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LA TÉCNICA METAMÓRFICA: ORIGEN Y


FUNDAMENTOS

El contacto con la Tierra es siempre


revigorizador para el hijo de la
Tierra, incluso cuando busca un
conocimiento suprafísico. Puede
incluso decir que lo suprafísico sólo
puede ser realmente dominado en
su totalidad... cuando mantenemos
los pies firmemente apoyados en lo
físico. "La Tierra es su pie", dicen
los Upanishads, imaginando el Yo
que se manifiesta en el universo.
Sri
Aurobindo

La visión del ser humano como una unidad


y del cosmos como una telaraña de relaciones
dinámicas, en gran parte apuntalada por el
avance de la física cuántica, está dando lugar a
un nuevo enfoque de la medicina. La medicina
holística, que surge de esta concepción
integral, se basa en principios naturales y
eternos, como la capacidad autocurativa que
cada individuo posee, y de que es en realidad,
es la misma vida el vehículo de curación.
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La Técnica Metamórfica, descubierta y


sistematizada por Robert St John, naturópata
dedicado a la investigación en el campo de la
medicina cuerpo-mente, se inscribe en esta
línea terapéutica basada en el principio de que
el gran curador es la propia vida.
La fuerza de la vida, la fuerza vital, es
esencialmente dinámica e impermanente.
Mediante el proceso de homeostasis, los
organismos vivientes van adaptándose a cada
etapa evolutiva. Del mismo modo, los desafíos
de cada instancia de la vida implican una
adaptación psicoespiritual ante una realidad
multifacética y variable. Muchas veces, existen
bloqueos que impiden la evolución, provocando
estancamiento y enfermedad. La Técnica
Metamórfica se basa en el principio de que, para
apuntalar la transformación del individuo en su
proceso evolutivo, es preciso liberar los
condicionamientos establecidos en el período de
gestación, tiempo en que
se forman las
estructuras físicas,
emocionales y mentales.
Durante los nueve
meses que van de la
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concepción al nacimiento, se registra la


influencia de numerosos factores, que van
desde la manera de ser de los padres, pasando
por el momento cultural y social que se vive,
hasta influencias inmateriales, astrológicas y
cósmicas. Todos esos elementos y muchos más
confluyen en el momento de la concepción y lo
siguen haciendo durante la gestación,
condicionando en gran medida las
características del nuevo ser.
Según el enfoque metamórfico, esa
estructura abstracta, esa estructura de tiempo
desde la concepción al nacimiento, está
inscripta en la columna, ya que ésta se contacta
directamente con las
paredes del útero, Miniatura
Cristo lava los pies de sus apóstoles.
de un salterio, de principios del siglo XIII.

aparte de ser en gran parte el eje fundamental


de la vida en el cuerpo físico. Realizando un
masaje en las zonas reflejas de los pies, de las
manos y de la cabeza, se puede actuar sobre
ese período de nueve meses, liberando
conflictos y bloqueos, estimulando el poder de
autocuración y las potencialidades latentes,
muchas veces inertes, no descubiertas o
bloqueadas. La capacidad transformadora que
cada individuo posee para llegar a ser lo que
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potencialmente es quedaría liberada mediante


esta poderosa técnica que apunta a la puesta en
acción de la fuerza vital para movilizar la
capacidad curativa y transformadora que cada
individuo posee.
A diferencia de la reflexología, que actúa
sobre el cuerpo físico y tiende a aliviar
síntomas y dolencias, el trabajo metamórfico se
orienta hacia una estructura de tiempo, la del
esquema prenatal, en que se establecieron las
fortalezas y debilidades del ser a todo nivel, y
aunque se logra un efecto sanador eficaz y
duradero, se prescinde de los síntomas y de las
enfermedades, orientándose a permitir que la
fuerza de la vida fluya libremente y se haga
cargo del proceso curativo.

Es cierto que el período de gestación


pertenece al pasado. Pero el tiempo no es
lineal, el pasado está todavía con nosotros, lo
podemos liberar y cambiar, creando una
realidad más saludable y más libre.

