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Disputas y tránsitos actuales en Colombia y América Latina


bbbbbbbbbbbbb bbbbbbbbbbbbb En la actualidad, en América Latina se vive una
profunda transformación a causa de procesos Políticas, espacios y EDITORES ACADÉMICOS

prácticas de memoria
aparentemente disímiles, como el triunfo del no en el

bbbbbbbbbbbbb bbbbbbbbbbbbb plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia en


2016, la derrota electoral de varios de los llamados
gobiernos progresistas y las expresiones regionales
de la tendencia global neoconservadora. En esta obra
colectiva, se aborda esta transformación, relacionada
Disputas y tránsitos actuales
en Colombia y América Latina
Carlos Salamanca Villamizar

Jefferson Jaramillo Marín

con el campo de la memoria y de los derechos AUTORES

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Tejidos es una colección de libros del
Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas
de la Pontificia Universidad Javeriana. En
ella se publican los trabajos producto de
los procesos y las prácticas de investigación
humanos y con la problematización del pasado
reciente, mediante el acercamiento a casos empíricos
y experiencias en Argentina, Colombia y México. El
contexto político en el que surge este libro plantea
nuevos interrogantes y nuevos desafíos frente a estos
CARLOS SALAMANCA VILLAMIZAR
Y JEFFERSON JAR AMILLO MARÍN,
EDITORES ACADÉMICOS
Óscar Fernando Acevedo Arango

Fernando Escobar Neira

adelantadas por los profesores y las ámbitos y a algunos de sus fundamentos. Desde Prólogo de Paolo Vignolo Oscar Guarín Martínez

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profesoras adscritas a uno de los siguientes el punto de vista conceptual, se tienen en cuenta Epílogo de Germán Rey

Políticas, espacios y prácticas de memoria


ejes problemáticos del programa: Estado, los tránsitos y las tensiones entre las políticas de la Gabriela González
sociedad y desarrollo; Los despojos y los memoria, los museos, los centros, las narrativas, los
comunes; Sociedad de la información, espacios y las prácticas. Además, fiel al propósito de la Jefferson Jaramillo Marín
comunicación, procesos socioeducativos y Colección Tejidos del Doctorado en Ciencias Sociales
poshumanismo; y Culturas, subjetividades y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana, Amada Carolina Pérez Benavides

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y saberes. De manera crítica, las este libro presenta una gran diversidad de enfoques,
Doctorado en Ciencias Sociales y Humanas
investigaciones publicadas dialogan entre perspectivas y opciones teóricas desde las ciencias Mario Rufer
sí dentro del marco de estos espacios sociales y las humanidades.
y comunidades de aprendizaje, con la Carlos Salamanca Villamizar
diversidad de enfoques, perspectivas y
opciones teóricas y metodológicas de las Johanna Paola Torres
ciencias sociales y las humanidades.

bbbbbbbbbbbbb bbbbbbbbbbbbb Sebastián Vargas Álvarez

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Pol í t i c as , e spaci o s y
pr ác t i c as de m e moria
Pol í t i c as , e spaci o s y
pr ác t i c as de m e moria

Disputas y tránsitos actuales en Colombia


y América Latina

Carlos Salamanca Villamizar y Jefferson Jaramillo Marín


(editores académicos)

Reservados todos los derechos Corrección de estilo
© Pontificia Universidad Javeriana Bibiana Castro
© Carlos Salamanca Villamizar y Jefferson Diagramación:
Jaramillo Marín, editores académicos Kilka Diseño Gráfico
© Carlos Salamanca Villamizar, Jefferson
Jaramillo Marín, Amada Carolina Pérez Diseño de cubierta:
Benavides, Mario Rufer, Johanna Torres lacentraldediseno.com
Pedraza, Sebastián Vargas Álvarez, Preprensa e impresión
Fernando Escobar Neira, Gabriela Javegraf
González, Óscar Fernando Acevedo
Arango, Óscar Guarín Martínez

