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Diplomado Historia del Arte Medieval

Introducción al arte medieval


Prof. Humberto Ortiz B.
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Introducción al arte medieval


Durante la Edad Media, las artes seguían siendo consideradas, como en la Antigüedad
greco-romana, una imitación de la naturaleza, pero ahora la naturaleza estaba considerada como
obra de un artista divino y supremo. Si para la cultura antigua greco-latina el principio era el
caos; el mundo se construyó gracias a la lucha de los seres divinos fue conformando el orden que
los humanos admiran con solo mirarlo. La nueva divinidad se presenta como una potencialidad
anterior a todo ese orden. Es el creador único que logró armonizar desde la nada la gran
diversidad de las cosas naturales.
Este orden trasciende toda la capacidad humana para comprenderla en su plenitud. En su
intento por acercarse a esa gran hechura divina, el hombre medieval pensó que tenía la
posibilidad de crear armonía de la diversidad de cosas que encontraba en el mundo sensible y
establecer así algún orden en la adaptación de distintos medios para un fin común, que saciara de
alguna manera las necesidades propiamente humanas. El arte durante el medioevo fue
considerado de entrada como una imitación de la operación divina; pero mientras la creación de
Dios era producto de una espontaneidad espiritual, es decir, la sola idea de Dios se hace asunto
creado; en el hombre, en cambio, la idea le viene siempre de acuerdo a lo que percibe en la
naturaleza.
Claro, la tarea más digna de la actividad artística era la de representar el valor
trascendente que del mundo sensorial fuese posible captar. Y es que la verdad, lo verdadero,
siempre era de índole espiritual y para poder ser representado en el arte humano, los artistas se
veían en la obligación de idealizar y deformar el mundo sensible.
Al ser lo verdadero de un carácter absolutamente universal y al estar tan alejado de lo
particular, el arte que buscaba asir alguna verdad, se vio en la obligación de generalizar y
esquematizar las formas del mundo sensible o de sustituirlas por los signos convencionales y los
símbolos que las representaban, guiándose por la palabra escrita en el la Biblia. De ahí que el arte
figurativo medieval oscilara siempre entre un realismo radical y un idealismo radical.
(Tatarkiewicz, 1990: 305)
Es cierto que los acuerdos conciliadores de los fundamentos teológicos cristianos no se
lograron de un momento a otro, sino conllevó varias disputas a lo largo de los siglos de la nueva
era cristiana. Me parece que las expresiones artísticas de entonces y las reflexiones estéticas nos
pueden dar una visión de las distintas etapas de la formación de los parámetros cristianos en
Occidente.
Atendiendo al tiempo, se conoce como Edad Media al período histórico que va desde el
siglo V, cuando se efectúa la fragmentación política y cultural del Imperio Romano de Occidente
por obra de los desplazamientos de tribus germánicas que se acostumbra llamar "las grandes
invasiones", hasta finales del siglo XV, cuando se produce la toma de Constantinopla por los
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turcos (1453) y el descubrimiento del Nuevo Mundo (1492); algunos historiadores marcan el
final de esta época con la Reforma Protestante ocurrida en la primera mitad del siglo XVI. Con
respecto al arte, encontramos expresiones del Cristianismo naciente incluso desde el siglo III
después de Cristo y, por supuesto, el arte con los temas cristianos siguió su camino incluso
cuando las sociedades europeas se fueron haciendo más laicas.
De la época de transición entre la religión antigua greco-latina y la nueva religión
monoteísta del Dios encarnado, se ha hablado mucho con la intención de dar algún sentido a
tamaño giro cultural. Lo que se sabe de cierto es que ya desde el siglo I después de Cristo se
hablaba de la muerte del dios Pan.1
Lo cierto que la llamada época medieval se caracterizará en lo social por el paso de un
régimen esclavista a un régimen feudal o de servidumbre, pero el rasgo que domina en el arte y la
cultura de esta época es la "fundamentación metafísica de la imagen del mundo" (Hauser, 1979:
158), bajo los criterios del Cristianismo. Y es precisamente el Cristianismo el que marcará los
senderos de la evolución de su pensamiento y su esencial fisonomía espiritual, dándole a todo el
medioevo una unidad interna propia.
casi todos afirman que la filosofía cristiana en Occidente quedó formulada en sus bases durante
los siglos IV y V, en los tratados de San Agustín (354-430) bajo el lema que se repetirá a todo lo
largo de la Edad Media: "entiende para que puedas creer, cree para que puedas entender." La
expresión implica una unidad y mutua exigencia de razón y fe, temática de constantes polémicas
durante todo el medioevo, así como la pretensión del pensamiento cristiano de no abandonar la
filosofía, sino al contrario, cultivarla y reclamarla para sí. (Hirschberger, 1994: 271)El impulso
principal de la filosofía Patrística fue conciliar la filosofía antigua, que había alcanzado grandes
nociones mediante el uso de la razón, con la fe de la nueva religión cristiana.
