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Viva la patria

Parte 1: la batalla de córdoba

—están cerca—dijo el comandante Sánchez sacándose el catalejo del ojo derecho, que le
había dejado rojo de tanto observar. Y era cierto que se estaban acercando, se veía desde
el Aconcagua, pero no había opción que no sea rendirse así que debían quedarse o si no
debían dejar la batalla de Córdoba al azar, pero la segunda era una opción cobarde y
riesgosa ya que la toma de Córdoba sería la perdición de las provincias Unidas del sur,
aunque la primera podría ser elegible, no era muy difícil salir de la llanura, pero no lo iban a
hacer ya que debían consultar al general. El comandante fue a la carpa del general guanarix
y le preguntó —general, no se si deberíamos pero creo que hay que salir de la llanura—
—por que?— —estamos a tiro de cañón y un rodeo sería fácil de efectuar en la posición en
la que estamos— —pero no deberíamos, los españoles del alto Perú están bien cerca de
Córdoba, no debemos abandonar la llanura— —si usted quiere morir, puede— el oficial se
fue de la carpa del general, enojado, no se podían quedar ahí él sabía, pero la palabra del
general es la de dios y si desobedece o desacata las órdenes del general, su cabeza no
estaría más en su lugar, él reunió una compañía de 425 soldados de caballería y se fue del
campamento en la noche, él no quería ni debía morir.

La batalla

Era el 12 de marzo de 1814 y hacía calor, el general salió de su carpa y vio al teniente
general español Carlos de pozo, estaba en su caballo al lado de muchos otros oficiales y
detrás suyo, un imponente ejército de 3.000 soldados, armados hasta los dientes y
preparados para la guerra, arriba en la llanura el general contó a los soldados, eran 1.200
contra 3.000 y era obvia una derrota, pero no importaba, solo quedaba luchar hasta que
lleguen refuerzos o que todos mueran así que el general preparó una formación
improvisada. Habían 600 soldados de caballería en el centro y 300 de infantería en ambos
flancos, tenían 10 piezas de artillería en la retaguardia, la batalla estaba a punto de
comenzar. Los españoles tenían 100 soldados de caballería apostados en la retaguardia y
2.900 infantes en el frente, tenían 3 piezas de artillería para asedios, ya que sus balas
grandes podían destrozar una fila enemiga de un solo balazo. Al fin comenzó el combate, la
infantería en los flancos revolucionarios empezó una táctica fácil, atacar y avanzar hasta
que el enemigo estaba tan cerca que se podía efectuar un choque desesperado para parar
al enemigo, los españoles respondieron al fogueo cargando hacia los flancos para que no
puedan detener el avance y la artillería se ocupó de la caballería a los cañonazos, pero eso
no detuvo al general para dar la orden de cargar y que capturen vivo al general pozo, si lo
tenían prisionero tal vez, solo tal vez, podían ganar la contienda. Por ahora los números
eran iguales, los españoles tenían 2.000 soldados de infantería, la caballería seguía igual, y
los revolucionarios tenían la peor parte, con 1.000 soldados vivos debían aguantar una
fuerza que los doblaba en número y para echarle sal con una gota de limón a la herida, la
mayoría de la caballería escapó del campamento y no se sabía su paradero, seguimos con
la batalla. La escasez de soldados hacia la batalla extra difícil, los españoles solo recibieron
una orden, —carguen con todo lo que tengan!—, no hubo nada más solo se escuchaba el
acero de las bayonetas clavándose en la carne de los soldados y las balas volando por el
campo de batalla como pequeñas moscas de plomo, el general no sabía qué hacer, estaba
con el corazón en la garganta y sin saber qué diablos hacer, total, ya no quedaba nada que
hacer, como si intentarlo fuese útil o crucial para ganar la batalla, hasta que el sargento
Menéndez le dijo algo sorpresivo —general, llegó un grupo de indios a caballo y no
sabemos qué hacer— el general se quedó shockeado, si nada se podía hacer menos se
podía hacer con una horda de indios en la lejanía observando como batalla van listos para
cargar cuando la contienda acabe, pero el general dijo una sabia frase, —deje cien
soldados aqui para detener al español, nos vamos la puente— —pero general eso es
imposible, no podemos hacer nada y mucho menos en el puente— —que le dije?— el
sargento cabalgó hacia el polvoriento combate y gritó la orden dada por el general, los
soldados se fueron y 100 se quedaron, los soldados restantes huyeron al puente y se
apostó la infantería en el puente, cargaron los fusiles y esperaron a la horda española, ya
no se podía aguantar el ataque, no había artillería y solo 50 efectivos de infantería y 30 de
caballería podían luchar hasta que mueran, pero un soldado ileso llegó al puente, y dijo
—los indios lucharon con los enemigos, solo yo pude escapar, los indios están todos
muertos y los españoles mandaron a un soldado a pedir refuerzos y se están acercando, el
general estaba decepcionado de sus soldados, no podía pasar algo peor, solo quedaba
hacer que los ciudadanos acudan a la batalla para ayudar al ejército revolucionario

