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EL EJÉRCITO REALISTA DE NUEVA ESPAÑA, 1810-1821

de los oficiales dirigido contra los insurgentes, estaban influenciados por su educación militar y el
estudio general de la teoría, estrategia y tácticas de la guerra. Ahora con la experiencia de un conflicto
destructivo de las clases populares y algunos criollos contra los gachupines, los oficiales desarrollaban

< un deseo por la batalla definitiva en la que el ejército novohispano aplastaría la multitud de enemigos
insurgentes. También, buscaban una venganza rigurosa para escarmentar a los cabecillas de la insur-
gencia y a los eclesiásticos quienes se habían erigido en sus directores intelectuales.
A pesar de su educación militar, durante la mayoría de la década de conflicto los oficiales
de las fuerzas realistas tu~ieron gue aerender nuevas tácticas y fOrmas de la guerra. Es interesante
observar que en general los oficiales y soldados criollos respondían mejor a los desafíos de un con-
flicto tan confuso que muchos de los comandantes y oficiales gachupines con mucha mayor expe-
riencia en las guerras de Europa y África. En cuanto a las tres batallas famosas de la primera época
de la guerra, Aculco, Guanajuato y Puente de Calderón, las victorias realistas parecieron confirmar
el viejo sistema europeo de infantería utilizando formaciones lineares, caballería y artillería. Como
señalaremos más adelante, la caballería y los dragones montados jugaron un papel sobresaliente por
la geografía y la naturaleza y modo de operaciones militares en la Nueva España. También, Calleja,
Cadena y los otros soldados del ejército colonial aprenderían que la experiencia con las armas, la
posesión de fusiles con sus municiones y bayonetas, y el conocimiento de evoluciones militares, les
servían para batir las formaciones rebeldes muy numerosa~, pero que carecían de toda disciplina,
armas o conocimientos militares. El Ejército de Operaciones del Centro, que constaba de 5 500 a 6
000 tropas, consistía en su mayor parte de tropas de línea (regulares) y milicias provinciales de las
unidades que tenían experiencia, alguna disciplina, y moral o espíritu militar." Armadas con hondas,
flechas, lanzas, y muchos con piedras y palos, las fuerzas grandes de Hidalgo, Ignacio de Allende, y
los otros comandantes del lado revolucionario no tenían esperanza alguna. Continuaba en las filas la
gente de la insurrección -que incluían a miles de mujeres y niños- porque buscaban pillaje y antici-
paban una cadena continua de victorias y aventuras. Descubrieron prontamente los pocos oficiales ~
rWlici~ de las unidades de Guanajuato, Celaya, La Reina, Valladolid, Pátzcuaro y Nueva Galicia
que se habían unido al bando rebelde, que estaban hpndidos en una horda caótica de indios y castas
c..9mbatjeDtes~ no combatientes.
La así llamada batalla de AcuIco, del 7 de noviembre de181O, comenzó a las nueve de la
mañana y duró más o menos una hora, terminando con un retiro precipitado en el que los rebeldes
perdieron toda su artillería incluyendo dos cañones capturados en la confrontación en Monte de la
Cruces, y las municiones o 120 cajones de pólvora. Además, abandonaron sus equipajes -once carrua-
jes, utensilios, y algunos de sus preciosos fusiles. Aunque Calleja envió a su caballería para perseguir
a Hidalgo, a Allende y a otros cabecillas insurgentes todos escaparon por la tierra escabrosa de la
región. La pérdida de las fuerzas realistas era un dragón muerto y un granadero herido." En cuanto a
los rebeldes, Calleja publicó en la Gazeta de México un despacho propagandístico del frente de batalla
en el que estimó 10 000 insurgentes muertos, heridos y prisioneros. Como aclaración, la justicia de
Aculco, Manuel Perfecto de Chávez, informó a Calleja que los números reales de víctimas insurgentes
eran ochenta y cinco muertos y cincuenta y tres heridos." La batalla de Guanajuato, que en realidad

