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TRIDUO PASCUAL 2023

Jueves Santo:
Misa vespertina de la Cena del Señor
6 de abril de 2023
Los amó hasta el extremo

«Esto es conmovedor. Jesús que lava a los pies a sus


discípulos. Pedro no comprende nada, lo rechaza. Pero Jesús
se lo ha explicado. Jesús –Dios– ha hecho esto. Y Él mismo lo
explica a los discípulos (cf. Jn 13,12-15). Es el ejemplo del
Señor: Él es el más importante y lava los pies porque, entre
nosotros, el que está más en alto debe estar al servicio de los
otros. Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies es:
“yo estoy a tu servicio”».

Benedicto XVI, Homilía, 13 de abril de 2006.


Jueves Santo en la Cena del Señor 2023
Reflexión litúrgica con Benedicto XVI
HOMILÍA DEL PAPA BENEDICTO XVI EN LA MISA IN CENA DOMINI (5 DE ABRIL DE 2007)

En la lectura del libro del Éxodo, que


acabamos de escuchar, se describe la
celebración de la Pascua de Israel tal como
la establecía la ley de Moisés. En su origen,
puede haber sido una fiesta de primavera de
los nómadas. Sin embargo, para Israel se

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había transformado en una fiesta de
conmemoración, de acción de gracias y, al
mismo tiempo, de esperanza.

En el centro de la cena pascual, ordenada


según determinadas normas litúrgicas,
estaba el cordero como símbolo de la
liberación de la esclavitud en Egipto. Por
este motivo, el haggadah pascual era parte
integrante de la comida a base de cordero: el recuerdo narrativo de que había sido
Dios mismo quien había liberado a Israel "con la mano alzada". Él, el Dios misterioso
y escondido, había sido más fuerte que el faraón, con todo el poder de que disponía.
Israel no debía olvidar que Dios había tomado personalmente en sus manos la historia
de su pueblo y que esta historia se basaba continuamente en la comunión con Dios.
Israel no debía olvidarse de Dios.

En el rito de la conmemoración abundaban las palabras de alabanza y acción de


gracias tomadas de los Salmos. La acción de gracias y la bendición de Dios alcanzaban
su momento culminante en la berakha, que en griego se dice eulogia o eucaristia:
bendecir a Dios se convierte en bendición para quienes bendicen. La ofrenda hecha a
Dios vuelve al hombre bendecida. Todo esto levantaba un puente desde el pasado
hasta el presente y hacia el futuro: aún no se había realizado la liberación de Israel. La
nación sufría todavía como pequeño pueblo en medio de las tensiones entre las
grandes potencias. El recuerdo agradecido de la acción de Dios en el pasado se
convertía al mismo tiempo en súplica y esperanza: Lleva a cabo lo que has
comenzado. Danos la libertad definitiva.

Jesús celebró con los suyos esta cena de múltiples significados en la noche anterior a
su pasión. Teniendo en cuenta este contexto, podemos comprender la nueva Pascua,
que él nos dio en la santa Eucaristía. En las narraciones de los evangelistas hay una

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Jueves Santo en la Cena del Señor 2023

aparente contradicción entre el evangelio de san Juan, por una parte, y lo que por
otra nos dicen san Mateo, san Marcos y san Lucas. Según san Juan, Jesús murió en la
cruz precisamente en el momento en el que, en el templo, se inmolaban los corderos
pascuales. Su muerte y el sacrificio de los corderos coincidieron. Pero esto significa
que murió en la víspera de la Pascua y que, por tanto, no pudo celebrar personalmente
la cena pascual. Al menos esto es lo que parece. Por el contrario, según los tres
evangelios sinópticos, la última Cena de Jesús fue una cena pascual, en cuya forma
tradicional él introdujo la novedad de la entrega de su cuerpo y de su sangre.

Hasta hace pocos años, esta contradicción parecía insoluble. La mayoría de los
exegetas pensaba que san Juan no había querido comunicarnos la verdadera fecha
histórica de la muerte de Jesús, sino que había optado por una fecha simbólica para
hacer así evidente la verdad más profunda: Jesús es el nuevo y verdadero cordero
que derramó su sangre por todos nosotros.

