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I.S.B.N.: 84-95389-97-5
D.L.: VA-673/2006
Rincones con
fantasma
Un paseo por el Valladolid desaparecido
AYUNTAMIENTO DE VALLADOLID
2006
Presentación
7
Dice Juan Carlos Urueña que el objetivo de su obra no ha sido otro que
“...convocar a los espíritus” del pasado para, de su mano, reconstruir un Valla-
dolid ya desaparecido, en el que ubicar e imaginar el acontecer de los vallisole-
tanos de otro tiempo. El reto de Juan Carlos era hacernos ver lo que ellos
vieron; sus herramientas, estas cuatro: primera, los testimonios gráficos super-
vivientes de épocas pasadas; segunda, los estudios históricos existentes sobre
nuestro patrimonio monumental y urbanístico; tercera, el software informático
de tratamiento de imágenes; y cuarta, el cariño y la devoción por Valladolid y lo
vallisoletano.
Los Rincones con fantasma de Urueña Paredes son un excelente ejercicio
de reflexión sobre el pasado de nuestro entorno y hemos de mostrar profundo
agradecimiento ante la sensibilidad que el autor ha demostrado como artista
virtuoso, como lector empedernido de la bibliografía de tema local y, sobre
todo, como vallisoletano. En una sociedad como la nuestra, en la que la que el
protagonismo de la imagen es absoluto e indiscutible, el trabajo de Juan Carlos
pone a nuestro alcance la posibilidad de recorrer virtualmente un Valladolid
que ya no existe, ofreciéndonos la oportunidad de disfrutarlo con nuestros pro-
pios ojos.
Es tiempo de atrapar, querido lector, las mil y una anécdotas e historias hil-
vanadas por Juan Carlos Urueña para ayudarnos a identificar los fantasmas de
un Valladolid que reclama toda nuestra atención y todo nuestro mimo. Es
tiempo de descubrir las mil y una sorpresas que deparan estas páginas a quie-
nes gustan de saber más y más sobre una ciudad que ansía que la amemos, la
protejamos y sintamos por ella un infinito orgullo.
Francisco Javier León de la Riva
ALCALDE DE VALLADOLID
Prólogo
9
ensamblador que, después de tres siglos, su trabajo sería retomado por mí, otro
humilde trabajador, y recuperado gracias al dibujo y las actuales técnicas infor-
máticas. Otro Ventura, Ventura Seco, escribano de su majestad y casi coetáneo
del anterior, tuvo el acierto y la curiosidad de elaborar un minucioso plano de
Valladolid en el año 1738, rescatado posteriormente por el infatigable historia-
dor local Juan Agapito y Revilla. Es el complemento ideal a los dibujos de Ven-
tura Pérez y permite localizar los edificios con gran precisión. Gracias a los “dos
Venturas” este libro ha sido posible. También me han servido grabados y dibu-
jos de autores posteriores que iremos viendo en cada caso.
Por último, tuve que formarme un criterio de selección conforme a la impor-
tancia. Una responsabilidad. Existieron muchos edificios curiosos en la ciudad de
los que no me ocupo: los humilladeros de La Cruz y la Pasión; ermitas como las
de la zona del puente Mayor, que fueron la de Nuestra Señora del Camino, san
Lázaro, san Roque y san Sebastián; las de la calle Santiago, que fueron la de la
Consolación y “Juan Urtado”; o san Alejo en el camino del cementerio. Cárce-
les como la de Corona, la de la Ciudad o la Galera de mujeres. Hospitales y hos-
picios como el de las Ánimas o los Mártires, los niños de la Doctrina en la calle
Doctrinos, de san José de Expósitos en la plaza de Martí y Monsó, el hospicio de
los pobres, que salía a san Quirce. Instituciones como la Inquisición o el colegio
de Velardes. Infraestructuras, como los diversos puentes, el Espolón, el Viaje de
Argales, … y más.
Aunque de la mayoría de ellos no se conserva testimonio gráfico suficiente
para hacer una recreación seria, tampoco la haría en muchos casos ya que pocos
tuvieron gran importancia histórico-artística salvo la anécdota de su existencia.
Tanto en Chancillería como en el Archivo Histórico Provincial se conservan
muchos planos y dibujos detallados de edificios o partes de ellos que se podrían
recrear con facilidad, pero creo que no son interesantes salvo para el lector
experto en el tema.
También hay que aclarar algo obvio: no se pueden tomar las reconstruc-
ciones como totalmente exactas. Desde luego, son escrupulosamente fieles a los
datos que han llegado a mis manos, pero he tenido que recurrir a cierta dosis
de imaginación para ambientar unos espacios perdidos para siempre: las casas y
tapias anejas a las reconstrucciones, aunque siguen el esquema de los planos con-
servados y son del estilo de la época retratada no son, como es lógico, recreación
de las originales de las que no existe legado gráfico. Lo que he cuidado mucho
es buscar los materiales de la época para cada edificio; y lo he hecho en la pro-
pia ciudad en caso de haberlos. Hasta he calculado la luz conforme a su situa-
ción geográfica.
El texto del libro es una descripción orientativa de las zonas donde se
alzaron aquellos monumentos, a la que van unidas aquellas curiosidades y
anécdotas que fui encontrando en los libros que usé para documentarme. Me
pareció buena idea hacer un libro ameno, y por eso en mi narración uso un
tono distendido, pues al común de los ciudadanos al que va dirigido este tra-
bajo no es mi deseo abrumarlo con un estudio de Historia. No se ofenda por
ello el purista, pues tampoco tengo yo autoridad ni titulación para escribirlo.
Lo que intento aportar es un apoyo gráfico, eminentemente visual, a estudios
Introducción
13
más profundos. Las rígidas técnicas de investigación impiden que los estudio-
sos puedan atenerse a la fantasía en lo más mínimo. Yo, desde mi posición de
simple ilustrador, no estoy sujeto a esas ataduras, y hago, en esta obra, algo que
estoy seguro que ellos hacen mientras escriben: imaginar aquellos rincones,
soñar para la gente.
Aclarando que no soy un erudito, sino un dibujante enamorado del tema,
queda también claro que estas páginas son sólo un trabajo de recopilación cuyo
gran mérito es de todos aquellos estudiosos que se dejaron y se siguen dejando
la vista en archivos y sacristías. Espero que mis ilustraciones les hagan evocar el
pasado con la misma curiosidad y placer que sentí yo al crearlas. Ha sido un
duro trabajo, pero hecho con mucho, mucho cariño.
Titulé este libro “Rincones con fantasma” porque al mezclar fotos moder-
nas con antiguas del mismo paraje pude darme cuenta de que algunos detalles
no habían cambiado en muchos años, pero lo que más me impresionó fue la
exactitud con la que se podía ubicar el sitio por donde había desfilado un sol-
dado, la esquina donde una mujeruca había tenido su puesto de castañas, la
baldosa exacta donde habían saltado a la comba unas niñas hace cien años…
“fantasmas” de muchas pequeñas historias de unos vallisoletanos que ya desa-
parecieron. Cuando paso por alguno de estos sitios me los imagino allí, como si
su presencia cotidiana en el pasado hubiera impregnado el ambiente. Estoy
convencido de que en las viejas piedras viven los recuerdos de muchas vidas.
También estos rincones guardan las cicatrices de otros “fantasmas”: aquellos
magníficos monumentos que adornaron Valladolid y que demolió la ignorante
piqueta. Convocar a estos últimos espíritus ha sido la razón de esta obra.
Aunque he manejado gran cantidad de bibliografía y testimonios gráficos,
habrá siempre quien pueda encontrar fallos. Por ellos, mil perdones y mi dis-
posición a rectificar si se me indica el error, pero lo importante es dar una idea
de lo que perdimos y ya es triste que se pueda hacer un libro entero con sólo
una parte de tal pérdida. Que esto sirva como una llamada al vallisoletano para
que vuelva la vista hacia lo que es suyo y debe conservar.
Un recuerdo para todos a los que como yo les gusta el pasado. ¡Cuántas
cosas añadirían ellos a estas páginas!
Aunque en la bibliografía del final del libro cito las fuentes más importan-
tes que he usado para documentarme, quiero enumerar para el lector profano
los autores de las crónicas antiguas que aludo más frecuentemente en el texto,
por dar una somera idea de sus personajes. Se incluyen por orden cronológico:
Tomé PINHEIRO DA VEIGA. Galante, vividor y satírico escritor portugués, que escri-
bió su impagable “Fastiginia”, crónica de Valladolid durante y después de
los festejos por el nacimiento de Felipe IV hasta la primera mitad de 1605.
Juan ANTOLÍNEZ DE BURGOS. Fue un estudioso de ascendencia noble que llegó
a ser regidor de Valladolid. Escribió su “Historia de Valladolid” en la
que recopila hechos de una forma bastante científica, hasta el año 1637.
14
Rincones con fantasma
Estos autores, especialmente Antolínez, Ventura Pérez y Canesi, son los que
más cito en el libro pues en su obra se haya la mayoría de los datos concretos
sobre edificios, comentados con la ventaja de haberlos conocido en persona.
De los estudiosos modernos ya fallecidos destaco las obras de Juan Ortega
Rubio, catedrático de Historia que publicó su “Historia de Valladolid” en
1881; Narciso Alonso Cortés, profesor y escritor que publicó su “Miscelánea
vallisoletana” en 1915; José Martí y Monsó, afable valenciano, profesor de
dibujo en mi entrañable “Escuela de Artes Aplicadas” y buen pintor, que
publicó sus “Estudios histórico-artísticos” en 1901; y sobre todo de Juan Aga-
pito y Revilla, compañero de excursiones y anhelos del anterior. Agapito y Revi-
lla fue un estudioso que ocupó el cargo de arquitecto municipal a principios del
siglo xx, al que debe la ciudad ser uno de los que rescataron nuestra Semana
Santa en su plano histórico y artístico.
Son estos autores algunos de los que más se preocuparon en su tiempo del
patrimonio perdido, sobre todo el último. De los que recogieron su testigo y
aún siguen con la labor, nada digo por no hablar de nadie en pretérito. Y que
así sigamos muchos años.
Zona de
los Palacios
Reales
17
«la ciudad hizo todas las diligencias de saber hasta dónde se alargaba, y no
pudo ser hallado el fin, porque la inmensidad de malas sabandijas que
corrían no consentían dar paso por ella, y por esta causa se mandó cerrar.»
Reconstrucción
de la desaparecida
puerta del Puente
Mayor, basada en
la estupenda litografía
de Benoist (debajo)
perteneciente a la serie
“Vieille Castille”
publicada en París
en el siglo XIX.
durante muchos años la única manera de cruzar el arisco Pisuerga, río que nos
ha inundado varias veces y escenario de juegos de toros y muchas desgracias. La
más tonta que ha pasado a la historia es la muerte del sacristán de san Pedro, al
que no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cavar en el hielo que cubría el río
en el pavoroso invierno de 1729, para ver cuanto grosor tenía. El pobre tuvo
ocasión de verlo por el lado de dentro.
Desde el puente y bordeando la aljama corre la calle de Mirabel cuyo nom-
bre, según Agapito y Revilla, se debe a que conducía al palacio de Mirabel, una
de las residencias del rey Alfonso X el Sabio que se alzaba cerca de la Overuela.
Allí suponen algunos autores que comenzó este monarca la redacción de sus
famosas Partidas.
En el corazón de la aljama se encuentra una pequeña plaza que se llama
“de los Ciegos”, escenario de la leyenda de la “casta Susana” recopilada por
Amancio Sabugo Abril.
En ella se cuenta que un rico hombre de negocios judío llamado Salomón,
tenía una bellísima hija de nombre Susana habida en un matrimonio del que
enviudó sin volverse a casar. Siendo así, tenía a su única hija como el tesoro más
grande, pero repartía el amor de padre con su afición al precioso jardín de su
casa en el que se solazaba.
La fama de la belleza de Susana y sus increíbles ojos color violeta se exten-
dió por todo Valladolid, y al poco tiempo la casa de Salomón se vio acosada por
multitud de pretendientes incluidos los de las familias más nobles. Don Salo-
món se asustó y ordenó a su hija que cuando saliese de casa se cubriese y embo-
zase de tal modo que nadie pudiera contemplar su hermosura. Esto no hizo más
que echar leña al fuego, pues cuatro judíos, tres comerciantes y un rabino, se
pusieron de acuerdo para espiar a la bella por las rendijas de la puerta del jar-
dín, que la vanidad de don Salomón permitía que tuviera para que la gente
admirase y envidiase su cuidado vergel.
Al poco rato de apostados los mirones apareció Susana, quien se dirigió a
una elaborada pila de alabastro con la intención de bañarse. Justo en el
momento en que la joven quedó desnuda, no se sabe si porque tal belleza los
Dibujo de Ventura Pérez de la iglesia del cegó o porque Yahvé los castigó, perdieron la vista para siempre. Así explica la
monasterio de san Cosme y san Damián.
