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5 LaIcAD, RELIGION Y DELIBERACION PUBLICA* Blespritu lao noes en sf mismo una nueva cultura, ‘ino la condicion de comvivencia de todas ls posbles cultures. ‘Nonsexro Boasio En el afio 2000 daba inicio en México el llamado “sexenio del cambio democritico”. Ello representaba la derrota del partido hhegeménico en el poder durante setenta afos y el estreno de un gobiemo de derecha. Quizés alertando lo que podria significar este tipo de gobierno, en alianza tacita con la Iglesia catdlica “igo técita porque en México se reconoce juridicamente 1a separacién de las iglesias y el Estado-' y anticipando las posi bles consecuencias en materia civil y educativa, se comenzé a enfatizar a través de los medios y de la comunidad intelectual la importancia de la laicidad y de algunos valores afines: la toleran- cia, la pluralidad, la separacién entre lo piilico y lo privado, la libertad religiosa y el proceso de secularizacién.? Una primera version de este ensayo fue publicada en Doxa, nm 31, Alicante, 208 * Gonstincién Potties de os Estados Unidos Meicanos, a, 130, totalmente efor ‘ado, Dito Oficial de Ia Fea, 28 de enero de 1992 * Vease Rodolfo Viagura (coed), Laitdad Una asgranra pendiene, Mexico, Eai> sions Coyonn 2007 a ta compact coaboran Roberto Blancas Calor Peed, Corina de Yar, Alberto Sau, Gilberto Guevara Niebla, Marta Lamas, Luis Salar 8 Tal énfasis resultaba especialmente importante en un fin de si- glo yl inicio del siguiente, en lo que se advertia sobre el hecho de un cuestionamiento creciente de la laicidad: Desde hace algunas décadas, deca el socidlogo Roberto Blancarte, es notoro el proceso de recuperacion de espacio piblieos por pate de las religiones y no solo en las dreas de mayor presencia cadlica; lo vemos nel Islan, en el hinduism y en los diversosexstinismos. Ls evs de a utopia dela modemidad, ln incapacidad de ésta para dar respuesta & ‘todos les problemas sociales y de sentido de los individuos, la ausencia ‘de una legtimidad de muchas instituciones poiticas, ha conducido a un rvevo planteamiento del papel de ls religiones y de las instituciones eclesiales en la actulidad> La apreciacién de Blancarte era correcta. Los seis afios del gobicrno foxiata el tiempo que lleva el actual prosidente Felipe ‘Calderén han sido una confirmacién de lo que podriamos llamar un reposicionamiento de la retigin y un debilitamiento de la Jaicidad.* Menciono algunos ejemplos No have mucho se abrié el debate en México en tomo al tema de Ia laicidad educativa en las escuelas piblicas. Se argument, fentonces, nada menos que por el ombudsman nacional, que la prohibicién de la ensefianza religiosa en las escuelas era una forma de discriminaci6n negativa hacia aquellos padres de fa- milia que sin tener recursos suficientes para enviar a sus hijos 1 escuelas privadas confesionales, debian enviarlos, contra sus convicciones, a escuelas pliblicas laicas.* En el mismo sentido, para el actual presidente del Episcopado mexicano, las leyes ‘Caribe, Afonso Raz Miguel, José Woldenberg, Peo Salar Ugur, Francesco Rimo- iy Migue Carbonel ? Rober linea (comp), Laid y valores en wt Estado demecrico, Mie, Colegio de Méxioy Secreta de Gobernaio, 2000, 9, En ete bose resngen lap jon de Mig Limon oj, Pablo Latap are, Juan Quiero Pager, Yar fia. Rorgnez Marine, Manuel Ceballos, Jen Meyer, Dibdoro Carico Atamiano pio Roberto Blancre, con un resend Andes Lia “El earcter aio det Estado mexicano se econoe en un ly secundaria Lay de -Asociaciones Relist y Cato Publice, Diario fil dea Federacn, 15 de ju de 1992, * Vease una rica a poscin del Ombudsman nacional, Jost Lis Soberanes, en Jorge Wop, “Soldados de Cis, Proceso, im. 1484, 10 de abil de 2005, p. 54 94 ‘mexicanas deben garantizar la sa, que es mucho mas amplia en su contenida que In libertad de creencia y cult. Hacer valer la libertad religiosa es hacer valer el derecho de los, padres de familia a que sus hijos sean educados conforme a su fe y el Estado debe implementar las condiciones y los recursos para que tal libertad religiosa no se vea limitada.