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LOS FONSECA: FAMILIA, HISTORIA Y OBRA.

Parte I
Dedicatoria: Difícil es escribir algo más acerca de los Fonseca, después de lo publicado sobre esta familia por Luis Vasallo Toranzo y por Adelaida
Sagarra Gamazo. Quienes, junto a José Navarro Talegón, han mantenido viva su memoria; logrando lo imposible, para que sus obras y
monumentos se conserven. A todos ellos, mi agradecimiento y mi admiración.

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de libros publicados por los autores antes
citados, en cuyas investigaciones vamos a basar nuestro estudio. Arriba: LOS FONSECA, LINAJE Y PATRONATO ARTÍSTICO, del profesor Luis Vasallo
Toranzo; una monografía increíblemente documentada y perfectamente escrita, donde podemos conocer todo sobre esta familia del
Renacimiento. Al lado, ARQUITECTURA EN TORO (1500-1650), también de Vasallo Toranzo; un estudio admirable que recoge los edificios
toresanos construidos desde finales del siglo XV a mediados del XVII (actualmente, desaparecidos en su gran mayoría). Abajo, JUAN RODRÍGUEZ
FONSECA, UN TORESANO EN DOS MUNDOS, de Adelaida Sagarra Gamazo. Una biografía de este famoso obispo y su labor como representante
de la Corona para la empresa indiana (organizando la primera fase en la colonización y evangelización de América).
Los capítulos se desarrollan en un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario explicativo (recogido en rojo y
cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará seguir las letras negrillas y las rojas destacadas.
ESTA ES LA PARTE PRIMERA, LA SEGUNDA COMIENZA EN A PÁGINA 88 DEL PDF. EL ÍNDICE GENERAL DEL PDF ESTÁ AL FINAL, EN LA PAG. 222
Existe un índice general de artículos que contiene este blog, al que se llegará pulsando el siguiente
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Olivenza,
actualmente Badajoz y antaño portuguesa. Fue uno de los señoríos principales y primeros de los Fonseca.
A) LOS FONSECA DE PORTUGAL:

I)- ORIGEN MÍTICO Y VERDADERO DE LOS FONSECA:


Durante e Renacimiento y la Baja Edad Media, se extendió la “moda” de crear genealogías fabulosas; siendo uno de los más famosos escritores
dedicado a este tipo de textos imaginados, Giovanni Bocaccio. Quien en su “Genealogía de los dioses paganos” relata cómo alguna de las familias
nobles italianas, descendían de Marte, del dios Pan o del mismo Zeus. De un modo parecido y a la usanza renacentista, recogió la historia de sus
antepasados un descendiente de los más ilustres Fonseca, hacia 1590; llamado también Don Alonso, que era caballero de la Orden de Santiago y
procurador de la villa de Toro. Del que nos dice Adelaida Sagarra Gamazo (1) , que publicó EL LIBRO DE LOS FONSECA (2) ; donde se afirma que los
orígenes más lejanos del apellido vienen de Centro Europa, descendiendo de la Casa Real de Hungría, cuyos miembros en el siglo XI se
trasladaron a la Península Ibérica. Posteriormente, Adelaida Sagarra reconsidera esa idea de los ancestros húngaros; citando a los Hermanos
Carrafa -especialistas en genealogía- quienes expresan sobre los Fonseca, se trata de nobleza portuguesa, tan solo oriunda del país vecino (3) .
Por lo que menciona como tronco más conocido, a Men Rodríguez de Fonseca; que en 1085 se cree que estuvo en la Reconquista de Toledo (en
los años de El Cid), pasando a Portugal con Enrique de Borgoña -uno de los más insignes monarcas lusitanos-.

Acerca del mismo tema, Eduardo Pardo de García y Valdés, nos habla de hechos paralelos; escribiendo en su estudio sobre esta saga: “El nuevo
arzobispo de Santiago, don Alonso de Fonseca Acevedo, procedía de un ilustre y antiguo linaje, con relaciones familiares en las casas reales de
Portugal y España. Según el rev. P. Gándara, el linaje tien su origen en un caballero de sangre real húngara, llamado Paián, que vino a luchar en
España contra los moros en el reinado de Alfonso VI. Descendiente de este caballero húngaro, figura, como segundo nieto en las genealogías que
hemos consultado, un Men González de Fonseca, citado por Argote de Molina, como el primer caballero de este linaje. Men González de. Fonseca
fue patrón del monasterio de Menhecia y marchó a la guerra de Portugal al servicio del rey Sancho I, donde se casó con doña María de Tabares y
se establecen en este reino, siendo señores de Mora, Casiano, Condavinto, Castel Rodrigo, Tierra de Pañoya, Barroso, Ponte del Real, Daymez, Sosel,
y muy especialmente, de Olivenza” (4) .

Sigue Eduardo Pardo de García y Valdés, describiendo el origen de la saga Fonseca en Portugal; diciendo textualmente -citando a José Santiago
Crespo Pozo (en Blasones y Linajes del reino de Galicia; vol. II, 433)-: “Men González de. Fonseca fue patrón del monasterio de Menhecia y marchó
a la guerra de Portugal al servicio del rey Sancho I, donde se casó con doña María de Tabares y se establecen en este reino, siendo señores de
Mora, Casiano, Condavinto, Castel Rodrigo, Tierra de Pañoya, Barroso, Ponte del Real, Daymez, Sosel y muy especialmente, de
Olivenza” . Completando la genealogía al recoger este autor el estudio de Gonzalo Argote de Molina (Nobleza de Andalucía, Jaén 1866) donde se
afirma que: “Hijos de Men González de Fonseca y de doña María de Tabaries fueron, entre otros, don Vasco Méndez de Fonseca, muerto ,en 1277,
que casó con María de las Medallas, conocida también como Mayor Martínez por otros autores, que fueron padres, a su vez, entre otros, de Vasco
de Fonseca, obispo de La Guardia, y de Rui Vazques de Fonseca, que sigue la línea de este linaje, siendo embajador del rey de Portugal; casó este
Rui Vazques con doña María González Moreiras, y de este matrimonio nació doña Mayor de Fonseca, que casó con Gil Fernández
Carballo, maestre de la Orden de Santiago en el reino vecino, y Pedro Rodríguez Fonseca, que casó con Leonor Estébanez, que otros autores la
llaman Mayor Pérez”. - SIC (4) -
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Castelo Rodrigo (Figueira de Castelo
Rodrigo; Portugal). Fue uno de los señoríos principales de los Fonseca durante los siglos XIII y XIV. Arriba, arco de paso a su muralla; al fondo se
divisa el llano que llega hasta el Douro Superior (el primer Duero, que es fronterizo con España). Al lado, rollo de justicia y calles de la
localidad. Abajo, el famosísimo aljibe árabe en la parte superior de la fortaleza.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Castelo Rodrigo (Figueira de Castelo
Rodrigo; Portugal, señorío que fue de los Fonseca). Es inigualable la riqueza en viñas, olivos y almendros de estas tierras regadas por el Duero
-Douro Superior, en denominación de origen-. Al lado, su iglesia. Abajo, sus murallas.

Del mismo modo, Adelaida Sagarra, recoge la historia de los diferentes Fonseca más antiguos en sus dos grandes trabajos sobre esta
familia -“JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, un toresano en dos Mundos" y "EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y
ASENTADA EN TORO ..." -ver cita (1) pag 75 y ss– . Describiendo el modo en que sirvieron a sucesivos soberanos lusos; destacando los antes
mencionados, llegados desde Hungría. Quienes, según nos dice la autora (siguiendo “El Libro de los Fonseca”), tienen su tronco común en dos
caballeros Húngaros que durante la Reconquista vinieron a ayudar al rey de Castilla, Alfonso VI. Aquellos se llamaban Pierres y Payán, eran
descendientes del primer monarca de Hungría; y llegaron en barco con sus parientes, para establecerse junto a sus servidores, entre el Duero y el
Miño, en 1062. Más tarde conquistarían la Sierra de la Estrella en Portugal y llegaron a Quintana de Fuente Seca (Fuenseca), esperando hacerse con
e lugar. El día antes de la batalla, aparecieron en el firmamento cinco luceros, que interpretaron como una señal de victoria; marchando a batalla y
ganando a los moros el dominio de la zona. Haciendo suyo el escudo con cinco estrellas de gules (rojas) en campo de oro (amarillo). Lograron más
tarde conquistar Soto de Luimir y con Coutiño; dividiendo entre Pierres y Payán las tierras conquistadas y quedándose el primero con Fuente Seca,
que le dio apellido (Fonseca). Una vez asentado en su territorio, Pierres el de Fuente Seca, se casó con Inés Vázquez y así serían padres de Men
González de Fonseca, primer señor de Quintana Fonseca; quien luchó con Alfonso VI en la conquista de Toledo, en el año 1085. (4b)
Men González de Fonseca, regresaría a Portugal, donde se establece en esta época una nueva linea dinástica real , al mando de un reciente
monarca; casándose con Dordía González y siendo padres de Pedro y de Rui Méndez de Fonseca, quienes lucharon junto a Sancho y Alfonso II, de
Portugal. Ambos hermanos se enrolaron en las guerras de Reconquista, muriendo Pedro en batalla y regresando Rui, que se casa con Urraca Ruiz;
teniendo un hijo también llamado Men (González, o bien Ruiz). Este Men Ruiz de Fonseca sirve valerosamente a Alonso II de Portugal y a Urraca de
Castilla, contrayendo matrimonio con María Pérez de Tabares. La siguiente generación que desciende de ellos, estuvo formada por Rui, Lorenzo y
Vasco, González de Fonseca. Llegando el último a Consejero del rey Alfonso III, quien otorga numerosas prebendas a Vasco González de Fonseca. Del
que regresando a su padre, Men R. (o G.) de Fonseca; hemos de destacar que fundó el convento de San Martín de Mancelos. Monasterio que la
autora recoge como Mancellos, y que -sabemos- se sitúa a unos diez kilómetros de Amarante; recordando la Historia que fue creado por Men
Gonçalvez da Fonseca (5) en el año 1110 -lo que nos puede hablar del entorno y hechos de esta familia durante el siglo XII-.

Después de los destacados miembros antes recogidos, hemos de seguir la saga con los ya citados “ Vasco Méndez de Fonseca, muerto ,en 1277, que
casó con María de las Medallas, conocida también como Mayor Martínez por otros autores, que fueron padres, a su vez, entre otros, de Vasco de
Fonseca, obispo de La Guardia, y de Rui Vazques de Fonseca, que sigue la línea de este linaje, siendo embajador del rey de Portugal; casó este Rui
Vazques con doña María González Moreiras, y de este matrimonio nació doña Mayor de Fonseca, que casó con Gil Fernández Carballo, maestre de la
Orden de Santiago en el reino vecino, y Pedro Rodríguez Fonseca, que casó con Leonor Estébanez”. Más tarde nacería Pedro Rodríquez de Fonseca,
quien combate en 1340, en la famosa batalla del Salado, junto a Alfonso XI de Castilla (padre de Pedro I). Este, a su vez, fue padre de Rui Pérez de
Fonseca; por cuyos servicios, dice la crónica que le enriqueció mucho el rey Don Pedro; debiendo entenderse que se trata de Pedro I de Castilla -no
de Portugal, que reinaba en mismas fechas que su homónimo lusitano-. Pues menciona entre los dones y tierras concedidos a aquel Rui Pérez de
Fonseca, numerosos viñedos y pagos de cereal, situados en el término de Castelo Rodrigo. Un lugar hoy casi fronterizo con España (cercano a
Almeida); que antaño dependía de la desaparecida Calábriga -por lo tanto, del episcopado castellano de Ciudad Rodrigo-.

La cita anterior nos revela que los hechos narrados son previos a 1369, cuando el monarca castellano (Don Pedro), fue asesinado por su
hermanastro Enrique de Trastámara; entronizado el fratricida desde entonces, como Enrique II de Castilla. Confirma que Rui Pérez de Fonseca
servía al rey hispano, asesinado por los Enríquez; la circunstancia de que seguidamente cite a su hijo, nacido de Doña Mayor Pérez y también
llamado Rui Pérez de Fonseca. Del que -en este caso- se afirma que fue un hombre enfermo y por ello actuó como contador de los reyes Alfonso y
Pedro de Portugal. Más tarde, habla EL LIBRO DE LOS FONSECA, del siguiente en línea (nacido de Rui y Leonor Rodríguez) llamado Pedro Rodríguez
de Fonseca, último señor de Quintana de Fonseca (6) . En este momento debemos hacer un alto, pues ya los Fonseca se verían alejados de la
Corte hispana, cuando los hermanastros del rey Don Pedro I de Castilla, ganan la guerra; después de lograr dar muerte al monarca, apuñalándole
en Montiel en 1369. De este modo, entró la Casa Trastámara en nuestro país, anulando a la de Borgoña (legítima dinastía, que también
gobernaba en Portugal). Estableciendo una nueva familia real, al proclamarse Enrique II, hasta entonces Conde de Trastámara y subiendo de esta
forma al trono. Siendo primogénito de la amante de Alfonso XI (no de mujer legítima); nacido de los amores furtivos del padre de Don Pedro I. Al
que el hermanastro Enrique mató por su mano y a traición; tal como Caín hizo con Abel. Momento histórico en que se romperían gran parte de las
relaciones entre Castilla y Portugal.
BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro genealógico primero de los Fonseca. Termina en este caso en la madre de Alonso I, Doña Beatriz de Fonseca y Botelho,
hija de Pedro; exiliados en Toro tras la derrota de Aljubarrota (1385) ABRIR EL PANEL COMPLETO, PARA LEER. Vemos el cuadro en su parte inicial:
Desde el primer ancestro, hasta Pedro Rodríguez de Fonseca, casado con Leonor Estébanez.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Otros dos cuadros genealógicos de los Fonseca; en este recojo más hijos del famoso matrimonio exiliado en Toro en
1385. Arriba, desde Pedro Rodríguez de Fonseca, que combate en la batalla de Salado en 1340; hasta Pedro Rodríguez de Fonseca, que se exilia en
Toro, en 1385. Abajo, desde Pedro de Fonseca de la batalla de Salado, hasta los hijos de Pedro Rodríguez de Fonseca, exiliado en Toro en 1385.
Cuya descendencia fue: Pedro Rodríguez de Fonseca, obispo y cardenal (muerto en El Vaticano 1420). Leonor, fallecida antes que sus
padres. Juan, alcaide de Tiedra, señor de Badajoz, del Consejo Real (asentado en Mérida). Beatriz, de cuya descendencia nace la más famosa saga;
madre de Alonso de Fonseca (el viejo) y de Fernando de Fonseca, abuela de Alonso II de Fonseca y de Antonio de Fonseca (entre otros).
II)- LOS FONSECA Y LA CRISIS SUCESORIA EN CASTILLA Y PORTUGAL:
Como hemos dicho, durante una misma época (entre 1350 y 1370) gobernaba Portugal un rey homónimo al de Castilla, también llamado Pedro I;
cuya “historia amorosa” tuvo mucho en común con la del progenitor del hispano. Pues este Don Pedro luso, padre de Fernando y de dos infantas,
habidas con su primera esposa (Constanza de Manuel); se sabe que amaba con locura a una de las damas de compañía de su esposa, de origen
gallego y llamada Inés de Castro. Por lo que en 1354, Pedro (ya viudo y todavía príncipe) decide contraer matrimonio morganático y secreto con la
bellísima gallega Inés; que le dio cuatro hijos más (dos varones). Estas segundas nupcias y su nueva prole, hizo que los nobles portugueses
intrigasen para evitar una reina extranjera o un cambio de dinastía; decidiendo asesinar a Inés. Al parecer, el turbio asunto tuvo el beneplácito del
rey Alfonso (padre de Pedro) y su motivación se blandía en que Galicia podía intervenir en el orden hereditario del trono; pues Inés descendía del
rey Sancho y era hermanastra de Juana de Castro, quien contrajo nupcias con Pedro I de Castilla (el luego asesinado por los Trastámara). Así, la
negativa del monarca luso a que su hijo siguiera con Inés, se debía a que el referido matrimonio entre Juana de Castro y el castellano rey Don Pedro,
fue nulo y un tortuoso hecho que le llevó a la ruina. Ya que el soberano hispano estaba antes casado con Blanca de Borbón, quien reclamaba su
posición como reina y mujer. Motivo este por el cual Francia terminó apoyando a los hermanastros bastardos de Pedro de Castilla; quienes en el
transcurso de una guerra civil por la corona, le asesinaron y subieron al trono (iniciando la Casa de los Enríquez).

Esta truculenta historia que había llevado a la tumba al monarca hispano, derrocando a la dinastía de Borgoña en tierras castellanas, imponiendo
a la de Trastámara. Motivó que el todavía rey de Portugal (Alfonso) tolerase que algunos nobles asesinasen a Inés de Castro, amante de su hijo -
con el fin de evitar los problemas vividos en el país vecino, por temas sucesorios-. Pero al enviudar, Pedro el portugués, enloqueció; envuelto en sed
de venganza. Además, al verse solo, decidió amancebarse con una plebeya llamada Teresa Gille (al parecer, sirvienta de su segunda esposa, Inés);
de la que nace un hijo natural más, de nombre Juan. Por todo ello este príncipe luso, dejaría un gran problema de estabilidad social y familiar, que
hereda su sucesor, Fernando. Así pues, cuando en 1367 muere Pedro I de Portugal y su hijo fue proclamado como Fernando I; subió al trono con
enorme preocupación, debido a la cantidad de hermanastros varones que tenía, y de diferentes ramas. No solo porque entre aquellos hubiera tres
hombres, bien reconocidos y con posibilidad de hacerle frente; sino -principalmente- por lo que sucedía durante esos años en Europa (la guerra de
los Cien Años) y la repercusión que había tenido en Castilla. Donde se había producido la sublevación de los bastardos Trastámara, que por
entonces guerreaban contra su hermano (Pedro I, al que finalmente vencen y matan). Así pues, cuando le llega la noticia de que los sublevados en
el país vecino, habían logrado en 1369 asesinar al rey legítimo y consolidarse como una nueva dinastía castellana (al mando de Enrique II de
Trastámara). Fernando de Portugal encabeza una encarnizada lucha contra aquellos que considera usurpadores de ese trono hispano;
organizando las conocidas “tres guerras fernandinas”. Donde los lusos fueron repetidamente vencidos, por las tropas de los afines a los
Trastámara.

Finalmente, tras años de lucha y derrotas, el soberano luso se vio forzado a pactar con el reino vecino. Usando para ello la belleza y la existencia
de su hija Beatriz, logrando renovar las paces con Enrique II de Castilla; proponiendo casarla con su primogénito. Así es como en 1383, se firma
un tratado entre ambas naciones (conocido como el de Salvatierra); fijando el matrimonio y estipulando que si Fernando de Portugal muriese con
la descendencia tal como en ese momento se encontraba -sin vástago masculino y siendo su hija mayor, Beatriz-. Ella heredaría la corona lusa y
su marido (Juan I de Castilla, hijo de Enrique II) pasaría a reinar conjuntamente, en aquel país. Para no interferir demasiado en el gobierno
lisboeta, ni dar a entender que dicho tratado era una “rendición”; pretendiendo mostrar que más bien se trataba de un pacto con intento de
unificación. Se establece en Salvatierra, que mientras Beatriz y Juan no tuvieran un hijo mayor de catorce años, capaz de ostentar la corona
portuguesa; la viuda de Fernando I, sería regente en Portugal (tratándose de una noble castellana, llamada Leonor Téllez de Meneses). Así se
firmó el acuerdo y tan pronto como entró en vigor (solo unos meses más tarde de morir Fernando) fue rechazado por los nobles portugueses,
debido a que Juan I se proclamó directamente rey del país vecino -argumentando que su mujer tenía derechos como primogénita única, de la
corona-. Esta actitud del consorte de Beatriz, provocó una rebelión popular, que torpemente el castellano quiso apaciguar con las armas;
terminando en una terrible guerra civil. La contienda duró unos dos años y fue encabezada por el hermanastro menor de Fernando I: Juan,
maestre de la Orden de Avis; nacido de los furtivos amores del rey Pedro I con Teresa Gille(n), sirvienta de su segunda esposa (la asesinada Inés de
Castro).

Desde el momento que relatamos, este bastardo Juan (maestre de Avis), se sublevó contra el tratado de Salvatierra; iniciando una matanza de
ilustres personajes cercanos a la regente (Leonor Téllez de Meneses). Viuda de Fernando I, que aterrorizada ante la escabechina, terminó
huyendo de Lisboa. Tras ello, ofrecen a la depuesta regente casarse con el mismo Juan de Avis (hermanastro de su marido) y dirigir conjuntamente
la nación; pero Leonor lo rechaza. Finalmente, se reconocen derechos sucesorios al primogénito de Inés de Castro (segunda mujer de Pedro de
Portugal) y se nombra a Juan de Avis garante de este nuevo orden. Tras ello, Leonor Téllez de Meneses, renuncia definitivamente a la regencia y
pide ayuda a su yerno (Juan de Castilla) que entra en guerra plena contra el maestre de Avis y los sublevados. Por su parte, estos que se
enfrentaban al rey castellano, exponen su rechazo ante los poderes de Inglaterra, argumentando que la dinastía de Trastámara era de origen
bastardo. Afirmando que el padre del monarca que pretendía gobernarles (Enrique II); fue solo un usurpador al trono, proclamado tras apuñalar
al verdadero soberano (Don Pedro I de Castilla).

Los hechos descritos tenían un argumentario dinástico perfectamente justificado y los ingleses aceptaron como legítima la sublevación de Lisboa;
precisamente porque los hijos de Pedro I de Castilla, se habían establecido en Inglaterra (obligados a huir, tras el asesinato de su padre). De este
modo, en 1386, los lusos y los británicos firmarían el Tratado de Windsor; por el cual Inglaterra y Portugal aceptaban que los reyes verdaderos de
Castilla eran Juan de Gante y la hija de Pedro I, llamada Constanza. Lo que suponía una ramificación de la Guerra de los Cien Años; en la que por
entonces se hallaban enzarzados los británicos con Francia. Pues los galos habían apoyado a los hermanastros de Pedro I de Castilla en su lucha
por el trono, hasta lograr que lo asesinase Enrique, gracias a la famosa traición de Bertrand Dugesclin.

Consecuentemente, desde 1383 (ante la crisis entre Castilla y Portugal) se fue sucediendo la ayuda llegada desde las Islas Británicas, hasta las
costas lusitanas; abasteciendo al ejército de Juan de Avis. Logrando los ingleses que en 1385 derrotasen al hispano Juan I, en la famosa batalla de
Aljubarrota. Siendo así, como aquel hermano bastardo de Fernando I, se proclamó monarca; subiendo al trono con el nombre de Juan I de
Portugal (dando origen a la dinastía Avis, paralela en su semblanza a la de Trastámara). Momento en que algunos de los nobles del país vecino se
mantuvieron fieles a la reina Beatriz y a su marido (Juan I de Castilla); viéndose obligados a huir del lugar de origen. Siendo este el caso de Pedro
Rodríguez de Fonseca, que terminó exiliándose en la ciudad zamorana de Toro, donde finalmente residió su señora y soberana, doña Beatriz de
Portugal (primogénita de Fernando I de Portugal y monarca legítima de aquel reino que en 1385 la expulsó).
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arriba y al lado, fotografías de Tiedra y su castillo,
del cual fue alcaide el heredero de Pedro de Fonseca; llamado Juan de Fonseca y Botello, cabeza de la saga que residió en Badajoz. Como
veremos, estos Fonseca afincados en Extremadura, fueron señores de las tercias pacenses y terminaron siendo titulados como marqueses de
Orellana (en 1610); y -en otra rama- marqueses de Lapilla (1643). Abajo, la colegiata de Toro, donde se enterraron los primeros Fonseca castellanos
(llegados desde Portugal y sus descendientes que residieron en Extremadura).
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro genealógico de los descendientes de Pedro Rodríguez de Fonseca e Inés Botello, realizado por Vasallo
Toranzo y presentado en su libro LA ARQUITECTURA EN TORO -ver (18) -. Abajo, la misma genealogía, tal como la recoge Luis Vasallo en su obra
LOS FONSECA: LINAJE Y PATRONATO ARTÍSTICO -ver (13) -.
B) LOS FONSECA EN CASTILLA:

I)- LLEGADA DE LOS FONSECA A CASTILLA:


Decíamos en nuestro anterior estudio que el linaje de los Fonseca, de Toro, es de los más claros y señalados que conoce nuestra genealogía.
Procediendo de uno de los pocos caballeros portugueses que permaneció fiel al rey Juan I de Castilla, cuando se pierde la batalla de Aljubarrota
(en 1385). Recordaremos que aquella guerra hispano-lusa, fue el final de una gran crisis que comenzó entre los portugueses y los castellanos dos
años antes, cuando muere Fernando I de Portugal. El problema entre ambos reinos se generó, debido a que la esposa del soberano español (la
princesa Beatriz) era la primogénita y heredera legítima de la corona portuguesa; por lo que su marido -Juan I de Castilla- deseaba proclamarse
rey consorte del país vecino. Sin poder hacerlo, pues la viuda del rey Fernando (el recientemente fallecido) estaba designada como regente, hasta
que un hijo de Beatriz y de Juan I pudiera ocupar el trono luso (llegando a unificarlos posteriormente, si así lo deseaban).

Finalmente, con la ayuda de Inglaterra, los portugueses lograron vencer al rey de Castilla, en aquel lugar donde hoy se levanta el precioso
Monasterio de Batalha; junto a Alcobasa, que conmemora este enfrentamiento. Una terrible derrota para Juan I, que no solo entronizo a los Avis;
sino -además- fue el final de la Casa de Borgoña en territorio luso. Una dinastía de igual origen y sello que la familia real castellana, que acabó sus
días cuando Inglaterra se alió con el caballero y maestre del la Orden de Avis (quien terminó siendo Juan I de Portugal). De este modo, los lusos
pudieron hacer frente a los hispanos, proclamando una nueva línea de monarcas; independizándose de lazos con las familias de Castilla -tras
Aljubarrota-. Desde esa fecha (1385), se considera que Portugal fue totalmente ajeno a los controles españoles, tras firmar un pacto con los
ingleses -en vigor todavía-; quienes por entonces aprovecharon para atacar Galicia y otras tierras de dominio castellano. Una confrontación que
comenzó cuando Juan I pretendió dominar Portugal y los lusitanos argumentaron que la Casa de Trastámara no era legítima. Aseverando y
comunicando a Londres que los descendientes del verdadero rey de Castilla, se encontraban en Inglaterra. Por lo que no reconocían a Beatriz y
menos a Juan I; pasando a considerar los nobles lusos, tan solo soberanos de Castilla, a los nietos de Pedro I -llamado El Cruel-. Que se hallaban
huidos en territorio inglés, tras el asesinato de su padre. Calificando a la familia Trastámara de bastarda y de usurpadores, porque habían matado y
depuesto a Pedro I; subiendo así al trono el abuelo de Juan I (Enrique II, que se proclamó monarca tras apuñalar a su hermanastro, el rey Don
Pedro).

Por cuanto narramos, se entiende el mérito de los Fonseca; una de las pocas familias importantes portuguesas, que permanecieron fieles al
monarca Juan I, tras perder en Aljubarrota. Quienes junto a los Acuña, Sosa, Portocarrero y pocos más; fueron los únicos grandes nobles del país
vecino, que siguieron apoyando a la verdadera heredera del trono luso; la hija de Fernando I de Portugal: doña Beatriz, casada con el rey castellano.
Aceptando así que Juan I, tuviera derecho a ser soberano consorte en esa nación; tal como marcaban los pactos firmados en vida con Don Fernando
de Portugal (suegro de Juan). Destacaron entre aquellos leales a Castilla después de Aljubarrota; los Fonseca, siempre fieles a los referidos
tratados y a Doña Beatriz. Entre los que fue figura principal, el Señor de Braganza; llamado Juan Alonso de Pimentel y Fonseca. Quien mantuvo
Braganza para los hispanos, hasta que los lusos les cercaron, obligando a entregarla. Tras años de lucha entre los suyos, pretendiendo ganar
adeptos para la corona castellana y para la causa de Doña Beatriz, necesitó regresar a tierras seguras. Llegando finalmente con los suyos, hasta las
nuestras, donde ya reinaba Enrique III (hijo de Juan I) que le nombró conde de Benavente. El referido Juan Alonso de Pimentel y Fonseca, era hijo
de Lorenzo Fonseca, caballero muy cercano al rey portugués Don Fernando, fallecido en 1383 (tras lo que se sucedió la crisis, que llevó al
enfrentamiento hispanoluso).

Otro de los que fielmente servían a Don Fernando de Portugal y a su hija Beatriz, se llamaba Pedro de Fonseca; quien tras Aljubarrota, también se
mantuvo leal a su Casa Real y a Juan I. De este modo se vieron obligados a exiliarse y vinieron junto a quienes huían de un Portugal que unido a
Inglaterra, proclamaba una nueva dinastía y un reino, ajeno a los intereses hispanos. Este que recogemos, es el relato cierto y conocido, del modo
en que los Fonseca llegan a Castilla después de 1385. Para establecerse como camareros y asesores de la reina Beatriz; quien al ver el desastre
(después de Aljubarrota) decide solo dedicarse a cuidar y a facilitar la vida, de esos asilados portugueses, que la siguen, para vivir junto a
ella. Pues tras la derrota de su marido (Juan I) y la proclamación del duro Juan de Avis como soberano luso; no cesaron de venir portugueses a las
ciudades donde Beatriz residía, solicitando ayuda (principalmente a Toro). Fue así como aquella fiel y noble señora, ayudó a establecerse en Castilla
a muchos de los inmigrados; con el fin de facilitarles medios de subsistencia. Pero también, para que estos asilados no regresasen a Portugal,
sirviendo al nuevo soberano; con la intención de crear una oposición a la Casa Avis, en tierras fronterizas.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, capilla con la tumba de la princesa Beatriz de
Portugal, en el Monasterio de Sancti Spiritus, el Real, de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgarlas). Al lado y abajo, Mausoleo
de Beatriz de Portugal, en Sancti Spiritus El Real, de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Se observa
detrás de esta, una segunda tumba, que pertenece a Teresa Gil (una rica dama portuguesa, que fundó el convento) Abajo, detalle del rostro de la
que fuera esposa de Juan I de Castilla; hija de Fernando de Portugal y heredera al trono luso.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos detalles del sepulcro de Da. Beatriz
de Portugal; en el Monasterio de Sancti Spiritus El Real de Toro -Zamora- (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Al
lado, un león come una cabeza; adorno en la tumba cuyo simbolismo se identifica con el tránsito a la muerte. Considerándose que el fallecimiento
significa la fiereza del felino, el ascenso a los cielos se produce cuando el cuerpo es ingerido y pasa al interior de la fiera. Abajo, detalle de los
coturnos de la reina.

II)- LOS FONSECA EXILIADOS EN TORO:


El linaje y primeros descendientes de la familia asentada en zona hispana, a partir de Pedro Rodríguez de Fonseca -el caballero fiel que termina
viniendo a nuestras tierras, tras la batalla de Aljubarrota (en 1385)-. Es descrito por Eduardo Pardo de García y Valdés, del siguiente
modo: “Llegamos a la genealogía que tiene ya un mayor fundamento histórico, con don Pedro Rodríguez de Fonseca, señor de Olivenza, del cual
hay memoria en la Crónica del rey don Fernando de Portugal. Fue hijo de Ruiz Pérez de Fonseca, hijo de los ya citados Pedro Rodríguez y Mayor
Pérez, y de doña Inés de Acuña. Fue don Pedro Rodríguez de Fonseca guarda mayor del rey Juan I y casó con doña Inés Díaz de Botella, tía de
Leonor Téllez de Henares, titulada reina de Portugal como presunta esposa del rey don Fernando. Fueron padres de Rui Pérez de Silva, el de
Olmedo; de doña Beatriz de Fonseca, casada con Juan Alfonso de Ulloa y que sigue nuestra línea, y de don Pedro de Fonseca, que según Salazar y
Castro murió en Portugal, y el papa Benedicto XIII, «atendiendo a la ilustre prosapia, ciencia y virtudes de Fonseca» le nombró cardenal en 1409,
dándole el título de Sant Angelo. Hacia 1416 y siguientes años fue obispo de Astorga, acompañando a Peñíscola al papa Benedicto XIII durante
su destierro” (7) .
Continuando con el análisis de esos descendientes de Pedro Rodríguez de Fonseca, que vinieron de Portugal tras Aljubarrota; explica el
mencionado “LIBRO DE LOS FONSECAS” lo que resume Adelaida Sagarra -en obras mencionadas ver cita anterior (1) -. Trabajo genealógico del que
ya hemos hablado, intitulado Libro de los Fonsecas que hizo don Alonso de Fonseca del hábito de Santiago y Procurador de Cortes de Toro, natural de
Badajoz (Madrid, 10 de abril de 1590). Del que en sus magníficas obras, Sagarra Gamazo recoge como: “Pedro Rodríguez de Fonseca sirvió a los
reyes portugueses don Pedro y don Fernando, que le hizo a la merced de la tenencia del castillo y el señorío de la villa de Olivenza. Se casó con
Inés Díaz Botella, pariente de la infanta doña Beatriz. Recibió nuevos juros de heredad, tierras, juzgados de barqueros, cañales de pescado en el
Duero, donadíos en la Tierra de Barroso, etc.. Tuvo también «muchas quintanas y eredades e cassas e casares e juros que fueron de sus suegros que
son en los montes de Extremadura, y otros entre el Duero y el Miño»” (8) . Refiriendo que este caballero, fue fiel servidor de Pedro I y de Fernando I
de Portugal; además de señor de heredades tan importantes como Olivenza y Tierras de Barroso -junto a Chaves-. Apareciendo en la referida
genealogía -asimismo-, la mujer de Pedro Rodríguez de Fonseca, llamada Inés Díaz Botello; junto a la que iniciará la famosa dinastía de Los
Fonseca castellanos. Quienes primero emigraron a Toro; para luego enriquecer la España del Renacimiento.

Sigue el relato mencionando que Juan de Avis se dirigió directamente al citado caballero Fonseca, intentando que se adhiriera a su bando; al ser
conocido en la Corte lusa como un fiel seguidor de Doña Beatriz. Con ese fin, el sublevado envió un documento ; misiva que se conserva y que
Adelaida Segarra recoge, narrando como Juan I de Portugal, antes de ser entronizado: “Escribió personalmente a Pedro Rodríguez de
Fonseca, invitándole a adscribirse a su causa, en los siguientes términos”. Recogiendo el contenido del mensaje -que podemos ver en
cita (9) -; donde quien sería proclamado finalmente rey, exhorta al mencionado noble, para que se sume a los suyos y le apoye. Sigue la autora, con
la negativa del principal portugués, que prefirió mantenerse fiel a a legítima heredera; lo que expone con las siguientes palabras:
“Fonseca mostró la carta a Juan I, manifestando su lealtad inquebrantable a doña Beatriz. Se quedaría en Castilla sirviéndoles, aun a costa de
perder su patrimonio en Portugal. Le fueron arrebatadas las villas de Mora, Coriano, Codacunto, Castel Rodrigo, Tierras de Bayona Barroso, Fuente
del Real, Daymera, Olivenza, Sousel... y otras, si bien en su testamento, como hemos visto, figuraban como suyas, para expresar su derecho
quebrantado. El Rey castellano pronunció entonces aquellas palabras -incorporadas al escudo y armas de la familia- «ni es, ni fue ni será, hombre
como Fonseca», reforzándose así la adscripción absoluta del linaje Fonseca a la Corona de Castilla, su apoyo para cualquiera de los proyectos,
objetivos e intereses del monarca en la evolución política bajomedieval. En recompensa recibió además Rodríguez de Fonseca, por juro de heredad
la merindad del Algarbe” (10) .

Continúa la historia de Pedro Rodríguez de Fonseca y de su esposa, Inés Díaz Botello; ya establecidos en la villa de Toro, viviendo junto a la reina
Beatriz, quien tras la batalla de Aljubarrota no quiso más que retirarse a esa localidad y desde allí ayudar a sus compatriotas exiliados. La mayoría
de los principales que siguieron fieles a la antigua Corona, se asentaron en aquella ciudad toresana; entre los que se encontraban apellidos
portugueses tan relevantes como los Acuña, los Portocarrero, los Sosa o el mismo Velasco Alvarez de Pereira. De este último, la autora recoge que
Juan I le regaló el famoso Palacio de las Leyes, para premiar su fidelidad -citando a Navarro Talegón (11) -. Pasa más tarde Adelaida Sagarra a resumir
los privilegios, señoríos y heredades que el rey de Castilla (Juan I) entrega a Pedro Rodríguez de Fonseca, para corresponder a su lealtad; finalizando
la narración sobre aquel exiliado en la villa de Toro, con la frase: “ Pedro Rodríguez de Fonseca alcanzó, antes de morir (1 de enero de 1419), los
días de Enrique III; a quien acompañó a las Cortes que se celebraron en diciembre de 1393; y después los de don Juan II, que le confirmó todas sus
mercedes y privilegios” (12a) . Leyendo los señoríos y “tercias” (12b) que le entregaron, comprenderemos que este portugués afincado en la ciudad
zamorana, fue uno de los hombres más ricos de su tiempo (todo lo que explica la gran preparación que pudo dar a sus hijos y nietos; además de la
influencia social que tuvieron y los importantes matrimonios que sus descendientes hicieron).

Sobre este personaje, recomendamos leer el estudio que presenta Luis Vasallo, en el primer capítulo de su maravilloso libro: Los Fonseca: linaje y
patronato artístico (13) . En cuyo epígrafe 1º, nos dice que Pedro Rodríguez de Fonseca, exiliado desde Aljubarrota; antes del desastre tuvo sus
dominios en las proximidades de Lamego y en las de Oliveza. Una situación fronteriza de sus posesiones que le llevó a participar en muchos de los
contactos, cuando se propuso que la princesa Beatriz fuera esposa de Juan I de Castilla. Acompañando a su señora y emisarios en numerosos
viajes; todo lo que le obligaría a mantenerse fiel -seguramente- por haber entablado cierta “amistad” con estos reyes (en opinión del autor). Sigue
Vasallo Toranzo narrando que a su llegada a Toro y tras venir con “lo puesto” a nuestras tierras, Pedro Rodríguez de Fonseca recuperó muy poco,
frente a lo que realmente tenía en su lugar de origen. Ya que a más de una casa en la villa toresana, tan solo le fueron entregadas las “Tercias” de
Badajoz y algunas propiedades más. Todo lo que le llevó a cierto ostracismo social; aislándose más tras la muerte del rey Juan I (en 1490);
acompañando a su viuda (Doña Beatriz), pero conservando cierta amargura por la poca recompensa recibida. Una situación que Luis Vasallo
describe y recoge cuando habla del testamento de este noble exiliado, quien tras morir en 1419, deja un texto donde expresa esa falta de
recompensa, tras su inquebrantable lealtad a la Corona de Castilla. Pese a ello, creemos no fue tanta la pérdida en tierra y poderes que sufrió; pues
ya habíamos dicho que tras la muerte de Juan II; su hijo (Enrique IV) intenta reponer cuanto el señor de Olivença había perdido. Unos privilegios que
en siguiente capítulo presentamos y que minuciosamente describe Adelaida Sagarra en su libro sobre esta familia -pag. 431 y ss. ver cita (12b) - .
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la Colegiata de Toro, en Zamora. Al
lado y abajo, Sepulcros de María de Ulloa y de Pedro Rodríguez de Fonseca, en la colegiata de Toro (Zamora), a la que agradecemos nos permita
divulgarlas. Tal como Vasallo Toranzo escribe, el heredero del mayorazgo de Pedro R. de Fonseca e Inés Botello, fue Juan R. de Fonseca; cuyo hijo
mayor se llamó como el abuelo (Pedro Rodríguez de Fonseca). Quien dispone que en la Colegiata de Toro entierren a su familia. De este
modo Pedro R. de Fonseca (el nieto) instituyó dos capellanías en esa iglesia; mandando se hiciera su sepulcro en el muro del evangelio, sito en la
capilla mayor (donde manda que inhumen también a sus padres). Asimismo, en el otro lado (denominado muro de la epístola) se hallan las tumbas
de su hijo Pedro -bisnieto del exiliado de Aljubarrota- y su esposa María Manuel.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Detalle de los sepulcros de María de Ulloa
y de Pedro Rodríguez de Fonseca, en la colegiata de Toro (Zamora), a la que agradecemos nos permita divulgarlas.
BAJO ESTAS LÍNEAS: sepulcro de Pedro Rodríguez de Fonseca, marido de María de Ulloa.

III)- LOS HIJOS DE PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA Y DE INÉS DÍAZ BOTELHO (exiliados en Toro):
Según narra Eduardo Pardo de García y Valdés: “Fue don Pedro Rodríguez de Fonseca guarda mayor del rey Juan I y casó con doña Inés Díaz de
Botella, tía de Leonor Téllez de Henares, titulada reina de Portugal como presunta esposa del rey don Fernando. Fueron padres de Rui Pérez de
Fonseca, que murió muy joven; de Vasco Pérez de Fonseca; de doña Inés de Fonseca; de doña Isabel de Fonseca; de Juan Rodríguez de Fonseca; de
doña Mencía de Fonseca, casada con Hernándo Manuel de Villena; de doña Leonor Rodríguez de Fonseca, casada con Arias Gómez de Silva, el de
Olmedo; de doña Beatriz de Fonseca, casada con Juan Alfonso de Ulloa y que sigue nuestra línea, y de don Pedro de Fonseca, que según Salazar y
Castro murió en Portugal, y el papa Benedicto XIII, «atendiendo a la ilustre prosapia, ciencia y virtudes de Fonseca» le nombró cardenal en 1409,
dándole el título de Sant Angelo” (14) .

A su vez, recoge Adelaida Sagarra, en op. citadas y siguiendo EL LIBRO DE LOS FONSECAS; que cuatro serán los nacidos de la unión entre la prima
de la reina Beatriz (Inés Botelho) y el famoso ricohombre portugués que “emigró” a Castilla (Pedro Fonseca). Imaginamos que alguno vivió su
infancia en tierras zamoranas; aunque -de seguro- los mayores tuvieron que sufrir el drama de la guerra, y la incertidumbre del camino hacia el exilio
(tras Aljubarrota). Los hijos habidos de este matrimonio fueron: Juan, Pedro, Beatriz, Mencía -junto a una, que premuere a todos, llamada
Leonor-. Sobre los dos varones, escribe la autora: “Pedro Rodríguez de Fonseca -abad de Valladolid, obispo de Sigüenza, y Cardenal de Santángel-
fue elegido por el Papa Martín V para tramitar la unión de las iglesias Griega y Latina, porque el emperador de Constantinopla (Manuel Paleólogo)
había solicitado un legado a tal efecto. Sin embargo don Pedro no pudo llegar a cumplir dicha comisión ya que de paso por Roma -donde destacó por
sus intervenciones en la Curia- tropezó por una escalera en el Vaticano y se mató. Su hermano Juan fue el segundo señor de las Tercias del
obispado de Badajoz, Guarda Mayor de Juan II, alcaide de la fortaleza de Tiedra, y del Consejo Real” (15) .

En opinión de Luis Vasallo -idem cita (13) - ; Pedro Rodríguez de Fonseca e Inés Díaz Botello, engendraron al menos nueve hijos, de los cuales solo
vivían cuatro al morir el padre. Desconocemos el nombre de los que fallecen antes que su progenitor y entre los hijos que no premurieron al
Fonseca exiliado de Portugal, serán muy importantes los dos varones ya citados; llamado el primero Juan (que heredó las Tercias de Badajoz) y el
segundo, Pedro (que llegó a cardenal). Aunque quizás mayor fue la relevancia de Beatriz, que dejó una saga inigualable de prelados y hombres de
Corte, entre sus hijos y nietos. De los descendientes de Beatriz hablaremos más tarde; pues entre ellos se hallan personajes como: Alonso de
Fonseca I (el viejo); Alonso de Fonseca II (el de Compostela) y Alonso de Fonseca III -todos ellos arzobispos, patriarcas de Alejandría y mecenas en
Sevilla, Salamanca o Santiago-. A los que hemos de sumar otros muchos, con la relevancia de Hernando de Fonseca (ayo de Isabel la Católica,
muerto en la batalla de Olmedo) o su hijo Antonio, Consejero Real, Contador y embajador de los Reyes Católicos. Al que se une su hermano, Juan
Rodríguez de Fonseca, obispo de Palencia; embajador de Isabel la Católica en Flandes y Comisionado Principal para Indias (ministro de las Américas,
recién descubiertas).

Regresando a otras hijas de Pedro Rodríguez de Fonseca y de Inés Botello; apenas se sabe algo de Leonor, que muere antes que sus padres y a
cuyo viudo -Arias Gómez de Silva- se le entrega una parte de la herencia, al fallecer los progenitores. Asimismo, la menor (llamada Mencía),
contrajo nupcias con Manuel de Villena. Mientras la mayor, que ya hemos mencionado y era Beatriz, será la que funda esa “famosa saga” de
ilustres prelados y políticos al casarse con uno de los Ulloa (principales de Toro y señores la zona). Siendo la familia Ulloa una de las más
importantes de Toro, aunque originaria de Galicia, donde fueron famosos sus “pazos” y castillos; habiéndose trasladado hasta la frontera del Duero,
durante la Reconquista. A su vez, estos Ulloa fueron uno de los troncos fundamentales de la nobleza de Verín (nos referimos a los señores de
Monterrey) de los que descienden linajes como el de la Casa de Alba. Pero antes de hablar sobre los descendientes de Beatriz de Fonseca y de Juan
A. de Ulloa, vamos a centrarnos en sus dos hermanos mayores. El primero -dijimos- se llamaba Pedro de Fonseca, quien llegó a cardenal de
Santángelo; mientras el segundo (Juan R. de Fonseca) fue el heredero del mayorazgo, recibiendo las Tercias de Badajoz.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, al lado: sepulcros de Pedro Rodríguez de
Fonseca (bisnieto del exiliado de Portugal); y de su esposa María de Manuel. A sus pies, tumba de Diego Rodríguez de Fonseca, hijo de ellos, que
fue obispo de Coria -colegiata de Toro (Zamora), a la que agradecemos nos permita divulgarlas-. Abajo, Detalles de la tumba de Pedro Rodríguez
de Fonseca y de María de Manuel -colegiata de Toro (Zamora), a la que agradecemos nos permita divulgarlas-. Recordemos como habíamos dicho,
siguiendo a Vasallo Toranzo, que Pedro Rodríguez de Fonseca (nieto del que llegó de Portugal tras Aljubarrota) dispone que en la Colegiata de Toro
entierren a su familia. De este modo Pedro R. de Fonseca (nieto) instituyó dos capellanías allí; mandando se hiciera su sepulcro en el muro del
evangelio; y del otro lado (denominado muro de la epístola) situó las tumbas de su hijo Pedro y la esposa de este, María Manuel. Siendo la tumba
que está junto a ellos, la de su hijo Diego R. de Fonseca, obispo de Orense y Coria.
III-a) Juan R. de Fonseca y sus señoríos en Badajoz:
En lo que se refiere al descendiente mayor de Pedro Rodríguez de Fonseca e Inés Botello, llamado Juan Rodríguez de Fonseca; ya hemos dicho
que heredó las posesiones pacenses. Acerca de él, recoge Adelaida Sagarra que: “fue el segundo señor de las Tercias del obispado de Badajoz,
Guarda Mayor de Juan 11, alcaide de la fortaleza de Tiedra, y del Consejo. Según Alonso de Fonseca, acrecentó el mayorazgo con rentas valiosas, y
la casa de la familia en Toro. En la Colegiata de Santa María, de dicha ciudad, dotó una capilla, y fundó dos capellanías sobre un juro de heredad que
disfrutaba, con una dote de 3.000 maravedíes. Allí hizo trasladar los restos de sus progenitores en 1432”.

La misma autora, nos narra el modo en que los Fonseca se trasladan a Mérida, con motivo de unas revueltas en tiempos de Enrique IV; etapa desde
la que los primogénitos de esta familia pasarán a residir en Extremadura, llegando a abandonar Toro. Escribiendo Sagarra Gamazo: “en un momento
de graves revueltas en Badajoz, entre los vecinos, y en de servicio del Rey, Enrique le ordenó residir en aquella ciudad, como señor de las Tercias,
para restablecer el orden y la sumisión a la autoridad real, reforzando así la unidad de intereses entre los Fonseca y la Corona. Al llegar, Juan
Rodríguez de Fonseca intentó entrar por la Puerta de Mérida, pero le fue vedado el paso, a pesar de que mostró la provisión real que le capacitaba
para aquella tarea de pacificación e hizo varios requerimientos. Por fin, gracias a su insistencia logró penetrar en la ciudad. El rey le concedió
entonces autorización para hacer su casa en el castillo, «junto al Hospital de nuestra Señora la Blanca, que llaman de los Caballeros. Pidió una torre
que da la cerca antigua del castillo allí auia. Dioseh la ciudad, fundó en ella su casa, defa qual están oy bibas las paredes, y portada con las armas de
Fonseca y Ulloa, cuyo solar pertenece al sucesor de su casa e mayorazgo» (15b)

Se piensa que este Juan Rodríguez de Fonseca y Botello, nació en Portugal (donde todavía su padre era un poderoso señor); viniendo con cierta
edad a Toro -tras Aljubarrota, en 1385-. De él conocemos que por sus hechos heroicos en Mérida, le concedieron el derecho de establecer el
mayorazgo en un palacio levantado dentro de los muros de la Alcazaba; donde se dice que todavía permanece el escudo de los Fonseca.
Asimismo sabemos que se casó en Toro, con Da. María (Guillén) de Ulloa; con la que tuvo tres hijos: Pedro, que fue guarda mayor de Enrique IV y
perteneció al Consejo Real, vivió hasta su muerte en la villa zamorana. El segundo, Diego; fue obispo de Orense. El tercero, llamado Luis, parece que
sería un prelado del que se tiene noticias que dotó alguna capilla en la Colegiata de Toro (16) . Del primogénito antes citado (Pedro Rodríguez de
Fonseca y Guillén de Ulloa), es del que se conserva su tumba en la Colegiata de Toro, junto a la de su mujer María de Ulloa -ver imágenes
anteriores-.

Antes de continuar con el relato de esta rama de la familia, haremos una parada para explicar lo que era el privilegio de “Tercias” en Badajoz,
referido en numerosas ocasiones por Adelaida Sagarra Gamazo, que lo explica del siguiente modo: “Pedro Rodríguez de Fonseca alcanzó, antes de
morir (1 de enero de 1419), los días de Enrique III; a quien acompañó a las Cortes que se celebraron en diciembre de 1393; y después los de don
Juan II, que le confirmó todas sus mercedes y privilegios" (...) “Como pago por sus servicios, Fonseca recibió los nombramientos de Guarda Mayor,
Aposentador Real, Capitán de la Guardia Real, y comenzó a formar parte del Consejo. Además, le fue concedido el señorío de las Tercias del
Obispado de Badajoz, que ya en tiempos de Enrique III -que le confirmó todos sus privilegios- incluiría una casa real en Toro. Por este derecho,
Rodríguez de Fonseca percibía las dos terceras partes de las tercias de los diezmos del obispado de Badajoz, su tierra, y de la ciudad misma; es decir
de las villas de Valverde (de Leganés), Albuñera, Talavera (la Real) , Almazarete, Fresnos, Torrequemada, Fuente de Omendo, Val de Sevilla, Los
Revellados, Los Artos, Villar del Rey, Arroyo del Puerto y sus anexos. La percepción de las tercias era casi un ritual. Había un modo acostumbrado de
diezmar en cada lugar. Por ejemplo, en Valverde, -desde tiempo inmemorial- se amontonaba todo el grano, dividiéndose en tres partes. La primera
correspondía al obispado y cabildo de la catedral; la segunda al cura de Valverde; y de la tercera, se volvían a hacer tres tercias: dos para el rey o en
su caso para aquellos quienes se las cediera -los Fonseca- y una para la fábrica. Así se hacía también en Albufera, Talavera, Almazarete, Villar del Rey
y en las tierras comarcanas de Badajoz” -ver cita (12) -
Regresando de nuevo al segundo Señor de estas Tercias, hijo del exiliado de Portugal y llamado Juan Rodríguez de Fonseca; nos dice Luis
Vasallo (17) , que el mayorazgo de las tercias de Badajoz se logra instituir en 1468, tras su muerte. Pasando a su hijo Pedro y a su esposa María
(Guillén) de Ulloa; incluyendo en él las casas principales de Toro. Siendo de destacar que esta María de Ulloa es la hermana de Juan Antonio de
Ulloa, con el que se casa Beatriz Fonseca (hermana de Juan). Por lo que el heredero del exiliado Fonseca se unirá a una Ulloa; mientras un Ulloa
se casa con la mayor de este Pedro Rodríguez de Fonseca, que vino tras Aljubarrota. Siendo aquellos Ulloa señores de tierras muy cercanas a
Toro, entre las que se encuentran Villalonso o Mota del Marqués (antaño Mota de Toro). Por su parte este Juan R. de Fonseca y su mujer (señores
de las Tercias) ya dijimos que eran padres de Diego (obispo de Orense y Coria), de Pedro y de Luis; pero además tuvieron seis hijas: Catalina y
Guiomar (monjas en Toro), Beatriz, Mencía, Isabel (que se casaron) e Inés, que quedó soltera.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de Mota del Marqués, Valladolid; donde serán señores los Ulloa desde mediados del siglo XV. El
primer señor de la Mota de Toro (como entonces se llamaba), fue Pere Yáñez de Ulloa, hermano de Juan A. de Ulloa, el marido de Beatriz de Fonseca
(hija del exiliado de Aljubarrota). A su vez, el primogénito de este que vino de Portugal a Toro en 1385 (su hijo, llamado Juan R. de Fonseca, señor de
las tercias de Badajoz), se casó con María de Ulloa, hermana de Juan A. y de Pere. Es decir, que una de las Ulloa Yáñez contrajo matrimonio con el
heredero del mayorazgo Fonseca; mientras Juan A. Ulloa Yañez, lo hizo con la primera hija del mismo Fonseca. Debido a esta gran unión de familias,
cuando en 1419 muere Juan A. de Ulloa, marido de Beatriz de Fonseca y Botello; el hermano del fallecido adopta y ayuda a los huérfanos. Siendo
aquel Pere Yáñez de Ulloa, el principal protector del pequeño Alonso de Fonseca, hijo menor de la viuda y de su hermano; niño que tras recibir una
educación inigualable, llega a ser uno de los principales Consejeros del rey Enrique IV y asesor de Isabel la Católica. Conocido este prelado como
Alonso de Fonseca I (el viejo), fue arzobispo de Sevilla (estableciendo el señorío de Coca y Alaejos) y protagonizó pactos como el de Toros de
Guisando; convirtiéndose en uno de los hombres más influyentes de su época. Aunque gran parte de su éxito se lo debió a su tío y protector, Pere
Yáñez de Ulloa; un hombre muy cercano a Alvaro de Luna, quien le nombró primer señor de La Mota de Toro. Desde este momento, los Ulloa
mantendrán el señorío de La Mota y hacia 1570 Felipe II hará a Rodrigo de Ulloa, primer marqués de La Mota.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadros genealógicos, siguiendo a Vasallo Toranzo. Arriba, la de los Señores de las Tercias de Badajoz, desarrollada
por mí, desde el primer heredero de Pedro Rodríguez de Fonseca (exiliado tras Aljubarrota). Abajo, la misma genealogía, tal como la recoge Luis
Vasallo Toranzo en su libro sobre arquitectura en Toro -ver cita (19)-.
BAJO ESTAS LÍNEAS: genealogía de los señores de Las Tercias de Badajoz, tal como la recoge Luis Vasallo Toranzo en su libro LOS FONSECA: LINAJE
Y MECENANZGO (13) .

