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Fundación

EL NACIONAL BANCARIBE 4í
Luis Xavier Grisanti
Es economista (Universidad de George
Washington) con postgrado en Negocios
Internacionales (Universidad de Georgetown).
Master en Administración y en Política
Internacional (Universidad Libre de Bruselas).
Tiene una experiencia de 25 años en PDVSA
y en el servicio exterior. Fue gerente de planifica­
ción comercial de PDVSA, gerente de planificación
y finanzas de una empresa mixta petroquímica,
director del gabinete del Ministerio de Energía
y Minas, ministro consejero de la embajada de
Venezuela en Washington, viceministro de
Hacienda y gobernador alterno ante el Fondo
Monetario Internacional. Asimismo, se ha desem­
peñado como director principal del Fondo
de Inversiones de Venezuela y embajador
de Venezuela ante la Unión Europea,
Bélgica y Luxemburgo, como presidente
pro tempore del Grupo Latinoamericano (GRULA)
y de la Comunidad Andina de Bruselas. Ha sido
director de la Corporación Andina de Fomento
y asesor del presidente del Banco Interamericano
de Desarrollo.
Es presidente ejecutivo de la Asociación
Venezolana de Hidrocarburos (AVHI),
vicepresidente de la Asociación Amigos
de la Universidad Simón Bolívar y su representante
en la Universidad de Oklahoma. Columnista
del diario El Universal de Caracas, profesor
de Economía Latinoamericana en la Universidad
de Boston Bruselas y director de la Asociación
Internacional Andrés Bello de Bruselas,
de la cual fue su presidente fundador.
Es coautor del libro Francisco de Miranda,
l'Europe et l'Integration latinoamericane, y autor
del libro El nuevo interregionalismo trasatlántico:
la asociación estratégica Unión Europea-América
Latina. Además, escribió la biografía de Manuel R.
Egaña para esta misma colección.
Biblioteca Biográfica Venezolana

Alberto Adriani
BIBLIOTECA BIOGRÁFICA VENEZOLANA

Director: Simón Alberto Consalvi


Coordinador Editorial: Diego Arroyo Gil

Consejo Asesor
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Presidente Ejecutivo: Manuel Sucre
Editor Adjunto: Simón Alberto Consalvi
Gerente Unidad de Negocios Libros El Nacional:
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A sistente de proyecto: llianna Severiche

Diseño Gráfico y realización de portada: 72 DPI


Fotografías: Cortesía familia Adriani (portada y p. 9)
Impresión: Editorial Arte
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Venezolana, Bancaribe y C .A . Editora El Nacional,
no se hacen responsables de los puntos de vista expresados
por los autores.

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ISBN: 980-6518-56-X (O .C.)
ISBN: 978-980-395-230-3
Conversación con el lector

La Biblioteca Biográfica Venezolana es un proyecto de lar­


go alcance, destinado a llenar un gran vacío en cuanto se
refiere al conocimiento de innum erables personajes, bien
se trate de actores políticos, intelectuales, artistas, cientí­
ficos, o aquellos que desde diferentes posiciones se han per­
filado a lo largo de nuestra historia. Este proyecto ha sido
posible por la alianza cultural convenida entre Bancaribe
y el diario El Nacional, y el cual se inscribe dentro de las
celebraciones del bicentenario de la Independencia de Ve­
nezuela, 1810-2010.
Es un tiempo propicio, por consiguiente, para intentar
una colección que incorpore al mayor núm ero de venezo­
lanos y que sus vidas sean tratadas y difundidas de manera
adecuada. Tanto el estilo de los autores a cargo de la colec­
ción, como la diversidad de los personajes que abarca, per­
mite un ejercicio de interpretación de las distintas épocas,
concebido todo ello en estilo accesible, tratado desde una
perspectiva actual.
Al propiciar una colección con las particulares caracte­
rísticas que reviste la Biblioteca Biográfica Venezolana,
Bancaribe y el diario El Nacional buscan situar en el m apa
las claves perm anentes de lo que som os como nación. Se
trata, en otras palabras, de asum ir lo que un gran escritor,
Augusto Mijares, definió como lo “afirm ativo venezolano”.
Al hacerlo, confiam os en lo mucho que esta iniciativa pue­
da significar como aporte a la cultura y al conocim iento
de nuestra historia, en correspondencia con la preocupa­
ción perm anente de am bas em presas en el ejercicio de su
responsabilidad social.

Miguel Ignacio Purroy Miguel Henrique Otero


Presidente de Bancaribe Presidente Editor de El Nacional
1810 Bicentenario de la Independencia de Venezuela 2010

Alberto Adriani
(1898-1936)

Luis Xavier Grisanti


9

De la isla de Elba a Los Andes


de Venezuela

Cuenta la m itología que la diosa Venus Tirrènica irrum pió de las pro­
fundidades del Mar Tirreno y partió una diadem a de perlas que adorna­
ba su cabeza. Al caer las perlas se form aron las siete islas que integran el
A rchipiélago Toscano. La m ás gran de de ellas es la isla de Elba.
Elba es u n a isla volcánica de 225 kilóm etros cuadrados. Sus peque­
ñas playas cristalin as com pletan su m on tañ oso interior, donde el pico
m ás alto, Monte C am panna, m ide 1.000 m etros. Se la d isp utaron grie­
gos, etruscos, cartagin eses y rom anos. N apoleón Bonaparte fue sobe­
rano de la isla duran te su prim er exilio. El Gran Corso reanim ó el
cultivo de castañ as y desarrolló u n a in d u stria vitícola.
A fines del siglo XIX, los elbanos, com o los italian os penin sulares,
sufrieron un a pro fu n d a crisis económ ica que liquidó sus cultivos. Más
de 2 m illones de laboriosos italian os partieron para Am érica. Las fa­
m ilias de Elba escogieron com o destino los Andes venezolanos, indu­
cidos por el auge agro pecu ario del país o por el llam ado alen tad or de
u n pariente.
Los Adriani habían cultivado la tierra durante generaciones. Cario
A driani se alistó en la expedición de los 1.000 hom bres que acom pañ a­
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10 Alberto Adriani

ron a N apoleón en su espectacular retorno al poder en Francia. Corta


sería la glo ria pues debió regresar a Elba después de la derrota de Bona-
parte en W aterloo. Su hijo Marco p articiparía en la u n ificación de Ita­
lia al lado de G iussepe G aribaldi; pero volvería tam bién frustrado por
la traición de que fue objeto el héroe. Nunca m ás se m etería en políti­
ca, habría dicho el padre del niño José Antonio A driani Barzalini.
Pero José Antonio y su esposa M aría Caterina M azzei M archiani -qu ie­
nes se h abían casado el 6 de octubre de 1892-, ante u n futuro incierto,
apuestan por la perspectiva m ás certera de bienestar en Am érica. Un
tío de M aría, oriun do de Pisa, era un próspero agricultor en Argentina.
De regreso en Italia, exh orta a los sobrinos a m arch arse al país sureño;
pero José le plantea v isitar prim ero a dos herm anos, quienes se habían
establecido en San Sim ón, estado Táchira.
José, que frisaba los 25 años, y M aría, de 19, em pacan sus pertenen­
cias en Poggio y se em barcan en Portoferraio h acia Piom bino en la Tos-
cana, desde donde viajan a Génova. La línea trasatlán tica italian a des­
pachaba dos barcos al m es, el Orazio y el Virgilio; nom bres que llam aron
la atención, no sin n ostalgia, a la p areja em igrante, am ante de la an ti­
gü ed ad rom an a: “Italia h onrará por encim a de todo a sus p o etas”, h a­
bría dicho José al zarp ar en el Orazio, a fines de octubre de 1892.
El 7 de diciem bre de 1892 recalan en M aracaibo. La llegad a de la
p areja coincidió con el triunfo de la Revolución Legalista, encabezada
por el general Jo aq u ín Crespo, cau d illo de la G uerra Federal, quien,
por segu n d a vez, go bern aba a Venezuela. La nación co n taba con m e­
nos de 1.800.000 h abitan tes; poco m ás de 3.000 eran italian os entre
los 43.000 extran jeros residentes. El valor de la actividad económ ica
ascendía a Bs. 248 m illon es y la agricu ltu ra y gan ad ería representaba
el 47% del producto nacional. Venezuela era un país agro-productor.
Los A driani M azzei siguen en p iragu a h acia E ncontrados, desde don­
de tom an el ferrocarril h acia La Fría. Ascienden en m u ía la Cordillera
A ndina h asta La Grita, vía Seboruco, donde fueron h uésped es de don
G iuseppe G aleazi. En febrero de 1893 se reencuentran con los h erm a­
nos en San Sim ón y les acom p añ an duran te tres m eses. Deciden, en
mayo, asentarse en la cercana Zea, estado Mérida. El em barazo de M aría
obliga a la joven p a reja a cam biar de planes. El 16 de octubre nace su
prim er hijo: D om ingo.
De la isla de Elba a Los Andes de Venezuela 11

La pequeñ a pero p u jan te Zea form aba parte del sistem a de produc­
ción y exp ortación cafetalera de la región occidental de Venezuela. A
p a rtir de 1870 los estad os an din os se convirtieron en los prim eros pro­
ductores del país. Venezuela p asó a ser el segun d o productor m u n dial.
En tres d écadas la producción n acional se triplicó. Las fincas que cir­
cu n daban las poblacion es de Tovar, Zea, San ta Cruz de Mora, La Azuli-
ta, Santa A polonia y M esa Bolívar form aron el su bsistem a productor
del estado M érida.
La a n tigu a Aldea de M urm uquena, nación de los M otilones, fun d a­
d a en 1783 y reb au tizad a Zea en 1851, tenía u n a población de 273
h abitan tes cuando se residenciaron los jóven es esposos. H abía sufrido
los em bates de un terrem oto donde perecieron 69 personas. José, ju n ­
to con Cayetano G iordano, Q uirico Sardi, H oracio Velasco y Alfredo
Sánchez Cabrales, lideraron la reconstrucción del pueblo. T razaron la
nueva Plaza Bolívar y reconstruyeron la iglesia de N uestra Señora de
las M ercedes.
Los A driani M azzei prom ovieron la construcción del prim er h ospi­
tal, la in stalación del telégrafo y el correo, la luz eléctrica, la prim era
im p ren ta y el prim er periódico, la escuela y la b an d a m u n icipal. Fun­
d aron el “Club Social 19 de A bril”. Su h ogar “era u n pedazo de E uropa
en la calle prin cip al de Zea”, señ ala M iguel Á ngel Burelli Rivas. La pa­
reja se d istin gu ió por la d ifu sió n de la cu ltu ra europea e italian a. R. A.
Rondón M árquez ap u n ta: “(...) libros escogidos, discos seleccionados
cuando sólo po d ían llevarse allá fonógrafos y vitrolas, álbum es de cua­
dros y escu ltu ras célebres y conversación d istin gu id a (...)”.
Los A driani M azzei se con sagraron al cultivo del café, la cría de ga­
n ado y el com ercio. Se convirtieron en uno de los prin cipales produc­
tores de la región. Fundaron fin cas en el Alto Escalante: El Bejuquero,
G uaruríes, Arenales, La Seca, Potosí, Caño Hondo. El com ercio del café
era controlado por las casas alem an as e italian as de M aracaibo, a las
cuales los productores andin os vendían su m ercancía, co n fiaban sus
ahorros a interés y fin an ciab an la cosecha.
El fu n d ad or de la fam ilia fue u n referente para los agricultores del
cantón. Jo sé hizo que su s hijos d om in aran desde la in fan cia los afan es
de la producción agro pecu aria. Les con sultaban los m ás recientes da­
tos y tendencias del negocio. Sus relaciones com erciales les facilitaron
Biblioteca Biográfica Venezolana
12 Alberto Adriani

el conocim iento del m ercado m u n d ial del café. D esarrollaron estre­


chos lazos con las casas de don Elio B u rgu esa en Tovar y de don Tito
Abbo en M aracaibo. A Zea llegaban los B o le tin e s d e la situ a c ió n co­
m e r c ia l provenientes de las casas del Zulia.
José A driani y M aría M azzei procrearon u n a fam ilia h on rad a in te
grad a por cinco hijos, D om ingo y A m adeo, agricu lto res; Alberto, eco­
nom ista; Elbano, m édico y Delia M aría. Nunca ab an d on aron su terru ­
ño. Vivieron h asta el fin de su s d ías entre las pared es de su cóm oda y
austera casa de Zea. Se hicieron an din os a p len itu d sin olvidar sus
raíces italian as. C atólicos creyentes de pen sam ien to progresista, in­
culcaron en sus hijos el culto por el trabajo, la cu ltu ra y el espíritu de
su peración de los in m igran tes.
Infancia y adolescencia en Zea

Alberto R óm ulo A driani M azzei nació el 14 de ju n io de 1898 en el


pequeño pueblo agríco la de los Andes escogido por sus pad res italia­
nos después de ab an d on ar Poggio seis años antes. Hacia 1895 los Esta­
dos U nidos su fría u n a recesión que tuvo repercusión m u n d ial. Los
precios de las m aterias prim as descendieron. El p an o ram a se agravó
por la con tratación de em préstitos internacionales.
El producto n acio n al de Venezuela se contrajo de Bs. 347 m illon es
en 1893, a Bs. 285 m illon es en 1897. El valor de la producción agríco la
y p ecu aria descendió de Bs. 161 m illones a Bs. 134 m illon es (17%). El
general Crespo logró cap ear el tem poral. La producción agro p ecu aria
se recuperó y alcanzó su nivel m ás elevado desde 1830: Bs. 203 m illo­
nes en 1899. Ese añ o la actividad agro p ecu aria representó el 63% del
producto nacional.
Un nuevo am biente de crispación política se generó por el descono­
cim iento de la volu n tad p o p u lar en las elecciones presiden ciales de
1897. El general Jo sé M anuel H ernández, “El M ocho”, fue “d erro tad o ”
por Ignacio A ndrade y se levantó en arm as. Crespo salió en defensa de
su protegido y fue asesin ado. Aprovechando la debilidad del régim en,
un au d az caudillo de Capacho, el general C ipriano Castro, se hizo del
poder en octubre de 1899, in ician do un a d ictad u ra m ilitar que d u ra­
ría h asta 1908, cuan d o sería traicionado por su com padre, p aisan o y
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14 Alberto Adriani

vicepresidente de la R epública, el general Ju a n Vicente G óm ez, quien


go b ern aría a Venezuela h asta su m uerte en 1935.
La in fan cia, ju v e n tu d y adu ltez de A lberto A driani tran scu rrirán
d u ran te los larg o s 37 añ os que van desde la elección frau d u len ta del
gen eral A ndrade, a los 8 añ os del go biern o despótico y desordenado
del general Castro y los in term in ables 27 del general Góm ez.
Estos factores n acion ales e in tern acion ales m arcarán la conciencia
del h ijo de Jo sé y M aría A driani desde su s prim eros años en Zea. Ar­
m an d o Rojas subraya que Alberto nació “en u n h ogar donde se rendía
culto a la virtu d y donde el trabajo m arcab a el ritm o del tie m p o ”.
El niño A driani in gresa en la escu elita prim aria de Zea bajo la direc­
ción de los m aestros H erm es V albuena y José Antonio Pico, donde cur­
só los tres prim eros grados. A p artir del cuarto se inscribió en el Cole­
gio Santo Tom ás de A quino, recién fu n d ad o por el joven presbítero
R am ón de Jesú s A ngulo, párroco de Zea, en 1911. Don Jo sé A driani
h ab ía sido, ju n to con otros notables del pueblo, u n o de los prom oto­
res de la ap ertu ra del instituto, donde se po d ían cu rsar los prim eros
años del bach illerato p ara que “sus hijos p u d ieran edu carse sin nece­
sid ad de separarlo s del regazo p atern o ”, recuerda Rondón M árquez.
Entre sus m aestros de colegio destaca Félix Rom án D uque, director
del instituto, m aestro de H istoria y Filosofía, M atem áticas, Q uím ica,
Física y Lenguas (Latín, G riego e Inglés). D on Félix R om án descubrió la
inteligencia de Alberto, tom an d o especial cuidado en su form ación.
N eptalí N oguera M ora refiere que el aven tajado ado lescen te tom ó
clases p a rticu la re s de M úsica y solfeo, Idiom as, T elegrafía, C on tabili­
d ad y C atecism o. No era extrañ o que los ad u ltos y con tem po rán eo s
co m en zaran a reconocer la precoz m ad u re z del ado lescen te y su ca­
p acid ad p ara d isc u rrir sobre diversos tem as del q u eh acer lo cal e in ­
tern acio n al.
A lo largo de sus años form ativos Alberto no sólo va a cu rsar los
estudios form ales de edu cación con elevadas calificacion es, sin o que,
dentro del entorno cu ltu ral de su fam ilia y de su Zea n atal y para siem ­
pre, se va a d ed icar con sin g u lar d iscip lin a a com plem en tar su form a­
ción con in ten sas lecturas de los libros clásicos y m odern os de Filoso­
fía, H istoria, Ciencia Política, Sociología y Econom ía.
Infancia y adolescencia en Zea 15

Su edu cación form al va a estar tam b ién robustecida por la experien­


cia del trabajo desde sus años m ozos. Rondón M árquez recuerda que
Alberto crece

en aquel ambiente de montañas, ayudando a sus padres desde pequeño, sobre el lomo
de las bestias en sus quehaceres agrícolas y pecuarios (...) Fue el 15 de abril de 1914, en la
pequeña imprenta que el culto y progresista José' Adriani había regalado a sus hijos,
como el obsequio que más convenía a sus inclinaciones, [cuando] Elbano Adriani y el
suscrito dábamos a la publicidad el No. 1 del primer periódico que también allí se publi­
cará y que titulamos EL IMPULSO.

El Im p u lso editó 12 núm eros en su prim er año de existencia. Alber­


to será u n o de sus colaboradores. Su vocación por la escritu ra tiene su
origen en Zea; afición que n un ca aban d on ará, conciente de la form i­
dable irradiación p ed agógica de la p alab ra im presa. Y es que en aquel
pueblo colgado en las estribacion es del Alto Escalante, el adolescente
com ien za a escribir sus pen sam ien tos en un libro m an uscrito que él
d en om in ó C u ad e rn o d e c o m p o sic io n e s. Entre el 10 de enero de 1914 y
el 2 de febrero de 1915, el estudiante-agricultor escribe 14 artículos en
los cuales revela su tem pran a m o rtificación por el atraso en que se
en con traba Venezuela, pese a las gran des tran sform acion es económ i­
cas y cien tíficas del m un do. Estos escritos d ejan entrever su inequívo­
co deseo de d ar solución a los graves problem as de su país y de p artici­
p ar com o pro tago n ista en u n a gesta h istórica de renovación nacional.
Escribirá 21 C u ad ern o s, m uch os de ellos inéditos.
Su futuro am igo, A rturo U slar Pietri, d irá m ás tarde:

Cuando, todavía adolescente, Alberto Adriani comienza a disciplinar su inteligencia,


ya tiene el tino profundo de los hombres responsables. Él no irá, como otros compañeros,
a refugiarse en el cultivo de una literatura pálida (...) Comprendió, con la primera ojea­
da, que los males de Venezuela arrancaban de más hondo (...) No se podría hacer una
Venezuela distinta, sino con un venezolano distinto.
Bachiller de la Universidad
de Los Andes

En la Venezuela ru ral pre-petrolera, no era necesariam en te u n plan


de v ida el que u n jov en se m arch ase en b ú sq u ed a de nuevos d e rro te
ros. D entro de la pro sp erid ad austera de entonces, la dedicacióji al
cultivo de la tierra era n orm al. Pero las crisis económ icas y las fre­
cuentes revoluciones gen eraban u n constreñim iento de las o p o rtu n i­
dades. Los padres h acían u n esfuerzo por costear la educación de sus
hijos allende las estrechas fronteras de sus com arcas.
Un hecho trascendente h abía ocurrido en 1914, fecha de inicio de la
Prim era G uerra M undial. El 12 de enero, en el cam po Mene Grande,
en el estado Zulia, el pozo exploratorio Zum aque 1 h abía reventado
con in u su al ím petu, m arcan d o el com ienzo de la explotación petrole­
ra a g ran escala en Venezuela. En la tran q u ila M érida todavía no se
hacía sentir la frenética b ú sq u ed a del oro negro, pero la ola m igrato ­
ria de los trabajadores de la tierra a las tareas del subsuelo no tard aría
en b arrer las cu ch illas andin as. Todavía la faen a de los cam pos ofrecía
horizontes de san a v ida y m odesto pero digno sustento.
A lberto y su h erm an o Elbano p ro segu irán sus estudios en M érida y
Caracas. M érida era la Atenas de los Andes venezolanos. A rm ando Ro­
ja s evoca:
Biblioteca Biográfica Venezolana
18 Alberto Adriani

A lomo de muía los jóvenes Adriani cubrieron el largo trayecto que los separaba de la
capital. Era la primera vez que salían de su aldea. Se dirigían a una ciudad importante
con un presidente nombrado por el primer magistrado, con un obispo representante del
Papa (...) La Mérida de entonces (...) no pasaba de los 10.000 habitantes, hacía gala de su
señorío y de sus luces. Todo giraba en torno de la Universidad (...)

Los prim eros d ías de 1915, Alberto arrib a a M érida, a los 16 años. La
ciu d ad de las Cinco Á guilas Blancas era un crisol de la cu ltu ra regio­
n al y nacional, y sem illero de escritores, m édicos y ju rista s. Don Tulio
Febres Cordero, p atriarca de la in telectu alid ad m erideña y rector ho­
n o rario de la U niversidad de Los Andes, será su profesor de H istoria y
G eografía de Venezuela y de G eografía Universal en el acred itad o Li­
ceo de la Universidad.
La obtención de u n títu lo de bach iller no era poca cosa en la Vene­
zu ela de prin cip ios del siglo XX. Las m aterias que se cu rsab an en los
liceos eran Botánica, Zoología, Q uím ica, Física, G eología, M ineralogía
y C osm ografía; G eografía e H istoria de Venezuela, A m érica y Europa;
A ritm ética, Á lgebra, G eom etría y T rigonom etría; H istoria de la Litera­
tu ra y Literatura y Com posición E spañ olas, adem ás de C astellan o, Fran­
cés, A lem án, Latín y Griego.
El grad o de bach iller requ ería de la presen tación de un trab ajo que
debía ser defendido ante u n ju ra d o . Alberto presentó el suyo el 16 de
septiem bre de 1916, in titu lad o “El tipo crim in al nato ante la san a filo­
so fía ”. La tesis fue ap robada por la C om isión de Instrucción Secunda­
ria, el 17 de octubre de 1916, con la firm a del doctor C ristóbal L. Men­
doza. En febrero de 1917, a los 18 años, el joven zedeño recibe el título
de Bachiller en Filosofía y Letras.
La vocación filosó fica será un rasgo perm an en te de su form ación
intelectual; la co n sideraba in dispen sable p ara entender a su país. El
bach iller A driani ya p en sab a que del em pu je creativo y obstin ad o del
ser h u m an o se deriva el progreso m aterial y espiritu al de los pueblos.
Si el am bien te cu ltu ral y la im ponente C ordillera A ndina eran ali­
cientes p ara el flo recim ien to del intelecto, el contacto h u m an o con
su s com pañ eros de a u las llen ará las in q u ietu d es del estu d ian te de
Zea. U no de su s co n d iscíp u lo s será p ara siem pre el in terlocu tor de
su s id eas y p ro gram as p ara civilizar a Venezuela y su am igo entraña-
Bachiller de la Universidad de Los Andes 19

ble, M ariano Picón Salas. N acido en 1901, el au to r de V iaje a l a m a n e ­


c e r rem em ora:

Mi primer recuerdo (...) va a un joven de 16 o 17 años que estudiaba bachillerato en


Mérida allá por 1916 y de quien los muchachos sabíamos hacernos lenguas en los escola­
res corrillos de la Plaza Bolívar. -Lee en francés, inglés e italiano y no lee precisamente
novelas sentimentales (...) Posee unos atlas alemanes de Geografía Económica y conoce
bien lo que producen las principales potencias del mundo (...) Pregúntele a Adriani quién
ganará la guerra europea. De los 10 o 15 mil habitantes que tendría la ciudad de Méri­
da, este muchacho rubio, un poco solitario pero de quien todos dicen que es el mejor y el
más inteligente, sólo él podría contestarlo.

Su trabajo de grad o es u n breve estudio filosó fico sobre la condición


h u m an a. D efine las ram as de las ciencias que estu d ian la conducta
individ ual y social del ser h u m an o : Psicología, P siquiatría, Psicofisio-
logía, Psicología com parad a, A n tropología crim in al, Sociología crim i­
nal y A ntropología la m b r o sia n a . M enciona a los prin cipales filósofos
y pen sadores sociales de la época.
Se d istin gu en dos lín eas filosó ficas que van a estar siem pre presen­
tes en su s reflexiones. Se trata de los conceptos de cultura y de equili­
brio entre la ciencia y el esp íritu com o h erram ien tas de pro greso y
civilización. En el prim er concepto, el joven m erideño otorga a G recia
la p rim acía de la civilización occidental:

Es en Grecia, esa nación que apenas nace y sin más luz que el cerebro de sus genios, con
inimitable perfección y en idioma casi divino, [donde se] modela la más grande epope­
ya que ha salido del humano entendimiento; que ya piensa (...) los elementos de todas las
ciencias y de todas las artes (...)

En el segundo, a rgu m e n ta que las tran sform acion es sociales y cien­


tíficas no deben d ejar a u n lado los valores espirituales:

En esta época de revolución y de transformación profundas; cuando recogemos la


herencia que nos dejaron los siglos XVIII y XIX, siglos de audaz revolución política y
social, de atrevida reforma de todas las ciencias (...) en que las libertades recibieron un
poderoso impulso (...) es necesario que (...) con las mismas ciencias con que los falsos
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20 Alberto Adriani

sabios parecen vigorizar sus errores (...) se esclarezcan y resuelvan los problemas que
preocupan (...) y sobre sus escuálidas y desoladas ruinas, se alce el sólido e imponente
edificio de la verdad.

En las vecindades de la Plaza Bolívar de M érida el estudiante zedeño


afin ará su tem prana vocación de científico social. No es por accidente
que Picón Salas escribiera sobre la pasión existencial de A driani por
estar siem pre al d ía en las últim as tendencias del pensam iento universal:

Cuando lo conocí, sin que ello fuera obstáculo para que hiciéramos una excursión (...)
él me habló de sus preocupacionesfilosóficas. -¿Era yo idealista o materialista? (...) Toda
mi infantil filosofía se deshizo en aquella primera conversación (...) Los libros que yo leía
en opinión de él, eran sumamente viejos (...) Ese materialismo que (...) ofrece al burgués
de nuestra época un mundo perfectamente mensurable (...) Átomos, moléculas, electro­
nes (...) Y sobre todo -advertía mi amigo- existe una vida espiritual que no está entera­
mente sujeta, como pensaban aquellos materialistas, a lo fisiológico. -Pero yo no tengo
vocación especial para la Metafísica, porque prefiero la acción, me dijo Adriani. En no se
qué lectura él había encontrado una frase de Leibniz y quería tomarla como lema: “la
vida es obras, es acción”.
Estudiante de Derecho
en Santa Capilla

El b ach iller en Filosofía y Letras em prende su travesía a la cap ital de


V enezuela p ara seguir estudios de Derecho, a prin cip ios de 1917. La
U niversidad Central de V enezuela h abía sido clau su rad a por el dicta­
d or G óm ez en 1912, com o consecuencia de protestas estudian tiles que
se opo n ían a u n régim en carente de libertades y a la reelección del
Benem érito p ara un nuevo período presidencial.
La U niversidad Central estuvo cerrada d u ran te u n a década, h asta
1922. Sin em bargo, el m in istro de Instrucción Pública, Felipe G uevara
Rojas, pu do realizar u n a tím id a reform a edu cativa en 1915. Se reabrie­
ron las escuelas de M edicina, de Ciencias Físicas, M atem áticas y N atu­
rales y de Ciencias Políticas.
Alberto se inscribe precisam en te en la de Ciencias Políticas. A proba­
rá la m ayoría de las m aterias para o ptar al título de doctor en Ciencias
Políticas y abogado de la República; pero no con cluirá la carrera. Hará
m aletas cuatro años m ás tarde p ara traslad arse a Ginebra.
Su creciente vocación h acia la sociología y las ciencias económ icas
no será óbice p ara hacerse de u n a respetable form ación ju ríd ica. Ro­
ja s presen ta u n listado de las m aterias cu rsad as en cuatro años de
estudios universitarios en Caracas, cuyas boletas fueron expedidas por
el Consejo N acional de Instrucción: Elem entos de Derecho E spañol
A ntiguo, D erecho C on stitu cion al, H istoria y Filosofía del D erecho,
Biblioteca Biográfica Venezolana
22 Alberto Adriani

Derecho R om ano y su H istoria, Principios G enerales del Derecho, De­


recho Público Eclesiástico, D erecho Penal, y D erecho A dm inistrativo y
Leyes Especiales.
Rojas d estaca que fueron sus profesores “hom bres que ocu pan un
lu g ar im p ortan te en la h istoria del D erecho en V enezuela”. Sus bole­
tas están firm a d a s p o r Pedro Itriago Chacín, Esteban Gil Borges, José
San tiago R odríguez, A lejan dro U rbaneja, C elestino Farrera, Carlos
G risanti, Lorenzo H errera M endoza y G uillerm o V illegas Pulido.
El bach iller A driani tuvo poca vocación por la ju risp ru d en cia, lo cual
explica su d ecisión de ab an d on ar la carrera antes de grad u arse. U slar
Pietri aso m a u n a explicación:

De su Mérida nativa (...) pasa a Caracas en busca de la Universidad. Lo que encuentra


es la fábrica de Doctores y leguleyos. Él buscaba maestros que lo enseñaran a conocer y a
comprender a Venezuela y a su tiempo, y encontraba códigos, pandectas, excepciones
dilatorias, nociones de derecho quiritario. Cuando se estudiaba la definición romana o
francesa de la propiedad, no había quien le dijese cómo poseía el hombre de las llanuras,
ni qué estructura social nacía del sistema de los conucos.

Se reen con trará con Picón Salas y conocerá en el recinto universita­


rio a otro joven venido de los llanos de G uárico, con quien d esarrolla­
rá u n a fratern al am istad y quien será a la postre uno de los ejecutores
de su proyecto de m odern ización socioeconóm ica: M anuel R. Egaña.
Dos años m en or que él, el con discíp u lo llanero, m ás tard e m in istro de
Fom ento y fu n d ad or del Banco Central de Venezuela, recordará:

Lo conocí por 1918, recién llegados ambos de nuestros pueblos nativos, Zea y Zaraza, a
estudiar Derecho en la Escuela de Ciencias Políticas de la Santa Capilla. Allí era donde se
enseñaba Ciencias Sociales, después que el Gobierno de la época reaccionó, con la clausu­
ra de la Universidad, contra la rebeldía de esa memorable Federación de Estudiantes de
Venezuela, la que cumplió en 1914 la misma misión de reducto de la inteligencia en
rescate de los más altos valores humanos que otros estudiantes han tenido que cumplir
en diversas épocas de nuestra historia.

La vida de estu d ian te universitario en Caracas fue prolífica. Alberto


escribe, estu d ia y p articip a en el m ovim iento estu d ian til. En compa-
Estudiante de Derecho en Santa Capilla 23

ñ ía de Egaña “fu n d am o s el Centro de E studiantes de Derecho, u n o de


los gestores de la resurrección de la Federación de E stu dian tes”. En
diciem bre de 1919, el líder estu d ian til será nom brado m iem bro de
u n a com isión in tegrad a por estudian tes de Derecho, Ingeniería y M e
d icin a p ara red actar los estatu to s de la Federación. Sin em bargo, el
régim en go m ecista la vio con m alos ojos y ésta tuvo corta existencia.
El M inisterio de R elaciones E xteriores era dirigid o por el doctor E ste
b an Gil Borges, quien detecta su d isciplin ad o talento, su vocación in­
te m a cio n a lista y su d om in io de len gu as, y le ofrece la je fa tu ra de ser­
v icio d el G abin ete, en ju lio de 1920. R en uente a a ce p tar, d ecide
fin alm en te trab ajar con su profesor.
En 1920 Venezuela con taba con 2.671.264 alm as, de las cuales el 84%
h ab itab a en zon as rurales. C aracas era u n a pequeñ a urbe de poco m ás
de 100.000 habitan tes. El valo r de la actividad económ ica alcan zab a a
Bs. 521 m illon es y la agricu ltu ra y gan ad ería ap o rtab a el 47% del pro­
ducto nacional. Las exp ortacion es agríco las ascen d ían a Bs. 79 m illo­
nes; el 50% provenía del café y el cacao. V enezuela era u n p aís pobre
u n siglo después de la Independencia.
A driani, a los 22 años de edad, vive en u n a casa que ren ta con Picón
Salas, quien d eja testim on io de aquellos días:

1920 nos encuentra en Carocas en una modesto casa de estudiantes que hemos arren­
dado y toscamente amoblado para librarnos de la sopa clara y de la carne demasiado
correosa de las pensiones baratas, en el poco aristocrático barrio de Caño Amarillo.
Humo: las chimeneas de algunas fábricas, los silbatos angustiosos del Ferrocarril de La
Guaira, el olor acre de algunos depósitos de café (...) lo primero que adquirió Adriani fue
una silla de extensión y un estante de libros. La silla de extensión -nos lo advirtió- no es
ninguna voluptuosidad especial sino resulta absolutamente recomendable para leer con
provecho; y reposar las cosas leídas.