* No est demas ‘considerar la advertencia de Claudio Magris con respecto a las con- secuencias que se podrian seguir de este argumento: En nombre del deseo de los padres de hacer estudiar a sus hijos en cescuelas qn se funden en principio (religion, palitins o marales), “surgrian escuelas inspitadas en ls diversos harapos oculistas de cada ‘vez mayer difusin, en conventiculs estrfalaros c ideologlas de todo ‘género. Hay ciertamente padres racistas nazis, esalnistas deseosos de ‘educa a sus hijs (a nuestasexpensas) en el culto de su Moloch; padres ‘que pediianescuclas en as que sus pimpollos nose sienten junto a con- disciplos meridional, Nacerian probablemente escuels satanisas, ‘otras presta a llamar como “expetos” a cartomanticos y magos y asi sueesivamente” Por supuesto, no es abjeto de debate el hecho de que en mate- rias como Historia y Civismo se explique el fenémeno religioso y se ensefie una historia comparada de las religiones. Pero la pre- tension del prelado va més lejos en el sentido de incluir la ense- inza de una religién como parte del curriculum escolar y finan- ciarla por el Estado, A esta pretensién se afiaden otras demandas: el voto pasivo de los ministros de culto; el derecho @ expresar sus opiniones en materia politica y a asociarse con fines politicos; que las asociaciones religiosas posean medios de comunicacién Imasivos, y que las iglesias reciban subsidios pablicos mediante Ja recaudacion de un impuesto especial que recogeria y distribui- ria el Estado. Al comentar estas demandas, un catélico como Pablo Latapt considera que: “Vente Ta enzevina de Rosia Vera l presidente del Epscopado mexicano, Carlos ‘Agia Rete, en Proceso nim 1574, 31 de ilembre de 200, p13. * Ciado por Alfons Ruiz Miguel, “Lacie, ais, elavsme y demacraia", ‘en Vinee (oor) opt, 168,07. 95 se habla de un “Estado confesional” que vendria en susitucion del “Es: lade lic” [Al eatbics que vamos depuraado nesta idea de la Iglesia en la dreccidn contraria ~como una comunidad de ils en la cuya seguridad no estrba en ef poder temporal, sno en la confianza en Dios, como aparece en el Evangelio~ nos chocan profundamente estas demandas de la jerrgulaeclesstica® El tema de la “pildora del dia siguiente” es hasta hoy, pese a su no muy lejana autorizacién, un debate inconcluso que no s6lo bandera la Iglesia catélica argumentando sus presuntas conse- ‘cuencias abortivas, sino que a esta cruzada se sumé el anterior seeretario de Gobemnacién (Carlos Abascal) y un sinntimero de asociaciones de padres de familia. Que estas asociaciones y la Iglesia catolica ~y otras iglesias expresen libremente su opi- nin es parte del juego democritico en una sociedad plural, pero que el Estado asuma un papel promotor y protagénico en te- ‘mas que deberian terminar resolviéndose en la conciencia priva- da de cada mujer, es otro asunto.” Enel debate sobre el tema de la clonacién terapéutica y la po- sibilidad de investigecién en embriones humanos, algunos diri- gentes de la Conferencia del Episcopado Mexicano manifestaron su preocupacién sobre el voto de México en las Naciones Unidas através de un desplegado en los periédicos publicado en octubre de 2004, Lo que llama la atencién de este pronunciamiento, en palabras de R. Blancarte, es que “No era usual que los obispos expresaran sus puntos de vista sobre temas controvertidos de politicas piblicas de