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El día que mi hija nació, sinceramente, no sentí gran alegría. ¡Yo quería un niño!

Pero en pocos
meses me dejé cautivar, fue entonces cuando empecé a amarla con locura.

Una tarde, mi familia y yo fuimos de picnic a la orilla de un río que había muy cerca de casa. De
pronto la niña preguntó a su padre:

- Papi, cuando cumpla quince años ¿Cuál será mi regalo?

- Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos, ¿No te parece que todavía falta mucho para que
cumplas los quince?.

- Bueno papito, tu siempre dices que el tiempo pasa volando, aunque yo nunca lo he visto por
aquí.

Fue un domingo muy temprano que nos dirigíamos a la iglesia, cuando Andreita tropezó con algo,
eso creíamos todos, y dio un traspié, su papá la sujetó de inmediato para que no cayera. Pero en
un momento se desmayó, su papá buscaba un taxi para llevarla al hospital; Andreita estuvo en
coma durante diez días y fue entonces cuando le informaron a Oscar que su hija padecía una grave
enfermedad que afectaba seriamente su corazón.

Una mañana Oscar se encontraba al lado de su hija, cuando ella le preguntó:

-¿Voy a morir, verdad? ¿Qué te dijeron los médicos?

- No mi amor, no vas a morir, Dios que es tan bueno no permitirá que pierda lo que más amo en mi
vida, respondió el padre.

Ese mismo día por la tarde, llamaron a Oscar, la situación era grave, su hija se estaba muriendo y
necesitaban un corazón urgentemente, pues el de ella no resistiría más de quince o veinte días.

¿De donde sacar un corazón? ¿Como conseguir uno?.

Ese mismo mes, Andreita cumpliría quince años. Y por fin, ocurrió lo que parecía imposible, fue el
viernes por la tarde cuando consiguieron un donante, una esperanza iluminó los ojos de todos, las
cosas iban a cambiar.
El domingo Andreita ya estaba operada, todo salió como los médicos habían planeado. ¡Éxito
total!, Andreita permaneció en el hospital durante quince días más. Precisamente el día de su
cumpleaños, le dieron el alta médica, Andreita estaba feliz e ilusionada. Al llegar a casa todos le
dieron la noticia y le entregaron una carta de su padre:
"Andreita, hijita de mi corazón: No puedes imaginarte ni remotamente cuanto lamento no estar a
tu lado en este instante. Cuando supe que ibas a morir, decidí dar respuesta a una pregunta que
me hiciste cuanto tenías diez añitos y a la cual no respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso
que nadie jamás haría por mi hija... Te regalo mi corazón, mi vida entera sin condición alguna, para
que hagas con ella lo que quieras. ¡¡Vive hija!! ¡¡Te amo con todo mi corazón!!"

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