Los am igos leen, escriben, sueñan. Esperan con avidez los lib r o s a m a ­
r illo s de la colección “La C u ltura A rgen tin a”, que dirige Jo sé Ingenie­
ros. Estas lecturas les revelan la obra de dos hom bres de Estado argen­
tinos; uno educador, abogado y Presidente de la R epública; el otro,
lu ch ad o r d em ocrático y econom ista: D om ingo Faustino Sarm ien to y
Ju an B autista Alberdi.
Biblioteca Biográfica Venezolana
Ik Alberto Adriani

Alberdi h abía escrito, en 1852, las B a se s y p u n to s d e p a r t id a p a r a la


o rg a n iz a c ió n p o lític a d e la R ep ú b lic a A rg en tin a. Su lem a: “poblar es
civilizar”. Para los estudian tes de A m érica Latina, la pro sp erid ad de la
nación su ram erican a, u n a de las prin cipales econom ías del m un do,
se b asab a en dos razones: la edu cación y la in m igración europea. Para
los un iversitarios andin os, “después de Bolívar, el cejijun to Don Do­
m in go Faustino (...) nos parecía la p erson alid ad m ás recia y m ás útil
p lasm ad a por la tierra am erican a (...)”. Picón Salas in sta a A driani: “Tú
debes ser el A lberdi de Venezuela (...) Tú, com o Alberdi (...) debes escri­
bir las Bases de n u estra nueva R epública”.
A m bos jóven es evalu arán la reform a edu cacion al de Jo sé Vasconce­
los en México. El fin de la Gran G uerra abría nuevas perspectivas de
afirm ació n dem ocrática. Señala Picón Salas que el m ovim iento estu­
d ian til h abía d esp ertad o en A m érica Latina; m ien tras que en Vene­
zuela la UCV perm an ecía cerrada. Ante aquel grad o de postración, su
com pañero de au las Leopoldo O rtega Lim a h abía optado por “hacer la
revolución”, y h abía perdido la vida en las m azm orras de la dictadura.
A driani y Picón Salas se vieron ante la disyuntiva de segu ir el cam i­
no heroico pero in oportu n o de su com pañero, o recu rrir a la

evasión del aguardiente malo de los botiquines; el trueno con las mujerzuelas (...)
Muchos muchachos románticos piensan que se tumba a Gómez después de beber unos
tragos, buscando camorra a un policía y apareciendo en la Plaza Bolívar al grito de
“Abajo la tiranía”.

D ecidirán au sen tarse del país: el prim ero p artirá a Europa, y el se­
gun do, a Chile. H abía que esperar y prepararse.
La h istoria d ará la razón a los estu dian tes veinteañeros. El 14 de di­
ciem bre de 1922, el pozo Barrosos 2, cinco kilóm etros al norte del
cam po Mene G rande en la C uenca de M aracaibo, p ro d u jo u n reventón
colosal. D urante varios días, el chorro, estim ad o en 30 cen tím etros de
d iám etro, arrojó 100.000 barriles diarios de petróleo. El destino petro­
lero de Venezuela estaba escrito y el gen eral G óm ez advertirá que el
nuevo m an á del subsuelo, ya no el cultivo de la tierra, le garan tizará
larga vida a su régim en, cabalgan do sobre la súbita ren ta m inera.
Un programa de gobierno...
a los 20 años

Un intelecto aventajado com o el de Alberto A driani, advertido por


Félix R om án D uque en Zea, Tulio Febres Cordero en M érida y Esteban
Gil Borges en Caracas, m erece u n alto en el cam ino p ara evaluar los
artícu los que el joven estudian te d eja escritos h asta el m om ento en
que se ap resta a zarpar p ara E uropa a co n tin u ar su educación. En su
C u ad ern o d e c o m p o sic io n e s y e n o tras pu blicacion es, com ien za a con­
figu rarse u n pen sam ien to filosó fico y sociológico cuyos pu n tos card i­
nales pro fu n d izará d u ran te su p ró x im a larga estad ía en E uropa y Es­
tados U nidos.
La form ación intelectual del futuro econ om ista se d esp legará den­
tro de varios vectores básicos. Las concepciones de civilización, pro­
greso y desarrollo-tienen u n claro b asam en to euro-céntrico, represen­
tado por filósofos com o Weber, Toynbee y Spengler, pero tam b ién
Francisco de M iranda, aterrizad as sobre la realid ad am erican a y vene­
zolana. Com o el Precursor de la Independencia, A driani ad m ira el ad­
venim iento dem ocrático, social e in d u strial de los Estados U nidos, “la
gran república an glo sajo n a”, que se encuentra “a la v an gu ard ia de la
h u m an id ad ” y cuyo ejem plo los am erican os del su r deben “segu ir en
su m a rch a ”.
Biblioteca Biográfica Venezolana
26 Alberto Adriani

La nueva civilización será tropical


En los Estados U nidos h a d esp u n tad o u n a profu n d a convicción so­
bre la lib ertad individ ual y u n a m ovilidad social de h o n d a raigam bre
d em ocrática. A m érica es u n a extensión del p arad igm a prim igen io de
la civilización greco-latina; pero d estin ad a a superarla. A m érica Lati­
na, en su concepción m iran d in a, será el continente del fu tu ro y la
sín tesis de u n a “nueva civilización ”, d em ocrática y próspera. En un
artículo in titu lad o “El trópico en la civilización h u m a n a ” (1920), el
bach iller an din o sostiene:

Las primeras civilizaciones nacieron en los trópicos. Corsi e Recorsi de Vico. Volverán a
ello, nada podrá contribuir tanto a enriquecer la vida humana como el dominio de los
trópicos. El día en que el hombre aproveche esa combinación de energía solar y humedad
que se encuentra en el trópico, el área tropical se convertirá en el principal proveedor de
productos alimenticios y de productos agrícolas aprovechables en la industria (...) La
nueva civilización será tropical.

El cien tificism o secular, el liberalism o positivista y el m arx ism o no


son resp u estas a los retos de la h u m an id ad . El h u m an ism o y la ética
cristian as ofrecen al ser h u m an o u n sendero p ara la consecución de la
felicidad esp iritu al y m aterial. El liberalism o m an ch esterian o es ine­
fectivo para tran sfo rm ar las an acrón icas fundaciones sociales y eco­
n óm icas de A m érica y de Venezuela y alcan zar el d esarrollo de sus
p au p érrim o s pueblos.
Bajo la in flu en cia del filósofo p eru an o H um berto G arcía Calderón,
sostiene que el m estizaje latin o am erican o, enriquecido con la inm i­
g ración europea, fo rm ará un nuevo ser h u m an o de sólidos valores
m orales y éticos y de ap titu d creativa h acia el trabajo:

Donde la inmigración llega la vida se reforma, el medio económico mejora, porque la


propiedad se reparte y adquieren valor las tierras del desierto; y con ella llega la activi­
dad pujante, la democracia activa y virtual, la moral austera, y sobre la tierra feraz y
ante el pasado prometedor, el triunfal avance de la civilización.
Un programa de gobierno... a los 20 años 27

La edu cación debe abarcar

los aspectos moral, industrial e intelectual (...) Antes que todo la educación que forma
los hombres, los hogares, la patria: la educación moral dentro de la necesaria educación
primaria. Ella deberá realizar milagros en estas patrias desprestigiadas y vacilantes.
Ella hará en los hombres los firmes lineamientos del carácter: la dignidad, la sangre fría,
el juicio sensato, la resolución segura, y con ellos, el hogar feliz, la patria grande y fuerte.

Las nuevas sociedades latin o am erican as deberán orientarse a form ar


recursos h u m an o s p ara la in d u stria m an u factu rera:

(...) en este siglo industrial que busca la riqueza y la fuerza (...) deberemos prepararnos
(...) Si queremos industrias competidoras, si buscamos producción intensiva de la tierra
y avances del capital, deberemos preocupamos de la educación utilitaria. De nuestras
escuelas de artes y oficios, deben salir, como de las realschule alemanas, los directores
y capataces de nuestra industria naciente, el útilísimo hombre medio, el average man,
como le llaman los americanos del Norte.

La síntesis entre el ideal greco-latino


y el germánico
En u n breve ensayo fechado el 13 de setiem bre de 1918, dos m eses
antes de la victoria de las tropas aliad as sobre A lem ania, el cofunda-
dor del Centro de E studiantes de Derecho escribe “R ectificaciones so­
ciales”, en el cual a firm a que “cu an d o llegue a ser de nuestro d om in io
la lección que se despren de de la a ctu al crisis de civ ilización ”, a sim ila­
rem os que la Gran G uerra fue producto de la noción de su p rem acía
germ án ica.
En el siglo XIX, N ietzsche, Stirner y Sch openh auer sin tetizan la “apo­
teosis de la fu erza (...) la su perioridad de la cu ltu ra y de la vida alem a­
n a ”. Con B ism ark y M orke esta noción alcan za su apogeo. El alem án
era, segú n sus filósofos, “el pu eblo cuyo esp íritu debía prevalecer en
todo u n ciclo de la evolución h u m a n a ”. La con traposición de la hege­
m on ía germ án ica al “id eal greco-latino, en el cual circula el culto a la
belleza y al derecho, por u n a trad ición que lleva savia de ju stic ia y de
a ltru ism o ”, origin ó el conflicto bélico.
Biblioteca Biográfica Venezolana
28 Alberto Adriani

Sin em bargo, el “m odo racion al del ideal greco-latino”, fundam ento


de am bas civilizaciones, condu cirá a

la integración de una civilización (...) ya hoy no será equilibrio: será una cabal compe­
netración (...) Es imposible que esta guerra (...) no tenga gigantescas consecuencias en el
moldeamiento de las futuras sociedades, conjuntos armónicos de Calibán y de Ariel, del
ser que sueña y del que vive de las realidades (...) La América, amorfa en sus característi­
cas de vida (...) verá la realidad, apreciará (...) esta lección que (...) nos llega del Viejo
Mundo, del solar de nuestros abuelos de espíritu y de raza.

La Pan-civilización futura, la América providente


y el Nuevo Mundo Latino
Presente en sus an álisis sobre la econom ía política in tern acion al está
la im p licación de los acontecim ien tos de E uropa y E stados U nidos en
Venezuela y A m érica Latina. En su conferencia P ro g re so s d e m o c rá ti­
c o s d e la A m é ric a L atin a, editad a en la revista del Centro de Estudian­
tes de Derecho, el 14 de ju n io de 1919, el joven pen sad o r sostiene:

El mundo ya no espera nada trascendental (...) del futuro de las civilizaciones milena­
rias de occidente (...) sólo queda (...) la redención que preparan las nuevas combinaciones
de civilización que se elaboran en este Nuevo Mundo latino, en esta América providente
que acogió en buena hora los más altos principios de democracia, y (...) el definitivo
predominio de los principios de la Revolución Francesa.
Buscamos en el futuro fórmulas universales de vida (...) seguros de que esa combina­
ción triunfante saldrá de América. Sólo el hombre americano, amasado con la sangre de
todas las estirpes, fecundado con la obra de todas las razas y de todas las civilizaciones,
puede elaborar la síntesis de esa pan<ivilización futura (...) la humanidad verá el asom­
bro de un nuevo mundo espiritual (...) Sin fanatismos tenaces, se puede afirmar que
América practicará la democracia virtual, la democracia efectiva y completa.

El estudiante de Derecho analiza la Colonia h ispánica en la huella


autocràtica de sus virreyes y capitanes generales, que nos legó sin em ­
bargo “su espíritu tenaz de libertad e independencia, y la institución
dem ocrática de los m un icipios y de sus cabildos”. Com o Bolívar, objeta
la adopción de regím enes federales después de la Independencia, las
repúblicas aéreas, cuando lo que resultó fueron las form as semi-feuda-
Un programa de gobierno... a los 20 años 29

les de caudillism o. Una nueva etapa ha de develarse: “la libertad gan a


cam ino. El período revolucionario hizo gan ar a todos los hom bres las
prerrogativas de la dem ocracia, fundió las castas irreconciliables, pro­
pagó el credo liberal, y decidió el futuro para la franca dem ocracia”.
D urante su prim era etap a caraqueña, A driani tratará los m ism os
tem as en artículos com o “V ida nueva”, “La nueva orien tación filo só fi­
ca” e “In telectu alism o” (1919), y “Paradojas de la vida h istó rica” (1920).
La com pren sión de las cau sas del ascenso, auge y caída de las civili­
zaciones no se estacion a en su conciencia com o curiosid ad es m era­
m ente intelectuales. La h istoria brin da lecciones que debe aprovechar
su país p ara salir del atraso. Bosqueja u n “Program a de G obierno”, el
24 de setiem bre de 1918:

Una nueva faz de nuestro desarrollo; un nuevo camino esperanzador empezaremos a


transitar a partir de hoy: desaparecerá la tiranía, y con ella las obstrucciones (...) a
nuestro desarrollo nacional.
Libertad en todos los campos de la actividad: en el trabajo, en la prensa, en la política:
protección del gobierno a toda proficua iniciativa: protección para el que trabaja: quere­
mos levantar de sus ruinas la industria y el comercio: queremos dar un impulso gigan­
tesco a la instrucción: favorecemos la inmigración (...) tenderemos ferrocarriles: construi­
remos carreteras, impulsaremos nuestras comunicaciones marítimas (...)Adonde no llegue
la iniciativa individual allí estará el gobierno.
Conciudadanos: todos como un solo hombre a trabajar por la grandeza de esta patria
(...) la epopeya más gloriosa de América.

No todo es rigor académ ico entre los estudiantes provincianos que


viven en pensiones. El intelectual de Zea alterna sus estudios, su activis­
m o estudiantil, sus colaboraciones periodísticas y su trabajo con el can­
ciller Gil Borges, con las inquietudes literarias. Un d ía lo encuentran
leyendo el Arte d e a m a r del poeta rom ano Ovidio, y Gil Borges com enta:
“El bachiller Adriani, cuando lee inm oralidades, las lee clásicas”.
Un Miranda civil: Europa
y Estados Unidos

Licenciado en Economía de la Universidad


de Ginebra
La separación de A driani y su s dem ás com pañeros será física m as no
intelectual. El can ciller Gil Borges le pide que lo acom pañ e a Nueva
York com o secretario de la d elegación que rep resen tará al Gobierno
N acional en la in au gu ració n de la estatu a de Sim ón Bolívar en el Cen­
tral Park. Luego po d rá p ro segu ir su travesía a Europa. Su jefe le hace
u n a oferta difícil de declinar: ser cón su l de V enezuela en Ginebra.
Estuvo dubitativo, au n que conciente de que era in d ispen sable m ar­
ch arse a Europa a com pletar su educación. Sus respetables m aestros
poco podían en señ arle acerca de las corrientes renovadoras del p en sa­
m iento del siglo XX. La Revolución Rusa, la Revolución M exicana, la
G ran G uerra, la E uropa de la post-guerra, los progresos del cap italis­
m o am ericano, los avances de la ciencia y las com unicaciones, no fi­
gu rab an en los g a stad o s textos que se estu d iab an en el recinto de San­
ta C apilla. La d ecisión de au sen tarse era lógica para u n joven a quien
desde su niñez lo h abían form ad o con u n carácter racion alista y un a
visión cartesian a del m un do.
El jov en intelectual no pierde la op o rtu n id ad de co n firm ar en la
ciud ad de los rascacielos lo que en su adolescen cia h abía leído en las
crónicas que su padre recibía en Zea. El d iplom ático venezolano, reía-
Biblioteca Biográfica Venezolana
32 Alberto Adriani

ta D om ingo Alberto R angel, apreciará en Nueva York el espectro de


in m igran tes europeos y de corrientes políticas que atizab an el fervor
y alim en tab an las tertu lias de “la nueva Rom a am e rica n a ”.
El culto provinciano tendrá sentim ientos encontrados ante la nueva
sociedad in d u strial que se revela en la m eca del capitalism o . La rique­
za producto de la in iciativa individual puede in d u cir a la su p lan ta­
ción de los valores éticos y m orales por la id olatría de los bienes m ate­
riales. El progreso in d u strial es inherente al v an g u ard ism o científico
y tecnológico que u n a sociedad ab ierta y d em ocrática puede generar.
Más allá de todas sus cavilaciones, co n firm ará en Nueva York el atraso
in stitu cio n al y socioeconóm ico de su país.
Concluida la m isión en Nueva York, Alberto continúa su viaje a Gine­
bra, donde ha sido nom brado cónsul de Venezuela, el 13 de mayo de
1921. Picón Salas describe la Ginebra de principios de los años veinte:

Ginebra, sede de la Sociedad de las Naciones, era en aquellos inquietos días de Post-
Guerra, una especie de micro<osmos, de síntesis de nacionalidades (...) Delegados de los
nuevos países surgidos del Tratado de Versalles (...) Grandes personalidades (...) Peritos
en Economía, Sanidad (...) colman los cafés, las bibliotecas (...) Falsos príncipes (...) Apa­
sionante encrucijada del mundo (...) A pesar de estas gentes cosmopolitas (...) Ginebra
continúa siendo la ciudad un tanto calvinista y aburrida (...)

Será corto su desem peño com o cónsul. El 2 de noviem bre, m enos de


seis m eses d esp ués, A driani entrega el con sulado a M anuel Arocha.
U na in triga palaciega h abía hecho saber al general G óm ez que Gil
Borges no lo h abía m en cion ado en su discurso de presen tación de la
e statu a del Libertador. El m in istro renunció y fue su stitu id o por el
doctor Pedro Itriago Chacín, quien tiene la gen tileza de n otificarle
que se ve precisad o a reem plazarle; pero que en la p rim era ocasión
h ará uso de sus “buen os servicios”. En tono apologético, Itriago confía
a su discípulo: “usted sabe com o son las cosas en este p a ís”.
Alberto se inscribe en 1921 en la Facultad de Ciencias Económ icas y
Sociales de la Universidad de Ginebra. Cuatro años m ás tarde obtendrá
el título de Licenciado en Ciencias Sociales, en abril de 1925. Miguel
Szinetar refiere que la Facultad ofrecía tres tipos de licenciatura: gene­
ral, econom ía política y educación. Escoge la licenciatura general.
Un Miranda civil: Europa y Estados Unidos 33

El recién grad u ad o p resen tará su proyecto de tesis doctoral, el 11 de


mayo d e 1925, in titu la d a “L 'A m ériq u e L atin e et le p ro b lè m e de
l'in m ig ra tio n ”. La Facultad le dio el visto bueno; pero su curiosid ad
intelectual lo conduce a no con cluir la tesis, pu es el 23 de ju n io de
1925 se em barca en C alais, Francia, en ru ta a Londres, y desem barca
en Dover, Inglaterra, com o consta en su p asap orte (en esta biografía,
por prim era vez, se pu blican datos del docum en to fam iliar). El nuevo
econ om ista se residencia en Londres durante m ás de un año, au n que
v iajará con cierta reg u larid ad entre París y la cap ital inglesa. El p asa­
porte registra in gresos y salid as entre Calais y Dover, el 2 y 26 de agos­
to, el 14 de octubre de 1925 y el 19 de febrero de 1926.
D urante su perm an en cia de poco m ás de cu atro años en Ginebra,
Alberto tam bién d esem peñ ará nuevas resp on sabilidad es internacio­
nales en represen tación de su p aís; esta vez en el terreno de la d iplo­
m acia m ultilateral. El canciller Itriago Chacín, el 10 de agosto de 1921,
propon e al general G óm ez el nom bram iento de A driani com o secreta­
rio de la representación ven ezolana a la Segun da A sam blea de la So­
ciedad de las N aciones, an tecesora de la O rganización de las N aciones
U nidas. La d elegación estaba in tegrad a por Diógenes Escalante, Carac-
ciolo Parra Pérez y San tiago Key Ayala, quienes h abían representado a
Venezuela en la A sam blea fun d acion al de ese organ ism o, en 1920.
El licenciado de la U niversidad de Ginebra, de 25 años, va a partici­
p ar directam ente en la gestación del m u ltilatéralism e m oderno. Itria­
go, en carta d irigid a al presidente Gómez, el 20 de ju lio de 1923, pro­
pone design arlo de nuevo secretario de la d elegación de V enezuela a
la C u arta A sam blea del precitado organism o.
A driani m an tien e u n a correspon dencia perm an en te con Picón Sa­
las, quien n arrará m ás tarde la experiencia gin ebrin a de su paisan o:

Concurre a la Universidad y frecuenta los debates públicos de la Sociedad de las Nacio­


nes (...) En la Venezuela gomecista no sabían leer estas cosas. Todo lo que nos era descono­
cido en la ignorancia y el hermetismo político (...) se nos revelaba en la prosa de Adriani
(...) La agricultura en el Piamonte, la industria en la Lombardía. Patriota, piensa en las
caídas de agua y la riqueza hidro-eléctrica de Venezuela completamente desaprovecha­
da. En uno como sueño de patria futura piensa que el paisaje de Me'rida (...) se parece (...)
al de Turin o Milán; y nuestro Chama guarda tantos caballos de fuerza como el Po.
Biblioteca Biográfica Venezolana
34 Alberto Adriani

Tenemos carbón, petróleo, hulla blanca; y la unidad nacional -el hombre nuevo venezo­
lano, libre ya de todo rencor regionalista, dispuesto a la creación pacífica-, podría for­
marse acaso en aquellas tierras altas de Guayana (...) Y el ambiente de Europa, los duros
inviernos (...) le van templando la voluntad (...) En la Ginebra de ese tiempo se está
realizando la educación de un Estadista.

Los años de G inebra fueron decisivos en su ya cu ltivada form ación


acad ém ica y diplom ática. A punto de cu m plir 27 años, se despide de
la ciud ad calvin ista p ara establecerse en la m ás co sm op olita capital
del Reino Unido. El oficial de in m igración de G inebra registra su sali­
da de Suiza: 28 de m ayo de 1925. D ejará u n testim on io nostálgico:

Ginebra, con su sociedad decididamente cerrada y conservadora, vivero de institucio­


nes puritanas, al pié del Monte Blanco (...) me recuerda en su espíritu y en su naturaleza
a la lejana Mérida. Muchas veces he pensado en esa identidad de las dos ciudades que
van a jugar un papel considerable en mi vida.

El hallazgo del Archivo de Miranda en Londres


El in te m acio n alista venezolano apreciará en Londres el fun cion a­
m iento de las in stitucion es d em ocráticas de su m o n arq u ía con stitu­
cional, h u rgará en su s bibliotecas, perfeccionará la len gu a de Shakes­
peare, escu d riñ ará docum en tos históricos y co n tin u ará escribiendo
p ara diarios nacionales y para su propio archivo person al. Será n om ­
brado secretario de la d elegación venezolana a la Sexta A sam blea de
la Sociedad de las N aciones. Se in scribirá en cursos y escu ch ará char­
las en las U niversidades de Oxford y C am bridge y en la London School
o f Econom ics.
Alberto tendrá u n a p articipación clave en el descu brim ien to de un
docum en to de gran trascen den cia p ara la historia de la em an cipación
am ericana. Parra Pérez h a localizado en u n castillo en las afueras de
Londres, perteneciente a Lord Bathurst, los 63 tom os m eticu losam en ­
te orden ados del A rch iv o d e F ra n c isc o d e M iran d a, extraviados desde
su p artid a de Venezuela, en 1812.
La ubicación del archivo representó un h allazgo de prim er orden. A
p artir de su n acim ien to en Caracas, en 1750, h asta su regreso a su
ciud ad n atal, en septiem bre de 1810, el hijo del com erciante canario
Un Miranda civil: Europa y Estados Unidos 35

don Sebastián de M iranda y la ven ezolana Jo se fin a Rodríguez acopió


docum en tos y escribió crónicas que van desde su s proyectos constitu­
cionales p ara la Federación A m ericana, h asta sus conversaciones con
las figu ras m ás prom in en tes de su tiem po, com o George W ashington,
T hom as Jefferson, W illiam Pitt, el Rey de Suecia, N apoleón Bonaparte
y C atalin a La Grande.
“Fui el prim er venezolano que vio el archivo, y tal vez quien m ás lo
ha o je ad o ”, relata u n em ocion ado A driani a Picón Salas. Apoyará a
Parra Pérez en los trám ites p ara su adquisición por parte del Gobierno
de Venezuela.

Allí hay constancia -revela- de los esfuerzos realizados por Miranda, durante más de
veinte años, para la preparación de la independencia americana; tenía comisarios en
todas las colonias españolas, desde México hasta el Plata, y no perdió ocasión para prepa­
rar a las cancillerías europeas a la emancipación inminente (...) Creo difícil que haya otra
colección de documentos de mayor importancia para la historia americana (...)

Cinco años y m edio d u rará la residencia del estudioso joven de Zea


en Europa. Se convierte en un agu d o a n alista de la política internacio­
nal, la econ om ía p o lítica y la sociedad europ ea de entonces. Lee la
obra de pen sadores europeos, com o el in d u strial, escritor y hom bre
de Estado alem án , W alter R athenau, a quien le dedica u n ensayo, “La
nueva A lem an ia y W alter R ath en au ” (1922). Se id en tifica con la obra
del econ om ista in glés Jo h n M aynard Keynes y del italian o Giovanni
Gentile, a través de los cuales se afian za su d esco n fian za en el libera­
lism o económ ico.
En carta de fecha 4 de diciem bre de 1923, d irigid a a su am igo M aria­
no, Alberto pen sará todo el tiem po en su lejan a Venezuela: “Es necesa­
rio p repararse p ara los d ías que deben venir. Todo debe crearse en V e
nezuela. En la in strucción , en la econom ía pública, en la prensa, etc.,
hay pu esto y tarea p ara cíclopes”.
El estudioso in te m a cio n alista se an gu stia al con statar la brecha que
separa el b agaje cu ltu ral de E uropa y el em pu je productivo e igu alita­
rio de Estados U nidos, del atraso socioeconóm ico de Venezuela. En
carta fechada, el 4 de diciem bre de 1923, se queja:
Biblioteca Biográfica Venezolana
36 Alberto Adriani

No puede uno comprender cómo Venezuela, que produjo en la primera mitad del siglo
XIX la élite de América Latina, y que fue hasta 1850, más o menos, uno de los Estados
mejor gobernados del Continente, haya podido decaer de tal manera (...) Sucesivas on­
das de bárbaros han derrotado las clases políticas más o menos preparadas, y en sucesi­
vas improvisaciones, henos aquí frente al abismo.

Washington: primer jefe de agricultura


de la Unión Panamericana
Desde su llegad a a C aracas, Alberto alternó sus estudios un iversita­
rios con el trabajo. En Londres el d iplom ático m erideño se integró a la
d elegación de Venezuela en calid ad de secretario ante la Sexta Confe­
rencia de la Sociedad de las N aciones y poco m ás tarde fue d esign ad o
secretario de la Legación del p aís en Inglaterra y ante la Séptim a Con­
ferencia; pero estos nom bram ien tos arribaron cuan d o ya h abía p arti­
do p ara Estados Unidos. El cónsul en Londres, J. E. C allahan, le expide
la visa el 28 de ju lio de 1926.
Del ex canciller Gil Borges, subdirector de la U nión Panam ericana,
recibe u n a carta el 14 de ju lio de 1926. Su m entor le invita a trab ajar
en W ashington. Presto a ensayar nuevos derroteros y “cansado de vivir
de la pen sión fam iliar”, Alberto no v acila en aceptar. Perm anecerá tres
años y m ed io en la ciudad del Potom ac.
Gil Borges lo exh orta a acep tar el nuevo trab ajo con argu m en tos
convincentes. Su desp ach o estab a en cargad o de la p reparació n de la
Sexta C onferencia P an am erican a del o rgan ism o , que se celebraría en
La H abana, en 1928. El subd irector p recisab a de u n a person a de con­
fian za, con la preparación y cap acid ad de trabajo de A driani. Era ne­
cesario elab orar las agen das, red actar los in form es y propon er las re­
soluciones. En conocim iento de la curiosidad intelectual del discípulo,
Gil Borges le m en cion a la o p o rtu n id ad de estu d iar en W ashington
los p ro b lem as de Estados U nidos y de la A m érica desde u n a p ersp ecti­
va con tin en tal.
A driani cum plió cabalm en te estas funciones desde agosto de 1926
h asta enero de 1928, cu an d o viajó a La H abana p ara p articip ar en la
Conferencia. Fue secretario de la d elegación de V enezuela y represen ­
tan te de la C ám ara de Com ercio de C aracas, de cuya revista era colabo­
rador. D urante este lapso fue tam b ién delegado de su país ante la Ter­
Un Miranda civil: Europa y Estados Unidos 37

cera Conferencia C om ercial P an am erican a y participó com o delegado


en la Segun da Conferencia P an am erican a p ara la U niform idad de Es­
pecificaciones.
En m ayo de 1928 participó en la VI Conferencia Internacional Pana­
m ericana, la cual decidió la creación de u n a O ficina de Cooperación
A grícola en la U nión P anam ericana, de la cu al fue su prim er jefe. Esta­
ba por cu m p lir 30 años. La creación de esta oficin a era producto de la
inspiración de A driani, quien se abocaría a form u lar “u n p lan de co­
o peración con tin en tal efectiva p ara el desarrollo de la agricu ltu ra tro­
pical, selvicultura e in d u stria a n im a l”. El nuevo jefe de u n id ad redac­
tará tam bién la sección agrícola del B o letín d e la U nión P an am eric an a.
La nueva o ficin a cultivará relaciones profesion ales con el D eparta­
m ento de A gricultu ra de Estados Unidos. Se vin culará con o tras insti­
tuciones cien tíficas, laboratorios, jard in e s botán icos y estaciones ex­
perim entales de N orteam érica y A m érica Latina. E laborará u n a base
de datos in teram erican a sobre estad ísticas agro pecu arias.
Según la U nión P anam ericana, la fun ción de la O ficina de Coopera­
ción es p re star apoyo a las solicitud es de los Estados m iem bros sobre

cultivos agrícolas, ganadería, medicina veterinaria, enfermedades y plagas de las plan­


tas, selvicultura, suelos, irrigación, abonos, avicultura, apicultura, sanidad vegetal y
animal, meteorología, estadística, economía y educación agrícolas, colonización, indus­
trias pesqueras (...)

En W ashington va a reencontrarse con Egaña, ya grad u ad o de abo­


gado y agregad o civil de la Legación de Venezuela en los Estados Uni­
dos. Egaña in d icará m ás tarde:

En Washington, a principios de 1927, volví a encontrarme con él en el noble hogar de


Mrs. Mary Alian Adams, donde vivimos un año. Fue en ese tiempo cuando se estrechó
nuestra amistad. Mi preferencia entonces era (...) por el derecho civil. Adriani (...) estimu­
ló vivamente mi inclinación por los estudios económicos y financieros, en los cuales era
ya una autoridad.

Tres hechos de en orm e sign ificación tendrán lu g ar duran te la per­


m an en cia de Alberto en W ashington; n in gun o de los cuales pasará
Biblioteca Biográfica Venezolana
38 Alberto Adriani

inadvertido para el venezolano. En 1926 la econ om ía n acion al dio u n


m o n u m en tal salto. Por prim era vez, el PIB petrolero asciende a Bs.
3.531 m illones y su p era el agro pecu ario en u n 23% (Bs. 2.871 m illo­
nes). Por prim era vez, las exp ortacion es petroleras rebasan las agro pe­
cu arias y m ineras, al ubicarse en Bs. 201 m illon es frente a Bs. 194 m i­
llones de las ú ltim as.
Pero la bon an za fin an ciera no lo gra aten u ar las asp iracion es dem o­
cráticas de los venezolanos. En 1928 V enezuela se convierte en el pri­
m er exp ortad o r m u n d ial de petróleo, hecho que coincide con la rebe­
lión estu d ian til de febrero de ese año, cuan d o los universitarios se
levan tan contra la d ictad u ra de Ju a n Vicente Góm ez, liderados por
R aúl Leoni, Jóvito V illalba y R óm ulo Betancourt, entre otros, quien es
sufren destierro y cárcel después de u n a jo rn a d a cívica en la que m ás
de 200 com pañeros de estudio, en solidarid ad , son puestos presos y
som etid os a trabajos forzosos por los esbirros del régim en.
En octubre de 1929, el colapso de la Bolsa de Nueva York sum erge a
Estados U nidos en la G ran D epresión. El PIB se contrae y la ta sa de
desem pleo alcan za u n 30%. La p rim era potencia económ ica del plan e­
ta arrastra a Europa, Latinoam érica y el m un do. Los precios de las
m aterias prim as co lap san y V enezuela es ab atid a por la crisis, cuya
prin cip al víctim a será la agricu ltu ra.
El jefe de la O ficina de C ooperación A grícola propon e y conduce la
organ ización de la Prim era C onferencia Interam ericana de A gricultu­
ra, Selvicultura e In du stria A nim al de la U nión Panam ericana, a la
que, sin em bargo, no va a a sistir p o r cuanto decide ren un ciar a su
cargo y retorn ar a Venezuela en m arzo de 1930.
El adolescente de Zea y M érida es u n precoz filósofo social; el univer­
sitario y d iplo m ático de C aracas, G inebra y Londres es un in tem acio ­
n alista y sociólogo que estu d ia y lee afan osam en te p ara prepararse, y
el econ om ista de W ashington y Zea es h om bre de Estado listo para
actu ar en la renovación de Venezuela. Pero d eten gám on os a exam in ar
las vivencias h u m an as de este M iranda civil.
Adriani y Picón Salas: cuando
la juventud es la edad de un pueblo

Un gru p o esclarecido de jóvenes, quizás el de m ayores luces después


de la generación de los libertadores, co m en zará a p en sar en u n a Vene­
zuela m odern a, dem ocrática, civil y d esarrollad a, con sólidas in stitu ­
ciones rep u blican as, sin caud illos m ilitares ni au tócratas providen­
ciales, y d e sp o jad a de la m e n talid ad ren tista que ya hace acto de
presen cia en la sociedad venezolana. Desde d istin tas id eologías políti­
cas, pero con un id eal com ún de progreso y ju stic ia social, esa genera­
ción, que nace en la prim era década del siglo XX, creará los cim ientos
de la dem ocracia en Venezuela.
No porque sea u n lu g ar com ún es m enos cierto que las am istad es
que se forjan en la in fan cia son las m ás sinceras y d uraderas. Adriani y
Picón Salas se au sen tarán del país por m uch os años. La correspon den­
cia entre am bos será pródiga en sueños y proyectos. El regreso a la
p atria es u n a perspectiva tristem ente elusiva, pero certera. No existía
Internet, sólo el intercam bio ep isto lar que am bos encarecían en cada
opo rtu n idad. Sus cartas testim on ian la fratern al am istad que am bos
cultivaron. Uno y otro tenían la convicción de que co m partían desti­
nos com unes. Am bos abrigaban la esperan za de que ju g a ría n roles
estelares en la reivindicación de Venezuela.
Por espacio de 13 años, entre ju n io de 1921 y octubre de 1934, los
am igo s del Liceo de la U niversidad de Los Andes no d ejarán de escri­
Biblioteca Biográfica Venezolana
40 Alberto Adriani

birse. La corresp on den cia entre el econom ista y el escritor, en opinión


de Delia Picón, hija de Picón Salas, “represen ta las cartas de la juven ­
tu d y tam bién la m ad u rez p rem atu ra de dos hom bres jóv en es que to­
m an d eterm inacion es sobre sus propias v id as”.
Los com pañeros de bach illerato se profesarán u n profun do respeto y
adm iración. A driani le escribirá, el 4 de ju lio de 1928: “quiero im agi­
n ar que contigo Chile devolverá a Venezuela la deu da que contrajo
con Bello”. El 18 de agosto: “tus años chilenos te serán p ara el caso un a
excelente p lata fo rm a ”. Y el 12 de noviem bre de 1929: “tú eres uno de
los hom bres del equipo que deberá en fren tar esta tarea [la reconstruc­
ción de Venezuela], De m an era que no pienses ni por u n m om ento
quedarte en C h ile”.
Desde la cap ital chilena, Picón Salas, el 23 de agosto de 1931, exhor­
ta a su am igo, quien h a regresad o a Venezuela pero se ha refugiad o en
su la r natal, a estar listo p ara el m om ento oportuno: “Tú, no te olvi­
des, con tus estu dios económ icos, tu o rgan izad a b ase europea, tus
d iagram as y curvas estad ísticas estás llam ado a u n a labor renovado­
ra ”. El 27 de octubre de 1934:

(...) tú no estás llamado a ser toda la vida un señor rural y un poco excéntrico, dentro
de los buenos y prudentes vecinos de Zea. Eres uno de los hombres más preparados, tal
vez el más sólido de nuestra generación, y eso te obliga. Deseo estar en relación contigo
porque Venezuela me escuece y me preocupa todos los días.

