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Historia de la Educación en

San Fernando del Valle de Catamarca fue fundada por Fernando Mendoza de Mate de Luna
en el año 1683, y a los cinco años de erigida la ciudad, un problema que debió resolverse
fue la instrucción de primeras letras a los jóvenes ciudadanos. En esos años iniciales, la tarea
educativa fue desarrollada por maestros particulares que contaban con la autorización del
Cabildo, como órgano de gobierno de la ciudad. En el año 1688, cuando todavía la ciudad
no tenía existencia física, ya aparece en San Isidro, Valle Viejo, un maestro con su escuela,
Diego Molina Ibarrueta, quién enseñaba a los niños del vecindario en forma particular, solía
cobrar 30 pesos anuales por alumno. Su magisterio se prolongó hasta 1691, año en el que
falleció. Por el momento su obra no tuvo continuador y bastante tiempo después, en el año
1733 aparece otro maestro, Bernardo Arias, que enseñaba a los niños en la casa del general
don Juan Nicolás de Ribera.

La Escuela de los Padres Jesuitas fue la primera iniciativa de poner en marcha una escuela
permanente de primeras letras, los sacerdotes de la Compañía de Jesús establecieron su
convento en el año 1743 en terrenos donados por el Cabildo. Al año siguiente abrieron una
escuela primaria, el Hermano Carlos Soler fue el primer maestro. Tiempo después surge el
deseo de crear un colegio de estudios secundarios, siendo este propósito apoyado por el
Cabildo. En el año 1748 el P. Tomás de Figueroa enseñaba primeras letras y daba clases de
gramática. Pero lamentablemente la tarea docente de los Padres Jesuitas fue interrumpida en
1767 cuando el rey Carlos III decretó la expulsión de todos los religiosos de la Orden.

En el año 1740, la orden franciscana que estaba asentada en la ciudad, resolvió crear una
escuela primaria en el convento de Catamarca, su funcionamiento no fue inmediato, recién
en el año 1752 aparece el primer maestro, el Hermano Juan Gómez, y tres años después se
designa a Fr. Juan José Barrera como primer profesor de gramática. En esta escuela se
enseñaba lectura, escritura, aritmética, catecismo, también se estudiaba gramática latina y
castellana, traducción de los clásicos latinos y elementos de geografía. El convento organiza
progresivamente el dictado de los estudios filosóficos y teológicos exigidos por la formación
del clero secular y regular. Hacia 1780, el convento estaba integrado por ocho sacerdotes de
distintas nacionalidades.
Hacia fines del siglo XVIII, en Catamarca funcionaba una escuela primaria pero también se
impartían estudios humanísticos. Pronto algunos jóvenes de nuestra provincia estuvieron en
condiciones para asumir el papel de docente. En 1784 figura el primer profesor
catamarqueño, Fr. Alejandro Segura, quien tuvo a cargo la cátedra de gramática y retórica.
El colegio franciscano cumplía en Catamarca una función educativa de primera necesidad,
gozando de reconocimiento y prestigio en el medio. Hacia el año 1812 el convento renovó
su escuela con dos maestros insignes: Ramón de la Quintana profesor de gramática latina y
Fr. Juan Archeverroa maestro de primeras letras, quienes con una gestión relevante y
prolongada, inauguran la época de oro del establecimiento. Fr. Wenceslao Achával dictaba
la cátedra de filosofía, donde le sucedió Fr. Mamerto Esquiú.

Por los años 1776 las hermanas María Manuela, Agustina, Juana Rosa, Josefa de Villagrán y
su hermano el maestro Jerónimo de Villagrán establecieron en su casa ubicada en República
y Maipú, actualmente Colegio del Huerto, una especie de internado para niñas huérfanas, a
quienes se les enseñaba educación religiosa y rudimentos de instrucción primaria. En 1783
llego a Catamarca el Obispo de Tucumán Monseñor San Alberto, quien se enteró de la noble
iniciativa de las hermanas de Villagrán e impulsó la creación de un Colegio similar, que
sería asilo, pensionado y escuela a la vez. Las hermanas Villagrán junto con el Obispo, el
Pbro. Patricio Torrico Jiménez y Don Bernardino Jerez y Palacios contribuyeron con bienes
patrimoniales, estando el establecimiento en condiciones de funcionar en el año 1808. Al
año siguiente llegaron dos religiosas carmelitas María de los Dolores y Feliciana de Santa
Teresa Echeverría y Gutiérrez. El Colegio se inauguró el 15 de octubre de 1809 con el
nombre de Casa de Educandas, donde se enseñaba no solo a leer y escribir, sino también a
coser, hilar, bordar, las educandas debían criarse con instrucción en todo lo que una mujer
necesita saber para el gobierno de su casa. Por sus aulas han pasado numerosas niñas que
terminaron siendo madres abnegadas y patriotas.

