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7 de Abril de 1822.

BATALLA DE CARIACO MAL LLAMADA DE BOMBONA.

Enrique Herrera Enríquez.


La Batalla de Cariaco, mal llamada de Bomboná, es de manera
indiscutible la más sangrienta de las que tuvieron ocurrencia durante las denominadas guerras de
la independencia. Para dar claridad sobre donde tuvo lugar, cuál fue el verdadero sitio de la
confrontación entre las tropas de Pasto y las que traía el general venezolano Simón Bolívar,
traeremos a referencia documentos de la época que acreditan el verdadero sitio del acontecimiento
en referencia, no sin antes entrar a analizar el porqué de esta batalla.
Después de atravesar con grandes dificultades el territorio desde Popayán, Bolívar cruza el 29 de
marzo de 1822, el río Juanambú por el sector de Guambuyaco, donde curiosamente no encuentra
mayores dificultades para vadearlo al no tener contrincantes a la vista, asciende por El Peñol, El
Tambo. El General José María Obando ahora incorporado al ejercito republicano es claro en
manifestar: “El Libertador vacilaba en cuanto a la operación que debía ejecutarse sobre el
enemigo, de quien ya estábamos muy cerca. Yo había manifestado a su Excelencia que la
dirección del ejército debía ser por Genoy. Otro jefe de más graduación que yo, sugirió a su
excelencia, algunas ideas acerca de esto: Su excelencia las comunicó conmigo, y yo insistí en el
plan que de antemano era conocido, y le demostré lo impracticable del nuevo proyecto, pero,
prevaleció aquella opinión, resolvió su excelencia dirigir la marcha por Carico, o sea Bomboná, lo
que dio lugar a la sangrienta batalla de ese nombre. En la noche del 5 de abril que acampamos en
el Tambillo, me asaltó una fiebre maligna, la más peligrosa enfermedad que he padecido en toda
mi vida: el mal progresó rápidamente, y a pesar de una esmerada asistencia, desde ese día ya no
serví en el ejército de estorbo…”
Complementando la información del general Obando, el también general Manuel Antonio López,
dice respecto a quien fue el personaje que hizo cambiar de idea a Bolívar: “Un poco antes de llegar
el ejército a Genoy, se presentó el Teniente Álvarez, Oficial de la División del General Valdés, que
fue derrotada el año anterior en ese mismo punto, el cual se había mantenido oculto entre los
aldeanos de aquella comarca bajo el disfraz de sacerdote con cuyo carácter era respetado y
considerado. Llegó donde estaba el Libertador, y este se puso a examinarlo minuciosamente: y por
los informes que le dio del enemigo, de la posición que ocupaban las tropas que tenía y
seguramente otros datos de importancia, varió en el acto de la resolución que tenía tomada, de
atacarlo ese mismo día en Genoy, donde estaba situado.
Sin vacilación alguna mandó retroceder al ejército en aquel momento , y sirviendo de practico el
Teniente Álvarez, lo condujo hasta un lugar de la montaña de Chaguarbamba, donde se encontró
una vereda que conduce a la hacienda de Sandoná, se internó por ella, salió a Tambillo y acampó
allí aquella noche…”concluye el General Manuel Antonio Álvarez.
