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El mito de Pangu y la creación de la Tierra.

La mitología china siempre ha sido muy atractiva para nosotros los occidentales.
Los chinos cuentan con multitud de historias y cuentos chinos para explicar
muchos fenómenos de los que aún no tenemos respuesta. El mito de Pangu es un
pequeño cuento chino que explica la creación del universo con la metáfora del
nacimiento de un gigante.

Cuenta la leyenda, que al principio de los tiempos, el universo tenía la forma de un


gran huevo, sin nada a su alrededor. Flotando el vacío, en total quietud,
engendraba en su interior a un gigante llamando Pangu, más tarde conocido
como el creador del universo. Tras más de dieciocho mil años de reposo e
incubación, Pangu, el gigante dormido, comenzó a sacudir las cáscaras del huevo
que lo encerraba. Con miedo y ansioso por ver lo que esperaba, asestó un
fuerte golpe que terminó por romper la que había sido su prisión durante
miles de años.

Cuando Pangu consiguió romper el huevo que lo contenía se crearon, al mismo


tiempo, el Cielo y la Tierra. Poco a poco, todos los elementos puros y ligeros
fueron ascendiendo hasta el cielo, mientras que las cosas pesadas e impuras
continuaron su descenso hasta estancarse en la tierra, formando los terrenos
que hoy conocemos.

La creación de este nuevo mundo, precioso y colorido a los ojos del joven pero
milenario Pangu, emocionó al gigante hasta tal punto que decidió utilizar su
inmenso cuerpo y su inconmensurable fuerza para asegurarse de que el Cielo
y la Tierra nunca volvieran a unirse, y que él nunca volvería a quedarse
atrapado en la total oscuridad de su prisión oval.

Interponiendo su cuerpo entre el Cielo y la Tierra, Pangu siguió creciendo durante


otros dieciocho mil años, ampliando la distancia entre ambos mundos. Finalmente,
agotado pero feliz, el cuerpo de Pangu quedó sin energías y su vida pasó a
construir el mundo que hoy conocemos. Su último haliento se convirtió en las
nubes del cielo; su voz dio nacimiento a las tormentas y los truenos; sus ojos son
hoy la luna y el sol; su robusto cuerpo queda representado a las impetuosas
montañas que nos rodean; sus dientes y huesos se convirtieron en preciosos
metales y piedras que encontramos en nuestro subsuelo; su curtida piel pasó a
crear las plantas y la vegetación que conocemos.

Dice el mito de Pangu que, tras la muerte del entrañable gigante, su alma dio vida
a la humanidad.

Otra versión del mito de Pangu

En el principio no había nada en el universo salvo un caos uniforme y una negra


masa de nada. El caos comenzó a fusionarse en un huevo cósmico durante 18.000
años. Dentro de él, los principios opuestos del yin y yang se equilibraron y Pangu
salió del huevo. Pangu emprendió la tarea de crear el mundo: dividió el yin del
yang con su hacha gigante, creando la tierra del yin y el cielo del yang. Para
mantenerlos separados permaneció entre ellos empujando el cielo hacia arriba.
Esta tarea le llevó 18.000 años, elevándose el cielo cada día un zháng (丈,
equivalente a 3'33 metros) mientras la tierra se hundía en la misma proporción y
Pangu crecía también la misma longitud. En algunas versiones, Pangu es ayudado
por los cuatro animales principales: la tortuga, el qilin, un ave y el dragón.
Después de otros 18.000 años, Pangu se tumbó a descansar. Era ya tan mayor que
su sueño fue llevándolo lentamente hacia la muerte. De su respiración surgió el
viento, de su voz el trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo
se transformó en las montañas, su sangre en los ríos, sus músculos en las tierras
fértiles, el vello de su cara en las estrellas en la Vía Láctea. Su pelo dio origen a los
bosques, sus huesos a los minerales de valor, la médula en jade y perlas. Su sudor
cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que poblaban su cuerpo (pulgas
en algunas versiones), llevadas por el viento, se convirtieron en los seres humanos.
Según la leyenda, Pangu acabó de crear el universo hacia el año 2.229.000 A.C.1Así,
Pangu dio origen a todo lo que conocemos hoy en día.
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Mito nórdico de la creación

