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MANCO CAPAC Y MAMA OCLLO

En la antigüedad, el Dios Sol se solidarizó de los hombres de la tierra que vivían


en forma brutal y no como personas. Entonces decidió enviar a sus dos hijos:
Manco Capac y Mama Ocllo, con el objeto de enseñar a las personas a vivir
como verdaderos seres humanos. Por lo que a aquella pareja los puso en una
isla del lago Titicaca, de donde salieron para cumplir con el mandato del Padre
Sol; quien previamente les había entregado una vara de oro para que por
donde fueran hincaran en la tierra y donde ésta se hunda fundaran un
imperio. Saliendo del lago caminaron hacia el Norte, hincando la vara de oro
llegaron a Tamputocco; de donde continuaron hasta un cerro llamado
Haunacaure; llegando al valle del Cusco donde se hundió la vara en la tierra. Se
quedaron allí, donde Manco Capac enseñó a los hombres a arar la tierra, criar
los animales; Mama Ocllo hizo lo propio con las mujeres, enseñándoles a hilar,
tejer. Ese imperio llegó a constituir más tarde el Tahuantinsuyo.
LA SIRENA
En las orillas del lago Titicaca vivía un joven que creaba y cantaba canciones
muy bellas, dicen que hasta hacía bailar al cojo y hacer cantar al mudo. En una
nuche de luna el joven se fue a cantar a la orilla del lago, se sentó en una
piedra grande y cantó en voz alta, entonces se le acercó una muchacha muy
guapa con cola de pez, quien acompañó en canto. Los dos cantaron a la tierra,
al sol, a los árboles, la noche pasó rápidamente, de pronto cantó el gallo por
tres veces y los dos se prometieron volverse a ver a la otra noche, a la noche
siguiente, la chica estaba esperando ya en el lugar. El joven al volver a dialogar
preguntó. -¿Quién eres?. Ella respondió –A mí me llaman sirena, vivo en las
aguas azules, donde no hay hambre, no existe la envidia, ni la injusticia, nadie
muere, ni tampoco envejece. El joven repuso. –Tu voz es linda, cuanto quisiera
que me lleves a tu pueblo para vivir juntos por siempre.- Mientras
conversaban había transcurrido la noche y sin que se dieran cuenta salió el sol,
la joven se sumergió en el agua. El joven para no perderla, la siguió
sumergiéndose al agua, pero se convirtió en charango, desde entonces aquel
joven está rondando por las cumbres más altas, las pampas, los ríos y el lago,
esta siempre en las techumbres de casas, con su melodía que hace bailar a
propios y extraños.

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