Está en la página 1de 73

1

Esta traducción es sin fines de lucro y solo busca compartir y disfrutar.

Por favor, evita mencionar esta versión a la autora y tomar capturas. Apoya
a la talentosa autora, comentando y comprando sus libros.
Apreciamos su trabajo y te pedimos discreción respecto a esta traducción
para proteger a nuestro grupo.
Siguiendo estas recomendaciones, podremos brindarte más traducciones de
calidad.
¡Gracias por tu comprensión y por ser parte de esta increíble experiencia
literaria!

2
Sinopsis
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Próximo Libro
Sobre el autor

3
Tal vez fue todo combinado, el abuso, la depresión, la soledad.
Pero todo lo que puedo sentir ahora es... nada.
Entumecida.
Cuando un apuesto desconocido aparece en mi puerta, es casi suficiente
para hacer que mi corazón de un vuelco, como lo hizo antes. Casi.
Pero no me atrevo a desear que un caballero de brillante armadura
venga a salvarme. Tuve uno de esos y mira cómo acabó. Ahora solo estoy rota.

¿Tal vez pueda encontrar una manera de ayudarnos a ambos?


Matar a su esposo.
Fácil. Sencillo.
¿Comprometerme con ella y con sus hijos también? ¿Cuándo vine aquí
a suicidarme?
No tan simple.
Necesitaba aprender más.
Observar.
Obsesionarme.
Porque ahora no podía simplemente alejarme de ella.
Sin importar los oscuros secretos que tuviera que
revelar.
Serie Knew #0.5

4
Esta historia contiene temas de relaciones abusivas, enfermedad
mental y tendencias suicidas.
Está destinada a una audiencia adulta.

5
—¡No entiendo por qué no puedes hacer que pare, o ir a un puto
médico, Gabby! Quiero decir, mierda, vas regularmente a tus citas mensuales.
Solo dile lo que te pasa, para que puedas tomar algo. ¡Esta mierda me está
afectando el sueño!

No tengo la fuerza mental ni física para responderle. Mi falta de


reacción provoca que él resople antes de cerrar la puerta de un portazo,
haciendo vibrar los cuadros en la pared. Otra vez llega tarde al trabajo. Culpa
mía. Como siempre. Anoche tuve otro de mis episodios.

Al menos desde que empezó a notarse mi embarazo, ha dejado de


golpearme. No del todo, pero lo suficiente para asegurarse de que tenga un
ambiente seguro para el crecimiento del bebé. Estoy segura de que me habría
golpeado por lo enojado que estaba esta mañana. Vi su mano cerrarse en un
puño en más de una ocasión desde el comienzo del día. Era su señal de que
estaba a punto de castigarme. Según él, tiré todas las toallas de baño y las
mantas del armario al pasillo, y por más veces que él me detuviera y me
llevara a la cama; volvía a hacerlo. Por supuesto, solo recuerdo fragmentos de
ello. Agarrar. Tirar. Agarrar. Tirar… Y así sucesivamente. No recuerdo que él
me detuviera, ni que me llevara a la cama. Solo sé que me desperté de lo que
me pareció una siesta de diez segundos con el corazón latiendo tan fuerte que
podía sentirlo en la garganta. Me sentí desorientada durante un par de
segundos, pero sus gritos y la ropa tirada en el dormitorio, me devolvieron
rápidamente a la realidad y supe enseguida cuál era el problema.

6
Esto ahora era normal para mí. No duermo, y cuando puedo dormir,
soy sonámbula. Así que realmente siento que no he dormido nada, porque lo
que sea que termine haciendo, es suficiente para hacerme sentir exhausta al
día siguiente. Para mí es mejor estar despierta durante días en lugar de
dormir. Así no soy sonámbula y él no se enfada.

Un gran golpe en una zona alfombrada se oye detrás de mí, seguido de


un grito, y salgo de mi postura de zombi. Aparto mi mirada de la puerta que
él cerró con fuerza y sacudo la cabeza para ayudar a mis cansados ojos a
enfocarse, antes de agarrar mi café de camino a la habitación de Sam.

Mi dulce niño está sentado en el suelo, sujetándose la cabeza en un


llanto silencioso frente a su cómoda. Está claro que intentaba subirse por los
cajones abiertos. Pasó de caminar a intentar subirse inmediatamente a todo lo
que encontraba a su paso.