Primera edición: abril de 2019


Bogotá, D. C.
ISBN: 978-958-781-350-0
Pontificia Universidad Javeriana | Vigilada
Número de ejemplares: 300
Mineducación. Reconocimiento como
Impreso y hecho en Colombia Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de
Printed and made in Colombia 1964. Reconocimiento de personería jurídica:
Resolución 73 del 12 de diciembre de 1933 del
Editorial Pontificia Universidad Javeriana Ministerio de Gobierno.
Carrera 7.a n.° 37-25, oficina 1301
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UNIVERSITARIAS
www.javeriana.edu.co/editorial ASOCIACIÓN DE UNIVERSIDADES
DE AUSJAL
www.ausjal.org
Bogotá, D. C.
CONFIADAS A LA COMPAÑIA DE JESÚS
EN AMÉRICA LATINA

Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S. J.


Catalogación en la publicación

Salamanca Villamizar, Carlos, autor


Políticas, espacios y prácticas de memoria: disputas y tránsitos actuales en Colombia
y América Latina / editores académicos Carlos Salamanca Villamizar y Jefferson Jaramillo
Marín; autores Carlos Salamanca Villamizar [y otros nueve]. -- Primera edición. -- Bogotá:
Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2019.

328 páginas; 24 cm
Incluye referencias bibliográficas (página 328).
ISBN: 978-958-781-350-0

1. Memoria colectiva 2. Memoria - Aspectos sociales 3. Acuerdos de paz 4. Posconflicto 5.


Estudios culturales I. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales. Doctora-
do en ciencias sociales y humanas
CDD 302.12 edición 21
___________________________________________________________________________
opgp28/03/2019

Todos los capítulos incluidos en esta publicación, incluyendo la introducción, han sido sometidos a una
revisión por pares de doble ciego.
Prohibida la reproducción total o parcial de este material sin la autorización por escrito de la Pontificia
Universidad Javeriana.
c on tenid o

Prólogo. Memorias de un acto fallido 9


Paolo Vignolo

P olític as: memoria, nación, disp o sitivo s


y narr ativas museo gr á f icas 19

Esbozos y trazos 21
Carlos Salamanca Villamizar y Jefferson Jaramillo Marín

Memoria, olvido y nación: algunas reflexiones sobre


la configuración de la memoria pública nacional, los
procesos de apropiación y sus posibilidades
transformadoras en el presente 51
Amada Carolina Pérez Benavides

La cultura como pacificación y como pérdida:


sobre algunas disputas por la memoria en México 75
Mario Rufer

Lugares, centros y museos de memoria: boom global


y marcos políticos nacionales. Anotaciones desde
Colombia (2013-2015) 109
Jefferson Jaramillo Marín y Johanna Torres Pedraza

E spac ios: lugares, pr ácticas


y narr ativas espac iales 147

Espacialidades de la memoria: lugares para abordar


el pasado conflictivo en la Colombia contemporánea 149
Sebastián Vargas Álvarez

Arte urbano y memoria en Bogotá y Medellín: entre


los derechos culturales y la ideología del espacio público 185
Fernando Escobar Neira
Espacios, prácticas y narrativas espaciales. La perspectiva
espacial y el campo de la memoria en Argentina 217
Gabriela González y Carlos Salamanca

