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02 História Universal Contemporánea

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CAPÍTULO 3

DE LA PROSPERIDAD A LA CRISIS ECONÓMICA

1 La época de la prosperidad en Estados Unidos.


La nueva organización del trabajo

Para Europa, los años veinte son los de la estabilización y la re-


construcción, de la experimentación de nuevos regímenes políticos,
del lento acostumbrarse al nuevo orden creado por la guerra, por la
revolución bolchevique y por la expansión económica norteameri-
cana. Para Estados Unidos es Ja era de la prosperidad». Cosecha los
frutos del inmenso aparato industrial, de las infraestructuras cons-
truidas durante los cincuenta años anteriores y del dominio finan-
ciero conquistado durante la guerra.
La gran república americana se convierte en el centro del capita-
lismo mundial y el ejemplo de una sociedad industrial madura que
inaugura la era del consumo masivo. Procesos productivos, organiza-
ción del trabajo, prácticas financieras que ya se delineaban en los diez
años anteriores, encuentran ahora plena aplicación en gran escala.
Entre 1919 y 1929 la producción industrial crece el 78 por ciento; el
salto más espectacular lo da entre 1922 y 1929. La renta media per ca-
pita pasa de 553 a 716 dólares anuales. Estados Unidos ya participa
con el 46 por ciento en la producción industrial mundial.
En el campo de la energía ocurren cambios fundamentales: la elec-
tricidad y el petróleo se afianzan y sustituyen en parte al carbón (cfc
La edad contemporánea, 1800-1914, part. II, cap. 3), la industria quí-
mica hace enormes progresos, el aluminio y los materiales plásticos
llegan a todos los hogares. Pero el símbolo de las transformaciones de
esos años es la producción en serie de automóviles. Este aconteci-
miento revolucionario se asocia al nombre de Henry Ford y la imagen
de la cadena de montaje, serial de una nueva organización del trabajo;
en 1929 hay 200 automóviles por cada mil habitantes (12 en 1913). Si
se desea medir la distancia que entonces separaba a Estados Unidos de
82 LA EDAD CONTEMPORÁNEA, 1914-19145 DE LA PROSPERIDAD A LA CRISIS ECONÓMICA
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Europa, hay que recordar que en 1931, por cada mil habitantes había naba la preeminencia del «obrero común», dedicado a un trabajo ex-
30 coches en Francia, 24 en Gran Bretaña, 8 en Alemania y 5 en Italia. tremadamente fragmentado y sometido al ritmo de la máquina. En
La difusión masiva de bienes durables, como los automóviles —a cambio, se ampliaban, y revalorizaban las tareas de los técnicos,
los que muy pronto se sumaron los electrodomésticos—, exigía dos desde los dirigentes hasta los ingenieros y jefes, que debían planificar
condiciones básicas: mayor productividad del trabajo, para bajar los y regular en cada caso los mecanismos y los tiempos de la producción.
costes y mantener altos los beneficios, y mayor capacidad de compra Éstos procesos, que contribuían al crecimiento de las capas interme-
del consumidor medio. Se podía obtener una productividad más alta dias —los «cuellos blancos»— separadas del verdadero trabajo ma-
con una organización más racional del trabajo, que eliminara los nual, estaban implícitas en los puntos fundamentales del discurso de
tiempos muertos y las variaciones individuales calculando con preci- Taylor, que subraya la nueva responsabilidad de la dirección: «Pri-
sión cada movimiento y cada operación, y asignando tiempos exactos mero: el dirigente debe hacer un análisis científico de cada operación
a cada una de ellas. Con sus Principios de dirección científica de la fá- de cualquier trabajo manual, que sustituya al antiguo procedimiento
brica (publicado en 1911), E W. Taylor propone la solución a este pro- empírico. Segundo: debe seleccionar la mano de obra con métodos
blema que luego se aplicó a las cadenas de montaje. científicos, y luego capacitarla y perfeccionarla. En el pasado, cada in-
Las innovaciones implicaban cambios considerables en el mundo dividuo escogía el trabajo por su cuenta y se especializaba como me-
del trabajo y en la articulación social de la clase obrera. Culminaba el jor podía. Tercero: debe colaborar amablemente con los dependientes
proceso que, partiendo de la primacía del obrero especializado, here- para tratar de garantizar que todo el trabajo se haga según los princi-
dero en cierto modo de las cualidades de la antigua artesanía, termi- pios establecidos. Cuarto: el trabajo y la responsabilidad relativa se re-
parten en casi igual medida entre la dirección y la mano de obra;
quien tiene funciones directivas asume aquellas tareas para las cuales
CLADRO 7 Producción de vehículos a motor en cuatro países europeos es el más apto de los trabajadores. En el pasado, casi todo el trabajo
y en Fwados Unidos, 1923-1938 (en miles de unidades)
Total de
los cuatro
Gran países Estados
Bretaña Alemania Francia Italia europeos Unidos
190
Vehículos por pasajero

1923 71 31 — — 102 3.625


1929 182 117 211 — 510 4.587 150
1937 390 264 177 62 893 3.916
1938 341 277 200 59 877 2.001

Vehículos comerciales 100

1923 24 9 — — 33 409
1929 57 39 42 — 138 771
1937 118 64 24 10 216 893
1938 104 65 27 8 204 488 50
Total
Estados Unidos — Francia
1923 95 40 — — 135 4.034
1929 239 156 253 — 648 5.358 • Gran Bretaña Alemania
1937 508 328 201 72 1.109 4.809
1938 445 342 227 67 1.081 2.489 FrG, 3.