Acerca del enterramiento de los Fonseca, escribe también Luis Vasallo -ver (20) - que Pedro Rodríguez de Fonseca (nieto), además de fundar el
mayorazgo de las Tercias de Badajoz, instituyó dos capellanías en la Colegiata de Toro; mandando enterrarse en el muro del evangelio de esta
iglesia, sito en la capilla mayor (donde ordena inhumar también a sus padres). Asimismo, en el otro lado (denominado muro de a epístola) se
halla la tumba de su hijo Pedro y su esposa María Manuel. Siendo, según este autor, el sepulcro sito junto a ellos, el de Diego R. de Fonseca; hijo de
María de Manuel y Pedro R. de Fonseca. Finalmente, añadiremos lo que narra Luis Vasallo sobre los descendientes de María de Manuel y Pedro R.
de Fonseca; hijo de Pedro R. de Fonseca y María de Ulloa, que a su vez era primogénito de Juan R. de Fonseca (el señor de las tercias), heredero a su
vez de Pedro de Fonseca (venido de Portugal). Recogiendo que el primogénito se llamó Cristóbal, pero murió y heredó el mayorazgo su hermano,
de nombre Juan R. de Fonseca. Que lo recibe en 1506, como regidor de Toro y miembro del Consejo Real; quien decide restaurar la casa solariega
(destruida durante la revolución de Los Beltranejos) e imitar en parte la labor de mecenazgo realizada por sus primos, los prelados llamados
Alonso de Fonseca – ver (17) -.

Recoge el siguiente capítulo del libro citado de Vasallo Toranzo, un interesante episodio relacionado con este palacete de los Fonseca en Toro;
que al parecer estaba muy cerca de la Colegiata, en las calles que actualmente se llaman Cuesta Empedrada y de la Merced. Cuya reconstrucción
después de 1506 comenzó Juan (V señor de tercias pacenses), tataranieto de aquel Fonseca que llegó de Portugal (al que se entregó este hogar
como casa, cuando tuvo que exiliarse). Un edificio que en 1506 se hallaba en muy mal estado, debido a la guerra entre isabelinos y beltranejos,
aunque el poco uso y la falta de interés por rehacerlo, había aumentado su ruina. Siendo así como el nuevo señor de Fonseca decidió ponerlo en
pie, contratando a los mejores canteros y arquitectos (entre los que se hallaba Felipe de Bigarny, famoso por sus obras en la catedral de Toledo).
Pese a que no se logró completar la colaboración de este arquitecto y escultor con enorme prestigio; el mecenazgo sobre la antigua casona siguió,
hasta que la obra fue terminada. Aunque el V señor de las Tercias de Badajoz, prefirió vivir en tierras extremeñas, al igual que sus ascendientes y
descendientes; lo que nuevamente produjo que la casa fuera deteriorándose, volviendo a la ruina con los años. Llegando a venderse en el siglo
XVII, ya totalmente caída. Mencionando Luis Vasallo como entre los enseres que allí había antes de su abandono, se encontraban objetos de gran
valor comprados en la “almoneda de la Reina Católica”, al igual que una colección de tapices (existiendo uno dedicado a Gárgoris). Muebles,
pintura y ajuar decorativo que se fue llevando a las casas de Badajoz; hasta dejar la de Toro deshabitada - ver (17) -. Provocando que cien años
después estuviera en ruina; debiendo venderse el solar, debido a que de nada servía un terreno en la ciudad toresana a estos Fonseca de
Badajoz. Rama mayor, que residieron en tierras pacenses y fueron hechos marqueses de Orellana, de Lapilla y de Monesterio; títulos entregados
por Felipe III en 1643, al Señor de Orellana (Don Pedro de Orellana y Fonseca).

Por último, añadiremos que Luis Vasallo, en su gran obra ARQUITECTURA EN TORO, 1500-1650 -ver (18) - nos dirá que aquel palacio de los
marqueses de Orellana y de Lapilla, en la villa de Toro, estaba en la Cuesta Empedrada. Por lo cual deducimos que sobre el mismo solar que se
entregó a Pedro Rodríguez de Fonseca -el viejo-, cuando vino a refugiarse desde Portugal en 1385 (tras la batalla de Aljubarrota). Poniendo atención
el autor en su ubicación, para que no lo confundamos con otro palacio de los Fonseca, que estuvo situado frente a la Colegiata (en la misma plaza;
dando a calle de las Berceras) y que era de los señores de Villanueva de Cañedo -no de estos Orellana-. De cuanto hemos expresado, tal como
podemos ver en plano y fotos, este solar señalado, fue la residencia inicial de los Fonseca, entregada por Juan II al exiliado hasta Toro. Siendo
heredado por los primogénitos de la saga, como casa solariega y más tarde convertida en palacete. Aunque fue paulatinamente abandonado desde
1610, fecha en que sus propietarios fueron creados marqueses de Orellana; momento en que tan solo residen ya en zonas de
Extremadura. Asimismo, recoge Luis Vasallo en la obra ya citada sobre arquitectura en Toro (19) ; la existencia de una casa más, propiedad de los
Fonseca de Badajoz. En este caso de la familia que más tarde fue titulada como marqueses de Lapilla. Refiriendo un palacete, propiedad de Antonio
de Fonseca, obispo de Pamplona; quien sabemos era hijo de Sancho Rodríguez de Fonseca y de María O´Campo -ver arriba cuadro genealógico-.
Edificio construido hacia 1538 y situado en la Calle Bustos; y que tras la desaparición de su propietario, se vende a los Deza. Donde esta familia,
también de origen portugués, residió antes de que construyesen su solar (frente a San Lorenzo); en un enorme palacio conocido como el de los
condes de Fuentesauco.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: plano de Toro donde vemos marcado el palacio de los condes
de Fuentesauco. Abajo, palacio de los condes de Fuentesauco, levantado sobre solares comprados a los Fonseca. No hay que olvidar que a su lado
estaban las casas de Sancho (o Pedro) de Castilla y Fonseca; y que más adelante -en la misma calle- estuvo la casa de Beatriz de Fonseca y de Juan A.
de Ulloa (edificio derruido en la guerra de isabelinos contra beltranejos).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos planos más de
Toro. Al lado, referencia y situación de la casa de Antonio de Fonseca, obispo de Pamplona, que vendió el solar a los Deza. Abajo, lugar en que se
marca la situación del primer solar que tuvieron los Fonseca en Toro. Entre la Cuesta Empedrada y la Colegiata.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de la casona sita entre la Cuesta Empedrada y
la Colegiata; edificio que yo considero son los restos del palacio fundacional de los Fonseca. El primer solar que les entrega Juan I, tras
Aljubarrota.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos fotos más, de la misma casona; que se levanta entre
Cuesta Empedrada y la Colegiata; que a mi juicio es el palacio primero de los Fonseca, heredado por los señores de las Tercias de Badajoz (luego
marqueses de Orellana y Lapilla).
BAJO ESTAS LÍNEAS: De nuevo, los descendientes de Pedro R. de Fonseca, que llegó desde Portugal tras Aljubarrota. En el cuadro genealógico
hemos destacado a su hijo Pedro (cardenal de Sant Angelo) y a su hija Beatriz (desde la que nace la saga de famosos prelados).

C) LOS FONSECA Y LA IGLESIA: Su “misterioso poder”.

I-) Pedro Rodríguez de Fonseca, cardenal de Santángelo:


Hemos estudiado como se exilió Pedro Rodríguez de Fonseca, casado con Da. Inés Díaz Botelho -prima de la princesa Beatriz-; quienes se establecen
en Toro, donde criarán a sus hijos. De los cuales conocemos la historia de cuatro (Pedro, Juan, Leonor y Beatriz) entre los que destacaría el
primogénito, un famoso prelado. Tal como relata Adelaida Sagarra, señalando como llegó a “obispo de Sigüenza, y Cardenal de Santángel. Fue
elegido por el Papa Martín V para tramitar la unión de las iglesias Griega y Latina, porque el emperador de Constantinopla (Manuel Paleólogo)
había solicitado un legado a tal efecto. Sin embargo don Pedro no pudo llegar a cumplir dicha comisión ya que de paso por Roma -donde destacó
por sus intervenciones en la Curia- tropezó por una escalera en el Vaticano y se mató" (16) . La importancia de este personaje es enorme; ya que
sabemos, fue un colaborador cercano al Papa Martín V, al que el Pontífice encomendó acabar con el Cisma de Oriente; es decir, unificar la Iglesia
Ortodoxa con la Católica. Asimismo, su muerte en tan extrañas circunstancias, nos habla de unos hechos que hemos de estudiar en profundidad;
pues el cardenal Pedro Rodríguez de Fonseca, fue uno de los pocos obispos hispanos, que tras ser nombrado prelado por el Papa Luna,
finalmente se posicionó en su contra. Oponiéndose al de Luna cuando observa la senectud de este que reinaba en Peñíscola, en contra del
pontífice romano Martín; lo que nos indica que Fonseca se enfrentó al llamado “Cisma de Occidente” (pese a haber pertenecido inicialmente a la
Corte del llamado antipapa).

En este punto queremos profundizar, pues puede mostrar el origen de la importancia eclesiástica de la familia Fonseca; cuyo primer cardenal (al
que le sigue una saga de obispos y arzobispos) colaboró estrechamente con Roma. Siendo uno de los pocos prelados hispanos que se atrevieron a
ir en contra del Papa aragonés, Benedicto XIII. Al que la Curia de Italia declara cismático y expulsa como apóstata; precisamente en los años que
hablamos (de 1415 a 1420). Por cuanto narro, hemos de considerar que Pedro Rodríguez de Fonseca -cardenal de Santángelo-; pudiera haber
intervenido en todos los movimientos que por entonces realizaba el pontificado de Martín, desde Italia; para derrocar al que se mantenía en
paralelo como Heredero de San Pedro -en la silla papal de Peñíscola-. Incluso, no es descabellado pensar que aquel primer Fonseca, participase
de algún modo en el atentado que en esos días sufre el Papa Luna. Hablo de su envenenamiento en 1518, cuando tenía noventa años y que casi le
produjo la muerte (dejándole maltrecho para el resto de su existencia). Tras haber ingerido arsénico, mezclado con azufre; ponzoña que
históricamente sabemos, algún cardenal echó en sus comidas. Así fue como el nonagenario Pedro de Luna, sufre una grave crisis; que su médico
personal pudo sanar al descubrir el origen del mal, logrando que viviera cuatro años más. Hablamos del converso Jerónimo de Santafé, quien le
desintoxica con un remedio farmacológico, llamado desde entonces Tisana del Papa Luna (21) . Todo ello ocurre después de que Pedro de Luna
fuera declarado antipapa y hereje en 1415; tras subir al trono de Roma, Martín V. Momento en que se pretende por todos los medios que el
aragonés desista en su cargo, para unificar la Iglesia, que desde 1375 se había mantenido dividida. Siendo aquella lucha eclesiástica, el reflejo
religioso de la confrontación sangrienta que se vivía en Europa, llamada Guerra de los Cien Años; enfrentando a Inglaterra con Francia, donde
participaban los reinos de Italia, junto a los peninsulares ibéricos (durante más de un siglo).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba y Al lado, imágenes del Museo Lázaro
Galdiano, de Madrid (al que agradecemos nos permita divulgarlas); una de las salas iniciales, donde podremos encontrar piezas del siglo XV. En
la fotografía vemos en primer término, una escultura que representa a Pedro de Luna, el famoso Papa que estableció su Corte en Peñíscola.
Detrás, la predela del retablo de Esperandeo de Santafé; uno de los conversos de la Conferencia de Tortosa, promovida por el Papa Luna, entre
1412 y 1415. Abajo, foto tomada en el Museo del marqués de Dos Aguas, en Valencia (al que agradecemos nos permita divulgarla). Se trata de
una bella caja cerámica, fechada en el siglo XV, que representa al Papa Luna en su tumba.

Tras la caída del pontífice de Peñíscola -llamado el antipapa Luna- los conversos de Aragón se organizaron como una élite de poder; lo que les
granjeó la enemistad de los cristianos viejos. Siendo fácil que aquellos neobautizados se hicieran con el mando del reino; porque -como hemos
indicado varias veces-, los católicos de la época eran en su gran mayoría analfabetos; mientras casi la totalidad de la población de origen judío
escribía en caracteres latinos y arameos. Ello, unido a los conocimientos de los rabinos (cuya formación duraba unos tres decenios; basada en la
teología, medicina, física, matemática y astronomía); hizo de los nuevos cristianos una nueva clase alta, que ocuparía en pocos años los
principales cargos aragoneses. Un hecho que se resolvió finalmente con La Inquisición, que en entró en Zaragoza por mano de Pedro de Arbués; a
quien deciden asesinar los conversos, en la llamada “Conjura de los marranos”. Después de aquello, fueron quemados y apresados los personajes
más destacados del poder, con origen judío; para exterminar esa nueva élite que ocupaba los más altos cargos aragoneses, tras la Conferencia de
Tortosa.
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de La España Sagrada del Padre Flórez; en
este caso las páginas 267 y ss. del tomo XVI; donde se habla de Pedro de Fonseca (primer cardenal y obispo de esta saga). Como podemos leer al
inicio de esta biografía, considera al prelado, el más antiguo de los Fonseca; un arribista o aprovechado, cuyo único interés fue “arrimarse” al
poderoso para medrar. Más tarde narra como al ser elegido Papa, Martín V; Pedro de Fonseca de nuevo “se posiciona” con el mas fuerte,
poniéndose al lado de los italianos. Que le nombran otra vez cardenal (como había hecho decenios antes Pedro de Luna) y le otorga todo tipo de
prebendas. Termina narrando. en la segunda y tercera hoja, el fallecimiento de Pedro Fonseca; cayendo por una escalera -comentando después su
sepultura en El Vaticano-.
II) Papa y antipapa; lucha de poder en plena Guerra de los Cien Años:
De tal manera, tras la elección del Papa Martín V, el Vaticano pretendió que Pedro de Luna desistiera como heredero en el mandato de San
Pedro. Aunque el aragonés decide “seguir en sus trece” y continuar siendo Benedicto XIII, sin dar su brazo a torcer. Pues realmente era el único
Pontífice legítimo, tras el Cisma de Occidente; una división que desde 1378 había dejado la Iglesia Católica fraccionada en tres partes. Ruptura
provocada cuando se eligió un primer Papa italiano, en un corrupto cónclave; por lo que muchos no lo aceptaron y establecen una nueva sede en
Aviñón, declarándose Francia fiel al cardenal galo Roberto de Ginebra (entronizado como Clemente VII). A la muerte de este Pontífice franco,
Pedro de Luna fue elegido por decisión unánime del cónclave; asumiendo su mandato de Avignón en 1498 y proclamado con setenta años de
edad. Pero al no ser aceptado por los franceses, decide escapar a Nápoles, ante la persecución y la amenaza de ser asesinado; volviendo
finalmente a tierras hispanas, para refugiarse en su lugar de origen (primero en las principales ciudades de Aragón y más tarde, en Peñíscola). Es
entonces cuando tan solo Sicilia, Castilla, Escocia y Aragón, le reconocen en su trono de Pedro. Pero emprende una segunda batalla,
pretendiendo crear una “nueva Iglesia” sincretizada con el judaísmo.

Así, convoca la Conferencia de Tortosa (1412-15) y promueve la conversión de centenares de miles de judíos; a los que en Aragón se les permite
seguir con sus creencias y ritos. Con ello, serán innumerables los rabinos que aceptan la fe católica, tras la Disputa de Tortosa. Conferencia que
fue protagonizada por el médico y amigo personal de Pedro de Luna, llamado Joshúa Ha-Lorquí; bautizado años antes como Jerónimo de
Santafé. Uno de los grandes rabinos de Occidente, que en su ponencia proclamó la venida del Mesías reconociéndolo en Jesús de Nazaret, invitando
a todos los sacerdotes judíos a bautizarse y sincretizar ambas religiones. Siendo el famoso Pablo de Santamaría (otro converso, finalmente
nombrado obispo de Burgos) junto a Jerónimo de Santafé, quienes guiarán este Cónclave de Tortosa, cuyos debates se prolongarán por dos
años (22) . Donde destacarán las opiniones del referido obispo Pablo de Santamaría (antes llamado Salomón Leví ) y las del médico del Papa, que
dijimos era Joshúa Ha-Lorquí, bautizado por Vicente Ferrer, como Jerónimo de Santafé -apellido que tomarán varios de sus amigos rabinos
aragoneses-.

Pocos años más tarde, numerosos prelados y obispos de Aragón o Castilla, eran conversos; promoviendo una nueva visión de la Biblia y de la fe,
en base a doctrinas judáicas. A este problema social, que promovía envidias y recelos; se añadía el hecho de que las familias neobautizadas
solían tener un enorme capital (cultural y económico). Por tratarse de sagas establecidas en diferentes reinos y hablar infinidad de idiomas -entre
los que destacaba el hebreo y el latín-. Además, a esas dotes políglotas de los judíos y la capacidad de comerciar entre sus familias; se añadía estar
asentadas en lugares muy distantes, lo que promovía la posibilidad de intercambios mercantiles por Europa entera. A ello, que se unía el sentido
místico del estudio para los rabinos, cuya formación necesitaba unos treinta años y se componía de: Teología, medicina, física, matemática,
astronomía, kábala y geografía. De tal manera, al bautizarse los hebreos, pudieron acceder a todo cargo de poder y prestigio, en un momento en
que la población católica apenas sabía leer y escribir (tan solo lo hacía su élite). Mientras los judíos estaban enteramente alfabetizados, en
lenguas vivas y muertas. Convirtiéndose así, esos nuevos cristianos, en una recién nacida clase social de enorme fuerza. Pues quienes antes no
podían ocupar altos puestos, entrar en el ejército, ni menos ser prelados de la Iglesia (por su credo judío). Al convertirse, pronto pasaran a
ostentar obispados, sillas cardenalicias, consejos de cuentas del reino y largo etcétera, que hizo de Aragón un Estado manejado por los neo
bautizados. Hechos que se producen en tan solo unos decenios (desde 1400 a 1430), precipitándose tras la Conferencia de Tortosa; aunque se
había potenciado principalmente durante el papado de Pedro de Luna -que se apoyó en los conversos para mantenerse en su trono eclesiástico-.
Tal como venimos narrando, no es difícil comprender que Pedro de Luna fuera un “hueso muy duro de roer” dentro del catolicismo; pues estaba
transformando las bases de la Iglesia y provocando una nueva filosofía cristiana. Ética y principios morales, plenamente relacionados con el
mundo judío, que comenzaron a fluir por Aragón y Castilla desde fines del siglo XIV y principios del XV. Ideología religiosa que -en gran parte- se
mantuvo en España, seguida por los más famosos prelados. Hasta por inquisidores, como Cisneros; cuya publicación de la Biblia Políglota -impresa
en griego, hebreo y latín-, fue tan polémica como mal vista por algunos sectores de la Iglesia. Tanto es así, que en mi opinión, ese fue el motivo para
que se hundieran en el mar las primeras Biblias de Alcalá, enviadas por barco a Italia en 1517 -con el fin de que el Vaticano diera su visto bueno y las
divulgase-. Tratándose (a mi juicio) de una maniobra eclesiástica, promovida desde Roma; para que desaparecieran casi todos los ejemplares de esta
edición. Evitando de esa forma, el pontificado, tener que aprobar el trabajo de Cisneros; pero sobre todo, darlo a conocer al resto del cristianismo.
Provocando un -supuesto- naufragio; para que no se volviera a hablar de “polígotas” ni de Biblias en hebreo y ajenas a la traducción Vulgata.
Logrando con aquel hundimiento que de esos ejemplares editados en vida de Cisneros, apenas quedasen cien en España; siendo su reimpresión tan
difícil como costosa (al tratarse de seis tomos, en cuatro idiomas -incluyendo las notas en castellano-).

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes con la calavera de Pedro de Luna. Arriba, carátula de un documental sobre este Papa y sus
restos. Abajo, cartel de una exposición sobre el famoso pontífice, en el pueblo de Sabiñán, donde se conserva su expoliada tumba. El cráneo del
Papa Luna, que vemos en imágenes; fue devuelto tras su reciente robo en el palacio del conde de Morata de Jalón. La historia de este interesante
Pontífice (o antipapa, como quiera verse), no termina con su muerte. Pues tras fallecer, fue sepultado en Peñíscola, aunque muy
pronto trasladaron sus restos a su pueblo natal de Zaragoza: Illueca. Allí se expuso la momia en una urna de cristal, lo que convirtió al lugar en
un centro de peregrinación. Pero cien años más tarde, un fraile italiano, viendo la escena y la afluencia de gentes llegados de continuo hasta
Illueca; decidió destrozar la referida hornacina. Por lo que hubieron de proteger la sepultura y sellar su tumba, emparedando los restos. Que
permanecieron en tranquilidad hasta que tropas francesas -en 1700 (sirviendo a los Borbón)- los expoliaron de nuevo, tirando los huesos al cauce
del rio Jalón. Allí recogió su cráneo el Barón de Gotor, quien los guardó en un fanal y los mantuvo en el palacio del marqués de Morata de Jalón
(sito en Sabiñán). De ese palacete fueron robados en el año 2000, considerando que era una gran reliquia, para pedir un rescate. Finalmente, la
Guardia Civil logró recuperar el cráneo, que fue entregado a la iglesia de Illueca; de donde había sido expoliado tres siglos antes.

III) Pedro de Fonseca, cardenal y el papado italiano:


La Políglota de Alcalá y el pensamiento de Cisneros, es uno de los casos de influencia judía en nuestra Iglesia hispana; aunque los hay a cientos
(por no decir a miles). Tantos como existen ejemplos de edificios peninsulares con rasgos musulmanes o de arquitectura hebrea; un hecho que es
tan normal como comprensible, pues en los siglos XIV y XV todavía convivían las tres culturas y los tres idiomas del monoteismo: Latín, arameo y
árabe. Debido a ello, la síncresis que Pedro de Luna pretendió realizar, intentando aunar el mundo judío con el cristiano, tuvo una enorme
repercusión filosófica y social. Principalmente porque basó su teoría de síncresis, en grandes rabinos y conocidos sabios. Tomando como ejemplo
primigenio al maestro San Ramón Llull; venerado en tierras del Levante y en Aragón. Cuyos intentos por predicar en tierras de África y convertir a
hebreos y musulmanes, no excluye la idea de que este filósofo consideraba a todos por igual -estudiando y recurriendo en sus planteamientos, a
libros de sabios árabes o arameos- (23) . En esa labor por igualar a la población en un mismo credo; el Papa Luna se centró en la tolerancia,
permitiendo la síncresis de cultos y de costumbres. Promoviendo la conversión de la mayoría de los judíos y que el islam pudiera convivir entre
los cristianos; quienes contrataban albañiles y tenían sus campos plenos de agricultores musulmanes (pensando, que poco a poco se bautizarían).
Tras lo expuesto, hemos de añadir que con la Guerra de los Cien Años (1337-1453), el mundo eclesiástico de la época, se había enrarecido tanto
como el político. Sufriendo los avatares de un conflicto que durante más de un siglo enfrentó a británicos y franceses, en batallas convertidas en
verdaderas carnicerías. Una situación de extrema violencia entre reinos católicos, que desde el mundo hispano se veía relacionada con el abandono
de Las Cruzadas; argumentando que la lucha de religión aunaba a los cristianos. Por lo que León, Castilla, Aragón o Portugal, pretendían
mantenerse un tanto al margen de esa Guerra de los Cien años; debido a que su pugna era unida y común. Prefiriendo enfrentarse a los
musulmanes, que por entonces dominaban el Sur peninsular y atacaban las costas mediterráneas del Levante. Todo ello lleva a una situación en
que La Península Ibérica se intenta separar del resto de Europa, mientras Inglaterra y Francia pretenderán influir en la política interior de sus
reinos (apoyando a nuevas dinastías o provocando guerras civiles entre familias candidatas a la Corona lusa o a las hispanas). El resultado final fue
el ascenso de nuevas Casas Reales; mientras a su vez, se producía un cisma religioso. Donde Aragón y sus territorios (Sicilia principalmente) junto
a Castilla y Escocia, tuvieron su propio Papa, llamado Pedro de Luna -legitimado en Avignon-.

Pero Italia, no desesperaba en su intento por que los pontífices fueran principalmente nacidos en su tierra y pertenecientes a las grandes familias
romanas. Pretendiendo unificar de nuevo el catolicismo para liderarlo; intentando acabar con el mencionado Cisma que se produjo en 1478.
División, que comenzó en los reinos itálicos, a la que se sumaron decenas de Cardenales; debido a la falta más absoluta de equidad en la elección
de los Pontífices. Una situación que -ya dijimos- aprovecharía el rey de Francia, logrando así tener un Papa “autóctono” y en Avignon. Pontificado
galo que en principio había sido apoyado por todos los reinos europeos, exceptuando Italia e Inglaterra (como fiel reflejo de esa Guerra
centenaria, entre británicos y galos). Aunque tras fallecer el primer Papa de Avigñon (Clemente VII), la elección de Pedro de Luna, sería muy mal
recibida por los francos; tanto que el recién elegido, decide huir a Nápoles (temiendo por su vida). Siendo así como logra instaurarse en sus tierras
de Aragón, todavía reconocido por muchos; pese a lo que su trayectoria pro semita le hace caer paulatinamente en desgracia.

De tal modo, ante una situación tan sincrética del Papa Luna; se aúnan franceses y británicos. Al observar que tras la Conferencia de Tortosa
(1412-1415), en Aragón se estaba iniciando no solo un pontificado paralelo, sino una nueva religión de amplio carácter judaizante. Logrando
finalmente, Martín V, ser elegido en 1415 y admitido por las fuerzas galas e inglesas; deponiendo a los que llamaron “antipapas”: Los otros dos
herederos de San Pedro, que reinaban en “Cisma”; llamados Juan XXIII y Benedicto XIII. Pero mucho antes de que se acordase la unificación católica
bajo la Tiara del italiano Martín V; se había sucedido en la Península Ibérica un importante pontificado, dirigido por el genial Pedro de Luna, cuyo
deseo era unir las tres religiones monoteistas, bajo el mando de la cristiana. Idea que le granjeó los peores enemigos; oponiéndose al de
Peñiscola antisemitas como San Vicente Ferrer. Que nunca reconoció a Pedro de Luna en el trono de San Pedro (pese a ser su paisano y amigo);
prefiriendo adherirse a los de Avignon y apoyar a otros candidatos galos. Prodigándose Vicente Ferrer en maquinaciones, para que los reyes de
Castilla y Aragón no aceptasen el pontificado del aragonés. Todo lo que parece, nacía del odio hacia los judíos que desprendía este valenciano,
llamado Ferrer; que a hierro y fuego quería bautizar a todo el que no fuera católico. Mientras el de Luna, prefería rodearse de una corte de
conversos, potenciar la síncresis y lograr que los súbditos fueran aceptando el cristianismo, sin obligación plena por abandonar sus cultos de origen.

ARRIBA: Grabado del siglo XVIII que representa Peñíscola idealizada. Agradecemos al Ayuntamiento de Peñíscola, su página dedicadas a imágenes
antiguas de esta villa; de la que hemos obtenido la que vemos (24) .
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres preciosas fotos de Peñíscola,
tal como las divulga el “portal” CASA ISCOLA (a la que agradecemos nos permita divulgaras). Asimismo, nuestro agradecimiento al Ayuntamiento
de Peñíscola su página dedicadas a imágenes antiguas de esta villa; de donde la hemos obtenido -ver cita (24) -.

Así pues, el que siempre se mantuvo en sus trece (Benedicto XIII) tomó fama como personaje culto y tolerante; rodeándose de lo mejor de cada
religión -fueran musulmanes, judíos o católicos-. Unos hechos que para los intolerantes, resultaban más que peligrosos; sin aceptar un trono de
San Pedro entorno al que médicos o físicos hebreos y arquitectos mudéjares, camparan a sus anchas. Por su parte, el pontífice de Peñíscola decidió
crear nuevos prelados, buscando a familias desconocidas e individuos inteligentes. Llamando a su Corte, a personajes como Alonso Carrillo de
Albornoz, Jordán de Urriés y Pedro de Fonseca -que todavía no habían ocupado cargos de relevancia en La Iglesia-. Quienes, sin titubear,
aceptaron al de Luna como Papa; que les nombró cardenales desde 1508. Vistiendo pronto de púrpura a los tres, que hasta entonces habían sido
simples capellanes; y otorgando el título de Cardenal de Sant Angelo, a Pedro de Fonseca (en 1509 y legado en nunciaturas). Así entenderemos
por qué en esos días, Jordán de Urriés, escribía un tratado en defensa de Benedicto XIII, como único Papa de la Iglesia ; tras vestir su túnica
cardenalicia de San Jorge en Velabro. En este estado iniciaron sus mandatos los tres nuevos príncipes eclesiásticos; enfrentados incluso al rey de
Aragón, que postulaba las tesis de San Vicente Ferrer (contrario a Pedro de Luna). Pero cuando se produce el cónclave que elige a Martín V, Papa
-en el año 1415-; los tres cardenales antes mencionados, deciden apostatar de su nombramiento y optar por el italiano. Un hecho, sin duda
debido a que Pedro de Luna entonces tenía ochenta y ocho años. Por lo que -viendo lo poco que le quedaba al Papa aragonés- Fonseca, Carrillo y
Urriés deciden en 1416 aceptar al italiano y dirigirse a su antiguo benefactor; rogando que reconociera el mandato del recién elegido Martín y
renegase de su pontificado.

Este hecho fue recibido con dolor por quien les había togado de púrpura, que les denominó desde ese momento “los hijos degenerados”;
prodigándose en protestas sobre la falsedad de esos tres prelados (únicos que se pasaron al bando contrario). En este estado y situación, la
Historia admite que en las disputas entre Pedro de Luna y sus tres cardenales renegados -que apoyaban al recién elegido en Italia-. Uno de ellos se
dispuso a envenenarle -o bien todos-. Logrando echar en sus alimentos azufre con arsénico; lo que en 1418 le produjo al viejo Papa una grave
crisis. Ante la que pronto actuó su médico personal y amigo, Jerónimo de Santafé (antes Rabí Joshua Ha-Lorquí); que logró recuperar la salud del
nonagenario. Quien viviría cinco años más, echando pestes continuadas sobre sus cardenales apóstatas (Carrillo, Fonseca y Urriés); a quienes
destituyó y a los que se atribuye este envenenamiento fallido del Papa Luna.

Sea como fuere, al poco tiempo aquellos “hijos degenerados” de Pedro de Luna, fueron premiados por Martín V; restaurando a los tres en su
dignidad cardenalicia, concediéndoles prebendas y nombramientos. Mientras Pedro de Luna se enfrentaba a las secuelas del arsénico, llegándole
la muerte con noventa y cinco años (en 1423); condenado como hereje antipapa y soportando la traición de aquellos a los que tanto había
ayudado. En lo que se refiere a Pedro Fonseca, sabemos que al apostatar de su primer cargo, dejándolo definitivamente en 1418 (tras el
envenenamiento fallido en Peñíscola); sería el mejor recibido por el nuevo pontífice italiano, cuando en 1419 presta obediencia a este Martín V.
Siendo nombrado “Legado del Papa en Castilla” y obispo de Sigüenza; confirmado como cardenal, bajo el encargo de extirpar todo movimiento
en favor de Pedro de Luna en tierras hispanas. Unos hechos que pudo ver y conocer su anterior mecenas, Pedro de Luna, declarado ya como el
antipapa. Quien había ascendido meteóricamente a Fonseca desde 1409. Convirtiendo a ese simple capellán de la princesa Beatriz y chantre de
Ávila; en Cardenal de Sant Angelo y prior de Valladolid (a más de hacerle obispo de Sigüenza). Todo lo que no supuso que Pedro de Fonseca
conservase un atisbo de fidelidad a su señor y bienhechor, Benedicto XIII; contrariamente a lo que había hecho su padre. Cuando al perder el rey
Juan I la batalla de Aljubarrota (en 1385), decidió mantenerse leal al monarca de Castilla y a su soberana, la princesa Beatriz; debiendo por ello
exiliarse en Toro.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes más de esta preciosa villa donde el Papa Luna tuvo su Corte, tal como las divulga el “portal” CASA
ISCOLA (a a la que agradecemos nos permita divulgaras). Asimismo, nuestro agradecimiento al Ayuntamiento de Peñíscola -ver cita (24) -.
SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres fotos relacionadas con el papado y España, en
este caso de Játiba. Arriba, el Hospital Real, fundado por Jaime I. Al lado, Alfonso de Borja, papa Calixto III (estatua frente a su
palacio) . Abajo, Rodrigo de Borja , papa Alejandro VI. Añadimos esta serie de imágenes, al tratar sobre el Papa Luna; porque la elevación de
Calixto III a cardenal y luego al pontificado, se debió en gran parte, a su primera mediación con los del Cisma de Peñíscola. Mostrando siempre
Alfonso de Borja, una gran inteligencia y lealtad; rasgos que se observaron desde su juventud, cuando le descubrió Pedro de Luna, habida cuenta sus
dotes y conocimientos jurídicos. Así fue nombrado canónigo de la Catedral de Lérida, donde conocieron la amistad entre el Pontífice de Peñíscola y
este joven sacerdote; quien se mantuvo fiel a su papado y a cuya muerte intervino como mediador. Cuando quiso sucederle en el “trono de Pedro”
cismático, su cardenal principal: Gil Muñoz. Una situación que resultaba otro quebradero de cabeza para Alfonso V de Aragón y sus reinos en
Italia. Quien, no deseando más problemas con la curia romana, mandó a este joven prelado (llamado Alfonso de Borja); para que convenciera al
sucesor del antipapa, desistir en reclamar la Tiara de Peñíscola. El “intermediario” de las órdenes reales, que siempre se había mantenido fiel al de
Luna, no levantó malos pensamientos; logrando convencer al séquito del recién fallecido, que “no siguieran en sus trece”.
De este modo logró que el elegido como nuevo Pontífice (antipapa), no se proclamarse y finalmente Alfonso de Borja fue nombrado obispo de
Valencia (debido a su inteligencia y a sus dotes como mediador). Siguió estudiando teología y leyes; destacando por su sabiduría, hasta ser
nombrado cardenal. Viviendo por entonces en Roma, donde repetidamente medió entre los Orsini y los Colonna, para evitar enfrentamientos en
estas dos familias que literalmente “manejaban” La Iglesia. Su buen hacer y sus enormes conocimientos jurídicos hicieron que en 1455 le
nombrasen Papa, como Calixto III; llegando así al cierre del Cisma de Occidente; teniendo Aragón finalmente un súbdito suyo sentado en la silla
de San Pedro. Se sabe que como Pontífice, Calixto III (Alfonso de Borja) fue inmejorable y su conducta austera, justa y limpia. Tan solo pecó de
nepotismo, otorgando a sus sobrinos cuantas prebendas pudo; lo que hizo que Rodrigo de Borja llegase a Papa, unos decenios más tarde
-principalmente gracias al buen recuerdo dejado por su tío Alfonso-.
Lo antes expuesto, hace comprender la mente y forma de ser del prelado Pedro de Fonseca, quien de niño debió sufrir tremendamente con el
asilo de su padre en Toro. Cuando, tras la propuesta de Juan de Avis, para que su progenitor tomase partido hacia la causa rebelde, abandonando
al rey hispano. Decidió, que pese a la derrota sufrida por los castellanos en Aljubarrota, seguiría leal a su soberana Beatriz; sin obedecer al que
consideraba un falso monarca -entronizado como Juan I de Portugal-. Todo ello, quizá configuró un tipo de personalidad en Pedro de Fonseca
(hijo), que le llevó a no ser fiel a su mecenas, Pedro de Luna; quien lo había ensalzado hasta las más altas cumbres eclesiásticas (pese a su origen
luso y a su único cargo, como Capellán de la princesa Beatriz, prima de su madre). Asimismo, haber nacido en Portugal, permitió a Pedro Fonseca
entroncar con facciones que deseaban derrocar a Benedicto XIII; ya que finalmente, tan solo Castilla y parte de Aragón apoyaban al pontífice de
Peñíscola. Por cuanto, unas cosas y otras, convertirían finalmente en un verdadero maestro en intrigas de curia y clero; a este trepador y
primogénito del fiel caballero luso, que hubo de exiliarse en Toro.

Tales fueron los honores concedidos por el Vaticano a Pedro de Fonseca, llegando a ser elegido para acabar con el Cisma de Oriente;
argumentando Martín V que había sido el artífice que logró terminar con el Cisma de Occidente. Esta confianza ganada con el Papa Martín, nos
lleva a pensar que si -como dice la Historia- Pedro de Luna fue envenenado por un cardenal suyo, enviado desde el pontificado italiano. Lo más
seguro es que Pedro de Fonseca fuera quien echó la ponzoña sobre los alimentos, quizá mientras los degustaba junto a este, en Peñíscola; pues
sabemos que el envenenamiento de arsénico con azufre, tiene remedio -simplemente lavando el estómago con tisanas-. No siendo extraño
pensar, que tras haber intentado matar al “antipapa”, jugándose la vida (en 1418); el prelado Fonseca fuese cubierto de honores por el papado de
Italia. Quien poco tiempo después le llamó a Roma para encargar una segunda misión “similar”; pero esta vez consistente en acabar con el Cisma
de Oriente. Es decir, unificar la Iglesia Ortodoxa bajo la fe Católica. Así fue nombrado legado papal (en 1421) y enviado a Constantinopla, hacia
donde partió un año después. Del mismo modo, se le encomendó dirimir los conflictos sobre Nápoles, entre el Vaticano y el reino de Aragón.
Legado que se dispuso a cumplir, mientras se le asignó también solventar los problemas entre el rey de Aragón y los intereses del papado en
Nápoles. Saliendo Pedro de Fonseca desde Valencia, acompañado por el gran monarca aragonés Alfonso V (en 1422); aunque antes de su llegada
a Roma, “accidentalmente” murió, cayendo por una escalera en el Convento de San Cosme. Todo lo que cierra la vida de este enigmático
personaje, que -a mi modo de ver- fue defenestrado antes de que pudiera enredar más, entre el poder de Roma y los aragoneses. Falleciendo en
estas extrañas circunstancias; premuriendo en un año al Papa Luna, que tanto le había ayudado... .

Para finalizar diremos, que a -mi juicio- el secreto de la enorme fortaleza que la familia Fonseca tuvo en la Iglesia; residió en los servicios
prestados al papado de Roma por este Pedro (hermano de Beatriz y tío de los numerosos prelados, que nacieron tras él). Pues, como sabemos,
fue el que protegió a su sobrino Alonso (hijo de su hermana Beatriz y de Juan A. de Ulloa); cuando al poco de nacer y quedar huérfano de padre,
es llevado a un seminario. Niño que asimismo sería adoptado por el hermano de su progenitor (Pere Yáñez de Ulloa), que se esmera en que reciba
una cuidada educación. Llegando así a ser aquel huérfano recogido por Pedro Fonseca y por Pere de Ulloa; Alonso I de Fonseca (el viejo) arzobispo
de Sevilla y de Santiago. Quien a su vez protege a varios de sus sobrinos, logrando una saga inigualable de obispos y arzobispos en la España del
Renacimiento.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, genealogía de los Fonseca, tal como la expone Eduardo Pardo en su libro sobre esta saga (25) . Abajo, la
primera generación de los Fonseca, que viene a España tras la derrota de Aljubarrota (desarrollada por mí, tal como ya vimos en imagen
anterior). Destacamos con marco rojo y negro y una estrella de igual color, Pedro de Fonseca. Al otro lado, su hermana Beatriz, de la que nace la
saga de prelados famosos en la España del Renacimiento.
BAJO ESTAS LÍNEAS: genealogía de Beatriz de Fonseca, tal como la desarrolla Vasallo Toranzo en su libro LOS FONSECA: LINAJE Y
MECENAZGO (13) .
D) LOS DESCENDIENTES DE BEATRIZ DE FONSECA Y DE JUAN A. DE ULLOA (la saga toresana de los Fonseca).

Luis Vasallo habla de este matrimonio como “la rama más fecunda del árbol Fonseca” (26) ; al tratarse de los padres y nietos de infinidad de
prelados con enorme importancia, tanto como de consejeros reales y de famosos guerreros. Acerca del marido de Beatriz Rodríguez de Fonseca,
narra el autor que pertenecía a “los segundos” de la famosa y muy noble familia de los Ulloa, de gran importancia en Galicia; aunque en este
caso se trataba de los señores de Mota de Toro (hoy del Marqués). Asimismo, sabemos que este esposo de Beatriz, llamado Juan Antonio de Ulloa;
junto a su hermano (Pere Yáñez de Ulloa) fueron letrados en las Cortes de los reyes Enrique III y Juan II. Conociéndose además, que el Papa
Benedicto XIII (Pedro de Luna) dispensó al marido de Beatriz Fonseca, de años de lecturas en la universidad, para lograr doctorarse sin esa
titulación necesaria -idem (26)- . Pudiendo hacerlo, tras una embajada en la que viaja hasta Roma, en el año 1397; para defender al Pontífice
español, frente al Vaticano. Todo lo que narramos, ratifica la unión de esta casa de Ulloa y la de Fonseca a la causa primera del Papa Luna; al que
tristemente traicionó y posiblemente envenenó en 1418, el cardenal Pedro R. de Fonseca (tío de Beatriz). Más siguiendo con la historia de Juan A.
de Ulloa, sabemos que tras su presencia en Roma, fue nombrado “Alcalde de Corte”, lo que suponía ser destinado a un lugar donde existían
problemas, para actuar como alcalde y solventarlos. Así lo hizo don Juan A. de Ulloa en Sevilla desde 1397 hasta 1407; y su buena actuación le
vinculó de por vida con esta ciudad donde testó y murió en 1419 -idem (26) -.

Tras aquellos nombramientos en Sevilla y su benéfico mandato; fue ascendiendo a los más altos cargos, junto a su hermano Pedro (Pere Yáñez de
Ulloa). Participando en el Consejo Real, llegando a ser uno de los que decidieron acerca de la candidatura del príncipe Fernando (regente de Juan
II); proponiendo que fuera presentado como posible rey de Aragón -en el Compromiso de Caspe-. Asimismo, su patrimonio se acrecentó al ir
ocupando estos cargos, teniendo principales posesiones en Santa Ma. de Nieva, Toro, Valladolid y Segovia; a más de en otros pueblos cercanos
(como Morales y Mota). A su muerte, la familia no quedó desvalida, gracias a la fortaleza de la viuda (Beatriz) y a la protección de su hermano (el
cardenal de Santángelo). A esta ayuda del prelado Pedro de Fonseca , se unió el cuidado que dio a los huérfanos su tío paterno, Pere Yáñez de
Fonseca; muy cercano a Don Álvaro de Luna (por entonces Valido del rey Juan II). Todo ello permitió casar a los hijos del desaparecido Juan A. de
Ulloa, con algunas de las más grandes casas de Castilla y con personajes de enorme valía personal. Mientras, a su vez, este tío suyo (Pere Yáñez,
señor de La Mota) pudo ir cuidando la educación de los huérfanos, a los que se preparó de un modo inigualable -en las universidades y en la milicia-.
Sobre esa estirpe y su descendencia, Vasallo Toranzo nos dice que de Beatriz de Fonseca y de Juan A. de Ulloa, nacieron al menos siete hijos
(vástagos que a continuación pasaremos a estudiar) -idem (26) -.

Terminaremos el bosquejo acerca de este matrimonio, con un relato que Luis Vasallo incluye en sus obras; mencionando la triste historia final de
Beatriz, que murió octogenaria y expulsada de su hogar durante la guerra entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja. Sucediendo los hechos en
1474, cuando Toro se subleva a los partidarios isabelinos y Juan de Ulloa se adueña de la villa, dejándola al mando del rey de Portugal (Alfonso
V). Momento en que expulsan a Beatriz de Ulloa de su casa en esta localidad, debiendo refugiarse en Alaejos, la anciana matriarca de los
Fonseca. Tras ver como se derribaba aquel edificio, perteneciente a los Ulloa y donde había vivido desde que se casó con Juan A. de Ulloa (primo del
que decreta su exilio). De tal manera, sabemos que la casa fue hecha escombros en 1474, un año después de la muerte de su nudo propietario. Pues
en 1419 había sido heredada en usufructo por Alonso de Fonseca (el viejo), que se convirtió en Arzobispo y muere en 1473. El hijo preferido de
Beatriz, que en nuda propiedad la mantuvo; teniendo allí tan solo unas habitaciones, para usar cuando visitaba en Toro a su madre. Una matriarca
de los Fonseca que sufrió un doloroso final, pues en 1467 vio morir a su hijo Fernando y en la fecha en que se expulsa de la ciudad a la anciana,
hacía pocos meses que había fallecido el arzobispo Alonso (llamado “el viejo”). Por cuanto así, triste y casi con noventa años, tuvo que exiliarse en la
villa de Alaejos; localidad que, junto a la de Coca, había pasado a manos de su nieto Alonso de Fonseca y Avellaneda (primogénito de Fernando, el
hijo que murió luchando en Olmedo). Pese a ello, este tema tan doloroso, fue un golpe de suerte para la rama de los Fonseca nacidos desde
Beatriz; pues al conocer los hechos, se hicieron partidarios de Isabel y de Fernando. Participando con fiereza en la batalla de Toro; con lo que
lograron un enorme prestigio social y militar (27) .
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: genealogías de los Fonseca, desarrolladas por mí. Arriba, su relación con otras familias y con la casa real de Enrique
IV. ABRIR ELL CUADRO, PARA VERLO COMPLETO. Abajo, descendientes de Beatriz de Fonseca. Recomendamos abrir las imágenes al completo,
para poder leerlas bien.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Lugar donde estaba la referida Casa de


Juan A. Ulloa, en la que residió Beatriz de Fonseca y su familia hasta 1474 (cuando fueron expulsados de Toro y derruido el edificio). Narra Luis
Vasallo (27) , el modo en que se derribó el hogar de los Fonseca; que se encontraba entre las calles toresanas de Moratinos y la de Botellos, con
fachada a la Puerta de Morales. Más tarde, el solar fue heredado por Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Palencia que deseó reedificarlo, en
memoria de sus abuelos. Recogiendo esta historia Vasallo Toranzo, en su obra dedicada a la arquitectura toresana; donde nos habla del modo en
que este prelado intentó su rehabilitación, aunque no pudo llegar a completarla (debido a los altos costes del proyecto que se propuso levantar). De
este modo, el edificio, pasó a manos de sus sobrinos; quienes lo abandonaron y finalmente fue vendido por los descendientes, cuando se hallaba ya
en muy mal estado (a comienzos del siglo XVII). Al lado, mapa en Toro, situación de la casa. Abajo, fotos de la manzana entre calle Puerta de
Morales, Botellos, Moratinos y Dely Tejero; un enorme solar donde se situaba el palacio de los Ulloa y Fonseca (Juan A. y Beatriz).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Lo que queda del referido palacio de los Ulloa y Fonseca,
destruido ya en 1474; tras expulsar de Toro a la matriarca y propietaria del solar (Beatriz de Fonseca). Como podemos ver, estaba junto al palacio
de los Condes de Fuente Sauco, un solar que -sabemos- vendió otro descendiente de esta Beatriz (Antonio de Fonseca, obispo de Pamplona). Muy
cerca de terrenos de la misma familia y también frente a San Lorenzo, se hallaban las casas de los hijos de Beatriz de Fonseca y Ulloa (hija); la
primogénita de esta otra Beatriz de Fonseca y Botello, que vivía en el palacio destruido en 1474 (al ser expulsada de Toro). Recordemos que Beatriz
de Fonseca y Ulloa, estaba casada con Pedro de Castilla; nieto del rey Pedro I, y ambos se encuentran enterrados en San Lorenzo, de Toro.
Asimismo y sobre el matrimonio de Juan A. Ulloa y Beatriz Fonseca, nos dice textualmente Eduardo Pardo de García y Valdés que ella era “Hija del
señor de Olivenza, muerto el 2 de enero de 1419, y de Inés Díaz de Botella fue, como ya hemos dicho, doña Beatriz de Fonseca, dama de la reina, que
había casado con don Juan Alfonso de Ulloa, vecino de Salamanca y consejero del rey don Juan II. Hijos de este matrimonio fueron:
A) Doña Beatriz de Fonseca, que casó con don Pedro de Castilla, hijo del infante don Diego, que era hijo bastardo del rey don Pedro I de Castilla, y
fueron padres de Pedro «el Mozo»
B) Doña Catalina de Fonseca y Ulloa, que casó con Diego González Acevedo, hijo del doctor Juan González de Acevedo y de Aldonza Díez de
Maldonado, que siguen la línea de obispos de Santiago.
La línea de los prelados compostelanos viene por doña Catalina de Fonseca, que debió de morir entre 1470 y 1473, que había casado con Diego
González de Acevedo. De este matrimonio quedaron dos hijos: don Luis Acevedo, que casó con Ginebra das Mariñas, y don Alonso de Fonseca, que
será el trigésimo arzobispo de Santiago de
Compostela.
Don Alonso de Fonseca Acevedo, arzobispo de Santiago, tuvo con doña María de Ulloa, señora de Cambados, dos hijos:
-Don Diego de Acevedo y Ulloa, nacido posiblemente en Salamanca en el año 1476 y muerto en 1496, casó con doña Francisca de Zúñiga en 1493,
que, ya viuda, casará con el segundo conde de Villalba, don Fernando de Andrade, capitán general de Sevilla, muerto en 1542. De este matrimonio
fue hija doña Teresa de Andrade y Ulloa, que casó con Fernando Ruiz de Castro y Portugal, IV conde de Lemas.
C) Don Alonso de Fonseca y Ulloa, arzobispo de Sevilla, que había nacido en Toro en 1418 y muerto en Coca en 1473.
D) Don Pedro Ulloa y Fonseca, que casó con Isabel de Quijada y fueron padres de otro Alonso de Fonseca, que fue obispo de Avila (28-1-1469 hasta
el 26-VIII-1483), de Cuenca (hasta el 24-V-1493) y más tarde de Osma, donde construyó los cubos y torreornes de las puertas de la villa del Burgo.
E) Don Fernando de Fonseca y Ulloa, primer señor de Coca y Alaejos, maestresala del rey Juan II, que murió el 13 de septiembre de 1463 -contiene
errores, ver cita (28)-.
Casó en primeras nupcias con doña María de Avellaneda y en segundas con Teresa de Ayala. De su segundo matrimonio tuvo por hijos:
1. El famoso Antonio de Fonseca, contador mayor de los Reyes Católicos; casado con doña Francisca de Alarcón, con descendencia, y que debió de
morir, don Antonio, en Coca en el año 1532.
2. Don Alonso de Fonseca, muerto el 16 de agosto de 1505, que casó con doña María de Toledo, de la casa de Oropesa
3. Don Juan Rodríguez de Fonseca, nacido en Toro en 1451. Estudió en Salamanca, probablemente hajb la dirección de Nebrija, que más tarde le
dedicó alguna de sus obras. Después de ocupar una serie de cargos religiosos, es nombrado obispo de Badajoz (20-II-1495), Córdoba (6-IX-1499),
Palencia (4-XI-1504), Burgos (5-VII-1514) y, en encomienda, el arzobispado de Rosano en Italia (20-VI-1519). Fue también ministro de Indias desde
1493 hasta su muerte, ocurrida en Burgos el 13 de noviembre de 1524.
4. Finalmente, doña Beatriz de Fonseca, casada con Luis de Zúñiga” (29) .

Sobre esta larga saga toresana desde la que nacieron infinidad de personajes ilustres, entre los que destacaron al menos cinco obispos y Consejeros
reales; junto a varios famosos guerreros y hasta Contadores del reino. Nos dice Adelaida Sagarra: “Doña Beatriz de Fonseca fue quien inició la línea
sucesoria de la casa de Coca y Alaejos, que coincidió en sus orígenes con la de los marqueses de Villanueva de Cañedo. Ella reforzó los vínculos entre
los Fonseca y Toro, al casarse con el doctor Juan Alfonso de Ulloa, natural de esa ciudad, hermano del doctor Pedro Yáñez de Ulloa. Fueron ambos
hijos de don Juan Pérez de Ulloa, nacido en Santa María de Pujeda, -Tierra de Villamayor de Andrade, en Galicia- y de doña María Yáñez de Andrade,
que habían hecho su casa en Toro. Doña Beatriz y don Juan Alfonso tuvieron varios hijos: Pedro de Ulloa y Fonseca; y Alonso, Fernando y Catalina,
que adoptaron por primer apellido el Fonseca” (30) . A la última frase de la profesora Sagarra Gamazo, añadiremos que a través de los archivos de
genealogía, nos consta que los descendientes de Beatriz R. de Fonseca y de Juan A. de Ulloa, no serían tan solo los enumerados por ella;
obteniéndose los siguientes vástagos del referido matrimonio:
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Los descendientes de Beatriz de Fonseca y de Alonso de Ulloa. Arriba, cuadro mío, siguiendo a Vasallo
Toranzo. Abajo, gráfico presentado en el anterior estudio. En el esquema que publiqué existía un error, en la sexta hija (llamada Leonor y que yo
consideré se trataba de Gutierre de Fonseca y Ulloa; un personaje ajeno a Beatriz de Fonseca).
ABAJO: El mismo croquis aumentado y corregido. En él hemos dado un orden alternativo a los hijos del matrimonio. Recomendamos abrir las
imágenes al completo, para poder leerlas bien.

NOTA: El orden en que presentamos los descendientes de Beatriz de Fonseca y Juan A. Ulloa no es el de su
nacimiento, sino el modo en que suelen recogerse en las fuentes de genealogía. En esta relación
destacamos en negro a los hijos de Beatriz Fonseca y Juan de Ulloa; en azul sus cónyuges; en verde los
nietos; en morado los bisnietos; y en naranja, a tataranietos y más que choznos. Además, anotaremos
en rojo un número para cada hijo:

1º hija- Beatriz de Fonseca y Ulloa; nacida hacia 1414, usó el apellido materno (al modo portugués). Se casó con el nieto del rey Don Pedro I de
Castilla; llamado Pedro de Castilla y Salazar. Cuyos sepulcros podemos ver en la maravillosa iglesia románico mudéjar de Toro, dedicada a San
Lorenzo. Fue su hijo, Pedro de Castilla y Fonseca, conocido como Pedro de Castilla “el Mozo”.