27. Véase por ejemplo el "Estado General que manifiesta la fuerza con que marcha el Exército de Operaciones para San Juan del Río,"
Quéretaro, 12 de noviembre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 170.
28. Calleja a Venegas, Campo de Acu1co, 7 de noviembre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 170; y Lucas Alarnán, Historia de Mexico, 1: pp.
493-498; Y Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la revolución Mexicana, 3 tomos, México, Ediciones de la Comisión
Nacional para la Celebración del Sesquicentenario de la Proclamación de la Independencia Nacional, 1961, 1, pp. 76-80.
29. Manuel Perfecto de Chávez a Calleja, Aculco, 16 de octubre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 180.

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no fue una batalla, seguiría el modelo similar de Aculco y otras batallas de derrotas y fugas por las
fuerzas enormes rebeldes."
Para los realistas que anticipaban una batalla definitiva, la gran colisión del 17 de enero de
1811, en el campo del puente de Calderón cerca de Guadalajara tenía todos los elementos necesarios.
Sin embargo, los comandantes del Ejército del Centro s<?darían cuenta de que una &,uerrainsurgente
no produce conclusiones definitivas. En seis horas el ejército realista de 6 000 tropas atacó a un gran
ntfmero de rebeldes que Calleja estimó muy liberalmenre en cerca de 100 000 hombres con ochenta
piezas de artillería. El conde de la Cadena murió "traspasado de heridas" cuando se separó por sí solo
después de tomar la gran batería rebelde y con el enemigo ya puesto en fuga." El general de caballería
Miguel de Emparán fue herido gravemente en la cabeza. Las bajas del ejército del rey en el campo de
batalla incluyeron cuarenta y cinco muertos, 102 heridos y diez extraviados." Muchos de los heridos
sufrieron contusiones causadas por flechas y piedras y no por las balas de cañón o fusiles. Aunque los
insurgentes perdieron muchas tropas antes de su fuga del campo, ninguno de los documentos contenían
listas de muertos y heridos."
Vencedor de una victoria fabulosa si aceptamos las cifras de Calleja sobre los números de
insurgentes en la batalla, se puede pensar que el jefe realista celebraría su obra con gran entusiasmo.
Sin embargo, en sus despachos al virrey, Calleja se quejó de:"

[... ] que estas tropas [los realistas 1 se componen en general de gente visoña poco o nada imbuida en los
principios de honor y entusiasmo militar, y que solo en fuerza de la impericia cobardía y desorden de los
rebeldes ha podido presentarse en batalla del modo que lo ha hecho en las ocasiones anteriores, confiada
siempre en que era poco o nada lo que arriesgaba: pero ahora que el enemigo con mayores fuerzas y
más experiencia ha opuesto mayor resistencia la he visto titubear y a muchos cuerpos emprender una
..
fuga precipitada que habría comprometido el honor de las armas .

Siempre egocéntrico, Calleja describió su papel heroico animando a las tropas que habían
comenzado un retroceso en desorden, " ... hasta mi presencia y disposiciones volvieron la confianza

1~
y restablecieron el orden"." Enfermo con problemas crónicos de estómago, en el momento de su
victoria, el general realista reconocía la fragilidad de la causa de España. Comentó: "Cien batallas gue
ganemos nada nos asegura, pero una que perdamos pierde el reino para sicmnre"." También Calleja
se dio cuenta de que un estado de insurgencia quería decir que las batallas grandes y las medianas no
terminarían una guerra fragmentada, en que los cabecillas y sus gavillas utilizaban las reglas clásicas
de la guerra pequeña -el de guerrillas y bandoleros.