índice de la producción manufacturera en algunos de los principales
Fuente: W. W. Rostow. World Econorny. History and Prospect, Austin, Texas University Presa
países, 1920-1938 (1913 = 100). Fuente: M. Niveau, Histoire des faits économi-
1978, p 210 ques conternporains, París. PUF, 1970, p. 203.
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la mayor parte de la responsabilidad pesaban sobre la mano de obra... producción amplia. Ambas cosas actúan a la vez, y en una se pueden
Todo el trabajo rutinario, que en el sistema tradicional era cumplido rastrear las causas de la otra.»
por su ejecutor material utilizando su experiencia personal, en el En el plano más propiamente técnico, el funcionamiento de la ca-
nuevo sistema debe ser necesariamente controlado por la dirección, dena de montaje prevé el avance metódico y planificado de las merca-
adecuándose a las leyes científicas, porque aunque el trabajador fuera derías a través de la fábrica, la especificación de misiones precisas
perfectamente idóneo para la selección y empleo de los datos científi- para cada obrero sobre la base de la descomposición del producto en
cos, le resultaría imposible trabajar al mismo tiempo en la máquina y una serie de operaciones. «Planificar la progresión del material desde
en el despacho. Resulta claro, por lo tanto —concluía Taylor— que en la primera operación de fabricación hasta la salida del producto ter-
la mayoría de los casos la organización y la ejecución del trabajo de- minado implica la planificación en gran escala de la fábrica, la elabo-
ben estar a cargo de personas diferentes.» ración y distribución de los materiales, equipos y piezas en diversos
Durante los últimos cincuenta años este análisis, y sus consecuen- puntos a lo largo de la línea. Conseguir hacerlo con un objeto de ti -a-
cias prácticas en la organización del trabajo, fue tema de debate y lu- bajo en movimiento significa fragmentar la tarea en la serie de opera-
cha sindical y política, y posiblemente sea una de las causas del desa- ciones necesarias para ejecutarla.»
pego por el trabajo en las fábricas y por el trabajo manual, que El perfeccionamiento de las máquinas herramientas y la racionali-
pierden el interés creativo y privan de la satisfacción que da la obra zación de los procedimientos permitían no sólo el aumento de la pro-
realizada. El problema de la «recomposición del trabajo» se ha im- ducción —el sector automovilístico norteamericano creció el 78 por
puesto en años más recientes, como un tema central para la recupera- ciento entre 1922 y 1929— sino también la reducción del horario de
ción de la eficiencia, eliminando los riesgos de la alienación total. trabajo y mayores remuneraciones. Los salarios elevados eran, por lo
Entretanto, la producción en serie y la cadena de montaje se afir- demás, un componente esencial del nuevo sistema productivo, que
maban como el sistema capaz de elevar la productividad, reducir los sólo podía alimentarse del consumo masivo. El precedente de la ca-
costes y mantener el consumo masivo. Henry Ford puede ser conside- dena de montaje en el que parece haberse inspirado Ford, eran los
rado el más convencido y coherente partidario y experimentador de grandes mataderos de Chicago, donde se faenaban los animales con
los nuevos procedimientos por el lanzamiento del famoso modelo T, un sistema móvil de ganchos, que los trasportaba a través de todas las
de su marca, vendido a bajo precio (300 dólares en 1926) y en cente- fases del proceso. Sin embargo, fabricar y vender automóviles, aun-
nares de miles de unidades. «Producción en serie —explica a los lecto- que fuera en enormes cantidades, era algo muy distinto que preparar
res de la Encyclopedia Britannica, en la edición de 1929— no significa y vender carne. Había que organizar el mercado: la publicidad, las
solamente producción en grandes cantidades, porque ella se puede ventas a plazos y la prefinanciación se convertían en engranajes esen-
conseguir sin ninguno de los requisitos de la producción en serie. ciales de una máquina extremadamente compleja y delicada.
