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NEOLIBERALISMO
I N T E RV E N C I O N E S * 0 4
EL ABC DEL NEOLIBER ALISMO 2
asociación communes
ISBN: 978-956-9830-06-8
Nic ol e Da r at y Hug o Si r
editor es
I N T E RV E N C I O N E S * 0 4
Índice
P rólog o 9
Prólogo · 9
y microeconómicas, sino que es una forma de racionali-
dad, una verdadera “razón-mundo” que, como tal, tiene
su propia gramática, su propio lenguaje. Razón-del-mundo e
imposición material, prácticas discursivas y no discursivas
que pretenden atravesar y componer todas nuestras posi-
bles relaciones, ensamblando nuestras vidas a semejanza
del mundo del capital, es decir, como valores a maximizar.
Movilizando con ello la implacable lógica de la competencia
que, desde las más íntimas esferas afectivas, hasta las más
complejas instituciones estatales, funciona como motor de la
racionalidad que nos obliga a pensarnos como una mercan-
cía más entre todo convertido en mercancía.
Prólogo · 11
violencias de diversas intensidades, desde la más sutil e im-
perceptible seducción de la publicidad infinita, hasta la más
descarnada violencia de los estados convertidos en brazos
armados del capital global, narco incluido. Y orquestando
aquellas intensidades, encontramos los imperativos de la
competencia, el consumo y el endeudamiento que, suce-
diéndose en el tiempo como una rueda incesante, van mol-
deando nuestros proyectos de vida, generando una ilusión
de consentimiento y libertad en un marco de opciones su-
puestamente variadas y multicolores, que darían vida a una
sociedad de oportunidades, la cual se erige, no obstante, so-
bre el trasfondo sangriento de su instalación y mantención.
Prólogo · 13
empleo y tengan que “blanquearse” si buscan ascender en
la escala social.
Prólogo · 15
Riesgo
Débora Ávila
Sergio García García
ecorrer la distancia que une dos puntos
lejanos a través de la fragilidad de un
alambre no es cualquier cosa. Calcular en
cada paso la posición exacta en la que colocar
el pie, haciendo que su curvatura se torne una con la de la
cuerda, requiere de mucha práctica y entrenamiento. El ob-
jetivo es el siguiente paso, y luego otro. Imposible anticipar.
El equilibrio es puro presente. El funambulista contiene la
respiración, avanza varios pasos seguidos con firmeza, frena
el ritmo si el alambre tiembla demasiado. Desde el otro lado,
la gente observa con estupor, mientras con cada movimiento
él libra una batalla por seguir adelante.
Riesgo · 19
para su seguridad, deportes de riesgo, riesgo de enferme-
dades coronarias, prácticas sexuales de riesgo, riesgos en la
navegación en internet, embarazo de riesgo, prima de ries-
go, riesgo energético, riesgo neurológico, colectivo en riesgo
de exclusión, conductas adolescentes de riesgo, prevención
de riesgos laborales, riesgo de contagio, factores de riesgo
de obesidad, mujeres en situación de riesgo, riesgo financie-
ro, bioriesgo, riesgo de insolvencia, factores de riesgo en la
depresión, conductas alimenticias de riesgo, las migraciones
como factor de riesgo, mapa de riesgos urbanos, emprender
y asumir los riesgos... Todos seremos catalogados en algún
momento de nuestra vida como colectivo en riesgo; directa
o indirectamente, todas viviremos la amenaza de alguna si-
tuación de riesgo. En poco tiempo, el riesgo se ha convertido
en una palabra omnipresente allá por donde vamos.
Riesgo · 21
Cara A: los grandes éxitos
Tal y como nos enseñó el filósofo Michel Foucault1, cuando
hablamos de un modo de gobierno, hablamos en realidad
de una acción que implica, por un lado, gobernar (a otros),
pero que, a la par, supone también gobernarse (a uno mis-
mo). Esto es, el neoliberalismo, entendido como el modo de
gobierno hegemónico en nuestros días, no son solo aquellas
directrices, normativas, leyes, instituciones, centros finan-
cieros o grandes empresas donde se concentra el poder y se
toman las principales decisiones para lograr una sociedad
modelada por y para el mercado. Desbordando todo esto,
el neoliberalismo se inscribe también en nuestras vidas,
en la intimidad de nuestros cuerpos: y es que gobernar es,
también, conducir(se) a uno mismo. Implica generar un
campo de posibles, esto es, unas referencias desde las cuales
definimos nuestro mundo; un marco que promueva unas
maneras de actuar y obture otras, que incite por medio de
la seducción determinados comportamientos, a la par que
sancione otros, ya sea porque los castigue, los imposibilite,
los descalifique, o los vuelva directamente inimaginables.
Riesgo · 23
Sin embargo, estas loas del riesgo ocultan muchas otras co-
sas, probablemente no tan relucientes. La primera, es que al
igual que uno cosecha éxitos si supera con determinación
los riesgos, también debe asumir enteramente la responsabi-
lidad de sus fracasos si la cosa se tuerce. Las pequeñas em-
presas que encarnamos son nuestra responsabilidad, como
decía aquella fórmula matrimonial, en lo bueno y lo malo.
Si un negocio que emprendemos fracasa, si una jugada en
busca de un ascenso se frustra, si aquella hipoteca que fir-
mamos años atrás ahora resulta impagable, nada ni nadie
estará ahí para protegernos. Amortiguar la caída y volver
a levantarse es enteramente cosa nuestra, y allá cada cual
cómo se las apañe.
Riesgo · 25
fundamental en la gestión de la sociedad (ese gobierno sobre
los otros). Para que esta sociedad –que en su funcionamien-
to óptimo debe asemejarse al mercado– no se desvíe de su
misión, se hace necesario el control sobre todo aquello que
pueda desestabilizar su orden. Dicho de otro modo, nuestro
ordenamiento social (que necesita de la multiplicación de las
desigualdades y una progresiva desaparición de cualquier
tipo de protección social en aras de garantizar en la vida
cotidiana la misma competencia que rige en los mercados)
provoca un aumento de la pobreza y de las amenazas de
inestabilidad social: lugares y gentes relegadas, que se go-
biernan, precisamente, a través del cálculo y la contención
del “riesgo” que suponen para el conjunto de la sociedad.
Riesgo · 27
tirse en delincuentes y vigilar las plazas que frecuentan, sus
redes sociales, sus prácticas cotidianas... para mantenerlos
bajo control.
Riesgo · 29
la desigualdad y la inseguridad como forma de funciona-
miento. Y la lógica de contención del riesgo –efectuada por
policías, pero también por medios de comunicación, profe-
sionales y ciudadanos– se convierte en el doble, la Cara B,
de una sociedad que anima a la ciudadanía, precisamente,
a asumir riesgos4.
Coda
Riesgo · 31
Oportunidades
María Stegmayer
i atendemos a las reconfiguraciones ideoló-
gicas y dispositivos de subjetivación producidos
bajo el capitalismo neoliberal contemporáneo ve-
remos que red, conectividad, equipo, talento, motivación,
oportunidades y comunidad son todos significantes que lejos
de oponerse al individualismo, articulan entre sí un nuevo
mandato de competencia y esfuerzo individual por el cual
las instancias colectivas de solidaridad social resultan des-
alojadas. Si la existencia de estas últimas presupone sujetos
en posiciones desiguales y asimetrías estructurales a revertir,
este discurso se asume igualitario solo en su propuesta de
subsanar la desigualdad de oportunidades para que todos
aquellos que se esfuercen lo suficiente accedan a una feli-
cidad que se identifica exclusivamente con el triunfo del
mérito personal1. La desigualdad de oportunidades entre los
Oportunidades · 35
individuos –independientemente de su posición social estruc-
tural– representaría el único mal social a erradicar en tanto
asociado, precisamente, a la existencia distorsiva de obstá-
culos y límites que dividen artificiosamente, se nos dirá, “la
comunidad natural de los emprendedores que somos”. En
esa idea se constituiría eventualmente el modelo de justicia
acorde a esta retórica que, en ruptura con la tradición demo-
crática e igualitaria que aspira a reemplazar, explotando su
léxico y refuncionalizando algunas de sus nociones, coloca
este concepto –igualdad de oportunidades– bajo una nueva
óptica, en un nuevo escenario y según nuevos requerimien-
tos sistémicos (tanto laborales, afectivos como ideológicos).
