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Estructuras Familiares y Sistemas Sucesorios en Navarra
Estructuras Familiares y Sistemas Sucesorios en Navarra
ESTRUCTURAS FAMILIARES Y
SISTEMAS SUCESORIOS EN NAVARRA:
lJNA APROXIMACION CRITICA DESDE
LAS CIENCIAS SOCIALES A LAS
PERSPECTIVAS TRADICIONALES.
SUMARIO
l. INTRODUCCION.
11. ESTRUCTURAS FAMILIARES Y SISTEMAS SUCESORIOS EN NAVARRA.
I Francisco SALlN. S QUIJADA. «La familia foral navarra», en Anuario de Derecho Foral. 1, Pampluna.
1975, p. 219.
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troncal y la no foral la no troncal: «Por regla general, coincide la familia foral con la
troncal, y la no foral con la no troncal»'; c) geográficamente, la familia foral o troncal
se extiende por la Montaña y la Zona Media, y la no foral por la Ribera: «esta familia
troncal en Navarra se da en d Norte, mientras que en el Sur 00 suele existir esa forma
de familia. Por tanto, se dan las familias troncales en todos los pueblos que hoy corres
ponden a las merindades de Pamplona y de Aoiz, toda la parte septentrional de la
merindad de Estella, y también la parte más al Norte de Tafalla. Sin embargo, acierta
Caro Baraja al hacer excepción en esta determinación geográfica de algunos pueblos de
la Bunmda»\ d) pese a la identificación entre familia troncal y familia foral, el Derecho
Foral Navarro posibilita la conformación de familias trancales y no troncales: «dentro
del ámbito de libertad civil de nuestro Derecho, cabe constituir un tipo de familia tron
calo de familia no troncal, sin limitación alguna»"
En realidad, el corpus jurídico foral navarro no implica la existencia de un tipo
concreto de familia o de un sistema sucesorio específico. De hecho, Hilaría Yaben,
autor dd, en mi opinión, mejor trabajo sobre el sistema sucesorio indiviso y sobre la
familia troncal en Navarra por su cuidadoso empeño en hablar de la práctica jurídica y
en no limitarse a la norma, nunca cometió el error de identificar de forma explícita
derecho foral y troncalidad, sino que desde el principio de su discurso dejó claro que la
"legislación foral concede a todo navarro la más amplia y absoluta libertad para dispo
ner de sus bienes. Puede distribuirlos entre los hijos a partes iguales o desiguales, puede
dejar toda la hacienda a un solo hijo con exclusión de e los demás, puede dejarlo a su
mujer o a un extraño prescindiendo de los hijoS»5 No obstante, paradójicamente sí que
se puede considerar a Yaben como el inspirador de la clara «foralización» posterior de
la familia troncal al hablar de ella como la «costumbre navarra» de una forma fácil de
detectar en su discurso.
Llegados a este punto, la pregunta que hay que responder es la de a qué se debe
el afán por foralizar parcial y equivocadamente a un tipo de familia y de sistema heredi
tario, eliminando de paso el componente foral de la otra variedad familiar y sucesoria
vigente en nuestro suelo. En mi opinión, la motivación subyacente es fundamental
mente ideológica.
La ídeologización de la realidad concerniente a la familia y a los sistemas suce
sorios no es, desde luego, un fenómeno exclusivo de la Navarra más contemporánea.
Como veremos en los párrafos siguientes, ha sido una tendencia patente en Vasconga
das y en Navarra desde hace más de un siglo.
En rigor, la génesis de la visión ideologizada de la familia troncal y del régimen
de herencia indivisa se retrotrae hasta Le Play, el primer investigador que indagó en
cuestiones relacionadas con estructuras familiares y con sistemas sucesorios. Guiado
por un afán de reforma social de tintes reaccionarios y antiliberales en cuanto que su
proyecto intelectual se encaminó al restablecimiento del orden destruido por las convul
siones revolucionarias de la primera mitad del siglo XIX, Le Play captó que la familia
constituye «el principal órgano de socialización y de control social»" y que de entre los
tres tipos de familia que él distinguió -la patriarcal o comunitaria, la inestable o nuclear
y la troncal o estable-, la última, la familia troncal, servía a la perfección para sus fines,
en última instancia, de práctica política. Tal y como afirma Sierra Alvarez, la «capaci
dad de regulación del riesgo de anomía y del cambio social que para Le Play representa
este último tipo familiar, "a mitad de camino entre la idealización fourierista y saintsi
moniana de la comunidad y el individualismo burgués", no debe ser subestimada: entre
la familia patriarcal, característica de los pueblos nómadas y sen1in6madas de la Europa
central y oriental, y la familia inestable, síntoma mórbido de desorganización social de
los pueblos agrícolas e industriales de la Europa occidental, la familia troncal, con su
régimen forzoso de emigración estructural (que asegura la estabilidad social sin poner
en peligro la fecundidad familiar natural), constituye para Le Play el instrumento esen
cial y privilegiado de control social». «y ello hasta tal punto de que sobre una analogía
con ella funda Le Play su doctrina de la regulación social de conjunto. Del mismo modo
que el padre de familia agrupa en torno a sí a sus hijos, al tiempo que regula sus relacio
nes y decide acerca de sus destinos, así el patrón, ese "jefe de familia que mantiene
agrupadas bajo su autoridad c...) a varias familias", se erige en instancia mediadora de
control social suprafamiliar. A esa instancia es a la que Le Play denomina "patro
nazgo"»7.