Tampoco significa mera producción a máquina, que igualmente pue-
de obtenerse sin ninguna semejanza con la producción en serie. La
producción en serie consiste en reunir en un programa de fabricación 2. Producción y sociedad de masas
los principios de fuerza, precisión, economía, método, continuidad y
velocidad. La interpretación de estos principios, analizando las opera- Al mismo tiempo que el nuevo sistema de producción, y en cierto
ciones, el trabajo de las máquinas y su coordinación es, evidente- modo complementariamente, se desarrollaba la comunicación de ma-
mente, tarea de la dirección. El resultado normal es una organización sas. La prensa popular, vendida en millones de ejemplares, la difusión
productiva que elabora en cantidad mercaderías útiles al mínimo de la radio y el cine y, más tarde, de la televisión, se convertían en aspec-
coste, con material, diseño y ejecución estandarizados.» Es impor- tos característicos de la nueva sociedad. Los aparatos de radio, en Esta-
tante subrayar con qué claridad percibió Ford el nexo entre produc- dos Unidos pasaron de sesenta mil en 1922 a ocho millones en 1929.
ción en serie y consumo masivo. Estaba convencido de que el nuevo Junto con el aumento de la productividad, que en la industria side-
sistema de producción no era tanto un principio de organización téc- rúrgica y automovilística norteamericana alcanzó en pocos años cotas
nica, como un principio de organización social. «La precondición ne- excepcionales, ocurrían cambios socioculturales gracias a la reduc-
cesaria para la producción en serie —afirmaba— es el consumo ma- ción del horario de trabajo y los salarios elevados. El ocio y el tiempo
sivo latente o desarrollado; es decir, la capacidad de absorber una libre podían compensar el ritmo alienante de las nuevas condiciones
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de trabajo, y el problema de su uso adquiría entonces gran importan- trabajo. «Es también la parte emergente de los asalariados, reclama-
cia. La práctica del deporte, y sobre todo, los espectáculos deportivos, dos cada vez en mayor número por estructuras más concentradas y
atraían a millones de individuos. De un fenómeno que había afectado por la organización técnica de la producción. En sus grados más ba-
principalmente a las clases medias-altas, y que tenía cierta tradición, jos, este nuevo asalariado no tiene una renta superior a la de los obre-
especialmente en Inglaterra, las actividades y las manifestaciones de- ros industriales, pero el género de vida, las condiciones de trabajo, las
portivas se convirtieron en fenómenos populares, con importantes im- relaciones que se establecen dentro de las oficinas entre distintos ni-
plicaciones comerciales y especulativas. veles de una sutil jerarquía, configuran la profunda originalidad de los
La concentración financiera y capitalista nunca había alcanzado "cuellos blancos"» (Roncayolo).
tales alturas, y crecía cada vez más la distancia en términos de riqueza
entre las grandes empresas oLigopólicas y la masa de la población.
Pero mientras los grandes empresarios conservaban, sobre todo en Es- 3. El triunfo de los republicanos
tados Unidos, una función y una imagen muy destacada, el poder del
capital se volvía impersonal. Más que de individuos se trataba a me- El partido republicano, que dio tres presidentes (Harding, Coo-
nudo de grupos colegiados entre sí por una nutrida red de relaciones. lidge y Hoover) a Estados Unidos entre 1919 y 1929 dominó durante
Al sistema de los monopolios y de los cárteles, se sumaba, cada vez la época de la prosperidad. Era el partido de los negocios, de la liber-
con mayor frecuencia, la gestión a través de holdings, a los que las tad de acción para los grandes intereses y, al mismo tiempo, el intran-
grandes sociedades cedían total o parcialmente sus capitales. Las dos- sigente defensor de la tradición protestante y puritana del antiguo
cientas compañías industriales mayores de Estados Unidos concentra- grupo de colonos de origen anglosajón. El compromiso de Wilson en
ban en 1929 la mitad del capital invertido en empresas industriales y los negocios europeos había chocado contra el «espíritu americano»,
comerciales, y entre 1919 y 1929 casi doblaron sus capitales. Los ban- traducido en una orgullosa reivindicación de su primado y su origina-
cos y las sociedades financieras cumplían una intermediación esencial lidad que llevó el país al aislacionismo. Además de las condiciones de
entre estos grandes intereses. La banca Morgan, que ya antes de la pri- salud de Wilson, contribuyeron a la derrota de los demócratas en 1920
mera guerra tenía intereses en centenares de sociedades, participaba, las agitaciones obreras que también habían sacudido a Norteamérica
en 1929, en los consejos de administración de 2.450 empresas. Las en 1919 reforzando el miedo al comunismo y a toda otra forma de co-
fronteras nacionales eran límites demasiado restringidos para estos gi- lectivismo. Además, la coyuntura económica no fue favorable. Des-
gantes de la industria y de las finanzas. Empresas semejantes existían pués del boom de 1919, se puso en marcha una política deflacionista
también en los países capitalistas de Europa, pero el empuje del capi- que agravó el ciclo regresivo que se manifestó en 1920 en la economía
talismo norteamericano había convertido a Estados Unidos en la sede mundial: los precios al por mayor aumentaron el 40 por ciento. Har-
principal y privilegiada de estas grandes corporaciones. ding movilizó al partido republicano alrededor de una idea muy popu-
El aspecto social más importante de esta nueva organización pro- lar: antes de nada, era necesario proteger los intereses norteamerica-
ductiva, que se impuso como rasgo distintivo de las llamadas «socie- nos, liberándose de todos los compromisos, vínculos y ataduras de la
dades industriales maduras», es la relativa reducción en las fábricas guerra. Así consiguió la victoria electoral, a la que siguieron una polí-
de los obreros asignados a los trabajos manuales frente al considera- tica proteccionista, el apremio a los europeos para que pagaran sus
ble aumento de los empleados de la administración y los servicios. Lo deudas, la limitación drástica del ingreso de inmigrantes, facilidades
que ocurrió en Estados Unidos en la década 1919-1929 puede ser par- de crédito, reducciones de impuestos, sobre todo los que gravaban los
ticularmente ejemplificador. La población activa en la agricultura dis- negocios y los capitales, y un control más estricto de las organizacio-
minuyó en dos millones y el sector industrial creció en igual medida; nes sindicales y obreras.