manera abierta"; y agrega: “Ells, a partir de consideraciones de valor y de una cierta idea de la vida, pre- tendfan ponerle un freno a cierto tipo de investigaciones. Poco ‘mportaba si con ello se coartaba la posible curacién de muchos males que aquejan a la humanidad, como la diabetes, el cancer 0 able Lap, Adoni com brio, Miso, rt 2088, p. 3728. Varios ier rai tioses manifestaron su esac con las pretenses del Iglesia catia El ebispo ‘mado de [a Ileinanglicmna en Mexia, Calor Tock, ho desconocer si dtr ‘hay un intent de ls absps eaticos por ecuperr el poser inlets qu tviron ‘ene pasado, lo oa significa un ero", Milena 20 de marzo de 2008, Politica, pb. > Vease Kose Blancare, “jes aorvs Is anconcepcion de emergence”, en Sexo reign» democraca, Mex, Planets, 2008p. 179 96 el Alzheimer”? Finalmente, pese a sendos comunicados envis dos por asociaciones civiles, entre ellas el Colegio de Bi la Secretaria de Salud y de Relaciones Exteriores, México deci de cambiar su intencién de voto inicialmente permisiva, por una prohibitiva. El 28 de agosto de 2008, la Suprema Corte de Justicia de 1a "Nacién resolvié en sesién plenaria por 8 votos contra 3, val dar constitucionalmente las reformas legales promovidas por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal mediante las cuales se despenaliza el aborto en las primeras 12 semanas de emba- razo. Sin duda es una decisién de gran relevancia social y, por supuesto, progresista en el concierto de nuestros paises latinoa- ‘mericanos. Lo que me interesa destacar, para los propésitos de es- te ensayo, es que los érganos que interpusieron las acciones de inconstitucionalidad en contra de tales reformas fueron la Comi- sién Nacional de Derechos Humanos a través de su ombudsman con alegatos claramente metafisicos y religiosos; y la Procuradu- ria General de la Repiiblica, érgano del Poder Ejecutivo federal Y podriamos continuar con los ejemplos sefialando la com- plicidad del gobierno con la jerarquia eclesiastica en los casos de sacerdotes pederastas; o las “macrolimosnas” otorgadas a la Iglesia catélica por un gobemador estatal en franca violacién a Ia Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Piblico, etcétera, Por desgracia las acciones y actitudes dogméticas han mostra- do la peor cara de las religiones y de las instituciones, No es ex- trafio que esta situacién haya provocado una polarizacién de las, criticas y éstas se hayan deslizado hacia formas de “laicismo”, que no de laicidad. Norberto Bobbio caracteriza al “Iaicismo” por su tono beligerante, por un “lenguaje insolente, de rancio anticlericalismo, irreverente y, para decirlo en una palabra, nada Iaico, emotivo y viceral, que no se expresa con argumentos y, por lo tanto, parece querer rechazar cualquier forma de didlogo LJ? e8 decir, aquel laicismo que necesita “armarse y organi- zarse” degenerando, también, en integrismo, fundamentalismo y TR Blanca, Toei, lonaion y democraca ea Ser, reli» democrat, piss 7 radicalismo."" Digamos que ésta seria ia otra cara de ia moneda, que también ha encontrado en México manifestaciones claras, de rechazo, impugnacién y en ocasiones de violento repudio a cualquier manifestacién publica de religiosidad, 5.1. Qué es la laicidad? Entiendo por laicidad la doctrina que sostiene la imparciali- dad del Estado ante las diversas creencias de los ciudadanos en materia de religion. Esto quiere decir que: 1. Las ereencias religiosas, su transmisién y ensefianza se lo- calizan en el Ambito privado. 2. En tanto expresidn de un derecho individual, el Estado debe proteger Ia libertad idcolégica, que se manifiesta también en la no profesion de creencia religiosa alguna, asi como las ideas antireligiosas. 