7 José Sierra Alvarez. «Introducóón: la obra social de de Le Play" en Campesinos y pescadores del
norte de Espaiia, Madrid, 1990, pp. 40-4 J.
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ponderancia de IJS fuerzas morales que actúan sobre la población en su conjunto. Entre
éstJs, es preciso colocar en primer lugar a la perpetuación de la familia troncal, asegu
rada de antiguo por la autoridad del padre, la abnegación de la madre y la ley testamen
taria)' .
8 Frédéric Le Play. «Familia pescadora de San Sebastián (Guipúzcoa), 1856>" en el volumen de compi
lación de tres monografías familiares de la cornisa cantábrica Campesinos v pescadores del norte de
Espolia. Madrid, 1990. pp. 155-157.
9 Antonio ELORZA, Nacionalismo vasco, /876-/936, Historia General del País Vasco, volumen XI. San
Sebastián. 1981. p. 91.
10. Antonio ELORZA. op. cil.: Javier CORCUERA, Origenes, ideología y organización del nacionalismo
I'O.I'CO. Madrid. 1979; Jan Juaristi, Ellin('~je de Ailor. La invención de la tradición vasca, Madrid, 1987.
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1I Miguel UNAMUNO, Recuerdos de !1Í1iez y mocedad, Buenos Aires. 1942. p. 144. Citado por Javier
Corcuera. op. cit., p. 157.
12 Antonio ELORZA, op. cit.. p. 92.
13 A pesar de que la fecha del texto corresponde al periodo de acercamiento de Campión al naciona
lismo vasco, tras su ruptura con el partido integrista, considero correcto calificarlo como representativo de
discurso fuerisla. De cualquie.r 1"0rm¡l, la valoración fuerista y nacionalista de la familia troncal y de otros
aspectos como la visión histórica y la exaltación de la lengua vasca eran, según veremos. prácticamente
coincidentes.
14 Anuro CAMPIÓN, «La personalidacl eúskara en la Historia. el Derecho y la Literatura» en DisclIrsos
políticos y literarios, Pamplona, 1907, pp. 125-t26.
15 [bidem, p. [32.
16 Ibiclem, pp. 130-131.
ESTRUCTURAS FAMILIARES...
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que el sentimiento que está en la raíz de la familia troncal y del sistema sucesorio indi
viso en Navarra es «un sentimiento étnico»". A pesar de todo, esos comentarios que en
sí conllevan una contradicción puesto que introducen la pluralidad de comportamientos
en el territorio navarro, sirven de justificación para recalcar la incompatibilidad entre lo
vasco y el socialismo. La familia troncal garantiza la persistencia de un mundo idnico
en el que el socialismo no tiene cabida. En sus palabras: «¿ Y a este euskaldún que vive
entre lobos y selvas más a gusto que entre hombres; que ha convertido a su vivienda -a
menudo pobrísima choza- en joya inestimable cuya transmisión incólume procura a
través de las generaciones, haciendo converger a ese objeto capital todos los esfuerzos
del trabajo y todos los recursos de las leyes, hasta el punto de que hoy existen casas que
han sobrevivido a los asolamientos de las guerras y a las mudanzas, mil veces más mor
tíferas, de la sociedad, siendo por tanto verdaderas petrificaciones del tiempo; a ese
euskaldún, tan individualista, tan personal, tan amante de su yo soberano, se le quiere
aprisionar con los hierros del socialismo y del colectivismo? Hacer de él un «compa
ñero» matriculado bajo su número de orden, tasarle las horas del trabajo, recompensár
sele con bonos estampillados, sustituirle la echeko-andrea con quien comparte los dere
chos y los deberes de la soberanía doméstica, por una hembra matriculada también,
adscrita a las funciones animales de la reproducción; privarle de la ración de paternidad
que Dios asignó a cada hombre para que mediante ella se ejercitasen las más nobles vir
tudes y se lucrasen los más tiernos consuelos, an-ebatándole los hijos y sumiéndoselos
en la promiscuidad horrenda de la socialización universal? Esto no es posible, señores.
¡Antes arrancaréis de cuajo el Gorbea!»'". Por consiguiente, toda la interpretación de la
personalidad vasca por parte de CAMP¡ÓN, en la que como hemos visto la familia troncal
y el sistema de sucesión indiviso desempeñan un papel central, finaliza en un radical
colofón antisociahsta basado en las virtudes raciales: «Entre el genio eúskaro y el
socialismo media repulsión absoluta e irreductible»'Q.
A partir de la última década del siglo pasado, el nacionalismo vasco tomará el
relevo en la asunción del argumento de la idealización rural en cuyo seno podemos
integrar el vinculado a la familia troncal y al régimen de herencia inigualitario. Como
afirma Urrutikoetxea, los teóricos del nacionalismo vasco «logran reformular, de
manera orgánica y precisa, los ingredientes que manejan sus antecesores (fueristas),
hasta lograr definir lo que A. ELORZA ha dado en llamar "imaginario rural vasco". En
ellos, como reacción en contra del proceso de industrialización y del paralelo proceso
de llegada de inmigrantes castellanos, «caserío y familia campesina pierden su propia
realidad para convertirse en referente ideológico, político y moralizante. Uno y otro se
constituyen en reducto de "lo vasco". En ellos se custodia, en definitiva, la forma ideal
de organización social: la familia troncal, con respeto religioso a la autoridad paterna e
incluso a ¡a propia "democracia vasca"»20 Como refrendo e ilustración de lo que esta
mos diciendo, analizaré dos textos. El primero de ellos es la conferencia que el jesuita
LUIS CHALBAUD dio en el 1 Congreso de Estudios Vascos celebrado en Oñate en 19 18 Y
titulada, de forma muy elocuente, «La familia vasca como forma típica y trascendental
de la constitución social vasca». El segundo es el libro «La casa solar vasca» de Engra
cio de Aranzadi.