pero el sector terciario dio un verdadero salto hacia adelante reclu- La recuperación económica fue rápida y excepcionalmente in-
tando seis millones de trabajadores. En 1931 la población activa se tensa. Las agitaciones sindicales perdieron fuerza: la Arnerican Federa-
distribuía así: 22 por ciento en la agricultura. 31 en la industria y 47 don of Labor, el sindicato que, pese a su tendencia moderada, después
en los servicios. El elemento dinámico fue, por lo tanto, la masa cre- de haber alcanzado en 1920 los cinco millones de afiliados, descendió,
ciente de empleados del comercio, la banca, la publicidad; sectores a en 1924, a menos de cuatro millones. Los Industrial WorIcers of the
los que las mismas empresas industriales ofrecen un amplio campo de World, de tendencia sindicalista revolucionaria e internacionalista, de-
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saparecieron casi totalmente. El miedo a las conmociones sociales se de color y la mayoría de los inmigrantes de países eslavos y mediterrá-
manifestó en la oleada de furor popular, con un fuerte cariz xenófobo, neos, que debían contentarse con las migajas del opíparo banquete de
que llevó a la silla eléctrica a los sindicalistas italianos Sacco y Van- u na parte importante de las clases sociales del país. Pero la situación
zetti, cuya actividad terrorista nunca fue probada. era tal que los contrastes tendían a atenuarse y la posibilidad de un
El desarrollo y la prosperidad fueron fenómenos esencialmente ur- trabajo estable y bien remunerado estaba al alcance de cualquiera.
banos. Crecía especialmente la población de ciudades como Detroit Un aspecto singular de la sociedad norteamericana de esos años,
(de 2.700.000 a 3.400.000 habitantes) convertida en el centro de la que refleja su carácter pluralista y la fuerza de los grupos de presión
producción automovilística; como Nueva York (de 5.600.000 a religiosos y de la opinión pública, fue la votación de la decimoctava
6.900.000 habitantes), que ya era la más populosa ciudad de Estados enmienda que prohibía el consumo de bebidas alcohólicas. Las inten-
Unidos y renovaba su primacía como centro de actividad financiera ciones eran buenas y se consiguió algún resultado, pero la producción
internacional y atracción cultural y teatral; y, finalmente, como Los clandestina y el despacho de alcohol provocaron un aumento de la de-
Ángeles, nueva capital de la industria cinematográfica (de 600.000 a lincuencia organizada y la rivalidad entre bandas rivales de gangsters,
1.250.000 habitantes). Antes de la guerra, más de la mitad de la pobla- que en las grandes ciudades protagonizaron episodios dramáticos y
ción norteamericana residía en el campo o en pequeñas poblaciones espectaculares y que caracterizaron el período definido, precisamente,
con menos de 2.500 habitantes; en 1930, el 56 por ciento habitaba en como del «prohibicionismo».
los centros urbanos. Tampoco faltaban problemas graves y manifestaciones agudas de
Pero al menos por dos razones hay que considerar con cautela este malestar. La cuestión de la igualdad de derechos civiles para los ne-
fenómeno de crecimiento urbano: en primer lugar porque, el flujo ha- gros era una de las más difíciles de solucionar. Muchos miles de ne-
cia las grandes ciudades coincide con el desarrollo de los barrios resi- gros habían abandonado las regiones del sur donde todavía padecían
denciales en los pueblos periféricos, favorecido por el uso del automó- un duro régimen de segregación y prosperaban las sociedades más o
vil y por la construcción de cómodas redes de caminos y de rápidos menos secretas como el Ku-Klux-Klan, radicándose en las rewiones
medios de transporte público; en segundo lugar, porque —dado el lí- del noreste donde encontraban mejores condiciones de vida y de tra-
mite de 2.500 habitantes para definir un centro urbano— no se puede bajo. Perduraban muy arraigados los prejuicios raciales, pero la distri-
olvidar que la Norteamérica «urbana» de esos años todavía está cons- bución geográfica de la población negra extendía el problema más
tituida por pequeñas villas. En todo caso —ya sea en las grandes allá de los límites del tradicional rechazo de los Estados del sur ex es-
como en las pequeñas ciudades— la industria de la construcción se clavista.
