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ÁREA: EDUCACION RELIGIOSA ASIGNATURA: RELIGION


PERIODO: SEGUNDO CURSO: 9. A- B-C FECHA D M A
DOCENTE:  MARGARITA MORALES GUTIÉRREZ

NOMBRE DEL ESTUDIANTE: _____________________________________________________

TÓPICO GENERATIVO: ¡Dimensión profética de la vida por la fe!


A continuación, se socializan los pasos a tener en cuenta para obtener un excelente resultado dentro de
la actividad: Se invita a hacer lectura y realizar las actividades propuestas.

ANTROPOLOGÍA DE LA FE CRISTINA (PRINCIPIO DE ENCARNACIÓN).

Necesitamos conocer bien la naturaleza humana, es decir, la antropología, el estudio sobre el


hombre porque así y sólo así desarrollaremos de verdad lo humano en nosotros, sin el
embrutecimiento de antropologías que reducen al hombre: lo reducen al sentimiento, al sexo, al
afecto, a la inteligencia racionalista, a la pulsión y deseo ambicioso, etc.

Conocer lo que somos por naturaleza para luego desarrollarlo; saber lo que somos para cultivarlo
pacientemente. Ésta es la pregunta sobre el hombre.

Pero hay algo más. La antropología cristiana es definitiva y última en razón de la revelación.
Sabemos lo que es el hombre cuando vemos y descubrimos que ha sido creado -¿quién se da a sí
mismo? ¿quién organiza el cuerpo humano? ¿de dónde le viene la libertad, la inteligencia, el
deseo, la apertura de su alma? - y que ha sido redimido por Cristo, mostrando toda la verdad del
ser humano. Todo halla su fuente en Cristo, Modelo y Arquetipo del hombre, porque todo hombre
ha sido plasmado a imagen de Cristo y halla su plenitud humana, sobrenatural, en Cristo.
Dejémoslo así sin más matizaciones.

A la hora de saber, y es urgente, qué es el hombre, su grandeza, sus límites, su vocación de


eternidad, etc., sólo podemos hacerlo en Cristo y desde Cristo, a la luz de Cristo, reconociendo
enteramente lo que Él nos revela y muestra en su divina Persona. Sea el Concilio Vaticano II el que
diga estas sublimes verdades:

"En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque
Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el
nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el
hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación. Nada extraño, pues, que
todas las verdades hasta aquí expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.

El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la
descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza
humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo
de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de
hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de
hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en
todo a nosotros, excepto en el pecado... Este es el gran misterio del hombre que la Revelación
cristiana esclarece a los fieles" (GS 22).

Explicando la antropología cristiana, con el lenguaje claro que le caracteriza, Pablo VI dedicó una
catequesis que es hoy para nosotros, nuestra formación y catequesis; basta leerla, reflexionarla,
sacar consecuencias.
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"Los acontecimientos que se suceden en nuestro tiempo, las corrientes de ideas que modelan la
mentalidad moderna, los movimientos políticos y sociales que agitan nuestro mundo, los problemas
que hoy más interesan en el campo religioso católico, o ajeno a la Iglesia, todos vienen a confluir,
por caminos distintos, en una cuestión central, que domina la conciencia del pensamiento
contemporáneo, el problema del hombre. “Creyentes y no creyentes están de acuerdo
prácticamente en que todo cuanto existe sobre la tierra debe referirse al hombre, como a su centro
y vértice” (GS 12). Se sigue preguntando qué es el hombre. Todavía se advierte que en este
problema central no hay acuerdo, no hay comprensión, hay oposición o al menos disparidad; y la
confrontación se convierte en una pugna, en doble frente; en el frente de la verdad. ¿Cuál es la
verdad sobre el hombre? ¿Quién tiene razón? El segundo es el de la grandeza. ¿Quién tiene hoy
un concepto mayor del hombre? ¿Más completo en el análisis de sus componentes humanos, más
comprensivo de sus exigencias modernas, más adecuado a sus manifestaciones reales e históricas
en nuestro tiempo? Verdad del hombre, grandeza del hombre forman dos capítulos del humanismo,
que indican sus diferentes y opuestas expresiones.

