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Duval Objet 2007 Doc 5B1 5D Traduccion
Duval Objet 2007 Doc 5B1 5D Traduccion
Raymond Duval
empleo de la palabra “objeto” en oposición a otra palabra. Así, no es la palabra “objeto” tomada
aisladamente la que es significativa, si no la pareja que forma en oposición de sentido con otra palabra.
Siguiendo este método, desempeñaremos tres nociones de objeto irreductible unos a los otros y para las
cuales se emplea sin embargo el mismo término “objeto”.
Sin embargo, hay otra noción cuyo papel se hace cada vez más preponderante en el análisis del
conocimiento matemático y de su desarrollo, pareciendo el mismo relegar al segundo plano la noción de
objeto matemático: es el de representación, o más exactamente de representación semiótica. Esto se
corresponde con la diversificación creciente de los sistemas de representación propia a las matemáticas:
escrituras algébricas y lógicas, grafos, diagramas, creaciones de nuevas formas visuales con el desarrollo
del análisis, etc. De donde la pregunta es por el estatuto de estas representaciones respecto a los tres
tipos de objetos que acaba de nombrar. ¿Estas representaciones pueden volverse los objetos sin dejar de
ser las representaciones? ¿Son externas o internas a los objetos matemáticos? Para examinar estas
preguntas tomaremos el ejemplo más familiar de las figuras en geometría. Estas representaciones
presentan una triple ventaja, para nuestro propósito, de ofrecerse inmediatamente a la percepción como
las cosas concretas, de depender del empleo de instrumentos físicos para producirlas, y de poder ser
trabajadas y transformadas para el enriquecimiento de nuevos trazados. En otras palabras, las
representaciones semióticas toman cuerpo con el soporte material que permite objetivarlas. Veremos
entonces la importancia de la distinción introducida por Piaget, pero descuidada en didáctica en el
análisis y la organización de actividades: es aquella de la acción y la operación.
Seremos entonces capaz de abordar la pregunta central de nuestro propósito, aquella de la importancia
de la noción de objeto matemático para analizar las condiciones de la adquisición de los conocimientos
matemáticos por los alumnos: ¿tiene ésta divergencia o convergencia entre las condiciones de acceso a
los objetos matemáticos, y éstas a los otros tipos de objetos? Poniéndonos dentro de una problemática de
relaciones entre las matemáticas y la realidad, esta pregunta puede ser planteada de otra manera: ¿qué
pasajes se pueden dar entre los objetos matemáticos y los otros tipos de objeto, y cómo pueden
realizarse? Hablar de “objeto”, y no de “concepto”, no es neutro. Esto nos trae de nuevo ante las
condiciones de accesibilidad a los objetos. Y una encrucijada aparece al seno mismo de los objetos de
conocimiento científico, que son los invariantes de multiplicidades de observaciones o de
representaciones, entre, de un lado, los objetos matemáticos y, de otro, los objetos estudiados en las otras
disciplinas científicas. La divergencia entre las condiciones de acceso se revela ser a la vez de orden
científico y de orden cognoscitivo. No es posible pues limitarse a la distinción de tres de objetos como en
la aproximación general del conocimiento, si no que se ha distinguir entre cuatro nociones de objeto.
Además, el examen de esta pregunta conducirá a otro resultado. Privilegiando una aproximación de las
matemáticas a partir de su aplicación a la realidad, se es conducido a poner adelante los objetos físicos, las
cosas concretas, las situaciones del entorno y sus representaciones. Ahora hay un tipo de objeto del que
la toma de conciencia es más crucial que estos tipos de objetos para comprender, por ejemplo, los
bloqueos o los éxitos en la resolución de los problemas, es aquel del objeto intencional. Un objeto que no
tiene nada de un objeto mental o de un objeto material, y que no es ni perceptivo ni conceptual, pero que
reenvía a la conciencia como campo de reconocimiento y de discriminación inmediata.
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« OBJET » : UN MOT POUR QUATRE ORDRES DE REALITE IRREDUCTIBLES?
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N. Cordero recurre a la palabra “objeto” para traducir la palabra griego “ergov”: “en lo que concierne al objeto que
designamos por él, es probable que tengamos cada uno de nosotros nociones particulares.” Eso conduce a considerar como
equivalentes las palabras griegos “egov” y “pragma” (Platón 1993, p. 216, nota 20) y por tanto las palabras francés “objeto” y
“cosa.” Pero en tales elecciones llevan a eliminar el problema cognoscitivo y epistemológico propuesto por Platón, para
quedarse solo en las consideraciones semánticas. De ahí la traducción de “logos” por “definición.”
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.RAIMOND DUVAL.
