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Los misterios gloriosos son parte de la oración católica del Rosario, en concreto la última de
las cuatro series de cinco misterios. Después de los misterios gozosos del anuncio y la
infancia de Jesús, los misterios luminosos de la vida pública de Cristo y los misterios
dolorosos de la pasión, estos misterios gloriosos unen la tierra y el cielo, desde la
Resurrección de Cristo hasta la Coronación de la Santísima Virgen.
Desde la institución de los misterios luminosos por Juan Pablo II, se reservan el miércoles y el
domingo para recitar y meditar los misterios gloriosos.
Se incluye la designación en latín entre paréntesis después del nombre de cada misterio.
La Resurrección de Cristo
El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que
habían preparado. Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y
entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando
se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Ellas, despavoridas,
miraban al suelo, y ellos les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No
está aquí, ha resucitado .
Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe" . La Resurrección
constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseño .
La Ascensión del Señor al Cielo, pasados cuarenta días tras la resurrección (Ascensio)
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino
del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la
que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se
posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a
hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
"Espíritu Santo", tal es el nombre propio de Aquél que adoramos y glorificamos con el Padre
y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus
nuevos hijos
La Santísima Virgen María, cumplió el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma
a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo,
anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo los pies, y una
corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Finalmente, la Virgen inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original,
terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono
por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor
de los Señores y vencedor d pecado y de la muerte
Oración:
¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido con su muerte y resurrección los bienes de la
salvación eterna: concédenos que, venerando estos misterios en el Santo Rosario de la
Virgen María, imitemos aquello que contienen y obtengamos aquello que prometen.
Amén.