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15 Lo Iglesia frente a los totalitarismos HI nacionalismo, como producto tipico del siglo xix, aparece encarnacién del espiritu absoluto que, dentro de la cin hegeliana del Estado ético, sobrepone el concepto de nacién 1 os intereses del individuo. Fue uno de los factores principales del primer conflicto mundial y dio paso al totalitarismo de la post- guerra en algunas naciones europeas. Se dieron entonces una serie de ingredientes que facilitaron sen- sblemente la transicién: un rechazo al régimen liberal y la degene- rain del sistema parlamentario; la crisis econémica que se pro- | dijo en los afios veinte; la debilidad de las clases ditigentes, el ansia é revancha de los vencidos, el influjo del gran capitalismo que se ‘nteresa por buscar nuevos mercados, la desconfianza con que se mira 1 ls democracias, el desorden que producen el socialismo y el co ‘unismo, la necesidad, en fin, de encontrar lideres o directores ca- en del pueblo, capaces de salvar de la ruina a la nacién y prducitla a destinos histéricos supranacionales. . ae ello fue Mevando a la opinién piblica de algunos pafses, ee pone después en Alemania, Espafia y Portugal, al con- ia woh no 2 We sélo un régimen autoritario era la tinica y nece- Tp ibn Pata acabar con la crisis del Estado y de la sociedad. ng © Presenté al principio como remedio, acabé convirtién- impute, 'a personalidad, a la fuerza y a la violencia, con Sg Teaatlstas, arropados en trasnochados providencialismos. Con 08 tuvo que haberse la Iglesia de nuestros dias. 299 1. JUEGO DE FUERZAS EF IDEOLOGIAs Primero surgieron los tidos: ef ci qi socialsta alemén, En principio, se bier elie | nicer pero siguicron imponiéndose después por medio oi ©On el ped miedo. Barrieron a los viejos partidos liberales y aU? y di cratas populares al tio del Centro alemén o del ne lon deg don. Sturzo en Italia, y los resultados fueron casi inuales 0 _ El totalitarismo germano, inspirad (El mito del siglo XX) y de Hitler (Men Kaeebtt Roveabey ciones extremas, que Ilegan, desde la esterilizacién 4 vee formuig lidos y enfermos mentales, a la eliminacién fisica det)" del partido y de la oposicién de la derecha, a la brutal ala radical de los judfos, a la eutanasia aplicada en gran escala ‘\ Petecuca y a la tragedia final de 1939-1945. * ies ener, No se llega a tanto en Italia, pero el nacionalis ini la evocacién a cada paso del enueve Tmperior llevs cong la pérdida de las libertades ciudadanas. En Espaiia y Portugal e fascismo significé sustancialmente la victoria de las fuerzas conser vadoras y filomondrquicas. Tanto en una como en otra parte, ese nacionalismo exagerado desemboca en el Estado totalitario, con ls aceptacién de Ja primacia del Estado sobre el individuo, la interven cién de éste en todos los sectores de la vida humana, publica y pr vada, hasta dar leyes sobre la lengua que habia de usarse, sobre el arte y la moda; la sublimacién del mito de la raza y de la a» cién; el culto a la persona del jefe del partido (Faibrer, Duce, Cav dillo); y en Alemania y algo también en Tralia, con la aplicxe darwiniana de la seleccién de las especies, que tanta" de producir en la humanidad. ; ® En Rusia pasa lo mismo, aunque se cambia de a pt Occidente el totalitarismo se alfa con las clases ee y ent el comunismo totalitarista se alfa con la clase Ot ees we mejorar la condicién de vida de las masas, a re ida 8 men semifeudal. Pero esto se lleva a cabo con Mt Pda idet i luta de Ja libertad y con a a y; como pocas veces se ha conocido en la histor omnis? YS a Te Iglesia adopta primero férmulas de oe os se convence de la malicia interna que eva gsioness tarismo, no duda en oponerse y llegar» © 300 cid ‘Algunos han hablado de intereses cread ‘Je perder Ia influencia que tenia en 05, de miedo ante el an del recurso de escoger el Ee naciones catélicas 7 Sgro ae huners podido ocasionar a Ia Iglesia ua yet Perit Y decidida oposicién. Conviene, sin embargo, mn bee sbic 5 ar