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Antropología Filosófica
Antropología Filosófica
isbn: 978-607-542-154-4
Imagen de portada
Yunuén Mejía Almonte
Forro
Olga Santana Ramos
D.R. © Omar Arriaga Garcés, Uriel Ulises Bernal Madrigal, Yurisan Berenice Bo-
laños Ruiz, Cristal Alejandra Dávalos Carrasco, Gerardo Flores Peña, Raúl Garcés
Noblecía, Roberto Cuauhtémoc Landa Ríos, Marina López López, María Gua-
dalupe Matus Ramírez, Adán Pando Moreno, Adriana Sáenz Valadez, Vladimir
Tavira Acosta, Marco Arturo Toscano Medina, José Alfonso Villa Sánchez, María
Guadalupe Zavala Silva.
Presentación
Raúl Garcés Noblecía 11
La condición espiritual
Raúl Garcés Noblecía 329
El Humanismo en disputa:
¿anti, post, trans o inhumanistas?
Gerardo Flores Peña 397
Presentación
11
Raúl Garcés Noblecía
12
Presentación
13
Raúl Garcés Noblecía
Nota: en todos los casos respetamos la manera de citar de las autoras y los autores.
14
I. Filosofía y ser de la humanidad
Physis y antropos:
Heráclito antes y después
de la figura del hombre
Michel Foucault
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Marco Arturo Toscano Medina
18
Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
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Marco Arturo Toscano Medina
20
Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
2
Entre muchos otros autores estamos pensando, por ejemplo, en Jean Baudrillard,
Gianni Vattimo, François Lyotard, Gilles Lipovetsky.
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Marco Arturo Toscano Medina
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Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
II
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Marco Arturo Toscano Medina
91 (102) “Para el dios todas las cosas son hermosas y justas, pero los hombres
consideran unas justas y otras injustas”.4
35 (61) “Mar: agua, la más pura y la más impura: para los peces, potable y
salvadora; para los hombres, impotable y mortal”.6
4
Filósofos presocráticos, Traducción, introducción y notas de Alberto Bernabé. Al-
taya. Barcelona. 1996. p. 143.
5
Immanuel Kant, Filosofía de la Historia. “¿Qué es la Ilustración?”. nova. Buenos
Aires. 1990. pp. 57-65.
6
Idem., p. 137.
24
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Marco Arturo Toscano Medina
23 (114) “Preciso es que los que razonan con sensatez se afiancen sobre lo co-
mún a todos, como una ciudad en su ley; inclusos con más firmeza. Y es que se
nutren todas las leyes humanas de una sola, la divina, pues su poder se extiende
todo cuanto quiere, a todas les basta e incluso sobra. Por ello es necesario seguir
lo común, pero aun siendo la razón común, viven los más como poseedores de
una inteligencia propia”.7
24 (89) “Para los que están despiertos, el orden del mundo es uno y común,
mientras que cada uno de los que duermen se vuelve hacia uno propio”.8
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51 (30) “Este orden del mundo, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hom-
bre alguno, sino que fue siempre, es y será; fuego siempre prendido según
medidas y apagado según medidas”.9
9
Idem., p. 139.
10
Idem., p. 141.
28
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11
Idem., p. 137.
12
Idem., p. 143.
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Marco Arturo Toscano Medina
92 (79) “El hombre se oye llamar pueril ante la divinidad, igual que el niño
ante el hombre”.13
Nuestra escala humana es tan pequeña ante la del cosmos que apa-
recemos ante su presencia como niños sin capacidad de juicio, inge-
nuos, pretenciosos. ¿Cómo es posible, sin embargo, que el hombre
haya pretendido estar a la altura del poderío de la naturaleza, ignoran-
do por otro lado a la Physis? ¿Cómo explicar que el Hombre moderno,
primero occidental y después en todas partes del planeta, se apoderara
de éste, lo explotara a su antojo, lo contaminara impunemente, aca-
bara con especies enteras de vegetales y animales, ignorando o despre-
ciando la razón no humana, inmanente a la realidad natural?
¿Qué son el cosmos, el universo, la Naturaleza, la Physis? ¿Qué es
el ser humano ante ellos, ante el Principio que anima todo lo exis-
tente, incluyéndolo a él mismo? ¿Qué es aquello que el ser humano
reconoce sin lugar a dudas en su propio ser, hacer, vivir, pensar, pero
que se lo niega a la Naturaleza y tácitamente “lo patrimonializa” para
sí mismo? ¿Qué nos hace, o nos hizo, imaginarnos a la altura de Dios,
con el poder y el derecho de usar y explotar indiscriminadamente a
la Naturaleza? ¿A qué decidimos dejar a un lado para cumplir con
nuestra destructiva y suicida locura?
El devenir es seguramente el concepto con el cual más comúnmen-
te se identifica a la filosofía de Heráclito. Flujo, proceso, dinamismo,
cambio, transformación, pero, al mismo tiempo, el concepto de de-
venir siempre se ve acompañado de la idea de unidad, de realidad re-
lativamente determinada, fija, estable, familiar, única; estamos, pues,
ante la idea de un cosmos que no tiene un carácter sustancial abso-
luto, sino que admite una vida inmanente que lo lleva permanente-
mente a cambiar, a devenir algo diferente o de abrirse a realidades
diferenciales potenciales:
13
Ibidem.
30
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14
Idem., p. 137.
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93 (52) “El conjunto del tiempo es un niño que juega a los peones. ¡Cosa de
un niño es el poder regio!”.15
32
Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
85 (41) “Pues es prueba de sensatez conocer lo único sabio y lo que era gober-
nar todas las cosas por medio de todas”.17
17
Idem., p. 142.
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Marco Arturo Toscano Medina
1 (1) “De esta razón que existe siempre, resultan desconocedores los hombres
tanto antes de oírla, como tras haberla oído, pues, aunque todo transcurre con-
forme a esta razón, se asemejan a inexpertos teniendo como tienen experiencia
de dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo, descomponiendo cada
uno según su naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás hombres
les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto
hacen dormidos”.19
18
Idem., p. 136.
19
Idem., p. 133.
34
Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
35
Marco Arturo Toscano Medina
III
¿Qué es, pues, esa Physis que Heráclito nos presenta como el Princi-
pio que anima a todas las cosas y a todos los seres existentes? ¿Qué es
lo que constituye una alternativa a los dioses griegos de la mitología?
¿Qué funda el ser y el quehacer existencial de los seres humanos, pero
todavía no del Hombre? Enseguida ofrecemos, primero, una caracte-
rización básica de lo que entiende Heráclito por Physis como tal, en sí
misma; en segundo lugar, presentamos una síntesis de los conceptos
que componen el concepto de Physis ya descritos anteriormente; fi-
nalmente, hacemos una recapitulación de lo ya dicho explícita e im-
plícitamente sobre el ser humano como una expresión del Principio
creativo de Heráclito. Insisto en que mi intención no una exégesis del
pensamiento de Heráclito en tanto tal sino en relación con la idea de
Foucault que da lugar a este escrito: la figura histórica y sociocultu-
ral del Hombre, aparecida con las peculiaridades que le conocemos
durante la Modernidad, ha entrado en crisis y requerimos una nueva
concepción de lo humano.
20
Idem., p. 134.
21
Ibidem.
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Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
Como para todos los pensadores presocráticos, y tal vez para todos
los filósofos de la historia en Occidente, Heráclito afirma el carácter
no evidente del Principio que anima a la totalidad de lo existente.
Si la Physis se mostrara de manera natural y sin lugar a dudas a los
sentidos y al entendimiento humano, la filosofía y la ciencia serían in-
útiles, serían prescindibles. Lo cierto es que alcanzar el conocimiento
del origen, fundamento y fin de lo existente requiere de una actividad
premeditada y sistemática del pensamiento, tal ejercicio es la filosofía.
La filosofía devela a la Physis. Para Tales de Mileto era el Agua el
principio oculto en lo más evidente y familiar de la naturaleza, entre
aquello que casi nunca ponemos en tela de juicio, que se identifica
con nuestras creencias más persistentes, con las cuales, y sólo a través
de las cuales, percibimos, entendemos y actuamos en la realidad. Para
Anaximandro, era to ápeiron –lo indeterminado, lo indefinido–, lo
que constituía el principio buscado, concebido por el esfuerzo del
pensamiento a partir de aquello con lo que nos relacionamos coti-
dianamente. Anaxímenes formula un nuevo principio, oculto, vela-
do, no evidente, y al mismo tiempo con el que nos relacionamos sin
siquiera advertirlo: el Aire. Con Jenófanes de Colofón encontramos
una nueva concepción de la Physis como un primer Dios filosófico en la
historia de la filosofía, un dios construido mediante la capacidad del
pensamiento y la razón humana, no por la fe o la revelación, una sola
divinidad omnipresente, omnipoderosa, omnisciente; divinidad más
allá de la condición humana, ya que para Jenófanes los dioses griegos
no eran más que proyecciones humanas antropomorfizadas física y
moralmente.
El movimiento filosófico, religioso, educativo, político, espiritual,
matemático y artístico conocido como Pitagorismo replantea el pro-
blema de cuál es el principio de lo existente. Nos ofrece una elabo-
ración de la Physis aparentemente más familiar, y al mismo tiempo
más extraña a la mentalidad del ser humano moderno; en efecto, el
37
Marco Arturo Toscano Medina
3 (17) “No entienden los más las cosas con las que se topan, ni pese a haberlas
aprendido las conocen, pero a ellos se lo parece”.22
22
Idem., p. 133.
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23
Idem., p. 134.
24
Ibidem.
25
Idem., p. 143.
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Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
IV
41
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26
Michel Serres, El Contrato natural. Pre-textos. Valencia. 2004.
27
Evidentemente estoy generalizando, me centro en los rasgos definitorios y más
visibles de la civilización occidental o de la civilización occidentalizada a casi todo
el planeta. Si enfocamos nuestra atención en muchas de las manifestaciones artís-
ticas, filosóficas, científicas, de los últimos 500 años veremos que muchas de ellas
van a contracorriente de las premisas básicas de la civilización occidental (Gior-
dano Bruno, Baruch Spinoza, Blaise Pascal, Henri Bergson, el Romanticismo, el
Surrealismo, la Ecología, entre muchos otros).
42
Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
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Entre el positivismo de A. Comte y la interpretación de M. Heidegger sobre el
triunfo de lo óntico durante la modernidad.
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Algunas conclusiones
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Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
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Physis y antropos: Heráclito antes y después de la figura del hombre
Referencias
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Retórica, praxis y vida buena:
aproximación a una antropología
filosófico-aristotélica
Introducción
51
Uriel Ulises Bernal Madrigal
luto. Debemos, pues, quizá, empezar por las más fáciles de conocer para nosotros”
(Ét. Nic. I 4 ,1095b1-5). En sentido, me parece adecuado iniciar la reflexión sobre
dicho enfoque antropológico con la interpretación de la filosofía práctica aristoté-
lica, donde se problematizan ciertos conceptos como el lenguaje o razonamiento
(λόγος), la pasión o afección (πάθος), la decisión deliberada (προαίρεσις), la acción
(πρᾶξις) y la felicidad o vida buena (εὐδαιμονία) desde una dimensión humana, es
decir, lo que parecen significar para nosotros, en tanto que humanos (άνθρώποι),
y no en sí mismas, en tanto que ideas (εἰδει).
2
Si bien se puede decir que la Ética a Nicómaco es el texto central donde pode-
mos ubicar el desarrollo de las reflexiones aristotélicas sobre aquello entendido
como lo propiamente humano, también es cierto que Aristóteles planteó en otras
partes del corpus ciertos elementos conceptuales que abonan a la problematiza-
ción del ἄνθρωπος, de tal suerte que para tratar de articular lo que hoy sería una
interpretación antropológica filosófica-aristotélica no bastaría con estudiar úni-
camente su Ética. No obstante, ubicar tales elementos y tratar de entenderlos en
un tipo de unidad que pueda ser comprendida con cierta claridad, supone una
tarea hermenéutica compleja respecto de la cual este texto es apenas una modesta
aproximación.
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Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
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Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
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Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
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Uriel Ulises Bernal Madrigal
Hasta ahora ha podido plantear que, desde el punto de vista del razo-
namiento (λόγος), el ser humano se puede comprender como aquel
capaz de constituir –y constituirse en– el mundo por medio de un
lenguaje complejo que puede ir desde la formas más cotidianas y téc-
nicas de comunicación y persuasión –propias de la vida activa–, hasta
modelos más refinados de razonamiento como el razonamiento de-
mostrativo (συλλογισμὸς ἐπιστημονικός) –propio de la vida contem-
plativa o teórica–. Así su capacidad apofántica es compleja ya que,
por un lado, puede proferir enunciados susceptibles de ser valorados
en términos de veracidad o falsedad y que puedan ser verificados me-
diante una estructura analítico-silogística sostenida por ciertos prin-
cipios fundamentales y axiomáticos, la cual demostrará si con ellos se
ha llegado a una verdad apodíctica; mientras que, por otro lado, posee
la capacidad de establecer una comunidad efectiva de comunicación
y de diálogo donde la verosimilitud de las premisas anidadas en cada
oración o discurso será producto de la comprensión de las pasiones
que animan tanto a quien habla como a quien escucha, sin descuidar
los caracteres de cada uno. En pocas palabras, el ἄνθρωπος, desde el
punto de vista del razonamiento (λόγος) y la afectividad (πάθος) es
capaz de hablar y de razonar sobre lo verdadero, sobre lo conveniente,
sobre lo justo, con base tanto en principios puramente lógicos como
en sus emociones y preocupaciones más prácticas.
En este sentido, resulta indispensable, desde luego, la considera-
ción en específico de aquel ámbito donde el ser humano encuentra
propiamente el desarrollo de la vida activa. Me refiero al ámbito de la
praxis donde la acción propiamente humana tiene por meta última
60
Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
b) La deliberación (βούλευσις)
en la concepción aristotélica de la acción (πρᾶξις)
61
Uriel Ulises Bernal Madrigal
10
Como señala asertivamente Paul Ricoeur, el sentido en que Aristóteles plantea el
tema de la deliberación en cada uno de dichos libros puede resultar contradictorio
respecto del otro, ya que en el libro III habla de una deliberación situada en las
circunstancias particulares de una acción también particular, mientras que en el
libro VI el ejercicio deliberativo se describe a partir de una orientación teleológica
preocupada más por la concordancia de la acción con un proyecto global de la
propia vida, pretendida como vida buena. (Bernal, 2019).