—Shhh. Shhh. Oh bebé, ven aquí. —Lo consuelo mientras dejo mi taza
sobre la cómoda y lo levanto justo cuando comienza a llorar. Guío su cabeza
hacia mi hombro y lo acuno por un momento. Cuando deja de llorar, levanto
su cabeza para inspeccionar los daños. Sí, tiene una hinchazón. Ya se está
formando un moratón. Mis nervios y adrenalina finalmente se despiertan de
la noche infernal que tuve, aunque sea por un segundo, mientras me dirijo a
la cocina.

—Aych. Aych. Duele —se queja Sam mientras saco una bolsa de hielo
con forma de rana del congelador.

—Lo sé, cariño. Lo sé.

Miro el reloj del horno al salir de la cocina. 8:10 a.m. Dejo escapar un
suspiro miserable. Todavía faltan cuatro horas para la siesta, tanto para él
como para mí. La necesito. Estoy cansadísima. Tanto que estoy al borde de
llorar, al igual que él. Me duele el pecho, y el café solo revuelve mi estómago.
Por supuesto, mi médico se asustaría si supiera del café, pero en realidad, se
asustaría aún más si supiera que tampoco estoy durmiendo.

Era solo otro día en el infierno.

7
Pero también era otro día con mi dulce bebé. Bueno, bebés. A pesar de
cuánto odio mi vida, los amo y son realmente lo único que me mantiene en
pie.

Me aseguro de que Sam esté cómodo con un programa en la televisión,


su manta y su vaso con jugo, y luego dirijo mi mirada hacia mi vientre. Otro
niño. Otra alegría para el deleite de mi esposo. La cita para revelar el sexo fue
la única a la que se molestó en acompañarme durante este embarazo, y la
única vez que lo vi sonreír genuinamente desde que empezó a odiarme. Por
supuesto, estaría feliz con cualquier género, pero me hubiera encantado tener
una niñita. Una leve sensación de aleteo se desliza por mi vientre y suspiro
mientras me froto la zona. Normalmente, me encanta sentir a mi bebé
moverse, pero ahora solo me agota aún más. Mi labio inferior tiembla
mientras me dirijo a la mecedora cerca de la esquina de la habitación para
mirar por la ventana. La televisión está ocupada con programas de bebés
durante todo el día y la conexión a Internet en mi teléfono es limitada, así que
no hay mucho que hacer. He comenzado a observar los pájaros que hay afuera
y a leer. Mis antiguas amigas se habrían burlado y reído de lo aburrida que
me he vuelto en estos años.

¿Cuándo se convirtió en esto mi vida?

Pienso en el comienzo de esta historia de cuento de hadas.

Isaac y yo fuimos novios en la secundaria y hemos estado juntos desde


que éramos estudiantes de primer año. Él era el mariscal de campo y yo era la
capitana del equipo de animadoras. Tan cliché. Tan poco original. Pero cuando
creces en un pueblo pequeño, no hay mucho más en las historias de nadie. La
mayoría de nuestros compañeros de clase también se liaron y casaron. El día
de nuestra graduación, me propuso matrimonio en mi fiesta, para disgusto
de mis padres. Ellos lo odiaban. Aún lo hacen. ¿Debería haberlo tomado como
una señal?

Yo, por otro lado, estaba extasiada con la propuesta. Pensé que estaba
enamorada. Tuvimos una boda de cuento de hadas con prácticamente todo el
pueblo presente. Nos casamos bajo los sauces llorones al atardecer y luego me
llevó de luna de miel a una cabaña en la playa durante una semana. Vivir en

8
Alabama tenía sus beneficios. Fue la semana en la que regresamos de la luna
de miel cuando nos enteramos de que estaba embarazada. Todo era perfecto.
Era el amor de mi vida. Y durante la primera parte de nuestro matrimonio,
fue un padre devoto que asistía a todas mis citas prenatales y me brindaba un
apoyo excepcional cuando descubrimos que tenía una rara condición que
requería reposo en cama. Me amaba. Hacía todo y cualquier cosa por mí.
Sorpresas de cumpleaños. Regalos y más, incluso fuera de días festivos o
cumpleaños. Era todo lo que siempre había soñado.

Pero, ¿no es eso lo que todos dicen?