1-a) Pedro de Castilla y Fonseca (el mozo): Sabemos de él, que hacia 1469 le fue otorgada la encomienza de cuidar y custodiar a la reina Juana de
Avis, esposa de Enrique IV; mientras este se encontraba en guerra y asediado por enemigos. Debido a ello, pidió ayuda al arzobispo Alonso I (el viejo)
y la mandó el soberano a la fortaleza de Coca. Desde allí, este señor de Coca (Alonso I) la envió secretamente a Alaejos, donde vivían sus hermanos,
los Castilla y Fonseca. En este lugar fue confinada o bien cuidada Juana de Avis, actuando como Maestersala Pedro de Castilla y Fonseca (cuidador
de la reina) y la dejó embarazada de dos gemelos; por lo que la soberana tuvo que huir a escondidas -a los seis meses de quedar preñada y cuando
ya no podía ocultar su estado-. Así llegó a Cuéllar; bajo el cuidado de Beltrán de la Cueva (otro amante de esta reina Juana); finalmente pudo parir
en Buitrago a dos mellizos, que se llamaron:

Pedro Apóstol de Castilla y Andrés Apóstol de Castilla -nacidos en enero de 1469 (fecha dudosa, antes de 1471 seguro)-. De estos nacen varias
familias, entre las que se halla una rama que pasó hasta Canarias en el siglo XVI.
Cuando hablemos de Alonso I, arzobispo Fonseca; diremos que tras la reconciliación de esta familia y el rey Enrique IV, hacia 1468 y en una reunión
celebrada en La Mejorada de Olmedo; el obispo Fonseca el Viejo (una vez restablecido en su cargo y devueltas sus posesiones) ofrece al monarca
protección para su mujer. Proponiendo que llevasen a la reina Juana de Avis al castillo de Coca y trasladándola luego a Alaejos. Allí llegaría en 1468-
69 la soberana; que en 1462 ya había parido a su hija Juana, supuesta hija Beltrán de la Cueva y no del monarca. Por lo que no es raro que unos
meses después de estar en Alaejos, la reina estuviera embarazada de seis meses, gracias al “cuidado” de su mayordomo: El primogénito de los
Castilla y Fonseca (Pedro el Mozo), quien fue padre de dos gemelos nacidos en enero de 1470 (fecha dudosa, quizá en 1469). Sin lugar a dudas, este
embarazo no solo se debió a los amores entre la “alegre” Juana de Avis y Pedro, el Mozo; sino, quizás, a un intento por legitimar su soberanía, la de
su marido Enrique IV y a la dinastía Trastámara. Ya que aquellos dos bastardos eran tataranietos directos de Pedro I de Castilla. El rey asesinado por
el tatarabuelo de Enrique IV (Enrique II); motivo por el que no reconocían portugueses a la “Casa de los Enríquez”.

2-a) Sancho de Castilla y Fonseca: Mencionado por Vasallo Toranzo (31) ; en cuyo libro sobre la arquitectura de Toro habla de una casa de la calle de
San Lorenzo, que fue de D. Sancho de Castilla, hijo de Beatriz de Fonseca. Ello, implicaría la existencia de un segundo hijo; aunque se tiene como
unigénito a Pedro. También podría tratarse de un error y que el edificio referido perteneciese a Pedro de Castilla y Fonseca. La ubicación del
inmueble es frente a la iglesia de San Lorenzo, donde están enterrados los padres.

SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El lugar donde estuvo la casa de Sancho (o bien
Pedro) de Castilla y Fonseca. Frente a San Lorenzo y junto al posterior palacio de los condes de Fuentesauco (marcados en la fotografía
de abajo). Arriba, fachada de San Lorenzo y al lado, la calle de entrada a esta plaza.
BAJO ESTAS LÍNEAS: foto de la plaza de San Lorenzo; el ábside de la iglesia y los edificios frente a esta plaza.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de un palacete de Tordesillas, en la Plaza de
San Pedro. Sus trazas son del siglo XV y sus blasones corresponden a las familias: Castilla, Fonseca, Castro y Ulloa. Al lado, podemos ver los
escudos que adornan la magnífica rejería, decorando la fachada que se observa en imagen de abajo.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes de este palacio, donde se observan de
nuevo los escudos de las familias Castilla y Fonseca. Sabemos que el apellido de la madre de Pedro de Castilla y Fonseca (apodado El Mozo; que
dejó embarazada a la reina Juana de Avis) eran Fonseca y Ulloa, lo que cuadra con el lado derecho del blasón que antes hemos visto. Asimismo, los
del padre de este Pedro el Mozo eran: Castilla y Salazar, no correspondiendo el segundo, con el blasón inferior derecho, que debería ser las ocho
estrellas de Salazar. Desconocemos por qué lleva este escudo los emblemas de la casa Castro, aunque es posible que se trate de una “creación”,
colocando el apellido de la primera mujer del rey Pedro I, para hacer ver que el linaje de este Castilla y Fonseca era el de los Castilla y Castro
(descendientes de Juana de Castro, esposa del rey). Es decir, sustituyendo el blasón de Sandoval o el de Salazar (de la amante de Pedro I) por el otro
de los Castro, cuyo hijo puede considerarse el verdadero heredero al trono. Por cuanto creemos, que este escudo que se añadió a la fachada
(laureado y sobre el que luego se puso una cruz, en época clásica); inicialmente fue el de Pedro de Castilla y Fonseca, padre de los gemelos nacidos
de Juana de Avis. Deseando los que aquí habitaron, ser los descendientes directos y legítimos de Pedro I. Debido a ello, no tendría el escudo yelmo y
fue laureado, decorándolo con una cruz; pues de haberlo rematado con casco de guerrero, este tendría que mirar a su izquierda (como sucede con
todo bastardo).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos imágenes relacionadas con Pedro de Castilla, casado
con Beatriz de Fonseca y padre de Pedro el Mozo. Al lado, tumba de Pedro de Castilla y de Beatriz de Fonseca en la iglesia de San Lorenzo, en
Toro (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra foto). Abajo, casa en Alaejos que pudo pertenecer a Pedro de Castilla y Salazar; pues en
su escudo izquierdo podemos ver esos blasones de los Castilla (un castillo) y de los Salazar (trece estrellas en sotuer). Además, el yelmo mira a la
izquierda, indicando que es bastardo. El otro escudo sobre la fachada (a nuestro lado derecho) me resulta desconocido y ajeno a las familias
Fonseca o Castilla. Ello, nos hace pensar que quizás el blasón de Pedro de Castilla y Salazar, procede inicialmente del castillo de Alaejos, que fue
destruido por los Comuneros en 1520 y posteriormente expoliado. Pudiendo haberse puesto siglos más tarde en este edificio de la plaza, sobre una
terraza y junto al otro (ajeno a esos linajes).
BAJO ESTAS LÍNEAS: Estirpe y descendencia de Pedro de Castilla y Salazar, casado con Beatriz de Fonseca y Ulloa. Su único hijo (Pedro), habría
dejado embarazada en 1468 a Juana de Avis, reina de Castilla y mujer de Enrique IV. De este trance, nacerían Pedro Apóstol de Castilla y Andrés
Apóstol de Castilla; quienes no conocieron a su madre, debido a que la repudia el monarca (en el tratado de Toros de Guisando), al conocer que
estaba esperando hijos ilegítimos. Nacieron esos gemelos en secreto, en Buitrago de Lozoya (a comienzos de 1469) y no fueron bautizados hasta
1470, en Medina del Campo. Más tarde, la madre sería recluida en el Convento de San Francisco, en Madrid, donde aparece envenenada en 1475;
poco después de que su hija Juana (La Beltraneja) se casase con el rey de Portugal y se sublevase contra su tía Isabel. Proclamándose Juana I, reina
de Castilla; en Trujillo (mayo de 1475). De Pedro Apóstol de Castilla y su segunda mujer (Juana de Mendoza); nace una larga saga que pasa a
Canarias, cuyos descendientes actualmente perviven.
2º hijo- Pedro Ruiz de Ulloa y R. de Fonseca -Pedro de Ulloa y Fonseca-, con nombre a la castellana (tomando el paterno primero), fue: Señor de
Villal-Barba y Señor de Villanueva de Cañedo. Casado con Isabel de Quijada, descendiente de los Quiñones; hija del Señor de Villagarcía de Campos
(Juan de Quijada). Según transmite Vasallo Toranzo, tuvieron ocho hijos; cuatro varones y cuatro mujeres. Dos de las hijas, profesaron como monjas
en el Convento de Sancti Spíritus de Toro; las otras se casaron con Juan de Avendaño y con Pedro Solís. Peor suerte tuvieron sus hijos, pues tres
mueren sin descendencia; uno de ellos asesinado en Castronuño durante la guerra de los Isabelinos y Betranejos. Más tarde, luego fallecen sus
hermanos y tan solo queda Alonso de Fonseca y Quijada el obispo del que luego se hace el mayorazgo. Este prelado Alonso reedifica las principales
casas de Toro de su familia, junto a la plaza de la Colegiata; un inmenso palacio que llegaba desde allí, hasta la calle Virgen. Narrando Vallejo Toranzo
que la decora con piezas de la Almoneda de la Reina Católica, compradas en 1505. Sobre su hijo asesinado, sigue diciendo el autor que tuvo un hijo
llamado Gutierre de Fonseca, un hombre violento que zanjó la disputa de su padre con Rodrigo de Ulloa, matando al alcaide de Toro (Juan Vázquez).
Este primogénito del obispo Alonso, llamado Gutierre hereda el mayorazgo y para arreglar su asesinato le casaron con una hija de Rodrigo de Ulloa,
llamada Catalina de Ulloa a Gutierre, que muere en 1515 (32) .

2-a) Beatriz de Ulloa y Fonseca Quijada, que se casó con Juan de Avendaño y Mendoza; señor de Urquizupues.

2-b) Blanca de Fonseca, casada con Pedro de Solís, III señor de Solís.

2-c) Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada; obispo de Ávila, Cuenca y Osma; señor de Villanueva de Cañedo. Fue uno de los más fervientes defensores
de la reina Isabel I, como pretendiente a la corona (en las luchas contra Juana la Beltraneja). Siendo su labor importantísima en la Batalla de Toro,
donde guió a las tropas de Fernando e Isabel, para tomar la ciudad. Como dato curioso diremos que fue el restaurador del Castillo de Villanueva de
Cañedo, (en Topas, a pocos kilómetros de Salamanca); donde creó un maravilloso palacio para que allí viviera su amante: Teresa de las Cuevas. Con
ella tuvo cuatro hijos: Gutierre (legitimado como vástago) y heredero del mayorazgo; Fernando, Ana e Isabel.

2-d y e): dos hijas, que profesaron como monjas en Sancti Spíritus de Toro.

2-f, g y h): tres hijos que mueren muy jóvenes; uno de ellos asesinado en Castro Nuño, durante las guerras contra La Betraneja.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes del castillo de Villanueva de Cañedo, que fue
comprado por el obispo Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada, para su amante Teresa de las Cuevas; con la que tuvo cuatro hijos. La fortaleza,
reconstruida durante el siglo XV, se entrega a los Reyes Católicos. Años después lo adquiere el obispo Alonso de Ulloa y Fonseca, quien lo remodela,
convirtiéndolo en un bello palacio del Renacimiento. Desde entonces se denominó Castillo del Buen amor, debido a que fue decorado y
remodelado por el prelado, con un enorme cariño, para mantener allí a su amada y a los hijos que tuvo con ella ( Gutierre, Fernando, Ana e
Isabel, de Ulloa Fonseca y de las Cuevas). Tras la muerte de los descendientes del obispo Ulloa y Fonseca, este castillo conocido como el del Buen
Amor, tuvo varios propietarios, entre los que se destacó el duque de Sexto y el famoso marqués de Ivanrey. Finalmente, hace medio siglo, lo
adquiere una meritoria familia de Salamanca; cuyo hijo fue un famoso Abogado del Estado y alcalde de la ciudad (Fernando Fernández-
Troconiz). Tras mantenerlo como finca de recreo durante decenios, decidieron restaurarlo y convertirlo en un hotel de lujo (respetando su estructura
y arquitectura). Gracias a la familia Fernández-Troconiz, no solo se ha conservado perfectamente el edificio; además, se ha logrado que muy cerca de
Salamanca haya un hotel-fortaleza, de alto lujo y privado.
Antes de terminar las anotaciones sobre esta estirpe de los Rodríguez de Fonseca y Quijada (que catalogamos como segunda); indicaremos
algunos datos que nos ofrece también Luis Vasallo sobre sus palacios. Explicando en su libro “Arquitectura en Toro” (33) que hubo dos grandes
edificios construidos en la villa, por esta rama de los Fonseca y Quijada. El primero, fue el famoso palacio de los señores de Villanueva de Cañedo,
situado frente a la Colegiata, con fachada a la plaza de esta iglesia y entre las calles Caballeriza del Conde y calle Berceras. Ocupando una enorme
manzana, donde -según Vasallo Toranzo- edificó un enorme edificio Gutierre de Fonseca (el homicida ya mencionado, que hubo de casarse con la
Ulloa para reparar la muerte del alcaide de Toro). De tal modo, el autor cita que en 1511, este hijo del obispo Alonso Fonseca Quijada y de su
amante Teresa de las Cuevas, arrendó un horno a cambio de que fueran entregándole ladrillos cocidos, para elevar una casa en Toro. Levantando un
gran palacio, con dos torres (hoy desaparecido) y donde sabemos que en 1519 se aposentó Juana de Castilla -llamada la loca-; debido a que en
Tordesillas había una epidemia de Peste. Asimismo, hay documentos que afirman como en 1525 se construye en su interior una gran galería, ya que
en su parte trasera tenía enormes jardines interiores -aunque del referido palacio, el único rastro que existe es un escudo en la calle Caballerizas-.

Asimismo, Luis Vasallo, cita otra casona que perteneció a esta línea de la familia Fonseca Quijada -idem (33) -; sita en la Calle Reina, muy cerca
del posterior palacio de los marqueses de Alcañices. Gran edificio donde se recuerda que estuvo preso Pedro I, a mediados del siglo XIV; cuando la
terrible madre de este monarca le engañó para que cayese en manos de sus enemigos (logrando capturarle en Toro). Este palacete lo compraría
ciento cincuenta años más tarde Alonso de Fonseca y Quijada; el obispo enamorado de Teresa de las Cuevas, para la que también adquirió y
remodeló el castillo del Buen Amor (en Topas, Salamanca). De quien hemos de recordar, era padre del famoso Gutierre; violento personaje que
levantó el edificio de la Calle Berceras y del que hemos hablado antes -al tratar sobre el palacio de los Villanueva de Cañedo (señorío y lugar donde
se halla el castillo del Buen Amor, en la comarca de Topas)-. Continuando con el palacio que compró su padre, el romántico prelado Alonso de
Fonseca Quijada -donde habitaba, en Toro-. También nos dice Vallejo Toranzo que fue vendido a su muerte y adquirido por un antecesor de los
marqueses de Alcañices, llamado Francisco Enríquez. Quien picó los escudos de Fonseca que lucía a su entrada y mutiló la arquitectura; para
regalarlo finalmente al arzobispado (pasando a llamarse por ello “del Obispo”). De tal modo, al hacerse el enorme palacio de los marqueses de
Alcañices, una parte, se adosó como “resto” a su fachada. Por todo lo que durante el siglo XVII fue dejándose en desuso, desvirtuándose su
estructura; llegando al XX casi derruido -aunque recientemente se ha recuperado (al menos en su fachada, tal como podemos ver en las fotos
siguientes)-.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de la calle reina y de los
edificios antes citados. Arriba, el palacete que fue del obispo Alonso de Fonseca y Quijada, totalmente reconstruido. Al lado, situación del
edificio, junto al palacio de los marqueses de Alcañices. Abajo, el enorme palacio de Alcañices en Toro.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, señalado en el mapa de Toro,
donde estaba el palacio de los Señores de Villanueva de Cañedo. Abajo, En este lugar que vemos en foto, estuvo el famoso palacio de los señores
de Villanueva de Cañedo; entre la plaza de la Colegiata, la Calle Caballerizas del Conde y la Cuesta Berceras. Muy cercano al más antiguo solar de
los Fonseca, que entregó Juan I a Pedro Rodríguez de Fonseca, tras el exilio de Aljubarrota.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, la Calle Berceras y Cuesta
Empedrada, donde se situaba la parte posterior del palacio de los Señores de Villanueva de Cañedo. También estaba junto a esta cuesta, la
casona mencionada y entregada al del primer Fonseca asentado en Toro; con fachada a esta Cuesta Empedrada. Abajo, plaza de la Colegiata y
lugar donde se asentaba el palacio de los señores de Villanueva de Cañedo, en el que habitó Juana la Loca durante la epidemia de peste de
Tordesillas, en 1519.

ABAJO, genealogía de la segunda Estirpe nacida de Beatriz de Fonseca y Juan A. Ulloa (esquema mío).
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro genealógico de los señores de Villanueva de Cañedo, realizado por Vasallo Toranzo y presentado en
su libro LA ARQUITECTURA EN TORO -ver (18) -. Abajo, la misma línea, tal como la recoge en su obra LOS FONSECA: LINAJE Y PATRONATO
ARTÍSTCO -ver (13) -
3º hijo- Hernando -ó Fernando- de Fonseca Ulloa: famoso guerrero, asesor militar y consejero de los Reyes Católicos que hereda el señorío de Coca
y Alaejos, desde su hermano menor (Alonso de Fonseca I, “el viejo”, arzobispo de Sevilla, que los había fundado). Debemos creerle nacido antes de
1510 y por lo tanto sería cinco, o diez años, mayor que el referido Alonso; al que yo considero uno de los últimos hijos de Beatriz de Fonseca y Juan
A. de Ulloa. Sabemos que ocupó el cargo de Ayo de Isabel la Católica; actuando como protector o cuidador de esta princesa, cuando era una niña y
vivía casi en el abandono de la Corte. Educada desde 1555 a 1562 como una “noble más”, en Arévalo; tras la muerte de su padre (Juan II). Por su
parte, Fernando de Fonseca se convirtió con e tiempo en una especie de “condotiero” hispano; siendo el brazo armado del famoso Alonso I (el
viejo), que ocupó sedes episcopales de la importancia de Santiago, Ávila o Sevilla. Al que ayudó y apoyó en todo; habida cuenta que este arzobispo
Fonseca participó activamente en la política y hasta en las peores intrigas. Interviniendo también Fernando Fonseca en las pugnas de la nobleza,
durante las guerras civiles entre Enrique IV y sus hermanastros. Siguiendo primero la causa de unos y luego de otros, pero debiendo aceptar,
finalmente, la candidatura de Alfonsito, el hermano de Isabel la Católica (muerto en 1468, un año después que él). A este Hernando o Fernando;
Alonso I de Fonseca (el viejo), lega su herencia, testando en 1460 en favor de él, dejando los señoríos y mayorazgos que el obispo había establecido
en Alaejos y en Coca. Siendo Fernando el segundo en ocupar este rango; que no llega a recibir del todo, pues premuere a su legador; luchando en
favor del rey Alfonsito en 1467. De este modo, aunque el arzobispo Alonso Fonseca I deja a Fernando el mayorazgo de Coca y Alaejos, debido a que
necesitaba ausentarse de común y no podía atender estos castillos. Los señoríos revierten de nuevo al que los había entregado, debiendo ejercer
Alonso “el viejo” como dueño de ambas localidades, hasta que le llega la muerte en 1573 (momento en que el mayorazgo pasará a su sobrino, el
primogénito de Fernando). Por su parte, ambos hermanos se ven obligados a participar en la guerra y sublevación de algunos nobles, desde 1464;
apoyando al bando de Alfonso el infante (tras haberse manifestado fieles a los rebeldes). Debiendo presentarse Fernando en la Batalla de Olmedo
en 1467, junto a ciento cincuenta soldados -que él pagaba, para defender las referidas filas del hermano de Isabel (la posterior reina Católica)-. Allí
encontrará la muerte Hernando, tras recibir un lanzazo del mismo Beltrán de la Cueva; favorito real, que iracundo buscó al Fonseca, para “darle su
merecido”. Ya que esta familia, poco antes era partidaria del rey Enrique.

Esta relación entre Beltrán de la Cueva y los Fonseca, hizo que previamente a alcanzar Olmedo, los partidarios de Enrique IV parasen en Coca, donde
el arzobispo Alonso intentó que desistieran ir a batalla; sin lograr el prelado persuadir al rey para que no se enfrentase contra los que apoyaban a su
hermanastro. Recodemos que a Beltrán de a Cueva se atribuía la hija primera de Enrique IV (Juana la Beltraneja) y fue el que finalmente mata a este
Fernando de Fonseca en Olmedo, al seguir la causa de Alfonsito. Ya que tras el nacimiento de Juana y los escarceos de su madre (esposa del rey) con
Beltrán de la Cueva y otros; decide el infante Don Alfonso sublevarse contra su hermanastro, proclamándose rey en 1465 (con apenas doce años).
Más tarde y tras fallecer Alfonso -en extrañas circunstancias-, se celebraron esponsales entre Juana la Beltraneja y el duque de Guyena (teniendo la
niña apenas ocho años). Todo lo que hizo pensar que -posiblemente- el rey había ordenado envenenar a su hermano Alfonsito, muerto en 1568.
Finalmente, la reina Juana de Avis queda embarazada de un sobrino de los Fonseca (Pedro de Castilla y Fonseca), debiendo repudiarla Enrique IV en
Guisando; pacto en el que Alonso de Fonseca el viejo actúa como uno de los más importantes representantes. Tras el repudio, aumentaron las
sospechas de que su hija (la princesa Juana) viniera desde el Valido (Beltrán de la Cueva), sin ser engendrada por el rey. Todo lo que hace que Isabel
(hermana de Alfonsito y hermanastra del rey) se proclame soberana de Castilla en 1575, cuando muere Enrique IV; siendo esta La famosa Reina
Católica. Cuando tratemos sobre el Señorío de Coca y Alaejos, volveremos a la figura de Fernando de Fonseca; padre de Alonso, Antonio y Juan. Los
dos primeros fueron famosos guerreros y el tercero un influyente prelado en tiempos de los reyes Católicos.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes de la tumba de
Fernando de Fonseca y de su segunda mujer, Teresa de Ayala; sepulcro conservado en Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos
permita divulgar la fotografía). Esta iglesia y sus tumbas se construyen bajo el mecenazgo del obispo Juan Rodríguez de Fonseca Ayala y de su
hermano Antonio (quien tras morir el prelado, en 1524, sigue con las obras hasta que él fallece -en 1532-). Las trazas fueron planteadas y levantadas
por los arquitectos Juan de Ruesga y Diego Rodríguez (que había trabajado con Antonio Fonseca en el castillo, cuando este lo hereda). Los sepulcros
se encargaron por el prelado (Juan R. Fonseca) a Bartolomé Ordoñez; quien realizará todas las tumbas que podemos encontrar en el templo mayor
de Coca. Arriba, vista general de las magníficas esculturas; cuya calidad y estado tan solo podremos ver en lugares como la Catedral de
Burgos. Al lado, mi mujer junto a ellas, para comprender la escala. Abajo, detalle del sepulcro visto de frente.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más de la tumba de Fernando de Fonseca y de su
segunda mujer, Teresa de Ayala; en Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía). Detalles de las
maravillosas esculturas de Bartolomé Ordóñez. Añadiremos que en la inscripción pone que ambos murieron en 1463; aunque esa es la fecha de
fallecimiento de ella (Teresa de Ayala); pues Fernando de Fonseca cae en la Batalla de Olmedo, en agosto de 1467.
BAJO ESTAS LÍNEAS: descendientes de Fernando de Fonseca, en las dos estirpes creadas por sus matrimonios con María de Avellaneda y con
Teresa de Ayala.
Fernando de Fonseca tuvo dos mujeres que dejaron descendencia (y otra que le sobrevivió, quedando viuda en
1467; de la que -al parecer- también necieron dos ñinas):

– DESCENDIENTES DE FERNANDO DE FONSECA Y ULLOA, EN SU PRIMER MATRIMONIO CON María de Avellaneda y Fajardo, Degadillo y
Quesada (Nieta de Alonso Yáñez Fajardo, II señor de Alhama, de Molina, de Mula y de Lebrilla). Fue madre, junto a Hernando Fonseca, de: Alonso
Fonseca y Avellaneda, III Señor de Coca y Alaejos. Título heredado desde su tío, el arzobispo Alonso Fonseca “el Viejo”; que lo lega al que su
hermano, Fernando (padre de este Alonso) y que murió en la batalla de Olmedo en 1467. Por lo que al fallecer el arzobispo, pasa definitivamente el
título al sobrino.

I-3a) Alonso de Fonseca Avellaneda -III señor de Coca y Alaejos-: Casado con María de Toledo, hija de Fernando Álvarez de Toledo, I conde de
Oropesa (rama principal de los actuales duque de Alba) y de Mencía Carrillo. Debemos suponerle nacido en fechas similares a la Reia Católica (hacia
1552) y sabemos que murió en 1505; a consecuencia de los problemas que surgieron cuando su primera hija (María de Fonseca) no quiso casarse
con su primo -el hijo de su hermanastro, Antonio-, tal como se había estipulado, para que el mayorazgo pasase a un nieto de ambos. Su aparición en
la vida pública sucede cuando muere su tío el arzobispo Alonso (el viejo) y él se declara heredero del señorío de Coca y Alaejos. Momento en que
muchos de sus primos rechazan esta herencia, argumentando que el testamento del prelado se había perdido; exigiendo que se repartan las
riquezas y señoríos del famoso arzobispo de Sevilla y Santiago. Debido a ello, Alonso de Fonseca y Avellaneda se ve forzado a tomar testimonio de
sus hermanos y de sus criados, quienes reconocen ante un juez que el viejo clérigo siempre quiso legarle a él todos sus bienes. Una tesis que se
apoyaba en el hecho de que aquel anciano obispo, antes los había legado a su padre (Fernando); dejando así todo, Alonso I de Fonseca (el viejo) a su
hermano mayor; quien no pudo continuar con la posesión cuando muere en Olmedo, en 1467. Pese a ello, fueron varias las pugnas judiciales entre
primos, por la referida herencia; aunque al reconocer los tres hijos de Fernando que el clérigo quería dejar todo a este Alonso (primogénito familiar),
los pleitos se resolvieron finalmente a su favor (34) .

Tal como recogemos, desde 1473, momento en que hereda el señorío de Coca y Alaejos, junto a la fortuna y enseres de su tío (Alonso, el viejo); salta
a la vida social, como uno de los principales representantes de los Fonseca. Es así cuando participa en las guerras entre beltranejos e isabelinos,
tomando parte muy activa en la famosa Batalla de Toro. Que -en parte- se gana gracias al asesoramiento prestado por este Alonso de Fonseca y
Avellaneda, junto al de su hermanastro, Antonio Fonseca y Ayala. Debido a que eran originarios de Toro y conocían no solo las peculiaridades de esta
villa, sino también a muchos de sus principales, con los que pudieron hablar para que cambiasen de bando. Asimismo, el hecho de que Juan de
Ulloa, al declararse beltranejo, como alcaide, pusiera Toro en manos de los portugueses, expulsando en 1474 a la anciana Beatriz de Fonseca de la
ciudad. Avivó más el instinto guerrero de estos familiares de la exiliada, especialmente de sus nietos Alonso y Alfonso, cuando tuvieron que
refugiarla en Alaejos. De ese modo fue como lucharon en favor de Isabel, sin dudas ni recelo; logrando ocupar puestos de gran importancia tras la
victoria de Isabel, cuando fue declarada definitivamente reina (después de la derrota de los beltranejos) (35) .

Asimismo sabemos, que tras heredar Alaejos y Coca; se centró en la reconstrucción del primer castillo, decorándolo a modo mudéjar (tal como por
entonces era la moda llagada desde Andalucía y que hasta Alaejos venía de poblaciones tan cercanas como Medina del Campo, Madrigal o Arévalo).
Consecuentemente, hasta que no finalizó la guerra entre isabelinos y beltranejos (en 1480), Alonso no comenzó las obras del castillo de Coca, que
acometió con enorme ilusión un decenio más tarde y sin reparar en gastos (invirtiendo en ellas más de quince millones de maravedíes, lo que hoy
serían unos 15.000.000 de euros). Para realizarlas se sirvió de una familia de alarifes que ya conocía, llamados Al Farax; cuyo yerno era uno de los
más sofisticados arquitectos mudéjares. El famoso Ali Caro, que terminó el castillo con tanta profesionalidad como ilusión, pasando a bautizarse al
finalizar la obra, adoptando como nombre y apellido, el de su patrono: Alonso de Fonseca. Tras haber logrado crear un edificio que Torres Balbás
calificó como la más bella obra hispano árabe, del Renacimiento (36) . Acerca de este castillo, sus peculiaridades estéticas y sus sistema defensivo,
hemos tratado ampliamente en nuestra parte primera de la LEYENDA DE MARÍA DE FONSECA Y RODIGO DE MENDOZA (37) . Del mismo modo,
recomendamos leer lo que escribe Luis Vallejo en su libro “LOS FONSECA: LINAJE Y MECENAZGO”, en el capítulo intitulado “Alonso Fonseca y el
gusto morisco”; donde describe minuciosamente cómo era la moda hispano-árabe del Renacimiento.

Terminaremos el relato sobre la vida de Alonso de Fonseca y Avellaneda, narrando los pormenores sucedidos con su hija María, cuyo noviazgo y
boda parece que le llevó a la tumba. Tal como relatamos más abajo, cuando resumimos la vida de María de Fonseca. Quien se negó a casarse con su
primo (boda acordada por su padre y su tío Antonio); llegando a celebrar un matrimonio secreto con Rodrigo Díaz de Mendoza, conde de El Cid. Tras
aquello, todo fueron problemas y terminaron encarcelando a la madre (por haber consentido el enlace de conciencia); al igual que María fue hecha
presa, después de negarse a admitir su destino como esposa de un primo suyo. Todo lo que creo un sinfín de problemas al padre, que muere en
1505, tras los pleitos y reclamaciones que su hermano Antonio le pone, al no haberse celebrado la boda concertada entre María y su hijo (Pedro).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: el castillo de Coca, tal como lo reconstruyó Alonso
de Fonseca, entre los años 1485 y 1500 (bajo la dirección del alarife Ali Caro).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de la tumba de Alonso de Fonseca y
Avellaneda, acompañado de su madre, María de Avellaneda y Fajardo (primera mujer de Fernando de Fonseca); sepulcro conservado en Santa
Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía). El curioso hecho de que Alonso no se halle junto a su esposa
(María Álvarez de Toledo); nace del enfrentamiento que hubo entre ambos cónyuges, al consentir la mujer que su hija (María) se casase en secreto
con en conde de Cenete (Rodrigo Mendoza). Tras ello hubo una verdadera confrontación familiar, en la que el marido culpaba a la progenitora de
haber motivado la desgracia de todos; pues él había concertado la boda con su hermanastro, para que los primos se casasen y el mayorazgo no
saliera de la línea Fonseca. Así fue como María fue obligada a casarse con su primo Pedro, tras enormes problemas y años de discusiones (incluido
de encierros); engañada al comunicarle que el conde de El Cid (su marido) había sido degollado por orden de la Reina Católica. Aunque al enterarse
de que Rodrigo vivía y estaba preso en Simancas, todo fue a peor; sin aceptar las condiciones de su boda. De tal manera y por estos motivos, la
madre fue apresada en Alaejos durante años; mientras María pasó a residir algunos días en Medina, junto a Isabel la Católica, quien la intentó
convencer de que aceptase la boda. Aunque, no logrando que lo hiciera y tras morir la soberana; fue encerrada en una torre en Zamora y más tarde
en Arévalo. Poco después, su padre, moría a consecuencia de los problemas y pleitos demandados por su hermano Antonio; quien al final se hizo con
el castillo, reclamando el mayorazgo como suyo. Al lado, vista general del magnífico sepulcro labrado por Bartolomé Ordóñez. Abajo, las tumbas y
mi mujer a su lado, para comprender escala.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del sepulcro de Alonso de
Fonseca y Avellaneda, junto a su madre María de Avellaneda y Fajardo (primera mujer de Fernando de Fonseca); conservado en Santa Ma. la
Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía). Vista superior y detalle de los rostros. Como podemos observar, las
estatuas de Bartolomé Ordóñez y las tumbas, son de una calidad inigualable; tan solo comparables con las que podemos ver en catedrales como la
de Burgos.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, el sepulcro Alonso de Fonseca y Avellaneda, con
su madre, María de Avellaneda y Fajardo, en Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía). Detalles de
las cabezas de los representados en la maravillosa tumba, que encargó su hermano (Juan R. de Fonseca) y esculpió B. Ordóñez hacia 1520.
Alonso de Fonseca y María de Toledo fueron padres de:

I-3a.a) MARIA DE FONSECA Y TOLEDO: Casada con Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, conde de Cenete y del Cid. Padres ambos de: Mencía,
Catalina y María de Mendoza.
Tal como hemos narrado en la leyenda sobre “MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR: Romeo y Julieta del Renacimiento español” (38) ;
esta hija primera de Alonso, quedó prendada cuando conoce al primogénito del cardenal Mendoza. Un guerrero ya maduro y viudo, a quien el padre
había puesto el nombre y apellidos de El Cid, debido a que cuando Rodrigo nació, el progenitor aun era un prelado sin gran fuerza en la Corte,
siendo imposible reconocer a sus vástagos. De tal modo se crió el primer hijo del prelado Pedro de Mendoza entre la nobleza, pero como bastardo;
siendo adiestrado para la guerra y las artes, tal como educaban a los descendientes del Marqués de Santillana. Finalmente, tras sus luchas y
logrando haber sido nombrado marqués de Cenete y conde de El Cid; después de enviudar y viajar por Italia, conoció a la joven María de Fonseca,
quedando los dos enamorados. Pese a ello, el tío de la novia se negó a tal boda, reclamando que María debía casarse con su hijo (Pedro) para que el
mayorazgo quedase en la familia. Trato al que se vio obligado a acceder el padre de ella (Alonso), hermanastro de Antonio; quien había heredado
Coca y Alaejos, gracias a la ayuda y autorización de este que ahora le exigía casar así a los hijos de ambos. Pese a ello, el matrimonio con su primo
Pedro (casi diez años más joven) no gustaba a la pretendida, ni a su madre -la mujer de Alonso-; por lo que en junio de 1502 celebraron una boda
secreta (en Coca).

No quiso, o no pudo enterarse el padre de tal enlace -de conciencia-, llevado a cabo en las cercanías del castillo (algunos dicen que entre los pasajes
de este) y cuando propuso Alonso a su primogénita el matrimonio con su primo Pedro (unos siete años menor); ella se negó. Pronto se enteraron
todos de la situación de la prometida, pues los recién casados pidieron ayuda al cardenal Cisneros y a la Reina Católica, para que diera por válido el
matrimonio secreto. Aunque ni el prelado, ni menos la soberana, atendió a sus razones. Tanto insistieron y tan fuerte fue la negativa de María a
seguir las órdenes paternas, que Isabel I (muy enferma) le escribió desde Medina del Campo varias cartas, solicitando que fueran a hablar con ella la
madre y la hija, para que aceptasen el matrimonio concertado por su progenitor. Ya que su tío (Antonio de Fonseca) había sido una de las personas
más influyentes en la Corte de los reyes Católicos -actuando como capitán general, embajador y contador del reino- (39) .

Finalmente, ante la insistencia del conde de El Cid por validar su matrimonio en el Vaticano y la renuncia de María a casarse con su primo; fue la
misma reina quien mandó capturar a Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, encarcelándole en Simancas (para evitar que asaltase el castillo de Coca y
rescatara a su mujer, tal como e se había propuesto). En este momento (primavera de 1504), dicen a María que Isabel la Católica había mandado
degollar al marqués de Cenete, tras tenerle preso, acusado de intentar asaltar el castillo de los Fonseca. Accediendo la “viuda” a casarse con su
primo, solo por no quedarse sola. Celebrándose la boda en verano de 1504, en el patio del castillo de Alaejos y asistiendo toda la familia;
especialmente sus tíos: Antonio (padre del novio) y Juan (obispo de Paencia y embajador de los Reyes Católicos). Pese a ello, parece que la novia se
negó a consumar el matrimonio, por lo que el problema legal debió volver a los inicios. Dicen que el asunto y la boda llegó hasta oídos de la reina
Isabel, quien al saber que María contrajo matrimonio creyendo que el marqués de Cenete había sido mandado decapitar por ella; consideró todo
una tremenda situación. Fue así como se llevó en octubre de 1504 a la recién casada hasta Medina del Campo, donde le dio alojamiento y respaldo,
pero sin soltar de prisión al verdadero marido (Rodrigo). Allí recogió en sus estancias a María de Fonseca, a quien dieron su apoyo y amistad las
damas de la Corte que asistían a la reina Católica (muy enferma y a punto de morir). Viviendo la recién llegada junto a mujeres de la talla de Beatriz
Galindo y las más ilustres nobles de Castilla, que prestaban su ayuda a la soberana y se compadecían de la pobre enamorada (40) .
Pero al morir Isabel I, en noviembre de 1504, los familiares vinieron a buscar a María hasta Medina del Campo, para encerrarla en una torre de los
condes de Alba y Liste (o Aliste). Allí, en tierras de Zamora estuvo encerrada durante casi un año, mientras que el marqués de Cenete fue liberado
por el nuevo regente (Fernando el Católico). Momento en que dicen, aprovechó este Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, para atacar el castillo de
Coca. Sin tener éxito en su asalto, porque uno de sus criados le traicionó, llevando una misiva hasta Alonso (el padre de María), comunicando que su
señor se disponía a tomar la fortaleza. Fue este el único asedio que sufrieron en toda su historia las torres de Coca; en el que -además- la traición
obligó a retirarse a los que decidían entrar en ellas. Pues sabiendo el de Fonseca que venía Rodrigo con la intención de hacerle preso, para liberar a
su hija María. Preparó aceite hirviendo, que derramó sobre el celoso conde de El Cid, cuando se dispuso este a parlamentar junto a las murallas. El
vertido de esta brea ardiendo casi mata al enamorado marqués de Cenete, del que se dice quedó marcado en su cara; debiendo retroceder el de
Mendoza y desistir en su misión. Por su parte, a tantas agresiones y problemas, se unió un pleito que demandaron a Alonso (señor de Coca) su
hermano Antonio y su hijo (Pedro), pidiendo el mayorazgo para él o para su primogénito; que se había casado con María. De tal modo, cargado de
problemas y teniendo encarcelada todavía a su mujer Mayor de Toledo, en Alaejos; testó Alonso de Fonseca, desheredando a María y a su esposa
(Mayor), muriendo en 1505 (41) .

Fue en esos días de 1506, cuando llegó a España Felipe el Hermoso, instituyendo una nueva Corte en Burgos; grupo de nobles al que se incorporó el
marqués de Cenete y conde de El Cid, bajo la promesa ante el “nuevo rey” de no volver a ver a María (ni menos, atacar a nadie, para recuperarla).
Durante este tiempo, se disputaba el gobierno y la regencia de Castilla; habiendo propuesto las Cortes de Salamanca, que fueran reyes Juana y
Felipe, bajo el mando de Fernando el Católico. Por todo ello y debido a la mala relación entre el nuevo monarca -Felipe el hermoso- y su suegro, los
Fonseca cayeron en desgracia. Momento en que el de Cenete logró que María fuera trasladada a Burgos, para ser internada en una celda de Las
Huelgas Reales. A los pocos meses (septiembre de 1506), murió el mencionado “rey Felipe” (de un síncope o envenenado) mientras jugaba a la
pelota en Burgos. Allí se encontraba Rodrigo Díaz de Vivar, que aprovechó el enorme revuelo de la ciudad; para llegarse hasta el monasterio de las
Huelgas y sacar a María. De este modo, en pocos días, logró alcanzar el castillo de Jadraque, junto a su amada. Donde se encerró, para nunca más
ser molestado; quizás bajo un pacto de aceptar la muerte de Felipe el Hermoso, a cambio de rescatar a su enamorada. Fue así como llamaron a un
monje una semana después, para que de nuevo bendijeran la unión entre Rodrigo y María; quienes un año más tarde tuvieron su primera hija, a la
que pusieron por nombre Mencía de Mendoza y Fonseca -idem (41) -.

Durante un largo tiempo residieron en Jadraque, cuyo castillo y palacio mejoró el conde de El Cid; pero poco después fueron a Granada, donde
nacerían sus siguientes vástagos. Que fueron tres más: Rodrigo, que muere de niño, Catalina -la segunda- y María, que será la última (aunque
heredó los títulos de la madre, por muerte sin descendencia de sus hermanas). Finalmente se trasladan a Granada, donde en tierras del Cenete (o
Zenete) decide Rodrigo elevar un palacio dentro del castillo de La Calahorra. Creando uno de los más bellos monumentos del Renacimiento, en
memoria de su amor por María; terminando en menos de un año el palacio de La Calahorra, del que hemos hablado extensamente en nuestros
anteriores artículos -ver cita (37) y consultar nuestra LEYENDA SOBRE LA MOTA DEL MARQUÉS -.

Para terminar, recogeremos las palabras que escribí sobre Rodrigo y María, en la referida leyenda. Donde narraba como fueron recibidos en
Andalucía, por el conde de Tendilla, primo de Rodrigo, que les alojó un tiempo en la Alhambra. Aunque con el paso de las semanas, la relación
familiar se tensó, al saberse la fortuna que deseaba gastar el conde de El Cid, para reconvertir el castillo de La Calahorra en un palacio de tipo
italiano y con jardines semejantes a la Alhambra. Finalmente, la construcción del enorme edificio, en memoria del amor entre María y Rodrigo,
comenzó en 1509; viniendo para diseñarlo algunos de los mejores arquitectos de España y de Italia (como Lorenzo Vázquez o Michele Carlone). A los
que acompañaron grandes alarifes, maestros del mudéjar, encargados de los patios y de las zonas hispano árabes (los zaragozanos Ybraym Monferriz
y Mahoma de Brea). Logrando completar el edificio en tan solo cuatro años; y pudiendo vivir en él sus señores desde 1513. Más tarde, diversas
vicisitudes llevarían a Rodrigo y María a necesitar viajar, pasando sus días entre Ayora (actualmente Albacete, antes Valencia) y La Calahorra de
Granada. Finalmente, tras veinte años de amor, con todo tipo de problemas; y doce de matrimonio, medianamente normalizado. María de Fonseca
cayó enferma y falleció en 1521. Al morir ella, de nuevo el marido quiso ir a la guerra, luchando ferozmente contra la revuelta de Las Germanías -los
Comuneros de Valencia-; siendo hecho preso en Játiba en 1522 y muriendo de fiebres un año más tarde (después de que su hermano Juan, le
hubiera liberado del famoso fuerte llamado de Xátiva) -ver (42) -.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro de María Carrera
que representa el castillo de El Cid, en Jadraque. La fortaleza fue comprada a mediados del siglo XV, por el cardenal Mendoza, para rehabitarlo y
convertirlo en un palacio. Lo regaló a su hijo (Rodrigo Díaz de Vivar); cuando en sus primeras nupcias, contrajo matrimonio con la hija de los duques
del infantado -aunque al poco de estar allí los recién casados, enviudó de ella-. Finalmente, vivieron en este castillo María de Fonseca y su
enamorado Rodrigo, antes de pasar a residir en La Calahorrra (Zenete, Granada). Al lado, La Calahorra en Guadix, junto alto del Mulhacén; exterior
del castillo convertido en palacio por Rodrigo, marqués de Cenete y conde de El Cid -para rememorar el amor infinito hacia su esposa María de
Fonseca-. Abajo, dibujo mío de María y Rodrigo. Él, desde un retrato tomado de su tumba en el convento de Santo Domingo de Valencia. Ella, en un
retrato imaginario, desde una descendiente de los Fonseca de Toro.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, tumba de María de Fonseca y Rodrigo
Díaz de Vivar (marqueses del Zenete y condes de El Cid); en el Monasterio de Santo Domingo, de Valencia (al que agradecemos nos permita
divulgar la imagen). Al lado, los sepulcros que encargó a Italia su hija Mencía y que fueron hechos por Giovanni Orsolino y Iovanni
Carlone. Abajo, foto antigua tomada de la web VALENCIA EN BLANCO Y NEGRO, de Julio Cob; donde vemos el sepulcro desde sus pies.
I-3a.a/ 1º,2º,3º) Mencía, Catalina y María de Mendoza:
Las tres hijas de Rodrigo Díaz de Vivar Mendoza y de María Fonseca Toledo, fueron famosas por su enorme belleza y cultura. La mayor, llamada
Mencía (43) , nació en el castillo de Jadraque en 1508 y a los dos años desde que sus padres huyeran de Burgos. Fue educada por el gran humanista
de Valencia, Luis Vives; un hecho que le marcó de por vida. Al morir su padre, en 1523; heredó el condado de El Cid y el marquesado de Cenete y se
trasladó a Burgos, junto a la Corte de Carlos V; donde se casó con el famoso Nassau (Enrique III, conde de Nassau y de Breda, camarero del
emperador). Narra Giovanna de Calderón, que ese matrimonio fue concertado por el Emperador, para que la afortunada noble no se casase con los
Alba (familia de su madre); con el fin de que las familias españolas no tuvieran tanta fuerza y trasladar el poder hacia Europa. Había una enorme
diferencia de edad entre ambos novios, pues él celebraba su tercer matrimonio, con más de cuarenta años; mientras Mencía era una quiceañera.
Pese a todo, no le intimidó la situación y tan solo pidió la colaboración de Pedro Mártir de Anglería, para lograr enormes beneficios y prebendas, por
desposarse con ese íntimo amigo del rey Carlos I (siéndole concedidas las baronías de: Alberique, Alcocer, Alazquer, Gabarda y Ayora -entre otras-).
Tras su sonada boda en Burgos, en la que se celebraron hasta torneos y justas; vivió entre Flandes y su castillo de Jadraque, convertida en mecenas
de humanistas y pintores. Llegando a ser muy amiga de Erasmo de Rotterdam, de Ene Gossaert y otros pintores, como Van Orley, a los que mantenía
en su palacio de Breda (convertido en un centro de mecenazgo). Debido a la edad del marido, pronto quedó viuda (en 1538) aunque tan solo por
dos años; pues en 1540 volvió a casarse, pero esta vez con Fernando de Aragón, duque de Calabria, hijo del destronado rey de Nápoles.

Este segundo esposo de Mencía, era nieto de Alfonso V de Aragón y -asimismo- viudo de la famosa Germana de Foix; la segunda y última mujer de
Fernando el Católico. Contra la que se sublevó el pueblo valenciano, en la guerra de Comunidades (llamada Germanías). Revolución que resolvió
principalmente el Conde de El Cid, padre de Mencía; muriendo a consecuencia de haber sido apresado en el castillo de Játiba durante meses
-luchando en favor de Carlos V-. Por cuanto se entiende que, su hija, años después se casara con el que había sido marido de Germana de Foix
(Fernando de Aragón); que así fue nombrada virreina de Valencia. Narra Giovanna de Calderón, como en los prolegómenos de la boda -también
concertada por el Emperador- el novio no deseaba casarse, debido a que la pretendida exigía que expulsasen a su amante del reino valenciano;
aludiendo (además) que Mencía estaba bastante gorda -todo lo que Carlos I consideró “chiquilladas”-. Tras su sonada segunda boda, celebrada en
Ayora, ya no pudo volver a Jadraque; al no heber en ese castillo estancias suficientes para alojar a su servicio (pues, solo capellanes, tenía casi
cuarenta). Dedicando su vida al mecenazgo y a la ayuda a universitarios, tanto como al estudio y a las escuelas de Valencia; donde intentó fundar
una con enseñanza trilingüe. Llegó a formar una inmensurable colección de arte y una de las bibliotecas más importantes de la nación (tan solo
comparable con la de su abuelo, el cardenal Mendoza). Convertida probablemente en la mujer más rica y culta de España; siempre reclamó el
mayorazgo de Coca y Alaejos, que finalmente le fue restituido a los herederos de Antonio de Fonseca -tan solo, después de que muriese en 1523;
este al que ella consideraba un usurpador y que era su tíastro-.

Falleció Mencía en 1454, sin descendencia y sus títulos pasaron a su hermana menor, llamada María. Debido a que ya había desaparecido su otra
hermana (siguiente en línea de sucesión); la segunda hija de Rodrigo y María, llamada Catalina. Quien contrajo matrimonio con el marqués de
Berlanga, muriendo muy joven y sin descendencia (en 1526). Así fue como los títulos y numerosas posesiones de Mencía de Fonseca fueron
heredados por su hermana María; casada con su primo Diego Hurtado de Mendoza, hijo del duque del Infantado (a cuya familia regresaron las
posesiones de los Mendoza). Heredando María el título de condesa de El Cid y Marquesa de Cenete, cuyos descendientes aún perviven. Para
finalizar este bosquejo biográfico que hemos hecho sobre la primera hija de Alonso de Fonseca y Avellaneda (María), junto al de su marido e hijas;
en cita (44) recogemos lo que Óscar Perea Rodríguez, narra acerca del marqués de Cenete y de María de Fonseca, en su tesis doctoral dedicada a la
literatura de la época.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos retratos de Simon Bening, que se conservan en el Museo de Berlín (al que agradecemos nos permita
divulgarlos). Arriba, Enrique III de Nassau, conde de Breda; que se casó en 1524 con Mencía de Mendoza, hija de Rodrigo y de María de
Fonseca. Abajo, Mencia de Mendoza y Fonseca, hacia 1533, con unos veinticinco años; pintada por Simón Bening.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la tabla flamenca llamada “La Virgen de la
mosca”, expuesta en la sacristía de la Colegiata de Toro (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Como podemos ver en el
detalle (al lado), el manto rojo de La Virgen tiene una mosca pintada; realizando un juego óptico, para dar la sensación de que se ha posado
realmente sobre el cuadro. Esta obra se atribuye a varios pintores, entre los que destacan: Michael Sittow, Gerard David, Adrian
Isenbrand, Ambrosius Benson -e incluso, de Mabuse-. Actualmente, entre los expertos que más conocen el tema (José Navarro Talegón y Luis
Vasallo), se considera posiblemente un Van Orley. Asimismo, estos investigadores, la datan posteriormente a 1515; por lo que jamás podría proceder
de la “almoneda de la Reina Católica”. Es así, como Vasallo Toranzo cree que pudo ser legada por Juan Rodríguez de Fonseca y Ayala (obispo de
Palencia y embajador de los Reyes Católicos en Flandes) hijo tercero de Alonso de Fonseca Avellaneda, el III señor de Coca y Alaejos. También
considera la posibilidad de que fuera comprada, después de que este prelado falleciese en 1523, pensando que pudo traerla a Toro su hermano
Antonio. Aunque la hipótesis que prefiere, es que se encontrase en el legado que Juan R. de Fonseca deja a su hermano Antonio y a su sobrina
(Mayor), formado por una enorme colección de arte. Del mismo modo, Vasallo Toranzo mantiene que pudo tratarse de un regalo realizado en
Flandes por Margarita de Austria, a Antonio de Fonseca y Ayala; cuyos descendientes regalarían a la Colegiata, la tabla (45).

De tal modo, la obra procedería desde la colección de Margarita de Austria, hermana menor de Carlos I, que fue casada con el príncipe Juan
(fallecido adolescente) y más tarde enviudó de su segundo marido; quedando en Flandes como educadora y tutora de Carlos I (cuando los padres del
futuro emperador tienen que venir a España). Es Luis Vasallo, uno de los que defienden esta teoría; idea con la que otros expertos pretendieron
también atribuir la tabla a Michael Sittow; ya que en el inventario de la colección de Margarita de Austria, aparece un cuadro que representa a
Isabel la Católica, obra de Sittow. Pero el problema ante esta hipótesis, es que la obra no puede fecharse antes de 1515 (por su trabajo y técnica) y
no tiene relación estilística con la pintura de Sittow. Debido a ello, Vasallo Toranzo considera que es un Van Orley, adquirido por Margarita de Austria
y más tarde regalado -o comprado- por Antonio o por Juan Rodríguez de Fonseca; finalmente, legado a la Colegiata de Toro.
Pero esta nueva hipótesis vuelve a tener un problema; pues Juan Rodríguez de Fonseca viaja por última vez como embajador a Flandes en época de
los Reyes Católicos (antes de 1505); cuando van Orley era un adolescente desconocido -ya que su fecha de nacimiento se calcula entorno a 1590-.
Por lo que hasta 1517, el pintor no realizó los primeros retratos reales; un tiempo muy tardío, para que Juan Rodríguez de Fonseca conociera su obra
y la adquiriese. En lo que se refiere a posteriores viajes de los Fonseca a Flandes, sabemos que Antonio tiene que huir de Castilla en agosto de 1520,
tras la quema de Medina del Campo. Pasando a Portugal y llegando desde Lisboa a los Países Bajos. Un momento terrible para la familia Fonseca,
que ve como la turba comunera destruye sus palacios, castillos y casonas; logrando convertir en escombros su vivienda en Medina, la de Valladolid y
la fortaleza de Alaejos. Momento en que Antonio de Fonseca no tenía otro destino, ni mayor problema, que el de acabar con la guerra de
Comunidades y establecer el orden imperial en Castilla. Motivo por el que no parece lógico que viajase con cuadros a su venida desde Flandes;
llegando como capitán, para disolver las tropas sublevadas.

Por todo lo expuesto, me atrevo a proponer otra hipótesis sobre el origen de La Virgen de la Mosca, que más abajo razono. Pues, a mi juicio, esta
tabla también podría proceder de una donación realizada por Mencía de Mendoza; la hija mayor de Rodrigo y María Fonseca. Cuyos bisabuelos se
hallaban enterrados en esta Colegiata de Toro; quien reclamó siempre los señoríos de Coca y Alaejos, al ser la primogénita del primer hijo de
Fernando de Fonseca (muerto en Olmedo en 1467). Pasando a mantener Mencía un pleito con su tío Antonio, por este mayorazgo; litigio que hasta
la muerte de aquel al que acusaba de usurpador, no se resolvió. Fallando el juez en 1532 en favor del tiástro; precisamente cuando ya han de realizar
la testamentaría de Antonio Fonseca (quien había sido embajador, contador y capitán de los ejércitos de los Reyes Católicos). El motivo último para
perder la demanda, parece que fueron las famosas “Leyes de Toro”; dejadas por Isabel la Católica como testamento y promulgadas tras su muerte.
Leyes a las que se dieron lectura en 1505, dentro del famoso palacio (del que tristemente solo nos queda la fachada); donde se estipula que toda
aquella hija que se casase sin el consentimiento de su padre, sería desheredada. Un hecho que refería y afectaba directamente a María de Fonseca y
a su boda con el conde de El Cid. Lo que impedía esa reclamación sobre el mayorazgo de Coca y Alaejos; siendo así, como su primera hija (Mencía)
perdió el pleito de sucesión, al morir su tío Antonio.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes relacionadas con la tabla “La Virgen de la
mosca”, expuesta en la sacristía de la Colegiata de Toro (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Al lado, detalle de un
retrato atribuido a Michael Sittow, que representa a Catalina de Aragón; hija de los Reyes Católicos y esposa de Enrique VIII de Inglaterra
(propiedad del Museo de la Historia de Viena, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Abajo, detalle de la Virgen de la Mosca, donde
vemos el insecto, en línea con el libro que sujeta el primer personaje y abajo, la espada “con una leyenda”. Iconografía con la que, a
continuación, nos atrevemos a dar un distinto significado a esta tabla.
MENCÍA DE MENDOZA; JUANA I (la loca) Y LA VIRGEN DE LA MOSCA:
Previamente a comenzar nuestro comentario, hemos de señalar que el cuadro antaño estuvo firmado como Fernando Gallegos; una inscripción
apócrifa que se borró de la tabla, al recuperarla en los años setenta. Asimismo, se sabe, que fue restaurado a comienzos -o mediados- del siglo XVI;
seguramente, después de traerla a España desde Flandes (debido a que se encontraba en mal estado). Algunos expertos consideran que quien la
restauró por entonces, la firmó como Fernando Gallegos; una hipótesis que resulta extraña, pues en aquel tiempo, Fernando Gallegos era un pintor
muy recordado y tan famoso como hoy puede serlo Picasso. Por cuanto, si el que retocó la tabla hacia 1540, fue el que inscribió Fernando Gallegos
en su zona baja, significaría que este fue un discípulo directo (o un seguidor) de aquel artista, al que quiso atribuir un cuadro que nunca fue suyo.
Pudiendo suponerse que ese restaurador sería Lorenzo de Ávila, gran admirador de Gallegos, que trabajaba en la Colegiata de Toro durante esta
época (desde 1520 a 1540). Se sabe, además, que quien retocó la obra; añadió brocados y dorados en toda ella; incluyendo por su mano los
bordados de la Magdalena y de Santa Catalina; además de motivos decorativos arquitectónicos en el fondo. Afirmando, quienes han descubierto
estos hechos (en razón a trazos, sobre veladuras y barnices iniciales); que aquel que rellenó las referidas zonas, fue también el que añadió la mosca.
Un hecho con el que no estamos de acuerdo, pues existen dos copias conocidas de esta tabla (una, en colección privada de Londres y otra también,
en manos particulares de Paris); conteniendo ambas el insecto en su centro.