62
Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
11
Se trata de un vínculo explicativo que sólo adquiere sentido si el hombre de jui-
cio sabio determina al mismo tiempo la regla y el caso, aprehendiendo la situación
en su plena singularidad. (Ricoeur, 2013, p. 180).
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Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
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Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
Conclusiones
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Retórica, praxis y vida buena: aproximación a una antropología filosófico-aristotélica
Referencias
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Tres aproximaciones a la antropología
en la filosofía política de Hobbes
1
El término ‘metafísica’ –al igual que el de ‘filosofía’– es polisémico y en sí mismo
es un problema filosófico ofrecer una definición acabada del mismo. Más adelante
al final de la sección I.2 ahondaré con mayor profundidad en lo referente al “pen-
samiento metafísico” o “filosofía primera” de Hobbes. Por el momento baste decir
que lo utilizaré para significar su posición materialista: Hobbes niega la existencia
de entidades no materiales.
73
Roberto Cuauhtémoc Landa Ríos
2
Este texto también es polémico sobre la autoría del mismo, pues hay quienes
sostienen que el autor fue Robert Payne, capellán de William Cavendish y amigo
de Hobbes. Para ver más detalles de esta polémica, véase Raylor, 2001.
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Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
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Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
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No son tanto las cosas producidas artificialmente las que se diferencian fun-
damentalmente de la totalidad de las cosas naturales, sino la producción, la
actividad humana misma, esto es, el hombre como ser esencialmente produc-
tivo, especialmente como el ser que por medio de su arte produce a partir de
su propia naturaleza al ciudadano o al Estado, el que, al obrar sobre sí mismo,
hace de sí mismo un ciudadano (Strauss, 2011, p. 28).
80
Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
del tal modo, como muchas otras cosas, por el arte del hombre, que
éste puede crear un animal artificial” (2017, p. 25). Pero el camino
seguido por Strauss para justificar la tesis de la ruptura puede ser algo
sinuoso, puesto que se podría basar en un falso dilema entre filosofía
política “naturalista” o “antropológica”. Strauss asume que, si es una,
no puede ser la otra, es pues una disyunción exclusiva, pero ¿por qué
el hecho de que en efecto sea antropológica excluye necesariamente
que sea “naturalista”? Según Strauss, esta contraposición –naturalis-
ta/antropológica– “abstracta”, obedece a una contraposición concreta
“[…] en la interpretación y el juicio sobre la naturaleza humana, la
cual aparece a lo largo de toda la obra hobbesiana” (Strauss, 2011,
p. 30). Y más aún, el mismo Strauss concede que no es algo claro en
Hobbes, pues “Él no eliminó ninguna de estas dos contradicciones
[la abstracta filosofía política naturalista/antropológica y la concre-
ta sobre “la interpretación y el juicio sobre la naturaleza humana”]”
(Strauss, 2011, p. 30). Veamos en concreto un argumento que jus-
tifica la exclusión de una filosofía política naturalista por medio del
origen del apetito humano.
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Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
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Roberto Cuauhtémoc Landa Ríos
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Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
Estas dos posturas sobre el quehacer del filósofo ilustran dos con-
cepciones de la filosofía, la primera opina que la filosofía no sólo pue-
de decir algo acerca del mundo, sino que lo que tiene que decir es de
lo más importante. La segunda opina que lo que tiene que decir la
filosofía no es acerca del mundo, sino que es una reflexión conceptual
de segundo orden sobre las ciencias. Hobbes se ubicaría en un lugar
más cercano a Bacon que a Locke pues, como se vio más arriba, no
sólo sostiene que la filosofía puede hacer proposiciones sobre cómo
es el mundo, sino que es par excellence la más alta autoridad. Pero,
3
La traducción es mía. En estos casos, en los que no exista una edición traducida
de la obra en cuestión, haré la traducción y dejaré la cita original a pie de página.
“[…] the philosophers job is to discover the principles common to the special sci-
ences, to develop a natural philosophy, or ‘universal science’ which stands to the
special sciences as a tree-trunk to its branches” (Watkins, 1955, p. 125).
4
[…] the philosopher is not a super-scientist such as the ‘incomparable Mr. New-
ton’; the philosopher does not examine the external world, even in its most uni-
versal aspects. His job is ‘to examine our own abilities’, i.e. to conduct a critical
second-order enquiry into the mental processes and methods involved in first-
order enquiries (Watkins, 1955, p. 125).
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Roberto Cuauhtémoc Landa Ríos
La Filosofía civil va unida a la Filosofía moral, pero de tal forma que puede
separarse sin embargo; porque las causas de los movimientos de las mentes se
conocen no sólo por el razonamiento sino también por la experiencia de cada
uno al observar sus propios movimientos (Hobbes, 2000, p. 81).
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Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
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Roberto Cuauhtémoc Landa Ríos
5
Las itálicas que comienzan desde “es causada...” hasta “…nos agrada” son mías.
Hay una ligera diferencia entre el texto original y la edición que estoy utilizando
(Fondo de Cultura Económica) del Leviatán. En el texto en inglés dice “and is
caused either by some sudden act of their own, that pleaseth them” (Hobbes,
1996, p. 43). La diferencia es que en el texto original la risa es causada por “some
sudden act of their own”, o sea, un acto repentino propio, lo que adquiere un sig-
nificado mucho más egocéntrico.
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órganos con los que sentimos. Porque las partes del cuerpo con las que se lleva
a cabo la sensación son las misas que comúnmente se llaman órganos sensoria-
les. Por lo tanto tenemos ya el sujeto de la sensación, a saber, aquel en el que
residen los fantasmas, y en parte también su naturaleza, es decir, que es un
movimiento interno en el sentiente (Hobbes, 2000, p. 299).
i) Aquellos que son capaces de hablar, y sólo los que son capaces de hablar, tienen
una capacidad para el pensamiento activo, clasificatorio –en breve, para “pen-
sar”–; esta es una suposición plausible que Hobbes no defendió explícitamente.
ii) La habilidad de pensar en este sentido no es originada en la mente natural,
desde que esa mente es común a los seres humanos y los animales no pensantes;
esto es el resultado de la psicología de Hobbes de la mente natural.
iii) La correlación entre discurso y pensamiento sólo puede ser explicada, en-
tonces, por el hecho de que el discurso mismo está en el origen de la capacidad
de pensar de las personas; esta es la única posibilidad que queda por las premi-
sas anteriores.
iv) Pero, ¿de dónde puede venir el discurso transformativo? La única expli-
cación naturalista plausible, y por ende la única explicación con sentido para
Hobbes, es que es el producto de una invención de las mentes naturales (Pettit,
2008, p. 26).8
8
i) Those who are able to speak, and only those who are able to speak, have a
capacity for active, classificatory thought—in short, for “thinking”; this is a plau-
sible assumption that Hobbes does not explicitly defend.
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Tres aproximaciones a la antropología en la filosofía política de Hobbes
ii) The ability to think in this sense is not sourced in the natural mind, since that
mind is common to human beings and unthinking animals; this is the upshot of
Hobbes’s psychology of the natural mind.
iii) The correlation between speech and thinking can only be explained, then, by
the fact that speech itself is at the origin of people’s capacity to think; this is the
one possibility that is left in place by the foregoing premises.
iv) But where can transformative speech come from? The only plausible, natu-
ralistic explanation, and so the only explanation that would have made sense for
Hobbes, is that it is the product of an invention by natural minds.
9
“enables people to give expression to their passions, putting evaluative terms at
their disposal” y “thereby increasing the divide between human beings and other
animals” (Pettit, 2008, p. 84).
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Conclusiones
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Roberto Cuauhtémoc Landa Ríos
Referencias
Hobbes, T. (1928). The Elements of Law Natural and Politic. Cambridge: Cam-
bridge University Press.
_________ (1996). Leviathan. Cambridge: Cambridge University Press.
_________ (2000). Tratado del cuerpo. Madrid: Trota.
_________ (2017). Leviatán. México: Fondo de Cultura Económica.
Lévi-Strauss, C. (2011). “Jean-Jaques Rousseau, fundador de las ciencias del
hombre” en Antropología estructural. México: Siglo Veintiuno Editores.
Pérez Tamayo, R. (2000). ¿Existe el método científico? México: Fondo de Cultura
Económica.
Pettit, Philip. (2008). Made with Words. Hobbes on Language, Mind, and Politics.
Princeton: Princeton University Press.
Raylor, T. (2001). Hobbes, Payne, and a Short Tract on First Principles. The His-
torical Journal, 44, pp. 29-58.
Robinson, H. (Fall 2017 Edition) “Dualism”, The Stanford Encyclopedia of
Philosophy, Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/
archives/fall2017/entries/dualism/>.
Strauss, L. (2011). La filosofía política de Hobbes. Su fundamento y su génesis. Ar-
gentina: Fondo de Cultura Económica.
Watkins, J. W. N. (1955) “Philosophy and Politics in Hobbes”, The Philosophical
Quarterly, 5, pp. 125-146.
_________ (1972). Qué ha dicho verdaderamente Hobbes. Madrid: Doncel.
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Montaigne descubre América.
Las críticas tempranas al eurocentrismo
y al antropocentrismo
Montaigne
Resumen
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Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
98
Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
Stefan Zweig
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Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
100
Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
3
La naturaleza sería, para Montaigne, la fuente de toda legalidad. La primera regla
de la naturaleza que dicta que lo único constante es su diversidad sería aplicable a
todo acontecimiento: “No hay ninguna cualidad tan universal en esta imagen de
las cosas como la diversidad y variedad” (Montaigne, 2012: 323).
101
Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
Se acepta como un diamante aquello que así se considera por todos; se acepta
esa verdad con toda su estructura y todo su atalaje de argumentos y de pruebas,
como un cuerpo firme y sólido que ya no se destruye ni se juzga. Por el contra-
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Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
rio, cada cual como puede va enyesando y reforzando esas creencias recibidas,
con todo cuanto le proporciona su razón, que es un útil flexible, moldeable y
adaptable a toda figura. Así llénase el mundo y adóbase con necedades y men-
tiras (Montaigne, 2013: 250).
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Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
104
Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
mismo, pues “jamás dos hombres pensaron igual de una misma cosa,
y es imposible que se den dos opiniones exactamente semejantes, no
sólo en hombres distintos sino en un mismo hombre a distintas ho-
ras” (Montaigne, 2012: 326). A esto corresponde que las normas vá-
lidas para uno no lo sean para todos. La única ley universal aplicable
es aquella que enuncia la mutabilidad de todas las cosas; dicha ley es
heredada del orden natural, quien no ha creado dos formas iguales.
La característica esencial de la naturaleza es que produce diferencia y
no hay en su seno nada inmutable, dicha variabilidad es el horizonte
en donde nos es posible desplegar nuestro conocimiento, es la condi-
ción de nuestro saber.
No queriendo hacer valer la costumbre sólo por la fuerza de las
leyes y de los ejemplos, Montaigne pretende encontrar el débil fun-
damento que la sostiene. Para lograrlo realiza un ejercicio haciendo
un comparativo entre las costumbres americanas y las europeas. La
actitud escéptica asumida por Montaigne para abordar el tema se basa
en oponer la evidencia a favor o en contra de aquellas prácticas cul-
turales más arraigadas. Los dos continentes son pasados a revisión. El
primero sería vigoroso y robusto, el segundo se encontraba enfermo
y en decadencia. Pero, la conquista, la forma inhumana de tratar y
esclavizar a los nativos americanos daría muestra de la enfermedad
europea que se manifestaba en actitudes perversas; el temperamento
de los conquistadores mostraba la debacle de una cultura que se legi-
timaba mediante la crueldad y la soberbia:
105
Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
Estimo que hay mayor barbarie en el hecho de comer un hombre vivo que en
comerlo muerto, en desgarrar con torturas y tormentos un cuerpo sensible
aún, asarlo poco a poco, dárselo a los perros y a los cerdos para que lo muerdan
y despedacen (cosa que no sólo hemos leído sino también visto recientemente,
no entre viejos enemigos, sino entre vecinos y conciudadanos y lo que es peor,
so pretexto de piedad y religión), que asarlo y comerlo después de muerto
(Montaigne, 2016: 272).
Los actos caníbales que Montaigne refiere son rituales que obede-
cen a los marcos culturales, no son, por tanto, tan condenables como
los martirios infringidos por los conquistadores. Así, se aleja de los
relatos de la época que tomaban por sinónimos al canibalismo y a
América. Recordemos que el encuentro con el Nuevo Mundo estuvo
atravesado por esta asociación que se reproduce a lo largo del siglo xvi
y xvii.7 Montaigne, por el contrario, no se toma a sí mismo como el
7
Para conocer más acerca del “caníbal” como metáfora identitaria latinoameri-
cana véase Jáuregui, C. (2008) Canibalia, canibalismo, calibanismo, antropofagia
cultural en América Latina. Madrid: Iberoamericana.
106
Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
8
En este sentido Montaigne no sería el predecesor directo de Rousseau, como común-
mente se le ha señalado, pues se opone a la idea del hombre bueno por naturaleza.
107
Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
Montaigne
108
Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
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Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
110
Montaigne descubre América. Las críticas tempranas al eurocentrismo y al antropocentrismo
Conclusión
111
Yurisan Berenice Bolaños Ruiz
Bibliografía
112
II. Problematización
de la existencia humana
El mentiroso hombre moderno
en Hannah Arendt
115
Marina López López
1. Modernidad y alienación
1
“World alienation, and not self-alienation as Marx thought, has been the hall-
mark of the modern age”.
116
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
2
“under conditions won from a universal, astrophysical viewpoint, a cosmic
standpoint outside nature itself ”.
3
“that we have moved the Archimedean point one step farther away from the
earth to a point in the universe where neither earth nor sun are centers of a uni-
versal system. It means that we no longer feel bound even to the sun, that we move
freely in the universe, choosing our point of reference wherever it may be convenient for
a specific purpose”. Las cursivas son mías.
117
Marina López López
4
“the unforeseen consequence of the expropriation of church property and, as
such, the greatest single factor in the breakdown of the feudal system”.
118
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
119
Marina López López
8
“if the movement of the earth is false, all the foundations of my philosophy are
also false”.