el ve algunas naciones fueron los mismos catélicos qui el movimiento totalitario una especie de rina vigron te de un patriotismo cristiano, de lucha contra el. eee yismo 0 contra el socialismo y el comunismo, decrefdos y radicalizados, Se presentaba a sus ojos como la defensa del orden y de la autori- dad; como medio para incentivar el sactificio de los ciudadanos pea un ideal superior, por la gtandeza de la patria y aun por la expan sign colonial, que seguia entusiasmando todavia a numerosos ca- télicos. Eran los ideales, por ejemplo, que animaban a los que en Fran- cia se adhieren a J’Action Francaise de Carlos Maurras. Este, junta- Daudet, se convierte en el alma de un movimiento inspirado en un nacionalismo integral. «Un verdadero nacionalista ” esctibe— pone a la patria por encima de todo; concibe, afronta, resuelve cualquier problema en el sentido del interés nacional, no segin los captichos de momento, 0 sus gus: tos e intereses personales». Todo queda justificado para él; ante nada hay que detenerse con tal de que ‘todo redunde en beneficio de de los fundamentos de la la nacién. Acepta al cotolicismo como uno de ntos sociedad francesa, aunque ya no le interesara tanto la aplicacién sus principios de justicia y de cari lad. | _ Numerosos catdlicos se adhirieron @ PAction Francaise, uP niendo que de este modo combatfan al anticlericalismo, modem mo y alas tendencias republicanas, Par’ ellos peligrosas, ¥ aN fendfan mejor sus ptivilegios sociales. Altos eclesifsticos, apoyaree Principio el movimiento y éste legs # 8070" de cient a Caaee 1 mismo Vaticano. Finalmente, tanto S. Pio X como a oo cén del Indice tuvieron que condenatlo. Benedie XV tras Yec0 para no excitar os énimos, pet? Pio X1 hubo de 22 sco 4 4, las medidas de severidad. En tiemPr® Je Pio ey seguir io levanté el entredicho que pesaba sobre los autore® ° S del movimiento. mente con Leén de restauraci6n monarquica, 301 2, INTERVENCIONES DE LA SANTA Sepp La postura que adopta la Santa Sede frente al Fl Nacional; guerra que éste provocart, queda reflejada de algun nai Ye palabras que ef papa Plo XI divigis al cadena! Pana enero de 1943: «La neutralidad puede significa ini dl " ndifereng te ; “I Jefe de csi; tt ni indigna del Jefe de In Iglesia; la imparcialidad signif Pain mientos seguin verdad y justicia.» aconter Se ope sen line de imparcialidad, salvaguard tereses religiosos universales por encima de cual an in. Parr rary quier banderfa, condenando la injusticia viniera de at Pati ij icra de donde viniera a cabo In accién pacificadora de la Iglesia levinds mento a las victimas de la guerra. Blesia y ayudando en ted Mo. A Pio XII se le ha achacado de haber guardado silencio a los crimenes e injusticias de los nazis, en especial, ante | sién alemana, el genocidio judio, los campos de concentracién crimenes contra la humanidad cometidos en Polonia, en Cn” en ottos puntos de Eutopa. Los documentos que se han vende ni cando en estos afios arrojan suficiente luz para aclaar el progen’ En principio, Pfo XII no dejé nunca de condenar las injustica y las vejaciones. Si mostré algunas reservas —ante la condenacin en bloque del comportamiento alemén— fue debido al temor de que pudieran seguirse mayores dafios y nuevas represalias contra las mis mas victimas de la injusticia y contra los catélicos polacos y ale- manes. «No se puede olvidar que en el Reich hay cuarenta millones de catélicos. ¢A qué quedarfan expuestos tras semejante acto (lt condenacién explicita e individualizada) de la Iglesia?», hacia nour monsefior Tardini, de la secretarfa de Estado, a los que presionaben para que el papa interviniera otra vez en favor de Polonia (28 agosto de 1939). «El papa ha hablado ya y claramente», afin también, En enero del 43 el cardenal Maglione Je aclaraba « obispo polaco en el exilio que la Santa Sede no hacfa en este punto més que seguir el ejemplo de la misma jerarquia pole = no publicaba los documentos que le enviaba directament “ie por temor a represalias, gpodia