Mientras tanto, el descubrimiento de los escritos de Qumram nos ha llevado a una


posible solución convincente que, si bien todavía no es aceptada por todos, se
presenta como muy probable. Ahora podemos decir que lo que san Juan refirió es
históricamente preciso. Jesús derramó realmente su sangre en la víspera de la Pascua,
a la hora de la inmolación de los corderos. Sin embargo, celebró la Pascua con sus
discípulos probablemente según el calendario de Qumram, es decir, al menos un día
antes: la celebró sin cordero, como la comunidad de Qumram, que no reconocía el
templo de Herodes y estaba a la espera del nuevo templo.

Por consiguiente, Jesús celebró la Pascua sin cordero; no, no sin cordero: en lugar del
cordero se entregó a sí mismo, entregó su cuerpo y su sangre. Así anticipó su muerte
como había anunciado: "Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente" (Jn 10,
18). En el momento en que entregaba a sus discípulos su cuerpo y su sangre, cumplía
realmente esa afirmación. Él mismo entregó su vida. Sólo de este modo la antigua
Pascua alcanzaba su verdadero sentido.

San Juan Crisóstomo, en sus catequesis eucarísticas, escribió en cierta ocasión: «¿Qué
dices, Moisés? ¿Que la sangre de un cordero purifica a los hombres? ¿Que los salva
de la muerte? ¿Cómo puede purificar a los hombres la sangre de un animal? ¿Cómo
puede salvar a los hombres, tener poder contra la muerte? De hecho —sigue
diciendo—, el cordero sólo podía ser un símbolo y, por tanto, la expresión de la
expectativa y de la esperanza en Alguien que sería capaz de realizar lo que no podía
hacer el sacrificio de un animal».

Jesús celebró la Pascua sin cordero y sin templo; y sin embargo no lo hizo sin cordero
y sin templo. Él mismo era el Cordero esperado, el verdadero, como lo había

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anunciado Juan Bautista al inicio del ministerio público de Jesús: "He ahí el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29). Y él mismo es el verdadero
templo, el templo vivo, en el que habita Dios, y en el que nosotros podemos
encontrarnos con Dios y adorarlo. Su sangre, el amor de Aquel que es al mismo tiempo
Hijo de Dios y verdadero hombre, uno de nosotros, esa sangre sí puede salvar. Su
amor, el amor con el que él se entrega libremente por nosotros, es lo que nos salva.
El gesto nostálgico, en cierto sentido sin eficacia, de la inmolación del cordero
inocente e inmaculado encontró respuesta en Aquel que se convirtió para nosotros al
mismo tiempo en Cordero y Templo.

Así, en el centro de la nueva Pascua de Jesús se encontraba la cruz. De ella procedía

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el nuevo don traído por él. Y así la cruz permanece siempre en la santa Eucaristía, en
la que podemos celebrar con los Apóstoles a lo largo de los siglos la nueva Pascua.
De la cruz de Cristo procede el don. "Nadie me quita la vida; yo la doy
voluntariamente". Ahora él nos la ofrece a nosotros. El haggadah pascual, la
conmemoración de la acción salvífica de Dios, se ha convertido en memoria de la cruz
y de la resurrección de Cristo, una memoria que no es un mero recuerdo del pasado,
sino que nos atrae hacia la presencia del amor de Cristo. Así, la berakha, la oración de
bendición y de acción de gracias de Israel, se ha convertido en nuestra celebración
eucarística, en la que el Señor bendice nuestros dones, el pan y el vino, para
entregarse en ellos a sí mismo.

Pidamos al Señor que nos ayude a comprender cada vez más profundamente este
misterio maravilloso, a amarlo cada vez más y, en él, a amarlo cada vez más a él mismo.
Pidámosle que nos atraiga cada vez más hacia sí mismo con la sagrada Comunión.
Pidámosle que nos ayude a no tener nuestra vida sólo para nosotros mismos, sino a
entregársela a él y así actuar junto con él, a fin de que los hombres encuentren la vida,
la vida verdadera, que sólo puede venir de quien es el camino, la verdad y la vida.
Amén.