CONTRAlNSURGENCIA

El gran problema desconcertante para los realistas era el desarrollo y multiplicación de las gavillas
pequeñas de guerrillas en muchas de las provincias y distritos de la Nueva España. Como los solda-

30. Lucas Alamán. Historia de México ... , 2: pp. 45-55.


31. Calleja a Venegas, Campo sobre el Puente de Calderón a legua de Zapotlanejo. 17 de enero. 1811. Y Campo de Zapotlanejo, 18 de
enero, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 171.
32. Lista de los bajos realistas, 17 de enero, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 171. En su carta del 18 de Enero, alleja mencionó sesenta
muertos y noventa heridos.
33. Lueas Alamán, Historia de México, 2: pp. 129
34. Calleja a Venegas, 18 de enero. 1811. AGN-MEX, OG. vol. 171.
35. Calleja a Venegas, 18 de enero. 1811, AGN-MEX, OG, vol.171
36. Calleja a Venegas. Acámbaro, 27 de noviembre, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 195.

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dos del rey descubrirían, esta forma de insurgencia más que las grandes formaciones rebeldes eran la
que causarían dificultades insolubles y finalmente después de 1816, el debilitamiento que rompería la
capacidad combativa. Desde las primeras semanas de la rebelión, las columnas de tropas realistas no
podían descubrir la ubicación de sus enemigos. Frustrado, en noviembre de 1810, el brigadier Cruz
se quejó al virrey: "Es en vano, Excmo. Señor, cuantas diligencias practico para adquirir noticias de
los enemigos. Nadie sabe su paradero"." Reconociendo los lazos entre las poblaciones de pueblos,
haciendas, y ranchos con las bandas de insurgentes y bandidos activos, Cruz y otros comandantes
realistas prontamente buscaron nuevas soluciones. Primero, organizaron divisiones o destacamentos
volantes de caballería ligera para perseguir y destruir a los guerrilleros y las poblaciones que los so s-
tenían." Introduciendo un programa de "a fuego y sangre," los comandantes de los destacamentos
volantes como el capitán Ángel Linares, recibían órdenes para imponer " duros y severos castigos
a los rebeldes que pueda encontrar." El objetivo de las expediciones era " recoger las armas de toda
especie, municiones y caballos: destruir las fraguas de todos los pueblos, aprehender a la canalla que
aun esparce el germen de discordia, y hacer saludables y ejemplares castigos con-los perversos que
lo merezcan.'?" Cuando el virrey le preguntó su opinión sobre demoler las fraguas y por lo tanto la
industria de la región, Cruz contestó: "Yo bien conozco que es duro privar a un infeliz artesano de los
medios de su subsistencia; pero también veo que en los yunques de estos mismos artesanos se han
fabricado lanzas contra las tropas del Rey".40 Estos métodos, la reconcentración de las poblaciones
de pueblos enteros y la formación de villas con parapetos y baluartes, tenían el objetivo de desocupar
el campo. Las tropas podían matar a todos los hombres o mujeres donde los encontraban si se halla-
ban fuera de estas comunidades fortificadas. Por ejemplo, en 1816, después de años de insurgencia
centrados en la isla de Mezcala y los pueblos del litoral del lago de Chapala, la puesta en marcha por
Cruz, Capitán General de la Nueva Galicia, de esta áspera y destructiva estrategia contrainsurgente,
. permitiría que el ejército realista obtuviera la victoria. D.esafortunadamente, esta victoria se 10gró,3
-¡ '>. costa de la destrucción total de la econo!!!ia regional y)a vida social de la ~~ción.41
Durante la etapa temprana de las rebeliones de los curas Hidalgo y José María Morelos, pode-
~ ~
< mos co~cluir que l~ c~ntrainsurgencia. d~ .Ios realistas se awox.i~naba a uº~ forma de ~errorism~ tan
destructiva que no dejaba muchas posibilidades de reconciliación. En noviembre de 1810, el virrey
Venegas infonnó a C!,uz que en su opinión, los autores de la matanza de prisioneros gachupines en
G7Ianajuato, " ... son por tanto dignos de que muriesen fritos en aceite"." Con rumores de atrocidades
contra soldados realistas, Cruz escribió al virrey, "Ya no es posible Excmo. Señor sufrir más de esta vil
canalla y solo un exemp1arísimo terror ha de hacer entrarles en su deber." El uso de la palabra "terror"
no era seleccionado en este caso como una amenaza frívola. En su instrucción a los comandantes de los
destacamentos volantes. Cruz ordenaba " ... aproycGhe el terror par~ animar a los vecinos a permanecer
-
37. Cruza Vencgas, Huehuetoca,17 de noviembre,18\0, AGN-MEX,aG, vol. 14L
38. Christon1.Archer."Fighting forSmall Worlds:WarsofthePeopleduringthe Independence ErainNewSpain, 1810-1821," Cuadernos
de Historia Latinoamericana, núm.6 (1998), pp. 76-80; Archer,"LaCausaBuena:The Counterinsurgency Annyof NewSpainand
the TenYears'War",enJaimeE. RodríguezO. (ed.), The Independence of Mexico and the Creation of the New Nation, LosÁngeles.
UCLALatinAmericanCenterPublications, 1989, pp. 93-95; BrianR.Harnnett,Roots of lnsurgency: Mexican Regions, 1750-1824,
Carnbridge,CarnbridgeUniversityPress,1986, pp. 67-73; JuanOrtízEscamilla,Guerra y gobierno: Los pueblos y la independencia
de México, Sevilla,Universidad InternacionaldeAndalucía,1997, pp. 63-64; Y VirginiaGuedea,La insurgencia en el Departamento
del Norte: Las Llanos de Apan y la sierra de Puebla, 1810-1816, México,UNAM,1996.
39. Cruza Venegas,Huichapan, 1 dediciembre,J 810, Y Instruccióna quedebenarreglarse loscomandantesdelosDestacamentos Volan-
tes,diciembre,1810, AGN-MEX,aG, vol. 142.
40. Cruza Venegas,6 dediciembre,1810, AGN-I\1EX, OG,vol. 142.
-c;:::;.
4l. Véaseporejemplo,ChristonL Archer,"The Indian Insurgentsof Mezcala IslandontheLakeChapala Front, 1812-1816", en Susan
Schroeder(ed.), Native Resistance and the Pax Colonial in New Spain, Lincoln,Universityof NebraskaPress,1998, pp. 115-126.
42. Venegasa Cruz.28 denoviembre,1810, AGN-MEX.aG. vol. 141.