En un principio las relaciones entre ambas actividades espirituales se enfrentaban. Los
primeros cristianos tenían sus reservas con respecto a la posible sabiduría humana ofrecida por la
razón y por lo tanto, se negaban a aceptar de buenas a primeras el pensamiento filosófico, pero al
mismo tiempo reconocían cierta verdad que la filosofía helenística había alcanzado. La forma
definitiva de síntesis entre la nueva religión y la filosofía antigua nos la da, realmente, San
Agustín, quien había tenido una educación filosófica antes de convertirse al cristianismo. Él
consideraba que algunas nociones de los filósofos contenían visos de lo verdadero y lo conforme
con la fe, y en esos casos, no sólo no había que adoptar una actitud de recelo, sino que había que
arrebatárselo a ellos como injustos posesores y reclamarlo para la verdadera religión.
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Pan o el Fauno, era hijo de una ninfa Driope y de Hermes o Mercurio. Es el dios del Gran falo y con ello se adoraba como un dios de la
fertilidad. Al nacer era tan feo, tenía piernas de carnero que eran robustas tenían pezuñas y de su frente salían dos cuernos, que su madre lo
abandonó apenas lo vio. Hermes lo envolvió en una piel de liebre y lo llevó al Olimpo donde fue acogido por los dioses, sobre todo por Dionisos.
Pero Pan prefirió siempre vivir alejado del Olimpo y se escondía en los bosques, en las cuevas y en las fuentes. No participó en ninguna de las
guerras humanas y aunque escuchaba los lamentos de los héroes solo auxiliaba a pastores y cazadores. Tomaba una larga siesta luego del
mediodía y si era despertado se enfurecía. En las tardes se perdía entre la vegetación para espiar a las ninfas, de las que fue un gran seductor. Se
dice que copulaba con las Ménades, que eran las asistentes ebrias de Dionisos. Para muchos este dios representa la naturaleza salvaje. Es el Dios
de todo lo corporificado, del espíritu en su unión íntima con el cuerpo. Dios de la Corporeidad animada. Plutarco (46-120), un sacerdote e
historiador ateniense del Siglo I después de Cristo, anuncia que la noticia de la muerte de este dios había llegado a las islas mediterráneas, dando
cuenta, dicen algunos, del giro cultural que estaba ocurriendo a lo largo de la costa mediterránea.
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La filosofía en tanto actividad racional, consideraba San Agustín, sirve para disciplinar el
espíritu para llegar adquirir un recto modo de pensar y hablar; además, había que someter a
crítica las ideas de la antigua filosofía, para, con vista a los gentiles no ganados por la fe,
demostrarle en sus mismos terrenos la verdad revelada. Servirá el pensamiento racional exigido
por la filosofía para iluminar especulativamente las verdades de la fe; mientras que la fe, a su vez,
servirá de guía a la razón. La interna tensión entre fe y razón humana se mantiene vigente durante
todo el cristianismo y es quizá lo que le va a dar ese movimiento tan propio, para algunos tan
lento, de la historia del pensamiento medieval.2
Durante todo el Medioevo tanto la Teoría del conocimiento, como la Moral, la concepción
de lo Bello e incluso la idea del Arte se intentarán ajustara la nueva religión cristiana. Como en la
antigüedad, no existió una estética en el sentido de una ciencia o disciplina independiente. Fueron
escasos los tratados dedicados exclusivamente a los asuntos estéticos, pero los problemas
quedaron abordados en los comentarios a los filósofos y en las sumas de los teólogos, ya que la
belleza era considerada una cualidad importante y universal del mundo. Asimismo las teorías de
los músicos y arquitectos, incluso sus contenidos de carácter meramente técnico, eran
estrechamente vinculadas con los problemas generales de la metafísica religiosa.