el papa seguir una con ke ote y correr el riesgo de hacer todavfa més dura Ja suerte. cho BE licos de aquel pafs? El silencio de Pfo XII no era, ™ aa te nos, tan absoluto como se repite a veces. «Reclamo ven res 2 cién en modo especial —decfa en una alocucin # los ooo o de junio de 1943— sobre la trdgica suerte del _puet frente 302 cmvenanaas ¥ pues delaracions, ensghasobre los principios con los ne I, eees Tepetidas ‘uzgar tales actos.» Lo mismo matif, !a comcienc ; 10 manifesta one po ba F i ame ba de JeMjiplomatica del 2 de marzo del mis ba en Ia larga y Maid pos les anima pare ave hablen caro ae ‘xi, part evitar mayores males, preferia que inter J situacion, pio fas locales, y principalmente Ia alemans nn er 1a, que en los is jeraray a momentos 10 dejaba de estar influida por Ja Propaganda paz. as obraron @ nivel de magisterio uni La de Ja guerra, sin especificar responds nate wer condenar tampoco la defensa armada; condenan ‘al Z a Ti gacionalism™o, vamPiea del Estado totalitario y las consecoen os haze de Ha Tey natural y de los derechos homanos; toman 4 favor de los paises oprimidos, como hizo Benedict oy la invasion de ‘Bélgica por los alemanes en 1914 y ane las jciones intolerables, de hambre y de represién, a que quedé reducida Rusia; o Pio XI, en 1923, contra la desastrosa politica de jones y el mismo ‘Pio XII, cuando se solidariza con la Polonia o Jamenta Ja invasién que estos mis- jnvadida por Jos alemanes, mos hacen de Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Tampoco faltaron tentativas necesarias de mediacién. En Ia nota dplmitica del 1 de agosto de 1917, Benedicto XV proponia como base de la paz el desarme, un arbitraje en la controversia, la Ii de los mares, el reciproco pago de los gastos de Ja guerra, Ja restitu- cién de los territorios ocupados Y¥ la solucién en espiritu de equi- did de las cuestiones pendientes entre Italia y Austria, Francia y Ale- mania, Sus iniciativas no se tomaron €n consideraci6n. ism se hizo con Pfo XII al principio de la segunda guerra mundial. No tuvieron eco sus propuestas Y desde entonces se Jimité a hacer lams- mientos a los supremos principios juridicos y morales, 4 tra23F los er fundamentales de la futura paz, 4 salvar al mayor niimero ee oat hebreos y de perseguidos y 4 Jimitar la carrera de y los procedimientos crueles de Ja guerra. 3. EL FASCISMO Y LOS PACTOS LATERANENSES H d lagy, P2P4 Pio XI se mostré al principio cauto al » que habta Hegado al poder en octubre de 1922 9 < ™ 303 “= recer, respetuoso y hasta benévolo con la religig, Gon Al simpatizaban no pocos catélicos y eclesigny saron que podia Ilegarse, al fin, Iglesia y el Estado italiano. ben Poco después se iniciaron las conversaciones tek de 1929 pudieron firmarse en el palacio de Leet tt de fe Pactos Lateranenses. En el tratado se reconocia ¢]ha ato be Chadad del Vaticano y se declaraba cerrada Ig @uo*® Exade? undo a la situacién de hecho una sancién moral y fit&™ tome sreba a la religién catélica como religién oficial doy tsi: we 4 y se garantizaba la libertad e independencia del papa Estado italian, El tratado fue bien acogido por la opinién pébli y sélo caus6 disgusto a los liberales de la vieja escuck catélicos que desconfiaban del nuevo régimen y at ya ate aba somprometiendo demasiado con él. Mussolini wot is veces de quitarle importancia; el papa respondié con ard agunas pudo legarse de este modo a su plena ratificacién: a Ml mismo aio el rey de Italia, Victor Manuel Il, hacia su prnt™ visita al Vaticano. Prien Pio XI definié al concordato, que Ievaba anejo el tratado uuno de ios mejores concordatos que habfa sido firmado por la gee Algunos catélicos no pensaron lo mismo. Por ejemplo, don Sturz, ql cual observaba en 1937 que el fascismo habia tratado de instw- mentalizar por medio de él a la Iglesia, encuadréndola en su concep én ético-social del Estado y utilizando el universalismo catdin para su politica de exasperado nacionalismo, mientras que la Iglesia bedfa a la vieja tentacién