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Dioses egipcios

tipo o clase de deidad perteneciente a un


universo mitológico

Las deidades del Antiguo Egipto son los


dioses que eran venerados en el Antiguo
Egipto. Las creencias y rituales que rodean
a estos dioses son el centro de la religión
del Antiguo Egipto, que emergió junto con
ellos en algún momento en la Edad
Antigua. Las deidades representaban a las
fuerzas y fenómenos naturales, y los
egipcios los apoyaban y calmaban a
través de ofrendas y rituales de modo que
estas fuerzas continuaran con sus
funciones de acuerdo a la maat, o el orden
divino. Después de la fundación del
Estado egipcio alrededor de 3100 a. C., la
autoridad para realizar estas tareas era
controlada por el faraón, quien decía ser el
representante de los dioses y quien
gestionaba los templos donde los rituales
eran llevados a cabo. Las complejas
características de los dioses fueron
expresadas a través de mitos y en las
intrincadas relaciones entre las deidades:
lazos familiares, grupos y jerarquías poco
estrictas y combinaciones de dos dioses
en uno. Las diversas representaciones de
las deidades en el arte del Antiguo Egipto
—como animales, humanos, objetos y
combinaciones de diferentes formas—
también aludían, a través del simbolismo,
a sus características esenciales.

Los dioses Osiris, Anubis, y Horus

En épocas diferentes, varios dioses


ocuparon la posición más alta en la
sociedad divina, incluyendo a la deidad
solar Ra, el misterioso dios Amón y la
diosa madre Isis. Usualmente se le
acreditaba la creación del mundo a la
deidad más alta y frecuentemente se
conectaba con el poder para dar vida del
sol. Algunos académicos han
argumentado, basándose en parte en
manuscritos egipcios acerca de estos
altos dioses, que los egipcios
reconocieron un poder divino único que
estaba detrás de todas las cosas y
presente en todas las deidades. Sin
embargo, jamás abandonaron la visión
politeísta del mundo, con una posible
excepción en la época del Atonismo en el
siglo xiv a. C., cuando la religión oficial se
centró casi exclusivamente en el dios
solar impersonal Atón.

Se creía que los dioses estaban presentes


a través del mundo, que eran capaces de
influenciar los eventos naturales y las
vidas humanas. Los humanos
interactuaban con ellos en los templos y
en santuarios no oficiales, por razones
personales como por las metas más
grandes de los ritos del estado. Los
egipcios rezaban buscando ayuda divina,
utilizaban rituales para compeler a los
dioses a actuar, los llamaban en busca de
consejo. Las relaciones humanas con sus
dioses eran una parte fundamental de la
sociedad egipcia.

Definición
En la tradición del Antiguo Egipto, los
seres que podrían ser catalogados como
deidades son difíciles de enumerar. Los
textos egipcios citan los nombres de
muchas deidades cuya naturaleza son
desconocida y hacen referencias vagas e
indirectas a otros dioses que ni siquiera
tienen nombre.[1] ​El egiptólogo James P.
Allen estima que más de 1,400 deidades
son enlistadas en textos egipcios,[2] ​
mientras que su colega Christian Leitz
comenta que existen "miles de miles" de
dioses.[3] ​

Los vocablos del lenguaje egipcio para


estos seres eran nṯr, "dios", y su forma
femenina nṯrt, "diosa".[4] ​Algunos
académicos han tratado de discernir la
naturaleza original de los dioses
proponiendo etimologías para estas
palabras, pero ninguna de estas
sugerencias ha sido aceptada, y el origen
de los vocablos permanece desconocido.
Los jeroglíficos que fueron utilizados
como ideogramas y determinativos en la
escritura de estas palabras muestran
algunos de los rasgos que los egipcios
conectan con divinidad.[5] ​El más común
de estos símbolos es una bandera
ondeando en un asta. Objetos similares
fueron colocados en las entradas de
templos, representando la presencia de
una deidad, a través de la historia del
Antiguo Egipto. Otros jeroglíficos del tipo
incluyen un halcón, reminiscencia de
muchos de los primeros dioses que fueron
representados con este animal, y una
deidad sentada masculina o femenina.[6] ​
La forma femenina también podía ser
escrita con un huevo como su
determinativo, conectando a las diosas
con la creación y nacimiento, o con una
cobra, reflejando el uso de la cobra para
representar muchas deidades
femeninas.[5] ​

Los egipcios distinguían a los nṯrw,


"dioses", de la rmṯ, "gente", pero los
significados de los términos en egipcio y
español. El término nṯr puede haber
aplicado a cualquier ser que se
encontraba fuera del contexto de la vida
cotidiana.[7] ​Los muertos humanos eran
llamados nṯr pues se consideraba que
eran como dioses,[8] ​aunque el término
rara vez se aplicaba a muchos de los
seres supernaturales menores de Egipto,
los cuales son frecuentemente
denominados "demonios", por académicos
modernos.[3] ​El arte religioso egipcio
también describe lugares, objetos y
conceptos en forma humana. En estas
ideas personificadas se incluyen desde
deidades que eran importantes en mitos y
rituales hasta seres poco conocidos,
solamente mencionan una o dos veces, y
que pueden ser un poco más que
metáforas.[9] ​

Confrontando estas distinciones borrosas


entre dioses y otros seres, los académicos
han propuesto varias definiciones de una
"deidad". Una versión generalmente
aceptada,[3] ​sugerida por Jan Assmann,
dice que una deidad tiene un culto, se
encuentra involucrada en un aspecto del
universo, y se describe en la mitología o en
otras formas de tradición escrita.[10] ​De
acuerdo a una definición diferente, por
Dimitri Meeks, nṯr aplicaba a cualquier ser
que era enfoque de rituales. Desde esta
perspectiva, los "dioses" incluían al rey,
quien era nombrado dios después de sus
rituales de coronación y que después de
muerto su alma entrara al reino divino, a
través de ceremonias fúnebres.
Similarmente, la preeminencia de los
grandes dioses se mantuvo gracias a la
devoción ritual que se realizaba para ellos
en Egipto.[11] ​
Orígenes
La primera evidencia de deidades proviene
del Periodo arcaico de Egipto (c. 3100-
2686 a. C.)[12] ​Las deidades deben de
haber emergido en algún punto del
Periodo Predinástico (antes de 3100 a. C.)
y nacieron de creencias religiosas
prehistóricas. Las obras de arte
predinásticas muestran variedad en
figuras animales y humanas. Algunas de
estas imágenes, como estrellas y ganado,
son reminiscencias de importantes
facciones de la religión egipcias en
tiempos posteriores, pero en la mayoría de
los casos no hay suficiente evidencia para
afirmar si las deidades están conectadas
con las imágenes. Conforme la sociedad
egipcia se tornaba más sofisticada,
aparecieron señales más claras de
actividad religiosa.[13] ​Se sabe que los
primeros templos fueron construidos en
los últimos siglos de la era
predinástica.[14] ​junto con imágenes que
se parecen a las iconografías de deidades
conocidas: el halcón que representa a
Horus y otros dioses, las flechas cruzadas
de Neit,[15] ​y el enigmático "animal Set"
que representa a Seth.[16] ​

Muchos egiptólogos y antropólogos han


sugerido teorías acerca de como los
dioses se desarrollaron en estos tiempos
tempranos.[17] ​Gustave Jéquier, por
ejemplo, pensó que los egipcios primero
reverenciaron fetiches primitivos, después
deidades en forma animal y finalmente
deidades en forma humana, mientras que
Henri Frankfort argumentó que los dioses
debieron haber sido concebidos en forma
humana desde el inicio.[15] ​Algunas de
estas teorías ahora se consideran
demasiado simplistas,[18] ​y las más
actuales, como las hipótesis de Siegfried
Morenz argumentan que las deidades
emergieron como humanos empezaron a
distinguirse y a personificar su medio.[15] ​
Estatua del Predinástico Tardío del dios babuino Hedj-Wer

En el Periodo arcaico Egipto estaba


constituido por aldeas pequeñas e
independientes.[19] ​Debido a que muchas
deidades se encontraban vinculadas a
pueblos y regiones particulares en
tiempos posteriores, muchos académicos
han sugerido que el panteón se formó
cuando las comunidades dispersas se
unieron para formar agrupaciones más
grandes, y se propagado y enriqueció la
adoración de las antiguas deidades
locales. Aunque otros han argumentado
que los dioses predinásticos más
importantes se encontraban, como otros
elementos de la cultura egipcia, presentes
en la totalidad del país a pesar de las
divisiones políticas dentro del mismo.[20] ​