Ahora simplemente interpreto el papel de una ama de casa solitaria,


deprimida y maltratada. Sin amigos. La familia se alejó después de la boda,
en silenciosa desaprobación por nuestro matrimonio. No tengo vecinos. Solo
estoy yo, Sam y nuestro pez dorado, Elmo, todo el día... todos los días. Hasta
que mi esposo llega a casa borracho o casi borracho y empieza con su mierda.
Por lo general, sus comentarios ofensivos suelen ser sobre que la casa no está
lo suficientemente limpia o que no he cocinado bien el pollo. Los reproches y
las burlas son su recurso habitual sobre lo mala esposa que soy y que si
pudiera encontrar a alguien mejor en esta ciudad, ya me habría dejado.

Rezo todos los días para que eso suceda. Que encuentre a alguien más.
Que me deje. O simplemente que no regrese a casa. ¿Quizás un accidente
automovilístico? ¿Quizás un accidente en el trabajo? A veces sueño despierta
con que simplemente se vaya sin decir una palabra y solo envíe una buena
suma de dinero cada mes para mantenernos. No me atrevo a desear que venga
un príncipe azul a salvarme. Ya tuve uno de esos y mira cómo resultó.

Ni siquiera puedo recordar cuándo todo se convirtió en esto. ¿Fue


cuando empecé a pedirle permiso para salir con mis amigas o simplemente
para salir? Lo hacía como una cortesía. “Cariño, ¿puedo salir con Ashley?”
Siempre decía que sí, pero luego eso se convirtió en “¿por qué?”, o
simplemente en un “no”. Después empezó a decir que no le gustaba que
saliera con ella, y luego, que no le gustaba que saliera con ellos. Poco a poco
fui perdiendo a mis amigas una por una, porque estaba tan enamorada de él
que habría hecho cualquier cosa que me pidiera.

9
¿O fue cuando dijo que había comenzado a descuidar las tareas del
hogar por estar en reposo y por mi embarazo de ocho meses? Cuando él lo
dijo, lo abofeteé. Y esa fue la primera vez que me devolvió el golpe. Me golpeó
de vuelta, con fuerza. Me dejó inconsciente cuando mi cabeza golpeó el horno.
¿Fue ese el punto de partida para que me golpeara? Porque desde entonces,
solo ha empeorado y nunca se ha detenido por completo.

Sam nació y las facturas aumentaron. Todavía no podía trabajar debido


a la enfermedad cardíaca que desarrollé durante el embarazo, e Isaac comenzó
a beber en exceso debido a los problemas económicos. Peleábamos cada vez
más y nuestra vida sexual murió. Me daba cuenta de que estaba resentido
conmigo por no trabajar. Llegó al punto en el que solo quería un trabajo y salir
de la casa solo para estar lejos de él. Presente una solicitud, pero cuando se
enteraron de mi condición, casi inmediatamente me despidieron. Eso le
cabreó. A mí también. Incluso me enfadaba cuando intentaba tocarme o
mostrarme afecto. Odiaba que me tocara. Odiaba su rostro. Y entonces llegó
el momento en el que necesite un descanso, así que llamé a mi madre y le
conté la verdad. Ella no se compadeció de mí y después de muchos ‘te lo dije’,
me pidió que volviera a casa. Sentada en el auto antes de irme, decidí enviarle
un mensaje de despedida. Y justo en ese momento, él se acercó. ¿Fue en ese
momento cuando me rendí y acepté mi destino?

El sonido de los neumáticos chirriando al entrar en la entrada de la casa hizo


que volviera los ojos hacia el espejo retrovisor, donde lo vi llegar con rapidez. La lluvia
golpeaba el techo y las ventanas de mi Jeep Wrangler mientras lo veía estacionar su
camioneta bruscamente y apagar los faros. Antes de que siquiera saliera, supe que
estaba borracho y me estremecí tratando de agarrar el volante. ¿Por qué no me había
apurado más? ¿Por qué no me fui cuando tuve la oportunidad y envié el mensaje
después?

Me volteé y miré a mi dulce bebé de seis meses envuelto en su sillita,


profundamente dormido y listo para partir. Tal vez, simplemente podría haberme ido.
Hubiera sido nuestra única oportunidad. Mi corazón se aceleró mientras ponía una
mano temblorosa en la palanca de cambios. Él aún no había salido. Tenía tiempo para
poner encender el auto y marcharme. Pero, ¿y si me seguía con su camioneta? No
podía poner a Sam en peligro. ¿Debería haber llamado a la policía?