1.1 Oposiciones que expresan la exigencia epistemológica de todo conocimiento científico. El conocimiento
empieza por la conciencia de una desviación entre lo que aparece, bien que sea directamente a la
percepción o inmediatamente al pensamiento, y lo que es realmente. La conciencia de esta desviación se
manifiesta a través tres preguntas que se encuentra al curso de toda demarche de conocimiento científico
y en la que descansa su dinámica. ¿Lo que se aparece corresponde a lo que es? ¿Cómo puede pasarse de lo
que aparece a lo que es? ¿Sobre qué se fundamenta la relación de lo uno y lo otro, sobre una semejanza,
sobre una ocurrencia causal, o sobre una simple correlación? Es también sobre esta desviación, de cierta
manera irreductible pero igualmente a menudo descuidada, que los análisis filosóficos y epistemológicos
del conocimiento regresan sin cesar. Se encuentra siempre expresada por la oposición de dos términos.
Así Descartes (1967, p. 437) habla de “la gran diferencia entre el objeto y su idea.” Pero, de una
problemática a la otra uno de los dos términos puede variar según el tipo de presentación accesible
(imagen, idea, signo, fenómenos…) tomado como referencia. La palabra “objeto” es sin embargo a
menudo la más escogida para el otro término de la oposición, o para traducirlo en otra lengua.
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« OBJET » : UN MOT POUR QUATRE ORDRES DE REALITE IRREDUCTIBLES?
de presentación inmediatamente accesibles, bien que sean los fenómenos percibidos, o bien las diferentes
formas de representación, tienen como característica común el ser múltiples y variadas. La conciencia de
un objeto de conocimiento emerge cuando se ha tomado conciencia que dos presentaciones diferentes
(imágenes, ideas, o fenómenos, etc.) son las presentaciones de “LA MISMA cosa”, y que el pasaje de la
una a la otra da acceso indirecto a un invariante que no debe ser confundido con ninguna de sus
presentaciones. Los objetos de conocimiento en matemáticas, y sus aprendizajes, descansan sobre tal
toma de conciencia. Los números, que no son accesibles y utilizables más que a través de las
representaciones, son un ejemplo típico de ello.
preguntas y discusiones si no una serie de manipulaciones que se realizan sobre los objetos y que
dirigen una acción determinada de parte del sujeto. Así es como para estudiar las relaciones de la parte
al todo.... daremos de modo bien visible, las perlas en una caja abierta e interrogaremos al niño sobre las
cualidades de color, de materia, etc., caracterizando este todo y estas partes, dejándole mirar y palpar
estos objetos, haciendo dibujarlas, poner en collar, etc. Brevemente en lugar de analizar en primer
lugar las operaciones simbólicas del pensamiento, partiremos de operaciones efectivas y concretas: de la
acción en sí misma.” (Piaget 1967a, p. 7). La noción de objeto expresado por esta oposición es aquella de
cosa material, es decir de un sólido que permite un acceso multisensorial (la vista, el tacto, el oído, …) y,
sobre todo, que puede desplazarse o que puede modificarse de forma. Esta noción de objeto es pues
inseparable de la posibilidad de una acción gestual del sujeto.
Es esta noción de objeto que se encuentra en la definición del estadio es la de “operaciones concretas”,
correspondiendo a la adquisición de las “conservaciones.” En la base del análisis piagetiano del desarrollo
del pensamiento está en efecto la oposición entre las acciones físicas (tirar, desplazar... ) cuyos resultados
son irreversibles y las operaciones lógicas (reunir, seriar, poner en correspondencia) cuyos resultados son
por el contrario reversibles: “Arrancar los árboles para plantar otros no constituye ninguna una
operación lógica: estas acciones, también reversibles en apariencia, son caracterizadas por un hic et nunc
imposibles de recuperar como tal. Reunir estos árboles en un todo o disociarlos uno a uno para
englobarlas en otro todo o extraerlos luego, clasificarlos en más o menos altos, sólidos, o invertir estas
series son operaciones lógicas desde la acción misma que son fáciles de desprender de su actualidad
psíquica y tendiente como tales a la reversibilidad” (1942, p. 14). Las operaciones se distinguen pues de
la acción en tanto que su resultado no es ni físico ni tampoco de orden perceptivo. Entre la acción y la
operación, no hay pues continuidad real, pero si una ruptura que marca la separación entre el orden de lo
que es irreversible y el orden de lo que es reversible. Esta ruptura es más radical que aquella marcada por
el pasaje cognoscitivo del nivel sensorio-motor al de la representación, por lo menos el de las
representaciones que son producidas por los sistemas no semióticos y que pertenecen todavía al orden de
lo irreversible (Piaget 1967a). En la descripción del desarrollo hecho por Piaget, se marca la primera
emergencia de un pensamiento lógico y racional respecto a los estadios anteriores. Y el paso de un
conocimiento concreto de las cosas o de los objetos de conocimiento que son los invariantes separados de
las cosas concretas corresponde a este salto de lo irreversible a lo reversible. Es sorprendente, y sobre
todo ha sido fuertemente dañino para las búsquedas en didáctica de las matemáticas, que esta distinción
entre acciones y operación haya sido descuidada o incluso negada.
