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Perspectiva Social.

2°año ISFD N° 168


Profesor Germán Castellá

EUGENISMO

Qué es el eugenismo
El eugenismo es el movimiento político e ideológico que predica una mejora
cualitativa, biológica, “natural” de la población, frente a la mejora moral, económica
o “cultural”.
A esa mejora la bautizó como “eugenesia” Sir Francis Galton, palabra que,
literalmente, significa “ciencia del buen nacer”. Los mecanismos para conseguirla
pueden ser “positivos” (por el fomento de la reproducción de los “más aptos”) o
“negativos” (por las trabas o la incapacitación a los “menos aptos” para que no se
reproduzcan).

Portada de People (April 1931)


Sus antecedentes son, en general, todas las naturalizaciones pseudocientíficas de
la desigualdad humana (véase aquí el degeneracionismo). Esta desigualdad es
utilizada como criterio para decidir qué personas convienen o no a la sociedad, al
Estado o a la nación. Esta naturalización puede encontrarse incluso en La
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República de Platón. Lo que da tanta fuerza al eugenismo es una combinación


peculiar:
• Esta vez, las diferencias humanas se van a explicar con una teoría biológica
reciente y muy poderosa: la teoría de la evolución de las especies (Francis
Galton es primo carnal nada menos que de Charles Darwin);
• Desde sus orígenes, el eugenismo tiene vocación política, es decir, no se
limita a apelar al conocimiento o a la moral, sino que pretende que los propios
Estados adopten medidas que lo favorezcan. Se trata del fundamento
“científico” de políticas de población en toda regla.
Para conseguir el tipo de progreso predicado por los eugenistas, la vía principal es
el cuidado y la selección de la “calidad” de las poblaciones, cosa que se puede
conseguir interviniendo en todos los fenómenos demográficos: los nacimientos, las
defunciones o las migraciones. Las medidas políticas adecuadas pueden ser, por
tanto, muy diversas:
• Reglamentar qué parejas pueden formarse, previo examen de su aptitud
eugenésica. Pueden imponerse, por ejemplo, certificaciones de
“aptitud matrimonial”, como se hizo en muchos países americanos. También
pueden prohibirse las uniones e, incluso, las relaciones sexuales, con
personas pertenecientes a etnias “malas”, como ocurrió en los inicios de la
Alemania nazi (los judíos que tenían relaciones con alemanes podán ser
condenados a muerte), en EEUU hasta hace escasas décadas (existían
leyes prohibiendo a los negros tener relaciones con las mujeres blancas),
pero ocurre hoy también en Israel (existen sentencias sobre abusos en que
se considera un agravante que el abusador fuese palestino).

• Fomentar la inmigración desde países con una población “mejor”. Esta


fue la política poblacionista de muchas excolonias, que temían un exceso de
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composición “nativa” en su raza. Muchos países de América latina tuvieron


políticas estatales de captación de inmigrantes europeos y freno a la
inmigración asiática, pero también Australia ha mantenido esa política
muchísimo tiempo. Hoy, basada esta vez en criterios socioeconómicos, está
cada vez más extendida.
• Evitar la inmigración desde países con “peor población”, la otra cara de
la misma moneda. Probablemente el caso más importante sean las leyes
estadounidenses de 1924, que fijaban un número máximo de inmigrantes y
lo distribuían según “cupos” más o menos grandes según la conveniencia del
país de origen. En ellas tuvo un peso fundamental la presión antiinmigratoria
de los sectores eugenistas nacionales. Estas primeras leyes establecieron
los cupos según los países “originarios” de la constitución del país, primando
los europeos del norte. Pero EEUU llegaría a establecer después cupos
según las notas medias extraídas en los tests de inteligencia por cada
nacionalidad (ver Coeficiente de inteligencia y eugenismo).
• Esterilizar a quienes presentan características físicas o mentales poco
convenientes y que podrían transmitirse hereditariamente (en este caso han
sido leyes de esterilización obligatoria las que se han utilizado en los países
más avanzados). El país más conocido por tales prácticas fue la Alemania
nazi, pero su legislación estaba basada en la estadounidense, la primera, en
realidad, en ser aprobada, y los países nórdicos han mantenido este tipo de
esterilizaciones hasta la década de los setenta (Ver el post sobre la
esterilización forzosa en EEUU)
• El aborto preventivo de discapacidades hereditarias. Todavía quedan
restos de esta práctica en las leyes actuales (el “eugenésico” es todavía uno
de los supuestos legales que justifican el aborto en muchos países, incluída
España).
En los manuales de sociología o en los libros de historia se recuerda frecuentemente
que en cierta época las ciencias sociales, deslumbradas por Darwin y su teoría de
la evolución, tuvieron facciones “biologistas”, como el propio “darwinismo social”. Se
trataría de corrientes meramente teóricas e intelectuales, que hoy pueden
estudiarse en los libros como curiosidades históricas. Sin embargo a finales del siglo
XIX y hasta el final de las segunda guerra mundial el eugenismo fue una posición
intelectual hegemónica y prácticamente universal, compartida en sus distintas
versiones por la práctica totalidad del espectro político. Fueron eugenistas
Winston Churchil, Bernard Shaw, J.M. Keynes, Henry Ford, Theodore Roosevelt,
el movimiento libertario ibérico y los nazis alemanes. Durante la guerra civil
española eran eugenistas el Consejero de Sanidad del Gobierno de Cataluña, un
anarquista, y Antonio Vallejo Nájera, el Director de Prisiones Militares nombrado por
Francisco Franco.
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Tras su derrota en la segunda guerra mundial, la constatación de las atrocidades


