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Oe inet Eg muy diversas de las de antes, no hacfan sentir ya esta ne- cesidad. Encontramos, sin embargo, en la alta Edad Media restos de la antigua familiaridad eucaristica. Los monjes van al trabajo y viajan con la eucaristia colgada al cuello °** ; los obispos y los sacerdotes, segiin los estatutos de San Bonifa- cio, hacen lo mismo °°. Es curioso después constatar cémo yesurge una reproduccién exacta de la antigua comunién doméstica, no sabemos por medio de quién ni por qué mo- tivo °‘, a principios del siglo X1. En algunos monasterios fe- meninos en Roma, en Milan, en Francia, en Alemania, el sacerdote entrega a la monja novicia que celebra su profe- sion solemne una firmiter oblata, es decir, una gruesa hostia consagrada, que, envuelta en un blanco lino, lleva y con- serva en la propia celda durante los siete dias siguientes. En cada uno de ellos, que constituyen el octavario de su fiesta, la religiosa separa una partecita de la hostia y comulga con sus propias manos. El] rito desaparece al final del siglo xu**. 3. LA COMUNION DE Los NINOS * 327. No sabemos si la Iglesia antigua dié a aquellas palabras de Cristo: Nisi:manducaveritis carnem Filii homi- nis et biberitis eius sanguinem, non-habebitis vitam in vobis, 61 LecuErce, L’Espagne chrétienne (Paris 1906) p, 175. 62 Oportet monacho, ubicumque exierit, Eucharistiam semper se- cum vehat, La prescripcién es de un penitencial del siglo vit (RAIBLE, Der Tabernakel, p. 93). 63 Serie 2.0, n. 4, 64 Puede darse que esta costumbre haya nacido por analogia a cuanto se hacia con los obispos y. sacerdotes recientemente consagra- dos, A éstos se entregaba cierta cantidad de pan consagrado, de la cual separaban para cuarenta dias un fragmento, que echaban en el céliz durante la propia misa, 2 65 Un ritual milanés editado por. Muratori (Ant, it, med. aevi [Me~ diolani 1738] t. 5, p. 574) leva esta ruibrica: Postea communicet et Teterueh de ipsa Communione, unde usque in diem octavum com- municet. 86 P. Brows, Zum Kommunionempfang des Mittelalters: Jahrb. f. Liturg. (1932) p 1,63. ; * BrpuiocRaFia.—L. ANDRIBU, La_premiére Communion. Des origi- nes au XX siecle (Paris 1911); J. BAUMGARTNER, Die Erstkommunion der Kinder. Aus der Geschichte der kath. Kommunionpraris.-(Min- chen 1929); P. BRowE, Die Kinderkommunion im Mittelalter; Scho- Vesti (1980) 1°45, Powered by ea CamScanner 502 LA EUCARISTEA el valor absoluto que les reconocieron San Agustin y mu- ches Padres de los siglos 1v y v, De todos modos, es muy probable que la preocupacién por asegurar también a los nifios su eterna salvacién empujé en seguida a regenerarlos con la gracia del bautismo y a hacerlos participar, aun en tierna edad, de la comunién. No conocemos sobre el par- ticular un testimonio explicito de tal practica durante los dos primeros siglos ; San Justino, en su famosa descripcién de la misa, alude tal vez a esto cuando escribe que al neobauti- zado se le da una parte del pan y del vino consagrado. Si se admite, como parece cierto, que en su tiempo se bautizaba también a los nifios, es preciso reconocer que también ellos debfan recibir ]a eucaristia, porque el Apologista no hace distincién de ninguna clase; por otra parte, la iniciacin cris- tiana comprendia, desde el siglo 1, tres ritos esenciales: el bautismo, la confirmacién y la comunién °7. La primera mencién segura de una comunién a los ni- fios se encuentra a principios del siglo m1 en San Cipriano (7.258). Habla de una nifia cristiana, pero confiada tempo- ralmente a una nodriza pagana, la cual durante la persecu- cién, para substraerse a responsabilidades, le hizo tragar un pedacito de pan empapado en el vino ofrecido a los {dolos. Cuando los padres recibieron a la nifia, un dia la condujeron consigo a la iglesia para asistir a la misa celebrada por el obispo Cipriano. Llegado el: momento de la comunién, el didcono, segtin la costumbre, presenté el cAliz también a la | pequefia, la cual, cerrados los labios, se opuso a aceptar el vino consagrado, El diacono, imprudentemente, quiso insis- | tir; le hizo a la fuerza abrir la boca y le metié algunas gotas | de vino; la nifia lo arrojé violentamente**. Que el caso narrado fué esporddico, lo declara un razo- namiento