Se trata del templo “provisional” erigido tras memoria popular el porqué del nombre de la plaza.
la riada de 1636 que arrasó el convento Ya que nos hemos dedicado a la zona del puente Mayor y la Huerta del
y la primitiva iglesia. Por eso resulta tan Rey, nos acercaremos al barrio de la Victoria. Le da nombre el desaparecido
pobre y sencillo, pero de arquitectura
marcadamente clasicista. El templo definitivo
monasterio franciscano de Nuestra Señora de la Victoria, del que se conserva la
se construiría en 1771, por lo que a pesar iglesia, actual parroquia, tras ser demolido el convento por los franceses.
de ser esta iglesia un remedio temporal, De la plaza de san Bartolomé, que tomó el nombre del convento de reli-
se usó durante casi siglo y medio. giosas que en ella hubo, partía el camino de los Mártires, hoy camino del
Cabildo, que conducía al convento homónimo de la orden de san Basilio. Este
monasterio de los santos mártires san Cosme y san Damián se constituyó al
hacerse cargo los monjes basilios de la ermita de aquella advocación, que era
propiedad de la cofradía de su nombre. Al trasladar las reliquias de los santos
a su hospital de la plaza del Rosarillo, la cofradía dejó la ermita abandonada y
los basilios la reclamaron. No sólo consiguieron el edificio sino que además las
reliquias fueron devueltas. Fue uno de los conventos más pobres del antiguo
Zona de los Palacios Reales 23
José Mariano de Beristain a finales del siglo XVIII. Cuenta cómo una
peligrosa banda de contrabandistas fue atraída astutamente por el
Capitán al monasterio, el 19 de mayo de 1787...
«...y para asegurar la empresa sin exponer la Partida a recibir ni a
hacer daño, dispuso el capitán Lisón que Francisco García, granadero de
Gracias al excelente dibujo de Parcerisa, correspondiente Milicias (que se dispuso gustoso a ello) se disfrazase con el hábito de reli-
a la obra “Recuerdos y bellezas de España” (1861), gioso para abrir la puerta de la huerta, ayudarles a descargar, apartarles
podemos saber cómo era el claustro y otros desaparecidos las armas y sorprenderles. Todo lo cual se logró como se había meditado,
elementos de san Agustín. Superponiéndolo a una foto
de su restauración actual, es más fácil comprender abrazándose con el principal (con el jefe de los malos) el granadero, y
la posición original de la arquería del piso superior. acudiendo la Partida en el momento sobre los demás.»
Recuerda a los capítulos de “Curro Jiménez”.
Otro monasterio, el de santa Isabel, se alza frente a san Agustín y casi lin-
daba antiguamente con la desaparecida iglesia de san Julián. Antes de ser con-
vento fue un beaterio fundado, según Canesi, en 1462 por las vecinas de
Cogeces D.ª Juana y D.ª Beatriz de Hermosilla, sobrina suya muerta en olor de
santidad. La gente sentía cierta veneración por esta última, atribuyéndole varios
milagros.7
La iglesia no tiene más que una nave, cubierta de bóveda gótica de terce-
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Fco.
letes. Estas techumbres no resistieron un rayo que cayó en 1762, dañando el
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Monumen-
tos religiosos de la ciudad de Valladolid. órgano y la sillería, aunque todos los destrozos fueron luego reparados. Lo que
Parte segunda. Pags.131 y 132. no tocó el rayo fue la bonita celosía del coro, de estilo plateresco. El convento
Zona de los Palacios Reales 27
Con base en el único dibujo que existe, obra también de una hornacina para la imagen titular, pondrían sobre la
Ventura Pérez (ilustración pequeña) se ha intentado puerta una tabla de pintura, quizás cerrada con una
reconstruir la iglesia del Val. Se trata de una imagen con- verja. Tampoco se ve muy bien si la inscripción y el
fusa y la falta de descripciones escritas de su aspecto ha supuesto donante están pintados directamente en la
hecho difícil la labor. ¿Son pinturas semejando jaspes los pared o forman un solo exvoto postizo junto con la hor-
“berretes” que aparecen en el arco de la puerta y en las nacina. En el año 1702, según Canesi, se reedificó (o
pilastras...? ¿Qué hornacina es ésa que se mete en el reformó) la iglesia haciéndose la fachada “toda de pie-
ventanal...? Y sobre todo, ¿es un donante el sujeto que dra labrada”, pero conservando el rótulo. En cuanto a
aparece “levitando” a la derecha del rótulo? Da la los materiales, pues las pilastras y el cuerpo bajo de la
impresión de que la iglesia fue instalada reformando un fachada parecen estucados y pintados, por lo que no
antiguo edificio del siglo XV o principios del XVI, a juz- parece lógico que fuera toda de piedra.
gar por la moldura que enmarca la puerta de medio En la foto, aspecto que presentaría la plaza si no se hubiese
punto de grandes dovelas. Dado que no disponían de derribado la iglesia.
Zona de los Palacios Reales 31
El único resto de
las dependencias externas de
san Pablo es esta “puerta de
los carros”, que daba acceso al
monasterio por su parte trasera.
En el plano de Ventura Seco se
la localiza dando salida a
la Rondilla de santa Teresa (en
la ampliación), pero al variar
con el tiempo el trazado
de la calle, haciéndose casi recta,
la puerta ha quedado en
la otra acera.
la tradición dice que fue cortada al medio para sacar al recién nacido y vuelta a
cerrar con una gruesa cadena que aún hoy se puede observar. Dicen que se hizo
así para que el niño perteneciese a la jurisdicción de san Pablo y se pudiera bauti-
zar allí, pues si lo hubieran sacado por la puerta, habría pertenecido a la parroquia
de san Martín.
Frente a la Diputación y en el solar donde hoy se alza el edificio de los anti-
guos juzgados, existió otro palacio que también pereció vergonzosamente ya en
1925 pese a estar en marcha su declaración como bien de interés artístico. Se
trata del palacio del marqués de Távara13 y es una doble lástima, no sólo por su
pérdida, sino porque además la plaza hubiera ganado aún más vistosidad y 13 Jesús U RREA . Arquitectura y
Más o menos así luciría el palacio de Távara Junto a san Gregorio se erige la Casa del Sol y la iglesia de san Benito el viejo,
de existir aún. Ha sido cuestión de retocar,
fundaciones de Diego Sarmiento y Acuña, conde de Gondomar. Este noble
fusionar y colorear unas viejas fotos recopiladas
por Jesús Urrea en varios de sus trabajos. poseyó una magnífica biblioteca. Escribió Sangrador:
«Se cuenta que este caballero estando de embajador en Inglaterra, suplicó
repetidas veces al rey le permitiese regresar... porque temía morir... entre
protestantes... Habiendo vuelto a Valladolid, murió. Su cadáver fue pri-
meramente depositado en la bóveda de la iglesia, con un hijo suyo de corta
edad. Convertida la iglesia en almacén de utensilios de guerra, fue extraído
el ataúd y trasladado a una panera; desde allí, después de algunas profa-
naciones, paso a ocupar el hueco de una chimenea, y por último desde este
sitio pasó otra vez a la iglesia donde le vi no hace muchos años abando-
nado. Es muy extraño que los Sres. Condes de Gondomar, sus sucesores,
no hayan tratado de colocar estas dos momias en un sitio mas decoroso. Si
D. Diego Sarmiento hubiera muerto entre protestantes, sus cenizas hubie-
ran sido indudablemente más respetadas.»
Zona de los Palacios Reales
La Casa del Sol, llamada así por el de piedra
que corona su fachada. En la superposición de
35
Recreación de los preparativos de la procesión De san Pablo partía la Procesión del Entierro, que celebraba la penitencial
que las Angustias sacaba de san Pablo
de las Angustias cada Semana Santa. Esta procesión, con el devenir de los años,
la tarde del Viernes Santo. Está ambientada
en los primeros tiempos de la penitencial, se transformaría en otra de las joyas de la ciudad: la Procesión General de la
en concreto a finales del siglo XVI antes de Pasión, declarada de interés turístico internacional. Hoy día sale de la iglesia de
que el duque de Lerma alterase la fachada
de san Pablo. En aquellos años la cofradía
las Angustias por ser esta cofradía su patrocinadora y la que cierra el desfile. Se
todavía no tenía su magnífica iglesia actual, considera que esto es así desde que comenzó a organizarla, en 1810, José Timo-
sino que su primer oratorio estaba en teo Monasterio, entonces alcalde de la penitencial. La primera Procesión General,
la cercana calle llamada hoy de la Torrecilla.
Tampoco tenía ningún “paso” enteramente entendida como la primera en que desfilaron juntas todas las penitenciales, salió
de talla, salvo la Virgen de los Cuchillos, el Viernes Santo 21 de abril de dicho año, después de dos sin celebrarse proce-
que aún no tenía cuchillos. siones debido a la invasión napoleónica.
La verdad es que al bueno de don José Timoteo casi no le quedó más reme-
dio que organizarla pues, en su condición de comisario de Policía de la ciudad
recibió para ello una orden del general francés Kellermann. Este militar estaba
al cargo de las tropas francesas que ocupaban nuestra comarca y sin duda, por
contentar al pueblo invadido, le mandó que organizase la Procesión del Santo
Zona de los Palacios Reales 37
Entierro que entonces era la más prestigiosa. La orden especificaba además que
participasen en ella todas las cofradías.
El prestigio de esta procesión provenía de que antiguamente los miembros de
la Chancillería desfilaban en ella, pues pertenecían a las Angustias, y qué mejor
para apaciguar al pueblo que ofrecerle una de sus cosas más respetadas y de mayor
raigambre. Venía de muy atrás la devoción mariana de los componentes de la
Chancillería, pues en un testamento fechado en 1452 se cita una cofradía
«de la conçebiçion de la virgen gloriosa sennora santa María de los escri-
vanos e procuradores de la corte e chançelleria...»14.
La iniciativa de resucitar las procesiones tuvo gran éxito. Al entusiasmo de
don Timoteo se sumó el de las otras penitenciales, hasta entonces igual de mus-
tias todas, las cuales
«luego que reciuieron dicha orden, se llenaron de Jubilo e inmediatamente
dieron parte a sus cofradías e indiuiduos, y enterados que fueron de lo que 14 Adeline RUCQUOI. Valladolid en
tanto deseaban, dando gracias al acedor de tan buena como cristiana obra». la Edad Media: la villa del Esgueva. Pág. 91.
38 Rincones con fantasma
Zona de
Santiago, Zorrilla
y Campo Grande
41
Calle Santiago
La iglesia de Santiago que da nombre a la calle tuvo su origen en una
pequeña ermita dedicada al Santo Cristo de Escobar, existente ya en el año
11041. La atendía una cofradía bajo la advocación de Santiago, nombre que
adoptó el templo cuando pasó a ser parroquia en el año 1400. El rico mercader
Luis de la Serna, que perteneció a la parroquia, reedificó la iglesia a su costa,
dicen que para huir del acoso de la Inquisición.
La iglesia tiene un pórtico renacentista en la entrada que se abre al popu-
lar Atrio de Santiago, donde se encontraba otra de las instituciones de Vallado-
lid: el quiosco de la “chata”, la última voceadora de “El Norte de Castilla”, hoy
jubilada y traspasado el negocio.
La iglesia guarda importantes obras de Alejo de Vahía, Berruguete, Fran-
cisco de Rincón, Leoni y Juan de Ávila. En 1974 se descubrieron los cuatro
nichos funerarios de la familia de la Serna, que se encontraban tapiados en el
presbiterio. Son de interés no sólo por ser obra de Alejo de Vahía, sino por la
escasez de obras góticas de este tipo que hay en la ciudad. El primitivo retablo
que tuvo el presbiterio, se dice que lo trajo don Luis de la Serna nada menos que
de Florencia, declarando a sus amigos que le había costado tanto como si fuera
de plata. Era de barro cocido y vidriado y de él no queda ni rastro, salvo el caso
improbable de que también se encuentre emparedado tras el retablo mayor.
De la portada de la iglesia se sale a la calle de los Héroes del Alcázar, lla- 1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ y Jesús
mada en la antigüedad “de la Tumba” por el cementerio de la parroquia que en URREA. Monumentos religiosos de la ciudad
ella se hallaba. de Valladolid. Parte primera. Pág. 188.
42 Rincones con fantasma
alguna virtud en él. La leyenda dice, como no podía ser de otra manera, que
milagrosamente quedó grabada la santa imagen en el lienzo en blanco. La ver-
dad, menos poética, es que el tal milagro está catalogado como “pintura sobre
tela, 207 x 80 cms.” Es un milagro al óleo. ¡Qué desencanto!2.
El duque fue enterrado en el monasterio, pero su recorrido no terminó allí.