Como principal representante de los gigantes, Ymir encabezó su bando en el


inevitable enfrentamiento con Odín, Vili y Ve. La guerra fue larga y difícil, y no
terminó hasta que éstos últimos lograron derribarle y matarle. Al desangrarse, el
gigante ahogó a toda su familia excepto al más joven de entre ellos, Bergelmir (el
vociferante rocoso), quien, nadando entre las olas de espesa sanguinolencia, logró
ponerse a salvo, y, con él, a su mujer. De esta última pareja de gigantes descienden
los ogros, trolls y orcos diversos que pueblan las montañas.

Para festejar su victoria, y para aprovechar los restos de Ymir en un universo


donde no existe la basura porque nada se desprecia, Odín y sus hermanos se
dedicaron a descuartizar, acuchillar y moldear los trozos del cadáver con
objeto de crear la tierra. No es ésta, ni mucho menos, la única mitología que
explica la construcción del mundo a partir del desmembramiento de un ser colosal.
Sin embargo, resulta muy explícita al describir el proceso.

Creación de la Tierra

Con la carne de Ymir, los hijos de Bor crearon colinas, llanuras y estepas, así
como las cuencas de los ríos, los mares y los lagos. Con su sangre, llenaron
estas cuencas. Con sus dientes y sus huesos, fabricaron rocas y montañas.
Con su pelo, los árboles y los arbustos.
Finalizadas las primeras tareas, se sorprendieron al ver surgir del interior de la
tierra una raza nueva, la de los enanos, que según los antiguos escaldos se podría
decir que nació por «generación espontánea», apareciendo sobre la faz del joven
mundo «igual que los gusanos salen de dentro de los cadáveres corruptos». Odín y
sus hermanos los utilizaron para proseguir su obra.

Creación del Día y la Noche

Los hijos de Bor se fijaron entonces en la bella hija de uno de los primeros
gigantes. Se llamaba Noche y tenía la tez oscura y el cabello negro. Noche
había disfrutado de tres amantes pero sólo llegó a parir un hijo del último de ellos,
Delling (Albo), de rubio cabello y apariencia brillante. Este hijo, al que llamó Día,
había salido a la rama paterna: hermoso y de melena dorada. Los dioses pensaron
que nadie mejor que madre e hijo para alumbrar su creación y les ofrecieron
el honor de regir cada jornada. Así, durante doce horas, Noche recorrería los
cielos a bordo de su carro celeste, tirado por dos caballos al galope, y, durante
otras doce, Día haría lo propio. Para los nórdicos, igual que para los célticos, el
tiempo se contaba al revés de lo que hacemos en la actualidad: la noche precedía
siempre al día. Y también de la misma forma que para ellos, el sol era una diosa
femenina y la luna un dios masculino (aún hoy, en alemán, se traduce die Sonne, la
Sol, y der Morid, el Luna…). Los nombres de los dos caballos que tiraban del carro
solar fueron utilizados por numerosos humanos para bautizar a sus propias
monturas: Aruakr (Madrugador) y Alsvinnr (Rapidísimo).
Repartición de la Tierra

Con los cimientos del mundo ya en pie, los hijos de Bor se dedicaron a repartir las
tierras.

Para los Gigantes

Primero otorgaron Jotunheim (la tierra de los gigantes) a los descendientes del
coloso primigenio para que se quedaran allí colonizándola y no los molestaran. A
fin de asegurarse de que se quedaban encerrados en su especie de reserva india,
los dioses dispusieron alrededor un impenetrable bosque de hierro así como unos
anchos ríos que nunca se helaban y por tanto no podían ser cruzados.

Para Los Hombres

Luego tomaron las cejas de Ymir y con ellas construyeron una fortificación
redonda, con unas murallas como acantilados, y la llamaron Midgardr (la tierra del
medio). Más tarde destinarían este lugar para que fuera habitado por los hombres.
Utgardr es el mundo de los demonios y los seres maléficos en general, el
inframundo.