El paso final en la formación de la religión


egipcia fue la unificación de Egipto, en la
que los gobernantes del Alto Egipto se
autoproclamaron faraones del país
completo. [13] ​Estos reyes sagrados y sus
subordinados asumieron el derecho
exclusivo de interactuar con los dioses,[21] ​
y la monarquía se convirtió en el enfoque
unificado de la religión.[13] ​

Los nuevos dioses no cesaron de emerger


después de esta transformación. Se sabe
que algunas deidades importantes como
Isis y Amón aparecen en el Imperio
Antiguo (c. 2686-2181 a. C.)[22] ​Lugares y
conceptos podían ser repentinamente la
fuente de inspiración para la creación de
una deidad que los representara,[23] ​y las
deidades a veces eran creadas para fungir
como contrapartes del sexo opuesto de
dioses o diosas establecidos.[24] ​Se decía
que los reyes eran divinos, aunque
solamente algunos fueron alabados
después de su muerte. Se decía que
algunos humanos que no pertenecían a la
nobleza tenían el favor de los dioses y
eran venerados.[25] ​Esta veneración
usualmente duraba poco, aunque los
arquitectos de la corte Imhotep y
Amenhotep hijo de Hapu mantuvieron su
estatus de dios siglos después de su
época,[26] ​como algunos otros
oficiales.[27] ​

A través del contacto con civilizaciones


vecinas, los egipcios también adoptaron
deidades externas. Dedun, quien es
mencionado por primera vez en el Antiguo
Imperio, pudo provenir de Nubia, y Baal,
Anat, y Astarte, entre otros, fueron
adoptados de la religión cananea durante
el Nuevo Imperio (c. 1550-1070 a. C.)[28] ​
En tiempos de Grecia y Roma, desde 322
a. C. hasta los primeros siglos d. C.,
deidades de todo el mundo mediterráneo
eran alabadas en Egipto, pero los dioses
nativos permanecieron, y frecuentemente
absorbían los cultos de los nuevos en el
propio.[29] ​

Características
Los conocimientos modernos de las
creencias egipcias acerca de los dioses
provienen mayormente de escritos
religiosos realizados por los escribas y
sacerdotes de la nación. Estas personas
eran la élite de la sociedad egipcia y se
distinguían de la población, la cual era
analfabeta en su mayoría. Poco es sabido
acerca del alcance del entendimiento o
conocimiento que la población tenía de
estas ideas sofisticadas que la élite
desarrollo.[30] ​La percepción de lo divino
de los plebeyos puede haber diferido de
aquella de los sacerdotes. La población,
por ejemplo, pudo haber confundido las
afirmaciones simbólicas religiosas sobre
los dioses y sus acciones por verdades
literales. [31] ​No obstante y en general, lo
poco que se sabe acerca de las creencias
religiosas populares es consistente con la
tradición de la élite. Las dos tradiciones
forman una visión cohesiva de los dioses
y su naturaleza.[32] ​

Roles

Isis, una diosa madre y patrona de la monarquía, sostiene al faraón Seti I en su regazo.
La mayoría de las deidades egipcias
representan fenómenos naturales o
sociales. Se dice que los dioses eran
inmanentes en estos fenómenos—
presentes en la naturaleza.[33] ​Los tipos
de fenómenos que representaban incluían
lugares físicos y objetos así como
conceptos y fuerzas abstractas.[34] ​El dios
Shu era la deificación del aire de todo el
mundo; La diosa Meretseger vigilaba una
región limitada de la tierra, la Necrópolis
Tebana; y el dios Sia personificaba la
noción abstracta de la percepción.[35] ​Los
dioses mayores frecuentemente tenían
más de un rol y se veían involucrados en
diferentes tipos de fenómenos. Por
ejemplo, Jnum era el dios de la Isla
Elefantina en medio del Nilo, el río era
esencial para la civilización egipcia. A él
se le atribuía la inundación anual del Nilo
que fertilizaba las tierras de cultivo de la
nación. Posiblemente como una
consecuencia de esta función dadora de
vida, también se le atribuía la creación de
todos los seres vivientes, dando forma a
sus cuerpos en un torno de alfarero.[36] ​
Los dioses podían compartir el mismo rol
en la naturaleza; Ra, Atón, Khepri, Horus y
otras deidades fungían como dioses
solares.[37] ​A pesar de sus diversas
funciones, la mayoría de los dioses tenían
un rol común que los gobernaba:
mantener el maat, el orden universal que
era un principio central en la religión
egipcia y que fue propiamente
personificado por una diosa.[38] ​Sin
embargo, algunas deidades representaron
irrupciones al maat. De manera más
prominente, Apep quien era la fuerza del
caos, amenazando constantemente con la
aniquilación del universo y Seth que era un
miembro ambivalente de la sociedad
divina que podía luchar contra el desorden
o fomentarlo.[39] ​

No todos los aspectos de la existencia


eran vistos como deidades. Aunque
muchas deidades estaban asociadas con
el Nilo, no existía un dios que lo
personificara del modo en que Ra
personificaba al sol.[40] ​Los fenómenos de
poca duración, como los arcos iris o
eclipses no eran representados por
dioses;[41] ​tampoco lo eran elementos
como fuego y agua o muchos otros
componentes del mundo.[42] ​

Los roles de cada deidad eran fluidos,


cada dios podía expandir su naturaleza
para adquirir nuevas características.
Como resultado de esto, los roles de los
dioses son difíciles de categorizar o
definir. Sin embargo, a pesar de su
flexibilidad, los dioses tenían habilidades y
esferas de influencia limitadas. Ni siquiera
el dios creador podía actuar fuera de los
límites del cosmos que él creó, y ni
siquiera Isis, a quien se atribuía la mayor
inteligencia, no era omniscia.[43] ​No
obstante, Richard H. Wilkinson, argumentó
que algunos textos del Nuevo Imperio
tardío sugieren que conforme a las
creencias relacionadas con el dios Amón
evolucionaban, se pensaba que él se
aproximaba a la omnisciencia y
omnipresencia y a trascender los límites
del mundo de una forma en la que otras
deidades no lo hacían.[44] ​
Las deidades con dominios más limitados
y especializados frecuentemente se
llaman "divinidades menores" o
"demonios" en los textos modernos,
aunque no hay una definición concreta
para estos términos.[45] ​El egiptólogo
Claude Traunecker, distingue dentro de
estas deidades menores a los "genios"—
espíritus patrones especializados de
ciertos lugares, objetos o actividades,
como el dios del mar o de las ciénagas,
Wadj-Wer y la diosa de la cosecha
Renenutet— y los demonios que tienen un
carácter más peligroso. Muchos demonios
son hostiles, causando enfermedades y
problemas entre los humanos.[46] ​Su
poder también puede ser protector; podían
guardar custodia de ciertos lugares en el
Duat, el reino de los muertos, o aconsejar
y cuidar de los humanos.[45] ​Los egipcios
creían que la naturaleza se encontraba
llena de estos poderes divinos
impredecibles.[47] ​Los demonios a
menudo actuaban como mensajeros y
sirvientes de los dioses mayores, pero su
posición en la jerarquía no era fija. Las
deidades protectoras Bes y Tueris
originalmente poseían roles menores,
similares a los de los demonios, pero con
el tiempo alcanzaron gran influencia.[45] ​
Conducta

Se creía que la conducta divina gobernaba


a toda la naturaleza.[48] ​Excepto por las
pocas deidades que perturbaban el orden
divino,[39] ​las acciones de los dioses
mantenían el maat y creaban y
sustentaban a todos los seres
vivientes.[38] ​Ellos realizaban esta tarea
utilizando una fuerza que los egipcios
llamaron heka, un término usualmente
traducido como "magia". Heka era un
poder fundamental que el creador utilizó
para formar al Mundo y a los mismos
dioses.[49] ​
El Sol viaja a través del cuerpo de la diosa del cielo Nut durante la noche para renacer al amanecer.