El discurso de Chalbaud parte de tres supuestos teóricos. El primero es el de que
el modo de ser de la sociedad depende de la familia en cuanto que «la familia es el
21 Luis CHALBAUD, «La familia como forma típica y trascendencal de la constitución social vasca" en 1
Congreso de Estudios Vascos. Bilbao, 1919, p. 44.
22 Ibidem, p. 45.
23 Ibidem, p. 47.
24 Ibidem, p. 50.
25 Ibidem, p. 56.
26 Ibidem. p. 57.
27 Ibidem, p. 59
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familia troncal a los diversos sectores sociales -obrero, comerciante, artesano y bur
gués- de cara a una correcta articulación del entramado socia)28.
Por su parte. en 1932, en su libro «La casa solar vasca», ENGRACJO DE ARANZADJ,
«Kizkitza», incidirá en la misma línea calificando el binomio formado por la familia
troncal y el caserío vascos como de «centro vital en el proceso de desenvolvimiento
racial» y de «eje principal y fundamental» en la organización social del pueblo vasco'9
En lo que hace al tercer movimiento político que he incluido en este repaso
acerca de la perspectiva idealizada e ideologizada de la familia troncal y del sistema
sucesorio ínígualitario, el foralismo navarro de este siglo XX, he acudido a Hilario
Yaben. arcediano de la catedral de Sigüenza, fue autor, como dije, de la mejor mono
grafía acerca de la familia troncal en Navarra. Asimismo, fue mentor destacado de la
ideología foralista nuvarra. En su mismo libro, publicado en 1916, explicitaba sus con
vicciones regionalistas consistentes con la unidad de España, tratando de diferenciarse
de los postulados del nacionalismo vasco, al mencionar como virtud positiva de la
familia troncal la de afianzar regionalismos no rupturistas. «En general», dice, <da fami
lia estable fomenta un regionalismo sano y vigoroso perfectamente compatible con la
unidad de la Patria»'o Posteriormente, si bien el navarrismo foral habría surgido en
1917 de manos de VICTOR PRADERA)' o de RAtMUNDO GARCJA!'como reacción en contra
del movimiento autonomista vasconavarro de aquel año, Yaben jugó un importante
papel en los primeros años de la Segunda República como configurador definitivo de
tal ideología. En 1931 Y 1932 Y ABEN protagonizó en las columnas del Diario de Nava
rra una notoria ofensiva intelectual contra la incorporación de Navarra al proyecto de
Estatuto Vasco en unión con las tres provincias vascongadas, siendo sus argumentos
antiintegracionistas )os mismos que )a derecha navarrista ha esgrimido en las últimas
décadas''
El foralismo navarrista participa de muchos de los elementos ideológicos pro
pios del fuerismo de finales del siglo XIX y del nacionalismo vasco y discrepa en otros
- de acuerdo a [as dimensiones y naturaleza de su proyecto político. En la medida en que
el foralismo navarro actúa como doctrina afirmativa primero de la unidad española
frente al separatismo vasco y del hecho di ferencial navarro foral después. sus argumen
tos ideológicOs traslucen una tendencia a la navarrizaci6n de la historia y de las costum
bres, desechando cualquier perspectiva histórica que mancomune a Navarra con las
Vascongadas y olvidándose de los elementos culturales, principalmente los lingüísti
cos, que paLentizan la existencia de un afinidad de base,
En Yaben podemos advertir la ideologización de la f¡1milia troncal, así como lns
acotaciones prácticas de sus razonamientos. El último capítulo de su libro acerca de la
familia troncal, titulado curiosamente «Crítica» cuando en rigor en un canto apologé
29 E~GRACIO DE AR,INZADI, La casa solar vasca, Zarauz, 1932, pp, 72-76. Citado por José URRlJTIKOET
. .