Para los Muertos

No obstante, los muertos que no merecieron la eternidad junto a los dioses no van
allí, sino a otra región específicamente concebida para ellos y que se extiende por
debajo de Midgardr: al reino de Hel. Allí existe una isla llamada Naastrand (la playa
de los cadáveres) y sobre ella se alza una gran cámara de tortura que siempre
queda fuera del alcance de la luz solar, porque sus puertas dan al norte. A primera
vista, sus muros y tejados parecen confeccionados con mimbre, pero cuando uno
se acerca lo suficiente se percata de que en realidad son serpientes envenenadas
cuyas mandíbulas rezuman veneno por los colmillos para quemar a los asesinos,
los adúlteros, los que juraron en falso…, todos los miserables en vida que allí se
amontonan para ser castigados. En la orilla de este siniestro lugar se construye
un drakkar muy especial: Naifarer Nalfgar, con el cual las hordas del mal asaltarán
Asgardr en la batalla del fin del mundo. Esta embarcación está confeccionada con
un único material: las uñas de los muertos. Por este motivo los antiguos germano-
escandinavos cortaban las mismas a sus difuntos antes de incinerar sus cadáveres.
Un solo puente conduce a los infiernos de Hell: el Gjallarbru, cubierto de oro
reluciente y custodiado por una virgen.

Para Los Dioses

La tierra más maravillosa de todas la guardan los dioses para sí mismos: es


Asgardr, su residencia. Lo primero que construyeron allí fue Gladsheim (el hogar
gozoso), del que se asegura que nunca se levantó un edificio más bello y refinado.
En su interior había doce tronos, uno de ellos más alto que el resto, destinado a
Odín como jefe de las divinidades. Luego construyeron Vingolf (suelo amistoso),
un centro de reunión para las diosas. También instalaron un taller para practicar
los trabajos manuales, pues éstos siempre fueron considerados honorables y útiles,
entre otras cosas porque permitían fabricar las armas que necesitaban para luchar
contra gigantes y monstruos. Allí trabajaron todo tipo de metales pero sobre todo
el oro, con el que se hicieron todos sus utensilios. Los más materialistas dicen que
ésa fue la razón por la que a esta primera época del mundo se la llamó la Edad de
Oro, pero en realidad el oro físico servía más bien para simbolizar el oro espiritual
del que disfrutaban en forma de dones como la inmortalidad, el amor o la alegría
de vivir… En el centro de Asgardr se extendía la llanura de Idavale, adornada por
sus colonias y valles, y por supuesto por los espléndidos palacios de cada uno de
los dioses. Uno de los más conocidos era el de Bilskirnir (Rayo), el castillo de
Thor.
Y para enlazar Asgardr, la tierra de los dioses, con Midgardr, la tierra de los
hombres, se construyó Bifrost o Asbru (el camino tembloroso), el más
hermoso de los puentes que nunca nadie pudo concebir. Los humanos lo
conocen con el nombre de Arco Iris. Los dioses lo recorrían al galope a diario para
ir a impartir justicia. Todos, menos Thor, que prefería ir corriendo, pues el trueno y
el relámpago que acompañan a su carro hubiera quebrado la delicada estructura
de Bifrost.

Asgard

Muerte de Ymir
Actividades:

1) Comparar a los mitos sobre Pangu y explicar cuáles son las similitudes (En què se
parecen) y las diferencias. Tener en cuenta las palabras que se utilizan para describir
todo en un primer momento. Cómo se presenta al Dios. Aparecen o no otras criaturas
para ayudar. La descripción de la creación de la Tierra y las acciones del Dios.

2) En el mito nórdico aparecen varios dioses ¿Quiénes son? ¿Cómo los describen?¿Qué
función cumplen en el mito?

3) ¿Por qué son importantes los gigantes y su descendencia para el mito? Describir con
sus palabras. No se pide ni resumen ni síntesis.

4) Producción escrita:

Escribir un mito corto sobre la creación del mundo y el ser humano. Deben describir
còmo se encontraba todo, presentar a el Dios o los Dioses, teniendo en cuenta sus
características físicas y sus actitudes (Formas de ser), por qué y cómo logran crear la
Tierra y a los seres vivos, incluyendo el ser humano.

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