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1.

La novela desde principios de siglo XX hasta 1939: tendencias, autores y obras representativos:

Introducción histórica:

El desastre de 1898 supone para España el comienzo de una catastrófica crisis moral, económica y social.
Las desigualdades, la guerra de Marruecos y la inestabilidad conducirán a la Guerra Civil.

Grupo del 98 y Modernismo:

Los escritores del Grupo del 98 abundan en el tema de España y el sentido de la vida y desarrollan un
lenguaje sencillo y sobrio. Sus obras presentan rasgos comunes: la novela está estructurada en torno a un
único personaje, el proceso de cambio se centra en la mentalidad del protagonista y sustituyen los
incidentes por el diálogo.

Miguel de Unamuno considera la novela el mejor ámbito para discutir problemas filosóficos. Su gran tema
es la angustia del ser humano ante la muerte. Entre su obra destacan las nivolas Niebla y San Manuel
Bueno, mártir.

José Martínez Ruíz, “Azorín”, en sus obras, deseaba mostrar el interior de su protagonista. Sus temas son el
paso del tiempo y lo efímero de la existencia. Su estilo se apoya en frases breves y detallistas. Entre su obra
destaca Diario de un enfermo y la trilogía de Antonio Azorín, formada por La voluntad, Antonio Azorín y
Confesiones de un pequeño filósofo.

Pío Baroja pensaba que en la novela cabían todos los géneros. Escribe sus novelas sin un plan fijo y se
concentra en la acción. Sus novelas suelen tener finales abiertos. De la trilogía Tierra vasca destaca Zalacaín
el aventurero; de La lucha por la vida, la novela La busca; y de La raza, El árbol de la ciencia.

Ramón María del Valle-Inclán, en su etapa modernista escribió las Sonatas. Su creación literaria más
importante es el esperpento, que deforma la realidad para hacer crítica y transmitir la situación caótica de
España. Su estilo mezcla las palabras más elevadas con las más zafias. Las novelas esperpénticas más
importantes son Tirano banderas y El ruedo ibérico.

Grupo del 14 o Novecentismo:

La Generación del 14 nace influida por las vanguardias. Los novecentistas buscan la aplicación de los valores
europeos a España. Son intelectuales, contrarios a la expresión del sentimiento en la creación literaria, que
es un modo de conocimiento.

Ramón Pérez de Ayala, autor de AMDG y de Tigre Juan, desarrolla una novela intelectual, cargada de
meditaciones morales y psicológicas y de crítica social.

Gabriel Miró escribió novelas líricas que profundizan en la psicología de sus personajes e indagan en las
sensaciones. Sus descripciones son de un acentuado barroquismo. Entre su obra destaca Nuestro padre San
Daniel y Las cerezas del cementerio.

Novelistas del grupo del 27:

Los novelistas posteriores al 14 se vieron eclipsados por la excelente calidad de los poetas del 27. Destaca
Ramón J. Sender, que describió en Imán la sangrienta Guerra de Marruecos. Se muestra el horror del
combate, los abusos del ejército y la sinrazón que convierten a un hombre joven en un despojo humano.

Conclusión:

Antes de 1936, la novela en España había adquirido un interesante desarrollo que se verá truncado por la
Guerra Civil.
3, La novela desde 1975 hasta nuestros días: tendencias, autores y obras representativos:

La novela española de las últimas décadas es muy difícil de clasificar debido a la falta de perspectiva
histórica, el fuerte desarrollo del género novelístico, la enorme variedad de la producción, la negativa de los
escritores a ser clasificados y los intereses comerciales.

Clasificación basada en criterios temáticos:

Novela poemática. La novela poemática ofrece una prosa muy cuidada, que hereda el ritmo de la poesía y
combina elementos líricos y narrativos. Destaca Julio Llamazares (La lluvia amarilla).

Novela intimista. En la novela intimista o lírica tiene mayor relevancia la vida interna de los personajes que
la trama. Carmen Martín Gaite descubre aspectos de la intimidad humana más profunda. Es autora de Entre
visillos, novela emblemática ganadora del XIV Premio Nadal. También escribió Usos amorosos de la
posguerra española, Nubosidad variable y El cuarto de atrás, novela metaliteraria encuadrable en la

literatura del yo.

Novela experimental. Se escribe una novela experimental, que no renuncia a la narratividad ni a los
argumentos sólidos. Destaca Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta)

Novela intelectual. En la novela intelectual prima la intertextualidad y las referencias culturales. Destaca
Javier Marías (Todas las almas) y Enrique Vila-Matas, autor de El mal de Montano, ejemplo de novela de
autoficción, en la que el autor usa su biografía como base argumental y la adorna con elementos
imaginarios.

