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Artículo de opinión

La delegación de firmas: ¿Una práctica conveniente o un riesgo


para la autenticidad?
Autor: Jimena Ruth Chaiña Castillo

T enemos conocimiento que la delegación de firmas es un procedimiento común en el


mundo de los negocios y la administración pública, que está regulado en el Texto
Único Ordenado de la ley 27444, lo cual esta permite a una persona autorizada firmar
documentos en nombre de otra. Esta práctica ha sido ampliamente aceptada y utilizada en
diversos contextos, con el fin de agilizar trámites, facilitar la toma de decisiones y mejorar la
eficiencia en la gestión.

Sin embargo, la delegación de firmas también plantea importantes cuestiones éticas y legales
que deben ser cuidadosamente consideradas. En primer lugar, está el tema de la autenticidad.
La firma de una persona es su firma única y personal, y es considerada una manifestación de
su voluntad. Cuando se delega la firma en otra persona, se corre el riesgo de que se utilice de
manera indebida o fraudulenta, lo que puede llevar a situaciones de falsificación o
suplantación de identidad.

Además, la delegación de firmas puede generar problemas de responsabilidad. Si una persona


delega su firma en otra y esta última comete algún acto ilícito o perjudicial, ¿quién será
considerado responsable? ¿La persona que delegó la firma o la persona que la utilizó de
manera inapropiada? Estas son preguntas complejas que pueden generar disputas legales y
dificultar la determinación de la responsabilidad.

Por otro lado, la delegación de firmas también puede afectar la transparencia y la rendición de
cuentas. Si una persona firma documentos en nombre de otra, puede resultar difícil rastrear
quién realmente tomó la decisión y quién es responsable de ella. Esto puede generar un
ambiente propicio para la corrupción y el abuso de poder, ya que las acciones pueden quedar
ocultas bajo la firma de otra persona.

Es importante destacar que la delegación de firmas no debe ser un procedimiento automático


o generalizado, sino que debe ser utilizado de manera excepcional y bajo estrictos controles y
salvaguardias. Las organizaciones y las instituciones deben establecer políticas claras y
procedimientos rigurosos para garantizar que la delegación de firmas se realice de manera
segura y legal.

Tal fue el caso de XYZ Company, uno de los ejecutivos de alto rango, el Sr. A, tenía la
facultad de delegar su firma en otros empleados para agilizar el proceso de aprobación de
transacciones financieras. Esta práctica, en principio, tenía como objetivo aumentar la
eficiencia y la productividad de la empresa. Sin embargo, el Sr. A utilizó esta delegación de
firmas de manera fraudulenta y en beneficio propio.
Artículo de opinión

Aprovechando su posición de poder, el Sr. A delegó su firma en varios subordinados, quienes


desconocían sus intenciones maliciosas. Utilizando la firma delegada, el ‘Sr. A’ autorizó
transferencias de fondos a cuentas bancarias ficticias controladas por él mismo. Además,
falsificó documentos para encubrir sus acciones, dificultando aún más la detección del fraude.

El engaño continuó durante varios meses, hasta que se produjo una auditoría interna rutinaria
en la empresa. Durante la auditoría, se descubrieron discrepancias en los registros financieros
y se detectaron transacciones sospechosas. A medida que se profundiza la investigación, se
reveló el fraude perpetrado por el ‘Sr. A’ a través de la delegación fraudulenta de firmas.

Este acto causó pérdidas financieras significativas debido a las transferencias fraudulentas
realizadas por el ‘Sr. A’. La confianza de los clientes y los inversores se vio afectada
negativamente, lo que provocó una disminución en los negocios y la reputación de la
empresa. Destaca la importancia de contar con controles estrictos, políticas claras y una
cultura ética sólida para prevenir el fraude y proteger la integridad de una organización. La
delegación de firmas debe ser una práctica cuidadosamente regulada y supervisada para evitar
su mal uso y proteger la autenticidad y la transparencia en los procesos empresariales.
Además, los empleados de la empresa quedaron impactados por el descubrimiento del fraude.
Aquellos que habían sido engañados para utilizar las firmas delegadas se enfrentaron a
posibles consecuencias legales y profesionales. La reputación personal y la carrera de estos
empleados quedaron manchadas por su participación involuntaria en el fraude.

En conclusión, si bien la delegación de firmas puede ser una herramienta útil para agilizar la
gestión y facilitar trámites, también plantea importantes riesgos en términos de autenticidad,
responsabilidad y transparencia. Por lo tanto, es fundamental que se implementen
mecanismos adecuados de control y supervisión, y que se promueva una cultura de ética y
responsabilidad en el uso de esta práctica. Solo así se podrá garantizar que la delegación de
firmas sea una herramienta confiable y legítima en el ámbito empresarial y público.

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