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fieles al Rel' manifestándoles las consecuencias de no serlo"." Cuando entró en el pueblo de Huicha-
pa;;-el :2 de diciembre de 1810, Cruz despachó un cuerpo volantes de 300 caballería, que" ... hace
justicia seca y muy repetida: pasan muchos rebelde por las armas y los deja colgados a la entrada de ¿~
los pueblos. Ya me he cansa~sufrir esta raza infame y vo a aterrorizarlos com letamente: dos t:3::;::
pueblos casi enteros he reducido a cenizas, y todas las haciendas de los salteadores"." En Celaya, el
día de Navidad de 1810, Cruz ordenó las ejecuciones de dieciséis prisioneros que " ... quedan colgados
de cuatro a cuatro en las únicas principales cuatro entradas del pueblo"." Calleja, un exponente de
la venganza cuando la consideraba necesaria, recomendaba a Cruz el uso de un elemento de cordura
con la población rebelde, a fin de que" .. .les quede siempre la esperanza de salvarse y de obtener el
perdón"." Aunque el virrey Venegas era de la opinión de que los malvados "no conocen otro freno
que el del rigor"," promulgó un cierto número de indultos para animarlos a rendirse. Como veremos,
después de 1816, el virrey Apodaca haría de su programa de amnistías una gran parte de su campaña
para terminar la guerra.
El problema con la contrainsurgencia en la Nueva España puede ser comparado con todas las
guerras de tipo similar en la historia moderna y particularmente con las del siglo veinte. En una guerra
fragmentada de muchas gavillas pequeñas de insurgentes y bandidos, el ejército contrainsurgente tenía
que cumplir una misión casi imposible. Para generales como Calleja y Cruz, la primera necesidad era
la de mantener los regimientos y batallones del ejército y protegerlos contra la tendencia a separar
destacamentos y compañías para crear guarniciones, convoyes, divisiones volantes, guardias y cuidar
muchas otras responsabilidades. Con una población esparcida en pequeños pueblos y rancherías, como ~ __
dijo el coronel Joaquín Márquez y Donallo, la gente, "no reconocen la soberanía sino mientras las ~
tropas pisan sus hogares"." En la Nueva España, desde el comienzo de la guerra hasta el fin en 1821,
casi todos los oficiales mayores se quejaban incesantemente de que no podían mantener la disciplina
o continuar la guerra sin el mando de todas sus compañías y escuadrones. De mayor importancia, la
erosión de las unidades destruyó los ejércitos de operaciones. En 1816, el brigadier Fernando Miyares
comentó al Ministro de Guerra en Madrid: "Es muy común en este país ver una reunión de tropas
que compongan 1 000 o 1 200 hombres, y pertenezcan a once o más distintos cuerpos. V.E. conoce
mucho mejor que yo que un cuerpo constituído de este modo es militarmente visto bien monstruoso.?"
Con la mayor parte de las tropas empleadas en otros deberes fuera de sus cuarteles, los comandantes
no podían responder a emergencias. Por su parte, los cabecillas insurgentes poseían la habilidad de
operar con pocos hombres o sin la presencia de fuerzas realistas de operaciones, y unir las gavillas
para formar fuerzas grandes y peligrosas de 6 000 a 10 000 insurgentes."