Las acciones cotidianas de los dioses se


describen y aclaman en himnos y textos
funerarios.[50] ​En contraste, la mitología
se enfoca principalmente en las acciones
de los dioses en un pasado vagamente
imaginado en el cual los dioses estaban
presentes en la tierra e interactuaban
directamente con los humanos. Los
eventos de este tiempo pasado establecen
la pauta para los eventos del presente.
Ocurrencias periódicas se vinculaban a
eventos de este pasado místico; la
sucesión de cada nuevo faraón, por
ejemplo, era análoga a la ascensión de
Horus al trono de su padre, Osiris.[51] ​Los
mitos son metáforas de las acciones de
los humanos, los cuales no podían
comprender las mismas en su totalidad.
Ellos contenían ideas aparentemente
contradictorias, cada una expresando una
perspectiva particular de los eventos
divinos. Las contradicciones en los mitos
eran parte del enfoque multifacético de las
creencias religiosas egipcias —a lo que
Henri Frankfort llamó "multiplicidad de
enfoques" al entender a los dioses.[52] ​

En los mitos, los dioses se comportan


muy similarmente a los humanos. Tienen
emociones; ellos pueden comer, beber,
pelear, llorar, enfermar y morir.[53] ​Algunos
tienen rasgos únicos de personalidad.[54] ​
Set es agresivo e impulsivo, y Tot, patrón
de la escritura y sabiduría, es propenso a
dar discursos excesivamente largos. A
pesar de todo, los dioses son más un
arquetipo, que personajes
específicamente definidos.[55] ​Su
conducta es consistente, y sus
pensamientos y motivaciones rara vez son
expuestos.[56] ​La mayoría de los mitos
acerca de ellos carecen de personajes y
tramas altamente desarrollados, porque el
significado simbólico de los mitos era más
importante que la narrativa elaborada.[57] ​

El primer acto divino es la creación del


cosmos, descrito en varios mitos de la
creación. Ellos se enfocan en diferentes
dioses, cada uno de los cuales puede
actuar como deidad creadora.[58] ​Los
ocho dioses de la Ogdóada, que
representan el caos que precede a la
creación, dieron luz al dios solar, quien
establece el orden en el mundo recién
formado; Ptah, quien personifica al
pensamiento y a la creatividad, da forma a
todas las cosas visualizándolas y
nombrándolas;[59] ​Atón produce todas las
cosas como emanaciones de sí mismo;[2] ​
y Amón, de acuerdo a los mitos
promovidos por su sacerdocio, precedió y
creó a todos los otros dioses
creadores.[60] ​Estas y otras versiones de
la creación no se consideraban
contradictorias. Cada una confiere una
perspectiva diferente al complejo proceso
a través del cual el universo organizado y
sus múltiples deidades emergieron del
caos indiferenciado.[61] ​El periodo que
sigue a la creación, en el cual una serie de
dioses gobierna como reyes a una
sociedad divina es el marco en el cual la
mayoría de los mitos se desarrollan. Los
dioses batallan contra las fuerzas del caos
y entre ellos antes de retirarse del mundo
humano e instalar a los reyes históricos de
Egipto para que gobiernen en su lugar.[62] ​

Un tema recurrente de estos mitos son los


esfuerzos que los dioses hacen para
mantener la maat contra las fuerzas del
desorden. Luchan feroces batallas contra
las fuerzas del caos en el inicio de la
creación. Ra y Apep batallando entre sí
cada noche continúan este conflicto hasta
el presente.[63] ​Otro tema prominente es la
muerte y resurrección de los dioses. El
ejemplo más claro donde un dios muere
es el mito del asesinato de Osiris, en el
cual este dios es resucitado como
gobernante de la Duat.[64] [Nota
​ 1] ​También

se dice que el dios solar envejece durante


su travesía a través del cielo durante el día,
por lo que se sumerge en el Duat de noche
y emerge como un niño en el amanecer. En
el proceso, él entra en contacto con la
rejuvenecedora agua del caos primordial.
Los textos funerarios que describen la
travesía de Ra a través de la Duat también
muestran los cadáveres de los dioses que
son avivados junto con él. En vez de ser
inmutablemente inmortales, los dioses
morían y resucitaban periódicamente
repitiendo los eventos de la creación,
regenerando así al mundo.[65] ​Pero
siempre existía la posibilidad de que este
ciclo fuera perturbado por y que el caos
regresara. Algunos textos egipcios de los
que se tiene poco entendimiento incluso
sugieren que esta calamidad está
destinada a suceder — que el dios creador
algún día disolverá el orden del mundo
dejándose a sí mismo y a Osiris en medio
del caos primordial.[66] ​
Ubicaciones

Deidades personificando provincias de Egipto.

Los dioses estaban vinculados con


regiones específicas del universo. En la
tradición egipcia, el mundo es
comprendido por la tierra, el cielo y el
Duat. Alrededor de ellos se encuentra la
oscuridad sin forma que existía antes de
la creación.[67] ​Se decía que los dioses en
general residían en el cielo, aunque los
dioses cuyos roles estaban asociados con
otras partes del universo vivían en esas
zonas en vez del cielo. La mayoría de los
eventos de la mitología ocurren en el
tiempo antes de que los dioses se
retiraran del reino de los humanos y
suceden en la Tierra. Las deidades en este
lugar interactuaban en ocasiones con las
del cielo. La Duat, en contraste, es tratada
como un lugar remoto e inaccesible, y los
dioses que la habitaban tenían dificultades
para comunicarse con los que se
encontraban en el mundo de los vivos.[68] ​
También se decía que el espacio fuera del
cosmos también era muy distante, el cual
también es habitado por deidades,
algunas hostiles y algunas benéficas para
los otros dioses y su mundo ordenado.[69] ​

Se decía que la mayoría de los dioses, en


los tiempos posteriores a los mitos, se
encontraban en el cielo o presentes de
forma invisible en el mundo. Los templos
eran su principal medio de contacto con la
humanidad. Se creía que diariamente los
dioses se trasladaban de su dimensión
divina a sus templos, sus hogares en el
reino humano. Ahí habitaban sus ídolos,
las estatuas que representaban a las
deidades y permitían a los humanos
interactuar con ellos en los rituales del
templo. Esta traslación entre dimensiones
se describía en ocasiones como una
travesía entre el cielo y la Tierra. Como los
templos eran el foco de atención de las
ciudades egipcias, el dios del templo
principal de una ciudad era el dios patrón
de la misma y de sus alrededores.[70] ​Las
esferas de influencia en la Tierra de los
dioses estaban centradas en los pueblos y
regiones en los que ellos presidían.[67] ​
Muchos dioses tenían más de un centro
de culto, y sus lazos con las localidades
cambiaban con el tiempo. Ellos podían
establecerse en nuevas ciudades o su
rango de influencia podía reducirse. Por lo
cual, el centro de culto principal de una
deidad no necesariamente era su lugar de
origen.[71] ​La influencia política de una
ciudad podía afectar a la importancia de
su deidad patrona. Cuando los reyes de
Tebas tomaron el control del país en los
inicios del Imperio Medio (c. 2055-1650
a. C.), impulsaron a los dioses patrones de
Tebas —el primer dios de la guerra, Montu
y después a Amón— a ser prominentes
nacionalmente.[72] ​

Nombres y epítetos

En las creencias egipcias, los nombres


expresan la naturaleza fundamental de las
cosas a las que se refieren. Para mantener
esta creencia, los nombres de las
deidades frecuentemente se relacionan
con sus roles y orígenes. El nombre de la
diosa depredadora Sejmet significa "la
poderosa", el nombre del misterioso dios
Amón significa "el oculto",y el nombre de la
diosa Nejbet, quien era adorada en la
ciudad de Nejeb significa "la de Nejab".
Muchos otros nombres no tienen un
significado seguro, aun cuando los dioses
que los llevan están cercanamente ligados
a un solo rol. Los nombres de la diosa del
cielo Nut y el dios de la Tierra Geb no se
parecen a los términos egipcios de cielo y
Tierra.[73] ​
Los egipcios también idearon etimologías
falsas para dar más significados a los
nombres divinos.[73] ​Un pasaje en los
Textos de los sarcófagos provee el
nombre del dios funerario Sokar pues sk r,
significa "limpieza de la boca", para ligar
este nombre con su rol en el ritual de la
Apertura de la boca,[74] ​mientras que uno
de los Textos de las Pirámides dice que el
nombre está basado en las palabras que
gritó Osiris, conectando a Socar con la
deidad funeraria más importante.[75] ​

Se creía que los dioses tenían muchos


nombres. Dentro de ellos se incluían
nombres secretos que expresaban su
naturaleza real mucho más
profundamente que otros. El saber el
nombre real de una deidad significaba
tener poder sobre esta. La importancia de
los nombres es demostrada en un mito en
el cual Isis envenena al dios superior Ra y
se rehúsa a curarlo a menos que este le
revele su nombre secreto. En el momento
en que conoce el nombre, se lo dice a su
hijo, Horus, y de este modo ellos ganan
mayor conocimiento y poder.[76] ​