Prác tic as: revisand o su p u esto s y


cu e stionand o l os marc o s ha b itua l es
de ob servac ión 267

Las memorias fantasma: el olvido y la negación


de lo íntimo en lo éxtimo del vínculo social 269
Óscar Fernando Acevedo Arango

Violencia, imagen y (re)significación 295


Óscar Guarín Martínez

Epílogo 319
Germán Rey
Pról o go
Memorias de u n acto fa l l id o

Cartagena de Indias, 26 de septiembre de 2016: el Gobierno de Colom-


bia firma el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia (FARC), poniendo fin a más de medio siglo de conflicto
armado. La ceremonia ha sido estudiada en los más mínimos detalles
para que quede en los libros de historia y de paso para empujar la ciu-
dadanía a salir a votar sí al plebiscito que, la semana siguiente, tiene
que blindar la decisión política a través del sufragio popular.
En el sugestivo escenario al aire libre del Palacio de Conven-
ciones, más de dos mil personas invitadas, mil quinientos periodistas,
trece jefes de Estado, treinta cancilleres, un rey (de España) y el secre-
tario general de la ONU visten de blanco y agitan panderetas blancas
en una coreografía estatal de la reconciliación y el perdón televisa-
da en vivo y directo para una audiencia global. Hasta la bandera de
Colombia ha sido modificada por la ocasión con una banda blanca a
complementar el amarillo, el azul y el rojo, los colores patrios.
Todo está listo para que sea un día memorable.
Pero la memoria, se sabe, a veces hace malas jugadas. Justo
cuando millones de colombianos están escuchando por primera vez
en sus vidas la voz del máximo líder de los insurgentes, Rodrigo Lon-
doño (mejor conocido por su nombre de batalla Timochenko), pasa
algo inesperado. El estruendo de unos aviones de la Fuerza Aérea
Colombiana que surcan el cielo de la ciudad irrumpe en la ceremonia.
Los ojos al cielo, el gesto petrificado, la palabra trancada en la gar-
ganta: por un instante el cuerpo del dirigente político que está dando
el discurso más importante de su vida se trasfigura en el cuerpo del
guerrillero curtido en la vida de la selva. En ese instante la zozobra
que atraviesa el cuerpo del orador se transmite al cuerpo social de
todo un país. Los bombardeos, las fumigaciones, la toma de pueblos,
los atentados urbanos —en una palabra, la guerra— perturban los
sueños de paz bajo la forma de un quiebre, un síntoma, un siniestro

9
Políticas, espacios y prácticas de memoria

presagio. Este tropiezo en el protocolo no es sino una pequeña fisura


en el libreto de la historia oficial. Fisura por donde, sin embargo, se
cuelan otras historias, otras memorias, otras temporalidades: la ma-
teria viva de este libro.
Las investigaciones acá reunidas escudriñan las memorias ani-
dadas en lo profundo de nuestro sentir, memorias radicales porque
echan raíces en lugares precisos, memorias frágiles y no obstante
persistentes, cuyos ritmos desafían calendarios institucionales y efe-
mérides patrias. Como sugiere Rufer (en este volumen), el trabajo
político de la memoria no es tanto un trabajo de rememoración, sino
de conexión. La imagen televisada del cuerpo del aspirante al Pre-
mio Nobel de la Paz Rodrigo Londoño, que vuelve a ser poseído por
el fantasma del guerrillero Timochenko, desata conexiones potentes
justo por inesperadas.
Entre la multitud congregada en directo frente a las pantallas
gigantes de la plaza de Bolívar relampaguean los espectros de la to-
ma del Palacio de Justicia por parte del M-19 y la retoma a sangre y
fuego de los militares en 1985. Al mismo tiempo, entre los miles de
excombatientes que están asistiendo al espectáculo mediático desde
sus campamentos en los llanos del Yarí, tal vez se vuelva a asomar
la congoja de las noches insomnes durante la operación Destructor
II, durante la cual el Ejército bombardeó la zona en 19971. Y quizás
a los oídos de los habitantes de Bojayá —que acaban de escuchar en
vivo el estremecedor alabao cantado por las mujeres de su pueblo— el
estruendo quizás evoque la explosión en 2002 de un cilindro bomba
con que las FARC, en confrontación con los paramilitares, mataron a
79 civiles que buscaban amparo en una iglesia2.