El hombre todavía quiere conocerse, se mira en el espejo de su experiencia vital o de su reflexión


especulativa. Y se clasifica según la figura o la medida que esta inevitable investigación le
proporciona; se habla de “animalis homo” (cf. 1Co 2,14), de “spiritualis” (ibd., 15), de “homo faber”,
de “homo oeconomicus”, de “homo sapiens”, etc. Pero, sobre todo, se habla del valor atribuible al
hombre, en el ámbito de las cosas existentes y se concluye por concederle una primacía, que entre
los que niegan a Dios resulta absoluta: el hombre lo es todo, se dice, sin pensar en la trágica ironía
de tal calificación, atribuida a un ser, que no es causa, ni fin de sí mismo, y que está sujeto a
límites, a debilidad, a enfermedad y a caducidad inexorables. Si no lo es todo, añaden los
adoradores del hombre, es, al menos, el summum; más allá del hombre no hay nada; así es en
cierto sentido, pero, con frecuencia, no se reflexiona de dónde saca el hombre los títulos auténticos
de esa excelsa prerrogativa, y por ello cómo ha de ser valorado.

La vocación a la comunión con Dios: lo más sublime de la dignidad humana

Es un problema inmenso, cuya discusión continúa siendo problema antiguo y siempre nuevo. La
Iglesia no lo rechaza; antes, al contrario, lo afronta hoy con renovado esfuerzo y con un saber más
profundo.

Nos es suficiente, en este momento de meditación, considerarnos discípulos del concilio, y recordar
sus palabras orientadoras: “El aspecto más sublime de la dignidad humana es su vocación a la
comunión con Dios” (GS consideración sobre las principales doctrinas acerca del hombre, podemos
hacer una breve referencia a los dos aspectos que más interesan a la mentalidad moderna sobre el
hombre, el aspecto individual y el aspecto social.

Tanto sobre el primero, como sobre el segundo, la valoración que hace la Iglesia del hombre,
especialmente en los documentos conciliares, es de incomparable grandeza. Ninguna antropología
iguala la de la Iglesia sobre la persona humana, incluso singularmente considerada, en su
originalidad, en su dignidad, en la intangibilidad y la riqueza de sus derechos fundamentales, en su
sacralidad, en sus cualidades formativas, en su aspiración por un desarrollo completo, en su
inmortalidad, etc.

Se podría colocar en un código los derechos que la Iglesia reconoce al hombre como tal, y sería
difícil definir, la amplitud de los que se derivan para el hombre a causa de su elevación al orden
sobrenatural, mediante su inserción en Cristo. San Pablo tiene revelaciones maravillosas sobre
esta regeneración de cada cristiano elevado al estado de gracia,
vivificado por el espíritu de Cristo.

Actividad 1. Diferentes personajes en la historia han contribuido a la


1 antropología cristiana.
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2. Realiza un cuadro comparativo con los aportes de cada uno, abordando las preguntas.

a. ¿Cómo se ha renovado la antropología cristiana desde el Concilio Vaticano hasta


ahora?
b. Edith Stein, la carmelita asesinada por los nazis y canonizada por Juan Pablo II,
ofreció una contribución importante a la antropología. ¿Qué intuyó la patrona de
Europa?
c. ¿Cuál es la aportación de Karol Wojtyla a la antropología cristiana?
d. ¿Por qué la antropología cristiana es uno de los puntos fuertes de la evangelización?

LA COHERENCIA CON LA FE NOS HACE PROFETAS.

Las acciones que realizamos, tanto buenas como malas, son producto de nuestra libertad, nuestra razón
y conciencia moral, por lo cual conllevan consecuencias positivas o negativas según las decisiones que
tomemos. Cristo nos enseña que las buenas acciones y el comportamiento moral acorde con la Palabra
de Dios son el resultado de recibir la vida eterna por medio del espíritu de Dios.

Jesús como opción fundamental: algunos discípulos de Juan Bautista se sintieron atraídos por la persona
de Jesús, hasta el punto de que decidieron seguirlo y esperaron recibir su respuesta. Jesús se volvió y
les dijo las primeras palabras que pronunció en su vida pública según el evangelio de San Juan: ¿Qué
buscas? Y ellos contestaron: “Maestro, ¿Dónde vives? (Jn 1,38). Así es la moral cristiana: una
búsqueda, un deseo de vivir una vida de mayor calidad y un encuentro con Jesús que marca toda
la vida. Búsqueda, deseo y seguimiento son los tres elementos de la opción fundamental que
conforman todo el conocimiento cristiano.