Además de los nombres, se les daba


epítetos a los dioses como, "poseedor de
esplendor", "soberano de Abidos" o " señor
del Cielo", que describían algún aspecto de
sus roles o de su adoración. Debido a los
múltiples y similares roles, las deidades
pueden tener muchos epítetos—los dioses
más importantes acumulaban más títulos
—y el mismo epíteto podía aplicar a más
de una deidad.[77] ​Algunos epítetos
eventualmente se convirtieron en
deidades por separado,[78] ​como es el
caso de Werethekau, un epíteto aplicado a
varias diosas que significa "gran
hechicera", el cual terminó siendo tratado
como una diosa independiente.[79] ​La
serie de nombres divinos y títulos expresa
la naturaleza multifacética del dios. [80] ​
Relaciones

Las deidades egipcias están vinculadas en


un modo complejo y cambiante de
relaciones. Las conexiones y relaciones de
un dios con otras deidades ayudaban a
formar su personalidad. Isis, como madre
y protectora de Horus, era una gran
sanadora así como patrona de los reyes.
Estas relaciones eran la materia prima de
la que estaban formados los mitos.[81] ​
Los dioses Ptah y Sejmet flanqueando al rey, que, toma el papel de su hijo, Nefertum.[82] ​

Las relaciones familiares son un tipo de


conexión común entre los dioses. Las
deidades a menudo formaban pares entre
dioses y diosas, reflejando la importancia
de la procreación en el pensamiento
religioso egipcio.[83] ​Las familias de tres
deidades con un padre, una madre y un
hijo o hija representan la creación de
nueva vida y la sucesión del padre por el
hijo, un patrón que conecta a las familias
divinas con la sucesión real.[84] ​Osiris, Isis
y Horus formaban la familia de este tipo
por antonomasia. El patrón que ellos
establecieron se difundió ampliamente
con el tiempo, de modo que muchas
deidades en centros de culto locales,
como Ptah, Sejmet y su hijo Nefertum en
Menfis y Amón, Mut, y Khonsu en Tebas,
fueron agrupados como tríadas
familiares.[85] ​Las conexiones
genealógicas como estas eran
cambiables, para mantener en
concordancia las múltiples perspectivas
de las creencias egipcias.[86] ​Hathor,
como diosa de la fertilidad, podía actuar
como madre de cualquier dios infante,
incluyendo la forma de niño del dios solar,
aunque en otras circunstancias ella era
hija del dios solar.[87] ​

Otros grupos divinos se compusieron de


deidades con roles interrelacionados o
quienes, en conjunto, representaban una
región del cosmos mitológico egipcio.
Existían conjuntos de dioses para los
horas del día y la noche y para cada nomo
de Egipto. Algunos de estos grupos
contenían una cantidad de deidades
específica e importante
simbólicamente.[88] ​Los pares de dioses
pueden representar conceptos opuestos
pero interrelacionados que son parte de
una unidad más grande. Ra, que es
dinámico y productor de luz, y Osiris, quien
es estático y está envuelto en la oscuridad
se fusionan en un solo dios cada
noche.[89] ​Los grupos de tres son ligados
con la pluralidad en el pensamiento
egipcio antiguo y los grupos de cuatro
connotan totalidad.[88] ​Los gobernantes
en el Nuevo Imperio tardío promovieron un
grupo de tres dioses particularmente
importante: Amón, Ra y Ptah. Estas
deidades representaron la pluralidad de
todos los dioses, así como la de sus
propios centros de culto (las ciudades
mayores Tebas, Heliópolis y Menfis) y de
muchos conjuntos de tres conceptos en el
pensamiento religioso egipcio.[90] ​En
algunos casos, Set, el dios patrón de los
faraones de la Dinastía XIX[91] ​y la
personificación del desorden dentro del
mundo, fue añadido a este grupo, lo que
enfatizaba una visión única y coherente
del panteón.[92] ​

Nueve, el producto de tres por tres,


representa una multitud, de modo que los
egipcios llamaron a varios grupos grandes
"enéadas",[Nota 2] ​o conjuntos de nueve,
aun cuando estos contaban con más de
nueve miembros. La enéada más
prominente era la enéada de Heliópolis,
una extensa familia de deidades que
descendían del dios creador Atón, que
incorporaba muchos dioses
importantes.[88] ​El término enéada
frecuentemente se hacía extensivo a
incluir a todas las deidades de Egipto.[93] ​

Este ensamblaje divino tenía una jerarquía


vaga e intercambiable. Los dioses con
gran influencia en el cosmos o que eran
mitológicamente más viejos que otros
ocupaban posiciones más altas en la
sociedad divina. En la cumbre de esta
sociedad estaba el rey de los dioses, quien
usualmente se identificaba como la
deidad creadora.[93] ​Se consideraron
diferentes dioses en esta posición
elevada, en periodos distintos de la
historia egipcia. Horus fue el dios más
importante en el Periodo Dinástico
Temprano, Ra alcanzó prominencia en el
Viejo Imperio, Amón fue el supremo en el
Nuevo, y en los periodos ptolemaico y
romano Isis fue la reina divina y diosa
creadora.[94] ​
Manifestaciones y combinaciones

Amun-Ra-Kamutef, una forma de Amón con las características solares de Ra y los poderes procreativos conectados con
Min.[95] ​El disco solar en su tocado es tomado de Ra y su falo erecto proviene de la iconografía de Min.[96] ​

Se creía que los dioses se manifestaban


en muchas formas.[97] ​Los egipcios tenían
una compleja concepción del alma
humana, la cual se conformaba por varias
partes. Los espíritus de los dioses se
componían por muchos de estos
elementos.[98] ​El ba era el componente del
alma humana o divina que afectaba al
mundo a su alrededor. Se podía referir a
cualquier manifestación visible del poder
de un dios como su ba; por lo cual el sol
era el ba de Ra.[99] ​Una representación de
una deidad se consideraba una ka, otro
componente de su ser, que actuaba como
medio para que el ba de esa deidad
habitara. Las imágenes de culto de los
dioses eran el centro de los rituales de los
templos, así como se creía que los
animales sagrados que representaban a
sus respectivas deidades alojaban bas
divinos de igual manera.[100] ​Los dioses
podían tener muchos bas y kas, que a
veces tenían varios nombres
representando diferentes aspectos de la
naturaleza del dios.[101] ​Se decía que todo
lo existente era un ka de Atón, el dios
creador, quien originalmente contenía
todas las cosas dentro de sí mismo,[102] ​y
una deidad podía ser llamada el ba de otra,
lo que significa que el primer dios es una
manifestación del poder de otro.[103] ​Las
partes del cuerpo de las divinidades
también podían actuar como deidades
individuales, como el Ojo de Ra y la Mano
de Atón, pues ambas eran personificadas
como diosas.[104] ​
Las deidades nacionalmente importantes
daban pie a manifestaciones locales de sí
mismas, las cuales a veces absorbían las
características de dioses regionales más
viejos.[105] ​Horus tenía muchas formas
que estaban ligadas a lugares en
particular, incluyendo al Horus de Nejen, al
Horus de Buhen y al Horus de Edfu.[106] ​
Estas manifestaciones locales podían ser
tratadas casi como seres separados. En el
Nuevo Imperio, un hombre fue acusado de
robo de ropa por un oráculo que
supuestamente comunicaba mensajes del
Amón de Pe-Khenty. Él consultó otros dos
oráculos locales de Amón esperando
recibir un juicio diferente.[107] ​Las
manifestaciones de los dioses también
diferían de acuerdo a sus roles. Horus
podía ser un poderoso dios del cielo o un
niño vulnerable, y estas formas a menudo
se consideraban deidades distintas.[108] ​