La historia metamórfica del ser humano


podría ser narrada desde el impulso vital
primigenio en la pre-concepción y la
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concepción; de allí hasta la primera célula que


crece hasta convertirse en un embrión, que,
luego de los cuatro meses, comienza a explorar
un medio más allá de sí mismo. Después del
nacimiento, vamos experimentando el mundo
a través de los sentidos, las manos y los pies,
siempre guiados por el espíritu superior que
mora en nosotros y nos brinda su protección y
asistencia.
Nuestro camino en la tierra es un trayecto
de expansión. Vamos creando fronteras
divisorias, y a la vez, debemos poner en juego
nuestra mente, nuestra intuición y nuestra
conciencia para ir ampliando nuestros espacios
y liberando los condicionamientos y las
ataduras. Debe quedar claro que la
responsabilidad sobre lo que somos
y lo que hemos de ser nos
corresponde a nosotros mismos, y
de última, es una elección asumir
esa responsabilidad y abrirnos
libremente a la evolución. Si bien la
vida es la gran maestra, y nos aporta los
elementos para el trabajo evolutivo, nosotros
somos los artífices y hacedores del trabajo.
Podemos optar entre limitarnos a una visión
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estrecha y estática de nuestra propia existencia


o entregarnos al flujo de la vida, muchas veces
incierto e impredecible, pero que nos va
ofreciendo las posibilidades para
desarrollarnos como seres humanos completos.
Aunque nos esforcemos en la permanencia,
jamás lo lograremos, porque el principio que
rige el microcosmos-macrocosmos es la
impermanencia, el movimiento, la evolución.
De manera que si no lo hacemos
espontáneamente, el cambio deberá sobrevenir
a través del sufrimiento.
Mediante un simple masaje en los centros
vitales principales por los que percibimos,
hacemos y nos movemos, podemos facilitar la
acción de esa fuerza transformadora que reside
El pie de Buda
en nosotros como un potencial de creatividad y
evolución, esperando ser puesta en acción.
Contamos para ello con la guía del espíritu
superior, que a través del alma se pone en
contacto con nuestro cuerpo, nuestra mente y
nuestras emociones, para dar a luz al
individuo completo al que estamos llamados a
ser cada uno de nosotros.
Una de las mayores virtudes de la Técnica
Metamórfica radica en la posibilidad que
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ofrece de facilitar el desbloqueo de antiguas


cristalizaciones, establecidas en un tiempo
inaccesible a la conciencia humana.

Los pies reflejan nuestra manera de estar en


el mundo y de andar por él. No solemos dar
importancia a nuestros pies, y a veces hasta los
escondemos. La pelvis es la zona de donde
nacemos al mundo, y psicológicamente, desde
allí, podemos darnos a luz a nosotros mismos.
El centro del movimiento, que se inicia en la
pelvis, culmina en los pies, mediante los cuales
avanzamos por la vida.
Los pies simbolizan nuestro arraigo con la
tierra, y a la vez atraen las energías más
sublimes de los planos celestiales y causales. En
Bodhgaya, India, un inmenso pie de Buda
tallado en piedra representa el enorme poder de
aquellos pies a cuyo paso nacían capullos de
loto. Jesús lavaba los pies de sus discípulos para
que lograsen una comunión con él. Todo ese
simbolismo refleja cómo el cielo y la tierra
confluyen en los pies en sagrada unidad del
arriba con el abajo.
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En cuanto a las influencias que configuran