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tico a sus virtudes, transmite las siguientes aseverLlciones. Para empezar, Y ABEN juzga
«muy ventajosa y muy acomodada a los grandes principios del Derecho natural la orga
nización de la familia en Navarra», identificada ésta con la troncaP'. Esto es así porque
la organización familiar troncal asegura la consecución de una serie de valores conside
rados como los únicos positivos por el autor. Si la familia en general es «un órgano de
educación moral, religiosa y social», si «en el seno de la familia más que en otras pa11es
-exceptuando la Iglesia- aprende el hombre a amar la verdad y la virtud, a practicar el
bien, a ser buen cristiano y a cumplir con esmero los deberes sociales» y si «cuanto más
estable sea la familia, más poderosa es su vida y también más poderosa Sll iní1uencia;
cuanto mayor sea la acción de la familia sobre el indi viduo, mayores serán los impulsos
de la moralidad que comunique al individuo y más perfecta la obra de la educación;
luego la familia estable desempeñará, en general, mejor que la inestable, sus funciones
educadoras con relación a los jóvenes y tutelares con respecto a la moralidad de todos
sus miembros. En el seno de la fnmilia estable se respira, por decirlo así, un ambiente
más denso de moralidad, como que está consagrado por la tradición de varios siglos y
por la conducta de muchos ilustres antepasados, cuyos hechos se recuerdan. No sucede
lo mismo en la familia inestable, aunque los padres sean para los hijos ejemplo viviente
de todas las virtudes»·". Los valores morales, religiosos y sociales positivos son los tra
dicionales y a ellos se asocia la familia troncal: «La familia, es en general, el gran ele
mento conservador de las tradiciones del país (...). Pero claro es que la familia inestable
no puede ser órgano apropiado para la conservación de las tradiciones. Los que hoy
viven en Navarra, mañana en Cuenca y después en Cádiz, no pueden tener tradiciones
locales bien marcadas, ni tampoco gran afecto a ninguna de las regiones, pues en todas
son extraños. Ahora bien, la existencia de órganos conservadores de la tradición es de
gran importancia moral, religiosa y social. Sin tradiciones no hay verdadera Patria, ni
verdadera nacionalidad; la Patria no es solamente una porción más o menos considera
ble de territorio, sino cierta interna unidad espiritual que no puede existir en un dilatado
territorio sino por la subsistencia de las tradiciones. La tradición es, por otra parte, en
España eminentemente religiosa, y por lo mismo la conservación de las tradiciones
locales, regionales y nacionales e· una poderosa ayuda para la conservación del senti
miento religioso, base insustituible en todas partes, pero sobre todo en España, de los
grandes sentimientos morales»·;ó. De cara al orden social, la familia troncal constituye
un magnífico garante. Por un lado, es el mejor fundamento para el patriotismo ya que
«Para la inmensa mayoría de los hombres, y particularmente para el pueblo, la idea de
la Patria tiene que materializarse y concretarse de alguna manera. El amor al hogar
paterno en el cllal han vivido los abuelos y a la tierra que ellos cultivaron y que es toda
vía el principal recurso con que cuenta la familia para vivir, es el principal fundamento
del amor, a la región en la cual uno ha nacido y vive y del amor a la Patria, madre
común de todas las regiones. El amor a la Patria, cuando no descansa en esta base mate
rial, fácilmente se volatiliza y se disipa. Para la clase labradora organizada en familias
estables, lucharen defensa de la Patria amenazada es luchar por la defensa del hogar
paterno y del patrimonio familiar, por la nación a cuyo amparo ha sido posible a la
familia disfrutar durante varios siglos de tan preciados bienes, por la defensa de las
iglesias en las cuales elevaron los antepasados sus preces al Cielo; en, en fin, una verda
dera lucha pro (tris el focis».'7 Por otro lado, la familia troncal, integrada en lIna estruc
tura social formada por pequeños propietarios, representa un antídoto para las turbulen
cias sociales ya que «El orden social está también más asegurado cuando hay una clase
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38 lbidem. p. 203.
39 Ibídem, p. 204,
40 Ibídem. p. 207
41 Ibídem, p. 236.
42 Ibídem, p. 237.
43 Ibidem, p. 235.
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44 Emiliano Fernández de Pinedo, Crecimien/(> económico y tramfonnaciones socia/es del País Vasco.
1100-1850, Madrid. 1974; PABLO fERNI\NDEZ DE ALBADALEJO, La crisis del Antiguo Régimen en GuipÚzcoa.
/766-1833: cambio económico e historia. Madrid, 1975.
45 FERNANDO MIKELARENA PENA. La evolución de /0 población. regímenes demográficos y eSlructuras
janiiliares en la Navarra tradicional. 1553-1900. tesis doctoral inédita leída en la Facultad de Geografía e
Historia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1992, pp. 49-93.
46 Cfr. MARIA CRUZ MINA APA'!', Fueros y revolución liberal en Navarra, Madrid, 1981: JAVI.ER DONÉ
ZAR DIEZ DE ULZURRUN, <<Interpretaciones de la crisis del Antiguo Régimen» en Congreso de Historia de
Euskal Haria, torno IV, San Sebastián, pp. 253-276; RODRIGO RODRIGUEZ GARRAZA, «fueros, liberalismo y
carlismo en la sociedad vasca ([770-1814 )) en Congreso de Historia de Euskal He/Tia, tomo IV, San
Sebastián, pp. 301-330; JUAN LUIS PAN MONTOJO, CarlislCls y liberales en Navarra, 1833-1839. Pamplona,
1990.
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11 ESTRUCTURAS FAMILIARES Y SISTEMAS SUCESORIOS EN
NAVARRA
Antes que nada comenzaré esta segunda parte del artículo describiendo la geo
grafía de las estructuras familiares en NavalTa. Para ello he utilizado dos formas de
aproximación que arrojan resultados estadísticos sumamente válidos y concordantes ..
La primera vía es a través de las informaciones que proporciona el censo de
1860. Este recuento censal es el único, junto con el de J 857. de los del perfodo 1857
1930 en el que, tal y como describo en un artículo publicado en el Boletín de la Asocia
ción de Demograffa Histórica"" se advierte una correspondencia entre la «cédula de ins
cripción» y el concepto de «hagan>. según la demografía histórica entiende a éste hoy
en día. lo que permite una reconstrucción de los sistemas familiares existentes en
España a partir del cálculo de una serie de cocientes. Para simplificar mí argumentación
utilizaré ahora solamente uno de ellos: el número de mujeres casadas y viudas por
hogar. De cara a ofrecer unos cliterios de lectura de este cociente diré que un valor de
1 '075 mujeres casadas o viudas equivale al umbral a partir del cual la familia troncal es
el tipo de familia predominante y que un valor inferior a l '000 trasluce la existencia
generalizada de familia nuclear. Dado que no considero a éste el lugar oportuno para
explicar con detenimiemo los presupuestos metodológicos en que se base la operativi
dad estadfstica de este cociente, recomiendo a quíen quiera más detalles la lectura de mi
artículo citado en la nota 48.