del mismo ‘santo Obispo. Deplorando que los lapsi habfan arrastrado en la propia culpa también a sus nifios, haciéndoles perder, quod, in primo statim nativitatis exor- dio, fuerint consecuti, es decir, la gracia del bautismo, su- pone que éstos, Ilamados un dia al juicio de Dios, podrén disculparse diciendo: Nos nihil mali fecimus, nec, DERELICTO CIBO ET POCULO DomiINI, ad profana contagia sponte propera- vimus **. La alusién aquf a una practica eucarfstica respecto a los nifios es bastante clara. La disciplina de la iglesia africana debfa ser la misma gue la de Roma. De la misma época (s. 1) conocemos las | inscripciones, sacadas.del cementerio. de Priscila, de dos ni- Powered by ea CamScanner bin cl § 3. LA comuni6N DE Los NINos | 508 fias, Irene y Tique, de cada una de las cuales se dice: acce- pit, percepit, término convencional que, segin Délger’®, significa accepit, percepit gratiam;.es decir, recibieron no sdlo el bautismo, sino también la eucaristfa’*. Esto, por lo demas, encuentra un completo parecido en la Traditio (220), la cual, después de describir el ritual para conferir el bautis- mo a los adultos y a los nifios, aunque algunos de éstos no puedan todavia hablar, hace seguir inmediatamente la cele- bracién de la misa, en la cual los neobautizados, no excluf- dos, por tanto, los nifios, se acercan a la.comunién *’. En los siglos iv-vV era normal en Occidente y en Oriente la comunién de los nifios. San Agustin ‘*, San Paulino de Nola 7‘, Inocencio 17°, los Padres del concilio de.Mileto, en el 416; San Leén”* y Genadio*’ hablan de manera expli- cita, pero aludiendo solamente a Ja comunién postbautismal. Era la época de las controversias pelagianas, y el insistir so- bre la obligacién de la comunién para los pequefios a base del conocido versfculo de San Juan 6,54 servia muy bien para reforzar con un argumento a fortiori la del bautismo "°. 328. -En® Oriente, las Constituciones ‘apostdlicas"*; €] Testamentum Domini *° y ‘Mosco ** atéstiguan también una frecuencia normal en la’ comunién de los nifios con ocasién de la misa ordinaria- Ellos, como ‘los adultos, ‘se acercaban a recibirla cuando les tocaba el turno: diaconissae, virgines, viduaeque, tum PUERI... El historiador Evagrio-({ c. 600) nos informa de una vetus consuetudo vigente en su tiempo en Constantinopla, por la cual, cuando los residuos del pan consagrado eran demasiados, se llamaba a los nifios de las escuelas- para que los: consumiesen, pueri impuberes qui scholas frequentabant **. Una costumbre parecida»se encuentra también en las Galias. En el 585, un sfnodode Magon dispuso que las reliquiae sacrificiorum sobrantes de la misa se entregasen 10 Die Eucharistie nach Inschriften fruhchr. Zeit. (MUnster 1922) ‘3. Ti Tm 0. c.) ve mas bien en estas palabras la eucaristia, pero CAMA LO eH nifias, en efecto, murieron en seguida. 12 Traditio Apost., 21-23. cf .; PL 33,984. Infantes sunt, sed mensae 1a Eodss Murad Hie: pelag.s, Pls 3.00 I ae ndtann: Powered by ea CamScanner 504 LA EUCARISTIA a los inocentes empapadas en vino, siempre que ellos hu- biesen guardado el ayuno durante algin tiempo °°. En realidad, si se examina bien, se trata siempre o de comunién postbautismal o de casos excepcionales. Por re- gla general, en Occidente los nifios no comulgaban en la misa hasta que no hubiesen alcanzado cierta’ edad., Asi se hizo en un sinodo de Tours (813), que excluye, sin embar- go, el peligro de muerte, ya que en este caso, como pres- cribe formalmente un capitular carolingio °‘, el sacerdote debfa administrar el vidtico también a los nifios. La comunién ‘a los nifios se daba ordinariamente sdlo bajo la especie del vino! infantulis mox baptizatis solus ca- lix datur, quia pane uti non possunt, sed in calice totum Christam accipiunt**. El sacerdote con una cucharilla echa- ba en la boca alguna gota, quem bibat parvulus, ut habere possit vitam, decia San Agustin **; 0 bien mojaba el dedo en el caliz y lo metfa en la boca del neobautizado, que lo chupaba *’. También a los nifios, no menos que a los adul- tos, se pedia una especie de ayuno preliminar. El | OR observa a este particular que postquam baptizati fuerint, nullum cibum accipiant, nec lactentur, antequam communi- cent sacramenta Corporis Christi; y afiade