Novela histórica. La novela histórica exige equilibrio entre información histórica y calidad literaria. Un tema
frecuente es la Guerra Civil y la postguerra. Destaca Almudena Grandes (Inés y la alegría) y Arturo Pérez
Reverte (Las aventuras del capitán Alatriste). A veces predomina el género de aventuras, como ocurre en la
serie Cienfugos de Alberto Vázquez Figueroa.

Novela de tintes cervantinos. La novela de tintes cervantinos trata temas de alcance universal desde una
profunda empatía hacia el ser humano. En esta línea cabe mencionar a Luis Landero (Juegos de la edad
tardía) y a Luis Mateo Díez (Las estaciones provinciales).

Novela negra. La novela negra, además de presentar la resolución de un caso criminal, realiza un retrato
profundo de las taras sociales. Lorenzo Silva (El alquimista impaciente) y Antonio Muñoz Molina (EI
invierno en Lisboa y Plenilunio) son autores ligados a esta tendencia.

Generación X. En los años 90 aparece un grupo de autores jóvenes que escribían realismo sucio, la
Generación X. Su literatura se centra en la conducta de los adolescentes. Un ejemplo es Historias del
Kronen de José Ángel Mañas.

Novela fantástica. La novela fantástica conoce cierto auge. Destaca Ana María Matute, autora de Olvidado
rey Gudú. Además, el éxito de la novela infantil y juvenil hace que el género se desarrolle más con autores
como Laura Gallego.

Novela de contenido autobiográfico. Desde los años 80 los escritores avanzaron en el uso de materiales
personales. Destaca Maria Teresa León, Terenci Moix y Alberti (Diarios de Rosa Chacel). Un paso más allá
encontramos la autoficción. Un ejemplo es Ordesa, de Manuel Vilas.


5. La poesía del grupo poético del 27: etapas, autores y obras representativos

Introducción:

En 1927, al homenaje a Luis de Góngora acuden jóvenes poetas que lo reivindicaban por su esteticismo, su
ausencia de sentimentalismo y su cuidado de la forma, del que surgió el grupo del 27.

Etapas:
Antes de formar el grupo, los poetas del 27 estuvieron influidos por la poesía modernista, la poesía pura y
las vanguardias deshumanizadas (futurismo y creacionismo). Desde entonces hasta la Guerra Civil, el
surrealismo humaniza sus versos. Junto a la experiencia personal y la angustia existencial, sus poemas
reflejan preocupación social por España.Tras la Guerra Civil, se ven forzados a escoger entre exilio interior o
exterior.
Características estéticas:

La estética del 27 es ecléctica. Admiran la poesía popular, que se manifiesta en el folclore y los romances, y
sienten devoción por la literatura clásica española. Admiran a Bécquer, a Antonio Machado, a Rubén Darío
y a Juan Ramón Jiménez. Los poetas del 27 acogen los movimientos vanguardistas y aspiran a una poesía
pura, lúdica y deshumanizada, pero también emplean las técnicas surrealistas.
Poetas:

Jorge Guillén es el máximo representante de la poesía pura. Su título global, Aire Nuestro, está compuesto
por Cántico, Clamor, Homenaje, Y otros poemas y Final.

Gerardo Diego presenta dos líneas simultáneas, la tradicional (Alondra de verdad) y la vanguardista
(Manual de espumas).

Rafael Alberti escribió una obra muy variada. Su larga trayectoria poética va desde el neopopularismo
(Marinero en tierra), pasando por el surrealismo (Sobre los ángeles) hasta llegar a la poesía social (El poeta
en la calle).

Pedro Salinas, considerado el poeta del amor por excelencia, escribió la trilogía amorosa formada por La voz
a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.

Luis Cernuda muestra su desesperanza ante el anhelo de un mundo habitable y humano. En La realidad y el
deseo, de influencia surrealista, aspira a lograr por el amor la unión de los cuerpos y de los espíritus de los
enamorados. De entre sus libros destacan Un río, un amor y Los placeres prohibidos.
Vicente Aleixandre (premio Nobel en 1977) reflexiona en torno al amor, la naturaleza y la muerte. Es el
poeta más influido por el surrealismo. Destacan sus poemarios Espadas como labios y La destrucción o el
amor.

Dámaso Alonso es el mejor representante del exilio interior. En la posguerra publicó Hijos de la ira, que
inaugura la poesía existencial. Transmite toda la angustia del absurdo de la vida con sus metáforas agresivas
de sabor surrealista y su forma voluntariamente antirretórica.

Federico García Lorca, asesinado al comienzo de la guerra, muestra una vitalidad desatada junto con un
profundo sentimiento de frustración. Sus temas son el destino trágico, la muerte inevitable y el amor
imposible. Entre sus obras destacan Romancero gitano, Poeta en Nueva York y Sonetos del amor oscuro.
Conclusión:

En España, la Generación del 27 supone el auge de nuestras letras: desde nuestros Siglos de Oro no había
tenido la literatura española tanta repercusión en el mundo entero.
6. La poesía desde 1939 a los años 70: tendencias, autores y obras representativos.