Textos proclamados: comentario al Evangelio 1

«Llevó su amor hasta el fin»: también Juan, como los sinópticos, quiere evidenciar en
la narración de la Última Cena la total entrega del amor por parte de Jesús, que
anticipa para «los suyos» el sacrificio de la cruz; pero en vez de describir la institución
de la Eucaristía, ya presente en los otros evangelios y en la tradición oral (cf. 1 Cor
11,23), Juan expresa el significado del acontecimiento por medio del episodio del

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AA.VV., Lectio divina para cada día del año, vol. 3, Navarra: Verbo Divino 2011, 441-442.

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lavatorio de los pies. El fragmento pone en evidencia el lúcido conocimiento de Jesús


(vv.1-3: «sabía»). Se abraza libremente con el designio de Dios, reconociendo como
inminente esa “hora” hacia la cual se dirigían todos sus días terrenos: la hora del
verdadero paso (Ex 12,12s), de la nueva pascua, del amor que llega a su plenitud
definitiva (v. 1). Esta cumbre del amor se manifiesta concretamente en el más profundo
abatimiento: si el v. 3b alude a la encarnación, primer paso decisivo de la Kénosis del
Hijo eterno, los versículos siguientes muestran hasta qué punto ha asumido la
condición de siervo (cf. Flp 2,7s), ya que la tarea de lavar los pies se reservaba a los
esclavos e incluso un rabbí no podía exigírselo a un esclavo hebreo. Y Jesús nos pide
a nosotros esta misma humildad, este espíritu de servicio recíproco que sólo puede
inspirar el amor (vv.12-15). Acoger el escándalo de la humillación del Hijo de Dios y
dejarnos purificar por su caridad (v. 8) nos implica en el dinamismo de la oblación
divina, nos impone seguir el ejemplo de Cristo: ésta es la condición indispensable para
participar en su memorial, para celebrar la Pascua con él.

El discurso de Jesús en la última cena fue una conversación en un clima de amistad,


de confianza y, a la vez, el último adiós, que nos da abriendo su corazón. ¡Cómo debió
de esperar Jesús esta hora! Era la hora para la cual había venido, la hora de darse a
los discípulos, a la humanidad, a la Iglesia. Las palabras del Evangelio rebosan una
energía vital que nos supera. El memorial de Jesús -el recuerdo de su cena pascual-
no se repite en el tiempo, sino que se renueva, se nos hace presente. Lo que Jesús
hizo aquel día, en aquella hora, es lo que él todavía, aquí presente, hace para nosotros.
Por eso no dudamos en sentirnos de verdad en aquella única hora en la que Jesús se
entregó a sí mismo por todos, como don y testimonio del amor del Padre.

Nosotros, por consiguiente, debemos aprender de Jesús, que nos dice: «Os he dado
ejemplo...». Debemos aprender de él a decir siempre «gracias» y a celebrar la
eucaristía en la vida entrando en la dinámica del amor que se ofrece y sacrifica a sí
mismo para hacer vivir al otro. El rito del lavatorio de los pies tiene como finalidad
recordarnos que el mandamiento del Señor debe llevarse a la práctica en el día a día:
servirnos mutuamente con humildad.

Indicaciones del Magisterio litúrgico de la Iglesia

1. DIRECTORIO HOMILÉTICO
39. «El Jueves santo, en la misa vespertina, el recuerdo del banquete que precedió al
éxodo ilumina, de un modo especial, el ejemplo de Cristo lavando los pies de los
discípulos y las palabras de Pablo sobre la institución de la Pascua cristiana en la
Eucaristía» (OLM 99). El Triduo Pascual se inicia con la Misa vespertina, en la cual la

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Jueves Santo en la Cena del Señor 2023
Liturgia recuerda la institución de la Eucaristía por parte del Señor. Jesús ha entrado
en la Pasión con la celebración de la cena como viene prescrita en la primera lectura:
cada palabra e imagen se remonta a lo que Cristo mismo ha anticipado en la mesa, su
muerte portadora de vida. Las palabras tomadas del libro del Éxodo (Ex 12,1-8, 11-
14) encuentran su significado final en la Cena Pascual de Jesús, la misma Cena que
ahora estamos celebrando.