La tem prana m adu rez de los jóven es andin os no es o bstáculo para


revelar el sem blante h u m an o de sus person alidades. El estu dian te en
E uropa se queja de las calam id ad es de la burocracia pú blica en Vene­
zuela, al tener que depender de la pen sió n fam iliar p ara vivir. El profe­
sor de Santiago de Chile, grad u ad o en Filosofía y Letras de su Instituto
Pedagógico, se lam en ta de que “p ara reu n ir dos m il pesos en Chile y
vivir con u n m in im u m de decencia hay que d esp arram arse en clases,
bu rocracias y pequeños trabajos sueltos; hay días en que m e salen 12 o
13 horas de trajín ”.
Adriani y Picón Salas: cuando la juventud es la edad de un pueblo 41

El 6 de enero de 1922, A driani escribe:

(...) mis inclinaciones son más o menos definidas, y mi actividad, sin ser constante,
desesperada, irresistible, ni mucho menos, se ejerce toda ella en un dominio determina­
do. Estudio aquí, donde se puede estudiar, porque hay libros y hay ambiente, y me prepa­
ro para el mañana.

Pocos m eses m ás tarde, el 17 de abril, Alberto le confía:

(...) como tú lo sabes, soy hombre perfectamente desprovisto para la vida mundana: no
bailo, ni se' hablar agradable y ágilmente sobre trivialidades -que son el pasto común de
las conversaciones de salón-, ni tengo desenvoltura alguna que pueda gastar en socie­
dad: es decir, que soy hecho para vivir como aquel monje Teótimo, de la parábola de
Rodó en Motivos de Proteo, en una vida solitaria.

Las cartas del estudiante en Ginebra revelan, no obstante, a un Adriani


galante, sensible a las artes y a la belleza fem enina. En enero de 1922,
describe su prim er viaje a Florencia:

(...) es un milagro de la naturaleza (...) Viví allí dos momentos inolvidables: un crepús­
culo visto desde la Piazzale de Michelangelo (...) y otro atardecer junto al Perseo y al
David: dos figuras milagrosas, que por si solas explican el valor del arte y retratan uno
de esos raros momentos de la historia, en que la juventud es la edad de todo un pueblo
(...) Hubiera querido pasarme allí muchos meses (...) yo que soy tan sordo a la belleza;
junto a ese pueblo, elegante y gracioso (...); junto a esas mujeres maravillosas (...)

Desde R om a el m erideño de 23 años relata a su p aisan o de 20:

(...) la emoción que sentimos al pisar los mármoles del Foro (...) donde se desarrollaron
los sucesos culminantes de la República y del Imperio; donde cayó César; donde Marco
Antonio mostró al pueblo el cuerpo lacerado del Imperatory su magnánimo testamento
(...) A cada momento nos encontramos con algo que inmortaliza el prestigio de los siglos.

De pronto advierte que está d em asiad o im buid o entre la bu rocracia


gin eb rin a y las bibliotecas. Opta por apren der a b ailar y a hacer depor­
tes. Se ju stifica :
Biblioteca Biográfica Venezolana
42 Alberto Adriani

(...)yo tenía ciertos perjuicios contra el baile (...) he venido a comprender su utilidad. El
baile es (...) agradable y práctico como sport; instrumento indispensable para estar en
sociedad (...) para estar con las mujeres y conquistarlas (...) Tomo lecciones de una noble
rusa (...) pero mis pasos eran mucho menos elegantes y rítmicos; mi oído perfectamente
mauser. Pero no pierdo ocasión de educar el oído y la vista; y gracias a ellos la música me
va entrando, y creo que llegaré a ser bailador.

La d esco n fian za que los am igo s tenían respecto de los deportes se


desp eja. Los deportes p asan a ser

no solamente medios de salud física, sino instrumentos magníficos de equilibrio y


disciplina mentales. Hay ciertos ejercicios que sirven para la vida social, como el tenis,
que uno debería aprender (...) Lo menos que uno está obligado a hacer son diez, quince
minutos diarios de gimnasia sueca. Las gentes que no hacen ejercicio (...) son inelegantes,
pesadas y tristes; los que lo hacen, son elegantes, alegres y ligeros.

El u n iversitario que b aila y hace deportes en G inebra y se asom bra


con la belleza de las d am as de Florencia, se en am ora en W ashington,
cinco años m ás tarde. Su am igo M ariano le in form a de su m atrim on io
en San tiago de Chile, y Alberto, luego de felicitarlo, le confía, el 18 de
m arzo de 1928, antes de cu m plir 30 años:

(...) estoy muy enamorado de una venezolana, nacida en los Estados Unidos, te diré su
nombre cuando las cosas se pongan serias. Hasta este momento no estoy seguro sino de
que la quiero mucho. Ella también parece quererme, pero no hay sino indicios. Espero
tener las pruebas para comprometerme. El matrimonio, si ha de realizarse, todavía está
alejado, pues la niña está todavía en el colegio y es muy jovencita.

El rom ance prospera y casi cuatro m eses m ás tarde, el 4 de julio, reitera;

¿Sabes? Me comprometí con la amada aquella de que te hablé (...) Dos años hace que
iba a quedarme soltero (...) Pero, chico, me encontré con esta niña que me traía la prome­
sa de una vida más feliz y la seguridad de una existencia insoportable sin ella (...) Se
trata de una chiquilla muy bien educada, virtuosa, muy inteligente, excepcionalmente
linda, para abreviar, un encanto (...) podrías adivinar su nombre. Te lo revelaré. Es Ma­
ría, la única hija del Dr. Gil Borges. Muy probablemente la conociste en Caracas. Era
Adriani y Picón Salas: cuando la juventud es la edad de un pueblo 43

entonces una criaturita. Ahora es ya una mujer y está preciosa. Todavía no tiene 19 años
y esperamos un tiempo para casamos. Voilá.

Año y m edio m ás tarde, el 12 de noviem bre de 1929, el com prom iso


entre A lberto y M aría se desvanece. Alberto con fiesa su pena:

(...) hace dos semanas que se terminó mi compromiso. Mi muchacha es muy linda,
inteligente y honesta, pero tiene unos celos exagerados y por esa razón fue imposible
entendernos (...) estos terremotos sentimentales lo dejan a uno un poco derrumbado,
sobre todo cuando se quiere como quería yo a esa muchacha.

Se refu gia en nuevos estudios: “ya m e está volviendo la tran qu ilidad


(...) ah ora voy a a p a rta r un poco a las m ujeres y m e voy a en go lfar en
m is estu dios económ icos y so ciales”.
Alberto se inscribe en varios cu rsos de econ om ía agríco la en el De­
p artam en to de A gricultu ra de Estados U nidos “los cursos están a car­
go de profesores m uy cap aces”. El 17 de diciem bre refiere:

(...) como los sueños comienzan a fallar ve uno la vida de otra manera. Tal vez sea una
vida más dura (...) En fin, no hay que echarse a morir por todo (...) ¿Verdad? Estos
acontecimientos me obligan a moverme, de todas maneras hubiera debido ponerme en
marcha, pues he recibido noticias de casa -mi madre y dos hermanos han estado enfer­
mos- y es indispensable que me vaya a ayudarles.
Precursor de la integración
supranacional

Alberto A driani arrib a a Londres con renovados ím petus en agosto


de 1925. Inglaterra es la cun a de los m ás prom inentes econ om istas del
siglo XVIII (Adam Sm ith), XIX (David Ricardo) y XX (John M aynard Ke-
ynes). Sm ith y R icardo son los ideológicos del liberalism o económ ico,
que en su tiem po fue revolucionario, al d esm en u zar los errores del
m ercan tilism o y ab ogar por la d octrin a del libre m ercado com o el
m edio m ás idóneo p ara la asign ación eficiente de los factores de capi­
tal y trabajo en u n a econom ía.
La tesis central de Sm ith y Ricardo rad ica en la convicción de que los
m ercad os son capaces, sin intervención del Estado, de garan tizar el
pleno em pleo bajo condiciones de eficien cia económ ica y com peten­
cia perfecta. Keynes, sin o b jetar la sign ificación del m ercado, cuestio­
na este axiom a. Los m ercados son im perfectos y requieren la interven­
ción del Estado para alcan zar el pleno em pleo. A driani asistirá a las
clases del profesor Keynes en la U niversidad de Cam bridge.
En opin ión de D om ingo Alberto Rangel, el año y algo m ás que A dria­
ni p asó en la cap ital in glesa term in a de m old ear al econom ista. En
G inebra h abía estu diad o a los franceses W alras y Gide y al italian o
Pareto. En Londres escu ch ará las d isertacion es de Clark, Hicks, Cham-
berlain y Jo a n R obinson. C h am berlain y Robinson co n ceptu alizarán
la teoría de los m on op olios y oligopolios. Hicks d iseñ aría el m odelo
Biblioteca Biográfica Venezolana
46 Alberto Adriani

keynesiano sobre la interrelación entre la econom ía real y los agrega­


dos m on etarios. C onocerá la obra de K ondratieff sobre los ciclos eco­
nóm icos y de Sch um peter sobre la im p ortan cia de la innovación tec­
nológica com o fuerza prom otora del desarrollo. El econ om ista andino
será uno de los prim eros keynesianos de A m érica Latina, y adem ás, a
ju ic io de R angel: “Inglaterra [hace] de él, aparte de su condición de
econ om ista ya lo grad o por com pleto, u n social-dem ócrata”.
Siem pre ligad o a su terruño, A driani no detendrá sus colaboracio­
nes al diario E l Im p u lso de Zea, al B o letín d e la C ám ara d e C om ercio
d e C arac a s y a la revista A ten ea de la U niversidad de Concepción en
Chile. De la etap a londinense d estacan trabajos com o “La crisis políti­
ca actual y el Estado orgán ico ” y “Los Estados Unidos de E urop a” (1925),
“El próxim o centenario bolivariano y V enezuela” y “Los problem as de
la in m ig ració n ” (1926).

La patria única: hacia un vasto proceso


de unificación del mundo
La idea de que la sociedad p lan etaria d em an d ará nuevas m o dalid a­
des de gobiern o global se hace presente en la conciencia del talentoso
pen sador h acia 1925: “las com unicaciones y otros factores de u n ifica­
ción son todavía im potentes para h acer de la Tierra u n a p atria única,
pero las gran des agru p acion es de pueblos son o serán m uy pronto
u n a realid ad ”.
En su artículo “La crisis política actu al y el Estado o rgán ico ”, escrito
p ara la revista A ten ea, el econ om ista exp resa u n pen sam ien to que
parece sacado de los tratad istas de la globalización del siglo XXI:

El prodigioso desarrollo de la técnica de las comunicaciones, que ha empequeñecido el


mundo y hecho fácil la circulación de los hombres, de las ideas y de las riquezas; que ha
establecido contacto entre todas las razas y todas las civilizaciones (...) ha acabado ya la
unidad económica de la Tierra y está componiendo en otros dominios una sociedad que
la comprenderá toda entera, algo así como la Ciudad de Dios que se afanó en construir
el catolicismo de la Edad Media.

Adriani se convierte en uno de los prim eros latin oam erican os en pre­
ver la sign ificación no sólo de los organ ism os m ultilaterales, sino la de
Precursor de la integración supranacional 47

los fu tu ros órganos supran acion ales de integración en un m un do en


el que todavía se debatía entre el declive reticente de los im perios euro­
peos, el surgim ien to de n acion alism os de tinte totalitario, el atractivo
de la propuesta m arxista-leninista de control estatal y partido único, y
el todavía débil rep u blican ism o dem ocrático a escala global.
D entro de las form as rep u blican as de la d iplo m acia de entonces des­
p u n tab a el in tern acion alism o w ilsoniano, que pro p u gn ab a la resolu­
ción pacífica de controversias y el respeto por las n o rm as del Derecho
Internacional en función de ideales com partidos de d em ocracia y li­
b ertad. El nuevo in tern acion alism o , com o lo den om in a A driani, pos­
tu lab a la cooperación entre los Estados-nación para evitar el exp an sio ­
nism o belicista de los m oribu n dos im perios y de los n acion alism os
extrem os.
El novel econ om ista p resagia u n a inexorable tendencia a la u n ifica­
ción del m un do, pero tam b ién advierte que para ello se requiere un
ideal convergente que supere las d iferencias entre las concepciones de
organ ización social del plan eta. En el artículo para la revista A ten e a
subraya:

El ideal wilsoniano, el comunismo ruso, las ideas de ciertos visionarios asiáticos, como
Ghandi, se proponen construir la unidad del mundo. Y no hay duda de que la unifica­
ción progresa (...) La universalidad de la ciencia experimental y los fenómenos de inter­
dependencia y solidaridad (...) han provocado la creación de institutos internacionales
de coordinación y de centralización, y muchos surgirán en el porvenir (...) porque (...) los
problemas sociales y económicos requerirán soluciones mundiales.
Pero (...) su realidad es todavía lejana, porque faltan un plan único de acción y un
órgano de autoridad suficiente (...) La idea wilsoniana, el programa de Lenin, el plan de
los asiáticos, se combaten mutuamente, y las fuerzas internacionalizantes, que podrían
formar un conjunto imponente, se restan, aisladas y adversas, mucho poder.

Supranacionalismo y panamericanismo
La noción de agru p acio n es de Estados-nación con u n a h isto ria co­
m ú n y valores com partidos, un id os en órgan os region ales de in tegra­
ción, convierten a Alberto A driani en uno de los precursores de lo que
pod ríam os d en om in ar el su pran acio n alism o contem poráneo. Propi­
ció u n pan am erican ism o m oderno, en igu ald ad de condiciones, que
Biblioteca Biográfica Venezolana
48 Alberto Adriani

desterrara la concepción p reim perialista de la d octrin a M onroe, para


abrir paso a la cooperación continental. Su experien cia en la Unión
Panam ericana a fia n z ará su convicción sobre la conveniencia de apro­
vechar el potencial productivo de los E stados U nidos p ara m ejorar las
condiciones de vida de los latin oam erican os.
El venezolano no consideraba a N orteam érica y a Latinoam érica como
regiones an tagón icas. Sostenía que es en la agro in d u stria donde des­
can sa la cooperación interam erican a:

(...) la industria agrícola es la mayor industria común de los pueblos americanos. De


su prosperidad dependen el bienestar y la elevación del nivel de vida de los pueblos que
viven al Sur del río Grande; y el crecimiento de mercados susceptibles de absorber las
manufacturas y los capitales y de mantener y multiplicar la prosperidad del pueblo de
los Estados Unidos.

A driani defiende las bon dades de la inversión extran jera directa de


los Estados Unidos en A m érica Latina. D elinea su posición favorable al
pan am erican ism o en trabajos com o “El porvenir de A m érica” y “La
concepción política del porvenir” (1921), “C apital estad oun iden se en
A m érica L atin a” (1926), “La in m igració n de capitales en Am érica Lati­
n a ” (1927), “La conferencia p arlam en taria in tern acion al de com ercio
de Río de Ja n e iro ” y “La colaboración agríco la in teram erican a” (1928)
y “La próxim a conferencia agríco la p a n am e rican a” (1930). En “C apital
estad ou n iden se en A m érica Latin a”, observa:

El capital americano tomará el camino del sur. Entre nosotros será bienvenido, porque
nos es, además, indispensable. Países nuevos que están en un período de desarrollo ex­
cepcional, con una economía inorgánica y de baja productividad, no podemos dispen­
sarnos de tal ayuda. Nuestros Estados también deberán recurrir al capital extranjero,
porque no es posible realizar con los recursos del presupuesto ordinario las obras costo­
sas (...) que son la base indispensable de nuestra futura prosperidad.

El visionario in te m a cio n alista detecta, sin em bargo, la en orm e bre­


ch a que ve en san ch arse entre la p u jan za de N orteam érica y el atraso
de Latinoam érica. Señala:
Precursor de la integración supranacional 49

(...) la mayor debilidad del panamericanismo, su pecado, el secreto de su impotencia,


está en la extrema desproporción de fuerzas que hoy existe entre el pueblo anglosajón y
los pueblos latinos del sur (...) Los pueblos de este lado del Río Grande tienen que sentir
extraña inquietud en presencia de ese corpulento hermano del Norte. El día en que
lleguemos a un satisfactorio equilibrio de fuerzas no habrá lugar a las malas tentacio­
nes del uno, ni a las inquietudes de los otros.

Los Estados Unidos y las nuevas formas


de civilización
Adriani sostuvo el criterio, inspirado en el pensador italiano Enri­
que Ferri, de que América era el continente del futuro, capaz de supe­
rar los ancestrales resabios clasistas, nacionalistas, religiosos e impe­
rialistas del Viejo Continente: “la nueva vida democrática extinguirá
el m onopolio de la aristocracia” . En su artículo “El porvenir de Am éri­
ca” (1921), el estudiante de Caracas presagia:

El nuevo continente (...) p or sus territorios nuevos y fértiles, por el vario clima que
determinan su posición geográfica y su estructura geológica, por su posición en el plane­
ta que le permite dominar los demás continentes, por su condición casi insular, por su
form a alargada y p or sus innumerables ríos que facilitan sus comunicaciones, [esj la
grande esperanza humana (...) América será en el porvenir el prim er factor de la produc­
ción universal (...) América es el continente llamado a aprovechar toda la obra de progre­
so llevada a cabo por los siglos.

La primera mención que se halla en los escritos de Adriani sobre los


Estados Unidos está en su ensayo “Progresos democráticos de América
Latina” (1919), escrito a los 21 años. Después de la Revolución France­
sa, la Americana: “(...) por fin, el ejemplo de Estados Unidos como na­
ción libre, llevan a la autonomía después de una guerra tenaz” .
El estudioso merideño admiró el empuje industrial y agropecuario,
la movilidad social, la capacidad de innovación e iniciativa empresa­
rial y las instituciones republicanas de la nación anglosajona. Llamó a
los Estados Unidos “la patria providente de los hombres del Norte” . En
“La primera etapa de una política económica” (1927), indica:
Biblioteca Biográfica Venezolana
50 Alberto Adriani

Los Estados Unidos, concentración de vigorosas energías humanas y de los recursos de


una naturaleza pródiga, pueblo el más representativo del nuevo espíritu de Occidente,
en donde están surgiendo las nuevas formas de civilización occidental, de la civilización
faustiana que nos habla Spengler.

El sociólogo del desarrollo analizó el rol determ inante de la pobla­


ción y la inm igración en la prosperidad de las naciones: “la experiencia
de las naciones de reciente form ación, entre ellas, Estados Unidos, Argen­
tin a y Brasil (...) perm ite afirm ar que la prosperidad económ ica y el ade­
lanto social de nuestro país dependen de un aum ento de su población”.
El eco n om ista venezolano atribuye la pro sp erid ad de los Estados
U nidos al desarrollo de su agricu ltu ra m edian te un régim en de conce­
sió n de tierras de pequeña dim ensión. A lerta sobre el “erro r” com eti­
do en A rgentina, al p erm itir “la creación de gran des p ro p ied ad es” en
su s terrenos baldíos; error que debe evitarse en Venezuela. Preconiza
el em pu je p ro gresista de la clase m ed ia en las nuevas sociedades prós­
peras. R ecom ienda la estrategia ad o p tad a por Estados Unidos: “(...) con­
cedieron las tierras en pequeños lotes, y contribuyeron así a crear cla­
ses m ed ias rurales, que constituyen u n a de las fuerzas m ayores de la
dem ocracia estad ou n iden se” .
Dos años antes del G re a t C rash de 1929, arguye, en relación con la
n ació n n orteam ericana:

(...) sería fatal abandonar a sí mismas las fuerzas económicas de un país (...) una
política económica debe responder a la necesidad de resguardar los intereses colectivos,
estimulando a su vez los energías privadas. Es la condición indispensable de la máxima
productividad del esfuerzo general y del desarrollo equilibrado y metódico del organis­
mo económico.

En su ensayo “La colaboración agríco la in teram erican a” (1928), el


d iplo m ático m u ltilateral subraya desde W ashington la im p ortan cia
del esp íritu em prendedor del p io n e e r am ericano:

(...) la eficiencia creciente del utilaje industrial estadounidense, que resulta en el alto
rendimiento de su mano de obra y en la relevación continua de brazos, y el apiñamiento
que se observa en ciertas profesiones técnicas, se conjugan con el espíritu aventurero del
Precursor de la integración supranacional 51

pioneer, que persiste en el pueblo americano, y con las oportunidades excelentes de


empleo que lleva consigo su extraordinaria expansión comercial y financiera (...)

Un factor d esen caden an te del progreso de Estados Unidos está re­


presen tad o po r la investigación cien tífica y tecnológica: “el factor m ás
im p ortan te de pro sp erid ad de las in d u strias m ecán icas de los Estados
U nidos (...) es el establecim ien to de organ ism o s dedicados, de m an era
regu lar y sistem ática, a la investigación y exp erim en tación científi­
c a s”. En su ensayo “La C risis, los cam bios y n o sotros” (1931), ratificará
su creencia en las tecn ologías de p u n ta para la actividad productiva:
“en cada actividad económ ica, en cada in d u stria, en cada cultivo, es
necesario que nos esforcem os por ad o p tar la técnica m ás perfecta”.
Para A driani el progreso m aterial de los pueblos n un ca está divor­
ciado del em pu je in declin able de las fuerzas superiores del ser h u m a­
no y del valo r de sus prin cip ios religiosos, éticos y m orales. Cuando ya
está cercano a concluir su etap a vital en W ashington, su an álisis de la
sociedad estad ou n iden se y sus in stitucion es es revelador:

Los angloamericanos disponen en su país de oportunidades casi ilimitadas para su


formación física, intelectual, técnica y moral. Disfrutan de todas las libertades y todas
las garantías legales (...) El trabajo es en su país como un mandamiento religioso, y todos
los ciudadanos sienten la obligación de trabajar (...) Y sobre todo, los anima un optimis­
mo sin límites, planta que crece lozana en este pueblo de hombres libres.

Los Estados Unidos de Europa


A driani escribe en Londres, a los 27 años, u n ensayo que titu la “Los
Estados U nidos de E u ro p a” (1925). Es u n bosqu ejo vision ario de lo que
es hoy la U nión Europea, la unión de E stados-nación m ás avanzada de
la historia, después de h aber atravesado, desde el Tratado de Rom a de
1957, por todas las fases de u n proceso de integración, desde la zona
de libre com ercio h asta la un ión económ ica y m o n etaria actual.
La Unión Europea, conform ada por 450 m illones de habitantes que
hablan 21 lenguas diferentes, e integrada por 27 Estados m iem bros,
avanza por aproxim aciones sucesivas h acia un a m ayor integración po­
lítica. Los europeos ensayan gradualm ente un esquem a de unión políti­
ca con la creación de la figura del Alto Representante para la política
Biblioteca Biográfica Venezolana
52 Alberto Adriani

exterior y de seguridad com ún. El Banco Central Europeo m an eja con


auton om ía la política m onetaria con u n signo m onetario único: el euro.
A tenor de los acuerdos de Locarno, suscritos por varios países del
V iejo Continente en 1925, el econ om ista com ienza por afirm ar:

(...) hasta ayer, los proyectos de unión europea fueron intentos aislados que nunca
desembocaron en la corriente de la historia (...) [ahora] las aspiraciones y las necesida­
des colectivas, aquí en Europa, superan las fuerzas de las pequeñas patrias surgidas en
los siglos pasados (...) La Paneuropa va a ponerse en marcha (...) no será posible en el
mundo las posiciones actuales de sus patrias sin una agrupación formal de las fuerzas
del continente (...)

O torga la im p o rtan cia que se m erece a la consecución de “acuerdos


g ra d u a le s”, b asad o s en la b ú squ ed a de u n ificacion es en el ám bito de
los actividades económ icas, fin an cieras, de tran sp orte y com un icacio­
nes, in telectuales y h u m an itarias.
La in tegración econ óm ica precede la in tegración p o lítica por virtud
de la eficien cia productiva que brin d an las econom ías de escala en
m ercad os am pliad os:

(...) la especialización industrial, la organización racional de la producción (...) el ren­


dimiento óptimo del trabajo, no son posibles hoy sino en el interior de vastas colectivida­
des. Excepto en ciertos casos de monopolio, ninguna industria de exportación puede ser
al mismo tiempo sólida y conquistadora sin un gran mercado interior.

A driani no pierde de vista la d im en sión política de la integración


económ ica:

(...) naturalmente, todas estas avenidas conducen a la política, y una conclusión de


gran importancia política se ha venido desprendiendo (...) casi todos los problemas eco­
nómicos, sociales, etc., de los países europeos, no tienen y no pueden tener sino soluciones
que contemplen el conjunto europeo o mundial.

No se llam a a en gañ o respecto de la tarea que E uropa tiene por de­


lante: “será in dispen sable b o rrar recuerdos de luchas m ilen arias, odios
pro fu n d o s de religión y raza, preju icios e in com prension es ten aces”.
Precursor de la integración supranacional 53

A unque la u n ificació n eu rop ea sufriría u n a dolorosa posposición


con la degen eración del fascism o y el n azism o en Italia y A lem ania y
el d esen cad en am ien to de la Segu n d a G uerra M undial (1939-1945),
A driani sab ía que el proceso de in tegración europeo to m aría tiem po:
“la evolución sería len ta sin la ayuda, de presiones extern as que trab a­
ja n por u n ificar su econ om ía y su política exterior (...) Va creciendo la
convicción de que sólo u n a E uropa u n id a pod rá m an ten er su puesto
en la econ om ía m u n d ial (...)”.
A rgum en ta a favor de la in tegración p an eu rop ea no sólo desde el
punto de vista de la creciente gravitación de Estados Unidos, sino que
prevé la fu tu ra sign ificación econ óm ica y estratégica de Asia: “el des­
p ertar de los pueblos orien tales (...) el traslado allí de los valores m ate­
riales de la civilización, h acen de ellos (...) y del Pacífico el teatro m ás
interesante de la h istoria en lo que queda del siglo XX”. Y añ ad e: “Eu­
rop a es el h ogar de la civilización occidental (...) U nificada y potente,
puede ser precioso factor de equilibrio en la p o lítica m u n d ia l”. Alber­
to A driani escribe su artículo sobre la u n ificació n europ ea u n cuarto
de siglo antes de que W inston C hurchill p ro n u n ciara su célebre d is­
curso sobre “Los Estados U nidos de E u rop a”.

El método realista y realizable para


la integración latinoamericana
La visión m iran d in a de una A m érica Latina u n id a en u n a federación
de repúblicas, es u n a idea que va a form ar parte in tegral del p en sa­
m iento de Alberto A driani, aun qu e sostiene que la verdadera in tegra­
ción se lo grará por la vía de acuerd os com erciales, de interconexión
flu v ial e in fraestru ctu ral y en el tran sporte y las com unicaciones. En
esta concepción el in te m a cio n alista venezolano se revela com o u n
pionero, pues, h asta entonces, y d iríam os que h asta nuestros d ías, la
siem pre an h elad a y n u n ca a lcan zad a in tegración latin o am e rican a
parecía m ás u n a q u im era de la retórica bolivarian a y no u n proyecto
realista de u n ión política o socioeconóm ica. Su concepción acerca de
u n a in tegración p ragm ática está recogida en el trabajo in titu lad o “La
p rim era etap a de u n a política eco n óm ica” (1927).
En su artículo “El próxim o centenario b o livarian o ”, aso m a la an gu s­
tia del h istoriador p ara quien el pasad o no es liso n ja sino m étodo para
Biblioteca Biográfica Venezolana
54 Alberto Adriani

entender el presente y ru m b o para la con strucción d el fu turo: “las


celebraciones pueden tener eficacia ed u cad ora”. Está consciente de
que “era im posible o casi im posible m an ten er la u n ió n con m edios de
com un icación lentos y d ifíciles”, los cuales hacían in salvable “toda
coordin ación económ ica o p o lítica ”.
Otro de los prin cipios que m ás tarde ad o p tará la exp erien cia euro­
pea es el de la evolución g rad u a l y no atro p ellad a de la integración.
Con indiscutible tino, el venezolano razo n a que

la lección que se desprende del fracaso pasajero de la creación bolivariana, es que hay
que proceder metódicamente (...) El problema de la colaboración entre los tres Estados
[Colombia, Ecuador y Venezuela] no es diferente al problema más vasto déla colabo­
ración de los países latinos de América (...) los acuerdos generales, los vastos tratados de
alianza política, todo lo que se haga grande, es mera retórica que nubla la vista.

D eben establecerse “colaboraciones posibles y útiles, contentán dose


con resu ltad os iniciales m o d estos”.
A driani acierta al recom en d ar p ara Latinoam érica:

(...) las líneas (...) de colaboración se encuentran en la intelectual y económica (...) Por
ahora, la obra sólida está en acuerdos concretos en materia de comunicaciones maríti­
mas, terrestres, telegráficas, postales; de política aduanera, monetaria y bancaria (...) se
puede comenzar con poco, tal vez sería mejor muy poco.

El proceso d e in tegración andin o se inició con la su scripció n del


A cuerdo de C artagena, en 1969. Se firm aro n tratados gran dilocuen tes
a lo largo de dos décadas. No fue sino h asta la firm a del Acuerdo de
B arahona, en 1989, que se inició u n auténtico -au n q u e in cip ien te-
proceso de integración, cuando se com prom etieron a form ar u n a zona
de libre com ercio y u n aran cel externo com ún.
La idea prim igen ia de A driani de “com en zar con p o co ” a través de
acuerdos com erciales e interconexiones in ffaestru ctu rales, con tin ú a
teniendo vigencia. El auge de los procesos de in tegración latin o am eri­
canos sufre u n a nueva p au sa, disp ersos entre tres proyectos distin tos:
la CAN, el MERCOSUR y el M ercado C om ún C entroam ericano.
Precursor de la integración supranacional 55

El idealismo romántico, el humanismo


y el sentido práctico del hombre de negocios
El pensador m erideño creyó desde m uy joven que la riqueza de las
naciones es perm an en te en tanto y en cuanto esté un id a a los princi­
pios éticos y espirituales de los pueblos. El espíritu h um an o es capaz
de vencer cualquier obstáculo m aterial o n atu ral si la sociedad en su
conjunto logra equilibrar la riqueza m aterial con la fortaleza de los
principios m orales que com parte. La prosperidad económ ica no es po­
sible en sociedades donde se desechan las in fin itas fuerzas del espíritu.
El estudiante de E conom ía reflex ion a en G inebra sobre estos tem as
y escribe su ensayo “La nueva A lem ania y W alter R ath en au ” (1922). El
joven p en sad o r encuentra en Einstein, Spen gler y Vaihinger, la fuerza
filosó fica y esp iritu al que p relu d ia la reconstrucción de A lem ania des­
pués de su d errota en la Prim era G uerra M undial.
A driani asim iló la sign ificación del físico alem án Albert Einstein:

(...) es el grande hombre del momento, el renovador más audaz de la ciencia de este
siglo. Destruye los conceptos de espacio y tiempo objetivos. Niega el fundamento de la
física newtoniana y, con ella, toda la física moderna (...) El espacio, el tiempo, el movi­
miento, son conceptos relativos (...).

El h u m an ista venezolano no concibe al Viejo Continente, nuevam en­


te pu jante, sin el ren acim iento de A lem ania:

(...) en una Europa que no puede vivir, ni prosperar sino como un solo organismo
económico, la ruina de un país como Alemania no puede realizarse, sin que ella provo­
que repercusiones igualmente perjudiciales en la estructura económica de los otros.

En la recuperación de A lem ania d esp ués de la Gran G uerra ju e g a un


rol determ inante, el in d u strial y econ om ista, m in istro de R econstruc­
ción y de R elaciones Exteriores, W alter R athenau, hijo del fu n d ad or
de la em presa A llgem eine Electrizitats G esellsch aft, Em ile R athenau.
R athenau fue asesin ad o por fan áticos de la u ltra derecha en 1922.
A driani ad m ira al renovador ju d ío :
Biblioteca Biográfica Venezolana
56 Alberto Adriani

(...) es el alma iluminada y el incomparable realizador (...) Una nueva Alemania ha


surgido de la guerra (...) La Alemania de Guillermo II ha muerto (...) Dentro de su cráneo
lúcido, el idealismo romántico, el humanismo y el sentido práctico del hombre de nego­
cios se sobreponían y combinaban deforma admirable.

Los e sp e cia listas se ñ alan que W alter R ath en au fue el cread or de un


e sq u em a d e p lan ificació n estata l co m p atib le con u n a eco n om ía de
m ercad o. D escarta el c a p ita lism o an árq u ico y el so c ialism o d o gm á­
tico, y pro p on e lo que p o d ríam o s d en o m in ar un cap ita lism o social
con u n Estado fuerte. A driani se id en tifica con este criterio: “Su críti­
ca del sistem a c a p ita lista y, en especial, del lib e ralism o económ ico
es concluyente. En ella evidencia todos los d esp ilfa rro s de fuerzas,
de m aterias y de trab ajo que se rea liz a n en la eco n o m ía a n árq u ica
del ca p ita lism o ” .
El econ om ista venezolano encuentra en el pen sam ien to de su ho­
m ólogo alem án el erro r central del m arxism o:

Su crítica de los sistemas socialistas es penetrante y (...) definitiva. La base científica


del socialismo, la plusvalía, se ha desvanecido (...) Existe, pero es tan insignificante que
su distribución no contribuiría al mejoramiento de la vida. Sin su acumulación, se ha­
rían imposibles el aumento de los stocks y el perfeccionamiento del utilaje industrial,
que si son indispensables al mejor rendimiento del trabajo, y (...) al mejoramiento social.

Un sistem a m ixto de p lan ificació n estatal y de econ om ía de m erca­


do es el que m ejor garan tiza el bien estar social y el progreso de los
pueblos. A driani denom inó esta propuesta de organización social com o
u n a “econom ía o rg án ica”:

[Rathenau] no es (...) individualista ni socialista. Es ecléctico (...) Para mejorar el


bienestar social (...) será necesario (...) una economía orgánica, que someta a un plan
armónico todos los factores de producción (...) Se podrá aumentar la producción y hacer
bajar los precios, elevar el rendimiento y abreviar la duración del trabajo.