Durante la guerra de la Independencia los franceses ocuparon el convento
«...reuniendo las monjas a las del convento de Santa Ana; También lleva-
ron a dicho convento el cadaver que se hallaba íntegro del gran duque de
Alba, los huesos de su esposa y un venerable capuchino su confesor: el
duque estaba en un ataúd de terciopelo negro, como si estuviese acabado de
hacer, lo mismo el manto capitular y borlas de plata, a pesar de 250 años o
más que estaba en dicho convento de la Laura, como fundador de él.» Situación del convento de san Juan
de Dios, según el plano de Ventura Seco.
La Academia de Caballería es punto de referencia visual de la plaza de A su lado, antigua foto donde se puede ver
Zorrilla. Se trata de un ostentoso palacio inspirado en el de Monterrey de Sala- el convento tras la estatua de Zorrilla.
manca. Frente a su fachada, la estatua dedicada al regimiento de cazadores de El drástico cambio de la zona impide
recrearlo en el espacio actual.
Alcántara, cuerpo de caballería que fue aniquilado casi en su totalidad al cargar Lib. prd.: M.ª A. FERNÁNDEZ DEL HOYO.
a la desesperada contra las fuerzas marroquíes en Annual en 1921. Es una deli- “Patrimonio perdido: conventos desaparecidos
cada obra de Mariano Benlliure, llena de movimiento. de Valladolid”. Pág. 449.
Reconstrucción de la iglesia
del monasterio de san José de mercedarios
descalzos, basada en el dibujo de Ventura
Pérez. En este caso no ofrece lugar a dudas,
y sólo ha habido que variar las proporciones
de la puerta, demasiado pequeña en el dibujo
(pág. anterior). En la foto superior vemos el
paraje hoy día. A la altura del comienzo de la
tapia, donde se ve el árbol y algunas vías,
debió alzarse la iglesia del monasterio. Con
un círculo se señala la fuente que todavía
existe en la tapia, aunque hace años que no
mana; parece coincidir con una de las arcas
del antiguo viaje de Argales que se ven
en el plano de Ventura Seco
y que se ha sombreado en la ilustración
de la página siguiente.
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande 51
que entonces las órdenes eran seráficas pero poco fraternas, y es que “don
Dinero” mandaba hasta en los más espirituales cenobios, y eran muchos con-
ventos para repartirse la caridad de los ciudadanos.
Según Sangrador, fue la virtuosa doña Marina Escobar la que alentó a los
desanimados frailes a perseverar y, por divina disposición, sus enemigos cam-
Zona de Santiago, Zorrilla y Campo Grande 55
biaron de idea de la mañana a la noche. Así fue como en 1631 los Capuchinos
establecieron su primer convento en una finca de recreo perteneciente al mar-
qués de Távara que se encontraba junto al Pisuerga, cerca de la Puerta del
Campo, del lado del actual Paseo de Zorrilla.
Pero a los cuatro años de establecerse ocurrió la célebre crecida de 1636
que casi destrozó la ciudad, y su pobre convento quedó destruido, teniendo los
frailes que salir literalmente a nado a refugiarse en el del Carmen. Un año más
tarde comenzaban la construcción en su emplazamiento definitivo y, con los
años, la ciudad de Valladolid adquirió su patronato.
Aquí estuvieron hasta 1820, año en que la comunidad se trasladó a Rueda.
El edificio fue dedicado a presidio, cuartel, manicomio, almacén del ferrocarril,
y su huerta a vivero, hasta que se derribó en 1860.
Los Capuchinos volvieron a Valladolid en 1944 y ocuparon el convento de
san Felipe de la Penitencia en la Plaza de España. Sobre parte de su solar edi- 6 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
ficaron la actual iglesia de Ntra. Señora de la Paz. HOYO. Desarrollo urbano y proceso histó-
El convento de Jesús y María, de monjas franciscanas6, fue fundado a fina- rico del Campo Grande de Valladolid.
les del siglo XVI. Como el anterior, tampoco tiene su historia anécdota alguna de Pag. 298.
interés, salvo su demolición cuando finalizaba el siglo XIX. Entonces, sus patro- 7 J. Agapito REVILLA. Las calles de
nos, los condes de Polentinos, de apellido Colmenares, solicitaron abrir calle en Valladolid. Pág. 79.
su solar, y por eso se llama “de Colmenares” la calle actual7. 8 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
Los agustinos recoletos eran la rama descalza de la Orden, cuya normativa HOYO. Patrimonio perdido. Conventos desa-
fue redactada por fray Luis de León a finales del siglo XVI8. parecidos de Valladolid. Pág. 501.
56
Rincones con fantasma
Siguiendo con el tema de este libro, hablemos de lo que pudo haber sido
y no fue. Cuando falleció Gregorio Fernández, nuestro genial imaginero, fue
59
Zona
del Prado de
la Magdalena
El Prado de la Magdalena fue un ameno paraje, de lo más
frecuentado en la época dorada de Valladolid. Sus praderas regadas
63
Iglesia de
la Magdalena.
Palacio de Vivero.
Colón”. El edificio actual es una réplica de la casa de Diego Colón, hijo del
almirante, que se encuentra en Santo Domingo.
quien dice en pijama. Y es que les salían conspiradores y envidiosos por todos
lados, como el arzobispo de Toledo, don Alfonso Carrillo, que viendo cómo la
67
Panteón de los vallisoletanos ilustres, un tiempo en san Pablo. Hoy se guarda en la iglesia, pues aunque apenas cabe
en nuestro cementerio del Carmen.
por la puerta, fue aligerado hasta pesar “sólo” 4.500 kilos y dotado de un meca-
Está situado en uno de los más
impresionantes y románticos paseos nismo que permite bajarlo en altura y ensancharlo.
de nuestra ciudad, pero lógicamente poco Frente a san Pedro está la Casa del Estudiante de la Universidad de Vallado-
frecuentado dado lo triste del paraje. lid, que ocupa el edificio dedicado anteriormente a Casa de Beneficencia. El deta-
lle curioso es que el bajo el césped de su ameno patio se encuentra la “Maqbara”
o cementerio musulmán de Valladolid, que contiene los restos de al menos 58 per-
sonas allí enterradas entre los siglos XIII y XIV. De la palabra Maqbara procede el
término “Macabro”.
Hablando de cementerios, también el de Valladolid tiene relación con el
Prado de la Magdalena, según leemos en el diario de Hilarión Sancho donde
relata las penurias de una epidemia de cólera que asoló España:
«Año de 1833… “En 1º de Junio, a causa de las graves enfermedades y de
la mucha mortandad, de orden del Gobierno, se prohibió enterrar en las
iglesias, y ya desde el 14 de Mayo se comenzó a enterrar en el cementerio
del Hospital de Esgueva, fuera del portillo del Prado de la Magdalena.. El
1º de Setiembre se principió a enterrar los cadáveres en el cementerio nuevo
Zona del Prado de la Magdalena
portada en el cementerio general, pero sus cercas son de tapia. Esta portada
es la misma que tenía la iglesia del convento de San Gabriel, y para trasla-
darla fue apeada y numerada con mucho cuidado. Es de mucho mérito y
gusto».
Hacia la esquina izquierda de san Pedro, entre parte de lo que hoy ocupa
la calle Madre de Dios y buena parte del colegio Macías Picavea, estuvo la sede
de la Santa Inquisición.
La Inquisición se mantuvo operativa desde los tiempos de los Reyes Cató-
licos hasta principios del siglo XIX. Entre los “huéspedes” más famosos de este
piadoso “hotel”, encontramos al pobre fraile Bartolomé Carranza y a fray Luis
de León. El primero fue un humilde sabio dominico cuya fama de virtuoso hizo
que el rey le colocase como arzobispo de Toledo; y a pesar de que el hombre no
quería, ciertos envidiosos le denunciaron a la Inquisición. Siete años estuvo el
pobre así hasta que fue reclamado por el Papa. Fray Luis de León, se pasó cinco
años encerrado hasta que se resolvió su inocencia. Lo curioso de estos procesos
es que sus actas originales fueron halladas en el siglo XIX
«...en el cofre de un presidiario que falleció en el Canal de Castilla»
según el diario de Juan Ortega y Rubio. La calle del Portillo del Prado se
llamó antiguamente de la Penitencia, por la cercanía de la Inquisición.
Detrás de san Pedro se levantaba el convento de la Madre de Dios, de
monjas dominicas. También desaparecido, sólo queda de él el nombre de la
calle. No existe testimonio gráfico suficiente para intentar su reconstrucción.
No muy lejos de san Pedro se encuentra el convento de santa Clara, de los
más antiguos de la ciudad. En el coro de su iglesia mandó hacer don Alonso de
Castilla una capilla para su enterramiento. Este caballero, que al parecer era
hijo bastardo de don Pedro de Castilla, falleció y pasó a ocupar su tumba. No
tendría nada de especial esta historia si no fuera por los acontecimientos que
más tarde sucedieron, dignos de una tétrica novela romántica, pues si alguna
persona o familiar suyo que pasara cerca del sepulcro fuese a morir, don Alonso
se revolvía en su ataúd y con horripilantes sonidos le avisaba de su inminente
final.
Zona de
la Catedral
Zona de
la Catedral
El Valladolid del conde Ansúrez pervive en esta zona.
Aquí instaló y fundó su colegiata dando un aire de nobleza
73
Catedral
Si el que lee esto es forastero y se encuentra ante la Catedral, sepa que su
aspecto no es fruto de ningún bombardeo. Juan de Herrera, padre del Escorial,
diseñó nuestro principal templo con la idea de hacer uno de los más grandes de la
Cristiandad, pero la cosa se torció y no ha llegado a construirse ni la tercera parte.
Hubo un primer proyecto que se desestimó a favor del limpio estilo de
Herrera. Antolínez de Burgos nos dejó noticia de ello:
«…cuyo principio fue siendo su trazador Rodrigo Gil… artífice el más ele-
gante de aquella edad en tiempo del Emperador Carlos V. Púsose la pri-
mera piedra en 13 de junio… de 1527. Su labor comenzó tan relevante y
en tanto extremo costosa, que parece que jamás pudiera concluirse. Yo
alcancé parte de ella levantada mas de seis estados y así se deshizo de la (en
la) que vemos. Dio la traza Juan de Herrera… Cuando se comenzó esta
última fábrica, abriendo un cimiento… salió un gran golpe de agua que la
ciudad aprovechó labrando una fuente…»
Estos caños fueron utilizados mucho tiempo por la gente y, hoy día, por
los cimientos de la catedral corre gran cantidad de agua cristalina en una cana-
lización de esmerada construcción que no está a la vista. Continúa Antolínez
detallando los hallazgos ocurridos al perforar más cimientos:
«…se descubrió un pedazo de aposento labrado a lo mosaico con azulejos
de diferentes colores y del tamaño de habas muy pequeñas…»
Pues sí, según esto, dos “grecos” nada menos se fueron con los america-
nos, y si alguien quiere ver la reja junto a la que rezaron nuestros ancestros,
tiene que irse al Metropolitan de Nueva York.
Hasta la torre que tuvo en sus principios se perdió a mediados del siglo
XIX, y fue una lástima pues era la que conservaba la traza de Herrera, no como
la que tiene hoy, moderno mazacote ideado en 1880.
La “Buena Moza”, como era conocida esta torre que se encontraba a la
izquierda de la fachada según se la mira (la actual está a la derecha) probable-
mente quedó herida de “muerte” a raíz del terremoto que destruyó Lisboa en
1755 y que se dejó sentir en todo el oeste de la Península. Quizá durante el
seísmo su estructura sufrió graves daños que décadas más tarde darían con ella
en el suelo. En aquellos terribles momentos se encontraba en el templo nuestro
conocido Ventura Pérez, quien dejó escrito que al estremecerse la Catedral
Así luciría la Buena Moza, si se hubiera «...todos los canónigos echaron a correr y dejaron la iglesia sola...»
conservado. He usado para recrearla varios
dibujos y planos de la época.
en mitad de la Misa. Sólo quedaron en el recinto el obispo, Ventura Pérez
En la reconstrucción he hecho figurar en
piedra más blanca los arreglos que se hicieron y un señor que debía de ser sordo. Un modelo de valentía la de los canónigos.
probablemente en su esquina delantera A partir de entonces se detectaron importantes fallos de cimentación,
derecha que, a juzgar por los dibujos que fueron motivo de tres reparaciones de envergadura. Tras sufrir otros
que existen de su ruina, parece ser
por donde falló la estructura.
terremotos y ayudada por una fuerte tormenta de viento y granizo, se des-
plomó la Buena Moza el 31 de mayo de 1841. Al campanero y su mujer, que
vivían en ella, el derrumbamiento les afectó de diferentes maneras: él logró
1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
URREA. Catálogo monumental de la provincia
salvarse metiéndose en el hueco de una ventana en un muro que resistió,
de Valladolid. Monumentos religiosos de la pero su esposa se fue con los escombros y cayó hasta el fondo, quedando
ciudad de Valladolid, I. Pág. 12. sepultada bajo toneladas de cascotes en la capilla de san Juan. Le dieron por
muerta hasta que alguien oyó su voz, y después de 20 fatigosas horas de tra-
bajo la sacaron
Zona de la Catedral 75
La torre en su caída destrozó un antiguo rollo conocido como “León de la Estado actual de la torre
de la Catedral.