40. «Cada familia se juntará con su vecino para procurarse un animal». Nosotros somos
tantas familias que hemos venido al mismo lugar y nos hemos procurado un cordero.
«Será un animal sin defecto, macho, de un año». Nuestro cordero sin defecto es el
mismo Jesús, el Cordero de Dios. «toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer».

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Escuchando estas palabras, comprendemos que somos nosotros la entera asamblea
del nuevo Israel, reunida al atardecer; Jesús se deja inmolar mientras entrega su
Cuerpo y su Sangre por nosotros. «Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el
dintel de la casa donde lo comáis. Esa noche comeréis la carne, asada a fuego».
Tenemos que cumplir estos preceptos mientras llevamos la Sangre de Jesús a nuestros
labios y consumimos la carne del Cordero en el pan consagrado.

41. Se recomienda consumir este alimento con «la cintura ceñida, las sandalias en los
pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa». Esta es una descripción de
nuestra vida en el mundo. La cintura ceñida sugiere estar preparados para la huida,
pero evocando, también, la escena del mandatum descrito en el Evangelio de esta
tarde y en el gesto que sigue a la homilía; estamos llamados a ponernos al servicio del
mundo como caminantes cuya verdadera casa no está aquí. Es en este punto de la
lectura, cuando se nos insiste que tenemos que comer a toda prisa como quien se está
preparando para huir, cuando el Señor nombra solemnemente la Fiesta: «Es la Pascua
(pesach en hebreo) del Señor. Esta noche heriré a todos los primogénitos de la tierra
de Egipto ... cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros». El Señor
combate por nosotros, porque podemos vencer a nuestros enemigos, el pecado y la
muerte, y nos protege por medio de la Sangre del Cordero.

42. El anuncio solemne de la Pascua concluye con un último mandamiento: «Este será
un día memorable para vosotros ... como ley perpetua lo festejaréis». No solo la
fidelidad a este mandamiento mantiene viva la Pascua en todas las generaciones
desde los tiempos de Jesús y más allá, sino, también, nuestra fidelidad a su
mandamiento: «Haced esto en conmemoración mía», mantiene en comunión con la
Pascua de Jesús a todas las sucesivas generaciones de cristianos. Y es justamente esto
lo que estamos cumpliendo en este momento, mientras damos inicio al Triduo de este
año. Es una «Fiesta memorable» instituida por el Señor, un «rito perpetuo», una
reactualización litúrgica del don de sí mismo por parte de Jesús.

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Jueves Santo en la Cena del Señor 2023

2. CARTA CIRCULAR SOBRE LA PREPARACIÓN DE LAS FIESTAS PASCUALES2


Del Triduo Pascual en general
38. La Iglesia celebra cada año los grandes misterios de la redención de los hombres
desde la Misa vespertina del jueves en la Cena del Señor "hasta las Vísperas del
domingo de Resurrección". Este período de tiempo se denomina justamente el
"Triduo del crucificado, sepultado y resucitado"; se llama también "Triduo pascual"
porque en su celebración se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua, es
decir el tránsito del Señor de este mundo al Padre. En esta celebración del misterio,
por medio de los signos litúrgicos y sacramentales la Iglesia se une en íntima comunión
con Cristo, su Esposo. […]

40. Se encarece vivamente la celebración en común del Oficio de Lectura y Laudes de


la mañana del Viernes de la Pasión del Señor y también del Sábado santo. Conviene
que el obispo participe en esta celebración, en la catedral y, en cuanto sea posible,
junto con el clero y el pueblo. […]

41. Para la celebración adecuada del Triduo pascual se requiere un número


conveniente de ministros y colaboradores, que han de ser instruidos cuidadosamente
acerca de lo que ellos han de hacer. Los pastores no dejen de explicar a los fieles del
mejor modo posible el significado y la estructura de las celebraciones, preparándoles
a una participación activa y fructuosa.

