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La Tierra Sin Hombres
La Tierra Sin Hombres
inspecció n previa a la apertura de esta isla para el turismo. Hashima es una de las
quinientas cinco islas deshabitadas del distrito de Nagasaki, sin embargo no todas
la municipalidad del distrito mandó a hacer una inspecció n general para definir los
espacios habilitados para el trá nsito. Por peligros que resultan obvios al ver el
Estaban junto a una mochila revuelta en la cercanía de uno de los descensos hacia
y una carpa, pero no se pudo encontrar rastros de que esa persona siguiera
viviendo ahí. Para evitar problemas decidimos tapiar la entrada. Yo agarré los
papeles y los llevé a mi casa por simple curiosidad. Hoy en día sé que no voy a
volver a pisar esa isla. No sé si lo que leí es verdad o no, pero algo puedo percibir
en esa belleza decadente que no es comú n. Al viajar en la lancha hacia la isla, desde
lejos se podía ver ese aire de encanto turbio que te atrae como las plantas
No sé cuá ndo habrá n escrito esto, no sé qué habrá sido del infeliz que vivió
encontré.
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Día 1 Tarde
El viento trae una humedad corrosiva. Puede sentirse al tocar las paredes de
los edificios. Cuando uno apoya la mano, un frio penetrante traspasa la piel hasta
llegar al hueso. Parece hielo eterno. Ahí estoy yo, tratando de ver el puerto de
Nagasaki desde uno de los extremos de la isla Hashima. Hacía ya treinta añ os que
había dejado de ser un lugar apto para la vida. Desde 1974 que las construcciones
Un político que soborné logró obtener un permiso para que yo visite la isla,
siempre y cuando me las arreglara por mi cuenta. Los posibles derrumbes habían
definido su clausura definitiva hace al menos diez añ os. Este pequeñ o terruñ o que
parece una ciudadela fortificada tuvo alguna vez 139.100 personas/km² en la zona
que la isla solo tiene 480 metros de largo y 150 de ancho. Ahora está habitada por
el musgo y las plantas que crecen en las rajaduras de los edificios, en las murallas
Estoy solo, con la cá mara en mano y traje suficiente comida como para estar
unos cuantos días. Cuando se terminen las reservas y el gas en lata para cocinar,
volveré a tomar mi lancha hacia la costa. Para dormir armé una carpa cerca del
ú nico templo shinto que hay en la isla. Ahora lo ú nico que se puede ver es un
pequeñ o arco torii que se abre como una puerta dimensional hacia el mar
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profundo. Aun así de destruida, aun habiendo sido só lo una ciudad creada para la
Algo imperturbable parece levantarse como una presencia total, algo que asecha.
Yo estoy con mi cá mara, unas luces portá tiles y un micró fono para grabar el sonido
ambiente. Quiero hacer un documental breve que muestre al mundo este paisaje
tan cautivador y lú gubre, donde el gris del cemento y el verde oscuro del musgo y
El viento golpea tan fuerte que se escucha como empuja las construcciones,
el sonido de sus cuchillos helados al golpear contra los bordes de la muralla, de las
mínimo que sea. Son las cinco de la tarde y está nublado. Agradezco que esto sobre
lo que estoy parado sea só lido y no un barco, aunque a veces sospecho que la isla
se mueve. Culpo a la melodía del agua, que va y viene, y al paisaje inquieto de las
olas que a la distancia me hacen creer que no hay nada só lido en el mundo. Cuando
llegue la noche saldré a filmar. Ya me imagino como se verá el cielo desde acá , sin
luces, entre este abandono que parece agrandar la soledad que uno siente,
Día 1 Noche
viento sonar como un cuerpo vikingo. Estoy contento de las imá genes que logré
captar. Me acerqué a varios edificios, incluso entré a algunos para filmarlos desde
adentro. No queda nada de la gente que alguna vez vivió , ni los juguetes, ni los
muebles, nada. Parece que la gente abandonó la isla de forma totalmente ordenada,
como cualquier mudanza. Las plantas que resisten al frío y a la salinidad del agua
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tienen una vivacidad particular, el verde es oscuro como el de la selva profunda.