Con todo lo que hemos expuesto, vamos a dar una nueva interpretación y línea de un posible origen, del referido cuadro, tan misterioso -con una
virgen, un díptero y la supuesta representación de Isabel la Católica-. Creyendo que no sería extraño considerarlo una donación hecha por Mencía
de Mendoza, al templo donde estaban enterrados sus ancestros más antiguos -de España-. Un regalo a la iglesia mayor de Toro, posiblemente
solicitando apoyos, debido al pleito entre ella y su tío Antonio. Lo que explicaría un legado realizado por Mencía a esta localidad, de la que procedía
su familia; con el fin de pedir ayuda para resolver a su favor el litigio de mayorazgo. Cuya peor traba eran las famosas Leyes de Toro, que impedían
heredar a una hija que se casase sin el consentimiento del padre (como sucedió con María de Fonseca). Por lo tanto, no sería extraño que esta gran
mecenas del arte regalase este cuadro, que se atribuye a Van Orley; un pintor que vivió en Breda, acogido en el palacio de la noble casada con
Nassau (señor de aquella ciudad). Asimismo, pudo ser encargada y legada la obra por Juana I -llamada la Loca-, que en esos años vivió junto a la
Colegiata toresana; debiendo trasladarse desde Tordesillas (entre 1519 y 1521), debido a una epidemia de peste.
De tal modo y partiendo de estas hipótesis, la iconografía -a mi juicio-, podría llegar a interpretarse de la siguiente forma: En primer plano, hemos de
considerar el retrato de Isabel la Católica, del que muchos niegan su veracidad. Aunque la figuración de esta soberana se demostraría por la lectura
que he realizado de la espada (situada bajo ella). Un gran mandoble, que es el símbolo del martirio de Santa Catalina de Alejandría (muerta por este
arma); pero también de la proclamación de Isabel como reina. Pues las soberanas de Castilla se presentaban ante sus súbditos con manto, corona y
un gran espadón. De tal forma, si leemos la inscripción del filo, a mi juicio debemos interpretar: NOBILI ISABEL I REGINA (NOVLi ISA/ I REGna); una
interpretación que demuestro en imágenes, más abajo. Lo que significaría que, sin lugar a dudas, este personaje en primer plano, se trata de Isabel I,
La Reina Católica; pero en un retrato no solo noble, sino quizás también “nubil”; es decir “joven y casadera”. Representando a Isabel I, en esa edad
apta para mantener matrimonio, lo que explicaría la anteposición de la palabra NOBILI o NUBIL; pues “noble” es una expresión que no se ajusta a
una majestad.

Todo lo expuesto, nos llevaría a pensar que -además- esta reina Isabel, simbolizada como una santa Catalina y en su edad más adecuada para la
boda; representaría también a su hija (Catalina). Siendo una alegoría de Catalina Aragón y Castilla, reina de Inglaterra; a la que Enrique VIII le dio una
terrible vida, en los años que se fecha el cuadro (entre 1520 y 1540). Ello, explicaría que la primera en escena sea una “Catalina de Alejandría”, con
un libro abierto; quizás recordando las obligaciones de casarse de las princesas y nobles (descritas en Las Leyes de Toro). Expresando que la
consecuencia de esas bodas, como la concertada por los Reyes Católicos para su hija Catalina; provocó un nefasto matrimonio y una tristísima vida
(en plena soledad, en las Islas Británicas; soportando amantes y a un marido loco, que llegó a matar a sus mujeres). De aquí, quizás, la importancia
de la espada, lo que llevaría a fechar el cuadro hacia 1536, cuando decapitan a Ana Bolena (un hecho que debió ser una terrible noticia en España,
sabiendo que su princesa Catalina vivía en aquel país ya separado del Vaticano). Pudiendo aludir esta tabla como Doña Catalina de Aragón, vivía por
entonces, secuestrada y bajo el peligro de morir como Catalina de Alejandría lo que sucedió con la desafortunada Bolena-. De ello, la importancia de
la espada en primer término de la escena.

En segundo lugar, vemos a una Virgen sosteniendo al Niño, con una mosca posada en su manto; insecto que simboliza una inmundicia, un pecado,
un error. Hay quienes consideran que este detalle se añadió posteriormente; sea como fuere, significa suciedad e impureza. Asimismo, es de
destacar que La Virgen porta en su mano una pera y no una manzana, tal como debe ser conforme al dogma y a la iconografía; que marca con esta
fruta como María no pecó y por lo tanto no “comió de la manzana”. Entregando esa pera a la dama que se halla en la derecha de su trono (nuestra
izquierda); una cortesana muy semejante en rasgos a la anterior (por lo tanto parecida a Isabel la Católica). Mujer que se identifica con María
Magdalena -antes de convertirse-, por sus vestimentas tan lujosas; aunque -a mi juicio- la aparición de La Magdalena, cuando Jesús era un niño de
pocos años, es una incongruencia histórica, siendo obvio que ella nace mucho después que Cristo. Por lo que, en mi opinión, esta figura debe
interpretarse como Santa Isabel (prima de la Virgen). Lo que explica que María le entregue una pera (no una manzana, del pecado); simbolizando el
nacimiento santo de Juan el Bautista; primo de Jesús, que vino al mundo también bajo el anuncio de San Gabriel y de unos padres tan ancianos, que
no se les supone relación carnal. Además -a mi juicio- esta Santa Isabel, representaría probablemente a Isabel de Castilla, reina de Portugal;
primogénita de los Reyes Católicos y fallecida, para enorme desgracia de sus padres . Una escena que de nuevo nos lleva a la tragedia familiar de
Isabel y Fernando, que perdieron la gran mayoría de sus hijos (en vida), además de ver que la única que quedaba en el Mundo, se volvía loca.

Al otro lado del trono de la Virgen (nuestra derecha), estaría San José, con un libro abierto en la mano (calvo y viejo). Esta nueva figuración, como un
anciano que lee, ha llevado a pensar que no sería el padre pensado de Jesús -el aquí representado-; tratándose de un Doctor de la Iglesia o de un
personaje histórico (proponiéndose a San Agustín y también, un retrato del cardenal Cisneros o de Diego de Deza). Ello, debido a esta extraña
iconografía de San José, que es común en los cuadros flamencos (de anciano); tal como podemos ver en imágenes más abajo. Asimismo, sus lentes
en la mano y la lectura de un libro, podría aludir a algún juez o clérigo que interpreta las referidas Leyes de Toro (promulgadas en 1505 y que
permitían desheredar a las hijas que se casasen sin permiso del padre). Aunque, personalmente, me inclino a pensar que se trata de un San Zacarías;
el marido de Santa Isabel, al que le visitó también el arcángel San Gabriel para comunicarle que iba a ser padre (pese a su vejez). Por lo que expreso,
en el cuadro estarían unidos los dos familiares de la Virgen (Santa Isabel y San Zacarías); quizás simbolizando los patronos de Isabel la Católica; la
primera por su nombre y el segundo, por ser el santo que guardaba antaño Arévalo. La ciudad donde se crió la reina y en cuyas murallas se
custodiaba una magnífica estatua románica de este santo, que se atribuye al maestro Mateo. Siendo la iconografía de San Zacarías esta que encaja
con el personaje masculino en la Virgen de la Mosca; ya que el progenitor de Juan el Bautista era un sacerdote del templo, al que se representa
portando escritos o con la menorah judía (ver en imágenes más abajo, San Zacarías de Arévalo).

Por último, en otra imagen, a continuación; hemos recogido el modo en que se sitúan en línea: la mosca, el libro con las dos páginas abiertas por los
dedos de Santa Catalina y la espada (en primer plano). Todo lo que simbolizaría la inmundicia (la mosca), las leyes (el libro -quizá con un error-) y el
poder (representado en la espada, que también alude al martirio de la santa). Refiriendo la escena alegórica, seguramente, a la triste vida que tuvo
Isabel I de Castilla, junto al terrible destino de sus hijas Isabel y Catalina. Siendo la mosca, el símbolo de ese “pecado” biográfico, junto al libro (las
leyes del poder, las obligaciones); tanto como el mandoble representaría la coronación, pero también la guerra y el dolor. Por lo que considero, esta
tabla como una alegoría de la triste vida de Isabel reina, y de sus hijas. Una obra que pudo ser legada por Mencía de Mendoza; y realizada hacia
1530, cuando vivía en su palacio de Breda el pintor Van Orley. Además, hemos propuesto otra opción; considerando que se tratase de un regalo
hecho por Juana la Loca, después de vivir en Toro (entre 1519 y 1521; frente a la Colegiata). Debiendo trasladarse desde Tordesillas, por una
epidemia de peste; pasando esos años a residir en el palacio de los señores de Villanueva de Cañedo -Gutierre de Fonseca y Catalina de Ulloa- .
Quienes habían terminado por entonces de construir el edificio. Explicándose así, perfectamente, el significado que hemos dado esta obra (como
una alegoría a la triste vida de Isabel I). Al considerarlo una donación y encargo de su hija, Juana I; quien siempre se lamentaba del terrible destino
de su familia. Siendo así, de nuevo, una referencia a las Leyes de Toro, que la proclamaron reina de Castilla, en 1505. Pese a todo lo dicho; también
pudo tratarse de un legado de los Fonseca, tal como expresa Luis Vasallo Toranzo en sus conferencias y libros.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes relacionadas con la Virgen de la Mosca. Arriba, tabla de La Epifanía, propiedad de la iglesia de San
Pedro y San Atilano, en Zamora (a la que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En ella vemos un San José anciano, iconografía normal en
los cuadros flamencos de esta época. Abajo, un San Jerónimo del Museo de la Catedral de Segovia (al que agradecemos nos permita divulgar la
imagen). Se trata de una tabla flamenca, posterior a la que estudiamos; donde se aprecia una mosca en el hombro del santo (como símbolo de
pecado o de inmundicia).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes de la espada que aparece
bajo Santa Catalina (Isabel reina) en La Virgen de la Mosca. En ella hemos leído claramente: NOBILI ISABEL I REGINA (NOVLi ISA/ I REGna). “Noble
Isabel I, reina”; pero también interpreto: “Núbil, Isabel I, reina” (joven-casadera, Isabel I, soberana).

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes del San Zacarías de Arévalo, a su
lado, está a mi mujer, lo que nos hace comprender la escala. Se trata de una escultura románica, magnífica (cercana al maestro Mateo); que
custodiaba la muralla de Arévalo. Antaño estaba situada en la puerta de paso hacia el palacio, donde se crió Isabel la Católica. La iconografía del
santo es la que hemos señalado: Vestido de sacerdote y portando escritos del templo (debido a que Zacarías era rabí de Salomón). Por lo que
coincide con el personaje masculino que vemos en La Virgen de la Mosca; demostrándose que junto a La Virgen están: Santa Isabel y San
Zacarías.
(fin de la parte primera; citas al final de ambos artículos; contínua en siguiente página=
LOS FONSECA: FAMILIA, HISTORIA Y OBRA. Parte II
Dedicatoria: Difícil es escribir algo más acerca de los Fonseca, después de lo publicado sobre esta familia por Luis Vasallo Toranzo y por Adelaida
Sagarra Gamazo. Quienes, junto a José Navarro Talegón, han mantenido viva su memoria; logrando lo imposible, para que sus obras y
monumentos se conserven. A todos ellos, mi agradecimiento y mi admiración.

Existe un índice general de artículos que contiene este blog, al que se llegará pulsando el siguiente
enlace: https://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/07/indice-de-articulos.html

Esta es la segunda parte, para llegar a la primera, pulsar: http://artesimbologiayhumanismo.blogspot.com/2023/07/los-fonseca-


familia-historia-y-obra.html

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: iglesia de Santa María la Mayor de


Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar las imágenes), donde se hallan los sepulcros de Fernando Fonseca y sus
descendientes más directos: Alonso Fonseca y Avellaneda (hijo primero); Antonio de Fonseca Ayala y Juan Rodríguez de
Fonseca Ayala (nacidos de su segundo matrimonio, con Teresa de Ayala). Arriba, imagen del templo levantado a expensas de
Antonio y Juan, después de la muerte de Alonso. Al lado, altar mayor de la iglesia, a la que agradecemos nos permita divulgar
las imágenes. Abajo, lateral derecho de la nave central, donde hemos señalado las tumbas de los tres hijos de Fernando de
Fonseca (Alonso, Antonio y Juan).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: lateral izquierdo de la nave central, con la
tumba de Fernando de Fonseca y de su segunda mujer, Teresa de Ayala -Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos
permita divulgar nuestra fotografía)-. Esta iglesia y sus sepulcros se construyen bajo el mecenazgo del obispo Juan Rodríguez de
Fonseca Ayala y luego, de su hermano Antonio. Quien tras morir el prelado en 1524, recibe como herencia y misión continuar con las
obras; lo que realiza hasta que él fallece -en 1532-. Las trazas fueron planteadas y levantadas por los arquitectos Juan de Ruesga y
Diego Rodríguez (que habían trabajado con Antonio Fonseca en el castillo, cuando este lo hereda). Las esculturas se encargaron por
Juan R. Fonseca, a Bartolomé Ordoñez; quien realizará todas las tumbas que podemos encontrar en el templo mayor de Coca. Al
lado, vista general de la izquierda del templo; con el sepulcro de Fernando de Fonseca y Ulloa, caído en la batalla de Olmedo
(1467). Abajo, Fernando de Fonseca y Ulloa, junto a su segunda esposa: Teresa de Ayala (madre de Antonio y Juan).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes del sepulcro de Alonso de
Fonseca y Avellaneda, primogénito de Fernando. Figura acompañado de su madre, María de Avellaneda y Fajardo, primera
mujer de Fernando de Fonseca -Santa Ma. la Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar la fotografía)-. Como ya
dijimos, es “curioso” el hecho de que Alonso no se halle junto a su esposa (María Álvarez de Toledo); lo que se deba al enfrentamiento
entre ambos cónyuges; al consentir la mujer, que su hija (María) se casase en secreto con en conde de Cenete (Rodrigo Díaz de Vivar
y Mendoza). Tras ello hubo una verdadera confrontación familiar, en la que el marido culpaba a la progenitora de haber motivado la
desgracia de todos; pues él había concertado la boda con su hermanastro, para un matrimonio entre sus hijos y que el mayorazgo no
saliera de la línea Fonseca. Así fue como María fue obligada a casarse con su primo Pedro, tras enormes problemas y años de
discusiones (incluido, encierros); engañada al comunicarle que el conde de El Cid (su marido) había sido degollado por orden de la
Reina Católica. Aunque al enterarse de que Rodrigo vivía y estaba preso en Simancas, todo fue a peor; sin aceptar la que se unió al
primo a través de engaños, las condiciones de su boda. De tal manera y por estos motivos, la madre fue apresada en Alaejos durante
años; mientras María pasó a residir algunos días en Medina, junto a Isabel la Católica, quien la intentó convencer de que aceptase la
boda. Aunque, no logrando que lo hiciera y tras morir la soberana; fue encerrada en una torre en Zamora y más tarde en Arévalo. Poco
después, su padre, moría a consecuencia de los problemas y pleitos demandados por su hermano Antonio; quien -finalmente- se hizo
con el castillo, reclamando el mayorazgo como suyo. Al lado, la parte alta de las esculturas que representan a Alonso de Fonseca
y a su madre (María de Avellaneda); sepulcro labrado por Bartolomé Ordóñez. Abajo, detalle del escudo de los Fonseca en el
maravilloso conjunto escultórico.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: cuadros genealógicos, realizados por mí, con los descendientes de Alonso de Fonseca
Avellaneda, primer hijo de Fernando de Fonseca y Ulloa; considerado primogénito del matrimonio formado por Beatriz de
Fonseca Botello y Juan A. de Ulloa (hermano de Pere Yáñez de Ulloa, I señor de la Mota de Toro -hoy del
Marqués-). Arriba, cuadro general, desde los bisabuelos Beatriz Fonseca y Juan A. de Ulloa. Abajo, cuadro especial, que
recoge la rama de la biznieta, Mayor de Fonseca y Toledo; de la que vamos a tratar en el siguiente capítulo. De la unión entre
Alonso de Fonseca y Avellaneda, con Mayor Álvarez de Toledo (hija del I conde de Oropesa), nacieron dos mujeres: María y Mayor. La
historia de María de Fonseca y Toledo, la hemos narrado en nuestro anterior capítulo (al final de la parte I de este estudio). En el
epígrafe siguiente, pasamos a describir la saga de los descendientes de Mayor de Fonseca y Toledo, hija segunda de Alonso Fonseca
y Avellaneda.

I-3a.b) Mayor de Fonseca: Casada con Rodrigo Messía y Carrillo (Rodrigo Messía-Carrillo Ponce de León; Mexía o Mejía en otras
versiones) VIII Señor de Santa Eufemia. Fueron padres (entre otros) de Gonzalo Messia, marqués de La Guardia; y de Juana Carrillo
y Messía, casada con el IV conde de Siruela (Juan Velasco y de la Cueva) .

Doña Mayor de Fonseca y Álvarez de Toledo (comúnmente citada como Mayor Fonseca Toledo), fue la única hermana de la famosa
María. Esa otra romántica hija de Alonso de Fonseca, que “provocaría” alguna de las Leyes de Toro; principalmente la que refería el
derecho a desheredar a las mujeres que se casasen sin el consentimiento paterno. Fue así como Mayor sufrió parte de las
desavenencias que provocó la primogénita de la familia (María), al no aceptar la boda con su primo y enamorarse locamente del viudo
Rodrigo -conde de El Cid y marqués de Cenete-. Todo lo que desencadenó que el padre actuase severamente con esta primogénita y
que la encerrase en una torre, al igual que hizo con la madre (su esposa), al tolerar que la hija se casase con el de Cenete, sin
consentimiento paterno. Quizás esos enormes problemas heredados, fueron trasladados a la familia de la segunda hija, Mayor; y
supuso que los descendientes fueron mal avenidos. Tanto, que el primero de ellos, actuó con bastante agresividad frente a su
parentela, intentando quedarse con todo y desheredar al resto.

Pero vamos a pasar al relato y vida de esta segunda hija de Alonso de Fonseca y Avellaneda (III señor de Coca y Alaejos); de la que
tenemos los primeros testimonios en su infancia; relacionados con los episodios ya mencionados, que refieren la tortuosa vida de su
hermana -encerrada para que no se casase con el de Mendoza-. Lo que supuso que la madre de ambas (Mayor Álvarez de Toledo
-huérfana de los condes de Oropesa-), se viera involucrada en el enredo, acusada de colaborar en el matrimonio secreto de Rodrigo y
María. Unos hechos que en primer término se saldaron con una tanda de “azotes” por parte del padre; pero que al continuar, se
convirtió en un verdadero martirio para la esposa y progenitora -por autorizar la relación entre ambos-. Encerrando Alonso de Fonseca
(padre de María y de Mayor) a su mujer, en Alaejos, durante años; sometiéndola a verdadera tortura, por haber colaborado en ese
matrimonio no consentido por él. Siendo esta la infancia que vivió Doña Mayor, donde un cabeza de familia azotaba a las sirvientas y
maltrataba a su mujer y a su hija primera; tan solo porque ella se negaba a unirse con su primo (que, para colmo, era enfermizo y unos
siete años menor).

Así pues, ante tanta tragedia, provocada principalmente por la codicia del hermanastro del padre, llamado Antonio de Fonseca; que
quería casar a su primogénito con María -para que su hijo Pedro heredase el mayorazgo de Coca y Alaejos-. Apareció en escena el
tercero de los hermanos; llamado Juan Rodríguez de Fonseca, que al ser un prelado y un buen hombre -apodado “el cristiano muy
macizo”, por su gordura y generosidad-; adoptó como sobrina favorita a esta Mayor (intentando así paliar el dolor que en aquella casa
se vivía). De tal modo, actuó siempre como su curador y cuando ella llegó a edad núbil, fue quien se preocupó de buscarle un “buen
marido”. Siendo así, como el tío Juan Rodríguez de Fonseca (hombre de confianza de la Reina Católica y embajador de Isabel y
Fernando; además de obispo); concertó su matrimonio con Rodrigo Messía y Carrillo (Mexía o Mejía en otras versiones) VIII Señor
de Santa Eufemia. A quienes, tras la boda, les animó a fundar un nuevo señorío en Cáceres; comprando el de Villasbuenas de Gata
con ese fin (46) .
Por su parte, el padre de Mayor -Alonso de Fonseca y Avellaneda-, decide dejar su legado a esta segunda hija (desheredando a María,
la primera); lo que provoca un enorme problema entre él y su hermano Antonio. Conflicto que se trasladaría a sus hijas, tras la muerte
del progenitor. Pues al fallecer Alonso de Fonseca, su hermanastro reclamó los señoríos de Coca y Alaejos, en base a que su
primogénito (Pedro) se había casado con la primera en línea sucesoria -aunque María, siquiera había dejado consumar el matrimonio-.
Proclamándose aquel codicioso Antonio, dueño y señor de Coca y Alaejos, mientras pleiteaba contra su sobrina Mayor, por la referida
herencia y legado. Unos litigios para los que esa segunda hija de Alonso, logró el apoyo de sus primos pertenecientes a la casa de
Alba; que durante decenios siguieron reclamando el mayorazgo. Es entonces, cuando su tío Juan (hermano de Antonio y hermanastro
de su progenitor); actúa como mediador y curador, procurando un acuerdo. Por lo demás, tras la muerte del referido Alonso de Fonseca
(sucedida en 1505), Antonio se adueña de los bienes y mantuvo presa a la viuda de Alonso en Alaejos; la madre de Mayor, llamada
como ella y descendiente directa de los Alba (47) .

Finalmente llegan a un acuerdo para liberar a esta progenitora, guardando Antonio la esperanza de que al soltarla, pactaría con él
ciertas condiciones acerca del matrimonio de su hijo (renunciando a la herencia del mayorazgo). Pero de forma muy distinta, cuando la
madre de María y de Mayor, se vio fuera de su cautiverio; se negó a cualquier acuerdo con el que decía ser nuevo señor de Coca y
Alaejos (48) . Es entonces cuando Antonio y su hermano Juan, que habían encargado la remodelación de la iglesia de Santa Ma. de
Coca, para convertirla en el sepulcro de los Fonseca; se niegan a dar plaza en el templo, a la que fue esposa de su hermanastro
Alonso. Debiendo la viuda buscar una tumba, fuera del recinto donde inhumaron a su marido; encontrándolo en La Mejorada. Un
antiguo convento -sito en las cercanías de Olmedo- unido a Alonso de Fonseca el viejo (tío de su marido), quien allí donó obras y legó
grandes sumas de dinero. Por todo cuanto relatamos, en el lugar que están los restos de Alonso de Fonseca y Avellaneda (padre de
María y Mayor), no se encuentra al lado esculpida su esposa, sino su madre (María de Avellaneda). Un hecho que facilitaba -además-
que en el sepulcro del padre común de todos (Fernando) figurase la segunda esposa; progenitora de Antonio y de Juan (Teresa de
Ayala). Quienes encargaron así la escultura para la iglesia de Coca, que contiene los restos y efigies de Teresa Ayala, junto al padre de
todos. De este modo “arreglaron” el problema de los sepulcros dobles; debido a que el progenitor (Fernando de Fonseca) tuvo dos
esposas, que dejaron tres hijos: en primeras nupcias, Alonso Fonseca Avellaneda (habido con la de Avellaneda) y en su segundo
matrimonio, a Antonio y Juan de Fonseca Ayala. Estos últimos, hijos de Teresa Ayala, la que vimos en imágenes anteriores, esculpida
junto a su marido en el enterramiento que hemos descrito -mientras el primogénito, Alonso, se halla al lado de su progenitora (María de
Avellaneda)-.

Siguiendo con la vida de Mayor de Fonseca y Toledo, sabemos que su tío Juan, pretendió separarla completamente de su madre,
después de que al ser la progenitora liberada por Antonio, esta se negase a llegar a un pacto sobre el mayorazgo. Testando el prelado
Juan R. de Fonseca en favor de su sobrina, seguramente para que le obedeciera y no tuviera más contacto con aquella rebelde madre;
a la que ambos hermanos Fonseca consideraban culpable de todos los males. Así es como logra que Mayor se prometa con los Mejía
de Carrillo, descendientes del conquistador de Córdoba, celebrándose una suntuosa boda en 1509 -que describe pormenorizadamente
Luis Vasallo (49) -. Tras el matrimonio, parece que comienzan las desavenencias entre Mayor y su tío Juan, al ver este que la sobrina
tomaba contacto con su hermana María (en el Sur); quizá debido a que los Messía-Carrillo eran jienenses (teniendo sus señoríos en La
Guardia, apenas a un centenar de kilómetros de Granada). Llegando a intuir que -quizás- ambas tramaban un plan, para reclamar a
Antonio el mayorazgo de Coca y Alaejos. Asimismo, el obispo, recomienda a Mayor que viviera en Medina del Campo, donde tenía una
gran casa heredada de los Fonseca. Aunque ella decide trasladarse a Salamanca, posiblemente para establecerse en una ciudad
grande y cosmopolita. Sea como fuere, las recomendaciones del tío y protector (el obispo Juan), parecen tener como fin controlar a
Mayor, evitando que mantuviese contacto con su hermana María -la primogénita en el señorío de Coca y Alaejos, pese a estar
desheredada-. Su traslado a residir en Salamanca y el de que Mayor fuera a conocer a su sobrina Mencía, en Tordesillas; cuando la
hija mayor de María visita la Corte (allí trasladada, hacia 1518); deteriora totalmente la relación entre el obispo y la que había sido su
tutelada. Al sospechar el prelado que -antes o después- aquellas dos descendientes del verdadero primogénito de los Fonseca
(Alonso), iban a reclamar el dominio Coca y Alaejos a su hermano Antonio.

Tal como sospechaba Juan Rodríguez de Fonseca, sucedió el litigio por el mayorazgo. Pues al morir en 1523 María; la hermana
expulsada de la familia, al casarse con el conde de El Cid (que vivía entre Granada y Valencia). Las descendientes de la fallecida,
unidas a la misma Mayor (tía de ellas); interponen un pleito sobre reclamación de los señoríos de Coca y Alaejos. Esta situación hace
que Juan, el amado tío de Mayor; la desherede casi por completo, dejando el enorme legado a su hermano Antonio y a sus hijos. Unos
bienes muebles e inmuebles de enorme valor, de los que destacaba una enorme colección de cuadros; entre los que Vasallo Toranzo
cree que probablemente estuvo La Virgen de la Mosca. Pero siguiendo con el espinoso tema de la herencia y los litigios sobre la
primogenitura de Coca y Alaejos, sabemos que en 1506, tras morir Alonso (el padre) y apoderarse su tiástro Antonio, de los castillos y
bienes en Coca y Alaejos. Esta hija segunda, Mayor, había decidido pleitear contra el que consideraba un usurpador. Aunque Fernando
el Católico, le quitó de la cabeza la idea; aconsejando a la huérfana que se uniera a sus familiares (principalmente al obispo). Siendo
así, como mantuvo una buena relación, sobre todo con su tío Juan, que la “proahijó”. Pese a ello, al morir su hermana en 1523 y
casarse su sobrina Mencía con el señor de Breda (Enrique, príncipe de Nassau; hombre de confianza de Carlos I). Decidieron ambas,
litigar por las posesiones que consideraban suyas y que Antonio de Fonseca, les había “robado”. Finalmente, el pleito no se resolvió en
años; un tiempo en el que Mencía, decide defender su primogenitura, dejando de lado a su tía. Por lo que ambas, entran asimismo en
conflicto legal. Sucediendo los hechos, cuando el conde de Mélito (hermano de Rodrigo de Mendoza), indica a su sobrina Mencía que
debería denunciar a su tía Mayor, por no repartir la herencia. Debido a lo que la audiencia obliga finalmente a Mayor, devolver a las
hijas de su hermana, la parte proporcional de lo que ella había heredado de su padre (Alonso). En lo que se refiere a la recuperación
del mayorazgo de los Fonseca, ya dijimos que al morir Antonio, el juzgado determina que los herederos de Coca y Alaejos son los hijos
del fallecido y no las hijas de Alonso Fonseca y Avellaneda (50) .

Pese a todos aquellos problemas, Mayor tuvo un capital suficiente como para fundar un nuevo mayorazgo, al que llamó de Mejía o
Villasbuenas y que entregó a su hijo menor (Juan Alonso); señorío del que más tarde hablaremos. Así mismo, levantó en Salamanca la
famosa Casa de la Salina, sita en las cercanías del convento salmantino de San Esteban y junto a Las Dueñas; uno de los edificios
emblemáticos de esta ciudad del plateresco. Finalmente diremos, que patrocinó el convento de los dominicos de La Guardia (en Jaén)
-Santa Ma. Magdalena-; donde eligió ser enterrada junto a su marido (señor de La Guardia). Un templo diseñado por el maravilloso
arquitecto, Vandelvira; aunque tristemente, en el siglo XIX fue desamortizado y destruido, como tantos en España. Por lo que no nos
queda ni tumba, ni escultura, de Mayor de Fonseca -tampoco de Rodrigo Mesia-Carrillo (sus mecenas)- (51) .
En cuanto a su descendencia, ambos tuvieron al menos cinco hijos:

I-3a.b-1º) Gonzalo Messia y Fonseca: marqués de La Guardia; casado con una Paredes; fue un derrochador, hombre agresivo, que
se enfrentó contra toda la familia.

I-3a.b-2º) Juana: Juana Carrillo casada con el Conde de Siruela, Juan Velasco de la Cueva.
I-3a.b-3º) Magdalena: Magdalena Ponce de León, a la que sus padres quisieron casar con el Conde de Siruela, una vez muerta su
hermana Juana (muy joven y al poco de casarse con Juan Velasco)

I-3a.b-4º) María: María de Toledo (monja en Aldeanueva)

I-3a.b-5º) Juan Alonso: Juan Alonso de Fonseca hereda el mayorazgo de Mejía, instituido por la madre a expensas de su tío (ello le
supuso problemas con su primogénito, Gonzalo, que argumentó ese segundo mayorazgo le perjudicaba en su legado).
Haremos un alto en este último hijo de Mayor de Fonseca y Rodrigo Messia-Carrillo, que a todas luces era el preferido de la madre. Por
quien ella lucha tanto, para establecer un nuevo dominio y dejarlo a este último vástago; lo que le granjeó el odio de su primogénito.
Por todo ello, aquel señorío de Mejía que terminó llamado de Villasbuenas y Avedillo, instituido con el capital de la progenitora y con el
asesoramiento de su tío Juan (obispo de Palencia); era casi una fantasía, más que una realidad económica y social. Motivo por el que
nadie quería casarse con el referido Juan Alonso de Fonseca (que toma el nombre de la madre); debiendo buscar mujer entre las
nobles que estaban postergadas o eran denostadas por los potentados. Encontrando en la quinta hija de los marqueses de Alcañices,
su pareja; una toresana que fue procesada como hereje, en el caso del Doctor Cazalla. De tal forma, se casó con aquella infeliz,
llamada Ana de Enríquez, nieta de San Francisco de Borja, descendiente de uno de los ricohombres de Toro; caído en desgracia al ver
a su hija procesada por el Santo Oficio. Finalmente, ambos heredaron el mayorazgo de Villasbuenas, que se compuso de casas en
Salamanca (la de La Salina, entre ellas), en Toro, en Villasbuenas y en Avedillo (52) . Entre esos bienes de Salamanca se hallaba el
palacio de La Salina, del que vamos a hablar extensamente; aunque es necesario anotar que tras heredarla, la tasaron en cuatro
millones de maravedíes, por lo que la arriendan, junto a la exclusiva de la sal (marchando sus dueños a vivir en Toro).
Terminaremos añadiendo que el palacete solariego de Villasbuenas de Gata fue levantado con gran esfuerzo por los padres;
continuando la madre (Da. Mayor) con su construcción, después de fallecer el marido en 1558. Así parece que elevaron un bello
palacete, con jardín y zonas de huerta; que fue usado como casa del mayorazgo hasta 1670. Momento en que se subleva el pueblo
contra el señor y ataca el edificio, hasta llegar a demolerlo. Ante el temor a ser linchados, parece que nunca más volvieron por el lugar
los descendientes de Da. Mayor de Fonseca y D. Rodrigo Messía-Carrillo. Quienes, en esta rama, pasaron a América en las fechas
que indicamos, perdiéndose allí el linaje, con el IV señor de Villasbuenas.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro genealógico de los
señores de Villasbuenas y de Avedillo, tal como lo presenta Vasallo Toranzo en su libro sobre los Fonseca -ver (71) -. Al lado y
abajo, palacio de los marqueses de Alcañices, en Toro. Con la quinta hija de estos marqueses se casó Juan Alonso de Fonseca,
último hijo de Mayor y señor de Avedillo. Ella, había sido procesada como hereje en el terrible caso del Doctor Cazalla; donde fueron
condenados a la hoguera y cárcel perpetua, decenas de partidarios de este clérigo erasmista (declarado protestante por la Inquisición).
Hemos de destacar que Ana María se apellidaba de Enríquez y Borja, debido a que su madre (Elvira de Enríquez y Almansa,
marquesa de Alcañices) se había casado con el hijo de San Francisco de Borja (Álvaro). Por cuanto su verdadero nombre era Ana de
Borja y Enríquez, aunque tras el escándalo del Doctor Cazalla, debieron ocultar su ascendencia desde el santo, fundador de Los
Jesuitas.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de La Casa de La Salina, en
Salamanca. Arriba y abajo, entrada al palacete, donde vemos su extraña distribución, que responde a haber sido un almacén
y tienda de sal. Al lado, fachada.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: más fotos de La Casa de La
Salina, en Salamanca. Al lado, arco de entrada, con su curiosa disposición, que atiende al uso como tienda almacén,
salinero. Abajo, patio interior principal.
MAYOR DE FONSECA; Y LA CASA DE LA SALINA (en Salamanca):
De nuevo, hacemos un alto en el camino, para tratar un tema de enorme interés, como es, el palacio que Doña Mayor encargó
hacer en Salamanca. Ciudad donde sabemos que residía esta Fonseca, junto a su marido (Rodrigo Messia-Carrillo); un
traslado a esta capital que -ya dijimos- motivó las desavenencias entre ella y su tío Juan R. de Fonseca (obispo y embajador, que la
había proahijado). Pues el prelado deseaba que su sobrina viviera en Medina del Campo, seguramente para evitar que tuviese
contacto con su hermana María, o con sus sobrinas (las hijas de esta primogénita, desheredada y apartada de la familia). Aunque tras
la destrucción de la casa de Los Fonseca en Medina, parece que Mayor decidió “emigrar” a Salamanca. Algo que no nos debe
extrañar, pues en Medina del Campo odiaban a la saga, desde que Antonio de Fonseca (hermano de Juan, el obispo) quemó
gran parte de sus casas. Lo que sucedió durante la Guerra de las Comunidades; cuando se dirigió a esta localidad, cercándola para
que le entregasen las piezas de artillería -que allí guardaban-. Pero ante la negativa de los medinenses a dar los cañones, siquiera
dejar entrar a los ejércitos realistas; Antonio de Fonseca decidió prender fuego en algunas de sus casas, para que escarmentasen. Un
fuego que, al parecer, fue avivado -al menos, nunca apagado-, por quienes apoyaban a los Comuneros desde el pueblo; provocando
que se incendiase gran parte de Medina del Campo. Tras lo que relatamos, se sabe que los habitantes del lugar, se dirigieron en
masa hacia la gran casa que la familia Fonseca tenía allí -y que por fortuna estaba deshabitada-. Derribándola y talando hasta
los jardines, usando sus maderas para trasladar los cañones que escondían en la villa. Utilizando la artillería movida por
aquellas vigas, para llegar primero hasta Alaejos y destruir el castillo de la misma familia, sito en esa localidad. Todo lo que
obligó a Antonio Fonseca a huir de España, cruzando desde Castilla a Portugal, para dirigirse hasta Flandes, donde se puso al mando
de Carlos I. Aunque finalmente, cuando los Comuneros fueron vencidos; se restituyó a Fonseca en su puesto y se devolvió a
la familia, lo que quedaba de los bienes expoliados.

Entre estos, se encontraba la referida casa de Medina del Campo, donde Juan R. de Fonseca quería que siguiera viviendo su
sobrina Mayor (tras rehabilitarla). Pero aquella mujer, debió de huir del pueblo, donde el apellido más odiado era por entonces
el de su parentela. Decidiendo comprarse y construir una casa en Salamanca, a la que se llama de La Salina, por haber tenido
esta familia la exclusiva de vender sal a los salmantinos. Un hecho que explica su extraña arquitectura, pues el edificio no se
destinó solo a residencia, sino fue principalmente tienda alfolí. Monopolio que ostentaba en esta ciudad los Carrillo-Messía
Fonseca; y que fue heredado por su hijo menor, llamado Juan Alonso de Fonseca (al que su madre legó el mayorazgo de
Villasbuenas, que incluía este palacio de la sal). Casona que por haber sido mercado alfolí (un uso que se conservó hasta
1870), explica la curiosa distribución de su entrada, subiendo unas escaleras, bajo las que se encontraban los almacenes
interiores -llamados alfolís-. Todo lo que Álvarez Villar, expresa con las siguientes palabras:

“Un caso curioso por hallarse los hoyos excavados en la roca, y no en terraza fluvial, es el de la excavación en el Patio del Palacio de
la Salina donde, con motivo de la construcción de un sótano bajo el patio, se encuentran sucesivos sistemas de evacuación de aguas y
un impresionante conjunto de silos que se relaciona, con ciertas reservas, con el uso de inmueble en el siglo XIX como almacén y
despacho de sal” (53) . Uso y distribución, que Luis García Grinda, describe del siguiente modo: “una espectacular arcada,
dando acceso a un patio que articula su planta en U. En el sótano se conserva un espacio abovedado como almacén de sal conectado
directamente al patio mediante una escalera. Esta casa palacial sirvió como alfolí de la ciudad de Salamanca hasta 1871, al tener su
propietario Juan Alonso de Fonseca, segundo hijo de don Rodrigo de Messía Carrillo y doña Mayor de Fonseca y Toledo quienes
ordenaron construir el edificio en el primer tercio del siglo XVI, el monopolio de la venta de la sal; y como tal se entiende la fachada que
invita a entrar desde el espacio público de la calle” (54) .

A lo expuesto, hemos de añadir el hecho de que este palacio haya sido “alfolí”, lo que nos hace comprender la extraña
iconografía que aparece en sus medallones; donde repetidamente vemos tritones y deidades del mar. Pese a ello, no se han
analizado las escenas representadas en la fachada del palacio, relacionándolas principalmente con la sal y el mar. Por lo que
sería importante realizar una nueva interpretación de sus elementos decorativos, para ver qué quiso decirnos Doña Mayor y
su marido (Rodrigo Messía) al crear un espacio con esta condición y representaciones. Aunque, antes de entrar en nuestro
estudio personal iconográfico, sobre la Casa de la Salina; vamos a resumir lo que Luis Vasallo Toranzo nos dice acerca de
este palacete (55) .

Relatando que el matrimonio se propuso levantar una gran casona en Medina del Campo, en 1518, pero que tras los sucesos
de los Comuneros fue destruida (en agosto de 1520). Debido a ello, fundan un nuevo solar para usarlo como alfolí en
Salamanca; comprando un terreno y edificio, que había pertenecido a un condenado a muerte, por rebelde en la guerra de
Comunidades. Reo que trabajó como médico y se llamaba Alonso de Zúñiga, quien había heredado la casa de su suegro; pero le
fueron embargados todos sus bienes, antes de ejecutarlo. Por cuanto, no se trataba de un edificio noble y siquiera tenía buena
distribución, estando mal orientado y sin accesos en los laterales (56) . Debido a cuanto expresamos, los constructores
hubieron de buscar infinidad de soluciones, para lograr mejorar el espacio y las entradas de luz. Considerándose que el
arquitecto fue Rodrigo Gil de Hontañón, aunque Vasallo Toranzo cree que se trata de un maestro menor, muy relacionado con
él. Todo lo que este profesor justifica, por comparación con el palacio de Monterrey; del que sabemos es de Rodrigo Gil de Hontañón
(muy superior en decoración y hechura). Aunque -en mi opinión- pudo tratarse de una obra donde el gran Hontañón colaborase y
plantease las trazas, mientras sus oficiales las llevasen a cabo. Pues la diferencia de precio con el referido palacio de Monterrey fue de
treinta veces; ya que el de Alba se tasó en diez millones de maravedíes y la Casa de la Salina costó unos trescientos cuarenta mil -un
valor que, como hemos dicho, pueden equiparase a 680.000 euros; pues el kilo de garbanzos por entonces se vendía por un maravedí
y hoy por unos dos euros- (57) . Pese a ello, se debe destacar que cuando hereda el hijo menor de Mayor de Fonseca, este palacio
(como señor de Villasbuenas); se valoró en cuatro millones de maravedíes. Alquilándolo y pasando el propietario a vivir en
Toro. Siendo lógico pensar que el referido dueño del inmueble, también arrendó el derecho a venta de sal; o al menos acordó
que se estableciera una renta al dejarlo en manos de quienes regentaban La Salina.

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de La Casa de La Salina,


en Salamanca. Arriba, detalle del lateral donde antaño estaba la casa de “Los Garabito”, quienes litigaron contra la
construcción del palacio, considerando que el peso de la galería con “atlantes”, iba a tirar el muro medianero. Casi cinco siglos
después, la citada casa de los Garabito, ha desaparecido (posiblemente derribada por el tiempo); mientras la de La Salina y el referido
murete, están en perfectas condiciones. Abajo y al lado, detalle del patio interior y de la galería superior con figuras
(interpretadas como Atlantes); decían los Garabito, que esta planta iba a derribar el muro medianero.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La Casa de La Salina; el patio interior y la
mencionada galería superior que, según los Garabito, afectaba a la pared medianera.
Sigue diciendo Vasallo Toranzo que el Palacio de la Salina no se comenzó hasta 1546; aunque prácticamente todos los textos
que tratan sobre este edificio, afirman que en 1538 estaba finalizado. Para tal datación, expone Luis Vasallo que la construcción
comenzó después de un pleito con la familia Garabito; vecinos de linde. Quienes se oponían a la galería volada con decoraciones en
sus ménsulas (inspiradas en Las Dueñas), que se halla en la zona izquierda del edificio. Nos referimos al piso alto, con una terraza
cerrada, que sujetan figuras consideradas atlantes; y que indudablemente carga un enorme peso sobre el muro medianero.
Considerando el profesor Vasallo que la fachada es de misma fecha que esta galería (entorno a 1546) y que ambas se comienzan
después de solucionase el litigio con los colindantes “Garabitos” (58) . Pese a ello, creemos que si se llega a pleito, la referida galería y
fachada ya estaría terminada, pues es imposible denunciar algo que no se ha construido. Es decir, que -a mi juicio- si los referidos
Garabitos demandaron al vecino por los apoyos sobre sus muros, de esas ménsulas y de la terraza; es que ya existían. Pues resulta
muy extraño, una denuncia sobre plano y de un elemento que no se ha construido; ya que nada hay sobre lo que reclamar.

Debido a lo antes expresado, creo que ese pleito con los vecinos indicaría que la casa estaba terminada en la fecha (1546) lo que
haría del Palacio de la Salina una construcción absolutamente coetánea al de Monterrey. Del que sabemos, se comenzó en
1539 y aunque nunca fue terminado conforme a proyecto, se dio por concluido -para habitarlo- unos diez años más tarde.
Asimismo, el de Monterrey fue proyectado por Rodrigo Gil de Hontañón y Fray Martín de Santiago; un sacerdote gran amigo
de Mayor de Fonseca (y de su marido), que residía en el convento salmantino de San Esteban -sito apenas a doscientos
metros de la Casa de la Salina-. Pudiéndose decir, sin temor a equivocarse, que en esta de La Salina intervino como
arquitecto Gil de Hontañón; pero principalmente, el padre Martín de Santiago. Del que sabemos, era un consejero de Da.
Mayor y de su esposo (Rodrigo Messia-Carillo), que intervino en el pleito sobre el mayorazgo de Coca y Alaejos. Ayudando a
que ambos vencieran en el litigio, por lo que el matrimonio realizó una gran donación a los dominicos, para que fundasen un
monasterio en La Guardia (Jaén) y otro en Dos Torres (Córdoba). De donde eran señores los Messía-Carrillo; levantando el
referido convento de Santa María Magdalena de la Cruz, de La Guardia, en el que deciden enterrarse ellos (59) . Todo lo que quizá
explica que -finalmente- Doña Mayor de Fonseca y su esposo, comprasen un terreno muy próximo a San Esteban de
Salamanca, para construir la referida casa de la sal. Debiendo deducirse que el citado Fray Martín de Santiago fue uno de los
arquitectos principales de este palacete (dedicado a alfolí). Un edificio que -a mi juicio- comenzarían en los mismos años que
el de Monterrey, siendo realizado por un igual equipo de técnicos; todo lo que parece lógico, debido a que Doña Mayor era
doblemente prima del III conde de Monterrey, Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca (como Álvarez de Toledo y también por la
línea de los Fonseca Acevedo).

Siguiendo con la construcción de la Casa de la Salina, menciona Vasallo Toranzo que sus promotores, serían los ya referidos (Martín
de Santiago y Rodrigo Gil de Hontañón); considerando que quienes más intervinieron en la obra fueron los canteros Pedro de
Lanestrosa (que trabajó en Santa Ma. de Coca, con Juan R. de Fonseca) y Machín de Sarasola. Afirmando el investigador que la
labor de estos dos, en La Salina, asimismo tiene enormes influencias de Pedro de Ibarra. Ante lo que -personalmente- hemos de
afirmar que lo dicho, nuevamente, haría coincidir este edificio con el de Monterrey; donde también actuó como cantero este
hijo de Juan de Álava. Por lo demás, Luis Vasallo, recoge la opinión de quienes más han estudiado el palacio de La Salina; que son
Casaseca y Hoag. Refiriendo como el primero (Antonio Casaseca) cree que es obra de Hontañón, realizando un paralelo con la
Universidad de Alcalá. Además, hemos de añadir, que Casaseca retrasa su construcción hasta 1549 o bien a 1556; y atribuye la
traza a Rodrigo Gil de Hontañon, pero la ejecución a Machín de Sarasola. Por su parte, el segundo (Hoag), considera que Martín
de Santiago muere en 1546; opinando que la empezó este fraile y luego participó Gil de Hontañón en su terminación (60) .
Pero, en mi opinión; ante la fecha de defunción del padre Martín y viendo el pleito que los Garabito habían puesto en ese
mismo año de 1546 (contra la galería, que debía estar construida, ya que es difícil reclamar sobre lo que solo es un proyecto). Todo
obliga a pensar, que si el edificio no se comenzó hasta después de este litigio; jamás podría haber intervenido el fraile como
arquitecto. Ya que Martín de Santiago muere el mismo año en que los Garabito denuncian la galería de los “atlantes”;
argumentando que debilitaba el muro medianero. Un hecho que invita a pensar que esa casa dedicada a la sal, estaba bastante
avanzada en ese año de 1546. Pudiendo quizás deducirse, que al fallecer su conocido y poderoso arquitecto -Martín de
Santiago-; el vecino Garabito se atreve a pleitear contra los dueños de la propiedad colindante (quizá pensando que sin el
técnico, podría ser fácil convencer a un juez, para que derribasen la galería de la reciente obra).

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, el Palacio de La Salina; patio


interior y de galería superior con figuras. Observemos que sus ménsulas no representan Atlantes (tal como se considera);
sino -a mi juicio- son tritones o bien monstruos mitológicos marinos. Hijos de Ponto o de Poseidón, que conforman la dinastía
acuática de la iconografía grecorromana. A continuación pasamos al estudio de esta sucesión de representaciones que decoran
sus fachadas.
Finalmente, vamos a analizar la iconografía de la fachada y patio de esta casa, de la que Vasallo Toranzo escribe: “era la
imagen del nuevo mayorazgo que iba a dejar Mayor de Fonseca a su hijo menor, Juan Alonso de Fonseca y Mejia”. Por cuanto
es muy interesante saber qué pueden representar aquellos medallones que la decoran, de cuyos entalladores no se dice
nada, en la documentación del edificio (ni hay expertos que los conozcan). Aunque todos los autores que los han estudiado
(Antonio Casaseca, María Bermudo, Álvarez Villar y etc), creen que estas caras colgadas sobre la fachada interior y exterior
del edificio, son retratos. Considerando la mayoría que, además, representan personajes históricos; entre los que casi todos los
expertos reconocen a Cleopatra. Siendo así como Álvarez Villar ve claramente a la reina de Egipto en la fachada (61) ; por lo que
otros deducen que los dos hombres, a su lado, serían Julio César y Marco Antonio. Del mismo modo, Vasallo Toranzo, identifica
a la siguiente dama en línea y que porta un libro (junto a los personajes antes citados), con Safo -siguiendo a quienes han
estudiado esta fachada-. Pese a que otros, la consideran Santa Catalina de Alejandría, noble mártir cristiana cuyo símbolo es el
libro; también nacida en la desembocadura del Nilo (como Cleopatra). Pero antes de entrar en un análisis personal de las figuras que
adornan la Casa de la Salina, vamos a recoger lo que nos dice Ana Castro Santamaría, acerca de estos medallones y su relación
con los del palacio de Monterrey (62) :

Tratando primero sobre el del conde de Monterrey, escribe: “El 8 deenero de 1539 se contratan las obras del nuevo edificio según
trazas y condiciones de Rodrigo Gil de Hontañón y fray Martín de Santiago, aunque la ejecución corre a cargo de Pedro de Ybarra,
quien forma una mancomunidad con los canteros Maese Pedro y Miguel de Aguirre (...) la zona Oeste de la única ala que seconstruyó
del palacio de Monterrey sería la parte correspondiente a la condesa, es lógico encontrar el medallón de Lucrecia decorando la pared
Oeste de una de las chimeneas del palacio (...) Hoag relacionó las tallas de Monterrey con Miguel de Espinosa o algún escultor
deprocedencia burgalesa, Casaseca baraja el nombre de Marcos de Angulo”. Ante lo que la profesora Castro Santamaría propone
como autores de aquellos bajorreieves tondos a: Guillén de Juni, Guillén Farrán, Juan Guerra o Anaya; para seguir escribiendo más
tarde y sobre la Casa de la Salina: “Tan sólo conocemos la intervención de un cantero habitual en las obras salmantinas de la época,
Machín de Sarasola; no obstante, por sus características el palacio se pone en el haber de Rodrigo Gil de Hontañón. De los
entalladores que pudieron intervenir en la ejecución de los medallonesde este palacio, entre los que se encuentra Cleopatra, nada
sabemos, pero podríamos aportar como hipótesis los mismos nombres que en el Palacio de Monterrey: Guillén de Juni, Guillén Farrán,
Juan Guerra o Anaya (...) Es de imaginar, por tanto, que ambas mujeres serían retratos metafóricosde las señoras de la casa, es decir,
doña María Pimentel, esposa de don Alon-so de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey, y doña Mayor de Fonseca y Toledo,
esposa de don Rodrigo Messía Carrillo, señor de La Guardia” -SIC (62) -.

Tras la lectura de los párrafos anteriores, extraídos de un importante trabajo de Castro Santamaría; parece inevitable pensar
de nuevo que ambos palacios (el de Monterrey y el de La Salina) sean paralelos y coetáneos. Todo lo que explicaremos mejor
cuando -más adelante- tratemos sobre la Casa de Juan de Álava, donde se exponen los hechos acontecidos en la familia Fonseca,
entre 1535 y 1545; situación que afecta directamente también a los Monterrey, quienes eran sobrinos del Arzobispo Alonso III de
Fonseca y Acevedo (a la vez que primos de Doña Mayor, señora de La Salina). Unos acontecimientos donde se justifican
plenamente que ambos edificios fueran levantados en unas mismas fechas, por iguales canteros y arquitectos. Constructores
que trabajarían desde 1536 en el palacio de La Salina y poco después en el de Monterrey; acabando el primero hacia 1546 y
dando el segundo por terminado, en fechas cercanas (a falta de fondos para concluirlo, tal como se había proyectado). Pero
tras lo expuesto y por cuanto hemos expresado, vamos a dar nuestra interpretación de las representaciones que adornan la
casa de La Salina:

BAJO ESTAS LÍNEAS: fachada exterior, en La Casa de La Salina. Sobre ella, hemos numerado cada una de las figuras que
aparecen (de izquierda a derecha y de abajo arriba). Con esta numeración podremos comprender el lugar que guarda cada
bajorrelieve.

Fachada Exterior de izquierda a derecha y de abajo arriba (ver imágenes):


PRIMERA LÍNEA
- 1º Figura que los expertos identifican con Julio César, al estar junto a Cleopatra. Recreación histórica que comparto; aunque -en mi
opinión- creo que -además- se trata del retrato de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, casado con María de Fonseca y cuñado de Doña
Mayor.
- 2º Figura que los expertos identifican con Cleopatra (la gran mayoría de ellos). Identificación que comparto, aunque considero
personalmente que es el retrato de María de Fonseca, hermana de Mayor; quien sufrió hasta casi llegar a la muerte, por casarse con el
conde de El Cid.
- 3º Figura que los expertos identifican con Marco Antonio, por situarse al otro lado de la reina de Egipto. Identificación que comparto,
aunque creo que se trata nuevamente de un retrato de Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza; casado con María de Fonseca y cuñado de
Doña Mayor.
- 4º Figura que los expertos identifican con Santa Catalina de Alejandría, al tener un libro en la mano y se considera un retrato de Doña
Mayor. Otros ven en ella a Safo de Lesbos, por el atributo del libro. Aunque hemos de destacar, que los mosáicos y esculturas
grecorromanas donde vemos a Safo con un pliego o papiro, fueron descubiertas en el siglo XVIII, XIX y XX; por lo que esta iconografía
de la poetisa es posterior a la Casa de la Salina. En mi opinión, se trata de un retrato de la dueña del palacio (Mayor de Fonseca) y el
libro significa la gran cultura de la señora y su mayorazgo (en este caso el de Mejía o de Villasbuenas, que contenía el palacio de la sal
en su herencia). En imágenes más abajo, veremos como todas las mujeres de los Fonseca representadas en las tumbas de Coca,
llevan un libro en la mano. Indicando, que son cultas y alfabetizadas (como debía ser una mujer del Renacimiento).
- 5º Figura que los expertos identifican con el señor de Messia-Carrillo, marido de doña Mayor. A mi juicio, la barba partida y la
expresión de echarse las manos a la cabeza; señalará que la mujer ha cogido el libro (el mando y las cuentas) llevando ella el gobierno
de la casa y de la familia.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, primera fila de medallones que decora la fachada y su explicación. Abajo, imagen de
la fachada (en la que no podemos ver los dos bajorrelieves laterales, aunque nos hacemos una idea de su disposición).