Esta distinción es sin embargo esencial. Toca directamente el problema de las relaciones entre las
matemáticas y la realidad y la pregunta de su aplicación. En efecto, las operaciones concretas no son pues
las operaciones lógicas que se realizan sobre de los objetos materiales, si no las operaciones lógicas
inmersas en las acciones materiales sobre los objetos. Este es el caso cada vez que una tarea se refiere
a la organización de una colección de objetos y no sobre de los objetos tomados aisladamente. Pero, para
Piaget, eso limita los razonamientos y las nociones al dominio de los objetos a los que se refieren estas
acciones: “los mismos niños que llegan a las operaciones (concretas) de hecho son generalmente
incapaces cuando paran de manipular los objetos y son invitados a razonar por simples proposiciones
verbales” (1967 b p. 155). Dicho de otra manera, el niño en este estadio no accedería a las operaciones
del pensamiento más que a través de las tareas de organización que realiza manipulando las cosas
materiales.
La noción de objeto es pues aquí la de las cosas que solicitan y dan motivo a los gestos de nuestro cuerpo.
La mejor descripción es quizás aquella que Merleau-Ponty ha propuesto: “La conciencia es el ser de la
cosa a través del cuerpo. Un movimiento es aprendido cuando el cuerpo lo ha comprendido, es decir
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cuando lo ha incorporado a “su mundo”, y mover su cuerpo es mirar a través de él las cosas, es el dejar de
responder a la tentación que se ejerce sobre él sin ninguna representación” (1945, p.161)
1.3 La oposición que expresa la exigencia fenomenológica de todo acto de conciencia. Lejos de ser reducible a un
contenido cognitivo o a un estado emocional u otro, la conciencia es un acto de mirada que es enfocada
siempre sobre alguna cosa. Tal es la intuición fundatris de la fenomenología husserliana, en la quinta de
sus Investigaciones Lógicas (Husserl, 1962). Ella lo conduce a analizar todo aparecer consciente por la
oposición entre un acto de mirada donde el sujeto no es consciente y alguna cosa mirada que concentra
toda la conciencia del sujeto 3. Esta alguna cosa mirada por un acto de conciencia, Husserl la llama “el
objeto que aparece (das erscheinende Objekt)” o “el objeto intencional (der intentionaler Gegenstand)”. Así,
presenta dos características esenciales que pueden parecer paradójicas: no preexiste al acto mismo de
mirada que la objetiva de alguna manera, y no puede ser confundido con el objeto real fuera de la
conciencia, que puede ser alcanzado sólo igualmente en una secuencia de actos de mirada natural o no.
En otras palabras, el objeto intencional no es un objeto mental que estaría en el espíritu y no es tampoco
lo que está fuera del espíritu. En cuanto se trata de la conciencia, la oposición entre lo que es interno y lo
que es externo deja de ser pertinente (Husserl 1962, pp. 172-178).
Tomemos un ejemplo que ayudará a discernir mejor lo que es un objeto intencional y a asir de ello lo que
difiere de un objeto de conocimiento y de una cosa concreta: el cambio de mirada sobre la misma figura
dibujada. Entre las dos figuras más abajo, una es interpretable figurativamente, es decir como parecido a
algo de la realidad que puede reconocerse 4, y la otra no; pero cada una da lugar a dos miradas diferentes
dirigidas sobre dos “objetos” diferentes. En efecto pueden ser vistas
Sea como un conjunto por yuxtaposición, es decir se reconoce otras tantas formas, o igualmente de
unidades figurales, que contornos cerrados,
Sea como un conjunto por superposición, es decir se reconoce menos de formas, o de unidades
figurales, que contornos cerrados (Duval & Godin 2005).
3
El interés y la riqueza de esta distinción está en que ella permite poner en evidencia una grande variedad de actos de
conciencia con, para cada uno, sus variaciones modales.
4
Hay dos criterios de semejanza. El primero es el superponibilidad entre el contorno global de la figura y la silueta del objeto
real. El segundo es la conservación de las relaciones topológicas entre las unidades figurales semejantes y las partes
características del objeto representado, aunque no hay ningún parecido entre el contorno de cada unidad figural y la parte del
objeto que representa (Duval 2006, p. 51).