10
El portazo de la camioneta me sacó de mi debate.

Estaba afuera.

—Mierda. Mierda. Mierda —susurré. Mi única oportunidad era mentir.


Sequé mis lágrimas y actué como si estuviera bien.

Dos golpes rápidos en la ventana y luego la puerta se abrió.

—Gabby, ¿a dónde carajos vas? —El olor a whisky invadió el auto y contuve
la respiración. Olía como si hubiera bebido todo lo que había en un bar. Su cabello
rubio estaba desordenado y sobresalía en diferentes direcciones, y sus ojos estaban
medio cerrados mientras se balanceaba en su lugar. El olor a perfume de mujer, la
cremallera abierta y la mancha de maquillaje en el hombro de su camisa blanca
tampoco me pasaron desapercibidos. Hubo un tiempo en que eso me hubiera
destrozado, pero solo confirmó que tenía que irme.

—Yo, eh... —Tragué saliva y lágrimas, y sonreí lo mejor que pude antes de
aclarar mi garganta—. Voy a la tienda por un rato. Quería hacer algunas galletas y
pasteles para la iglesia el domingo. Fue algo del momento, pero pensé que también le
haría bien a Sam dar un paseo. Tiene gases. —La mentira salió con facilidad.

Frunció el ceño, sin creerme. Traté de hablar, pero me interrumpió.

—No. Vamos, necesito que calientes la cena y él no debería estar fuera a esta
hora.

Apreté los dientes.

—Son las 6 p.m, Isaac. Apenas es tarde. La cena está en el microondas. —


Extendí mi mano hacia la puerta, pero la detuvo de inmediato.

—Gabby —advirtió, antes de intentar agarrar mi muñeca, pero la moví con


rapidez.

—No. —Esa simple palabra fue tan difícil de decir, pero tenía que defenderme.

—¿Qué dijiste? —gruñó, recobrando un poco la sobriedad. Miró hacia el


asiento trasero mientras mi corazón latía descontrolado. Mierda, las bolsas. En ese
momento no había vuelta atrás.

11
—No. Vamos a salir, volveremos —dije firmemente.

—¡Qué mierda dices! Ahora sal del auto o te obligaré.

Que se joda, pensé. Mi miedo se convirtió en rabia. Tenía que detener esto
aunque él pudiera darme algunos golpes. Ya había tenido suficiente. Él intentó abrir
la puerta trasera donde estaba Sam y rápidamente bloqueé la puerta antes de girar y
patearlo para alejarlo del auto, pero era rápido a pesar de estar borracho y agarró mi
tobillo.

—¡Detén esto de una vez y sal del auto! —Apretó fuerte mi tobillo y grité
mientras intentaba sacarme del coche. El sonido fue lo suficientemente fuerte como
para despertar a Sam, quien comenzó a llorar. Me aferré al volante e intenté luchar,
pero solo logré enfurecerlo más, y antes de darme cuenta, estaba a medio camino fuera
del auto.

—¡SUÉLTAME! —grité. No había vecinos en millas a la redonda, o habría


gritado más fuerte. Las lágrimas brotaban y caían por mis mejillas mientras gritaba
una y otra vez, pateando, pero no servía de nada. Con un último tirón, me sacó del
coche. En el proceso, la parte posterior de mi cabeza se golpeó con fuerza, primero
contra el soporte para pies pie y luego contra el concreto.

Esto hizo que el mundo se balanceara por un segundo, solo para volver a
enfocarse con él sobre mí, gritándome en la cara:

—¿¡ME ESTABAS DEJANDO!? ¿¡CON MI HIJO!? —Se sentó a horcajadas


sobre mí antes de que pudiera levantarme y me puso la pantalla encendida del celular
en la cara. Ya no podía contener las lágrimas por mi propia estupidez. Había dejado el
mensaje de texto en la pantalla que había estado escribiendo cuando llegó.