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, detalle de los


medallones numerados como 1º y 2º (Cleopatra y Julio César). Abajo, detalle de los medallones numerados como 3º y 4º
(Marco Antonio y Da. Mayor, con un libro).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, las
tumbas de los Fonseca en Coca. Arriba, las esculturas de Da. María de Avellaneda, junto a su hijo Alonso de
Fonseca. Abajo, Da. Teresa de Ayala, segunda esposa de Fernando Fonseca (a su lado). Ellas sostienen un libro en la mano;
ellos llevan espada y atributos militares (casco, guanteletes etc). Este hecho me hace pensar que doña Mayor se representó en la
fachada de su casa de La Salina, del mismo modo. Indicando que era una mujer del Renacimiento (culta y conocedora de los
textos clásicos).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado y abajo, los
medallones numerados como 4º y 5º (Da. Mayor y su marido); sobre estos y en la foto junto a estas líneas, vemos la ventana
tercera, de la siguiente planta.

Fachada Exterior (ver imágenes):


SEGUNDO PISO:
- 6º SOBRE VENTANA IZQUIERDA: Figura que los expertos creen que puede ser el marido de Doña Mayor. Identificación que
comparto y explica de nuevo la barba partida, aunque en este caso viste armadura.
- 7º SOBRE VENTANA CENTRAL: Figura que los expertos creen que puede ser Doña Mayor. Identificación que comparto; aunque es
de destacar los pechos tan prominentes que se marcan, entre los que hay un colgante con forma de alianza. Quizás manifestando
quién manda en aquella casa.
- 8º SOBRE VENTANA DERECHA: Figura que los expertos creen que puede ser el marido de Doña Mayor. Identificación que no
comparto y creo que puede ser la de un hijo o del padre de esta señora de la casa.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La fachada del Palacio de la Salina. Arriba, sus figuras numeradas. Abajo, sus medallones
sobre las ventanas, explicados.

Fachada Exterior (ver imágenes):


TERCER PISO:
- 9º SOBRE GALERÍA, A IZQUIERDA Y DERECHA: Escudos de los Fonseca (sin aparición del de Messia ni el de Carrillo), lo que
indica quién es el dueño de la casa. Es de destacar que los escudos están coronados, pese a que Da.Mayor no tuviera título nobiliario;
aunque su primer hijo sí lo consigue, pero es en 1566. Por lo que esta corona de marqués debe referir los títulos de su hermana María
y de su sobrina Mencía: Marquesa de Cenete y condesa de El Cid.
- 10º SOBRE GALERÍA, A IZQUIERDA Y DERECHA: Linea de ángeles; cuatro a cada lado, con uno central. Creo que refiere los cinco
hijos de Mayor y Rodrigo Messía; representando el del centro a Juan Alonso, el que hereda el mayorazgo y la Casa de la Salina.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: último piso y parte más alta, exterior del Palacio de la Salina. Arriba, el escudo de los
Fonseca, coronado. Abajo, la fila de ángeles que recorre la zona superior del edificio y que yo identifico con los hijos de Doña
Mayor de Fonseca.

PATIO INTERIOR (ver imágenes):


Entrada:
- 11º SOBRE LA ENTRADA A LA IZQUIERDA: Retrato de caballero ataviado con traje renacentista, que los expertos identifican con
Rodrigo Messía-Carrillo, esposo de doña Mayor. Iconografía en la que estoy completamente de acuerdo.
- 12º SOBRE LA ENTRADA A LA DERECHA: Retrato de dama ataviada con traje renacentista, que los expertos identifican con doña
Mayor de Fonseca. Iconografía con la que también estoy completamente de acuerdo.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: La entrada a la Casa de la Salina. Su arco, con dos medallones, que se identifican con el
retrato de los dueños del palacio. Arriba, foto sin retocar; abajo, los bajorrelieves aumentados y numerados.
PATIO INTERIOR (ver imágenes):
Fachada de arcos, frente a la galería:
- 13º SOBRE LA ARCADA PRIMERA, A LA IZQUIERDA: Retrato de dama con vestimentas renacentistas y los pechos al aire, que se
ha identificado con Doña Mayor. A mi juicio, se trataría de María, la hermana suya (fallecida en 1521) o bien de Mencía Mendoza y
Fonseca (hija de María).
- 14º SOBRE LA ARCADA PRIMERA, A LA DERECHA: Retrato de hombre renacentista, que se mesa las barbas. Se identifica con el
marido de Da. Mayor. Creo que se trataría del esposo de María de Fonseca (Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza)
- 15º SOBRE LA ARCADA SEGUNDA, A LA IZQUIERDA: Retrato de hombre que los expertos consideran el del dueño de la casa,
representado como Poseidón. Identificación que comparto plenamente.
- 16º SOBRE LA ARCADA SEGUNDA, A LA DERECHA: Retrato de mujer, con vestido renacimiento, que los expertos consideran es el
de Doña Mayor, propietaria del palacio. Idea que comparto plenamente.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: arcos del patio; detalle de sus retratos en bajorrelieve.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: patio de la casa de la Salina.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, patio de la casa de la
Salina. Abajo, medallones en los arcos, detallados y explicados.

PATIO INTERIOR (ver imágenes):


Bajo la galería:
- 17º y ss. BAJO LA TERRAZA CERRADA: Figuras identificadas por los estudiosos, con Atlantes. Yo las considero representación de la
dinastía de monstruos del mar, mitológicos; entre los que se distinguen perfectamente a:
Ponto; padre de Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia.
El monstruo Forcis (que estaría representado como hombre con cola) se casó con Ceto (figurada como mujer pez). Estos a su vez
fueron padres de seres terribles como Equidna, Gorgona, Las Grayas, Ladón y las Hespérides, a más de Toosa. Equidna se figura en
una mujer sierpe al igual que la Gorgona, tiene cabellos con víboras. Las Grayas, como viejas deformes; y Ladón (el guardián de las
Hespérides) como un dragón. Todos estos nombres (incluidos el de Forcis y Ceto) se relacionan plenamente con la mitología dedicada
a Iberia (el ciclo occidental) y con el mundo de Tartessos. Asimismo, podemos identificar entre estos monstruos de las ménsulas a los
hijos de Poseidón o de Pontos: Tritón (protagonista de la Nereida); tanto como a Nereo y Proteo, cuya iconografía es la de un anciano
con rasgos de pez. Una dinastía de dioses del mar, que decora un lugar donde se vendía la sal (abundante entre las aguas de
los océanos, pero muy escasa en mitad de Castilla).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imagen de las ménsulas de la
galería. Como vemos, no son Atlantes, sino figuras mitológicas relacionadas con el mar. Monstruos marinos, hijos de
Poseidón o de Ponto. Arriba, se distinguen claramente: La Gorgona (en la esquina izquierda) y sobre ella una Graya. A su lado
derecho, lo que parece una Harpía, toma a un Nereo con sus garras. Al igual que sucede con las siguientes figuras, que
asemejan Harpías (o dragones) dominando a un Tritón o a Proteo. Mientras en la última ménsula parece que puede hallarse
un Heracles atacado por Ladón. Al lado, otras ménsulas; en este caso con figuras humanas masculinas, con cola o con las
piernas terminadas como serpientes; sobre ellas tres monstruos que las dominan (quizás Gorgona, Graya y un Gerión de tres
cabezas en el centro). Abajo, figuras con las identificaciones que considero más cercanas.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al
lado, ménsulas y la identificación que les doy (anotada a su lado): Pontos, Poseidón y Tritón; atormentados por sus
monstruosos hijos. Abajo, detalle de la esquina que habíamos visto; con Medusa y una Graya (Grea) encima. Junto a ella,
Nereo dominado por una Harpía.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, el
dragón Ladón, guardando las Hesperides y sus manzanas; mientras Heracles las roba (grabado del siglo XVII). Abajo, Nereo
en un grabado del siglo XVI.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, de nuevo Nereo; esta
vez representado sobre un ánfora ateniense de figuras rojas del siglo V a. C.. Abajo, Proteo dios del mar; grabado copia de un
Andrea Alciato.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, las Nereidas; grabado
tomado del libro EL TEMPLO DE LAS MUSAS de Luisa Roquero. Abajo, Proteo en un grabado de Cornelio Nicolas Schurts,
hacia 1690. Observemos que las representaciones de estos dioses marinos mitológicos, son muy parecidas a las que vemos
en la Casa de la Salina. Cuya justificación está en ser un lugar donde se vende este bien que tanto abunda en el mar: La sal.
III DESCENDIENTES DE Fernando de Fonseca Ulloa y su segunda esposa, Teresa de Ayala y Cervantes.

SOBRE ESTAS LÍNEAS: detalle de la cara de Da. Teresa de Ayala, en la tumba que esculpió para Santa Ma. la Mayor de Coca,
Bartolomé Ordóñez; donde figura junto a su marido (Fernando de Fonseca). A continuación tratamos sobre los hijos de este
segundo matrimonio, del II señor de Coca y Alaejos.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: cuadros genealógicos realizados por mí, con los descendientes de Fernando Fonseca Ulloa y
de Teresa Ayala. Arriba, esquema general, que comprende desde Beatriz de Fonseca (madre de Fernando) y menciona las tres
esposas de este. Abajo, cuadro reducido a los hijos y nietos habidos entre Teresa de Ayala y Fernando de Fonseca.
Fernando de Fonseca tuvo dos mujeres que dejaron descendencia (y otra que le sobrevivió, y que al parecer tuvo dos niñas):
– DESCENDIENTES DE FERNANDO DE FONSECA Y ULLOA, EN SU SEGUNDO MATRIMONIO CON Ma. Teresa de Ayala y
Cervantes
II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa los siguientes hijos: Antonio -primogénito-; Beatriz y
Juan -el menor, que fue obispo y tomó por apellido Rodríguez de Fonseca-.
Debido a que Juan no tuvo hijos, recogemos primero a este vástago; aunque nació el tercero en línea. Seguiremos con su hermana y
terminaremos por Antonio, el mayor de esta rama (cuya descendencia fueron señores de Coca y Alaejos, terminando por convertirse en
marqueses de Ayala):

II-3c) Juan Rodríguez de Fonseca y Ayala: Fue el tercer hijo de Teresa de Ayala y Fernando Fonseca. Distinguiéndose como un
gran humanista, desde su juventud; al no obtener una cátedra en Salamanca, optó por hacerse sacerdote. Llegando a ser un famoso
prelado, obispo de gran prestigio, nacido en Toro en 1451. Estudió en Sevilla y Salamanca, donde fue amigo y discípulo de Elio Antonio
de Lebrija (Nebrija). Asimismo, fue asesor y partidario de la reina Isabel La Católica; convirtiéndose en uno de los hombres más
influyentes de su tiempo. Como obispo de Palencia construyó el famoso trascoro y parte del claustro. Mientras en su sede de Burgos,
pagó la portada de La Pellejería y La Escalera Dorada. Desde 1493 se dedicó a organizar la evangelización de Las Indias y entró en
pugna con Colón al considerar que estaba realizando una labor depredadora en las tierras recién descubiertas. Para el estudio de este
importantísimo personaje, recomendamos el libro de Adelaida Sagarra Gamazo, JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, UN TORESANO
EN DOS MUNDOS (63) , donde explica la inmensurable función que este sacerdote realizó como “gestor de Indias” (primer delegado
para las Américas). Nosotros, vamos a limitarnos a plantear un pequeño bosquejo de su vida, partiendo desde algunos datos de gran
importancia que nos da Vasallo Toranzo en sus trabajos (junto a las biografías de Sagarra Gamazo y otros autores):

Nace en Toro (Zamora) en 1551; siendo el tercer hijo de Teresa de Ayala, segunda mujer de Fernando de Fonseca y Ulloa. Este último
-a su vez- fue primogénito de Beatriz de Fonseca Botello, nacida de Inés Botelho y Pedro Rodríguez de Fonseca (quienes vinieron
exiliados a la villa toresana, tras la batalla de Aljubarrota en 1385, manteniéndose fieles a Juan I de Castilla). De este modo, Juan
Rodríguez de Fonseca, fue coetáneo de los últimos hijos del rey Juan II; y su padre (Fernando) fue ayo de Isabel de Trastámara,
infanta que terminaría siendo la Reina Católica. Aunque en los años en que el progenitor de Juan la cuidaba, ella era una simple
princesa, sin posibilidades de subir al trono. De tal modo, hemos de imaginar a este Juan Rodríguez de Fonseca, seguramente
compartiendo juegos e infancia con los dos infantes, que vivían entre Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, como unos simples nobles.
Pues al ser hermanastros del que fue Enrique IV, e hijos de un segundo matrimonio del rey Juan II; cuando fallece el progenitor común
(en 1454) y pasa a reinar el primogénito, deciden apartarlos de la Corte -para evitar rivalidades y reafirmar la imposibilidad de acceso al
trono de estos pequeños-. Así se criaron los dos últimos descendientes del referido soberano, casi como campesinos y sin llegar a
conocer a su padre (Juan II). Por cuanto hemos de ver a Fernando de Fonseca y Ulloa como un asistente y preceptor de Isabel y de su
hermano (Alfonsito); desde que contaban muy pocos años, cuando pierden a su progenitor. Quienes al vivir entre Arévalo y Madrigal,
como unos simples chicos y lejos de la Corte; debieron criarse junto a los hijos de quienes les cuidaban (nos referimos a este, Juan
Rodríguez de Fonseca y a sus hermanos Beatriz y Antonio, nacidos en los mismos años que Da. Isabel y un poco antes que el infante
Alfonsito). Este primer hecho que apunto, explicaría la fidelidad de Fernando de Fonseca hacia Alfonsito; tanta, que muere
defendiéndole como candidato al trono, en la batalla de Toro (agosto de 1467). Asimismo, nos mostraría la unión inquebrantable, entre
Juan Rodríguez de Fonseca y de su hermano (Antonio), con la infanta Isabel; a quien logran hacer reina de Castilla tras la batalla de
Toro -ganada con la ayuda inestimable de estos dos Fonseca y algunos de sus primos más cercanos-.

Pero, continuando con la vida del personaje que nos interesa, diremos que vivió junto a su madre en Toro, hasta que esta fallece en
1463 (64) . Mas tarde, con unos doce años de edad, pasan a residir en Coca, donde se hallaba bajo la protección y custodia de su tío;
el famoso arzobispo Alonso I de Fonseca, llamado “el viejo”. Hermano de su padre, a quien donaría en vida los señoríos de Coca y
Alaejos; habida cuenta que el prelado no podía ocuparse de ellos, por estar destinado en Sevilla. Aunque, finalmente, esos
mayorazgos revirtieron de nuevo al legador (el arzobispo), quien tuvo que hacerse cargo de sus posesiones, cuando en 1467, murió en
la batalla de Olmedo su hermano Fernando (padre de Antonio, Beatriz y de este, Juan). Asimismo, sabemos que el tío Alonso I (el
viejo); desde que se hizo cargo de sus sobrinos, les formó en ciencias y humanidades. Tomándolos como preceptor desde que eran
niños los tres hermanos; llevándoles a sus primeras lecciones en la iglesia de Coca que hemos visto en imágenes - idem (64) -. Templo
que por entonces era un edificio románico y que años más tarde sería reedificada por mediación de Juan Rodríguez de Fonseca;
quien, junto con Antonio, proyectaron construir allí una gran parroquia renacentista (a comienzos del siglo XVI).
Al morir su tío Alonso I (el viejo) en 1473, Juan Rodríguez de Fonseca entró de paje y asesor de la futura Reina Católica; antes de que
fuera proclamada soberana. En una Corte trashumante y recreada, donde tuvo pleno contacto con Fray Hernando de Talavera, que por
entonces era el confesor de la princesa (cuando él tenía apenas veintidós años). Desde allí y habiéndose formado en ética y moral con
este santo varón; decide irse hacia Sevilla, donde conoce a Elio Antonio de Nebrija. Más tarde, se dirigirá a Salamanca, estudiando
junto a su primo Alonso I de Fonseca, que destacaba como un poderoso prelado (asentado en Santiago) y mecenas de esta
universidad. De nuevo allí, entra en contacto con Elio Antonio de Nebrija; esta vez por iniciativa de su primo, que pasa a ayudarle y le
facilta ser discípulo del sabio creador de la primera gramática castellana. Finalmente se licencia en artes y decide presentarse a
oposiciones para obtener la cátedra de retórica, en la universidad salmantina. Concurso que no llega a ganar, sufriendo una gran
decepción, que le hace plantearse ser clérigo. Así se hará sacerdote y tras ocupar varias plazas de deán o párroco, fue finalmente
nombrado capellán de La reina Católica en 1484 (65) . En su carrera eclesiástica se produce un hecho singular y casual, que marcaría
el resto de su vida; cuando en 1493, al ir a Barcelona para ser nombrado presbítero, presenció junto a Isabel y Fernando la llegada de
Cristóbal Colón desde las desconocidas Américas (en su primer viaje). Un acontecimiento que más tarde se relacionará con la última
labor profesional de Juan Rodríguez de Fonseca, que fue nombrado primer Comisionado de Indias -cargo similar al de ministro para las
Américas; en el que chocaría con la voluntad y los deseos del almirante que las descubrió-.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes de la tumba de Juan
Rodríguez de Fonseca, en el mausoleo de Santa Ma. la mayor de Coca (Segovia); a la que agradecemos nos permita divulgar
nuestras fotos. Arriba, vista lateral. Al lado, tres cuartos del mausoleo. Abajo, detalle de guantes y vestimenta que luce el
prelado. Este magnífico conjunto escultórico fue encargado por el obispo a Bartolomé Ordoñez; quien lo prepara en vida del mecenas,
aunque es terminado después de su muerte (acaecida en 1524). Como sabemos, las obras y tumbas de los Fonseca que se hallan en
el interior de Santa Ma. de Coca, se finalizan bajo la dirección y el subsidio de Antonio (hermano mayor de Juan, que murió unos diez
años más tarde -en 1532-). Tras haber dejado el obispo a Antonio y a sus hijos, como herederos universales de su gran fortuna;
determinando que con el legado obtenido, deberían terminar las obras y los mausoleos de Coca, además de reconstruir la casa de los
Fonseca en Toro y el hospital de la misma villa.

Continuando con la vida de este importantísimo clérigo, hemos de señalar su faceta como embajador de los reyes Católicos (debiendo
suponerse que dominaba la lengua francesa o bien las de Flandes). Siendo nombrado desde 1488 a 1492, representante de los
monarcas para negociar los dominios de El Rosellón y la Cerdaña; logrando una política de aislamiento contra Francia (al unirse con
Maximiliano de Austria) que hizo retroceder a los franceses. Al morir la hija mayor de los Reyes Católicos y su nieto; fue quien se afanó
en traer rápidamente a España, la segunda heredera, en línea de sucesión; para que jurase la corona. Viniendo en 1502 hasta Castilla
(junto a Juan de Fonseca), los príncipes de Borgoña: Felipe el Hermoso y Juana. Logrando que una vez jurada como futura Juana I,
permaneciese en Castilla, junto a él y bajo su custodia en Medina del Campo. Más tarde, el prelado firmó y participó en la redacción del
testamento de Isabel la Católica, viajando a punto de morir la soberana, hasta el lugar en que se encontraba el marido de la heredera
al trono de Castilla, para hacerle venir a nuestras tierras. De este modo fue enviado en 1504 a los Países Bajos; donde entra en
contacto y amistad con Da. Margarita de Austria. La tía del que luego reinará como Carlos I, y a quien nombraron tutora del futuro
emperador -debido a que en esa fecha había enviudado por segunda vez-. Encomendándole la custodia y educación del príncipe
Carlos, que por entonces se quedaba solo en Flandes, con solo cuatro años de edad. Después, regresó a Castilla con Felipe el
Hermoso, pero Juan Rodríguez de Fonseca no agradó al nuevo rey consorte; debido a la lealtad y unión que el obispo y toda su
familia, guardaban con su suegro (Fernando el Católico). Por lo que, tras haber preparado la venida a España del marido de Juana I y
la coronación de estos nuevos reyes; el soberano recién proclamado, decide destituirle de todos sus cargos, al pensar que se trata de
un partidario del rey Fernando (al que el de Flandes aborrecía, por querer regir la corona junto a su hija).

En nuestra “leyenda” y donde narrábamos la historia de María de Fonseca, junto a Rodrigo Díaz de Vivar Mendoza (66) . Suponíamos
que Felipe el Hermoso había sido envenenado, a los seis meses de su llegada a España (en 1506) y tras establecer La Corte en
Burgos. Una sospecha histórica que sobrevuela siempre, al recordar la prematura muerte de este monarca consorte (pese a lo que se
hizo llamar Felipe I); y del que narran: “sufrió un pasmo, al beber agua fría, tras un golpe de calor; mientras jugaba a la pelota”. Ello, a
mediados de septiembre, en Burgos y en plena “pequeña edad del hielo”; cuando podemos suponer, hacía una temperatura otoñal.
Pudiendo ser esta una muerte natural, si el partido de pelota se hubiera disputado en Sevilla y en el mes de agosto; situación en que
podría creerse que un rey fallecía por efecto de una copa de agua fría, ingerida de golpe. Pero en Burgos y a mediados de septiembre;
a nadie puede matar un vaso bebido rápidamente, para reponer fuerzas. Debido a ello, suponíamos que habría sido envenenado; por
una trama trazada por aquellos más cercanos a Fernando el Católico, a los que Felipe el Hermoso había quitado de todo cargo y
mandato. Siendo los más perjudicados por la política de este nuevo monarca: Juan R. de Fonseca y su hermano Antonio, Fray Diego
de Deza y el cardenal Cisneros (entre otros). Pudiendo suponerse la existencia de un complot, para deshacerse del joven príncipe,
llegado de Flandes; que tenía por costumbre maltratar a su esposa, flirtear con otras mujeres y regir la corona (sin atender a su suegro,
ni a la verdadera reina -Juana I-). Todo lo que posiblemente llevó a que un copero, le entregase un vaso con ponzoña; quizás enviado
por esos más fieles y cercanos a Don Fernando (que odiaba a su yerno). Sea como fuere, lo cierto es, que al morir Felipe el Hermoso y
tras regresar a Castilla Fernando de Aragón, como regente; Juan y Antonio de Fonseca son restituidos en todos sus cargos y
recuperaron sus anteriores poderes.

Volviendo a la historia real y verdadera de Juan Rodríguez de Fonseca, es de destacar la mención que Vasallo Toranzo hacer al referir
que: Por su cercanía a la reina Isabel, le tantearon los judíos para que prorrogase su expulsión. De este modo, en una dotación de la
capilla de Coca, dice el obispo que le ofrecieron 485 millones de maravedies, para lograr que se cambiase esa fecha del edicto que les
echaba de España. Comentando que Isabel I contestó con una negativa, después de que los rabinos Isaac Abravanel, Mehil Melamet,
Abraham Seneor; le propusieron pagar esa cantidad -que cifra Mendoza en 30.000 ducados, 300 millones de maravedíes- (67) . Por lo
demás, sabemos que también logró el beneplácito del Vaticano; llegando a entablar amistad con Julio II (un Papa que se distinguía por
su fiereza). Gracias al que logra el obispado de Rosado y ser abad de San Zoilo, en Carrión de los Condes; cuando muere su anterior
titular (el famoso cardenal Mendoza). Asimismo, es de destacar que su vida se vio ligada estrechamente al Descubrimiento; no solo
porque en 1493 presenció la llegada de Colón a Barcelona. Sino, porque poco después le asignan la gestión de Indias, en
representación de la Corona; debiendo enfrentarse a las enormes ambiciones de Cristóbal Colón -con el que chocó repetidamente, sin
apoyo ni mando; pues solo fue nombrado organizador del segundo viaje del almirante (en 1493)-. De este modo, durante la última
etapa de la reina Isabel y la posterior regencia de Fernando el Católico, actuó como miembro del Consejo Real, continuando su labor
como mediador para las nuevas tierras, inspirando los futuros Consejos de Indias y Hacienda. Para ello, creó la Casa de la
Contratación en 1503; desde donde se revisaba y gestionaba toda la misión indiana.

Acerca de la labor que llevó a cabo Juan Rodríguez de Fonseca, durante el descubimiento y conquista de América, nos dice la Real
Academia de la Historia (SIC): “Durante mucho tiempo la valoración de su obra se vio condicionada por los juicios peyorativos de dos
contemporáneos: Fernando Colón y Bartolomé de Las Casas, que pesaron más que los elogios de Pedro Mártir de Anglería o la
amistad de Nebrija (...) No en vano en 1517 había apostillado el lascasiano Memorial para el buen tratamiento de los indios
escribiendo: “El mejor medio para hacer cristianos a los indios es la comunicación con los cristianos españoles que allá residen y esta
comunicación ni la tendrán estando en entera libertad, ni apartados por sí en pueblos”. A este respecto, conviene precisar que Fonseca
no fue insensible a la suerte de los indígenas, tal como muestra el memorial que en 1518 elevó a la Corona (...) En él pedía una
reflexión y un replanteamiento, a la luz de los seis años de aplicación de las citadas leyes (...) Insistía en la necesidad de convivencia
como medio de hacer avanzar la evangelización, aunque preocupándose más por la proximidad física que la mental (…) Y proponía el
nombramiento de un repartidor y dos letrados que, “de acuerdo con lo platicado acá”, trabajarán con los priores jerónimos (…) Con
ello, la Corona podía contar con información de primera mano y castigar los malos tratos y abusos (…) También perjudicó su imagen la
confrontación con algunos personajes que llegaron a ser figuras históricas (…) Es el caso, sobre todo, de Hernán Cortés (…) La
moderna bibliografía ha insistido, sobre todo, en su gran capacidad como administrador y en su completa identificación con el plan
político de la Monarquía, visible en la guerra de sucesión, en la revuelta comunera y en el trabajo de toda una vida” (68) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, la tumba de
Juan Rodríguez de Fonseca, en el mausoleo de Santa Ma. La mayor de Coca (Segovia); a la que agradecemos nos permita
divulgar nuestras fotos. El sepulcro se encuentra en el lateral derecho del altar mayor, a la izquierda del sacerdote, cuando
hoy oficia misa (frente a los creyentes). Aunque está a su derecha, si la imparte al modo antiguo; mirando al ábside. Arriba, de
nuevo vista lateral, frontal del magnífico mausoleo. Al lado, detalle de la cara de Juan Rodríguez de Fonseca, esculpida por
Bartolomé Ordóñez (hacia 1520 -posiblemente en vida del prelado que la encargó-). Abajo, su lateral, donde se aprecian
vestimentas y la enorme calidad de la obra.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: sepulcro de Juan Rodríguez de
Fonseca. Al lado, mi mujer cerca del conjunto, para apreciar su escala y tamaño. Abajo, detalle de los querubines que
adornan la magnífica tumba. Sobre estos, la inscripción: AQUI YACE EL REVERENDÍSIMO Y MUY ILUSTRE SEÑOR DON IVAN
RODRÍGUEZ DE FONSECA; ARZOBISPO QUE FUE, DE ROSANO, Y OBISPO DE BURGOS; QUE FALLECIÓ AL 3 DE
NOVIEMBRE, AÑO 1524
Pasaremos a recordar la función familiar que tuvo este Juan Rodríguez de Fonseca, el menor de los hijos de Fernando. Lo que unido a
su condición de sacerdote (careciendo de descendencia) le lleva a actuar como mediador en las enormes rencillas que hubo entre
hermanos y primos. De este modo, ya habíamos hablado sobre su relación con su sobrinastra, llamada Mayor; hija segunda de su
hermanastro Alonso (el primogénito de la familia). Niña a quien de joven acoge como tutor y protector, al morir Alonso en 1505. Quien
-como sabemos- era nacido de un primer matrimonio de Fernando, el padre de Juan y de Antonio. Recordaremos que este Alonso de
Fonseca estaba casado con María de Toledo y tuvo dos hijas: María y Mayor; creándose el conflicto familiar cuando la primera (María)
decide no seguir los designios de su progenitor, que le ordenaba casarse con su primo Pedro (el primogénito de Antonio). Todo ello
llevó a una rocambolesca y romántica historia en la que la heredera del mayorazgo de los Fonseca, contrajo matrimonio con el conde
de Cenete (sin consentimiento paterno, pero sí materno). Provocando la ira del padre (Alonso) que deshereda a su hija María y la
encierra; obligándola finalmente a que contraiga nupcias con Pedro (su primo, varios años menor que ella). Tras aceptarlo, vuelve
renunciar la recién desposada a consumar el sacramento; por lo que finalmente, Alonso, muere a consecuencia de los problemas y
hasta de los pleitos, que le interpone su hermanastro Antonio. En esta tesitura, quedaría la segunda hija (Mayor) como heredera
universal; aunque Antonio se autoproclama único y legítimo señor de Coca y Alaejos, tomando como suyos los castillos y bienes de
estas localidades.

En esta tesitura y mientras aún estaba encerrada la madre de Mayor y de María, por consentir e intervenir en la boda secreta de su hija
con el de Cenete. Juan Rodríguez de Fonseca, media en todo momento. Logrando, primero, que excarcelen de Alaejos a la viuda de
su hermanastro Alonso (Mayor de Toledo), quien llevaba años allí encerrada como castigo a su colaboración en los desposorios de su
primogénita. Pensando así, que tras liberarla, esta antigua esposa del legítimo heredero en los señoríos de Coca y Alaejos, pactaría
con Antonio; transfiriendo los derechos de herencia y renunciando a ellos (para sí y su hija segunda). Pese a ello, al salir la referida
viuda del cautiverio, se negó a acordar nada; por cuanto la única medida que pudieron tomar contra ella, fue la de negarle “plaza” en
los cenotafios que estaban preparando en Santa Ma. de Coca -para toda la familia-. Debiendo la madre de las sobrinas que ostentaban
el mayorazgo, buscar sepulcro en La Mejorada; famoso monasterio en las cercanías de Olmedo, donde finalmente sería enterrada.

Así decíamos, al hablar sobre Mayor y su tío -al comienzo de este artículo- que en tan tensa situación aparece en escena el tercero de
los hermanos; llamado Juan Rodríguez de Fonseca. Quien al ser un prelado y un buen hombre -apodado el “muy macizo cristiano”, por
su gordura y generosidad-; adoptó como sobrina favorita a esta Mayor (intentando así paliar el dolor que en aquella casa se vivía). De
tal modo, actuó siempre como su curador y cuando ella llegó a edad núbil, fue quien se preocupó de buscarle un “buen marido”. Por
cuanto el tío Juan Rodríguez de Fonseca (hombre de confianza de la Reina Católica y embajador de Isabel y Fernando; además de
obispo); concertó su matrimonio con Rodrigo Messía y Carrillo (Mexía o Mejía) VIII Señor de Santa Eufemia. A quienes, tras la boda,
les animó a fundar un nuevo señorío en Cáceres; comprando el de Villasbuenas de Gata -idem (46) -. Asimismo, sabemos que el padre
de Mayor -Alonso de Fonseca y Avellaneda-, decide dejar a su muerte, el legado a esta segunda hija (desheredando a María, la
primera). Lo que provoca un enorme problema entre esa segunda heredera y su tío Antonio, tras la muerte del progenitor. Pues al
fallecer Alonso de Fonseca, su hermanastro reclamó los señoríos de la familia, proclamándose Antonio, dueño y señor de Coca y
Alaejos (mientras pleiteaba contra su sobrina Mayor, por el mayorazgo). Unos litigios para los que esta segunda hija de Alonso, logró el
apoyo de sus primos pertenecientes a la casa de Alba; que durante decenios siguieron reclamando el derecho de herencia. Es
entonces, cuando su tío Juan (hermano de Antonio y hermanastro de su progenitor); actúa como mediador y curador, entre tío y
sobrinastra; procurando un acuerdo. Por lo demás, tras la muerte del referido Alonso de Fonseca (sucedida en 1505), no hubo
reconocimiento alguno de su testamento; pues Antonio se adueña de los bienes y mantuvo presa a la viuda en Alaejos -la madre de
Mayor, llamada como ella y descendiente directa de los Alba idem (47) -.

Siguiendo con a vida de Mayor de Fonseca y Toledo, sabemos que su tío Juan, pretendió separarla completamente de su madre,
después de ser la progenitora liberada por Antonio, y que esta se negase a un pacto sobre el mayorazgo. Testando el prelado Juan R.
de Fonseca en favor de su sobrina, seguramente para que le obedeciera y no tuviera más contacto con aquella rebelde madre; a la que
ambos hermanos Fonseca consideraban culpable de todos los males. Así es como logra que Mayor renuncie a litigar por su herencia y
se prometa con los Mejía de Carrillo, descendientes del conquistador de Córdoba, celebrándose una suntuosa boda en 1509 -que
describe pormenorizadamente Luis Vasallo idem (49) -. Tras el matrimonio, parece que comienzan las desavenencias entre Mayor y su
tío Juan, al ver este que la sobrina tomaba contacto con su hermana María (en el Sur); quizá debido a que los Messía-Carrillo eran
jienenses (teniendo sus señoríos en La Guardia, apenas a un centenar de kilómetros de Granada). Llegando a intuir que -quizás-
ambas tramaban un plan, para reclamar a Antonio los señoríos de Coca y Alaejos. Asimismo, el obispo, recomienda a Mayor que
viviera en Medina del Campo, donde tenía una gran casa heredada de los Fonseca. Aunque ella decide trasladarse a Salamanca,
posiblemente para establecerse en una ciudad grande y cosmopolita. Sea como fuere, las recomendaciones del tío y protector (el
obispo Juan), parecen tener como fin controlar a Mayor, evitando que mantuviese contacto con su hermana María -la primogénita en el
mayorazgo de Coca y Alaejos, pese a estar desheredada-. Su traslado a residir en Salamanca y que Mayor fuera a conocer a su
sobrina Mencía, en Tordesillas; cuando esa hija de María visita la Corte (allí trasladada, hacia 1518); deteriora totalmente la relación
entre el obispo y la que había sido su tutelada. Al sospechar el prelado que -antes o después- aquellas dos descendientes del
verdadero primogénito de los Fonseca (Alonso), iban a reclamar el señorío de Coca y Alaejos a su hermano Antonio.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, el trascoro de la catedral de Palencia, que fue
remodelado y construido bajo el mecenazgo de Juan Rodríguez de Fonseca. Al lado, retrato del prelado en un detalle del
cuadro que representa a Nuestra Señora de la Compasión, sito en el trascoro de la Catedral de Palencia (a la que
agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Esta obra atribuida a Jan Joest van Calcar, que podemos ver abajo en
el lugar donde se expone; fue seguramente traída desde Flandes por Juan R. de Fonseca, mientras actuó como embajador de
los Reyes Católicos (desde 1502 a 1506). Primero, cuando logra que venga a España su hija Juana, para ser jurada como heredera.
Después (en 1505) tras morir la Reina Católica, hubo de viajar para traer al marido de Juana I (Felipe el Hermoso), quien comenzó a
reinar en Castilla. Acerca de la obra que vemos y del retrato del obispo; se sabe que todo el trascoro de la catedral de Palencia fue
mandado hacer y pagado por Juan Rodríguez de Fonseca; así como la cripta de bajada hasta el pozo de San Antolín. Donando
también este cuadro flamenco, que se conserva en la parte trasera del Coro, donde se encuentra él (representado como donante).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, firma y escudo de Juan R. de Fonseca,
tomada del libro JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA (Mariano Alcocer Martínez; Valladolid 1926).. Abajo, cuadro que representa
a Nuestra Señora de la Compasión, atribuido a Jan Joest van Calcar, donde podemos ver a Juan R. de Fonseca como donante
(aumentado en fotos anteriores).
Trataremos a continuación sobre la labor de mecenazgo llevada a cabo por Juan Rodríguez de Fonseca; quien fue un verdadero
protector de las artes; tal como podemos leer en el magnífico libro que escribió sobre esta familia y sobre la arquitectura de Toro, Luis
Vasallo (69) . Quien nos dice que contrató a maestros tan importantes como Juan Rodríguez (Gil) de Hontañón, Francisco de Colonia,
Diego y Gil de Siloé, Bartolomé Ordoñez y Juan de Vallejo. Trabajando con los artistas del círculo de Juan Guas, con los que levanta el
trascoro y el claustro de la catedral de Palencia. Encargando a Juan Gil de Hontañón la zona del claustro; y el trascoro a Juan de
Ruesga (los mismos que luego contratará para la iglesia de Santa Ma de Coca). Aunque Juan de Ruesga, le fue recomendado por su
hermano Antonio; debido a que le había contratado anteriormente, para realizar numerosas reformas en el castillo de Coca. Siendo así
como los tres, junto a Diego Rodríguez, fueron los artífices arquitectónicos de esta iglesia caucense; donde finalmente situaron los
sepulcros que Juan Rodríguez de Fonseca encarga a Bartolomé Ordóñez. Un obispo que mantiene pleno contacto con toda esta
pléyade de artistas, mientras está destinado en Palencia y cuando ocupa finalmente el episcopado de Burgos (desde 1514), donde
conocerá ya a la segunda generación de maestros. Destacando por entonces otras figuras venidas desde centro Europa, como Felipe
de Bigarny; quien junto a Diego de Siloé, brillaban a principios del cinquecento español. Así es como encarga a Francisco de Colonia la
“puerta de la pellejería” de la catedral burgalesa y a Diego de Siloé, la famosísima “escalera dorada”. Contratando después a un socio
de los Colonia, llamado Bartolomé Ordoñez, que esculpirá todas las tumbas de sus familiares (más tarde situadas en Coca). De este
modo comenzaron las obras en el templo caucense de Santa Ma. la Mayor -en 1510-, siendo Juan Guas, Juan de Ruesga y Juan Gil
de Hontañón quienes realizaron las trazas (70) . Finamente, un año antes de su muerte -sucedida en 1524-, los dos hermanos Fonseca
(Juan y Antonio) dotan al templo, para que tenga fondos suficientes y puedan terminarse sus obras.

De enorme importancia fueron también los legados y mecenazgo que Juan Rodríguez de Fonseca realizó en su villa natal: Toro. Donde
se preocupó de levantar un hospital y restaurar su casa solariega, a más de dotar a la colegiata con un bello retablo pintado por
Lorenzo de Ávila. Hechos que Vasallo Toranzo recoge minuciosamente en dos de sus libros (“Arquitectura de Toro...” y “Los
Fonseca...”); narrando el modo en que dio dinero e intento levantar esos edificios, en el lugar que le vio nacer. Donde, como
recordaremos, estaba la casa solar de sus abuelos (Juan A. de Ulloa y Beatriz de Fonseca); que sabemos se situaba entre las actuales
calles: Puerta de Morales, Botello y Delhy Tejero -muy cerca de San Julián y de San Lorenzo-. Un edificio que había sido heredado por
su tío Alonso de Fonseca (el viejo), aunque en usufructo, por lo que allí siguió viviendo su madre (Beatriz de Fonseca, la abuela de
Juan). Pero que fue derruido en 1474, cuando el cabildo de Toro decide expulsar a la anciana Beatriz, viuda de Ulloa; debido a que sus
hijos eran isabelinos. Lo que sucede cuando se declara beltranejo su alcaide, Juan de Ulloa (primo de la desterrada). Hecho por el cual
destruyen la casa solariega de estos Fonseca, reduciéndola a escombros; palacio, que en verdad pertenecía a Juan A. de Ulloa. Tras
la muerte de la abuela Beatriz, en Alaejos, donde pudo refugiarse; y la llegada de la reina Isabel al Trono. El solar fue heredado por
Juan, quien procura ir levantando poco a poco una nueva casa solariega, en el lugar donde nació. Allí inició las obras desde 1515, con
Martínez de Revilla y el “famoso” Martín de Bruselas que -al parecer- él trajo desde Flandes. Aunque pese a ser uno de los edificios
tardogóticos más importantes de Toro; en 1525 su hermano Antonio desiste continuar con las obras de rehabilitación (debido a su alto
coste). Tras ello, la heredó su nieto Francisco, quien la cede a los Carmelitas; que no continuaron allí por el mal estado en que se
hallaba. Pese a ello, su estructura y columnas perviven hasta hoy; dejando vestigios de aquello que hubo hasta que en el siglo XVII, la
casa de Alba (herederos del edificio) lo dejara caer -pasando a convertirse de nuevo en escombros-. Existiendo todavía algún sillar en
el lugar, que mantiene el escudo de los cinco luceros, que representaba a la familia (71) .

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, la famosa “escalera dorada” que encargó Juan Rodríguez de Fonseca a Diego de
Siloé; para que reconstruyese la bajada desde la calle superior (de Fernán González) a la nave central de la Catedral
burgalesa (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras fotos).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, marcado en el mapa
de Toro, el lugar donde Vasallo Toranzo dicta que se encontraba la casa palacio de los Ulloa-Fonseca. Como podemos ver,
ocupaba toda la manzana entre las calles: Puerta de Morales, Delhy Tejero, Botello y Puerta Nueva. Un solar que podemos calcular en
unos 6.000 metros cuadrados. Abajo, esquina entre Puerta de Morales y Delhy Tejero; donde estuvo antaño el referido palacio
de los Fonseca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, un dibujo mío de la “puerta
de la pellejería” en la parte trasera de la Catedral de Burgos. Abajo, foto de la misma zona y de la puerta que hizo Francisco
de Colonia, bajo el mecenazgo de Juan Rodríguez de Fonseca (mientras fue obispo de Burgos). La zona ha estado desde
hace años cerrada; debido a que se llevaba a cabo su restauración.
Recoge Vasallo Toranzo también la historia del llamado Hospital de la Asunción y los Dos Santos Juanes, que levantó en Toro, Juan
Rodríguez de Fonseca (72) . Narrando como lo funda el relojero Juan Dorado, entre 1508 y 1514; dotándolo y manteniéndolo a sus
expensas; levantando allí un pequeño edificio. Más tarde, llegaría hasta el hospital el famoso obispo Juan Rodríguez de Fonseca,
colaborando en la obra. Para lo que entabla un acuerdo con Juan Dorado y determina en su testamento -de 1523- los bienes y
cantidades con los que va a dotar esta obra; tanto como su uso. Pero en 1524, tras morir el prelado, la iniciativa y los fondos pasan a
los señores de Coca y Alaejos (su hermano Antonio y más tarde a su sobrino Francisco). Por lo que muy pronto habrá desacuerdo
entre los hijos de Antonio Fonseca y los nietos de Juan Dorado, entrando ambas partes en pleito. Debido a ello, en 1562 se redactan
nuevas capitulaciones, ya que Juan Dorado había creado un pequeño edificio, para atender a las gentes del lugar; pero los Fonseca no
deseaban ese tipo de fundación. Por lo que pronto se demolirá aquel hospital inicial, para elevar uno de enormes proporciones. Es así
como se contrata al cantero Juan Perea, quien en pleno Renacimiento, crea un edificio de estilo gótico; entre cuyas salas destaca una
capilla (famosa por su artesonado).

Para terminar este bosquejo sobre la vida de Juan Rodríguez de Fonseca, diremos que tras la muerte de Fernando el Católico, llegan
al poder nuevos personajes (como Francisco de los Cobos o Ruiz de Mota); cuyo talante y peso humano era muy distinto a los
hombres que gozaban de la confianza de Isabel la Católica. Ello, junto a los enfrentamientos continuos del prelado, debido a su cargo
como comisionado en Indias; hizo que el obispo fuera cada vez más denostado. Primero, tras oponerse a las ideas de Cristóbal Colón,
con el que chocó repetidamente (pese a que su pugna contra el almirante no le trajo grandes consecuencias). Más tarde, cuando tuvo
que enfrentarse a Bartolomé de las Casas y a numerosos clérigos que le tildaban de “realista” (favorecer a la Corona), sin cumplir su
deber para con El Vaticano. Finalmente, al entrar en litigio contra Hernán Cortés; un hecho que verdaderamente hundió el prestigio y la
figura de Juan R. de Fonseca. Quien tras enemistarse con el conquistador de México, se vio relegado de todos sus cargos para las
Américas y postergado socialmente. Debido a ello, recogíamos antes las palabras que le dedicaba la RAH en su biografía,
dictando: “Durante mucho tiempo la valoración de su obra se vio condicionada por los juicios peyorativos de dos contemporáneos:
Fernando Colón y Bartolomé de Las Casas, que pesaron más que los elogios de Pedro Mártir de Anglería o la amistad de Nebrija". A
cuanto hemos de unir que en ese modo peyorativo, también era apodado el “muy macizo cristiano”; por su gordura más que por su
devoción y generosidad. Finalmente también sufre numerosos desengaños familiares; entre los que habíamos visto su distanciamiento
con Mayor de Fonseca y Toledo (la sobrinastra, a la que tanto ayudo y que adoptó como tutor). Asimismo, en el mismo tiempo se
sucedieron problemas con sus otros primos obispos y de igual apellido; debido a que la rama de los Acevedo -a la que pertenecían
Alonso II y Alonso III de Fonseca-, deseaban el arzobispado de Toledo. Pugnando Juan por el cargo y perdiéndolo frente a su sobrino
(Alonso III); provocando ello que las familias no volvieran a hablarse. Pese a que Alonso II le había ayudado enormemente durante su
estancia en Salamanca, incorporándole a las clases de Nebrija. Un último hecho que le hace caer en desgracia se produce cuando su
sobrina nieta, Mencía de Mendoza (hija de María de Fonseca y Rodrigo D. de Vivar), se casa con el príncipe de Nassau y señor de
Breda -muy cercano al emperador Carlos I-. Momento en que esta heredera legítima de los señoríos de Coca y Alaejos, reclama su
mayorazgo ante la justicia; entrando en litigio contra Antonio durante un decenio. En este estado y situación, muere Juan Rodríguez de
Fonseca, dejando su legado enteramente a su hermano Antonio; encargándole la terminación de la iglesia de Coca, la casa solariega
de Toro y el referido Hospital de La Asunción y dos Santos Juanes (hoy llamado del obispo). Edificios que habían quedado inconclusos
y de los que tan solo se pudo finalizar Santa Ma. de Coca -más o menos conforme su mecenas encargó-.

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del Hospital de La


Asunción y dos Santos Juanes, en Toro (al que agradecemos nos permita divulgar nuestras imágenes). Su claustro, durante
una exposición dedicada a la moda (hemos de destacar que los paneles con telas, desvirtúan su verdadera perspectiva de tipo gótico
renacentista).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, planta segunda del mismo
edificio. Abajo, exterior y fachada del antiguo hospital; foto tomada durante la celebración de las fiestas de la Vendimia en
Toro.
II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa una segunda hija, llamada Beatriz, o bien María.
II-3b) Beatriz de Fonseca y Ayala.
Es mencionada por Vasallo Toranzo como segunda hija de Fernando de Fonseca y Teresa de Ayala; aunque en el libro de LOS
FONSECA, LINAJE Y PATRONATO ARTÍSTICO, la incluye con el nombre de María (ver imágenes). Sabemos que murió en 1505 y que
era mayor que su hermano Juan, venido al mundo en 1451; por lo que debió nacer hacia 1450. Se cita como dama de la reina Isabel la
Católica (73) .
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: cuadros genealógicos con los descendientes de Antonio de Fonseca y Ayala (hijo de
Fernando Fonseca y de Teresa Ayala). Arriba, esquema realizado por mí. Abajo, el presentado por Vasallo Toranzo en su libro
“Los Fonseca, linaje y patronato artístico”.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo la tumba d Fernando Fonseca y
Ulloa, junto a Teresa de Ayala; en la iglesia de Santa Ma. de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestras
imágenes). Al lado, detalle de sus escudos en el sepulcro; en grande, el blasón de los Fonseca y al lado, el de los
Ayala. Abajo, los progenitores de Juan y de Antonio Fonseca y Ayala.
II – Teresa de Ayala y Cervantes. Tuvo con Fernando de Fonseca y Ulloa un primer hijo, llamado Antonio de Fonseca y Ayala.
II-3a) Antonio de Fonseca y Ayala: Sobre el que extensamente hemos tratado en la “leyenda de María de Fonseca y Rodrígo Díaz de
Vivar” (74) ; debido a que pugnó durante años por ser el IV Señor de Coca y Alaejos (títulos que ostentaba aunque en verdad el
mayorazgo lo deberían haber recibido sus sobrinas, las hijas de su hermanastro Alonso (primogénito de Fernando de Fonseca y su
primera mujer). Fue asimismo señor de Castrejón y Valdefuentes. En un breve bosquejo de su persona, añadiremos que era un famoso
guerrero y consejero militar de los Reyes Católicos. Siempre se mantuvo fiel a Isabel y Fernando, con los que luchó en Andalucía,
hasta lograr la toma de Granada; siendo un general tan solo comparable con el famoso Gran Capitán. Poco después, sería nombrado
embajador de los soberanos, en múltiples ocasiones. Asimismo, logró el favor de Carlos I, siendo uno de los que más fieramente luchó
contra los Comuneros; logrando acompañar al emperador desde su primera venida a España. Destacó por su enorme valor y su
carácter fuerte; aunque en su contra se halla el hecho de que instigase tanto, para que su hijo Juan se casase con María de Fonseca y
Toledo (sobrinastra suya). Con ello quería unificar las dos ramas y resolver el problema del mayorazgo de Coca y Alaejos; aunque para
resumir su vida, comenzaremos por una amplia nota biográfica, y más tarde profundizaremos en el problema sucesorio de los Fonseca
con el mayorazgo, que aparentemente usurpó Antonio a sus sobrinas (María y Mayor).

Nace Antonio de Fonseca antes de 1550, como primer hijo de un segundo matrimonio que celebró su progenitor (Fernando); caído en
la segunda Batalla de Olmedo (agosto de 1467). Donde murió defendiendo al infante Alfonsito, hermano de la que años después sería
Isabel la Católica. Pese a su primogenitura, no tenía derechos sobre los mayorazgos de su padre, que -en principio- heredaría su
hermanastro Alonso; todo lo que le hizo encaminarse hacia la carrera militar (del mismo modo que la tercera plaza en sucesión, obligó
a Juan R. de Fonseca a tomar los hábitos). Por lo demás, hemos de suponer que su infancia fue muy similar a la del resto de sus
hermanos; viviendo en Toro y junto a su madre, hasta que la progenitora fallece en 1463 (tal como dicta la lápida de su tumba, que
hemos visto antes, en imágenes). Fue entonces, cuando podemos considerar que pasa a residir junto a su padre y bajo la tutela de su
tío Alonso, en el castillo de Coca. Recordaremos que este hermano de su progenitor, fue el más famoso de los prelados Fonseca.
Conocido como Alonso I (el viejo), fue arzobispo de Santiago y Sevilla, a más de capellán de Juan II y consejero del rey Enrique IV. Del
que dice su sobrino -Juan Rodríguez de Fonseca- en sus memorias; que les proporcionó una magnífica educación, fundamentada en
humanidades y ciencias (lo que se denominaba en el Renacimiento: Trivium y Quadrivium). Estudiando los hermanos sus primeras
lecciones en la antigua parroquia de Santa Ma. de Coca y pasando a completarlas en Salamanca y Sevilla. Aunque mientras Juan se
encamina a estas universidades, sabemos que Antonio ya se había alistado en los ejércitos de Castilla, participando en las más
cruentas batallas de Reconquista, que todavía se daban en Andalucía. Pero su gran triunfo se produce cuando junto a sus primos más
cercanos, participa y gana la Batalla de Toro (en 1576). Un hecho crucial para que Isabel I comience a reinar definitivamente; aunque
no será hasta 1480 cuando logre el trono pleno; desde que su sobrina Juana (la beltraneja) reconoce su derrota y da por finalizada la
guerra civil.

De tal manera, ya habíamos destacado como en 1474 la villa de Toro se declara bajo el mandato de Juana I (la beltaneja); que con
solo trece años se había casado con su tío, el rey Alfonso V de Portugal. Dictaminando el alcaide toresano (uno de los Ulloa) que se
expulsase del lugar a Beatriz de Fonseca y se derribase su palacio, debido a que sus nietos apoyaban al bando opuesto -los
isabelinos-. En esa situación, se declara la guerra; debiendo entrar en batalla el mismo príncipe Fernando (marido de Isabel), quien
sufre una primera derrota en Tordesillas, durante el mes de agosto de 1475. Aunque muy pronto se rearma y hace frente a las tropas
de Portugal y a su rey Alfonso, que pugnaban por dominar Castilla. Finalmente, un año más tarde, ganó la batalla de Toro, tras vencer
en Zamora; gracias al asesoramiento de mandos oriundos, entre los que destacaron: Antonio de Fonseca, su hermanastro Alonso y su
primo Alonso de Fonseca y Quijada (otro famoso obispo). Hechos que muy bien recoge Adelaida Sagarra Gamazo,
escribiendo: "Alonso Fonseca y Avellaneda, combatió en la batalla de Toro, en la Vega del Duero, entre esta ciudad y Zamora, tal como
lo recogió Andrés Bemáldez en su crónica". Del mismo modo, luchó allí su primo Alonso de Fonseca y Quijada, quien logró dar entrada
a las tropas de los Reyes Católicos en la villa toresana. Lo que la autora recoge del siguiente modo: "Don Alonso de Fonseca y Quijada
fue pieza fundamental en la toma de esta plaza, que era junto a Zamora, el gran bastión de los portugueses en Castilla. Efectivamente,
Fonseca -señor de Villanueva de Cañedo, y obispo de Avila esperaba frente a las murallas de Toro con las tropas de la reina, pero la
ciudad se mostraba inexpugnable. Sólo por la zona del río la vigilancia era menor, debido a lo escarpado del terreno. Gracias a la
información recibida de un tal Bartolomé, pastor, el obispo Fonseca supo que el único punto por el que sería posible penetrar en la
ciudad era precisamente el cañón de la Magdalena. Guiadas por el toresano, las tropas de doña Isabel entraron en la plaza fuerte la
noche del 19 de septiembre" (75) .

Es importante destacar que la de Toro no fue propiamente una batalla, sino un “sitio” que duró varios meses (desde marzo hasta
octubre de 1476), donde proliferaron las familias que se cambiaban de un frente a otro; sucediéndose las dudas sobre el final de la
contienda. Dilucidándose en un semestre la victoria de los Reyes Católicos, más por los pactos y actos realizados durante ese tiempo,
que por las luchas militares. Pues si analizamos la referida batalla; realmente, en el primer golpe no hubo vencedores. Debiendo quizá
considerarse que al principio, fue el bando de Portugal (los beltranejos) quienes más suerte tuvieron. Aunque pasados los meses, las
fuerzas fueron debilitándose y muchos de los bastiones tradicionalmente fieles a Enrique IV, pasaron a apoyar a Isabel y Fernando. Por
cuanto en septiembre de 1476 se rindió Toro y se dio por ganada esta parte de una guerra civil; en la que se decidía si la reina iba ser
Juana, o su tiastra Isabel (que subió plenamente al trono en 1480 ). Así fue como en octubre de 1476, los nuevos monarcas recibirían a
toda la nobleza castellana, que les rendía pleitesía e Medina del Campo.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de Santa Ma. la
Mayor de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas); donde podemos ver la tumba de Antonio de Fonseca y
Ayala. Arriba, vista del altar mayor, con el sepulcro en el suelo, en la nave de crucero. Al lado y abajo, dos detalles de la
lápida de Antonio de Fonseca, en el templo que levantó junto a su hermano Juan.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más de Santa Ma. la Mayor de Coca
(a la que agradecemos nos permita divulgarlas); donde podemos ver las proporciones del templo -con una persona, para
conocer la escala-. Abajo, detalle nuevamente de la tumba de Antonio de Fonseca; el único de todos los aquí enterrados de la
familia, que carece de escultura en su sepulcro.
Debemos considerar que desde este momento, los referidos hermanos Fonseca (Alonso y Antonio) serían capitanes principales de
Fernando (consorte de Castilla y sucesor en Aragón). Aunque sobre Alonso (el mayor), sabemos que una vez tranquilizado el reino y
tras llegar la paz (después de 1480), se dedicó a gestionar sus posesiones en Coca y Alaejos; heredadas de su tío Alonso I (el viejo) a
través del legado de su padre. Mientras Antonio, como segundón, después de la victoria en Toro, debió seguir la carrera militar;
alistándose en las guerras de Reconquista; destacando primero en las tomas de Loja y Ronda (1585/86), donde se dice que luchó
valerosamente y hasta salvó la vida del monarca Don Fernando. Todo lo que le valió el título de Capitán General de los ejércitos y
corregidor de Plasencia y de Jaén. Más tarde, como persona de confianza de los Reyes Católicos, fue elegido desde 1493 para que
disuadiese al soberano de Francia (Carlos VIII) de sus pretensiones por dominar Italia. Siendo al año siguiente nombrado embajador
ante la Corte gala, debiendo evitar que los franceses invadieran Nápoles y continuasen avanzando sobre territorio italiano.
Produciéndose por entonces la famosa anécdota y los hechos que se comentaron en toda Europa; cuando Antonio de Fonseca se
atrevió a realizar un tremendo desplante ante el rey de galo. Lo que sucedió en un momento en que Carlos VIII despreció la oferta de
paz hispana, que Antonio de Fonseca le transmitía por boca de sus soberanos. Riéndose el francés cuando el embajador sugirió que
retirase su ejército del puerto de Roma; porque ello, podía provocar una guerra. Dejando entonces, el soberano una carta en la mano
del representante hispano, para que se la entregase a los Reyes Católicos. Ante lo que Antonio de Fonseca, tomó con desprecio la
misiva y la partió en mil trozos, reprobando al galo; advirtiendo del peligro al que exponía a su ejercito, si no obedecía los deseos de los
de España. Una actitud, que en vez de enfadar al francés, parece que le divirtió; expresando que nunca había visto tanto primitivismo y
falta de protocolo -semejante al de los no civilizados-.