Los dioses se combinaban entre sí con la


misma facilidad con la que se dividían. Un
dios podía ser el ba de otro, u otras dos o
más deidades podían ser unidas para
formar un dios con un nombre e
iconografía combinados.[109] ​Los dioses
locales se ligaban a dioses mayores, y
deidades con funciones similares se
combinaban. Ra se conectó con la deidad
local Sobek para formar a Sobek-Ra; con el
otro dios gobernante Amón para formar a
Amón-Ra; con la forma solar de Horus
para formar a Ra-Horajty; y con otras
deidades solares para formar Horemajet-
Jepri-Ra-Atón.[110] ​En casos extraños,
deidades de diferentes sexos se unían de
esta manera, para producir combinaciones
como Osiris-Neith y Mut-Min.[111] ​La unión
de deidades se llama sincretismo. De
manera distinta a otras situaciones en las
que este término se usa, la práctica
egipcia no buscaba fusionar sistemas
religiosos en competencia, aunque las
deidades externas podían ser unidas con
las nativas. [110] ​Contrariamente, el
sincretismo reconocía la sobreposición de
los roles de los dioses implicados, y
expandía su esfera de influencia en cada
sistema. Las combinaciones sincréticas
no eran un dios implicado en una
combinación seguía apareciendo
individualmente y también formaba
nuevas combinaciones con otras
deidades.[111] ​Pero las deidades
cercanamente relacionadas se fundían en
una. Durante el Imperio Antiguo, Horus
absorbió a varios dioses halcón de
muchas regiones, como a Khenty-irty y a
Khenty-khety, quienes se convirtieron en
poco más que manifestaciones locales de
él.[112] ​
El Atón y el posible monoteísmo

En el reino de Akenatón (c. 1353-1336


a. C.) en el Nuevo Imperio medio, una sola
deidad solar, el Atón, se convirtió en el
único foco de la religión estatal. Akenatón
cesó la fundación de templos de otras
deidades y borró los nombres e imágenes
de otros dioses de los monumentos,
especialmente a Amón. El nuevo sistema
religioso, a veces llamado Atonismo,
difería dramáticamente de la veneración
politeísta de muchos dioses en otros
periodos. Mientras que en tiempos
anteriores los dioses que recién adquirían
importancia eran integrados en las
creencias religiosas existentes, el
Atonismo demandaba un entendimiento
único de lo divino que excluía la
multiplicidad tradicional de las
perspectivas.[113] ​Aunque el Atenism pudo
no haber sido monoteísmo en su totalidad,
el cual excluye la creencia en otras
deidades. Existe evidencia que el pueblo
en general tenía permitido alabar a otros
dioses en privado. El panorama se
complicó aún más por la tolerancia a otras
deidades, como Shu, por parte del
Atenismo. Por estas razones el egiptólogo
Dominic Montserrat sugirió que Akenatón
pudo haber sido monólatra, es decir, que
alababa a una deidad pero reconocía la
existencia de otras. En cualquier caso, la
teología aberrante del atenismo no enraizó
en el pueblo de Egipto y los sucesores de
Akenatón regresaron a las creencias
tradicionales.[114] ​

Unión de lo divino en la religión


tradicional

Los académicos han debatido largamente


si la religión egipcia tradicional alguna vez
estableció si los múltiples dioses fueron
unificados, en un nivel más profundo. Las
razones para este debate incluyen la
práctica de sincretismo, lo que podría
sugerir que todos los dioses individuales
podrían fusionarse en uno, y la tendencia
de los textos egipcios de atribuir a un dios
poder que sobrepasara al de las demás
deidades. Otro punto de contienda es la
aparición de la palabra "dios" en la
literatura de enseñanza, donde el término
no se refiere a una deidad específica o a
un grupo de deidades.[115] ​A inicios del
siglo xx, por ejemplo, E. A. Wallis Budge
creía que los plebeyos egipcios eran
politeístas, y el conocimiento de la
verdadera naturaleza monoteísta de la
religión se reservaba para la élite, quien
escribía la literatura de enseñanza.[116] ​Su
contemporáneo James Henry Breasted
pensaba que la religión egipcia era
panteísta, con el poder del dios del sol
presente en todos los demás dioses,
mientras que Hermann Junker argumentó
que la civilización egipcia había sido
originalmente monoteísta y se tornó
politeísta en el transcurso de su
historia.[117] ​

El dios Bes con atributos de muchas otras deidades. Imágenes como esta representan una serie de poderes divinos en un
único ser.[118] ​
En 1971, Erik Hornung publicó un
estudio[Nota 3] ​refutando estas opiniones.
Él señala que en cualquier periodo muchas
deidades, inclusive las menores, fueron
definidas como superiores a las demás.
También argumenta que el "dios" no
especificado en los textos de enseñanza
es un término genérico para cualquier
deidad que el lector escoge venerar.[119] ​
Aunque las combinaciones,
manifestaciones e iconografías de cada
dios cambiaban constantemente, ellos
estaban restringidos a un número finito de
formas, y jamás siendo intercambiables
en una manera monoteísta o panteísta.
Hornung dice que el henoteísmo describe
mejor a la religión egipcia que otras
categorías.Un egipcio podía alabar a una
deidad en cualquier tiempo en particular y
atribuirle poder supremo en ese momento,
sin negar a los otros dioses o fusionarlos
con el dios en el que él se enfocaba.
Hornung concluye que los dioses se
unificaban en su totalidad solamente en
los mitos, en el tiempo antes de la
creación, después del cual la multitud de
dioses emergió de una inexistencia
uniforme.[120] ​

Los argumentos de Hornung han tenido


una gran influencia en otros académicos
de la religión egipcia, pero algunos aún
creen que en ciertos puntos de la historia,
los dioses estaban más unidos de lo que
el establece.[52] ​Jan Assmann mantiene la
propuesta de que una deidad única se
desarrolló durante el Nuevo Imperio,
empezando con Amón-Ra como el dios
solar supremo.[121] ​Desde esta
perspectiva, el Atonismo era una fruto
exacerbado de esta tendencia. Este
igualaba la única deidad con el sol y
negaba a los demás dioses. Después, en
el contragolpe ante el Atonismo, los
teólogos sacerdotes describieron al dios
universal de una forma diferente, una que
coexistía con el politeísmo tradicional. Se
creía que el dios único trascendía al
mundo y a todas las otras deidades,
mientras que, simultáneamente, los
múltiples dioses eran aspectos del único.
De acuerdo con Assmann, este único dios
era particularmente igualado con Amón, el
dios dominante en el Nuevo Imperio
mientras que el resto de la historia Egipcia
esta deidad universal podía identificarse
en muchos otros dioses.[122] ​James P.
Allen expresa que las nociones
coexistentes de un dios y muchos dioses
podrían encajar bien en el pensamiento
egipcio de "multiplicidad de enfoques", así
como con las prácticas henoteístas de los
devotos ordinarios. Él comenta que los
egipcios pudieron haber reconocido la
unidad de lo divino a través de "la
identificación de su noción uniforme de
"dios" con un dios particular, dependiendo
de la situación particular."[2] ​

Descripciones y
representaciones
Los textos egipcios describen los cuerpos
de los dioses a detalle. Estos están
hechos de materiales preciosos; su carne
es de oro, sus huesos de plata y su pelo de
lapislázuli. Los egipcios decían que su
aroma era similar al del incienso utilizado
en los rituales. Algunos textos describen
precisamente a deidades en particular,
incluyendo su altura y el color de sus ojos.
Aunque estas características son fijas; en
los mitos, los dioses cambian su
apariencia para adaptarla a sus propósitos
personales.[123] ​Los textos egipcios se
refieren a las formas verdaderas
subyacentes de las deidades como
"misteriosas". Por lo cual, las
representaciones visuales de sus dioses
no son literales. Ellas simbolizan aspectos
específicos del carácter de cada deidad,
funcionando como los ideogramas de la
escritura jeroglífica.[124] ​Por este motivo,
el dios funerario Anubis es mostrado
comúnmente como un perro o chacal en el
arte egipcia, una criatura cuyos hábitos
carroñeros amenazan la preservación de
las momias sepultadas, buscando
protección y evitar el peligro que este
implicaba. Su matiz negro alude al color
de la carne momificada y a la tierra fértil
egipcia que los egipcios veían como
símbolo de resurrección.[125] ​

La mayoría de los dioses eran


representados de más de una manera.
Hathor podía ser mostrada como una
vaca, cobra, leona o como una mujer con
cuernos y orejas bovinas. Al representar a
un dios de distintas formas, los egipcios
expresaban diferentes aspectos de su
esencia.[124] ​Los dioses eran mostrados
en un número finito de estas formas
simbólicas, de modo que las deidades
podían ser distinguidas entre sí por sus
iconografías. Estas formas incluyen
hombres y mujeres (antropomorfismo),
animales (zoomorfismo) y rara vez,
objetos inanimados. Las combinaciones
de formas como dioses con cuerpos
humanos y cabezas animales son
comunes.[6] ​Nuevas formas y
combinaciones cada vez más complejas
surgieron en el curso de la historia.[118] ​
Algunos dioses solamente se pueden
distinguir de otros en escrituras con
etiquetas, como Isis y Hathor.[126] ​Gracias
a la cercana relación entre estas diosas,
ambas podían utilizar el tocado que
originalmente era propio de Hathor.[127] ​

Algunas características de las imágenes


divinas son más útiles que otras para
determinar la identidad de un dios. La
cabeza de una imagen divina es
especialmente importante.[128] ​En una
imagen híbrida representa la forma
original del ser representado, por lo que,
como el egiptólogo Henry Fischer afirmó,
"una diosa con cabeza de león es una
diosa leona en forma humana, así como
inversamente, una esfinge real, es un
hombre que ha asumido la forma de un
león."[129] ​Los tocados divinos, que varían
desde los mismos tipos de coronas
utilizados por los reyes humanos hasta
grandes jeroglíficos llevados por los
dioses en la cabeza, son otro factor
importante. En contraste, los objetos
llevados en las manos de los dioses
tienden a ser genéricos.[128] ​Las deidades
masculinas llevan bastones was, las
diosas llevan tallos de papiro y ambos
sexos llevaban símbolos ankh
representando la palabra "vida" en egipcio,
para simbolizar su poder dador de
vida.[130] ​
Estatua del dios cocodrilo Sobek en forma animal completa.