Introducción:

La Guerra Civil trajo consigo devastación, censura y aislamiento. El grupo del 27 se disuelve y los poetas
deben elegir entre exilio interior o exterior. Rafael Alberti se centrará en la poesía social (El poeta en la
calle) y Luis Cernuda expresará su nostalgia y su decepción.

Años 40: Miguel Hernández, formalismo, existencialismo, Cántico, postismo.

Miguel Hernández. Miguel Hernández emplea una técnica depurada y un sentimiento arrebatado y sincero.
Entre su obra destaca Perito en lunas, El rayo que no cesa y Motivos campesinos. Tras la Guerra Civil se
orientó hacia el compromiso social (Viento del pueblo y El hombre acecha). En prisión escribió Cancionero y
Romancero de ausencias.

Poesía arraigada o formalismo. Conforme con el régimen de Franco, exaltando el pasado imperial, la
religión y el paisaje con formas clásicas. Destacan Luis Rosales (La casa encendida), Dionisio Ridruejo y José
García Nieto.

Grupo Cántico. Postismo. A mediados de los 40 surgió el Grupo Cántico. Pablo García Baena pretendía
recuperar la senda de la Generación del 27. Por las mismas fechas un grupo de pintores y poetas que
deseaban continuar con el espíritu del surrealismo (entre ellos Carlos Edmundo de Ory) elaboraron el
manifiesto del postismo.

Poesía desarraigada. La poesía desarraigada está cargada de contenidos existenciales. Dámaso Alonso
(Hijos de La ira) es el iniciador de esta corriente. Otros autores son Victoriano Crémer y Garcia Lama.

Años 50. Poesía social.

La poesía social y comprometida denuncia las injusticias y pretende llegar a lectores más humildes.

Blas de Otero comenzó en la poesía arraigada (Cántico espiritual), pero tras su crisis, pasó a la poesía
desarraigada (Ancia). Pido la paz y la palabra supone la apertura a la poesía social.

Gabriel Celaya emplea un lenguaje vehemente y violento. En Tranquilamente hablando y en Cantos iberos
aplica a temas existenciales y sociales el surrealismo.

José Hierro emplea versos cortados y encabalgamientos. Inventó dos subgéneros: el reportaje y la
alucinación. En Tierra sin nosotros predominan los temas existenciales. En Cuánto se de mi estos se
proyectan sobre la colectividad de los hombres.

Años 60. Generación del Medio Siglo

Estos autores incluyen elementos autobiográficos y tratan temas como la amistad, el amor o la evocación
de la infancia. El lenguaje es sencillo y su tono esconde gusto por la ironía y los juegos de palabras.

Ángel González, en Tratado de urbanismo, muestra compromiso social y critica el franquismo. Representa
una poesía social que ahonda en la conciencia y muestra lo personal y lo familiar.

Jaime Gil de Biedma critica lo social y lo político. Su obra está reunida en Las personas del verbo. Sus temas
son la adolescencia, la dificultad de encontrar una identidad y el paso del tiempo.

Conclusión:

La Guerra Civil y la Dictadura franquista condenan a España al aislamiento hasta la llegada de la


Democracia. La poesía descuida la técnica y se centra en la expresión de inquietudes existenciales.
8. El teatro desde principios del siglo XX hasta 1939: tendencias, autores y obras representativos.

Introducción:

En el teatro, los temas profundos y la búsqueda de innovación van a quedar en un segundo plano, ya que lo
que interesa en este periodo es producir obras comerciales.

Teatro comercial:

La alta comedia: es el término con el que se designa al drama burgués realista. Su mayor exponente es
Jacinto Benavente que destacará por obras como Los intereses creados.

La fantasía poética. Las obras se ambientan en la Edad Media y presenta claras analogías con el drama del
XVII. Destaca Eduardo Marquina (Las hijas del Cid); Antonio y Manuel Machado; y Pedro Muñoz Seca, que
inventa la astracanada, parodia del teatro modernista que aparece en La venganza de don Mendo.

La comedia costumbrista utiliza personajes populares, se sustenta en el tema del amor y aprovecha lo
folclórico para conseguir que el pueblo se identifique. Los hermanos Álvarez Quintero (Mariquilla)
presentan una visión tópica de esa Andalucía. Carlos Arniches (El santo de la Isidra) se especializa en el
sainete de costumbres, emplea el lenguaje intencionadamente deformado de los madrileños e inventa
modismos.

Teatro innovador:

Miguel de Unamuno refleja en obras como El otro la angustia frente a la muerte, la libertad de un ser
humano que parece una marioneta de Dios, la identidad propia, la religión y el sentido de la vida. Su teatro
es intelectual y simbolista.