Hacia el año 1850 el gobernador Manuel Navarro tuvo la iniciativa de fundar el Colegio
Patriótico Federal de Nuestra Señora de la Merced, bachillerato humanístico superior y se
instalo en el viejo convento mercedario que tuvo que ser reformado. El maestro Domingo
Molina fue designado rector, el Pbro. Luis Gabriel Segura se dedicaba a enseñar matemática
y Esquiú fue nombrado encargado de la cátedra de filosofía, quien enseño con un criterio
renovador: dejo el texto usual en la Universidad de Córdoba y adopto el tratado de Jaime

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Balmes, separo por completo de la enseñanza la forma silogística, prescribió el estudio de
memoria y jamás hizo uso del castigo corporal. En el colegio se inscribieron hijos de las
principales familias catamarqueñas, una nueva generación que tendría participación
destacada en la vida pública de los años sesenta, uno de ellos fue Fidel Castro.
La creación del Colegio de la Merced inauguró una nueva época en la historia de la
educación de Catamarca, dio al Estado la responsabilidad principal en la tarea de la
educación popular. En el año 1853 la nación alcanza su organización constitucional y se
considera a la educación pública como una obligación fundamental de la gestión
administrativa.

Entre los años 1856 y 1859, durante el gobierno de Octaviano Navarro, se radicó en
Catamarca el educador italiano José Angelini Caraffa, quién traía desde Europa modernos
conocimientos de enseñanza, y en el año 1857 fundó una escuela primaria graduada
superior, en la que se enseñaba gramática castellana, lectura, caligrafía, aritmética,
geometría, geografía, historia, religión y francés. Además se daban lecciones de enciclopedia,
viajes y costumbres, el curso abarcaría tres años.

En el año 1864 el diputado catamarqueño Pedro Agote propuso crear una cátedra de
química en el Colegio de la Merced. Juan Torrent representante de Corrientes propuso que
sería más beneficioso la creación de un Colegio Nacional como se lo estaba haciendo en
otras provincias. Esta iniciativa fue aprobada y el 9 de diciembre del mismo año y se dispuso
dicha creación, se pretendía dar a la provincia una casa de educación científica preparatoria
en la que se enseñaran letras, humanidades, ciencias morales, físicas y exactas con un plan
de estudio de cinco años. Pedro Agote fue el encargado de poner en funcionamiento el
Colegio Nacional y arrendó un edificio en la calle San Martin N° 629, el establecimiento fue
inaugurado el 1 de marzo de 1865, designando como primer rector al Doctor Fidel Castro.
El Colegio Nacional se convirtió en el primer establecimiento de enseñanza secundaria para
varones, donde se educaron jóvenes que brillaron por su trayectoria posterior, entre ellos se
encontraban Rafael y Ramón S. Castillo, Adán Quiroga, Guillermo Correa, Enrique Ocampo
y Ramón Clero Ahumada.

Era gobernador de Catamarca Francisco Ramón Galíndez, cuando la provincia logro sus
mejores registros en orden a la formulación y ejecución de un sistema educativo de nivel
primario. El 2 de noviembre de 1871 se dicta la Ley de Educación Común, que establecía los
principios de obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza y organiza las Comisiones

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escolares para el fomento de la educación en cada departamento, también se asignaron
recursos financieros necesarios, y se instituyó así el Fondo Propio Escolar. Esta Ley fue
precursora en nuestro país, Buenos Aires recién la tuvo en 1875, y en 1884 se implantó la
Ley 1420 que establecía los mismos principios. El ministro Avellaneda elogió nuestro
sistema y lo propuso de modelo para todo el país, desde ese momento las escuelas, tanto
primarias como elementales, se multiplicaron en todo el territorio provincial.

Luego se fueron creando Escuelas Normales en las capitales provinciales, la educación que
se impartía estaba orientada a la formación de magisterio que necesitaba el país para dar
bases solidas a la educación primaria. Nicolás Avellaneda y su ministro de instrucción
pública el Doctor Onésimo Leguizamón enviaron al congreso el proyecto de creación de una
Escuela Normal de Maestras que fue sancionado en octubre de 1875. La provincia debía
contribuir con el establecimiento del edificio el cual fue situado en la calle San Martín y
Salta, e inició sus clases el 9 de junio de 1878 bajo la conducción de Clara Janet Armstrong
y María Mac Millán del grupo de maestras norteamericanas que llegaron al país por la
gestión de Faustino Sarmiento. Armstrong era directora y tenía a su cargo la cátedra de
aritmética, gramática e historia natural, Millán era vicedirectora y enseñaba geometría y
geografía. Encargada de los grados primarios era Arvilia Cross y también había maestras
argentinas, entre ellas Delia Robles, María Chueca y Telma Brizuela. Armstrong actuó en
Catamarca durante diez años, siendo su sucesora Arvilia Cross y en 1893 asume la primera
directora argentina: Manuela Maqueiro, quien se desempeño desde 1893 hasta 1901.