Los ciu d ad an os en u n a “sociedad o rgán ica” deben tam b ién condu­


cirse bajo prin cip ios de igu ald ad , solid arid ad y resp on sabilidad :
Precursor de la integración supranacional 57

Pero esto sólo no es bastante. E aumento de la producción y el bienestar material no


darán la paz a la sociedad mientras no se contenten las aspiraciones del espíritu y no se
abran todas las posibilidades de la vida a todos los hombres (...).
La existencia colectiva no encuentra su verdadera expresión (...) sino en una comuni­
dad (...) que repose sobre el principio de la solidaridad, de la responsabilidad y de la
confianza recíproca (...) A esta reorganización social corresponderán la igualdad y la
cooperación entre las naciones (...).

Esta lú cid a síntesis de A driani, escrita a los 24 años, sellará su p en sa­


m iento económ ico du ran te el resto de su vida. R ath enau y A driani son
los precursores de lo que d écadas m ás tarde se d en om in ará en Euro­
pa, “la econom ía social de m ercado o m odelo social eu rop eo ”.

Un programa que nos señale la ruta durante


un largo espacio de tiempo
Los d isciplin ad os estu dios sobre relaciones internacionales, sociolo­
gía y econom ía que realiza A driani abrigan un solo objetivo: fo rm u lar
un p lan a largo plazo que convierta a V enezuela en u n país civilizado,
dem ocrático, social y económ icam ente d esarrollad o y cien tíficam en ­
te avanzado. H acia 1927 el econ om ista andin o coloca u n poco d é lado
a sus an álisis de las relaciones in tern acion ales p ara concentrarse en la
m ed itación pro fu n d a sobre los problem as de su país y los rem edios a
sus carencias.
En su trabajo “La prim era etap a de u n a política económ ica” (1927),
Adriani da por sentado que un país debe tener un a política para el desa­
rrollo de su econom ía, bajo la orientación del Estado. Esa política debe
form ularse con objetivos claros, a ser alcanzados a largo plazo y debe
ejecutarse coherentem ente durante un largo período para aprovechar
las “ventajas de la co n tin uidad” y brindar frutos “perm an en tes” y no
“pasajeros” en m ateria de inversión, producción, progreso económ ico y
bienestar social. “D ebem os adoptar u n a política económ ica”. Concluye:

Es oportuno que estudiemos la mejor manera de aprovechar nuestra popularidad


mundial, la prosperidad, que podría ser pasajera, traída por el auge de nuestras indus­
trias extractivas, a costa de la decadencia de nuestra agricultura, con el designio de
edificar las bases de nuestra prosperidad permanente (...).
Biblioteca Biográfica Venezolana
58 Alberto Adriani

En W ashington segu irá atento al devenir agríco la de Venezuela. Di­


versos artículos testim on ian este esfuerzo por ale rtar sobre los peli­
gros que se cern ían sobre la agricu ltu ra. De esta época d estacan traba­
jo s com o “La v alorización del café y n uestra econ om ía n a cio n al” y
“Sobre el porvenir de la in d u stria cafetera” (1928), y “El Café y noso­
tro s” , “La Cosecha y el con su m o m u n d ia le s” y “La Ciencia y el porvenir
de la in d u stria cafetera” (1929). A p artir de las ideas exp u estas en estos
trabajos, un g ru p o de agricultores, bajo el liderazgo de Vicente Lecu-
na, fu n d a la A sociación de Cafeteros de Venezuela, en noviem bre de
1929, u n m es después del estallido de la Gran D epresión.
H asta aquí, a lo largo de las ú ltim as págin as, he trazado un paralelis­
m o entre Francisco de M iranda y Alberto A driani porque sus vidas
g u ard an cierta sim ilitu d . A m bos son hijos de in m igran tes europeos.
A m bos ab an d on an sus estudios en C aracas p ara pro segu ir su form a­
ción en Europa. Los dos se preparan p ara hacer aportes superiores a su
p atria en el m om ento oportuno. N inguno de los dos alcan za a ejecu­
ta r su sueño de ju v en tu d y am bos ten d rán seguidores que com pleta­
rán su legado.
El fin de su com prom iso con M aría Gil Borges -co m o ya se d ijo - y las
im plicacion es del G re a t C rash , le acon sejan dar por co n clu id a su per­
m an en cia en W ashington, y así se lo com un ica a Picón Salas, en di­
ciem bre de 1929, con cierta tristeza pero de buen hum or. Leam os de
nuevo, para d ar po r concluida esta parte, este fragm ento de su carta a
su am igo:

Estos acontecimientos me obligan a moverme. De todas maneras hubiera debido po­


nerme en marcha, pues he recibido noticias de casa -mi madre y dos hermanos han
estado enfermos- y es indispensable que me vaya a ayudarles. El último de este mes
pienso dejar la Unión Panamericana. Me quedaré durante el mes de enero, pues quiero
terminar unos cursos sobre economía agrícola en la Escuela del Departamento de Agri­
cultura (...) Esto no corresponde a nuestros sueños de la “residencia de Caño Amarillo,”
pero (...) [es] veinte mil veces mejor sembrar frijoles y criar cochinos que escribir poemas
y correr truenos en la capital. ¿No te parece? Y no se sabe (...) De su granja en Brandebur-
go salió Bismark tonante del 48 (...) De las granjas del Escalante puede salir un Adriani
(...) palúdico y huesudo.
59

El agricultor del Alto Escalante

Alberto A driani entregó su ren u n cia a la U nión P an am erican a en


diciem bre de 1929. Se d espide de la ciudad de los cerezos. D eja los
pasillo s del edificio de la U nión P anam ericana por los p áram o s an d i­
nos y las arterias estrechas de Zea, d esd ib u jad as al atardecer por la
n eblin a cordillerana. Retorna a “la casa de las nueve v en tan as”, donde
lo esperan sus fam iliares. Tiene casi u n a década sin verles.
H abía sufrido el d olo r del rom pim iento con M aría Gil Borges. Des­
pu és de sus aventuras galan tes y fugaces en Europa, vuelve a su país
consciente de su vacío sen tim en tal: “soy hecho para vivir com o aquel
m o n je Teótim o de la p aráb o la de Rodó en M otivo s d e P roteo, en u n a
v ida so litaria ”. Confía a Picón Salas que después de tan tos estudios,
debe retom ar el sentido profun do del trabajo que se deriva de trajin ar
el cam po.
En el v ap or Caribe de la firm a norteam erican a Red D 'Line, A driani
arrib a a La G uaira, en m arzo de 1930, poco antes de cu m plir 32 años.
Sigue a Zea, desde donde escribe u n a carta al canciller Itriago Chacín,
d iscu lpán d ose por no haber p asad o a salu darlo en C aracas. Su an ti­
gu o profesor lo d esign a Instructor de M inistros, pero A driani se excu­
sa cortésm ente. De nuevo en la aldea de su in fan cia y adolescen cia,
Alberto d esem peñ ará su nueva faceta de agricultor.
Biblioteca Biográfica Venezolana
60 Alberto Adriani

Su h erm an o D om ingo, su espo sa O lim pia M azzei y su h e rm an a De-


lia M aría, deciden realizar u n viaje a Europa, a m ediados de 1931. Don
Jo sé ya tiene 63 años y doñ a M aría, 57. Las fin cas fam iliares qued an a
cargo de quien ya es el m ás notable de los hijos de Zea.
Pocos m eses han transcurrido desde el C rack del 29. Nunca tuvo otra
cosa en sus sueños que volver a su patria. El servicio a su país continua­
ba elusivo por la autocracia del general Gómez. En su correspondencia
no o culta su frustración: “Todo el m al de m i vida lo constituye el tiem ­
po que vuela y que envejece, y el tem or de que esta vida se prolongue, y
al prolongárse m e vuelve filisteo. Pero me som eto al destino”.
El 6 de noviem bre de 1931 escribe al am igo de Santiago de Chile. El
m un do se encontraba en plen a d epresión económ ica, pero Venezuela
ya registraba el cam bio físico derivado de la prim era bo n an za petrole­
ra, m ien tras la a g ricu ltu ra m en gu aba:

Estas tierras han ganado mucho con la carretera. Todos los pueblos han ganado (...) y
es aparente cierto progreso material y hasta espiritual (...) La crisis ha sido aquí muy
seria (...) estoy satisfecho de haberme venido a estos rincones a dármelas de agricultor.
Mis amigos me reprochan mi formación libresca, y quizá esta vida me dé un poco de
realismo (...) hemos instalado en casa un aparato de radio (...) escuchamos estaciones
americanas, latinoamericanas y europeas (...) llevo una vida campesina, pero no tan
salvaje como pudiera suponerse, y disfruto de una tranquilidad, que no podría ser ma­
yor en otra parte. Es bueno aquietarse los nervios.

Su h erm an o D om ingo se an gu stia. La presen cia en las estribacion es


an d in as del in telectual recién llegado pu ed e ser sospech osa. Los te­
m as de sus ensayos y conferencias en San C ristóbal y M érida llevan
siem pre u n a velada crítica al estad o de co sas y pueden ser m a l vistos
por los adláteres del régim en. En cu alq u ier m om ento pueden ponerlo
preso. El h erm an o mayor, señ ala Burelli Rivas, “le tenía siem pre ape­
rad a la m ejo r m uía, con el m ejo r baquian o, para que cuan d o fuera
m en ester lo sacara por tierra lla n a al m ás cercano pueblo fronterizo
de C olom bia”.
El agricultor del Alto Escalante (1930-1935] 61

La agonía de la agricultura venezolana


N adie com o él tenía los conocim ientos p ara a n alizar los trastornos
que aqu ejab an a la econ om ía ven ezolana en la tran sición de país ru ­
ral a país petrolero. Cuando A driani regresa a Zea, V enezuela cuenta
con 3.162.911 h abitan tes. El país co n tin ú a siendo esen cialm ente ru ­
ral, a p esar del ya avasallan te predom in io del petróleo. La población
u rb an a ascien de a 717.981 alm as y la ru ral a 2.444.930. El PIB se eleva
a Bs. 31.170 m illones, a precios de 1984; h a subido 59% con respecto a
1926, él año en que el valor de la producción petrolera desplazó p ara
siem pre el valor de la producción agro p ecu aria y m in era del país.
Pero el producto interno agríco la com ien za a rezagarse y se incre­
m en ta sólo 11% entre 1926 y 1930, h asta Bs. 3.178 m illones. El PIB
p etrolero h a crecido 243% en el m ism o período, m o n tán do se en la
colosal cifra de Bs. 12.104 m illones. Entre 1920 y 1930, la producción
de petróleo se h a m u ltip licad o m ás de 270 veces, al p asar de 1.370 a
370.000 b arriles diarios.
La suerte de la agricu ltu ra ven ezolana estaba ech ada y la extrem au n ­
ción defin itiva le será im p artid a po r el C rack del 29. ¿H acia dónde se
van a d irigir los 2.444.930 venezolanos que hacen vida en las llan u ras,
los cam pos y las fald as y cu ch illas de la C ordillera A ndina? El agricu l­
tor del Alto Escalante, desde su retiro cam pesino, no se can sará de
realizar en ju n diosos an álisis que d esn u d arán la grave realid ad de la
econ om ía n acio n al y de su sector agropecuario.
Entre 1901 y 1926, Venezuela fue el segundo productor m un dial de
café. Desde 1881 h asta 1916, la producción del café de calidad “suave”
del país representó entre el 15% y el 19% de la producción m undial.
Venezuela fue el prim er productor m un dial de “café suave”. El café ve­
nezolano significó en prom edio un 5,7% del total m undial, llegando a
alcanzar un 6,7% en 1896 (la producción petrolera actual de Venezuela
representa el 3,4% del total m undial). A partir de 1929 el valor de las
colocaciones internacionales de café se precipita hasta alcan zar sólo Bs.
31 m illones en 1935; un a b ru tal contracción del 77% en sólo seis años.
No es n ecesario a rgu m e n tar por qué Alberto A driani lleva a los lím i­
tes de la obsesión su d esazón por el “ru in o so ” destino de la agricu ltu ­
ra en Venezuela. Son concienzudos los estudios sobre la agricu ltu ra
del café que escribe el p rim er año de su retiro en Zea: “Crónica cafete­
Biblioteca Biográfica Venezolana
62 Alberto Adriani

r a ” (febrero de 1930), “Estación exp erim en tal cafetera en N icaragu a”


(1930), “La p ró xim a conferencia a g ríco la p a n a m e ric a n a ” (mayo de
1930), “El nuevo em préstito brasilero y la situación cafetera” (1930),
“Lecturas agríco la s” (septiem bre de 1930), “Soluciones in tern acion a­
les de la crisis cafetera” (m arzo de 1931) y “La Crisis, los cam bios y
n o so tro s” (mayo de 1931).
En “La crisis, los cam bios y n o so tro s”, A driani explaya toda su m ad u ­
rez de econ om ista profesional. Desde la ó ptica del C rac k traza líneas
de acción racion al sobre todas las variables de la econom ía, con la
vista fija en la n ecesidad de m o dern izar tanto las actividades reales
(agricultura, in d u stria y m inería) com o las m on etarias y finan cieras.
Propone invertir y acu m u lar capital, ah orrar durante los períodos de
“vacas g o rd as” y fo rm ar el capital h u m an o p ara in crem en tar la pro­
ductividad del factor trabajo:

Nuestra agricultura es rudimentaria (...) No hay un solo sector de nuestra vida econó­
mica en donde no se descubran posibilidades de aumentar la eficiencia (...) advertimos
la necesidad de reformar nuestra educación, para levantar el nivel general de nuestra
cultura; adecuar nuestro pueblo a las necesidades de la vida moderna; hacerlo partícipe
del inmenso progreso técnico de las últimas décadas; para conseguir, en fin, nuestra
capacidad económica y nuestra afinación espiritual. Y nos damos también cuenta de
todos los beneficios que podría traernos una inmigración selecta.

El “fu n d ad or de la ciencia económ ica en V enezuela” observa un nue­


vo fenóm eno en la econ om ía m u n d ial: la d ep resión de la econ om ía de
los E stados U nidos acu sa u n im pacto de in ten sid ad global, com o un
terrem oto que tuvo su epicentro en Wall Street, pero cuya reverbera­
ción se sintió en el delta del Río de la Plata, en las riberas del Nilo y en
el arch ip iélago jap o n é s. La G ran D epresión h a producido u n a “univer­
salizació n de las crisis eco n óm icas”; pru eb a de que el m un do, “al m e­
nos en el plano económ ico, está com pletam ente u n ificad o ”.

La política monetaria y cambiaría y la defensa


de la producción
El desem peño de la econ om ía m u n d ial afecta el com portam ien to de
las fuerzas productivas de u n país. Corresponde al Estado d iseñ ar po­
El agricultor del Alto Escalante (1930-1935) 63

líticas para evitar o m itig a r los efectos de choques externos sobre la


producción nacional. La p o lítica cam biaría, ju z g a A driani, es crucial:

El [tipo de] cambio es un barómetro financiero por excelencia. Los economistas lo


consideran como el mejor indicio de la situación económica de un país (...) El cambio está
dominado, tanto por causas comerciales: balanza comercial; como financieras: estado
de presupuesto, sistema monetario, situación del crédito, etc., y políticas: es decir, todos
los hechos que afectan favorable o desfavorablemente el porvenir de un país.

Los ch oques extern os o d eseq u ilib rio s m acro eco n óm icos agu d os
pu ed en d estru ir el valor de la m on eda y o rigin ar gran des trastornos
económ icos:

Una moneda que se deprecia rápidamente hasta perder todo su valor -como sucedió
con el marco alemán [República de Weimar]- (...) se convierte en una maquinaria
gigantesca de redistribución de la riqueza (...) Despoja a una clase de su riqueza y la
regala a otra. Los acreedores ven desmigajarse sus acreencias mientras los deudores
miran con alivio que se aligeran sus obligaciones. Las rentas se evaporan (...) y la remu­
neración de los servicios a salario fijo se reduce (...) Todos los negocios, que deben ajustar­
se (...) a una moneda inestable, se tornan arriesgados (...) Nadie ahorra en una moneda
que se volatiza (...) El riesgo favorece la especulación (...) El proceso de acumulación del
capital y las empresas a largo vencimiento, los dos fenómenos más típicos y que dan el
mayor mérito ál capitalismo, desaparecen (...)

A driani fue u n apóstol de la estabilid ad económ ica, m o n etaria y fi­


n an ciera com o u n o de los requ isitos esen ciales del crecim iento econó­
m ico y el d esarrollo. Fue el prim er propon en te de la creación del Ban­
co C entral de V enezuela. En “La crisis, los cam b ios y n o so tro s” se
en cuen tra el diseño em brion ario del instituto em isor:

Un banco central de emisión, para el cual se aprovechara nuestra propia experiencia


y la de otros países, y que siguiera los mejores modelos, podría dar mayor solidez, y al
mismo tiempo mayorflexibilidad a nuestro sistema monetario, y permitirá la unidad y
la efectividad del control sobre la tasa de descuento y sobre nuestro cambio.
Biblioteca Biográfica Venezolana
64 Alberto Adriani

El banco moderno y el desarrollo


El econ om ista an din o p o stu la el prin cipio de que el sistem a fin an ­
ciero debe ser u n vehículo para la prom oción del desarrollo. Un siste­
m a fin an ciero eficiente pu ed e a m o rtig u a r los efectos de u n a crisis
económ ica y fom en tar la acu m u lació n de capital:

(...) en países que han alcanzado un alto grado de desarrollo económico, el volumen
del crédito es más importante que la moneda en circulación, y es aquél el factor que
principalmente influye en el nivel general de los precios y en la marcha de los negocios.

Aunque considera que el sistem a fin an ciero venezolano de entonces


es sano, estim a que está rezagado respecto de las tenden cias de la ban­
ca m odern a in tern acion al. “El sistem a de crédito -su g ie re - debe h a­
cer u n esfuerzo tenaz p ara im p lan tar en beneficio de los productores,
todas las facilidades y servicios de los m ás adelan tados bancos m oder­
n o s”, y “ejercer u n a acción fecunda en el desenvolvim iento de n uestra
v id a econ óm ica”. “El b an co m oderno -e x p o n e - es sobre todo, u n in sti­
tuto de m ediación de crédito ”.
Para diversificar la ga m a de productos fin an cieros, propon e, por
prim era vez, la creación del “crédito hipotecario, la inversión m enos
líquid a, la m enos m óvil, la m ás co n gelad a”; pero in d ispen sable para
la expan sión de la producción nacional. Otras innovadoras propues­
tas son la form ación de fondos fid u ciarios, así com o

la financiación del comercio, la colocación de valores industriales o públicos, la parti­


cipación y dirección en las industrias, la gestión de patrimonios, la administración de
herencias y otras practicadas por los llamados “trusts” de los ingleses; y, por último, los
de los “investment junds”, que tanto se han multiplicado en los últimos años en los
Estados Unidos e Inglaterra.

Descubridor de la Enfermedad Holandesa


A driani es u n o de los pioneros de los estu dios del fen óm en o que, a
p a rtir de los añ os seten ta del siglo XX, se conoce com o “Enferm edad
h o lan d esa” (D u tc h D esease) y “M aldición de los R ecursos” (R esou rce
Cursé). Esta dolencia fue estu d iad a p o r el doctor Ju a n Pablo Pérez Al-
fonzo, en su libro P etró leo y D e p e n d e n cia (1971).
El agricultor del Alto Escalante (1930-1935) 65

Es en este contexto que A driani a firm a que “duran te los años de pros­
peridad habíam os pod ido d escu brir en esa situ ación de aparien cias
tan favorables ciertos aspectos adversos”. Esos “aspectos adversos” son
la sobrevaluación de la m on eda y la intoxicación de la econom ía com o
consecuencia del b oom fin an ciero de u n recurso n atural. La agricu l­
tu ra y la in d u stria pierden com petitividad y su supervivencia qued a
en entredicho.
A driani, com o econ om ista profesional, pudo advertir que el petró­
leo ten dría u n a incid en cia desfavorable en las actividades producto­
ras de bienes transables, particu larm en te en la agricu ltu ra. Com o an a­
lista social, tam bién observó que la b on an za petrolera po d ría generar
un a sociedad ren tística, en la que los ven ezolanos aban d on arían la
m ística del trabajo.

10 lineamientos para un plan de desarrollo


El d ilem a entre petróleo y d esarrollo está resp on d ido en el ensayo
“La crisis, los cam bios y n o so tro s”, cuyos prin cip ales postulados resu­
m im os:
1. E quilibrios económ icos en las cuentas n acion ales y en los m erca­
dos de factores y de bienes y servicios.
2. U tilización proactiva de in stru m en tos de p o lítica fiscal, m o n eta­
ria y finan ciera.
3. No sobrevaluación de la m on eda y tipo de cam bio que estim ule la
producción y exp ortación de bienes transables.
4. A cum ulación de cap ital e inversión en actividades productivas y
no especulativas o de consum o.
5. D efensa de la agricu ltu ra y estím ulos a las actividades in d u stria­
les y agro p ecu arias con las m ás avan zadas técnicas y adelantos
científicos.
6. Creación de un in stituto em isor que regule la liquidez m on eta­
ria, fije los precios de la divisa y del dinero y p ro teja la m on eda
con tra la in flación y los choques externos.
7. Un sistem a fin an ciero sólido y m oderno que fom ente la exp an ­
sión de la producción y el com ercio.
8. Explotación petrolera com patible con la agricultura y la industria.
Biblioteca Biográfica Venezolana
66 Alberto Adriani

9. Ahorro n acio n al en períodos de bo n an za y conversión de los su­


perávit en la b alan za de pagos y en las cuentas fiscales en u n a
reserva d el país.
10. E ducación, cu ltu ra e in m igració n europea.

No es por azar que estos rem edios parecen aplicables a la realid ad


ven ezolan a de hoy. Hace 80 años, “el solitario de Zea” se p regu n tab a a
propósito de la bo n an za petrolera de entonces:

¿Se economizó? ¿Se convirtió en reserva del país? ¿Se empleó en inversiones útiles,
susceptibles de aumentar la productividad del país? (...) Puede afirmarse que fue mucho
mayor la parte que se empleó en consumo inmediato (...) que [en] la futura productivi­
dad del país. Muchos de los beneficiados por los años de prosperidad (...) fueron los
constructores de lujosas mansiones, los pródigos viajeros (...) de placer, los consumidores
de automóviles, vitrolas, licores, sedas, prendas, perfumes y otros artículos de lujo.

Concluye con otro p en sam ien to que preserva su vigencia: “La pre­
sente crisis p a sará (...) Pero no tran scu rrirán m uch os años antes de
que vuelva a presen tarse o tra crisis. Es necesario prep ararn os en los
años prósperos, en los años de las ‘vacas g o rd a s’”.
Fatigando el café y descubriendo
la radio

El retiro volu n tario de A lberto A driani en Zea se extien d e entre


m arzo de 1930 y diciem bre de 1935. N ada se h a escrito sobre el traji­
n ar d iario entre cafetales y vaqu eras, sacos de café “trilla d o ” o “lava­
d o ”, carg as en bab a, ceba de novillos, castrad o de toros, com pra de
bueyes y toretes, tran sp o rte de la cosech a en m u ía s y travesías a To-
var o M aracaibo.
Es difícil im agin arse al estudian te de la U niversidad de G inebra, al
tacitu rn o investigador que escribía con ig u a l soltu ra en francés, in­
glés o italian o, o al d iplo m ático que escuchó a los hom bres de Estado
de Europa y a los gran des econom istas in gleses en sus propias cáte­
dras, fatigan d o las hacien das fam iliares en el rem oto pueblo del Alto
Escalante. Fueron casi seis años en los cuales fue esculpien do su pro­
yecto de tran sform ación socioeconóm ica p ara Venezuela.
He tenido acceso a d ocum en tos inéditos de la fam ilia A driani, que
por prim era vez se reseñan. El viaje de sus h erm an os a Italia en 1931,
d eja u n intercam bio epistolar entre el econom ista-cam pesino y el her­
m an o mayor, ya veterano en los ajetreos de la producción agro p ecu a­
ria, y en quien el p atriarca don Jo sé h abía con fiad o la resp on sabilidad
de la conducción de los negocios, trasp asad o s tem poralm ente a Alber­
to. El h erm an o m en o r lo m an tien e al tanto de la evolución de los ava-
tares de las hacien das, en m edio de la crisis económ ica m un dial.
Biblioteca Biográfica Venezolana
68 Alberto Adriani

La producción petrolera de Venezuela sufrió los coletazos de la Gran


Depresión, pero retom ó su irreversible ascenso, m ientras la agricultura
continuó su irrem ediable declive. El valo r de las exportaciones agrope­
cuarias (café, cacao, ganado, m aderas, cueros y otras) cayeron un 30%
en cuatro años, de Bs. 91,4 m illones en 1929, a Bs. 64 m illones en 1933 (a
precios de 1936). El valor de las colocaciones internacionales de café
descendió aú n m ás, u n 47%, de Bs. 53,7 m illones a Bs. 28,5 m illones. El
café representaba el 45% de las exportaciones agrícolas totales.
La extracción de petróleo crudo bajó con m enos intensidad, a 323.000
barriles d iarios en 1933 (13%), pero a p artir de 1934 reem prendió su
incesante alza, alcan zan d o 408.000 b arriles diarios en 1935 y 562.000
barriles d iarios en 1939, añ o del inicio de la Segun da G uerra M undial.
En seis años, la pro du cción petrolera se increm entó u n 74%. No h abía
v u elta atrás.
En la correspon den cia con su h erm an o -q u iz ás p ara no m ortificar­
lo m ás de lo n ecesario-, A lberto aten u ab a la dim en sión de la crisis,
pero no d ejab a de decirle la verdad. El 12 de ju lio de 1931 le avisa: “los
negocios h an seguid o regular. El café no h a tenido n in g ú n cam bio de
p recio ”. El 31 de ju lio : “los negocios parecen an im arse u n p o co ”. Ex­
p resa su esp eran za en el clim a favorable p ara la cosech a: “el tiem po
h a con tin uado m uy favorable y la cosecha será, si Dios quiere, b u e n a”.
El 22 de setiem bre fue m ás directo: “los negocios, siguen lo m ism o. Es
im posible que m ejoren m ien tras la situ ación parece agravarse en el
exterior. Según dicen los viajeros, la situ ació n es m uch o peo r en otros
lu gares del p a ís”. Pero no pierde el optim ism o : “sin em bargo, es segu­
ro que al en trar la cosech a la situ ación m e jo rará”.
En la carta del 29 de septiem bre, Alberto cifra su co n fian za en el
inicio de la cosech a: “los negocios m arch an m ás o m en o s lo m ism o,
a u n cuando h an m ejorad o u n poco en los últim os días con el com ien­
zo de la co gid a del café”. El econ om ista vuelve a fran quearse el 12 de
octubre: “h asta este m om en to no se n o ta n in g u n a m ejo ría aquí, com o
no se ha n o tad o en n in g u n a parte del m un do. Es evidente que la crisis
no desaparecerá aqu í h asta que no d esaparezca en E uropa y en los
E stados U nidos”. El h erm an o exterioriza su s preocu pacion es y Alber­
to lo tran qu iliza: “no creo que tengas n in g u n a razón p ara preocu par­
te de n uestra situación . Ella es la m ism a que cuan d o te fuiste. N ingún
Fatigando el café y descubriendo la radio 69

hecho h a venido a em peorarla. Por el contrario, se h a gan ad o algo en


el café y en el g a n a d o ”.
Las cartas de Alberto a su h erm an o D om ingo revelan rasgos de su
p erson alid ad : conciso, o rgan izad o y exh austivo. C ontienen resú m e­
nes sobre cad a u n a de las actividades: negocios y situ ación m ercantil,
hacien das, pesa, cem ento, toretes, negocio de Tovar, encargo, co gid a
de café, vacas, préstam os, y radio y libros.
Los recorridos regu lares por las h acien das eran objeto de breves des­
cripciones. Los realizab a prin cip alm en te con su parien te Silvio Maz-
zei, a quien profesaba afecto y adm iración p o r su cap acid ad de traba­
jo : “Aquí estam os m uy contentos con la presencia de Silvio y Ana. Silvio,
adem ás de su g ran com petencia y de su actividad, que no tiene repo­
so, tiene la in com parable cu alid ad de estar siem pre listo a ayudar. Nos
h a ayudado en todo lo que h a p o d id o ”. Alberto se siente cóm odo en su
co m pañ ía y con fiad o de que su s decisiones cuenten con su aval.
En el inform e del 6 de ju lio de 1931, anuncia:

(...) mandaremos a traer [del] Zulia unos 54 toretes y novillos que nos compró la
semana pasada Don Abráhán Velandria, y creemos poder traemos unos 100 o 125 ani­
males. La compra hecha por Don Abrahán es un verdadero pan grande. Compró novillos
de regular talla a 50 bolívares (...) Me parece que es preferible comprar los ganados en
Zulia y no en el Llano.

El 12 de ju lio , d esp ués de recorrer los fundos, el ganadero-econom is­


ta in d ica que “están m uy bien. Esta sem an a le vendí 16 criollos a Eze-
quiel R am írez a Bs. 59. A parté algu n o s de los m ejores y el m ejo r de
todos (...) El negocio de gan ad o parece com pon erse”. Se queja d el “re­
sab io ” de u n caballo, pero adm ite que “es u n a m aravilla p ara la gan a­
d ería”. El 27 de ju lio presen ta u n balan ce de las construccion es:

En El Bejuquero quedó terminada la casita (...) Se reparó la casa de Arenales y se hizo


un nuevo rancho en Madre Vieja. También se están haciendo reparaciones en Guaruríes.
Ya está lista la madera para hacer un rancho para los becerros y una pieza para la
matera, en La Seca (...) Don Abráhán compró en el Zulia unos 170 animales (...) Hay
mucho toro formado y mucho novillo que vale de 80 a 100 bolívares. Todos son de buena
talla. De manera que el negocio, con el favor de Dios, resultará excelente.
Biblioteca Biográfica Venezolana
70 Alberto Adriani

El 22 de setiem bre le da un parte sobre la hacienda El Bejuquero.


Dice:

(...) ya pasó la primera cogida. Se trajeron 517 cargas en baba. Ya se han traído 20
cargas de café beneficiado, y la mayor parte del que queda en la máquina está pilado
(...) El tiempo fue muy bueno para la cogida, (...) y para la secada, de manera que no se
ha perdido ni un saco (...) No hay duda de que la cosecha pasará de 150 cargas. El grano
ha salido, en la primera cogida, un poco menudo, pero macizo y muy bueno.

El 12 de octubre, el herm ano m enor m anifiesta:

(...) estamos de acuerdo con lo que nos dices (...) Hemos estado castrando algunos
animales grandes, y disponemos para la ceba de los novillos que vinieron de Zulia...La
semana pasada le compró Amadeo [su otro hermano] a Sardi unos 7 toretes a Bs. 42.
En el caso de que podamos hacer negocio con el Dr. Sardi, echaremos los bueyes y los
toros castrados a la ceba. Creemos que con el favor de Dios no nos faltará ganado gordo.

En un rubro que denom ina “nueva em presa”, el agricultor zedeño


reflexiona sobre el don de la prudencia en los negocios y en la vida:

(...) los planes se pueden concebir muy grandes, pero su realización se irá efectuando
en la medida que las circunstancias lo permitan. Silvio está animado del mismo espíri­
tu. Dice que nosotros debemos proceder lentamente, con la máxima cautela, con pié
firme, no haciendo sino lo que se pueda hacer sin afrontar grandes riesgos y sin compro­
meter la necesaria solidez y crédito. Puedes estar seguro de que con el favor de Dios esa
empresa será nuestro orgullo. Nosotros no tenemos mal sentido, no hay gente viciosa, y
todos estamos decididos a trabajar con tesón.

Esta prudencia se m anifiesta en la reticencia a h acer uso de un cré­


dito concedido por el Banco Agrícola y Pecuario:

(...) por dos veces mis amigos del Banco (...) han insistido en mantener vigente nuestra
solicitud y en demostrarme las ventajas del préstamo. Últimamente me escribió el Dr.
Egaña diciéndome que aceptáramos el préstamo por Bs. 30.000 y que el banco consenti­
ría en garantizarnos nuestra acreencia con una hipoteca de segundo grado.
Fatigando el café y descubriendo la radio 71

El crédito fue finalm ente aceptado. No todo era cargas de café benefi­
ciado o venta de novillos. En cada u n a de las m isivas, Alberto rubrica
com entarios sobre la radio que la fam ilia ha traído al hogar, para en­
tonces u n artefacto novedoso. Relata con precisión su funcionam iento:
“ ¡Ya está aquí! Hoy vendrá u n señor de Tovar a in stalarlo ” . No fue tan
fácil su operación por diferencias de voltaje. No se da por vencido y en
otra carta le asegu ra: “no cabe d u d a de que lo harem os fu n cio n ar”.
Con regocijo com en ta u n as sem an as m ás tarde que

el Radio ha seguido funcionando muy bien. Todos los días oímos las noticias mundia­
les en la estación de París (...) las cotizaciones de la bolsa de Nueva York, que da la
estación de Schenectady, y los magníficos conciertos que dan las estaciones de (...) Cincin-
nati y Pittsburg. Cuando lleguen las pilas nuevas, esperamos que el radio, que ya es
excelente, mejore en un 100%. Es un aparato interesante y que ayuda a pasar agradable­
mente el tiempo. Todas las noches se reúne en torno al radio toda la familia.