La ayuda

La compañía del comandante estaba en su camino hacia buenos ayres cuando el


comandante vio a un jinete cabalgar desesperado, seguro tenía algo de valor en su alforja,
así que el comandante pidió un mosquete, lo cargó, y le disparó al soldado sobre el corcel,
falló el tiro y le dió a un árbol cercano, volvió a cargar el arma, esta vez no iba a fallar y
disparó, le dió en seco al mensajero, este recibió el disparo de manera tan crítica que cayó
del caballo, el general ordenó aprisionar al herido pero este dió pelea, pateó a un soldado y
se cayó de bruces al suelo, luego mató a puñaladas a otro jinete y de dos pistoletazos
asesinó al enemigo que quedaba, era difícil de agarrar, luego de los asesinatos llamó a su
caballo para huir, pero el caballo fué fusilado por el comandante y el soldado sacó su
espada de la funda y apuñaló al comandante, que cayó de su corcel, y cuando el asesino
sacó un pistolón del bolsillo de su chaqueta, los soldados lo agarraron de brazos y pies y
cuando estaba en la mira el comandante lo acribilló a tiros, los soldados buscaron y
rebuscaron en las alforjas del español y encontraron comida, un kit médico, un puñal
guarnecido con joyas y una carta, esta decía

Comandante en jefe,

El general del pozo pide un refuerzo de 1.000 soldados para el ejército del Perú que ahora
está luchando en Córdoba, en las provincias Unidas del sur, requerimos de su ayuda rápido.

Atte:el general del pozo


Cuando el comandante se dio cuenta de esto ordenó volver a Córdoba y acabar con el
enemigo de una vez por todas, pero debían comer y formular una estrategia. En esa misma
noche luego de la cena de todos los soldados el comandante se reunió con el resto de
oficiales y empezaron a dar ideas —debemos atacar por la retaguardia y retener la posición
para que luego los nuestros carguen y acaben con el enemigo— —para mí el ataque debe
ser haciendo una horda gigantesca y debemos acabar rápido con el enemigo— —las dos
no funcionan, no somos los suficientes para hacer ese tipo de ataques, además si los
españoles ya ganaron la batalla no va a haber sentido para atacar…pero hay que intentar
un ataque y para mí deberíamos empujarlos hacia el puente y explotar el puente y así
acabamos con el enemigo— —pero comandante, eso es muy arriesgado— —no como lo
que ustedes dijeron que hagamos—

La batalla final

En el puente, los revolucionarios seguían luchando desesperados por refuerzos que según
el general, no llegarían temprano, el fuego se intensificaba mientras más gente llegaba al
combate, pero ni con la ayuda cordobesa podían ganar el combate, el puente, si se caía
podía ser una cachetada de suerte para el ejército revolucionario pero ni una grieta le salió,
era imposible tirar abajo el puente, la caballería avanzaba lentamente, no podían pasar a
menos que maten a todos, sólo quedaban 150 infantes y contando a los aguerridos
pobladores eran 300 pero ni eso era suficiente para retener la posición, el general sabía el
peligro que conllevaba quedarse en el puente, así que ordenó una retirada y que todos los
soldados y pobladores vayan a las casas que había en el pueblo, el silencio era mortífero,
no se escuchaba nada, solo el marchar de los soldados, cuando llegaron a la plaza central
el general del pozo dijo —estamos siendo asediados por un ejército menor en número y
parecemos niños asustados, entren a las casas— —general eso no se puede hacer, va a
ser como la batalla en el puente—
—quien es el general aquí?— el sub teniente del Normo ordenó que los soldados entren a
las casas del enemigo, el primer regimiento entró a una de las casas y fue acribillado a
plomazos y cayó ensangrentado al suelo y ordenaron a entrar a todos los regimientos a las
casas y no podían aguantar más ataques y tenían que salir porque iban a ser tomados
prisioneros y como desacatadores de las leyes del rey de España, así que los ciudadanos
salieron y se entregaron al enemigo con elogios y vitoreos, era la peor traición de la tierra,
sólo quedaban 50 soldados revolucionarios y no podían luchar 50 contra 1.000 el general
del pozo dijo feliz —parece que fracasaron, no me sorprende, total y ya estaba
garantizado— desenvainó su sable para ordenar el fusilamiento pero en la distancia se
escuchó el galope de los caballos, era la caballería faltante, era una sorpresa ya que se
fueron bastante lejos y no podrían volver tan rápido, el comandante Sánchez arengó a sus
tropas diciendo —señores, quieren ustedes doblegarse ante el rey que nos anduvo pegando
latigazos en el lomo por años y que estuvo dominando estás tierras a más de cuarenta mil
kilómetros de distancia?, Yo digo que no, y digamosle que no también al invasor que viene a
sacarnos las tierras!, ¡A degüello!—
La caballería cargó hacia el pueblo, los españoles dispararon ronda tras ronda pero los
soldados parecían invencibles y cuando chocaron el suelo se regó de sangre y trozos de la
carne de los soldados, los españoles se rindieron inmediatamente al ver la superioridad del
enemigo ante ellos, —nos rendimos!, no servimos más a la corona española, lo juramos,—
—a Belgrano le dijeron lo mismo y miren cómo terminó— el comandante agarró su sable y
degolló al general del pozo de un solo corte, a los demás soldados y traidores masacró sin
pensar, —entonces, ganamos?— —si, ganamos— luego de la gran fiesta el comandante
discutió con los oficiales y les dijo —señores, el español ha sido derrotado y tenemos el
paso libre hacia el chile, yo digo que vayamos por Valparaíso y que avancemos hasta
Santiago y la liberemos de una vez por todas— —bien, les diremos a los soldados que se
alisten para mañana— el comandante paró al general y me dijo —general…viva la patria—
—que viva y no muera ante el español—

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