Parecen reflejar levemente la luz del reflector, incluso diría que se mueven de
Día 2 Mañana
Hoy el sol brilla. El viento parece no calmarse, pero no hay nubes. La isla,
con un clima así, parece ajena, parece perder su identidad. El sol devela todo, no
deja ningú n misterio oculto a los ojos, al menos en la superficie visible. Quisiera
subir a alguna de las terrazas y filmar todo desde un punto alto, pero sé que es
peligroso. Hoy solo haré planos generales de la isla. Quizá entre en algunos de los
lugares de acceso a las minas, que parece ser lo ú nico que se mantiene firme en
Si uno mueve los escombros encuentra cucarachas por todos lados. Son
comer. La ú nica fauna del lugar parece estar compuesta por estas dos alimañ as.
Día 2 Tarde
vertical y ahora acaricia de forma oblicua los edificios, entrando por las ventanas,
partículas de polvo se arremolinan con el aire que se cuela por los lugares rotos y
lenta.
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Es extrañ o ver como en tan poco tiempo algo hecho por el hombre parece
deshacerse sin problemas, con naturaleza. Quisiera saber có mo deben haber vivido
sintieron su impacto. ¿Habrá n sufrido los efectos de la radiació n? Este viento debe
haber traído algo, el agua también. La energía liberada por la bomba fue tan
poderosa que incluso quemó por debajo de la ropa a quienes no habían sido
afectados directamente por la explosió n. Esta isla está a nada má s que veinte
kiló metros de Nagasaki. Veinte kiló metros no son nada. Ojalá hubiera tenido una
cá mara acá para filmar la explosió n, aú n mejor, para filmar la caída de la bomba
desde la bomba misma. Debe haber sido sorprendente. ¿Existe algo llamado
Dia 2 Noche
Hace frío y la humedad hace que penetre hasta los huesos. Esta vez saldré
moverme con má s agilidad por el terreno, subir algunas escaleras. La ciudad debe
verse como un punto brilloso. Las vistas panorá micas y la del cielo deben ser
sublimes. Quiero sentir la furia del viento golpeá ndome, el viento que parece
Logré subir a una de las terrazas. Cada paso en ese concreto es una lotería.
Hay que ir tanteando suavemente para no apoyarse en un lugar que esté suelto o a
punto de derrumbarse. Varias de las escaleras está n rotas y hay que saltar para
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llegar al otro extremo. Es un peligro. Sobre todo en la oscuridad en la que solo
carpa. La luna llena iluminaba de forma tenue toda la superficie. Era una luz etérea,
demasiado grandes para ser ratas, muy pequeñ os para ser otro tipo de animales.
Por un momento me reí, pareciera que Japó n tiene una isla para cada animal. La
isla de Fukoka era conocida como “La isla de los gatos” por su gran població n de
gatos salvajes, pero ahí hay gente y los pescadores los cuidan y les dan de comer.
Acá sería algo raro. Los gatos tienen un aspecto muy vital como para vivir entre
estas ruinas frías. Sin embargo, las ratas no, las ratas parecen poder vivir en
cualquier lado, como las cucarachas, pero con dientes y con pelo. Yo estaba a unos
diez pisos de altura, si podía observar algo moviéndose desde ahí, es porque no era
tan pequeñ o.
abierta, justamente por las alimañ as que pueden entrar y ensuciar y comerse todo.
Debí pensar que décadas en soledad, en este ambiente cruel, deben haber creado
Si las plantas pueden resistir este ambiente hostil y crecer entre las grietas
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Día 3 Mediodía
Durante la noche escuché ruidos raros. Ya no era el sonido del viento sino
Algo se llevó el plato de acero que había dejado fuera de la carpa. Por suerte
Me quedan dos días para filmar el resto del material. No puedo irme antes.