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El punto importante aquí no es la pregunta de saber por qué, sobre una figura dada, una mirada se
impone en detrimento de la otra, llegando incluso a excluirla, si no que en la posibilidad de dos miradas
cada una se dirige sobre un objeto diferente. El objeto intencional, aquí, es lo que aparece a la mirada y
no el dado perceptible que lo comanda. Dicho de otra manera, un cambio de mirada conlleva un cambio
de objeto intencional, a la inversa no es posible. El objeto intencional es pues distinto del objeto real
exterior ofrecido a las miradas de todos, por ejemplo el tablero cuando es usado en una secuencia de
enseñanza en geometría. Hay una brecha entre lo que el docente ve y lo que los alumnos ven. Y uno de
los obstáculos mayores con el cual esta enseñanza se choca es que esta brecha queda para la mayoría de
los alumnos de un ciclo al otro. Regresaremos sobre este punto más adelante.
El objeto intencional, en tanto blanco de un acto de mirada o de atención, constituye un tercer tipo de
objeto, irreductible a los dos anteriores. Es irreductible a un objeto de conocimiento, pues emerge de una
exigencia fenomenológica de inmediatez, mientras que la exigencia epistemológica profundiza por el
contra una desviación, una distancia, en revelar todo inmediato. En efecto, el objeto como blanco de un
acto de mirada es lo que la conciencia es consciente al instante mismo. Es pues transitorio como el acto
que lo mira. Este objeto es igualmente irreductible a la cosa real que está bajo los ojos de todos,
independientemente de quien la mira. En efecto, implica una selección que conduce a privilegiar ciertas
cualidades o ciertos rasgos al detrimento de los otros, excluyendo la posibilidad de otra mirada. Dos
sujetos que miran la misma cosa real, bajo sus ojos, no ven necesariamente la misma cosa. Se comprende
entonces por qué Husserl, siguiendo a Brentano, no dudaba en hablar de “inexistencia” para el objeto
intencional, y no de existencia como para los otros dos tipos de objeto. Esto significa que el objeto
intencional no es una representación intermediaria entre el sujeto y los otros dos tipos de objetos que
ellos existen, si no solamente la transparencia de los actos que permiten al sujeto que estos dos tipos de
objetos le sean de cierta manera presentes.
Hacer esta pregunta puede sorprender. Considerar las representaciones, es decir todo lo que es imagen,
signo, palabra, idea etc., como objetos vuelve a desconocer la exigencia epistemológica propia a todo
conocimiento científico (Figuras 1). Pero por otro lado, dibujos, bosquejos, esquemas, fotos, textos, etc.,
son producciones que cumplen también con una exigencia de comunicación. Son los objetos de
intercambio en un proceso colectivo de indagación y, en la organización de las actividades de enseñanza,
toman el estatuto de “material” o de “herramienta” didáctica. En efecto, la dificultad tiene que ver con la
naturaleza de lo que se llama una representación.
La desviación epistemológica que ha permitido hacer emerger la primera noción de objeto, y quien no se
expresa en la oposición entre representación y el objeto sí mismo, no es suficiente para agarrar lo que
constituye una representación como representación de un objeto. Pues la representación no es única,
como lo sugieren desgraciadamente las diferentes definiciones que de ella se han propuesto5, es plural: no
hay nunca una sola representación para un objeto, sino que siempre son posibles varios. Hace falta pues
también tomar en cuenta otro tipo de oposición, el de introducir dos representaciones de un
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Alguna cosa que “se tiene en el lugar” de algo más que está “ausente”, o “inaccesible.” Esta proposición
constituye el núcleo de todas las definiciones propuestas desde los Estoico hasta Peirce o Piaget (Duval 2006).
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mismo objeto, como por ejemplo el de una representación concreta de los números y su escritura
simbólica (ver más atrás Figura 2) o, de manera más globalizante, al introducir una imagen y el lenguaje.
Esta oposición de modalidad en la representación pone en evidencia el problema que emerge de la
desviación epistemológica entre la representación y la realidad del objeto sí mismo. ¿Frente a dos
representaciones diferentes de un mismo objeto que presentan dos contenidos que no tienen nada de
común entre ellos, cómo puede entonces reconocerse un mismo objeto entre estas dos representaciones,
si no hay acceso a este objeto independientemente de estas representaciones, como si es el caso de las
cosas concretas? (Duval 2005b).