Catedral” que procedía de la plaza de santa María, donde estaba ya en 1158. De
allí fue trasladado al atrio de la Catedral cuando éste terminó de construirse. El
rollo, como otros tantos, sirvió en lo antiguo de picota para las malas mujeres y
de popular tribuna desde donde se daban los pregones de almonedas y senten-
cias. Pero mayor interés tiene el dato que dejó Antolínez de Burgos, el cual dice
que representaba un león atacando a un rey moro, y una cartela donde se podía
leer “Ulit opiddi conditor”, o sea Ulit fundador de este lugar. Según Antolínez,
fue hecho para conmemorar la victoria de los cristianos sobre el moro Olid,
afirmación que no tiene base histórica, pero que los que creen que el nombre
de Valladolid procede de “valle de Olid” han defendido.
Muchas son las obras de arte que se pueden contemplar en el Museo Dio-
cesano y no es labor de este libro enumerarlas, pero sí citar las que tengan algo
de leyenda. El Cristo de la Cepa, procedente del monasterio de san Benito, es
una curiosa pieza que aquí se exhibe. Es un crucifijo fruto del capricho de la
naturaleza y de su manipulación por un hábil jardinero. La cruz y el cuerpo de
Jesús están formados detalladamente por el tronco de una cepa e incluso el
pelo está compuesto por raíces. Su historia fue recogida por Antolínez, quien
explica que un judío estaba inmerso en pensamientos religiosos mientras
podaba unas viñas, y entonces se le apareció este Cristo
«… y fue Dios servido de que con esta maravilla saliese de su error y se con-
virtiese.»
La torre cayó hacia ese lado, quedando
No faltan nunca leyendas de este tipo. íntegra su parte trasera con gran peligro
para los que tuvieron que derribarla.
En el interior de la Catedral, aparte del retablo de la Antigua, obra de Juni, (Grabado publicado en el Semanario
(que luciría mucho más en la Antigua) es de citar la tumba del Conde Ansúrez Pintoresco Español de 1841).
76
Rincones con fantasma
a la entrada del Museo Diocesano. No es que tenga gran interés artístico, pero
siempre puede haber alguna polémica sobre si el Conde está o no enterrado allí.
En el año 1956 se abrió el interior del sepulcro con la asistencia de la prensa
local encontrándose una caja que contenía unos huesos y un documento
fechado en 1674 en el que se aseguraba que son los restos del Conde traslada-
dos ese año desde la antigua colegiata.
En la confluencia de las calles Regalado y Cánovas del Castillo se forma
como una placita donde estuvo el Hospital de los Inocentes o “Casa de Ora-
tes”, manicomio de otros tiempos. Fue gestionado por el Cabildo de la Catedral
y no tiene ninguna historia especial por la que destaque, salvo que en la tre-
menda inundación de 1636 el agua derribó el edificio, pero el Cabildo lo volvió
a levantar mejorado.
Junto a la Catedral corría el Esgueva, entrando por el puente de las Carni-
cerías bajo los bloques de casas que formaban la acera derecha de la calle de los
Tintes, donde quizá también pudo estar un tiempo “la velería”, aunque algunos
Zona de la Catedral 77
autores la sitúan en el puente de Magaña, el siguiente aguas arriba. Las Carni- La Casa de Orates si se hubiera conservado.
Su aspecto tras la reconstrucción por la
cerías tuvieron aquí, sobre este puente, su primer edificio desde mediados del inundación de 1636, que se lo llevó por
siglo XV. El estudio de Agapito y Revilla sobre él, recopilado en el libro “Arqui- delante, corresponde al dibujo realizado por
tectura y urbanismo del antiguo Valladolid”, nos da un detallado esquema de Ventura Pérez. En el plano de Ventura Seco
todavía se le puede ver, en 1738, dando
su historia, al que hay que añadir muchas precisiones aportadas por la obra de nombre a la calle.
M.ª Dolores Merino Beato “Urbanismo y arquitectura de Valladolid”.
Las primeras Carnicerías fueron destruidas por un incendio en agosto de
1587, e inmediatamente el Concejo de la ciudad trató de hacer un nuevo edi-
ficio para tan importante servicio, que es el que hemos reconstruido. Larga fue
la obra, pues por falta de recursos hasta 1602 no fue terminada del todo. El
proyecto original fue, según Agapito y Revilla, obra de Diego de Praves con
participación de Pedro de Mazuecos. No queda de él más que el grabado de
Ventura Pérez con el que hemos elaborado su reconstrucción, y algunas refe-
rencias históricas que alaban su fuerte construcción. El edificio fue derribado
a mediados del siglo XIX.
78 Rincones con fantasma
lid. Fue de este modo: El fuego comenzó a prender 4 horas antes que ama-
neciese por las casas de Juan de Granada, platero”… En breve tiempo que
aun no fueron 6 horas abrasó todo lo que llaman la Costanilla, que hoy es
la Platería y el Ochavo, corriendo un aire cierzo muy fuerte, que ayudó al
mayor estrago …de este modo caminaba el riguroso inextinguible ele-
mento por 5 partes …De todas las aldeas circunvecinas acudió mucha gente
con muchos instrumentos para atajar tanta calamidad. Retiraron a los tem-
plos más distantes todas las haciendas. Los plateros echaron el oro, plata,
diamantes, joyas y otras alhajas de gran valor, en sus pozos …Los religio-
sos de San Francisco sacaron el oro, plata y ornamentos que tenían y lo con-
dujeron a sus conventos de religiosas...»
Continúa la crónica lamentando las ingentes pérdidas materiales, y con-
gratulándose de que con tal desgracia sólo murieran tres personas. Tras lograr
sofocar las llamas la justicia buscó un culpable y, como tantas veces suele suce-
der, le colgaron el muerto a los forasteros, llegando a apresar a algunos:
«…Llegando en aquella coyuntura de Flandes un español, natural de Alma-
gro, criado del conde de Feria, con unos despachos para su amo, le echaron la
mano y cargaron tantos muchachos sobre él y le apedrearon con tanta cruel-
dad que fue milagro no le quitasen la vida y al aguacil que le llevaba preso.»
El incendio nos dejó dos cosas. La más relevante fue el acuerdo que tomó
el Ayuntamiento para celebrar una procesión en conmemoración de la catás-
trofe cada aniversario. No significa esto que como aquel día fue el de san Mateo,
quedase como la festividad que hasta hace algunos años se celebraba en nues-
tras Ferias. La otra herencia que nos dejó el desastre es anecdótica: según
Canesi, la posada del Caballo de Troya fue bautizada así en recuerdo del incen-
dio de aquella ciudad griega, hermanándola así con nuestra pobre y chamus-
cada Pucela.
Santa Cruz
El colegio de Santa Cruz, en cuya capilla se encuentra el impresionante
Cristo de la Luz, es uno de los edificios más bellos de Valladolid. Fue fundado
por Pedro González de Mendoza, cardenal de Santa Cruz y abad de Valladolid
desde 14832. Una inscripción en la entrada da la fecha de 1491 como la de su
construcción. Corresponde su estilo con el de la escalera del patio de san Gre-
gorio, por ser una mezcla del entonces agonizante gótico y del nuevo arte rena-
centista. Al igual que ocurre con la cofradía de la Vera Cruz, fundada por esas
fechas, el Colegio tuvo especial dedicación a santa Elena, madre del emperador
Constantino, la cual realizó el hallazgo o “Invención” de la Cruz. El edificio fue
levantado para colegio mayor, institución creada para que los estudiantes sin
medios pero con aptitudes pudieran acceder a los estudios superiores gracias a
la generosidad del fundador. Hoy día aloja los departamentos rectorales de la
Universidad.
Placa de
la Fundación
del Colegio
de Santa Cruz.
Universidad
La Universidad de Valladolid se fundó en la antigua plaza de santa María,
que fue “del mercado” a comienzos del siglo XII; también estuvieron en ella en
su tiempo el Concejo o Ayuntamiento y la Inquisición. Se hizo una radical
3 J. José MARTÍN GONZÁLEZ. Catálogo
monumental de la provincia de Valladolid.
reforma del antiguo edificio a principios del siglo XX, del que no quedó más que
Monumentos civiles de la ciudad de Vallado- la fachada, cambiándose entonces el nombre de “plaza de santa María” por
lid. Pág. 114. “plaza de la Universidad”3.
Zona de la Catedral 83
Leones de la Universidad.
¡Vamos de excursión! Lib. prd. “Valladolid, «…le llevaron a la cárcel de escuela, (ver ilustración) y el corregidor llevó
vivencias y fotografías”. Pág. 60. penitencia pública por la censura, y por el atentado de haber descerrajado
la iglesia; el rector le castigó con destierro a un presidio…»
La colegiata
La iglesia de santa María de la Antigua6 tuvo como principal patrono al
conde don Pedro Ansúrez, que la usó como capilla de su cercano palacio. El
conde Ansúrez fue un importante noble que vivió aproximadamente entre el
año 1040 y el 1118, durante los primeros intentos de unión entre Castilla y
León. Tuvo especial lealtad a su rey Alfonso VI y fue “fiador de arras” en la
boda del Cid y doña Jimena. Hombre culto, hábil diplomático y político pode-
roso, ostentó los condados de Saldaña, Carrión, Liébana, Simancas y es citado Estatua del Conde Ansúrez.
como señor de Madrid. Sobre 1080, fue encargado por el rey para la organiza-
ción de estos territorios con plenos poderes, instalándose en Valladolid.
Una de las primeras tareas que acometió el conde fue dotar a la villa de una
colegiata7, los restos de cuyo edificio acabarían formando parte de la actual 6 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
URREA. Catálogo monumental de la provin-
catedral (con el devenir de los años). Fue fundada en 1095 bajo la advocación
cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
de santa María, y entre sus características destaca la torre-pórtico de estilo la ciudad de Valladolid. Pág. 170.
franco catalán de la que estaba dotada. Esta relación con el románico catalán
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
hace pensar en el hecho de que una de las hijas del conde Ansúrez estuvo URREA. Catálogo monumental de la provin-
casada con Armengol V, conde de Urgel; al morir éste, nuestro conde viajó a cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
Cataluña para hacerse cargo de la regencia del condado hasta que su nieto tuvo la ciudad de Valladolid. Pág. 8.
86 Rincones con fantasma
Restos de la torre
de la colegiata de
santa María.
edad suficiente. Quién sabe si no traería de los verdes valles pirenaicos el diseño
o los artífices para la construcción de esta torre de la colegiata de santa María,
Zona de la Catedral 87
Las Angustias
8 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y JESÚS
La iglesia de las Angustias fue edificada para la penitencial del mismo
URREA. Catálogo monumental de la provin-
nombre, que tuvo su primer oratorio, luego hospital de la Quinta Angustia, en cia de Valladolid. Monumentos religiosos de
la entonces calle de santa Clara, hoy Torrecilla8. la ciudad de Valladolid. Pág. 227.
88 Rincones con fantasma
La calle de las Angustias tuvo esta talla. Teniendo en cuenta que el matrimonio del escultor con María de
soportales, algunos muy vetustos. Mendoza, madre de la pobre Ana María, se celebró en 1557, ésta falleció siendo
Todos han desaparecido, menos
en este edificio que los conserva una niña. Por lo tanto, es con seguridad una leyenda producto más del roman-
embutidos en su fachada. ticismo que de la realidad, pero cronológicamente no se puede negar.
El dolor que comunica la Virgen de las Angustias ha despertado siempre un
gran fervor popular. No sólo el benefactor de la cofradía Sánchez de Aranzamendi
fue un gran devoto de esta imagen, sino que muchos se desvivieron por ennoble-
cerla y adornarla. Un ejemplo fue Diego de los Cobos, conde de Ribadavia, que
intentó por todos los medios vestirla con las más ricas y elaboradas telas, hasta que
desesperado se dio cuenta de que no había manera de hacerlo.
En 1623 se llama por primera vez en un documento “Virgen de los Cuchi-
llos” a la de las Angustias; es de suponer que se le colocasen por entonces los
siete cuchillos de hierro, que se clavaban en su corazón pasando entre los dedos
de la mano derecha. Estos cuchillos fueron sustituidos por espadas de plata que
no siempre gustaron a todos. Una referencia anecdótica sobre ellos la encon-
tramos en el Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones. En él, Ricardo
Huerta escribió un artículo proponiendo la idea de eliminar los cuchillos, para
que la Virgen luciera en todo su esplendor sin añadidos. Lo curioso es la forma
en que proponía hacerlo: “reduciendo su tamaño en diez centímetros cada año,
para que la vista se vaya acostumbrando”.