Así pues, es cristiano quien sigue a Jesús desde la fe y es cristiano en la medida en que proyecta la
solidaridad de sus enseñanzas. El verbo “seguir” aparece mencionado 90 veces en el Nuevo testamento;
de las 79 que se menciona en los Evangelios, 73 se refiere directamente al encuentro y permanencia en
la persona de Jesús. Es un seguimiento que exige decisión, compromiso con el llamado personal que
nos hace el Salvador, un esfuerzo decidido por construir el Reino de Dios en medio de nuestros
contemporáneos.

La opción por el cristianismo, es decir, seguir a Jesús, es el deseo de hacer la voluntad de Dios. Esa
voluntad de la cual se habla en la oración del padrenuestro “Hágase tu voluntad y venga a nosotros tu
Reino”. Por eso, puede decirse que la opción fundamental es el amor solidario y el compromiso personal
de construir un mundo más justo y verdadero.

Jesús estableció como norma principal el mandamiento del amor. Para Él era más importante la actitud
que el cumplimiento rutinario de los preceptos de la Torá. Las normas y los principios éticos que predicó
completaron la ley de Moisés. Lo más importantes de su moral es el amor a Dios, el amor a los demás y
el amor a uno mismo.

La moral cristiana es un estilo de vida, que lleva al creyente a marcar la diferencia en el mundo en tanto
hace presente la salvación/liberación/plenitud de Dios para el otro, para la comunidad y para la historia
humana.

Si el ser cristiano no consiste sólo en creer en Dios, la moral cristiana debe llevarnos a ser
Hombres Nuevos.
Y ¿Qué significa ser hombres Nuevos y coherentes?
Ser cristiano significa tener un encuentro personal con Jesucristo
que provoca en el ser humano un cambio radical de vida. El
hombre viejo deja de vivir para sí mismo, buscando satisfacer sus
necesidades y caprichos, y se transforma en un hombre nuevo, que
es fruto del espíritu Santo y que se pone al servicio de los demás,
manifestando el amor de Dios y expresándolo mediante gestos
solidarios.

Esta vida nueva ser reconoce por unos rasgos característicos: el


amor, la unidad y el perdón.
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-El amor, que es una consecuencia de la experiencia de sentirse amados por dios en Cristo, lleva a
preocuparnos por quienes se encuentran a nuestro alrededor, especialmente por los pobres y
necesitados.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también
os améis unos a otros.  En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los
unos con los otros. Jn 13,34-35

_La Unidad, fruto de la experiencia común de sentirse salvados que nos hace participar de la oración y
de la eucaristía, de las que recibimos la fuerza del espíritu santo para llevar adelante la construcción de
un mundo nuevo.
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra
de ellos,  para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. Jn 17,20-21

-El Perdón, fruto de la experiencia cotidiana de sentirnos perdonados y acogidos por dios padre. El
sacramento de la Reconciliación anima también el perdón entre los cristianos y todas las personas.

Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi


 

hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?  Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aún hasta setenta veces siete. Mt 18,21-22

Esta experiencia de amor, unidad y perdón no es exclusiva de los primeros tiempos del cristianismo. A lo
largo de la historia, el Espíritu Santo ha inspirado en la Iglesia a un gran número de hombres y mujeres
que han hecho visible el mandamiento del amor, han perdonado a todos y, al mismo tiempo, han
mantenido y acrecentado la unidad de la Iglesia. Es el caso, por ejemplo de los fundadores de órdenes
religiosas, y también los impulsores de movimientos laicos.

A Jesús lo impulsaba una fuerza interior que lo sostenía en los momentos de dificultad y que lo llevaba
a hacer la voluntad de Dios en todo momento.

También nosotros experimentamos esa fuerza interior. Es la Fuerza del Espíritu Santo, que los
impulsa a la entrega a los demás. En el cristiano que se deja conducir por el Espíritu Santo se pueden
conocer los frutos de los que habla San Pablo. Estas actitudes son las que manifiestan los discípulos de
Jesús:

"En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
23.mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley". "Si vivimos según el Espíritu,
obremos también según el Espíritu. No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los
otros y envidiándonos mutuamente" .
Leia mais em: http://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/galatas/5/

Amar como Jesú s


La vida nueva del cristiano se fundamenta en el mandamiento nuevo dado por Jesús a sus discípulos:
“Amaos como yo os he amado”. ¡Y Cómo ha amado Jesús? Llegando hasta el extremo de dar su vida en
la cruz por todos los hombres y las mujeres, incluso por sus enemigos.
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Jesús ama así porque primero se ha sentido amado por Dios. Un cristiano también percibe este amor
incondicional de Dios:
Lo

Lo ha elegido personalmente.

Le h

Le perdona los errores.