La diversidad de las representaciones posibles de un objeto no emerge solamente del problema
cognoscitivo del reconocimiento de este objeto a través esta diversidad, si no que igualmente está en el
origen de esta diversidad. El punto decisivo para su resolución está en el hecho de que todas las
representaciones son producidas necesariamente por un sistema y que hay tantas representaciones
diferentes como hay sistemas productores de representación diferentes. Una representación no debe ser
analizada pues sólo a partir de las propiedades del objeto que representa, sino también a partir del
sistema que ha permitido producirla. Pues es este sistema el que determina el contenido particular a
través la composición de sus unidades de sentido y que da las reglas de transformación posible en otra
representación. Sin embargo, si se considera las representaciones desde el punto de vista de su
producción, hace falta también tomar en cuenta el soporte físico movilizado para la producción, sin
reducir la representación producida a su soporte material. Así Saussure (1975) insistía en la diferencia
entre la “materia fónica” es decir los sonidos, y las “diferencias fónicas”, es decir los fonemas, que son
constitutivas del “sistema lingüístico” y utilizado para la producción de la palabra.
No se puede pues analizar y comprender el papel de las representaciones en el conocimiento y en su
desarrollo, sin tomar en cuenta los tres ejes del funcionamiento representacional: el eje epistemológico
(E), el eje de las conversiones y articulaciones de representaciones diferentes de una “misma cosa” (C), y
el eje de la producción y de las transformaciones internas a un sistema (T)
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.RAIMOND DUVAL.
menudo un cambio de mirada, surgen las dificultades profundas y duraderas. Tomemos algunas
descomposiciones posibles del buen hombre esquematizado de la Figura 3, por ejemplo
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.RAIMOND DUVAL.
Las actividades geométricas propuestas a los alumnos descansan entonces en una mezcla de
acciones físicas que se hacen sobre el soporte material y de producciones de trazados por medio
de instrumentos. En este caso los instrumentos propuestos pueden ser las plantillas correspondientes a
unas formas semejantes, por ejemplo; los alumnos pueden manipular a su gusto sobre la figura de salida
para reproducir la figura o para restaurar la figura si ha sido dada en parte desdibujada (Duval & Godin
2005).
El ejemplo de la figura del buen hombre puede parecer sin interés matemático pues no recurre a ninguna
“propiedad” o “relación” matemática. Son, sin embargo, los mismos procesos cognoscitivos a los que
recurre el planteamiento del siguiente problema y del cual se pregunta luego por una justificación
matemática: ¿cómo repartir, de un solo golpe de cincel, un triángulo de manera que se puedan juntar los
dos pedazos para formar un paralelogramo?
El interés de la acción física de recorte de una punta de papel es la que permite no sólo hacer todas las
pruebas que se quiere sino también de controlar el éxito de un recorte. En cambio, la justificación
matemática, que descansa en la propiedad de la “recta mediatriz” 6 recurre a un deconstrucción
dimensional y a un reconfiguración completamente semejante a aquella presentada antes para el buen
hombre esquematizado.
6
Si por el punto medio de un lado de un triángulo, se traza una paralela a uno de los lados de este triángulo,
entonces se corta el tercer lado por su punto medio.
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recortar o voltearse son un objeto 2D/3D, mientras que el trazado de un triángulo sobre el papel o a la
pantalla, es una representación 2D/2D, Un hilo tenso entre dos clavos es un objeto 1D/3D etc... La
utilización de este material nD/3D se hace naturalmente siempre en relación con las operaciones de
trazado o con una verbalización que nos reenvía a las figuras nD/2D. Toda la cuestión es entonces saber
si las acciones físicas efectuadas sobre un material nD/3D que ha permitido ciertas descomposiciones-
composiciones y transformaciones de las formas 3D o 2D preparan verdaderamente a las operaciones de
deconstrucción dimensional de estas formas. Pues las operaciones de deconstrucción dimensional son
sólo visualizables por las representaciones nD/2D que no son, ni se acercan, y no se tratan en nada como
las cosas concretas o los objetos materiales.
Estamos delante de un problema análogo al de la representación concreta o icónica de los números por
las fichas, los fósforos o por otros ítems. Estos objetos materiales son utilizados para las operaciones de
reagrupamiento, de seriación o de puesta en correspondencia (Figura 2). ¿Pero estas representaciones
concretas, o icónicas, ayudan a comprender las operaciones aritméticas y a entrar en el funcionamiento
del sistema decimal que permite efectuarlas? (Duval 2003, p. 23-24).
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prolongación con actividades sobre los objetos del mundo real o a partir de representaciones que las
evocan. En el segundo, la adquisición de conocimientos matemáticos dependería de una apropiación por
los alumnos de las condiciones de acceso que serían específicas a los objetos matemáticos.