--, R~mento
Reconociendo estos problemas, en junio de 1811, desde Aguascalientes, Calleja presentó su )(
PoUtisº ~jlit¡Jr, un programa que adelantó el proceso de f!lilitarización de la sociedad
de ueva España y posiblemente prolongó la guerra." Calleja abrió su documento con u~~~

43. Instrucción a que deben arreglarse los comandantes de los Destacamentos Volantes, diciembre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 142.
44. Cruz a Calleja, Huichapan, 2 de diciembre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 140.
45. Cruz a Venegas, 25 de diciembre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 142
46. Calleja a Cruz, 5 de diciembre, 1810, AGN-MEX, OG, vol. 140.
47. Venegas a Teniente Coronel José Antonio Andrade, 24 de mayo, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 95.
48. Joaquín Marquez y Donallo al Virrey Francisco Javier Apodaca, Pueblo Nuevo, Pénjamo, 27 de enero. 1819, AGN-MEX, OG,
vol. 532.
49. Fernando Miyares y Mancebo a Francisco Xavier Abadía, 27 de febrero, 1816, Archivo General Militar de Segovia, España (AGMS),
Ultramar, legajo 226.
50. Véase Christon 1. Archer "The Indian Insurgents of Mezcala Island on the Lake Chapala Front, 1812-1816," en Susan Schroeder,
Native Rresistance and the Pax Colonial in New Spain ... , pp. 116-117.
51. Reglamento político militar que deberán observar bajo las penas que señala los pueblos, haciendas y ranchos a quienes se comunique
por las autoridades lejitimas y repectivas ... , Aguascalientes, 8 de junio, 1811, AGN-MEX, OG. t. 186.