Este amor de Dios produce en todo cristiano dos efectos:


- Lo impulsa a convertirse, es decir, a cambiar las actitudes profundas de su corazón y a
conocer a Dios como fuente de toda felicidad.
- Lo lleva a servir a los demás, especialmente a los más débiles.

que es
El amor Consecuencia de El mandamiento nuevo de Jesús

La unidad La fuerza del Espíritu Santo


que es
La vida Tiene como consecuencia de
nueva riesgos

El perdón que es El perdón de Dios Padre


consecuencia de

Actividad 1. Debes ver la película Cadena de Favores y posteriormente da tu opinión sobre las
2 siguientes frases de la Película:
a) Primera regla de la cadena de favores: “Tú haces un favor que realmente ayude a
una persona, algo que no pueda hacer por sí misma. Tú lo haces por ella y le
dices que no te lo devuelva, que se lo pase a otras tres personas, las cuales, a su
vez, ayudarán a otras tres, y así sucesivamente”.
b) “Hay favores que no se pagan”.
2. Lee las siguientes palabras de Jesucristo recogidas en el Evangelio de San Juan.
Luego, contesta las preguntas.

“Como el padre me ama a mí, así os amo yo a vosotros. Permaneced en mi amor. Pero solo
permaneceréis en mi amor si cumplís mis mandamientos.(…) Mi mandamiento es éste: que os améis los
unos a los otros como yo os he amado. El amor supremo consiste en dar la vida por los amigos. (Jn. 15
9-10;12-13).

a) ¿En qué se parecen los comportamientos de Trevor y de Jesús de Nazareth? ¿En qué se
diferencian?
b) Ahora piensa en cómo entregan estos dos personajes su vida por los demás: ¿Qué similitudes
encuentras entre ellos? ¿Y qué diferencias?

Actividad ACTIVIDAD FINAL


3

“Dime cómo es tu Dios y te diré cómo actúas”. Cada uno actuamos de acuerdo con nuestra imagen de
Dios. Si mi Dios es un Dios Guerrero, sediento de sangre, podré justificar en su nombre cualquier guerra,
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actos de terrorismo y hasta el exterminio de pueblos enteros. Si es un Dios patrimonio de un grupito de


elegidos, excluiré y hasta llegaré a justificar la destrucción de los “no queridos” por Dios.

RESUMEN DE LAS IMÁGENES FALSAS O INCOMPLETAS QUE TENEMOS DE DIOS

Imagen de Dios Características

UN dIOS JUEZ Imagen de un dios perseguidor, que señala, acusa, que no tiene piedad porque
CASTIGADOR es vengador y justiciero, controlador y celoso. Quienes creen en él actúan
movidos por el temor y no por el amor, hacen el bien por miedo al castigo, pero
no porque les nace sinceramente.

UN dIOS MAGO Es la imagen de un dios que me puede solucionar todos los inconvenientes,
incluso aquellos que yo mismo puedo solucionar. Se le conquista con rezos y
promesas y a cambio el me complace todos los caprichos. Cómo es un dios
mago, sirve para adivinar el futuro, para revelar lo oscuro y oculto.

UN dIOS RITUALISTA Es un dios de las manifestaciones externas carentes de espiritualidad: ritos,


procesiones, cultos que demuestran una fe aparente pero que no trasciende al
encuentro profundo con Dios por medio del prójimo. Representa el sin sentido en
el que se cae cuando no conocemos verdaderamente a Dios ni la manera
adecuada para relacionarnos con ÉL.

UN dIOS PLASTILINA Es la imagen de un dios moldeable a mi antojo, que se deja manejar y acomodar
a lo que yo deseo, es un dios ligth que no me exige compromiso y depende de mi
estado de ánimo, de lo eufórico y místico que haya amanecido ese día.

UN dIOS DEL NO Es la imagen de un dios moralista, enemigo del cuerpo y del placer que está en
contra de todo, para este dios todo es pecado y transmite inseguridad y
escrúpulos pues nos sentimos sucios e indignos de él generando nuestro
distanciamiento.

UN dIOS ABUELITO Es el extremo opuesto del dios del no, pues este es permisivo, adulador, no pone
PERMISIVO obstáculos y todo lo acepta, no hace ninguna exigencia, para este ya nada es
pecado y todo lo perdona. Por su falta de exigencia no me permite crecer y
madurar en la fe.