3.1 Un discrepancia en las condiciones de accesibilidad a los objetos de conocimiento: la extraña particularidad de
los objetos matemáticos.
La noción de objeto que la exigencia epistemológica intrínsecamente impone a todo conocimiento
científico es aquella de invariante de una multiplicidad, sea de casos perceptivos, sea de representaciones
(Figura 1). Y el acceso a un invariante depende de las variaciones que lo son puestas en acto y registradas
para conseguir una multiplicidad de fenómenos observados o para engendrar una multiplicidad de
representaciones. Ahora hay una diferencia radical entre los fenómenos, que son de cierta manera
acontecimientos registrados sensorialmente, y las representaciones, que son producidas de alguna
manera exterior a partir de una regla dada. Esta diferencia aparece en los procedimientos de variación
que permiten obtener una multiplicidad de donde un invariante puede surgir.
Por ejemplo, para hacer descubrir la existencia física del aire y para a partir de ello observar ciertas
propiedades físicas, hace falta utilizar un dispositivo material que permita producir una diversidad de
situaciones observables: un recipiente que puede ponerse al revés y verticalmente en una cubeta de agua,
o una botella de plástico con una pelota no inflada como se fuera su tapón, que puede comprimirse. Este
dispositivo, que permite hacer manipulaciones que uno mismo controla, puede ser puesto fácilmente a
disposición de los jóvenes infantes (Blangui 2000). Manipulándolo, los alumnos de 7-8 años han
descubierto un invariante físico que, sin embargo, no da lugar más que a la percepción de lo que es el
“vacío” el cual es invisible e impalpable. Ahora son estas las mismas condiciones de accesibilidad que las
realizadas por Pascal (1963, p. 238) en sus experiencias sobre el equilibrio de los licores y la pesadez de la
masa de aire. Así los invariantes físicos son accesibles sólo como resultados de manipulaciones que hacen
por medio de un dispositivo que permite experimentar ciertas variaciones y por el qué se toca también la
imposibilidad de conseguir un resultado contrario a aquéllos ya observados.
El recurso a los instrumentos que aumentan el poder de discriminación sensorial se inscribe en una
demarche análoga, como lo mostró el gesto fundador de Galilei que al enfocar un telescopio hacia la luna
produjo así un conjunto de datos visuales totalmente nuevos referente a las variaciones de sombra y de
luz a su superficie. ¡A falta de registro fotográfico (!), puso un gran cuidado en reproducirlas en los
dibujos y las interpretó como las imágenes que enseñan un relieve del suelo lunar análogo al de la tierra
(Galilea 1992a).
Las variaciones que permiten poner en acto una multiplicidad de representaciones, o más exactamente
una multiplicidad de representaciones semióticas, son totalmente de otra naturaleza. Dependen
únicamente de las reglas para las operaciones que permiten que una representación dada se pueda
transformar en otra del mismo tipo. Y el hecho de que las unidades que componen el contenido se
parecen (como para ciertas configuraciones geométricas) o no se parecen a los objetos materiales del
mundo cercano (como en una representación de los números por un sistema de posiciones determinadas
por una base) no juega ningún papel en su transformación, únicamente importa la aplicación de las
reglas de operación escogidas, las cuales son propias al sistema de representación utilizado. Es en
esto que reside el poder productor y creador, de los sistemas de representación semiótica. Estas reglas,
que son independientes de leyes físicas o de una organización neurológica, permiten las operaciones de
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« OBJET » : UN MOT POUR QUATRE ORDRES DE REALITE IRREDUCTIBLES?
asociación, de combinación, de sustitución que abre dominios de posibilidades más allá de las
manipulaciones que el mundo real permite entrever.
Las variaciones de representaciones semióticas dan acceso a dos tipos de invariante: los invariantes de
operaciones, que han tomado un lugar central en matemáticas desde Galois y Félix Klein, y los
invariantes discursivos, que permiten la progresión de los cálculos y de los discursos, por sustitución o
por composición de expresiones semánticamente equivalentes lo mismo que Frege (1971) lo ha enseñado.
Se ve pues la existencia de una encrucijada en las condiciones de accesibilidad a los objetos de
conocimiento. Se oponen en la organización de las demarches de conocimiento que determinan, tanto
desde un punto de vista epistemológico como desde un punto de vista cognitivo.