Oportunidades · 37
qué hace de “mi vida” una vida “vivible” –aún si se formula
en el campo del sujeto– se vuelve inseparable de una proble-
matización de las condiciones sociales, económicas y políticas
que, en un contexto de creciente desigualdad y precarización
de la existencia hacen que ciertas vidas, en los términos de
Judith Butler, “cuenten como vidas” y otras se vuelvan “des-
echables” sin mayor consideración2. Por el contrario, en la
inflexión neoconservadora y neoautoritaria del neoliberalis-
mo que buscamos caracterizar aquí, ya no se trata del con-
cepto de individuo (en su esbozada complejidad ético-política)
sino de una apelación circunscripta a la persona o, mejor, a
la personalidad. Esa dimensión plástica y flexible capaz de
oficiar el relevo exitoso de lo que Richard Sennett denomi-
nara un carácter. En sus palabras, es contra este último que
el orden laboral neoliberal demanda: “un yo maleable, un
collage de fragmentos que no cesa de devenir, siempre abierto
a nuevas experiencias; éstas son precisamente las condiciones
psicológicas apropiadas para la experiencia de trabajo a corto
plazo, las instituciones flexibles y el riesgo constante”3 . Es en
este nuevo marco que la igualdad de oportunidades se cons-
tituye como significante clave de una retórica cuya inflexión
neo-conservadora, post-crítica y post-democrática se hace
2 Ver Judith Butler, Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría
performativa de la asamblea (Buenos Aires: Paidós, 2017); y también su
anterior Vida precaria. El poder del duelo y la violencia (Buenos
Aires: Paidós, 2006).
5 Para una discusión más extensa de estos tópicos. Ver Judith But-
ler Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad (Buenos Aires:
Amorrortu, 2009).
Oportunidades · 39
La promesa de que habrá oportunidades para todos los que
demuestren activamente merecerlas significa aquí que, a la
vez que se condenan ciertas inequidades o mejor, distorsiones a
la hora de la competencia, se constata no solo la insuperabili-
dad sino la justicia de la desigualdad. En este marco, medidas
de discriminación positiva como la instauración de cuotas
para minorías “en desventaja” o la promesa de recompensas
al mérito para quienes se “destaquen” en condiciones adver-
sas, estarán destinadas exclusivamente a subsanar lo que se
considera como un simple desnivel en el punto de partida con
miras a una contienda pretendidamente transparente. Des-
alentando con énfasis toda puja redistributiva, la voluntad
explícita del discurso de las oportunidades no será reducir
la desigualdad social sino “disminuir la pobreza”, lo cual se
condice con un programa económico orientado a desmon-
tar el entramado de controles, regulaciones e intervenciones
estatales que habrían sustentado el denominado Estado de
Bienestar y con él una ampliación sustantiva de la igualdad
vía la institución de derechos sociales 6 . Mientras la igualdad
Oportunidades · 41
violencias que se produzcan en este marco “ideal” de libre
elección y deportiva competencia por las oportunidades se-
rán, decíamos, no solo legítimas sino también deseables. Así
planteada, la comunidad de “emprendedores” –en reem-
plazo de una anticuada y fría noción de sociedad surcada
por antagonismos, conflictiva y compleja– se nos aparece
sin límite y sin borde; sus predicados son antropológicos y se
desentienden de las múltiples mediaciones y dependencias
que nos constituyen como sujetos para engancharse a una
fuerte apelación a la singularidad de cada uno pero como algo
dado y garantizado desde el vamos, y no como aquello que,
en todo caso, una política tendría que contribuir a producir
contra la lógica equivalencial dominante. De modo que por-
que “está en nuestra naturaleza emprender” y podríamos
hacerlo “sin fricciones” –de no darse artificiosas regula-
ciones políticas–, las exclusiones que produce este modelo
de comunidad imaginaria emergen necesariamente como
auto-exclusiones o fracasos individuales. Así, el “¡Todo es
posible juntos!” (siempre que se trate de emprender, podría-
mos agregar) y el “¡En todo estás vos!”, en los que se replica
esta interpelación en el caso de la Argentina reciente7, dice
también que los que no “pertenecen” a este ilusorio todo no
lo hacen porque –dictamina el mismo discurso en su per-
fil punitivo– eligieron no participar, retirándose del juego
o malgastando sus oportunidades. De allí que despierten
Oportunidades · 43
promesa de liberación que fuera acometida, ante todo, como
emancipación de la propiedad comunal de la tierra, de los
vínculos de dependencia personal y de las formas locales y
pre-modernas de solidaridad colectiva, esta épica solitaria
e inaugural –que avanzó al pulso de la generalización del
trabajo asalariado y el modo de vida burgués– se vio trans-
formada en el breve interregno que Boltanski y Chiapello
identifican con un segundo espíritu del capitalismo, vigente
entre los años 30 y 60 del siglo pasado, “a través de un ideal
que podríamos calificar de cívico, en la medida en que hace
hincapié en la solidaridad institucional, la socialización de
la producción, de la distribución y del consumo, así como en
la colaboración entre las grandes firmas y del Estado en una
perspectiva de justicia social”9.
10 Vanina Papalini, Garantías de felicidad. Estudio sobre los libros de au-
toayuda (Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2015).
Oportunidades · 45
“prueba”11. A la vez, este cambio se presenta como inexorable.
El cambio –nos invita a reconocer este discurso– es la ley de la
vida (el cambio sencillamente “sucede” y no hay responsables
ni posibilidad de reclamo) y a ella es preciso adaptarse. Lo
mejor que puede hacerse es, cuanto antes y sin lamentarse,
tratar de encontrar una nueva forma de subsistir. Es mejor
no preguntarse por las causas ni detenerse a reflexionar sino
avanzar. Rápida reacción, olfato para las oportunidades, in-
tuición para avizorar nuevos recursos, enumera Papalini, se
corresponden con el valor de una noción de cambio que em-
puja a salir del estado de equilibrio (derechos y seguridades
conquistadas en una historia previa, individual y colectiva
a la que es necesario sobreponerse) para progresar. La noción
básica es que el yo todo lo puede. Puede y puede solo, desde
sí mismo, con sus propios recursos. El punto de partida de la
autoafirmación es un doble convencimiento: que nadie ven-
drá en auxilio del que sufre y que se tiene la fortaleza para
resolver la situación12.
Oportunidades · 47
para la maximización de las oportunidades14. Lo peligrosa-
mente antidemocrático de este discurso no residiría enton-
ces, según esta hipótesis de lectura, solo allí donde excluye
y traza límites, sino también –y tal vez de un modo más
preocupante aún– donde genera una retórica que al invocar
una igualdad vacía inmuniza a los sujetos frente a la expe-
riencia de las exclusiones producidas. En otros términos, la
supuesta disponibilidad de las oportunidades para todos los
sujetos –como reforzamiento de un imaginario falsamente
“igualador” en un plano meramente formal y opuesto, por
ello, a la reivindicación igualitaria consustancial a una de-
mocracia sustantiva– oculta y promueve al mismo tiempo
las exclusiones que se producen en los márgenes de la socie-
dad de oportunidades. En efecto, este discurso puede permi-
tirse grados inesperados de xenofobia, autoritarismo y natu-
ralización de la desigualdad porque y en tanto envuelve a los
límites en una atmósfera de irrealidad, como si provinieran
de un relato fantástico que imagina adversarios donde solo
hay co-equipers; que imagina dominantes y dominados donde
solo hay astutos emprendedores que no precisan que nadie
los esclarezca porque “todos nos damos cuenta de todo” e
intentamos maximizar nuestras chances, potenciando nues-
tros enlaces en un mundo plano y sin baches, interconecta-
do en su esencia. A la inversa, se podría sospechar que un
slogan como “Todo es posible juntos” precisamente porque se
ha vuelto pura repetición vacía, incapaz de alojar límites
y diferencias políticas sobre el sentido de la democracia, es
Oportunidades · 49
Neomanagement
(new management) 1
Luca Paltrinieri
11 Claude Diebault et. al., Education, Knowledge and Economic Growth.
France and Germany in the Ninteenth and Twentieth Century (Frankfurt am
Main: Peter Lang, 2003).
23 Cf. Brian M. Carney e Isaac Getz, Freedom Inc. How Corporate
Liberation Unleashes Employee Potential and Business Performances (New
York: Somme Valley House, 2016); Frédéric Laloux, Reinventing Or-
ganizations (Tennessee, EU: Lightning Source, 2014).
31 André Gorz, “La personne devient une entreprise. Note sur
le travail de production de soi”, Revue du MAUSS, 18 (2001): 61-66.