120
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
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Marina López López
122
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
2. La subjetividad moderna
123
Marina López López
radical de la mente del hombre moderno que sólo en nuestro tiempo pasó a ser una
realidad políticamente demostrable (Arendt 1958, p. 271).9
124
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
125
Marina López López
11
La cita completa dice: “‘Expansion is everything’, said Cecil Rhodes, and fell
into despair, for these vast worlds which we every night he saw overhead ‘these stars
can never reach. I would annex the planets if I could’”.
126
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
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Marina López López
128
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
13
Una amplia y sugerente bibliografía podría anotarse aquí en el intento por co-
menzar con una suerte de inventario, más de ideas que de autores, acerca de la
relevancia de las ideas compartidas por una comunidad, sus prácticas más frecuen-
tes y los acontecimientos experienciados, valga mencionar apenas a: Hill, Change
and Continuity in Seventeenth-Century England, p. 253; Ginzburg, El queso y los
gusanos. El cosmos según un molinero del siglo xvi; Le Goff, “Une enquête sur le
rire”, pp. 449-455; Cavallo y Chartier, Historia de la lectura en el mundo occi-
dental, en particular el capítulo sobre la lectura en el Renacimiento.
129
Marina López López
14
“The consummate devilry of this evil spirit would consist in having created a
creature which harbors a notion of truth only to bestow on it such other facul-
ties that it will never be able to reach any truth, never be able to be certain of
anything”.
15
“nothing perhaps could prepare our minds better for the eventual dissolution of
matter into energy, of objects into a whirl of atomic occurrences, than this disso-
lution of objective reality into subjective states of mind or, rather, into subjective
mental processes”.
130
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
16
“This, indeed, became the most general and most generally accepted attitude
of the modern age, and it is this conviction, rather than the doubt underlying it,
that propelled one generation after another for more than three hundred years into
an ever-quickening pace of discovery and development”. Las cursivas son mías.
131
Marina López López
En la primera nota al pie de página del capítulo “The Vita Activa and
the Modern Age”, Arendt dice en The Human Condition: “el término
scienza nuova parece darse por primera vez en la obra del matemático
italiano del siglo xvii, Niccolo Tartaglia, quien diseñó la nueva ciencia
de la balística, que aseguraba haber descubierto porque fue el primero
en aplicar el razonamiento geométrico al movimiento de proyectiles.
(Debo esta información al Profesor Alexandre Koyré)” (Arendt 1958,
p. 249).17 La alusión al profesor Alexandre Koyré puede parecer una
anécdota intelectual, un divertimento, un guiño de ojo a la posteridad.
Más todavía si la información transmitida por el teórico de la ciencia
moderna se refiere a la scienza nuova y a la aplicación del razonamien-
to geométrico al movimiento de los proyectiles. Pero lo cierto es que
la mención es una llamada de atención respecto a las bases, que no
son sólo heideggerianas, sobre las que Hannah Arendt construye su
concepto de modernidad y, por tanto, de hombre moderno. Alexandre
Koyré es uno de los intelectuales judíos exiliados en Norteamérica más
influyentes en los círculos de científicos teóricos y prácticos. Por tanto,
es en la historia de la ciencia de la primera mitad del siglo xx donde hay
pistas para comprender los conceptos arendtianos.
17
“the term scienza nuova seems to occur for the first time in the work of the
sixteenth-century Italian mathematician Niccolo Tartaglia, who designed the new
science of ballistics which he claimed to have discovered because he was the first to
apply geometrical reasoning to the motion of projectiles. (I owe this information
to Professor Alexandre Koyré.)”
132
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
133
Marina López López
134
El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
20
“viewed the publication of Copernicus’s De Revolutionibus, for example, as a
symbolic event, marking the end of the medieval world view. And he referred to
Newton as the ‘heir and highest’ of the revolution and assigned him the credit
for uniting the mechanistic and mathematical currents of seventeenth-century
science, thus fulfilling the promise of the revolution”. “vio la publicación del De
Revolutionibus de Copérnico, por ejemplo, como un acto simbólico, que marcó el
final de la visión medieval del mundo. Y se refirió a Newton como el ‘más grande
heredero’ de la revolución asignándole el crédito de la unión de las corrientes me-
canicistas y matemáticas de la ciencia del siglo xvii, cumpliendo así la promesa de
la revolución” (Olby, Cantor, Christie y Hodge 1990, p. 18).
21
“Koyré’s historiography has therefore as strongly idealist cast. For him, science
was a kind of pure thought, approximate to philosophy, and Koyré himself ap-
proached scientific texts as a philosopher whose own philosophical commitments
derived from the paramount idealist thinkers in the Western philosophical tradi-
tion, Plato and Hegel”.
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Marina López López
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El mentiroso hombre moderno en Hannah Arendt
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Marina López López
Referencias
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La disminución progresiva del mito.
Antonin Artaud y su México imaginario
139
Omar Arriaga Garcés
140
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
patrón de poder que emergió como resultado del colonialismo moderno, pero
que, en vez de estar limitado a una relación formal de poder entre dos pueblos
o naciones, más bien se refiere a la forma como el trabajo, el conocimiento, la
autoridad y las relaciones intersubjetivas se articulan entre sí, a través del mer-
cado capitalista mundial y de la idea de raza (Maldonado-Torres, 2007: 131).
I. El llamado de lo desconocido
1
Para Juan David Gómez-Quintero, la colonialidad es “un sistema ideológico
que, apoyándose en algunas ciencias sociales como la historia, la antropología y
la sociología, justificó la lógica de la dominación de unos pueblos sobre otros”
(2010: 89).
141
Omar Arriaga Garcés
Muchos de los nativos que eran llevados a las Exposiciones Coloniales habían
viajado allí en contra de su voluntad. Quizás fuese esa actitud, general en la
2
Es la postura de Madeleine Turrell Rodack en Antonin Artaud et la vision du
Mexique (1974).
3
Comenta el colombiano Nelson Maldonado-Torres: “además de una diferencia
colonial entre colonizadores y colonizados, establecida a través de la idea de raza,
también se establecieron diferencias entre colonizadores y colonizados. Esto indica
que la diferencia colonial (un término acuñado por Mignolo) estuvo acompañada
de lo que Mignolo mismo denomina diferencia imperial (entre colonizadores y su-
jetos de imperios europeos y no-europeos), y de lo que he llamado, en otro lugar,
heterogeneidad colonial” (2007: 132-133).
142
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
De hecho, Artaud, como otro marsellés antes que él, Arthur Rim-
baud, cree que la vida debe cambiar y estima que el surrealismo puede
ser una vía propicia para intentarlo. A fines de 1924 se incorpora a
dicha vanguardia; con todo, su incursión es breve y dos años después
abandona sus filas, tras una polémica con Breton, Éluard, Péret y Ara-
gon, fundamentalmente por su negativa a adscribirse al Partido Co-
4
“La colonialidad instaura una subalternización de los saberes y conocimientos
que no responden al logocentrismo occidental, encarnado en la razón instrumen-
tal propia del conocimiento experto” (Restrepo, 2007: 301), idea que retoma el
autor de Walter Mignolo.
143
Omar Arriaga Garcés
144
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
así Artaud indica en Le théâtre et son double (1938, II) que el teatro
ha extraviado su sentido al quedar subordinado a la palabra escrita,
al diálogo, al habla y, “un teatro que subordine al texto la puesta en
escena y la realización –es decir, todo lo que hay de específicamente
teatral– es un teatro de idiotas, de locos, de invertidos, de gramáticos,
de tenderos, de antipoetas, y de positivistas, es decir, occidental” (Ar-
taud, 2001: 146).
Aquí, en su crítica a la preeminencia textual, el poeta francés pare-
ce seguir de cerca a Nietzsche, cuando en el parágrafo 19 de El origen
de la tragedia (1872) éste describe lo que llama “cultura de la ópera”:
“De ningún otro modo podríamos caracterizar mejor el contenido
intrínseco de esta cultura socrática que denominándola la ‘cultura de
la ópera’”, porque en la ópera, explica páginas adelante, “la música es
considerada como la sierva y el libreto como el amo, en que la música
es comparada al cuerpo y la palabra al alma” (2006: 91, 95). Tal como
en el platonismo y en el cristianismo, el cuerpo queda supeditado al
alma, al libreto, a la palabra racional, lo que Nietzsche llama cultura
socrática, siendo que el teatro es fundamentalmente cuerpo, gesto,
forma viva.5 La distancia de Artaud respecto al cristianismo es tam-
bién evidente.
Nietzsche agrega: “La ópera es creación del hombre teórico...
Como no sospecha la profundidad dionisiaca de la música, meta-
morfosea para su uso el goce musical en comprensión racional de
una retórica de la pasión hecha de sonidos y de palabras en el stilo
rappresentativo” (2006: 93). Este primer punto en que Artaud se sitúa
cerca del nacido en Röcken está vinculado a su vez a otro igualmente
importante. Acaso ambos coincidan.
Desde antes de escribir su primer libro, en el texto “La visión dio-
nisiaca del mundo” (1870), Nietzsche hace una distinción que es car-
5
Esa relación es también puesta de manifiesto por Jacques Derrida en “La palabra
soplada” de La escritura y la diferencia (1989).
145
Omar Arriaga Garcés
6
La traducción de Sánchez Pascual dice “actor teatral” ahí donde Calasso escribe
“comediante”. El término francés comédien admite ambas acepciones, pero si se
traduce por actor teatral el pasaje pierde sentido.
146
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
147
Omar Arriaga Garcés
teatral del texto y a la dictadura del escritor” (2001: 141). Podría de-
cirse que en su búsqueda de otro hombre quería renunciar también a
la superstición de lo representado.
8
Según Nicola Savarese, “probablemente, Artaud únicamente asistió a un espectá-
culo de janger y a otro de calonarang. El janger es un baile de jóvenes cuyo origen
podría encontrarse en el Sanghyang, dos filas de hombres y dos filas de mujeres
enfrentadas entre sí conforman un cuadrado, la temática será amorosa. En el Ca-
lonarang se representa la lucha de la bruja Rangda y el rey Airlannga, personajes
de la mitología balinesa que representan, respectivamente, las fuerzas del mal y las
fuerzas del bien” (Martínez, 2016: 299).
9
Y esa fascinación por la India, ya documentada en tiempos de Aristóteles y Ale-
jandro Magno, le viene también a Occidente por el sitio que ocupaba antes de su
llegada a América. Como apunta Fernando Garcés siguiendo al Dussel de Ética de
la liberación. En la edad de la globalización y de la exclusión: “la Europa central, que
luego llegaría a ser el centro del sistema-mundo, no era otra cosa que el extremo
occidental del centro del más importante sistema interregional protagonizado por
la India, el Asia central y el Mediterráneo oriental” (2007: 220). Gómez-Quintero
agrega que justamente la “palabra ‘América’ coexistió durante tres siglos con el de
‘Indias Occidentales’, nombre que cayó en desuso cuando los criollos se indepen-
dizaron de España” (2010: 95), lo que habla de la fascinación que no sólo sobre
Artaud sino Europa en general ejercía ese país oriental.
148
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
149
Omar Arriaga Garcés
moso engarce con la India–, ya había sido tematizada por otros eu-
ropeos desde su encuentro con el continente, incluso desde Cristóbal
Colón y Amerigo Vespucci. Como ejemplo, Edmundo O’Gorman
apunta sobre Bartolomé de las Casas:
11
“Casi todos los navegantes, los mismos que perseguían una finalidad económica
precisa (la ruta de las Indias), tenían también como meta el descubrimiento de las
islas de los bienaventurados o del paraíso terrestre. Y todo mundo sabe que no
faltó quien imaginase haber descubierto la isla del paraíso... todos los grandes des-
cubrimientos geográficos fueron provocados por ese mito del país edénico. Y esos
viajes, esas búsquedas, esos descubrimientos fueron los únicos que adquirieron un
sentido espiritual, que fueron creadores de cultura” (1996: 388), refiere Mircea
Eliade no sólo sobre América.
150
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
habría sido llamado por México desde su juventud cuando devoraba el Journal
des Voyages, publicación llena de historias de aventuras fantásticas y de dibujos
y fotos de sacrificios sangrientos en una escenografía de jungla tropical. Es muy
posible que por esta revista haya optado por un México casi-mítico como lugar
de estos episodios novelescos (1974: 124).
151
Omar Arriaga Garcés
alusión a Europa. Y nada más fatuo y fatal para Artaud que el capítulo
de “La conquista de México”.12 Pero, pese a abjurar de Occidente, el
poeta explica apenas comenzar su exposición que eligió el asunto de
la conquista de México por su actualidad para el viejo continente –y
el mundo–, dado que así se tocará la temática de la colonización y de
si unos pueblos tienen derecho a conquistar a otros. Que Artaud con-
sidere el asunto, que haga mención de tal posibilidad, sería ya motivo
de una amplia discusión. Escribe el francés en las páginas prelimina-
res sobre su espectáculo teatral:
152
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
En México Artaud encontraba el aliento del Oriente porque los principios es-
pirituales de las antiguas civilizaciones mexicanas sobrepasaban el materialismo
comercial de los españoles... De ahí la destrucción de la armonía universal en
este conflicto... en una sociedad que se preocupaba por todos los alimentos y
donde la muerte era vista como una identificación con los dioses, los europeos
introdujeron el espectro apocalíptico de miseria y muerte terrible (Rodack,
1974: 146).
Así, el poeta francés termina por valorar con signo positivo todo
aquello que remita a México porque huele a Oriente y a mito, a esen-
cialismo, a búsqueda de un “Otro esencial”, primitivo, cuya valoración
como no-idéntico es necesariamente el fundamento que permitiría
la colonización. La herencia europea, de la que Artaud dice huir, es es-
timada como un legado decadente y debe ser revertido o renovado con
otros contenidos, pese a lo cual se mantiene como su principal impulso
e interlocutor. El autor de Pour en finir avec le jugement de dieu, como
si viviera dentro de un relato fantástico, en el principio de los tiem-
pos, siente el llamado de las profundidades, del fundamento obscuro,
pero es la filosofía alemana la que lo llama, el romanticismo leído por
Nietzsche, que le llega a Artaud por medio de las vanguardias artísticas
de finales del siglo xix e inicios del xx.
13
A final de cuentas, México seguiría siendo para Artaud una copia más o menos in-
completa de Europa (Restrepo, 2007), una emanación de Europa (Retamar, 2005).