Las formas en las que los dioses se


mostraban, aunque diversas, eran
limitadas de muchas maneras. Muchas
criaturas que abundan en Egipto no nunca
fueron utilizadas en la iconografía divina,
mientras que unas pocas, como los
halcones, cobras y ganado representaron
a muchas deidades. Los animales que
estaban ausentes en Egipto en las
primeras etapas de su historia no fueron
utilizadas como imágenes divinas. Por
ejemplo, el caballo, que no fue introducido
hasta el segundo periodo intermedio (c.
1650-1550 a. C.), nunca representó a
ningún dios. Similarmente, los ropajes
utilizados por las deidades
antropomórficas en todos los periodos
cambiaron poco con respecto al estilo
utilizado en el Antiguo Imperio: un faldón,
una barba falsa, y frecuentemente, una
camisa para los dioses y un vestido largo y
ajustado para las diosas.[131] [Nota
​ 4] ​

La forma básica antropomórfica varía. Los


dioses infantes se representaron
desnudos, así como algunos dioses
adultos cuando sus poderes procreativos
son enfatizados.[133] ​A ciertas deidades
masculinas se les dio vientres y senos
prominentes, lo que denotaba androginia o
prosperidad y abundancia.[134] ​La mayoría
de los dioses tenían piel roja y las diosas
amarilla—mismos colores utilizados para
representar a los hombres y mujeres de
Egipto—aunque a algunos se les
representó con colores inusuales y
simbólicos.[135] ​Así, la piel azul y el gran
vientre del dios Hapi aludía a la inundación
del Nilo que este representaba y a la
nutriente fertilidad que esta
conllevaba.[136] ​Unas pocas deidades,
como Osiris, Ptah, y Min, tenían una
apariencia "momiforme" con sus
extremidades fajadas de manera ajustada
en su ropa. [137] ​Aunque estos dioses
parecían momias, los primeros ejemplos
antedatan el estilo de momificación en el
que se envuelve con tela, y esta forma
puede remontarse a las primeras
representaciones sin extremidades de los
dioses.[138] ​

Dentro de los objetos inanimados que


representan a las deidades se encuentran
los emblemas con forma de disco del Sol
y la Luna.[139] ​Algunos objetos asociados
a un dios específico como el escudo y las
flechas cruzadas representan a Neith (
) o el emblema de Min (

), simbolizaban los cultos de esas


deidades en tiempos predinásticos.[140] ​
En muchos de estos casos, la naturaleza
de este objeto es misteriosa.[141] ​
Interacciones con los
humanos

Relación con el faraón

Ramsés III presentando ofrendas a Amón.

Véase también: Faraón

En los textos oficiales, se decía que los


faraones eran divinos, y son representados
constantemente en compañía de deidades
del panteón. Cada faraón y sus
predecesores se consideraban los
sucesores de los dioses que habían
gobernado Egipto en la prehistoria
mítica.[142] ​Los dioses vivientes eran
equiparados con Horus y llamados los
"hijos" de muchas deidades,
particularmente de Osiris y Re; los reyes
difuntos se equiparaban con estos dioses
más viejos.[143] ​Los faraones tenían sus
propios templos mortuorios donde se
llevaban a cabo rituales para ellos durante
sus vida y muerte.[144] ​Pero pocos
faraones fueron alabados como dioses
mucho después de su vida, y los textos no
oficiales retratan a los reyes con un matiz
humano. Por estas razones los
académicos están en desacuerdo sobre
qué tan genuinamente creían los egipcios
que el rey fuera un dios. Él podía haber
sido considerado divino solamente
cuando estaba realizando las
ceremonias.[145] ​

Independientemente de que tanto era


creído, el estatus divino del rey era razón
de su rol como el representante de los
dioses en Egipto, pues el formaba un
enlace entre el reino divino y el de los
humanos.[146] ​Los egipcios creían que los
dioses necesitaban templos en los cuales
morar, así como la realización periódica de
rituales y presentación de ofrendas para
nutrirlos. Los anteriores eran provistos por
los cultos que el rey supervisaba, junto
con sus sacerdotes y trabajadores.[147] ​No
obstante, de acuerdo con la ideología real,
la construcción de templos era
exclusivamente el trabajo del faraón,
como lo eran los rituales que los
sacerdotes usualmente realizaban en vez
de él.[148] ​Estos actos eran parte del rol
fundamental del rey: mantener el
maat.[149] ​El rey y la nación que él
representaba proveían a los dioses de
maat de modo que estos pudieran
continuar con sus funciones, que
mantenían el maat en el cosmos con el fin
de que los humanos pudieran seguir
viviendo.[150] ​
Presencia en el mundo humano

Aunque los egipcios creían que los dioses


estaban presentes en el mundo que los
rodeaba, el contacto entre el reino humano
y divino se veía limitado a ciertas
circunstancias específicas.[151] ​En la
literatura, los dioses podían aparecerse a
los humanos en forma física, pero en la
vida real, los egipcios estaban limitados a
medios de comunicación indirectos.[152] ​

Se decía que el ba de un dios dejaba


periódicamente el reino divino para morar
en las imágenes de ese mismo dios.[153] ​
Al habitar estas imágenes, los dioses
dejaban su estado oculto y tomaban una
forma física.[70] ​Para los egipcios, un lugar
u objeto que era ḏsr—"sagrado"—era
aislado y ritualmente puro, y por lo tanto,
adecuado para que un dios residiera en
él.[154] ​Las estatuas y relieves de los
templos, así como animales sagrados en
particular, como el toro de Apis, sirvieron
como intermediarios divinos de esta
manera.[155] ​Los sueños y trances
proveían una vía de comunicación muy
diferente. En estos estados, se creía, que
las personas se acercaban a los dioses e
incluso recibían mensajes de ello.[156] ​
Finalmente, de acuerdo a las creencias
egipcias de la vida después de la muerte,
las almas pasaban al reino divino después
de fallecidos. Por lo cual los egipcios
creían eso de la muerte y que ellos
existirían en el mismo nivel que sus dioses
y entenderían por completo su naturaleza
misteriosa.[157] ​

Ramsés II (el segundo desde la derecha) con los dioses Ptah, Amón y Ra en el santuario del Gran Templo en Abu Simbel.