Emprendimiento · 75
que esta arrojó quería decir algo”.2 Adelantándose a Mil-
ton Friedman, Crozier apuntaba a que prácticamente “en
todo occidente la libertad de elegir de los individuos se ha
incrementado tremendamente”3 , no así las condiciones para
su realización. Por ello la revuelta juvenil representaba “un
punto decisivo principal”4. No hay que ser un gran lector para
comprender que el mensaje que portaba la revolución no era
el mismo mensaje que comprendió Crozier, que es, de alguna
manera, el que ha terminado primando, como veremos lue-
go. Relevante para nosotros es que este sociólogo intentaba
dirigir a la sociedad postindustrial, pues concuerda aquí con
Daniel Bell, hacia su empresarización, quería reemplazar al
Estado por las empresas y alcanzar así la tan ansiada “liber-
tad”, una libertad restringida al marco capitalista.
2 Michel Crozier, The stalled society (New York: Viking Press, 1973),
128.
4 ibídem, 26.
Emprendimiento · 77
de la privatización de la sociedad y la emprezarización de
sí que, gracias a la ley General de Universidad de 1981,
comenzaban a instalar una antropología neoliberal: el ca-
pital humano7. El capital humano es literalmente la trans-
formación del ser humano en un emprendedor, cuestión
que se logró al transformar el consumo en un ámbito de la
producción. Gracias a la teoría del rational choice, se pensó el
trabajo no como un proceso, sino como una actividad que,
cuando entra en acción, obtiene utilidades; se reintrodujo el
trabajo (intelectual y material) en el análisis económico, y
lo desdoblaron en una renta y en un capital, de manera que
un sueldo ya no es un salario sino la renta de un capital, y
un capital es lo que permitirá recibir ingresos a futuro, un
capital que se pone en juego a la hora de entrar al mercado
laboral o al comercio, y que no solo tiene que ver con el sa-
ber, sino también con la idoneidad que se tiene para invertir
el propio capital, con las competencias y habilidades, o con
los talentos, pues el capital humano bien puede ser la voz
de María Callas, la destreza danzarina de Michael Jackson,
la psicología de Pilar Sordo, el conocimiento de la obra de
Platón o el manejo de la teoría cuántica. Todo depende de
la empresa que quiera ser uno.
Emprendimiento · 79
las empresas del país”9. De ahí la alegría de Lavín cuando
afirmaba que: “En los últimos dos años, el desarrollo de la
mentalidad empresarial entre los jóvenes ha sido sorpren-
dente, dando lugar a congresos de nuevos empresarios,
concursos de proyectos de nuevas Empresas [Lavín escribe
aquí con mayúscula, tal como se escribe Estado], desarrollo
de fondos de capital de riesgo, y de diversas otras iniciati-
vas. A consecuencia de esta valoración creciente del rol del
empresario, muchos de ellos son hoy invitados frecuentes a
programas de televisión, o mantienen columnas en los dia-
rios [como Fuguet, Gumucio y un largo etcétera], mientras
algunos se han atrevido, incluso, a comenzar a aparecer en
su propia publicidad. Es el caso de Fabrizio Levera, quien
al estilo de Iacocca, publicita sus productos personalmente,
amparado en la música de Gigi, el amoroso”10 . De manera que
la revolución que se fraguaba durante la dictadura se escon-
día tras las cifras de televisores comprados y malls construi-
dos, pues consistía en la transformación del trabajador en
emprendedor. Un sujeto que, como Fabrizio Levera, debe
convertirse en su propia marca, lo que hace del ego y del
nombre instancias centrales para la venta de uno mismo.
De ahí el uso exponencial de plataformas como Facebook,
Academia.edu, Twitter o Instagram, que nos permiten pu-
blicitarnos de mejor manera.
Emprendimiento · 81
6. Una vez que el modelo civilizatorio de la empresa ha
colonizado lo social, el discurso del emprendimiento se ha
transformado en el trending topic más aclamado y difundido de
políticos, empresarios, burócratas (que no han desaparecido)
académicos y científicos, hasta el punto de encontrarnos con
estupideces que nos hablan de Platón o Nietzsche como gran-
des emprendedores, los forjadores de nuestras actuales condi-
ciones de empresarización12. Durante el siglo XIX, la opinión
y consejo de Andrés Bello contó para varios presidentes y mi-
nistros, de la misma manera que hoy es Pilar Sordo, empren-
dedora de emprendedoras, la que asesora a los Ministerios
de Educación e Interior. Si Platón pudo haber sido el primer
emprendedor, ya nada sorprende en los defensores del capita-
lismo neoliberal, tanto en su versión popular como humano,
pues hoy ambos se dan la mano para producir y gestionar
nuestra libertad. Esa que nos permite surfear por el mercado
laboral, siguiendo el fluir de nuestros cambiantes deseos. Así
nos lo dicen Flores y Gray, cuando nos hablan del ocaso de
las carreras universitarias: “En lugar de comprometerse de
por vida con una profesión, vocación o forma de trabajo, la
gente wired simplemente se deja llevar por cualquiera de sus
varios talentos o inspiraciones […] En el caso ideal, puede pasar
siete años de su vida adulta como ingeniero, después estu-
diar administración de empresas y convertirse en consultor
Emprendimiento · 83
cuatro millones ni siquiera pueden pagar lo que deben, con
un promedio de seis documentos impagos, que se desglosa
principalmente en tiendas comerciales, crédito estudiantil y
crédito hipotecario”14. Así las cosas, el único compromiso
que puede establecerse no es con uno, sino con el capital.
Emprendimiento · 85
El término emprendimiento se lo debemos a Joseph Schum-
peter, que lo vinculó a la idea de innovación y riesgo16 ha-
ciendo de él el motor de la producción, de manera similar a
cómo hoy se hace del capital humano (concepto del cual no
debe ser separado) la base del “desarrollo endógeno” pro-
puesta de Paul M. Romer, desde junio de 2016 Economista
en Jefe y Vicepresidente Senior del Banco Mundial. Para
Schumpeter, el emprendedor no es solo quien de manera
independiente se dedica a los negocios, también lo pueden
ser dependientes o empleados de una compañía, lo que hace
que su concepto no incluya a gerentes o industriales. Lo que
caracterizaría entonces a la figura del emprendedor es la
iniciativa, la autoridad y la previsión con que una persona
puede desarrollar un negocio, ya sea de mermeladas o una
compañía aérea, pues Sebastián Piñera también se define
como un emprendedor. Pero la propuesta de Schumpeter
no tuvo mayor relevancia en el momento en que publicó
sus textos, de manera que llama la atención que hoy sea un
término que circula y se lo promueva en todos lados, desde
el vecindario al gobierno de turno, pasando por la universi-
dad, que busca que cada estudiante/cliente se transforme en
un emprendedor.
Emprendimiento · 87
país es la excepción a esta tendencia precisamente debido a
las políticas del emprendimiento local, que no es sino una
forma encubierta del autoempleo, es decir, de trabajos fle-
xibilizados y precarizados. Así lo señala la OIT, cuando se
refiere al empleo informal: “El empleo informal incluye a los
siguientes tipos de empleos: trabajadores por cuenta propia
dueños de sus propias empresas del sector informal, emplea-
dores dueños de sus propias empresas del sector informal,
trabajadores familiares auxiliares, miembros de cooperati-
vas de productores informales, asalariados que tienen em-
pleos informales en empresas del sector formal, informal o
en hogares; y trabajadores por cuenta propia que producen
bienes exclusivamente para el propio uso final de su hogar,
si dicha producción constituye una aportación importante al
consumo total del hogar”19.