153
Omar Arriaga Garcés
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La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
Es una misión esotérica esa por la que Artaud viaja a México, una
especie de encomienda en nombre de la juventud francesa, de ca-
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Omar Arriaga Garcés
Hay Maestros de Escuelas, que aquí se llaman Los Rurales, que van a las masas
indígenas para predicar el evangelio de Karl Marx... cuatro siglos no ha cesado
de propagarse este error Blanco... en lugar de tratar de elevar a los Indios a la
cultura son los mestizos de criollos (los criollos son aquí los descendientes de
los Blancos) quienes debieran elevarse hasta la cultura de los Indios.
160
La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
Hay que decir que el último bárbaro Maya, el más lejano campesino indio,
lleva en sí esta cultura como un atavismo; y con esta cultura que le arma de
conocimientos internos en una exacerbación de todos sus nervios, el indio sin
instrucción está frente a nosotros, europeos, semejante a un civilizado en alto
grado (1984: 244).
18
La discusión es tan vigente en ese momento que todo el siglo xix, casi recién fina-
lizado, se enmarca en la dialéctica americana entre civilización y barbarie. Decía José
Martí en 1884 que “la civilización, que es el nombre vulgar con que corre el estado
actual del hombre europeo, tiene derecho natural de apoderarse de la tierra ajena
perteneciente a la barbarie, que es el nombre que los que desean la tierra ajena dan al
estado actual de todo hombre que no es de Europa o de la América europea” (1992:
442). El análisis es retomado por Roberto Fernández Retamar en “Calibán”: a partir
de ese anagrama de ‘caníbal’ empleado por Shakespeare en La tercera parte del rey En-
rique VI, Otelo y La tempestad para referirse a los habitantes de lo que sería América
Latina, el poeta cubano reflexiona en el ensayo del número de septiembre-octubre
de 1971 de la revista Casa de las Américas sobre la condición colonial de “la América
mestiza”, haciendo una revisión de la literatura que en dos siglos buscó insertarse
en la tradición occidental y de la que fue crítica con dicha condición: “a algunos
latinoamericanos se los toma como aprendices, como borradores o como desvaídas
copias de europeos, incluyendo entre éstos a los blancos de lo que Martí llamó ‘la
América europea’, así como a nuestra cultura toda se la toma como un aprendizaje,
un borrador o una copia de la cultura burguesa europea” (Fernández, 2005: 36). A
la Filosofía de la liberación (1976) de Dussel hay que sumar el “Calibán” de Roberto
Fernández como un antecedente relevante en los estudios de la condición colonial
en América (cfr. Rodríguez, 2016: 136).
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Omar Arriaga Garcés
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La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
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Omar Arriaga Garcés
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La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
una nueva civilización, ésa a la que de acuerdo con la visión del mar-
sellés acaso apuntan las líneas abiertas que se ven en las imágenes de
los dioses en los códices del México antiguo. Albergados, por cierto,
casi todos en museos o fondos editoriales europeos.
Lo paradójico es que para llegar a esa conciencia Artaud haya teni-
do que fungir como comediante en su relación con el México del pre-
sente, ya que excluye de buen grado parte de lo vivido, lo cual habría
podido ayudarle en su búsqueda, incurriendo así en la simulación de
la experiencia que denuncia. Ante lo diverso, el francés actúa como
antes otros viajeros hicieran y cierra los ojos, buscando en su interior,
partiendo de lo ya conocido, de la invención imaginativa, adaptando
la realidad a su mirada, lo que no quiere decir que su periplo no lo
haya asistido en sus siguientes creaciones o que el viaje no lo haya
cambiado. Con todo, el escritor Josafat Pérez Velázquez (comunica-
ción personal, 13 de mayo de 2017) se pregunta qué habría ocurrido
si Artaud hubiera entablado relación con la generación de Contempo-
ráneos y si Xavier Villaurrutia y otros poetas hubieran establecido un
diálogo fecundo con uno de los surrealistas más revolucionarios.
Otro de mis amigos que tampoco le cayó bien a Villaurrutia fue Antonin Ar-
taud... Hay quien dice que trató a Villaurrutia, pero lo cierto es que sólo se
conocieron de vista y nunca se llevaron bien. En las ocasiones en que Xavier
y yo llegamos a casa y Antonin se aparecía por ahí, Villaurrutia decía: ‘si ése
señor se queda a comer, yo no como’. Entre mis amigos y Artaud había una
cierta y mutua repugnancia, que era mayor de parte de él porque como que ya
le chocaba el medio literario (Aguilar, 1986: 109-114).
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Omar Arriaga Garcés
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La disminución progresiva del mito. Antonin Artaud y su México imaginario
Referencias
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Omar Arriaga Garcés
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El devenir de la diferencia sexual
y la cultura femenina
en Rosario Castellanos1
169
Adriana Sáenz Valadez
170
El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
Cabe señalar que este estudio plantea realizar una exégesis del deve-
nir de la noción de diferencia sexual en varios textos que fueron pre-
sentados en diferentes y muy disímiles géneros de escritura, los cuales
además fueron publicados en tiempos distintos. En la consciencia de
que son varios los textos en lo que la autora reflexiona sobre los supues-
tos que en este momento nos interesan, es pertinente establecer que en
los textos planteados la filósofa reflexionó sobre otros temas, que para
esta ocasión estarán fuera del estudio, con la idea de mantener el rubro
analítico sobre las dos variables que nos hemos planteado.
Asimismo, es necesario matizar que los géneros en los que están
escritos los textos en los que Castellanos reflexionó sobre las variables
expuestas responden a diferentes públicos lectores, mas la preocupa-
ción conceptual está manifiesta en ellos. Para ello es necesario mostrar
que el pensamiento filosófico de Castellanos estuvo expuesto en di-
versos textos, como una manera de pensar con, de sacar al pensamien-
to de un solo ámbito académico y de estar con lxs otrxs en apertura
y diversidad.
Si bien, a partir de su declaración en “Poesía no eres tú, entonces qué”
cuando dice: “Cuando me di cuenta de que el lenguaje filosófico me
resulta inaccesible y las únicas nociones a mi alcance eran las que se dis-
frazaban de metáforas…” (Castellanos, 2003: 159), algunxs han seña-
lado que la autora se acerca a la reflexión a partir de la literatura porque
el lenguaje filosófico le era difícil. A partir de esto podríamos sospechar
que si bien la afirmación de Castellanos podría asumirse como un no
estar en la reflexión filosófica, también podría comprenderse como que
el lenguaje filosófico sólo es uno y que la filosofía o el lenguaje filosó-
fico no puede ser metafórico o expresado a través de figuras del pensa-
miento, argumento que, si bien se sustentó en algún tiempo, cuando
pensamos a la filosofía como un estar, un ser y un pensar sobre el ser y
el mundo, una búsqueda de la autoconsciencia, resulta difícil no pensar
que las formas de expresión pueden ser muchas y puedan ser expresadas
171
Adriana Sáenz Valadez
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El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
Hela aquí, ya decidida a estudiar una carrera. ¿Pero por qué literaria? Ella mis-
ma confiesa que “no se sentía dotada” y que su preocupación más auténtica ha-
bía sido, desde siempre, el conocimiento, la investigación, el afán teórico. Muy
pronto advirtió que entre la literatura y la verdad no existe más que relaciones
inciertas, porque su instrumento –la palabra– es ambiguo, asume significados
diferentes y aun contradictorios y, en todo caso, resulta insuficiente (Castella-
nos 1998: 628).
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Adriana Sáenz Valadez
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El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
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Adriana Sáenz Valadez
¿Existe una cultura femenina? Esta interrogación parece, a primera vista, tan
superflua y tan conmovedoramente estúpida como aquella otra que ha dado
también origen a varios libros y en la que destacados oficiales de la Armada
Británica se preguntan, con toda seriedad inherente a su cargo, si existe la ser-
piente marina (Castellanos, 2005: 41).
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Adriana Sáenz Valadez
Pero el problema no sólo afecta a las mujeres que no tienen hijos porque no
pueden o porque se niegan a ello, sino a aquellas mismas a quienes la materni-
dad le ha sido concedida pero que no les resulta ya satisfactoria por vivir en un
mundo donde por todos los medios se desvaloriza el principio femenino y lo
que representa (Castellanos, 2005: 196).
182
El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
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Adriana Sáenz Valadez
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El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
sino que por un motivo no han podido encauzar este sentimiento por el cauce
natural y correcto. La necesidad de desbordamiento, de trascendencia, se en-
cuentra con otro cauce, el literario, no importa si adecuado o no, pero posible
(Castellanos, 2005: 209-210).
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Adriana Sáenz Valadez
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El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
2005: 211), pueden romper con las marcas esenciales. ¿Entonces estas
mujeres que escribían desde esta posición serían seres que se escribían
a sí mismas? Hasta este momento Castellanos está oscilante entre la
reflexión del cuerpo como un ser mujer, un ser escritura femenina, un
salirse de sí y reflexionar sobre sí, lo que implicaría desdoblarse de las
marcas de la diferencia sexual, pero sin alejarse por completo de algu-
nos sellos esenciales del ser mujer, por ello, no termina de distanciarse
de la afirmación sobre las mujeres que escriben lírica, porque según
ella, cita a Federico de Onís (2005: 207), este género es un hablar
sobre aquello que no se reflexiona, al parecer pensamiento sobre el ser
mujer todavía presente en aquella época.
De este modo, la autora postula que las mujeres pueden hacer cultu-
ra en determinadas circunstancias y modalidades, pero no sólo a partir
de sus marcas corporales, en tanto son comprendidas como lo femeni-
no, que pueden escribir o no, sino y quizá en desobediencia, desde el
deseo de reflexionar sobre sí y para sí.
13
La referencia que la autora hace a que las mujeres ya no quieren escribir como
hombres ni usar pseudónimos es sustantiva, dado que fue en esos años que las mu-
jeres empezaron a ser llamadas escritoras y no mujeres que escribían, en el evidente
sentido peyorativo que tenía el segundo sustantivo, que era más un epíteto negativo.
A su vez, fue por estos años que las mujeres pudieron insertarse con reconocimiento
a las llamadas generaciones literarias.
187
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15
Para el análisis, mayoritariamente, se citarán el primero y el último de los ensa-
yos dedicados a Beauvoir.
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El devenir de la diferencia sexual y la cultura femenina en Rosario Castellanos
llevado a fortalecer las ideas que nos habían permitido ver en aquellos
indicios que señalamos en Sobre cultura femenina. Ahora en “Simone
de Beauvoir o la lucidez” abre la discusión con varios elementos que
permiten observar que ya no hablamos de la diferencia sexual como
un postulado que define la ontología de los hombres o las mujeres,
sino que incluso hay varias formas de ser mujer.
Inicia señalando que la lucidez como ejercicio racional es una cua-
lidad que les sucede con poca frecuencia a las mujeres y que a cambio,
para no negarles toda posibilidad racional o como le llama de conoci-
miento, se les otorga la posibilidad de la intuición (Castellanos, 1998:
624). A través de la ironía que conlleva la crítica, evidencia que no es
un asunto de naturaleza. No es un ser de las mujeres, es un otorgarles
a las mujeres esta posibilidad. Un permitirles ser, con la consciencia
de que la intuición no es un ejercicio racional, de relacionar elemen-
tos, no es una habilidad, es un don (Castellanos, 1998: 624).
En este orden de ideas surgen varios elementos. Se vislumbra que
no es un ser de las mujeres, sino una forma en la que se comprende a
las mujeres y además se les enseña a vislumbrarse desde esta noción.
Amén de que esta intuición no es comprendida como una habilidad
de razón, sino como un fenómeno desligado de los ejercicios de racio-
nalidad y de sistematización. Es un don metafísico que se les enseña a
las mujeres para comprender al mundo y en ello a ellas mismas. Este
fenómeno que evidentemente conlleva ejercicios relacionales de causa
y efecto es asumido como carente de ello.
A partir de este don, en cuanto a la producción cultural, hay mu-
jeres que producen textos en donde reivindican esta concepción del
ser y hacer mujer. Las segundas, ya no tan contentas con dicha con-
cepción, justifican sus seres y haceres a partir de las nociones de des-
tino biológico, social o histórico. Éstas, si bien inconformes, intentan
desligarse de dichas formas de actuar, sin que ello conlleve un giro de
rumbo radical. Las terceras, aquellas como Weil, Beauvoir y, digo,
191
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17
El aspecto de la libertad lo desarrolla en el segundo texto dedicado a la filósofa
francesa: “Simone de Beauvoir o la plenitud” en Juicios Sumarios.
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Hacia el cierre
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Referencias
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El ser del hombre en la filosofía
de Xavier Zubiri
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José Alfonso Villa Sánchez
204
El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
(SR 222), unas paredes (SR 196, 222), un cuarto, esta sala, sus colores,
etc.5 Pero se trate de una cosa u otra, todas estas cosas corresponden
al “orden de las cosas materiales” en el más estricto de los sentidos, las
cuales no son reales en tanto que mesas, paredes, martillos, aunque se
los toma como si lo fueran, a efectos de ejemplificar lo que se entiende
por realidad. En el orden de las cosas materiales y de las cosas vivas
asistimos a lo que Zubiri llama esencias cerradas, distintas de las esencias
abiertas, modo de las cuales es el hombre.6 Radicalmente, la diferencia
entre una esencia cerrada y una esencia abierta no está formalmente en
el orden talitativo de la esencia misma; la esencia de suyo es tal realidad
o tal otra, y dicha realidad se agota en ser tal. Pero tampoco está la di-
ferencia en el carácter transcendental de realidad, porque tal realidad
sería tanto la esencia cerrada como la abierta si es “de suyo” aquella
tal sustantividad. La diferencia está, más bien, en la función que el
carácter talitativo de una sustantividad tenga consigo misma. Así, hay
tal. El martillar no tiene un mero saber del carácter pragmático del martillo, sino
que se ha apropiado de este útil en la forma más adecuada que cabe” (SyT 96-97).
