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CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANÍA Y IDENTIDAD – 3RO

LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DEL GÉNERO Y EL SEXO

Los conceptos de sexo y género


Con mucha frecuencia escuchamos o leemos que las personas utilizan los
términos sexo" y "género" de manera indistinta, como si fueran sinónimos. Sin embargo,
se trata de dos conceptos que se refieren a cosas diferentes.
El concepto de "sexo" alude a las características fisiológicas y sexuales que tienen
las personas al nacer. Actualmente, la tecnología permite conocer el sexo de una
criatura, "femenino" o "masculino, cuando es concebida. Pero también existe otra
categoría, la de "intersexualidad", que se refiere a una persona que nace con una
anatomía sexual o reproductiva que no parece caber en las dos categorías anteriores.
Se trata de una variación orgánica por la cual un individuo presenta características
genitales y fenotípicas propias de varón y de mujer a la vez. El término "sexo",
entonces, comprende todos los factores que diferencian científicamente a hombres y
mujeres. Por ejemplo, los cromosomas XX o XY, que determinan si una persona es
hombre o mujer, respectivamente.
El género, en cambio, se refiere a las ideas, las normas y los comportamientos
que la sociedad ha establecido para cada sexo, y al valor y significado que se les asigna.
Por eso, decimos que el género es una construcción social y cultural que define las
diferentes características emocionales, afectivas e intelectuales de una persona, así
como las conductas que cada sociedad asigna como propias y naturales de hombres y
de mujeres.

Las representaciones colectivas relacionadas con el sexo y el género


Como vimos, el género es una construcción social. Esto quiere decir que cada
sociedad, en un tiempo y un lugar determinados, define qué ideas y comportamientos
son los propios del género masculino y cuáles, del femenino. De este modo, lo que se
entiende por varón y mujer ha ido cambiando a lo largo de la historia. Aún en la
actualidad, a pesar de vivir en la era de la globalización, las ideas sobre el género son
diferentes según el país y la región del mundo de que se trate. Por ejemplo, mientras
en algunos lugares resulta perfectamente normal que los varones utilicen polleras, en
otros serían considerados transgresores. Entonces, los diferentes discursos sobre
género que circulan en la sociedad suelen naturalizar, es decir, atribuir a la naturaleza
o a la biología, un conjunto de características que, en realidad, son construcciones
culturales. Estas construcciones culturales son ideas e imaginarios de lo que es "ser
hombre" o "ser mujer": qué se espera de cada uno de ellos, qué actitudes e incluso
posturas corporales deben adoptar, qué roles sociales deben cumplir, qué trabajos
deben o están capacitados para desempeñar. De este modo, tanto la masculinidad
como la femineidad se componen de una serie de representaciones que son, a la vez,
sexuales, estéticas, éticas y afectivas.

Ser "niño" o "niña”, incluso antes de serlo


Frecuentemente, el sentido común afirma que el sexo antecede al género. Se
argumenta que se nace varón o mujer, y luego se aprende qué debe hacer cada uno
según lo que se espera de él o de ella. Sin embargo, cuando un bebé nace, ya hay algo
dicho sobre él. Aunque el bebé aún no sabe nada de sí e ignora la existencia de la
diferencia sexual anatómica, la sociedad ya ha establecido lo que debe hacer. El sexo
anticipa al género en las significaciones que los adultos (los padres, en primer lugar)
le han dado al bebé. Por ejemplo, un comportamiento habitual es distinguir a los niños
de las niñas por el color de sus prendas de vestir: el celeste para los varones, y el rosa
para las mujeres. Comportamientos como este, sumados a otros que los adultos
estimulen o sancionen (como el tipo de juguetes que les den), irán condicionando una
identidad de género.
La construcción binaria, varón/mujer, se denomina sistema de género. Aunque
se remonta mucho en el tiempo, este sistema se reforzó en el siglo XIX mediante la
consagración del modelo heterosexual de relaciones de pareja, también llamado

PROF. JOSÉ MANUEL CANDIA


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"modelo heteronormativo”. Desde entonces, otras elecciones sexuales que no


respondían a este modelo comenzaron a ser estigmatizadas. Ser gay, lesbiana o travesti
se convirtió en un motivo de sanción social, lo que provocó sufrimiento en las personas
que experimentaban su sexualidad por fuera de la heteronormatividad.