convierte en otro componente de la expansión económica. El rasgo Las elecciones de 1924 reflejaban esta situación. Las fuerzas radi-
más espectacular es la multiplicación de rascacielos, sede, sobre todo, cales de oposición, que tenían su mayor respaldo en el campo y reco-
de las oficinas de las poderosas sociedades industriales, financieras y gían también el consenso de los grupos socialistas y sindicalistas de
comerciales. las ciudades, promovieron la candidatura del senador La Follette, que
Los obreros de las grandes industrias y el ejército cada vez más obtuvo cuatro millones ochocientos mil votos. Pero la victoria del can-
numeroso de los «cuellos blancos», formaban, junto con los distintos didato republicano Coolidge fue muy clara: quince millones de votos
estratos de las clases superiores, el soporte de la nueva sociedad de contra ocho del candidato demócrata. También la protesta represen-
consumo y el mercado para la producción masiva. Sin embargo, la tada por la candidatura La Follette se disolvió al consolidarse la pros-
mayoría de la población no gozaba de rentas tan altas como para ase- peridad, que conoció sus años más espléndidos entre 1924 y 1928. La
gurarse el nivel de vida confortable propio del norteamericano medio triunfal elección del republicano Hoover confirmó la recuperación.
(el american way of life). Comoquiera que sea, es un dato de singular Hacia el final de la década de los veinte la especulación con valo-
importancia que el 40 por ciento de las familias perteneciera a la res que cotizaban en la bolsa, alimentada por el excepcional ritmo del
franja de los usuarios de los bienes ofrecidos por la madura sociedad desarrollo de la producción, el aumento de las ganancias y la facilidad
industrial. Si bien el 60 por ciento de las familias estaban por debajo del crédito, brindaba a todos una nueva manera de enriquecerse más
de ese nivel, sólo una quinta parte de las mismas no superaba los lími- rápida y fácil que las tradicionales. Se renovaba el mito ilusorio de
tes de la indigencia. Marginados de la nueva prosperidad permane- que cualquier persona podía enriquecerse, rápida y fácilmente en la
cían algunos grupos de habitantes de las zonas agrícolas, la población escala social.
90 LA EDAD CONTEMPORÁNEA, 1914-1945
DE LA PROSPERIDAD A LA CRISIS ECONÓMICA 91
4. La crisis de 1929: la nueva teoría económica
Éstas son las etapas de una crisis que se transformó en una depre-
El alza de las cotizaciones de los títulos bursátiles en Nueva York s ión prolongada, la cual, partiendo del país de la prosperidad, se pro-
atraía capitales de todo el país y del exterior. Más de cinco millones de pagó en el lapso de algunos meses por todo el mundo capitalista con
acciones cambiaban de manos todos los días; la facilidad del crédito una violencia y una duración sin precedentes. A partir de 1931 ningún
favorecía la especulación: bastaba pagar en efectivo sólo una quinta país pudo sustraerse a sus repercusiones. La intensidad de las conse-
parte del valor de los títulos en el momento de la compra. El 24 de oc- cuen cias políticas de la crisis —de las que hablaremos en seguida— se
tubre de 1929 —después de algunos signos premonitorios a los que no explican también recordando que la confianza en la calidad y la esta-
se dio mucha importancia— la tendencia se invirtió, las cotizaciones bilidad del sistema económico y social había sido ya sacudida por el
disminuyeron entre el 5 y el 10 por ciento y comenzó la carrera de la rigor de la guerra, la revolución bolchevique y los desórdenes mone-
venta: en un solo día se liquidaron trece millones de títulos. La con- tarios y financieros. La situación, sobre todo en Europa, contradecía
fianza se tambaleaba. Un consorcio de poderosos bancos intentó en la fe en el progreso, la confiada exaltación del poder económico y mi-
vano detener la baja, pero el 29 de octubre las acciones en venta eran litar y el desarrollo del comercio internacional que habían prevalecido
dieciséis millones y medio. En un mes, las cotizaciones cayeron un antes de la primera guerra. La situación política y económica sólo se
promedio del 50 por ciento. Había terminado la época de la prosperi- había estabilizado durante algunos años.