3. Las faltas a la moral de inspiracién religiosa no tienen tras- ccendencia politica y mas bien el Estado debe definir los delitos ‘mediante criterios universalizables. 4, Se debe privilegiar el criterio de argumentacién y con- sentimiento de los individuos, a través del voto y del principio dde mayoria, frente a la pretension de la custodia de verdades reveladas por la divinidad a través de sacerdotes y jerarqulas eclesiésticas."? Con respecto # lo pablico y lo privado, debe aclararse que, si bien el ambito primordial de las creencias religiosas es el priva- do, Ia libertad religiosa comprende también el derecho a ex- "Norbert Babi, “Cull aca ncismo", eto en espe os neces itlince que firnaron un °Maieso lic” contra et neriam religion (17 de no ‘iembre de 199), publica en £1 Mando de Espana. "Alfons Ruiz Miguel, "Lalcdad,lacsme, relativism y democracia” en R.Vée- uee (oor), Laiidad Una asignana pendence, op. 159-160. Vese tambien Roberto Blanca, "Lica la constuceiin de un coneeptonivera” en. Virgue (cont), Leseidad Una atgnaarapendione, p36, Pra Blac lst clementoseseciales I iia sor el respto dea ibe de conciencs; 2. a sutonoma del Estado recpeio alae dots y norma: lira floss particle, 3-1 igual el todos os sees humans yan discriminaion deca onda 98 presar e intentar expandir las propias ereencias en el ambito pablico: “desde la construccién de lugares de culto y de ense- jnanza religiosa, hasta las procesiones y el proselitismo casa por casa”, Lo que importa entender es que el perimetro correcto del jercicio de esos derechos debe situarse estrictamente dentro de la sociedad civil y no traspasar a la utilizacién del Estado, Este debe mantener una posicion de imparcialidad frente a todos los cultos, sin privilegiar alguna confesién religiosa por encima de las demas. ‘También conviene aclarar que imparcialidad no es sinénimo de neutralidad entendida como inaceién. En palabras de José Ramén Cossio: ‘Mantener que la neutralidad estat frente a ls varadas ereencas de los eiudadanos exige al Estado no actuar 0 no pronuncarse es olvidar ‘que, en una gran cantidad de ocasiones, es abstencion no hace sino convaldar un estado de cosas profundamenteasimétrico desde el punto de vista de los derechos yliberades de las partes. {..] lo que la Cons- titucidn exige fundamentalmente es imparcialidad, no inacién, y que l principio de separacién entre las Iglesias y el Estado consagrado en el, sticul 130 dele Constucign Federal wo exime ex muchos esos alos ‘rganos estatles del deber de regular en distnts niveles(lgislacion, reglamentacién,spicacin judicial) cuestiones que se relacionan con la ida religiosa de las personas En este mismo sentido se expresan Michelangelo Bovero y Luis Salazar Carrién. El adjetivo laico puede entenderse desde tun punto de vista negativo minimo de modo tal que, para que un Estado sea laico basta con que sea neutral en relacién a los di- ferentes credos religiosos. Sin embargo, reducir la laicidad de esa manera, piensan estos autores, abre las puertas al nihilismo, al relativismo, al indiferentismo o al cinismo. Para evitar caer "Jose Ramen Cosso, "Laisa del Esta libertad eligisscémoarmonizas” en eas Libres, nim. 112s 208, p. 4-5, E texto reproduc el voto concent {ormulado por ministro Cassio Diz en el anpao directo en revision 502207, fallado ora Premera Sala del prema Core el 28 de novembre de 2007, Paral disineon Ene neialiad paca el Estado, veaseR- Vazquez, Ene a Uberiad y ke ‘uaa, Madi, Trt, 2006, p 151s 99 en tai situacién, es necesario que ei pensamiento iaico no se en- tienda como la auseneia de valores, sino como la manera de presentar y defender cierts principios y valores: el pensamiento laico se funda en un principio préctico: la tolerancia; y en un principio tedrico: el antidogmatismo. Siendo asi, lo propio de una ética laica es colocar como principio fundamental el respeto a la autonomia de los individuos en tanto seres racionales. Bajo este supuesto, tal ética exige una educacién ilustrada, condicio- nes de legalidad y un derecho positivo que reconozea y garantice efectivamente los derechos fundamentales de todas las personas or igual."