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ción si no una mentira al decir que la insurrección estaba reducida a las actividades de bandidos y
delincuentes criminales. Puesto que el ejército no podía establecer una guarnición en cada pueblo,
hacienda o rancho, la población recibiría la misión de defenderse y pagar el costo de cuerpos urbanos
y rurales de caballería o infantería por contribuciones militares. Calleja explicó que las divisiones del
ejército estarían situadas en posiciones estratégicas para prestar asistencia a las milicias cuando los
malhechores formaran gavillas capaces de interrumpir el comercio, la agricultura, la minería o la vida
tranquila de los pueblos y distritos.
En cada pueblo o cabeza de partido, nombraría Calleja u otro jefe militar un comandante de
armas -<le ser posible un oficial que en su persona pudiera unir las jurisdicciones ordinaria (real) y
militar- el cual formaría el cuerpo de milicias y buscaría las lanzas, los machetes, hondas, piedras o
cualquier tipo de armas que existieran en la localidad. Cada compañía urbana de 100 o 150 milicianos
sería pagada por su servicio diario de un fondo de arbitrios provisionales. Los habitantes pagarían los
costos por un sistema de contribuciones forzadas con arreglo a la riqueza total de cada individuo" Para
supervisar el proceso de colección, cada cabildo nombratia una comisión o junta de arbitrios de tres
individuos y un tesoro para guardar los fondos. En las haciendas rurale~, el hacendado formaría una
compañía de cincuenta hombres mandada por un capitán, en haciendas pequeñas treinta hombres con
un alférez, y en ranchos un escuadrón de seis u ocho hombres con un sargento. Todas las compañías
tenían la responsabilidad de proteger los caminos, de arrestar personas sospechosas y de perseguir las
gavillas con la asistencia de otros milicianos urbanos y rurales. Con la excepción de estos milicjano~,
toda~ción tenía absolutamente prohibido llevar armas. Si los arrieros y otras personas requerían
el uso de una herramienta, recibían permiso para usar un hacha y un cuchillo corto sin punta."
Calleja no ignoraba la verdadera situación de la insurgencia, pero aprovechó la posibilidad de
obligar a la población a cumplir con su deber militar. Estas milicias que no costaban nada en dinero o
recursos del gobierno, dieron a los comandantes un nivel de defensa contrainsurgente muy importante
y un método de identificar el buen patriota de la causa buena, del malo. Una semana después de escribir
su Reglamento Político Militar, Calleja recibió noticias de que una gavilla de 3 000 hombres había
entrado a San Miguel el Grande y robado todas las armas de la ciudad. En esta ocasión preparó su
ejército para marchar rumbo a San Miguel, Dolores y Guanajuato. Esta vez, Calleja censuró a los jefes
realistas los cuales" ... no toman interés por otra cosa que por la particular defensa de sus provincias
sin querer concurrir a la de las demás" .54
Otros oficiales como el brigadier Cruz expresaron un grado de escepticismo sobre la aplica-
ción del Reglamento Político Militar. Calleja explicó que la guerra " ... ha venido a convertirse en una
guerra de ladrones que solo necesita algunas compañías que los persigan y aniquilen"." Cruz resaltó
su admiración por un plan "muy juicioso," pero en su opinión, el sistema de milicias urbanas y rurales
no había funcionado hasta el punto de que "la rebelión está reducida a cuadrillas de 50 a 100 hombres."
Cruz insistió en que primero las divisiones del ejército tenían que "aniquilar la chusma reunida en
diversos y distantes puntos." Su sistema que no incluía la posibilidad de confusión fue " ... el de pasar
cientos por las armas, diezmar pueblos, y hacer el nombre del soldado tan temible como la muerte
misma"." En los pueblos y haciendas, los subdelegados y jefes militares encontraron actitudes dife-

52. Reglamento político militar. .. , artículo 4. También véase Juan Ortiz Escamilla, Guerra y Gobierno: Los pueblos y la independencia
de México, p. 84.
53. Reglamento político militar, artículo 14.
54. Calleja a Venegas, Aguascalientes, 21 de junio, 181 1, AGN-MEX, OG, vol. 187. Sobre la falta de cooperación entre los jefes del
ejército realista, véase Brian R. Hamnett, Royalist Counterinsurgency and the Continuity 01' Rebellion: Guanajuato and Michoacán,
1813-20," Hispanic American Historiad Review, 62: I (Febrero, 1982), 30-34.
SS. Calleja a Cruz, 9 dejulio, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 145.
56. Cruz a Calleja, 21 de Junio, 1811; Calleja a Cruz, León, 10 de julio, 1810; Cruz a Calleja, 15 de julio, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 145.

