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Cómo orar

Los niños siguen el ejemplo de los


padres. Es por ello que si ellos nos ven
orar, ellos lo harán. Pero no basta con
eso, debemos enseñarles a orar para
ellos comprendan que la oración es
hablar con Dios.
Es importante explicarles que al orar no
estamos hablando con un amigo
cualquiera, sino con el Rey de Reyes y
Señor de Señores; así que debemos
mostrar reverencia.
Los niños se deben volver dependientes
de la oración y así comprenderán que al
orar, Dios responderá y que ellos
pueden llevar sus peticiones ante Dios.
Con el tiempo, los niños se preguntarán
por qué Dios no contesta al pie de la
letra sus peticiones y es cuando
debemos explicarles con amor que Dios
contesta de acuerdo a su voluntad, la
cual es buena, agradable y perfecta.
La oración no sólo debe ser de petición,
sino también de adoración y gratitud por
todo lo que hace Dios en nuestras vidas
y en las de los demás.
La oración de arrepentimiento debe ser
una
oración constante para que cuando los
niños pequen, su relación con Cristo
sea restaurada. Es una buena
oportunidad para hablarles del sacrificio
de nuestro Señor Jesuscristo en la cruz
del calvario.
La oración siempre se debe hilar con la
lectura de la Palabra de Dios, así que se
deben de leer historias de la Biblia y
versículos para que los niños también
se vuelvan fervientes buscadores de
Dios.

Aunque la intención inicial de este


poema era compartirlo en una carta
personal, y no ser publicado, este es
uno de los himnos que a lo largo de los
años ha animado y consolado a miles
de cristianos alrededor del mundo. El
himno “¡Oh, qué amigo nos es Cristo!” lo
escribió Joseph Scriven en una carta a
su madre, quien estaba en el lecho de la
enfermedad. Años más tarde, cuando
Joseph estaba enfermo, un amigo suyo
le visitó y vio en la mesa que estaba al
lado de la cama un trozo de papel
donde estaba escrito este poema.
Luego de leerlo, le preguntó: “¿tú
escribiste este poema?” Joseph
respondió:
“Mi Señor y yo lo escribimos juntos”.

Joseph Scriven nació en 1819


en Banbridge, Irlanda del Norte. Tenía
planes de casarse en el año 1844;
sin embargo, su prometida cayó
accidentalmente al río mientras
cabalgaba a caballo. El golpe de la
caída la dejó inconsciente y murió
ahogada en el río un día antes de su
boda con Joseph. Esta tragedia dejó el
corazón del joven destrozado. Todo a su
alrededor le hacía recordar a su amada,
por lo que poco tiempo después decidió
mudarse a Ontario, Canadá.
Fue grandemente influenciado por las
enseñanzas del Señor Jesús en el
conocido Sermón del Monte, en el
evangelio de Mateo capítulos 5 al 7. Se
dedicó a ayudar a las personas en el
pueblo de Port Hope, donde por unos
40 años los habitantes del pueblo lo
conocieron por su abnegada entrega a
favor del prójimo. En una oportunidad
Joseph caminaba por la calle con su
serrucho, y un comerciante que lo vio
dijo: “Me gustaría a contratar a ese
joven para que trabaje para mí”, el que
estaba a
su lado le dijo: “Pues no podrás
contratar a Joseph Scriven, porque él
solo le corta leña a las viudas y a los
huérfanos, quienes no tienen con qué
pagar”.

En 1859, Joseph
estaba comprometido con otra mujer,
Eliza Roche, pero nuevamente la
tragedia golpeó el corazón enamorado.
Eliza se enfermó de neumonía y murió
poco tiempo después. Joseph había
encontrado un Amigo fiel y cercano. Su
relación con su Señor fue lo que le dio
fuerzas para seguir adelante a pesar de
las dificultades por las que había
pasado. Vivía en comunión con su
Señor, y su devoción le motivaba a
mostrar esa misma clase de amigo a las
demás personas.
Escribió el poema en una carta personal
a su madre, cuando ésta estaba
enferma, con el fin de animarle en sus
penas. Años más tarde, cuando el
mismo Joseph estaba enfermo un
amigo suyo leyó las hermosas palabras:

¡Oh! ¡qué amigo nos es Cristo! 


nuestras culpas Él llevó, 
y nos manda que llevemos 
todo a Dios en oración. 
¿Somos tristes, agobiados, 
y cargados de aflicción? 
Esto es porque no llevamos 
todo a Dios en oración. 

Estas palabras describen la compasión


de nuestro Señor Jesucristo por
nosotros. Podemos poner nuestras
penas y cargas sobre Él, “echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él
tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro
5:7). Incluso cuando otros amigos fallan
sabemos que en Cristo tenemos un fiel
y constante Amigo:

¿Te hallas débil y oprimido 
de cuidados y temor? 
A Jesús, refugio eterno, 
dile todo en oración. 
¿Te desprecian tus amigos? 
Cuéntale en oración; 
en sus brazos de amor tierno 
paz tendrá tu corazón. 

Jesucristo es nuestro amigo, 


de esto pruebas nos mostró; 
pues para llevar consigo 
al culpable, se humanó. 
El castigo de su pueblo 
en su muerte Él sufrió. 
Cristo es el amigo eterno, 
sólo en Él confío yo. 

https://www.himnos-cristianos.com/
historia-del-himno-oh-que-amigo-nos-
es-cristo/

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