Ha sido tradición el llevar un cuchillo a casa de quien enfermase de cierta
gravedad y lo solicitase, para que la Virgen intercediera por su curación.
Zona de la Catedral 91
Un recurso estilístico muy típico de Juni para dar fuerza a sus personajes
era “agobiarlos” encajándolos en estrechas arquitecturas y cubriéndolos con
gruesos ropajes, de los que a veces apenas logran asomar manos y pies. Así ocu-
rre en esta Virgen, en la que asoma bajo la túnica la punta del zapato derecho.
Dicho zapato originó otra absurda leyenda que afirmaba que la talla le
había sido encargada a Juni por el pueblo vallisoletano de Boecillo, aunque
otros dicen que fue una cofradía de Medina de Rioseco. Ocurrió que al reci-
birla, a los encargados de evaluar su calidad les pareció muy grande el zapato,
y además no les gustó que sólo se le viera un pie, así que la devolvieron tachán-
dola de “zapatuda”…; lo que sí es cierto es que por “la Zapatuda” fue cono-
cida esta Virgen en la antigüedad.
San Martín
A poca distancia de las Angustias se alza la iglesia de san Martín10 , donde
se bautizó a don José Zorrilla. Es uno de los templos más antiguos de la ciudad
pues se sabe que ya existía en 1148. En los primeros años del siglo XIII se cons-
truyó la torre gótica a imitación de su vecina de la Antigua, e incluso tuvo un
tejado piramidal como ésta.
Todas las construcciones góticas tienen su misterio y ésta no iba a ser menos.
Refiere Antolínez de Burgos en su “Historia de Valladolid”
«que es cosa maravillosa lo que vi en ella.»
Cuenta que durante las obras de cimentación de una nueva capilla a tres
pasos de la torre, sacaron muchos huesos de un antiguo cementerio que allí
había. Con intención de volverlos a enterrar, cavaron una fosa y descubrieron
un nicho de piedra
«que entraba tres partes de las cuatro debajo de la torre y la otra salía
afuera.»
Zona de
la Plaza
de España
La plaza de España era conocida por “campillo de san Andrés”,
y en él instalaban sus casetas los vendedores de frutas y
95
Plaza de España
Las primeras actuaciones urbanísticas que condicionaron el aspecto actual
de la plaza se llevaron a cabo a partir del siglo XIX. Las casetas de fruteros que
proliferaban en el “Campillo”, fueron sustituidas por un mercado horroroso
que fue derribado y a su vez cambiado por otro similar a los de “El Val” y “Por-
tugalete”, mandados construir por el alcalde don Miguel Íscar y de los que sólo
se conserva el primero. Este mercado, conocida su parte exterior como “la Mar-
quesina”, por la que tuvo, fue demolido a mediados del siglo XX, sustituyéndose
por un moderno complejo construido hace pocos años en la calle de Panaderos.
En recuerdo de aquella estructura de hierro, se levanta actualmente otra
moderna marquesina donde cada mañana ponen los fruteros sus puestos, como
lo hicieran tantos años antes.
Situación de san Felipe de la Penitencia
Es muy conocido el arco de la fachada de la iglesia de la Paz, más que en el plano de Ventura Seco.
por lo bello, por lo exagerado de sus proporciones. Es un exponente de
aquella arquitectura tan “pop” e innovadora que se practicaba a mediados
del siglo XX y que nos ha dejado algunos bonitos aciertos y muchas especta-
culares horteradas.
La Paz ocupa parte del solar del desaparecido convento de san Felipe de
la Penitencia, cenobio de monjas dominicas dedicado a la corrección espiritual
de las “damas” que se ganaban el sustento aliviando los apetitos del género
masculino. Contrastaba la rígida espiritualidad de la época con la alegría de la
sociedad pícara y galante, y junto a las agonías místicas del beaterio local tam-
bién hay publicadas coplillas como la que dice, hablando de la Mancebía de
Valladolid:
96 Rincones con fantasma
La Aprobación, remarcado,
en el plano de Ventura Seco. “…Mas acullá, en cabo
la puerta del Campo;
y luego diría
la gran putería
donde tomaréis muy sendas casillas
con que os remediéis
ce saya y faldillas…”
Observando los patronos de san Felipe que bastantes de las que se acogían
al convento lo hacían por conveniencia, quizá sólo por encontrar un lugar
Complementario de san Felipe,
La Aprobación o Las Arrepentidas, se alzaba donde recogerse en la vejez, optaron por crear otra comunidad en la plaza de
en el solar que hoy ocupa el colegio Isabel san Nicolás, con el título de La Aprobación, gobernada por tres férreas domi-
la Católica en la calle Puente Mayor. nicas que probaban con dureza la vocación de las postulantas. Si resultaban
Foto procedente del Archivo
Municipal de Valladolid aptas, las candidatas recibían el hábito de religiosas y pasaban a san Felipe
donde, según Canesi, recibían su recompensa:
«…aquí morían muy contritas.»
Página siguiente. Reconstrucción Al otro lado de la plaza, en el solar que hoy ocupa el colegio García Quin-
de la desaparecida iglesia del convento
de los “Mostenses”, que se abría tana, antigua Escuela Normal, estuvo otro de los conventos desaparecidos de
a la calle de Teresa Gil. Valladolid, el de Premostratenses de san Norberto, vulgo Mostenses. La iglesia de
Zona de la Plaza de España
97
98
Rincones con fantasma
Angustias y que se exhibe en el Museo de Escultura. Algunos han opinado que Para la localización exacta de la iglesia
se ha utilizado una antigua foto
es posiblemente un retrato descarado del duque de Lerma, al que Gregorio Fer- del convento haciéndola coincidir con
nández quiso hacer aparecer como ladrón, aunque fuera el bueno. En 1628, una foto moderna de la calle Teresa Gil.
Andrés Solanes se encargó de realizar varias tallas para el retablo mayor del Ha servido como magnífica referencia
la espadaña del convento de Porta Coeli.
convento de san Pablo por encargo del duque, pues Fernández se negó a hacer-
Se aprecia el cuerpo superior de la fachada
las incluso después de haberse comprometido en 1613. Algún roce de cierta de la iglesia, completando en parte
importancia debió de tener con el de Lerma para negarse de aquella manera, la información que sobre su aspecto
aunque en la historia no aparece nada reflejado. Lo que sí ha quedado es el da el dibujo.
posible retrato del duque en esta talla del paso del Descendimiento, labrado en
1616, sólo tres años después de aquel episodio del retablo.
Decíamos que el marqués de Siete Iglesias no tuvo tanta suerte como el
duque. Tras ser torturado, fue condenado a muerte y degollado en la Plaza
Mayor de Madrid. La entereza del reo en esos momentos fue tal, que dio pie a
otro dicho popular con el que se alaba el valor de alguien, diciendo que está
“como un don Rodrigo en la horca” (aunque don Rodrigo no fue ahorcado).
Los restos del desventurado marqués se conservan en la iglesia del convento de
Porta Coeli, donde también se pueden admirar los magníficos bultos funerarios
de los marqueses de Siete Iglesias y de los padres de don Rodrigo. El templo
comunicaba con el desaparecido palacio que fue vivienda de estos nobles, cono-
100
Rincones con fantasma
El duque de Lerma,
recreado a partir
de su busto funerario.
pasaje, quedó atrapado el tiempo de los señores con chistera y mostacho, de las Don Rodrigo Calderón, recreado
a partir de su busto funerario
chachas y los soldaditos… Sigue teniendo tiendas (no podía ser de otra manera) (derecha). Al lado, la momia
y tomar un café en una de sus terracitas es escapar totalmente del agobio de la de don Rodrigo conservada
ciudad del otro lado de sus verjas. en el convento de las
“calderonas”.
El Pasaje de
Gutiérrez de ayer
y de hoy. Lib. prd.
“Valladolid,
Imágenes del Ayer”,
pág. 76.
102
Rincones con fantasma
Calle de la Mantería
Mantería tiene desde muy antiguo una fuerte tradición comercial. Ya en el La triste calle de la Alegría.
siglo XVI la calle estaba ocupada por fabricantes de “estameña y manteros”, e
incluso hasta el final del siglo XIX se conservaron algunos telares. Hoy esta calle
tiene una gran afluencia de público por los numerosos comercios que en ella se
encuentran. Mantería une la plaza de España con la de la Cruz Verde, quizá así
llamada porque tuvo en sus cercanías una cruz de ese color la cofradía de la
Vera Cruz. Según Agapito y Revilla, la cruz estuvo exactamente en la esquina
del edificio que se alzaba donde hoy están los Cines Mantería.
La iglesia de san Andrés6 asoma a Mantería por la plaza de su nombre.
Proviene como en otros casos de una sencilla ermita dedicada a este santo que
ya existía en el siglo XII, donde se veneraba un cristo llamado del Consuelo al
que se le atribuían dotes milagrosas. Al crecer la ciudad en esa dirección, se
convirtió en parroquia en 1482.
Su feligresía de “onrados labradores” contó con dos benefactores que en ella
fueron bautizados: fray Mateo de Burgos, franciscano y obispo de Sigüenza, que
levantó la fachada a sus expensas y donde se colocaron los emblemas de su Orden
en agradecimiento; el otro mecenas fue fray Manuel de la Vega, también francis-
cano y “pobre de nacimiento, pero onrado”, que ostentó el cargo de comisario gene-
ral de las Indias y que levanto el resto del edificio actual. san Andrés tuvo el triste
privilegio de ser el primer lugar de enterramiento de don Álvaro de Luna.
Calle de Panaderos
Como su propio nombre indica nos encontramos con una calle gremial
donde se agrupaban los talleres artesanos de dicho oficio, pero no fue tal su
nombre original pues anteriormente se llamó de “zurradores” o curtidores. Aun
teniendo este nombre, en la calle y alrededores también hubo panaderos a la vez
que zurradores, y cuando estos últimos fueron mudando sus talleres a la plaza
de las Tenerías, los panaderos ganaron la calle y la rebautizaron.
En 1702 se trasladó a esta calle la Alhóndiga, depósito de granos de la ciu-
dad, pues la cercanía de los panaderos así lo demandaba. Se mantuvo este
importante y vetusto edificio muchos años y con diferentes usos, hasta que fue
derribado. Aproximadamente, en su solar se alza hoy el grupo escolar Cardenal
Mendoza.
Zona de
la calle del
Santuario y
san Juan
Zona de
la calle del
Santuario
y san Juan
La zona conformada por las antiguas calles de la Cárcava y
Pedro Barrueco y su prolongación hacia el noreste, ha sido
107
chillidos, señalaron un rincón del cuarto donde, según ellos, estaba la prenda
por la que tanto se arriesgaban. Preguntaron al hombre por aquel maravilloso
objeto que valía más que su vida y confesó que era una bolsa que escondía.
Uno de los hombres volvió a la habitación y
«…de entre una porción de carbón que el agua había ya cubierto, sacó un
talego de peso de veinte libras, y sin desatarle, lo entregó a su dueño, a la
vista de todo el vecindario.
¿Qué no obliga a hacer a los mortales el demasiado apego a los metales?
Este hecho es notorio en Valladolid, y se hace más singular por las dos cir-
cunstancias siguientes:
1. El anciano era un menestral, reputado por pobre.
2. Pocos días antes de la inundación había sido demandado judicial-
mente por una deuda, y la mujer salió pidiendo su dote, para evitar la
venta de bienes.»
En la zona tuvo diferentes sedes otra de las cinco penitenciales que hubo
en el Valladolid antiguo: la de la Piedad. El primitivo núcleo de esta cofradía
estuvo formado por banqueros y ricos hombres de negocios genoveses que
seguían a la corte del emperador Carlos V. Era un grupo muy cerrado pues
110 Rincones con fantasma
con la construcción de una nueva calle. El templo fue derribado en enero 2 Lo que luego sería la calle de la
de 1771 y en la calle que surgió en su lugar no quedó más vestigio que el nom- Piedad, que estaba en el tramo compren-
dido entre las calles Fray Luis de León
bre, pues se llamó un tiempo “calle de la Piedad”. (entonces de Pedro Barrueco) y Núñez de
A la penitencial se le ofreció “en equibalente” la iglesia de san Antonio Arce (entonces de la Cárcava), de la hoy
Abad, vulgo san Antón, que se encontraba haciendo esquina en la actual calle López Gómez.