la vida, múltiples son los factores que
confluyen en el momento de la concepción. El
ser físico se plasma a partir de la estructura
genética de los padres, incluyendo rasgos
físicos, enfermedades genéticas y tendencias
de toda índole. La raza, la cultura vigente, el
momento que se vive, son elementos decisivos
en la configuración de la nueva vida.
Existen otros factores menos concretos. El
inconsciente colectivo encierra modelos
ancestrales, comunes a todos los seres
humanos, presentes en la psiquis a través de
los arquetipos, que cada individuo que nace
trae consigo. Principios universales como el
karma y la reencarnación, inscriptos en cada
individuo naciente, afectarían la calidad y las
acciones del futuro ser. Los reinos angélicos y
los guías espirituales, que actúan desde
dimensiones superiores, actuarían como
inspiración y ayuda en las instancias
perinatales y en el desarrollo posterior del
individuo.
La posición de los planetas y los signos del
Zodíaco, según explica la Astrología, marcan
rumbos en los esquemas del psiquismo
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individual y colectivo, sumados a la influencia


del sol y de la luna, como también el lugar del
planeta donde aflora cada conciencia. Los
demás reinos, mineral, vegetal y animal, se
hallan íntimamente vinculados al humano. Las
gemas y cristales proporcionan energías de
gran poder; los espíritus de la naturaleza y
devas hacen lo suyo, e investigaciones
recientes de Rupert Sheldrake, con su teoría de
los Campos Mórficos, demuestran la existencia
de planos energéticos comunes entre los
animales y el ser humano, más allá de lo
imaginable.

Habitualmente, vemos la realidad en su faz


tridimensional, expresada en la materia, el
tiempo y el espacio. Más allá de ello está el
reino del Espíritu superior, la Mente de Dios,
de donde procede la vida, el reino de la
Potencialidad Pura, según la denomina
bellamente el doctor Deepak Chopra.
Los grandes interrogantes de la existencia
humana, como quiénes somos, de dónde
venimos, cuál es la finalidad de nuestra vida,
parecen tener una respuesta asociada al logro
de la Unidad, que alguna vez conoció nuestra
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alma. Alcanzar esa meta supone sortear una


serie de obstáculos o bloqueos. Los maestros
espirituales de todos los tiempos nos explican
que las piedras que hallamos en el camino son,
en realidad, peldaños, hitos hacia nuestra
evolución.
Pareciera que antes de la concepción
conocemos la finalidad de nuestra vida en la
tierra. Dicha finalidad, que proviene de lo
Absoluto, ha de plasmarse en la tierra, en la
realidad tridimensional en que hemos
encarnado. Todo lo que necesitamos para
llevar a cabo nuestro propósito, nuestro
dharma, es atraído hacia nosotros, en el
momento de la concepción y a través de todo
el proceso evolutivo. Y todos los sucesos,
desfavorables o no, de la etapa perinatal,
quedan registrados como cristalizaciones en el
tiempo.
La Técnica Metamórfica opera sobre la
fuerza de la vida, sin analizar tal o cual
influencia, respetando el misterio de la vida y
obrando desde lo infinito a lo finito, desde lo
absoluto a lo concreto, abriendo paso a la
movilización de estructuras antiguas y
propiciando un estado bio-psico-espiritual de
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mayor libertad y plenitud. Al liberar bloqueos


sobre los que no tenemos conciencia ni
memoria, se estimula la liberación de la
resistencia a los cambios que la vida misma va
sugiriendo a cada ser, en cada etapa y en cada
momento de su existencia terrena. Dado que
nada es fijo ni permanente, sino que todo fluye
y se renueva de manera incesante.

EL ESQUEMA PRENATAL

Cada niño que nace es, a la vez que un


milagro, un misterio que nos insta a indagar
acerca de nuestro origen y nuestro destino.

Para comprender la naturaleza humana,


podemos tomar como punto de partida el
momento de la concepción, ya que representa la
encarnación inicial, el instante a partir del cual
asumiremos una forma física en la tierra. A la
concepción sigue el proceso de embriogénesis,
el surgimiento de un ser individual, que es a la
vez una expresión del Todo manifiesta en las
partes, y de las partes hacia el Todo
(microcosmos-macrocosmos) El principio de
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las Correspondencias nos explica que los