de recurrir al brazo secular para la rest» tacién de un Estado catélico. La alianza entre la Iglesia y e fc mo no dejaron, pues, de ser contestadas y todavia més, cuando sur gieron entre ellos las primeras diferencias. . Estas se produjeron, al principio, por la cuestin de la ensefiam™, la ingerencia del és ; iisticog, Les un atzeglo 0 concgd pe en D general monopolizada por el Estado; después, por en toda la vida italiana y por la creacién de un clima 7" exaltacién de Ia violencia y de la guerra; més tarde, °2 1936, Pot imitacién que el régimen hace del nazismo alemén en /a racismo. seq Non sbbit El 29 de junio de 1931 Pfo XI publica Ia enciclce (pau mo bisogno, en la que critica la concepcién rotalitaria *, 1g ¥ reivindica los derechos naturales de 1a familia y 105 9 jucso* tiene respecto a la educacién. No condena directament® 304 4 Jara como incompatibles con la er oe epales postulados. desu) My de julio de 1938 se publica el Man Hl ipee el Gran Consejo Fascista pone | de oa racial. Pio XI protesta en varias i se nazat con «convertir todo en desier: a ti ado)» envia notas diplomiticas y de doctrina catélica alguno ifiesto de la 1a: za y el 6 las bases de la mules le. Ocasiones (Mussolini llega to si cl papa contintia ha- momento hace if : 7 jue - limiten las medidas persecutorias contra ae ten 0 as cosas cuando Italia entra, al lado de — ‘ estal nda guetra mundial. oe segut 4, EL CONCORDATO CON EL REICH Algo patecido ocurrié en Alemania, s6lo que aqui el apiscopado se puso desde el primer momento en contra del nazismo. En agosto de 1932 la conferencia episcopal alemana, reunida en Fulda, decla- raba ilfcita la pertenencia al nuevo partido, no sélo por el programa que tenia, incompatible con la fe catdlica, sino también por las ine- quivocas manifestaciones hostiles que iba dando contra la Iglesia y sus pastores. Hubo un pequefio cambio de escena cuando Pio XI, en el consis- torio que tuvo el 13 de marzo de 1933, aun condenando el nacio- nalismo exagerado, subrayaba el peligro del bolchevismo, con claras alusiones a la situacién alemana. Los obispos revocaron la prohibi- cién de pertenecer al partido y quedaron en una cauta y prudente ra, aise habl6 entonces de Ja firma de un nuevo Concordato: el Go- bierno lo deseaba y también autorizados catélicos alemanes, entre ellos el vicecanciller von Papen. Pero Pio XI y su secretario de Estado, el cardenal Pacelli, que habia sido antes nuncio en Munich y en Berlin, mostraban setias reservas, pues si lo firmaban seria como consagrar la alianza de la Iglesia con el régimen totalitario ale- man, y de no hacerlo, podfan provocar la reaccién nazista y pr arse, ademés, de las garantias juridicas, necesarias mds que a todo Para las relaciones con los regimenes totalitarios. Se llega, al fin, arreglo y el 20 de julio de 1933 se firma el Concordato. Para ‘vat lo esencial, la Santa Sede sactificaba a los catélicos, empe- we paren fetlizar por medio de la polftica los principios cristiano’: Sirantizaba la libertad de la profesién y del libre ejercicio ¢e i 305 la libertad, se aseguraba Ta ensefianza teligiosa y s¢ batant apoyo del Estado a las instituciones catdlicas. Co, 7 al quedaron contentos ni cl ala més tadicalizada de} Nacional. mo, ni los mas intransigentes catélicos, Soci, No mejor tampoco Ia situacién, Se sucedi cano y del episcopado alemén a causa de Ie . tra Ia libertad de ensefianza y In ingerencia del Gobierno asune internos de la Iglesia, Por cualquier motivo se Attestaba a jog dotes o se expulsaba a Profesores de las universidades Cat6licas los seminarios; por las escuelas se difundian libros como el i del siglo XX, de Rosenberg—, contratios a la teligin Cristi vigilaba la predicacié; n en las iglesias, se controlabe la p Propaganda nazi, amoral y arreligiosa, se extendia por todos Ios tin. cones del pats. Los obispos seguian protestando Y presionando Roma, mente, el papa Pio XI publica el 14 de mayo de 193; Mit brenneder Sorge, en la que, despu i fundamentales del