En el ru bro “lib ros”, Alberto dem u estra tam b ién que, pese a su ya
reconocida cu ltu ra en H istoria, Filosofía y Econom ía, no d eja de inte­
resarse por an tigu as y nuevas ediciones de libros de rep u tados trata­
distas. Encarece al h erm an o que le com pre libros: “si hubiere algú n
libro sobre econ om ía reciente (...) de Alberto de Stefani, m e lo traes.
Este es u n chorizo, pero hay que aprovechar la o p o rtu n id ad ”.
Alberto A driani fue u n católico creyente. Sus invocaciones a Dios así
lo co n firm an . Uno de los artícu los de su prim er C u ad ern o d e c o m p o ­
sic io n e s, fechado el 21 de diciem bre de 1914, lleva el nom bre de “Ins­
trucción, period ism o y religió n ”. En él d efiende la educación cristia­
n a com o ingrediente prim o rd ial de la form ación del individuo. En su
artículo “El catolicism o an gloam erican o y la acción so cial” (1930), es­
crito p ara el periódico P a tria de M érida, d estaca el com prom iso social
de los católicos estadoun idenses.
El cristian ism o en A driani tenía u n a vertiente religiosa y otra h istó­
rica. El cristian ism o era u n elem ento esen cial en la gestación de la
civilización occidental. Sostenía que las dos gran des corrientes del cris­
tian ism o - la protestan te y la católica-, rep resen taban la síntesis civili­
zad ora que enriquecía el espíritu em prendedor de Occidente. En “In-
telectu alism o ”, el estu dian te de D erecho en C aracas expresa:
Biblioteca Biográfica Venezolana
72 Alberto Adriani

(...) con la Biblia, y con (...) [la] filosofia antigua (...) se puso a hilvanar una nueva
civilización (...) En tales condiciones la humanidad pudo penetrar muy hondo en el nue­
vo rumbo (...) La humanidad, creyendo en las verdades de Jesús, estaba dispuesta a
seguirle hasta el fin (...) es de creerse que la vida habría encontrado y afirmado la solu­
ción necesaria.
El proyecto de transformación
de Venezuela

La vida bucólica del “h om bre de la m o n tañ a” en Zea no aisló a Adria-


ni del acontecer nacion al e internacional. La radio y el correo lo m an ­
tenían conectado con el m u n d o exterior. Sus biógrafos coinciden en
que durante este período irrad ia toda su m adu rez ju ven il y produce el
fruto fin al de sus años de form ación académ ica, de febriles y discipli­
n adas lecturas y de intenso ejercicio profesional.

Las horas pasan y se nos cargan en cuenta


La an gu stio sa prédica de A driani por encontrar la solución a las do­
lencias de Venezuela se ve d ilatad a por la prolon gación de dos facto­
res que no parecían fin alizar y extendían sus tentáculos sobre las siem ­
bras del Alto Escalante. En su ensayo “El d ilem a de n uestra m on eda y
la situ ación económ ica ven ezo lan a” (1935) recuerda las palab ras gra­
b ad as en Latín en el reloj de sol del Colegio de Todas las Á nim as de la
U niversidad de Oxford: p e r e u n t e t im p u ta n tu r , “las horas p asan y se
nos cargan en cu en ta”.
M uchos advertían que el cau d illo m ilitar de La M ulera se encontra­
ba en los estertores de la agon ía, pero el general parecía aferrarse a la
vida con la m ism a ten acidad con que apresó a sus adversarios. La Gran
D epresión castigab a con in u su al cru d eza la econom ía m u n dial. Vene­
zuela h abía retrocedido h asta la sexta posición com o productor m u n ­
Biblioteca Biográfica Venezolana
74 Alberto Adriani

dial de café p ara el período 1930-1935. La O ficina Internacional del


Trabajo reportó que el n úm ero de obreros desem pleados en el m u n d o
se ub icab a en 30 m illones. El v alo r del com ercio m un dial registró u n a
caída del 65% entre 1929 y 1933.

El plan metódico y la economía orgánica


El m ed itad or del Alto Escalante define con m ayor precisión las lí­
neas m aestras de u n a “econ om ía o rgán ica” p ara Venezuela y pro picia
la form u lación de u n “plan m etó d ico ” de d esarrollo. Presenta los prin ­
cipios p ara u n a debida coordin ación entre las políticas fiscal, trib u ta­
ria, m on etaria, cam biaría, fin an ciera y de com ercio exterior, y las po­
lít ic a s a p lic a b le s a la s a c tiv id a d e s r e a le s d e la e c o n o m ía . Su
pen sam ien to es diáfano:

Un plan económico permitirá coordinar las actividades económicas de un país, tanto


las públicas como las privadas, y darles la dirección que más se acuerde con los intereses
permanentes de la Nación. A este plan se adecuarían la política de tierras baldías, la
inmigración y colonización, la sanitaria, la agrícola, la minería, la industrial, la comer­
cial, la fiscal, la bancaria, la de comunicaciones, la hidráulica. La iniciativa privada
seguirá libre; pero es claro que no podría ni le convendría apartarse de las líneas maes­
tras del plan.

A unque fueron n u m eroso s los trabajos que A driani escribió en la


cason a fam iliar de Zea, h arem os u n a sin opsis de su p ro p u esta p ro gra­
m ática. Las fórm u las que presen ta p ara su proyecto de tran sfo rm a­
ción socioeconóm ica de V enezuela están contenidas prin cip alm en te
en su s ensayos “La crisis, los cam bios y n o sotros”, antes com entado,
“El d ilem a de n u estra m on eda y la situación económ ica ven ezo lan a” y
“Las lim itacion es del n acio n alism o econ óm ico”, escritos en ju lio de
1935. Este últim o fue preparad o para u n a conferencia d ictad a en la
Sociedad Salón de Lectura de San Cristóbal, el 5 de ju lio de ese año.

El internacionalismo y las limitaciones


del nacionalismo económico
A driani fue u n convencido pro p u lso r del in tern acion alism o y la co­
operación entre las naciones del m un do. El G re a t C rash del 29 llevó a
El proyecto de transformación de Venezuela 75

las naciones in d u strializad as d e N orteam érica y Europa -p ero tam ­


bién a las latin o am erican as-, a ap licar políticas fiscales y m on etarias
restrictivas, a fin de red u cir el circulante m onetario, provocar deva­
luacion es com petitivas de las m on edas, elevar los aranceles, in trod u­
cir cu o tas de im portación y proteger su s in d u strias y cultivos locales
en d efensa de un m al entendido nacion alism o.
Los efectos en caden a de las m ed id as proteccionistas agravaron la
Gran D epresión, au m en tan do el desem pleo y reduciendo drásticam en­
te la producción m u n d ial y el in greso n acio n al de los países. C alificó a
los gobiern os que segu ían tales políticas com o “em barazad ores de la
producción y disipad ores de las en ergías h u m an a s”.
A driani hace u n recuento histórico del surgim ien to de las naciones:
“antes de que existiera la d octrin a del nacion alism o, existieron las
naciones. En el principio era la acción, dice la fam o sa frase de G oethe”.
Crítico del “n acio n alism o de m o d a ”, su rgid o de las in equidades de la
paz de Versalles, el econ om ista-agricultor expone: “Para m entes senci­
llas e in cu ltas el n acio n alism o im plica, cuando no está viciado de hos­
tilid ad , el m ás absoluto aislam ien to. La N ación debe ser com o la m ó­
n ad a sin ven tanas de Leibnitz. Ha de vivir en sim ism ad a, adm irán dose,
com o el Narciso m itológico (...)”.
El ilustrad o ganadero diferenciaba entre el concepto de nación com o
un com pacto de gentes id en tificad as por la h istoria y la cultura, del
ejercicio del n acio n alism o con fines racistas o hegem ónicos:

(...) el impulso decisivo lo dan siempre las esperanzas de un mayor bienestar, un


proyecto de vida más próspera, más noble (...) Ubi bene, ibi patria: donde se está bien
allí está la patria, dice la expresión latina. Ernesto Renán resume su idea de la nación:
es un plebiscito cotidiano. Ortega y Gasset nos dice: (...) es un programa sugestivo de
vida en común.

A driani an aliza los rasgos de la in tern acion alización de los países


desde el inicio de la Revolución Industrial. E stim a que ello h a sign ifi­
cado el inicio de m ovim ientos tran scon tin en tales de los factores de
producción, dan do lu g ar a u n a nueva división in tern acion al del tra­
bajo. El com ercio m u n d ial tuvo u n crecim iento explosivo entre 1800 y
1929, al p a sar de 7.600 m illon es de bolívares-oro a Bs. 346.000 m illo­
Biblioteca Biográfica Venezolana
76 Alberto Adriani

nes. La población eu rop ea escaló de 180 a 500 m illones de person as


d u ran te igu al período. De E uropa em igraron al resto d el m u n d o 55,5
m illon es de personas. El ah orro nacional, los avances técnicos y cien­
tíficos y la exp an sión de la productivid ad in d u strial co n d u jeron a
E uropa y a Estados U nidos a e xp o rtar sus bienes y servicios, y m ás
tarde, a exp ortar su s capitales:

La obra de mano, el capital y la técnica se desplazaban donde pudieran encontrar


mayor rendimiento. Gracias a este proceso se creyó que era posible nivelar el tren de vida
de todas las poblaciones del mundo, y el capitalismo probó que era en verdad un gran
agente de nivelación (...)

El agu d o observador u b ica aq u í el inicio de la in tern acion alización


m odern a del planeta: “Los hom bres europeos, con sus am biciones faus-
tian as, su capitalism o expan sivo y sus necesidades en con tin u o au ­
m ento, term in aron por encontrar estrecho el escenario que les ofre­
cían su s territorios, que la técnica iba em pequeñ ecien do”.
A driani advierte la ap arició n de u n fenóm eno económ ico y político
que va a sign ar la con flictividad de los pueblos y naciones del m u n do
h asta n uestros días. La pro sp erid ad económ ica in tern acion al iba au ­
m en tan do, pero en form a in satisfactoria. Se arreciaron las d isp arid a­
des entre

pueblos económicamente poderosos y pueblos pobres, de economía rudimentaria; na­


ciones capitalistas y naciones proletarias, naciones fuertes y naciones débiles. Estas des­
igualdades eran inevitables, pero daban lugar a explotaciones inicuas, y a prepotencias
e injusticias.

Hace 80 años, el p en sad o r de Zea clam ab a p o r un decidido in tern a­


cio n alism o para evitar los peligros que se cern ían sobre los pueblos
del m u n d o y cifraba sus esperan zas en la Sociedad de las N aciones
com o germ en de lo que él den om in ó “la sociedad m u n d ia l”:

Algo todavía más grave eran los conflictos entre las grandes potencias para apoderar­
se de los recursos de los débiles (...) La Guerra Mundial demostró la necesidad de darle
remate al edificio internacional (...) Este desarrollo culminó con la creación de la Socie­
El proyecto de transformación de Venezuela 77

dad de las Naciones (...) Con esta organización, por imperfecta que fuera, parecía cerra­
da la era de expansión de los nacionalismos e iniciada la de la sociedad mundial.

Lam entablem ente, su rgió u n “nuevo n acio n alism o (...) la Sociedad


de las N aciones no supo o no pu do aten der al logro de su extraordin a­
ria em presa. Vuelta al pasado, com o la m u je r de Lot, pronto vio que se
le escap ab a el porvenir”. En los tres lustros que precedieron al año
1935, los n acio n alism o s “dram áticos, exasperados, frenéticos, agresi­
vos, de a h o ra ”, provocaron u n “retroceso del intern acion alism o (...) el
en sueñ o de u n o rgan ism o político m u n d ia l”. Y se pregun ta: “¿H acia la
econ om ía m u n d ial o h acia las econom ías im p eriales?”.
El preclaro econ om ista vuelve a reivindicar la cooperación entre el
Estado y la em presa privada: “Una p o lítica económ ica debe responder
a la necesidad de resgu ard ar los intereses colectivos, estim ulan do a la
vez las energías priv ad as”.
A driani reitera que el m u n d o se d irige h acia vastas extensiones re­
gion ales y continentales:

(...) la economía cerrada (como la venezolana) es imposible en los pueblos pequeños (...)
durante un período, que puede ser largo, se desarrollará el comercio imperial y transcon­
tinental (...) La mayor parte de estas áreas imperiales las tenemos ya a la vista: el Imperio
Americano, el Imperio Ruso, con su nueva etiqueta de Unión de Repúblicas Soviéticas, el
Imperio Británico, el Imperio Nipón-Chino, en formación avanzada (...) Habrá un patrio­
tismo imperial, un patriotismo americano, tal vez un patriotismo europeo (...).

Ante esta tendencia, el ven ezolano replan tea hace casi ocho déca­
d as, la necesidad de que los países latin o am erican os avancen h acia su
in tegración económ ica y h acia un a “cooperación p an am e rican a” su s­
tentada en la igualdad de condiciones entre el norte y el sur de América.

La ciencia y el porvenir de la industria


del café y de la agricultura
A driani llam ó “idea-fuerza” al elem ento m otivador de u n a nación
en pro de su superación social, económ ica y cultural. El d esarrollo de
u n a agricu ltu ra “cien tífica” y de u n a agro-industria diversificada con
orien tación exp ortad o ra fue sin d u d a u n a de esas ideas-fuerza. “Des­
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78 Alberto Adriani

pu és de la población trab ajad o ra -e x p re sa en carta a Vicente Lecuna-


la agricu ltu ra es el factor prin cip al de n uestra riq u eza”.
Los dem ás elem entos de su proyecto de “regeneración n a cio n al” gi­
rab an en torno a que Venezuela fuese u n a p u jan te n ación agro pecu a­
ria y agro in d u strial. La educación, la in m igración , la p o lítica econó­
m ica, la integración, etcétera, eran partes in tegrales de u n plan de
d esarrollo que tenía com o eje la agricu ltu ra. “Pero no sólo es el factor
p rin cip al -in siste -, sino que es perm an en te, perdu rable”.

La verdad es que en materia de agricultura nos habíamos quedado en lo que sabían


nuestros antepasados de la colonia, sembradores de cacao, añil y tabaco. En el dominio
de la agricultura tropical, por obra de holandeses, ingleses, yanquis principalmente, se
han llevado a cabo considerables progresos, que han revolucionado la técnica de los
grandes cultivos. A esa revolución habíamos permanecido extraños.

La agricu ltu ra ven ezolan a debe tran sform arse para pod er recupe­
rarse y alcan zar la índices de productividad de los p rin cip ales países
productores: “debem os organ izar nuestra industria cafetera, com o toda
n u estra agricu ltu ra, sobre b ases n u ev as”. La m odern ización de la acti­
v idad agrícola ven ezolana p a sa por la incorporación de las m ás avan­
zad as técnicas de cultivo y conservación. Los congresos científicos pa­
n am erican o s fo rm u lan recom endaciones que el país debe adoptar:
“m erecen citarse las que recom ien d an la form ulación de leyes sobre
conservación de los bosques y el estudio de la flo ra ”. Propone un in­
ven tario del potencial agro pecu ario del país “m ediante u n reconoci­
m iento ag ríco la ” y la creación de “organ ism os de investigación y ex­
perim en tación cien tífica y u n a red de escuelas superiores, m ed ias e
inferiores de a g ric u ltu ra ”.
R ecom ienda d arle carácter “racional y cien tífico” al d esarrollo de
“u n a gran in d u stria gan a d e ra ” en los Llanos venezolanos. “El cruza­
m iento del gan ad o nativo con razas selectas, la lu ch a y prevención de
las enferm edades, la m ejora de m étodos de cría, p o d rían asegu rar la
prosp erid ad de la in d u stria ”. Debe realizarse un inventario de los re­
cu rsos existentes y concebirse u n plan que incluya “in stitucion es de
investigación, experim en tación , en señ an za (...) La edu cación es toda­
vía m edieval en la m ayoría de los países latin o am erican o s”.
El proyecto de transformación de Venezuela 79

La diversificación de la producción y exportación de productos agro­


pecuarios son factores prim ordiales del “program a de regeneración de
nuestra agricu ltu ra”. En su trabajo “La valorización del café y nuestra
econom ía n acio n al” presenta las directrices esenciales de “un plan de
organización de la industria cafetera” y de “un plan de desarrollo de la
agricultura venezolana. Un país cuya econom ía descansa sobre uno o
dos cultivos, no puede asp irar a u n a prosperidad continua y creciente”.
A driani form u la recom endaciones sobre el m ejoram ien to cu alitati­
vo de los cultivos trad icion ales y de su productividad, particu larm en ­
te, el café, para qué tan to éste com o otros rubros alcancen los m ás
altos precios en los m ercados internacionales. Estas recom endaciones,
com o a p u n ta T orrealba Silva, abarcaban “la som bra adecu ada p ara el
cafeto, su abono, selección de sem illas y trasplan tes, sistem as conve­
nientes de plan tación , operaciones de cultivo, m étodos de recolección
y beneficio de cosechar, etc”.
En V enezuela pu ed en exp an d irse y m ejorarse cultivos existentes,
com o el cacao, con siderad o el m ejor del m un do. “El cacao es u n pro­
ducto de gran porvenir -a firm a -. Es u n alim ento m uy n utritivo”. Pone
com o ejem plo el crecim iento del con sum o en Estados U nidos, donde
el con sum o está “triplicán d ose cad a diez a ñ o s”.
En la cuenca del Orinoco, divisa el d esarrollo de un a pu jan te in d u s­
tria forestal, capaz de cap tar m ercados internacionales en rubros com o
la m adera, el caucho, el chicle, el b alatá y la sarrap ia, sustituyen do los
árboles silvestres por nuevas plan tacion es: “es la ún ica m an era de po­
der com petir con las plan tacion es que se h an iniciado en las Indias
O rientales”. E nfatiza el poten cial de nuevos cultivos, com o la fibra,
algodón, sisal, seda, aceites vegetales, coco, corozo, tártago , m aní, fru ­
tas tropicales, nueces y especias y p lan tas m edicinales.
A driani fue contrario al otorgam ien to de subsidios agrícolas. Aun­
que p o r n ecesidades tem po rales pu diesen ap licarse, estim ó que la
m ejor política agríco la p artía de un esquem a in tegral de desarrollo
científico, de la m odern izació n de las técnicas de cultivo y su diversi­
ficación, del acceso al crédito a tasas y plazos razonables, de la crea­
ción de in stitutos de investigación, de u n a política cam b iaria y com er­
cial que garan tizara u n tipo de cam bio rem unerativo y de u n desarrollo
agro in d u strial intenso.
Biblioteca Biográfica Venezolana
80 Alberto Adriani

Com o in iciativas com plem en tarias, el econom ista-agricultor propo­


ne, por u n a parte, la creación de o rganizaciones cooperativas, “que
m u ltip lican las po sibilidades del productor individ ual y facilitan (...)
la solu ció n de su s pro b lem as” ; y por la otra, la fu n d ació n de o rgan iza­
ciones grem iales de agricultores p ara la defensa m an co m u n ad a de
sus intereses.
El carácter social de la agricu ltu ra no pu ed e estar desvinculado del
plan agrícola nacional. Más a llá de su gran capacidad p ara la creación
de em pleo, está el aporte que la a g ricu ltu ra puede h acer a la equidad
social de un p aís por m edio de la educación.

Esta sociedad en que los privilegiados de la educación y de la riqueza extrañan a


enteras clases sociales, y condenan a hermanos de la misma raza a una vida de esclavi­
tud, indigna e ingrata, deberá desaparecer, suprimida por otra (...) [abriendo paso a]
una comunidad bien amalgamada y que repose sobre el principio de la solidaridad.

A d rian i previo y fue testigo de la a go n ía de la a g ric u ltu ra ven ezola­


na. D urante su retiro en los A ndes, no d ará d escan so a su p lu m a y
escrib irá nuevos artícu los; “Un p lan p ara el d esarro llo de la in d u s­
tria cafetera de C o lo m b ia”, “La co sech a y el co n su m o m u n d ia le s”,
“E stación exp erim en tal cafetera en N ic a rag u a ” , “La o rgan izació n de
la in d u stria cafetera de C o lo m b ia”, “La co lab o ració n ag ríco la in tera­
m e ric a n a ” y “Venezuela y su in d u stria cafe te ra”. Son testim on ios que
no sólo d ejan co n stan cia de su s d ram ático s lla m a d o s a salvar la a g ri­
cu ltu ra, sino que p resen tan las solu cio n es n ecesarias p a ra que el sec­
tor se recu pere y con tin úe sien d o el eje del p ro greso económ ico de
V enezuela.

Cada familia de inmigrantes es como


una buena escuela
En el in tercam b io e p isto lar entre A d rian i y Picón Salas, el p rim ero
hace sab er d esd e W ashington que p re p ara u n libro sobre el tem a.
Ese libro n u n ca lle g ará a p u b licarse, pero en diversos artícu lo s ex­
p o n d rá su s p ro p u estas, convencido de que en u n co n tin en te subpo-
b lad o com o el am erican o , los estad o s deben e stim u la r corrien tes de
in m igració n .
El proyecto de transformación de Venezuela 81

En “Población y San eam ien to ” (1925), el diligente sociólogo d iserta


sobre las consecuencias políticas y sociales del crecim iento d em ográ­
fico y la n ecesidad de “poblar p ara civilizar”. En A m érica, “progreso
económ ico, evolución política, ascen sión esp iritu al, están condicio­
nados (...) por u n a sab ia política po b lad o ra”. H istóricam ente, la densi­
dad p o b lacion al h a d eterm in ado “el d esarrollo de la técn ica” p ara el
m ejoram ien to de los cultivos, com o en los valles del Yang-Tsé o del Pei-
ho en China, los p an tan os de Pom erania en Prusia, los Países Bajos y
las llan u ras del río Po. Plantea, sin em bargo, que el enfoque debe ser
integral. U na p o lítica de población debe ir acom p añ ad a de m ejoras en
las condiciones san itarias, de p ro gram as de con strucción de vías de
com un icación y de m edidas que orienten la exp lotación racio n al de
la tierra y de los recursos n aturales.
En “V enezuela y sus problem as de la in m ig ració n ” (1926), el visiona­
rio de los Andes esboza la n ecesidad de fijar u n a relación ó p tim a en­
tre población y territorio. No puede haber generación de riqu eza en
países despoblados. El au m en to de la población no sólo acrece la “ri­
queza colectiva”, sino que perm ite al país “agregar las ven tajas prove­
nientes de la in trod ucción de hábitos civilizadores, de costum bres y
conocim ientos útiles en agricu ltu ra, en artes y en la ciencia del go­
b iern o ”. Favorece la in m igració n eu rop ea com o u n contrapeso a la
exp an sión económ ica de Estados U nidos en Latinoam érica: “hom bres,
técnica y cap itales de E uropa nos ofrecen u n a protección ”.
Una p o lítica in m igratoria puede ser “pasiva o activa”. Se pron un cia
a favor de u n a in m igració n activa, d iseñ ad a por el Estado. M enciona
los ejem p los de Estados U nidos, Brasil, A rgentina, A ustralia, Nueva
Zelanda y U ruguay. Presenta la id ea de la creación de u n organ ism o
nacion al que form ule u n plan de colon ización agrícola.
En “La colo n izació n en V enezuela” (1929), el sociólogo-agricultor
com para la in m igración a A m érica con la creación de un “nuevo m u n ­
do esp iritu al (...) La in m igració n y la colonización po d rían ser (...) po­
derosos factores de educación, de ascen sión económ ica y (...) de nivela­
ción de n u e stro s p u eb lo s con los m á s p ro g re sista s de la T ie rra ” .
C onsidera que los an glo am erican os d isfru tan de todas las opo rtu n i­
dades p ara su “form ación física, intelectual, técnica y m o ra l” en un
am biente de libertades y g aran tías ju ríd ic as plen as. A portan al m u n ­
Biblioteca Biográfica Venezolana
82 Alberto Adriani

do “riqueza, com petencia, salud, prestigio y gan as de trabajar. El tra­


b ajo es en su p aís u n m an dam ien to religio so ”.
El em pu je de los Estados U nidos p lan tea un riesgo y u n a opo rtu n i­
d ad p ara A m érica Latina. Esboza u n a solución: “nivelarnos (...) en el
cam po de la cien cia y la técn ica” por m edio de la educación. Su re­
fle x ió n es lap id aria:

Si nosotros no aprendemos a emularlos en las cualidades que hacen posible su predo­


minio, a sus manos pasarán mañana lo mejor de nuestras minas, de nuestras tierras, de
nuestros rebaños, de nuestras florestas (...) Eso no quiere decir que ellos sean nuestros
enemigos ni que debamos tenerles miedo. Tengámosle sí mucho miedo a enemigos tan
terribles como son nuestro atraso, nuestra incompetencia, nuestra desorganización y
nuestra falta de espíritu público.

A d rian i predice que las riq u ezas m in erales y recu rso s n a tu rale s de
V enezuela crearán en el fu tu ro u n alicien te p ara la lle g a d a al p aís de
in m ig ran te s de todas p artes. Pondera las o p o rtu n id ad e s que se abri­
rá n en la e x p lo tació n p etro lera del Lago de M aracaibo y en la cuenca
d el río O rinoco, en la in d u stria au rífera de G uayana y en los d esarro ­
llo s a g ríco las e in d u striale s de esta reg ió n in ex p lo rad a, pero le pre­
o cu p a que en lu g a r de in m ig ran te s lab o rio so s y em p ren d ed ores, lle­
g u e n e sp e c u la d o r a s y c o n tra b a n d ista s. C a lific a la “in m ig ra c ió n
e sp o n tá n e a ” com o poco produ ctiva y p o r ello ab oga p o r u n a “sab ia
p o lítica de in m ig ra c ió n ” p ara atraer a los m ejo r d otad o s. Ju z g a que
el atractivo de su s riq u ezas p e rm itirá a V enezuela escoger a su s in­
m igran tes.
La política debe to m ar en cuenta, en prim er lugar, la colonización
p lan ifica d a de contingentes de europeos que se establezcan en las
m esetas de las cordilleras A ndina y de La Costa, con el objeto de desa­
rro llar cultivos de fru tas, h o rtalizas, trigo y arroz, y las in d u strias aví­
cola, sericícola, lechera, textiles, peletería, cantería, som brerería, m e­
cán icas, etcétera. En segun d o lugar, la colonización de la G uayana
ven ezolan a, lo cual perm itirá que V enezuela sea “la p rim era nación
de la A m érica tro p ical”. De G uayana su rgirá “el venezolano n acio n al”.
Se nutre de la experien cia estad ou n iden se para pro p on er u n p ro gra­
m a de colonización de la hoya del Orinoco. Debe atraerse a los nació-
El proyecto de transformación de Venezuela 83

nales y a los in m igran tes especializad os con u n a p o lítica de “bon ifica­


ció n ”, es decir, tierras a precio y condiciones de am ortización prefe-
renciales, plazos e intereses generosos, créditos p ara cap ital de traba­
jo , p ro gram as de d esarrollo agríco la elaborados por peritos y, citando
u n inform e del C ongreso de los Estados U nidos, “establecim ien to de
in stitucion es sociales -escu elas, iglesias, h ospitales, centros [cultura­
les], etc - en beneficio de la co m u n id ad ”.
Concluye expresan do que u n p lan orgánico de in m igració n y colo­
nización será u n factor d eterm in an te del d esarrollo de V enezuela y de
su diversificación e in d u strialización , igu alán d o la a “las naciones m ás
p ro gresistas de O ccidente” y forjan d o de “sus elem entos h u m an o s u n
tipo n acio n al que perpetúe la in tegridad de la P atria”.

El dilema de nuestra moneda


A driani fue u n o de los pioneros en los estu dios sobre bancos centra­
les, m on eda, sistem as fin an cieros y m ercado de capitales. Leyó a los
ban cocen tralistas m ás prom in en tes de su época y evaluó la o rgan iza­
ción del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco de
In glaterra y el Banco Central de A ustralia.
U na m on eda no es fuerte por el sim ple hecho de que lleve el nom bre
de u n héroe n acio n al -e n realid ad casi n in g ú n otro signo m on etario
en el m u n d o u sa la design ación de u n person aje h istórico-. El valor
real de u n a m on eda es u n reflejo de la solidez de su econom ía, de su
diversificación, de su productividad, de su com petitividad, de sus ín­
dices de inversión, de sus equilibrios m acroeconóm icos y de su capaci­
dad p ara exp o rtar bienes y servicios de calid ad y a precios razonables.
A driani tuvo conciencia plen a de que Venezuela y el m un do no atra­
vesaban, después del C rash de 1929, por “u n m ero ciclo eco n óm ico ”
recesivo, “com o los m uch os observados desde la Revolución in d u strial
del siglo XVIII, sino [por] u n a crisis de la estru ctu ra m ism a de la orga­
nización económ ica a ctu al”.
El ven ezolano defen día la tesis de que la política m o n etaria debía no
solam ente g a ran tizar la contención de la in flació n y la estabilid ad de
la m on eda, sino tam b ién con stitu irse en u n in strum en to de estabili­
zación m acroecon óm ica y de prom oción de la productividad de inver­
sion istas y productores.
Biblioteca Biográfica Venezolana
84 Alberto Adriani

Para el reflexivo econom ista estab a perfectam ente claro que la agri­
cu ltu ra y la in d ustria m an u factu rera pod ían contraerse y estan carse
au n si las cuen tas nacionales, especialm ente las fiscales, registraban
superávit:

El estado de nuestra hacienda pública es, sin duda, el aspecto más favorable de la
actual situación del país [1935]. El país se encuentra sin deuda pública exterior; con
una deuda interna, que es cantidad despreciable; y con una reserva de Tesorería (...) Esta
situación de nuestra hacienda pública es un privilegio de la nación, y es tal vez única en
el mundo (...) el año fiscal 1929-1930 fue el más próspero que haya tenido el país.

A driani detectó la terrible p arad o ja de que la capacidad productiva


del país, particu larm en te la agricu ltu ra, se deterioraba por la sobreva-
luación del bolívar, m ien tras el Estado acu m u lab a u n a in m e n sa ’ ri­
qu eza fin an ciera de origen petrolero. Fue este el com ienzo del cap ita­
lism o de estado venezolano, el cual vino a afian zarse com o m odelo
rentístico de d esarrollo desde entonces:

El factor principal de esta agravación de nuestra crisis es la desvalorización del dólar


americano. Hasta el año pasado el dólar conservó en Venezuela un valor, que hacía media­
namente remunerador el cultivo del café y del cacao (...) Con el nuevo dólar desvalorizado,
o lo que es lo mismo, con el bolívar caro, los precios de nuestros productos de exportación se
han hecho irrisorios (...) Como nuestros principales competidores (...) han desvalorizado su
moneda (...) la demanda del exterior por nuestros productos ha venido disminuyendo (...)
Todas las empresas industriales, comerciales y agrícolas (...) son deficitarias (...) Nuestros
campesinos y peones (...) Todos (...) se han empobrecido de hora en hora (...).

Ante la grave situación, Adriani, luego de an alizar las m edidas adop­


tadas por otros países y ponderar las opciones de política aplicables y
convenientes a Venezuela, presen ta un a controversial pero bien funda­
m en tada recom endación basad a en los postulados del econom ista nor­
team ericano Henry Hazlitt, en las decisiones de naciones com o Estados
Unidos, Inglaterra, Nueva Zelanda, Jap ó n y los países escandinavos:

En general, el método que ha probado ser el más satisfactorio, y el único que en todo
caso podía ser empleado por la mayoría de los países, ha sido el de la inflación o desva­
El proyecto de transformación de Venezuela 85

lorización de la moneda, encaminada a elevar los precios y restablecer el equilibrio de


sus relaciones económicas.

A driani recom ienda, a principios de 1935, un a depreciación del 100%


del v alo r del bolívar con respecto al patrón oro, con el objeto de resta­
blecer el equilibrio entre los precios internos y externos y estim u lar el
ap arato productivo:

Yo propongo un plan sencillo (...) la desvalorización violenta de nuestro bolívar, median­


te la reducción, de un solo golpe, de su contenido de oro fino de doscientos noventa mil
trescientos millonésimos de grano, establecido por la Ley de 15 dejunio de 1918, a la mitad.

Pero el estadista venezolano no propicia una desvalorización del bolí­


var sólo con fines fiscales, sino que, en conocim iento de que el nuevo
tipo de cam bio aportaría al Estado u n a extraordinaria m asa de recur­
sos, propone, por prim era vez, llevarlos a un fondo destinado a “finan­
ciar u n plan de obras públicas adecuado, con el fin de au m en tar la cir­
culación m onetaria y activar, de m uchas m aneras, la econom ía del país”.
E sta pro p u esta generó u n a de las po lém icas m ás sign ificativas en la
h isto ria econ óm ica del siglo XX venezolano. Fue o b jetad a enérgica­
m ente por los banqueros Vicente Lecuna y H enrique Pérez Dupuy,
entre otros, quien es d efendían con razones no m enos bien argu m en ­
tad as -p ero equivocadas- el m an ten im ien to de un bolívar fuerte. Ellos
p o stu lab an los prin cipios liberales de los econ om istas clásicos, para
quien es el libre ju e g o de la oferta y la d em an d a debe d eterm in ar la
form ación de los precios en la econom ía. La polém ica se dirim ió a
favor de los banqueros.
Para los econom istas venezolanos el m an ten im ien to a la sazón de
u n bolívar sobrevaluado y la resistencia a d evaluar en form a orden ada
nuestro signo m onetario, fue un a de las m edidas económ icas m ás equi­
vocas de n uestra historia. La sobrevaluación de la m oneda, ju stifica d a
com o política anti-inflacionaria y necesaria para la im portación de
bienes de capital, determ inó, desde entonces y h asta nuestros d ías, un
ab aratam ien to perm an en te de las im portacion es su n tu arias, contri­
buyó a restar com petitividad a las exportacion es de Venezuela, a im ­
ped ir la form ación de in d u strias orien tadas a la exportación , a la pro­
Biblioteca Biográfica Venezolana
86 Alberto Adriani

tección de actividades productivas ineficientes y a la pérd id a de bien­


estar social p ara el con ju n to de la econom ía.

Un banco central de emisión y la reforma


del sistema de pagos
El proyecto de transform ación nacional de Alberto A driani tuvo com o
uno de su s vectores p rin cip ales la coordin ación y coherencia entre el
brazo real de la econ om ía y el brazo fin an ciero y m on etario: “es claro
que nuestro régim en m on etario es rudim en tario, por decir lo m en o s”.
El E stado debe co n tar con u n “banco central de e m isió n ” que articu­
le las relaciones econ óm icas internacionales, el circulante m on etario
y la in term ediación fin an ciera. Venezuela era uno de los pocos países
de A m érica que no co n taba con un in stitu to em isor. La em isión de
m on eda estab a d isp ersa entre varios bancos privados. A lexander Ha-
m ilton , en Estados Unidos, h abía in stituid o en 1791 el First Bank o f
the United States. A sim ism o, N apoleón B onaparte, fun d ó en 1800 el
Banco de Francia.
A driani pro fu n d iza sus estudios sobre tem as m on etarios y fin an cie­
ros d u ran te su retiro en el Alto Escalante. El equilibrio económ ico,
cam biario y fin an ciero, la regulación de la d em an d a y la oferta de
d inero y de divisas, la preservación de u n valor com petitivo p ara la
m oneda, el papel de la ban ca central com o prestam ista de ú ltim a ins­
tan cia, la fijación de las tasas de interés, la d eterm in ación del precio
de la divisa, la d efensa de las reservas in tern acion ales y la provisión de
la liquidez m o n etaria n ecesaria para el crecim iento económ ico, son
tareas que deben con fiarse a un instituto em isor de alta calid ad e inex­
p u gn ab le profesion alism o. A firm a:

El banco central es hoy considerado como elemento indispensable, digo indispensable,


de una sana y eficaz circulación monetaria y de un buen sistema de crédito (...) Sólo un
banco central puede ser, con serias posibilidades de éxito, un eficaz regulador de la
circulación monetaria y del crédito, de manera que sirvan efectivamente los intereses de
la economía nacional.

