Celebrar la
vida es hacer la memoria viviente de la muerte y resurrección del señor Jesucristo mientras
esperamos su manifestación gloriosa.
El primer día de cada semana los cristianos sentimos la necesidad de reunirnos a celebrar la vida
resucitada. Allí hacemos nuestra ofrenda. Ofrecemos el pan y el vino sacados del campo y de las
viñas por el hombre. Ofrecemos nuestro trabajo por hacer un mundo más humano. Y ofrecemos
nuestra Iglesia, nuestros afectos, nuestros problemas, nuestra vida, planes e inquietudes.
Sobre todas nuestras ofrendas el presidente de nuestra Asamblea invoca el Espíritu Santo para que
ellas se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es por esta razón que los que participamos de
la Cena nos decimos hoy Cuerpo de Jesús entregado a los hombres, y Sangre de Jesús derramada
hoy en sacrificio. Todo esto lo hacemos impulsados por el Espíritu bendiciendo siempre a Dios a
través de su Hijo Jesucristo.
Nos vamos después a vivir lo que celebramos hasta que nuevamente las campanas nos inviten a
nuestra reunión fraterna. De esta manera toda la vida humana, la vida de la sociedad y el mundo, la
vida personal y comunitaria, la hacemos Hostia consagrada y ofrenda permanente.
Creemos cumplir así con el consejo de Pablo Apóstol: “Hermanos míos: les ruego por la misericordia
de dios, que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, consagrada a agradable a Dios. Este
es el verdadero culto que debemos ofrecer” (Rm. 12,1)
Eso pretendemos: hacer de nosotros “hostias vivas”, aceptadas y permanentes.
Vivimos procurando escuchar la Palabra cada día, haciendo que el mundo pase de muerte a vida,
dando gracias por la acción de dios y creando comunión entre los hombres. Hasta que en la Liturgia y
culto finales nos reunamos con el Padre en el Reino pleno, para cantar su santidad y gozar de su
hermosura, junto a toda la creación y a la humanidad, por los siglos y para siempre en un gozo sin
límites y en el amor perfecto.

Iluminación carismática
Const. No 119. Nuestra inserción en los grupos humanos ha de estar animada por la caridad, ya que
sólo una presencia informada por el amor, puede llevarnos a descubrir la acción del Espíritu Santo en
aquellos, lo que nos permitirá realizar una evangelización más profunda a partir de sus propios
valores.
“En la misa y después de ella, le hablé de mis obras y de mis empresas misioneras y le pedí con toda
el alma que las bendijera” (Builes MA crónicas misionales pág. 183)
Nuestro P.F. celebra con gozo y esperanza al ver crecida “la obra de Dios El Instituto de Misioneras
de Santa Teresita, por la vivificante acción del Espíritu, prospera y realiza sus fines: mediante su
servicio misionero, contribuye a que se aproxime el tiempo en que la salvación sea anunciada en el
mundo entero” (El Fundador en el ámbito del Espíritu, pág. 34)
“Y se abren ante mis ojos los campos de labor evangelizadora inmensos como el mundo, y en ellos
segando las espigas, unos hijos misioneros y unas hijas misioneras por millares que conmigo trabajan
por una sola causa, por unos mismos intereses: la causa de Dios, los intereses de Cristo… son
ciudades, son aldeas, son campos, son selvas sin fin, son mares sin término, son islas lejanas…
trigales inmensos de color de oro, ondulantes, sobre los cuales se inclinan los hijos queridos, las hijas
del alma, con sus hoces cortantes, recogiendo manojos y más manojos para el Amado” (Carta MAB
agosto 5/39)

¿Cómo celebra su comunidad, la presencia del Espíritu Santo con hechos concretos? Enumérelos
Signos de comunión y vida de su comunidad.

Petición
Gozos:

Oración del día: Ven a mí, Espíritu Santo, agua viva que lanza a la vida eterna: concédeme la gracia
de llegar a contemplar el rostro del Padre en la vida y en la alegría sin fin. Amén. (S. Agustín)

OCTAVO DÍA

“Vivir la Iglesia”
Símbolo: Colocar suficientes piedras, para que juntas construyamos
Canto:
Oración para todos los días
Reflexión del día
Jesús prometió su espíritu para que pudiéramos recordar sus palabras. La Iglesia es experiencia de
fraternidad, de amor compartido, de amistad sincera, de un pueblo unido por el Señor.