1 Alfredo Molano Bravo. 2016, 3 de septiembre. Yarí, la historia de una zona histórica. El Es-
pectador. Recuperado el 6 de noviembre de 2018, de https://colombia2020.elespectador.com/
territorio/yari-la-historia-de-una-zona-historica

2 Sánchez Gonzalo. 2010. Prólogo. Bojayá: la guerra sin límites. En Comisión Nacional de Re-
paración y Reconciliación (cnrr) y Grupo de Memoria Histórica (ed.), Bojayá: la guerra sin
límites. Informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y

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Prólogo

Cortocircuitos neuronales y también políticos que superponen


territorios y trastocan temporalidades, dejando aflorar anacronis-
mos y anatopismos, destiempos y desubiques, suspensiones y dis-
rupciones. La memoria como conexión se burla de la solemnidad
de la Historia con la H mayúscula, dejando entrever una plétora de
otras historias de h diminutas3. Y nos remite necesariamente a su
contraparte: “¿Hay lugar para una memoria de la fractura?”, se pre-
gunta Rufer. Trastocar los estantes de las taxonomías museográficas,
descuadernar los manuales de historia, remover las estatuas de sus
pedestales: es a través del montaje y desmontaje continuo de las ló-
gicas con que las políticas del patrimonio cultural y de la memoria
histórica operan en la esfera pública que pueden brotar otros ciclos
y otros paisajes.
El tiempo largo de las luchas indígenas, por ejemplo, que se re-
sisten a unificarse en el tiempo secuencial, homogéneo, cuantificable
que marca el compás del capital. O la asombrosa continuidad de un
pasado colonial que en muchas regiones de América Latina se niega
a pasar, que sigue pasando. Eyal Wiezman la llama la larga duración
de una fracción de segundo, según una intuición poética cargada de
denuncia política; según el director del grupo Forensic Architecture,
la historia de siglos de colonialismo, relaciones patriarcales y discri-
minaciones raciales suele manifestarse en ese umbral infinitesimal
que separa la reacción instintiva animal de la razón humana, como
cuando un soldado israelí dispara a un líder beduino4. O cuando
unos cazabombarderos kafir irrumpen sobre una multitud de ofi-
ciantes de la paz.

Reconciliación, p. 13. Bogotá: Taurus. Recuperado el 6 de noviembre de 2018 de http://www.


centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2010/informe_bojaya.pdf

3 Michel-Rolph Trouillot. 1995. Silencing the Past. Power and the Production of History, pp. 1-4.
Boston: Beacon Press.

4 Forensic Architecture. 2018. Killing in Umm Al-Hiran [video]. Recuperado el 6 de noviembre


de 2018 de https://www.forensicarchitecture.org/case_categories/spatial-media/page/2/

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Políticas, espacios y prácticas de memoria

Así mismo, al historizar las memorias reintroduciendo la di-


mensión política de la historia, se rediseñan los paisajes del dolor,
los fronteras del miedo, las cartografías de la convivencia, como nos
cuenta Vargas (en este volumen). Muchas voces se habían levantado
para criticar la decisión de realizar la ceremonia en el centro históri-
co de Cartagena —uno de los lugares menos afectados por la guerra
de todo el territorio nacional—. Lógicas de seguridad y el afán de
proyectar una imagen patrimonial-turística del país terminaron pri-
vilegiando una memoria urbano-céntrica a uso y consumo de una
audiencia de clase media.
De esta manera, se consolida un imaginario paradójico en
donde —como subrayan Salamanca y Jaramillo (en este volumen)—
el sufrimiento auténtico de la guerra se daría en las montañas, ríos
y selvas de las regiones apartadas, mientras que la opinión pública
que cuenta estaría en las ciudades. Al respecto, insiste Guarín (en
este volumen):

El conflicto siempre aconteció allá lejos, en pequeños e ignotos luga-


res, escenarios de las peores masacres. Fue, en efecto, una siniestra
clase de geografía aprendida y aprehendida con sangre. […] El espec-
tador, en cuanto sujeto que observa, pareciera no involucrarse en lo
visto, no participa más que como receptor de lo que se ve.

Víctimas rurales y espectadores urbanos: una dicotomía que


produce una doble exclusión, ya que invisibiliza a los millones de
personas que tuvieron que desplazarse a los cinturones de miseria
(como la otra Cartagena, por fuera de la ciudad amurallada) y al mis-
mo tiempo desconoce la agencia de la población rural en la arena del
debate político (Salamanca y Jaramillo, en este volumen). Desde esas
grietas en la escenografía de la memoria pública, se alcanza a divisar
el engranaje de jerarquías y discriminaciones que gobierna el teatro
de la historia.