mismos elementos del universo están
presentes en cada individuo.
En el momento de la concepción, el óvulo y
el espermatozoide se unen para formar una
célula única, el cigoto, que contiene la herencia
genética de los dos padres. A partir de esta
célula, mediante una serie de transformaciones,
se crea un nuevo organismo completo, con
características particulares, como el grupo
sanguíneo, el color de sus ojos, rasgos de su
rostro y muchas más. Además de esta herencia
genética aportada por los padres, cada
individuo posee una herencia genética
universal, arquetípica, de acuerdo a esas leyes
universales que rigen el desarrollo de la vida.
Después de la división primaria, las células se
van organizando por sí mismas en esquemas y
produciendo estructuras tales como la cabeza,
los ojos y los miembros, cada una en el lugar
adecuado y en función de un todo integrado.
El desarrollo del embrión se produce de
manera longitudinal, hacia abajo, desde el
cerebro hasta la base de la columna vertebral
(desarrollo céfalo-caudal) como lateralmente,
hacia fuera, desde la columna hacia el exterior a
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través de los miembros (desarrollo próximo-


distal) De esa manera evolucionaría también la
conciencia.
Según estos principios, en el esquema
prenatal diseñado por la Técnica Metamórfica,
el momento de la concepción se reflejaría en el
punto más alto de la columna, y el del
nacimiento, en la base de la columna (véase fig.
1).

Las distintas etapas del esquema prenatal


son las siguientes:

• Pre-concepción:
Es una etapa ajena al tiempo, el espacio y la
materia, en que la conciencia de la vida por
nacer se moviliza hacia la concepción, desde
lo absoluto.

• Concepción:
Es el punto de partida del ser individual, en
que confluyen los distintos factores que han
de formar la nueva vida, tanto abstractos
como más concretos, y que han de
desarrollarse en los nueve meses siguientes.
En el pie se registra en la primera articulación
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del dedo gordo, que refleja en la columna la


primera vértebra, que corresponde al cuello.
Además de ser el nexo entre lo abstracto y lo
concreto a un nivel más sutil, el cuello lo es
también respecto a lo abstracto, que
representa la cabeza, y la realidad física,
registrada en el cuerpo. El cuello simboliza el
comienzo de la vida. Los problemas en el
cuello podrían denotar un conflicto a nivel de
la concepción, o cierta reticencia a la
encarnación, al paso de lo absoluto a la
realidad relativa.

• Post-concepción:
Equivale a los primeros cuatro meses y
medio, periodo de importante crecimiento
físico. En este lapso la conciencia asume o
no el compromiso de vivir. Ello se define
alrededor de la 6a semana, en que se forman
los pulmones, vehículos de la vida
independiente. Si no se adopta ese
compromiso, puede que se produzca un
aborto espontáneo. A partir de la 6a semana
comienza entonces el desarrollo formativo
propiamente dicho. Se trata de un período
en que el individuo, formándose como tal,
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no percibe sin embargo diferencia alguna


entre él y el entorno.
La post-concepción corresponde a la zona
del pecho, desde el cuello hasta el plexo
solar, comprendida en los pies entre la
primera articulación del dedo gordo y el
centro del arco, reflejo de la columna entre
la parte superior de la misma y la 8a o 10a
vértebra torácica aproximadamente.

• Animación:
En esta etapa -entre las semanas 18 /22- el
feto comienza a moverse. Se trata de un
tiempo crucial para su desarrollo, ya que
pasa a comunicarse con el entorno, en que
su conciencia se expande de la introversión
a la extroversión.
Corresponde en el pie al punto situado
entre los huesos cuneiforme y navicular, en
el centro del arco, la zona del plexo solar,
zona refleja de las vértebras torácicas 8a a
10a.

• Pre-nacimiento:
En este período, comprendido entre las
semanas 18/22 y el nacimiento, el feto, con su
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cuerpo ya formado, se prepara para salir del


útero, de un espacio íntimo a un ambiente
social, de lo individual a la interacción, para
lo cual este lapso representa una preparación.
Se registra entre el centro del pie y el talón,
zona del abdomen, entre el plexo solar y los
genitales, reflejos de la columna vertebral
entre las vértebras 8-10 y el cóccix.