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Figure 7 Cruce entre los objetos matemáticos y los otros objetos de conocimiento científico
Limitándonos aquí a los objetos matemáticos, se observará un punto crucial que importa, no para las
matemáticas sino también para su aprendizaje por los alumnos. La llamaremos provisionalmente
“invariante cognitivo.” Veremos su naturaleza más adelante. Corresponde de hecho a la paradoja
cognitiva de las matemáticas. Todo acceso a los objetos matemáticos (números, funciones..) pasa
necesariamente por las representaciones semióticas. Sin embargo no se puede confundir nunca un objeto
matemático y su representación, el objeto puede tener otras tantas representaciones diferentes de las uno
ve (Figura 2). ¿Cómo entonces no unir el contenido de una representación, que es necesariamente
particular, y el objeto representado, si no se dispone de un acceso no semiótico, directo o indirecto, a los
objetos estudiados? La pregunta de la conversión de las representaciones se convierte entonces en el
umbral decisivo en el aprendizaje de las matemáticas y para hacer desarrollar la capacidad de conducir
por sí mismo una actividad matemática o a resolver de los problemas (Duval 2005 b, 2007) la enseñanza
se encuentra frente a este desafío: ¿cómo hacer franquear este umbral a los alumnos?
3. 2 La prolongación de las operaciones unidas a los objetos matemáticos en las acciones sobre de los objetos
materiales: una doble ruptura oculta.
Al contrario de los objetos de conocimiento, los objetos materiales que hacen el entorno cotidiano
común7 son inmediatamente accesibles. Ningún demarche que implique el recurso a un dispositivo de
7
Preferimos esta perífrasis a las expresiones “realidad” o “mundo real” que es empleado constantemente en didáctica de las
matemáticas, para motivar la enseñanza de las matemáticas por sus aplicaciones, e igualmente para justificar las elecciones de
enseñanza que se apoya sobre de las situaciones que sean “concretas” para los alumnos. El empleo de estas expresiones es
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.RAIMOND DUVAL.
equívoco pues los ejemplos tomados de la realidad, o en “el mundo real”, se restringen a él “mundo ambiente” en que se
extiende la actividad “diaria”, es decir a los lugares y a los medios en que se vive. Diremos que este sentido de “realidad” y de
“mundo”, que es más fenomenológico y sociológico que físico, biológico, geológico o astronómico, ha sido aclarado por primera
vez por Heidegger (1986), luego por Merleau-Ponty (1945) el cual ha hecho del “cuerpo propio” el centro del mundo ambiente.
Esto, en reacción contra la prioridad dada a las problemáticos del conocimiento científico para describir la relación consciente
del individuo a todo lo que lo rodea.
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3.3 Objeto intencional e invariante cognoscitivo: ¿qué compatibilidad entre la transparencia de todo acto de mirada
y las condiciones de acceso a los objetos matemáticos?
Respecto a todos los tipos de objetos que acabamos de evocar, los objetos intencionales no son nada. Y
sin embargo hace falta tomarlos en cuenta para acercar a los procesos cognoscitivos de adquisición de los
conocimientos matemáticos. Un objeto intencional es aquel inmediata y directamente señalado, cada vez
que la atención se dirige sobre alguna cosa. Naturalmente esto recupera y se confunde con el tipo de
objeto mirado por la conciencia, por lo menos cuando los objetos mirados son los objetos materiales del
entorno diario común. Ahora, la situación se complica cuando lo que es mirado es una representación, o
pasaje por una representación, que escapa del modo de accesibilidad de los objetos materiales. La
pregunta de lo que es inmediata y directamente señalado se vuelve aquí lo que es inmediata y
directamente reconocido. Una ruptura se produce entonces entre el objeto intencional y los objetos de
conocimiento considerados accesibles a través las representaciones. ¿Este es el contenido de la
representación lo que es reconocido o lo que representa? ¿Y cuando se trata de representaciones
semióticas, las cuáles son siempre una composición de unidades de sentido o de unidades figurales, lo que
es reconocido es pertinente o no pertinente desde un punto de vista matemático? Pues como lo hemos
enseñado anteriormente, Figuras 3 y 5, una misma representación semiótica puede dar lugar al
reconocimiento inmediato de objetos fenomenológicos muy diferentes, y el primer reconocimiento a
menudo excluye las otras miradas posibles.
Esta noción de objeto intencional es esencial para analizar las etapas heurísticas en la resolución de un
problema. Pues el comienzo de cada etapa depende de un objeto intencional heurísticamente pertinente,
los otros desvían del camino de la resolución. Veamos un ejemplo de problema de geometría que ha sido
propuesto por dos años seguidos en el marco de las evaluaciones nacionales al inicio en el 6 (1997, 1998,
y en los cuales formas diferentes, pero simultáneamente incompatibles, pueden ser reconocidas
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.RAIMOND DUVAL.