dad cuyo símbolo era Wall Street, la sede de la Bolsa. Se han discutido ampliamente, e interpretado de diferentes mane-
La quiebra de Wall Street causó una drástica reducción del crédito ras, el mecanismo de la crisis, su propagación, y los efectos sociales y
que había alimentado el mecanismo del mercado de la nueva sociedad políticos de la depresión. Especialmente se ha examinado la relación
de consumo. Los bancos tenían dificultades; el círculo producción-con- entre la quiebra de la Bolsa y las repercusiones de inusitada extensión
sumo se rompía; automóviles y neveras quedaban sin vender; las fábri- que tuvo en todo el sistema económico. Sobre la base de experiencias
cas cerraban o reducían el trabajo; los obreros quedaban en el paro. anteriores, se consideraba a la Bolsa como el termómetro de la vida
económica, puesto que registraba la marcha de las empresas: caían
210
las cotizaciones de aquellas empresas cuyo rendimiento era inferior a
200
lo esperado por los inversores. La baja de los títulos «era el efecto, y
190
no la causa, de la inversión del ciclo económico». Evaluada en su con-
180
170
junto, la economía norteamericana todavía parecía vital en octubre de
160 1929 y no hacía prever una caída rápida ni un repliegue general.
150 En efecto, el juego al alza en la bolsa había llegado demasiado le-
140 jos y la especulación se había extendido aprovechando el escaso rigor
130 y control sobre la diversidad de sus negocios y sobre la competencia
120 que caracterizaban a numerosos bancos, institutos de crédito y socie-
110 dades de inversión. Por eso la financiación fue la primera afectada
100 por el pánico bursátil. La restricción del crédito se impuso para frenar
ao la especulación como consecuencia de la desvalorización de las reser-
70
vas constituidas en títulos de la bolsa, y fue una necesidad derivada
60 del descenso de los depósitos y el crecimiento de las extracciones de
50 clientes necesitados de efectivo o empujados por el pánico. Pero el
40 gran boom industrial y productivo había descansado esencialmente en
las facilidades de crédito y en la confianza de cumplir fácilmente con
los vencimientos a largo plazo de las cuotas necesarias para adquirir
bienes durables o semiclurables, desde la casa hasta el automóvil,
FIG. 4. UZS cotizaciones en la bolsa de Nueva York (Wail Street), 1926-1938 (1926 -
= 100). Fuente: C. FohIen, L'Arnérique de Roosevelt, París, Imprimerie Nationale,
desde la nevera hasta la radio. La crisis del crédito causó la quiebra de
1982. las empresas financieras más débiles y expuestas. Más de 5.000 ban-
cos suspendieron sus pagos con una progresión de quiebras que pasó
92 LA EDAD CONTEMPORÁNEA, 1914-1945 DE LA PROSPERIDAD A LA CRISIS ECONÓMICA 93

de 359 en 1929, a 1.332 en 1930 y a 2.294 en 1931. Pero dejando de »Usted representa —escribía Keynes en una carta abierta a Roosevelt
lado el número, particularmente significativo de la dimensión del fe- e n diciembre de 1933— a todos aquellos que en cada país intentan
nómeno, la importancia del mismo puede medirse por la quiebra de corregir los males de nuestra situación mediante un experimento ra-
grandes bancos, como el Bank of United States, en Nueva York, que zonado en el marco del sistema social existente. Si fracasara, la op-
tenía cuatrocientos mil depositantes. La consecuencia de estos acon- ción de la razón resultará gravemente perjudicada en todo el mundo
tecimientos fue una drástica limitación del mercado y de los negocios. y sólo quedarán en el campo, para disputarse la victoria, la antigua
Este punto ha llamado la atención de quienes han interpretado la Ortodoxia por una parte y la revolución por otra. Pero si tiene éxito,
profunda depresión, más allá del episodio de la especulación bursátil, métodos nuevos y más osados se experimentarán dondequiera y po-
como efecto del desequilibrio entre la capacidad productiva del sis- dremos señalar el comienzo de una nueva era económica con su as-
tema industrial norteamericano, orientado hacia cl consumo masivo, censo al poder.»