Pues bien. de este primer acercamiento a la cuestión de las estructuras familiares
navarras a través de la estimación municipio a municipio del cociente «número de
mujeres casadas y viudas por hogar» en el censo de 1860 resulta una triple zonificación.
Según se ve reflejado en los mapas L con valores superiores a ] .075 el norte y gran
parte de la zona media de Navarra se caracterizarían por una presencia muy abundante
de hogares de estructura compleja. Es lo que cabría clenominar la «Navarra tronca!».
Aunque las superficies correspondientes a algunos municipios y valles de las comarcas
de los valles cantábricos y de los valles meridionales proporcionan valores inferiores a
1.075 eso no se debe a que en esas zonas las estructuras vigentes sean simples o con un
peso menor de la troncalidad, sino a IJ circunstancia de que los encargados del recuento
habrían desglosado los grupos residentes en dos porque en ellas. tal y como advirtió
YABEN"\ el sistema sucesorio de heredero único evidenciaha una peculiaridad: los
padres que efectuaban la donación a favor del núcleo conyugal joven se reservaban bie
nes inmuebles y pecuarios y pensiones dinerarias o en especie de duración vitalicia.
Con valores intermedios entre 1.000 y ] .075 mujeres casadas y viudas por hogar,
surgen localidades meridionales de la Navarra Medía, algunas de la Ribera de la cuenca
del Alhama y también algunas del valle de la Burunda en la Barranca. Las zonas estric
tamente de familia nuclear, las que patentizan valores inferiores a 1.000, se distribuyen,
por último, por todo el tercio meridional de Navarra. Los municipios de este ámbito que
anojan valores del tramo inmediatamente superior rebasan ligeramente el valor 1.000.
La segunda vía de acercamiento es a través de la aplicación de la tipología fami
liar de Peter Laslett y del grupo de Cambridge·I" a las versiones nominales del censo de
47 FERNANDO MIKELARENA PEÑA, «Estructuras familiares en España a través del censo de 1860» en
Boletín de la ADEH, 1992. número 3.
48 HrLARloYABEN.Op.cit .. pp.IOO-IOl.
49 Esa tipología familiar diferencia los siguientes seis tipos de hogares o grupos domésticos: 1) Hogares
solitarios: constitllidos por personas que viven solas. 2) Hogares sin estruclllra familiar: hogares con dos o
más personas sin lazos conyugales e11lre sí 3) Hogares simples o nucleares: compuestos por uu núcleo con
yugal con o sin hijos, o por alguno de los padre. viudo con los hijos. 4) Hogares extensos: formados por UD
solo núcleo conyugal a los que se añaden familiares (padres. hermanos, sobrinos. nielos). 5) Hogares múlti
ples: en ellos hay más de un núcle.o conyugal. 6) Hogares con estructura indeterminada. La descripción de la
-----------------------EmB.
tipología puede verse en Peter Laslett, «La famille et le ménage, approches hisLOriques» en Annales ESe.
1972,3. pp. 847-872.
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Por otra parte, los datos de los labradores y jornaleros de la Ribera reflejan una
mayor complejidad familiar en los primeros. La proporción de hogares complejos de
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Al abordar la cuestión de los fundamentos de los sistemas sucesorios -que son en
realidad una cuestión fáctica, es decir, vale lo mismo decir «sistema sucesorio» que
«práctica sucesoria»- muchos autores acuden al marco legal de los sistemas de derecho
ci vil como si aquéllos se siguieran inevitablemente de éstos. Esta tendencia constituye
un grave enor ya que la mayoría de las veces pueden cohabitar bajo un mismo marco
legal prácticas sucesorias de signo contrapuesto. Y desde una perspectiva puramente
lógica se hace evidente que, a excepción de en algunos muy concretos que no parecen
tener gran implantación al menos en el mundo occidental, los sistemas de derecho civil
vigentes en España no tienen por qué dar lugar obligatoriamente a unos regímenes
sucesorios concretos.
Desde la perspecti va de la regulación de las sLlcesiones, el eje vertebrador de los
sistemas de derecho civil es el que hace referencia a la mayor o menor libertad de testar
por parte de los transmisores, La libertad de disposición de los propios bienes de cara a
su transmisión sucesoria puede quedar más o menos recortada por la obligatoriedad y
por las dimensiones de la legítima, es decir, de aquella porción de los bienes que la ley
sustrae a la voluntad del transmisor, reservándola a unos herederos forzosos. De esta
forma, y siguiendo a Castán Tobeñas'" pueden diferenciarse a gros so modo dentro de
los sistemas de derecho civil los siguientes tipos:
- de libertad absoluta de testar.
- de legítimas:
- con reserva de toda la herencia:
- con distribución forzosa.
- con distribuciólllibre
- con reserva de parte de la herencia:
- con distribución forzosa:
- con cuotas variables de legítima, según el número de hijos.