Emprendimiento · 89
en su imaginación como capital. En su condición de capitalista
de sí mismo, se auto-emplea como asalariado. Semejantes
anomalías ofrecen campo propicio a las monsergas en tor-
no al trabajo productivo y el improductivo”22. Marx, quien
como nadie, antes y después de él, ha estudiado con máxima
rigurosidad el desarrollo del capitalismo, veía como una pa-
radoja el que un trabajador fuese su propio empresario, de
manera que si hoy se resalta el lado “emprendedor” de quien
trabaja por cuenta propia, es solo a costa de obliterar la no-
ción de trabajo y articular, así, la solidaridad empresarial
que supuestamente puede darse, por ejemplo, entre quien
diseña páginas web desde su casa o teje chalecos para un
mercado artesanal y, para dar un ejemplo desconocido, Se-
bastián Piñera. Pero esta solidaridad no existe, como prue-
ban las estadísticas del endeudamiento publicadas por la
Fundación Sol. Lo que hace el discurso del emprendimiento
es explotar de manera indirecta a un trabajador avergonza-
do de su condición. La crisis del trabajo se da precisamente
proletarizando a una población a la que los estudios univer-
sitarios no le sirven más que para naturalizar (aprehender)
una vida regida por el crédito y el consumo. Una vida cada
vez más marcada por la precarización radical: “Historiado-
res licenciados trabajando en fábricas de galletas, profesoras
de instituto lo intentan como niñeras, abogados sobrantes
que comercializan objetos de arte indios. Mucha gente con
formación intelectual se sigue moviendo pasados los treinta
o cuarenta años en condiciones de vida casi estudiantiles o
Emprendimiento · 91
Evaluación
La investigación científica
en la criba del benchmarking
Pequeña historia de una tecnología
de gobierno 1
Isabelle Bruno
Evaluación · 95
indicadores numéricos que “deben” evaluar los desempeños
[ performances], no en lo absoluto ni en el tiempo, sino siempre
en relación a los “otros” –los pares que, desde este punto
de vista, son sobre todo competidores y no homólogos o
iguales. La clasificación jerárquica es así el acto a través del
cual se mide la amplitud de la competitividad, esto es, la
capacidad de mostrar el mejor puntaje –al menos uno mejor
que el de los otros– en una competición que no existía antes
del ranking, ya que ésta es parametrada según los criterios
de la clasificación en sí misma. La información que resulta
de esta comparación es destinada a un público de inversio-
nistas y de consumidores, que buscan “sitios atractivos” y
“servicios de calidad”: ella debe ayudarlos a maximizar la
utilidad identificando la mejor oferta de salud, educación o
de políticas ministeriales, lo que en este último caso limita
con lo absurdo. Pero el sin sentido de estos rankings, que
comparan cosas incomparables y se dirigen al homo oeconomi-
cus, no es destacado: su razón de ser se impone con la fuerza
de la evidencia, solamente los criterios retenidos resultan de
vez en cuando controversiales.
Evaluación · 97
¿Qué es entonces el benchmarking? Los franceses lo traducen
generalmente como “calibración de los desempeños” o “eva-
luación comparativa”; los quebequenses prefieren hablar de
“comparación”. Sin embargo, sea cual sea la denominación
empleada, se trata de identificar una referencia o parangón.
En otras palabras, consiste en un modelo con el cual alguien
debe compararse a fin de reducir la diferencia de desempeño
que le separa de él. La proliferación actual de sus usos, ya sea
en la vida privada o en la administración pública, tiende a
inscribirlo en el sentido común como una necesidad impres-
cindible, como la respuesta a la supuesta necesidad universal
e imperativa de competitividad. La comunidad universitaria
no está exenta, ella ve esta descabellada técnica propagarse
para coordinar y evaluar las actividades tanto de investi-
gación como de formación. Es esta doble evidencia – de la
competitividad como exigencia universal y del benchmarking
como medio políticamente neutro de satisfacción– la que
me propongo interrogar aquí, presentando los resultados
de una investigación llevada a cabo entre 2001 y 2006, en
el marco de una tesis doctoral en Ciencias Políticas7. Antes
de exponer de qué manera el benchmarking se transformó en
la pieza maestra del dispositivo de Lisboa*, que preside al
Evaluación · 99
estatus de cientificidad, y de esta forma, una pretensión de
universalidad. Voy pues a intentar identificar los presupues-
tos, las ideas implícitas, el trabajo de contextualización; en
otras palabras, la racionalidad que le confiere la fuerza de la
evidencia encerrándola en una caja negra indiscutible.
Evaluación · 101
organización. El ejercicio del benchmarking emerge como un
dispositivo coextensivo a la exigencia de competitividad. Es,
por tanto, su co-construcción la que debe ser considerada: la
fuerza de los discursos políticos que diagnostican una caren-
cia en la competitividad internacional y prescriben el bench-
marking como remedio, tienen las pruebas numéricas que jus-
tifican sus enunciados. Sin embargo la producción de estas
pruebas participa de un proceso de benchmarking que consiste
precisamente en calcular los diferenciales de desempeño, lo
cual acontece al convertir en cifras la amplitud competitiva.
En lugar de desacoplar las prácticas discursivas y materiales,
las herramientas de cuantificación y de decisión, la ciencia
de la gestión y la acción política –en resumen, el saber y
el poder– lo relevante es estudiar la tecnología de gobierno
que ellas componen. Dicho de otra forma, hay que rechazar
el postulado dominante según el cual el benchmarking sería
neutro, un simple medio de coordinación útil y eficaz sean
cuales sean sus fines. Su lógica competitiva impone una
misma gramática de análisis y de acción a todas las formas
de organización humana. Rastrear la genealogía ayuda a
descifrar los efectos de codificación y de prescripción produ-
cidos por su práctica, es decir, la manera como informa a sus
practicantes –sobre todo los gobernantes– sobre lo que hay
que saber y lo que hay que hacer.
Evaluación · 103
a los gerentes [managers] occidentales en un best-seller9 que
antecede por tres años al libro de Camp.
9 cf. Masaaki Imai, The Key of Japan’s Competitive Success (New York:
Random House, 1986).El año de aparición de esta obra en Estados
Unidos es también el año de la creación, por el mismo autor, de un
“Instituto Kaizen”, donde inscribió su marca antes de extenderla
en forma de red en los tres continentes de la Triada.
A ná l isis
4. Determinar la brecha de desempeño actual
5. Proyectar los niveles de desempeño futuros
I n t egr ación
6. Comunicar los hallazgos de benchmarking y obtener aceptación
7. Establecer metas funcionales
8. Desarrollar planes de acción
Evaluación · 105
A cción
9. Implementar acciones específicas y supervisar el progreso
10. Clasificar los benchmarks
M a du r e z
• Posición de liderazgo obtenida
• Prácticas totalmente integradas en procesos (Fuente : Camp
1989.)
..............................................................................................
11 Taiichi Ohno, L’espirit Toyota (Paris: Masson, 1989). Existe tra-
ducción al castellano: El sistema de producción Toyota : Más allá de la
produción a gran escala trad. SAX Traductors (Barcelona: Gestión
[1993] 2000)
Evaluación · 107
del tejido económico japonés, es que el “espíritu Toyota” es
transmitido al conjunto del sector industrial, si es que no a
la sociedad en su conjunto.
Evaluación · 109
utilizado para designar la estructura organizacional por la
cual el benchmarking reúne los principios de cooperación y de
competición. Para comprender esta rareza, hay que tener
presente dos presupuestos subyacentes al benchmarking, y que
le pueden parecer contra-intuitivos a quienes no comparten
el sentido común de los gerentes, o a quienes no le sean fami-
liares estos aforismos. El primero es la idea según la cual una
organización no puede ser competitiva si no está expuesta
a la competencia, y para ello debe integrarse a la compe-
tencia mundial. El segundo puede ser presentado como un
silogismo: la ciencia económica nos enseña que el mercado
competitivo es el dispositivo de coordinación más eficiente;
ahora bien, las organizaciones necesitan una coordinación
eficiente para ser competitivas en el mercado; es la ciencia
managerial entonces la que debe establecer las condiciones
de una competición interna a la organización, a través de la
puesta en marcha de un sistema de información que con-
fronte la eficiencia de sus miembros. El proceso del benchmar-
king concretiza de esta forma un dispositivo de coordinación
que vuelve operacional el principio de competencia como
principio de organización.
Evaluación · 111
embargo, sería reduccionista negar toda especificidad a los
cambios etiquetados como “NPM”, y delimitar su envergadu-
ra a un efecto colateral del “consenso de Washington”, que
desde las años 80, preside el giro neoliberal adoptado por
todos los países industrializados19. La mutación más radical
implica, al mismo tiempo, las maneras de pensar y de ac-
tuar que caracterizan a las prácticas gubernamentales. Los
promotores del NPM vehiculan no solo el ideal de un “Estado
estratega”, que se volvió dominante durante los años 90 20 ,
sino también a la ingeniería administrativa, que contiene la
caja de herramientas que le permitió a sus agentes realizarlo.
Vuelven operacional una forma managerial de gobernar a
distancia y la sistematizan en un régimen singular de guber-
namentalidad, conocido fundamentalmente bajo el nombre
de gobernanza.