y las posibilidades de compra de la mayor parte de la población, que El economista inglés dio forma científica y teórica a las ideas para
todavía no tenía a su alcance los nuevos bienes de consumo. La orto- regular la economía capitalista y recuperar el equilibrio económico
doxia económica del presidente Hoover, que confiaba en un reequili- con elevados niveles de empleo y beneficios. Negaba la eficacia del au-
brio del mercado rápido y automático, y la falta de apoyo al crédito y tomatismo del mercado para obtener el máximo rendimiento de los
a las rentas más bajas, habrían terminado por agravar y prolongar la factores de la producción y, en primer lugar, de las inversiones, con-
crisis. La experiencia norteamericana sirvió a Keynes para formular fiado en la concepción económica clásica a la variación de las tasas de
sus nuevas teorías económicas, y el sostén del empleo y de las rentas interés. Rechazaba la ley de Sav —la llamada ley de los mercados—
fue considerado en adelante como un factor esencial del desarrollo que, postulando la armónica relación entre la oferta y la demanda, la
económico. producción v el consumo, excluía la posibilidad de cualquier crisis de
La producción industrial de Estados Unidos, tomando un índice superproducción. Sin embargo, la depresión de los años 1929-1932 se
de 100 para 1928, se precipitó de 111 en agosto de 1929 a 54 en el mostraba como la crisis más grave de superproducción de la econo-
mismo mes de 1932, una pérdida del 50 por ciento. Las consecuencias mía industrial. Uno de los fenómenos más visible de inmediato fue la
sobre la ocupación fueron catastróficas. Sobre una población activa caída de los precios, sobre todo de los productos agrícolas y de las
de entre 48 y 50 millones, se pasó de un millón y medio de parados materias primas. De ellos derivaron una violenta contracción del co-
(un porcentaje del 3 por ciento se consideraba el límite aceptable y mercio internacional y la posterior reducción de los salarios y los
«funcional» del sistema) a entre trece y quince millones y medio en puestos de trabajo. La restricción del crédito, la caída de las inversio-
1935; es decir, más del 25 por ciento de la fuerza de trabajo. La mise- nes, la contracción del comercio, la reducción de los salarios, el de-
ria castigó especialmente al campo, donde a menudo la caída de los sempleo, todo contribuía a que cayera la demanda efectiva global.
precios agrícolas redujo al hambre a los pequeños agricultores; pero Keynes habría mostrado hasta qué punto es decisiva la función que
el paro asumió alarmantes proporciones en las grandes ciudades: un tiene la demanda en el desarrollo económico. El sistema funciona de
millón de parados en Nueva York, seiscientos mil en Chicago. diferentes maneras en distintos niveles, la depresión es, en sí misma,
Frente a un trastorno tan profundo de la vida económica y social, una Forma de equilibrio que tiende a estabilizarse en el nivel de la
los principios tradicionales de la economía política parecían total- base, inutilizando una serie de factores productivos. El aumento de la
mente inadecuados. El Estado no podía permanecer indiferente. Todo demanda efectiva global, principalmente la que se alimenta de la mul-
el sistema capitalista se veía amenazado en sus raíces y desafiado por tiplicación de las rentas medias y bajas, provoca una reanudación de
las nuevas ideologías y los nuevos regímenes: el fascismo y el comu- las inversiones y de la producción y tiende a llevar el equilibrio a nive-
nismo. Las consecuencias políticas inmediatas fueron la derrota del les más altos.
partido republicano y la propuesta del New Deal de Roosevelt, que
comprometía directamente al gobierno federal en el apoyo a la econo-
mía y el empleo. 5. La crisis se vuelve mundial
El economista inglés J. M. Kevnes, que luego daría forma a sus
ideas en su obra Teoría general de la ocupación, el interés y la moneda Además de la intensidad y la duración, la crisis y la depresión tu-
(1936), expresaba su respaldo al nuevo presidente norteamericano: vieron alcance mundial. Sus repercusiones no fueron igualmente gra-
94 LA EDAD CONTEMPORÁNEA, 1914-1945 DE LA PROSPERIDAD A LA CRISIS ECONÓMICA 95
ves en todas partes, pero algunas consecuencias se hicieron sentir en comercio internacional en un nivel más bien bajo: sin embargo, las
todos los países cuya economía era capitalista. Sólo las regiones total- importaciones norteamericanas representaban más del 12 por ciento
mente excluidas o marginales del mercado internacional la sufrieron del intercambio mundial, y el trigo y el algodón norteamericanos y,
menos, pero sus economías eran muy primitivas. Fue diferente el caso desde luego, influían poderosamente en el mercado internacional.
de la Unión Soviética que, aunque mantenía algún intercambio con Si a estos datos se suman los vínculos financieros, que la posición
los países capitalistas, se regía por un sistema económico colectivista dominante del dólar había creado en Europa, en Canadá y en América
en el que todos los aspectos de la producción, las finanzas y la comer- Latina, no sorprende que la crisis de la economía estaounidense abar-
cialización estaban celosamente controlados y regulados por los órga- cara a todo el mundo, poniendo fin al período de relativa estabilidad
nos del Estado y las decisiones del gobierno. Los primeros planes alcanzado entre 1925 y 1929 y a las ilusorias esperanzas de restaurar
quinquenales, contemporáneos de la depresión capitalista, elevaron la el sistema económico internacional tal como había funcionado antes
producción industrial soviética, precisamente en el momento en que de la guerra. En lo que particularmente concierne a Europa, las finan-
declinaba la de los países capitalistas. Tomando un índice de 100 para zas norteamericanas habían tenido una participación importante, es-
1929, la Unión Soviética saltaba en 1932 a 183, mientras los países pecialmente en la recuperación productiva de Alemania y en la regula-
más castigados por la crisis —Estados Unidos y Alemania— caían a ción de las reparaciones y las deudas alemanas de la guerra. Ya en
53, e incluso países menos afectados permanecían, aunque fuera leve- 1928, la subida de las cotizaciones en la bolsa de Nueva York, había
mente, por debajo del índice: Japón 98, Noruega 93 y Suecia 89. atraído hacia Wall Street a los capitales fluctuantes colocados en Ale-
El motivo de una propagación tan amplia de la crisis está, ante mania, provocando una primera tensión y la consiguiente depresión
todo, en las gigantescas dimensiones asumidas por la producción in- de la economía alemana. El añadido de la crisis interrumpió definiti-
dustrial de Estados Unidos, que por sí sola cubría el 45 por ciento de vamente el flujo de inversiones hacia el exterior. La contracción y el
la mundial. Es verdad que la amplitud del mercado interno y la gran cese de los préstamos fue una primera consecuencia de la crisis norte-
riqueza de los recursos nacionales mantenían la participación en el americana; siguieron los efectos del descenso de los precios agrícolas
y de las materias primas, la caída del comercio internacional, las quie-
bras bancarias y la baja monetaria. El episodio más espectacular fue
300 —
I._
/ •-•
P%
la devaluación de la libra esterlina.