Las tesis fundamentales de lo que se conoce como estética cristiana fueron establecidas
desde muy temprano por los Padres de la Iglesia, y pasaron de generación en generación. La
actitud religiosa de los cristianos remitía todos los valores a Dios y sometía toda actividad del
hombre a fines morales. Si bien su estética se basaba en lo autores griegos, los cristianos, que
buscaban en la Biblia el soporte sagrado para sus pensamientos, dieron a las ideas estéticas
antiguas justificación y sentido diferentes: el mundo es hermosos porque lo ha creado Dios; el
mundo tiene su medida porque Dios se la otorgó; la belleza es una vanidad frente a la eternidad y
a los designios morales que el hombre ha de cumplir en su vida terrena.
Todas las definiciones medievales del arte se reducen al mismo tipo: el arte es un saber
hacer, una operación o actividad práctica, que transforma la materia natural, mediante el
conocimiento de unas reglas generales y en aras de una producción específica. El arte es una
actividad humana de hacer bien, esto es conforme a reglas, las cosas, ya sean acciones u obras. El
arte como la razón recta (RECTA RATIO) que conduce al hombre a concebir ideas operativas
que produzcan acciones y objetos que mejoren la vida.
El principio de autonomía del arte, como lo conocemos hoy en día, no tiene ningún valor
en el medioevo, ya que está sujeto al mismo espíritu del Cristianismo. Claro que los medievales
no van a obviar el carácter placentero que provoca la forma bella del arte, sólo que esta belleza se
califica de acuerdo a la justa utilización de las reglas de una actividad práctica determinada,

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Este problema se presenta bajo distintas cuestiones, por ejemplo: Si Dios es trascendente, cosa que es indudable, ¿puede él ser conocido como
creador a partir de las obras visibles o sólo mediante la revelación interior de la fe?. ¿Cómo el alma humana que es inmaterial tiene su forma en el
cuerpo que es material? Aunque el hombre está incluido en la causalidad general del mundo, no obstante posee una voluntad libre.
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además, lo agradable propiamente dicho, está en conocer y dar a conocer la Verdad en todas las
cosas y en practicar el Bien. Un arte será bello en la medida que participe de esa Verdad, que no
es una verdad propia del arte, sino una Verdad trascendental. Los artistas cristianos estaban
convencidos de que su objetivo era servir a Dios, no a la belleza misma. El espíritu artístico del
medioevo es anónimo y artesanal por excelencia. El arte tenía la misión de educar al hombre
moralmente y en ese objetivo se alcanzaba la Belleza, siempre de calibre ideal.
En este sentido -apunta Edgar de Bruyne- en el Medioevo no se hace necesario diferenciar
las artes, desde un punto de vista normativo, en puramente útiles o puramente bellas. (De Bruyne,
1987: 210) La idea del arte era siempre concebida como una utilidad para el hombre, ya sea en el
plano físico o en el plano espiritual. Toda discusión sobre cualquier actividad humana, cualquier
arte, desembocaba necesariamente en una valoración moral: valía o no para la elevación del
hombre hacia Dios, para el reconocimiento de lo sagrado.
En realidad, los medievales denominarán con el término latino “ars”, no sólo a las
actividades que hoy conocemos como artes, sino también a las que ellos llamaban disciplinam
vero (disciplinas verdaderas) o scientiam speculativan (conocimiento especulativo).3
Las siete actividades acedámica medievales implicaban y requerían una actividad y un
esfuerzo mental. Estas artes liberales eran:
 Gramática, Retórica, Dialéctica, que forman el “Trivium”, y
 Aritmética, Geometría, Astronomía, Música, que forman el “Quadrivium”
La agrupación de las artes mecánicas, cuya actividad implicaba un trabajo más manual y un
esfuerzo físico, nunca fue tan precisa. En el siglo XII se incluirán, por ejemplo, el trabajo con la
lana, la hechura de armaduras (incluyendo la arquitectura), la navegación, la caza, la medicina, el
teatro (que abarcaba todo entretenimiento colectivo). Esta clasificación respondía más bien a un
criterio de practicidad y no incluía ni a la pintura ni a la escultura (que estaban muy ligadas a la
arquitectura). Esta clasificación de las artes mecánicas cambió mucho a lo largo de toda la Edad
Media y algunas apenas incluían a las que conocemos como artes visuales. Lo cierto es que las
artes mecánicas eran las realizadas por las facultades inferiores del alma. El posible
conocimiento, o saber, que en ellas participaba estaba ligado al juicio de la sensibilidad y de la
experiencia con el mundo, mientras que el de las artes liberales se remontaba hacia la verdad
original y espiritual.