Sea como fuere, parece que la embajada cumplió su función y los militares franceses dejaron el puerto de Ostia (76) . Este referido
hecho famoso, ya lo habíamos expuesto en nuestros trabajos anteriores, citando un curioso libro de Manuel Otero Toral, que comienza
con un poema renacentista. Donde se alaba y canta la historia del personaje, con los siguientes versos del poeta portugués, Jorge de
Montemayor:
“Soy Fonseca, cuya historia
en Europa es tan sabida
que, aunque se acabó la vida,
no se acaba la memoria.
Fui servidor de mi rey,
a mi patria tuve amor,
jamás dexé por temor
de guardar aquella ley
qu´el siervo debe al señor.” -idem (76) -

Más, siguiendo con la biografía de Antonio de Fonseca, hemos de destacar que tras la famosa “hazaña”, los reyes le nombran
mayordomo mayor y le entregaron la riquísima dehesa de Espadañal, en Plasencia, junto a la antigua ciudad romana de Capera
(Caparra, en Cáceres). Más tarde, continuará el general cumpliendo misiones encomendadas por sus monarcas; viajando por toda
Europa (Italia y Austria, preferentemente), para recoger adhesiones a España. Principalmente “amigos” que hicieran frente a los
franceses, en su actitud expansiva; todo lo que había llevado al rey galo a unirse con los turcos, con el fin de invadir -junto a los
musulmanes-, el Mediterráneo y gran parte de Centro Europa. Es en estos viajes, cuando Antonio de Fonseca interviene en 1497 para
concertar la boda entre la hija de Maximiliano de Habsburgo, con el príncipe Juan (hijo de los reyes Católicos). Formando así una gran
liga entre ambas naciones; pues su hermano Felipe, llamado “El Hermoso” y heredero de Maximiliano I; ya estaba casado con Juana
(la hija de Isabel y Fernando, hermana del príncipe Juan). Sabido es que a los seis meses de celebrarse el matrimonio entre Margarita
y Juan, el primogénito de Castilla fallece; por lo que su viuda vuelve a Flandes, tras sufrir un parto prematuro (donde el nasciturus
muere). Pese a ello, es crucial la función que realizará esta cuñada de Juana “La Loca”; manteniéndose al cuidado y siendo tutora del
príncipe Carlos, hasta que fue proclamado emperador y viaja a España. Asimismo, la amistad entre ella y los hermanos Fonseca se
mantendrá -al menos- hasta que Juan desaparece de la vida social y mientras Antonio sigue realizando funciones como hombre de
confianza de Carlos I -prácticamente un año antes de su fallecimiento en 1532-.

Es así, como en 1503 se le nombra Contador del Reino (similar a ministro de Hacienda) y tras la muerte de la reina Isabel I (en 1504)
media para que venga a nuestras tierras el marido de Juana I; denominado Felipe I -pese a ser un consorte-. Aunque a la llegada de
este nuevo monarca, los hermanos Fonseca caen en desgracia; al igual que todo hombre cercano al rey Fernando -principalmente los
que fueron personajes de confianza para Doña Isabel-. Así, con Felipe el Hermoso, sufre un nuevo revés; debido a que ese rey
consorte de Castilla decide disminuir la fuerza de todo personaje fiel a su suegro, Fernando El Católico. Por lo que le retiran las
posesiones y heredades en zonas tan destacadas, como Plasencia y Jaén; siendo destituido en su cargo de Contador Mayor del
Reino. Todo lo que narramos, se une a la muerte de su primogénito, Pedro (sucedida en 1507), al que intentó casar con María (su
sobrina); lo que resultó un mazazo para Antonio Fonseca, haciendo que empeorase su carácter.

Aunque, como ya dijimos, a los seis meses de aparecer en nuestras tierras, muere el flamenco rey; tan famoso por su buena planta,
como por sus malos modales y peor comportamiento con el suegro y su esposa. Momento en que vuelve Fernando como regente de
Castilla (debido a la incapacidad de su hija Juana); revirtiendo toda orden de cese, dada por su yerno. Recuperando en el mismo año
de 1507 los cargos y sus puestos, tanto Antonio como Juan de Fonseca; que serán reincorporados al reino en sus antiguas plazas y
como personajes cruciales. Volviendo Antonio a ocupar su rango de General, interviniendo en Portugal y Navarra, al menos hasta 1516
(fecha del fallecimiento de Fernando el Católlico). Siendo así, como en 1517 se pone bajo las órdenes del Cardenal Cisneros, que le
pide ayuda para sofocar numerosas sublevaciones que se producen en el territorio, ante la noticia de la llegada de un nuevo monarca
extranjero. Tras morir el cardenal regente y a la venida del emperador, son elegidos para asesorar al joven rey; debido a este que
conocía a los hermanos Fonseca (amigos de su tía Margarita) y porque ambos dominaban el idioma francés -seguramente también el
alemán; debido a sus misiones de diplomacia-. De este modo serán favorecidos por Carlos I, quien en 1518 nombra a Antonio
Contador del Reino (de nuevo); mientras designa y ratifica a Juan, en su comisionado de Indias.

Asimismo, cuando el monarca marcha en 1520 hacia centro Europa, para ser coronado emperador; nombra a Antonio de Fonseca
Capitán General, con pleno mando y bajo la sola autoridad de Adriano de Utrecht. Es en esos meses cuando se producen los hechos
que ya hemos comentado: El levantamiento de los Comuneros y la orden para que Antonio fuera a Medina del Campo, con el fin de
recoger las piezas de artillería que se guardaban en esta plaza. Ante la negativa a darle paso a la localidad, parece que incendia
algunas de las casas de entrada al centro; para que le dejasen acceder con sus tropas. Momento en que los rebeldes, en vez de
apagar ese fuego, lo avivaron; con el fin de acrecentar el conflicto. Provocando aquellas llamas, el incendio de la mayor parte de
Medina del Campo; del que se culpó al general que encabezaba la misión. Lo que obligó a Fonseca a ser relevado de su cargo y a huir
de España; al observar la manifiesta impopularidad que su persona adquiere. Tanta, que tras la quema de Medina, las gentes del lugar
derriban la casa familiar que allí tenían los Fonseca, usando sus maderas para transportar las piezas de artillería. Marchando primero
hacia Alaejos, donde -ayudados por los cañones y bombardas-, destruyen el castillo de los Fonseca, dejándolo arruinado. Unos hechos
que obligan a Antonio a cruzar la frontera de Portugal y marchar hacia Lisboa; tomando un barco en este puerto, para dirigirse a
Flandes e informar al emperador de lo que sucedía. Allí, coincidirá con personajes como Luis de Quijada, señor de Villagarcía de
Campos; quien también había sufrido el incendio de su castillo palacio y de sus posesiones, por no sumarse a los sublevados
Comuneros.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes donde podemos ver
el triste estado en el que se encuentra el castillo de Alaejos (Valladolid); un baluarte que fue palacio y fortaleza de los
Fonseca, pero que durante la guerra de Comunidades quedó destruido. Más tarde, pasó a usarse como cantera artificial
(tomando los lugareños sus piedras), para quedar reducida a unos pocos muros.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: lo que queda del castillo de
Alaejos (Valladolid) y sus casas que rodean el recinto. En este lugar fue custodiada por los Fonseca, Juana de Avis, esposa de
Enrique IV; aunque el sobrino de Alonso Fonseca, actuando como mayordomo y cuidador, tuvo tantas atenciones con la reina, que la
dejó embarazada. Sucedió en 1468 y el hecho motivó más sospechas sobre la paternidad de la primera hija de esta soberana; la
famosa Juana, denominada beltraneja por considerar que el padre era Beltrán de la Cueva y no Enrique IV. En esta situación y tras
parir gemelos Juana de Avis, se promovió el pacto de Toros de Guisando (muñido por Alonso de Fonseca -el viejo-); pues todos
dudaban sobre la posibilidades de acceso a la corona, de esa niña llamada Juana y apodada beltraneja.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos imágenes


de Alaejos. Al lado, dibujo de Carlos Adeva, donde imagina el castillo en su estado casi completo. Abajo, lámina de John
Both (77) en la que vemos cómo estaba el castillo de Alaejos en 1809 (a nuestra izquierda). En ella podemos observar que no
estaba tan derruido y que la destrucción ha sobrevenido en estos doscientos últimos años, al ser usado como cantera por los
lugareños.
Acabada a guerra de Comunidades, regresa Antonio Fonseca a Castilla, para ser de nuevo nombrado Capitán General y eximido de
todo cargo por el incendio de Medina del Campo. Pese a este reconocimiento del emperador, es a partir de estos años cuando
comienza a caer en desgracia, debido a que en 1523 su sobrina nieta se casa con el señor de Breda. Generándole problemas esta
unión entre Enrique de Breda (príncipe de Nassau) y Mencía de Mendoza; hija de María de Fonseca, la sobrina que rechazó casarse
con su hijo -pasando a huir junto al conde de Cenete-. Pues al ser el príncipe de Nasau, un gran amigo del emperador, y al vivir junto a
su esposa Mencía en Breda, realizaron una gran labor de zapa contra él; manifestando que Antonio era un usurpador en los señoríos
de Coca y Alaejos y que les había robado la herencia de su abuelo -Alonso-. Iniciando en 1524 un pleito esta hija de María de Fonseca
(Mencía), reclamando el mayorazgo y el legado; lo que tuvo una gran proyección social y judicial, que se prolongaría hasta la muerte
del propio Antonio de Fonseca. Momento en que los jueces dictaminaron que el heredero legal de los señoríos y del mayorazgo de
Coca y Alaejos era el primogénito de Antonio y no su sobrina Mencía de Mendoza y Fonseca.

Tras recordar el tema de la sucesión, en el párrafo anterior; para terminar la biografía de Antonio de Fonseca, resumiremos una vez
más el litigio sobre la herencia y la cuestión del mayorazgo; de los que dijimos que e scribe Adelaida Sagarra como “hasta los primeros
años del siglo XVI, tres señores habían ido ocupando el señorío de Coca y Alaejos: don Fernando, don Alonso y don Antonio (…) El
arzobispo de Sevilla había dispuesto que a su muerte le sucediera su hermano Fernando de Fonseca y Ulloa, casado dos veces: en
primeras nupcias con María de Avellaneda, de quien tuvo un hijo, Alonso; de segundas con doña Teresa de Ayala, de la que tuvo tres,
Antonio, Juan y Beatriz.” Continúa narrando la autora, como Fernando premurió al creador de los mayorazgos; el arzobispo Alonso I,
que se los había legado en testamento otorgado en 1460. Por lo que la posesión revirtió al prelado hasta que fallece. Por cuanto el
segundo heredero -finalmente- fue el hijo de Fernando (llamado Alonso Fonseca y Avellaneda), tras morir Alonso I, creador del señorío
de Coca y Alaejos. Explicando Adelaida Sagarra: “Don Fernando, señor de Coca y Alaejos participó, como todos los nobles de su
tiempo en las luchas y rivalidades entre los hijos del Rey Juan II. Fonseca defendió a don Alfonso frente a don Enrique en las cercanías
de Olmedo, con sus propias armas y 150 de sus vasallos. Allí recibió un lanzazo del duque de Alburquerque, muriendo a los pocos días
-el 11 de septiembre de 1467”- Hemos de destacar que el arzobispo Alonso I (que instituyó el mayorazgo), no muere hasta 1473;
cuando, tal como dice la autora: “Heredó entonces el señorío don Alonso de Fonseca y Avellaneda, quien en 1474 -en unas
circunstancias políticas difíciles y delicadas- firmó un acuerdo con los caballeros de Olmedo, con el fin de auxiliarse mutuamente
ambas villas, y dirimir sus desavenencias sobre términos entre los alcaldes y regidores de dichos lugares” (78) .

Sigue el libro de Adelaida Sagarra, con las siguientes palabras: “Durante el tiempo que ocupó el Señorío de Coca y Alaejos, don
Alonso de Fonseca y Avellaneda recibió grandes mercedes de la Corona como pago a sus servicios y como garantía del
mantenimiento de la autoridad” (…) “Mientras tanto, don Antonio de Fonseca y Ayala, que sería el cuarto señor de Coca y Alaejos se
había marchado como capitán general a combatir contra los moros, todavía dueños, entre otras, de la ciudad de Ronda. En la
estrategia pensada para el año 1485 no entraba solamente una campaña” (..) -Hemos de recordar, que Antonio de Fonseca y Ayala,
era el hermanastro de Alonso; nacido de la segunda mujer de Fernando (padre de ambos)- (…) “Acudieron a Andalucía todas las casas
grandes, con sus primogénitos, desplegando un lujo que causó escándalo a algunas personas. El reino entero empezaba a considerar
la guerra como cosa propia” (…) “Ronda capituló el día 21. Al día siguiente los vencedores hicieron una entrada solemne. Se dio a la
población la opción de pasar al Reino de Granada, emigrar a Africa o instalarse como mudéjares en cualquier lugar castellano sin
fortificar” (…) “Tras la conquista de la plaza, don Antonio fue nombrado, además, Justicia Mayor, recibiendo en recompensa por sus
valiosos servicios, repartimientos y mercedes de tierras en Ronda” (…) Antonio “Debió recibir entonces, como una nueva merced de
los Reyes, la heredad del Espadañal, en el término de Plasencia, que tres años después fue exenta del pago de la alcabala hasta su
muerte” - idem (78) -.

Sobre el mencionado III señor de Coca (Alonso Fonseca y Avellaneda), hay numerosas noticias, al margen de su ejercicio como
primogénito de la saga; que le daría derecho pleno a recibir las heredades legadas por su tío (el arzobispo Alonso I “el viejo”). De tal
manera, de su vida no solo conocemos los numerosos pleitos, como propietario de esos señoríos; sino varios hechos que muestran
bastante caciquismo (como era normal entre los nobles de la época). Pese a todo, hay que destacar el gran proyecto de rehabilitación
que llevó a cabo en el castillo de Coca. Baluarte que gracias a este tercer señor, terminaría convertido en una verdadera joya del arte
mudéjar. Ante el carácter del hermano y conociendo la relevancia social de la que gozaba Antonio de Fonseca -amigo y asesor de
Fernando el Católico-. Parece comprensible que su hermanastro Alonso, quisiera casar a su primogénita con el primer vástago de este.
Lo que evitaba toda lucha y discusión por el mayorazgo, cuando él muriese. Pero la hija mayor de aquel III señor de Coca no cedería a
los deseos de su padre; negándose a unirse con su primastro. Pues María había conocido a un famoso caballero, llamado Rodrigo
(Díaz de Vivar) y Mendoza; quien se sintió totalmente embelesado por la belleza de la primogénita de los Fonseca. Se trataba de un
hijo del cardenal Mendoza, un apuesto y rico galán, conocido por sus gestas en batalla; que propuso matrimonio a esa dama. Pero el
padre de ella, Alonso de Fonseca y Avellaneda, se negó al enlace; comunicando que ya tenía concertadas sus esponsales, con el
primogénito de su hermanastro Antonio (al que tan solo le faltaba edad; ya que era unos diez años más joven que la pretendida).
Pese a ello, Rodrigo y María -con la ayuda de su madre- contrajeron nupcias secretas en Coca, en 1502. Además, con el fin de
proteger los intereses de los hermanastros Alonso y Alfonso de Fonseca, ordenó que el mayorazgo de Coca y Alaejos tan solo pudiera
heredarse por vía masculina. Asegurándose que un fortín tan importante siempre estuviese bajo el control de su fiel embajador,
Antonio; y pretendiendo que de ese modo María se olvidase del romance con Rodrigo (viéndose obligada a casarse con su primo).
Pero ni la enamorada, ni el galán que la cortejaba, se dieron por rendidos y así comienza la historia que escribimos en LEYENDAS DE
LA MOTA DEL MARQUÉS. Una historia que se inicia cuando en 1504, el padre de María, harto ya de las negativas de su hija, la obliga
a contraer nupcias con el primo. Descubriendo entonces, que su María ya había celebrado matrimonio “de conciencia” y que la
segunda boda (concertada por él) era nula. Por cuanto -parece ser- que en ese mismo año muere el progenitor de María -de
preocupaciones o de enfados-; pasando el castillo a su hermanastro y no a las hijas de Alonso (que quedaron bajo la tutela de Antonio,
proclamado así IV señor de Coca).

La muerte de Isabel la Católica se sucede un año más tarde, precisamente casi a la vez que la de su hermanastro Alonso (III señor de
Coca). Por lo que, de algún modo, Antonio sufre un mazazo al fallecer la reina, lo que disminuye su actividad social; por lo que dedica
sus esfuerzos en heredar el señorío; entregándose de pleno a ello. Entrando en sus posesiones con verdadero brío, debido a que su
sobrina María no había aceptado a su primogénito como marido. Por lo que el mayorazgo de los Fonseca quedaba de algún modo en
litigio; pese a que la reina Isabel había ordenado que solo podía pasar por línea masculina (desestimando la referida primogenitura de
María). Es entonces y tras divulgarse las Leyes de Toro (que impedían heredar a toda hija que se casase sin autorización paterna)
cuando Antonio se retira al Castillo de Coca, como IV señor de la villa. Dedicándose a decorar al modo andalusí su interior, creando un
bellísimo palacio, donde celebrará sus fiestas y recepciones. Aunque, como ya dijimos, tras la llegada de Felipe el Hermoso, sufre un
nuevo revés; debido a que ese rey consorte de Castilla decide disminuir la fuerza de todo hombre de confianza de su suegro (Fernando
El Católico). Será entonces cuando le retiran las posesiones y heredades de Plasencia y Jaén; siendo destituido en su cargo de
Contador Mayor del Reino. Poco después, en 1507, muere su primogénito, al que intentó casar con María (su sobrina). Hechos que
marcaron -sin duda- el destino de aquella María de Fonseca; a la que primero mandó apresar en Arévalo y luego recluir de por vida en
el Convento de las Huelgas de Burgos. Aunque finalmente, desistió perseguir más a su sobrinastra, y dejó de tomar venganza contra el
enamorado Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, que se había casado en secreto con ella. Como dijimos, el mayorazgo debía haber
pasado a la hija de María y Rodrigo (Mencía de Mendoza, princesa de Nassau); mujer de enorme belleza y rebeldía. Aunque todos los
derechos legítimos de primogenitura finalmente los heredó su tiastro Antonio; al que sabemos, la Reina Católica encomendó el señorío
de Coca, con el fin de que este castillo y el de Alaejos, estuvieran bajo el control de un hombre de absoluta confianza para la
Corona (79) . Siendo tan importante esta historia que hemos narrado, que impulsó algunas de las leyes de Toro, testadas por Isabel la
Católica (entorno a la incapacidad de heredar para las mujeres que contravinieran los deseos paternos).
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes del
castillo de Coca. Arriba, cuadro de Navarro, tal como lo expone la Fundación Rodera-Robles (Segovia); a la que agradecemos
nos permita divulgar nuestra foto. Al lado y abajo; pinturas en las paredes del castillo, que debemos suponer pertenecen a la
fase en que Antonio lo mandó decorar, como un palacio andalusí.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: fotos del interior del castillo


de Coca, a cuya fundación agradecemos nos permita divulgarlas. Al lado, mi mujer junto a las pinturas interiores de las
paredes, para comprender la escala. Abajo, una curiosa piedra conmemorativa que posiblemente se trate de un sillar
fundacional, en que se hablaría de Antonio Fonseca, mayordomo mayor.

RESUMEN: Concluiremos esta pequeña historia sobre la vida de Antonio de Fonseca y de su hermano, Juan Rodríguez de Fonseca;
realizando un colofón con orden cronológico, para que pueda comprenderse la importancia de estos dos personajes:
- 1450/1455: Nacen Antonio y Juan, pasando su infancia en Toro. Su padre (Fernando) era “Ayo” de Isabel de Trastámara (la posterior
Reina Católica); por lo que hemos de imaginarlos criándose junto a ella, entre Madrigal y Arévalo.
- 1463/1467: Muere la madre de ambos (Teresa de Ayala) en 1463 y pasan a residir con su padre, en Coca -junto a Alonso, su
hermanastro mayor-; donde actúa como preceptor su tío Alonso I de Fonseca (el viejo).
- 1467/1474: Muere su padre en la segunda batalla de Olmedo (1467) y quedan bajo la tutela de su tío Alonso, el famoso arzobispo de
Sevilla; quien se preocupa de que reciban una educación esmerada.
- 1474/1480: Juan pasa a ser hombre muy cercano a Isabel la Católica, que se proclamará reina en 1475. Durante el tiempo en que
acompañó a la princesa, guardó gran amistad con Fray Hernando de Talavera (confesor de ella; conocido como hombre bueno y gran
humanista). Asimismo, poco después, Juan estudia en Sevilla y en Salamanca, bajo la dirección de su primo Alonso II (obispo de
Santiago); donde será discípulo de Elio Antonio de Nebrija. Por su parte, en 1475 Antonio de Fonseca se enrola en el ejército de D.
Fernando y un año más tarde, vence en Toro (donde su ayuda es indispensable; luchando junto a su hermanastro Alonso). Mas tarde,
continúa en la guerra civil, logrando los isabelinos finalmente la victoria y la expulsión de Juana la Beltraneja, que renuncia a sus
derechos en 1480.
- 1480/1493: Juan se presenta a las oposiciones de cátedra en retórica, de Salamanca, sin obtenerlas. Se produce en él una gran
decepción, que le hace ingresar como clérigo. En el año 1493 toma los hábitos como presbítero en Barcelona; donde verá regresar a
Cristóbal Colón del primer viaje. Antonio se enrola en las guerras de Reconquista andaluzas; participando en la toma de Loja y de
Ronda, salvando incluso la vida de rey Fernando. En 1492 cae Granada y es nombrado Capitán General, a más de comendador de
Jaén y Plasencia.
- 1493/1500: Juan ocupa diferentes cargos, como el obispado de Palencia, donde realiza numerosas obras de mecenazgo. Es
nombrado comisionado para las Indias, enfrentándose a Cristóbal Colón, que deseaba hacer esclavos a los amerindios y cuya
intención mayor era la explotación de las tierras descubiertas (no su evangelización e incorporación a la civilización hispanorromana,
como era la idea de Fonseca). Antonio es nombrado embajador de los Reyes Católicos y actúa en 1494 frente al rey Carlos VIII de
Francia, intentando que no prosiga con sus deseos expansionistas hacia el sur y en su invasión de Italia. Tiene un encontronazo con el
monarca galo, al que advierte del peligro de guerra con España, si sigue avanzando. Más tarde, viajará Antonio Fonseca a Flandes y
Austria, donde habla repetidamente con Maximiliano I; advirtiendo que el rey francés se había aliado con los turcos, con el fin de invadir
Italia y centro Europa. Realiza una gran liga con Austria, al intervenir en el matrimonio entre Margarita de Austria (hija del emperador
Habsburgo) y el príncipe Juan (primogénito de los Reyes Católicos). Matrimonio que se celebra en 1497, aunque muy pronto el
príncipe Juan fallece, y Antonio ha de volver con Margarita a Flandes. En lo que se refiere al problema de Francia y su avance hacia
Nápoles y otros territorios de España; el genio militar de El Gran Capitán, llega a resolver la invasión, obligando a las tropas galas a
retroceder y regresar a sus tierras.
- 1500/1504: Juan (obispo de Plasencia) es nombrado embajador en Flandes, para tratar sobre el tema de la heredera de los reyes
Católicos: Juana. A quien hace venir y acompaña hasta España, para que jure su cargo, en 1502; tras la declaración de heredera,
hecha en Toledo ese año, regresa a Flandes su marido (Felipe el Hermoso). Después, Juan acompaña a esta princesa y la hospeda
junto a su madre, en Medina del Campo; debido al mal estado mental que observan en ella. La Reina Católica comienza a enfermar y
Juan Rodríguez de Fonseca la ayuda en sus últimos momentos, redactando su testamento y las Leyes de Toro -junto a Pietro Mártir de
Angleria-. Durante esos años, Antonio de Fonseca es nombrado Contador del Reino, a su regreso de Centro Europa.
- 1504/1506: Muere la reina Isabel y deben ir los hermanos Fonseca hasta Flandes, para recoger a su esposo, Felipe, debido a que
ella se encontraba enajenada. Dejan en los Países Bajos al hijo de ambos (Carlos, futuro emperador), con cuatro años y en manos de
su tía Margarita d Austria, que actuará como tutora hasta que herede la corona. Juran en España Juana y Felipe como reyes y él pasa
a ser monarca de Castilla, habida cuenta la incapacidad de su mujer. Pese a la problemática situación, el recién coronado no deseaba
contar con el asesoramiento, ni la compañía, de su suegro (Fernando). Establece la Corte en Burgos, en 1506 y expulsa de sus cargos
a todos los hombres de confianza de los Reyes Católicos, comenzando por quitar posesiones y retirar de sus nombramientos a los
hermanos Fonseca. Tan solo un semestre después de llegar a España (en septiembre de 1506), Felipe el Hermoso muere de “un
soponcio”, mientras jugaba a la pelota. Dicho fallecimiento, que se supone oficialmente causado por la peste o por beber agua fría;
debió tratarse de un complot, donde participarían todos los partidarios de Fernando y quienes habían gozado de la confianza de Isabel
(a los que expulsó de la corte el nuevo rey).
- 1505/1516: Muerto el soberano extranjero, regresa Fernando como regente de Castilla, debido a que el deceso de Felipe había
empeorado el estado mental de su mujer (Juana I). Los Fonseca retornan a sus cargos y Juan será nombrado obispo de Burgos y
reafirmado como comisionado de Indias; mientras Antonio es de nuevo Capitán General (participando en diversas batallas contra
Portugal y Navarra). Juan comienza a ser mal visto en Sociedad, debido a sus continuos encontronazos con los conquistadores y
evangelizadores de América.
- 1516/1517: Muere Fernando el Católico y ambos se ponen al servicio del Cardenal Cisneros, a quien ayudan a disolver las revueltas
que se producían en Castilla.
- 1517/1520: A la llegada de Carlos I, este elige a los hermanos Fonseca como hombres principales del reino; ya que conocían a su tía
Margarita y habían estado con él en Flandes. Además, ambos podían asesorar al emperador; debido a que el joven no hablaba
español y la mayoría de castellanos eran incapaces de comunicarse directamente con el nuevo monarca.
- 1520/1521: Carlos I marcha hacia Centro Europa y nombra a Antonio Fonseca, Capitán General, con pleno mando. En agosto de
1520 se recrudecen las revueltas de los Comuneros y Antonio tiene que reclamar a la villa de Medina del Campo, las piezas de
artillería que allí guardaban. Ante la negativa de los ciudadanos a entregarlas, los soldados de Fonseca queman las casas de la
entrada al pueblo y el incendio se extiende por toda la localidad; seguramente, avivado por los sublevados. Este hecho le obliga ser
destituido y marcha a Flandes para narrar al emperador lo que sucede. A su vuelta, junto a Carlos I en 1521; Antonio de Fonseca es
restituido en todos sus cargos y nombrado Contador del Reino, de nuevo. En lo que refiere a Juan, desde estos años y viéndose
enfermo, se dedica a preparar su testamento y a obras de mecenazgo; principalmente, la iglesia de Coca y el hospital de los Dos
Santos Juanes, de Toro.
- 1521/ 1523: Fallece Juan Rodríguez de Fonseca en 1523, legando prácticamente todo a su hermano Antonio, que recibirá una
importante colección de cuadros, a más de una gran fortuna; debiendo continuar con las obras iniciadas y dotadas por el obispo. En
1523 muere también María de Fonseca, la sobrina que no quiso por marido al primogénito de Antonio; por lo que poco después, se
casa la hija mayor de esta María (y de Rodrigo, conde del Cenee) llamada Mencía de Mendoza. Contrayendo matrimonio con el
príncipe de Nassau; lo que comienza a dañar la imagen de Antonio de Fonseca, a quien se le atribuye haberse quedado con la
herencia de esa rama femenina familiar. En 1524 Mencía de Mendoza, señora de Breda y Nassau, interpone una demanda sobre el
mayorazgo y los señoríos de Coca y Alaejos. Poco a poco, el prestigio y la fuerza social de Antonio Fonseca va desvaneciéndose;
aunque en 1532 el juez falla a favor de él.
- 1532: Muere en Coca Antonio de Fonseca y sus hijos pueden heredarle, gracias a la sentencia dictada unos meses antes; aunque en
diversos momentos, reclamarán el mayorazgo los descendientes de María y de Mayor de Fonseca y Toledo. De tal modo, en 1560, la
hermana de Mencía (María, condesa de Saldaña y marquesa de Cenete), vuelve a tomar la demanda; esta vez contra Francisco de
Fonseca, nieto de Antonio, que muere sin sucesión en 1578. A su muerte los mismos señoríos y mayorazgos son reclamados por los
marqueses de La Guardia, también sucesores de Mayor y de los duques del Infantado, marqueses de Cenete (80) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, dibujo mío
imaginado de Antonio de Fonseca; de quien no tenemos escultura, ni pintura con su retrato (el modelo de este dibujo mío ha
sido un Antonio Fonseca, de Toro; amigo mío y simpático compañero de fiestas). Al lado, otro árbol genealógico de los Fonseca,
esta vez del libro de Eduardo Pardo G. Valdés (81) . Abajo, cuadro tomado del libro de Vasallo Toranzo (82) , línea de los
marqueses de Ayala, desde los señores de Coca; Antonio de Fonseca y Ayala, Francisco de Fonseca y Ayala.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, exterior de la iglesia de Santa Ma. la
Mayor, de Coca (en ella vemos que no se han completado plenamente las portadas, ni la fachada). Abajo, pila bautismal de
esta parroquia (a la que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen); en esta antigua pila, recogida del templo anterior,
románico; se bautizaron los descendientes de Antonio de Fonseca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, Santa Ma. la Mayor, de Coca; donde
estudiaron, se bautizaron o hicieron sus vida eclesiástica, los hijos de Fernando Fonseca y Ulloa. Siendo el lugar de culto
más tarde, para los descendientes de Antonio Fonseca. Abajo, los descendientes del segundo matrimonio de Antonio de
Fonseca; señores de Coca y Alaejos, que terminan siendo condes de Ayala.

Antonio de Fonseca y Ayala: Tuvo dos mujeres y tres hijos:


I - Francisca de Alarcón y Quesada (hija del Señor de Valverde del Júcar, Veguillas, Hontecillas y Talayuelas); madre de Pedro Ruiz
de Alarcón y Fonseca, al que en 1504 quisieron casar con su prima María de Fonseca. De él sabemos, que poco después de la
boda fallida, y cuando es liberado el conde de Cenete en 1505; llevaba escolta en todo momento, argumentando que el marido
de su prima María quería matarle. Fallece en 1507, sin dejar descendencia

II- Mencía de Ayala y Sarmiento; madre de Hernando de Fonseca Ayala, y de Juan de Fonseca Ayala.
II-3a,1º) Hernando de Fonseca Ayala: Recoge detenidamente su historia, Vasallo Toranzo (83) , escribiendo que se trataba de un joven
enormemente problemático y con una enajenación similar a la que tuvo el príncipe Carlos (hijo de Felipe II). Pues se divertía con juegos
enormemente crueles, llegando a asesinar a compañeros. Pese a ello, el padre no reconocía su falta de juicio y quiso que ingresara en el ejército, de
donde fue expulsado por las fechorías que cometía. Finalmente, el padre, tuvo que reconocer la incapacidad de este hijo Hernando, debiendo encargar
a su hermano menor (Juan) que se ocupase de él; nombrando heredero al segundo en línea. Cuatro años después de que el progenitor fallezca, muere
este Fernando de Fonseca y Ayala (en 1536); sin poder contraer nupcias y sin capacidad legal.

II-3a,2º) Juan de Fonseca y Ayala: nos dice Vasallo Toranzo -idem (83) - que tras morir en 1507 el primogénito de Antonio de Fonseca (llamado
Pedro, nacido de su primera mujer); dejó el mayorazgo al siguiente, que era el hijo mayor del segundo matrimonio. Este, que se llamaba Hernando o
Fernando, pronto dio claros indicios de inestabilidad mental; y, pese a que el padre deseaba que le heredase, parecía imposible dejar nada a su cargo.
De tal modo, hubo de cambiar los planes pensados para el segundo (Juan) al que quería hacer cura -como lo fue su hermano homónimo-. Nombrando
heredero al segundón, para que se casase y tuviera descendencia; asignándole la misión de curar y cuidar de su hermano Hernando. Por su parte, los
estudios de sacerdocio que realizá Juan, de joven, le permitieron ser un hombre culto; destacando por su colección de libros, entre los que contaba con
numerosos ejemplares de Erasmo (entonces censurados por la Inquisición).
Juan de Fonseca y Ayala, V señor de Coca y Alaejos casado con Aldonza Álvarez de Toledo (de la casa de Alba), fueron padres de:
II-3a,2ºa) Francisco Fonseca y Álvarez de Toledo: Según escribe Vasallo Toranzo -idem (83) -, Juan de Fonseca y Ayala, V señor de Coca y
Alaejos, casado con Aldonza de Álvarez de Toledo; tienen cuatro hijos. Un varón y tres mujeres, llamados: Francisco, María, Mencía y Aldonza.
Continúa el autor escribiendo que las hijas mueren pronto, pero el varón (Francisco) se casará con su prima Juana de Fonseca, hija de Alonso de
Fonseca, señor de Tejada. Esa rama de la familia, estaba muy unida a Felipe II y tenían una gran fortuna. Pero el matrimonio se anula en 1571,
debido a impotencia. En 1593 este Francisco Fonseca, muere y le sucede el hijo de su hermana María; que es creado conde de Ayala.

II-3a,2ºb ) María de Fonseca y Álvarez de Toledo casada con Fernando de Toledo (III señor de Villoria): Padres de:
II-3a,2ºb-1) Antonio Francisco de Ayala Fonseca y Toledo; primer conde de Ayala. Narra Vasallo Toranzo -idem (83) - que fue creado conde de
Ayala; pero sus descendientes despilfarraron la fortuna. De tal manera, que en s olo dos generaciones, se arruinan. En 1675, el tercer conde de Ayala se
ve en bancarrota; por lo que se absorve su condado por los de Monterrey (aunque lo reclamaba también la rama de Veragua).

II-3a,2ºc ) Mencía de Fonseca y Álvarez de Toledo casada con Luis Álvarez de Toledo y Mendoza, IV señor de Mancera. Padres de:
II-3a,2ºc, 1 ) Mencía de Toledo
II-3a,2ºc, 2 ) Isabel de Toledo
II-3a,2ºc, 3 ) Pedro de Toledo y Leyva; I marqués de Mancera, virrey del Perú
II-3a,2ºc, 4 ) Enrique de Toledo y Leyva, IV señor de Mancera
II-3a,2ºc, 5 ) Sancho de Toledo y Leyva
II-3a,2ºc, 6, 7, 8 ) tres hijos más, cuyo nombre no conocemos.
Fonseca Álvarez de Toledo. Fallecida de niña

BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro mío con los descendientes de Fernando de Fonseca y Ulloa; destacando los hijos de su tercer
matrimonio, habidos con Inés de Ribera.

TERCERA ESPOSA DE FERNANDO DE FONSECA Y ULLOA, PADRE DE ALONSO, ANTONIO Y JUAN:


III – Inés de Ribera, tercera esposa de Fernando de Fonseca. En la mayoría de los estudios sobre la familia Fonseca, se considera
que no tuvieron hijos. Pero Vasallo Toranzo -idem (83) - descubre su descendencia; afirmando que había dos niñas más, al morir
Fernando en 1467 (caído en la segunda batalla de Olmedo). Al parecer, antes de enviudar Inés, nacieron dos mujeres; que no serían
admitidas por el resto de la familia. Pues los hijos de los dos primeros matrimonio, pleitearon contra Inés de Ribera, por la herencia. A
ello hemos de añadir, que si Teresa de Ayala (madre de Juan, Beatriz y Antonio de Fonseca) fallece en 1463 y Fernando (el padre) en
1467; tan solo quedaron cuatro años de intervalo, para que este progenitor se volviera a casar (con Inés Ribera) y tuviese dos hijas
más. Niñas que no conocerían a su padre; quien -además- contaba ya con casi sesenta años, cuando contrae estas últimas nupcias.
III-3a) Beatriz de Fonseca y Ribera casada con Francisco de Zúñiga señor de Villoria
III-3b) Bernardina (monja)
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, Cuadro mío, con los descendientes de Catalina de Fonseca y Ulloa; que
consideramos la cuarta hija nacida de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa. Tuvieron seis hijos, de los que vivieron cinco; pues
el mayor (Juan) muere muy joven en las luchas de poder. Así, el que se considera como primero, fue Alonso de Fonseca y Acevedo,
conocido como Alonso II (obispo de Santiago); cuyos descendientes emparentaron con los condes de Monterrey. El segundo, Luis de
Acevedo; casado con Teresa das Mariñas de Haro (o Ginebra de las Mariñas), de los que descienden los marqueses de Mirallo;
heredó el mayorazgo al morir Juan. La tercera, Aldonza de Acevedo y Fonseca. La cuarta, Juana de Acevedo y Fonseca,casada con
Rodrigo de Mendoza. La quinta hija fue María de Acevedo y Fonseca, casada con Pedro de la Vega. Abajo, esquema de la familia
Acevedo y Fonseca (señores de Tejado) tal como lo presenta Vasallo Toranzo en su libro sobre LOS FONSECA (pag 41).

BAJO ESTAS LÍNEAS: otro esquema mío, donde vemos la línea de sucesión del primero de los hijos con descendencia de
Catalina de Fonseca y Ulloa: Alonso II de Fonseca, arzobispo de Santiago. Observemos como en la segunda generación, se une
a la casa de Monterrey, siendo el nieto de Alonso II de Fonseca, III conde de Monterrey (título más tarde heredado por los duques de
Alba). Asimismo, otro nieto de Alonso II; pero descendiente de su hijo Alonso III (también arzobispo de Santiago), se enlaza con la
línea del segundo hijo de Catalina: Luis de Acevedo y Fonseca, que hereda el mayorazgo de El Tejado.
4º hija de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa, Catalina de Fonseca y Ulloa: se casó con Diego González de Acevedo, señor
de El Tejado; contador del Reino de Castilla; asesor militar de Juan II, con el que guerreó en Andalucía contra los reinos taifas. Su
padre (Juan González de Acevedo ) fue uno de los grandes maestros de la Universidad de Salamanca.
Catalina Fonseca y Diego Acevedo tuvieron cinco hijos:

4-a) Juan Fonseca Acevedo: Primogénito de Catalina Fonseca y Diego Acevedo. Sabemos que muere en 1461 y algunas crónicas
recogen que cae luchando junto a su tío Fernando o bien en el bando de su tío Alonso I (el viejo). Tras ello, pasa el mayorazgo a Luis,
debido a que el siguiente hijo ya iba para clérigo y se suponía que no tendría descendencia (al menos legítima).

4-b) Alonso Fonseca Acevedo, conocido como el obispo Alonso II de Fonseca:


Nacido en Salamanca en 1440, estudió en su ciudad natal y gracias a las presiones de su tío Alonso Fonseca I (Alonso “el viejo”
arzobispo de Sevilla -hermano de su madre-), fue nombrado obispo de Santiago. Al llegar a ese destino, intervino en las pugnas entre
nobles gallegos, optando por una de las facciones perdedoras; lo que le acarreó una condena. Pronto, su tío Alonso I, propuso sacarle
de la cárcel ofreciendo dinero; un hecho que se convirtió en un escándalo. Finalmente todo llegó a mayores y se propuso desterrar a
ambos prelados (al tío, Alonso Fonseca I y a este sobrino suyo; que fue conocido como Alonso II). Para no manchar más la imagen de
la Iglesia y de las familias enfrentadas, se llega a la solución de intercambiar las diócesis; proponiendo el de Sevilla trasladarse durante
diez años a Santiago y allí usar sus artes para arreglar los problemas entre los nobles gallegos. Así se hizo, marchó el viejo a Galicia,
mientras iba Alonso II a la capital andaluza. Pero el trabajo del arzobispo mayor por apaciguar Compostela fue muy efectivo; por lo que
en 1464 -cuatro años después- ya había logrado acuerdos entre la aristocracia norteña, pidiendo ser devuelto a su verdadero
episcopado -junto al Guadalquivir-.

Fue entonces cuando, asombrado, vio que su sobrino Alonso II, decidía no intercambiar sedes, por estar enamorado de la ciudad
andaluza; afirmando que en ella le necesitaban más que a su tío. Comunicando que no iba a intercambiar el obispado de Santiago y
contando la leyenda, que pronunció el famoso dicho: -“quien se fue de Sevilla, perdió su silla”- (no como se conoce la frase).
Finalmente, el rey Enrique IV y su valido Beltrán de la Cueva, junto a otros poderosos -como el duque de Medina Sidonia-; tuvieron que
enviar barcos al Guadalquivir, para sacar a este Alonso II de su “silla” sevillana y llevarle de nuevo por mar hasta Santiago; reponiendo
así al viejo Alonso I en el obispado hispalense (en 1464).

Estas y otras circunstancias, habían granjeado al arzobispo Alonso I (el tío) varios enemigos, entre los que se encontraban sus
antiguos aliados, los hermanos Villena y Girón. Quienes comienzan una revuelta contra el rey Enrique IV, apoyados por el arzobispo de
Toledo (el famoso Carrillo de Acuña). Así dieron órdenes para que Alonso “el viejo” fuera hecho preso en Sevilla y se expropiasen todas
sus posesiones en Alaejos y Coca; aunque antes de prenderle alguien le avisó y pudo huir de Andalucía, para llegar a Castilla, donde
se refugió. Más tarde se supo que quien le advirtió de que le iban a apresar, fue el mismo que pidió al rey su encarcelamiento: el
marqués de Villena. Quien deseaba, que el arzobispo y los Fonseca se hicieran partidarios del infante Alfonsito (hermanastro del
soberano), un adolescente que muy pronto se sublevaría, proclamando ser monarca de Castilla -rechazando a Enrique IV; con la
ayuda de Villena, entre otros-. De este modo, el obispo Alonso I y su sobrino Alonso II; se declararon a favor de los rebeldes y firmaron
en 1464 el Manifiesto de Burgos, por el cual se reconocían los derechos dinásticos de Alfonsito. Pero muy pronto el rey Enrique
devolvió todo lo requisado en Alaejos y en Coca, con el fin de que los Fonseca no se adscribieran a la causa ajena. Pidiendo
entrevistarse con el jefe de la saga; celebrando el rey una reunión en 1465, con Alonso I, en el monasterio de La Mejorada de Olmedo.
Debido a esta ayuda y a la reconciliación en Olmedo -en mi opinión- el obispo Fonseca el Viejo; ofrece a Enrique IV protección para su
mujer. Propone así que lleven a la reina Juana de Avis al castillo de Coca o al de Alaejos, localidad que se halla entre Zamora,
Salamanca y Valladolid; señorío suyo, donde por entonces vivían los Fonseca Castilla (Beatriz, su hermana mayor, casada con Pedro
de Castilla, nieto de Pedro I rey). Allí llegaría antes de la Navidad de 1468, la soberana mujer de Enrique IV; pero meses más tarde,
Juana estaba embarazada de seis meses por “gracia y favor” del hijo de los Castilla Fonseca (Pedro el Mozo), quien fue padre de dos
gemelos que tuvo la reina a primeros de 1469 (fecha dudosa).

Volviendo a Alonso Fonseca II, el hijo de Catalina y sobrino de Fonseca “el viejo”; diremos que fue famoso como estadista y conocido
por su mecenazgo en Salamanca; donde está enterrado (en Las Úrsulas; convento maravilloso, actualmente cerrado). Aunque antes
de estudiar su figura, realizaremos un breve bosquejo de su vida, basándonos en el estudio de Mercedes Vázquez Bertoemeu (84) y
en lo que la Real Academia de la Historia nos dice.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes del monasterio de La
Asunción, también llamado de Santa Úrsula de Salamanca (conocido como Las Úrsulas). Arriba y abajo, su torre; al
lado, puerta barroca, con el escudo de los Fonseca. Esta institución, fundada y patrocinada enteramente por Alonso de Fonseca II,
es donde se está su tumba (esculpida por Diego de Siloé). Actualmente se encuentra cerrada al público; pese a ser uno de los mejores
conventos de la ciudad. Antaño, lo visitamos varias veces, pero no conservo fotos del sepulcro de Alonso II de Fonseca, por lo que
paso a recogerlo en imágenes liberadas en la red.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: El monasterio de La Asunción en
Salamanca (conocido como Las Úrsulas; al que agradecemos nos permita divulgar las fotos). Al lado, detalle de su magnífica
torre; abajo, la tumba de Alonso II de Fonseca (foto b/n tomada en la red).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: imágenes del sepulcro de
Alonso de Fonseca II, esculpido por Diego de Siloé y encargado en 1529 por el hijo del prelado (Alonso III, también obispo de
Santiaago). Podemos verla tal como se conserva en el monasterio de La Asunción de Salamanca (conocido como Las
Úrsulas). Al lado, detalle de la cara del prelado. Abajo, toma general del cuerpo, en su talla.
BAJO ESTAS LÍNEAS: de nuevo, el sepulcro de Alonso de Fonseca II, esculpido por Diego de Siloé; (monasterio de La
Asunción de Salamanca). Vista lateral, del inigualable conjunto escultórico.

Debemos comenzar por la venida al mundo de Alonso II de Fonseca Acevedo, fechada hacia 1440, siendo hijo de Catalina de
Fonseca y Ulloa y Diego González de Acevedo, contador del Reino de Castilla y señor de El Tejado. Su abuelo paterno fue un
conocido doctor en leyes, miembro del Consejo Real, que asesoró a Enrique III, a Juan II y hasta a Fernando de Antequera (luego,
Fernando I de Aragón). Se considera que nació en la casa salmantina llamada de las Cuatro Torres, palacio de su abuelo que se sitúa
donde hoy está la Universidad Pontificia. Asimismo, sabemos que no fue el primero, pues tuvo un hermano mayor, llamado Juan (85) ,
que fallece en 1461 en las luchas llevadas a cabo por su tío Fonseca I (para obtener el obispado de Santiago en favor de este Alonso,
hijo segundo del matrimonio).

Sobre sus estudios, se supone que fueron realizados en Sevilla, junto al ya referido Alonso I (el viejo), tras ser elegido arzobispo en
1454, nombrando a su sobrino “racionero del cabildo”. Logrando aquel tío suyo, que muy pronto el rey Enrique IV propusiera a este
Alonso II, como prelado de Compostela. Mitra que le entregan en 1460; por lo que llega muy joven a una Galicia convulsa y crea
enormes problemas entre los nobles (que estaban enfrentados). Ya hemos narrado lo que sucedió en Santiago y cómo tuvo grandes
enemigos, dando con sus huesos el la cárcel este nuevo arzobispo; por lo que muy pronto fue sustituido por Alonso I (el viejo), quien
vino de Sevilla y logró apaciguar los ánimos de los gallegos -en pocos años-. Pese a ello y pese a tantos favores como el sobrino debía
a su protector; tras solucionar el tío los conflictos generados por él; no quiso volver a Galicia y tuvo que regresar desde el Guadalquivir,
en barco y forzado por los ejércitos del rey (en 1464). Su regreso a regañadientes a Compostela parece que fue ya “digno”, ocupando
el obispado con entereza e inteligencia desde 1465 (aunque con enorme fiereza, al defender sus bienes y tomar partido por todo el que
se opusiera al dominio del clero). Como dijimos, en estos días de 1464, los dos prelados Fonseca se habían posicionado en contra de
la futura princesa (Juana la beltraneja); hija de Enrique IV, a la que se consideraba nacida de Beltrán de la Cueva. Siguiendo la facción
de Alfonsito, el hermano menor de Isabel (la futura Reina Católica), como heredero al trono. Por lo que fueron desposeídos de cargos y
bienes; iniciándose en Compostela una lucha encarnizada, que culmina con la guerra civil entre beltranejos e isabelinos. Donde el
arzobispo compostelano toma partido absoluto por los de Isabel, entrando en guerra contra los que apoyaban a Juana. Es entonces
cuando se produce una sublevación en Galicia, que llevó de nuevo a la cárcel a Alonso II; quien fue recluido en Noya durante dos años
(hasta 1467, mientras los nobles partidarios de Enrique IV se quedaban con sus pertenencias). Durante esta etapa, se produce el
llamado “movimiento de irmandiño” o gran sublevación anti-señorial galaica (desde 1467 a 1469), donde se atacaron palacios y
castillos de toda la cornisa galaica (incluidas los del cabildo).

Asimismo, ya vimos que en 1467 se vivía una guerra civil en Castilla, entre partidarios de Enrique IV y su hija Juana (la beltraneja);
enfrentados a quienes apoyaban a Alfonsito, como futuro rey. Lucha en la que muere Fernando de Fonseca (tío de Alonso II y hermano
del arzobispo Alonso I -el viejo-); llegándose a un acuerdo en Guisando (1468) cuando Alfonsito aparece muerto y la princesa Isabel
decide pactar con su hermanastro -seguramente, para que no la “eliminasen”, como habían hecho con el infante-. Dicho acuerdo de los
Toros de Guisando, que reconocía a Isabel en algunos de sus derechos; fue muñido y organizado por Alonso I (el viejo), sabiendo que
desde allí nacería la futura reina de Castilla (bien fuera Juana o Isabel). Fue entonces cuando Alonso II (junto a otros nobles gallegos),
emprendió una guerra contra los que habían llevado a cabo la revolución de “irmadiño”; llegando finalmente a un acuerdo con ellos,
para evitar males mayores. Aunque durante los años setenta del siglo XV, Alonso II de Fonseca dedicó enormes esfuerzos a luchar
contra aquellos sublevados y a recuperar sus antiguas tierras. No logrando vencerles, decide hasta excomulgarles y usar todo su poder
eclesiástico para desacreditar a los de la revuelta; promoviendo asimismo luchas encarnizadas contra ellos, en las que participará su
hermano (Luis de Acevedo). Es entonces cuando une a sus familiares con nobles gallegos, partidarios de su causa; contrayendo
matrimonio su hermano Luis, con Ginebra de las Mariñas (o Teresa das Mariña de Haro); mientras su hermana Aldonza se casa
con Lope Sánchez de Moscoso .
En 1475 se posicionó a favor de Isabel I, como reina proclamada; dando su apoyo para esa Corona, a la que desobedecían numerosas
familias gallegas importantes (partidarios de Juana -la beltraneja-). Comenzando en 1476 una guerra entre bandos gallegos, donde
Alonso II participó activamente apoyando a los isabelinos (en especial en tomas como la de Pontevedra). Llegando así a recuperar
todas sus tierras y el poder del obispado en Santiago (que había decaído enormemente, desde la sublevación de “irmadiño”). Pero
cuando logró la victoria plena, en 1480; vio que tristemente los Reyes Católicos deseaban desmantelar el feudalismo -al que culpaban
de las guerras civiles, y no tanto a su sobrina Juana-. Todo lo que suponía que los bienes y poderes del prelado Fonseca pasarían a
ser controlados y decantados por un gobernador real (Fernando de Acuña); puesto en Galicia para este fin. Asimismo, en 1481, los
Reyes Católicos le nombran presidente del Consejo Real; lo que obligará a Alonso II abandonar Compostela; favoreciendo así la
imagen de Isabel y Fernando (quienes conocían los enormes enemigos que el arzobispo tenía en su episcopado y provincias
adyacentes). Con estas decisiones, los Reyes Católicos logran apaciguar Santiago y consiguen que lo que antaño se dirimía en batalla
(entre sus familias y poderosos); pase a litigarse en los juzgados. Asimismo, y para premiar los servicios de Alonso II -a la vez que
retirarle de su sede episcopal-; los soberanos le nombran en 1484 Presidente de la Real Chancillería de Valladolid (donde se
establecían los grados de nobleza y su prueba). Tras ello, el arzobispo comienza a residir en Salamanca y trabajar en Valladolid;
momento en que un riquísimo Alonso Fonseca II, presta enormes cantidades de dinero a los monarcas, para las batallas de
Reconquista en Andalucía (lo que culmina con la toma de Granada en 1492). Aunque es entre 1486 y los años noventa, cuando se
presentan infinidad de pleitos contra el poderoso prelado, que ya solo decide tratar con la Corte y vivir en Salamanca.

Asimismo, hay que destacar que se enamoró hacia 1470 de su prima María de Ulloa, señora de Cambados hija de Lope Sánchez de
Ulloa, señor de Ulloa; con la que tuvo dos hijos: Alonso y Diego. Llegando a ser el primero también obispo de Santiago, al que se
conoce como Alonso III; mientras el segundo tuvo una triste y corta vida, cercenada en batalla. Por cuando decimos, el padre (Alonso II
de Fonseca) en esta época, tuvo como preocupación mayor, dejar “bien colocados” a sus hijos; principalmente a Diego -señor de
Babilafuente-, al que casa con la primogénita del conde de Monterrey. Aunque, como hemos dicho, Diego de Fonseca tristemente
muere poco después (en 1496) caído en el Rosellón. Momento en que el arzobispo se dedica a proteger a su nieto, futuro conde de
Monterrey; que nace precisamente el año en que desaparece el padre (luchando contra los franceses). Una tutoría sobre el nieto, en
que se reclama la custodia; debido a que la madre contrajo nuevas nupcias, casándose la condesa de Monterrey por segunda vez
(obligando el abuelo a que esta madre reconociera al primogénito huérfano, como único heredero del título) . Por todo ello, desde aquel
momento, los esfuerzos de Alonso Fonseca II fueron mayores, para lograr una gran carrera a su otro hijo que quedaba en vida;
conocido como Alonso III de Fonseca (del que hablaremos más tarde). Llegando a viajar a Roma, a comienzos del siglo XVI, para
presentar su renuncia a la mitra de Compostela, con el fin de que el Papa la pasara a este segundo hijo suyo -Alonso III (tal como El
Vaticano admite hacer, el año 1507)-. Muere un lustro más tarde (en 1512) para ser enterrado en el convento de La Anunciación;
conocido como las Úrsulas de Salamanca que había sido erigido bajo su mecenazgo. Obra que terminó su hijo (Alonso III) por designio
del padre, y cuya tumba encargaron a Diego de Siloé (en imágenes anteriores).