Ramón María del Valle-Inclán presenta en sus Comedias bárbaras el brutal mundo rural gallego. Divinas
palabras supone la evolución hacia el esperpento, su creación literaria más importante. En el esperpento se
mezclan las palabras más elevadas con las más zafias. La obra esperpéntica más importante es Luces de
bohemia, que cuenta las peripecias de Max Estrella durante una noche en Madrid.

Alejandro Casona era maestro de profesión y dio a su obra carácter educativo. Reflexiona acerca de la
naturaleza humana (Nuestra Natacha).

Federico García Lorca trata temas como el destino trágico, el amor imposible, la frustración y la muerte.
Lorca organizó un grupo teatral, La Barraca, con el que recorrió los pueblos representando a Cervantes,
Lope y Calderón. Escribió farsas (La zapatera prodigiosa). Sus dramas (Mariana Pineda, Doña Rosita la
soltera o el lenguaje de las flores) son de una enorme calidad.

Una gran aportación del teatro lorquiano son las tragedias. En Bodas de sangre mezcla verso y prosa y
elementos verosímiles con fantásticos. En Yerma presenta la angustia de una mujer que ansía tener hijos y
no puede. En La casa de Bernarda Alba, tras la muerte de su segundo marido, Bernarda impone a sus cinco
hijas un luto, que las aísla del mundo. Fuera del ciclo de tragedias, EI público propone un teatro surrealista.

La dramaturgia española de preguerra hubiera resultado de mayor interés si se hubieran representado obras
como Tres sombreros de copa, escrita por Miguel Mihura, que anticipaba el teatro del absurdo, el cual
luego triunfaría en Europa. Sin embargo, el público no parecía preparado para la innovación.

Conclusión:

Con Valle-Inclán y Lorca el teatro alcanza sus más altas cotas, pero la Guerra Civil cortará ese progreso y
sumirá al género dramático en una crisis de la que aún no se ha recuperado.
9. El teatro desde 1939 hasta nuestros días: tendencias, autores y obras representativos.

Introducción

La Guerra Civil impidió el avance del teatro. Muertos Lorca, Valle-Inclán y Unamuno otros dramaturgos
como Alejandro Casona (La dama del alba) optan por el exilio.

Años 40: Teatro humorístico

Tiene lugar una continuidad de tendencias anteriores en torno al drama burgués cultivado por autores como
Pemán, o Luca de Tena. Los intentos renovadores se centran en el teatro humorístico con Miguel Mihura y
Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro). Mihura se anticipa al teatro del absurdo con una
intención crítica destacando su obra Tres sombreros de copa, marcada por la inverosimilitud de la acción.

Años 50: teatro social y existencial

En los años 50, una nueva generación de dramaturgos incluye en sus obras elementos existenciales y
sociales. Realizarán una crítica de la sociedad española de su época a través de una estética realista.

Antonio Buero Vallejo presenta una línea de denuncia social denominada posibilista porque no traspasa lo
tolerado por el régimen. El mensaje de su obra es la confianza en el ser humano y la identificación con los
más desfavorecidos. Entre su obra destaca Historia de una escalera y El tragaluz.

Alfonso Sastre opta por un teatro más combativo contra el régimen que el de Buero. Comienza con obras
existenciales (Escuadra hacia la muerte) y continúa con obras de realismo crítico (Muerte en el barrio).

Años 60: teatro experimental

A partir de los 60 continua la tendencia social. Autores como Lauro Olmo (La camisa) denuncian la injusticia
y otros escriben obras de carácter experimental. Francisco Nieva (Pelo de tormenta) divide su teatro en dos
tendencias vanguardistas: el teatro furioso y el teatro de farsa y calamidad.

Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles) escribe un teatro próximo a las ideas surrealistas,
denominado teatro del pánico. Sus obras rompen con la lógica, adoptan un lenguaje infantil y carecen de
argumento.

Los grupos de teatro independiente representan obras que no tienen cabida en el círculo comercial. A la
muerte de Franco, existían más de cien grupos, como Tábano o Los Goliardos.

Teatro en tiempos de la Democracia

Tras la caída de la dictadura se preveía un despegue del teatro, pero no fue así. El teatro ha ido perdiendo
espectadores y se ha optado por la representación de clásicos.

José Luis Alonso de Santos proviene del teatro independiente. En La estanquera de Vallecas dos hombres
atracan un estanco y se ven obligados a encerrarse con la estanquera y su sobrina, surgiendo simpatía entre
ellos.

José Sanchís Sinisterra sigue tres líneas: adaptaciones de clásicos, obras experimentales y dramas históricos.
Entre su obra destaca jAy, Carmela!

Conclusión:

El teatro, tras la Guerra Civil, entra en un declive que llega a nuestros días debido a la competencia con el
cine, el alejamiento del público y la falta de rentabilidad económica.

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