Evaluación · 113
El mismo año y con el mismo espíritu, la Comisión Europea
organizó, en colaboración con la Mesa Redonda Europea
de Industriales (ERT) –club elitista que reúne a unos 40
capitanes de las empresas más poderosas de Europa–, un
seminario sobre “el benchmarking para los políticos respon-
sables: hacia la competitividad, el crecimiento y la creación
de empleos”24. Ella, por cierto, no se contenta con promo-
verlo únicamente entre las empresas europeas, dado que su
fin es el de confirmar su aptitud para conquistar cuotas de
mercado a nivel mundial25. Bajo la influencia de la OCDE ,
entonces, apunta a los gobernantes nacionales como blanco
privilegiado. En un documento de trabajo de 1997, titulado
“Benchmarking: puesta en marcha de un instrumento desti-
nado a los actores económicos y a las autoridades públicas”,
les anima a utilizar esta técnica de gestión para administrar
eficazmente a su población y a su territorio26 . Para ello, un
“grupo de alto nivel dedicado al benchmarking” fue creado por
la DGIII (Industria) con la intención de acreditar sus ventajas.
En el informe que entregó a la Comisión en 1999, propone
una calibración sistemática de las “condiciones generales”
27 High Level Group on Benchmarking, First report by the high level
group on benchmarking. Benchmarking Papers, n° 2. (1999)
Evaluación · 115
y con mayor cohesión social”29. En sus conclusiones, este
objetivo se concretizó en un programa decenal de dos
partes, apuntando, por un lado, a “preparar la transición
hacia una economía competitiva, dinámica y basada en el
conocimiento”; y, por otro, a “modernizar el modelo social
europeo mediante la inversión en capital humano y la cons-
titución de un Estado activo de bienestar” (cf. documento 2).
Evaluación · 117
inapropiado para transformar a la Unión en una organiza-
ción competitiva a nivel mundial.
Evaluación · 119
reformas en las empresas y en los organismos públicos, se
propone “modernizar” la forma de hacer Europa, sistema-
tizando el método experimentado en el marco de la “estra-
tegia europea para el empleo” lanzada en 1997. Aquí reside
toda la originalidad de la estrategia de Lisboa: la puesta en
marcha que inaugura (ver documento n° 3) crea un dispo-
sitivo de coordinación intergubernamental, supuestamente
abierto a todos los actores de la “sociedad civil” y bautizado,
por tanto, como Método Abierto de Coordinación (MAC en
la jerga europea).
Evaluación · 121
basa en que está desligado de cualquier formalismo jurídico,
y es lo que le da su fuerza. Puramente incitativa, depende
de la buena voluntad de los Estados, no tanto para adherir
a una intensión proyectada como para equiparse efectiva-
mente con los instrumentos gestionarios y estadísticos preco-
nizados. Equipados de esta manera, los gobiernos estatales
tienden a alinearse a la “conducta económica del empresa-
rio moderno” que actúa “conforme a un plan, con vistas a
un fin y teniendo como base el cálculo”30 . Observando las
prescripciones materiales del MAC, se pliegan a la disciplina
pragmática de una gestión basada en objetivos, que incluye
una obligación de resultados. La estrategia de Lisboa con-
templa así la continuación de la construcción europea, pero
mediante otros medios –medios que no son ni diplomáticos
ni jurídicos, sino de gestión y disciplinarios. Dicho de otra
forma, los nuevos campos sobre los cuales actúa la Unión,
bajo la bandera del MAC, ya no son objeto de una integra-
ción a través del derecho, sino de una europeización a través
de las cifras.
31 Michel Foucault, Vigilar y castigar (Buenos Aires: Siglo XXI 2002)
230
Evaluación · 123
los jugadores tan libres como sea posible, pero disciplinando
la acción gubernamental. Realiza en esto el programa del
neoliberalismo que proyecta “una sociedad en la que haya
una optimización de los sistemas de diferencia, […] en la
que haya una acción no sobre los participantes, sino sobre
las reglas del juego, y, para terminar, en la que haya una
intervención que no sea del tipo de la sujeción interna de los
individuos, sino de tipo ambiental”32. Esta manera de gober-
nar, aparentemente apolítica ya que aparece adornada con
los atuendos de la objetividad (científica) y de la neutralidad
(técnica), tiene un nombre: la gobernanza. Más allá –o más
bien de este lado– de la Unión Europea, no concierne sola-
mente a las empresas sino todas las organizaciones huma-
nas. Lejos de ser una excepción, las universidades y los la-
boratorios de investigación son uno de los primeros sectores
afectados por este enorme proceso de transformación social.
***
Evaluación · 125
No obstante, por más decepcionantes que sean los balances
que se han realizado, el problema jamás se liquida. Las reco-
mendaciones emitidas a partir de estas evaluaciones negati-
vas no acusan nunca la ineficacia del dispositivo: en lugar de
concluir en la insolvencia de los ciclos del benchmarking, estos
afirman, por el contrario, la necesidad de continuarlos racio-
nalizándolos cada vez más, es decir, reduciendo las listas de
indicadores utilizados y reorientando los objetivos en torno
a las prioridades económicas, en detrimento de los objetivos
sociales o medioambientales. Si “esto no funciona, no será a
causa de un problema técnico, sino de una falta de voluntad
política. Los ejercicios de benchmarking se orientan a la man-
tención de una presión constante sobre los gobiernos, con el
fin de que estos intensifiquen sus esfuerzos en la dirección
del sentido convenido. Estos ejercicios se acompañan de dis-
cursos movilizadores que utilizan el registro de la urgencia
de los plazos, de la carrera contra el tiempo, de la recta final.
Tomando en cuenta los dispositivos de evaluación compara-
tiva que se propagan en las administraciones públicas y en
las instituciones sociales, se puede considerar el benchmarking
completamente. Esto no quiere decir que vuelva a todas las
instituciones en instituciones competitivas, sino que inscribe
las formas de pensar y de hacer que extienden hacia las áreas
no mercantiles la “disciplina indefinida” de la competitividad.
Sean cuales sean los resultados registrados, instala las condi-
ciones de posibilidad de una búsqueda del desempeño y de un
espíritu de competitividad propios de la gubernamentalidad
neoliberal.
Traducción de Diego Fernández Varas
Crédito · 129
el futuro. El reverso de esta operación es la deuda que se crea
mediante el acto de dar crédito. Las relaciones de deuda/
crédito son relaciones constitutivas de toda sociedad huma-
na, y presentes en múltiples ámbitos, tales como la lealtad
que se debe a una amiga, el respeto debido a los padres, la
vida que se debe a un dios, la obligación de representar que
un político debe a sus votantes, o el dinero adeudado a un
banco comercial. Estas relaciones se expresan en distintas
“monedas”, tales como la lealtad, el respeto, la devoción o
el dinero.
Crédito · 131
infra-estructura social que permitió otorgar predictibilidad
y hacer valer los contratos, tales como las instituciones que
regulan el cobro excesivo de interés, sistemas de información
que registran el comportamiento financiero de los deudores
y leyes que establecen sanciones para quienes no cumplan
sus contratos.
3 Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century: Money, Power, and the
Origins of Our Times (London, Verso, 2010).
Crédito · 133
·· Las innovaciones tecnológicas y las nuevas técnicas de
manejo de riesgo que permitieron expandir el crédito a los
sectores de ingresos medios y bajos 6 .
·· La transformación en el modo gerencial de las empresas,
que en vez de expandir el sector productivo y generar em-
pleos, buscan satisfacer el rendimiento financiero ante los
ojos de los accionistas7.
·· Una revolución en la banca comercial, que en lugar de
buscar financiar empresas (que ahora levantan capital en
la bolsa), se orientan a prestarle dinero a los hogares 8 .
·· Nuevas tendencias en los patrones de consumo de los ho-
gares, que exhiben una creciente dependencia del crédito
para llevar a cabo sus vidas cotidianas9.
Crisis de acumulación
y capital financiero
En términos macro-históricos, distintas teorías han apunta-
do a una directa conexión entre la expansión del crédito y
el capital financiero, y la institucionalización del neolibera-
lismo. En pocas palabras, una diversidad de autores ha con-
fluido en señalar que la era del neoliberalismo se caracteriza
por una ralentización de la generación de ganancias, lo cual
conduce al capital a moverse hacia la especulación financie-
ra y el crédito como fuentes de ingresos y acumulación.
10 Paul Langley, The Everyday Life of Global Finance: Saving and Bo-
rrowing in Anglo-America (Oxford, Oxford University Press, 2010).
Crédito · 135
Esta idea fue desarrollada por intelectuales marxistas
en los años setenta, quienes apuntaron que la expansión
del crédito ha sido un pre-requisito para la expansión de
la producción y los servicios en un contexto de “crisis de
acumulación”11. Para algunos, esta crisis se produce debi-
do a la creciente tendencia de monopolización de las cor-
poraciones multinacionales, por lo que la financiarización
representa una etapa de maduración del sistema capitalista
en la que sus contradicciones se hacen manifiestas12. Según
esta narrativa, el producto generado por la expansión de los
grandes monopolios no es absorbido en igual medida por
la economía, resultando en un estancamiento general. Este
estancamiento fue parcialmente resuelto mediante el gasto
estatal en las décadas previas a los ochenta, pero con las
políticas de austeridad fiscal y des-regulación, el capital se
liberó de restricciones institucionales y se re-orientó a ac-
tividades financieras más que productivas, alimentando la
especulación y recurrentes burbujas.