Modelos para desarmar


En nuestra sociedad no es difícil encontrar señales de lo que se espera de un
hombre y de una mujer. De acuerdo con el sistema de género dominante, las mujeres
suelen ser imaginadas como seres más débiles, sensibles, dóciles y afectuosos, en
contraposición a los varones, a quienes se piensa como fuertes, insensibles, frontales
y reacios al amor.
Estos roles son aprendidos desde la infancia más temprana. Las rutinas de crianza
van moldeando comportamientos que inciden decididamente en el futuro. Mientras las
niñas suelen ser incentivadas a buscar protección y cuidado, a que expresen sus afectos
mediante el contacto corporal, los niños son estimulados a utilizar la fuerza y controlar
las manifestaciones de afecto. Estas formas diferenciales de crianza también se
manifiestan en los juegos que se les ofrece a unas y otros. Las nenas, por ejemplo, son
impulsadas a jugar a la mamá, la cocina y las muñecas, de modo de prepararlas para
que internalicen que su rol "natural" en el futuro será el de madres y amas de casa.
También es frecuente que, desde muy pequeñas, las niñas jueguen a maquillarse y a
elegir cuidadosamente su vestimenta o a que simulen ser princesas y se vistan como
tales. Estos juegos van modelando la idea de que ser mujer es estar arregladas y lindas
exteriormente. Por el contrario, los nenes suelen ser estimulados para que jueguen
con autos, soldados, pelotas o robots. Es decir que, desde muy pequeños, se los educa
para que naturalicen, por ejemplo, la guerra y las demostraciones de fuerza y destreza
como rasgos esencialmente masculinos. También es frecuente que algunos adultos
demuestren preocupación cuando un niño o una niña se interesa por los juegos que se
suponen propios del género opuesto. Esta conducta (evitable), además de limitar la
capacidad de imaginación, refuerza una serie de prejuicios que tendrán consecuencias
negativas en el futuro. Estas prácticas, por ejemplo, les enseña a las nenas cómo ser
buenas mamás, pero no les enseña a los varones cómo ser buenos papás. De igual
modo, se incita a las niñas a sobrevalorar su aspecto físico en detrimento de las
capacidades intelectuales.
Felizmente, en la actualidad el sistema de género dominante está siendo
criticado y revisado desde múltiples sectores de la sociedad. Es deseable que las
sociedades democráticas permiten que las personas crezcan y se desarrollen sabiendo
que varones y mujeres somos diferentes, pero que no hay una sola manera de ser varón
o de ser mujer. Todas las personas somos sensibles y fuertes al mismo tiempo; capaces
de amar, y también de luchar cuando algo no nos gusta. Por lo tanto, podemos disfrutar
y beneficiarnos de todas las potencialidades humanas sin importar qué sexo tengamos
y qué identidad de género elijamos asumir.

Actividad:

1) ¿Por qué podemos decir que el género es una construcción social? ¿El sexo,
determina tu género?
2) ¿A qué se le llama “modelo heteronormativo”? ¿Cuáles son las consecuencias de
dicho modelo?
3) Menciona algunas representaciones sociales que están directamente
relacionadas al género de una persona en nuestra sociedad (tres de cada
género). Por ejemplo: hombre – cocinar asado o mujer- limpia la casa. Pueden
ser actividades, profesiones, cualidades físicas o psicológicas, etc.
4) Teniendo en cuenta lo relatado en el último párrafo del texto, ¿Cuál es tu
opinión sobre el mismo? ¿Cómo crees que se pueden desarmar estos modelos?

PROF. JOSÉ MANUEL CANDIA

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