—Isaac, lo siento mucho, pero tiene que ser así. —Comenzó a leer mi texto en
voz alta. Intenté apartarlo con mis caderas, pero era demasiado pesado y solo hizo que
gruñera antes de ejercer más presión sobre mí, haciendo que mi cabeza, que ya estaba
palpitando, se sintiera más pesada. Miré la rueda del auto e intenté mantener la
concentración en ella, en lugar de en su estúpido rostro mientras la lluvia caía sobre
nosotros.

»Mírame. —Cuando me negué, agarró mi barbilla con fuerza y me obligó a


mirarlo mientras leía—: “Creo que es mejor que nos tomemos un descanso. Tal vez

12
las cosas puedan volver a ser como antes. Te amé en algún momento, pero ahora no
estoy tan segura. Por favor, dame un poco de tiempo. Te llamaré.”

Solo vi el destello de un relámpago detrás de él por un instante antes de que la


fuerza de su puño me hiciera cerrar los ojos. Dolió. Mucho.

—Pensaste que podías simplemente alejar a mi hijo de mí y que estaría bien


con eso.

Otro golpe, esta vez una bofetada, y pude sentir que mi ojo izquierdo comenzaba
a hincharse. No fue suficiente para él, así que siguió golpeándome repetidamente.

En algún momento, colocó su otra mano en mi garganta y apretó, dejándome


apenas consciente.

—J-Jódete. —Apenas pude pronunciar el insulto cuando finalmente se apartó


de mí, tambaleándose hacia atrás, respirando como un toro.

—¿Que me joda? ¡Yo te mostraré como hacerlo! —La lluvia ya había cesado, y
si antes estaba borracho, en ese momento estaba sobrio como una piedra mientras
desabrochaba sus pantalones. Salí de mi estado aturdido y comencé a incorporarme.

—Isaac, no lo hagas —sollocé y luego me incliné hacia un lado para escupir la


sangre acumulada en mi boca. Sentía como si se me hubiera salido un diente.

—¿Qué no haga qué, Gabriella? Es demasiado tarde para eso. Nunca me


dejarás y me aseguraré de ello.

Retrocedí mientras él sacaba su miembro erecto de sus pantalones. Todo en mí


dolía y sentía un profundo dolor. Sam había dejado de gritar, pero aún me preocupaba
no tenerlo a la vista. Necesitaba irme. Me puse de rodillas e intenté subir al auto, pero
de repente me agarró del pelo y un dolor abrasador recorrió mi cuero cabelludo. Grité
mientras me levantaba. Golpeándome contra la puerta de Sam, alcancé a verlo
despierto, chupándose el dedo pulgar desde donde mi rostro estaba presionado contra
la ventana. Cerré los ojos cuando Isaac me bajó los pantalones y la ropa interior.

—Esto dolerá. Mucho.

Fue la única advertencia que recibí antes de que me violara una y otra
vez. Esa noche, cuando finalmente terminó, colapsé y perdí el conocimiento

13
sobre el concreto. Me dejó allí toda la noche y al despertar a la mañana
siguiente, Sam estaba gritando en el auto. Nunca intente irme de nuevo.
Aquella noche quedé embarazada junto con tener que ir a la sala de
emergencias al día siguiente por sangrado anal y vaginal. Me desgarró en
ambos lugares, fue la primera vez que tuve sexo anal, tal vez eso era normal,
pero el desgarro vaginal fue peor que cuando tuve a Sam.

Ahora, ya no lucho. En lugar de eso, sonrío como una tonta y sigo


adelante. Otro embarazo. Otro diagnóstico. Otro día va y viene en el que estoy
atrapada viendo su rostro.

Tal ve fue todo combinado, el abuso, la depresión, la soledad. ¿O tal vez


fue provocado por el embarazo? Pero no podía dormir con él. Me obligaba
físicamente a acostarme en su cama, pero no podía permitirme dormir
tranquilamente a su alrededor. Así que no lo hacía. Pasaba días enteros sin
dormir y luego, a veces, caía en un sueño profundo. Me despertaba en la
cocina derramando leche por todo el suelo, o con Isaac golpeándome hasta
que volvía en sí. Sonambulismo. Esa era mi nueva característica que él
pensaba que podía castigar.