UN dIOS DE LOS DIEZ Su origen es el antiguo testamento con Moisés, la tradición judía para examinar la
MANDAMIENTOS. conciencia y se piensa que con cumplir esa lista de comportamientos ya sé es
bueno, además sigue siendo un código ético que hay que cumplir para evitar ser
castigado y no para crecer en el amor.

UN dIOS MACHO TODO Es la figura de ese dios que hace todo aquello que el ser humano debe y puede
PODEROSO hacer. Se le presenta como todo un macho y se le atribuyen cualidades
masculinas como fuerza, inciativa, poder, mando y libertad. Es la imagen de un
Dios carente de ternura y delicadeza, despreocupado por su creación.

UN dIOS FILOSÓFICO Llamado también el dios de los cabezones, es ese dios de todos aquellos que
para relacionarse con él recurren más a la razón que al corazón, es el dios que
tiene que ser demostrado y argumentado pues se le descubre con la inteligencia.
El mismo dios del apóstol incrédulo Santo Tomás. La relación con este dios es
fría y distante porque es más teoría que experiencia viva.

UN dIOS LEJANO DEL Es la imagen de ese dios que está al otro lado esperando para juzgarnos al final
“MÁS ALLÁ” de la vida. Es el dios de los entierros y cementerios que premia o castiga
después de la muerte, pero que no hace presencia ni acompaña en la vida
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misma.

LOS ÍDOLOS Otra imagen falsa de Dios es cuando convertimos los ídolos en dioses, es así
CONVERTIDOS EN como la fama, el poder, el dinero, el sexo, incluso las mismas personas que
DIOSES creemos amar se convierten en nuestros dioses, en el sentido de nuestra vida,
aquello sin lo cual ya no podemos vivir. Caemos en la idolatría, en
fundamentalismos religiosos, políticos, sociales (el barrismo, el animalismo,
machismo, feminismo, etc)

LA IMAGEN VERDADERA DE DIOS QUE JESÚS NOS MUESTRA

El Dios de Jesús es Abbá., un Dios de entrañas maternales, tan cercano a nosotros como una madre lo
es de su hijito pequeño. Dios es Amor, nos quiere como somos. Nos quiere siempre, sobre todo cuando
menos lo merecemos. Nos quiere no porque seamos buenos y nos portemos bien, sino porque El lo es.
Su amor es el fundamento de nuestra autoestima y de nuestra reconciliación con nosotros mismos,
fundamento para poder reconciliarnos con los demás.

Sentimos cierto rechazo a la imagen de Dios Amor, porque choca frontalmente con la que nos
sembraron y cultivaron desde niños, de un Dios Omnipotente, representación suprema del poder, siempre
dispuesto a castigarnos si pecábamos o nos portábamos mal. Jesús nos vino a liberar del temor de Dios,
de las leyes inhumanas creadas en su nombre y del peso de una religión que exige sacrificios para
calmar la cólera divina y alcanzar el perdón. Habló siempre de un Dios de entrañas maternales, frágil,
débil, vencido. Un Dios “anonadado” (Filipenses 2, 5-11) y para los últimos, que no teme la libertad de los
hombres, sino que la padece, un Dios de perdón y gracia, no de juicio ni de méritos. Por ello, nos lo
presentó como el Dios Amor, y el amor es más débil cuando no es correspondido. Y es ilimitado cuando
se entrega totalmente, hasta la muerte en cruz, sin esperar nada a cambio, como lo hizo Jesús, Palabra
de Dios, expresión perfecta de cómo es Dios, de cómo actúa. A Jesús lo entendemos como “La Palabra”,
no sólo por lo que dice, sino por lo que hace; por su manera de ser y de vivir. En El podemos conocer a
Dios porque Dios se ha dado a conocer en Jesús.

El Dios de Jesús es el Papá-Mamá del Hijo Pródigo (Lucas 15, 11-32): Todos conocemos bien la historia.
Un padre tenía dos hijos. Un día, el hijo menor pide su herencia y se aleja de la casa paterna en busca de
la felicidad. La busca donde lo hace todo el mundo, por creer que allí se encuentra: en el dinero, en el
placer, en el consumo, en el poder…Cuando se queda solo y sin dinero y empieza a pasar hambre y
necesidades, echa de menos el hogar paterno, la seguridad y la comida, y más por interés que por
arrepentimiento, decide volver a la casa y rogarle al padre que lo reciba como un jornalero más. Al hijo
menor, que no conoce al padre, ni le pasa por la cabeza que lo está esperando ansiosamente, con los
brazos abiertos, para recuperarlo a su plenitud de hijo.