12
Prólogo

El “susto de Timochenko” —así lo etiqueta de inmediato la


jerga periodística— es archivado como una nota de color, una cu-
riosidad al margen de los grandes acontecimientos nacionales de la
jornada. Técnicamente, más que de un susto, se trata de un lapsus;
Fehlleistung lo hubiera llamado Freud: acto fallido en donde el in-
consciente se manifiesta de repente como expresión consciente, po-
sibilitando el retorno de lo reprimido.
Si se mira bien, toda la ceremonia está constelada de actos fa-
llidos: el mismo Londoño-Timochenko se resbala al subir a la tarima
y casi no puede ponerse la paloma de la paz en la solapa; problemas
técnicos impiden escuchar al secretario general de la ONU, Ban Ki-
Moon en vivo; el coro de niños se adelanta a la Filarmónica en el
Himno a la alegría final. Quizás la misma aparición a destiempo de
los aviones de guerra se podría considerar un macroscópico Fehlleis-
tung. Finalmente, Timochencko tiene la presencia de espíritu de re-
accionar al impasse, reanudando su discurso con un chiste: “Bueno,
esta vez venían a saludar la paz y no a descargar bombas”.
Sin embargo, el psicoanálisis nos ha enseñado a leer en res-
balones, lapsus y chistes el malestar de una sociedad. En ese sentido,
la anécdota de un acto fallido se vuelve sinécdoque, la parte por el
todo: toda la ceremonia es, stricto sensu, un acto fallido. Un acto que
pretende imponerse como emblemático y se vuelve sintomático. El
emblema de la paz deja entrever los síntomas de la guerra.
Ya conocemos los desenlaces de esta historia: la inesperada
victoria por estrecho margen del no al plebiscito, las marchas multitu-
dinarias en respaldo de los acuerdos, las asambleas espontáneas en las
calles para debatir una vía de salida, el Nobel de la Paz al presidente
Santos (y no a Londoño-Timochenko), una segunda firma definitiva
—esta vez convocada en sordina en un teatro de Bogotá— para ra-
tificar los acuerdos levemente ajustados, los graves incumplimientos
en la implementación de lo pactado, hasta la debacle política del re-
cién fundado partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común
(FARC) y la victoria de una derecha hostil a los acuerdos de paz…

13
Políticas, espacios y prácticas de memoria

Al volver a ver las imágenes del acto fallido de la ceremonia de


Cartagena en el documental La negociación, que Margarita Martínez
acaba de estrenar con un inesperado éxito de público, nos asalta una
melancolía por los festejos populares del acuerdo de paz que nunca
se dieron, por el duelo inacabado de un conflicto armado que sigue
vigente. Dos años después, el acontecimiento reaparece bajo la figura
ambigua del presagio.
Acevedo reivindica en este volumen la importancia de los sig-
nos de la afección y la afectividad, como pueden ser los presagios, los
presentimientos o las premoniciones, a los que denomina memorias-
fantasma: “memorias invisibilizadas, ignoradas y negadas, a las que
miramos pero no las vemos, las oímos pero no las reconocemos”.
Cuando la esfera íntima-interior y la esfera pública-exterior entran
en colisión, y emociones como el presentimiento no encuentran su
lugar, se genera un extrañamiento del sujeto: el pasado silenciado por
los mecanismos hegemónicos de producción de la historia reaparece
bajo la forma de lo fantasmal.
Museos, memoriales, billetes, murales, archivos, efemérides:
las investigaciones que siguen un examen riguroso de esas tecnolo-
gías de gubernamentalidad en América Latina permiten formular un
abanico de preguntas de gran potencial heurístico. “¿Qué es lo que
ocurre y qué podría suceder cuando se lleva a cabo un proceso de
inclusión en la memoria pública nacional de aquellos que han sido ex-
cluidos?”, se pregunta Pérez (en este volumen). E insisten Salamanca
y Jaramillo (en este volumen): “¿Son posibles, en términos concretos,
narrativas de lo común que emancipen el potencial de las sociedades
e impulsen las acciones de transformación?”.
De los pliegues de otros pasados posibles se desprenden deste-
llos de verdad que abren horizontes de posibilidad. Claro está, siempre
y cuando se logre descifrar y trastocar los potentes dispositivos de los
regímenes de historicidad hoy hegemónicos: el patrimonio cultural
y la memoria histórica. En México, Argentina y Colombia muchas
prácticas culturales y de memorias de organizaciones de base se han
visto envueltas en las retóricas oficiales de la patrimonialización, el