® Con otros terminos, para Alberto Sauret, lo laico ro supone simplemente la aconfesonaliad pasiva del Estado sino fective, coneretada en el compromiso de mantener un espacio civico politico definido por la ica y las insttacones evils los efectos tanto fe preserva la astonomia de lo palltio, com de slvaguardar (a liber- tad de conciencia en las convieciones espirituales de la persona" Esta laicidad “activa” debe distinguirse de la idea populari- zada por Sarkozy, en Ia visita de Benedicto XVI a Francia (sep- tiembre de 2008), sobre la laicidad “positiva”. Esta diltima en términos de uno de sus criticos es “aquella formula institucional que respeta la libertad de creer o no creer (en dogmas religiosos, Glaro) porque ya no hay mas remedio, pero considera que las creencias religiosas no sélo no son daftinas sino beneficiosas so- cial y sobre todo moralmente”.!” Apoydndose en Jean Baubérot, Femando Savater critica con razén tal tipo de laicidad porque significa: [us] una forma de neoctericlismo, confesional, pero no confeso. Y eso ‘Porque un Estado realmente ico no sélono puede dejarse cntaminar por ‘ingunarelgin. ni priviegiar ninguna de las existentes sobre las de- °F Véase Michelangelo over, "Laci y emoracia, Consiercines sobre pe int lio pote lia" en Meza, Mec, ui e 2002; Lois Salazar Can, “Religiones, lida y pelicaen el siglo a", en R. Vague (coord), Latetdad. Una asignanra pendant, 495s. “Alera Sart, Testor atorantes, México, Ediciones Coycaetn, 2008p. 127 ' Ferando Savater, “Siempre nepativg, munca posite”, en 5! Pau, Opin 16 Se cctbre de 2008, pp. 31-32 100 ‘mis, sino que tampoco puede declararpreferibe tener una eligdn 0 n0 tener. Dicho lo anterior, quisiera detenerme en la cuarta caracterist ca sefialada por Ruiz. Miguel, la de privilegiar la argumentacin y el consentimiento de los individuos en una sociedad democré- tica representativa, por encima de la custodia y eventual imposi- cidn de verdades reveladas o convicciones metafisicas por parte del Estado, en colusién abierta 0 solapada con las autoridades eclesidsticas. Es claro que el pluralismo de creencias iltimas en materia religiosa es seguramente inevitable pero, coma afirma cl autor: “los intentos de imponer una u otra posicién en esta ‘materia por otras vias que no sean la argumentacién racional y razonable 0 el ejemplo de la coherencia y la probidad de las con- ductas, son una clara negacién de la libertad religiosa a la que todos los seres humanos tienen derecho”. En términos de Cristina Lafont, la cuestién a debatir seria la siguiente: “ZEs posible realmente articular una nocién de lo ‘racionalmente aceptable’ que todos los ciudadanos puedan compartir a pesar de no coincidir en una visién del mundo o en tuna concepcién del bien homogénea?”™? No me detendré en el andlisis de las presuposiciones pra matico-formales que subyacen a la préctica de la deliberacién piblica racional: inclusion, simetria y reciprocidad entre los participantes, ausencia de coercion y libertad comunicativa y responsabilidad. Podemos convenir que se pueden cumplir todos estos requisitos y concluir, sin embargo, en una visi6n del mundo © propuesta de accién no razonable. Me interesa plantear el pro- bblema en términos de las razones que puedan ser aceptadas por id ©. Ruis Miguel, “Laid, ism, relativism. "en op it, p. 192 "Crain Lafont, "Democrcia y dliteracién