Además de edificar a sus expensas el mencionado monasterio de Santa Úrsula, en la misma ciudad patrocinó la restauración plena de
San Benito, iglesia donde fue bautizado. Colaborando con numerosos hospitales y en especial, en creación de Colegios Mayores, la
impresión de importantes publicaciones (muy costosa por entonces) y en restaurar templos en Castilla y Galicia (destacando la Iglesia
de Santa Ma. la Mayor de Pontevedra). Sobre este tema, nos dirá Mercedes Vázquez Bertomeu: “Es constante en la historiografía
la referencia a los Fonseca -muy especialmente respecto a su hijo, pero también en relación a él y a la familia en general- como
importantes patronos de las artes y las letras, en particular como impulsores del humanismo en Castilla. En líneas generales, la
información disponible sobre esta faceta de su personalidad es muy escasa; pueden, no obstante, establecerse algunos hechos”
(…) Destacando la autora -del siguiente modo-, su legado en el claustro de la catedral compostelana; obras que finalmente llevará a
cabo su hijo Alonso III, contratando a Juan de Álava: “A su muerte, realiza una generosa donación de un millón de maravedíes para las
obras del nuevo claustro y dota, además, una fiesta en honor de San Ildefonso. Sin embargo, su mayores aportaciones se dirigen
hacia otra obra: el monasterio de la Anunciación de Salamanca, por él fundado. Esta fundación, que encaminará definitivamente su
hijo, es autorizada por el papa Alejandró VI” (86) .
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. Iglesia
que dependía del episcopado de Compostela, fue reedificada desde comienzos del siglo XVI; por iniciativa de Alonso Fonseca
II y de su hijo, Alonso Fonseca III. Antaño, este templo era una pequeña parroquia románica, aunque desde el Descubrimiento de
América, Pontevedra se convirtió en uno de los puertos clave de Europa. Es entonces, cuando los arzobispos Fonseca deciden
reconstruirlo, bajo su patronazgo y ayudados con los fondos de la Cofradía de Mareantes (marineros de la ciudad), unida a las
aportaciones de las grandes familias del lugar. Así se comienzan las obras hacia 1510, aunque no se terminarán hasta treinta años
después. Su portada principal se atribuye a Cornelio de Holanda y se fecha en 1541. En imágenes: Arriba y al lado, fachada
plateresca de Santa Ma. la Mayor (plena de retratos y misterios). Abajo, escudo de los Fonseca en la parte alta del templo
(donde vemos también un extraño hombre esculpido en el tejado; figura que a mi juicio emula el vigía, en la cofa del barco).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. Al lado: El
famoso San Jerónimo con lentes, en su portada plateresca. Unas “gafas” que suelen ser un atributo del santo, en las
representaciones góticas, en virtud de su sabiduría. Abajo, entrada lateral, con dos retratos sobre la puerta, en medallón y a
cada lado (al modo salmantino).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Santa Ma. la Mayor de Pontevedra;
lado izquierdo de la portada (visto de frente). Identificación nuestra de algunos personajes representados esta fachada
principal. Con el 1, hemos marcado al Papa (seguramente Julio II, con el que tomaron más contacto los Fonseca). Con el 2, medallón
con el rostro de Carlos I (luciendo el Toisón). Con el 3 una Sta. Catalina de Alejandría, que podría aludir a la madre o abuela de estos
arzobispos Fonseca (Catalina de Fonseca).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Santa Ma. la Mayor de Pontevedra; lado derecho
(visto de frente). Identificación nuestra de algunos personajes representados esta fachada principal. Con el 1, Felipe II, de
joven; también con el Toisón. Con el 2, prelado que puede ser Alonso de Fonseca (padre o hijo). Con el 3, figura que se identifica con
Hernán Cortés o con Colón; aunque no creo que sea buena esta atribución; debido a que estos dos personajes eran grandes
enemigos de Juan Rodríguez de Fonseca (primo de Alonso II).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Santa Ma. la Mayor de Pontevedra; lado
izquierdo, alto (visto de frente). Identificación nuestra de algunos personajes representados esta fachada principal. Con el
1, de nuevo el emperador Carlos I, con el Toisón. Con el 2, prelado que puede ser Alonso de Fonseca (padre o hijo). Con el 3, figura
que se identifica con Hernán Cortés o con Colón; aunque -como hemos dicho- no creemos que sea buena esta atribución; debido a
que estos dos personajes eran grandes enemigos de Juan Rodríguez de Fonseca (primo de Alonso II).
Alonso Fonseca Acevedo, conocido como el obispo Alonso II de Fonseca: tuvo prole; con su amante y prima: María de
Ulloa, señora de Cambados. Hija de Lope Sánchez de Ulloa, señor de Ulloa, de Jubencos, Monterroso y Repostería. Rama directa y
mayor, de los Ulloa establecidos en Toro, cuyo hijo Juan Alonso, se casó con Beatriz de Fonseca, abuela de este Alonso II de
Fonseca. María de Ulloa, a su vez estaba casada con Álvaro Páez de Sotomayor, sin descendientes; antes de amancebase
con Alonso de Fonseca.
Nacieron dos hijos del obispo Alonso Fonseca Acevedo con su amante María de Ulloa:

4-a1) - Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa, señor de Babilafuente. Que se casó con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa, II
condesa de Monterrey. Tuvieron un hijo, nacido póstumo en 1496 Alonso (Alfonso) de Acevedo y Zúñiga, III Conde de
Monterrey "Señor de Biedma", "de Ulloa", "de la casa de la Ribera" que se casó con María Pimentel de Mendoza
Sobre este Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa nos dice la página SYMBOLA DIVISAS O EMPRESAS HISTÓRICAS: “Fue hijo del
Arzobispo de Santiago de Compostela, don Alonso II de Fonseca, y de doña María de Ulloa, hermana del I conde de Monterrey, con la
que estaba amancebado. A su vez esta dama estaba casada con Álvaro Paez de Sotomayor, con quien no tuvo descendencia. Don
Diego era hermano de Alonso III de Fonseca y Ulloa, arzobispo de Santiago entre 1507 y 1523 y de Toledo entre 1523 y 1534. Se casó
con su prima Francisca de Zúñiga y Ulloa. Con esta alianza matrimonial se acrecentó el patrimonio de la Casa de Monterrey, ya que
don Diego aportó los mayorazgos de Acevedo y Fonseca (en la provincia de Salamanca) y los lugares de Moriningo, Sandomingo,
Buenbarba, Garcigalindo y la villa de Babilafuente. Su hijo, don Alonso de Acevedo y Zúñiga (1496-1559), heredó el condado de
Monterrey en 1526. Don Diego falleció en 1496 durante el asedio de la fortaleza de Salses-le-Château, durante la campaña del
Rosellón contra los franceses” (87) .
4-a1,A) Alonso de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey nacido póstumo en 1496, casado con María Pimentel de
Mendoza. Fueron padres de Gerónimo de Fonseca y Acevedo Zúñiga; IV conde de Monterrey. Y de Juana de Acevedo Fonseca,
I condesa de Fuentes de Valdepero.
Alonso de Acevedo y Zúñiga fue el nieto por el que tanto pugnó Alonso II de Fonseca, cuando muere su hijo Diego de Acevedo ,
luchando en el Rosellón (con apenas veintidós años y recién casado). Logrando la custodia del niño y protegerle, para que heredase el
mayorazgo y bienes de la casa de Monterrey (debido a que su madre contrajo pronto segunda nupcias). Por todo ello, el joven se
sentía muy unido a los Fonseca; considerando que su tío Alonso III (obispo de Santiago y hermano de su progenitor) fue un segundo
padre para él. Alonso de Acevedo fue un amigo y fiel servidor del emperador Carlos I, al que acompañó en su coronación (1530)
-pues conocida era la unión entre los Fonseca y el nuevo rey-. A su regreso y tras morir su tío Alonso III de Fonseca, hereda el solar
donde este arzobispo estaba construyendo su casa, en Salamanca. Lugar en el que edifica el famoso palacio de Monterrey; obra que a
mi juicio se lleva a cabo en paralelo con la Casa de La Salina (diseñado igualmente por Rodrigo Gil de Hontañón y bajo la tutela de
Juan de Ibarra, hijo de Juan de Álava). El proyecto,de enormes dimensiones, quedó inconcluso y el nieto de este conde de Monterrey,
pretendió acabarlo casi un siglo después. Asimismo, Alonso de Acevedo y Zúñiga III conde de Monterrey, fundó el colegio de
Jesuitas de Verín (Monterrey, lugar de procedencia de la familia); debido a que era gran amigo de Francisco de Borja. También
colaboró con su tío Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III), dotando al colegio Mayor de Santiago,
que el prelado creó. Fue un hombre de gran cultura, mecenas de las artes y las letras, que residió entre Salamanca y Valladolid; siendo
recordado por su gran biblioteca y por su generosidad.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Palacio de Monterrey, en Salamanca;
realizado por el III conde de Monterrey, Alonso de Acevedo y Zúñiga. El edificio se levantó siguiendo todas las trazas
familiares de los Fonseca (contratando los mismos arquitectos y canteros que habían trabajado para Alonso II y Alonso III, en
los Colegios y palacio de Fonseca -Salamanca y Santiago-; tanto como para Da. Mayor, en la Casa de la Salina).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Palacio de Monterrey, en
Salamanca.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Palacio de
Monterrey, en Salamanca.

4-a2) - Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III de Fonseca): hijo de Alonso Fonseca Acevedo
(Alonso II) y de su prima y amante María de Ulloa (hija de Lope Sánchez de Ulloa e Inés de Castro Lara y Guzmán, y hermana del
primer conde de Monterrey).
Se cree nacido en Salamanca en 1476 (o en Santiago) y sabemos que muere en Alcalá de Henares, en 1534; llegando a arzobispo de
Compostela y de Toledo. Muy joven y cuando estudiaba en Salamanca, tuvo un hijo con Juana de Pimentel. Este se llamó Diego de
Acevedo y Fonseca que se casó con su prima Elvira de Acevedo Fonseca (también bisnieta de Catalina de Fonseca, nieta de
Luis de Acevedo, hermano de Alonso II).

Alonso III sucedió a su propio padre en el obispado de Santiago; donde asumió las reivindicaciones de los nobles gallegos. La herencia
de la mitra, la solicitó su progenitor a Julio II en un viaje a Roma, en 1506; y fue apoyada por Fernando el Católico, en pago a los
servicios prestados por la familia. Por su parte, Alonso III tuvo mano izquierda para dirigir a la aristocracia composteana, que -en su
mayoría- había sido “sometida duramente” por Isabel y Fernando; debido a que apoyaban casi todos a Juana la Beltraneja. Ello llevó a
que Galicia no estuviera representada en Las Cortes Reales, por lo que el arzobispo Alonso III de Fonseca, intercedió ante Carlos I,
para que aceptase ciertas peticiones de sus grandes familias. Así logró mantener lejos de las revueltas comuneras a Galicia, por lo que
pronto este antiguo reino recobró sus derechos y muchas prerrogativas de comercio. Por ello, fue asimismo el mediador cuando se
sublevan las Comunidades en Valencia (entre 1519 y 1523); momento en que envían al viudo de María de Fonseca (Rodrigo -Díaz de
Vivar- Mendoza) a luchar contra esos comuneros -llamados de “Germanías”-, mientras parlamentaba con ellos este sobrino de su
mujer. Esas y otras intervenciones en política, le valieron su candidatura para el arzobispado de Toledo (que también deseaba su tío
Juan Rodríguez de Fonseca); una mitra que le fue otorgada en 1523, con el claro apoyo del emperador -al que se vinculó con enorme
fideidad-. De este modo, fue más tarde capellán de Carlos I, al que casó en 1526 con Isabel de Portugal y acompañó en infinidad de
viajes.

Filosóficamente era muy cercano Erasmo, habiendo llegado a compartir correspondencia con el de Rotterdam; intentado que sus ideas
se expandieran por nuestras tierras -todo lo que sucede con la venida de Carlos V; cuando muchos pensaron que España aceptaría el
erasmismo-. Fue mucha su intención de divugar los libros de este filósofo de Flandes y sus ideas; tanta que llegó a invitarle a España
mientras era arzobispo de Toledo; lo que le valió a Alonso III una sospecha de hereje -debiendo muy pronto contradecir, lo que antes
había defendido- (88) . Como mecenas de las artes, fue famoso por su amor a la música, manteniendo siempre un coro en sus capillas.
Como patrono de la arquitectura, en la capital de su episcopado creó el famoso Colegio Fonseca de Santiago, que fue el origen de la
posterior Universidad compostelana. Un gran edificio que actualmente alberga la Biblioteca Universitaria, comprendido en el Pazo de
este prelado; que Alonso III construye desde 1530 ,con el asesoramiento de los arquitectos Juan de Álava y Alonso de
Covarrubias. Asimismo, siguiendo el legado de su padre, desde 1521 amplió el claustro de la catedral de Compostela, tal como Alonso
II ordenaba en su testamento (después de dotar una cantidad para esta obra, antes de morir en 1512). También, el año de 1521,
comenzó la fundación en Salamanca de otro colegio -llamado de Santiago el Zebedeo y conocido como colegio mayor, de los
irlandeses, o de Fonseca-. Mientras encargaba a Diego de Siloé la tumba de su padre, y a Juan de Borgoña el retablo que se halla
junto a este sepulcro; en el convento de las Úrsulas, de Salamanca (que como sabemos, fue fundado por Alonso II y hemos visto en
anteriores imágenes). Asimismo, realizó mejoras en otros edificios de su sede episcopal y lugares de su diócesis; entre las que destacó
la reconstrucción de la iglesia de Santa María la Mayor, de Pontevedra (que hemos analizado en fotos anteriores). También creó la
capilla de los Reyes Nuevos, en la Catedral de Toledo y rehabilitó el palacio episcopal de Alcalá de Henares. Siendo sus arquitectos y
artistas elegidos, los mejores de su época, contando con maestros como: Alonso de Covarrubias, Juan de Borgoña, Rodrigo Gil de
Hontañón, Fray Martín de Santiago, Diego de Siloé, Juan de Álava, Pedro de Ibarra, o Alonso de Berruguete.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Pazo de Fonseca, en Santiago; Colegio
Mayor, fundado por Alonso III en 1526, construido desde 1530 por los arquitectos Alonso de Covarubias y Juan de Álava. En
fotografías, su claustro y jardín, presidido por una estatua central (moderna) que le representa.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del Colegio Mayor Fonseca, en
Santiago de Compostela, fundado por Alonso III.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Colegio Mayor Fonseca, fundado por Alonso III:
hoy Biblioteca de la ciudad.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del Colegio Mayor Fonseca, en
Santiago de Compostela (fundado por Alonso III).
JUNTO ESTAS LÍNEAS: Más fotos del Colegio Mayor Fonseca, en Santiago de
Compostela, fundado por Alonso III.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. También llamado colegio de los irlandeses, o de
Santiago el Zebedeo; fue fundado en esta otra ciudad, también por Alonso III (Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa) en 1521.
En imagen, su impresionante claustro; en el diseño y construcción del edificio colaboraron los tres arquitectos más
importantes de su época: Rodrigo Gil de Hontañón, Diego de Siloé y Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: dos fotos más del Colegio Mayor del Arzobispo
Fonseca, en Salamanca. A lado, acceso desde el exterior y fachada principal. Abajo, portada plateresca que da entrada a la
capilla; fachada claramente labrada y diseñada por Juan de Álava.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: capilla del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca,
en Salamanca (al que agradecemos, nos permita divulgar nuestras imágenes). Al lado, altar mayor, con un retablo pintado por
Alonso de Berruguete por encargo de su fundador. Abajo, la tumba de Alonso III de Fonseca, con una lápida en latín que
traducida al español, dicta:

“Para gloria del Dios Todopoderoso,


para honrar a su Madre Virgen,
para el culto purísimo del Espíritu Santo,
para Loar a Santiago Zebedeo,
para beneficio perpetuo del Estado,
para magnificencia y esplendor de esta ciudad suya,
para promover talentos de nobles sin recursos,
para fomentar el Clero,
para piadosa memoria de su propio espíritu,
y para residencia perpetua de su cuerpo.
El ilustrísimo señor don Alonso Fonseca y Acebedo,
dignísimo arzobispo, primero de Compostela y luego de Toledo,
ordenó la construcción de este Colegio,
tan venturoso como sagrado, y de esta capilla,
obras que en vida emprendió él mismo
y a su muerte dispuso que fueran concluidas.
Murió en Alcalá de Henares,
el cinco de febrero del año del señor de 1534
a los 57 años de su edad.
Aquí se custodian sus huesos,
mientras su alma descansa para siempre en el cielo.
Se repuso esta inscripción en el año del Señor de 1793.”
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: al lado, techo de la nave central en la capilla del
Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca, en Salamanca. Abajo, vista de su claustro desde una escalera diseñada por Diego de
Siloé.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Claustro del Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca,
en Salamanca (con su pozo central, como el de la universidad de Alcalá de Henares). Abajo, vista del claustro y el cimborrio
de su iglesia; destacan los múltiples medallones con retratos de personajes, que adornan sus arcos.
RETRATOS DE LOS ARZOBISPOS FONSECA Y ACEVEDO:
Sobre las posibles representaciones de Alonso II y Alonso III de Fonseca, vamos a hacer un inciso, ilustrado por fotografías. Pues se
conocen al menos dos retratos fidedignos de cada uno de los prelados. El del padre, ya lo hemos visto en su tumba de las Úrsulas,
cuya estatua encargó el hijo y guarda la verdadera imagen del allí sepultado. Asimismo, se conoce un retrato de Alonso III de Fonseca
(el hijo) realizado por Juan de Borgoña; pintor que trabajó para este arzobispo en numerosas ocasiones, especialmente mientras ocupó
la mitra de Toledo. Se halla en la Sala Capitular, donde figuran todos los prelados que han regido esta sede y se encuentra junto al de
Cisneros (su antecesor). Sobre esta obra nos dice la RAH: "Su retrato más antiguo y fidedigno lo pintó en 1526 Juan de Borgoña,
cuando contaba cincuenta años, y se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo. Fonseca III aparece en el retrato con una
constitución física débil y enjuta. Destaca la cara huesuda y demacrada, con nariz y mentón acusados, rasgos afilados, arrugas en las
comisuras y mejillas hundidas” (89) . Comparando este cuadro con otras representaciones, se llega a la conclusión de que la escultura
que preside el Palacio (casa) Juan de Álava, en Salamanca (Calle Bordadores); es sin duda el mismo personaje. Sin tratarse del padre
-Alonso II- ni menos del tío -Alonso I (el viejo)-; tal como manifesté erróneamente en mi anterior estudio. Presentando en este artículo
que redacté unos meses atrás; la teoría de que fuera una “casa del mayorazgo” de los Fonseca, en Salamanca. Conservando la
escultura del primer patriarca (Alonso I -el viejo-) en su centro y la de los dos siguientes prelados, a cada lado (Alonso II y Alonso III).
Una idea que hoy he de negar como cierta; debiendo por ello presentar -en breve- un nuevo estudio, donde se narren todos los
pormenores de esta casa (mal llamada de Las Muertes); que en verdad perteneció a Juan de Álava -el arquitecto preferido por Alonso
III-.

Otro tema diferente, son los dos posibles retratos o figuraciones, del padre y el hijo, que lucen edificios levantados a expensas de ellos.
Pudiendo verse estas figuras en la entrada del Colegio Mayor de Salamanca; que está presidido por un Santiago, bajo el que hay una
ventana adornada por dos medallones, con el escudo de la familia Fonseca (cinco luceros). A los lados del referido ventanal,
claramente figuran los mecenas de esta institución (Alonso II y Alonso III); ambos vestidos de arzobispos, con un libro en la mano y
mitrados. Unos retratos que “dejan mucho que desear” con el parecido que guarda el de la Casa de Juan de Álava; que es una estatua
fidedigna bajo la que se reseña: “El Severissimo Fonseca Patriarcha Alexandrino”. El mismo caso del Colegio Mayor de Salamanca,
creemos que sucede en la portada plateresca de la iglesia de Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. Con dos esculturas, donde también
figuran dos obispos a cada lado de la entrada; en este caso sobre los bustos de Carlos I y de Felipe II. Por lo que -a mi juicio- esas dos
figuras de prelados, serían los retratos del padre y del hijo (Alonso II y Alonso III); que iniciaron las obras de reconstrucción del templo y
las costearon en gran parte. Aunque todo cuanto hemos expuesto en este epígrafe, lo vamos a analizar a continuación, ayudado por
imágenes:
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres supuestos retratos de Alonso
de Fonseca II. Arriba, en un cuadro anónimo del siglo XVIII, que se conserva en la catedral de Sevilla (a la que agradecemos
nos permita divulgarlo); pareciendo una recreación, por lo que sus rasgos no podemos darlos como fidedignos. Al lado, el
verdadero rostro de Alonso II, esculpido en su tumba de Las Úrsulas, por Diego de Siloé. Abajo, en un dibujo existente a la
Biblioteca Nacional (a la que agradecemos nos permita divulgarlo). En este caso, sus rasgos se parecen mucho al de Alonso III;
pudiendo tratarse de una representación de este arzobispo (del hijo y no del padre), dibujada tomando como modelo el cuadro de Juan
de Borgoña.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Retrato de Alonso III de Fonseca por Juan de
Borgoña; panel que figura en la galería de arzobispos de la catedral de Toledo (a la que agradecemos nos permita divulgarlo).
Hemos de considerar que sus rasgos son absolutamente reales y fidedignos. En ellos podemos ver su delgadez, debido a la
enfermedad estomacal que sufría.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Fachada de la Casa de Juan de Álava (Salamanca);
en su centro, la figura de un prelado en cuyo exergo figura la leyenda “El severissimo Fonseca patriarcha alexandrino”. Se
trata sin duda del mismo que hemos visto en el cuadro de Juan de Borgoña y pese a que los tres Alonso de Fonseca, fueron Patriarcas
de Alejandría. Este que tenemos en detalle y en la fachada; es Alonso III.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Al lado, estatua moderna que decora el claustro
del Colegio Mayor de Fonseca, en Santiago; que no guarda mucho parecido con la realidad de rasgos del
representado. Abajo, Fachada de la entrada al colegio Mayor de Fonseca, en Salamanca (los irlandeses o Santiago Zebedeo).
Sobre esta, en una ventana y a su derecha; el posible retrato de Alonso II. Mientras a la izquierda estaría el de Alonso III
(ambos con sus escudos de armas).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalles de estas
figuraciones, que a mi juicio representan a Alonso II y Alonso III de Fonseca (sin mucho parecido), en la entrada al Colegio
Mayor de su fundación.

JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Portada plateresca de la


iglesia Santa Ma. la Mayor de Pontevedra. A mi juicio, los dos obispos que se sitúan sobre las esculturas de Carlos I y de
Felipe II; son igualmente representaciones (no muy fidedignas) de estos dos obispos que refundaron el templo y comenzaron
su reconstrucción. Hemos marcado nuestras identificaciones.
Otros vástagos de Catalina Fonseca y Diego de Acevedo (vér imágenes más abajo):

4-b) Luis de Acevedo y Fonseca, hijo de Catalina Fonseca casado con Teresa Dasmariñas de Haro.
Esta boda sabemos que fue propiciada por su hermano Alonso II, cuando tuvo enormes problemas con algunos nobles gallegos.
Casando a su hermano Luis con la primogénita de una de las familias compostelanas que apoyaban al prelado (durante la revolución
de irmadiño -primero- y más tarde, en las guerras de beltranejos contra isabelinos). Del primer matrimonio de Luis de Acevedo
Fonseca, nacería solo un hijo, que heredaría el mayorazgo de El Tejado. Más tarde, queda viudo y vuelve a contraer nupcias con la hija
de los condes de Alba de Liste (o Aliste), con la que tiene otro hijo. De tal modo, de Luis de Acevedo descienden los siguientes
Fonseca:

4-b1) Alonso de Acevedo y Haro, señor de El Tejado; que casado con María de Ávila (Mayor de Toledo, según Vasallo
Toranzo) tienen dos hijas:
4-b1a) Elvira de Acevedo, que se casa con su primo hermano, Diego Acevedo y Fonseca, hijo de Alonso Fonseca II.
4-b1b) Catalina de Acevedo, que se casa con Diego Osorio II señor de Vadunquillo; de donde descienden los marqueses de
Mirallo y Valdunquillo.
Por su parte, Vasallo Toranzo, habla de tres hijos más de Alonso de Acevedo y Haro y María de Ávila
4-b1c) Alonso de Acevedo,
4-b1d) Diego de Acevedo,
4-b1e) Úrsula de Acevedo,

4-b) Luis de Acevedo y Fonseca, hijo de Catalina Fonseca casado en segundas nupcias con María Enriquez, hija de los
condes de Alba de Aliste. Tiene al menos un hijo:
4-b2) Pedro de Acevedo y Enríquez, corregidor de Badajoz y padre de: Pedro Arias de Acevedo.
SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos cuadros genealógicos de la familia de Catalina Fonseca, correspondiente al tercer hijo (Luis), que heredó el
mayorazgo de El Tejado, al morir el primogénito (Juan) y entrar al sacerdocio el segundo (Alonso II). Arriba, desarrollado por mí. Abajo, el de
Vasallo Toranzo, en su libro; extracto del que publica en su obra -ver cita (75) -. La rama de este hijo tercero de Catalina y las de sus hermanas, las
hemos expuesto arriba y podemos verlas mejor en el esquema que a continuación tenemos (en imagen, abajo).
Otros hijos de Catalina Fonseca 4º hija de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa y de Diego de Acevedo fueron:
4-c) Aldonza de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: Casada con su primo Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso, I conde de
Altamira.
4-d) Juana de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: casada con Rodrigo de Mendoza y Córdoba, señor de Santa Cecilia y de la
Casa de Almaza.
4-e) María de Acevedo y Fonseca, hija de Catalina: casada con Pedro de Vega.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro genealógico de las tres últimas hijas de Catalina de Fonseca y Ulloa. Descendientes
de: Aldonza de Acevedo y Fonseca y Lope Sánchez de Ulloa y Moscoso, I conde de Altamira. Juana de Acevedo y
Fonseca y Rodrigo de Mendoza y Córdoba, señor de Santa Cecilia y de la Casa de Almaza. María de Acevedo y Fonseca
y Pedro de Vega.

5º hija de Beatriz de Fonseca y Juan a. de Ulloa- María (o Mencía) de Ulloa y Fonseca: Casada con Íñigo López de Zúñiga, I
Señor de San Martín de Valveni, quien tuvo varios hijos naturales y ajenos a este matrimonio con María de Ulloa.
María y su marido Íñigo, fueron padres de:
5a) – María de Zúñiga: Monja, que fundo el monasterio de Santa Cruz, en Valladolid
5b) – Juan de Zúñiga: II señor de San Martín de Valveni. Se casó con María de Castilla, hija de Catalina de Castilla, descendencia
del rey Pedro I. Fueron padres de:
5b-1) Pedro
5b-2) Mencía
5b-3) Íñigo
5b-4) Elvira
5b-5) Leonor
5b-6) Catalina de Castilla (que tomó el apellido de la madre y se casó con los Acuña).
5b-7) Alonso de Zúñiga (señor de San Martín de Valveni)
- Alonso de Zúñiga (señor de San Martín de Valveni) se casó con Luisa Enríquez y su hija María de Zúñiga Enriquez, se casa
con Pedro Lasso de Castilla.
ARRIBA, cuadro genealógico mío con toda esta rama de la familia del antiguo mayorazgo de San Martín de Valveni.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Arriba, cuadro genealógico de los señores de San Martín de Valveni, tal como lo presenta
Vasallo Toranzo en su libro sobre LOS FONSECA. Abajo, genealogía mía con toda esta rama de la familia del antiguo
mayorazgo de San Martín de Valveni.
BAJO ESTAS LÍNEAS: cuadro con Leonor Rodríguez de Fonseca; sexta hija de Beatriz de Fonseca y Juan A. de Ulloa, que
muere sin descendencia, antes que sus padres. Es la siguiente hermana, que estudiamos brevemente.

6º hijo de Beatriz de Fonseca y Juan Antonio de Ulloa: Leonor Rodríguez de Fonseca. Casada con Arias Pérez de
Ávila. Premuere a sus progenitores y aparece en testamento.

SOBRE Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Dos cuadros genealógicos de la familia Fonseca, donde vemos las dos últimas ramas que
analizamos en esta última: La de Leonor, que muere sin descendencia antes que sus padres. La de Alonso de Fonseca (el
Viejo) que lo hemos dejado para el final, debido a su relevancia.
7º hijo de Beatriz de Fonseca y Juan Antonio de Ulloa:
ALONSO DE FONSECA (el Viejo), conocido como el obispo Alonso Fonseca I (el viejo):
Se le considera el hijo tecero de Beatriz de Fonseca y Juan A. Ulloa -segundo varón- (90) , aunque muchos creen que fue el
séptimo; lo hemos puesto en este orden para dejarlo al final del artículo, por su importancia.

Nacido en Toro (hacia 1414-19) y muerto en Coca (1473); testó en septiembre de 1460, fundando el mayorazgo de Coca, Alaejos,
Castrejón y Valdefuentes; que legó a su hermano Hernando de Fonseca. Quien no pudo recibirlo plenamente, por morir antes que
Alonso (en la batalla de Olmedo, 1467); debido a ello, finalmente el señorío de Coca y Alaejos fue heredado por su sobrino Alonso de
Fonseca y Avellaneda, hijo de Hernando. Aunque su legado fue muy discutido, incluso llevado a pleito por los primos; debido a que
finalmente Alonso I (el viejo) decide no dejar testamento; al haber tenido diferencias con su sobrino Alonso Fonseca y Avellaneda (hijo
del hermano, Fernando, al que sí dejó el arzobispo todos sus bienes).
Fue el más famoso de la saga de prelados Fonseca en España, llegando a convertirse en uno de los personajes más ilustres y
relevantes de su época. Posiblemente nace en fecha cercana a 1419, cuando muere su padre, Juan Alonso de Ulloa; lo que explicaría
que desde los primeros años estuviera ingresado en un seminario. Donde entra bajo la protección de su tío materno, Pedro de
Fonseca; capellán de la princesa Beatriz de Portugal (reina consorte de Castilla) prior de San Benito en Valladolid, obispo de Astorga y
cardenal de Sant Angelo, en el Vaticano. Al quedar huérfano, asimismo pasa a ser protegido por su tío paterno; el Primer señor de la
Mota (hoy Mota del Marqués) don Pedro Yañez de Ulloa. Un conocido letrado y culto jurista, hermano de su padre (Juan Alonso de
Ulloa).

La educación que recibió Alonso de Fonseca debió ser esmerada y sus dotes intelectuales, enormes. Además, su tío el cardenal, le
proporcionó grandes prebendas; tantas que con algo más de treinta años formó parte del Consejo Real, al subir al trono Enrique IV
(1454). Vasallo Toranzo, comenta que esta entrada en la Corte no solo se debió al impulso de su tío Pedro de Fonseca (cardenal de
Santángelo, que muere en 1426); sino fundamentalmente a su otro protector: Pere Yañez de Ulloa, hermano de su padre, que era un
hombre muy cercano a Álvaro de Luna (91) . Así fue como al morir su tío Pere, se unió a Juan Pacheco, marqués de Villena (gran
amigo del rey y hermano de Pedro Girón); siendo los tres, los más cercanos asesores del monarca, que dirigieron los designios de
Castilla durante un lustro. Pese a su poder, pronto los intrigantes hermanos Pacheco y Girón procurarían apartarle de la Corte,
haciéndole caer en desgracia. Todo comenzó cuando este obispo, para ayudar al hijo de su hermana Catalina (quien luego fue llamado
Alonso II), movió grandes influencias con el fin de conseguir que la plaza episcopal de Santiago fuese para su sobrino. Al hablar de
este Alonso II de Fonseca, hemos de destacar los enormes perjuicios que causó a su tío, por entonces arzobispo de Sevilla y asesor
del rey. Problemas que comenzaron al llegar el joven a la capital compostelana; cuando tomó parte en las intrigas y enfrentamientos
entre nobles gallegos, optando por una facción perdedora y siendo condenado a prisión. Como dijimos, para sacarle de la cárcel, su tío
Alonso el viejo, desde Sevilla propuso pagar la liberación con oro; pero el escándalo fue tanto, que decidieron desterrar a los dos. La
solución última fue intercambiar las diócesis y que “el viejo” marchase a Santiago, mientras el sobrino ocupaba temporalmente la silla
en Sevilla (al menos hasta que se calmasen los ánimos en Galicia).

Antes de partir para Santiago (en 1460), parece que el tío Alonso I, testó en favor de su hermano Fernando; quien era su brazo armado
y que pronto entró en tierras gallegas, con sus mesnadas; “apaciguando” y allanándole el terreno al recién llegado arzobispo. Le deja
así Alonso a Fernando, los señoríos fundados por él; principalmente Coca y Alaejos, que pasaron teóricamente a este hermano. Algo
que se justificaba porque el prelado no podía atender las tierras, ni sus castillos, debiendo estar en su diócesis. La pericia y el buen
hacer de este Alonso I (ayudado por su hermano), logró que en menos de cuatro años se solventasen los problemas entre nobles
compostelanos; por lo que se pidió su regreso a Sevilla, y que el sobrino retornase al cabildo de Santiago. Pero aquel joven Alonso II,
ya vomos que después de vivir un lustro en la ciudad del Guadalquivir, se negó a volver a su puesto y dijo que los andaluces le
preferían, mucho antes que a su tío. Profiriendo la frase “quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Tal fue el problema entre ambos
familiares, que hubo de intervenir el rey, con su valido Beltrán de la Cueva y hasta el duque de Medina Sidonia; mandando la armada
río arriba, llegando a la catedral hispalense, para sacar al sobrino del puesto en que se había hecho fuerte. Consiguiendo de ese modo,
que a comienzos de 1464 regresase Alonso I a su episcopado; mientras trasladaban en barco hasta Santiago, al revoltoso familiar, que
luego se conoció como Alonso de Fonseca II.
SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes de Santa Ma. la Mayor,
de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas). Arriba y abajo; el sepulcro de Alonso I de Fonseca, esculpido por
Bartolomé Ordóñez (por encargo de Juan Rodríguez de Fonseca, sobrino del prelado). Al lado, altar mayor del templo; a cuya
izquierda se encuentra la tumba de Alonso I (el viejo).
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: detalles de la cara de Alonso I
(el viejo) en el mismo sepulcro, donde podemos observar la calidad inigualable de su escultura.
Estas y otras circunstancias, habían granjeado al arzobispo “viejo” varios enemigos, entre los que ya se encontraban sus antiguos
aliados; los hermanos Pacheco y Girón (que se habían hecho con el poder desde la muerte de Juan II). Logrando ser finalmente el
marqués de Villena, Valido del rey, echando del círculo a Fonseca, que fue hasta perseguido. Pero en 1462, Enrique IV decide tomar
como Favorito a Beltrán de la Cueva, lo que propicia que Villena se ponga en contra del monarca, debido a su “expulsión” del cargo.
Ello, además del nacimiento de la hija del monarca (Juana) que se decía venida desde Beltrán de la cueva y no del soberano; hizo que
se sublevasen numerosos nobles. Ante el trato que Enrique IV daba a sus hermanastros (Alfonso e Isabel) que apenas contaban diez
años y a los que encierra en el Alcázar de Toledo, tras nacer la princesa Juana 1462. Así los hermanos Villena y Girón comienzan una
revuelta contra el rey, apoyados por el arzobispo de Toledo (el famoso Carrillo de Acuña, que intrigaba contra todos y terminó
enfrentado a cuantos aliados tuvo). Los enredos cortesanos fueron directamente contra Alonso I de Fonseca, porque su mitra en
Sevilla la deseaba el de Toledo (quizás para entregarla a Pedro de Mendoza y ponerle a favor de los que se iban a sublevar); mientras
el episcopado de su sobrino lo quería el hermano de Beltrán de la Cueva (Gutierre de la Cueva). Por lo que, generando todos ellos una
situación de gran fuerza ante la Corona; pidieron al rey que forzase a cuantos pudiera, para que hicieran caer a los Fonseca. En esta
tesitura, el monarca dio órdenes para que Alonso “el viejo” fuera apresado en Sevilla y que se expropiasen todas sus posesiones en
Alaejos y Coca. Aunque antes de prenderle, “alguien” le avisó y pudo huir de la capital andaluza -para llegar a Castilla, donde se
refugió-. Más tarde, se supo, que quienes le advirtieron, fueron los mismos que solicitaban al rey su encarcelamiento: Carrillo, Villena y
su hermano Pedro Girón. Todo, para que el arzobispo Alonso I y los Fonseca se enfrentasen a Enrique y se hicieran partidarios del
infante Alfonsito (hermanastro del soberano). Un adolescente que muy pronto se sublevaría, declarándose en 1465 monarca de
Castilla, intentando derrocar a Enrique IV -con la ayuda de Villena, Girón y Carrillo (entre otros)-.

De este modo, el obispo Alonso I, junto a varios de los Fonseca; se declararon a favor de los rebeldes y firmaron en 1464 el Manifiesto
de Burgos, por el cual se reconocían los derechos dinásticos de Alfonsito (rechazando los de la recién nacida Juana, apodada La
Beltraneja y que todos suponían hija del Valido). Ante estos hechos, temeroso el rey Enrique por lo que veía venir; presto, devolvió todo
lo requisado a Alonso I en Alaejos y en Coca, con el fin de que los Fonseca no se adscribieran a la causa de su hermanastro.
Pensando en llegar a un acuerdo con la nobleza que ensalzaba a Alfonsito; mientras el monarca que se veía asediado por quienes
querían obligarle a desheredar a Juana, solo veía solución en el intento de apaciguar a los sublevados. Pensando en reconocer a su
hermano Alfonso como sucesor de la corona, pero solo tras su muerte (hecho que podía justificarse, al saber todos que era impotente e
incapaz de dejar un descendiente “verdadero”). Fue entonces, cuando se reconciliaron el obispo Fonseca -junto a varios familiares- con
Enrique IV; olvidando las antiguas rencillas, en una reunión celebrada en La Mejorada; de Olmedo. Así pues, de nuevo entró Alonso I
de Fonseca en el Consejo Real desde 1465; manteniéndose como asesor de la corona hasta su muerte (sucedida en 1473, un año
antes que la del monarca).

Debido a esta ayuda y reconciliación, en mi opinión, el obispo Fonseca el Viejo (una vez restablecido en su cargo y devueltas sus
posesiones) ofrece a Enrique IV protección para su mujer. Proponiendo que llevasen a la reina Juana de Avis a su castillo de Coca,
desde donde la trasladan al de Alaejos; localidad que se halla entre Zamora, Salamanca y Valladolid. Uno de sus señoríos y donde
entonces vivían los Fonseca Castilla (Beatriz, su hermana mayor, casada con Pedro de Castilla, nieto de Pedro I). Allí llegaría en la
Navidad de 1467 la soberana y mujer de Don Enrique; que en 1462 había tenido a su hija Juana, presuntamente con Beltrán de la
Cueva. Así que al establecerse en Alaejos, no dejó la reina sus alegres costumbres; por lo que antes de primavera de 1468, se
encontraba embarazada de seis meses, gracias al “buen cuidado” de su mayordomo: El hijo de los Castilla y Fonseca -Pedro el Mozo-,
quien fue padre de dos gemelos nacidos en Biutrago de Lozoya, donde tuvieron que refugiar a la reina (naciendo secretamente, en los
primeros meses de 1469, Andres Apóstol y Pedro Apóstol de Castilla y Avis). Sin lugar a dudas, este embarazo no solo se debió a los
amores entre la “alegre” Juana de Avis y Pedro -sobrino del cardenal Alonso I Fonseca-. Sino, quizás, a un intento por salvarse, hecho
por la reina “cautiva”. Quizás tratando de legitimar su soberanía, la de su marido y a la dinastía Trastámara; ya que aquellos dos
bastardos eran tataranietos directos de Pedro I de Castilla. El rey asesinado por el tatarabuelo de su esposo; motivo por el que no
reconocían los portugueses a la “Casa de los Enríquez”. Un hecho, que tras Aljubarrota, obligó a Enrique III (abuelo de Enrique IV) a
casarse con la nieta de Pedro I, para ser reconocidos como familia real y verdadera de Castilla. Aunque el embarazo, también pudo ser
un movimiento pensado por Alonso I de Fonseca (el viejo), que deslegitimaba totalmente a Juana la Beltraneja. Demostrando que la su
madre, la reina Juana de Avis, tenía hijos fuera del matrimonio; lo que daba mayores motivos para pensar que la princesa era hija de
Beltrán de la Cueva.

Continuando con la vida de Alonso I de Fonseca, añadiremos que tras “La Farsa de Ávila”, donde en 1465 se coronó al infante
Alfonsito, por mano del obispo de Toledo (Carrillo Acuña) apoyado por los hermanos Villena y Girón. Alonso I “el viejo”, tomó una
postura intermedia; que -como ya dijimos- era la de reconocer heredero a Alfonso, sin pretender deponer a Enrique IV. Una idea que
interesaba al rey, ya que suponía alejarle de guerras civiles y quitar posibilidades de morir asesinado -a manos de los partidarios de su
hermanastro, Alfonsito-. Así, la facción de los Fonseca suponía un estado de pacto con todos; que podría evitar conflictos y alejar otras
posturas, Como la que apoyaban los Mendoza, instando a atacar a quienes intentaban suplantar a Enrique en el trono y “llamando” a la
lucha entre hermanastros. Debido a ello, el monarca mantenía como asesor al obispo Alonso I; pero sus más fieles seguidores no
admitían aquella postura intermedia del viejo arzobispo. Ya que su idea era elevar al trono a Alfonsito, tras la muerte del rey Enrique; lo
que no era compartido por los Mendoza y los más leales al soberano. Quienes apoyaban a Juana (la Beltraneja) como heredera, ya
que Beltrán de la Cueva era el marido de la primogénita de los Mendoza (considerando a la niña, de la familia). Por lo que en 1467, de
nuevo, los fervientes seguidores del monarca, instigan al rey, para echar de la Corte a Alonso I de Fonseca; lo que ya le obliga a tomar
partido en contra de Enrique IV.

Es así, como expulsado por los Mendoza del Consejo Real; se reúne con los partidarios de Alfonsito y expone que les prestará su
ayuda, si le entregan el Señorío de Olmedo (que el rey le había prometido, sin todavía otorgárselo). Precisamente, en agosto de 1467,
le obligan los fieles a Alfonsito mandar sus tropas a Olmedo -donde estaba el infante-; sabiendo que el rey Enrique, junto a Beltrán de
la Cueva y los Mendoza, se dirigían hacia Medina del Campo, para tomarla. No pudiéndose negar Alonso I, ordenó a su hermano
Hernando que pusiera sus fuerzas a disposición de los rebeldes y que marchase hacia Olmedo; para enfrentarse al monarca. Mientras,
el viejo arzobispo, intentó un pacto; al saber que los de Enrique se hallaban cerca de Coca (junto a sus tropas). Saliendo el obispo a su
encuentro, para rogarle que no entrase en batalla, cuando pasaban frente a esta villa, camino del campo de lucha. Pero el soberano no
hizo caso a sus advertencias y peticiones; por cuanto el enfrentamiento encarnizado se produjo en ese mes de agosto de 1467. En
este moriría una de las personas más queridas por Alonso I de Fonseca: Su hermano Fernando, al que había nombrado heredero de
sus señoríos. Caído por un “certero” lanzazo que le propina Beltrán de la Cueva; quien buscó con ahínco al que mandaba esas tropas
enviadas por el arzobispo. Asimismo, en esta terrible lucha de verano en Olmedo, estuvo a punto de perder un brazo el famoso
Cardenal Mendoza -por entonces, obispo de Calahorra-; que asistió a la contienda no como mero espectador, sino como un soldado
más.

El resultado de esa batalla fue incierto y tras ella el rey se quedó prácticamente sin adeptos; debilitándose la posible victoria militar de
los partidarios reales; proponiendo la mayoría que Alfonso heredase el trono, en caso de que Enrique ya no estuviera (postergando a la
princesa Juana, por ser beltraneja). Fue entonces cuando cayó Segovia en manos de los Alfonsinos; y Enrique IV tuvo que pedir ayuda
a Fonseca, para que refugiase a su esposa Juana, haciendo ver que estaba cautiva en Coca (pese a encontrarse allí custodiada);
llevándola luego el obispo a Alaejos, para alejarla de campos de batalla. En mitad de tantos trances y enfrentamientos, en julio de 1468
se produjo la muerte de Alfonsito -claramente provocada-; que incitó a todo tipo de intrigas contar el rey; quien se sentía cada vez en
mayor peligro. Pues la mayoría consideraba que el monarca, o alguno de sus fieles, había ordenado envenenar al joven infante; idea
bastante absurda, debido a que deseaba nombrarle su sucesor y acabar con las guerras. Sea como fuere, desde que muere Alfonsito,
se llega a una situación insalvable, en la que pese a ser Enrique el rey indiscutible, muchos dudaban de su legitimidad y casi nadie
aceptaba a su hija Juana, como sucesora.

SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: tres imágenes más de Santa Ma. la
Mayor, de Coca (a la que agradecemos nos permita divulgarlas). El sepulcro de Alonso I de Fonseca, esculpido por Bartolomé
Ordóñez
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: otras dos fotos más del sepulcro de Alonso I
de Fonseca.
Se produce en este momento, la llamada “solución de Guisando”; de la que existen versiones muy diferentes. Aunque parece cierto
que en septiembre de 1468, el monarca decide nombrar sucesora a Isabel (hermana de Alfonsito; que luego sería la reina Católica) y
se dice que tal pacto de Guisando fue aconsejado por los Fonseca, en especial por el arzobispo Alonso I y por sus sobrinos. En verdad,
no se sabe si hubo acuerdo alguno, en la reunión de Guisando; menos para legar el trono a la hermanastra del soberano -en
detrimento de su propia hija, Juana la Beltraneja-. Pues no hubo procuradores que anotasen los pactos y el hecho solo lo refiere Alonso
Flores; un cronista coetáneo a los Reyes Católicos, que anotó un extracto de aquello que se dijo en la “Venta Juradera” (de lo que no
se conservan documentos verdaderos). Resultando bien raro que tras “el pacto de Guisando”, Enrique pretendiera dejar a su
hermanastra Isabel en manos del marqués de Villena, al que manda que la “custodie” en Ocaña; hasta que él elija un marido para ella.
Logrando Isabel escapar de su encierro y de este pueblo toledano; para llegar a casarse secretamente con Fernando de Aragón. Con
el fin claro de no incurrir en matrimonio morganático y poder optar al trono de Castilla, al unirse al heredero del reino vecino.
Pues de haber contraído nupcias Isabel con quienes mandaba el rey Enrique, su matrimonio le hubiese impedido ser reina de Castilla;
menos aún de España (lo que logró al unirse con su primo, el príncipe de Aragón). Dicho esto, parece cierto que el pacto de Guisando,
que se atribuye a Alonso de Fonseca; no debió de existir -al menos, tal como se narra-. Pues resulta un absurdo, que tras ser apresada
Isabel en las cercanías de El Tiemblo; fuera llevada hasta aquel lugar (con toros de piedra), para nombrarla heredera y luego recluirla
en Ocaña. Esperando allí, hasta que la desposasen con el viejo soberano de Portugal; tal como quería el rey Enrique, para casar a su
hija Juana con el príncipe de Portugal (hijo del que tomaría por esposo Isabel). Escapando pronto ella, con la ayuda de los que se
oponían a La Beltraneja; para desposarse con Fernando (el posterior rey Católico), en un matrimonio absolutamente prohibido, ya que
la legitimaba como aspirante a trono, con el apoyo de Aragón.

Tras la referida boda entre Isabel y Fernando; celebrada a escondidas en 1469, sin bula papal y sin consentimiento real; pero llevada a
cabo por el arzobispo Carrillo Acuña, que ahora se apuntaba a este bando. Alonso I de Fonseca se instituyó como uno de los más
fieles defensores de Juana la Beltraneja, en su candidatura a la corona. Lo que -a mi juicio-, tuvo mucho que ver con lo sucedido en
Alaejos; ya que la princesa Juana era hermanastra de sus sobrinos nietos: Pedro Apóstol y Andrés Apóstol de Castilla. Concebidos por
la reina durante su cautiverio, gracias a los “cuidados de su mayordomo”, el hijo de Beatriz de Fonseca. Pese a ello, desde este
momento el poder de Alonso I “el viejo” decayó, y su estado anímico fue empeorando; todo lo que se agravó con una enfermedad que
le obligaría a recluirse en su castillo de Coca, donde muere en 1473 (92). Quedando como heredero, Alonso de Fonseca y Avellaneda,
hijo de su hermano Fernando; quien indudablemente optó por seguir a los Reyes Católicos, cuando ganaron la Batalla de Toro y fueron
reconocidos como reyes de España -Castilla y Aragón, unidas; idem (75) - En el referido libro de Vasallo Toranzo, podemos ver los
problemas y pleitos que existieron entre los familiares de Alonso I (el viejo) por su herencia; habida cuenta de que finalmente no hizo
testamento. Debiendo el sobrino mayor (Alonso) jurar junto a sus hermanastros (Antonio y Juan) ayudado por los criados, demostrando
que el prelado fallecido deseaba dejarle sus bienes. Logrando así heredarle finalmente; gracias a la ayuda de sus hermanos, lo que de
seguro trajo como consecuencia que Antonio le obligase a casar su primera hija con el primogénito suyo. Uniendo a los dos primos,
para que el mayorazgo no saliera de la familia. Todo lo que provocó la tortuosa historia, de María de Fonseca (que ya hemos referido
en la Leyenda de Mota del Marqués).
Pera terminar, hemos de incluir lo referido a los señoríos de Coca y Alaejos, que como se ha repetido, fueron dos mayorazgos
establecidos por Alonso I de Fonseca (el viejo). Iniciados cuando en 1448 este prelado permuta con el marqués de Santillana, la ciudad
de Saldaña (que era de su propiedad); cambiándola por Coca. Más tarde creará esos mayorazgos que en 1460 deja en vida a su
hermano, Fernando (en un momento de debilidad política del arzobispo, cuando necesita hacerse cargo de su nuevo episcopado en
Santiago de Compostela). Quien los hereda durante siete años, pues sabemos que Fernando cae en la batalla de Olmedo (agosto
1467). A su muerte, los bienes revierten a Alonso I, que hasta su propio fallecimiento (1473) seguirá dirigiendo Coca y Alaejos.
Finalmente, en 1474 pasan al primer hijo de Fernando; aunque entran en litigio varios primos, pugnando por la herencia. Todo se
resuelve cuando Alonso y Antonio de Fonseca intervienen en la batalla de Toro y logran en 1476 vencer a los beltranejos, que allí se
habían hecho fuertes. Siendo reconocida la herencia por el juzgado, durante fechas posteriores, resolviéndose el caso finalmente en
1480; precisamente cuando Isabel y Fernando vencen definitivamente a La Beltraneja y se proclaman reyes de Castilla. Tras ello, ya
conocemos las vicisitudes sucedidas en la lucha fratricida por obtener los señoríos de Coca y Alaejos; en una pugna legal de
descendientes que se extendió hasta bien entrado el siglo XVII.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Cuadro con la genealogía de los Fonseca y la línea de herencia, en los señoríos de Coca y Alaejos.

ALONSO I DE FONSECA Y LOS TOROS IBÉRICOS DE COCA:


Deseamos este último epígrafe exponer una idea que ya hemos planteado en otros artículos; preguntándonos la procedencia
de los verracos que hay en el pueblo de Coca. Pues sabido es que los toritos ibéricos tan solo se daban en la zona de los
Vettones; aunque Coca era territorio de los Vacceos, a quienes no se les conocen este tipo de esculturas. Ello obliga a
preguntarse sobre el origen de estas tres figuras guardadas en la población; identificada con la antigua Cauca de los iberos. Un
poblado que en el año 151 a.C. fue traicionado por los primeros romanos llegados desde Italia, para conquistar la meseta. Quienes
ofrecieron un pacto de amistad a los caucenses, manifestando no querer luchar con ellos; para que se adhiriesen como aliados.
Aunque, una vez abiertas las murallas de Coca y al aceptar a las tropas romanas como amigos; estas legiones entraron sin piedad,
a cuchillo, matando a todos los habitantes. Degollando hombres, mujeres y niños; que indefensos les esperaban, para celebrar la
alianza de unión. Todos estos hechos que muy bien refiere Apiano en la Conquista de Hispania (93) ; se completan con la repoblación
de la ciudad ibérica que había sido desolada. Narrando el mismo autor que pocos años más tarde pasó Escipión por aquel
lugar, cuando iba camino de Numancia; poblando por entonces la antigua Cauca -que seguía vacía y despoblada-.

Así pues, nos podemos plantear, si el origen de aquellos toritos está en la nueva gente que vino a Cauca en el 134 a.C.;
pudiendo pensarse que fue repoblada con Vettones. Aunque ello no se corresponde con lo que la historia transmite : Ni con las
fronteras de este pueblo adorador de verracos; que se extendía desde el Tajo al Duero (teniendo su límite en zonas cercanas a Las
Cogotas o el Castro de San Martín). Menos aún, concuerda una idea de repoblación vettona reaizada por Escipión, con lo que nos
dicen los hechos. Pues -como ya hemos estudiado en varias ocasiones-, la tesera de Montealegre de Campos, muestra que las
familias asentadas en Coca estaban hermanadas con las de Amallóbriga -Tiedra-. Lo que demostraría que los habitantes de Coca
fueron siempre Vacceos (como los de Amallóbriga) y no Vettones (94) .

Así pues y sabiendo que Coca era una fundación vaccea y que las estatuas con toritos ibéricos más cercanos, solo los podemos
encontrar en las inmediaciones de Ávila (capital). A más de setenta kilómetros de distancia de los caucenses y donde los vettones
tenían sus fronteras con otros pueblos iberos. Nos podemos plantear el origen de estos tres verracos aparecidos en la localidad
segoviana (que nunca fue ocupada por Vettones). Uno de ellos, conservado dentro de la muralla del castillo, precisamente en
la zona antigua; parte de la fortaleza que había construido Alonso I de Fonseca (el viejo), antes de que su sobrino lo convirtiese
en un baluarte mudéjar. Todo lo que me ha llevado a pensar, si aquellos tres verracos ibéricos, los habría mandado traer desde
Guisando, el famoso arzobispo. Tras su éxito de gestiones, culminado en el año 1468, cuando vio que había logrado el
acuerdo de Toros de Guisando. Un lugar que se sabe estaba poblado por estas esculturas ibéricas, de las que aún se conservan
cuatro ejemplares (aunque es conocido que antaño las había por decenas; como sucedía en Cardeñosa -Las Cogotas-; precisamente,
donde murió el infante Alfonsito, también en 1468). No siendo absurda la teoría de que estos toros que hoy podemos ver en Coca,
fuesen “talismanes” traídos como recuerdo por Alonso I; quien quizás por ello, puso uno en la liza de muralla (quizás
pretendiendo colocar el resto en la misma construcción, según fuera avanzando). Pues sabemos; estas figuras ibéricas -que se
decían esculpidas por gigantes- fueron tenidas por entonces ccomo objetos de buen augurio; además de considerarse un signo de
cultura y distinción. Ya que en el Renacimiento español, se comenzó a estudiar la arqueología y las fuentes antiguas -al igual que si
hizo en Italia-.