El historiador José Manuel Restrepo, manifiesta: “Luego que el Comandante de la Segunda
División del Sur, don Basilio García sabe la marcha del ejército colombiano, vuela a
Chaguarbamba a oponérsele…Las tropas republicanas descansaron dos días a las márgenes del
Juanambú, luego emprendieron su marcha, dejando allí mismo al Coronel José María Obando con
un hospital numeroso y los bagajes del ejército, custodiados por más de doscientos hombres; pero
a las dos jornadas dispuso el Libertador que se le reunieran en la hacienda Molinoyaco, donde los
aguardó…”
Estando el pueblo de Pasto en plena conmemoración de la Semana Santa de 1822, se tenía
conocimiento del avance de las tropas de Simón Bolívar luego de cruzar rio Juanambú por el sector
de Guambuyaco. El sábado santo, 6 de abril, Bolívar ha ocupado la hacienda Bomboná y se
percata que a la otra orilla de la quebrada de Cariaco se ubica estratégicamente Basilio García con
la tropa de milicianos pastusos. Pretendiendo evitar una confrontación militar busca un paso por el
río Guáitara encontrando que el puente de Veracruz ha sido destruido, ante lo cual no queda otra
alternativa que dar la batalla sobre un sector que favorece al contendor por cuanto la denominada
quebrada de Cariaco es una gran hondonada de aproximadamente unos 250 metros de
profundidad por 300 metros de anchura o cobertura a manera de una “U”. El combate se da inicio
después del mediodía del 7 de abril de 1822.
Las tropas de los combatientes sobre la quebrada de Cariaco estaban distribuidas así, en cuanto al
sector realista: Comandante general, coronel don Basilio Modesto García; Segundo comandante
general; coronel don Manuel de Viscarra; Jefe de estado mayor; teniente coronel don Pantaleón
Hierro; Segundo jefe del batallón Aragón con 260 hombres, teniente coronel don Miguel Retamal;
Segundo jefe del batallón Cataluña con 175 hombres, teniente coronel don Ramón Castilla;
Comandante de Cazadores de Cádiz con 200 hombres, capitán don Ma¬nuel Taboada; Jefe de
milicias de Pasto con 600 hombres, coronel don Ramón Zambrano. Jefe del Escuadrón Invencible
con 200 hombres, teniente coronel don Estanislao Merchancano; Ayudante del comandante
general, capitán Luis Pastor; Secretario del comando general, capitán don Francisco Alen;
Milicianos de Túquerres con 150 hombres. Total de integrantes 1585 hombres.
Las tropas de Bolívar con un total aproximado de 2500 hombres se distribuían entre Batallón
Vargas, Batallón Bogotá, Batallón Vencedores, Escuadrones de Cazadores Montados, Húsares de
la Guardia, Batallón Rifles de la Guardia.

Simón Bolívar era el Comandante General; Jefe del Estado Mayor, General de Brigada, Bartolomé
Salom; Jefe de la Primera División, General de Brigada, Pedro León Torres, y Jefe de la Segunda
División, General de Brigada, Manuel Valdés, además el Batallón Bogotá a órdenes del Teniente
Coronel Joaquín Paris; el Batallón Vargas por el Teniente Coronel Pedro García; los Batallones
Rifles y Vencedores de Boyacá, dirigidos por el Teniente Coronel Arturo Sanders y Teniente
Coronel José I. Pulido respectivamente. Los Escuadrones Primero de Guías comandado por el
Teniente Coronel Juan José Flores; Húsares de la Guardia a cargo del Teniente Coronel Laurencio
Silva, y Lanceros de la Guardia por el Teniente Coronel José de la Cruz Paredes; secretario del
Comandante General, Teniente Coronel José Gabriel Pérez.
El General Simón Bolívar y sus ejércitos se han ubicado, están acampando en predios del campo
de la Hacienda Bomboná, en tanto las tropas realistas al mando de Basilio García lo han hecho en
la parte alta de la quebrada de Cariaco en el sector Sur, quedando de por medio esta citada
quebrada. Veamos a continuación cual es proceso que se presenta en la contienda, y por qué se
afirma que la Batalla fue en el sector de la quebrada de Cariaco y no en Bomboná como lo registra
la historia oficial.