- con cuota única invariable:
- cuota inferior al 50%
- cuota del 50%
- cuota superior al 50%
- con facultad de distribución libr~
- con porción de di visión forzosa y otra de disposición libre
(sistema de mejoras).
A partir de esta clasificación, formalmente muy correcta, se deduce que, en
cuanto que los sistemas sucesorios seguidos de facto sólo pueden ser igualitarios -esto
es, con partición a iguales porciones entre los descendientes- o inigualitarios -esto es,
con partición en porciones desiguales, pudiéndose llegar a la transmisión indivisa del
patrimonio o de la mayor parte de él a uno solo de los hijos-, pocos sistemas de derecho
civil entrañan un sistema sucesorio determinado. En los sistemas de elerecho civil que
posibilitan la libeltad absoluta de disposición ele los bienes pueden existir tanto prácti
cas sucesorias inigllalitarias como igualitarias. En los sistemas de legítimas tan sólo
aquéllos caracterizados por la reserva de toda la herencia con distribución forzosa y
aquéllos en los que la reserva parcial afecta a una cuota legitimaria superior a la mitad
de los bienes parecen conllevar un sistema sucesorio igualitario. En los sistemas de
legítimas en los que la cuota legitimaria es inferior al 50 por ciento de los bienes y en
los que la parte de disposición paterna puede incrementarse aún más mediante un sis
tema de m~joras pueden coexistir, ele no mediar coerción legal, prácticas igualitarias e
inigualitarias.
En España tampoco existe una relación unívoca entre los sistemas sucesorios y
los sistemas legales concernientes al derecho civil. Dejando de lado el hecho de que en
52. JosÉ CASTAN TOBEÑAS, Derecho civil. comlÍn y foral. Madrid, 1973, t. 6, p. 466,
-----------------------~_.
53 Cfr. ENRIQUE GACTO. «El grupo familiar de la edad moderna en los territorios del meditenáneo hispá
nico: una visión jurídica» en AA VV. La familia en la EspOlia medilerrúnea. siglos XVI-XIX. Barcelona.
1987. pp. 51-53; ALVARO NAVAJAS LAPOIHE, La ordenllción consuetudinaria del caserío en GuipLÍzcoll. San
Sebastiáll, 1975.
54 DAVID SVEN REHER, Familia. población y sociedad en la provincia de Cuenca. 1700-1970. Madrid.
1988, p. 204.
55 ALVARO NAVAJAS LAPORTE. ope. cit.. pp. 253-254.
56 RAIvION LANZA. Poblc/(:ióll y familia campesina en el Antigllo Régim.en. Liébmw siglos XVI-XVfll.
Santander. 1988, pp. 124-165.
57 ALVARO NAVAJAS LAPORTE. op. cit.
ESTRUCTURAS FAMILIARES...
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la corona de Aragón en 1707 en Aragón y Valencia y en 1715 en Baleares y Cataluña,
mientras que en Vizcaya y en NavaITa esa supresión acaeció en 1841. Si bien Aragón y
Valencia fueron sometidas al derecho castellano, con posterioridad Aragón recuperó su
derecho especial. Los derechos civiles forales mantuvieron su vigencia, reconociéndose
su eficacia en el Código Civil de 1889, siempre y cuando sus disposiciones normativas
no hubieran sido derogadas por leyes generales. Los derechos civiles forales fueron
añadiéndose, bajo nuevas concreciones, como apéndices al Código Civil a lo largo del
actual siglo.
Refiriéndome a la características más señeras de los derechos forales vizcaíno,
aragonés, catalán y navarro, diré que en todos ellos la libertad de testar y la capacidad
de donación intervivos poseen un gran grado de admisión.
Las legislaciones privadas forales mencionadas no parecen haber provocado un
único modelo de régimen sucesorio ni tampoco una única pauta de estructuración fami
liar. En Navarra la familia troncal y el regimén de transmisión indiviso se comprueba
únicamente en la zona septentrional y central, caracterizándose la meridional por un
régimen diviso y por la familia nuclear y, como vimos, el mismo Yaben admitió que la
libertad de testar de la legislación foral navarra no determinaba el tipo de régimen suce
sorio. En Aragón, de nuestro mapa se deducía que la familia troncal se extendería sola
mente por las zonas pirenaica y prepirenaica y por algunos puntos de la provincia de
Terue!. En Cataluña, según la monografía de BARRERA GONZALEZ5~, la familia nuclear
también tenía presencia en algunos sectores sociales.
Estas evidencias obligan a pensar en la preeminencia de la costumbre sobre el
marco legal. Precisamente, corroborando mis palabras, ALONSO MARTINEZ afirmaba
pocos años antes de la promulgación del Código Civil, en pleno debate sobre las venta
jas inconvenientes de la unificación legal ya raíz de evidenciar la existencia del sistema
troncal en España bajo entramados jurídicos diferentes, lo siguiente: «El hecho apa
rente anómalo de la uniformidad de la vida civil, bajo el imperio de legislaciones antité
ticas, encierra una gran enseñanza: la de que las cos!umbres influyen en la sociedad
mucho más poderosamente que las leyes»'".
Descartada la influencia del marco jurídico sobre la práctica sucesoria y de for~
mación familiar, debemos encaminarnos hacia otros aspectos causales.