catolicismo, que el nazismo negaba o interpretaba ambiguamente, condenaba las tendencias Pantefstas, Ia divinizacién de la raza, del pueblo, del jefe del Estado, la hostilidad hacia d i ito y el rechazo de una moral objetiva universal y de un derecho nat , el pueblo o una forma ‘TON notas ati i tentados 60 uya, a representantes del poder estatal, u otros ele mentos fundamentales de la sociedad hum: ‘ana a norma suprema de todo, aun de los valores religiosos, pervierte y falsea el orden de ls Cosas creadas y queridas por Dios,» El régimen nacis| 3 el papa se retiré a Castelgandoti, L lando en Roma «una enseia ctuz de Cristo», m Pio XII procura Spaciguar los énimos y abrir caminos de dF . EL mismo €scribe 4 Hitler y se sefiala tuna Tinea de cond de ere con log cardenales tlemare. que Iegaron a Rom @ ee 1939: HO transigir en log Principios, pero tampoco cats COS alemenen "8 ue podien mpeorar la situacién de ler pe snes. Con la Buetra aumentaron Jas tensiones. Pfo XI 306 v itl tra las primeras agresione, 7 sta, contr’ 'S cometi F refiere evitar espectaculares condenas, S¢ Timi Por Alemania ciente y tenaz acusacién por los graves abusos y 1 cometfan contra Ja Iglesia y la humanidad, ¥ Tos dafios que se 5. FRENTE AL COMUNISMo La revolucién rusa supuso un cambio ta la vida cristiana, ligada hasta entonces al répi i Siknda por los lideres de la revolucion olehesins ti com dela sociedad capitalista». «Hemos de combatis ¢ myc «cpio del pueblo», escribfa Lenin en 1909, hablando de la. meee nes que pudieran existir entre el partido de los trabajadores y la religidn: «esto es el abc del materialismo y, por consiguiente, tam- bién del marxismo». , La Iglesia rasa —conviene recordarlo— habfa sido durante mu- cho tiempo la Iglesia del Estado; y habia descuidado, también du- ante siglos, la educacién y la cultura religiosa del pueblo, dejéndolo | expuesto de este modo a los peligros de las distintas corrientes ideo- | légicas. Este pueblo, utilizado por el poder, carecia de los derechos | j | | | idical en las condiciones més fundamentales y pasaba hambre; no es extrafio, por tanto, que se adhiriera pronto a la revolucién. Pero ésta se presenta con el signo de Ia persecucién més brutal que se conoce en la historia, principalmente entre la poblacién ca- ‘lica de Ucrania y de los paises bélticos. En Ucrania, por ejemplo, de 1921 a 1926, fueron fusilados o dejados morir en la cf de laicos catdlicos. actividad al campo jas que quedaron cerca de treinta obispos y miles de sacerdotes y — Iglesia ortodoxa tuvo que limitar su i ‘amente religioso de Ja liturgia en las pocas ig) ‘iplesi Sa expropiar. En 1929 ae cerraron al pblio mis de ut eee explica la fuerte emigracién de cristianos laicos y de (oe _ “erdotes que se unieron a Jas comunidades cristianas a Constitu- | Gistian antes en otros pafses europeos y americanos. sro Esta | Si de Ja Unién Soviética garantiza In libertad relies TSS | 0 fue aplicada en Ja realidad, mientras 1a propagand® @trollaba con el a 7 se | Esti \do. ‘4 la poyo incondicional del Esta icacién de Fente a tal situacién, cinco dias después de ls ee enciclica Ding’, Sontta el nacional-socialismo, Pio XI Po 'mi Redemptoris contra el comunismo ste0 ( - AL eg nunciaba en ella las persecuciones sangrientas del 1é, tren Rosia y en los patses sometidos a su dominic epoderosa ayudar que para la difusin del comunisme ya conjuracién del silencio en gran parte de la prensa mundial catdhicas . ° También se referfa a lo que estaba sucediendo en Espatia México bajo Ia fértea dictadura comunista, En México ae 2, rendencias laicistas de los primeros decenios del siglo xx habian ie vado a la Constitucién de Querétaro de 5 de febrero de 1917 — « las consabidas disposiciones de separacién hostil (ensefanza(s.2 supresion de Ordenes religiosas, confiscacién de bienes eclesidsticas). stadia una fuerte limitacién del nimero de iglesias y de sacerdon, autorizados: un sdlo sacerdote para 100.000 habitantes, mientras que los sacerdotes extranjeros