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Flores en La Tormenta
Flores en La Tormenta
Flores en la tormenta, es
un libro del que te cuesta desprenderte, retrasas el momento
de llegar a su final y guardarlo en un rincón, los personajes
se quedan tan grabados en tu memoria que por mucho
tiempo, incluso días después de acabarlo, tienes la sensación
de que la historia del Duque continúa, te hace experimentar
diversas sensaciones, ternura, angustia, emoción,
expectación, todo… en un par de páginas .
Desesperación y terrorífico. Son las primeras palabras que me acuden a la mente para
describir esta novela. Estos son las dos emociones que más nos sacuden a lo largo de la
narración, sobre todo en las partes que corresponden al protagonista, Christian, un duque
con una inteligencia superior a la media, un genio de las matemáticas, que a causa de una
embolia cerebral (apoplegía) sufre daños en los centros del lenguaje del cerebro.
Aprisionado dentro de su propia mente, incapaz de comunicarse con sus semejantes, la
frustración se convierte en violencia y agresividad y termina encerrado en un manicomio.
Como lector vives de primera mano esa frustración, y el miedo permanente en el que
Christian vive lo respiras y lo sientes bajo tu misma piel. Eso lo hace un personaje atípico,
tan lejano de esos machorros a los que estamos acostumbradas en este tipo de novelas, en
los que él es ÉL, con mayúsculas, valiente, arrojado y sin miedo a nada. En este caso
Christian es totalmente vulnerable y dependiente, y se aferra a Maddy como a lo único que
puede salvarlo y sacarlo de esa pesadilla en que está viviendo. Ella es su única oportunidad
de conseguir, por lo menos, un pequeño rastro de normalidad en una vida que no es vida, si
no más bien una muerte horrible prolongada simplemente porque aun no ha dejado de
respirar.
Las descripciones de las terapias y tratamientos son absolutamente… ¿puedo repetir
la palabra terroríficos? Porque no creo que haya ninguna que se acerque más para
describirlos. Y eso que es un manicomio para ricos, algo que me hace no querer saber lo
que ocurría hace doscientos años en los sanatorios mentales que eran para pobres, porque a
su lado probablemente “Saw” se convertiría en un cuento infantil.
La protagonista femenina, Maddy, es una mujer adulta, hija de un matemático ciego
que ha mantenido una prolífica correspondencia con el duque a causa de sus
investigaciones, y un personaje muy especial por sus creencias religiosas. Ella es cuáquera;
consultad la Wikipedia si no sabéis qué es, hay un artículo bastante completo que a mí me
ayudó a comprender qué y quién es Maddy, y sobre todo hizo que entendiera ese estado de
“iluminación” al que llega y que la impulsa a ayudar a Christian.
Maddy empieza a trabajar en el manicomio que dirige su primo Edward, y allí se
reencuentra con el duque, ahora convertido en mucho menos que humano y poco más que
un animal, y emprende muy decidida la tarea de ayudarlo, algo que acabará chocando
violentamente contra sus profundas creencias religiosas y que hará que se vea obligada a
tomar decisiones que marcarán su vida para siempre.
Una novela inolvidable e intensa, con unos protagonistas muy distintos a lo que
estamos acostumbradas, con una narración fluida que te envolverá y te adentrará
fácilmente en la mente de los personajes, haciendo que vivas como si fueran tuyos cada uno
de sus miedos, dudas, y decisiones.
Totalmente recomendable.