112 Rincones con fantasma
calle de Simón Aranda con Santuario. Con el tiempo fue también demolida
pasando algunas de sus obras artísticas al vecino Santuario. Esta iglesia lo fue
de un hospital de muy antigua fundación, dedicado a los pobres enfermos de
cáncer y lepra, que se mantenía entre otras cosas con la rifa los 17 de enero
del llamado “cerdo de san Antón”. La tradición de rifar el animalito la man-
tuvo viva la cofradía, y hay un dato curioso, y es que si el cerdo le tocaba a
algún cofrade, estaba obligado a devolverlo para sortearlo de nuevo. Agapito
y Revilla cuenta que alcanzó a ver expuesto al sonrosado animal de turno, en
una caseta que se colocaba cada Navidad en la esquina entre Teresa Gil y
En la ilustración, reconstrucción del hospital
anexo a la iglesia de san Esteban,
Ferrari; la rifa marranil duró hasta bien entrado el siglo XX.
basada en el dibujo correspondiente El convento de la Encarnación, otro de los desaparecidos, ocupaba buena
de la serie de Ventura Pérez. parte del solar donde hoy se alza el colegio “La Salle”, saliendo su iglesia a la calle
Fray Luis de León haciendo esquina a López Gómez. Fue construido por los clé-
Zona de la calle Santuario y san Juan
113
rigos regulares menores a principios del siglo XVII y desmantelado por los france-
ses, como tantos otros, a finales de 18123. Aunque existe un dibujo hecho por Ven-
tura Pérez de la parte inferior de la fachada de su iglesia, la falta de otros
testimonios gráficos del conjunto, si exceptuamos algunas fotos de las ruinas que
aún quedaban sobre 1920 y que no aclaran nada, hace inviable su reconstrucción.
Tampoco hay material para recrear el convento de Belén de monjas bernardas, que
fue patronato del duque de Lerma, junto al que tuvo sus casas principales. Se man-
Fragmento del plano de Ventura Seco tuvo en pie hasta mediados del siglo XIX y en su solar se construyó el colegio de
donde se puede ver la situación de la iglesia san José. Su iglesia duró un siglo más y albergó la parroquia de san Juan cuando
de san Antón (cuadrado), y la del convento
de la Encarnación (círculo).
ésta se arruinó y hasta que se construyó su nuevo templo.
A su derecha, el dibujo de Ventura Pérez
de la parte inferior de la iglesia
de la Encarnación.
Calle de la Merced y san Juan
El convento de la Merced Calzada existió en la calle de su mismo nombre.
Fue de muy antigua fundación. Cuando la exclaustración de 1836 fue dedicado
a cuartel, y más tarde derribada la iglesia para abrir la calle.
La iglesia de la Merced tuvo muchas capillas pertenecientes a las principa-
les familias de la ciudad y, dada su antigüedad, pasaron sus patronatos de unas
a otras muchas veces. Durante las obras de reforma de una de ellas tras cambiar
de dueño, apareció en un nicho
«…un cuerpo como un esqueleto que tenía las insignias de caballero de la
Banda, que eran banda y espada y espuelas doradas. Hizo admiración que
le durase entera grande barba y cabello igual, y consistente armadura.
Viose una tarde arrimado a la pared sin que se desarmase y destrabase la
corporal compostura, y al moverle se desvaneció toda aquella fábrica.»
Reconstrucción aproximada de
la Casa del Cordón.
cada una le esperaba; aún se supo que algunas personas llevaron instru-
mentos para cortar lo que pudiesen del cadáver…»
La casa del Cordón podría lucir así, ciñéndonos literalmente al dibujo de la Biblio-
teca Nacional obra de Valentín Cardereda (1836) y su situación según el plano de
Ventura Seco (página anterior).
El dibujo no es más que un bosquejo y poco deja entrever. La reconstrucción ha
sido dificultosa, pues los elementos no están nada claros. El remate triangular en
forma de frontón de tres de sus ventanas no corresponde a un edificio del siglo xv,
lo que hizo pensar en una actuación posterior que aportase tales adornos clásicos.
Efectivamente, Jesús Urrea en su libro”Arquitectura y nobleza” documenta el
reparo que sufrió en 1668 cuando se cambiaron suelos, puertas y ventanas de toda
la casa. El mismo autor opina que el edificio sería de ladrillo salvo la portada y la
cimentación. El dibujo parece darle la razón, pues los rasgos de la portada delimi-
En la ilustración de arriba el edificio tan lo que parecen sillares y los del resto de la fachada son más menudos.
tal como luciría en la calle Santuario si se Sin embargo, consultadas otras opiniones dignas de crédito, se nos sugirió la posi-
hubiera conservado. Debajo, bilidad de que todo el edificio fuese de piedra dado el empaque de su portada.
aspecto actual de la calle. Ante la duda se optó por una solución intermedia, y se ha recreado con un tipo de
piedra más pequeña e irregular que la de la portada. Otras fuentes, a la vista del
dibujo, me indicaron que los frontones de las ventanas parecían en realidad tejadi-
llos de madera, y así se han representado.
Zona de los Palacios Reales 119
Ortega y Rubio, era uno de los cinco más importantes de España y cuando la
Orden fue suprimida, la iglesia del convento quedó como ermita de la misma
advocación, convirtiéndose con los años en parroquia. En 1842 se derribó dado
su estado ruinoso y más tarde se construyó el actual templo, que no merece mayor
comentario. Existe el correspondiente dibujo de Ventura Pérez, pero tan confuso
que la reconstrucción se hace difícil.
El barrio de Vadillos, según escribió Agapito y Revilla en sus “Calles de Valla-
dolid”, debe su nombre a que las aguas del Esgueva se remansaban en aquel paraje
formándose pequeños vados. Hay noticia de la existencia de molinos por la zona
desde antiguo, y en uno de ellos, perteneciente al monasterio de Prado, se fabri- Monasterio de san Albano, es la actual
calle de Don Sancho, conocido por
caba el papel en el que se imprimían las bulas pontificias para toda España.
la gente como “los Ingleses”.
Junto a la iglesia de san Juan se alza el colegio de los Ingleses, de azarosa
fundación. Tras convertirse Inglaterra al protestantismo, los católicos ingleses
tuvieron que fundar sus seminarios en otros países, abriendo en Francia uno de
ellos. Pocos años después, aquel colegio cerró por problemas políticos y cuatro
de sus estudiantes decidieron venir a España en busca de la ayuda de los jesui-
tas. Las gestiones fueron por buen camino y en 1598 quedó fundado el colegio,
bajo la protección de la Compañía de Jesús, con la advocación del mártir inglés
san Albano5.
Lo menos conocido de aquel episodio es que aquellos cuatro pobres cole-
giales, además de tener que huir de Francia, fueron encarcelados en Valladolid,
pues les tomaron por espías.
En la iglesia se venera la imagen de santa María la Vulnerata, llamada así por
haber sido profanada por las tropas inglesas que invadieron Cádiz en 1569. La cara
de la Virgen fue destrozada a hachazos y arrancaron al Niño de su regazo, como
hoy se puede ver, pues no se reparó para dejar memoria de aquella infamia. 5 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fran-
cisco Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catá-
logo monumental de la provincia de
Valladolid. Monumentos religiosos de la
ciudad de Valladolid. Pág. 267.
Zona de
san Miguel
Zona de
san Miguel
Es la zona más antigua de Valladolid y todavía conserva
muchos vestigios del pasado, a pesar de haber sido una de
123
San Miguel
La Real iglesia de san Miguel y san Julián1 fue casa profesa de jesuitas y
patronato de Magdalena de Borja Oñez y Loyola, condesa de Fuensaldaña. Los
apellidos desvelan que era sobrina de san Ignacio de Loyola y nieta de san Fran-
cisco de Borja. Al ser canonizado el primero, la casa pasó a tener la advocación
de san Ignacio.
En 1767 la Compañía de Jesús quedó extinguida en el territorio español
por mandato del rey Carlos III, quien decretó el 12 de noviembre de 1775 la
unificación en dicha casa de las antiguas parroquias de san Miguel y de san
Julián, cuyos bienes pasaron al edificio. El rey mandó, asimismo, borrar los sím-
bolos de los jesuitas de los muros y colocar sus escudos reales, a la vez que le
concedía el título de Real iglesia.
Ventana del palacio de los marqueses
Es una de las más y mejor dotadas de obras de arte de la ciudad. Posee
de Valverde, frente a la iglesia
una grandiosa sacristía con un enorme retablo pintado, de los llamados “fingi- actual de san Miguel.
dos”. En esta sacristía se encuentra el acceso a través de una reja al extraordi-
nario relicario, en el que se encuentran docenas de piezas entre esculturas,
pinturas y varios bustos relicarios obra de Gregorio Fernández; tiene incluso
sobre la puerta el sepulcro de un papa: san Sotero. En el relicario se custodia
un cristo de marfil que la gente atribuía al mítico Miguel Ángel. Efectivamente,
es de Miguel Ángel… Leoni, hijo del gran escultor Pompeyo Leoni.
En la iglesia, entre muchas bellezas, se encuentra el grupo funerario de los
1 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Jesús
condes de Fuensaldaña, cuya parte arquitectónica se debe a Francisco de Pra-
URREA. Catálogo monumental de la provin-
ves y que contiene las estatuas orantes de estos nobles, únicas obras en alabas- cia de Valladolid. Monumentos religiosos
tro que se conocen de Gregorio Fernández. Cuenta un parroquiano ya mayor, de la ciudad de Valladolid. Pág. 108.
124 Rincones con fantasma
Fragmento del plano de Ventura Seco hombre culto y amigo de tradiciones, que en las cercanías de este sepulcro está
donde vemos la desaparecida iglesia de
san Julián. Fotografía del edificio enterrado el famoso padre Hoyos, e incluso que se especuló en su día que
que ocupa actualmente su solar. pudiera estar ocupándolo pues los condes no llegaron a utilizarlo. El padre
jesuita vallisoletano, venerable Bernardo Hoyos, fue el religioso que protago-
nizó el episodio en el que se le apareció el Corazón de Jesús, para decirle que
“reinaría en España con más veneración que en otras partes”. La historia cuenta
que, harto el párroco de limpiar la mucha cera de las velas que dejaba la multi-
tud de fieles sobre su tumba, decidió cambiarle de sitio sin decir nada a la feli-
gresía sobre su paradero. Y asegura que durante muchos años se le buscó sin
éxito, y que se registraron incluso las cornisas del templo.
Si abandonan el templo actual (abierto a la calle de san Ignacio) por su
puerta principal, levanten un poco la vista hacia el balcón del palacio de
enfrente, que fue de los marqueses de Valverde, y podrán ver a los dos “aman-
tes”. Dice una historia popular que las dos esculturas de un hombre y una mujer
que adornan los lados de la ventana, corresponden a la marquesa de Valverde y
a un joven paje que fue su amante. Pillados “in fraganti” por el marqués, pro-
pietario del edificio, los denunció a la justicia y colocó sus dos efigies a la vista
pública para que quedase perpetuo recuerdo de su infamia. Esta leyenda quedó
reflejada por Campoamor en su “Drama Universal”.
Pero ya hemos visto que la primitiva iglesia de san Miguel no fue ésta, sino
otra que existió en la plaza de su nombre. Junto con la de san Julián, fueron las
más antiguas que tuvo Valladolid. La primera en fundarse sería san Miguel,
cuya primera advocación fue la de san Pelayo hasta quizá el siglo XII. En tiem-
pos de los Reyes Católicos fue reedificada y existió dignamente hasta el año
1777 en que fue demolida junto con la de san Julián. De su fábrica sólo se con-
serva la estatua de san Miguel con el escudo de los Reyes Católicos que está
sobre la puerta de la iglesia actual. Desde muy antiguo se guardaba en la capi-
lla mayor el archivo de la ciudad y su campana era la que se usaba para llamar
a Concejo y la que daba la alarma para la defensa de la villa.
Un ejemplo de aquella costumbre lo tenemos en las crónicas sobre las
revueltas de las Comunidades. Cuando Carlos V quiso salir de Valladolid, la
ciudad se creyó desamparada y trató de impedirlo. Canesi escribió:
«…Y sublevados con esta confusión, sin entenderse un cordonero, portu-
gués de nación, otros dicen pretinero, vecino de esta ciudad, viendo que el
César marchaba, sin atreverse nadie a suplicarle se detuviese, subió a la
torre de la parroquia de san Miguel y tocó la campana que llamaban del
concejo, que la solían tocar en tiempo de guerras y rebatos y armas que se
daban, y la tocó con tanta prisa que, como los del pueblo lo oyesen, sin dis-
currir ni saber para qué, tomaron las armas…»
126 Rincones con fantasma
Los ciudadanos llegaron a la puerta del Campo e intentaron retener al Reconstrucción de la portadita de la iglesia
del convento de la Concepción, siguiendo
emperador, pero no pudieron hacer nada contra su guardia y Carlos V aban-
el dibujo de Ventura Pérez y las marcas
donó Valladolid. La ciudad quedó turbada y avergonzada por lo ocurrido y su que han dejado en las piedras los elementos
cólera fue implacable al buscar culpables: suprimidos en su estado actual (izquierda)
en la calle de Santiago.