• Nacimiento:
Momento fundamental, en que el feto
provoca su propio origen, su propio
nacimiento, cuando está preparado. El niño
y la madre se convierten así en dos seres
separados. Esta vivencia puede darse, según
las circunstancias, desde el miedo y el
aislamiento o desde la libertad y la
expansión, lo que influirá en gran medida
sobre la vida futura.
Se registra en el talón, zona de la pelvis, que
refleja la base de la columna vertebral.
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Figura 1

En términos de conciencia, parece ser que la


glándula pineal, situada en el centro del cerebro,
representaría la conexión del alma humana con
el mundo del espíritu, el primer contacto de la
energía desde lo infinito a lo finito; mientras que
la glándula pituitaria, que se halla detrás de los
ojos, en el cerebro, sería la encargada de
contactar al ser humano con la tierra, el punto de
encuentro del alma humana con su conciencia
terrenal. En la zona refleja del pie, la primera se
ubicaría en el borde superior externo de la uña
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del dedo gordo, y la segunda, en el borde


inferior externo (figura 2).

Figura 2
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EL PRINCIPIO DE LAS
CORRESPONDENCIAS

Como es el interior,
así es el exterior;
como es lo grande,
así es lo pequeño;
como es lo de arriba,
así es lo de abajo;
así es, porque la Vida es
una y
hay una sola Ley
y el que las ha creado
es UNO.
Nada es interior,
nada es exterior,
nada es grande,
nada es pequeño,
nada es alto,
nada es bajo
en la
Divina Economía.
Axioma Hermético

A partir de la Física Cuántica, la ciencia ha


llegado a reconocer que la energía es la base de
todo lo que existe. Sobre ese principio asientan
20

sus teorías y sus técnicas las terapias del


contenido holístico.
La medicina mente-cuerpo se fundamenta
en la doctrina de las Correspondencias, enunciada
en el siglo XVIII por el místico sueco Emanuel
Swedemborg y retomada por Robert St. John.
Según esta concepción, las cualidades
espirituales y las formas físicas guardan
estrecha relación. Así, las tres formas básicas
en que la vida se manifiesta en el ser humano,
energía, mente y emoción, corresponden a las
tres estructuras celulares fundamentales del
cuerpo: tejidos duros, tejidos blandos y fluidos.
En el paisaje humano individual, los huesos
representan las rocas primordiales, los
músculos, órganos y piel, la tierra, con su
infinita capacidad de florecimiento, y la
sangre, lágrimas, orina, son los ríos y los mares
que fluyen a través de todo el ser, llenando y
vaciando los cántaros del cuerpo, en una sutil
y sofisticada danza de energía.
Los tejidos duros se asocian a los huesos, en
que se plasman los rasgos heredados, pautas
kármicas y todos los demás elementos que va
atrayendo el ser para su evolución.
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La columna vertebral es el eje de la


estructura ósea que, como el diamante en el
reino mineral, alberga la mayor cantidad de
energía atómica del cuerpo.
La energía vital que nutre al ser humano
desde la concepción y a lo largo de toda su
vida, está representada en los huesos, sustento
de la forma. A la vez, la energía espiritual es la
que insufla vida, poder y aliento a la materia.
El concepto de energía integra, por
consiguiente, tanto un aspecto material, la
forma o estructura, cuanto elementos más
intangibles, el impulso espiritual, hálito
esencial sin el cual la vida no podría
manifestarse.
Los tejidos blandos tienen que ver con el
aspecto mental del ver humano y simbolizan el
continuo movimiento de transformación que
se produce en su interior. Están representados
por la piel, la carne, los órganos, los nervios y
los músculos.
Los músculos aportan a los huesos la
capacidad de movimiento, la carne y la piel
ofician de protección.
Los órganos internos promueven y
mantienen las funciones del organismo. Los
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acontecimientos pasados quedan registrados