que. cada dia de la semana pascual, ad missas, procedant, et parentes eorum offerant pro ipsis et communicent omnes °°. Con los siglos XI-XII, conforme iba cayendo en desuso.el bautismo solemne de Pascua, Jos nifios. eran bautizados cuando se ofrecfa ocasién; por tanto, no era siempre po- sible ni facil darles la eucaristia, aunque a veces, para sal- var la costumbre, se les diese-vino no consagrado. Con-todo esto, Ivén de Chartres (¢ 1115), a principios del siglo xi, decfa todavia en su Decretum: Si parovuli sunt... respondeant pro illis, qui eos offerant-iuxta. morem: baptizandi, et sic... EUCHARISTIAE MYSTERIS admittantur®°®. Después, al cesar la comunién de los adultos bajo la especie del vino, el uso antiguo se perdié del todo, y en muchas diécesis, como en Tréveris (1227), en Burdeos (1255) y en Lieja (1287), fué ademas expresamente prohibida. 82 ©. 6; MAAssEN, Cone, Aevi Merov,, T, 167, et Capit, rea. Frane Ti 8s, Gumimumus bp GamPEniis a 80° Serm. 174, peer A MANN DS: seek 4 Powered by ea CamScanner P.UI C.1 § 3. LA COMUNION DE LOS NINOS 505 329. ¢En qué edad era admitido a la comunién el nifio bautizado? Para el Occidente no tenemos noticias precisas sobre el particular hasta después del 1000°°. Se nota en esta época un temor reverencial, exagerado, de acercarse al sacramento eucarfstico. Los adultos no comulgaban mas que una vez al aio, y sdlo después de una meticulosa pre- paracién; en cuanto a los nifios, los mismos sacerdotes, o por ignorancia del pasado o por excesivo rigor, se pre- guntaban qué benéficos efectos podfa producir en sus al- mas una recepcién inconsciente, o casi inconsciente, de la eucaristfa. Todo esto contribufa a retardarsela hasta casi las puertas de la juventud. No existié practica directiva y autorizada sobre el par- ticular hasta el IV. concilio ecuménico Lateranense (1215), el cual exigid que,todos los fieles de ambos sexos, llegados ala edad de la discrecién, debfan confesarse anualmente y comulgar al menos en Pascua. ¢Pero cual era la edad de la discrecién La opinién comin de los mas ilustres tedlogos del tiempo, como Ale- jandro de Halés (¢ 1254) y Tomas de Aquino (f{ 11274), la “expresa este Ultimo en los términos siguientes: «Para re- cibir el Sacramento se requiere del comulgante una actua- lis reverentia-et devotio; después, pueris recenter nati non sunt-sacra mysteria danda; sed quando iam fueri incipiant aliqualem usum-sationis habere,.ut possint devotionem con- cipere huius, sacramenti, tunc potest iis: hoc sacramentum conferriy °*. Y en-el comentario ‘al IV Libro de las Senten- cias explica mejor su pensamiento, Los nifios pueden re- cibir la eucaristia si se reconoce en ellos signa discretionis et ‘devotionis, puta cum sint.10 vel 11 annorum aut circa hoc *?. Esta opinién, recalcada por los comentarios de. los discfpulos -y dé. los.canonistas de:la época °*‘, contribuyé a encaminar Ja practica hacia una tardia recepcién del Sa- cramento. Los doctores de los siglos sucesivos, Sudrez, Lugo, San Alfonso, siguieron los mismos criterios. No po- cas ordenanzas episcopales, consolidaron también una prac- tica que puede decirse universal en la Iglesia al final del siglo: XIX, a. pesar de algunas reservas que la Santa Sede no dejé a veces de dar a conocer °’. 302 Powered by ea CamScanner 506 LA EUCARISTEA Pio X en el decreto Quam singular’, de 1910, inspirén- dose en esta més rigida prdctica romana, abrogé todas las leyes diocesanas sobre esta materia y establecié que la edad de la discrecién es aquella en la cual el nifio comien- za a razonar, es decir, alrededor de los siete afios. El Cé- digo Canénico (1917) sefialé un leve paso atras, acercdn- dole a la costumbre medieval, por el cual los nifios son admitidos a la primera comunién solamente cuando poseen cognitionem et'gustum de] Sacramento, excepto en peligro de muerte. En este caso les es permitida y debida la euca- ristfa, con’ la sola condicién de que sciant Corpus Chris- tia communi cibo discernere, illudque: reverenter adora- re (cn. 859). La primera noticia de un curso especial de instruccién preparatorio a Ja primera comunién de los nifios la encon- tramos en el s{nodo- provincial de Colonia del 1537, y en Milan, bajo San Carlos Borromeo. Las fiestas colectivas de primera comunién