La Iglesia es la vivencia de romper soledades y de servir con desinterés. Porque Iglesia quiere decir
Comunidad, Asamblea, Reunión de hermanos.
Iglesia quiere decir encuentro, proximidad, diálogo con el Padre. Iglesia quiere decir pueblo de
peregrinos animado por sus pastores. La Iglesia nace cuando doce hombres reunidos con María en
oración reciben el Espíritu Santo. y desde entonces recorren el mundo con entusiasmo.
El Espíritu hace fecunda la Iglesia, engendra en ella nuevos hijos, anima la oración, llama al servicio,
congrega a los hermanos, ilumina a los pastores y fortalece el amor y la esperanza. El Espíritu la va
guiando, inspirando y conduciendo. El Espíritu permanece en la Iglesia y la llena de alegría y de
juventud.
Los cristianos nos ponemos a la escucha de lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias. Servimos
lo que Él hace. Predicamos lo que Él dice. Actuamos según sus inspiraciones.
El Espíritu es el gran animador de la Iglesia. Nos abre caminos nuevos y fortalece nuestra fidelidad.
Por eso, cualquier acción, línea, documento, o planificación lo hacemos siempre orando, invocando y
escuchando al Espíritu. La Iglesia vive y crece porque el Espíritu le da fecundidad. El Espíritu hace
crecer su vientre y dar a luz al Hijo ya los hijos. El Espíritu la hace luz de las naciones, Madre y
Maestra de la humanidad.
El Espíritu se derrama en la Iglesia en formas muy distintas y regala diversos dones o carismas: A
algunos da el poder de enseñar, a otros la capacidad de servir, a unos les da el don de acoger, o
predicar, o conducir. A algunos les da el valor para transformar el mundo, y a otros los compromete
con los pobres en sus luchas para vivir con mayor dignidad. Con diferentes funciones formamos el
Cuerpo del Señor por la acción del Espíritu: “Todos nosotros hemos sido bautizados en un solo
Espíritu”.
La Iglesia se edifica sobre la roca de Pedro. El Papa es el servidor de la unidad y recibe siempre
nuestra especial veneración. Los Apóstoles, y los Obispos, que son los sucesores hoy, del Espíritu
reciben el don de guiar, de enseñar y de santificar a todo el pueblo. Por eso los pastores de la Iglesia
tienen nuestra adhesión, nuestro cariño y nuestro respeto. Más allá de sus virtudes o de sus defectos
personales, percibimos en ellos al Espíritu que los anima.
Los cristianos no creemos ni imaginamos poseer el Espíritu en forma exclusiva. El Espíritu se ha
derramado sobre toda carne. El Espíritu está entre los hombres y acompaña la historia. No se
encasilla en un lugar, en una persona, o en una institución.
La Iglesia, eso sí, sirve al Espíritu. Se deja moldear por Él, discierne su presencia, lo escucha y lo
reconoce. La Iglesia y el Espíritu tienen los ojos clavados en el Señor Jesús. Lo llaman. Lo piden. Lo
esperan. “El Espíritu santo y la Esposa del cordero dicen: ¡Ven!. Y el que escucha, diga: ¡Ven!. Y el
que tenga sed, y quiera, venga y teme del agua de la vida sin que le cueste nada” (Ap. 22,17)
¡Ven, Señor Jesús!

Iluminación Carismática
EL Fundador expresa una gran “fidelidad a la Iglesia -a la que como obispo ama con amor esponsal-
le exige en todo momento una actitud de fe valerosa y sacrificada, que lo aproxima a Jesús -
misionero en el sacrificio” (El fundador en el ámbito del Espíritu, págs. 47-48)
“Con vuestro rostro radiante de felicidad abandonamos el palacio del Papa, pensando en la divinidad
de la Iglesia, divinidad que se hace sensible cuando se contempla de cerca al Vicario de Cristo”
(Builes MA, Crónicas Misionales… pg. 144)
“Amadísimas hijas: grandes han sido las misericordias del señor para con vosotras, pues /…/ la Santa
Sede os ha concedido el Decreto de alabanza de vuestra Congregación” (Constituciones 1953 pg. 1)
“En este año de 1964 subís el último peldaño que es la aprobación definitiva, gracia inefable de
nuestro amadísimo Pontífice Pablo VI” (Constituciones 1964 pg. 9)
Canto: Iglesia soy

¿Me siento miembro activo de la Iglesia y de la Congregación? ¿Cómo lo demuestro?


Recordar y expresar los signos del Espíritu Santo en la Congregación en estos 94 años de servicio misionero.