«…mitigado aquel furor popular, hizo la justicia información de quién tocó
la campana o lo mandó, mas no pudo ser hallado el portugués…; mas por
entonces lo pagaron otros por él pues a unos cortaron los pies, a otros azo-
taron, otros salieron desterrados y los confiscaron sus bienes, a otros los
demolieron las casas y a un platero honrado le azotaron porque se le probó
había recibido unas cartas del portugués…»
También estuvieron presos otros muchos, incluidos los tres clérigos que
atendían san Miguel, y mal se las hubieran visto si no fuese porque el empera-
dor mandó que los soltasen y que no se volviese a hablar del tema. La hizo
buena el portugués con atreverse a tocar la campana.
Cuando se demolió la iglesia, la campana se trasladó también al nuevo san
Miguel donde estuvo hasta los tiempos de la Primera República en que fue des-
trozada como muchas de otras iglesias.
En la calle de san Ignacio estuvo el hospital de la Caridad o de la Miseri-
cordia, que ejerció largos años su piadosa función, según Canesi, sostenido por
linajudas familias pero no por eso sobrado de recursos. Poco aludido en los
libros antiguos, presentamos como única curiosidad su reconstrucción, por su
vetusto aspecto. 2 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco.
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
Frente a san Miguel se halla el monasterio de la Concepción2, de sobria
monumental de la provincia de Valladolid.
construcción gótica, fundado en 1521 por el oidor de la Chancillería Juan de Monumentos religiosos de la ciudad de
Figueroa y su mujer, de monjas franciscanas. Valladolid. Pág. 79.
128 Rincones con fantasma
De las Brígidas sale una callejuela a la espalda del Palacio Real, hoy depen-
dencias militares. Se trata de la calle de san Diego4, así llamada por estar en ella
el desaparecido convento franciscano de ese nombre. Fue patronato de la casa
de Lerma, fundado a pesar del monumental enfado de la comunidad de san
Francisco de la Plaza Mayor. Entre las crónicas que aluden a san Diego destaca
por lo anecdótico la contenida en el libro de J. M. Quadrado, que sobre la his-
toria de Valladolid escribió en 1885 y donde cita:
«Para completar la fisonomía de aquella Corte, en la misma plazuela se
fundó con la protección del de Lerma un convento de recoletos francis-
cos de san Diego, en una de cuyas celdas cuéntase que solía encerrarse
Felipe III a hacer penitencia hasta salpicar de sangre las paredes.»
Una última curiosidad sobre san Diego nos la relata Canesi en su “Histo-
ria de Valladolid”, al tratar de las cosas con que lo dotó el duque de Lerma
cuando fue fundado. Cuenta que mandó hacer
«…un oratorio, adornado con muchas reliquias y efigies de escultura muy pri-
morosas; entre ellas, tres muy especiales, que son un Cristo crucificado, un San
Lázaro y un San Lorenzo en las parrillas; hechuras de Rodrigo Moreno, de
Nebrija, natural de Granada, que siendo manco del brazo izquierdo (dígolo Este apunte de la mano de uno
de los monjes del retablo de san Diego,
por cosa singular) se valía de un muchacho que le aseguraba el escoplo para
hoy en el Museo de Escultura, por su
dar los golpes…» potencia, bien pudiera pertenecer a
una obra de Miguel Ángel. Aunque
Tan curioso artífice vino a Valladolid para solicitar una pensión por los ser- sí fue obra de otro Miguel Ángel:
vicios que prestó su padre durante ciertos disturbios en la ciudad de Granada, Miguel Ángel Leoni, hijo
de Pompeyo Leoni.
y se le ocurrió que podría conseguirla agradando al duque, y así…
«…ejecutó estas tres alhajas con tan raro primor que regaló al duque de
Lerma con ellas, por ver si así podría lograr su intento; mas fue tan infeliz
que malográndose su esperanza, murió en Valladolid con tal miseria, que
fue preciso enterrarle de limosna la cofradía de las Animas de la parroquia
de San Juan, donde era feligrés.»
Tras varios usos y restauraciones, san Diego fue derribado a principios del
siglo XX.
A un par de manzanas de san Diego se levantaba otra de las instituciones
de caridad de Valladolid: el Hospital de san Blas. Según Canesi era muy anti-
guo, de mediados del siglo XIII. Lo fundó y atendió la cofradía llamada de la
Misericordia, compuesta de personas muy importantes de todos los estamentos.
Tanto fue así, que la misma reina Isabel la Católica quiso
«…entrar en la dicha cofradía y ser cofrada…»
y su marido el rey Fernando no fue menos. Durante muchos años mantuvo 4 M.ª Antonia FERNÁNDEZ DEL
muchas obras de caridad, pero por lo que más se le conocía era por el mante- HOYO. Patrimonio perdido: conventos
nimiento de 16 niños de los 8 a los 14 años. Los llamados “Niños de la Doc- desaparecidos de Valladolid. Pág. 453.
130 Rincones con fantasma
claramente desproporcionado.
En la página anterior, recreación de la barroca fachada
de san Blas siguiendo el dibujo de Ventura Pérez,
construida según Canesi en 1676. La copia que se
ha utilizado es una de las menos nítidas de la serie y
algunos detalles son dudosos. No está muy clara la figura
que ocupa la hornacina central. María Dolores Merino
en su libro “Urbanismo y arquitectura en Valladolid,
siglos XVII y XVIII” señala que es una imagen de la Virgen
de la Misericordia, y así debió de ser, no sólo por
la advocación del hospital sino por sus atributos.
A la Virgen de la Misericordia se la ha representado
protegiendo con su capa a los fieles de las flechas
que les lanza el Maligno, y efectivamente, en el dibujo
se la aprecia ataviada con una capa y sosteniendo en la
mano derecha un haz de tres flechas. Esa misma mano
parece la representada en el medallón situado encima
de la puerta. Un busto de Dios Padre coronaba la portada.
Según el texto de un plano firmado por Antolín Rodríguez
conservado en el Archivo de la Real Chancillería
correspondiente al interior de la iglesia, y el esbozo
del plano de Ventura Pérez, parece que la fachada
tenía un sólo cuerpo coronado por un frontón
con una pequeña ventana.
trina” eran bien conocidos en la ciudad, pues daban principio a todas las pro-
cesiones, ayudaban a misa en los conventos e iban cantando vestidos de negro
a las casas de los difuntos para entonar un responso.
A finales del siglo XVIII la finalidad del Hospital cambió, pasando a reco-
gerse allí a los niños expósitos; y en el siglo XIX desapareció la institución, ocu-
pando el edificio mas tarde, según Agapito y Revilla, la Caja de Ahorros y
Monte de Piedad de la ciudad.
Zona de
la Plaza
Mayor
Zona de
la Plaza
Mayor
No es la zona más antigua de Valladolid,
pues quedaba extramuros de la primitiva cerca,
135
del siglo XIII ya se la conocía como plaza del Mercado. Hasta esas fechas el mer-
cado se venía realizando en la plaza de santa María (hoy de la Universidad).
Los puestos de alimentos que se montaban en la Plaza Mayor estaban per-
fectamente agrupados por géneros (como por ejemplo en la Casa de la Red,
donde se vendía el pescado). También comenzaron a instalarse en la plaza y sus
aledaños muchos gremios de artesanos, como se recuerda en las estatuas de la
nueva Fuente Dorada. Es fácil imaginar la barahúnda de animales de granja,
productos del campo, carnes, pescados y cacharros de todas clases que llenarían
la zona, con una ensalada de balidos, cacareos, voces de las verduleras y golpe-
teos metálicos en los talleres de los artesanos. Entre aquel gentío proliferarían
los pícaros y comerciantes sin escrúpulos, y en los documentos de la ciudad En la foto de la izquierda, así se vería
la portada de san Francisco en la plaza
abundan las ordenanzas municipales que intentaban poner coto a fraudes y
si se hubiera conservado.
abusos. Hay montones de ellas, alguna tan alarmante como el edicto del inten- A su derecha, dibujo de Ventura Pérez
dente corregidor, de mayo de 1787, en el que se ordena a fruteras y hortelanos utilizado para hacer la reconstrucción.
que tengan cuidado y no La falta de proporciones es manifiesta
y desgraciadamente constante en todos
«…mezclen (como alguna vez a sucedido funestamente) cicuta con el peregil.» los que, como éste, realizó para ilustrar
una de las copias de la “Historia de
La fuente dorada que dio nombre a la plaza donde se ubicaba, se llamó en Valladolid” de Antolínez de Burgos.
sus primeros tiempos “fuente de los espaderos”, pues en los soportales cerca- Como en otros casos, a las labores
nos a Cánovas del Castillo tenían sus talleres estos artesanos. Según Ventura de documentación y recopilación
de elementos, se sumó la de ajustar
Pérez, en 1725, cuando la plaza era conocida como “de la gallinería vieja”, se los volúmenes de la fachada a
efectuaron importantes obras en la fuente. Entonces la gente la empezó a llamar unas medidas razonables.
de otra manera muy curiosa:
138 Rincones con fantasma
«…quitaron una bola con su aguja que tenía de bronce y pusieron unos del-
fines de piedra y encima un tiesto de flores a la estatua de la primavera, de
tres cuartas poco mas o menos de alto, muy dorada, a la cual un muchacho
la quitó la cabeza de una pedrada y jamás se la volvieron a poner, y hoy se
llama la fuente de la primavera sin cabeza…»
creyendo que su hija era fruto de otra relación, y ni corto ni perezoso tomó una
“ecuánime y piadosa” decisión: arrojar a la pequeña a unos leones. Como las
bestias no hicieron daño a la niña, el soberano lo tomó como una señal divina y
devolvió el favor a madre e hija.
Otro ilustre personaje enterrado un tiempo en san Francisco fue Cristóbal
Colón, tras su muerte en 1506. Murió asistido por franciscanos, quién sabe si
de este mismo convento.
También las crónicas sobre san Francisco nos han dejado un dato curioso,
esta vez nacido de la pluma de Ventura Pérez, que nos habla de lo agreste de los
aledaños de los Torozos en los albores del siglo XVIII:
«Año de 1736, día 19 del mes de enero, se halló un lobo en la huerta de San
Francisco, del tamaño de un perro mastín… lo mataron a la puerta de la capi-
lla de los ajusticiados; no hizo daño alguno. Le llevaron a Malcocinado y allí
lo tuvieron colgado mucho tiempo. Este lobo estaba mojado, se discurrió que
pasó el río por las tenerías, y se desatinó, y se metió en la ciudad, porque
detrás del Prado se crían bastantes.»
dra, tan escasa por estos parajes. La estatua de san Francisco que presidía la
fachada se usó como pavimento, si atendemos a la carta que recibió Juan Agapito
y Revilla en calidad de presidente de la Sociedad Castellana de Excursiones, en
septiembre de 1914:
«…una persona de Valladolid, respetable y digna de todo crédito, me comu-
nica la noticia de que la estatua de san Francisco que había sobre la puerta de
su convento en esta ciudad, está enterrada en la calle de Mendizábal, al pie de
la verja de hierro en que hay dos leones de piedra, y da paso al jardín perte-
neciente a la casa núm. 10 de la calle de la Constitución.»
Si tal estatua se encontró o no, nada se sabe. Desde luego no está en nin-
gún museo, y no es fácil que esté todavía enterrada.
En el famoso de incendio de 1561 se quemó gran parte de esta zona, siendo
reconstruida siguiendo unas pautas impuestas por el poder Real. Efectivamente,
una cédula de Felipe II fechada en diciembre de 1564, ordenó hacer las fachadas
y soportales de la Plaza Mayor y sus aledaños. Lamentablemente, su disposición
original ha variado bastante, pues muchas calles y casas han desaparecido.
El proyecto contemplaba la construcción de una sede propia para el Ayun-
tamiento, que fue erigido en la acera de enfrente de la de san Francisco. Estos
son unos pocos apuntes históricos sobre nuestra emblemática plaza, cuyo
recinto ha sido escenario de torneos y juegos de toros, ejecuciones, revueltas
populares y espantosos autos de fe. En una última intervención fue sometida a
un polémico “lavado de cara”, con la buena intención de recuperar su estado
original, a base de pintar las fachadas de un tono rojo “almagre”.
Platerías
En Valladolid hubo cinco cofradías penitenciales con iglesia propia, cifra
que hoy día se ha reducido a tres. Fue notable la influencia que estos templos
tuvieron en su entorno, llegando incluso a dar nombre a la calle donde se
encuentran. Los nazarenos tienen su iglesia en la calle de Jesús. La cofradía de
las Angustias levantó su bello templo en la calle de su mismo nombre, llamán-
dose también un tiempo “de las angustias viejas” la calle donde tuvieron su
anterior oratorio, hoy Torrecilla. La penitencial de la Piedad también bautizó la
calle donde tuvo su iglesia, aunque hoy día ya no existe ni la denominación de
la calle ni la iglesia. La cofradía de la Pasión no fue una excepción y también
tiene el mismo nombre su templo y la calle que lo alberga, aunque la herman-
dad ya no tiene la propiedad del edificio.