Tenía la sensación de que era provocado por mis episodios de


insomnio. Pero ya estaba demasiado ida para poder dormir ahora, incluso si
quisiera, y ya no era porque le temiera. Solo estaba adormecida ante él. Ante
todo. Era como si mis emociones me hubieran abandonado y ya no me
quedara ninguna. Sam haría algo que antes me exaltaba, pero ahora solo
producía una sonrisa en mi rostro. Los grandes eventos ya no me
emocionaban ni me provocaban ninguna reacción emocional. Bodas o
funerales. Solía llorar en ambos. Ahora estaba aquí, viviendo en el infierno y
actuando como si todo estuviera bien por fuera.

No sé por qué no puedo dormir ahora, o por qué no dejaré de estar


sonámbula cuando lo haga.

El timbre de la puerta me saca de mis pensamientos, y dejo a Sam en el


sofá para abrir. La mirilla revela a un tipo guapo, que o es un asesino o un
extraterrestre, porque no había nadie en este pueblo de mierda con tan buen

14
aspecto como él. Fue casi suficiente para hacer que mi corazón diera un
vuelco, como lo hizo antes. Casi.

Asesino o no, abro la puerta, mi sentido común se ha ido junto con mis
emociones. El hombre, que parece tener unos veinte años y es increíblemente
alto, parece sorprendido durante un segundo, pero se recupera rápidamente.

—Disculpe, ¿señorita o señora…? —corrige con acento británico


cuando echa un vistazo al anillo en mi dedo. Su acento hace que mi corazón
se acelere por un segundo—. Estaba buscando a un tal Alaric Michael. —
Levanta una ceja y me mira de arriba abajo. Estoy tan sorprendida por lo
atractivo que es, que solo puedo mirarlo fijamente—. Señorita...

–Oh, eh, no. Solo yo. Bueno, yo y la familia de mi esposo. Quiero decir,
nuestra familia. —Y ahí estoy yo, balbuceando como una idiota. ¿Cuánto
tiempo ha pasado desde que alguien me puso así de nerviosa?

Una genuina preocupación se muestra entre sus cejas e inclina su


cabeza de una manera que resalta su fuerte mandíbula.

—¿Estás bien? —pregunta, y suena genuino. Genial. Estoy a punto de


pasar de ser una idiota balbuceante a una idiota al borde del llanto.

Aclaro mi garganta y esbozo una pequeña sonrisa.

—Estoy bien. Lo siento, pero no hay ningún Alaric aquí y los últimos
propietarios ya fallecieron. A unas cinco millas al sur está la casa de los
Weston. Tal vez ellos puedan ayudar —digo. Mi corazón se acelera ante la
idea de despedir a este apuesto desconocido, pero sé, incluso en mi mente
privada de sueño, que esto no es un sueño o un cuento de hadas. Él no está
aquí para llevarme en sus brazos, sin importar cuánto desee besarlo y ver
cómo se siente ser arrastrada por el romance otra vez. ¿De dónde diablos
vienen estos pensamientos?

Me ofrece una sonrisa educada.

—Bueno, entonces, me dirigiré en esa dirección. Gracias... ¿Señora...?

Trago saliva y le devuelvo la sonrisa.

15
—Gabriella está bien.

Él prueba el nombre en su lengua extranjera, haciendo que mi corazón


palpite y las mariposas salgan de su escondite en mi estómago.

—Gabriella —repite nuevamente antes de levantar una esquina de su


boca en una sonrisa seductora. Me guiña un ojo y luego se da la vuelta. Ahí
es cuando noto el Cadillac Escalade con ventanas polarizadas. Parece nuevo
y su ropa se ve más elegante que cualquier cosa que la gente use aquí. Miro
hacia abajo y veo mi propio atuendo, leggings y una camiseta holgada.
Suspiro. Seguramente mi cabello también parece un nido de pájaros.

Me dedica una última mirada antes de subir a su camioneta y retroceder


por el camino de entrada. Suspiro nuevamente, derrotada por lo que podría
haber sido si no hubiera estado tan cegada por el amor a los dieciséis años. Mi
lápida diría: ‘Aquí yace Gabby, que no terminó con un príncipe, sino con un
villano mientras su alma se descomponía lentamente en una oscuridad
interminable.’

Cierro y aseguro la puerta y vuelvo a mi mecedora.

La vida de Gabby ha sido un desastre, eso es seguro.

16
2010. El año en que me convertí en un Bitten; hace casi diez años. Tenía
veinticinco años.