La idea p rim igen ia de A driani, no será ejecu tad a por él. La incorpo­
rará al P rogram a de Febrero, que u n año m ás tarde presen tará el pre­
El proyecto de transformación de Venezuela 87

sidente López C on fieras. C orresponderá a su am igo y colaborador Ega-


ñ a llevar a efecto esta iniciativa, quien p resid irá u n a com isión presi­
dencial d esign ada al efecto por López en 1937. La iniciativa fue de nuevo
cu estio n ad a por reconocidos banqueros. Una d em an d a de nu lid ad fue
in co ada y la Corte Federal y de C asación falló a favor del G obierno
constitucional. La Ley del Banco Central de Venezuela fue san cion ad a
por el C ongreso N acional en 1939, y el in stituto em isor abrió su s puer­
tas en 1940.

La política comercial y su reciprocidad


U na de las ram as de la gestión pú b lica en las cuales Alberto A driani
es tam b ién uno de los pioneros en Venezuela, es la concerniente a la
necesidad de que el país form u le u n a “política co m ercial”. No sola­
m ente advirtió que el com ercio era el prim er paso h acia la in tegra­
ción entre los pueblos, sino que defendió el criterio de que u n a “eco­
nom ía o rg án ica” debe con tar con u n a estrategia de com ercio exterior,
v in cu lad a a la b ú squ ed a de m ercad os de exp ortación y a la protección
racio n al del agro y las in d u strias nacionales.
En u n o de su s C u a d e rn o s d e c o m p o sic io n e s, inédito, el n ú m ero 13,
A driani, de su puño y letra, m u estra su dom in io de la teoría clásica
del com ercio in ternacional:

Esta política aduanera de protección a ultranza produce varias consecuencias:


a) Disminuye la productividad del trabajo y del capital.
b) Estrecha, reduce el mercado de nuestra producción.
c) Arruina el interior. Acaba con las clases medias.
d) Procura una concentración o por lo menos hace difícil la riqueza sobre la base de
su aumento; [genera] grandes fortunas, que no pueden sino perjudicar al país.
Sin darle independencia al país.

Este razon am ien to es irrebatible, pero otra de las características del


econ om ista an din o fue d istin gu ir entre las bondades de la teoría eco­
n óm ica y la p lau sib ilid ad de su im p lan tació n en un entorno determ i­
nado. De ahí que A driani ab ogara a favor de los principios de la teoría
económ ica in tern acion al, en tan to y en cuanto existiese reciprocidad
por parte de los socios com erciales de Venezuela.
Biblioteca Biográfica Venezolana
88 Alberto Adriani

El lúcido a n alista define la doctrina en m ateria de reciprocid ad co­


m ercial, principio básico de las negociaciones com erciales bilaterales
y m u ltilaterales de hoy, así com o en la consecución de tratad o s de
in tegración region al y su bregional:

Sin embargo, cuando salimos del dominio teórico, o mejor dicho, cuando vamos a la
oportunidad de poner en vigor nuestros principios, llegamos a las siguientes conclusio­
nes: a) no podemos hacerlo mientras los demás países no lo hagan; b) en la práctica, no
se puede llegar al libre cambio: los países productores de materia prima son deudores.

Un sistema nacional de comunicaciones


Es conocido que Venezuela no fue un país integrado desde el punto
de v ista económ ico d u ran te su h istoria colonial y rep u blican a. Los
A ndes venezolanos form ab an un circuito socioeconóm ico d istin to y
sep arad o de la fran ja centro-occidental, del oriente y de la Guayana.
Ello originó un tipo específico de crecim iento d em ográfico, centrado
en la región costan era caribeña.
La Revolución Indu strial en Europa y E stados Unidos, la electrifica­
ción, la aparición de gran des corporaciones in d u striales y fin a n c ie
ras, el surgim ien to del ferrocarril en la segu n d a m itad del siglo XIX y
el invento de la navegación a vapor, del avión y del autom óvil autom o­
tor a prin cipios del siglo XX, alim en taron la v igorosa exp an sió n eco­
n ó m ica m u n d ial de la época. A driani observa en E uropa y N orteam é­
rica el auge de las com unicaciones fluviales, ferroviarias y autom otores.
Se hace estudioso de los tem as del tran sp orte y las com unicaciones,
conciente de su poten cial d in am izad or p ara las sociedades atrasad as
de A m érica Latina. La capacidad de la radio y el teléfono, el telégrafo,
la aviación, el autom óvil y el ferrocarril p ara acercar gentes y culturas
y exp an d ir m ercad os -facto res que A driani califica com o “los princi­
pales agentes de la u n ificació n ”-, lo convencen de la necesidad de que
su atrasad o país debe con tar con u n “sistem a n acio n al de com u n ica­
ciones. Y es necesario convenir en que h asta ah ora la h istoria de los
pu eblos latin o am erican os casi no exhibe sin o em pirism o, im provisa­
ción y soluciones de co n tin u id ad en su acción colectiva”.
Dos trabajos esen ciales refle jan su visión acerca del p ap el de las co­
m un icacion es en el d esarrollo: “Un sistem a n acio n al de com un icacio­
El proyecto de transformación de Venezuela 89

n es” (1931) y “La carretera y el ferrocarril en Venezuela: u n a eq u ipara­


ción im p osib le” (1932).

El aislamiento es imposible -asienta en el primer trabajo- (...) si un país quiere tener


derecho a la consideración de los otros, debe conducirse como se conducen los hombres de la
buena sociedad. En un mundo cuya unificación se perfecciona incesantemente no es de
extrañar que el viejo concepto de soberanía vaya perdiendo su vitalidad, a tiempo que se
afirman el concepto de solidaridad internacional y la doctrina de la cooperación.

La necesidad de que Venezuela y los p aíses de A m érica Latina cuen­


ten con sistem as de com un icacion es m odern os no rep resen ta p ara
A driani sólo u n esfuerzo por trazar ru tas y co n stru ir carreteras, sino
un m an d ato civilizador y u n signo de avance cultural. “Situados en
u n m u n d o dom in ad o p o r la ciencia exp erim en tal, la técnica y la eco­
n o m ía (...) es preciso que el espíritu de n uestros países se adecúe al
esp íritu d e la época y a n u estras n ecesid ad es”.
Com ienza por insistir en que to da política pública de largo alcance
debe partir de la design ación de u n a com isión de expertos que analice
el problem a, haga inventario de recursos y proponga soluciones técni­
cas y no em píricas. Cita los países que han form ulado planes concretos:
A lem ania, Francia, Italia, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos y Colom bia.
U na nación debe tener prim ero u n sistem a de ru tas. “Un sistem a de
ru tas -so stien e el p lan ificad o r an d in o - fue siem pre g ran agente de
segm en tación política de las naciones y de los im perios (...) Es el indi­
cio m ás seguro de la posesió n de u n territo rio ”. Refiere com o ejem ­
plos la Vía Regia en el an tigu o Im perio Persa, los cam in os del Im perio
Rom ano, los ferrocarriles tran sco n tin en tales de Estados U nidos y Ca­
n adá, el Grand T run k Road de la India y el ferrocarril tran siberian o de
Rusia. En lo económ ico, el sistem a de com un icacion es hace su rg ir las
ciud ades y los gran des centros de producción; y en lo social y cultu ral,
los pueblos realizan su u n id ad esp iritu al.
En Venezuela, el sistem a n acio n al de com unicaciones que debe de­
sarro llarse no pu ed e se r de ru tas trazadas

al ocaso, insuficientes y descoyuntadas (...) debe suponer su integración con los siste­
mas continentales. Nuestro país tiene vocación continental. Porque es la cabeza de puen­
Biblioteca Biográfica Venezolana
90 Alberto Adriani

te de la América del Sur; porque a sus playas arribarán los tráficos encaminados a la
región central de la América Meridional; (...) porque el Orinoco es el brazo norteño de ese
vasto sistema de comunicaciones fluviales -potencialmente el prim ero del planeta-
form ado p o r él, el Amazonas y el Plata.

El sistema nacional de comunicaciones debe comprender políticas y


acciones coordinadas en materia de transporte aéreo, automotor, fe­
rroviario, marítimo y fluvial. El plan debe ser diseñado por el Estado.
El sector privado puede desarrollar las industrias aeronáuticas y ferro­
viarias, y en ciertos casos las carreteras, pero bajo la regulación del
Estado. El ejemplo de la Interstate Commerce Commission de los Esta­
dos Unidos es un referente. Adriani favorece el ejercicio por el Estado
de la actividad ferroviaria, y pone como modelos de eficiencia el ferro­
carril sud-mancheriano, “considerado por algunos el mejor del mundo”.
Ya para entonces el ferrocarril entraba en crisis por la concurrencia
del vehículo automotor. El sector atraviesa serios problemas en Esta­
dos Unidos y la experiencia venezolana no ha sido hasta entonces exi­
tosa, como lo evidencian el alto endeudamiento y las pérdidas exhibi­
das por los ferrocarriles de Maiquetía a Macuto y de Guanta a Barcelona.
El costo de construcción y mantenimiento del ferrocarril es mayor al
de la carretera, como lo demuestran los casos del ferrocarril de Care­
nero y del Ferrocarril Central de Venezuela, así como el del Táchira, La
Ceiba y Santa Bárbara-El Vigía.
El estudioso de Zea expone iniciativas innovadoras para el transpor­
te fluvial en Venezuela. Recuerda los exitosos ejemplos de Europa, como
Alemania, el proyecto en construcción del canal del Rhin al Danubio y
los planes de canalización de 25.000 millas de arterias fluviales en
Estados Unidos. Para la interconexión de los ríos Orinoco, Amazonas y
La Plata, sugiere la constitución de una comisión internacional simi­
lar a la International Joint Commission, que conforman los Estados
Unidos y Canadá.
Los puertos deben integrarse al sistema nacional de comunicacio­
nes. “Un gran puerto -explica- es obra de la geografía, del tiempo y de
recursos incontables”. Adriani quiere que Venezuela entre en la mo­
dernidad:
El proyecto de transformación de Venezuela 91

(...) tíos encontramos a veces con la ilusión de que un puerto está completo cuando se
han terminado los muelles y otras obras de ingeniería. Nada más falso. Un buen puerto
moderno, además de requerir un equipo superior, debe ser una gran ciudad, un gran
centro comercial, un gran centro bancario, tener condiciones favorables para el desarro­
llo industrial y disponer de una red de comunicaciones.

A pesar de que las ideas de A driani sobre el sistem a n acio n al de co­


m un icacion es no se h an ejecu tad o con la rigu ro sid ad técnica y estra­
tégica que él reclam aba, sus p o stu lad o s h an perm an ecido vigentes
h asta ahora. Venezuela cuenta hoy con la m ayor red de carreteras y
vías de pen etración asfaltad as de A m érica Latina.

La tributación y el nuevo Estado social


Alberto Adriani dibu ja su filosofía sobre el desarrollo y la fiscalidad
en su breve ensayo “La tributación y el nuevo Estado social”, publicado
en febrero de 1936. Toma el térm ino de u n sim posio celebrado en la
Universidad de Colum bia, en el cual participaron los m ás calificados
especialistas de la época. Cita a Studenski: “(...) en vez de conform arse
solam ente con los cam bios que ocurren en el orden social, la tributa­
ción debe im pulsarlos. Entre todos los m edios pacíficos susceptibles de
prom over el nuevo Estado social, la tributación es el m ás poderoso”.
El acucioso investigador co m ien za por d efin ir el sustento integra-
dor de u n sistem a tributario: “la estru ctu ra del Estado m odern o (...)
debe propon erse, en su acción fiscal, fines sociales d elib erad o s”. Los
diversos sistem as tributarios de u n país deben “co n siderarse com o u n
todo (...) no com o u n conglom erado de sistem as d isp aratad o s y sin co­
n exión entre sí”.
Es de esperarse que la prim era p rem isa que ad o p ta en su filoso fía
trib u taria es que la an tigu a noción del Estado liberal, conform e al cual
la tributación sólo debe con tar con sim ples gravám en es d estin ad os a
su fragar los gastos de defensa n acio n al y orden público, está su pera­
da. “El nuevo Estado, cu an d o no hace, fisc aliz a ”. El nuevo Estado es
social. Vuelve al pensam iento de Studenski, quien señ ala que la tribu­
tación “debería usarse, no sólo com o u n expediente para recau d ar ren­
tas, sino com o u n a fu erza positiva de reconstrucción so c ial”.
Biblioteca Biográfica Venezolana
92 Alberto Adriani

La tribu tación debe respon d er a las nuevas funciones que h an ad ­


qu irido los Estados m odern os. El esquem a im positivo debe ser u n re­
flejo d e las n ecesidades de d esarrollo económ ico y social del país. No
predica u n Estado p ro p ietario de m edios de producción, sino u n o cu­
yas actividades se d irijan a “la protección de la v id a y de la p ro p ied ad ” .
Revela que “en los Estados m ás pro gresistas de E uropa la ad m in istra­
ción p ú b lica absorbe -h a b lam o s de los años trein ta del siglo XX-, h as­
ta el 20 y 25% del rédito n acio n al (PIB)”.
En 1936, los E stados U nidos e stab a en fran ca recu p eració n econ ó­
m ica co n las m ed id as so ciales y eco n óm icas im p lan tad as p o r el pre­
sid en te Roosevelt. El u so p lan ifica d o de in stru m e n to s de p o lítica fis­
cal y m o n e taria co m en zab a a d a r fru to s. El esclarecid o eco n o m ista
observa:

Mediante su poder de tributación y sus actividades en el campo del crédito y como


supremo regulador del sistema monetario, el Estado puede contribuir poderosamente a
estabilizarla vida económica, impidiendo la inflación desmedida en períodos de auge y
la inflación incontrolada en períodos de depresión.

La prepon deran cia de im p uestos indirectos -regresivo s-, im p osibili­


ta la aplicació n del prin cip io de ju stic ia tributaria, rep resen tad o por
los im p uestos directos (im puesto a la ren ta, n o existente en V enezuela
a la sazón). “Según las teorías m ás recientes de las fin an zas ale m an a e
italian a, los dos prin cip ios que in sp iran los sistem as tributarios m o­
dernos son el prin cipio de la cap acid ad contributiva y el prin cip io del
ben eficio ”. Los im puestos deben ser progresivos, quienes m ás gan an
deben trib u tar m ás. Señ ala que “El Estado [debe procurar] que la tri­
b u tació n sirva para co n seg u ir u n a m ejo r d istribución de la riqueza,
de m an era que se beneficie toda la colectividad”.
A driani propon e el establecim ien to del im puesto sobre la renta, pero
tiene la precau ción de m an ifestar que, p o r virtud de que A m érica Lati­
n a y V enezuela están ayunas de inversiones y deben con struir u n a base
p ara la form ación de cap ital fijo, la m ed ida debe evaluarse en cada
caso: “de m an era que la n ecesidad de darle a la organ ización fiscal
u n a estru ctu ra m o d ern a deberá siem pre con ciliarse con las lim itacio ­
nes de cad a eco n om ía”.
El proyecto de transformación de Venezuela 93

El d iscip lin ad o p en sad o r sab ía que las reform as que p lan teaba l e
y an tarían com prensibles pero equivocadas in tran sigen cias entre q u ie
nes se opo n ían al cam bio. D urante su ejercicio com o m in istro de Ha­
cienda, m an ten d rá la idea, pero su im p lan tació n corresp on derá al
período presiden cial del presidente M edina A ngarita, con la p ro m u l­
gació n de la prim era Ley de Im puesto sobre la Renta, en 1942.
Ello no es obstácu lo para que d elin eara cóm o debe estru ctu rarse el
im puesto sobre la renta. A saber:
1. Los niveles m ás bajos de in greso “no pueden n i deben p ech arse”.
2. Las ren tas m ed ias “deben pech arse con gran m oderación (...) son
las m ás útiles desde el pu n to de vista so c ial”, ya que tienen “el
coeficiente m áxim o de acrecen tam ien to ”.
3. La presión trib u taria m ás alta debe recaer sobre quien es perciban
las m ás elevadas ren tas y posean las m ayores fortun as. Se lam en ­
ta de que en A m érica Latina los gran des capitales sean “m ás para
el con su m o que p ara la p ro d u cción ”.

Reacio a la con tratación de em préstitos por la p ésim a h istoria de


V enezuela y A m érica Latina, A driani com plem en ta la argu m en tació n
sobre u n sistem a de tributación eficiente, con ideas avan zadas sobre
el p ap el del crédito público com o h erram ien ta anticíclica, siem pre
teniendo presente el carácter social de las políticas fiscal y tributaria:

El Estado debe acudir al cre'dito, en los períodos de depresión, en la medida que lo


requieran el sostenimiento de los servicios públicos, la ejecución de programas extraordi­
narios de obras públicas y la ayuda para el desarrollo de la producción planificada privada.

El trabajo concluye postu lan d o que u n sistem a trib u tario m oderno


debe ser coherente e integral. Recurre a las experien cias m oderniza-
doras de Italia, Inglaterra y A lem ania. M enciona que Italia estableció
lím ites a la d escoordinación existentes entre el gobierno central y el
provincial, fijan d o restricciones a los im puestos subn acion ales. Ale­
m an ia elabora u n “sistem a ún ico de trib u tació n ”. Favorece la relación
entre la eficien cia de los servicios públicos y la presión trib u taria y
favorece la coordin ación entre los im puestos federales y m un icipales
en Latinoam érica:
Biblioteca Biográfica Venezolana
94 Alberto Adriani

En todos nuestros países sería oportuno someter a nuevo examen toda la cuestión de
los servicios públicos de las varias administraciones y su financiación, con el fin de
conseguir una coordinación completa, y de alcanzar en los servicios públicos el mínimo
costo y la mayor eficiencia.

Las 12 directrices de una estrategia


de desarrollo económico
Sobre la base de los ensayos “El dilem a de n u estra m o n ed a y la situ a­
ción económ ica v en ezo lan a” y “Las lim itacion es del n acio n alism o eco­
n ó m ico ”, orden am os a con tin uación las 12 directrices estratégicas que
o rien tarán “nuestro d esarro llo ” a largo plazo, tanto p ara Venezuela
com o p ara A m érica Latina, segú n Alberto A driani:
1. P lanificación del d esarrollo y eficien cia económ ica: “los países
am ericanos deben p rep ararse para d irigir concientem ente su de­
sarrollo económ ico, en con form idad con u n p lan técnicam ente
form ulado, adecuado a su estructura, que p arta de u n inventario
científico de recursos y capacidad es y que p erm ita a la econ om ía
desenvolverse con m étodo y co n tin u id ad ”.
El plan debe procu rar “la u tilizació n ó p tim a del capital, del tra­
bajo y de los recursos n a tu rale s”; cu an tificar los recursos y “las
form as de energía e xtrah u m an a, com o h u lla, petróleo y energía
h id ráulica; d isp on ibilidad es de capital líquido, obra de m an o ca­
lificada, person al técnico, periciá trad icion al en las artes m ecán i­
cas, y finalm ente, m ercad os asequibles ad e cu ad o s”.
2. Internacionalism o, cooperación e integración: in stitu cio n alizar
organ ism os m u ltilaterales capaces de d a r rem edio a los proble­
m as m u n d iales del com ercio, los flu jo s de factores y los m ovi­
m ientos del capital.
3. Inclusión y ju stic ia social: “En com pen sación [el Estado] asu m e la
resp on sabilidad de realizar la ju stic ia so c ial”.
4. No a la au tarq u ía econ óm ica; ab an d on ar la prem isa de que “la
nación debe producir cuan to con sum e y co n su m ir cuan to produ­
ce”, prom over la reciprocid ad com ercial: “el com ercio no puede
ser n orm alm ente sino recíproco (...) la a u tarq u ía es u n a política
ru in o sa ” .
El proyecto de transformación de Venezuela 95

5. Estado corrector de las desviaciones a la libre com petencia: “el


cap ital sin trabas se concentró en gran des organ izacion es, a ve­
ces colosales (...) Estados dentro del E stad o”.
6. Estím ulo a la in iciativa privada, pero su jeta al interés colectivo “y
se sustituye a ella cuan d o no fu n cio n a”.
7. Política de in d u strialización com petitiva: protección aran celaria
“edu cativ a”, sólo cuan d o haya posibilid ad es reales de com petir
con las in d u strias m ás eficientes en el m un do: “cuando las in d u s­
trias que se trata de proteger no cu en tan en el país con las necesa­
rias condiciones p ara su establecim ien to y prosperidad, la sola
protección, por su bid as que sean las tarifas, no logra estim u lar­
las. En este caso la protección es un a pérdid a seca (...) atrae a in­
dustrias artificia le s”.
8. “Los capitales n acion ales e in tern acion ales deberían m ás bien ir
al d esarrollo de la agro in d u stria y las in d u strias extractivas, que
sí son fu n d am en tales p ara la econ om ía n acio n al”. De lo contra­
rio, la protección ad u an era encarece “el costo de la v ida (...) y el
costo de producción de artícu los agrícolas y m in ero s”.
9. D iversificación de las actividades económ icas: “entre dos nacio­
nes, la u n a agrícola-industrial, y la otra pu ram en te agrícola, la
prim era será siem pre la m ás fuerte, la m ás p ro gre sista”.
10. “El aum ento de la población” m ediante un a “inm igración selecta”.
11. Educación, ciencia y cultura: “la edu cación es (...) el factor capital
de las tran sform acion es h istó ricas”.
12. Sistem as nacion ales de com unicaciones: d iseñ ar y co n stru ir sis­
tem as m odernos de tran sp orte y com un icacion es fluviales, m arí­
tim os, viales y ferroviarios, tanto n acionales com o regionales.
96 Alberto Adriani
12 directrices para una economía orgánica (1935)

Biblioteca Biográfica Venezolana


Intervención estatal sólo para
desvíos de la libre competencia
Los límites de la explotación
petrolera

A diferencia de los prin cip ios y estrategias que form u ló sobre econo­
m ía, p lan ificació n del desarrollo, integración, agricu ltu ra, educación
e inm igración, A driani no dejó textos com pletos sobre el petróleo, pero
sí articu ló un cuerpo de ideas doctrin arias que a la postre h an resu lta­
do de indiscutible rigor académ ico. Ubicó a la in d u stria petrolera den­
tro del concepto am plio de la m inería. Su cu ltu ra h istórica sobre el
desarrollo de las civilizaciones le hizo d esco n fiar de en trad a de las
riquezas súbitas, p o r su carácter d esestab ilizad or p ara el desenvolvi­
m iento arm ón ico de un a nación.
Su form ación económ ica y sociológica le enseñó que la gestación de
la riqueza de las naciones es producto de prolongados períodos históri­
cos que se van integrando en sus diversos com ponentes de tradición y
costum bres, instituciones políticas, económ icas y sociales, geografía y
recursos naturales, educación, ciencia y cultura, libertades individua­
les y valores espirituales y éticos. La riqueza de los pueblos parte de los
excedentes que genera el cultivo de la tierra, evoluciona hacia el capita­
lism o de la m ano de u n a burguesía finan ciera y com ercial durante el
Renacim iento, y desem boca en la Revolución Industrial. La libertad, la
iguald ad social y los avances de la ciencia y las com unicaciones colocan
a las sociedades m odernas en la senda franca del progreso y el desarrollo.
N inguna nación se ha desarrollado hincada en la explotación m ine­
ra, tarde o tem prano finita. La petrolera es “u n a industria de carácter
Biblioteca Biográfica Venezolana
98 Alberto Adriani

destructivo, devastador, com o todas las industrias m in eras”. Las m inas


pueden ser un factor com plem entario; nun ca principal en el desarrollo
económ ico de los países. La explotación m in era siem pre va acom pañ a­
da de hordas de especuladores y aventureros que descom ponen los valo­
res m orales y éticos de un a sociedad y deshidratan su m ística de trabajo.
El e stad o de la geología existente duran te la época ad u lta de Adriani
no p resagiab a q ue el petróleo d u raría m ucho tiem po. Los geólogos de
la época estim aban que la relación reservas-producción no p a saría de
10 a 20 años. Al cabo de poco tiem po los y acim ien tos se a go tarían y si
se d esech aban las fuentes de riqu eza renovable, Venezuela qued aría
sin cultivos, sin in d u stria y sin hidrocarburos. “M añana, cu an d o se
agoten los yacim ien tos -ra z o n ará en 1935-, las regiones petroleras
volverán a convertirse en desiertos, y el petróleo d ejará u n vacío enor­
m e en n uestra organ ización económ ica, si entretanto no h an desarro­
llado otras fuentes de riq u e za”.
El an gu stiado econ om ista se d a cuenta de la b aja capacidad em plea­
dora de la in d u stria petrolera. Revela que, para 1935, la in d u stria pe­
trolera “sólo em pleaba a 13.555 trab ajad o res”, entre gerentes, ingenie­
ros y obreros. De los 3,5 m illon es de h abitan tes de Venezuela en aquel
año, u n 75% todavía vivía en zon as rurales. “Creo que se pu ed e afir­
m ar, sin tem or a ser d esm entido, que después de la población trab aja­
dora, la agricu ltu ra -este térm in o incluye la cría y las explotacion es
forestales-, es el factor p rin cip al de n uestra riq u eza”.
Una nación cuyo d esarrollo gire en torno de la a g ricu ltu ra y la in­
du stria, puede ser au tón om a e independiente. “El petróleo -so stie n e -
(...) com o factor de n uestra econ om ía y com o fuente de im puestos, es
precario, perecedero, lo cual im plica que, en lo posible, d ebem os inde­
pen d izarn os de é l”.
A driani no desconoció los rasgos positivos de la exp lotación de los
hidrocarburos. D urante la G ran D epresión, la ren ta petrolera pudo
am o rtig u ar los efectos dem oledores de la crisis internacional.

En 1929 -señala-, el petróleo compuso el 75% del valor y el 99,2% del quantum de
nuestras exportaciones (...) es un producto de primera importancia en nuestra economía
nacional, como elemento de la balanza de comercio y de la balanza de pagos; como
fuente de ingresos fiscales; y como elemento de vida de algunas regiones venezolanas (...).
Los límites de la explotación petrolera 99

Si bien A driani reconoce la in flu en cia p ositiva de la inversión petro­


lera en el m ejoram ien to de la “productividad del trab a jo ” en Venezue­
la, su tem or a la excesiva depen den cia externa le hace alertar:

No debemos equivocarnos en la apreciación de los cambios que han seguido el auge de


la industria petrolera en Venezuela, esa industria es precaria; está en manos extranje­
ras; es, desde el punto de vista económico, una provincia extranjera enclavada en el
territorio nacional.

La dependencia extern a generada por el petróleo entraba en con tra­


dicción con los prin cipios básicos de su proyecto de tran sform ación
nacional. El petróleo tenía u n espacio secun dario en su estrategia de
“reconstrucción so cial”. Su m odelo civilizador no ad m itía la in trom i­
sión de u n a actividad que, com o la m inera, carecía de perennidad. La
in d u stria petrolera m u n d ial estaba con trolada por consorcios inter­
nacionales. Venezuela, en aquella hora decisiva, debía em prender u n
vasto proyecto de m odern ización n acio n al au tón om o después de la
calam ito sa noche de la tiran ía gom ecista.
Pese a estas reflexiones, la visión de A driani iba a contracorriente de
la creencia que entonces -y h asta nuestros d ía s- h a prevalecido. Com o
a firm a A rm ando Rojas:

(...¡frente al brillante porvenir que ofrecía al país la riqueza petrolera que, como por arte
de magia, irrumpió como una señal que habría de sacar a Venezuela de su estancamiento
y colocarla entre los privilegiados del continente, Adriani no se dejó llevarpor este espejismo.

Pero el econom ista-ganadero no se queda en la advertencia tem pra­


n a del carácter fin ito y efím ero de la explotación petrolera. Crea doc­
trin a al apreciar con clarividencia que si la Gran D epresión d ejará un a
secuela trágica p ara la agricu ltu ra de Venezuela, la alta ren ta petrole­
ra y la sobrevaloración del bolívar term in arán por sepu ltarla. La inci­
piente in d u stria m an u factu rera tam poco d esp egaría con la m igración
del cap ital y el trabajo h acia las region es petroleras.
Cuando le toca defender su p ro p u esta de devaluar el bolívar para
proteger la agricu ltu ra y la incipiente in d u stria, escribe en 1935 a Vi­
cente Lecuna, opositor a su tesis:
Biblioteca Biográfica Venezolana
100 Alberto Adriani

El petróleo es un elemento importantísimo de nuestra economía nacional y, en parti­


cular, de nuestra economía fiscal; pero no tiene derecho, ni es conveniente dárselo, a la
preponderancia absoluta sobre todos los demás elementos de nuestra organización eco­
nómica.

A driani, com o ya se indicó, puede considerarse u n precu rso r de los


estu dios m odernos sobre la Enferm edad H olandesa. V isualizó la do­
len cia y prescribió la elim in ació n de la sobrevaluación del bolívar y la
con stitución de u n a reserva de ahorro com o rem edios, razon an d o sus
consecuencias positivas:

Estoy convencido de que él único remedio eficaz para combatir los males que hoy
sufrimos es la desvalorización de la moneda (...) Se volvería remuneradora la agricultu­
ra. Se daría impulso a nuestras industrias, mucho mayor de lo que pudiera esperarse de ■
cualquier medida aduanera, pues aumentarían los precios de las mercaderías extranje­
ras y se aumentaría él mercado interior, es decir, se aumentaría el número de consumi­
dores efectivos. Sefavorecería el desarrollo de la industria petrolera. Se aliviaría la situa­
ción de los deudores en la medida en que se eleve el nivel de precios. Y, sobre todo, se
restablecería el equilibrio satisfactorio de nuestras relaciones económicas.

Venezuela cu m plirá 100 años de exp lotación petrolera a g ran escala


en 2014. Es m ucho lo que se ha hecho y desecho con el hidrocarburo.
La in d u strializació n , la escolarizació n , la in frae stru ctu ra de salu d
pú blica, la electrificación, el hierro y el acero, la vialid ad y las teleco­
m un icacion es de la nación se h an fin an ciad o con recursos provenien­
tes del petróleo. Pero desde el boom petrolero de los años seten ta, Ve­
n ezu ela h a padecido de la E nferm edad H olandesa.
La hipótesis central de A driani sigue vigente a la luz de la experien­
cia histórica. La agricu ltu ra poco se d esarrolló después de la crisis en
los años treinta. La in d u stria m an u factu rera no se hizo com petitiva.
La integración latin o am erican a no sale de su infan cia. Las in d u strias
de bienes y servicios petroleros son incipientes. Los valores éticos de la
sociedad ven ezolana se h an deteriorado y la in stitu cio n alid ad dem o­
crática ha sufrido m arch as y con tram arch as.
101

¿Profeta, visionario o economista


científico?

Alberto A driani fue el in sp irad o r de la m ayoría de las ideas económ i­


cas que dieron origen a leyes e in stitucion es in d ispen sables en el Esta­
do venezolano m oderno. Los a n álisis y solucion es que no fueron aco­
gidos o fueron desechados son la cau sa de nuestras debilidades actuales.
¿Por qué no fue posible que V enezuela p a sara por u n proceso de m a­
duración que im p licaba un d esarrollo agro-industrial antes de sum er­
girn o s atro pellad am en te en u n a explotación intensiva de los hidro­
carburos y en u n a d eso rd en ad a in d u strialización ?
Alberto Adriani, ponderado en sus ju icio s pero firm e en sus conviccio­
nes, no planteó ninguno de los extrem os; abogó por u n a arm onía entre
la agricultura, la industria y el petróleo. Fue u n visionario cuyo razona­
m iento científico se sustentaba en su densa form ación de econom ista.

El futuro de países y regiones


Chile es u n país “favorecido po r condiciones geo gráficas (...) [con
gente] sen sata y au stera [y con] sab ias in stitu cio n es”. Brasil “fue favore­
cido por un a p a u sa d a evolución política. N orm alm ente, de la M onar­
qu ía a la R epública, sin p erju icio del equilibrio social, se afian za la
d em ocracia”. El Caribe, en su criterio, puede ser lo que el M editerrá­
neo fue para las civilizaciones de Egipto, G recia y Rom a, com o ru ta
co m ercial y com o b isag ra de culturas.
Biblioteca Biográfica Venezolana
102 Alberto Adriani

A sia es el continente “en donde va qu izá a decidirse el porvenir del


p lan e ta duran te toda u n a edad. El d esp ertar de C hina y de la India,
con sus inm ensas m asas de h o m b re s”. Ja p ó n despega con su “im pulso
in d u strial y com ercial, que am en aza con d esalo jar de algu n o s m erca­
dos a las m ayores naciones in d u striales, y ad q u irir un pu esto d efin iti­
vo m ás alto en el escalafón económ ico m u n d ia l”.

Poblar e incorporar la Guayana a la patria


El econ om ista m erideño fijó en la G uayana ven ezolana u n a de las
nuevas fronteras del d esarrollo. La cuenca del Orinoco le fascin ó y es­
tuvo conciente de su potencial hídrico, m ineral, forestal y agro p ecu a­
rio. Tenía presente que u n país d espoblado es presa fácil de apetitos
territo riales o im p eriales. El o rd en am ien to territorial arm ó n ico de
V enezuela fue u n elem ento inherente a su proyecto de regen eración
n acio n al;

La Guayana esta llamada a jugar en el desenvolvimiento histórico de Venezuela el


mismo papel que jugó el Oeste en la formación de los Estados Unidos (...) En la Guayana
se realizará la amalgama de nuestros tipos regionales diversos y casi hostiles, y surgirá
el venezolano “nacional”. Nuestra independencia no quedó asegurada sino el día en que
los patriotas dominaron el Orinoco (...) La Venezuela de nuestros sueños, no surgirá en el
horizonte sino el día en que hayamos poblado e incorporado a la patria la Guayana.