El General José María Obando, a hora al servicio de Bolívar, dice al respecto: “El 7, al llegar el
General Torres con nuestra vanguardia al llano de Bomboná, el enemigo comenzaba a tomar
posiciones que atrincheraba volando sobre la quebrada de Cariaco que dividía los dos campos. El
terreno se presentaba tan favorable para el enemigo como fatal para nosotros: una línea de
fortalezas naturales hacía la posición del enemigo del todo insuperable: el paso preciso de la
quebrada podía ser defendido por todo el ejército enemigo, CUANDO EL NUESTRO APENAS
PODÍA DESCENDER DE A DOS EN DOS EN FONDO, y la correspondencia de nuestras balas
cuando mucho estarían en razón de uno por ciento…”
“El General Torres, hizo alto esperando al Libertador para que dispusiese el ataque en vista de
aquellas circunstancias; pero el Libertador, que no estaba muy bien con la altivez republicana del
valiente Torres, tomó la ocasión por los cabellos para castigarla, y atribuyendo a cobardía la
detención de la marcha, le quitó en el acto el mando de la división, dándosela al Coronel Barreto, y
descargando sobre el General la tormenta de algún antiguo resentimiento. Exaltado este
republicano cuanto debía estarlo por tan inmerecido agravio, dio al Libertador una prueba más de
que no conocía el temor: echó pie a tierra y con los ojos que parecían dos rayos, le dijo: “¡No!
Estas divisas que V.E., desea empañar, las debo a mi valor, y no la he recibido de V.E., sino de la
patria que es el objeto de mis sacrificios; la sangre de mi familia derramada casi toda en esta
gloriosa guerra, me reclama en este momento la vindicación del ultraje que en mi persona quiere
hacérsele. Si no sirvo como General serviré como Soldado, y nadie podrá impedirme que preste
este servicio a mi patria”. Y al proferir estas últimas palabras lo hizo arrebatando el fusil a un
Soldado, luego de romper su espada”.
“El Libertador no sé si admirado de aquella gentileza o complacido con la idea de que en aquella
exaltación era seguro que hallaría su sepulcro ese mismo republicano tan temible como Torres, le
escuchó lleno de asombro y como procurando satisfacerle, le dijo: “Bien, General, vuelvo a usted el
mando de su división y marcha usted al enemigo”
“DESDE ESTE INSTANTE MARCHÓ TORRES DE FRENTE, SIN PODER HACER OTRO
MOVIMIENTO QUE DESFILAR DE A DOS EN FONDO. Se encendió el fuego a la una de la tarde;
el General recibió una herida y quedó fuera de combate, y la división, perdiendo un cuerpo
después de otro, quedó reducida a 200 hombres a las cinco de la tarde, en que fue reemplazada
por la del General Valdés, hasta que la oscuridad de la noche hizo apagar los fuegos, quedando el
enemigo en sus posiciones”
Se destaca del escrito anterior del General Obando, en cuanto al terreno y la ubicación de la
batalla, la afirmación: “el enemigo comenzaba a tomar posiciones que atrincheraba volando sobre
la quebrada de Cariaco que dividía los dos campos…el paso preciso de la quebrada podía ser
defendido por todo el ejército enemigo, cuando el nuestro apenas podía descender de a dos en dos
en fondo…”. Situación corroborada por general republicano Bartolmé Salom, cuando dice en su
Diario Histórico del Estado Mayor: “Dia 7: El enemigo en fuerza al parecer por unos 1800 hombres
se encontraba situado sobre las alturas de Cariaco, apoyando su flanco derecho sobre las
montañas de Jussepe, su centro con el costado izquierdo en la quebrada de Cariaco y su izquierda
en declive de la orilla del Guáitara…separada solamente por una gran quebrada – la de Cariaco-