En un repaso somero de la bibliografía relativa a las causas de los sistemas suce
sorios, podemos citar desde autores que han puesto el acento en la presencia o no de
nobleza feudal y de control señorial sobre la tiena hasta los que han incidido en el hábi
tat subrayando el tipo de economía agraria, la cuestión de la movilidad de tierra y de
hombres o la necesidad de regular o no el acceso a los bienes comunales. Para
GOLDSCHMIDT y KUNKEL los sistemas de herencia indivisa surgen allí donde los señores
feudales consiguieron un sólido poder económico y social, de gran autonomía frente al
poder central. Los sistemas sucesorios igualitarios se habrían implantado donde el
Estado no hacía ninguna delegación de poder que no fuera entre su propia burocracia6().
Para BERKNER y MENDELS existe una fuerte correlación entre las áreas de transmisión
indivisa y las áreas en las que hubo un fuerte control señorial sobre la tierra y en las que
las relaciones contractuales en la explotación de la tierra se efectuaban por grupos fami~
liares y no individualmente-, a largo plazo y sobre amplias extensiones de tierra. La
transmisión divisa se habría establecido bajo las condiciones contrarias6 '. Estos puntos
58 ANDRÉS BARRERA GONZALEZ, Casa. herencia yfamilia en la Catalulia rural. Madrid, 1990.
59 MANUEL ALONSO MARTINEZ. El C6digo Civil el! Sll.\ relaciones con las legislariones fom/es, 1947.
2a. ed., p. 149.
60 W. GOLDSCHIvIIDT y EJ. KL::-lKEL. <,The struclure 01' lhe peasant family» en American IInthrop%Risl.
73, pp. IOSg-l076.
61 Ll~TZ BERKNER y FRANKLlN MENDELS. «fnherililnce systems. family struclure and demographic pat
terns in Westem Europe, 1700-1900» in Hislorical sludi!'s in chal1ging.!erlilily. PrincelOn, 1978, pp. 209
233.
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de vista han sido asumidos por TERRADAS al explicar la sucesión unipersonal catalana:
la institución, nacida originariamente entre la nobleza feudal en época carolingia, fue
transmitiéndose en el curso del tiempo al campesinado dependiente62 • Por otra parte, al
hablar de las formas de organización doméstica, BURGUIERE ha asegurado que el
modelo de familia nuclear domina en las zonas de openfield y de agricultura de mer
cado, mientras que el modelo de la familia troncal está implantado en la Europa de
bocage y de montaña dominada por una economía pastoril y un hábitat disperso"), A su
vez, DEROUET ha insistido sobre la cuestión de la movilidad, tanto de la tierra como de
los hombres, como uno de los problemas esenciales para la interpretación de las formas
de reproducción social campesina, El eje de su propuesta parte de preguntarse si una
serie de fenómenos asociados a menudo a uno o a otro de los dos grandes tipos de prác
ticas sucesorias (flexibilidad o rigidez de las estructuras de distribución de la tierra,
movilidad o estabilidad de los individuos o de las famibas) son verdaderamente, como
se piensa con frecuencia, un efecto secundario de esas pautas sucesorias o, si por el
contrario, esos fenómenos, que suelen corresponderse de hecho con lógicas diferentes
de organización de la sociedad y de la economía campesinas, no pueden estar ellos mis
mos en el origen de los contrastes en el ámbito de las prácticas sucesorias y familiares ú4 ,
No obstante, para el caso francés LE BRAS y TODD han concluido que «No hay una
correlación general entre tipo de paisaje y tipo de estructura de los hogares»65 Por
último, COMAS D'ARGEMIR ha subrayado que el origen de la familia troncal europea y
pirenaica «resultaría de la necesidad de estabilizar el número de unidades vecinales
residentes, cosa que se consigue si se procede a nombrar un único heredero en cada
casa» en contextos geográficos «donde históricamente las comunidades locales se orga
nizaron en base a bienes de tipo colectivo» que requerían de una rigurosa regulación de
los mecanismos de acceso".
No obstante, en mi opinión, resulta difícil atribuir unas causas unívocas, precisas
y definidas a las prácticas sucesorias -que, recordemos, son los cauces por medio de los
cuales se transmiten generacionalmente los recursos económicos y, también, la posi
ción social- debido a que, como es fácil de comprobar a poco esfuerzo de imaginación
que hagamos, no siempre las condiciones asignadas a un tipo de sistema sucesorio y de
pauta de estructuración familiar dan lugar a un mismo tipo de práctica hereditaria ni de
familia. Asimismo, idénticos sistemas hereditarios y familiares se dan en zonas de
características ecosistémicas, históricas y económicas bien diferentes. La sucesión uni
personal y, en consecuencia, los sistemas troncales de familia, por ejemplo, -que exis
ten o ha existido en ciertas regiones de las Islas Británicas y buena parte de Irlancla, así
como de los países nórdicos; en la mayor parte de las regiones alemanas (a excepción
de en la cuenca alta y media del Rhin y en la región de Turingia); en Austria; en Bre
taña y en el sur de Francia; en ciertas regiones de la Italia central y septentrional; en
numerosas comarcas alpinas suizas; y fuera de Europa, en la mayor parte de las islas de
Japón, en Corea, en Formosa y en áreas dispersas de la China continental y el sudeste
asiátic0 61 no parece, de acuerdo con su distribución geográfica por el mundo amoldarse
a un lÍnico conjunto de condiciones prefijadas.
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_ _f - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
69 Acerca de la economía agraria tradicional de cada comarca navarra con un detallado examen de los
niveles productivos y de la dedicación de la superficie agrícola veáse mi tesis doctoral: FERNANDO MIKELA
RENA PEÑA, La evolución.... pp. 18-49.