42. Tiene una importancia especial en las celebraciones de la Semana Santa y,


especialmente durante el Triduo pascual, el canto del pueblo, de los ministros y del
sacerdote celebrante, porque es concorde a la solemnidad de dichos días y también
porque los textos adquieren toda su fuerza precisamente cuando son cantados.

La Misa vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor


44. “Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del jueves de la Semana
Santa, la Iglesia comienza el Triduo pascual y evoca aquella última cena, en la cual el
Señor Jesús en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo
a los suyos que estaban en el mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo
las especies del pan y del vino y los entregó a los apóstoles para que los sumiesen,
mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio también los ofreciesen”.

45-46. Toda la atención del espíritu debe centrarse en los misterios que se recuerdan
en la Misa: es decir, la institución de la Eucaristía, la institución del Orden sacerdotal,
y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna: son éstos los puntos que

2
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta circular sobre
la preparación de las fiestas pascuales, 16 de enero de 1988, núms. 38-57.

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Jueves Santo en la Cena del Señor 2023
conviene recordar en la homilía. La Misa “en la Cena del Señor” celébrese por la tarde,
en la hora más oportuna […]

47. Donde verdaderamente lo exija el bien pastoral, el Ordinario del lugar puede
permitir la celebración de otra Misa por la tarde en las iglesias u oratorios, y en caso
de verdadera necesidad incluso por la mañana, pero solamente para los fieles que de
ningún modo pueden participar en la Misa vespertina. Cuídese que estas Misas no se
celebren para favorecer a personas privadas o a grupos particulares y que no
perjudiquen en nada la Misa principal. Según una antiquísima tradición de la Iglesia
en este día están prohibidas todas las Misas sin pueblo.

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48-49. El sagrario ha de estar completamente vacío al iniciar la celebración. Se han de
consagrar en esta Misa las hostias necesarias para la comunión de los fieles y para que
el clero y el pueblo puedan comulgar el día siguiente. Para la reserva del Santísimo
Sacramento prepárese una capilla, conveniente adornada, que invite a la oración y a
la meditación; se recomienda no perder de vista la sobriedad y la austeridad que
corresponden a la liturgia de estos días, evitando o erradicando cualquier forma de
abuso. Cuando el sagrario está habitualmente colocado en una capilla separada de
la nave central, conviene que se disponga allí el lugar de la reserva y de la adoración.

50. Mientras se canta el himno “Gloria a Dios”, de acuerdo con las costumbres locales,
se hacen sonar las campanas, que ya no se vuelven a tocar hasta el “Gloria a Dios” de
la Vigilia pascual, a no ser que la Conferencia de los Obispos o el Ordinario del lugar,
juzguen oportuno establecer otra cosa. Durante el mismo período de tiempo, el
órgano y cualquier otra música instrumental pueden usarse sólo para mantener el
canto.

51. El lavatorio de los pies, que, según la tradición, se hace en este día a algunas
personas previamente designadas,3 significa el servicio y el amor de Cristo, que ha
venido "no para ser servido, sino para servir". Conviene que esta tradición se
mantenga y que se explique según su propio significado. […]

3
Con el decreto de 2106 de la Congregación para el Culto Divino, se permite la participación de mujeres
en el lavatorio de los pies: «Para manifestar plenamente el significado del rito a cuantos participan, ha
parecido bien al Sumo Pontífice Francisco cambiar la norma que se lee en las rúbricas del Missale
Romanum (p. 300 n.11): “Los varones designados, acompañados de los ministros…”, que debe ser
cambiada del modo siguiente: “Los que han sido designados de entre el pueblo de Dios son acompañados
por los ministros” […] Este pequeño grupo puede estar compuesto de hombres y mujeres, y es conveniente
que formen parte de él jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, clérigos, consagrados, laicos».