comenzó el Batallón – se refiere al Vargas y el Bogotá- a desfilar y pasa y pasa al otro lado del río,
la operación era casi imposible, nuestros soldados fatigados por los choques anteriores sobre las
alturas, parecían en un estado muy distante de bajar por un DESCENSO POCO MENOS QUE
PERPENDICULAR EN EL LARGO ESPACIO DE MIL PASOS Y VOLVER A SUBIR OTRO TANTO
CAMINO CON MAYORES DIFICULTADES QUE EL ANTERIOR, pues a más de las que
presentaba la naturaleza, se agregaba la insuperable, para las tropas que no hubieran sido
colombianas, cuales eran LA CRESTA DE LA QUEBRADA- LA DE CARIACO- FORTIFICADA
POR UNA BARRERA DE TRONCOS, Y CORTADA PERFECTAMENTE SIN DEJAR PASO MAS
QUE UNA SENDA ESTRECHA DE DOS PIES DE CAPACIDAD Y GUARDADA POR 300
HOMBRES DE CATALUÑA Y ARAGON, Y MAS DE 200 PASTUSOS y a lo anterior se reunión el
fuego de una pieza de a cuarto que guardaba la aproximación de los nuestros, su posición era de
tal modo escogida de que sus fuegos se cruzaban hasta la llegada a la barrera…” El citado
General republicano es claro, concreto, al describir donde estaba el ejército republicano y donde se
encontraba el realista, separados por la quebrada de Cariaco donde se tenía que bajar por una
“SENDA ESTRECHA DE DOS PIES DE CAPACIDAD”. Más adelante del documento Bartolomé
Salóm reafirma en cuanto a la estrechez del sendero o camino de descenso en la quebrada de
Cariaco, cuando dice: “LA SENDA ESTRECHA SOLO PERMITÍA FORMAR EN CASI TODA SU
EXTENSIÓN A CUATRO DE FRENTE. En este orden avanzó la columna de mi mando por encima
de los cadáveres y heridos del Batallón Bogotá que caían en gran número bajo los tiros enemigos.
Renovado el combate por las tropas de mi cargo ellos sufrieron al fin igual suerte. Destrozados
ambos batallones- el Bogotá y el Vargas- y perdida la esperanza de superar los obstáculos que
había colocado el enemigo EN EL DESCENSO DE LA QUEBRADA, los Jefes y Oficiales que aun
existían de ambos cuerpos reunimos los restos de uno y de otro y ocupando las alturas de esta
parte, nos contrajimos a sostener el fuego contra la opuesta hasta que viniendo al choque el
Batallón Vencedores nos reunimos a él y continuamos la jornada, que terminó en la noche…”
El también Coronel republicano Antonio Obando luego de describir el estrecho sendero para
descender la quebrada de Cariaco, dice al respecto en sus Memorias: “Al día siguiente (8 de abril)
se me comunicó la orden de reunir los restos de la división de vanguardia y que presentara el
estado de su fuerza, el cual alcanzó a 160 hombres, restos de los 1.100 de que constaba el día
anterior…Observando que en la redacción –del boletín- no encontraba Bolívar expresiones con que
elogiar a los suyos su valentía e intrepidez, cuando no habían combatido y de nosotros los
granadinos solo decía “cumplieron con su deber”…no pude resistir a su inconsecuencia y
favoritismo por los venezolanos en desdoro nuestro y le dije al General Bolívar: “Todavía me querrá
negar que hay de parte de vuestra excelencia una decisión tan conocida por los venezolanos y en
contra de nosotros los granadinos? No puedo concebir cómo es que hayan portado mejor en el
combate de ayer los que no se batieron, y si se batieron, algunos fue un cuarto de hora, como el
batallón Vencedores, ¿que entró en la batalla cerca de 50 hombres y el Capitán Luque herido y los
que combatieron dos y media horas apenas cumplieron su deber? Tuvimos un fuerte altercado, y
yo, que perdí el juicio, me avance a decirle que ni un Cabo de Escuadra habría dado aquella
batalla en donde solo por capricho se habrían sacrificado 900 granadinos”.