El 16 de mayo de 1878 se crea por ley de la Legislatura la primera escuela normal para
varones; en su personal directivo y docente figuran Flavio Castellanos y Javier Castro. Este
establecimiento funcionó hasta 1899, y dio numerosos egresados: Valentín Varela, Ramón
Rosa Vera, Napoleón Robín Castro y Manuel Ponferrada. La culminación del normalismo en
Catamarca se inició con la creación de la Escuela Normal Regional, que fue apoyada por el
gobernador Guillermo Correa, quien brindó para su funcionamiento el edificio escolar
construido en las calles Rivadavia y Mota Botello, el cuál inició sus actividades el 9 de julio
de 1903 y para dirigirlo se buscó a profesores del mejor nivel, egresados de la Escuela
Normal de Paraná. Como primer director se nombró a Máximo Victoria y como vicedirector
a Félix Avellaneda. Su acción trascendió el marco de la enseñanza primaria, prestigiando la
enseñanza media a la universitaria y también a la cultura nacional. Durante diez años, la
Escuela Normal Regional funcionó en el edificio primitivo, pero el proyecto constaba de
varios cuerpos de edificación, pero su construcción se demoró y recién en 1903 la escuela

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puedo instalarse en el primer pabellón situado en la avenida Belgrano y Junín, otros cuatro
pabellones quedaron a medio construir y nunca fueron terminados debido a que la escuela
dejó de ser regional. Sesenta años después algunas de esas construcciones fueron utilizadas
por la Universidad Nacional de Catamarca para construir la sede de sus facultades.

El notable impulso que la provincia había dado a la instrucción primaria decayó cuando se
dictó la Ley Nacional N° 4874, iniciativa del senador Manuel Láinez, la cual disponía la
creación de escuelas nacionales en las provincias que lo solicitaran, pero esos
establecimientos no se superpusieron a la influencia de las escuelas provinciales, Catamarca
se acogió a ese beneficio y en 1906 funcionaban en el territorio 32 escuelas nacionales, pero
por su parte sostenía 118 establecimientos primarios. En 1908 habían 103 escuelas fiscales
y 37 Láinez, hasta que en 1910 el Consejo General de Educación entregó 49 escuelas a la
nación debido a razones presupuestarias, de esta forma las escuelas Láinez crecen a 100,
mientras que la provincia conservaba 49. Hacia 1923 el total de las escuelas primarias en
Catamarca era de 274, de las cuales 57 pertenecían al Consejo y 206 al régimen Láinez,
había además 4 anexas a las Escuelas Normales y 7 particulares, luego por razones
económicas fueron suprimidas otras 13 escuelas provinciales.

En el año 1862 fue designado vicario foráneo de Catamarca Monseñor José Facundo Segura,
quién desempeñó un importante labor de carácter pastoral e institucional durante treinta
años, su iniciativa de crear y poner en funcionamiento el Seminario Conciliar fue concebida
con visión del futuro, cuya institución estaba destinada a la formación del clero secular.
Luego gestionó la venida de una congregación religiosa francesa especializada en
educación, los padres misioneros de la Inmaculada Concepción, que tenían a su cargo la
atención del Santuario de Lourdes. El 12 de septiembre de 1890 arribaron a Catamarca los
primeros Padres Lourdistas: Domingo Duthu, Augusto Verges y los hermanos Severo Souvis
y José Camps; poco después llegó el segundo grupo integrado por el padre Alejo Rouzaud y
jóvenes estudiantes. El 1de mayo de 1891 fue inaugurado el Seminario con veinte alumnos,
todos internos, el plan de estudios comprendía tres ciclos: latinidad, filosofía y teología. El
Seminario Conciliar fue durante medio siglo la casa donde se formaron los sacerdotes
seculares de Catamarca, Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Loa padres Lourdistas
permanecieron en Catamarca hasta 1922, y en esa primera etapa de 30 años, sobresale la
personalidad del R.P. Antonio Larrouy, quien se desempeñó como rector y profesor desde
1912 hasta el momento de su partida. Luego fue conducido por miembros del clero
diocesano: los Pbros. Aníbal Villagra y Mauricio Navarro. En 1962 el Seminario fue disuelto,

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ya que la diócesis del noroeste resolvió organizar sus propios seminarios. Actualmente se
mantiene solamente un seminario menor, equivalente al bachillerato humanístico.