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Jueves Santo en la Cena del Señor 2023

53. Será muy conveniente que los diáconos, acólitos o ministros extraordinarios lleven
la Eucaristía a la casa de los enfermos que lo deseen, tomándola del altar en el
momento de la comunión, indicando de este modo su unión más intensa con la Iglesia
que celebra (también se les puede llevar la comunión en cualquier momento del día).

54-55. Terminada la oración después de la comunión, comienza la procesión,


precedida por la cruz en medio de cirios e incienso, en la que se lleva el Santísimo
Sacramento por la iglesia hasta el lugar de la reserva. Mientras tanto, se canta el himno
"Pange lingua" u otro canto eucarístico. El traslado y la reserva del Santísimo
Sacramento no han de hacerse si en esa iglesia no tendrá lugar la celebración de la
Pasión del Señor, el Viernes Santo. El Sacramento ha de ser reservado en un sagrario
o en una urna. No ha de hacerse nunca una exposición con la custodia u ostensorio.
El sagrario o la urna no han de tener la forma de un sepulcro. Evítese la misma
expresión "sepulcro": la capilla de la reserva no se prepara para representar "la
sepultura del Señor", sino para conservar el pan eucarístico destinado a la comunión
del Viernes de la Pasión del Señor.

56-57. Invítese a los fieles a una adoración prolongada en la noche del Santísimo
Sacramento en la reserva solemne, después de la Misa "en la Cena del Señor". En esta
ocasión es oportuno leer una parte del Evangelio de San Juan (cap. 13-17). Pasada la
media noche la adoración debe hacerse sin solemnidad, dado que ha comenzado ya
el día de la Pasión del Señor. Terminada la Misa se despoja el altar en el cual se ha
celebrado.

Preparación de la celebración
En la sacristía: En la credencia:
† Ornamentos blancos. † Todo lo necesario para la Eucaristía.
† Incensario y naveta. † Campanilla para el canto del
† Ciriales y palio para la procesión. “Gloria”.
En la iglesia † Jarra y palangana, agua y jabón, para
† Disponer el lugar de la reserva. el momento del lavatorio de los pies.
† Mantener el sagrario vacío y abierto † Copones con hostias suficientes para
antes de la celebración. consagrar la comunión del Viernes
† Flores para el presbiterio y el lugar Santo. En el lugar de la reserva se
de la reserva. coloca un solo copón y los otros en
† Sillas para los apóstoles. un oratorio.
† Velo humeral y reclinatorio para el † Se puede preparar procesión de
final, para el momento de la reserva. ofrendas

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Jueves Santo en la Cena del Señor 2023
Esquema de la celebración
Ritos iniciales
† Procesión de entrada (canto festivo)
† Saludo al altar e incensación
† Saludo presidencial.
† Monición de entrada.
† Acto penitencial – Señor, ten piedad.
† Gloria cantado y acompañado por el repique de campanas.4
† Oración colecta.

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Liturgia de la Palabra
† Monición a la Palabra.
† Primera lectura: Ex 12, 1-8.11-14.
† Salmo 115.
† Segunda lectura: 1Cor 11,23-26.
† Lectura del Santo Evangelio según san Juan 13,1-15.
† Breve homilía.
† Lavatorio de los pies (ver el rito en el Misal p. 162-164).
† Oración universal.

Liturgia de la Eucaristía
† Presentación de los dones (pueden ser llevadas procesionalmente).
† Oración sobre las ofrendas.
† Prefacio de la Santísima Eucaristía I.
† Plegaria Eucarística I o II o III (El texto del Canon Romano está en el propio de
la misa de hoy; ver el Misal p. 164; en la consagración no se toca campanilla).
† Rito de comunión.
† Oración después de la comunión.

Ritos conclusivos
† No hay bendición.
† Procesión con el Santísimo al lugar de la reserva (ver el rito en el Misal, p.
171).

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Las campanas no se vuelven a tocar hasta la Vigilia Pascual.