Zubiri dirá que esto que Heidegger dice “no es verdad más que en ese contexto
en el que Heidegger lo dice” (SR 227). Y ese contexto, en sus términos más gene-
rales, es la fenomenología hermenéutica que hace por el ser de las cosas en tanto
sentido y que no puede hacer por ellas más que en ese modo. Sin embargo, desde
una metafísica de la realidad trascendental “la verdad es que, cuando yo veo una
cartera –dice Zubiri–, veo una cosa que es cartera, pero no veo la cartera. No hay
la prioridad del Zuhandenes. La prioridad va sobre la impresión de realidad de
lo que realmente tengo ante mí en un acto perceptivo. En manera alguna, por
consiguiente, puede pretenderse que, por su propia razón y su propio modo de
presentación, la nuda realidad esté montada sobre la cosa-sentido, es decir, sobre
la realidad en cuanto tal en tanto que sentido mío” (SR 227).
5
¿Mera coincidencia? Heidegger, para explicar el “complejo remisional” del ente
que comparece en el mundo circundante y para explicar que “un útil sólo es desde
su pertenencia a otros útiles” (SyT 96), elabora la siguiente lista: “útil para escribir,
pluma, tinta, papel, carpeta, mesa, lámpara, muebles, ventanas, puertas, cuarto”
(SyT 96). Zubiri propugna la diferencia fundamental entre cosa-real y cosa-senti-
do precisamente frente a Heidegger.
6
Lo mismo que la naturaleza angélica y la divina. Cfr. SR 198; 201.
205
José Alfonso Villa Sánchez
Esto es algo que instaura una sustantividad y que, para los efectos de su estruc-
tura interna y de la conexión mundanal con las demás, no tiene más realidad
que la conferida por las notas talitativas que ella posee de suyo. Lo que esa esen-
cia cerrada constituye es una realidad que llamaríamos en sí. Adviértase que
aquí la expresión en sí no tiene el sentido kantiano –cosa en sí a diferencia del
fenómeno–; no se trata de esto… en una esencia cerrada el en sí es aquello en
virtud de lo cual algo es solamente de suyo, lo que es y como es (SR 192-193).7
7
Cfr. también SE 499-501.
206
El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
Toda esencia, y en primer lugar una esencia cerrada, es siempre y sólo una esencia
que es de suyo. Por ser de suyo es suya. Mejor dicho, es de suyo porque en una u
otra forma es suya; quiero decir que es, se pertenece a sí misma desde un punto
de vista, si se quiere, puramente material: es lo que es ella en sí misma y no más
(SR 202).
207
José Alfonso Villa Sánchez
208
El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
no sólo yo soy mío como una lámpara es suya, sino que yo en buena medida
consisto en ser mío, cosa que no le acontece a una lámpara, puesto que no es
lo mismo ser una realidad que consistir en ella… No sólo soy real sino que
consisto en estar abierto a mi propia realidad, en comportarme respecto de mi
propia realidad (SR 202-203).
209
José Alfonso Villa Sánchez
Ser sustantivo es, sin más, ser en tanto que actualidad de una sus-
tantividad en el mundo, en este caso del hombre; ese acto segundo
en que se actualiza la realidad que es humana en el mundo. Esta es la
claridad que se obtiene sobre la articulación realidad-ser tratándose
210
El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
de una realidad que es cada vez mía, que soy cada vez yo, como es el
caso de la realidad humana; claridad que, en las esencias cerradas que
simplemente son de suyo y que yo no soy, no aparece. Pero además de
la claridad que arroja sobre toda otra diferencia entre ser y realidad,
tal distinción, por lo que ve al hombre, envuelve “un problema feno-
menal: el problema de toda la existencia humana” (SR 212).10 Efecti-
vamente, por aquí habrá de correr el hilo que lleve a la tematización
metafísica de la sociedad,11 la política, la historia,12 la ética,13 etc.
Pero, si volvemos a nuestro asunto, “mi realidad sustantiva es una
realidad que no depende más que en muy pequeña medida de mí. Me
la han dado. Soy lo que soy constituido así” (SR 212). Mi realidad
sustantiva la tengo así “antes de nacer” (SR 211). El Yo, por el contra-
rio, no.14 Porque el Yo es y será “esa reafirmación o actualización de
lo que es mi realidad sustantiva en cada uno de los actos que ejecuto.
Eso es propiamente lo que constituye el Yo. El Yo como acto segundo
es el ser sustantivo de mi realidad sustantiva. Es, por consiguiente, un
acto ulterior. La diferencia entre realidad y ser alcanza ahí su máxima
expresión” (SR 212).15 El problema entero de la existencia humana va
envuelto en que, por un lado, sobre mi realidad sustantiva no tengo
10
Cfr. ETM 293.
11
Xavier Zubiri, Tres dimensiones del ser humano: Individual, social, histórica,
Alianza Editorial-Fundación Xavier Zubiri, Madrid 2006.
12
X. Zubiri, Sobre el hombre, Alianza Editorial - Fundación Xavier Zubiri, Madrid
1986.
13
Con los impulsos fenomenológicos extraídos de Zubiri, Jordi Corominas plan-
tea una ética mundial como filosofía primera. Cfr. Jordi Corominas, Ética Pri-
mera. Aportación de X. Zubiri al debate ético contemporáneo, Desclee de Brower,
Bilbao 2000.
14
Zubiri usa indistintamente el pronombre de la primera persona del singular en
mayúsculas (Yo) o minúsculas (yo) en el mismo sentido. La mayúscula es simple-
mente enfática.
15
“… el hombre tiene que hacer lo que la plata [o el hierro, o la piedra] no tiene
que hacer porque se le da hecho por el hecho de estar en el Mundo: el hombre
tiene que fabricarse su propio ser, justamente, eso que llamamos yo” (ETM 293).
211
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El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
el yo es el acto segundo en que se ratifica bajo la forma del Yo-mismo, por vía
de identidad y de mismidad, mi propia realidad sustantiva. Abierta mi realidad
sustantiva a mi propia realidad, el acto de esa identidad es la que se expresa en el
yo bajo la forma del yo mismo. La mismidad significa mi propia realidad en
tanto que realidad. Naturalmente, de ese yo no queda fuera todo lo que de una
manera muy alegre el idealismo ha llamado el yo empírico. Todo lo contrario.
En ese sentido el yo es pura y simple el yo empírico en función transcendental
(SR 212-213).
213
José Alfonso Villa Sánchez
Tampoco es que la realidad fuera, en cada caso cada vez la mía, una
especie de capa inalterada e inalterable por bajo de un recubrimiento
que fuera el Yo cambiante, alterable, siempre en vías de forjarse. No
es así. Porque yo y mi realidad somos exactamente lo mismo. Quien
se actualiza, quien se afirma en cada uno de los actos que yo realizo
cada vez, es toda la realidad sustantiva que yo estoy siendo, en tanto
que esencia mundanalmente abierta.
ca su estudio Sí mismo como otro (versión castellana de Agustín Neira Calvo, Siglo
xxi, México 1990), al tratamiento del espinoso tema de la identidad humana y
de la intersubjetividad, en el contexto de su propia crítica al pensamiento moder-
no. Sin embargo, aunque el método y el telos de Ricoeur sean diferentes a los de
Zubiri, lo que nos da qué pensar es que, de manera independiente, ambos hablen
de un momento de permanencia y de un momento de cambio en el hombre. Así,
Paul Ricoeur llama con la locución latina idem a aquello del hombre que per-
manece en el tiempo “y que se opone a lo diferente, en el sentido de cambiante,
variable” (p. xiii). La locución latina ipse la utiliza para nombrar aquello que en la
identidad-idem hace referencia a “otro, distinto, diverso, desigual, inverso” (p. xiii).
A la identidad-idem se le opone la identidad-ipse. Pero, apunta Ricoeur, “nuestra
tesis constante será que la identidad en el sentido de ipse no implica ninguna afir-
mación sobre un pretendido núcleo no cambiante de la personalidad” (p. xiii).
Es que no se trata de las dos partes que conformarían la identidad del hombre.
Se trata de los dos polos entre los cuales la identidad narrativa se construye. Pero,
además, lo altera tiene ya en tanto que identidad-ipse pertenencia radical al hom-
bre en tanto que identidad-idem. “Sí mismo como otro sugiere, en principio, que la
ipseidad del sí mismo implica la alteridad en un grado tan íntimo que no se puede
pensar en una sin la otra, que una pasa más bien a la otra, como se diría en el len-
guaje hegeliano” (p. xiv). Con todas las precauciones necesarias, encontramos una
cierta cercanía entre la identidad-idem de Ricoeur y la realidad humana de Zubiri,
por un lado; y, por otro, entre la identidad-ipse y la actualización mundanal del yo
en tanto que ser del hombre.
214
El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
215
José Alfonso Villa Sánchez
23
En Estructura Dinámica de la Realidad Zubiri explica así que el yo sea un acto
segundo: “Aquel acto en que mi propia realidad se afirma a sí misma de una ma-
nera reduplicativa y formal en acto segundo, en la acción que está ejecutando.
Por ejemplo: yo como, yo ando, yo hablo, yo compro, yo riño, yo me paseo. Hay
siempre este segundo acto. Y este acto segundo no está yuxtapuesto a la realidad.
NO. El acto segundo consiste en reabsorber la realidad entera en acto primero,
y declararla, en acto segundo, idéntica a la realidad en acto primero: es lo que
llamamos intimidad. El yo revierte precisamente sobre la propia realidad. Es la
realidad en acto segundo. Y, por consiguiente, lo que hay que decir es que el yo,
que no es la realidad del hombre, es, sin embargo, su ser sustantivo, la realidad in
essendo” (EDR 28).
216
El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
esta realidad sustantiva que soy yo mismo. Aquí es donde resulta mucho más
claro que mi realidad sustantiva es realitas in essendo, o sea, es la realidad en el
Yo. Pero en manera alguna la realidad se identifica con el Yo, ni el Yo es una
cosa superpuesta a esa realidad, sino que es el acto segundo que revierte sobre
el acto primero para reafirmarlo configurativamente. En esta realitas in essendo
ese in significa pura y simplemente eso. El resultado es una figura de realidad,
y precisamente la esencia abierta lo está no sólo a su propio carácter de realidad y
al carácter de realidad de todas las demás cosas, sino que está abierta intrín-
secamente a su propia manera de ser, a su propia figura de realidad (SR 232).
217
José Alfonso Villa Sánchez
Bibliografía
24
Es el año de la primera edición y es la utilizada si en la referencia bibliográfica
no aparece un año más reciente.
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El ser del hombre en la filosofía de Xavier Zubiri
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La noción de persona:
una aproximación a la cuestión
de la titularidad
de los derechos humanos
Introducción
221
María Guadalupe Matus Ramírez
222
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
223
María Guadalupe Matus Ramírez
3
Cito textualmente la afirmación de Griffin, la traducción es mía: “[…] uno pue-
de descomponer la idea de personalidad en componentes más claros, descompo-
niendo la noción de agencia”. James Griffin, On Human Rights, op. cit., p. 33.
4
Idem.
224
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
5
Rolando Tamayo y Salmorán, “El sujeto del derecho”, en: Ernesto Garzón Val-
dés y Francisco J. Laporta, El derecho y la justicia, Enciclopedia Iberoamericana de
Filosofía, Trotta, Madrid, Vol. II, 2013, pp. 293-312.
225
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226
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
227
María Guadalupe Matus Ramírez
Porque el griego utiliza un solo término para hablar tanto de la máscara como del
rostro. Prosopon expresa lo que se encuentra frente a quien lo mira y que “contem-
plamos”. Por lo tanto, no hay oposición conceptual entre una apariencia exterior
y una interioridad que estaría cubierta, oculta bajo la máscara. Rostro y máscara
son caras que revelan. El hombre griego concebido así se define en relación a otro,
del exterior, por su rostro, por lo que muestra y que los demás ven de él.11
228
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
14
La representación se encuentra en los frescos ubicados en las siguientes tumbas:
“Tomba degli Auguri” del año 520 a. C. y en la “Tomba del Gallo” del año 400
a. C., entre otras. Stephan Steingräber (Hrsg.) Tarquinia Standt und Umland von
den Etruskern bis heute, Verlag Philipp von Zabern, Darmstadt/Mainz, 2012, pp.
54 y 65.
15
Persōna también tenía el sentido que mencioné arriba de “representación” o
“desempeño de un papel teatral”, pero además el verbo persono -ui derivado de este
sustantivo, se refiere a la función que tenía la máscara y que se utilizó para designar
toda acción de “resonar”, “hacer ruido” o “decir en alta voz”. José María Mir (dir.),
Diccionario ilustrado Latino-Español Vox, Bibliograf, Barcelona, 1982, p. 381.
229
María Guadalupe Matus Ramírez
16
Del original: “Persona est naturae rationalis individua substantia”. Boecio, Cinco
Opúsculos Teológicos (Opuscula Sacra), trad. Julio Picasso Muñoz, Fondo Editorial de
la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2002, pp. 82-88. Sobre el concep-
to de persona en Boecio, puede revisarse el texto de Alfredo Culleton, “Tres aportes
al concepto de persona: Boecio (substancia), Ricardo de San Víctor (Existencia)
y Escoto (Incomunicabilidad)”, Revista Española de Filosofía Medieval, Núm. 17,
Córdoba, Sofime, 2010, pp. 59-71. En este texto se recoge a manera de genealogía
la discusión sobre la idea de persona en la dogmática trinitaria a partir del aporte
de tres autores relevantes, considerando como punto de partida para el debate la
afirmación de Boecio.
17
Del original: “Natura est unamquamque rem informans specifica differentia”.
Boecio, Cinco Opúsculos Teológicos (Opuscula Sacra), op. cit., pp. 82-88.
18
Idem.
230
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234
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
27
Leopoldo José Prieto López, “La persona en Kant”, Espíritu LIX, Núm. 139,
Barcelona, 2010, pp. 117-142.
28
Belén Altuna, “El individuo y sus máscaras”, Ideas y valores, Núm. 140, Bogotá,
agosto de 2009, pp. 33-52.
29
Aunque esta expresión –por todo lo que ya se ha venido exponiendo– es redun-
dante, debido a que se puede predicar la idea de persona sólo al sujeto racional,
individual (no al inerte o al que no posee razón), hago énfasis en este apelativo
porque podría referirse a la persona “divina”, en el contexto en el que se ha estado
hablando. Además de que es útil para identificar el vínculo del concepto con los
derechos “humanos”.
30
Andrés Saldarriaga Madrigal, “Persona. Categoría fundamental y desafío prácti-
co”, Estudios de Filosofía, Universidad de Antioquía, Núm. 39, 2009, pp. 177-188.