A fines de los años 30 se advirtió en Catamarca la necesidad de estudios superiores para


analizar las inquietudes profesionales de la juventud y también lo demandaba el ambiente
cultural que había producido la creación de centros especializados. Esta preocupación fue
interpretada por el director de la Escuela Normal de Maestros José Florencio Segura, quien
planteó el problema ante el cuerpo docente del establecimiento. En abril de 1938 se nombro
una comisión y la idea que prevaleció fue gestionar del Gobierno Nacional la creación de
una Escuela Normal de Profesores. La creación del nuevo instituto demandó un largo trámite
político y se resolvió la creación del Instituto Nacional del Profesorado Secundario de
Catamarca e inició su funcionamiento el 14 de junio de 1943 con diez secciones de
profesorado: castellano y literatura, ciencias naturales, filosofía y pedagogía, física, francés,
geografía, historia, inglés, matemáticas y química. Como rector se nombró al profesor Félix
Nattkemper. La matrícula de alumnos fue numerosa. Una nueva etapa se iniciaba en la
historia de la educación catamarqueña, el Instituto era el único establecimiento de ese tipo
en el interior del país. Tuvo una larga trayectoria al servicio de la docencia y de la cultura
del país; durante 34 años dio a Catamarca la animación propia de un centro universitario.
El Instituto adquirió prestigio nacional por la calidad de sus egresados cuyos servicios
fueron requeridos por los establecimientos segundarios de todo el país. Hasta que en 1972
cuando se dispuso la creación de la Universidad Nacional de Catamarca, pasó a depender de
la misma conservando su estructura académica y en 1977, fue incorporado a la universidad
como Facultad de Humanidades.

Cada época tiene sus propios desafíos y necesidades, ahora, se contemplaba la organización
de una universidad que respondiera al estudio y desarrollo de los recursos naturales y
humanos de la provincia, enfocándose a las especialidades de ciencias agrarias,
agrimensura, minería, geología y enfermería, agregando carreras humanísticas sobre la base
del Instituto del Profesorado, también se incluyó la carrera de contador público. La
organización propuesta fue el sistema centralizado a través de departamentos que permitían
un mejor aprovechamiento de los recursos humanos mediante cátedras comunes para varias
carreras. En mayo de 1973 fue nombrado Interventor de la Universidad el Profesor
Armando Raúl Bazán, su gestión fue consecuentemente con las ideas del proyecto de
factibilidad: se implementaron los currículos de las distintas carreras, se organizó un Curso
Integratorio Básico para todas ellas y se aprobó el organigrama académico y administrativo

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de la universidad. Desde su creación la Universidad ha diplomado a especialistas de todas
las carreras y ha organizado varios centros e institutos de investigación. El primer rector
elegido por los claustros fue el Ingeniero Agrimensor Alfredo Brizuela del Moral, quien
mantuvo ese cargo desde el año 1986 hasta 1990.

En nuestra provincia no sólo se dio lugar al desarrollo y funcionamiento de instituciones


educativas, sino que también se incrementó al desarrollo de instituciones culturales y
sociales, las cuales nacieron como fruto de la iniciativa particular de hombres benefactores.
A partir de esto la juventud tuvo la oportunidad de perfeccionar sus nobles inquietudes bajo
la autorizada tutela de maestros, mayormente extranjeros, que traían un caudal importante
de experiencias y de técnicas.
En 1871 surge la creación de las bibliotecas públicas con la Ley protectora de Bibliotecas
Populares, que hizo nacer innumerables bibliotecas en todo el país, ya que se consideraba a
los libros como el principal instrumento de educación y cultura popular.
En el año 1889 se creó la Sociedad Española de Socorros Mutuos y al año siguiente se creó la
Sociedad Unión Italiana de Socorros Mutuos, que sostenían los principios de fraternidad,
patriotismo, progreso, instrucción y todo lo que contribuyera al mejoramiento moral y
económico de los socios.
En el año 1901 se radicó en Catamarca el Maestro italiano Mario Zambonini, quién, en
1903 fundó el Conservatorio de Música, una institución de carácter privada, y empezó la
enseñanza que formará los prosélitos del futuro Conservatorio; a partir de entonces se inició
una etapa brillante en la vida musical de Catamarca.
Más tarde en el año 1954 se creó la Escuela de Artes Plásticas Maestro Roberto Gray, aunque
por ese momento no surgieron con la fecundidad de otras expresiones de la cultura.
Estas instituciones son sólo las más importantes, pero también se encuentran las Sociedades
Extranjeras, la Junta de Estudios Históricos, la Asociación Damas Patricias, el teatro, entre
otros.

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