Don Basilio García, comandante español en su parte de la acción de la Batalla de Cariaco, dice al
General Juan de La Cruz Murgeon: “Yo he manifestado a Vuestra Excelencia, las muchas
atenciones que me habían impedido dar la parte de la acción del 7 sobre la quebrada de Cariaco y
desembarazado algún tanto, no quiero demorarlo más. Esta acción fue y puede ser la más
memorable que se haya dado en América por la obstinación y constancia de uno y otro ejército. La
fuerza enemiga, aunque pasaba de 2000 hombres, no se batió la poca caballería por no permitirlo
el terreno, ni un cuerpo de infantería, pero lo que si se batió componía mucho más número de la
que de mi mando, agregándose de que de la línea solo tenía entre Aragón y Cataluña 450 hombres
disponibles, que con ellos cubrí los puntos de defensa, mesclando compañías de Pasto.
“Desde que se pusieron a tiro de fusil del punto principal que yo defendía se rompió un fuego por
una y otra parte con tal viveza e igualdad que no cesó en más de dos horas rompiéndolo al mismo
tiempo dos cañones violentos que tenían ocultos, y el enemigo no había visto, los que causaron el
destrozo más sangriento, que los sensibles desmayaban ver los cadáveres unos sobre otros. Fue
tenaz el enemigo para tomar esta primera posición, y así pagó su atrevimiento, que desengañado
volvió atrás dejando el campo cubierto de muertos a donde bajaron parte de mis tropas, y
recogieron los fusiles y municiones con una bandera –la del Bogotá- y los demás despojos:
trayendo los heridos que pudieron verificarlo…”
El General republicano José María Obando, describe así la situación de la batalla: “A esa hora
nuestro campo parecía un taller, pero un taller de destrucción: se rompieron más de 1500 fusiles
sobrantes, se quemaron municiones y cargamentos de vestuarios, y se inutilizó todo cuanto
estorbase nuestra retirada…Habíamos perdido 800 hombres muertos y más de 1000 heridos, en
tanto que el enemigo no contaba de perdida más que 18 muertos y heridos, y 20 prisioneros que le
había tomado el Rifles…”
El General Manuel Antonio López, activo combatiente en Cariaco, afirma: “Al principio de la batalla
fue herido el General Torres, y tomó la dirección personal del ataque el Teniente Coronel Lucas
Carvajal; herido también, lo reemplazó el Teniente Coronel Joaquín Paris; herido igualmente Paris,
le sucedió el Teniente Coronel Ignacio Luque; hirieron a Luque y ocupó su lugar el Teniente
Coronel Pedro Antonio García; herido García, el Sargento Mayor Federico Valencia le siguió, y de
la misma manera fue herido, con lo cual, a la media hora de fuego, todos los Jefes de la División de
Vanguardia estaban fuera de combate, y tuvieron que mandarla los Oficiales de menor
graduación”.
El historiador José Manuel Restrepo, dice respecto a la batalla: “Cuando los independientes
llegaron a Consacá el 6 de abril por la tarde, ya el enemigo ocupaba con todas sus fuerzas las
alturas de Cariaco, a una legua de distancia. El terreno de la hacienda de Bomboná quedaba
enteramente libre.
El centro de la posición estaba cubierto por un espeso bosque, en que los enemigos habían hecho
abatidas de grandes árboles. La izquierda de los españoles se apoyaba en el río Guaitara, y todo el
frente de la línea se hallaba defendido por una profunda cañada, que solo podía atravesarse por un
puente dominado completamente por los fuegos cruzados de los realistas. Esta posición era la más
formidable que se podía escoger; empero, no habiendo otro camino, era preciso forzarla o volver
atrás. El Libertador, confiado en el valor y entusiasmo de sus tropas, se decidió por el combate,
después de haber hecho por sí mismo otro reconocimiento…”
A todo este importante cumulo de documentos nos preguntamos, ¿de dónde se saca que disque
Bolívar dirigió el combate desde una milenaria piedra que se levanta en el campo de Bomboná,
muy distante del sitio donde tuvo ocurrencia la batalla como lo fue la quebrada de Cariaco? Tendría
que haberlo hecho desde el filo de la quebrada para dar la orden de bajar de dos en dos como lo
dicen los documentos por un camino sinuoso o zigzagante.