habfan de abandonar el pais. El 2 de julio de 1924 se impuso el control del Estado sobre el culto en cualquiera de las iglesias. Pio XI creyé ver en la politica mexicana una manifestacion de! comunismo (més bien se trataba del anticlericalismo de los afios pre- cedentes y de una reaccién contra el exagerado poder de la Iglesia y de la clerecfa), y sostuvo enérgicamente la resistencia de los caté- licos con repetidas enciclicas (1926, 1932, y sobre todo 1937: Fr missimam constantiam), en las que condenaba la legislacién mexicana y declaraba legitima —al menos en teoria— la resistencia armads contra la violacién de la justicia y de la verdad. El conflicto wm? caracteres de tragedia durante el mandato del presidente Elias Co lies (1924-1928), quien se convirtis en alma de la vida polite mexicana hasta 1940, Las manifestaciones pacificas de protes los cat6licos fueron reprimidas con violencia; se expulsé al de! “postolico; se encarcelé a sacerdotes y seglares; se hizo lo Lo pars limitar el culto y se impuso la laicizacién completa d¢ os Sélo més tarde se normalizaria la situaciin y aU pa ucton tbrogadas, se suspendié técitamente $8 ee «Rosa pry ee en Espaiia hablaremos en segue “ a! pies 7 ee = adoptaroe algunas oe 1 Ese dluye a ly | sles Segunda guerra mundial, En 1943 | riot, 14 ortodoxa en sus planes de politica inte ow tuyéndole numerosas iglesi * pla rios, aungee servando Ig para las, seminarios y monaste! "el coe Pio XI denunciaba i undamentalmente antireligiosa ised &e Mirmando: qa ct hecho en una alocucién de Nav “oe ss Conciencias sufren a diario... la ‘Hithen iy Coming * Ys ademiy 308 aba Ia educacién materialista de los jévenes contra la voluntad sul padres, el acceso al trabajo con dependencia de estar o no ins- de Jos en el partido, los derechos de los obreros practicamente inexis- cfitos siendo éstos atrapados «por las ruedas de una inmensa mé- cent cial; las persecusiones y la desaparicién de antiguas y de Dies stiandades. . ee espues de la muerte de Stalin, las persecuciones cobraron ma- fe vigors a mitad de las veinte mil iglesias abiertas fueron nueva- wr ge certadas. Aun la «desestalinacién» de Khrouchtchev no cambié a tica de intolerancia hacia la religién. El régimen siguié profe- ia oficialmente ateo y promoviendo periédicamente campafias jontra toda expresién religiosa a través de la prensa, la radio, la sdevisidn, las escuelas, las otganizaciones juveniles y los obligatorios «cursos de reeducacién». A los Cristianos no se les permitié respon- ger con los mismos medios; quien osaba hacerlo —sobre todo los in- telectuales— se hacfan culpables de «inmiscuirse en la lucha ideolé- ica» y podfan ses procesados y deportados. Pero a pesat de tantos esfuerzos, los mismos ateos reconocieron que todavia estaban en minoria. Poco a poco se dejé sentir un des- pertar religioso, aunque subtetréneo; més todavia en los paises «satélites» de la Unién Soviética, en los que la situacién de la Iglesia catélica se hizo siempre més diffcil (casos de los cardenales Wyiszynski y Mindszenty en Polonia y en Hungria; del arzobispo Stepinac en Yugoslavia), En algunos de ellos, como Polonia, Yugos- livia (Zagreb) y Hungria, asistimos hoy a una nueva vitalidad del caolicismo, 6. LA IGLESIA EN ESPANA wale si espafiola, que habia reconocido Jealmente a la II Re- viking” Proclamada el 14 de abril de 1931, fue pronto su primera Cong ” Como afios més tarde, en 1937, se lo recordaria el cardenal Declay al lider nacionalista vasco, José Antonio Aguirre. En una wacion colectiva de 3 de junio de 1931, elevada al Gobierno 5 amt ¥ susctita en Roma por los obispos espafioles, declaraban oy ie abjan Pedido a los fieles respeto, obediencia y colaboracién hay git®tidades en todo lo concerniente al bien comin y espe uggs 88 autoridades respetaran también a la Iglesia y a ‘0s %o |g (mismo cardenal Gomé manifiesta en el verano de 7 ‘itud noble y franca de adhesién (por parte de la Igle- 309

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