en los tejidos y se reflejan en las estructuras y
en las formas físicas. Espaldas encorvadas y
hombros caídos pueden ser signos de cargas
psicológicas. Las tensiones musculares que
bloquean la energía suelen corresponder a
mentes rígidas e inflexibles. Tumores, quistes,
o formaciones anómalas de cualquier índole
implicarían pautas mentales erróneas acordes a
la parte del cuerpo que afecten.
Nuestros conflictos o situaciones dolorosas
influyen en el tejido blando y aun el
golpearnos en determinadas partes del cuerpo
nos puede alertar sobre hechos inconclusos en
nuestra vida. La piel denotaría, al afectarse por
dolencias o erupciones, que deberíamos revisar
viejas pautas mentales que ya no sirven a
nuestra evolución.
El pensamiento, la inteligencia y la
conciencia quedan incluidos en los aspectos
mentales.
Los fluidos –sangre, agua, linfa, saliva–
circulan a través de todo el organismo y
constituyen el 90 % del cuerpo.
Los fluidos se asocian a las emociones, que
operan dando dirección al movimiento de
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nuestro cuerpo y a la expansión de la


conciencia. A medida que las limitaciones del
ego y de la personalidad se van trascendiendo
las emociones se subliman. La forma suprema
de la emocionalidad es el éxtasis, un estado de
puro amor y de unidad del alma con Dios. En
esta instancia, ya no es la mente sino el corazón
quien se adueña de la vivencia. El corazón es la
sede del amor puro y desinteresado, que no
exige a cambio, que fluye con la vida, como el
agua que se acomoda a las situaciones con
sutileza y liviandad, y que siendo lo más
blando es capaz, sin embargo, de aflojar las
mayores durezas.
Así, el ser humano –microcosmos– se
desarrolla y expande a partir de sus huesos,
sus músculos, su piel, los fluidos de su cuerpo,
en una unidad intrínseca y dinámica que es a
la vez parte de una unidad mayor, el
macrocosmos, que lo contiene y le da sentido y
trascendencia.
El conocimiento del principio de las
Correspondencias para la comprensión de la
técnica Metamórfica es fundamental, ya que,
como todo tratamiento bio-psico-espiritual, se
basa en la comprensión de la unidad intrínseca
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del ser humano, en sí mismo y con todo lo que


lo rodea. Además, pone de relieve la
importancia de trabajar al unísono mente-
cuerpo-emociones-espíritu, sin dejar de lado a
los extremos de esta unidad indivisa, como
suele suceder: el cuerpo, gran ausente en
numerosos trabajos terapéuticos, y el espíritu,
de más está decir, el olvidado de siempre.

CENTROS Y FUNCIONES BÁSICAS

La razón por la que el masaje se realiza en la


cabeza, las manos y los pies en esta original
técnica es que estos tres sectores corresponden a
las tres funciones humanas esenciales: pensar,
hacer y moverse (véase figura 3). De hecho, la
motivación inicial, la ejecución y la acción
propiamente dicha se realizan de manera
simultánea.
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Figura 3

El centro locomotor se extiende desde la


zona pélvica, a través de piernas y pies. Se
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asocia al movimiento físico. Los pies denotan


nuestra dirección en la vida. A través de los
pies nos contactamos con la tierra, recibimos
su energía primordial, y a la vez, mediante
ellos descargamos toda la energía de nuestros
sistemas. Son nuestros cables a tierra, nuestras
raíces. Por eso el masaje en los pies es funda-
mental, atañe a la manera en que nos movemos
en el mundo, a la dirección que seguimos y a la
necesaria transformación consciente de
nuestros movimientos. En el esquema prenatal,
el centro del movimiento se asocia a la etapa
de prenacimiento y nacimiento, en que
comienza a manifestarse la extroversión y la
socialización.
El centro de la acción afecta la columna
vertebral, brazos y manos. Por medio de este
centro ejecutamos, actuamos y damos. Los
brazos son el sostén, la fuerza en el hacer, y las
manos sus instrumentos. Con el masaje en las
manos se libera lo que pensamos y sentimos
acerca de nuestra acción, la posibilidad de
transformarnos conscientemente con una
dirección fecunda y útil en nuestra vida, se
promueve la dirección del accionar con un
sentido evolutivo, acorde a lo que la misma vida
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va proponiendo. Este centro corresponde a la


