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“Cuando pienso en mujeres que traen a su vida y a su trabajo el aspecto sagrado del cuerpo

femenino, recuerdo a Arisika Rasak, una matrona de Oakland, California, que creó la
“danza de la vulva” para honrar la sexualidad de la mujer.

“Como matrona – dice-, paso bastante tiempo viendo genitales de mujer, mirando la vulva,
mirando si se abren los labios de la vagina y aparece la cabeza del niño. Puedo contar con
los dedos de una mano las mujeres que se han levantado de la camilla y han estado
completamente presentes en sus cuerpos. Hay mujeres que cubren su vulva, que hacen el
comentario obligado de que huele mal. Sé que todos estos sentimientos de vergüenza y
suciedad no han sido siempre la norma. La vulva de la mujer fue en un tiempo emblema de
belleza, santidad y trascendencia. Todos los seres humanos llegan al mundo por la puerta de
nuestro cuerpo.

“Yo soy una guerrera a favor del cuerpo; trabajo con mujeres pobres, mujeres que no piden
espiritualidad, ni siquiera piden que sus partos sean espirituales. Una de las cosas que hago
es recordarles que siempre pueden decir que no. Si no quieres tener sexo, tienes el derecho
a decir que no. Animo a las mujeres a decir que sí y que no en sus relaciones, y les digo que
su sexualidad la tendrán toda su vida y que tienen que pensar más en cuidar mejor de su
cuerpo. La sexualidad ha sido importante para mí, porque ha sido mi puerta de acceso al
reino de lo espiritual, de forma que trabajar con la danza de la vulva y trabajar con el
cuerpo es mi servicio a la Diosa”.

Palabras de Maureen Murdoch, de su maravilloso libro “Ser mujer. Un viaje heroico” (Gaia
ediciones, 1991)

Imagen: Yoni Love, Dana Leggett

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