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La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
237
María Guadalupe Matus Ramírez
de sí mismo en tiempos diferentes, es, en esa medida, una persona […] Por
consiguiente, la identidad de la persona se encuentra indefectiblemente en mi
propia conciencia.
238
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María Guadalupe Matus Ramírez
[…] sería exactamente en el seno del derecho romano donde fraguaría el con-
cepto de persona. Un concepto jurídico que terminaría de plasmarse, además,
por un jurista concreto: Quinto Mucio Escévola pontifex (hacia 140 - 82 a.
C.). No aparecería en un difuso ‘mundo antiguo’, y menos aún en Grecia…
‘Persona es el fruto de una mentalidad, de un sistema de creencias, de unos
principios jurídicos, de una forma de ver el mundo, que surgieron y se de-
sarrollaron en Roma’ […] En cualquier caso, lo cierto es que, en las fuentes
conservadas, la primera vez en que se detecta el uso del concepto de persona
en un texto jurídico romano es en el segundo decretum pontificio –claramente
atribuible a Quinto Mucio– sobre los sacra familiaria, que conocemos gracias
a la fiel reproducción que hace Cicerón en De legibus.40
38
José María Ribas Alba, Génesis del derecho en Roma, Prolegómenos al estudio del
Derecho Romano Arcaico, Tecnos, Madrid, 2015.
39
Antonio Fernández de Buján, “Sistemática y Ius Civile en las obras de Quintus
Mucius Scaevola y de Accursio”, Revista jurídica Universidad Autónoma de Ma-
drid, Vol. 1, Núm. 6, 2002, pp. 57-80.
40
Javier Paricio, “Persona: un retorno a los orígenes”, op. cit., pp. 446-454.
240
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
II. División del Derecho. §8. Todo el derecho vigente entre nosotros, tiene
por objeto ó [sic] las personas, ó [sic] las cosas, ó [sic] las acciones. Tratemos
primero del derecho concerniente á [sic] las personas. Título II. De la diferen-
cia entre los hombres libres y los esclavos, y entre ingénuos [sic] y libertinos.
III. Condición de los hombres. §9. La división más general del derecho de las
personas es esta: los hombres son libres ó [sic] esclavos.42
41
Marco Tulio Ciceron, De las leyes, trad. Julio Pimentel Álvarez, unam, México,
2016, libro II, cap. XIX. p. 102. Las cursivas son mías. Sobre Scaevola también
escribe Agustín acerca de la representación de los dioses y su antropomorfización
en el culto romano, aunque aquí no hay ninguna alusión a la idea de persona. San
Agustín, La ciudad de Dios, op. cit., libro III, cap. XXVII, pp. 114-115.
42
La traducción y el texto original fueron extraídos de: Gayo, La Instituta, Imprenta
de la sociedad literaria y tipográfica, Madrid, 1845, Libro II, §8-9, pp. 12-13.
241
María Guadalupe Matus Ramírez
43
Jakob Fortunat Stagl, “De cómo el hombre llegó a ser persona: los orígenes de
un concepto jurídico-filosófico en el derecho romano”, Revista de Derecho, Ponti-
ficia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, Vol. XLV, julio-diciembre, 2015,
pp. 373-401.
242
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
cierto que no todos eran considerados por el derecho, no sólo “de igual
manera” sino que algunos, como los esclavos, ni siquiera podían ser
juzgados o sus vidas pendían totalmente de la voluntad del pater fami-
lias. El giro o transformación del contenido de persona, ahora sí, como
“sujeto de derecho” se presenciará hasta iniciada la Edad Media con
Justiniano.44 En sus Instituciones transcribe la división de Gayo del dere-
cho de las personas,45 pero en el Libro I expone la ilicitud de cualquier acto
de abuso contra los esclavos mientras no haya “causa reconocida por
las leyes”.46 Esto no significa que el esclavo sea considerado aún como
un sujeto de derechos pero está contemplado en la ley como “hombre”
(bajo los presupuestos del derecho natural) sobre el cual se tienen obli-
gaciones, estado que le es conferido en cuanto que es “persona”.
A pesar del contenido revelador del texto de Gayo, la identifica-
ción entre las nociones “hombre” y “persona” no siempre ha sido cla-
ra, incluso se puede observar que en ocasiones han sido antagónicas,47
sobre todo para los juristas que han comprendido persona en el senti-
do de “personaje” o de “representación escénica”, la cual es una de las
acepciones más invocadas en el mundo del derecho.
Un aporte importante para la conformación de la idea de persona
en el mundo jurídico es el estudio de Savigny48 sobre el Derecho ro-
44
Ibidem, p. 388.
45
Justiniano, Cuerpo del Derecho Civil Romano, tomo I, Instituta-Digesto, trad.
Idelfonso García del Corral, Jaime Molinas, Barcelona, 1889-1898, Libro I, Títu-
lo II y III, § 12-5, pp. 7 y 8.
46
“Sed hoc tempore nullis hominibus, qui sub imperio nostro sunt, licet sine cause
legibus congnita in servos suos supra modum saevire”. La versión en español consul-
tada en el mismo texto dice: “Pero en la actualidad no es lícito á [sic] ningún hom-
bre, de los que están bajo nuestro imperio, ensañarse sobre manera con sus esclavos
sin causa reconocida por las leyes”. Ibidem, Libro I, Título X, § 2, p. 12.
47
Rolando Tamayo y Salmorán, “El sujeto de derecho”, op. cit., pp. 297 y 298.
48
Corral considera a Savigny como el punto de partida de una nueva significación
de la idea de persona: “A mediados del siglo xix Von Savigny comienza a hablar de
persona para referirse al sujeto de derechos y obligaciones, dando así un contenido
jurídico particular al término. Tal concepción se ha generalizado y hasta nues-
243
María Guadalupe Matus Ramírez
tros días los jurisperitos, especialmente los civilistas, siguen definiendo la persona
como aquel ser apto para gozar de derechos y contraer deberes; sin perjuicio de
englobar dentro de este concepto a todos los individuos de la especie humana”.
Hernán Corral Talciani, “El concepto jurídico de persona. Una propuesta de re-
construcción unitaria”, op. cit., p. 304.
244
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
49
Friedrich Karl von Savigny, Sistema del Derecho romano actual, trad. Jacinto
Mesía y Manuel Poley, Tomo I, Centro Editorial de Góngora, Madrid, 1879, pp.
257 y 258.
245
María Guadalupe Matus Ramírez
246
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
Desde los romanos hasta Pufendorf se afirmó que las personas debían
ser consideradas en su estado moral o social que determina un estado
legal determinado. Un ejemplo de esto es la controversia sobre la de-
signación del embrión o el no nacido como persona jurídica a causa
no de su status biológico o “espiritual”, sino legal.53
El inciso (b) refiere a las capacidades de la persona jurídica, es decir,
lo que se predica del sujeto del derecho como el compuesto de cuali-
dades o atributos que el derecho le confiere otorgándole el poder para
desempeñar una acción determinada: “Podemos entender la capacidad
como la aptitud natural, consustancial y necesaria de todo sujeto de
derecho, para asumir titularidades jurídicas. Cualquier sujeto en cuanto
centro de imputación jurídica, asume una diversidad de derechos en re-
lación a su propia naturaleza”.54 Estas aptitudes que el derecho le otorga
a la persona jurídica le dan la posibilidad de gozar de ellas o de ejercer-
las, lo que se expresa como capacidad de goce y capacidad de ejercicio.
Lo que debe quedar claro es que no se refiere a las cualidades biológi-
cas para realizar algo o a las aptitudes morales para asumir ciertas com-
petencias, sino a las cualidades o aptitudes atribuidas por el derecho
positivo y que se traducen en la habilidad de tomar decisiones jurídicas
y contraer por sí mismo cualquier tipo de relaciones jurídicas:55 “La
53
Para ahondar en la cuestión se sugiere revisar el texto de Ngaire Naffine, la
traducción es mía: “Who are Law’s Persons? From Cheshire Cats to Responsible
Subjects”, The Modern Law Review, Vol. 66, Núm. 3, mayo 2003, pp. 346 y 367.
Para comprender a qué se refiere el autor: “[…] en este reporte, la personalidad ju-
rídica no es más que la capacidad formal de tener un derecho legal y así participar
en las relaciones jurídicas”. Ibidem, p. 350.
54
Javier Pazos Hayashida, “La capacidad de la persona jurídica: apuntes indicia-
rios”, Ius et Veritas, Perú, Vol. 2, Núm. 31, 2005, pp. 102-112.
55
Sobre este tema puede revisarse la aclaración que hace Ngaire Naffine en la nota
a pie sobre el tipo 1 de personalidad (P1) que corresponde a la capacidad de tener
un derecho legal, en: “Who are Law’s Persons? From Cheshire Cats to Responsible
Subjects”, op. cit., p. 350. También puede revisarse el apartado sobre Status y capacidad
de Tamayo y Salmorán en el que afirma que: “Los atributos de las personas jurídicas no
son cualidades de seres humanos. Los predicados dados a las personas jurídicas son
247
María Guadalupe Matus Ramírez
248
La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
El Sr. Dewey dice que no hacemos a las moléculas y a los árboles personas jurídi-
cas porque “las moléculas y los árboles continuarían comportándose exactamente
como lo hacen si se les atribuyen derechos y deberes”. Pero, aunque la función de
la personalidad jurídica, como sugiere la cita, es la de regular el comportamiento,
no es solo para regular la conducta del sujeto en el que se le confiere; es también
para regular la conducta de los seres humanos hacia el sujeto o hacia el otro. Se
adapta a los propósitos de la sociedad para hacer de un buque una persona jurí-
dica, no porque la conducta del buque será diferente, por supuesto, sino porque
su personalidad es un instrumento eficaz para controlar en especial detalle la con-
ducta de la personalidad jurídica, ya sea la de un buque, un ídolo, una molécula,
o un hombre, y sobre quien sea conferido, es para facilitar la regulación, por la
sociedad organizada, de la conducta humana.60
249
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La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
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La noción de persona: una aproximación a la cuestión de la titularidad de los derechos humanos
Conclusiones
Para finalizar, hay cuatro ideas que resultan de este recorrido por la
configuración de la idea de persona en las tradiciones filosófica y
jurídica:
1) La idea de persona es relevante para la caracterización del con-
cepto de los derechos humanos y para la construcción de su discurso
en la historia como en la política global contemporánea pues, en gran
medida, la práctica de los derechos humanos y el uso de su lenguaje
en el ámbito político internacional depende de las atribuciones que
posean los sujetos titulares de estas prerrogativas.
2) La afirmación de Moyn sobre las raíces cristianas de la noción de
persona, del concepto de dignidad humana y del origen de los dere-
chos humanos expresa la necesidad de rastrear su contenido semántico
en la tradición filosófica medieval de la que se nutre el personalismo
cristiano de Maritain, a quien Moyn le asigna un lugar relevante en la
formación del discurso de los derechos humanos. Esta es una afirma-
ción controvertida y ha sido causa de la crítica de numerosos teóricos
y del mismo Moyn quien interroga los alcances de los derechos hu-
manos como una nueva utopía en la política contemporánea.
3) La importancia que asigna Griffin al concepto de agencia para
resolver el problema de la indeterminación de los derechos humanos
se inspira en una caracterización específica de la noción de persona
apoyada en la tradición kantiana y en las ideas de autonomía, capaci-
dad de acción y libertad.
4) El concepto de persona introduce importantes problemas a la fi-
losofía del derecho y a la teoría de los derechos humanos sobre la titulari-
dad, la agencia y sobre el catálogo de derechos que ha de ser reconocido
a partir de una idea específica de “humanidad” o de persona.
253
María Guadalupe Matus Ramírez
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256
Cuerpo, facticidad y situación:
hacia la libertad sartreana
257
Vladimir Tavira Acosta
258
Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
5
Cfr. Merleau-Ponty, M. (1964). Lo visible y lo invisible; Ed. Seix Barral, S.A.;
Barcelona; 1966. Trad. José Escudé. También para la revisión que hace Simone de
Beauvoir a esta crítica, cfr. Beauvoir, S.; (1956) J.P. Sartre versus Merleau-Ponty; Ed
Siglo Veinte; Buenos Aires; 1963; Trad. Aníbal Leal.
6
Este es un concepto central de Husserl, pero que Sartre lo lleva al extremo. La
conciencia no es solo conciencia, sino que es “conciencia de…” es decir, siempre
es conciencia de algo, sea lo que sea este “algo”.
259
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260
Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
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Vladimir Tavira Acosta
262
Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
La constitución del mundo como totalidad y del hombre como parte de esta
totalidad, significa la rotura del ser en una multiplicidad cuantitativa. Como
totalidad, es el mundo un conjunto conexo de partes definidas por su recíproca
exterioridad. Las partes como tales se excluyen recíprocamente, y su modo de
ser es una presencia simultánea que exige su impenetrabilidad. El todo no sería
tal, si sus partes no fuesen copresentes (1955: 140).
263
Vladimir Tavira Acosta
264
Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
Así, mi ser-en-el-mundo, por el solo hecho de que realiza un mundo, se hace in-
dicar a sí mismo como un ser-en-medio-del-mundo, por el mundo que él realiza,
y no podría ser de otro modo, pues no hay otra manera de entrar en contacto con
el mundo sino siendo del mundo. […], es menester que me pierda en el mundo
para que el mundo exista y yo pueda trascenderlo. Así, decir que he entrado en el
mundo, que he “venido al mundo” o que hay un mundo o que tengo un cuerpo
es una sola y misma cosa (2013: 440).
265
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Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
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Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
13
Cfr. “Los accesos a la ontología” de este ensayo, para observar cómo los distintos
seres apuntan a la totalidad, lo mismo que los accesos de la facticidad apuntan a ella.
271
Vladimir Tavira Acosta
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Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
273
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274
Cuerpo, facticidad y situación: hacia la libertad sartreana
Por último, cabe aclarar que alcanzar ciertos fines, como lograr saltar
tal obstáculo o ser amado por tal persona, no es libertad. El éxito no es
algo que le importe al ser-libre del hombre. La libertad es “determinarse
a querer […] por sí mismo.” (657). Es decir, la libertad es autonomía de
elección. Que los fines se alcancen o no es solo parte de la nada, la con-
tingencia, la facticidad del humano. Elegirse a sí mismo, con base en el
mundo y los otros, es libertad. Lo demás es azar o cliché, según sea vea.