La única excepción es la iglesia de la cofradía de la Vera Cruz, que no pudo
dar nombre a su calle por la sencilla razón de que ya tenía adjudicado uno por
su condición de calle gremial. Pero hagamos una pequeña reseña de esta peni-
tencial, pues no sólo influyó en esta calle, sino en algún otro punto de la ciudad.
La Vera Cruz nació, como quizá las Angustias y la Pasión, en el seno de la
orden franciscana. Tuvo gran vinculación con el desaparecido monasterio de
san Francisco, y celebró los cultos en él hasta la construcción de su primer ora-
torio. Fue la primera penitencial que se fundó, pues ya existía en 1498.
Zona de la Plaza Mayor 141
El Ochavo
Frente a la puerta de la iglesia de la Vera Cruz se forma un pequeño espacio
a modo de placita. Si levantamos la vista, podremos ver en el ángulo de la casa
que hace esquina con la calle Rúa Oscura una gran argolla de hierro fijada a la
pared, que hace juego con otra que está situada en la plaza del Ochavo, en la casa
que hace esquina con Platerías.
De la argolla del Ochavo cuenta la leyenda que estuvo colgada la cabeza de
Álvaro de Luna, famoso valido del rey Juan II que, víctima de las conspiraciones
de sus enemigos políticos, fue condenado y ajusticiado en Valladolid. Nada más
falso que esta suposición, pues las dos argollas, la única función que desempeña-
ron en tiempos antiguos, fue la de sostener las colgaduras que a modo de toldos se
colocaban durante la procesión del Corpus. Además, en la época en que se cons- 5 J. José MARTÍN GONZÁLEZ. El escul-
truyeron estas casas, Álvaro de Luna llevaba muerto más de un siglo. tor Gregorio Fernández. Pág. 169.
144 Rincones con fantasma
¡Santos varones!
En el año 1880 tuvieron que hacer frente a otra adversidad; en esta fecha se
comenzaron los trabajos para la construcción del mercado del Val, y en el pro-
yecto se contemplaba la urbanización de la zona, que incluía mejorar el acceso
hacia la Plaza Mayor a base de alinear y ensanchar varias calles.
La iglesia de Jesús se encontraba en el camino de la piqueta y el arquitecto
municipal Ruiz Sierra, quizá llevado por el entusiasmo del proyecto, declaró
que el templo estaba “en el último periodo de su probable duración”, propo-
niendo su derribo a cambio de una indemnización de 108.000 pesetas. Afortu-
nadamente, otro arquitecto, José Benedicto y Lombía, presentó otro proyecto
en el que sólo se derribaría parte del templo, la correspondiente a 6,70 metros
lineales que sobresalían de la casa del capellán, construyéndose una nueva
fachada en línea con la nueva calle. Se hicieron las cosas de esta manera, indem-
nizándose a la cofradía con 18.500 pesetas por el trozo de iglesia. Paradójica-
mente, fue Ruiz Sierra, el que había propuesto su derribo, el encargado de
levantar la nueva fachada de ladrillo que hoy se puede contemplar.
También tuvieron los nazarenos sus relaciones con el convento de san
Francisco, destacando su participación en una procesión que realizaban los
frailes desde finales del siglo XVII, posiblemente al comenzar la Cuaresma.
Acudían con todo su aparato, incluyendo la imagen del Nazareno, y eran
La iglesia de Jesús, acompañados por multitud de religiosos y niños vestidos de ángeles, que según
a “tiralíneas” con la calle. las crónicas
«llevaban muchas demostraciones de lo que somos, como calaveras, huesos
y estatua entera (una “estatua entera” era una imagen de la muerte).»
Las crónicas de estos siglos pasados están llenas de referencias a curiosas apli-
caciones públicas de la ley como ésta. Citaremos algunas que, de no ser por su con-
tenido trágico, podrían resultar cómicas. Por ejemplo, el castigo a dos mujeres por
alcahuetas, que comenzó por llevarlas a un tablado en la plaza precedidas por
música y pífanos; una vez sentadas en sendos bancos, el verdugo empezó el trata-
miento:
«…las ató los pies, las despojó de la ropa el medio cuerpo arriba, y una des-
pués de otra las untó muy bien de miel el medio cuerpo, en seguida las
cubrió de pluma, con lo cual y estar peladas la cabeza y cejas a navaja, for-
maban unas figuras de la mayor irrisón; permanecieron así en dicho tabla-
dillo como un cuarto de hora poco más. Fue innumerable el concurso de
gentes por las calles y en la plaza para ver semejantes espectáculos…»
La plaza de santa Ana es una de las más bonitas de la ciudad por sus edi-
ficios y su sereno ambiente. La familia Boniseni tuvo en ella un enorme palacio
que, según Pinheiro, tenía nada menos que 390 habitaciones. Pero el edificio
más importante de la plaza es el que le da nombre: el monasterio de santa Ana7.
Procede del fundado en 1281 por los condes de Carrión en la localidad palen-
tina de Perales, del que varias de sus monjas se trasladaron a Valladolid en 1594.
La condesa de Carrión, doña Catalina, era hija de los reyes don Alfonso y doña
Sancha, por lo que la comunidad ha sido siempre considerada como de funda-
ción Real, y a ese carácter aludieron para conseguir en 1779 que el monarca
Carlos III se hiciese cargo de la reconstrucción del entonces ruinoso edificio.
De estas obras se encargaría el arquitecto real, Francisco Sabatini. El monaste-
rio cuenta con numerosas obras de arte repartidas entre su interesante museo y
su iglesia, que posee varias pinturas de Goya.
La plaza de santa Ana fue lugar muy frecuentado por las gentes que anti-
guamente se dirigían al corral de comedias que existió en la vecina plaza de Martí
y Monsó, y también servía de tránsito a la iglesia de san Lorenzo, pues ésta queda
Apunte tomado en el Museo de Escultura del
justo al lado del monasterio. En este templo se venera a la Virgen de san
“sayón de la trompeta” del grupo “Camino
Lorenzo, patrona de la ciudad, conocida de antiguo como Virgen de los Agua- del Calvario”, uno de los muchos pasos que
dores, pues se encontraba en una hornacina sobre la puerta de los Aguadores de tuvo la penitencial de la Pasión.
las primitivas murallas. Esta imagen fue muy querida por el merino y regidor
Pedro Niño, quien hizo construir la iglesia sobre la antigua ermita existente. Por
cierto que don Pedro fue un apasionado partidario del emperador don Carlos
durante la guerra de las Comunidades, lo que le valió el odio del pueblo. Por esta
causa, un grupo de chavales aprovechando las revueltas le quemó sus casas. Una
vez que se pacificaron las cosas, don Pedro creyó lícito reclamar del emperador
la pérdida de sus posesiones, y cuando éste le preguntó que quién le había cau-
sado tal daño, don Pedro respondió: “Los muchachos”. Carlos I le contestó con
sorna: “¿Acaso soy yo Herodes?”. Y nuestro regidor quedó en ridículo. Hay una
crónica de estos sucesos que escribió Canesi:
«…y el pueblo al punto se puso en armas, y corriendo por todas las calles
como fuera de sí …fueron a las casas de Pedro Portillo al anochecer, que
era procurador mayor de Valladolid …con intento de que determinase
algunas cosas pertenecientes al gobierno de esta ciudad; pero Portillo no los
respondió tan bien como ellos esperaban porque les llamó alborotadores y
ladrones, con que maltratados así y con la perversa y fea intención que lle-
vaban se enojaron tanto que le rompieron las puertas y ventanas y entra-
ron en la casa; y en tal peligro hizo bastante él en librarse de sus manos y
como no le pudieron coger le robaron el aparador de plata y saquearon la
casa y tienda que tenía de riquísimos paños y sedas, que era mercader, y
7 J. José MARTÍN GONZÁLEZ Y Fco.
delante de su puerta quemaron muchas piezas de brocados, sedas, paños,
Javier de la PLAZA SANTIAGO. Catálogo
tapicerías, mantas, armiños y otras cosas de gran valor, hasta las gallinas y monumental de la provincia de Valladolid.
otras menudencias, y todo lo arrojaron al fuego o se lo llevaron hurtado; y Monumentos religiosos de la ciudad de
sobre esto se acuchillaban con otros; y después rieron mucho, porque arro- Valladolid. Parte segunda. Pág. 7.
150
Rincones con fantasma
jando un papagayo en las llamas, dijo hasta que se abrasó: judío que me
quemo, judío que me quemo; y se apreció el daño en más de tres cientos de
maravedís; y no saciados con esto, comenzaron a demoler la casa, que
estaba donde ahora el Ochavo, y unos muchachos que seguían a sus padres
pegaron fuego a la solana, donde había leña y manojos …de allí partieron
a las de Alfonso Niño de Castro, merino mayor de Valladolid, y le busca-
ron para matarle, y no encontrándole, derrocaron el pasadizo de sus casas,
que es el que hoy se ve reedificado junto a la iglesia de la Pasión.»
Convento de la
Santísima Trinidad:
“aposento nuevo”.
Cualquier vestigio del convento, morada del insigne Simón de Rojas, desa-
pareció incluso de la memoria histórica de la gente. Pocos saben que en el
terreno que hoy ocupa la calle Veinte de Febrero existió una de las iglesias más
soberbias que hubo en la ciudad, y que el cine “Roxy” y el teatro “Lope de
Vega” ocupan parte del solar de aquel monasterio.
152 Rincones con fantasma
Bibliografía
y situación
Bibliografía
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158
Rincones con fantasma
Aquí acaba este intento de condensar en unas páginas los rincones desa-
parecidos de Valladolid. Pero como más serviría este libro es complementán-
dolo en la calle, saboreando la ciudad y paseándola sin prisas, parándose a mirar
esas venerables fachadas, que muchos saben que están ahí pero nada más. No
nos dé vergüenza conocer nuestro patrimonio, pues lo vergonzoso es visitar los
museos que están donde vamos de veraneo y no conocer los de aquí.
Gracias a todos los que me habéis ayudado a finalizar esta empresa, en
especial a María Antonia Fernández del Hoyo, profesora de la Universidad de
Valladolid y prestigiosa investigadora. Sin su trabajo de años, este libro no
hubiera sido el mismo. Gracias a Fernando Nieto Pinto, “Tito”, por creer en mi
proyecto y a Paz Altés por su amabilidad. Gracias a mi compañero Félix Gar-
cía Arroyo por ayudarme a “cazar” elementos para las reconstrucciones, labor
pesada y en extremo desesperante. Y desde luego, gracias a usted también por
haber escogido este libro. Vuelvo aquí a pedirle benevolencia hacia esta “opera
prima”, pues quien la ha escrito no es más que un simple trabajador, con afi-
ciones quizá demasiado elevadas para sus posibilidades. Si es usted forastero y
le ha servido mi libro, espero que haya disfrutado de él y de su estancia aquí.
Regrese cuando quiera, que ésta es ya su ciudad, y traiga consigo a quien esté
interesado en ver nuestros “santos de palo” y nuestros viejos rincones.
Si decidiese usted algún día releer estas páginas, me sentiría muy honrado
y daría mi labor por buena. Por si así fuera… ¡hasta entonces!
Como escribió Pinheiro,
«mi historia acabada, mi boca llena de mermelada».
Índices
165
Índice
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 11
ZONA DE LOS PALACIOS REALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Calle de san Quirce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
San Agustín, santa Catalina y santa Isabel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
El primer palacio real . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
San Pablo, una plaza de reyes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
ZONA DE SANTIAGO, ZORRILLA Y CAMPO GRANDE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Calle de Santiago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Plaza de Zorrilla y Campo Grande . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Paseo de Zorrilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
ZONA DEL PRADO DE LA MAGDALENA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Del lado de la Magdalena y las Huelgas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Al otro lado del Prado: las Descalzas, Chancillería, san Pedro y santa Clara . . . . . . . . . . 66
ZONA DE LA CATEDRAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Catedral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Santa Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Universidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
La Colegiata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Las Angustias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
San Martín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
ZONA DE LA PLAZA DE ESPAÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Plaza de España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Calle de Teresa Gil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
Calle de Miguel Íscar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
Calle de la Mantería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Calle del Duque de la Victoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Calle de Panaderos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
ZONA DE LA CALLE DEL SANTUARIO Y SAN JUAN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Calles del Santuario, Fray Luis de León y López Gómez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Calle de la Merced y san Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
ZONA DE SAN MIGUEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
San Miguel ................................................................................................... 123
ZONA DE LA PLAZA MAYOR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Plaza Mayor y Fuente Dorada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Platerías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
El Ochavo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Calle e iglesia de Jesús . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Calle e iglesia de la Pasión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Santa Ana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
BIBLIOGRAFÍA Y SITUACIÓN DE LOS EDIFICIOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
166
Rincones con fantasma