12 Ibid.
Crédito · 137
argumentado también que el libre-mercado ha sido el motor
de la financiarización de economías importantes como la
estadounidense, particularmente con la consolidación de
grandes competidores en los mercados internacionales, tales
como lo fueron Japón o Alemania en las décadas que suce-
dieron a la posguerra.
Crédito · 139
la responsabilidad a los estudiantes y sus familias. Este pro-
ceso, conocido como “privatización del riesgo”17, supone
entonces que el crédito ha venido a reemplazar la “red de
protección” social que había supuesto el Estado de Bienestar
en gran parte de las democracias capitalistas desarrolladas.
Con ello, el “consumo” que guía la expansión del crédito no
es conspicuo, sino que refleja el intento de los hogares por
mantener sus estilos de vida en un contexto hostil.
Crédito · 141
jugó un papel fundamental –aunque no reconocido– en la
transición hacia una sociedad de consumo. A este proceso
contribuyeron las políticas subsidiarias, las cuales sirvieron
como colaterales para asegurar el acceso al sector finan-
ciero20 . En Chile, por otro lado, la creación de mercados
educacionales, de vivienda y de consumo fue a la par con el
desarrollo de herramientas financieras que sirvieron como
verdaderos subsidios a la demanda de bienes y servicios. Allí
las tarjetas de crédito de casas comerciales han servido como
una expansión permanente del ingreso de hogares medios y
bajos, mientras que los créditos de vivienda y educacionales
han permitido expandir la cobertura de estos servicios bá-
sicos privatizados. De este modo, el crédito permite hacer
menos evidente los altos niveles de desigualdad de ingresos,
alcanzando en parte la ilusión de la igualdad de consumo21.
Así visto, el crédito no solo permite a los hogares alcanzar
estándares de consumo socialmente definidos, sino que es
también una condición de posibilidad del funcionamiento y
expansión de múltiples mercados.
Crédito · 143
La financiarización de la empresa
y la desigualdad
Crédito · 145
ganancias financieras de sus operaciones no se reinvierten
en las instalaciones productivas de las empresas, sino que
son distribuidas a los accionistas a través del pago de divi-
dendos u opciones de compra de acciones”26 .
La financiarización de la cultura
y la vida cotidiana
Crédito · 147
del hogar28 . Básicamente, consiste en la promesa de que los
hogares pueden participar de los beneficios del capitalismo
y sus múltiples instrumentos de inversión, siempre y cuando
aprendan a comportarse de manera racional y responsable.
De este modo, la financiarización es promovida por gobier-
nos, así como también por incontables libros de auto-ayuda
financiera o sobre cómo conseguir riquezas mediante un
uso racional de los instrumentos a mano: seguros de vida y
salud, fondos de pensiones, créditos de consumo, fondos mu-
tuos, ahorros, y un sinfín de otros mecanismos de inversión.
De este modo, los hogares pobres y no pobres son invitados a
mirar su unidad doméstica como una inversión, constituida
por activos y pasivos, flujos de dinero e inversiones similares
a los de cualquier empresa capitalista. Se habla de “pro-
mesa” de la “democratización de las finanzas” porque este
proceso no necesariamente ha tenido los efectos esperados,
tales como la reducción de la pobreza, sino que en muchos
casos ha favorecido procesos de “expropiación financiera”
por parte de poderosos acreedores hacia los más pobres29.
Crédito · 149
Por otro lado, la domesticación del crédito –y financiera en
general– ocurre no solo en el seno del hogar, sino que fluye
desde las empresas y los gobiernos hacia los ciudadanos. Las
empresas, por ejemplo, buscan predecir el comportamiento
financiero de las personas y hogares, clasificándolas según
su riesgo y modificando así sus oportunidades de conseguir
mejores beneficios, tasa de interés o incluso trabajo. Tam-
bién buscan controlar su conducta, incentivando el pago de
las deudas con un cuidadoso manejo de las relaciones in-
terpersonales en algunos casos32, o bien, mediante agresivas
técnicas de recolección financiera. En el caso de los gobier-
nos, se crean incontables políticas públicas que apuntan a
“educar” a la población en términos financieros, intentando
modificar su conducta a imagen y semejanza de una clase me-
dia imaginaria que es financieramente responsable. Con ello,
buscan modificar la forma en que las personas entienden sus
propios recursos y su sentido de responsabilidad individual.
En gran medida, la domesticación opera como lo que los
estudiosos de la gubernamentalidad neoliberal denominan
“gobierno a distancia”, por cuanto el mero uso del crédito y
de instrumentos financieros obliga a las personas a interna-
lizar mecanismos de auto-control que terminan modificando
su propia subjetividad.
32 Joe Deville, Lived Economies of Default: Consumer Credit, Debt Collec-
tion, and the Capture of Affect (New York, Routledge, 2015).
Crédito · 151
Vulnerabilidad
Alejandra González Celis
l 21 de mayo del año 2002 el ex presidente
chileno Ricardo Lagos finalizaba su cuenta pú-
blica anunciando la creación del programa Chile
Solidario que se haría cargo de la superación de la
pobreza de 200.000 familias. Uno de los pilares del programa
y que todos conocerían más tarde como el Programa Puente
consistía en la figura de un profesional, denominado Apoyo
Familiar, que acudía a la casa de las familias a conectarla con
la red social existente, que en palabras de Lagos, desconocían:
Vulnerabilidad · 155
En julio de ese año yo iniciaba mi práctica profesional como
trabajadora social y como parte de mis tareas se me enco-
mendó trabajar como apoyo familiar a cargo de 3 de esas
familias. El Programa Puente se transformó prontamente
en un programa estrella del gobierno y para mí en un tema
de tesis. ¿Qué diferenciaba a este programa de otros?
Vulnerabilidad · 157
las posibilidades e imposibilidades de acción del Estado con-
certacionista (y de la Nueva Mayoría) y que a mi modo de
ver, nunca ha puesto en cuestión la idea funesta de que hay
algo en uno (las personas, los territorios, las familias, las
unidades de intervención social) que se encuentra en falta,
que debe ser protegido especialmente ya que hay otros (los
fuertes, los completos, los normales) que no necesitan nada.
La focalización es muy buena amiga de la vulnerabilidad
en oposición a la idea de universalización. Las prestaciones
diferenciadas versus los derechos sociales.
Vulnerabilidad · 159
2007 que se presentaba como una nueva forma de medir,
llamada Ficha Familia:
Vulnerabilidad · 161
Hay riesgos y el rol del Estado es proveer a las personas,
familias y comunidades de capacidades o de una estructura
de oportunidades 8 que les permita enfrentar de buena forma
esos riesgos. El riesgo no se discute. Lo que se interviene, es
a las personas, sus capacidades, porque tal como indicaba
el discurso de Lagos del 2002, las personas no saben cómo
enfrentar estos riesgos. La lógica que hay detrás es la misma
de los riesgos naturales que no pueden evadirse. En Chile lo
sabemos muy bien, somos un país de terremotos, el Caribe
es una zona de ciclones y así. Esos riesgos no se van a acabar,
pero lo que sí puede hacer el banco es medir cómo cada
uno de los países hace frente a ese riesgo, cómo se repone,
cómo minimiza la destrucción que conllevan, cuánto sabe
respecto a cómo enfrentarlos.
Vulnerabilidad · 163
Se instala entonces un tipo de relación social que podríamos
caracterizar como la lógica de amenazantes y amenazados.
Protegemos a unos porque hay otros que los amenazan, la
amenaza proviene desde alguna parte, por eso es necesario
proteger. No tenemos un sistema que permita ejercer de-
rechos sino que protege unos pocos de algunos, siempre y
cuando hagan lo que se necesita que tengan que hacer10 . Lo
que se instala es la búsqueda de la protección de unos por
sobre otros, la protección de grupos, comunidades o perso-
nas cuya vulnerabilidad justifique la inversión de manera
de permitir que el gasto fiscal deje de ser eso, gasto fiscal
y se convierta en inversión social. Ese es el argumento que
triunfa. Y así la vulnerabilidad va adecuándose en función
de las lógicas que se pretende instalar.