public’, en Rodolfo Arango (8), lose de a demecracia. Fundonenios concepaes, Bot, Siglo de Hombre Esi- ‘oes, 2007, p30 ot los demés, y éstas ya no hacen referencia a los procedimientos sino a los contenido. En Liberalismo politico John Rawls propone stu conocido “consenso sobrepuesto””#! Esta nocién se apoya en ef supuesto de que la razén comin a todos los seres humanos es suficiente para descubrir nucstras obligaciones morales y politicas. Esto permite a Rawls distinguir entre razén piblica y razén privada, distincién necesaria para responder la cuestién de qué tipo de ;gumentos son aceptables e inaceptables en la deliberacién pi- blica, Para Rawls nada impide que los ciudadanos que participan en la deliberacién piblica politica oftezcan razones procedentes, de las doctrinas comprehensivas, metafisicas o religiosas, en las que creen, pero siempre y cuando ofrezcan ademas razones generalmente accesibles a todos los ciudadanos que justifiquen dichas doctrinas. St estas doctrinas comprenensivas no plc den apoyarse en razones piblicas paralelas deben excluirse de Ia deliberacién. El problema de esta concepcién salta a la vista se puede pedir a un ciudadano que sacrfique sus aspiraciones de correccién sustantiva para satisfacer las aspiraciones de le- gitimidad democritica? Quien no estuviera dispuesto a hacerlo mantiene su sinceridad a costa de ser excluido 0 autoexcluirse de la deliberacion piblica; quien estuviera dispuesto a hacerlo apelaria a razones prudenciales para incluirse en el debate demo- crético, pero a costa de una buena dosis de sinceridad Ronald Dworkin abunda en el dilema que plantea la propuesta dde Rawls y se pregunta sien verdad, en sociedades liberales y de- rmocréticas, mayoritariamente religiosas y con gobiemnos que no escatiman en hacer piiblicas sus filiaciones religiosas, estarian tan dispuestos los creyentes a mantener sus convicciones separa- das de su politica, con todo el sistema coercitivo que ello impli- «a, aun cuando pudieran hacerlo. Estados Unidos, por ejemplo, haa sido un pais religioso desde sus inicios: ‘Marin Lue King I, nos dice Dworkin, ers un hombre def, y rsa 116 a su religion para condenar los prejuicios con una gran efectividads, algunos cura catlcos hablando en calidad de curas se han stuado en john Rawls, Liberalamo poco, Mico, re, 198, 102 Ja vanguardia de la lucha por la justia social en Latinoamérica y en ‘otros lugares. En cualquier caso, los liberales no lograrin que los ere- yentes dejen a un lado sus conviccionesreligiosas cuando asumen el papel de ciudadanos. Este papel requiere sinceridad y auenticidad, lo cuales imposible para esas personas a menos que mantengan su ereen- cas religisas en mente. El cisma en torn al eligin en Norteamérca ‘muestra las limitaciones del proyecto del liberalismo police de Rawls, de su estrategia de alslar las convccionespoltcas de las eonvieciones, morales, eticasy relgiosa mas profundas = En los altimos afios Jirgen Habermas ha dedicado algunos trabajos a esta tematica retomando y criticando la propuesta de Rawis® y debatiendo, entre otros, con Joseph Ratzinger.™ Ha- bermas coincide con Rawls en el sentido de que al determinar las medidas politicas coercitivas que vayan a adoptarse, s6lo ccuentan las razones generalmente accesibles, las “razones secu- lares®, Pero a diferencia de Rawls, Habermas distingue entre ‘una esfera piblica informal y una esfera piiblica formal o insti- tucional. En la primera, los ciudadanos pueden apelar a razones exclusivamente religiosas en la deliberacién, siempre y cuando reconozcan la obligacién de traduccién institucional. Sélo tas razones religiosas que puedan traducirse con éxito en razones seculares podrn pasar el filtro institucional. Con