70. JESUS AZCONA. "La delimitación antropológica y etnológica de Jo vasco y de los vascos», en Cuader
nos de Etnología y etnografía de Navarra, 1982,40. pp. 753-802; JESUS Az ONA. Etnia y nacionalismo
vasco: una aproxilllacioll de.lde la an/ropología, Barcelona, 1984.
71. MANUEL LECUONA, "El euskera en Navarra a nnes del siglo XVI», Revista Imernacional de Es/udios
Vascos. 1933, pp. 365-374; E. ELGOIBAR, B. ZUBIZARRETA e 1. Gaminde, Euskararen galera Nafarroan,
1587-1984. Iruinea. 1987.
ESTRUCTURAS FAMILIARES...
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patrimonial que. según los datos de BERTHE 72 ya estarían enraizadas en la época bajo
medieval.
En efecto, y ésta es otra peculiaridad navarra. los cálculos efectuados por Berthe
a partir de las informaciones del Libro de Fuegos de 1427-1428 permiten ver. a pesar de
ser defectuosos por defecto, que todas las zonas de las merindades de Pamplona, Estella
y Sangüesa -que son las únicas que trabaja el autor francés- al norte de la línea idiomá
tica de 1587 constatan porcentajes altos de hogares complejos. Comarcalmente, los
valles cantábricos alcanzan un 36.4, los valles meridionales un 25.6, la Barranca un
24.8, la Cuenca de Pamplona un 23.2, el Pirineo occidentalull 32.4, el Pirineo oriental
un 24.9, la cuenca Lumbier-Aoiz un 26.3 y la comarca media occidental un 18.0. Tan
sólo las dos únicas zonas que se localizan más o menos netamente al sur de aquella
línea -esto es, el partido de Viana y el partido de Los Arcos en la merindad de Estella
expresan en 1427-1428 una total inexistencia de hogares complejos. Por su parte, el
caso de la Ribera estellesa, caracterizada por una amplia complejidad familiar de más
del 20 por ciento, estará con toda seguridad sesgado al tomar Berthe todo el área en un
único conjunto geográfico. Personalmente no creo que las localidades más meridiona
les de la Ribera estellesa alcanzarán elevados porcentajes de hogares complejos ni
siquiera en el siglo XV.
Así pues, las zonas de Navarra que eran vascoparlantes en 1587 -casi con toda
seguridad idénticas a las que lo habían sido en la Baja Edad Media- estructuraban sus
hogares preferentemente de forma troncal. con arreglo a la patrilocalidad inducida por
el régimen de herencia de heredero único. Teniendo en cuenta que por circunstancias de
estratificación socioeconómica y de adecuación estratégica de la economía doméstica al
binomio producción -consumo, no todo el conjunto de la población de cada zona seguía
las mismas pautas ni en la Navarra troncal ni en la Navarra nuclear, la constatación de
la operatividad de una explicación culturalísta al tema de la geografía familiar y suceso
ria en Navarra, y máxime cuando el elemento cultural ha podido ser materializado a tra
vés de la geografía lingüística en el pasado. posee una gran importancia, especialmente
si, como hemos visto, otras posibles explicaciones han sido rechazadas. Por supuesto,
la superposición de la variable cultural lingüística en Navarra sobre la geografía fami
liar y sucesoria sería un fenómeno ceñido a nuestra provincia. que probablemente tam
bién se dará en Alava, pero no en cambio en los demás territorios pirenaicos donde la
traducción lingüística del sustrato cultural no es formulable, aun cuando para ellos. y
para NavaITa también, sí se podríaahondar en una argumentación que subrayara la geo
grafía y cronología del proceso de reconquista durante la Alta Edad Media.
¿Qué enseñanzas de índole global podemos colegir de todo lo dicho hasta ahora?
Para ser breve, destacaría solamente dos. Una, la de que es conveniente que tas distintas
ciencias humanas y sociales se encuentren y dialoguen en foros comunes ya que la
perspecti va interdisciplinar ayuda a optimizar los rendimientos en el examen y en la
comprensión de los objetivos de estudio. La otra, la de que Navarra no es sólo di versa
desde el punto de vista más geográfico. también lo es desde el punto de vista humano.
El territorio navarro es, ante todo. resultado de un proceso histórico de conformación
espacial asentado sobre una base plural respecto del cual no es posible predicar esencia
¡¡smos unívocos. A mi juicio, Navarra debe ser asumida como un ámbito geográfico
lleno de contrastes ecofísicos y compuesto de una dualidad cultural al que sólo la histo
ria compartida ha dotado de una personalidad unitaria. El reconocimiento sereno de las
limitaciones y virtudes de esa asunción no 110S conducirá a rechazar cualquier idea de
vertebración, sino sólo aquélla asociada a mitificaciones idealistas que enmascaran
como algo cerradamente homogéneo lo que en sí está habitado por lo plural y lo
diverso.
72 MAURTCE BERTHE, Fal1úlles el épidelllies dans les campagnes navarraises ií la jin du moven age.
París, 1984. pp. 467-488.
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1863
1778
1587,1778 Y 1863
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VALLES CANTABRICOS
PIRINEO OCCIDENTAL
BARRANCA
LUMBIER-AOIZ
MEDIA ORIENTAL
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RIBERA OCCIDENTAL
RIBERA CENTRAL
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