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Desde el punto de vista cognoscitivo, el pasaje visual de un tipo de conjunto a otro corresponde a la descomposición, o
recomposición, de unidades figurales 2D en otras unidades figurales 2D. No debe ser confundido con el deconstrucción
dimensional de unidades figurales 2D en unidades figurales 1D. Esta deconstrucción dimensional de las formas es una operación
cognoscitiva que es propia a la visualización geométrica y sobre la que reposa la articulación de la visualización en todas las
definiciones. Toda justificación matemática implica esta operación cognoscitiva y se hace por la enunciación deductiva de
propiedades. Cognitivamente, la resolución del problema presentada aquí no demanda ningún razonamiento.
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es inseparable de la idea de una tensión del espíritu en dirección de un objeto. Por su origen etimológico,
la palabra “intencionalidad” nos invita a elucidar la capacidad de representar por medio de la capacidad de
mirar un objeto” (Jacob 2004, p. 49). En realidad, hace falta invertir esta formulación que oculta el
carácter inmediato, y sin ningún intermediario, de todo acto de mirada. El objeto intencional nos invita a
elucidar la capacidad de mirar inmediatamente alguna cosa (es decir de discriminar y reconocer
alguna cosa) por el funcionamiento interiorizado y espontáneo de los sistemas de representación. La
condición de toda mirada de alguna cosa en las representaciones semióticas descansa en el
funcionamiento espontáneo y sinérgico de sistemas de representaciones, un poco a la manera de la que
toda palabra descansa sobre la puesta en acto de un sistema no consciente y de la memoria de una lengua.
Ésta es la manera en que los signos devienen transparentes y fluidos en el ejercicio mismo del
pensamiento, y de donde nace la ilusión que ellos serían exteriores
Conclusion
Detrás del empleo de la palabra “objeto” es la comprensión de lo que es el conocimiento, si se atreve a
decir, y el modo como éste se forma, lo que está en juego. Esta palabra cristaliza exigencias diferentes e
impone la consideración de las condiciones de acceso específico a esto que es el conocimiento
En lo que concierne el conocimiento matemático, la exigencia epistemológica y la toma en cuenta de las
condiciones de accesibilidad conducen a dar la prioridad a las parejas {objeto, representación semiótica}
sobre los conceptos: el objeto matemático es el invariante de una multiplicidad posible de
representaciones semióticas de las que los contenidos no pueden tener nada de generalidad. Desde luego,
esta exigencia epistemológica no permite propiamente llegar a la exigencia científica de las matemáticas:
no hay objeto matemático más allá de lo que es establecido por una demostración. Pero, sin dejar esto de
lado, las demarches matemáticas de prueba no serían concebibles. Ahora el interés de esta noción de
objeto matemático, como pareja de una representación convertible en otro y de un elemento invariante,
es doble.
Por un lado, permite precisar sobre que descansan cognitivamente los procesos que permiten llegar a los
objetos matemáticos: la movilización, explícita o implícita, de registros de representaciones semióticas.
Los análisis que privilegian los conceptos, se aferran finalmente a lo que era el modelo descrito por
Aristóteles. Los objetos matemáticos son desprendidos a partir de los “sensibles comunes” que son las
figuras, las magnitudes y también de las unidades materiales homogéneas (Granger 1976). Estos
sensibles comunes se erigen directamente de la percepción y de la experiencia física. El paso a los objetos
matemáticos, asimilado al paso del individuo a lo general, emerge de un proceso de abstracción en que el
trabajo de producción y de transformación de representaciones semióticas no juega ningún papel: los
objetos “puestos en acto en el pensamiento” no implicarían pues ninguna movilización de
representaciones semióticas.
De otra parte, a partir de esta pareja, se hace completamente pertinente definir las variables cognitivas
importantes para estudiar el funcionamiento del pensamiento matemático. Estas variables se refieren a
las transformaciones de representación en el interior de un mismo registro y sobre las conversiones que
permiten transformarlas en representaciones de otro registro salva suppositione. Estas variables
cognitivas pueden permitir también organizar las secuencias de actividades para abrir a los alumnos a los
espacios de la representación. Los alumnos pueden empezar a comprender cómo se ve y cómo se piensa y
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.RAIMOND DUVAL.
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« OBJET » : UN MOT POUR QUATRE ORDRES DE REALITE IRREDUCTIBLES?
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.RAIMOND DUVAL.
IMPORTANTE:
Traducción en versión preliminar realizada por Gilberto Obando Zapata. No es una traducción
profesional y puede contener errores de interpretación, por lo tano este documento es
exclusivamente para uso interno de los participantes del seminario “Representaciones
Semióticas en la Teoría de Raymond Duval” ofrecido a los estudiantes del Doctorado
Interinstitucional en Educación.
Cualquier sugerencia que permita mejorar la traducción será muy bien recibida
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