Vulnerabilidad · 165
Este camino de permanente irresponsabilidad fiscal
es absolutamente insostenible y sólo conduce a una
grave crisis de la economía chilena, que perjudicará
gravemente a la clase media y los sectores más vul-
nerables (…) El gobierno ha impulsado un aumento
del 50% al 60% de la gratuidad en la Educación Su-
perior. Este incremento tiene un costo adicional de
U$ 333 millones y dejaría sin recursos, y por primera
vez con holguras negativas, al próximo gobierno para
hacerse cargo de los graves problemas de la infancia
y adolescencia y de las bajas pensiones de nuestros
adultos mayores11
Vulnerabilidad · 167
mediante una intervención de salud mental escolar en las co-
munidades educativas, y que a largo plazo, elevaría la calidad
de vida, las competencias personales y disminuiría daños en
salud en la población14. Para ello se concentra en Estableci-
mientos Educacionales Municipales o Particulares Subven-
cionados, con altos índices de vulnerabilidad socioeconómica
y psicosocial. La intervención incorpora acciones de detección
y prevención del riesgo. Trabaja a partir de un diagnóstico
que detecta “riesgo psicosocial” a través de dos instrumentos
cuantitativos: el primero denominado “TOCA-R”, para medir
los factores de desobediencia/agresión, conducta tímida,
déficit cognitivo, problemas de concentración, inmadurez
emocional e hiperactividad. El segundo instrumento se deno-
mina “PSC”, el cual se aplica a padres para medir conductas
emocionales desadaptativas. Es decir los riesgos le pertene-
cen a los miembros de esas comunidades educativas. Ni una
palabra respecto al segmentado sistema educacional chileno,
ni una palabra respecto a que esas escuelas son producidas
en territorios de tremendas desigualdades. Ni una palabra
respecto a la necesidad de generar un sistema educacional
integrado e igualitario. Solo necesitamos psicólogos que nos
enseñen cómo vivir en contextos de riesgo. Entra el Estado a
esas casas, a esas escuelas a ofrecer este tipo de solución, ins-
talando entonces una demarcación culpabilizante sobre estas
poblaciones que no tendrían habilidades para la vida.
Vulnerabilidad · 169
Sindicato
Una figura contra
Daniela Marzi Muñoz
a organización sindical tiene enemigos en
todos los frentes, lo que se debe a su posición
de figura “contracultural” insertos en el neolibe-
ralismo, pero portador de la paradoja que es ser
una figura que nace con el capitalismo, no se entiende sin él.
1 José Luis Ugarte, Derecho del Trabajo: invención, teoría y crítica (San-
tiago, Legalpublishing), pp. 31 y siguientes.
Sindicato · 173
1964-1973, previo al Golpe cívico militar2, que corresponde
a una fase que en términos políticos, económicos y sociales
asumió la causa de los trabajadores como central en la di-
rección política de los gobiernos y que llegó a su máxima
expresión con la Unidad Popular3 .
Sindicato · 175
se está en condiciones de probar formas autónomas y demo-
cráticas de resolver los propios conflictos. De esta forma –la
lucha conjunta–, es que se supera la soledad, para algunos la
mayor razón de sufrimiento en el trabajo: la certeza de que
ante la injusticia nadie actuará con uno7.
Sindicato · 177
la papelera CMPC en el caso del papel higiénico en 2015, se
debiera recordar la colusión del Estado con la Papelera para
matar a sus propios trabajadores y enterrarlos con su propia
cal, como sucedió en los crímenes de Laja12. No sólo ha ha-
bido ausencia de sanción jurídica sino, y quizá de modo más
demoledor, ausencia de sanción social.
Sindicato · 179
¿Cuáles son los cimientos de ese Plan? Negociación colectiva
de empresa, huelga que no paraliza, pluralismo sindical o
que en una misma empresa coexistan varias organizaciones
con un número reducido de trabajadores, cuyo objetivo –lo-
grado– fue “producir la mayor desconcentración de poder
económico y social jamás ocurrida en Chile15.
16 Sobre esta crítica se puede consultar, entre otros Irene Rojas,
“Las reformas laborales al modelo normativo de negociación co-
lectiva del Plan Laboral”, Revista Ius et Praxis, 13, no. 2, (2007), 195-
221; Sergio Gamonal Derecho Colectivo del Trabajo (Santiago: Lexis
Nexis, 2007, [2002]), pp. 229 y ss.; y Eduardo Caamaño y José
Ugarte Cataldo, Negociación Colectiva y Libertad Sindical. Un enfoque
crítico (Santiago: Legal Publishing, 2008), pp. 2 y 3.
Sindicato · 181
no hay una gran tradición a la cual acudir, salvo el ya citado
período político 1964-1973)17.
Sindicato · 183
tendrá un piso salarial más alto en su contrato colectivo de
aplicación que el contador que trabaje en hostelería, porque
los sectores tienen diferencias en su capacidad económica
para pagar remuneraciones o dar otro tipo de condiciones
de trabajo. En Chile, este nivel de negociación existió por
medio de la Ley de sindicalización campesina del año 1967,
dentro de un proceso general e inédito de dignificación de
las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras
del campo. Este proceso de dignificación explica la desco-
munal represalia en contra del campesinado por parte de la
Dictadura: más bien un imborrable escarmiento, que una
forma de contrarrestar una real fuerza enemiga. La reforma
sindical de 2016 mantiene a dichos trabajadores sin fuero ni
derecho de huelga en su negociación, ni obligación alguna
para el empleador de negociar.
Sindicato · 185
mantuvo a la negociación colectiva en el nivel de la empre-
sa –el más irrelevante por ser aquél en que se negocia con
menos poder por parte de los trabajadores–, tal como lo
dispusiera el Plan Laboral de 1979.
Sindicato · 187
Patricio Aylwin en 198924, se prohibiría el reemplazo en la
huelga. De ser así, éste se erigiría como un hito incuestiona-
ble, ya que el sindicato accedería al ejercicio eficaz de su dere-
cho de huelga, lo que potenciaría su capacidad reivindicativa.
26 Idem.
Sindicato · 189
política”28 . Las relaciones sindicales tienen sentido si es que
son autónomas y, como se explicara hace cerca de cien años
31 Luca Nogler, “La scienza giuridica italiana tra il 1901 e il 1960
e Hugo Sinzheimer” Giornale di diritto del lavoro e di relazioni industriali,
4 (2001): 539-556.
Sindicato · 191
capacidad de participación en la vida política, económica
y social de un país 32.
Multiculturalismo · 195
El objetivo de la performance era muy claro: llamar la aten-
ción sobre la violencia que tanto el modelo de explotación
neoliberal, así como el modelo de gestión multicultural de
las diferencias étnicas, ejerce sobre la dimensión en princi-
pio intransable e invaluable de lo espiritual. Cuestión po-
lémica que determina la tensión no solo política, sino que
directamente lógica, que atraviesa, por ejemplo, a la actual
razón patrimonial, por la cual se busca inscribir en un plano
de conmensurabilidad (las listas patrimoniales) ciertas parti-
cularidades culturales consideradas valiosas justamente por
ser únicas e inconmensurables. O en otras palabras, consiste
en darle a aquello que por definición tiene valor por su in-
conmensurable intraductibilidad (algo como su inigualable
valor de uso), lo culturalmente diverso, un valor traducible
dentro del plano universal y conmensurable de una “diversi-
dad cultural” globalmente cuantificable (dotándolo de valor
de cambio).
II
Pero antes de ir a explorar estas formas en que lo espiritual
indígena se articula actualmente con un modelo neoliberal,
cabe oponerlas a las formas que tomó el liberalismo indí-
gena, y más específicamente mapuche, en los años veinte
del siglo pasado. Pienso en el presidente de la Sociedad
Caupolicán Defensora de la Araucanía y posteriormente
diputado mapuche Manuel Manquilef, quien militaba en
el Partido Liberal Democrático y llegó al Congreso el año
1926, el mismo año en que propuso una ley de división de
las comunidades mapuche. El objeto de esta ley era lograr
la división de los terrenos comunitarios e inajenables que
el Estado chileno asignara a los mapuche tras la conquista
militar de su territorio a fines del siglo XIX, para de esta
manera otorgarles títulos de propiedad individual. Cohe-
rente en su liberalismo, Manquilef escribía once años antes:
Multiculturalismo · 197
“Esperamos que el Gobierno cambie de rumbos y que de
una vez mate a los indios y los coloque en situación de vivir
como los demás ciudadanos”2. Pero esta “muerte” del indio
no era la, en ese entonces, prevista “extinción de una raza
primitiva”. Se trataba de la muerte del indio pre-liberal, de
un indio conservador o más bien de un indio conservado en
una condición legal a ojos de Manquilef nefasta: la propie-
dad comunitaria y la imposibilidad de enajenarla, ya que en
definitiva lo condenaba a un estado de atraso y de pobreza.