cometidas por Alemania en nombre la mejora biológica de la población desprestigió
esta corriente y en todas partes sus defensores reconsideraron sus creencias o,
simplemente, dejaron de tener el gran predicamento político y el apoyo económico
e institucional de las décadas anteriores. Después vino un gran silencio
historiográfico, hasta el extremo de que muy poca gente ha oído hablar nunca del
eugenismo. Sin embargo, estas ideas jugaron un papel fundamental en el desarrollo
de la demografía, y ya va siendo hora de revisar la falsa imagen de “asepsia” y
neutralidad ideológica que tiene nuestra disciplina.
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EL EUGENISMO DE ROOSEVELT

Para el archivo de documentos relacionados con los temas de este blog, esta vez
sobre el eugenismo, incluyo una notable carta enviada por Theodore Roosevelt, en
ese momento presidente de los Estados Unidos, a su compatriota Charles
Davenport, uno de los más influyentes eugenistas del mundo. Davenport había
fundado la Eugenics Record Office, fue un señalado personaje público que ejerció
como consultor en multitud de lobbies, comisiones o proyectos oficiales implicados
en las leyes sociales, migratorias, o académicas, y promovió la asociación y
organización internacional entre expertos y notables eugenistas de multitud de
ámbitos de conocimiento.
Esta carta es una de las pruebas más elocuentes para quienes califican al propio
presidente norteamericano como eugenista, o algo peor. No voy a entrar en ese
debate, pero me parece necesario señalar que no se entenderá nada de nuestro
pasado si lo revisamos siempre con una visión maniquea que todo lo reduce a
buenos y malos, como están haciendo los fundamentalismos religiosos de todo cuño
con tal de erigirse en únicos defensores de la vida y la moral. Roosevelt no fue Hitler,
y su carta debe ponerse en contexto, junto al resto de su obra política.
Por mi parte, me limito a presentar la copia en formato gráfico y también mi propia
traducción de la carta al español, precisamente porque creo que se trata de un
documento que conviene conocer. Pone de manifiesto la coartada del “interés
nacional” que casi siempre subyace a las políticas de población de todo signo. Poco
o nada tiene que ver con las decisiones individuales sobre cuándo y con quién se
forma pareja, se tienen los hijos o se ponen frenos al embarazo o a la gestación,
especialmente en los casos de malformaciones o problemas congénitos detectados
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antes del nacimiento. Permitir a las personas tomar tales decisiones en las mejores
condiciones, según sean sus intereses y los de sus hijos, no es lo mismo que legislar
para que lo hagan en función de los “intereses generales” interpretados por la
ideología de los que gobiernan.
Imagen en Eugenics Archive, sitio absolutamente obligado para cualquiera que
quiera conocer la historia del movimiento eugenista en Estados Unidos
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TRADUCCIÓN DE LA CARTA:
The Outlook
287 Fourth Avenue New York Lawrence
3 de enero de 1913.
Mi estimado Mr. Davenport:
Estoy muy interesado en los dos memorandos que me ha enviado. Son muy
instructivos y, desde el punto de vista de nuestro país, muy preocupantes. Usted
dice que estas personas no son responsables de sí mismas, que son
responsabilidad de la “sociedad”. Coincido con usted si quiere decir, como supongo,
que la sociedad no tiene beneficio en permitir que los degenerados se reproduzcan.
Es realmente extraordinario que nuestro pueblo se niegue a aplicar a los seres
humanos conocimientos tan elementales como los que cualquier granjero eficiente
debe aplicar a su propia ganadería. Cualquier grupo de ganaderos que permitiese
no criar a sus mejores ejemplares y dejase que todo el aumento proviniese de los
peores, sería tratado como candidatos a ingresar en un sanatorio. Sin embargo,
fallamos en entender que esa conducta es racional comparada con el
comportamiento de una nación que permite la reproducción ilimitada de sus partes
física y moralmente peores, mientras alienta o se confabula con el egoísmo frío o el
sentimentalismo retorcido como el criterio a partir del cual los hombres y las mujeres
deben casarse, tener familias numersas si ya son casados, permanecer solteros, no
tener hijjos o tener sólo uno o dos. Algún día nos daremos cuenta de que el primer
deber – el deber ineludible – del buen ciudadano del tipo correcto es dejar su sangre
tras de sí en el mundo, y que no nos conviene permitir la perpetuación de los
ciudadanos del tipo equivocado. En absoluto.
Faithfully yours,
(Signed, ‘Theodore Roosevelt’)
Charles B. Davenport, Esq.,Cold Spring Harbor, L.I.
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EL “MEJOR BEBÉ” Y EL EUGENISMO