Vampiro. Como me llamaría la cultura popular.

En ese momento me encontraba en un pequeño pueblo sin nombre, en


algún lugar al norte de la costa de Alabama. Algunos amigos y yo fuimos de
vacaciones a Estados Unidos. Cuando estás en la cima, tienes tiempo y dinero
ilimitado, por lo que viajar al azar a cualquier lugar no es gran problema.
Pensé que sería un buen momento, y mi mejor amigo tenía un amigo en
Internet que decía que las fiestas eran increíbles y las chicas estaban
buenísimas. Su amigo de Internet se llamaba Alaric Michael. Y las fiestas y las
chicas eran geniales, pero solo durante las primeras dos horas.

Alaric Michael y sus amigos nos llevaron a la playa, nos sentamos alrededor de
una hoguera y nos dieron botellas de whisky. El ambiente era alegre entre nosotros, lo
suficiente como para ignorar a algún ruidoso yanqui tocando lo que ellos creían que
era una canción country popular. Las chicas americanas estaban bien. Bronceadas y
borrachas. Fiesteras de principio a fin, y exactamente lo que habíamos venido a buscar.
Estaba observando a una chica morena de cabello rizado con shorts cortos cuando un
grito atravesó la noche.

Sonaba como Derrick. Venía de entre los árboles. Me levanté de un salto junto
con mi amigo y nos dirigimos hacia el sonido a través del bosque. Me pareció extraño
que nadie más se inmutara con el grito. Nadie miraba a su alrededor ni reaccionaba

17
ante eso. Pero Mike y yo lo escuchamos y no perdimos tiempo en dejar nuestras
botellas y seguir el sonido. La luz de la luna era lo único que iluminaba nuestro camino
mientras la luz de la hoguera se desvanecía detrás de nosotros. Mike fue el primero en
adentrarse entre los árboles.

Una figura se materializó frente a mí, derribando a Mike y llevándoselo. Estaba


borracho. Tenía que estarlo. ¿Qué demonios...?

De repente, la figura estaba frente a mí. Un hombre. Alaric Michael. Sangre


cubría su boca y sus dientes, con una sonrisa malévola. Retrocedí solo entonces cuando
me di cuenta de que Mike y Derrick yacían a sus pies. Muertos.

—¡¿QUÉ MIERDA?! —grité, antes de tambalearme y caer sentado en la


arena.

—Te necesitamos. Eres el más fuerte de todos —dijo él.

—¿Para qué? —balbuceé. No importa, no quería saberlo. Antes de que pudiera


responder, me di la vuelta y hui. Al diablo con este lugar.

Me di cuenta demasiado tarde de que dejé a mis amigos. Tal vez alguien me
drogó. Esto no podía estar sucediendo. El pequeño pueblo estaba justo al otro lado de
estos árboles. Lo habría logrado.

Justo cuando rodeaba un árbol, escuché a alguien reírse, casi como si estuviera
justo a mi lado, pero eso no podía ser cierto.

—Déjalo. Me gusta perseguirlos. —La voz de una chica, sonaba como la chica
de la que me estaba por acercar. Miré hacia atrás cuando mi pie por fin encontró el
asfalto. Sonó un claxon y vi una luz blanca. Después, nada.

Han pasado diez años desde que volví aquí. Diez años desde que Alaric
me convirtió en un Bitten después de ser atropellado por un camión en una
autopista aleatoria de Alabama. Pero esta vida es demasiado difícil de vivir y
quiero salir de ella. Necesito recuperar mi humanidad. Día tras día, siento que
mi vida se desliza hacia la locura. Me dijeron que soy inmortal. ¿Cómo puedo
sobrevivir a este tormento diario, anhelando la sangre de quienes me rodean?
Después de matar a la mayoría de mis seres queridos al regresar a Londres,

18
intenté suicidarme muchas veces, pero nada funciona. Sigo aquí. Así que lo
necesito a él. Necesito que me diga cómo morir.