Manquilef, el liberal, anhelaba un horizonte de igualdad
cívica respecto de la sociedad chilena, la que se basaba en
un común acceso a la propiedad y al mercado.
Multiculturalismo · 199
sí asegure la transmisión de ese conjunto más bien universal
de contenidos que constituyen la Cultura con mayúscula y
la civilización como proceso. Y de paso lo mapuche pasa a
funcionar como un suplemento identitario o un patrimonio
de autenticidad, pero estrictamente confinado al ámbito pri-
vado, es decir, excluido de toda normativa pública.
III
Multiculturalismo · 201
expresión no es anodina) de la diversidad cultural entendida
como un recurso imprescindible para toda idea de progre-
so. De esta forma procedía por un lado a relativizar la idea
unívoca y eurocéntricamente definida de progreso diciendo
que este “nunca es más que el máximo de progreso en un
sentido predeterminado por el gusto de cada uno”5; postu-
lado que en cierta forma ilustra el desmontaje de la noción
humanista de Cultura, como un conjunto universalmente
reconocido de contenidos culturales, y un intento de oficia-
lización de la noción antropológica de cultura, la que en su
relativismo permite valorarla más allá de sus contenidos
específicos dando pie mediante la categoría de diversidad
cultural a una valoración cuantitativa de la misma. Es decir,
ante la ausencia de un patrón culturalmente universal de
evaluación del valor de los rasgos culturales, se valorará la
proliferación cuantificable de diferencias, esto es, de diver-
sidad de las culturas. Valoración necesariamente abstracta,
pues al despojarse de referentes cualitativos absolutos (como
son los que propugna un ideal humanista de lo culto), solo
le cabe apoyarse en el valor cuantificable de un “óptimo de
diversidad”. De hecho Lévi-Strauss más que negar la noción
de progreso en cierta forma la trata de hacer más universal
al distinguirla del despliegue de un contenido cultural es-
pecífico, y explicarla por el contrario como el producto de
un equilibrio virtuoso entre mímesis y diferenciación: “Uno
termina preguntándose si, habida cuenta de sus relaciones
mutuas, las sociedades humanas no se definen por cierto
6 Ibídem, p. 15.
Multiculturalismo · 203
espontáneo que nace de la interacción del conjunto de las
economías individuales, y que en griego no solo significaría
intercambio sino que también “admitir dentro de la comu-
nidad” y “volver amigo al enemigo”7, fórmula muy semejan-
te a la de Lévi-Strauss cuando escribe que “los intercambios
comerciales representan guerras potenciales pacíficamente
resueltas, y las guerras son la consecuencia de transacciones
desafortunadas”8 .
Multiculturalismo · 205
mundialización facilitados por la evolución rápida de las
tecnologías de la información” constituyen un “desafío para
la diversidad cultural”10 (Preámbulo), su objetivo es el de ga-
rantizar “la presencia e interacción equitativa de las diversas
culturas y la posibilidad de generar expresiones comparti-
das”11 Y si bien se advierte (por ejemplo en el art. 8 de la
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural del
2001) que los “bienes y servicios culturales (…) no deben ser
considerados mercancías o bienes de mercado como los de-
más”, las resoluciones adoptadas parecen buscar justamente
el generar las condiciones de difusión en un espacio de cir-
culación muy parecido al de un mercado parejo y trasparen-
te, y cuando hablamos de mercado lo hacemos notando el
hincapié que se hace desde un comienzo en el también muy
liberal principio de la libre elección individual. De hecho,
el artículo 3 de dicha declaración, titulado “La diversidad
cultural, factor de desarrollo” se inicia con la siguiente frase:
“la diversidad cultural amplía las posibilidades de elección
que se brindan a todos”12.
Multiculturalismo · 207
“mapuchizar a los chilenos”, es decir de “transformar eso en
parte de la riqueza de Chile”13 .
Multiculturalismo · 209
por algunos individuos.15 Lévi-Strauss sentaba así las bases
de lo que más tarde conoceríamos como patrimonio in-
tangible, patrimonio asociado a sociedades supuestamente
ajenas al registro material de sus producciones intelectua-
les, las famosas sociedades de tradición oral. El problema
es que al desbancar la jerarquización biológica de las razas
que codificaba al cuerpo racializado como índice de esa in-
traductibilidad entre los grupos humanos, y así refutar una
jerarquización evolutiva de las culturas mediante la reivin-
dicación de las formas inmateriales de civilización, en cierta
forma dejaba entrar por la ventana el intraducible corporal
que antes vehiculó la raza, pues la única manera de acceder
legítimamente a esos contenidos culturales intangibles y co-
lectivos, es mediante la presencia corporal de un individuo
que los encarne y los comunique (algo muy parecido a la
figura etnográfica del informante). Y de esta forma la idea
de un capital de diversidad cultural termina constituyendo
algo muy cercano a ese “capital inseparable de quien lo por-
te” que define al capital humano.
IV
Multiculturalismo · 211
Slavoj Žižek plantea que los actuales fundamentalismos étnicos
y religiosos lejos de responder a un movimiento de regresión
pre-moderna, corresponderían a la culminación de un proceso
propiamente posmoderno de emancipación radical de la “Cosa
étnica” respecto de las formas modernas de la articulación de
lo particular en las formas de universalismo que pretendía en-
carnar el Estado-nación, así como de las determinaciones eco-
nómicas y de clase que cruzan las lógicas del antagonismo polí-
tico17. Se podría decir que desde su perspectiva la “Cosa étnica”
deviene un fetiche en el sentido marxiano del término, debido a
la obliteración que opera respecto de sus condiciones históricas
(económicas y políticas) de producción (o enunciación). Y agre-
ga este autor que en el contexto del capitalismo global, en el
que se experimentaría una forma de (neo)colonialismo corpo-
rativo supranacional, y por lo tanto vacío de contenidos nacio-
nales y culturales específicos (correlativo del común “post-co-
lonialismo” de Lévi-Strauss como de Hayek), se desarrolla el
multiculturalismo como “un racismo que vacía su posición
de todo contenido positivo (…) [pero que] mantiene esta posi-
ción como un privilegiado punto de vista vacío de universalidad”18 .
Multiculturalismo · 213
culturales codificados por la puesta en valor de la diversidad
cultural, y esto mediante el establecimiento de la categoría
espiritual como común medida del valor.
En los años veinte, Carl Schmitt decía que todos los concep-
tos de la teoría moderna del Estado eran conceptos teológi-
cos secularizados19. ¿No será que tras el proceso colonial y su
actual reformulación multicultural a la teoría política de los
pueblos indígenas le ocurrió el fenómeno inverso?
Multiculturalismo · 215
Inclusión
Manifiesto de Sedición Feminista
o Manifiesto Feminista de Sedición 1
María Galindo
Inclusión · 217
Mujeres Creando
Inclusión · 219
osadía de ser una teoría de la subversión política feminista
en 7 pasos.
Entre paréntesis
Inclusión · 221
capacidad de construir un espacio común de indias, putas y
lesbianas juntas, revueltas, hermanadas.
Inclusión · 223
La idea de sustituir la vanguardia proletaria por otra van-
guardia, resulta un esfuerzo parche e inútil.
Inclusión · 225
ideológica singular y totalizante, sino que sea posible pen-
sar en una multiplicidad y en una complejidad ideológica
y también, por supuesto, en una complejidad organizativa,
siempre abierta y siempre incompleta.
Inclusión · 227
Bolivia se ha aprobado antes una ley de identidad de género
o de matrimonio igualitario y que los mismos regímenes no
han estado dispuestos a despenalizar el aborto. Aislando a
las mujeres del núcleo de alianzas políticas con el universo
marica por ejemplo.
Inclusión · 229
Es una larga complejidad la que necesitamos y queremos.
Pero al mismo tiempo esa aspiración muchas veces se queda
en un enunciado políticamente correcto y nada más.
¿Qué es lo subversivo?
Inclusión · 231
Fragmentación de los sujetos que hace nuestra política
predecible y funcional.
Inclusión · 233
Paso 4: ¿cuál es el papel de la ideología?
Inclusión · 235
comer, que se puede disfrutar, que se puede ver, que se cons-
truye en los hechos y la realidad de muchas mujeres.
Inclusión · 237
Paso 6: no queremos derechos,
queremos revolución.
Articulo único
Inclusión · 239
Sobre los autores