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¿QUÉ VES EN TU REFLEJO?

Mírate al espejo…
¿Qué es lo que ves?
¿Qué ves en ti ?
¿Ves a alguien que conoces o desconoces?

Eres de los que se para frente al espejo y dice:


“éste no soy yo”
“ésto no es lo que quiero ser”

Entonces… ¿qué quisieras ver en el espejo?


El Señor Jesús nos enseñó acerca del reflejo de nuestra alma, que, lo que hay en tu
interior se ve reflejado en ti, en tu mirada.

Los ojos son el reflejo de tu carácter. Así que, tu bondad o tu maldad


se refleja en tu mirada. Mateo 6:22-23
Te paras frente a este espejo y analizas tu persona. ¿Te gusta lo que ves?
Tal vez sí o… tal vez no. Te han salido más espinillas, ojeras por tanto desvelo o la cara
brillosa que fácilmente tapamos con un filtro. Aparte el filtro te deja la nariz más bonita,
ojos más claros y pestañas o cejas perfectas.

En fin, tal vez no estés acostumbrado a ver hacia tu interior, hacia lo que hay en ti, en tu
alma, tu pensamiento, tu espíritu.

¿Qué hay en ti? ¿Qué ves en ese espejo?


Una profunda mirada al centro de nuestro ser nos llevará a la realidad o al propósito;
cualquiera de los dos será bueno.

Lo importante aquí es encontrar nuestro reflejo. Santiago nos enseña que nuestro


reflejo será en la Palabra de Dios, en nuestra Biblia, así, como un espejo.

El hombre que encuentra su reflejo y después lo olvida, no prospera.

Ese espejo ha revelado tu condición para que abras los ojos a tu realidad, para
que corrijas o para que vivas un propósito mayor.

Sé honesto contigo mismo. Sin Filtros!


Santiago nos habla muy en específico del hombre que olvida su reflejo, que olvida lo
que la Palabra ha reflejado de su propia condición, da la vuelta a la hoja y lo olvida por
completo, no hay mayor avance en su vida.

Dios refleja tu propio interior a través de la Palabra, para que perseveres en hacer lo mejor,
para que uses todo en tus posibilidades -en éstas está el poder de Dios- para cambiar o
impulsar tu vida. ¡Persevera!

El hombre que reconoce su reflejo y actúa, logra su libertad.

Ahora que reconoces tu reflejo, es tiempo de afirmar tu rostro para obtener la libertad.

El éxito de la vida en Cristo está en siempre


reflejarlo a Él.

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