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CHRISTON I. ARCHER

rentes dependiendo del estado de la guerra en el distrito o región. El capitán Antonio de Flon descubrió
en San Luis de la paz que los labradores de las haciendas tenían tanto miedo al ejército real como
a los insurgentes. Cuando Flon ordenó una reunión de mayordomos, rancheros y labradores para el
alistamiento de compañías, los pocos rancheros que aparecieron no causaron una buena impresión. En
su opinión eran "hombres absolutamente montarazes en lo general maliciosos, cobardes, de corazones
corrompidos." Flon explicó las ventajas del servicio a la causa buena del rey, pero "todos escucharon
con los brazos cruzados y los ojos en el suelo". 57
A pesar de los problemas en regiones montañosas y aisladas, el sistema de defensa local Q,e~
Calleja funcionaba para controlar los movimientos de las gavillas e impedir muchas de sus entradas
a los pueblos y haciendas. En algunas regiones, la combinación de las milicias urbanas y rurales con
la ayuda de las divisiones del ejército restauraban la paz y daban la impresión, si no la verdadera
situación, de que las fuerzas del rey lograrían la victoria. Sin embargo, detrás de las apariencias el
sistema de milicias costaba demasiado dinero y después de años de operaciones dañaba la agricultura,
el comercio, la minería y otras partes de la economía de los distritos y regiones.58 En cada provincia,
todas las clases de la población buscaban aliviar la militarización forzosa. En 1820 con la restauración
de la Constitución de 1812, las milicias urbanas del Reglamento Político Militar se volvieron ilegales
porque los artículos no permitían la existencia de juntas locales de arbitrios y contribuciones forzadas
de milicias. En un instante, los ayuntamientos de ciudades y pueblos en ca a rovincia terminaron I
contribuciones v desbandaron las compañías urbanas 'i rurales. En Querétaro por ejemplo, el brigadier
Domingo Luaces ya no tenía las tropas necesarias para las patrullas de la ciudad y pueblos del distrito.
Sin las tres compañías urbanas, para guarnecer la ciudad tuvo que retirar los destacamentos de tropas
regulares de la provincia." El retiro de estas milicias abría una herida mortal a la causa realista y al
ejército del rey. En poco más de un instante, la Constitución acabó con el sueño realista de una victQ!ia
definitiva. Cuando Agustín de lturbide proclamó el Plan de Iguala, la mayor parte de los comandantes
realistas se unieron al nuevo movimiento triunfador. -- "" -

¿VICTORIA INVERTIDA?

Con la derrota y captura del padre Morelos, el virrey Calleja (1813-1816) pudo proclamar que con
la excepción de algunos piquetes de bandidos criminales, la insurgencia había terminado. Informó
a su sucesor, Juan Ruiz de Apodaca (1816-21): "Tendré la incomparable satisfacción de poner en
sus manos las riendas de estos países no en los términos en que lo recibí, sino caminando ya a gran
prisa a su general sosiego'U" Como es bien sabido, Lucas Alamán y otros historiadores abrazaron
esta visión que en realidad se originaba en la propaganda y vanidad más que en las realidades de la

-
situación militar," Aunque Calleja y después Apodaca pudieron ganar algunas victorias y ofrecer listas
----
57. Antonio de F10n a Coronel Diego García Conde, San Luis de la Paz, 13 de agosto, 1811, AGN-MEX, OG, vol. 899.
58. A la ciudad de Querétaro lo es conducente para el buen orden, José Miguel Barriero, 8 de agosto, 1818, AGN-AGN, OG, vol. 511;
Para el ejemplo de Pachuca, véase Christon 1. Archer, Fighting for Small Worlds ... ", pp. 82-87; Y Archer, "The Counterinsurgency
Army and the Ten Years War. .. ," pp. 98-100.
59. Domingo Luaces a Virrey Conde de Venadito (Apodaca), Querétaro, núm. 202, 28 de agosto, 1820, AGN:OG, t. 51.
60. Calleja al Marqués de Campo Sagrado, núm. 11 reservada, 5 de septiembre, 1816,AGI, México, legajo 1322.