etapa prenatal de post-concepción, en que prima
la introversión.
La cabeza constituye el centro de
planificación y de creación de ideas. Nuestras
acciones, antes de ser puestas en práctica, son
pensadas en el cerebro. A la vez, desde allí
percibimos el mundo mediante la vista, el
oído, el olfato y el gusto. Es nuestro centro de
comunicación y de relación con lo que nos
circunda. Al masajear la cabeza, estamos
liberando nuestra capacidad de pensar, de
transformarnos creativamente acorde al
movimiento metamórfico que el masaje en pies
y manos va provocando en nuestro ser. El
centro del pensamiento tiene que ver con la
etapa de pre-concepción y de concepción,
punto de encuentro de diversos factores que
confluyen para el inicio de la nueva vida.

LA PRÁCTICA

El tratamiento metamórfico se centra


principalmente en los pies, vehículos del
movimiento, que es lo que se intenta promover.
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Luego se sigue en las manos y por último en la


cabeza.
En esta práctica, se le llama paciente a quien
la recibe y practicante a quien la da; roles para
nada fijos. Es un trabajo sencillo que cualquiera
puede llevar a cabo, y en cualquier momento. El
requisito es la no involucración, el no interferir
el tratamiento con expectativas o diagnósticos,
ya que se trata de que la misma vida haga lo
suyo en el desarrollo interno de la persona, de
convocar la fuerza curativa intrínseca que
siempre procede de dentro, no de fuera. Para
avalar esta actitud, es conveniente que el
practicante no se ubique frente al paciente, sino
en ángulo recto respecto a él.
Para comenzar, toma firmemente el pie del
paciente, y deja que tu conciencia se vaya
informando del estado del pie, de los tejidos
duros, los tejidos blandos, los fluidos, la
temperatura, la humedad o sequedad, la
flexibilidad o rigidez... sin juzgar ni emitir
diagnósticos, simplemente tomando conciencia
de ello con aceptación y desidentificación, y
reconociendo que en ese pie es el paciente
completo quien está presente.
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Comienza el masaje siguiendo el reborde


óseo de la cara interna del pie, desde la punta
hasta el talón. Deja que los dedos se muevan
obedeciendo su propio ritmo y movimiento, que
puede ser circular, o penetrante, o vibratorio,
como tocando un instrumento musical, según lo
sientas. Prescinde del pensamiento y déjate
llevar por tu intuición y tu instinto. Puedes tener
presentes los puntos clave s de cada etapa
prenatal, de acuerdo a lo explicado, y a la figura
1.
Trabaja sobre toda el borde externo del pie,
desde el dedo gordo hasta el talón. Está atento a
las esquinas superior e inferior de la uña, puntos
reflejos de la glándulas pineal y pituitaria. En la
zona del talón, punto reflejo del nacimiento,
trabaja sobre la parte ósea y la parte acolchada.
Cada tanto, extiende el masaje a la zona del
empeine, de tobillo a tobillo, que refleja la
cintura pélvica, centro del movimiento y
principio de acción.
El masaje dura treinta minutos en cada pie.
Al terminar, acaricia todo el pie, directamente o
en la parte áurica.
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El masaje en las manos reproduce la técnica


aplicada en los pies. (fig. 4). Se sigue desde el
extremo superior del pulgar hasta la muñeca,
por la parte ósea. Cada tanto extiende al dorso
de la muñeca, como con el tobillo. La extensión
del masaje en las manos puede alcanzar de 5 a
10 minutos.