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Jueves Santo: Misa vespertina de la


Cena del Señor
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Moniciones

Entrada
En esta tarde en la que Cristo instituye el Sacramento de la Eucaristía
para dejarnos su sacrificio pascual, la Iglesia está más unida que nunca.
Todos los discípulos de Cristo, presididos por nuestros sacerdotes,
estamos juntos en un solo corazón y una sola alma para compartir con el
Señor el banquete pascual de su amor. Unamos nuestro espíritu a los
sentimientos de Jesús que nos ama y está dispuesto a dar la vida por sus
amigos. Ofrecemos esta Cena del Señor por el Papa, nuestro obispo y
por todos los sacerdotes, así como por todos los que sufren.

Liturgia de la Palabra
La Pascua del Antiguo Testamento ahora tiene nuevo sentido con Cristo.
Escuchemos esta Palabra para descubrir que Cristo es el verdadero
Cordero pascual que se entrega en la Eucaristía porque nos amó hasta
el extremo.

Lavatorio de los pies


En la noche en que iba a ser entregado, Jesús ha querido darles a sus
discípulos una hermosa enseñanza de amor. Con humildad se hace siervo
de sus amigos y les lava los pies. De esta manera, por medio del ejemplo,
Jesús les deja claras, estas palabras: «En esto conocerán que son mis
discípulos: en que se amen los unos a los otros». Contemplemos este
signo en actitud de oración.

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Presentación de los dones
Jesús ha deseado intensamente celebrar la Pascua con sus discípulos,
también con los discípulos de hoy que somos nosotros. Estemos atentos
a lo que viene a continuación porque hoy vamos a estar presentes en la
Última Cena, como sucede en cada Eucaristía.

Comunión
En el comienzo de este Triduo Pascual, participemos del banquete que
el mismo Cristo nos ha preparado y comulguemos con su Cuerpo y su

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Sangre. Pidamos al Señor que nunca nos falte este Sacramento, el Pan
de la vida eterna y la Bebida de la salvación.

Reserva eucarística para el Viernes Santo


(después de la oración poscomunión)
Hoy terminamos esta Cena del Señor, sin recibir la bendición final pues
hoy hemos comenzado una gran celebración litúrgica que terminará
después de la Vigilia Pascual. Mientras tanto, acompañemos con nuestra
oración al sacerdote que lleva el Santísimo al lugar que se ha preparado.
Allí permanecerá la reserva eucarística para que adoremos a Jesús
sacramentado durante la noche y para que podamos recibir la comunión
en el día de mañana. Cantemos y adoremos a nuestro salvador.

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Jueves Santo: Misa vespertina de


la Cena del Señor
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Oración universal

Mientras celebramos el paso de Cristo de este mundo al Padre,


presentemos, en esta misa de la Cena del Señor, nuestras oraciones que
invocan el auxilio de Dios para con sus hijos. Digamos juntos:

R/. Tú que tanto nos amas, escúchanos, Padre.

† Oremos por la Iglesia, que en la Eucaristía encuentra la razón de


su vocación, para que, siendo el Cuerpo de Cristo, entregue todas
sus energías por la salvación de la humanidad.
† Oremos por aquellos que participan del sacerdocio ministerial
instituido por Cristo: el Papa Francisco, nuestro obispo Héctor,
todos los obispos y presbíteros, para que puedan vivir su entrega
pastoral a ejemplo de la de Cristo.
† Oremos por los gobernantes de las naciones, que tienen la
responsabilidad de servir a cada ser humano, para que sus
esfuerzos se orienten para que a nadie le falte lo necesario.
† Oremos por todos los que sufren para reconozcan a Cristo como
su salvador y confíen en su amor que puede rescatarlos de sus
dificultades.
† Oremos por nosotros, discípulos de Cristo, presentes en esta Cena
pascual, para que aprendamos el mandamiento del amor, ya que
Cristo nos ha dado testimonio del amor hasta el extremo.

Dios todopoderoso y eterno,


que, en tu amor, nos regalas a Cristo, Pan de Vida y Bebida de Salvación,
Escucha estas oraciones y ten compasión de nosotros.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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