=>
61. LucasAlamán, Historia de México 4, pp. 476-477. Véase por ejemplo, Timothy E. Anna, The Fall of the Royal Government in Mexico
City, Lincoln, University of Nebraska Press, 1978, p. 181; Doris M.Ladd, The Mexican Nobility at lndependence, 1780- 1826, Austin,
University ofTexas Press, 1976, p. 117; Y Eric Van Young, "Islands in the Storm: Quiet Cities and Violent Countrysides in the Mexican
Independence Era:' Past and present núm. 118 (February, 1988), pp. 132-33. También véase Julio Zárate, La Guerra de
en Vicente Riva Palacio (ed.), México a través de LossigLos, México, Editorial Cumbre, 1967,3: p. 522. Es interesante que Julio Zárate
no aceptó las ideas de Alamán y dijo que la revolución continuó sin un periodo de calma.

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EL EJÉRCITO
REALISTA
DENUEVAESPAÑA,1810-1821

de insurgentes indultados al gobierno imperial, no mencionaban que algunos de estos hombres tenían
cinco nueve ele~amnistía. Durante el gobierno de Apodaca, el indulto se convirtió en
poco más que una licencia para la libertad de rebeldes, los cuales entraban inmediatamente a las filas
de las fuerzas realistas. Calleja explicó a Apodaca que los rebeldes de las fortalezas de Sierra Colorada,
Silacayuapan, Cóporo, Isla de Mezcala en el lago de Chapala, y en otros puntos, "viven y operan sin
plan ni concierto entre si, y las más veces desnudos haciéndose cruel guerra y buscando por asilo
contra sus asechanzas y nuestra persecución=? En realidad, el ejército realista no tenía los hombres,
el espíritu ni la fortaleza para continuar las campañas debilitantes en territorios de clima malsano.
Calleja quería culpar de estos fracasos a los comandantes realistas que no habían destruido los nidos
de rebeldes en el momento de su formación.P
En lugar de un periodo de calma en la guerra (o en inglés "the lull") entre 1816 y 1820 que
describió Alamán, cuya versión ha convencido hasta ahora a generaciones de historiadores, podemos
identificar un periodo de declive casi imperceptible pero continuado en el ejército del re~ de Nue"y'a
España. Muchas veces los oficiales y las tropas no recibían sueldos, ni paga. ni prest. Las campañas
có'J'l'tralas fortalezas rebeldes fracasaban y en 1819, los insurgentes de la provincia de Veracruz una
vez más bloquearon el camino a Jalapa durante meses y cortaron las comunicaciones y el comercio.
Además, las relaciones entre los soldados peninsulares expedicionarios y los criollos novohispanos ~e
volvían menos amistosas. Tumultos en los cuarteles y en las pulquerías, insultos y riñas durante las
patrullas ilustran que los años de calma antecedían a la tormenta. ¿Y qué pasaba con la victoria defini-
tiva del ejército realista? Con Agustín de Iturbide y el Plan de Iguala, los oficiales del rey ganarían una
victoria in.vertida. En el imperio de Iturbide y en la república mexicana cosecharían sus recompensas y
continuarían las carreras militares y políticas durante las primeras décadas de independencia nacional.

ARCHlVOS
y COLECCIONES
DOCUMENTALES

Archivo General de la Nación, México


Historia
Operaciones de Guerra
Indiferente de Guerra
Archivo General de Indias, Sevilla, España
Méjico
Archivo General de Simancas
Guerra Moderna
Archivo General Militar de Segovia, España
Ultramar

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