Para el masaje en la cabeza, el paciente


permanece sentado en una silla. Colócate detrás
de él y ubica las manos unos momentos sobre su
cabeza. El masaje va desde la parte superior de
la cabeza hasta la base del cráneo (fig. 6). Puedes
hacerlo con una sola mano, y sujetar con la otra
la frente. Luego se continúa desde la base del
cráneo hacia arriba y hacia afuera, por detrás y
por sobre las orejas, parte que corresponde a la
cintura pélvica. En esta última sección puedes
emplear ambas manos, o hacerlo una por vez,
según lo sientas. El masaje en la cabeza puede
extenderse durante diez minutos o más.

Después de cada masaje, conviene lavarse las


manos con agua fría, para quitar las energías
que se hayan recibido del paciente, extendiendo
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más el procedimiento luego del masaje a los


pies.
La parte izquierda del cuerpo se asocia a lo
que está latente o potencial, mientras que la
derecha representa lo actual. Conviene por lo
tanto, comenzar el masaje de pies y manos por
la parte derecha, como posibilitando la
liberación de los esquemas potenciales. Si el
paciente lo requiere a la inversa, debe atenderse
a su pedido.
La periodicidad del masaje es variable. Lo
conveniente es realizarlo una vez a la semana,
para no movilizar demasiado bruscamente los
esquemas dormidos. En caso de crisis, puede
hacerse más a menudo, acortando el tiempo de
duración. El masaje en los pies es el más
delicado y movilizante, y el que requiere de
mayor espacio entre cada tratamiento. En los
niños, pueden realizarse sesiones más breves y
más frecuentes, y hasta puede hacerse todos los
días.
Como toda técnica, queda sujeta a la
adaptación creativa de cada uno. Por ejemplo,
puede hacerse autoaplicada, descargando cada
tanto la energía, imaginando una luz potente
que sale del pecho hacia fuera. Puede variarse la
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frecuencia acortando los tiempos del masaje, y


dándole la tónica personal, una vez que se ha
internalizado el espíritu del sistema y
conociendo qué distintas partes y funciones del
cuerpo-espíritu se ponen en juego en esta
maravillosa técnica.
A veces sucede que en el transcurso del
tratamiento el practicante sienta deseos de toser,
bostezar, suspirar, en cuyo caso no debe
privarse de hacerlo. Ante una sensación de
cansancio o cualquier otra manifestación que
indique haber absorbido la energía del paciente,
conviene expulsarlo por medio de la respiración
profunda y de la luz, imaginando en el corazón
una luz muy pura, que va colmando todo el
cuerpo y luego se expande al exterior llevándose
todo resto de energía extraña.
La labor que lleva a cabo el practicante debe
apuntar a la no motivación. Es preciso que sea
consciente de que el paciente es una unidad, de
que las dolencias son bloqueos de energía; debe
desentenderse de pretender obrar tal o cual
cambio en el otro, lo cual sería ejercer una
coacción sobre la fuerza vital del paciente, que ha
de seguir su propio curso, quizás diferente a la
visión que el practicante pueda tener. Lo que es
33

adecuado para el paciente sólo lo conoce su


propio ser, su propia energía, por lo tanto toda
imposición o aun sugerencia resultará
entorpecedora del proceso. Si aparecen dichas
expectativas, el practicante puede disolverlas
mediante la respiración, que le ayudará a volver
a su propio centro y dejar de interferir la labor
autocurativa de quien recibe el masaje. La
Técnica Metamórfica, entre otras virtudes, puede
llegar a despertar la capacidad de autorrespon-
sabilidad y de autosanación del paciente, la que
no debe ser entorpecida, ni por él mismo ni por
el practicante. Éste se convierte así en un
catalizador, que no ejerce influencia, ni tiene
pretensiones de curación. Ello no significa indi-
ferencia, sino un profundo respeto por el prójimo
que está a su lado, cuyo destino ni aunque
quisiera, podría conocer. Con profunda empatía
y compasión, contempla desapegadamente el
camino del otro, que es único y sólo lo puede
reconocer y recorrer él. Además, aunque puede
lograrse, y mucho, el objetivo de la terapia va
más allá de la curación física.
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Figura 4

Figura 5

Figura 6

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