Se ha dicho que Bolívar se quedó con el campo de batalla en tanto las tropas pastusas se
retiraron, ante lo cual el historiador Sergio Elías Ortiz, afirma: “Se retiraron, es verdad, pero por
haber cundido entre las filas la noticia de que las tropas republicanas habían entrado a Pasto por
Genoy, noticia que ellos tomaron en serio y por ello volaron a defender sus hogares, convencidos
de que García no lo haría, pues estaba dispuesto a entregarse y hasta lo acusaban, quien sabe si
con fundamento, de haber cargado los cartuchos con polvo, en vez de pólvora”.
“Don Basilio no las tenía todas consigo en vista de la desbanda de los suyos. Por él se habría
retirado de Guaca, a donde había ido a parar al final de la batalla, y hubiera puesto río Guáytara
por medio, para hacerse fuerte, dejando abandonada a Pasto al vencedor, si no es porque un
sacerdote español, capellán del Cazadores de Cádiz, que estaba con él, le aconsejó escribir a
Libertador mostrándose más fuerte que nunca. Así lo hizo en las primeras horas del día 8…”.
Queda claro, que la Batalla llamada oficialmente de Bomboná no tuvo ocurrencia en dicha
hacienda, allí solo fue el campamento de las tropas de Bolívar, que luego del combate se convirtió
en hospital. La Batalla fue sobre la quebrada de Cariaco, una gran hondonada de más de 250
metros de profundidad por 300 metros de anchura, la cual se convirtió en un tremendo anfiteatro
con los más de 800 muertos y otro tanto de heridos que cayeron en esa fosa infernal ante el fuego
cruzados de las milicias pastusas que esperaron pacientemente a que bajaran al fondo de la
quebrada para que al ubicarse a tiro de fusil, es decir a 70 mts aproximadamente, ir dando de baja
a los intrépidos contrincantes republicanos.
¿Que quien ganó la batalla? Las cifras son contundentes de acuerdo a las que nos presenta el
General republicano José María Obando donde la pérdida de las tropas al mando de Bolívar son
claras: “Habíamos perdido 800 hombres muertos y más de 1000 heridos, en tanto que el enemigo
no contaba de perdida más que 18 muertos y heridos, y 20 prisioneros que le había tomado el
Rifles…”, situación que corrobora el historiador José Manuel Restrepo, muy adicto a Bolívar
cuando afirma: “con tres victorias de esta naturaleza, aquellas tropas, ornamento del ejército de
Colombia, desaparecerían eternamente, y debemos pedir a Dios que nos libre de triunfos
semejantes… Así es que cuando repasó el Juanambú estaba reducido a una tercera parte…”
Es un contundente triunfo de las milicias pastusas frente a las tropas de Bolívar, que derrotado se
vio obligado a tener que retroceder por el camino andado hasta llegar al Trapiche, hoy ciudad
Bolívar, en el Departamento del Cauca. De ser triunfador hubiese seguido camino a Quito para
encontrarse con Sucre y prepararse para la entrevista con el General José de San Martín como
estaba previsto y en efecto tiempo después se realizó el 26 de junio de 1822 en Guayaquil, gracias
al triunfo de Sucre frente Aymerich en la batalla de Pichincha el 24 de mayo del citado año.
Finalmente, teniendo a la vista un documento de la hacienda San Antonio de Bomboná, se destaca
como la quebrada de Cariaco es el límite que tiene la citada hacienda con la de Cariaco, cuando en
Escritura No 65 del 27 de junio de 1864, dice: “Por el un costado deslinda con la Hacienda de
Cariaco, quebrada por medio; por el lado opuesto con la Hacienda Consacá de propiedad del
comprador, deslindando el río Azufral; por el pie el río Guáitara, y por la cabecera la cima de las
altas montañas.”, conservando los mismos linderos desde la Colonia según Escritura del 2 de
agosto de 1667.

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