6. Conclusión
275
Vladimir Tavira Acosta
Bibliografía
276
III. La condición humana
Primeros esbozos
de una antropología filosófica
en Horizontes del liberalismo
de María Zambrano
María Zambrano
279
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280
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
281
María Guadalupe Zavala Silva
9
De Llera Luis, “María Zambrano y los años 30: horizontes de un nuevo liberalis-
mo”, Revista de Occidente, No. 277, Madrid, junio, 2004, pp. 99-118.
10
Ortega y Muñoz, Juan Fernando, “Persona y democracia en María Zambrano”,
en revista Jabega, No. 59, Málaga, Diputación de Málaga, 1987.
11
Urdanibia, Javier, “La filosofía política de María Zambrano”, en Revista Aspar-
kia. Investigació feminista, No. 3, 1994, pp. 103-122.
12
Moreno Sanz, Jesús, “Estudio introductorio”, en María Zambrano, Horizonte
del liberalismo... op. cit., p. 14.
282
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
¿Qué es la política? ¿De qué raíz emana? ¿Qué significa la política frente a la vida:
la sigue o la detiene? ¿La afirma o la niega? [...] ¿Qué valor puede tener la política
en los momentos actuales? ¿Puede resolver algún problema de los que hay plan-
13
Entrevista de Juan Carlos Marset a María Zambrano, ABC, 23 de abril de 1989,
pp. 70-79.
14
Moreno Sanz, Jesús, “Estudio introductorio”, en María Zambrano, Horizonte
del liberalismo... op. cit., p. 8.
15
Ibidem.
16
Zambrano, María, Horizonte del liberalismo, Madrid, Morata, 2005, p. 207.
17
Moreno Sanz, Jesús, “Estudio introductorio”, en María Zambrano, Horizonte
del liberalismo... op. cit., p. 8.
18
Ibidem.
19
Zambrano, María, “Horizonte del Liberalismo”, en Obras Completas Tomo I...
op. cit., p. 88.
283
María Guadalupe Zavala Silva
teados? El problema económico y la cultura. ¿Es posible una política que salve a
las dos? [...] se hace política siempre que se piense en dirigir la vida.20
20
Zambrano, María, Horizonte del liberalismo... op. cit., pp. 100-102.
21
Hernández Alfonso, Luis, “María Zambrano. La obra de los gobernantes de
la República dista mucho de las esperanzas populares”, entrevista publicada en
Nuestra época, 5 de marzo de 1932, recogida en Luis Pablo Ortega, El periodismo
en María Zambrano... op. cit.
22
María Zambrano, Horizonte del liberalismo... op. cit., pp. 256-257.
23
Ibidem.
24
Ibid., p. 208.
284
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
285
María Guadalupe Zavala Silva
286
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
Para tener una idea más completa del liberalismo político y poder
dimensionar las observaciones de Zambrano, en este caso a Kant,
recurrimos primero a una contextualización general del liberalismo
clásico tomando lo que Norberto Bobbio estudió: los derechos del
hombre constituían al Estado absoluto, el cual se encontraba en con-
traposición al Estado limitado (o Estado liberal),35 esto significa que
todos los hombres, sin importar su origen de nacimiento o la cuna en
la que nacían, tenían algunos derechos fundamentales (vida, libertad,
seguridad); en otras palabras, el Estado liberal constituía el acuerdo
de hombres (en principio) libres para estar en comunión.36
El liberalismo se distingue por los límites del poder y las funcio-
nes del Estado establecidas mediante mecanismos constitucionales: el
Estado liberal es un Estado limitado que tiene al centro el indivi-
duo y, a diferencia del anarquismo (que pugna por su eliminación
al considerarlo innecesario), el liberal considera que el Estado es un
33
Ibid., p. 215.
34
Zambrano, María, “Libertad y orden”... op. cit.; María Zambrano, La aventura
de ser mujer ... op. cit., p. 81.
35
Véase Bobbio, Norberto, Liberalismo y democracia, México, fce, 1993, p. 42.
36
Ibidem.
287
María Guadalupe Zavala Silva
288
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
[...] un supuesto, como algo previo y necesario para cualquier actuación po-
lítica: es un postulado de la civitas, del conjunto organizado de los hombres
regulados por un orden inteligente y no sometidos al imperio ciego de la fuer-
za. Nace la ciudad cuando el individuo adquiere la conciencia de sí como tal,
42
Zambrano, María, “Libertad y orden”... op. cit.; María Zambrano, La aventura
de ser mujer... op. cit., p. 85.
289
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290
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
Por otro lado, apela a la moral kantiana como algo que constituye
un individuo ajeno al ser humano de carne y hueso, y si para Kant
sólo el consentimiento de las personas reales puede ser fuente de legiti-
midad, entonces, ¿por qué establece fundamentos puros si el contrato
que promueve Kant entre las personas se basa en un reconocimiento
mutuo, en la responsabilidad y en definir la moral y lo justo? El pro-
blema para Zambrano sigue siendo el mismo, los principios morales
como teoremas comprobables derivan de un proceso de razonamien-
to, es decir, principios morales puros. Pero olvida Zambrano lo que
48
Ibid., p. 87.
291
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292
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
293
María Guadalupe Zavala Silva
60
Sánchez Vázquez, Adolfo, “El compromiso político-intelectual de María Zam-
brano”, en Ética y política, México, fce, 2000, p. 151.
61
Zambrano, María, Horizonte del liberalismo... op. cit., p. 211.
294
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
62
Castells, Irene y Antonio Moliner, Crisis del antiguo Régimen y Revolución Liberal
en España (1789-1845), Barcelona, Ariel, 2000, p. 13.
63
Ibidem.
64
Ibidem.
65
Sánchez-Gey Venegas, Juana, “Liberalismo e institucionalismo en María Zam-
brano”, en Laberintos del liberalismo (coordinadores Jorge Novella Suárez, José
Luis Mora García, Xavier Agenjo Bullón / Jornadas de Hispanismo Filosófico),
2017, pp. 371-381.
295
María Guadalupe Zavala Silva
296
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
Veamos ahora por qué las ideas filosóficas de la autora estaban fuer-
temente influidas por el pensamiento antropológico de Max Sche-
ler. El filósofo alemán fue introducido en la comunidad filosófica de
la Escuela de Madrid a través de las traducciones de la Revista de
Occidente. María Zambrano se interesó profundamente por lo que
Scheler postulaba en torno a la condición humana, pues “no tendría
sentido si no fuera la revelación progresiva del hombre. Si el hombre
no fuera un ser escondido que ha de irse revelando”,69 pues “todo ha
sucedido en nuestra historia como si la condición humana hubiera
de ser conquistada”.70 De aquí la noción antropológica que María
Zambrano asumió: el ser humano está en continuo trance de nacer,
su liberación se da en el transcurso de la vida y por ello la condición
humana ha de ser conquistada siempre.
El hombre, según Scheler, nace como toda especie en el cosmos,
no es ni inferior ni superior a las demás, simplemente es una especie
más entre la diversidad de la Naturaleza. Scheler no comparte con las
teorías evolucionistas ni filosóficas que denominan lo racional como
lo distintivo y exclusivo del ser humano, para él, el ser humano no es
reducible a la racionalidad griega (logos) pues hay otros tipos de ra-
cionalidad que se constituyen considerando la intuición, las pasiones
y muchos procesos químicos del ser humano. Scheler identifica esa
diferencia como una “intuición” de los fenómenos primarios o esen-
ciales, caracterizada por lo que llama “espíritu”; para él, toda persona
tiene espíritu: “un centro activo en que el espíritu se manifiesta dentro
de las esferas del ser finito”.71 Para Scheler el ser humano es capaz de
renunciar a satisfacer sus impulsos vitales o naturales.
69
Ortega y Muñoz, Juan Fernando, “Persona y democracia en María Zambrano”...
op. cit., p. 75.
70
Ibidem.
71
Scheler, Max, El puesto del hombre en el cosmos, Buenos Aires, Losada,1938, p. 55.
297
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298
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
[...] mirando nuestra realidad racial, nos cuesta trabajo comprender lo contra-
rio. Y es que toda posición llevada al límite se acerca a su contraria. Nuestro
extremado individualismo nos ha llevado a cada uno a reconocer no más que
a un individuo: el nuestro, rechazando toda diversidad. [...] Este problema de
tolerancia en religión y política es, en realidad, sólo de amor; es saber que existe
lo otro; amar lo contrario, que es lo humano. [...] y es que las mismas pasiones
dependen de la posición que uno se coloque ante la vida. [...] lo humano siem-
pre parcial, limitado, ha de amar a su contrario, que es complemento.74
74
Zambrano, María, Horizonte del liberalismo... op. cit., p. 209.
75
Scheler, Max, “Sentir y sentimientos”, en Gramática de los sentimientos, Barce-
lona, Crítica, 2002, p. 22.
299
María Guadalupe Zavala Silva
espíritu se manifiesta dentro de las esferas del ser finito”.76 Para Sche-
ler, el acto espiritual es autónomo e intencional frente a los demás
estados de sentimientos instintivos o empíricos.77 Y a su vez Zambra-
no lo vincula con Blas Pascal en lo referente a la lógica del corazón,
alusivo a su concepción sobre lo emocional: unas razones del corazón
que la razón desconoce.78 Pascal sostiene en sus Pensamientos que la
vanidad del yo llegó a tal nivel que impide comprender la realidad y
por eso lo rechaza.79 Ese yo individualista, en este caso cartesiano, se
caracteriza para Pascal por ser separatista de la razón y, de ahí, según
Zambrano, su absolutización y endiosamiento. Por eso para Zambra-
no la tragedia del individuo radica en la imposibilidad de tomar una
decisión entre lo bueno y lo malo porque ese yo cartesiano (y también
el individuo instrumental hobbesiano), imposibilitan comprender la
realidad. Y no se puede tomar una decisión según ella, no hay opción
bajo la figura de ese individuo cartesiano.
Y es que, en política, por mucho que se empeñen en señalar que
hay una racionalidad reflexiva, Zambrano sostiene que no hay nada
en esa política definida de antemano por el individuo instrumental.
Veamos cómo lo expresó:
Nosotros tenemos fe en una política que ame tanto la vida, que se encuentre
con elasticidad bastante para que la unión perdure. [...] el liberalismo es, ante
todo, cuidadosa delimitación de poderes.80
76
Ibidem.
77
De la Cruz Valles, Antonio, “El concepto de Espíritu en la Antropología de
Max Scheler: Un estudio sobre “El puesto del hombre en el Cosmos”, A parte rei.
Revista de filosofía, no. 31, enero, 2004.
78
Véase Pascal, Blaise, Pensamientos, Madrid, Alianza (traducción y prólogo de
Xavier Zubiri), 2015.
79
Ibidem.
80
Zambrano, María, Horizonte del liberalismo... op. cit., p. 209.
300
Primeros esbozos de una antropología filosófica en Horizontes del liberalismo de María Zambrano
81
De Llera, Luis, “María Zambrano y los años 30: horizonte de un nuevo libera-
lismo” op. cit., p. 110.
82
Ibidem.
83
Zambrano, María, “Horizonte del liberalismo”, en Obras Completas I... op. cit., p. 86.
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91
Zambrano, María, Persona y democracia..., op. cit., p. 31.
92
Zambrano, María, Horizonte del liberalismo... op. cit. p. 269.
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Bibliografía
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Pasiones y vida pública
Abordar la temática de las pasiones no resulta ser una labor fácil, so-
bre todo cuando se resuelve reflexionar no desde la perspectiva de la
tradición filosófica que hizo de ellas la parte oscura de la condición
humana, fuerzas apetitivas ciegas e irracionales que hacen presa fá-
cil al ser humano conduciéndolo a cometer actos tan atroces como
cruentos. La Filosofía en un principio privó a las afecciones de toda
racionalidad revistiéndolas de impulsividad e irreflexión; no obstante,
se ha abierto una franja al interior del discurso filosófico, a la manera
de un estallido se han retomado y analizado bajo una nueva luz la
importancia que las emotividades tienen no únicamente en nuestra
vida individual sino colectiva.
Consideramos que en tiempos del boom de la llamada inteligencia
emocional, la Filosofía se encuentra ante importantes aportaciones
y revaloraciones que hacer respecto a la asertividad de nuestras afec-
tividades en la vida práctica y en la manera en que ésta se constitu-
ye emotivamente. En las siguientes líneas abordaremos el carácter y
naturaleza de nuestras pasiones, así como su utilidad y presencia en
el ámbito social, un contexto en el que por lo general se cree están
tenuemente presentes. Abordaremos lo dicho no sólo desde la pers-
pectiva filosófica sino también desde la antropología y ámbitos de la
psicología.
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Por lo tanto conviene poner a los (oyentes), cuando lo mejor sea que ellos
sientan miedo, en la disposición de que puede sobrevenirles un mal (pues tam-
bién lo sufrieron otros superiores a ellos) y mostrarles que gentes de su misma
condición lo sufren o lo han sufrido, y, además, de parte de las personas de las
que no cabría pensarlo y por cosas y en momentos que no se podrían esperar
(Aristóteles, 2000, p. 204).
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Consideraciones finales
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Bibliografía
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La condición espiritual
Introducción
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La condición espiritual
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Conclusión
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La condición espiritual
Referencias bibliográficas
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Reflexiones antropológicas
sobre el ethos del aventurero1
Para Aurora
1. Viajes extraordinarios
353
Adán Pando Moreno
Hay que empezar por decir que es una etiqueta muy empequeñe-
cedora del autor francés. Verne no escribió “literatura juvenil”, cate-
goría que ni siquiera existía en su época. La tal literatura juvenil, que
forma una especie de género aludiendo al presunto público lector
más que a las características de la escritura –ni que decir que no son
los jóvenes los autores de dicho “género”– es un género inventado por
editoriales y liberarías, no por escritores y lectores: es decir, un género
de mercado, de colecciones para la venta. Se dirigió a los jóvenes tan-
to como a los ya maduros por los formatos existentes en la época: la
novela de folletín, por entregas, a través de una revista.