Todavía falta visitar las minas. Desde la entrada no puede verse nada, tendré que ir
Dia 3 tarde
Armé una mochila y plegué la carpa. Si voy a caminar por los tú neles voy a
tener que viajar con las provisiones encima. No puedo llevar la iluminació n má s
que una linterna de bolsillo y la luz que tiene la cá mara. El cuchillo lo llevo a mano
que tengo tiene poca batería, la necesaria para prenderse y apagarse mañ ana y
Hikari va a mandar alguien a buscarme. ¿Cuá nto tiempo puede uno sobrevivir en
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Hoy el sol amenaza con su verticalidad. Las piedras parecen calentarse y
brilla sin nubes a la vista, la humedad contenida en las piedras parece comenzar
evaporarse y una neblina blanca flota al nivel del suelo. Es increíble. Pareciera que
la luz despoja a la isla de algo que le pertenece o que se niega a soltar. Abajo, en la
tormenta. ¿Qué animales pueden vivir ahí? ¿Se habrá n reproducido las mascotas
Tengo miedo, pero algo en este paisaje me invita a resistir, como si hubiera
algo que debe ser mostrado. Algo así como una historia que nadie parece haber
vivido. Puede que algú n loco –o un grupo de ellos- haya decidido venir a vivir acá , a
habitar los tú neles. En estos días no encontré ninguna señ al de vida. No pude
recorrer cada rincó n, pero el lugar es pequeñ o, creo que si alguien viviera en la
Ahora mismo voy a entrar. Estas son las ú ltimas palabras antes de bajar por
este tú nel negro, dó nde alguna vez trabajaron miles de personas y ahora solo
trabajan el tiempo y los elementos. Estoy en la puerta del tú nel. Escucho el ruido
kiló metro, no puedo decirlo. Camino a paso lento porque no puedo observar a la
distancia. La superficie del tú nel tiene una textura indescriptible, no es rígida como
pensé, tampoco blanda. Hay charcos de un líquido oscuro por todos lados, supongo
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que es el agua mezclada con el carbó n. Hay algo similar al moho por todos lados,
podría decir si la superficie negra que a veces logro ver entre el musgo y el moho
sea carbó n. El ruido de piedras deslizá ndose no terminan nunca, pero siempre es
lejos. Siento que me lleva con su distancia y yo camino cada vez má s adentro.
Ahora quiero llegar al fondo, quiero grabar eso que nadie grabó nunca. Mi linterna
a penas sirve para iluminar este cuaderno y el piso que me rodea. La cá mara aú n
tiene una batería de repuesto, supongo que va a alcanzar para lo que queda del
veces veo que a la distancia algo brilla, peor parece ser una cualidad del musgo que
refracta la luz. No sé có mo lo hace, dudo que eso sea musgo. Voy a seguir
caminando, antes de que llegue la noche tengo que haber vuelto. Me da pá nico
pensar que esta oscuridad se pueda prolongar por fuera del tú nel.
Noche
funciona. Yo siento un frio incó modo que me carcome hasta los huesos. No sé qué
toqué pero mis manos está n rojas e irritadas, como si hubiera tocado algo similar
al á cido.
No puedo describir lo que vi adentro. No sé cuá les habrá n sido las causas
para que suceda esto. El centro…el centro al que llega el sistema de tú neles no es
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piletones de agua oscura. Una pequeñ a sociedad vive acá , en estos tú neles que
parecen digerir todo lo que entre. Pequeñ os humanoides albinos cuidan del lugar
como si fuera una madre, los vi tirando ratas muertas y cadá veres a los charcos. En
haciendo sonidos guturales que hicieron eco en todo el sistema. Yo corrí para el
lado opuesto y volví sobre mis pasos. En un momento la luz se apagó y tuve que
Ahora estoy afuera, cerca del templo Shinto, donde antes tenía la carpa. No
Madrugada
Veo a la distancia los brillos de los ojos que me vigilan. No puedo escapar,
no puedo nadar veinte kiló metros hasta Nagasaki. Puedo tratar de resistir hasta
que vengan a buscarme. ¿Có mo sé que me van a venir a buscar? A ese hijo de puta
operativo para buscarme qué va a decir al pú blico ¿que aceptó un soborno? ¿En
Japó n? Estoy muerto. Só lo puedo esperar resistir hasta que llegue el sol.
La isla se llenó de brillos diminutos por todos lados. Está n en los edificios,
linterna impide que se acerquen, pero la luz está cada vez má s tenue, a veces titila.
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