14
Prólogo

deber de la memoria y el “paradigma del nunca más” (González y


Salamanca, en este volumen). De esta manera, las políticas estatales
logran imponer una orientación oficial a los procesos históricos.
Como afirma Rufer (en este volumen) para el caso mexicano,

la nación puede ser multicultural, pero no multihistórica. El pasa-


do podrá ser un país extraño, pero debe permanecer bajo control. Se
puede aceptar que haya muchas culturas mientras no pongan en pe-
ligro una historia única, amparada silenciosamente en el espacio de
referencia nacional.

“A cada quien su memoria”, parece ser el lema de los Estados


multiculturales contemporáneos, pero en el marco de una única te-
leología de la historia.
La paradoja de muchas luchas sociales es que, por defender
culturas y experiencias heterogéneas, terminan avalando la narrativa
homogeneizadora de un pasado exhibido como patrimonio fundacio-
nal de cada república y cotizado en la bolsa de valores del capitalismo
cognitivo. O, para volver a la imagen de los invitados de Cartagena:
bienvenida sea una representación colorida de una sociedad pluriét-
nica y multicultural, siempre y cuando todos vengan rigurosamente
de traje blanco, según la etiqueta del gran espectáculo de gala de la
pacificación nacional.
La ducha helada del plebiscito, en el que una estrecha mayoría
de los votantes votó en contra de los acuerdos de paz, mostró —due-
le admitirlo— qué tan frágil era la supuesta hegemonía cultural del
posconflicto. Como escribe Vargas (en este volumen), es importante
subrayar el carácter ficcional de ese “pos”, ya que apostarle a la cons-
trucción de un país en paz y con igualdad social no significa “acoger-
nos acríticamente a las prédicas del ‘posconflicto’, entendido como
un dogma, o un credo.”
Ese dogma, ese credo, necesita aportar mártires y reliquias al
altar de la memoria de Estado, para objetivar la pérdida y, a través
de rituales laicos de veneración, volverla patrimonio. En el caso de la

15
Políticas, espacios y prácticas de memoria

ceremonia de Cartagena, la reliquia —fabricada ad hoc para entrar en


un museo en recuerdo del histórico acontecimiento— es el bolígrafo
de la firma, fabricado reciclando balas del conflicto. Sin embargo, se
pregunta Rufer (en este volumen):

¿Qué lugar le queda a la memoria como desobediencia? Quizás insis-


tir en recordar la pérdida. Allí parece articularse una resistencia como
experiencia heterogénea del tiempo. […] El reclamo por exigir como
inolvidable al tiempo de la pérdida […] es el acto de sacudir la lógica
de la reliquia, profanarla evitando la metonimia, la cosificación y la
objetivación.