Algunas de sus novelas (aproximadamente sesenta) pueden ser fácil-
mente comprendidas y del gusto de jóvenes del siglo xx porque fueron
escritas con un propósito pedagógico: los llamados Viajes extraordina-
rios, subtitulados por Verne “Viajes a los mundos conocidos y descono-
cidos”. Y, sin duda, viaje y aventura tienen un parentesco consanguíneo,
aunque en tiempos recientes ya no sean sinónimos automáticos.
Verne en su madurez escribió novelas, sí, pero también obras de
teatro, cuentos (generalmente humorísticos), crítica literaria3 e inclu-
so obras de historia, no sólo novelas históricas e historia novelada
sino, digamos, historia historiográfica.
Al parecer, después de algunos tanteos de juventud, Verne inventó
–o perfeccionó– un cierto modelo literario, un modelo de novela. Ese
3
Julio Verne no sólo era un escritor famoso en vida, era un literato reconocido.
Premiado por la Academia, miembro de la Legión de Honor, fue amigo de los
Dumas, padre e hijo, quienes lo apadrinaron literariamente; gustaba de Dickens,
de George Wells y, para sorpresa de muchos, tiene una obra sobre Edgar Allan Poe
y su traductor al francés, Ch. Baudelaire. Poe fascinaba a Verne, en varias obras
recoge temas y motivos de Poe (como escrituras crípticas), lo llega a emular en su
forma e incluso a continuar en La esfinge de hielo (continuación de La narración de
Arthur Gordon Pym de Poe) y al que llegó a imitar. Pero quizá lo más importante
es la clasificación de la literatura fantástica que hace Verne, anticipándose un siglo
a T. Todorov. Conviene tener cuidado con las obras publicadas póstumamente por
su hijo Michael Verne, no siempre fieles ni a la letra ni al espíritu del padre.
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Reflexiones antropológicas sobre el ethos del aventurero
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Reflexiones antropológicas sobre el ethos del aventurero
2. La aventura
4
Siempre que cite una idea literal de ellos procuraré la referencia. El lector notará
la influencia noosférica de estos autores en todo el ensayo sin necesidad de poner
notas al pie en cada párrafo.
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5
Sobre el “darse cuenta” cfr. Jankelévitch, pp. 160-163, en su ensayo sobre “Lo
serio”. También Benjamin.
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Reflexiones antropológicas sobre el ethos del aventurero
8
Véase al respecto Heller, A. Sociología de la vida cotidiana. En particular pp. 268-
275 y 385-393. Podría discutirse su idea del cambio del ritmo del tiempo en la
historia. Pero, sobre todo, yo incluiría la aventura entre las “colisiones de la vida
cotidiana” (pp. 394-398), no como una colisión en sino contra.
Cfr. también Elias, Norbert, “Apuntes sobre el concepto de lo cotidiano” en La
civilización de los padres y otros ensayos. Norma. Santa Fé de Bogotá, 1998.
9
Hobsbawn, Eric & Terence Ranger (eds.). La invención de la tradición. Crítica
(Libros de historia). Barcelona, 2002.
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3. El aventurero
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rero es quien corre aventuras, quien las busca, quien decide vivirlas y
no sólo sobrevivirlas. Puede haber otros fines combinados. Pero hoy
en día, quien lo hace sólo por dinero sencillamente no es llamado
aventurero: es un empresario, un mercader, un mercenario.15
Me parece más jugosa la trinidad de Savater:16 uno, los aventureros
“moralmente inocuos” en el sentido de que ni defienden ni trans-
greden los valores comunitarios. Son los aventureros del desafío, los
exploradores. Aunque, digo yo, no son tan anodinos, si bien sus fines
pueden ser egoístas (satisfacer su curiosidad, vencerse a sí mismos o
a la naturaleza, figurar en la historia; cuando le preguntan a Mallory,
escalador del Everest “¿por qué sube montañas?” y responde “porque
están ahí”) expanden de una u otra forma los horizontes del géne-
ro humano. El segundo grupo es el de los aventureros “paladines”,
“lucha contra los enemigos externos o internos”; en el ejercicio de la
protección cumple hazañas, “llega a convertirse en héroe”. Es la figura
del héroe mítico que pasa pruebas pero realiza una función solidaria,
orgánica, cumple la aventura a nombre de todos. Incluiría yo aquí a
15
Simmel tampoco distingue entre dos categorías, todos son aventureros. Es cierto
que la palabra en sus orígenes tenía relación con la obtención de un beneficio y
como tal se popularizó en la modernidad temprana. El concepto de aventura exis-
tía desde antiguo, aunque con la modernidad dio un giro y cambió de contexto.
No admito la proposición central de Katchadjian en su tesina La ambigüedad de la
aventura acerca de la índole esencialmente capitalista de la aventura y cómo le hace
el juego al modo de vida que le conviene a la burguesía, aunque, como el nombre
lo indica, acaba admitiendo la ambigüedad de la aventura: una, su esencia vincula-
da al máximo beneficio por encima de quien sea, el espíritu crudo del capitalismo;
otra, cierta potencialidad. Una tesina original, que tiene mucha tela de dónde cor-
tar y que ameritaría discutirse. Sin embargo, me parece que confunde una forma
particular muy cierta, la de cierta aventura en la modernidad, con un contenido
general de por sí dialéctico. El discurso sobre la aventura puede ser usado de mu-
chas formas, aviesas incluso, pero la aventura contiene resistencia y rebeldía.
16
Savater, Fernando. “Cómo narrar la aventura. (Sobre el bandido adolescente)”.
La Jornada Semanal. 9 de marzo 1997. pp. 4-5. Al parecer, este mismo artículo fue
publicado en Letra internacional, no. 93, 1995; pp. 23-26.
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Reflexiones antropológicas sobre el ethos del aventurero
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Adán Pando Moreno
degradada del tipo construido por la literatura siglos antes. Los aven-
tureros de novela no son así: en Verne hay muchos tipos de aventu-
rero (de hecho, Verne usa la palabra tanto en el sentido de buscador
de fortuna, de connotación peyorativa, como en el de buscador de la
ruptura de lo ordinario e incluso como sinónimo de viajero).
Entonces, podría creerse que los aventureros son siempre perso-
najes de ficción porque la narración de la aventura sobrepone (como
dije párrafos atrás) un ‘exoesqueleto’ aparentemente ficticio. Pero no
es así. De hecho, el relato, la narración de la experiencia le da una
determinada forma, pero puede no ser narrada. La narración de un
incidente es una anécdota. La aventura es otra cosa y tiene diversas
opciones: la aventura puede no ser narrada, puede ser contada a uno
mismo, puede ser relatada sin público, sólo a unas cuantas personas
selectas, puede ser narrada a todo quien la quiera oír o leer, se platican
en fragmentos, se disfraza o se omite algún suceso o se cambia algún
nombre. Hay aventuras que se deben guardar en secreto y hay otras
que parecen vividas para ser contadas.
Lo que es crucial en el relato de toda experiencia y por lo tanto de
la aventura es que dispone los agentes de la misma en una relación
espacio-temporal distinta a la vivencial.17 Al vivir, hay aventura en pri-
mera persona nada más; al narrar, hay aventura en primera y en tercera
persona. En la narración, la aventura puede ser presentada como un
pathos, y usada como leitmotiv, y el aventurero puede ser construido
como la personificación de un ethos. Se genera entonces una especie
de objetivación de la aventura, de exoterización, pero no quiere decir
que la experiencia no haya existido. El efecto de la narración es dife-
rente al de la experiencia, sin duda, pero no es un efecto nugatorio de
ésta: contar la aventura la amplifica e intensifica y, a la vez, paradójica-
mente, desactiva su peligroso potencial a-estructural, su peligro como
17
Léase El narrador de W. Benjamin no como texto de narratología general sino
en la relación especial entre experiencia y narración.
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Adán Pando Moreno
ser siempre así. Y, además, que el fin del aventurero heroico sea des-
interesado: la aventura por la aventura misma, una especie del arte
por el arte. Es verdad que en la idea del aventuroso de Jankelévitch
hay un elemento positivo, muy fuerte: la fusión de lo ético y lo esté-
tico como ethos del aventurero. Ese elemento nos salva de los cuatro
abusos mencionados (y sobre todo del estereotipo) y le reconoce un
halo peculiar al aventuroso pero a costa de una concesión romántica;
pide demasiado al establecer un tipo que no sólo enfrenta dilemas
éticos sino que, además, siempre sabe cómo resolverlos con elegancia.
En todo caso, para mí ese aventuroso es la cima del aventurero, una
especie dentro del género, más que dos géneros separados.
Ya nos advertía el genial G. K. Chesterton, “La aventura podrá ser
loca, pero el aventurero, para llevarla al cabo, ha de ser cuerdo”. La
aventura carece de sentido, es el aventurero quien se lo otorga. En-
tonces no es únicamente que no haya aventura sin aventurero, más
aún: es el aventurero quien hace la aventura. En la aventura existe la
plena certeza de que uno es el protagonista de sus vicisitudes. Y por
eso quizá, es tan común que dos aventureros tengan un encuentro y es
tan raro que dos aventureros se encuentren.
Enfrentado por elección a la experiencia radical y liminal de lo
extraordinario, el aventurero ase lo posible haciéndolo posible. Pero
la aventura, como todo tránsito entre lo ordinario y lo extraordinario,
exige un sacrificio, tiene un precio: la aventura se adentra en el espa-
cio ominoso de la tragedia. La aventura comienza siendo la ocasión
en la cual se conjugan lo innecesario y lo posible y alguien cobra con-
ciencia de ello; pero se transforma, de un modo u otro, en su reverso:
la tragedia, que según Jankelévitch es cuando se conjugan lo necesario
y lo imposible. La tragedia es la antistrofa de la aventura, son opues-
tos complementarios. Después de todo, el verdadero aventurero no
es quien está dispuesto a pagar el precio, sino quien está dispuesto a
pagarlo por segunda vez.
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Bibliografía
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4
Toledo, A., “Nanotecnología y transhumanismo” en revista Casa del Tiempo, V
n. 33, y en línea en PDF www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/33_34_iv_jul_
ago_2010/casa_del_tiempo_eIV_num33_34_09_13.pdf
5
Véase en línea www.kurzweiltech.com/ktiflash.html; y Kurzweil, R., (2000) La
era de las máquinas espirituales, Ed. Planeta, México.
6
Sobre la crítica desmitificadora del determinismo tecnológico véase Sanmartín, J.
(1992) Los nuevos redentores. Reflexiones sobre la ingeniería genética, la sociobiología
y el mundo feliz que nos prometen, Ed. Anthropos.
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7
El documento con el que se inicia el feminismo cyborg es el “Manifiesto para
cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista a finales del siglo xx”, apareci-
do en Haraway, Donna J. (1995) Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la
naturaleza, Cátedra, Valencia.
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Referencias
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El Humanismo en disputa:
¿anti, post, trans o inhumanistas?
1. Introducción
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Este hombre futuro –que los científicos fabricarán antes de un siglo, según
afirman– parece estar poseído por una rebelión contra la existencia humana tal
como se nos ha dado, gratuito don que no procede de ninguna parte (mate-
rialmente hablando), que desea cambiar, por decirlo así, por algo hecho por él
mismo (Arendt, 2003: 15, subrayado mío).
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4. Posthumanismo
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5. Transhumanismo
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6. Inhumanismo racional
Creemos que la división más importante en la Izquierda hoy en día está entre
aquellos que sostienen una política popular de localismo, acción directa, e im-
placable horizontalismo, y aquellos que esbozan la que debe ser llamada una
política aceleracionista en consonancia con la modernidad de la abstracción,
la complejidad, la globalidad y la tecnología. La primera se contenta con es-
tablecer pequeños y temporales espacios de relaciones sociales no-capitalistas,
rehuyendo los problemas reales implicados al enfrentar enemigos que son in-
trínsecamente no-locales, abstractos, y que están enraizados profundamente en
nuestra infraestructura diaria (…) por el contrario la política aceleracionista
busca preservar las ganancias del capitalismo tardío yendo más allá de lo que
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Ser humano es una marca de distinción entre, por un lado, la relación entre
la mentalidad y el comportamiento a través de la intervención de la intencio-
nalidad discursiva y, por otro lado, la relación entre inteligencia sintiente y
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Conclusiones
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Bibliografía
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Existencia y condición humana
Antropología Filosófica
mmxx
La antropología filosófica destaca entre las más recientes orientaciones filosófi-
cas actuales pese al embate de severos cuestionamientos sobre la justificación
teórica de sus contenidos, sus distintos procedimientos de indagación y los
problemas adyacentes a su compleja figura de disertación; el ser de la humani-
dad. Ya desde sus comienzos históricos la discusión filosófica sobre la existencia
humana surge como una de las inquietudes más paradójicas y difíciles de abor-
dar, ya se trate de concepciones esencialistas, o a través de enfoques escépticos
que intentan acceder del modo más legítimo y riguroso a las dificultades
conceptuales sobre la caracterización de la condición humana. De modo tal, se
logran enunciar a lo largo de varios momentos históricos, en un extremo inicial,
los proyectos modernos antropológicos ilustrados y, en el otro, las críticas
postestructuralistas y del nuevo realismo filosófico al reduccionismo ideológico
del humanismo abstracto y eufemístico, que eclipsa la posibilidad de volver a
reflexionar sobre el ser y la sensibilidad humana.
En este contexto, presentamos un conjunto de aportaciones ensayísti-
cas bajo la modalidad de ejercicios conceptuales y filosóficos con una amplia
gama de perspectivas, críticas y reflexiones, planteamientos y propuestas que
nos permitan reorientar y ampliar la irrenunciable autocomprensión de la
condición e impulsos de la humanidad. De frente a los adversos y recientes
escenarios de la pretenciosa y ciega globalización tecnológico-económica,
entre las que sobresalen su avasalladora e irreversible deforestación de la bios-
fera terrestre, la totalitaria privatización de las prácticas económicas y comer-
ciales, su respaldo jurídico ilegítimo e injustificado, la virulencia de las pande-
mias globales, la creciente e irrefrenable multiplicación infraestructural de las
redes tecnológicas, y el paulatino desmantelamiento de las instituciones polí-
ticas estatales.
Esperemos que nuestras reflexiones y planteamientos impulsen en los
lectores enfoques para incentivar la formulación de preguntas e inquietudes
en torno a la existencia y la condición humana, su presente y su porvenir.