Pionero de la conservación de los recursos naturales


A driani n u n ca desvincula la equidad social del progreso económ ico.
Fue de los prim eros en h ab lar de la necesidad de conservar los recur­
sos n aturales: “[para] resolver con buen éxito los problem as capitales
de n uestra vida económ ica: la conservación de nuestros recursos na­
tu rales (...) el aprovecham iento de nuestros recursos de a g u a y la diver­
sificació n e in d u strialización de n uestra a g ric u ltu ra ”.
La conservación de los recursos n atu rales debe tener u n carácter
con tin en tal: “es de su m a im p ortan cia que la conservación, exp lo ta­
ción y desenvolviendo de los recursos n atu rales se lleve a efecto en
A m érica de acuerdo con los sistem as m ás racion ales -y el progreso de
cad a p aís p u ed a así d escan sar sobre las b ases m ás só lid a s”.
¿Profeta, visionario o economista científico? 103

Una política social avanzada y generosa


No concebía n in g u n a política pú b lica que fuera im provisada o ca­
suística. Toda política de Estado debe tener com o base u n sustento
técnico: “Es m uch o m ás fácil d iscu rrir sobre ideas abstractas, tejer d ia­
tribas ácidas y atiborrar cráneos proletarios de ideas abusivas y propó­
sitos desordenados, que p a sar m eses en el estudio silencioso y m etódi­
co de algu n o s de nuestros pro blem as técn icos”.
Fue pionero entre los estad istas venezolanos en p o stu lar la dim en ­
sión social de las políticas pú blicas:

El Estado fuerte no significa gobierno tiránico o arbitrario, que nunca aseguró la con­
tinuidad de ningún esfuerzo social ni la concordia, y no justifica a caudillos voraces e
indecentes. Al contrario, en América el interés nacionalista no podrá menos que aconse­
ja r el progreso de nuestra democracia infantil y una política social avanzada y generosa.

Para A driani el “nuevo Estado so c ial” debe in su fla r “co n fian za” a los
agentes productivos: “Los negocios prosp eran con la confianza, y la
m on eda inestable es en em iga de la co n fian za”.
105

López Contreras y La transición


democrática

Cuando el general G óm ez fallece el 17 de diciem bre de 1935, Alberto


A driani está próxim o a cum plir seis años en la C ordillera Andina. Tie­
ne 37 años y siente que puede ser tarde para servir a su país. Picón
Salas, desde San tiago de Chile, lo alien ta a no d arse por vencido: “(...)
él sen tía -d irá don M ariano m ás tard e-, com o César cuando leía la
vida de A lejandro M agno, la traged ia de que ya se le h abían echado
en cim a los trein ta años y todavía no h abía actu ad o ” .
El general Eleazar López C onfieras (1883-1973), m inistro de G uerra y
M arina, sucede en la Presidencia de la República al desaparecido autó­
crata. López, de 52 años, con habilidad política, va consolidando su
m agistratu ra y sienta las bases para una pacífica transición dem ocráti­
ca. Su lem a, “calm a y cordura”, pasó a distin guir su estilo de gobierno.
G erm án C arrera D am as divide la historia rep u blican a de Venezuela
en dos períodos: la “república liberal au tocràtica [siglo XIX y p arte del
XX] y la república liberal d em ocrática [desde la Segun da G uerra M un­
dial]”. D istingue u n a etap a especial que d en om in ad a “petróleo y m o­
d ern id ad ”, dentro de la cual el país inicia su m odern ización política y
socioeconóm ica, in d u cid a por la G ran G uerra y las revoluciones ru sa
y m exican a. López C on fieras ju g a r á u n p apel preem inente en la tran­
sición h acia la “rep ú blica liberal d em ocrática”.
Biblioteca Biográfica Venezolana
106 Alberto Adriani

Tomas Polanco A lcántara señala que el general civilista tuvo que hacer
frente a poderosas fuerzas políticas para con solidar su régim en, en
m edio de las gran d es protestas de las m ayorías n acion ales durante el
año 1936. El país se en con traba su m id o en un profun do atraso políti­
co, económ ico y social, pese a la bo n an za petrolera de que d isfrutaba
el fisco nacional.
Los seguidores del general fallecido asp iraban a un a sucesión dinás­
tica. Los factores radicales de la izquierda m arxista estim aron que había
llegad o la hora de ad elan tar u n a revolución de corte bolchevique. La
izqu ierd a d em ocrática b u scab a establecer un sistem a de libertades
previa convocatoria de u n a A sam blea Constituyente. Otra fuerza inte­
g rad a p o r factores conservadores, pero de in clinación dem ocrática,
lid erada por el propio López C ontreras, pro piciaba u n cam bio grad u al
b ajo u n cuerpo de reform as políticas, sociales y económ icas.
Venezuela era en 1935 u n país de 3.449.579 de habitan tes. Su produc­
to interno bruto (PIB) alcan zaba a Bs. 1.972 m illones, a valores corrien­
tes. El país, sin em bargo, no h abía salido de la crisis económ ica deriva­
d a de la Gran Depresión. El PIB h abía caído u n 21% entre 1929 y 1932.
El presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, h abía iniciado
u n vasto p ro gram a de reform as sociales y económ icas p ara sacar a su
país de la crisis. Hitler y M ussolini rein aban en A lem ania e Italia y Sta-
lin en la Unión Soviética. C om enzaba la G uerra Civil Española.
La dem ocracia liberal y el cap italism o parecían heridas de m uerte y
la tentación au to ritaria del n acio n also cialism o (nazism o y fascism o) y
el atractivo del régim en de p lan ificació n central soviético, ofrecían
opciones alternas a las dem ocracias occidentales con econ om ías de
m ercado, cuyas m asas pro letarias p au p érrim as clam ab an por solucio­
nes perentorias a sus calam id ad es socioeconóm icas.
El nuevo jefe del Estado in icia una ap ertu ra política. O rdena la ex­
carcelación de los presos políticos. Retornan al país los exiliados. Se
form an las prim eras o rgan izacion es políticas, com o el Partido Revolu­
cio n ario P rogresista y el M ovim iento de O rgan ización V enezolana
(ORVE), integrado por R óm ulo Betancourt, R aúl Leoni, Picón Salas,
U slar Pietri y el propio Adriani.
El 21 de diciem bre, el presidente en Consejo de M inistros, dicta un
decreto que tiene por objeto p restar apoyo a los agricultores venezola­
López Contreras y la transición democrática 107

nos; pero de alcance parcial. A driani, desde Zea, envía al jefe de Esta­
do u n largo telegram a, presen tan d o reparos a la m edida.
Egaña, entonces director de crédito publico del M inisterio de Ha­
cienda, rem em ora aquel m om ento decisivo:

(...) se destinaron Bs. 30.000.000 para comprar cafe' (...) a un precio muy superior al que
prevalecía entonces. Un sistema nuevo y más audaz se abría paso en la protección de
nuestra economía, distinto de la concesión de dádivas de las postrimerías de la dictadu­
ra; pero carecía de la amplitud y sacaba la exportación del café, repentinamente, de sus
cauces normales. Adriani criticó el Decreto con un largo telegrama que dirigió al gene­
ral López Contreras, quien, magistrado ecuánime y resuelto desde entonces a incorporar
nuevos valores al “equipo” gubernamental (conste que es de Adriani la expresión), le
contestó llamándole a Caracas. Llegó el 29 o el 30 de diciembre y a principios de enero
fue nombrado Presidente de una Comisión destinada a estudiar la manera de ampliar
al cacao, al ganado, al azúcar, al papelón y a otros productos agrícolas, los beneficios del
Decreto del 21 de diciembre.

La com isión evaluad ora rin dió su inform e y el 27 de enero de 1936


se d eroga el decreto an terior y se dicta uno nuevo, por m edio del cual
se estableció u n nuevo sistem a de prim as y se am plió su cobertura a
los d em ás productos agrícolas.
109

El Programa de Febrero: primer


plan de gobierno

López C on fieras no era u n advenedizo. Fue preparán d ose p ara la


sucesión presiden cial; pero tam b ién para d om in ar los factores de po­
der que aten tarían con tra su proyecto reform ador. Tenía que m overse
con pru d en cia, así com o con firm eza y determ inación . El nuevo líder
de la n ación obró con inteligencia, sensatez y equilibrio. Su in n ata
disp osición al diálogo le llevó a abrir espacios de com un icación con la
oposición.
El Presidente da las prim eras señ ales de cam bio. En su alocución del
31 de diciem bre de 1935, el jefe de Estado invita a los ven ezolanos a
colaborar en form a “ord en ad a y de bu en a in ten ció n ” en la “obra reno­
v ad o ra” que em prendería, para lo cual llam aría a ciud adan os “h on ra­
d o s” que tengan la m ejo r preparación. Sin em bargo, el 5 de enero de
1936, en m edio de protestas de calle, incendios a entidades pú blicas y
saqueos a las propiedades de los Góm ez, el G obierno se ve im pelido a
su sp en d er las g aran tías con stitucion ales.
El 10 de enero el Presidente hace u n a intervención ante al Consejo
de M inistros y plan tea “la conveniencia de estu d iar las reform as de
que pudiere ser susceptible la C onstitución N acional vigente a cau sa
de los cam bios producidos en el gobierno de la R epública y de las nue­
vas orientacion es de la p o lítica del p a ís”.
Biblioteca Biográfica Venezolana
110 Alberto Adriani

El 14 de febrero de 1936 es un día em blem ático en la h istoria dem o­


crática de Venezuela. Los distu rbio s p o p u lares arreciaron . Funciona­
rios policiales de la G obernación de C aracas orden aron d isp arar con­
tra los m anifestantes. El pueblo se echó a las calles en abierta repulsa
contra los vestigios del gom ecism o. Las m asas no se po d ían contener
con la fuerza p ú b lica y el G obierno se estrem eció.
Los estudiantes, liderados p o rjó v ito V illalba, presidente de la Federa­
ción de Estudiantes de Venezuela, m arch aron hacia la residencia presi­
dencial y fueron recibidos personalm ente por el Presidente, quien se
com prom etió a restablecer las garantías constitucionales y a enjuiciar a
los responsables de los actos de violencia. El general López, quien se
despojó del uniform e m ilitar y vistió siempre de civil, estrenaba un nuevo
estilo de gobierno y preparaba el terreno para las reform as por venir.
El 21 de febrero López Contreras an un cia al país el restablecim iento
de las garantías constitucionales, presenta el Program a de Febrero y nom ­
bra un nuevo gabinete de am plitud nacional. Rómulo Gallegos es desig­
n ado m inistro de Educación y Adriani, m inistro de A gricultura y Cría.
El General civilista fue el prim er presidente venezolano en presen­
ta r a sus con ciudadan os “un p ro gram a de g o b iern o ” que abarcara to­
dos los ám bitos del queh acer público, y tam bién el prim ero en com u­
n icarlo por la radio a su s com patriotas. El Program a de Febrero fue
elaborado por A driani, A m enodoro Rangel Lam us, N éstor Luis Pérez,
M anuel R. Egaña y el propio López Contreras; pero fue sin d u d a el
novel estadista an din o quien d ejará su h u ella m ás indeleble.
El Program a de Febrero constituyó el prim er esbozo de un p lan de
desarrollo a largo plazo en Venezuela. A p artir de entonces, la acción
de gobiern o com enzó a ser u n ejercicio de plan ificació n y no un com ­
pendio de m ed idas in con exas in stitu id as en form a casuística. Inspira­
do en la visión a d rian ista del desarrollo, representó un cuerpo orgán i­
co de p o líticas e in iciativ as orien tado a so lu cio n ar los m ás graves
problem as del país.
1. El rol del Estado, “ente responsable y sostenedor del orden social”.
El Program a de Febrero rom pe definitivam ente con su función es
m eram ente pasiva. El Estado debe actu ar de m anera “ju sta y equi­
tativa” y debe desplegar u n a “acción vigilante y orden adora” para
liberar las “energías n acion ales” a favor del progreso.
El Programa de Febrero: primer plan de gobierno 111

2. La política económ ica. El Estado form u la y ejecu ta un a “política


económ ica orgánica. Se trata de u n a gu erra contra (...) el atraso e
in eficien cia de n uestra eco n om ía”. Debe incentivarse la in iciati­
va privada, pero quedando proh ibidos los m on op olios y las prác­
ticas con trarias a la libre com petencia.
El P rogram a de Febrero se propon e reestru ctu rar las fin an zas pú­
blicas y crear im puestos directos. La p o lítica trib u taria debe esti­
m u lar creación de riqueza, el ahorro, la inversión y la produc­
ción. Las cargas trib u tarias deben ser progresivas.
Se plan tea u n a política b an caria que m ejore la in term ediación
fin an ciera y auspicie las actividades productivas. Se dispon e la
creación de u n instituto em isor. Las políticas fiscal, tribu taria,
fin an ciera, m on etaria y ban caria deben estar o rien tadas a pro­
m over el crecim iento económ ico y el d esarrollo de u n a econom ía
diversificada.
3. La política social. Se garan tiza la libertad de trabajo y la protec­
ción de los derechos de la clase obrera. Se crea la O ficina Nacio­
nal del Trabajo. Se p ro m u lga la prim era Ley O rgánica del Traba­
jo . La nueva Ley m arcó el nacim ien to de la con tratación colectiva
y del m ovim iento sindical venezolano.
4. La educación. A driani ju z g a b a crucial “la nivelación de nuestros
pueblos con los m ás p ro gre sistas” del m un do. El Program a inicia
el prim er esfuerzo n acional para la erradicación del an alfabetis­
m o. “Se trata de u n a gu erra con tra el an alfabetism o, las enferm e­
dades, los flagelos sociales, el aislam ien to, la d esp ob lació n ”. Se
crean el Instituto Pedagógico, el instituto politécnico p ara la for­
m ación de técnicos y el Consejo N acional de Investigaciones Cien­
tíficas. Se prevé la creación de facu ltad es de Econom ía en las uni­
versidades nacionales.
5. La agricu ltu ra y la cría. La riqueza nacion al debe tener com o fun­
dam en to la producción agro p ecu aria y el d esarrollo agroindus-
trial. El Estado creará las condiciones económ icas para que el agri­
cultor y el ganadero venezolanos puedan com petir ventajosam ente
en los m ercados internacionales. Se crea el M inisterio de A gricul­
tura y Cría. Se fortalece la cap acid ad crediticia del Banco A gríco­
la y Pecuario.
Biblioteca Biográfica Venezolana
112 Alberto Adriani

6. La salu d pública. A gricultura, edu cación y salu d p ú blica fueron


cam pos que A driani consideró indivisibles. Si la econ om ía reposa
sobre la p u ja n z a de la agricu ltu ra, la productividad tiene su sus­
tento en la educación. La población ven ezolana estaba d esn u tri­
d a y p ad ecía de en ferm edades com o la tuberculosis, el p alu d is­
m o , la t r ip a n o s o m ia s is , la d is e n te r ía , la p o lio m ie lit is , la
an qu ilo stom iasis, etcétera. Se crea el M inisterio de San id ad y Asis­
tencia Social y se funda el Consejo Venezolano del Niño. Se pro­
m u lga el prim er Código de M enores. El P rogram a de Febrero in­
au gu ra el m oderno sistem a de salud pú blica en Venezuela.
7. Sistem a n acio n al de com unicaciones. Se decide crear el M iniste­
rio de C om un icaciones y la form u lación de u n p lan de con struc­
ción de carreteras, am pliació n y con strucción de pu ertos, aprove­
cham iento del tran sporte fluvial, creación de la aviación civil,
d esarrollo de la m arin a m ercante, m ejoram ien to de los servicios
telegráficos, radiofónicos, po stales y telefónicos y la evaluación
del potencial ferrovial de Venezuela.
8. Plan de in m igració n y colonización.

El P rogram a de Febrero presen ta reform as d em ocráticas de in d iscu­


tible relevancia. Aun cuan d o no llegó a p lan tear el su fragio universal
p ara la elección del Presidente de la R epública, se crea el Consejo Su­
prem o Electoral y se p ro m u lga la Ley de Censo Electoral y Elecciones.
No hay duda de que el m ayor ejem plo del talan te d em ocrático del ge­
n eral López fue su iniciativa de realizar u n a en m ienda constitucional
p ara reducir el período presiden cial de 7 a 5 años, ap licán d o sela a sí
m ism o. En opinión de Clemy M achado de Acedo: “(...) puede decirse
que es duran te el G obierno de López cuan d o se echan las bases del
E stado m oderno en el p a ís”.
La fig u ra h istórica de López Contreras h a venido elevándose con el
correr de las décadas. Entre las fuerzas del positivism o go m ecista que
se n egaban a m o rir y las aspiraciones necesariam en te im p u lsivas de
la dem ocracia em ergente, el Presidente de la transición d em ocrática
escoge un a estrategia grad u al p ara reform ar el Estado y la sociedad
venezolana.
113

Primer ministro de Agricultura


y Cría

C um plida su m isión al frente de la com isión presiden cial que refor­


m ó el decreto del 21 de diciem bre de 1935, y realizad a la labor defini-
toria del P rogram a de Febrero, Alberto A driani es nom brado m inistro
de A gricultu ra y Cría, el l 2 de m arzo de 1936. El 25 del m es an terior el
presidente López h abía decretado la d esaparición del M inisterio de
Salubridad y A gricultura y Cría, y su conversión en los d espach os m i­
nisteriales de A sistencia Social y A gricultu ra y Cría.
No llegab a al M inisterio com o apren diz, ni a ensayar esquem as falli­
dos o fórm u las descabelladas. El sentido de Estado im plícito en la d e
sign ación del Presidente se revela a plen itud al escoger a quien a la
sazón era considerado com o la p erson a m ás a p ta para el cargo. Pero
h abía llegad o el m om ento de poner én p ráctica sus largos años de
preparación ; tarea n ad a fácil por cuanto la agricu ltu ra ven ezolana se
en con traba en terapia intensiva. Pese a la preem inencia del petróleo
en las fin an zas públicas, el nuevo m inistro no perdía de vista que el
75% de la población h acía vida en el cam po.
Adriani inició su ejercicio m inisterial con entrega casi frenética, com o
q u erien d o recu p erar el tiem po perdid o. Con gen u in o en tu sia sm o
em prenderá acciones en tres frentes: la organ ización del nuevo d esp a­
cho y la reorgan ización de la v ieja Sección de A gricultu ra y Cría del
an tigu o M inisterio; la ejecu ción de las directrices del P rogram a de
Biblioteca Biográfica Venezolana
114 Alberto Adriani

Febrero; y la im p lan tació n de m edidas de em ergen cia ante la postra­


ción del sector agro p ecu ario venezolano.
El titu la r de A gricultu ra d esign a directores a reconocidos profesio­
nales: Roberto Á lam o, director de A gricultura; Oscar G rossm ann, di­
rector de G anadería; Aurelio A rreaza, con su ltor ju ríd ico ; Rodolfo Ro­
ja s , d ire cto r d e E co n o m ía A grícola, y Pedro C arrillo , d ire cto r de
A dm inistración. Com o asistentes en el despacho, A driani contó con la
colaboración de los jóven es R óm ulo B etancourt, R. A. Rondón Már­
quez y M anuel Felipe Rugeles.
Un d ía después de su ju ram en tació n , el 2 de m arzo, un decreto dis­
pu so la reorgan ización de los Servicios de T ierras B aldías y de Bosques
y A guas. Se orden aron estudios p ara la realización de u n catastro de
tierras baldías y de plan es de d esarrollo de los sectores agríco la, pe­
cuario y pesquero. Se concedieron ayudas a la A sociación N acional de
A gricultores de la Caña. Se dieron los prim eros pasos p ara la creación
de gran ja s agrícolas. Se otorgaron becas a u n gru p o de egresad o s de la
Escuela de Expertos A gropecuarios de M aracay p ara segu ir estudios
en el Colegio de A gricultu ra de M ayagüez, Puerto Rico, y en la Facul­
tad de Veterinaria de M ontevideo.
El 21 de m arzo, el Ejecutivo N acional prom ulgó dos decretos destina­
dos a reorgan izar el crédito agrícola en Venezuela. El decreto aum entó
los fondos disponibles a los agricultores p ara el fin an ciam ien to de sus
cosechas, crías e inversiones en condiciones favorables. Se asign aron
Bs. 5.000.000, a ser d istribuidos por el Banco A grícola y Pecuario.
Q uizás evocando la capacidad p ed agógica de aquella novedad de las
co m u n icacio n es - la rad io -, A driani fue el prim er alto fu n cio n ario
gu b ern am en tal -ad e m ás del propio presidente López-, en in iciar la
práctica de dirigirse a su s co n ciu d ad an os por los m ed ios radioeléctri-
cos. El 24 de m arzo de 1936, el m inistro exp u so la política agro p ecu a­
ria del Gobierno. En su alocución , A driani enm arcó la gestión del r e
cién creado M inisterio d en tro u n Program a M ínim o de Em ergen cia y
el P rogram a de Febrero. R atificó el p apel preponderan te de la agricu l­
tu ra en el d esarrollo y afirm ó que el sector co n tin u aría siendo “el ner­
vio de n uestra econ om ía, n u estra reserva d em o gráfica y el factor m ás
precioso del equilibrio so c ial”.
Primer ministro de Agricultura y Cría 115

D entro de las m ed idas de em ergencia, se reform ó el decreto del 27


de enero sobre prim as de exportación. Se au m en taro n las del gan ado
vacu no en pie, el azú car y el papelón . Se extendió el período de vigen­
cia, que in icialm en te cad u caría el 30 de ju n io de 1936, lo cual tuvo un
im pacto favorable para los exportadores. Se am p liaron las facu ltad es
del M inisterio de A gricultu ra para extender los beneficios del decreto
a otros productos.
El m in istro presen ta u n balan ce de la agricu ltu ra nacional, especial­
m ente de la in d u stria cafetera: “existe actualm en te (...) u n a p araliza­
ción de los negocios cafeteros, debido a la flo jed ad rein ante en el m er­
cado n orteam ericano, a las existencias por vender y a la consiguiente
falta de n u m erario ”. Reconocía que las prim as por sí m ism as eran in­
suficien tes: “las exportacion es no son rem un eradoras ni m ucho m e
n o s”, pero la extensión del crédito abría u n horizonte positivo. La cor­
ta d uración de las prim as dio origen a u n a p u ja entre los productores
que d ep rim ía aú n m ás los precios de los productos. La no-extensión de
la p rim a p ara el año siguiente, d esalen taría la inversión y creaba in-
certidum bre en la p lan ificació n de las cosechas.
Se suscribió u n convenio entre el Ejecutivo N acional y el Banco de
V enezuela, el cual establecía los térm in os para la pign oración de las
exp ortacion es de café y cacao. C ontra la fu tu ra ven ta de am bos pro­
ductos, el Banco ad elan taba a los agricultores el 80% del valor de la
m ercancía. El lap so de vigencia de los pagarés sería de seis m eses p ara
el café y tres p ara el cacao. El interés del préstam o sería del 4%. El
Ejecutivo N acional se com prom etía a cancelar los seguros y dem ás
gastos conexos y a cubrir el diferencial si los precios caían por debajo
de los fijad o s en el crédito. Este “p ro gram a m ín im o de em ergencia
con tribu irá a aliviar la crítica situ ación de n uestra agricu ltu ra y de
n u estra ga n a d e ría ”.
A driani traza tam bién las lín eas estratégicas del “p ro gram a a largo
p laz o ”, aso ciad as al cu m plim ien to del Program a de Febrero. Se for­
m u lará “un p lan racion al de conservación y d esarrollo de los recursos
n atu rales de V enezuela”, que in clu iría u n conocim iento pleno de los
suelos y u n inventario de la riqu eza agro pecu aria nacional. Se consti­
tu irá un organ ism o técnico de alta calificación que dé apoyo a los agri­
cultores. Para cada cultivo y tipo de gan ado se id en tificarán los m éto­
Biblioteca Biográfica Venezolana
116 Alberto Adriani

dos científicos m ás avanzados de exp lotación , ad ap tad o s al m edio


am bien te venezolano. E xh orta a evaluar las opo rtu n idades de expor­
tación , ofreciendo apoyo a los exportadores.
Para liberar la agricu ltu ra y la cría de pestes y enferm edades, crea el
Servicio de Sanidad Vegetal y A nim al del M inisterio. “N uestros bos­
ques y nuestras agu as constituyen u n p atrim on io invalorable, que se
está d esp ilfarran do en form a absu rd a y crim in al. Se va a (...) form u lar
u n a política de bosques y agu as, con la firm e voluntad de a se g u ra r su
conservación”.
Plantea un a política racio n al p ara la exp lotación de las tierras públi­
cas, “que influyen de u n a m an era decisiva en la o rgan ización econó­
m ica y social del p a ís”. A uspicia la “parcelización de latifu n d io s im ­
productivos” , la am pliación de la “pequeñ a propiedad cam pesin a (...)
y la organ ización de cooperativas de producción y v en ta”.
La alocución del m in istro de 37 años de edad cu lm in a con u n a ex­
hortación al sentim iento patriótico de los venezolanos: “invoco el apoyo
de los hom bres del cam p o ”. Se com prom ete a realizar u n a lab o r “con
en tu siasm o, tenacidad y m étodo (...) la d iscip lin a y el orden son in d is­
p en sab les”, y exterioriza u n a adm on ición a quienes desconocen de lo
que hablan: “No sería h onesto (...) si prom etiéram os resu ltad os espec­
tacu lares para den tro de breve plazo. N uestros m ales no son de los que
pu ed en rem ed iarse en días, aú n cuando los em píricos ten gan la au d a­
cia, p ro p ia de la ign oran cia, de exigirlo y pro m eterlo ”.
El 10 de abril A driani pu blica un artículo en el d iario E l U n iv ersal de
C aracas, “La v ieja p laga y n o so tro s”, en el que defiende las bon dades
del Program a de Febrero frente a sus críticos. El com prom etido servi­
d or público dem u estra el sentido de la h isto ria que debe acom p añ ar a
todo h om bre de Estado. Vistos los sucesos del 14 de febrero y preocu­
pad o por el hecho de que factores rad icales d esestab ilizaran las refor­
m as del presidente López, señaló: “los d ías que vivim os recuerd an los
que cau saro n la ru in a de la Prim era R epública (...) o los que p relu d ia­
ron la san grien ta, ru in o sa y retrasan te G uerra Federal”. C ondena du­
ram en te a “las tiran ías que h an aflig id o a n uestro país, sin que supié­
ram o s afia n z ar n un ca las libertades co n q u istad as”.
C ondena la tradición cau d illista en la h isto ria de V enezuela y obser­
va que durante el período previo a la G uerra de Federación
Primer m inistro de Agricultura y Cría 117

existía un visible descontento (...) el país se lanzó a la guerra sobre una plataforma
solamente política: centralismo o federalismo. Triunfó la Federación porque entre sus
huestes había un caudillo y no porque triunfó la Federación (...) El régimen triunfante no
traía en su bagaje la solución de ninguno de los problemas económicos y sociales.

Concluye invitando al país a u n a “labor constructiva y civilizadora


que su rja de la realidad v en ezo lan a”, desechando el “o n an ism o in te
lectual, las prácticas de extrañ as id eo lo gías” y “a esos dos pecados de
nosotros (...) que son la pereza y la su p e rfic ialid a d ”. Así, “el pueblo
venezolano dem ostrará que tiene m ejor sentido” p ara alcanzar “el bien­
estar y el definitivo en ru m bam ien to de Venezuela por las vías de la
civilización”.
El 19 de abril expone ante las C ám aras Legislativas la prim era Me­
m o ria del M inisterio, cuya “In trodu cción ” redacta. En m ayo de 1936
se p u blica la prim era edición de la revista E l A g r ic u lto r V en ezolano,
órgan o especializad o creado por A driani, y escribe su prim er edito­
rial. Egaña d irá m ás tarde: “D urante su corta perm an en cia al frente
de este D espacho (...), renovó h asta los cim ientos las prácticas del an ti­
gu o M inisterio de Salu bridad y A gricultu ra y Cría, fun d ad o en 1931,
in su flán d o les aliento y técn ica”.
El resum en antes descrito de las ejecu torias de A driani com o prim er
m in istro de A gricultura, d aría la im p resión de que su gestión fue m ás
pro lon gad a; no fue así. El agu errid o custodio de la agricu ltu ra venezo­
lan a sólo condujo las rien das del M inisterio d u ran te dos m eses. López
C on fieras, electo Presidente de la R epública para el período constitu­
cion al 1936-1941, tom ó posesión el 29 de abril y, a l an u n ciar su nuevo
gabinete, trasladó al econ om ista-agricultor al despach o de H acienda.
119

En las huellas de Michelena


y Cárdenas

C uarenta y seis d ías antes de cu m plir 38 años, el presidente López


d esign a a Alberto A driani m in istro de H acienda. Es dable colegir que
p ara entonces el jefe de Estado h abía calibrad o el talento de su joven
m in istro y haya decidido traslad arlo al despach o económ ico m ás im ­
po rtan te del Gabinete. Con este nom bram iento López no d ejaba d u d a
del rol de A driani com o prim era fig u ra económ ica de su gobierno.
El econ om ista an din o tam poco era ni u n im provisado ni u n em píri­
co. Tenía perfectam ente claro que si el Estado iba a ejercer el p ap el
“o rd en ad o r” de la econom ía, las fin an zas pú blicas con stituían el b ra­
zo fin an ciero de su estrategia de d esarrollo, la cual com enzaba con la
exp resión p re su p u e staria del Program a de Febrero. En palab ras de
M anuel R. Egaña, d esign ad o director de Gabinete:

Allí emprendió 1a tarea de reformar nuestra organización hacendaría (...) Particular­


mente clamaba por una revisión afondo de nuestro sistema tributario, que, en general,
se conservaba el mismo de un pobre país agropecuario, latifundista y oligárquico, cuan­
do la explotación petrolera había aumentado considerablemente la renta nacional,
ampliaba la burocracia, fortalecido el comercio y estimulado la aparición de activida­
des industriales que pugnaban por abrirse paso por entre la competencia extranjera, y
cuando, consecuencialmente, había aumentado la riqueza de la burguesía comercio-
Biblioteca Biográfica Venezolana
120 Alberto Adriani

industrial y burócrata y favorecido la aparición de un proletariado cada vez más cons­


ciente de su fuerza y derechos.

El nuevo m in istro defin e el eje central de su filosofía hacendística:


“las fin an zas pú blicas no pu ed en y no deben aislarse de la econom ía
nacional. Su prosp erid ad está estrecham ente ligad a a la prosperid ad
de la econom ía p riv ad a”.
Se presen ta los que a ju ic io del autor constituyen los 10 prin cipios
d octrinarios del pen sam ien to ad rian ista aplicables a las fin an zas pú­
blicas:
1. Las políticas fiscal, trib u taria, m on etaria, cam biaría, fin an ciera y
com ercial deben estar su ped itad as a la estrategia de d esarrollo y
a la “p o lítica económ ica o rg án ica” de la nación.
2. Las políticas deben estim ular “el desarrollo de las energías privadas”.
3. Las cuen tas fiscales h an de ser equ ilibrad as, los in gresos deben
provenir de fuentes gen eradoras de riq u eza perm an en te, hacién­
dolos in d ep en d ien tes de flu ctu a cio n e s d esestab ilizad o ras. Los
egresos deben eq u ipararse a los in gresos de fuentes perm an en tes.
4. El en deu dam ien to pú blico debe ser u tilizad o sólo p ara la form a­
ción de cap ital fijo.
5. El atrasad o sistem a h acendístico venezolano debe ser objeto de
u n a profu n d a reform a.
6. Un sistem a trib u tario m oderno debe in trod ucir la fiscalid ad di­
recta y reform ar la tributación indirecta.
7. El sistem a tributario debe ser socialm ente equitativo y progresivo.
8. La fiscalid ad directa e indirecta debe procurar “el au m en to de la
riqueza im p on ible” , es decir, am p liar la capacidad im p ositiv a de
contribuyentes existentes y nuevos.
9. El sistem a tributario debe ser “estable” e “independiente”, aislado
de las fluctuaciones internacionales de los precios de exportación.
10. La recaudación trib u taria debe ser rein vertida p ara ag ran d ar la
riqueza nacional.

A driani tran sform a la filoso fía trib u taria venezolana con la intro­
ducción de dos principios: el régim en tributario debe resp on d er a las
n ecesidades del crecim iento económ ico y el desarrollo, y debe prote­
En las huellas de Michelena y Cárdenas 121

ger a las fuerzas productivas de la nación. Con estos criterios el h om ­


bre de Estado se separa de la visión “fisc alista ” o “ren tística” de las
fin an zas pú blicas -tod avía prevaleciente en Venezuela- para form u lar
un a filoso fía en la cual la tribu tación se o rigin a en la producción y se
debe a ella, no al revés. La frase de U slar Pietri es categórica: “[para
Adriani] lo esen cial era la econom ía del país y sólo concebía la estruc­
tu ra fiscal com o u n m odo de d irigirla y servirla”.
Para A driani existe u n a resp on sab ilid ad co m partid a entre el Estado
y el contribuyente en la gen eración de la riqueza productiva. El contri­
buyente privado genera la riqueza p o r su in iciativa individual o em ­
presarial, y el Estado se hace acreedor de u n a porción de esa riqueza,
pero debe brin dar a la sociedad servicios públicos eficientes y u n Esta­
do de derecho garan te de la legalid ad . El Estado debe generar con fian ­
za p ara que las “en ergías p riv ad as” inviertan:

El hecho de que el Estado moderno atienda al sostenimiento de los diversos ramos de


la administración pública, representa una contribución principalísima al desarrollo de
la riqueza y al fomento del capital privado, ya que la ejecución de los trabajos públicos,
las obras de educación, de sanidad, etc., ponen a circular el numerario y ensanchan las
posibilidades adquisitivas del contribuyente, a cuyas manos vuelve en esta forma de
impuesto, después de haber beneficiado también la colectividad.

El M inisterio de H acienda se h abía q u ed ad o an q u ilo sad o d esp ués


de las reform as de R om án C árdenas. La fiscalid ad ven ezolana estab a
co m p u esta sólo por im puestos indirectos, com o el aran cel de ad u a­
n as (70%) y las ren tas de licores, cigarrillos y m in as (30%). Esta estru c­
tu ra fiscal no registró m ayores cam bios d u ran te el período del gene­
ral G óm ez. G racias a la p rim e ra Ley de H id ro carb u ro s de 1920,
in tro d u cid a por el m in istro de Fom ento, G um ersindo Torres, el p aís
h ab ía com en zad o a cobrar u n a reg alía a las em presas petroleras con­
cesion arias. R ecuerda Egaña:

Posteriormente, sobre todo a partir de 1925, comenzó la renta petrolera a ocupar sitio
importante en nuestros presupuestos. Así, para el año económico 1934-1935, los ingresos
fiscales pueden distribuirse aproximadamente, así:
• Renta Aduanera y Consular: 30%.
Biblioteca Biográfica Venezolana
122 Alberto Adriani

• Renta Interna (licores, cigarrillos, estampillas, salinas, fósforos y otros impuestos


indirectos): 40%.
• Renta petrolera (minas, faros y boyas): 30%.
Por tanto, con excepción de la renta petrolera y de una suma insignificante recauda­
da por impuestos sobre trasmisiones hereditarias (...), todo lo demás era producido por
impuestos indirectos.