estuvieron en uso’hacia la mitad del siglo xvl® 4. LA FRECUENCIA DE ‘LA COMUNION * 330. La historia de Ja frecuencia de la comunién es el reflejo de ‘las respuestas dadas, ‘a lo largo de los siglos, a dos: fundamentales' afirmaciones eucarfsticas; una, la de Cristo: Yorsoy el pan de la vida; ‘solamente el que me come vivird; y la otra, del Apéstol: Antes de comer un pan tal, cada tino examine bien la propia conciencia para no tragarse la propia condenacién. De aqui surgieron dos posturas di- versas, que'a veces parecfan contrarias: una la’ de aquellos que dieron m4s importancia a la: necesidad de la eucaris- tfa como ‘alimento espiritual, otra lade aquellos que se pre- ocupaban mas del grado de perfeccién ‘exigido “para re- cibirla:dignamente. Habiendo dicho ya*que en la Iglesia antigua y medie- val, al: menos hasta’el siglo Xill, fué disciplina: absoluta re- cibir:la comunién durante’ la'misa; salvo en casos de nece- sidad, diremos que*no’ esté demostrado cémo:en los pri- meros dfas de la Iglesia se celebraba la misa todos los dfas, Y, Por consecuencia, cémo los fieles podfan cotidianamente acercarse a la comunién. Los escritos neotestamentarios y los de la época subapostélica se limitan a recordar repe- 96 ScHREeMs, Zur Geschichte der Kii ion: vor a eg CN Kinderkommunion: Katechet, Blit- * Bastien, De frequenti quotidianaque co; i HorrMmann, ait. Comm: fréquente: DTC. col, Sieeor bee eran Sorte Tare amas. BO Bnowe, Be frequen mgm ees ne Be. Powered by ea CamScanner P.Ill C.1 § 4, LA FRECUENCIA DE LA COMUNION 507 tidamente la Fractio panis o la eucharistia, celebrada cada domingo con la comunién de los asistentes; y alude a las dos reuniones estacionales del miércoles y del viernes, las cuales solamente en ciertas iglesias Ilevaban consigo la misa y la comunién, Tertuliano comienza a hablar claramente de una comunién a domicilio, cuya frecuencia no precisa; pero que, a la luz de testimonios algo posteriores a él, po- demos suponer que era cotidiana o poco menos. En el siglo 11, en efecto, poseemos para Roma el del fa- moso San Hipélito, que, segin San Jerénimo, escribe un tratadito, De Eucharistia an accipienda quotidie°**; para el Africa, San Cipriano, el cual, comparando el pan co- tidiano material y el espiritual, concluye diciendo: «Por tanto, nosotros pedimos que se nos dé cada dia nuestro pan, es decir, Cristo; de forma que, permaneciendo y vi- viendo en él, no seamos nunca separados de su gracia y de su cuerpo» (la Iglesia)*"; para Alejandria, Clemente Ale- jandrino, que escribe: «Jesis es el divino alimentador, dan- dose a nosotros en alimento, el cual proporciona cada dia la bebida de la inmortalidad» **. En el siglo 1, la prdctica de Ja comunién cotidiana o do- minical, mas facil por una mas frecuente celebracién de la misa y por la multiplicacién -de-los edificios del culto, es atestiguada, o simplemente recomendada; se puede decir que en toda la Iglesia occidental. Para Espaiia, el testimo- nio de San Jerénimo°*; para Roma, los de San Jerénimo y el sacerdote Geroncio (} 439), el cual refiere que Santa Me- lania no acostumbraba tocar ningdn:alimento. antes de co- mulgar y que en Roma:estaba en vigor el uso de comulgar cotidianamente, conforme:a una tradicién que se remonta- baa los apéstoles Pedro y Pablo.*°®; para Milan, el de San ‘Ambrosio: paral Aquileya,el Un segundo factor negativo estaba constituido por la extensién excesiva de muchas parroquias, demasiado esca- sas'‘de ‘clero’ para ‘satisfacer las exigencias de una comu- hién frecuente. Los sacerdotes’ eran ‘quizé muchos, pero no’se ocupaban de otra cosa que de ‘decir! la misa en su capellanfa_y frecuentemente ni siquiera tenfan la prepara- cién’suficiente para atender al oficio pastoral, Es un hechoqué, en los primeros afios del siglo xm, el nimero de aquellos que se abstenfan todo el aiio de la co- munién ‘era tan grande, que ‘el concilio IV de Letraén, en el 1215, juzgé necesario imponerla por obligacién al menos en Pascua, bajo la-pena de excluir a'los contumaces de la | entrada en la iglesia en vida y, después de la muerte, de | la sepultura eclesidstica. Los términos del decreto Omnis | utriusque sexus manifiestan, sin embargo, la intencién de | \

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