Petición
Gozos

ORACIÓN DEL DÍA: “Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía
de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el
Salvador del mundo, la culminación de la Historia” (s Juan P. II)

NOVENO DÍA

“Transformar el mundo”
Símbolo: Globo terráqueo
Canto:
Oración para todos los días

Reflexión del día:

A veces tenemos los ojos cerrados para mirar el mundo. No gozamos de la diversidad, la belleza, la
vida, la evolución, y el paisaje de la tierra. Es el mismo dios quien lo dibujó y lo modeló con cariño. Lo
crea y lo re-crea. Lo va llamando a la vida a través de millones de años. El liquen. El protozoo. El pez.
El reptil. El caballo. El simio. El hombre. Y aunque todo era bueno, el hombre era “muy bueno”.
“Imagen y semejanza de Dios” con libertad e inteligencia. Con amor e imaginación.
Y para el hombre fue la tierra, “para que la cultivara y la cuidara”. Para el hombre fue el mar, la
montaña, los animales, el aire y las plantas. Creado con amor y regalado por amor.
Pero el pecado distorsionó y desfiguró esta belleza. El mundo fue teatro de competencias y
ambiciones. los hombres amaron el poder y avasallaron y humillaron a sus hermanos. Unos a otros
se mataron y surgió el odio, el rencor y la venganza. Algunos se apoderaron de la tierra y fabricaron
bombas que pusieron en peligro al planeta mismo. El pecado distorsionó el rostro del hombre y del
mundo. Y todo fue distinto. Pero Dios quiso re-crear su obra. Y con Jesús, Sacerdote de una Nueva
Alianza, todo fue hecho nuevo.
El hombre es hermano del hombre. El mundo es un regalo para todos. Y esto recibimos como tarea:
hacer fraternidad. Que cada hombre trate a otro hombre con respeto, con amor y con justicia. Que
cada hombre y todos los hombres, vivan con alegría, coman su alimento, habiten en una casa digna,
cuiden su salud, cultiven sus conocimientos, se expresen con libertad, y adoren al Dios en el que
creen. Luchemos y trabajemos con empeño para devolver al mundo su verdadero rostro y su misión.
El cristiano es siempre transformador del mundo y sus criterios, o somos transformados
inevitablemente por él.
Los cristianos vivimos para hacer este mundo, esta aldea global en la que vivimos y nos
comunicamos, más justo, más humano y más divino.
Hay veces en que nuestra tarea se tiñe también de pecado. Somos indiferentes ente lo que ocurre a
nuestro alrededor. No nos subimos al escenario donde se desarrolla “el teatro” de la historia. Y por
eso no somos una ciudad edificada sobre un monte, ni una antorcha colocada en un candelero. Pero
tenemos un aliento y un inspirador: el Espíritu.
El Espíritu como en el primer día de la creación, va haciendo fecunda la tierra. El Espíritu va
colocando semillas de Dios en esta ancha siembra. El Espíritu va haciendo nacer la vida donde hay
caos y muerte. El Espíritu impulsa a los hombres a luchar unos por otros.
El Espíritu es nuestro consolador, nuestro abogado, nuestra fuerza, nuestra esperanza. Por eso el
salmista y la Iglesia así lo piden al Padre: “Envía, Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas.
Y renovarás la faz de la tierra”.
Hasta que todos los hombres se reconozcan como hermanos. Hasta que todos tus hijos nos
reunamos en la heredad de tu Reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con los Apóstoles y los
santos. Y allí, junto con toda la creación, libres ya de pecado y de muerte, te glorifiquemos por Cristo,
Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.

Iluminación carismática
Testimonio de la Madre María, en el día de la fundación: “El Señor Obispo nos reunió en la capilla…
se le preparó una mesita muy cerca del sagrario y nosotras nos colocamos también muy cerca del
sagrario. Estábamos profundamente recogidas y en la pequeña capillita había algo extraño que
penetraba los corazones, todo el ser. Pienso que era algo semejante a lo que sintieron los Apóstoles
en el cenáculo; aquí también se cernía el Espíritu de Dios”
Expresar los desafíos más urgentes para evangelizar hoy.

Petición

Gozos:
Oración del día: Omnipotente y eterno Dios, que has condescendido para regenerarnos con el agua
y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los pecados, permite enviar del cielo sobre
nosotros los siete dones de tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el Espíritu de
Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de Piedad, y llénanos con el Espíritu del Santo
Temor. Amén.

Nota: Las reflexiones se tomaron de la segunda colección Tercer Milenio, el Don del Espíritu Santo, P.
Miguel Ortega Riquelme

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