Los templos, donde se llevaban a cabo los


rituales del estado, están colmados de
imágenes de dioses. La imagen más
importante en el templo era el ídolo en el
santuario interior. Estas estatuas,
generalmente menores que la escala real,
estaban hechas de los mismos materiales
preciosos de los que estaba hecho el
cuerpo de este dios. Muchos templos
tenían varios santuarios, cada uno con un
ídolo representando a uno de los dioses
de un grupo, como una tríada familiar.[153] ​
[Nota 5] ​El dios primario de la ciudad se veía
como su señor, empleando muchos
residentes como sirvientes en el hogar
divino que este templo representaba. Los
dioses que residían en todos los templos
de Egipto colectivamente representaban al
panteón entero.[159] ​Sin embargo muchas
deidades—incluyendo algunos dioses
importantes así como aquellos que eran
pequeños y hostiles—nunca tuvieron
templos propios, aunque algunos fueron
representados en los templos de otros
dioses.[160] ​

Para aislar al poder de las impurezas del


mundo exterior, los egipcios encerraban
los santuarios de los templo y restringían
severamente el acceso a ellos. El contacto
con los ídolos era negado a personas que
no fueran los reyes o altos sacerdotes. La
única excepción era durante las
procesiones festivales, cuando la estatua
se transportaba afuera del templo, aunque
contenida en un altar portátil.[161] ​El
pueblo tenía medios de interacción menos
directos, las partes más públicas de los
templos también incorporaban pequeños
lugares para las oraciones; desde portales
hasta capillas individuales cercanas a la
parte posterior de la edificación del
templo.[162] ​Las comunidades también
construían y gestionaban pequeñas
capillas para su propio uso, y algunas
familias tenían altares dentro de sus
hogares.[163] ​A pesar de la brecha que
separaba a la humanidad de lo divino, los
egipcios estaban rodeados de
oportunidades para acercarse a sus
dioses.[164] ​
Intervención en las vidas humanas

Los dioses egipcios estaban envueltos en


las vidas humanas, así como en el orden
superior de la naturaleza. Esta influencia
divina aplicaba principalmente a Egipto,
pues se consideraba que los extranjeros
estaban fuera del orden divino. Pero en el
Nuevo Imperio, cuando otras naciones
estaban bajo el control Egipcio, se decía
que los extranjeros estaban bajo el
benigno gobierno del dios del sol, de la
misma manera en la que lo estaban los
egipcios.[165] ​
Se decía que Thoth, quien era el supervisor
de tiempo, asignaba y fijaba el tiempo que
vivirían los humanos y los dioses.[166] ​
Otros dioses también gobernaban la
longitud de las vidas humanas, incluyendo
a Mesjenet, quien se encargaba del
nacimiento y Shai, la personificación del
destino.[167] ​El tiempo y la manera de
muerte eran el principal significado del
concepto de destino en Egipto, aunque el
poder de estas deidades también tenían
cierto alcance en otros aspectos. Muchos
textos narran sobre dioses influenciando o
inspirando decisiones humanas,
alcanzando el "corazón" de un humano—el
centro de emoción e intelecto en las
creencias Egipcias. También se creía que
las deidades daban órdenes, instruyendo
al rey en el gobierno de sus dominios y al
regular la gestión de sus templos. Los
textos egipcios rara vez mencionan a las
órdenes directas que fueron dadas a
personas privadas, y estas jamás
evolucionaron en un conjunto de códigos
impuestos por el poder divino.[168] ​La
moralidad en el antiguo Egipto se basaba
en el concepto de maat, el cual, cuando
era aplicado a la sociedad humana,
significaba que todos deberían vivir de una
manera apropiada que no interviniera con
el bienestar de los demás. Gracias a que
las deidades eran las defensoras del maat,
la moralidad se conectaba a con ellos. Por
ejemplo, los dioses juzgaban la rectitud
moral de los humanos después de su
muerte, y desde los tiempos del Nuevo
Imperio se creía que se requería de un
veredicto de inocencia para ser admitido
en el reino de los difuntos. Pero, en
general, la moralidad se basaba en las
maneras prácticas de mantener el maat en
la vida diaria, en vez de basarse en
estrictas reglas que los dioses podrían
establecer.[169] ​
Amuleto del dios Shed

Los humanos contaban con libre albedrío


para ignorar la guía divina y la conducta
requerida por el maat, pero al hacerlo,
podían hacerse acreedores de castigos
divinos.[170] ​Una deidad llevaba a cabo
este castigo utilizando su ba, la fuerza que
manifestaba el poder de un dios en el
mundo humano. Los desastres naturales y
enfermedades humanas se veían como el
producto de los bas motivados por el
enojo divino.[171] ​Contrariamente, los
dioses podían curar gente honesta de
enfermedades o hasta extender sus
esperanzas de vida.[172] ​Ambos tipos de
intervención fueron representados por
deidades eventualmente; Shed, quien
surgió en el Nuevo Imperio para
representar el rescate divino del daño y
peligro,[173] ​y Petbe, un dios apotropaico
de las eras tardías de la historia Egipcia,
que se creía ser el vengador de los malos
actos.[174] ​

Los textos egipcios tienen diferentes


visiones sobre la responsabilidad que
tienen los dioses cuando los humanos
sufren de manera injusta. La mala fortuna
se consideraba frecuentemente como un
producto del isfet, el desorden cósmico
que era el opuesto maat, por lo cual los
dioses no eran los culpables de los
eventos del mal. Algunas deidades que se
estaban ligadas cercanamente con el isfet,
como Set, podían ser consideradas
causantes del desorden dentro del mundo
sin culpar a los demás dioses. Sin
embargo, algunos textos sí acusan a las
deidades de causar miseria humana,
mientras que otras proponen teodiceas en
defensa del dios.[175] ​Desde el Imperio
Medio, varios textos conectaron el mal en
el mundo con un mito en el que el dios
creador pelea con una rebelión humana en
contra de su reinado y después se retira de
la tierra. Gracias a este mal
comportamiento humano, el creador es
distante de su creación, permitiendo la
existencia del sufrimiento. Los textos del
Nuevo Imperio no cuestionan la naturaleza
justa de los dioses con el mismo ímpetu
que lo hacen los textos del Imperio Medio.
Ellos hacen énfasis en las relaciones
humanas personales con las deidades y el
poder del dios para intervenir en los
eventos humanos. Las personas de esta
era tenían fe en los dioses específicos que
ellos esperaban que pudieran ayudarlos y
protegerlos durante el transcurso de sus
vidas. Como resultado, la mantener los
ideales del maat se tornó menos
importante que ganar el favor de los
dioses para garantizar una buena
vida.[176] ​Se consideraba que hasta los
faraones dependían de la ayuda divina, y
después de que el Nuevo Imperio
terminara, el gobierno se vio cada vez más
influenciado por los óraculos que
comunicaban la voluntad de los
dioses.[177] ​
Adoración

Las prácticas religiosas oficiales, que


mantenían la maat para el beneficio de
todo Egipto, se relacionaban, pero eran
distintas de las prácticas religiosas de la
gente ordinaria,[178] ​quien buscaba la
ayuda de los dioses para sus propios
problemas personales.[179] ​

La religión oficial involucraba una variedad


de rituales, con base en templos. Algunos
ritos se realizaban a diario, mientras que
otros eran festivales, llevándose a cabo
con intervalos más largos y se limitaban a
un templo o deidad particular.[163] ​Los
dioses recibían ofrendas en ceremonias
diarias, en las cuales sus estatuas eran
vestidas, ungidas y se les presentaba
comida e himnos en su honor.[180] ​Estas
ofrendas, además de mantener la maat
para los dioses, celebraban la generosidad
dadora de vida de la deidad y los alentaba
a mantenerse benevolentes, en vez de
vengativos.
La dama Teperet adorando a Ra-Horajty, que la bendice con rayos de luz con forma de flores. Dinastía XXII.[181] ​

A menudo, los festivales involucraban una


procesión ceremonial en la cual una
imagen de culto se transportaba fuera del
templo en un altar con forma de barca.
Estas procesiones cumplían con varios
propósitos.[182] ​En tiempos romanos,
cuando se creía que deidades locales de
todo tipo tenían poder sobre la inundación
del Nilo, las procesiones en muchas
comunidades llevaban imágenes del
templo a los márgenes del río para que los
dioses invocaran una inundación grande y
fructífera.[183] ​Las procesiones también
viajaban entre los templos, como cuando
la imagen de Hathor del Templo de
Dendera visitaba a su consorte Horus en
el Templo de Edfu.[182] ​Los rituales para
un dios se basaban en la mitología de esa
deidad. Estos rituales buscaban ser
repeticiones del pasado mítico, renovando
los efectos beneficiosos de los eventos
originales.[184] ​En la fiesta de Joiak en
honor a Osiris, su muerte y resurrección
eran recreadas en el momento en que los
cultivos empezaban a germinar. La
vegetación naciente simbolizaba la
renovación de la vida del dios.[185] ​

La interacción personal de los dioses


tomó muchas formas. La gente que quería
información o consejo consultaba a los
oráculos, operados por los templos, que
se suponía que expresaban las respuestas
de los dioses a sus preguntas.[186] ​Los
amuletos e imágenes de deidades
protectoras eran utilizadas para ahuyentar
a los demonios que podían amenazar el
bienestar de los humanos.[47] ​Los rituales
privados invocaban el poder de las
divinidades para cumplir metas
personales, desde sanar enfermedades
hasta maldecir enemigos.[186] ​Estas
prácticas utilizaban heka, la misma fuerza
mágica que los dioses utilizaban, la cual
había sido otorgada por el creador para
repeler la mala fortuna. El que realizaba el
rito privado frecuentemente tomaba el rol
de un dios en un mito o hasta amenazaba
a una deidad, para involucrar a los dioses
en el cumplimiento de su meta.[187] ​Tales
rituales coexistían con ofrendas y rezos
privados, y los tres se consideraban
medios aceptables para obtener ayuda
divina.[188] ​