En este sentido, los pensadores medievales verán que la actividad imitativa, tal como la
habían entendido los antiguos, estaba más referida a las artes mecánicas, en tanto que implicaban
una relación con las cosas de este mundo. Y aquí nos tropezamos con el primer problema:
¿ocuparse de las cosas de este mundo, de imitarlas y reproducirlas, no aleja al alma de lo que es
3
Ya a finales del la época romana, entre 410 y 429, aparece la enumeración de las siete artes liberales en la obra de un escritor latino de origen
africano (quizás de Cartago), Martianus Capella (quien a su vez alude a clasificaciones parecidas anteriores a él).En la segunda mitad del siglo VI
éstas se sistematizaron bajo la tutela cristianacomo el cuerpo enciclopédico del conocimiento humano. Las sietes disciplinas quedaron fijas y
divididas en dos grupos a finales del siglo VIII, cuando se adoptaron como el curriculum educativo en los monasterios.
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realmente importante? Esta pregunta se la hicieron ya los primeros pensadores cristianos y trajo
como consecuencia la que quizás será la disputa estética más importante ocurrida en la Edad
Media: la querella iconoclasta, que dividió a los pensadores cristianos sobre todo en los siglos
VII y IX y cuya solución provocó varios sínodos. Claro que esta disputa no era una disputa
puramente estética, como la entenderíamos hoy en día. La polémica giraba en torno a la
pertinencia o no de imágenes en las iglesias y catedrales cristianas: ¿acaso en la misma Biblia no
se dice con claridad que no debemos adorar a ídolos? ¿En qué medida la inclusión de imágenes
en las iglesias podía ayudar al acercamiento de los fieles a la Verdad de Dios?
Lo cierto es que aunque la Edad Media no manejó el concepto de una "verdad artística", no
obstante si se reconoció desde los primeros tiempos en la doble reflexión que exigía la
actividades humanas denominadas Ars. Tal noción implicaba dos cosas
 Por una parte, el “saber técnico” propio de todas las actividades humanas, que
exige una reflexión sobre la misma actividad, una preocupación que medita sobre
el arte en sí mismo y su elaboración práctica.
 Por otra parte, Ars exigía también la meditación sobre la utilidad concreta de esa
actividad, en pos de alcanzar una reflexión sobre un sentido concreto que le de
fundamento.
Para los medievales esta última actividad reflexiva será la de mayor importancia respecto
a la actividad artística, en tanto que toda actividad humana necesitaba una reflexión que la
excusase ante el designio que Dios lo coloca a todos y cada uno de los seres humanos.
El pensamiento cristiano medieval un artista ha de reconocer que no puede extraer
sustancias nuevas de nada, como había hecho Dios la creación divina. El humano únicamente
puede hacer nuevos arreglos de las cosas ya hechas. Un artesano, por muy hábil que fuese, nunca
llega ni llegará al principio de las cosas; él sólo las utiliza.
El arte implicaba, sí, cierto conocimiento productor, cierta participación de la inteligencia
que se acercaba a cierto nivel del saber liberal. Pero la perfección artística sólo podía medirse
como un artificio realizado humanamente siguiendo ciertas leyes o reglas conocidas. Al buen
artista no se le juzgaba por sus intenciones, sino por los resultados objetivos logrados en su obra
tanto resultado de un buena técnica.
Todas estas ideas tienen una fuerte raigambre griega y, sobre todo aristotélica, pero el
pensamiento cristiano agrega un nuevo valor a la técnica artística, que al intentar alcanzar en lo
posible el ideal de perfección, ese ideal en el arte, que trabaja la materia misma, debería
aproximarse o aludir al Ideal humano representado por Jesús (o la Virgen), a la que los santos se
han acercado con sus conductas. Eso sí, sin obviar nunca que toda representación del ideal que
maneja el arte tiene el defecto de ser algo concreto y particular, alejado de lo verdadero, de la
verdad en sí misma.
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Las características generales del Arte medieval cristiano serían entonces:


 Es una representación de carácter dual, con una interna tensión entre lo real y el idealismo
 Tiene una fuerte tendencia simbólica y alegórica, por su visión religiosa-metafísica
 Vale por la manera de representar de manera finita, lo irrepresentable por infinito.
 El valor del trabajo técnico queda subordinado a la Verdad religiosa y al apego a ella que
debe regir el espíritu humano y que el arte ha de fomentar.

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