Entre 1920 y 1929, la p articip ación fiscal en la actividad petrolera se


in crem entó sign ificativam en te, de Bs. 1,5 m illones a Bs. 50,5 m illones
(a precios corrientes), para luego bajar duran te la G ran D epresión, y
recuperarse, aun que m ás m oderadam en te, h asta Bs. 59,3 m illon es en
1935, creciendo de nuevo h asta Bs. 168 m illon es en 1941, ú ltim o año
del período con stitucion al lopecista.
En 1929, el valor de las exportaciones de petróleo se elevó a su nivel
m ás alto para la época: Bs. 721 m illones (87% de las exportacion es
totales), frente a Bs. 212 de todos los dem ás rubros (café, cacao, g an a­
do, tabaco, m adera, cueros, hierro, oro, etcétera). Para 1935, el total
exp ortad o bajó a Bs. 529 m illones y las exportaciones no petroleras
su frieron u n verdadero colapso, al caer a Bs. 76 m illon es (64% m enos
que en 1929).
El m in istro A driani actú a en función de objetivos a corto plazo y a
largo plazo. El gasto público en períodos de recesión es u n in stru m en ­
to d in am izad or de la econom ía. El p arad igm a keynesiano es adoptado
en Venezuela. Recurre a la h erram ien ta presu p u estaria p ara estim u ­
lar, p o r un a parte, la d eb ilitad a econ om ía y, por la otra, reorien tar el
gasto público. En ju n io de 1936, el M inistro presen ta a las C ám aras
Legislativas su prim er Presupuesto General de Rentas y G astos p ara el
ejercicio fiscal 1936-1937. El presupuesto ascendió a Bs. 216 m illones.
El discíp u lo de Keynes o pta por u n a política fiscal m o derad am en te
expan siva. D urante el período presidencial de López C o n fieras, los
com prom isos fiscales derivados del P rogram a de Febrero su p u sieron
u n a am pliación del gasto y la inversión. Entre 1937 y 1939, el aporte
gu b ern am en tal al PIB sube a Bs. 237 m illones (1937), Bs. 263 m illones
(1938) y Bs. 269 m illon es (1939), a precios corrientes.
N in gun a política fiscal expan siva tendrá el m ism o efecto d in am iza­
dor sobre el aparato productivo si no va acom p añ ad a de u n a reorien­
En las huellas de Michelena y Cárdenas 123

tación del gasto. En el presupuesto para el ejercicio 1936-1937, el m i­


nistro de Hacienda in crem en ta el gasto en aquellos despachos del área
económ ica y social que son p rio ritario s para el P rogram a de Febrero y
dism inuye relativam ente el de m inisterios com o Relaciones Interio­
res y G uerra y M arina.
Así lo exp lica en la p rim era edición de la R ev ista d e H acien d a, por él
fu n d ad a com o órgan o de d ivulgación de estudios sobre econom ía y
fin an zas públicas. La asign ación p resu p u estaria p ara los m inisterios
de Educación y de Obras Públicas, por ejem plo, es au m en tad a del 6%
al 8%, y del 18% al 21%, respectivam ente. Los nuevos despachos m in is­
teriales de A gricultu ra y Cría, C om un icaciones y Sanidad y A sistencia
Social reciben, respectivam ente, el 15% y el 6%.
Conform e a la estrategia a largo plazo, el 20 de mayo crea la Subco­
m isión de Estudios de Legislación, in tegrad a por M anuel R. Egaña,
A urelio A rreaza, Ángel D. Aguerrevere, Ricardo Castillo, T. C. Salazar
M aza y M anuel M aldonado. Ésta tendrá por encargo revisar la legisla­
ción fiscal y tribu taria. La Subcom isión, destaca M iguel Szinetar, pro­
d u jo en pocas sem an as tres in stru m en tos legales de trascenden cia: la
Ley de Arancel de A duan as, la Ley sobre varios ram os de la Renta Na­
cional y la Ley O rgánica de la R enta N acional de Cigarrillos.
La Ley de A duanas representó u n esfuerzo coherente de u tilizar la
política com ercial com o in stru m en to para incentivar el d esarrollo
productivo de Venezuela. El novedoso in strum en to legal otorga am ­
plias facu ltad es al Ejecutivo N acional para otorgar exoneraciones en
función de la estrategia de desarrollo.
El P rogram a de Febrero p ro p u so la form ulación de “u n plan de polí­
tica co m ercial”. El régim en aran celario debe orien tar “las energías
n acion ales h acia las actividades m ás rem u n erad o ras”. Estas activida­
des eran la agropecuaria, la m inera y la in d ustria m anufacturera, siem ­
pre y cuando éstas ú ltim as “tengan posibilidad de vivir y h asta de pros­
p e rar”, sin que sean u n a “pérdid a seca” de eficien cia económ ica, es
decir, que no requieran de u n a protección aran celaria perm an en te
para subsistir.
El titu la r de las fin a n z a s p ú b licas pro p iciab a, sin em bargo , u n a
protección razo n ab le por razo n es p rin cip alm e n te sociales. A driani
sen tó d o ctrin a en V enezuela a l sosten er la p ertin en cia de que toda
Biblioteca Biográfica Venezolana
124 Alberto Adriani

estra te g ia de d esarro llo econ óm ico debe p e rse g u ir el b ie n e star y la


e q u id ad sociales.
El econom ista-ganadero p ro p u gn a la suscripción de tratados de re­
ciprocidad com ercial bilaterales que abran m ercados para los expor­
tadores venezolanos. La producción ven ezolana debe estar “en condi­
ciones de igu ald ad con la gen eralid ad de los países del m u n d o ”.
Fueron racionales los criterios establecidos en la Ley p ara fija r los
aranceles en con son an cia con los objetivos de la política com ercial.
En prim er lugar, los aranceles deben ser bajo s en térm inos generales,
p ara m ejorar el poder adquisitivo de los con sum id ores y m in im izar la
pérd id a de eficien cia p ara la econom ía.
Los d em ás criterios son su b sid iarios del prim ero. El segun d o consis­
tía en m an ten er los aranceles p ara aquellos productos agríco las cuya
im p ortación era necesaria, pero donde hubiere producción local. Es­
tos artícu los no su frirían reducción de precios, m as el sostenim iento
de los aranceles facilitaría la protección de estas industrias. El tercer
criterio su po n ía conservar los aranceles preexistentes p ara aquellos
bienes que necesitasen estudios técnicos p ara d eterm in ar su nivel ade­
cuado. Por últim o, la reform a preveía la elevación de los aranceles
p ara bienes su n tuarios.
La exposición de m otivos de la Ley contiene u n a sección sobre políti­
ca petrolera, en la cual A driani explaya su visión sobre la tributación
de los hidrocarburos. Propone la reform a de las leyes de H idrocarbu­
ros y de M inas (para la prim era, san cion ad a en 1943, Egaña será su
coredactor, y p ara la segun d a, p ro m u lgad a en 1945, E gaña tam bién
será su ponente en su condición de sen ad or de la República; am bas
presen tad as a las C ám aras Legislativas por el presidente M edina Anga-
rita, 1941-1945). Sugiere u n a reform a trib u taria petrolera bajo el prin ­
cipio de que el Estado tiene el derecho de establecer a las em presas
co n cesion arias in tern acion ales aquellos tribu tos razon ables que el
d esarrollo de la nación p u ed a requerir.
A p e sa r de que la reform a petrolera sería e je cu tad a por el p re sid e n ­
te M edina, la Ley de A d u an as, san cio n ad a el 20 de o ctubre de 1936,
in tro d u jo u n artícu lo, el n ú m ero 21, que d isp o n ía que “las m e rcan ­
cías que se exp orten d el p a ís ” e starían su je ta s a u n im p u esto de “h a s­
ta 10% d el valo r d el p ro d u cto (...) cu an d o lo e x ija n el o rd en p ú b lico o
En las huellas de Michelena y Cárdenas 125

los in tereses n a c io n ale s” . La nueva exacción se d en o m in ará “Dere­


chos de e x p o rtac ió n ”.
Una de las m ás útiles decisiones to m ad as por el m in istro A driani fue
la de crear la D irección de E conom ía y Finanzas, en cargad a monito-
rear el desenvolvim iento económ ico, tribu tario y hacendístico de Ve­
nezuela, realizar estu dios sobre el potencial productivo n acio n al e
inventariar los recursos renovables y no-renovables. “Para am p liar las
bases del sistem a tributario, es necesario conocer la econom ía del pa ís”.
El jefe de la sección de E conom ía de la nueva dirección será A rturo
U slar Pietri. Fue d u ran te el período en que U slar Pietri trabajó con
A driani, que el au tor de L as la n z a s c o lo r a d a s escribió el trascenden tal
editorial “Sem brar el p etróleo ”, en la edición del 16 de ju lio de 1936
del d iario AHORA.
La exp osición de m otivos del proyecto de ley sobre varios ram os de
la Renta N acional es u n a den sa reflexión sobre el sistem a tributario
óptim o que debe tener u n p aís com o Venezuela. Para la profesora Mi-
reya Villa López, este in stru m en to legal “fue el prim er paso dado en
Venezuela en el sentido de la m odern izació n de nuestro sistem a tribu­
tario ” .
La presión trib u taria no debe d esincentivar sino estim u lar la pro­
ducción nacional. A m ayor crecim iento económ ico, m ayores ingresos
fiscales. La tributación proviene del trabajo de la sociedad. Sólo si la
sociedad produce, es posible gravar la renta. Una sociedad que no pro­
duce, no genera ren ta gravable. En la exposición de m otivos el m in is­
tro asienta:

Si el país estuviera en vías de prosperidad, si se enrumbara definitivamente por el


camino del trabajo ordenado y fecundo, es seguro que se podrían esperar mayores entra­
das fiscales. Pero si en cambio nuestra economía siguiera una marcha descendente, si el
país por falta de confianza (...) no se dedicara resueltamente al trabajo, las entradas
fiscales es seguro que no aumentarán, aun cuando se agraven los impuestos existentes y
se establezcan nuevos tributos. Lo más probable en tales circunstancias sería que la
agravación de la presión fiscal sólo consiga desorganizar y postrar más la economía de
la nación.
Biblioteca Biográfica Venezolana
126 Alberto Adriani

La ley sobre varios ram os de la ren ta nacional fue tam bién innovado­
ra en cuanto a la introducción de nuevos im puestos, adem ás de que
redefinió el im puesto sobre sucesiones. Com o lo destaca en la exposi­
ción de motivos, el m inistro A driani consultó las legislaciones de A le
m ania, Argentina, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y México:

(...) mediante la aplicación del impuesto sucesoral (...) podrá llegarse a levantar una
estadística de la cual se ha carecido hasta hoy: la del monto de la riqueza privada del
país, su distribución y su probable renta, preciosos elementos de consulta para la más
sólida y justa organización del sistema tributario nacional. Otras ventajas dignas de
mencionarse son la de ser un impuesto de fácil recaudación (...) y de difícil evasión (...).

La nueva ley incorporó el prin cipio de que cada heredero era sujeto
de retención, en lu g ar de la to talid ad de la base im ponible. El grava­
m en a los herederos debe ser m ás directo y progresivo. La rata a cobrar
era m ayor en función del tam añ o del p atrim on io heredado y la leja­
nía del grad o de parentesco. Esta propu esta, sin em bargo, no fue apro­
b ad a por el Senado de la República. El M inistro argu m en ta en la Expo­
sición de Motivos:

La progresividad del impuesto, como principio general, se halla más que justificada
por el argumento bien conocido de que siempre [son] los más pudientes los que mayores
beneficios derivan de la acción protectora y tutelar del Estado, lógico es que sean ellos
también los que paguen mayores contribuciones.

Los im puestos sobre productos de farm acia, quím icos y biológicos


fueron tam bién progresivos, según su grad o de necesidad. Los artícu ­
los su n tu ario s recibieron las tasas m ás elevadas y los productos con la
m en or tasa fueron aquellos de m ayor necesidad.
En la Ley O rgánica de la Renta N acional de C igarrillos, el titu la r de
la H acienda Pública an alizó la pro blem ática d el sector desde el punto
de v ista de la producción. Los productores de cigarrillos, d esp ués de la
in trod ucción de la ley de 1932 -q u e h abía au m en tado el im p u esto-,
sosten ían que el nuevo rédito era u n a de las cau sas de la caíd a de la
producción en los últim os años. La contracción del sector fue en reali­
dad la consecuencia de la dep resión económ ica m un dial. No au m en tó
En las huellas de Michelena y Cárdenas 127

la tasa y su siem pre ju icio so criterio le aconsejó m antener la de la ley


de 1932 (1,5 céntim os de bolívar p o r cigarrillo), antes que reducirla,
com o d em an d ab an los productores.
La ley m ás bien in trod u jo disposicion es dirigid as a fom entar el desa­
rrollo de la producción de tabaco y de la in d u stria del cigarrillo. Se
facilitó la obtención de licencias a objeto de in crem en tar la oferta y
estim u lar la com petencia. Se tom aron m ed idas p ara am p liar la oferta
exportable y se aplicaron in iciativas para p erm itir la cancelación de
las obligaciones trib u tarias en plazos m ás am plios.
En el contexto histórico de los añ os trein ta del siglo XX, puede afir­
m arse que la gestión de A driani sentó las bases p ara la m odern ización
de la hacien da pú blica nacional. No pudo com pletar su acción refor­
m adora, pero sus discíp ulos la con tin uarían . Egaña, quien lo sucedió
com o m in istro interino, evocará m ás tard e aquellos d ías de febril de­
dicación:

Manos a la obra, que cualquier pérdida de tiempo, en aquellas circunstancias, era un


crimen de lesa patria (...) Yfue en el corto plazo que desempeñó el Ministerio de Hacien­
da cuando Adriani puso en acción, con fuerza incontenible, con diligencia inagotable,
su mente práctica e idealista a la vez, sus amplios conocimientos de la teoría económica
y fiscal, su versación en las leyes nacionales, su visión diáfana de nuestra realidad, su
entrañable amor a la Patria y, como con frenesí de presagiado, su “feroz voluntad de
realización”.

Si Santos M ichelena, secretario de H acienda y Relaciones Exteriores


del presidente Páez, fue el organ izado r de las fin an zas pú blicas en
Venezuela, y si Rom án C árdenas, m in istro de H acienda del general
Góm ez, concibió la prim era Ley O rgánica de H acienda, Alberto A dria­
n i com pleta la trilogía de los tres gran des m in istros de H acienda de la
Venezuela republicana.
Como en el M inisterio de A gricultura, sus ejecu torias d an la im pre­
sión de que estuvo al frente del desp ach o de H acienda por un período
relativam ente largo, tam poco fue así. Sólo 100 días duró su gestión.
Esta vez no sería traslad ad o a otro M inisterio. Dios y la Providencia
gu ard ab an otro destino p ara el in can sable y tenaz estadista.
128 Alberto Adriani
Biblioteca Biográfica Venezolana
Sistema tributario \ Sistema tributario
equitativo y progresivo Política económica estable e indePendiente
implantada por el estado en
consulta con el sector privado
129

En deuda con Venezuela y contigo

Fue escaso el tiem po libre que le quedó a Alberto A driani p ara el


disfrute de los pocos espacios de v ida social y cu ltu ral en aqu ella Cara­
cas de 200.000 h abitan tes que com en zaba a gatear con asp iracion es
de g ran urbe en 1936. Testigos de aquellos ajetreos de hom bre de go ­
biern o d an fe de que saltab a los días con jo rn a d a s de h asta 14 horas.
Recuerda Picón Salas: “u n a lám p ara estaba encendida h asta alta no­
che, en el segundo piso del M inisterio de H acien d a”.
El estu dian te aplicad o con fam a de apuesto que recorría m useos y
bibliotecas en París o Florencia, el joven d iplom ático que d iscu rría
con lucidez en las reunion es de la Sociedad de las N aciones, el escritor
que cautivaba a sus lectores con su cultivada prosa, el o rador que con­
tagiab a a su audien cia de su p asió n ven ezolanista, cedía terreno al
a gricu lto r de provincia que g u sta b a p asar d esapercibido cuan d o en­
traba al caraqu eñ ísim o restauran te Contestabile con Picón Salas, con
quien el m in istro cen aba los sábados pastas italian as y vino Chianti.
Fue infranqueable su discreción, aun que no poco conocida su ad m ira­
ción p o r la belleza fem enina.

Cada sábado -escribió el am igo- yo solía encontrarme con el señor Ministro. Me


encontraba más bien con el muchacho de Mérida en 1916 o con el estudiante de Caracas
de 1921. Gustaba pasar incógnito (...) Él buscaba su fuerza sintiéndose un poco provin­
Biblioteca Biográfica Venezolana
130 Alberto Adriani

ciano en Caracas; hombre de la montaña, para quien no se han hecho las ceremonias ni
las frases pulidas, que huye de la sociedad envolvente y hasta llega a pensar -con algún
candor-, que esa sociedad puede ser una Babilonia.

Picón Salas d egu stó con él la ú ltim a p a sta y el ú ltim o vino el 24 de


ju lio , 17 días antes de que Alberto falleciera in esperad am en te el 10 de
agosto de 1936, en su habitación del Hotel M ajestic, donde resid ía des­
de que dejara p ara siem pre a su Zea n atal p ara acud ir al encuentro de
su largam en te an h elado destino en C aracas. Siete m eses de trabajo
ago tad o r y en tu siasm o sin lím ites parecían reclam arle u n a pau sa, m ás
no su descanso eterno. Su m u erte incom prensible, d esgarrad o ra y sú­
b ita estrem eció a Venezuela. Sus fam iliares y am igos, desde el jefe del
Estado h asta el ciu d adan o com ún, no p o d ían salir de su asom bro.
El joven estad ista que en carn aba los sueñ os de u n a nueva genera­
ción de líderes d isp uestos a d ar lo m ejo r de sus vidas p ara co n stru ir
u n a Venezuela próspera, civilizada y d em ocrática, h abía d ejado de
existir. Su inverosím il m uerte d esp o jaría al futuro de V enezuela de
u n a de sus m ejores m entes.
El presidente López, en Consejo de M inistros, decretó tres d ías de
duelo nacional. Las C ám aras Legislativas suspen d iero n las sesiones
o rd in arias y en la tarde em itieron sendos acuerdos de duelo. Su cuer­
po sin v ida fue traslad ad o al H ospital V argas, donde se le practicó una
au to p sia por los doctores C órdoba y Jaffe y fue em b alsam ad o p o r los
doctores G utiérrez Solís y Félix Lairet. Un paro cardíaco tru n có su vida.
Sus restos fueron velados en capilla ardiente en el Salón Elíptico del
C ongreso N acional.
El diario E l U n iversal dejó para la posteridad un conm ovedor editorial:

Hombre joven (...) dueño de una de las preparaciones científicas más poderosas.
Ciudadano ejemplar (...) Su palabra cálida, apresurada y valiente resonará ampliamen­
te en el corazón de los venezolanos (...) nos contagiábamos con su entusiasmo generoso.
El paso de Alberto Adriani por la vida pública venezolana es una categórica expresión
de ejemplaridad. La robustez de su pensamiento y de su saber estaban aquilatados por
una honestidad diamantina. El patriotismo se le afincaba en las recias virtudes que han
sido basamento de las grandes vidas (...) Una juventud como la de Alberto Adriani es
extraña flor de excelencia en las sociedades.
En deuda con Venezuela y contigo 13t

Ahí está el trabajo formidable, todos los proyectos de leyes elaborados (...) y ahí está,
anteayer nomás, su presencia en las Cámaras, a luchar en buena ley democrática, como
expresión de su carácter, de su patriotismo, de su preclara fe republicana (...) Hora de
duelo magno para Venezuela, ésta en la que llora la muerte de uno de sus hijos mejores.

U slar Pietri escribirá:

Ni los caciques surgidos de una raza contemporánea del Padre Orinoco, ni los hombres
que a puro heroísmo ganaron la Independencia, ni los descendientes de los más antiguos
colonos, han sido venezolanos, de modo más funcional y sustantivo, que este hijo de
italianos.

No m enos elocuente será el testim on io de Egaña:

Aún después de apagada su mente luminosa y de extinguida su férrea voluntad, si­


guió siendo el mentor de la generación que ha hecho la más profunda reforma financie­
ra que registra nuestra historia. Presente estuvo su espíritu en otras realizaciones que
completan las suyas: el Banco Central de Venezuela, el impuesto sobre la renta, la reivin­
dicación del Estado sobre la riqueza de su subsuelo (...) falta mucho por hacer. No hemos
logrado “sembrar el petróleo” (...) No hemos preparado (...) la óptima utilización de la
tierra venezolana por el hombre venezolano. ¡Todavía estamos en deuda con Venezuela y
contigo, Alberto Adriani!

Seguim os en deuda.
Bibliografía 133

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Historia, Caracas.
• Adriani, Alberto, Textos Escogidos, prólogo y bibliografía, Armando. Rojas,
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Adriani y Alcaldía Alberto Adriani, Alberto Adriani, Memorias de un
centenario, Nelson Guerra Zambrano, Rigoberto Henríquez Vera, Héctor
Mujica, Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff, varios autores, Mérida, 1998.
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Biblioteca Biográfica Venezolana
134 Alberto Adriani

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• Mayobre, Eduardo, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Biblioteca Biográfica
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• Newman, Alberto, Alberto Adriani, fecundo tránsito de una breve
existencia, Ediciones Merenap, Mérida, 1998.
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cuarta edición, Ediciones Ge, Caracas, 1995.
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• Rangel, Domingo Alberto, Alberto Adriani y la Venezuela que no pudo ser,
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• Rojas, Armando, La huella de Alberto Adriani, Fundación Alberto Adriani,
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• Suárez, Ramón Darío, Genealogía de los Pebres Cordero, Editorial
Venezolana, Mérida, Venezuela, 1992.
• Szinetar Gabaldón, Miguel, El Proyecto de Cambio Social de Alberto Adriani
1914-1936, Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), Universidad
Central de Venezuela, Caracas, 1998.
• Vannini de Gerulewicz, Marisa, Italia y los italianos en la historia y en la
cultura de Venezuela, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1998.
índice de contenidos 135

De la isla de Elba a Los Andes de Venezuela 9

Infancia y adolescencia en Zea 13

Bachiller de la Universidad de Los Andes 17

Estudiante de Derecho en Santa Capilla 21

Un program a de gobierno... a los 20 años 25


La nueva civilización será tropical 26
La síntesis entre el ideal greco-latino
y el germ ánico 27
La Pan-civilización futura, la América providente
y el Nuevo Mundo Latino 28

Un M iranda civil: Europa y Estados Unidos 31


Licenciado en Economía de la Universidad
de Ginebra 31
El hallazgo del Archivo de Miranda en Londres 34
Washington: prim er jefe de agricultura
de la Unión Panamericana 36

Adriani y Picón Salas: cuando la juventud


es la edad de un pueblo 39

Precursor de la integración supranacional 45


La patria única: hacia un vasto proceso
de unificación del m undo 46
Supranacionalism o y panam ericanism o 47
Los Estados Unidos y las nuevas form as
de civilización 49
Los Estados Unidos de Europa 51
El método realista y realizable para la integración
Biblioteca Biográfica Venezolana
136 Alberto Adriani

latinoam ericana 53
El idealismo rom ántico, el hum anism o
y el sentido práctico del hom bre de negocios 55
Un program a que nos señale la ruta durante
un largo espacio de tiempo 57

El agricultor del Alto Escalante 59


La agonía de la agricultura venezolana 61
La política m onetaria y cam biaría y la defensa
de la producción 62
El banco moderno y el desarrollo 64
Descubridor de la Enfermedad Holandesa 64
10 lincam ientos para un plan de desarrollo 65

Fatigando el café y descubriendo la radio 67

El proyecto de transform ación de Venezuela 73


Las horas pasan y se nos cargan en cuenta 73
El plan metódico y la econom ía orgánica 74
El internacionalism o y las lim itaciones
del nacionalism o económico 74
La ciencia y el porvenir de la industria del café
y de la agricultura 77
Cada fam ilia de inm igrantes es como una buena
escuela 80
El dilema de nuestra m oneda 83
Un banco central de em isión y la reforma
del sistem a de pagos 86
La política com ercial y su reciprocidad 87
Un sistem a nacional de comunicaciones 88
La tributación y el nuevo Estado social 91
Las 12 directrices de una estrategia
de desarrollo económico 94
índice de contenidos 137

Los lím ites de la explotación petrolera 97

¿Profeta, visionario o econom ista científico? 101


El futuro de países y regiones 101
Poblar e incorporar la Guayana a la patria 102
Pionero de la conservación
de los recursos naturales 102
Una política social avanzada y generosa 103

López Contreras y la transición dem ocrática 105

El Program a de Febrero: prim er plan


de gobierno 109

Prim er m inistro de Agricultura y Cría 113

En las huellas de Michelena y Cárdenas 119

En deuda con Venezuela y contigo 129

Bibliografía 133
Biblioteca Biográfica Venezolana

Títulos publicados
Primera etapa / 2005-2006
1. Joaquín Crespo / Ramón J. Velásquez / Tomo I y Tomo II
2. José Gregorio Hernández / María Matilde Suárez
3. Aquiles Nazoa / Ildemaro Torres
4. Raúl Leoni / Rafael Arráiz Lucca
5. Isaías Medina Angarita / Antonio García Ponce
6. José Tomás Boves / Edgardo Mondolfi Gudat
7. El Cardenal Quintero / Miguel Ángel Burelli Rivas
8. Andrés Eloy Blanco / Alfonso Ramírez
9. Renny Ottolina / Carlos Alarico Gómez
10. Juan Pablo Rojas Paúl / Edgar C. Otálvora
11. Simón Rodríguez / Rafael Fernández Heres
12. Manuel Antonio Car reño / Mirla Alcibíades
13. Rómulo Betancourt / María Teresa Romero
14. Esteban Gil Borges / Elsa Cardozo
15. Rafael de Nogales Méndez / Mirela Quero de Trinca
16. Juan Pablo Pérez Alfonzo / Eduardo Mayobre
17. Teresa Carreño / Violeta Rojo
18. Eleazar López Contreras / Clemy Machado de Acedo
19. Antonio José de Sucre / Alberto Silva Aristeguieta
20. Ramón Ignacio Méndez / Manuel Donís Ríos
21. Leoncio Martínez / Juan Carlos Palenzuela
22. Ignacio Andrade / David Ruiz Chataing
23. Teresa de la Parra / María Fernanda Palacios
24. Cecilio Acosta / Rafael Cartay
25. Francisco de Miranda / Inés Quintero

Segunda etapa/ 2006-2007


26. José Tadeo Monagas / Carlos Alarico Gómez
27. Arturo Uslar Pietri / Rafael Arráiz Lucca
28. Daniel Florencio 0 ’ Leary / Edgardo Mondolfi Gudat
29. Morella Muñoz / Ildemaro Torres
30. Cipriano Castro / Antonio García Ponce
31. Juan Vicente González / Lucía Raynero
32. Carmen Clemente Travieso / Ornar Pérez
33. Carlos Delgado Chalbaud / Ocarina Castillo D’Imperio
34. César Zumeta / Luis Ricardo Dávila
35. Carlos Soublette / Magaly Burguera
36. Miguel Otero Silva / Argenis Martínez
37. Agustín Codazzi / Juan José Pérez Rancel
38. Pedro Manuel Arcaya / Pedro Manuel Arcaya Urrutia
39. Raimundo Andueza Palacio / Edgar C. Otálvora
40. Andrés Bello / Pedro Cunill Grau
41. Rómulo Gallegos / Simón Alberto Consalvi
42. Eugenio Mendoza / Carlos Alarico Gómez
43. José Gregorio Monagas / Agustín Moreno Molina
44. José Rafael Revenga / Carlos Hernández Delfino
45. Gustavo Machado / Manuel Felipe Sierra
46. Rafael Arias Blanco / Manuel Donís Ríos
47. José María Vargas / Carolina Guerrero
48. Mario Briceño-Iragorry / Laura Febres
49. José Antonio Ramos Sucre / Alba Rosa Hernández Bossio
50. Laureano Vallenilla Lanz / Elsa Cardozo

Tercera etapa / 2007-2008


51. Francisco De Venanzi / Sonia Hecker
52. Antonio Leocadio Guzmán / Rogelio Altez
53. Antonio Guzmán Blanco / María Elena González Deluca
54. Isaac J. Pardo / María Ramírez Ribes
55. Julián Castro / Tomás Straka
56. Carlos Eduardo Frias / Edgardo Mondolfi Gudat
57. Arturo Michelena / Francisco Javier Duplá
58. Diógenes Escalante / Maye Primera Garcés
59. Juan Vicente Gómez / Simón Alberto Consalvi
60. Tulio Febres Cordero / Ricardo Gil Otaiza
61. Lucila Palacios / Carmen Mannarino
62. José Cortés de Madariaga / Antonio Sánchez García
63. Rafael María Baralt / Lucía Raynero
64. Manuel R. Egaña / Luis Xavier Grisanti
65. Antonio Lauro / Ivo Hernández
66. Juan Antonio Pérez Bonalde / Antonio Padrón Toro
67. Manuel Antonio Matos / Catalina Banko
68. Gumersindo Torres / Eduardo Mayobre
69. José Antonio Páez / Ramón Hernández
70. Feliciano Montenegro Colón / Napoleón Franceschi G.
71. Vicente Salias / Juan Carlos Reyes
72. Ezequiel Zamora / Manuel Donís Ríos
73. Francisco Linares Alcántara / David Ruiz Chataing
74. Juan Liscano / Rafael Arráíz Lucca
75. Martín Tovar y Tovar / Francisco Javier Duplá

Cuarta etapa / 2008-2009


76. Julio César Salas / Francisco Javier Pérez
77. Juan Germán Roscio / Carlos Pernalete
78. Armando Zuloaga Blanco / Ignacia Fombona de Certad
79. Jóvito Villalba / Ornar Pérez
80. Miyó Vestrini / Mariela Díaz
81. Francisco González Guinán / Luis Zuccato
82. Emilio Boggio / Beatriz Sogbe
83. Jesús Muñoz Tébar / José Alberto Olivar
84. Fermín Toro / Rafael Fernández Heres
85. Antonio Arráiz / Alexis Márquez Rodríguez
86. Manuel Felipe de Tovar / Miguel Hurtado Leña
87. Wolfgang Larrazábal / Ornar Pérez
88. Mariano Picón Salas / Gregory Zambrano
89. Victorino Márquez Bustillos / Antonio García Ponce
90. Miguel Acosta Saignes / Rafael Strauss K.
91. Juan Crisòstomo Falcón / Tomás Straka
92. Caracciolo Parra Pérez / Edm undo González Urrutia
93. Cristóbal Rojas / Francisco Javier Duplá
94. Alberto Adriani / Luis Xavier Grisanti
Este volumen de la Biblioteca Biográfica
Venezolana se terminó de imprimir el mes
de noviembre de 2008, en los talleres de
Editorial Arte, Caracas, Venezuela. En su diseño
se utilizaron caracteres light, negra, cursiva y
condensada de la familia tipográfica Swift
y Frutiger, tamaños 8.5, 10.5, 11 y 12 puntos.
En su impresión se usó papel Ensocreamy 55 grs.
La b io g ra fía es un g é n e ro q u e co n cita
s ie m p re u n a g ran a tra c c ió n e n t re los
le c to re s , p e ro n o m e n o s c ie rto e s el
h e c h o d e q u e m u c h o s v e n e z o la n o s n o ta ­
b le s, m á s a llá d e su r e le v a n c ia , c a re ce n
h a s ta a h o ra de b io g ra fía s f o r m a le s o
h an sid o tra ta d o s e n o b r a s q u e , p o r lo
g e n e ra l, re s u lta n d e d ifíc il a c c e so .

Todo lo que contribuya a reducir la desme­


moria de los venezolanos se me antoja come
tarea principal de los tiempos que corren.
Si nos cuesta relacionarnos con el pasado
porque lo desconocemos, lo malinterpreta-
mos o lo explotamos a nuestro antojo, una
manera de volverlo diáfano y plural es reco­
rriendo las vidas de quienes lo han forjado.
Allí yace un múltiple espejo donde nuestro
rostro se refleja en mil pedazos, tan variados
como compleja y fascinante ha sido nuestra
hechura de país.
Antonio López Ortega

Para entender nuestra historia, hay que


conocer a sus protagonistas. Son ellos los
que dieron forma a nuestra identidad actual
De ahí el estimable valor de poder leer sus
biografías.
Isaac Chocrón

Antes que tratar de adivinarlo mediante


ilusorios horóscopos, el verdadero futuro
hay que aprender a leerlo en las obras y
logros del pasado. Nada mejor, por tanto,
que una colección de biografías de venezola
nos distinguidos, de vidas esenciales de
nuestra historia, para entrever el porvenir
del país que nos espera.
Eugenio Montejo
Alberto Biblioteca
Biográfica
Adriani Venezolana
Luis Xavier Grisanti
Pocos son los venezolanos a los cuales podemos llam ar
"hombres de Estado". Alberto Adrlanl fu e uno de ellos.
Nació en Zea, un pueblo andino, pequeño y aislado en
medio de montañas, en 1898. Muy joven viajó a Europa:
Ginebra y Londres (1921), donde se dedicó con rigor poco
común al estudio de las ciencias económicas, m ien tras
trabajaba en la Sociedad de las Naciones. De G in e b ra viajó
a Estados Unidos, en donde laboró en la Unión
Panamericana hasta su regreso a Venezuela en 1930,
y se fue a cultivar la tierra en el Alto Escalante. D ejaba a la
poderosa nación del norte sumida en la perplejidad y en la
confusión producidas por la más profunda crisis e co n ó m i­
ca de su historia. La "mano oculta" del mercado d e sap a­
recía en medio del "Gran Crash" de 1929 y el cap italism o ,
para sobrevivir, recurrió a la transgresión de sus dogmas
más ortodoxos.
Internarse en su tierra fue la mejor manera de eludir
el régimen de Gómez. Cuando llegó al poder,
López Contreras llamó a Adriani al despuntar 1936.
Fundó el Ministerio de Agricultura y Cría y meses después
fue designado ministro de Hacienda. Echó las bases de
una reforma tributaria, punto de partida de la moderniza­
ción del Estado. En ese escenario de la transición,
se destacó como una de las grandes figuras de Venezuela.
Para desgracia del país, murió repentinamente,
el 10 de agosto de ese 1936: fue el gran año de su vida;
también fue el último. Tenía 38 años.
Alberto Adriani escribió intensamente. Quedaron como
legado invalorable sus ensayos sobre asuntos económicos.
Dejó innumerables cuadernos de notas, ahora bajo
custodia de la Academia Nacional de la Historia. Profundo
conocedor del pensamiento de Adriani y de su tránsito
vital, el economista Luis Xavier Grisanti ha escrito
una biografía que retrata al gran venezolano y traza
sus perfiles con rigor y admiración.

Simón Alberto Consalvi

Fundación
EL NACIONAL
J-00 012242-3
B A N C A R IB E Ú
J-29439649-6

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