El eugenismo tuvo un papel importante en la educación popular para la salud de
los hijos en EEUU. En las primeras décadas del siglo XX, la pediatría apenas existía
y la mortalidad infantil todavía era elevada. Las ferias estatales estaban de moda,
manteniendo la tradicional función comercial pero con presencia creciente de todo
tipo de innovaciones y “modernidades”. Se convirtieron en un lugar ideal para los
concursos de bebés, con los que se perseguía imbuir en los padres, especialmente
las madres, la forma correcta de formar una familia y tener hijos.
Este tipo de concursos existió en muchos otros países, y sus restos aún son visibles
en concursos “de belleza” infantil o adolescente por todo el mundo. Pero lo evaluado
en los “Better Baby Contests” no era sólo el aspecto físico. Los bebés eran
examinados también con parámetros médicos y psicológicos.
El lado propagandístico y “presentable” eran unos locales luminosos, llenos de
profesionales en bata blanca y cientos de parejas acompañando orgullosas sus
bebés bien alimentados y lustrosos. Todos se sentían partícipes del “progreso”. Por
detrás está la discriminación al “diferente” y, sobre todo, al “no apto”. En el caso del
eugenismo estadounidense esta discriminación se consideraba “natural” porque sus
principales corrientes eran darwinianas y creían estar juzgando los genes; nada
podían la cultura o la educación frente a las taras presentes en los genes.
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Concurso de 1931en el Indiana State Fair


Esta no es la única corriente eugenista de la época, porque en el ámbito franco-
hispano, incluyendo parte de América Latina, el eugenismo era principalmente
lamarkiano y consideraba transmisibles a la siguiente generación las mejoras
conseguidas mediante la adecuada crianza.

Georgia State Fair 1924


Por el contrario, el eugenismo darwiniano consideraba inalterable el contenido de
los genes heredados, así que sólo resultaba posible mejorar la calidad poblacional
poniendo freno a la reproducción de los “tarados” y fomentando la reproducción de
los “más aptos”. En eso coincidía con las principales corrientes del eugenismo
alemán, y de hecho las leyes de esterilización obligatoria aprobadas en EEUU
(probablemente la primera en el mundo es la de Indiana, en 1907) sirvieron de
modelo a las aprobadas por los nazis.
Se entiende así que, además de premiar bebés, se organizasen también premios a
“las familias más aptas”. Muchos países habían aprobado leyes que regulaban
quién podía casarse y quien no, o qué combinaciones de genes no eran admisibles
para la calidad racial nacional (puedes ver aquí un post sobre los certificados
prematrimoniales promovidos por el eugenismo)

Autor: Julio Pérez Díaz

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