Los rezos y ofrendas privadas son


generalmente llamados "devoción
personal": actos que reflejan una relación
cercana entre un individuo y un dios. Las
evidencias de devoción personal son
escasas antes del Imperio Nuevo. Las
ofrendas votivas y los nombres
personales, muchos de los cuales son
teofóricos, sugieren que los plebeyos
sentían una conexión entre ellos y sus
dioses. Pero solo en el Imperio Nuevo son
visibles evidencias firmes de la devoción a
las deidades, alcanzando su mayor
esplendor en esa era.[189] ​Los académicos
están en desacuerdo acerca del
significado de este cambio, si la
interacción directa con los dioses fue un
nuevo desarrollo o una extensión de las
viejas tradiciones.[190] ​Los egipcios
expresaron su devoción a través de una
nueva variedad de actividades dentro y
fuera de los templos.[191] ​Inscribieron sus
rezos y agradecimientos por la ayuda
divina en estelas. Entregaron ofrendas de
figurillas que representaban a los dioses a
los que rezaban o que simbolizaban el
resultado que deseaban. De esta forma,
una imagen en relieve de Hathor y una
estatuilla de una mujer podían representar
una súplica por la fertilidad.
Ocasionalmente, una persona tomaba a
un dios en particular como patrón, y
dedicaba su propiedad o trabajo al culto
de ese dios. Estas prácticas continuaron
hasta los últimos periodos de la historia
egipcia.[192] ​Estos periodos posteriores
vieron más innovaciones religiosas,
incluyendo la práctica de presentar
momias animales como ofrendas a las
deidades representadas en forma animal,
como las momias de gato otorgadas a la
diosa felina Bastet.[193] ​Algunas de las
deidades mayores de los mitos y la
religión eran rara vez invocadas en las
alabanzas populares, pero muchos de los
grandes dioses estatales eran importantes
en la tradición popular.[32] ​

La adoración de algunos dioses egipcios


se extendió hasta tierras vecinas,
especialmente Canaán y Nubia durante el
Imperio Nuevo, cuando estas regiones
estaban bajo el control del faraón. En
Canaán, las deidades exportadas,
incluyendo a Hathor, Amón y Set
presentaron sincretismo con los dioses
nativos, que a su vez, se extendieron hacia
Egipto.[194] ​Las deidades egipcias
pudieron no haber tenido templos
permanentes en Canaán,[195] ​y su
importancia menguó allí después de que
Egipto perdiera el control de la región.[194] ​
En contraste, muchos templos fueron
construidos en Nubia para los dioses
mayores y para los faraones deificados.
Después del fin del dominio egipcio, los
dioses importados, particularmente Amón,
permanecieron como una parte de la
religión del reino kushita de Nubia.[194] ​
Algunas deidades alcanzaron lugares más
lejanos. Taueret se convirtió en una diosa
en la Creta minoica,[196] ​el oráculo de
Amón en el Oasis de Siwa era conocido y
consultado por personas de toda la región
mediterránea.[197] ​

Júpiter-Amón, la combinación de Amón y el dios romano Júpiter.

Bajo la Dinastía Ptolemaica griega y luego


el gobierno romano, los griegos y romanos
introdujeron sus propias deidades en
Egipto. Estos recién llegados equipararon
a los dioses egipcios con los suyos, como
parte de la tradición interpretatio graeca
grecorromana.[198] ​Pero la devoción a los
dioses nativos no fue adoptada por los
extranjeros. En vez de esto, los dioses
griegos y romanos fueron adoptados
como manifestaciones de los egipcios.
Los cultos egipcios a veces incorporaban
el idioma griego, filosofía,[199] ​iconografía
y hasta la arquitectura en los templos.[200] ​
Mientras tanto, los cultos a muchas
deidades egipcias —particularmente Isis,
Osiris, Anubis, la forma de Horus llamada
Harpocrates, y el dios fusionado greco-
egipcio Serapis— fueron adoptados en la
religión romana y se propagaron a través
del Imperio Romano.[201] ​Los
emperadores romanos, así como los reyes
ptolemaicos que los precedieron,
invocaban a Isis y Serapis para respaldar
su autoridad, dentro y fuera de Egipto.[202] ​
En la compleja mezcla de tradiciones
religiosas del Imperio, Tot fue
transmutado en el legendario maestro
esotérico Hermes Trismegisto,[203] ​e Isis,
que era venerada desde Bretaña hasta
Mesopotamia,[204] ​se convirtió en el foco
de atención de un culto tipo griego
mistérico.[205] ​Tanto Isis como Hermes
Trismegisto llegaron a ser prominentes en
las tradiciones esotéricas occidentales,
que tuvieron origen en el mundo religioso
romano.[206] ​

Los templos y cultos en Egipto empezaron


a decaer conforme la economía romana
se deterioraba en el siglo iii d. C. y a
principios del siglo iv, los gobernantes
cristianos suprimieron la veneración de las
deidades egipcias.[199] ​Los últimos cultos,
en File, se extinguieron en el siglo v o
vi.[207] [Nota
​ 6] ​La mayoría de las creencias

relacionadas con los dioses


desaparecieron dentro de unos pocos
cientos de años, permaneciendo en textos
mágicos en los siglos VII y VIII. Sin
embargo muchas de las prácticas
involucradas en su adoración, como las
procesiones y oráculos, fueron adoptados
en la ideología cristiana y persistieron
como ritos de la Iglesia Copta.[199] ​Dados
los enormes cambios e influencias
diversas en la cultura egipcia desde ese
tiempo, los académicos están en
desacuerdo si alguna práctica copta
moderna desciende de aquellas de la
religión faraónica. Pero muchos festivales
y otras tradiciones de los egipcios
modernos, tanto cristianos como
musulmanes, se asemjan a la adoración
de los dioses de sus ancestros.[208] ​
Véase también
Anexo:Deidades egipcias

Notas
1. Los textos egipcios no establecen
expresamente que Osiris muere, y lo
mismo es cierto para otros dioses.
Los egipcios evitaban declaraciones
directas sobre eventos adversos como
la muerte de una deidad beneficiosa.
Aun así, el mito deja en claro que
Osiris es asesinado, y otras piezas de
evidencia como la aparición de
cadáveres en la Duat indican que otros
dioses también murieron. Alrededor
del periodo tardío (c. 664-323 a. C.), se
decía que varios sitios a través de
Egipto fueron el lugar de sepultura de
ciertas deidades.[65] ​
2. La palabra egipcia para "grupo de
nueve" era psḏt. El término derivado
del griego "enéada", que tiene el
mismo significado, se utiliza
comúnmente para traducirla.[88] ​
3. Der Eine und die Vielen, revisado
varias veces desde 1971. Su
traducción al español "Concepciones
de dios en Egipto: el uno y los
muchos" se encuentra citado en la
sección "Trabajos citados" de este
artículo.
4. Los ropajes divinos a veces se veían
afectados por los cambios en la
vestimenta humana. En el Nuevo
Imperio, las diosas se representaban
utilizando el mismo tocado con forma
de buitre que utilizaban las reinas en
ese periodo,[131] ​y en tiempos
romanos, muchos dioses
apotropaicos fueron mostrados
utilizando armadura y montando a
caballo como soldados.[132] ​
5. No se tiene por seguro que añgún
ídolo de las deidades haya sido una
imagen de culto, aunque unos pocos
han cuentan con las características
necesarias para cumplir este
propósito.[158] ​
6. Durante mucho tiempo se había
pensado que File estaba cerrada por
los ejércitos de Justiniano I entre 535
y 537, pero trabajos académicos
recientes han desafiado esa visión y
argumentado que el culto del templo
dejó de funcionar a finales del siglo V,
en algún momento posterior a los
signos de actividad en 456 o 457.[207] ​

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Mitos Egipcios (https://mitosbreves.blo
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Datos: Q146083
Multimedia: Egyptian deities (https://c
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Egyptian_deities) / Q146083 (https://c
ommons.wikimedia.org/wiki/Special:M
ediaSearch?type=image&search=%22Q
146083%22)

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