La rápida caída de los precios agrícolas y de las materias primas fue
uno de los elementos propagadores de la crisis: si el trigo bajó el 19 por
/ ciento y el azúcar del 20, la seda cayó el 30 por ciento, la lana, el 46, el
r
200 — café el 43 y el caucho el 42 por ciento. Los países productores de mate-
/ Paro
a rias primas eran, en general, también los más pobres y endeudados y
fueron los primeros en caer en la bancarrota sin conseguir sostener su
11
1 00 --;%"•"/ 100 moneda. Hungría, Argentina, Paraguay y Brasil devaluaron en 1929, en
'
1930 les siguieron Australia, Nueva Zelanda, Venezuela y Bolivia. El
b
ejemplo típico de las consecuencias destructivas que el bloqueo del
mercado podía tener en países con monocultivos lo ofrece lo sucedido
80 con el café brasileño. Con la esperanza de obstaculizar la caída de los
precios se destruyeron veinticinco millones de sacos de café, un millón
y medio de toneladas, suficientes para satisfacer el consumo mundial
durante un ario. La destrucción de bienes de consumo —incluidos pro-
so
1929 1930 1931 1933 1934
ductos agrícolas de primera necesidad— mientras el desempleo reducía
1932
a la miseria y al hambre a millones de trabajadores, es un signo de las
FIG. 5. Producción industrial mundial e indice de paro internacional, 1929-1934 contradicciones y el desorden de la economía capitalista y objeto de po-
(1929 = 100). Fuente: M. Crouzet, L'époque conternporaine, París, PUF, 1969, lémica entre los críticos del sistema de la libre iniciativa como medio
p. 117. para obtener el máximo provecho.
96 LA EDAD CONTEMPORÁNEA, 1914-1945

Generalmente se considera apropiado recurrir a la protección


aduanera contra la propagación de la crisis: para los países pobres era
una necesidad limitar las importaciones que la caída de los precios
agrícolas y de las materias primas exportados por ellos no permitía
compensar Incluso los países más industrializados elevaron las tarifas
aduaneras, en primer lugar para proteger las ganancias de sus agricul-
tores, pero también para limitar cualquier tipo de importación y esti-
mular la producción y el empleo nacionales. La consecuencia fue que
el comercio internacional disminuyó entre 1929 y 1930 el 25 por
ciento en volumen físico y, a causa de la caída de los precios, más del
70 por ciento en valor.
La expansión del comercio internacional había sido una de las se-
ñales más evidentes del desarrollo económico del último siglo y de la
formación de una economía mundial; la regresión se convierte en el
índice preocupante de una grave y generalizada inversión de la ten-
dencia.
La crisis monetaria fue la última etapa de la descomposición de la
economía mundial. Los vanos intentos por encontrar un acuerdo que
regulara las transacciones internacionales mostraron hasta qué punto
también se había deteriorado la situación política. Japón trataba de
resolver sus problemas haciendo la guerra a China en 1931; Alemania
confiaba su suerte, casi plebiscitariamente, a Hitler en 1933; Italia
anunciaba el nuevo evangelio de la economía corporativa; Gran Bre-
taña abandonaba el libre cambio y creaba un «área de preferencia
imperial»; Estados Unidos experimentaban el New Deal; la Unión So-
viética imponía la colectivización forzada de las empresas y se com-
prometía en un imponente esfuerzo de industrialización. La crisis
acentuaba las divisiones del mundo, inspiraba el egoísmo y los anta-
gonismos nacionalistas, reabría las heridas de la reciente guerra, po-
nía fin a toda esperanza de restauración pacífica y preparaba las con-
diciones para el futuro conflicto. Paradójicamente, en muchos casos
la salida más eficaz para la larga depresión fueron justamente los gas-
tos militares y la política de rearme: todo un símbolo de las dramáti-
cas contradicciones de un período histórico difícil.

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