Lo que queda grabado en el imaginario colectivo finalmente


no es el bolígrafo hecho de balas —que nadie recuerda—, sino el
video inmediatamente viral (con su corolario sacrílego de memes y
parodias) del orador que pierde el hilo del discurso a causa del fragor
de un avión de guerra. Esa pérdida evoca otras pérdidas: la pérdida
de confianza en el Estado y las fuerzas armadas, la pérdida de mi-
llones de proyectos de vida aniquilados por la violencia, la pérdida
del control estatal sobre amplias regiones del país, la pérdida de la
experiencia de una vida civil sin el fantasma de la agresión militar,
la pérdida de una firma borrada por sufragio popular y de acuerdos
que aún no se han cumplido…
Son esas pérdidas, esos estruendosos silencios, esos aguje-
ros negros de la memoria los que hacen del 26 de septiembre un día
inolvidable.
La profanación de la reliquia juega un papel parecido a otras
profanaciones, a las que se refieren los autores de este volumen: la
cabeza extraviada de Pancho Villa que vagabundea entre Coahuila
y Yale (Rufer); el marco sin imagen expuesto en el Museo Nacional
de Colombia para dar un lugar a Pedro Romero, prócer mulato de la
Independencia hasta entonces olvidado (Pérez); los murales de Me-
dellín y Bogotá, cuyo estatus oscila entre el marketing territorial y el
vandalismo, entre el “ciudadanismo” y la autogestión (Escobar); los

16
Prólogo

centros de detención y tortura que en diferentes países del continente


se convierten en lugares de memoria (Jaramillo y Torres); los “silueta-
zos”, las bicicletas pintadas y los escraches como formas de producir
presencia desde la ausencia masiva de las personas desaparecidas en
las ciudades argentinas (González y Salamanca; Vargas).
Guarín (en este volumen) retoma la cuestión de la profanación
del espacio sacro de una memoria institucionalizada, pero devuelve
la mirada hacia nosotros, los espectadores pasivos del ritual. Si tanto
la paz como la violencia se vuelven un espectáculo que observamos
desde una prudente distancia, el lugar que terminamos ocupando es
“un lugar que no alivia, que no remedia, que no genera”. Solo rom-
piendo el régimen de la representación que convierte la imagen en
cliché y el cliché en simulacro, podemos esperar sacudirnos de esa
condición de impotencia.
Cómodamente sentados en nuestro lugar común, nos prepa-
ramos a ver el espectáculo del comandante guerrillero que se expone
frente a las cámaras. En el ritual laico embebido de pathos religioso,
el victimario que pide perdón a todas las víctimas es él mismo una
víctima que estrecha la mano a sus victimarios.
Terrorista, subversivo, héroe, insurgente… Cada quien lo mira
desde el cliché de su postura ideológica. Hasta cuando la interrupción
involuntaria del acto protocolario nos devuelve, inesperadas, otras
imágenes: un montañero que se mueve torpe en los eventos munda-
nos, un pecador asustado por su propia sombra, un anciano con cier-
to sentido de la ironía… Nos puede simpatizar o “caer gordo”, pero
nos afecta. Nos espejamos en una humanidad común. Quizás es ahí,
en ese vacilar que suspende la solemnidad del acto, que el guerrero de
la selva por un momento se asoma de verdad a la vida civil.
Hoy en día, cuando finalmente se está poniendo en marcha
—entre disputas y reveses— el aparataje tecnopolítico de la justicia
transicional que derivó de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC,
cabe preguntarnos a qué tipo de memorias queremos apelar para
construir una verdad histórica distinta a la verdad revelada de algu-
na autoridad superior, que solo admite la veneración o la profanación.

17
Políticas, espacios y prácticas de memoria

Una verdad construida colectivamente, relacional, abierta,


pública, necesariamente provisional5: esta parece ser la apuesta de
la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y
la No Repetición, que hace pocos días comenzó oficialmente sus tres
años de trabajo.
En la ceremonia, los protagonistas ya no fueron políticos y
guerreros, sino personas que de víctimas se volvieron agentes de
transformación social. El nuevo presidente de la República, Iván Du-
que, inexplicablemente no atendió la invitación, ni envió a su comi-
sionado de paz o a su consejero para el posconflicto, ni tampoco a
uno de sus ministros. Ojalá que ese desplante político-diplomático no
sea el síntoma de un desdén de Estado, el presagio de otro acto fallido.

Paolo Vignolo
Director del Departamento de Historia
de la Universidad Nacional de Colombia

5 Antonio Lafuente. (2018). La verdad entre todos. Recuperado el 9 de enero de 2019, de https://
www.academia.edu/38117879/La_verdad_entre_todos

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