esta distincién, la propuesta de Habermas permite a los ciudadanos en la esfera pblica informal, expresar y justficar sus convieciones en un lenguaje religioso si no pueden encontrar traducciones seculares para ellas. De esta manera, Habermas solventa el problema de * Ronald Dworkin, La democraca posible, Pacpos para wn mero debate pol io, Barcelona ids, 2008, pp. BEB. Mis adelante comentremos a propusta de Dwockn desrlindn en leapt "Relighnydinidad” Jorgen Habermas, Eure natralimo ywliptn, Bacon, Pld, 2006, espe- lalmeme cap, 5, La igi enn esferapoblica, Vest ia rexpuest aber de Paolo Flores 4 Areis, "Once tess contra Haberas”, en Caves dels Razin Précticg, am, 17, Madrid, enerfebrero 2008; la replica de Habermas, “La vor publica dels ‘eligi’ en Caves ce a razon pct, im, 180, areola 2008; a propa de Reyes Mae que econ a dt, "La eligi en una sociedad possecular El debate ere Habermas y Flores” Arse, en Clave elo Razin Prete, nim, 8, Madi, ‘mays 2008 5 Jurgen Haberazloceph Ratzinger ran voli Dalton d ecw lercacion Mic, Cezane, rc, 208, 103 ia deshonestidad y pert 9s ciudadanos religiosos cnt doliberacién piblica como un proceso cognoscitive genuino. Pero, hacer esta distincién tan radical entre ciudadanos religi 50s y ciudadanos seculares no pondria en peligro los prerrequi sitos de la deliberacién piblica en términos de simetria de los participantes? Habermas responde, de acuerdo con las condiciones formales de todo discurso racional, que no tiene ningiin sentido permitir Ja inclusin de razones religiosas en las contribuciones a la de- liberacidn piblica sin el requisito correlativo de exigir que los ® Més bien, el problema es saber sobre qué base debe asentarse el cultivo de nuestra tolerancia, {Una nacién religiosa que tolera la falta de fe? 20 una nacién laica que tolera la religién? Dworkin argumenta a favor de esta segunda opcién.» Veamos. EI modelo religioso tolerante parte de una concepci6n estrecha de la libertad religiosa que no incluye, por ejemplo, el derecho a abortar, el matrimonio homosexual 0 la eutanasia activa; por el contrario, et modelo laico toferante si incluye tales derechos. Lo que no parece congruente on el primer modelo es defender la libertad religiosa extendiéndola a los ateos y agnésticos y, al mismo tiempo, estrechar tal libertad limitando los derechos que pueden hacer valer estos iltimos. Su concepcién amplia de la tolerancia exige una teoria més general de las libertades. ,Cudl seria la estructura de estas libertades? Dworkin propone una formulacién inical: Las libertades son el derecho a hacer lo que usted quiera con los recursos que son legi- timamente suyos. El alcance de estas libertades no es ilimitado, depende de otros ideales, incluido el ideal de justicia distribu- tiva. Asi, las libertades no resultan dafiadas cuando el gobier- no decide limitar la libertad si tiene alguna razén distributiva * He tratado de defender y hacer explicit una linea de argumen- tacién que justifica la existencia de un Estado laico tolerante y la necesidad de la deliberacién pablica en un régimen democratico. Ello con el fin de ofrecer una respuesta positiva ala pregunta de sies posible articular una nocién de lo “racionalmente aceptable” que todos los ciudadanos puedan compartir. Sin duda, esta linea de argumentacién reivindica la confianza en la razén y su capa- vidad arguinentativa, y se compromete con la defensa evereitiva de los derechos humanos y el reconocimiento de la evidencia empirica proporcionada por la ciencia, proponiéndolos como los, mejores candidatos a constituirse en razones impersonalmente estimativas. Un Fstado laieo debe partir del reconocimiento de tales premises ib, p44 m1

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