Dios no es Juez implacable. Es Padre-Madre (en la parábola del Hijo Pródigo no aparece la madre
precisamente porque es un Padre Maternal) que espera nuestro regreso para aceptarnos como hijos y
volver a disfrutar de nuestra herencia; es pastor que nos cuida para que no nos perdamos, para que
encontremos agua y alimentos, que nos busca solícito y preocupado cuando hemos quedado alejados
del rebaño; es médico que cura nuestras heridas y quiere aliviar nuestros dolores.

El Dios Todopoderoso conduce a la soberbia; el Dios Justiciero a la exclusión y a la discriminación. En


nombre de esos dioses se han cometido numerosos crímenes y se han justificado las guerras más
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crueles e inhumanas. Es tiempo de que empecemos a creer y aceptar en serio al Dios Amor de Jesús,
que sólo puede llevarnos a la reconciliación, el perdón y la hermandad.

Lo verdaderamente incomprensible es que los cristianos no terminemos de aceptar al Dios Maternal de


Jesús. Por ello no superamos esa religión ritualista, contractual, ni nos abrimos en serio a la novedad
increíble del mandamiento nuevo del amor. Si Dios es Amor, nuestra única respuesta sólo puede ser el
amor. Si creo en que Dios es Padre de todos, que busca nuestro bien y felicidad, mi respuesta no puede
ser otra que hacerme hermano de los demás y trabajar sin descanso para lograr el bien y la felicidad de
los hermanos.

El Dios que Jesús nos presenta es un Dios que pide amar al prójimo y servirle. Un Dios que da su Amor
hasta la muerte, Amor total, que no excluye a nadie, ni a los enemigos, los que nos calumnian, nos
maltratan, buscan nuestro mal: “Ustedes han oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y no harás amistad
con tu enemigo’. Pero yo les digo: ‘Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así
sean hijos de su Padre que está en los cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía
la lluvia sobre justos y pecadores Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito
tienen?”(Mateo 5, 43-46). El Dios que nos revela JESÚS no quiere que le ofrezcamos lo que tenemos,
sino que lo compartamos con los demás. El sacrificio se debe traducir en servicio eficaz a los pobres, los
débiles, los necesitados. Hay que superar la religión de la ley, que pertenece a la prehistoria de Jesús y
pasar a la práctica del amor a Dios en el servicio a los demás. De la religión como un medio de poseer a
Dios, a la religión que nos lleve a entregarnos a los demás.

EL Dios que nos revela Jesús es un Dios que nos ama profundamente y que quiere que de la misma
manera amemos a nuestros hermanos: “El que dice que ama a Dios, pero odia a su hermano es un
mentiroso” (1 Juan 4, 20) por eso Agradar a Dios no se queda en cumplir ritos sino comportarse como
hijo y hacerse hermano de todos. Al Dios de Jesús sólo se le puede servir sirviendo a los necesitados
por eso Jesús se identifica con los hambrientos, los forasteros, los encarcelados. En el más pobre y
necesitado encontramos a Jesús, y en Jesús encontramos a Dios: “Tuve hambre y ustedes me dieron de
comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en sus casas.
Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a
ver” (Mateo 2, 35-36).

Lo que resulta de una desconcertante radicalidad en este relato de Mateo es que el servicio al necesitado
es valorado como muestra de filiación y de aceptación del Padre, aun cuando uno lo haya hecho
ignorando o incluso rechazando a Dios. Es decir, Dios prefiere a los agnósticos y ateos que trabajan por
un mundo mejor sirviendo a los hermanos, que a los que se consideran “cristianos” o gente religiosa y
sólo se preocupan por su propia salvación y por agradar a Dios, pero olvidan a los demás. Los que en
la parábola son declarados “benditos”, no lo son por haber hecho bien en su nombre, por motivos
religiosos o de fe, sino simplemente por compasión con los que sufren. Los “malditos” lo son a causa de
su falta de corazón, porque, aunque tal vez se consideraron muy religiosos y creyeron entregar sus vidas
al servicio de Dios, no hicieron nada ante las necesidades de los demás.

Actividad 2

1. Sintetiza en tu cuaderno cada una de las imágenes falsas o incompletas de Dios.


2. ¿De todas esas imágenes alguna o algunas son parecidas a la imagen de Dios que tú tienes?
3. Haz un listado con la mayor cantidad de características que encuentres del Dios que Jesús nos
revela y establece una comparación donde muestres las diferencias con las falsas imágenes o
imágenes incompletas de Dios.
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