SOBRE JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: Tres imágenes de un torito o verraco


ibérico colocado sobre el muro de Liza, del castillo de Coca (entre la muralla exterior y la segunda, interior). Es muy extraño que
en esa localidad hayan aparecido esculturas de este tipo, ya que la antigua Cauca pertenecía a la tribu Vaccea y los verracos se dan tan solo en zona
vettona. Los límites de los vettones, a la altura de Coca, terminaban en Ávila: en Cardeñosa (Las Cogotas) y Solosancho (Ulaca). Más al Sur, en San
Martín de Valdeiglesias (Guisando) y al Norte de Gredos, en el Tormes (Helmántica). Debido a ello, los toros existentes en Coca solo pueden tener dos
explicaciones: La primera, que fueran originales y de época, lo que supondría que en este lugar habían habitado vettones. Cuya única explicación
residiría en que tras la destrucción de Coca en el año 154 a.C. por los romanos, hubiera sido repoblada por gentes de tribus vettonas (de lo que no
hay datos históricos). La otra, es que alguien las transportara muy posteriormente; pudiendo haber sido el arzobispo Alonso Fonseca (el viejo) quien
cargase con tres de estos toros desde Guisando, hasta Coca. Para celebrar y rememorar los pactos (logrados junto a los verracos) gracias al viejo
obispo; y firmados junto a un lugar poblado por estas escultura, de las que hoy todavía permanecen cuatro ejemplares. Sabemos que en Guisando y
su cerro había muchos más toritos, por lo que no sería extraño que estos tres que hay en Coca, procedieran de allí, tal como la leyenda expresa. Es
de destacar, que esta parte del castillo es la antigua, levantada en tiempos de Alonso Fonseca I (el viejo); pues el edificio fue totalmente modificado y
remodelado a la muerte del arzobispo. Bastará observar que está junto a la torre de piedra antigua (que no se tiró al rehacer el fuerte a modo árabe)
y en una zona final del muro de ladrillo, mudéjar. Ello nos lleva a pensar que fue puesto allí por el fundador del señorío (Alonso el viejo) y luego
respetado por sus sobrinos. Siendo muy extraño que haya dos toritos más junto a la muralla, que se exponen en la puerta de entrada a la villa.
JUNTO Y BAJO ESTAS LÍNEAS: los otros dos toros de Coca, que se exponen
junto a la muralla.
…..................................
CITAS:
…..................................
(1): EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
ADELAIDA SAGARRA GAMAZO
ANUARIO 1993 INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS "FLORIÁN DE OCAMPO" Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S .l.C.) DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE
ZAMORA.
En este trabajo comenta los orígenes de esta familia, tomándolos desde los datos que aporta el referido LIBRO DE LOS FONSECA
Asimismo, habla de ellos en su obra
JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, un toresano en dos Mundos
Adeaida Sagarra Gamazo, Diputación de Zamora; ZAMORA 2006
pag 73 y ss, LOS FONSECA MIEMBROS DE UNA ELITE TORESANA
.
(2): Alonso de FONSECA. El título exacto es Libro de los Fonsecas que hizo don Alonso de Fonseca del hábito de Samiago y Procurador de Cortes de Toro, natural de
Badajoz, Madrid, 10 de abril de 1590. (Lo citaremos como Libro de los Fonsecas). Está depositado en el Archivo de la Casa Ducal de Alba (En adelante A. A.) en la sección
documental del señorío de Coca y Alaejos, (citaremos Coca), caja n 232, n 6.
.
SIC: CITA TOMADA DEL LIBRO DE ADELAIDA SAGARRA GAMAZO, VER (3).
.
(3): SIC: "Los hermanos García Carraffa, en su Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispanoamericana puntualizan esta cuestión, barajando -por supuesto-- el posible
ascendiente húngaro: «Se desconoce de manera precisa el origen de este linaje, no obstante su gran lustre y antigua nobleza ... Unos tratadistas creen que es originario
de Portugal. Otros afirman que su primitiva casa radicó en Galicia. Otros dicen que procede del Rey don Ramiro 11 de León. Y otros finalmente, aseguran que desciende
de la casa real de Hungría”
.
(4): EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA
EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES
HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pag 8)
.
(4b): tal como lo narra Adeaida Sagarra Gamazo, en JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, un toresano en dos Mundos
pag 73 y ss, LOS FONSECA MIEMBROS DE UNA ELITE TORESANA
.
(5): "En el año 1110 Mem Gonçalves da Fonseca y Maria Paes Tavares ordenaron la construcción de un convento, en el monasterio de Mancelos, que alojó a una
comunidad de cartujos de la orden San Agustín hasta 1540". SIC: WIKIPEDIA: art. MANCELOS https://es.wikipedia.org/wiki/Mancelos
.
(6): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO libro EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA
HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA cita (3)
SIC:"Una vez asentado en su territorio, Pierres se casó con Ynes Basquez, y fueron padres de Men González de Fonseca, a quien los Carraffa denominan Men Rodríguez de
Fonseca. Ambas fuentes coinciden en señalar que este contrajo matrimonio con doña Dordia González. Fue -según la Enciclopedia Heráldica ... - señor de Quintana de
Fuenseca o Fonseca, «floreciendo» hacia 1100. Algunos autores afirman que «se halló en 1085, en la conquista de Toledo y que pasó a Portugal con don Enrique de
Borgoña, a quien trajo en dote aquel estado su esposa doña Teresa, hija del rey don Alfonso VI de Castilla»
A partir de esta generación se diversifican los testimonios. Alonso de FoQseca hablaba de dos hijos de doña Dordia y don Men, Rui y Pedro Méndez de Fonseca. Pedro
murió en la guerra; Rui participó también en la reconquista y se casó con Urraca Ruiz. Su hijo Men Ruiz de Fonseca sirvió a los reyes don Sancho y don Alonso II de
Portugal, muy valerosamente. Contrajo matrimonio con doña María Pérez de Tabares, con quien tuvo dos hijos: Vasco y Rui Méndez de Fonseca. Vasco Méndez llegó a ser
privado del rey don Alonso, que le recompensó generosamente por sus servicios con haciendas y mercedes, además de la que él pudo adquirir por su cuenta. Así, le fueron
concedidas en la villa de Mora «cassas, vinnas, eredades, guertas y riberas, e defessas e haceñas, en Cafara, cassas y eredades de pan llevar, e vinnas e defessas, en Oda,
cassas y eredades de pan llevar e cañares de pescaso ... ».
Vasco Méndez casó con doña Mayor Martín, de la que nacieron tres hijos varones: Ruiz Lorenzo Vázquez de Fonseca, y Vasco Fonseca, que sería obispo de la Guardia. Los
Carraffa, en cambio, presentan una sucesión diferente, aunque coinciden en algunos puntos clave: denominan al hijo de don Men Rodríguez de Fonseca, Gonzalo Méndez,
añadiendo que sirvió al rey Alonso de Portugal y que se casó con Urraca Ruiz. Su hijo Men González de Fonseca -Men Ruiz de Fonseca en el Libro de los Fonsecas ... - fue
señor de Quintana de Fonseca, peleó junto a Sancho 1 que le concedió repartimientos en Portugal, y fundó y dotó el monasterio de Mancellos”.
PAGS 425/426
SIC:
“Don Pedro Rodríguez de Fonseca sirvió a don Dionís y a don Alonso IV de Portugal, combatiendo en sus filas en la batalla del Salado, en 1340. Se casó con Mayor Pérez y
fue padre de Rui Pérez de Fonseca, vasallo de Pedro I. Fue muy rico y, además de su patrimonio, recibió grandes mercedes de la Corona: en Fuente del Real una heredad
de pan llevar y dehesas: en el Vito, casas y heredades de pan llevar; «e guertas e aceñas a do llaman agua dos pejes»; en Castil Rodrigo y sus términos, casa, viñas y
tierras de cereal. Todo ello estaba guardado - los privilegios rodados- entre los papeles antiguos, en el memorial familiar. Casado con Leonor Estévanez -Los García
Carraffa le hacen marido de Mayor Pérez, hija de Pedro Estévez- tuvo un hijo, Rui Pérez de Fonseca, que fue caballero contino de don Alonso y de don Pedro I de Portugal.
Según Fonseca, «era enfermo y no pudo dar a conocer su persona y anssise hac;e a que (hay) poca rrelación del»23. Este Rui Pérez se casó con Leonor Rodríguez, y, al
enviudar, con Inés Acuña o da Cunha, con la que tuvo un hijo, Pedro Rodríguez de Fonseca, que fue el último señor de Quintana de Fonseca”.
Pag 427
CITANDO A
A. y A. GARCÍA CARRAFFA. Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispanoamericana . Tomo XXX III.
.
(7): Idem cita (4) EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA
EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES
HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pags. 8 y 9)
.
(8): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 428; op. cita (3) SIC: citando: Libro de los Fonsecas, (1). A. A. Coca, caja 232, n/6, fol. 7r.
.
(9): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 429 EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA
HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA «Ben saveis pho "dereito que tenho e me perteneçe ser rey de Portugal e como con toda ha berdade e justiçia me han alçado
por rey della en Lisboa adonde emfico façiendo justiçia de mis contrarios e merçe a os que para mi selen e guardan a minha voz, por tanto os rruega e amonesto que
luego que bos esta deren minha parte, bos benhais a mi e se vos dara libremente os castellos e façienda que tendeys echa vos en este reyno e se bos guardara todo
justiçia como a homes fidalgos se costuma guardar ... »zs. [de Lisboa a 16-ill-1393 (sic. 1383)].
.
(10): SIC ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 430 EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA
CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
.
(11): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 431; cita (31): Vid. NAVARRO TALEGÓN, José. Catálogo monumental de Toro y su Alfoz. Caja de Ahorros de Zamora.
Zamora, 1980. Pág. 53.
.
(12a): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 431, 432 EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA
CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
“Como pago por sus servicios, Fonseca recibió los nombramientos de Guarda Mayor, Aposentador Real, Capitán de la Guardia Real, y comenzó a formar parte del Consejo.
Además, le fue concedido el señorío de las Tercias del Obispado de Badajoz, que ya en tiempos de Enrique III --que le confirmó todos sus privilegios- incluiría una casa real
en Toro. Por este derecho, Rodríguez de Fonseca percibía las dos terceras partes de las tercias de los diezmos del obispado de Badajoz, su tierra, y de la ciudad misma; es
decir de las villas de Valverde (de Leganés), Albuñera, Talavera (la Real) ,
Almazarete, Fresnos, Torrequemada, Fuente de Omendo, Val de Sevilla, Los
Pag 431
Revellados, Los Artos, Villar del Rey, Arroyo del Puerto y sus anexos (....)
Pedro Rodríguez de Fonseca alcanzó, antes de morir; 1 de enero .de 1419-, los días de Enrique IV, a quien acompañó a las Cortes que se celebraron en diciembre de 1393;
y después los de don Juan II, que le confirmó todas sus mercedes y privilegios”.
Pag 432
.
(12b): Explica la misma autora que por una “Tercia” se debe entender: EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN
LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
“La percepción de las tercias era casi un ritual. Había un modo acostumbrado de dezmar en cada lugar. Por ejemplo, en Valverde, -desde tiempo inmemorial- se
amontonaba todo el grano, dividiéndose en tres partes. La primera correspondía al obispado y cabildo de la catedral; la segunda al cura de Valverde; y de la tercera, se
volvían a hacer tres tercias: dos para el rey o en su caso para aquellos quienes se las cediera -los Fonseca- y una para la fábrica”.
IDEM CITA ANTERIOR.
.
(13): VASALLO TORANZO, Luis
Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo
Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018
PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 25
.
(14): Idem cita (4) EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA
EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES
HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pags. 9 y 10)
.
(15): Añade ADELAIDA SAGARRA GAMAZO ( , pag 434: “Según Alonso de Fonseca, acrecentó el mayorazgo con rentas valiosas, y la casa de la familia en Toro. En la
Colegiata de Santa María, de dicha ciudad, dotó una capilla, y fundó dos capellanías sobre un juro de heredad que disfrutaba, con una dote de 3.000 maravedíes. Allí hizo
trasladar los restos de sus progenitores en 1432”.
.
(15b): EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE
AMÉRICA ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 430:
.
(16): ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 435 , EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA
CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA
.
(17) (16b): Op. Cita (13) pag. 26 y 27
Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo
Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018
.
(18) (16c) : ARQUITECTURA EN TORO, 1500-1650 // Luis Vasallo Toranzo //Diputación de Zamora 1994
pag. 243
.
(19): Idem op. Anterior, pág 242
.
(20): SIC pag 435 EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO
DE AMÉRICA
ADELAIDA SAGARRA GAMAZO
.
(21): Pulveris Papae Benedict. Compuesta principalmente por: Semillas de coliandro, semillas de anís, semillas de hinojo, semillas de alcaravea, semillas de comino,
díctamo, raíz de regaliz, canela.
.
(22): Pags 27 a 29 del estudio de EUSEBIO COLOMER, S. J.
RAMÓN LLULL y EL JUDAÍSMO EN EL MARCO HISTÓRICO DE LA EDAD MEDIA HISPANA
C:\Users\user\Downloads\326563-Text de l'article-466992-1-10-20170705.pdf
.
“La disputa de Tortosa constituye, sin duda alguna, la mayor controversia judeo-oristiana de la historia europea (90). Su organizador es un converso natural de Lorca,
llamado Jerdnimo de Santa Fe (antes Josua ha-Lurqui), bautizado en 1412 en Alcaniz por San Vicente Ferrer. Medico a la sazón del Antipapa Pedro de Luna, logro para su
proyecto el pleuo apoyo del tenaz Pontífice (91). Los preparativcs para la gran disputa se llevaron a cabo con enorme rapidez. A fines de noviembre de 1412 fue enviado a
todas las juderias de la Corona de Aragon un escrito apologetieo de Jeronimo, el Sefer ha-Piqqurim, junto con la orden de que cada una de ellas enviase a la reunion dos o
cuatro de sus sabios rabinos. La controversia se abrio el 7 de febrero de 1413. Estaba presente el Antipapa con toda su Corte, entre setenta Cardenales, Arzobispos y
Obispos y mas de mil personas entre prineipes y ciudadanos.
La direccion de la disputa la llevaba en persona el propio Benedicto XIII y en su ausencia el General de los Dominieos, Juan de Podianucis, el Maestro del Sacro Palaeio,
Sancho Porta y el Cardenal Pedro de Santangel. De parte cristiana, el peso de la disputa recayo en Jeronimo de Santa Fe. De parte judia estaba presente el mas eminente
pensador judio de la penfnsula despues de la muerte de Hasday Crescas: Josef Albo de Daroca, ademas de otros sabios rabinos como R. Ferrer, R. Selomo Isaac y R.
Astruch ha-Levi. La comtroversia duro casi dos años: desde el 7 de febrero de 1413 hasta el 14 de noviembre de 1414. Su nucleo central fue la discusion sobre la venida del
Mesfas. De nuevo sabo a la luz la diferente coneepcion del Mesfas en el Cristianismo y el Judafsmo contemporaneo: Redentor terrenal y polftico para estos liltimos,
espiritual y trascendenta para los primeros. De ahi que las razones alegadas por los cristianos para probar que el Mesías ya habfa venido, no saeasen a los judfos de su
punto de vista de que ei Mesías todavfa debfa venir.Si los judios se negaban a creer en la venida del Mesías, es que el Mesías cristiano no cumplía con sus condiciones
mesianieas.
Por eso, Jerónimo de Santa Fe quiso demostrar a los judíos con pasajes biblicos y rabínicos que el Mesías verdadero tenía las cualidades que le atribuían los cristinos, a lo
que los rabinos respondieron que tales pasajes no podían interpretarse aisladamente. sino solo en su conjunto. Jeronimo pasó luego a atacar con exito los errores deil
Talmud. Mientras que un grupo de rabinos tomo como taotica la inhibicion, Josef Albó y R. Ferrer intentaron defenderlo a toda costa. Sin embargo, a pesar de la altura
científica y humana de los representantes del Judaísmo hispano, hay que reeonoeer que la disputa no les fue favorable.
A medida que la controversia avanzaba, aumentaban cada vez mas las conversiones de grandes masas de judfos. A ello contribuyo en cierta medida, junto al desengafio
que el curso desfavorable de la controversia provoco en los medios populares judíos, el cambio ya entonces inioiado hacia una polftica de presion e intolerancia”.
PAG 31 SIC:
“También la disputa de Tortosa fue a su vez continuada por una intensa campana literaria. En ella intervienen con sendos tratados el gran predicador valenciano Vicente
Ferrer (104) y el converso tarraconense Pedro de la Cavallería (105) y, sobre todo, el famoso rabino mayor de Burgos, mas tarde Obispo de la misma ciudad, Salomón Leví,
bautizado en 1390 con el nombre de Pablo de Santa Maria (1350-1435)”
.
(23): IDEM CITA ANTERIOR:
SIC pag 32
“ACTITUD DE RAMON LLULL FRENTE AL JUDAISMO
A partir de ese ambiente de ia Espana medieval, entremezclado de intransigencia y tolerancia, contactos culturales y controversias religiosas, eomprenderemos ahora
mejor la compleja actitud de Ramdn LIull
para con el Judaismo. Pues Llull es un hijo genuino de su pais y de su epoca. Y esto quiere decir en nuestro caso concreto: los tenritorios de la Corona de Aragdn a fines dal
siglo XIII y comienzos del ~X.IV, insertos geografica, politica y culturalmente en el doble horizonte hispano y mediteirraneo con su caracteristico cruzamiento de religiones
y pueblos”
SIC PAG 32
“En Mallorca recien conquistada por Jaime I abundaban todavia los grupos de mudejares, dedicados a la agricnltura y a la artesania. Por su parte, los judios llevaban
tambien una vida de relativa libertad y prosperidad. Bien tratados por lo general en los repartiments hechos en la isla por el Rey Jaime I, se dedicaban eficientemente al
comercio
y mantenian relaciones fntimas con las comunidades judias de la península y del Norte del Africa (114). Llull esta tan inserto en este ambiente que para el, como para el
español de entonces, los hombres se dividen ante todo en creyentes de las tres religiones: "Christiani, judaei, Sarraceni et quacumque alia secta"
.
(24): Imágenes de Peñíscola; VER: Imágenes de Peñíscola del siglo XX. Casa Ruaral Iscola
httpsarterural.comnoticiasfotografias-antiguas-de-peniscola
.
(25): Idem cita (4) EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA
EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES
HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pags. 11 y ss)
.
(26): Op. Cita (13) / pag 27 y ss.
Para conocer más sobre los Fonseca, recomendamos el libro de Vasallo Toranzo
Los Fonseca : linaje y patronato artístico
Capítulo 2. LOS SEÑORES DE COCA Y ALAEJOS. POLÍTICA, RELIGIÓN Y FAMILIA Pag. 47
1. EL ARZOBISPO ALONSO DE FONSECA EL VIEJO, FUNDADOR DEL MAYORAZGO; 47
El arzobispo Alonso de Fonseca el Viejo, alto consejero de Enrique IV ; 47
Los herederos: Hernando de Fonseca y Alonso de Fonseca ; 53
.
(27): Op. Cita (13) / pag 57 y ss.
Op (16c) pag 242 y ss.
.
(28): El texto que leemos contiene algunos errores, como son el considerar a Fernando de Fonseca primer señor de Coca y Alaejos; un mayorazgo fundado por su
hermano Alonso (arzobispo de Sevilla) que le cede en 1463, debido a que el prelado no podía vivir en esas tierras al deber atender su sede episcopal en Andalucía. Así, al
morir la primera esposa de Fernando, su hermano le cede estas posesiones y mayorazgos Coca y Alaejos). Finalmente, también confunde la fecha del fallecimiento de
Fernando, que es en 1467 y no como pone su lápida (en 1463, cuando lo data este autor). Muriendo Hernando de Fonseca en la batalla segunda de Olmedo, el 20 de
agosto de 1467. Asimismo confunde a los hijos, pues el primero es Alonso de Fonseca y Avellaneda; el segundo Antonio Fonseca y Ayala, el tercero Juan Rodríguez de
Fonseca y Ayala.
.
(29): EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA
EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES
HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pags. 11 y ss)
.
(30): EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL DESCUBRIMIENTO DE
AMÉRICA ADELAIDA SAGARRA GAMAZO
ANUARIO 1993 INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS "FLORIÁN DE OCAMPO" Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S .l.C.) DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE
ZAMORA.
pag 434
.
(31): Op (16c) pag 239 y ss. Habla de la casa de Sancho de Castilla hijo de Beatriz de Fonseca y Pedro de Castilla
.
(32): Op. Cita (13) / pag 30 y ss.
.
(33): Op (16c) pag 199 y ss.; sobre el palacio del Obispo; y 250 y ss. Sobre el palacio de los Señores de Villanueva de Cañedo.
.
(34): Op. Cita (13) / pag 55 y ss.
.
(35): Op. Cita (13) / pag 57 y ss.
.
(36): Op. Cita (13) / pag 144 y ss.
.
(37): MARIA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR, Parte primera, pulsar en el enlace: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/04/maria-de-
fonseca-y-rodrigo-diaz-de.html
.
(38): MARIA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR, https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/04/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de_22.html
.
(39): Op. Cita (13) / pag 61 y ss.
.
(40): Op. Cita (13) / pag 62
.
(41): Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, BIOGRAFIAS RAH
https://dbe.rah.es/biografias/16003/rodrigo-diaz-de-vivar-y-mendoza
-Roger Boase
María de Fonseca (c. 1486-1521) and the Marquis of Zenete (1473-1523): Aristocratic Rebels and Patrons of Renaissance Culture
R.Boase@qmul.ac.uk http://orcid.org/0000-0001-6801-8598
Queen Mary, University of London
-Op. Cita (13) / pag 63
.
(42): http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/esta-es-la-cuarta-parte-del-articulo.html -.
.
(43): Para la vida de Mencía de Mendoza, consultamos diversas biografías, entre las que deseamos destacar la de Givanna de Calderón,
en https://mujeresypatrimonio.org/blog/mencia-de-mendoza-una-dama-del-renacimiento/
.
(44): Las cortes literarias hispánicas del siglo XV; el entorno histórico del Cancionero general de Hernando del Castillo (1511) UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
Facultad de Geografía e Historia Departamento de Historia Medieval Año 2003-2004
TESIS DOCTORAL PRESENTADA POR ÓSCAR PEREA RODRÍGUEZ
SIC:
.
Introducción
el caso del romance compuesto por el semidesconocido Quirós a
“los amores del Marqués de Cenete con la señora Fonseca” PG 32,
aludiendo al conocido rapto de la dama y posterior matrimonio de ambos nobles.
.
Se da la circunstancia, además, de que el más famoso incidente de todos los protagonizados por el Marqués de Cenete está también presente en el Cancionero general,
pues el asunto sirvió de inspiración a Quirós para redactar su “Romance sobre los amores del Marqués de Cenete con la señora Fonseca” . Hace ya más de un siglo, el
erudito Juan Catalina García reconstruyó con las escasas fuentes disponibles este suceso, que desgranaremos a continuación.
"El Marqués de Cenete casó con doña Leonor de la Cerda, hija y heredera de los duques de Medinaceli, en un matrimonio celebrado en la villa ducal soriana en 1492,
durante los meses posteriores a la conquista de Granada. Viudo de su primera ed. Pérez de Tudela, I, p. 54. esposa en 1499,270 don Rodrigo pretendió desde entonces
casarse con doña María de Fonseca, hija de Fernando de Fonseca, señor de Coca y Alaejos, y sobrina del famoso Alonso de Fonseca el Viejo, Arzobispo de Sevilla y
consejero de Enrique IV. Parece que el matrimonio de la dama se convirtió en una cuestión de Estado, puesto que los Fonseca quisieron casarla con su primo, Pedro Ruiz
de Fonseca, con el fin de que aquilatar su patrimonio territorial, planes que la dama, al parecer actuando bajo consejo materno, se negaba a aceptar:
Quisieron que su hija mayor doña María de Fonseca casara con Pero Rruyz, hijo del señor Antonio de Fonseca, e el Rrey e Rreyna Cathólicos, conosçiéndolos a los dos
hermanos, holgaron queste matrimonio se hiziera, pero ni vino en ello la doña María ni su madre tanpoco..." PAG 271
"En efecto, la dama había quedado prendada del gran galán que era don Rodrigo, profesándole grandes amores incluso en tiempos de la Reina Católica. Fernández de
Oviedo además de destacar que el marqués “casó por amore s con doña María de Fonseca”, PAG 272
"no duda en mostrar en otro de sus Diálogos los sentimientos de la dama reproduciendo una hipotética conversación entre doña María y la reina Isabel:
Aunque la Rreyna Cathólica le predicó mucho a la doña María de Fonseca, porque [...] a su primo Pero Rruyz de Fonseca, no la pudo volver de su opinión,
-SANTA CRUZ, Crónica de los Reyes Católicos, I, p. 194: “Y por el mes de março murió
doña Leonor de la Cerda, hija única de don Luis de la Cerda, duque de Medinaceli, muger de don
Rodrigo de Mendoça, marqués de Cenete.”
-FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y Quinquagenas, ed. Avalle-Arce, p. 57.
-FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y Quinquagenas, eed. Pérez de Tudela, I, p. 54.
PAG 96
.
Según las noticias de J. Catalina, en la madrugada del 30 de junio al 1 de julio de 1502, el Marqués de Cenete, acompañado de su sirviente García de Montalvo, llegó Coca
procedente de Santa María de Nieva con el objeto de visitar a su enamorada dama. Allí, en una de las casas que en la villa segoviana poseían los Fonseca, doña María y
don Rodrigo celebraron un matrimonio secreto, sin permiso paterno, sin conocimiento de las autoridades y sin las preceptivas indulgencia canónicas; no obstante, los dos
contrayentes firmaron mutuamente células en las que reconocían el enlace.
El padre de doña María, como es lógico pensar, se negó a que el matrimonio se concretase sin su correspondiente y preceptivo visto bueno, pero al punto el de Cenete
argüía la cédula matrimonial ya otorgada por su esposa en 1502. En esta tesitura, en 1503 la Reina Isabel tomó una decisión extraordinaria: encerrar al Marqués de
Cenete, primero en la fortaleza de Cabezón y más tarde en la inexpugnable Simancas, y conceder a Fernando de Fonseca el permiso para celebrar el enlace legal entre su
hija y su sobrino. A su vez, doña María y su madre eran encerradas por don Fernando en la fortaleza familiar de Alaejos, “para imponerlas con insólita violencia sus planes
y propósitos.”
-FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y Quinquagenas, ed. Avalle-Arce, p. 58.
-CATALINA GARCÍA, art. cit., pp. 668-669.
-Al respecto del padre de doña María, dice FERNÁNDEZ DE OVIEDO que “yo le vi fuera de los amores y tan enojado de los del Marqués del Zenete e su hija, que pienso, y
aun se dixo público, que de aquel enojó murió.” (Batallas y Quinquagenas, ed. Avalle-Arce, p. 59).
-CATALINA GARCÍA, art. cit., p. 672.
PAG 97
.
María de Fonseca y su primo, Pedro Ruiz de Fonseca. La dama, en efecto, actuaba bajo presión y de ninguna manera aceptaba ese enlace por intereses matrimoniales. J.
Catalina reproduce una interesantísima carta de la propia dama en la que reconoce su firme propósito de mantener el compromiso adquirido con el Marqués de Cenete
en 1502:
Ya sé que el Marqués, mi señor, ha hablado a Vuestra Ilustrísima y que le ha dicho que él es desposado conmigo. Y porque no sé si avrá alargado a dezir todo lo que en
esto ha passado, acordé avisar a Vuestra Ilustrísima cómo no
solamente el Marqués, mi señor, es mi esposo, mas es mi marido.
Mientras tanto, el marqués clamaba venganza en su prisión de Simancas, acusando gravemente a los Reyes Católicos de fomentar la bigamia, ya que la dama no podía
estar dos veces casada.
Poco después de que falleciese la Reina Católica, el 26 de noviembre de 1504, el Marqués de Cenete fue puesto en libertad, agravándose el enfrentamiento entre éste y
los Fonseca. Estas circunstancias llevaron a Fernando de Aragón a intervenir en el pleito, ordenando que doña María de Fonseca quedase en tercería en el castillo de
Arévalo mientras se dilucidaba a quién correspondía tomar la decisión de la validez de su boda. El genealogista Pellicer, al hilo de una descripción del castillo abulense de
Arévalo, es quien nos transmite este último dato:
-CATALINA GARCÍA, art. cit., p. 680.
PAG 98
.
En esta fortaleça [i.e, Arévalo] mandó el Rey tuviese en tercería i custodia a Doña María de Fonseca, sobre cuyo casamiento, por su hermosura, linage i Estado, havía
grandes competencias en Castilla [...] Hasta que se desposó con
Don Rodrigo Díaz de Vivar i Mendoça, Marqués del Cenete, Conde del Cid. Con la entronización de Felipe de Habsburgo y Juana de Trastámara como monarcas de Castilla,
la cuestión continuaba sin estar resuelta. En la entrevista de Villafáfila, el 27 de junio de 1506, Fernando el Católico y Felipe I de Castilla habían acordardo de forma un
tanto brusca el traspaso de poderes en el reino; a los pocos días, todavía el embajador de Felipe, Pedro de Guevara, inquiría en Tordesillas a Fernando II de Aragón cómo
podría el nuevo monarca solucionar el enfrentamiento que traía de cabeza al Marqués de Cenete y a los Fonseca. Ante esta indefinición de la monarquía, tras la muerte
de Felipe I, el 25 de septiembre de 1506, el Marqués de Cenete aprovechó la confusión reinante para solucionar de forma violenta el pleito, raptando a su enamorada
doña María del convento burgalés de Las Huelgas, donde se encontraba la dama después de haber dejado Arévalo. Es Zurita, en su Historia del Rey Católico, quien nos ha
dejado constancia cronística de tal aventura:
- Cf. J. PELLICER, Memorial de la Casa i Servicios de don Andrés Velázquez de Velasco, f.
-170v, dentro del volumen facticio recopilado por J. DE MASCAREÑAS, Familias Diferentes.
Tomo Segundo (BNM, ms. 3277). Nuestra cita, en f. 154v.
- R. PÉREZ BUSTAMANTE y J. M. CALDERÓN ORTEGA, Felipe I (1506), Palencia, La Olmeda, 1995
PAG 99
.
Don Rodrigo de Mendoza, Marqués del Zenete por este mismo tiempo, sacó del monasterio de las Huelgas de aquella villa a doña María de Fonseca estando allí
encomendada por la justicia; y por ello se puso toda aquella tierra en armas.
Según H. Nader, María de Fonseca había sido trasladada hacia Las Huelgas hasta que las Cortes decidieran su futuro, pero finalmente la audacia del Marqués de Cenete,
que demuestra aquí actuar con tanto atrevimiento como esos afamados protagonistas de novelas de caballerías que sin duda leyó con fruición, tuvo el premio merecido a
su valentía caballeresca. Finalmente, el matrimonio secreto celebrado en 1502 fue validado, aunque ambos cónyuges pagaron un alto precio por sus amoríos: la dama fue
desheredada por su familia,282 mientras que don Rodrigo se ganó la eterna animadversión del Rey Católico, a quien sólo la atención a la elevada prosapia del marqués,
así como los disturbios y complicaciones de la segunda etapa de Fernando II de Aragón al frente de los destinos del reino de Castilla, impidió castigar al osado raptor
como, por ley, debería haberlo hecho.
El mal estado de conservación del Diálogo en que Fernández de Oviedo describe esta situación nos priva de conocer más pormenores al respecto, pero sí
- J. ZURITA, Historia del Rey Don Hernando el Cathólico, ed. A. Canellas, Zaragoza, Departamento de Cultura y Educación, 1989-1996, 6 vols. El párrafo citado, en VII, cap.
24 (ed. Cit., IV, p. 108).
- Cf. NADER, op. cit., p. 198.
- FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y Quinquagenas, ed. Avalle-Arce, p. 58: “E al cabo
así se hizo [...] por Marquesa del Zenete e el padre la deseredó por se aver desposado sin su liçençia.” Por todos estos problemas, el contrato de esponsales entre ambos
cónyuges no se formalizó hasta el 9 de septiembre de 1514, en la ciudad de Áyora. Se conserva una copia en el Archivo del Palau-Requesens (Sant Cugat del Vallés,
Barcelona), Marquesado de Cenete, L. 120, doc. 6. Quede constancia de nuestro agradecimiento al personal del Archivo del Palau Requesens, en especial al Padre Borrás,
por las facilidades dadas para su consulta.
PAG 100
.
intuir la gravedad del enfrentamiento entre el Marqués de Cenete y los Fonseca a través del siguiente párrafo, en el que se nos informa del peligro de muerte que corrió
don Rodrigo, además de dejar entrever una conspiración cortesana destinada a tal fin:
Como sabéys, por causa de su segundo matrimonio tuvo contrarios a los debdos de su muger, la Marquesa doña María de Fonseca, y por parte de los Fonsecas faltó poco
para quemarle bivo en la cava, o fosa, de la fortaleza de la villa de
Coca, por yndustria de un traydor como [...] y adelante se dirá. La biografía de don Rodrigo, noble de la más alta alcurnia, culto y letrado, tan ducho en las armas como en
las letras, audaz y valiente hasta el extremo de raptar a su dama enamorada en contra de la voluntad de todo un reino, supone uno de los momentos culminantes de ese
galanteo cortesano que subyace a través de los versos del Cancionero general, donde, además de figurar como autor de una invención y un mote, Castillo quiso que, a
través del poema de Quirós, quedase constancia de lo que debió de ser uno de los acontecimientos más sonados del primer decenio del siglo XVI. Valga como fin de estas
líneas dos caras de esa misma moneda que fue el marqués. Primero, la curiosa descripción que realizó Francesillo de Zúñiga, autor de la Crónica burlesca, del tan pertinaz
como enamorado caballero:
- FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Batallas y Quinquagenas, ed. Avalle-Arce, p. 396. Nótese cómo el genealogista madrileño avisa de que más adelante se extenderá en la
descripción de estos hechos, aunque nosotros no dispongamos de ellos.
PAG 101
.
Don Rodrigo de Mendoça, Marqués de Çenete, hizo cosas en este tiempo que más pareçió alma del Çid Ruy Díaz que consejo de Hernando de Vega.
- F. DE ZÚÑIGA, Crónica burlesca del Emperador Carlos V, ed. J. A. Sánchez Paso, Salamanca, Ediciones de la Universidad, 1989, p. 82.
PAG 102
.
(45): Op. Cita (13) / pag 143
“La Virgen de la Mosca fue un regalo de Margarita de Austria a Antonio Fonseca"; CONFERENCIA DE VASALLO TORANZO
https://www.laopiniondezamora.es/toro/2018/12/14/virgen-mosca-regalo-margarita-austria-1119015.html

(46): Op. Cita (13) = VASALLO TORANZO, Luis

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 25

pag 31 y ss

(47): Op. Cita (13) / pag 60 y ss // MAYOR DE FONSECA Y JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA; PAG 65 Y SS.

(48): Op. Cita (13) / pag 67 y 68

(49): Op. Cita (13) / pag 66

(50): Op. Cita (13) / pag 74 y ss ; pag 310 y ss.

(51): VER: La vida religiosa en la villa de La Guardia (jaén) durante la época del marquesado (siglos XVI-XIX), a través de sus documentos (III). El
convento de santa María Magdalena de la Cruz; orden dominical conventual

Ángel Viedma Guzmán // Boletín. Instituto de Estudios Gienenses Enero-Junio 2016 – Nº 213 – Págs. 157-228

(52): Op. Cita (13) / pags 68 y 69

(53): J. ALVAREZ VILLAR (1982): El Palacio de la Salina de Salamanca. Salamanca 1982

URBANISMO MEDIEVAL DE SALAMANCA: ¿CONTINUIDAD O RECONSTRUCCIÓN? (pag 127)

Nicolás Benet y Ana I. Sánchez Guinaldo

https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/2019-09/C15-4_Nicol%C3%A1s%20Benet.pdf

(54): Arquitectura y sal. Historia y curiosidades // José Luis García Grinda // DOI: 10.20868/ciur.2020.128.4392

pag 55.

(55): Op. Cita (13) / pag 313

(56): Op. Cita (13) / pag 316

(57): Op. Cita (13) / pag 318

(58): Op. Cita (13) / pag 318

(59): Op. Cita (13) / pag 313 ; Vasallo Toranzo, menciona que al residir en Salamanca, se hicieron amigos de Fray Martín de Samiento, que le ayudó a
tasar sus bienes y a ganar el pleito sobre la herencia. Ello significa que el litigio sería anterior a la construcción de la Casa de La Salina. Por cuanto, este
edificio se edificaría después de 1530, pero en esata fecha cercana.

VER:

La vida religiosa en la villa de La Guardia (jaén) durante la época del marquesado (siglos XVI-XIX), a través de sus documentos (III). El convento de santa
María Magdalena de la Cruz; orden dominical conventual

Ángel Viedma Guzmán // Boletín. Instituto de Estudios Gienenses Enero-Junio 2016 – Nº 213 – Págs. 157-228

(60): Op. Cita (13) / pag 321

Antonio CASASECA CASASECA, “Salamanca”

(61): Alvarez Villar, J. 1984 (PAG 27) LA PRESENCIA DE RETRATOS FAMILIARES EN LOS PATIOS DE LAS CASAS SALMANTINAS
Del Palacio Arias Corvelle a la Casa de Japón

MARÍA BERMUDO MAUPOËY

(62): Ilustres suicidas Cleopatra y Lucrecia en palacios salmantinos del siglo XVI Ana Castro Santamaría

https://www.academia.edu/7773940/_Ilustres_suicidas_Cleopatra_y_Lucrecia_en_palacios_salmantinos_del_siglo_XVIhttps://www.academia.edu/7773940/_Ilustres_suici
das_Cleopatra_y_Lucrecia_en_palacios_salmantinos_del_siglo_XVI__

(63): Adelaida Sagarra Gamazo, JUAN RODRÍGUEZ DE FONSECA, UN TORESANO EN DOS MUNDOS

Zamora 2006, instituto de estudios zamoranos

(64): Op cita (13), parte I = VASALLO TORANZO, Luis

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 78

(65): Op cita (13), pag. 79

(66): PARA LOS INTERESADOS, CONSULTAR: MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR MENDOZA (Romeo y Julieta en la España del
Renacimiento). PARTE CUARTA: María y Rodrigo (historia y leyenda)

http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/esta-es-la-cuarta-parte-del-articulo.html

(67): Op cita (13), pag. 80

(68): R.A.H. (SIC): Juan Rodríguez de Fonseca, biografías: https://dbe.rah.es/biografias/5952/juan-rodriguez-de-fonseca

(69): Op cita (13), pag. 22I y ss

JUAN RODÍGUEZ DE FONSECA PROMOTOR ARTÍSTICO

(70): IDEM ANTERIOR, pag 232 a 234.

(71): libro se corresponde con cita (13) o bien cita (46)

Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018

PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA, pag. 262 y ss

ARQUITECTURA EN TORO, 1500-1650

Luis Vasallo Toranzo; Diputación de Zamora 1994

Pags 240-242

(72): Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, 2018 EL HOSPITAL DE LA ASUNCIÓN Y DOS SANTOS JUANES EN TORO pag 266 y ss

ARQUITECTURA EN TORO, 1500-1650

Luis Vasallo Toranzo; Diputación de Zamora 1994

Pag 162 y ss hospital de La Asunción o Dos Santos Juanes, HOSPITAL DEL OBISPO

(73): Las mujeres de la Casa de Isabel la Católica

María del Cristo González Marrero

https://repositorio.uam.es/handle/10486/689201

(74): MARÍA DE FONSECA Y RODRIGO DÍAZ DE VIVAR MENDOZA (Romeo y Julieta en la España del Renacimiento). PARTE CUARTA: María y Rodrigo
(historia y leyenda)

para llegar a la primera parte pulsar en el enlace: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/04/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de.html

Para llegar a la segunda pulsar el enlace azul:

https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/04/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de_22.html
Para llegar a la tercera pulsar el enlace azul: https://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/maria-de-fonseca-y-rodrigo-diaz-de.html

PARTE CUARTA: María y Rodrigo (historia y leyenda)

http://leyendas-de-la-mota-del-marques.blogspot.com/2023/05/esta-es-la-cuarta-parte-del-articulo.html

(75): EL PROTAGONISMO DE LA FAMILIA FONSECA, ORIUNDA DE PORTUGAL Y ASENTADA EN TORO, EN LA POLÍTICA CASTELLANA HASTA EL
DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

ADELAIDA SAGARRA GAMAZO

ANUARIO 1993 INSTITUTO DE ESTUDIOS ZAMORANOS "FLORIÁN DE OCAMPO" Consejo Superior de Investigaciones Científicas (C.S .l.C.)
DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE ZAMORA.

SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 446: "Alonso Fonseca y Avellaneda, combatió en la batalla de Toro, en la Vega del Duero, entre esta ciudad y
Zamora, tal como lo recogió Andrés Bemáldez en su crónica, cuando relata que «como el Rey don Femando sintió que se querían ir, mandó prestamente
alistar toda la gente que allí tenía, y fizo muy aína con mucha madera adosar lo quebrado de la puente, e pasó en pos el rey don Alfonso hasta dos mil e
quinientos de a caballo e cinco mil peones poco más o menos, e ordenadas sus batallas, llevando la delantera don García de Toledo, duque de Alba con
una gruesa batalla de caballeros sus parientes, casados con dos sobrinas suyas, el uno era don Alonso de Fonseca, señor de Coca y Alahejos»" .

Del mismo modo, combatió allí su primo Antonio de Fonseca y Quijada, quien logró dar entrada a las tropas de los Reyes Católicos en la villa toresana.

"Don Alonso de Fonseca y Quijada fue pieza fundamental en la toma de esta plaza, que era junto a Zamora, el gran bastión de los portugueses en
Castilla. Efectivamente, Fonseca -señor de Villanueva de Cañedo, y obispo de Avilaesperaba frente a las murallas de Toro con las tropas de la reina, pero
la ciudad se mostraba inexpugnable. Sólo por la zona del río la vigilancia era menor, debido a lo escarpado del terreno. Gracias a la información recibida
de un tal Bartolomé, pastor, el obispo Fonseca supo que el único punto por el que sería posible penetrar en la ciudad era precisamente el cañón de la
Magdalena. Guiadas por el toresano, las tropas de doña Isabel entraron en la plaza fuerte la noche del 19 de septiembre" SIC- ADELAIDA SAGARRA
GAMAZO , pag 447

(76): Manuel Otero Toral

EL TORESANO DON ANTONIO DE FONSECA Manuel Otero Toral

https://proculto.net/revistas/revista4/fonseca.htm

SIC “En el libro IV de la primera y más importante novela pastoril de la literatura española, titulada Los Siete Libros de Diana, escrita por el poeta
portugués Jorge de Montemayor y publicada en Valencia en 1558”

(77): libro Sketches of the Country, Character and Costume in Portugal and Spain, made during the campaign and on the route of the British Army in 1808
and 1809, publicado en Londres por John Both en 1809.

Imagen tomada de: Viejas y nuevas historias de las Guerras Napoleónicas

http://miguelangelmartinmas.blogspot.com/2009/10/0-false-21-18-pt-18-pt-0-0-false-false.html

LUNES, 19 DE OCTUBRE DE 2009 Miguel Ángel Martín Mas

(78): idem (75) SIC- ADELAIDA SAGARRA GAMAZO , pag 453 a 456

(79): SOBRE ANTONIO DE FONSECA Y EL PROBLEMA SUCESORIO, recogido por Luis Vasallo Toranzo, ver:

ANTONIO DE FONSECA Y LOS PLEITOS CON LA CASA DE ZENETE

Idem (13) pag 71 y ss

(80): Idem cita anterior, pags. 71 a 74

(81): EL ARZOBISPADO DE SANTIAGO EN TIEMPOS DE DON ALONSO II DE FONSECA

EDUARDO PARDO DE G. Y VALDES

HISPANIA SACRA REVISTA DE HISTORIA ECLESIASTICA DE ESPAÑA VoL. XXX 1977 (pag 45)

(82): Idem (13) Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

(83): Idem (13) Los Fonseca : linaje y patronato artístico / Luis Vasallo Toranzo

pag 343 y ss. EPÍLOGO, LOS DESCENDIENTES DE ANTONIO DE FONSECA

(84): EL ARZOBISPO DON ALONSO II DE FONSECA,bNOTAS PARA SU ESTUDIO

Por MERCEDES VÁZQUEZ BERTOMEU

CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS", Tomo XLVII, Fascículo 112, Santiago 2000.

(85): https://dbe.rah.es/biografias/9752/alonso-ii-de-fonseca-y-acevedo

.
(86): idem (84) pag 113

(87): SYMBOLA DIVISAS O EMPRESAS HISTÓRICAS https://www.bidiso.es/Symbola/divisa/372

Citando a (Juan Silvestre Gómez, Panegírico al conde de Monterrey (1640), edición de Jesús Ponce Cárdenas, Panegíricos.com, 2018).

Asimismo, añade el texto: "En el manuscrito 359 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca de Batallas y Quinquagenas, Fernández de Oviedo, que se
ocupa de este caballero en la segunda quinquagena del diálogo XXXVI, destaca su valentía y lo describe como “muy gentil galán e rregozijado, e lindo
ombre darmas”. El cronista refiere su presencia en el sitio de Salses-le-Château y su participación en una justa en Medina del Campo en 1494. También
menciona que su mujer fue dama de la reina Isabel la Católica. (Fernández de Oviedo, Gonzalo, Batallas y Quinquagenas, introducción de Juan Bautista
Avalle-Arce, Salamanca, Diputación de Salamanca, 1989, pp.76-78)” -SIC-.

(88): Nos dice la RAH: SIC https://dbe.rah.es/biografias/9753/alonso-iii-de-fonseca-y-acevedo

"la vinculación de Alonso de Fonseca III con las corrientes erasmistas de la época. Todo había empezado en el verano de 1524 cuando, tras la toma de
posesión por poderes y alguna insistencia, Juan de Vergara aceptó el cargo de secretario del arzobispo. Este humanista toledano había sido ya secretario
del cardenal Cisneros, miembro del equipo de la Políglota y poseía amplios conocimientos de griego. Mantenía, asimismo, fluida correspondencia con
Erasmo. Unos años después, en 1527, Vergara escribió a Erasmo presentando a Fonseca III como un prelado favorable al humanismo cristiano, que
gusta del erasmismo y se hace leer sus obras, y que deseaba invitarle a Alcalá con una pensión de 400 ducados" (... ) "Erasmo no llego a aceptar el
ofrecimiento por encontrarse viejo, pero solicitó apoyo del arzobispo para la edición de las obras de san Agustín. Alonso de Fonseca III envió 200 ducados
en junio de 1528, instando a Erasmo a proseguir en su trabajo para poner de manifiesto los errores de Lutero y que batallase para conseguir reprobar a un
tiempo la herejía y la corrupción eclesiástica. En consecuencia, Erasmo dedicó a Fonseca III su Opera omnia agustiniana, que se imprimía en diez tomos
en Basilea (1528-1529), como a “patrono benemérito”. Además de estos intercambios epistolares de los años 1527 y 1528, se sabe también que Fonseca
poseyó un retrato del propio Erasmo, puesto que entre los bienes que se inventariaron a la muerte de Juan de Vergara en 1557 se encontraba una pintura
de Erasmo sobre tabla, con las armas de Alonso de Fonseca" (...) "Pero la reacción inquisitorial antierasmista inquietaría los últimos años del arzobispo.
En junio, noviembre y diciembre de 1533 redactó diversas cartas para intentar salvar de la Inquisición a su secretario Vergara y ofreció por su libertad
provisional una abultada fianza”.

(89): idem (88) SIC de la RAH: "Su retrato más antiguo y fidedigno lo pintó en 1526 Juan de Borgoña, cuando contaba cincuenta años, y se encuentra en
la sala capitular de la catedral de Toledo. Fonseca III aparece en el retrato con una constitución física débil y enjuta. Destaca la cara huesuda y
demacrada, con nariz y mentón acusados, rasgos afilados, arrugas en las comisuras y mejillas hundidas. Francesillo de Zúñiga, en su Crónica de tiempos
del Emperador lo describe así: `El arzobispo estaba vestido de grana y era luengo y bien delgado, y díjole este coronista que parescía gallo desollado´” .

(90) y (91): idem (71) pag 47. Vasallo Toranzo lo hace hijo tercero de Beatriz de Fonseca Botello y de Juan A. De Ulloa, poniendo su fecha de nacimiento
en 1414.

(92): de nuevo: Para conocer más sobre Alonso de Fonseca, recomendamos el libro:

Los Fonseca : linaje y patronato artístico de Luis Vasallo Toranzo. -ver cita (13)-

Capítulo 2. LOS SEÑORES DE COCA Y ALAEJOS. POLÍTICA, RELIGIÓN Y FAMILIA Pag. 47

1. EL ARZOBISPO ALONSO DE FONSECA EL VIEJO, FUNDADOR DEL MAYORAZGO; 47

El arzobispo Alonso de Fonseca el Viejo, alto consejero de Enrique IV ; 47

Los herederos: Hernando de Fonseca y Alonso de Fonseca ; 53

(93): Apiano, GUERRAS CELTÍBERAS, SEGUNDA GUERRA (belos, titos y arévacos, o del fuego) Iberia, 50.

(94): Ver mi artículo:

EL BRONCE BOTORRITA I; NUESTRA HIPÓTESIS SEGUNDA (Abilu Ubokum).

http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com/2022/03/el-bronce-botorrita-i-nuestra-hipotesis_29.html
Índice general de los dos capítulos:
LOS FONSECA: FAMILIA, HISTORIA Y OBRA. Parte I

EPÍGRAFES................................................................................................................................PAG.
A) LOS FONSECA DE PORTUGAL::.............................................................................................. 4
I)- ORIGEN MÍTICO Y VERDADERO DE LOS FONSECA::............................................................... 4
II)- LOS FONSECA Y LA CRISIS SUCESORIA EN CASTILLA Y PORTUGAL::...................................... 11

B) LOS FONSECA EN CASTILLA:................................................................................................. 14


I)- LLEGADA DE LOS FONSECA A CASTILLA::.............................................................................. 14
II)- LOS FONSECA EXILIADOS EN TORO::.................................................................................... 18
III)- LOS HIJOS DE PEDRO RODRÍGUEZ DE FONSECA Y DE INÉS DÍAZ BOTELHO:.......................... 22
III-a) Juan R. de Fonseca y sus señoríos en Badajoz::................................................................ 24

C) LOS FONSECA Y LA IGLESIA: Su “misterioso poder”............................................................... 33


I-) Pedro Rodríguez de Fonseca, cardenal de Santángelo:.......................................................... 33
II) Papa y antipapa; lucha de poder en plena Guerra de los Cien Años:...................................... 37
III) Pedro de Fonseca, cardenal y el papado italiano:................................................................. 38

D) LOS DESCENDIENTES DE BEATRIZ DE FONSECA Y DE JUAN A. DE ULLOA


(la saga toresana de los Fonseca).:............................................................................................ 46

1º hija- Beatriz de Fonseca y Ulloa........................................................................................... 51


1-a) Pedro de Castilla y Fonseca (el mozo):............................................................................... 51
Pedro Apóstol de Castilla y Andrés Apóstol de Castilla
2-a) Sancho de Castilla y Fonseca:............................................................................................. 52

2º hijo- Pedro Ruiz de Ulloa y R. de Fonseca............................................................................. 58


2-a) Beatriz de Ulloa y Fonseca Quijada
2-b) Blanca de Fonseca
2-c) Alonso de Ulloa Fonseca y Quijada;
2-d y e)
2-f, g y h)

3º hijo- Hernando -ó Fernando- de Fonseca Ulloa................................................................... 65


I-3a) Alonso de Fonseca Avellaneda -III señor de Coca y Alaejos-:............................................ 70
I-3a.a) MARIA DE FONSECA Y TOLEDO:.................................................................................... 75
I-3a.a/ 1º,2º,3º) Mencía, Catalina y María de Mendoza:.......................................................... 79

MENCÍA DE MENDOZA; JUANA I (la loca) Y LA VIRGEN DE LA MOSCA:...................................... 84

LOS FONSECA: FAMILIA, HISTORIA Y OBRA. Parte II

I-3a.b) Mayor de Fonseca:....................................................................................................... 93


I-3a.b-1º) Gonzalo Messia y Fonseca:
I-3a.b-2º) Juana:
I-3a.b-3º) Magdalena:
I-3a.b-4º) María:
I-3a.b-5º) Juan Alonso:

MAYOR DE FONSECA; Y LA CASA DE LA SALINA (en Salamanca)::............................................. 99

III DESCENDIENTES DE Fernando de Fonseca Ulloa y su segunda esposa,


Teresa de Ayala y Cervantes.................................................................................................... 93
II-3c) Juan Rodríguez de Fonse .............................................................................................. 121
II-3b) Beatriz de Fonseca y Ayala............................................................................................ 138
II-3a) Antonio de Fonseca y Ayala:.......................................................................................... 141

RESUMEN (Juan Rodríguez de Fonseca y su hermano Antonio Fonseca):................................. 151

Descendientes de Antonio de Fonseca y Ayala:....................................................................... 155


I - con Francisca de Alarcón y Quesada:
Pedro Ruiz de Alarcón y Fonseca
II- con Mencía de Ayala y Sarmiento:
II-3a,1º) Hernando de Fonseca Ayala....................................................................................... 155
II-3a,2º) Juan de Fonseca y Ayala:............................................................................................ 155
II-3a,2ºa) Francisco Fonseca y Álvarez de Toledo:
II-3a,2ºb ) María de Fonseca y Álvarez de Toledo
II-3a,2ºc ) Mencía de Fonseca y Álvarez de Toledo
TERCERA ESPOSA DE FERNANDO DE FONSECA Y ULLOA:
III – Inés de Ribera.................................................................................................................. 156
III-3a) Beatriz de Fonseca y Ribera
III-3b) Bernardina

4ª hija Catalina de Fonseca y Ulloa:......................................................................................... 158


4-a) Juan Fonseca Acevedo:
4-b) Alonso Fonseca Acevedo, conocido como el obispo Alonso II de Fonseca:....................... 158
4-b1) - Diego de Acevedo Fonseca y Ulloa:.............................................................................. 172
4-b1,A) Alonso de Acevedo y Zúñiga, III Conde de Monterrey
4-b2) - Alonso de Acevedo Fonseca y Ulloa (obispo conocido como Alonso III de Fonseca):... 176

RETRATOS DE LOS ARZOBISPOS FONSECA Y ACEVEDO:............................................................ 191

Otros vástagos de Catalina Fonseca y Diego de Acevedo:........................................................ 197


4-b) Luis de Acevedo y Fonseca
4-b1) Alonso de Acevedo y Haro
4-b2) Pedro de Acevedo y Enríquez
4-c) Aldonza de Acevedo y Fonseca,
4-d) Juana de Acevedo y Fonseca,
4-e) María de Acevedo y Fonseca,

5ª hija María (o Mencía) de Ulloa y Fonseca: .......................................................................... 199


5a) – María de Zúñiga:
5b) – Juan de Zúñiga:
5b-1) Pedro
5b-2) Mencía
5b-3) Íñigo
5b-4) Elvira
5b-5) Leonor
5b-6) Catalina de Castilla
5b-7) Alonso de Zúñiga

6ª hija Leonor Rodríguez de Fonseca........................................................................................ 201

7º hijo ALONSO I DE FONSECA (el Viejo):.................................................................................. 202


ALONSO I DE FONSECA Y LOS TOROS IBÉRICOS DE COCA:):....................................................... 209

CITAS: ..................................................................................................................................... 213

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