Regreso al lugar donde solía vivir Alaric. El lugar al que nos llevó antes
de ir a la playa esa noche. Pero inmediatamente noto algo extraño cuando
llego. Puedo escuchar una molesta serie animada que se reproduce mientras
me estaciono, incluso antes de salir de mi auto. A veces, tener una audición
muy aguda es una molestia. Puedo escuchar un crujido rítmico. Suena como...
¿una mecedora? El olor es extraño. Demasiado humano y el maldito auto
blanco y viejo de ese bastardo no está en el camino. Llamo al timbre y mientras
espero, escuchando los ligeros pasos acercándose a la puerta, noto las flores
plantadas por todas partes fuera de la casa. Extraño. Definitivamente, no son
obra de Alaric.

El aroma a jazmín me golpea justo cuando se abre la puerta y es


suficiente para casi tirarme al suelo. ¿O es por los labios carnosos y tentadores
de esta criatura? Ignoro el moretón desvanecido que veo sobre su ojo o las
ojeras bajo sus párpados y me obligo a hablar. ¿Cuándo fue la última vez que
olí algo que no fuera sangre al mirar a una mujer hermosa? Y eso es lo que
era. Hermosa. También parecía destrozada. Pero por la forma en que su
corazón reacciona a mi voz, sé que ella no está totalmente perdida. Al menos
no para mí de todos modos. ¿Alguien la estaba golpeando? Un segundo
latido, diminuto y débil, llega a mi oído y sé que está embarazada. Y casada.
Mi corazón no latente parece hundirse ante esto, pero la determinación en sus
ojos, mientras me alejo y su acelerado latido, me dicen que, casada o no, está
tan interesada en mí como yo en ella.

Me detengo en la carretera, pero no voy a donde se supone que debo ir.


En lugar de eso, retrocedo con mi camioneta hacia los árboles, lejos de
cualquier mirada indiscreta, y espero a que oscurezca. Estoy demasiado
intrigado como para irme. El imbécil de Alaric podía esperar. Por ahora.

***

19
Permanezco oculto y acecho a Gabriella durante todo un mes hasta que
llega el momento de actuar.

No estoy del todo seguro de por qué me quedé. Pero ahora estoy
demasiado involucrado observándola como para irme.

Sé que su esposo la maltrata y no tardo mucho en enterarme de sus


múltiples enfermedades mentales, que estoy seguro, son causadas por ese
despreciable abusador. ¿Sabe ella que solo tiene episodios de sonambulismo
y destruye las cosas de la casa cuando él la ha regañado previamente? Ahora
la observo desde de mis gafas de sol, en mi camioneta estacionada, mientras
entra al consultorio con su hijo, Sam. Es un niño muy educado. Me sorprende
para ser un niño. Nunca he podido soportar a los niños, pero parte de mí se
alegra de que sea educado para que su padre no vuelque su ira hacia él. Hoy
lleva ropa normal y maquillaje. Lleva el cabello suelto y rizado, y parece que
tiene algo de vida en ella. Probablemente, porque ha salido de esa casa
deprimente. Se ve preciosa. ¿Por qué no ha dejado al bastardo todavía?

Anoto la fecha y hora de todo lo nuevo que hace, porque normalmente


está apagada, sentada en esa mecedora. Bueno, a menos que sea para cuidar
de su hijo. Incluso sus propias necesidades son ignoradas hasta que su esposo
le exige que se duche. Apenas come. Su embarazo me preocupa, como debería
preocuparle a su esposo. Nunca duerme hasta que su cuerpo la obliga, y aun
así gasta energía cuando lo hace. El pequeño Sam tropieza, su rodilla se raspa
contra el concreto y en un segundo el olor me llega. Normalmente, sería
suficiente para hacerme caer de hambre, pero ahora solo me preocupo por él
y por ella.

—Oh, oh. Ven aquí —le dice, consolando y lo levanta mientras él llora.
Justo cuando intenta mimar a su hijo, la puerta se abre y la golpea. Es un
hombre que acompaña a su propia mujer embarazada.

—Oh, lo siento mucho. ¿Estás bien?

Sonríe cortésmente y veo cómo él le sostiene la puerta para que pasen.


Me pone nervioso. Desearía poder sostenerle la puerta a ella.

20
Maldita sea. ¿Cuándo mis pensamientos pasaron de estar intrigado por
su vida a querer formar parte de ella?

Una vez más, la estoy acechando.

Gabriella.

Lo digo en voz alta, disfrutando de cómo se siente en mi lengua. Amo


el recuerdo que me trae de cuánto le gustó cuando pronuncié su nombre.

¿Quizás podría encontrar una manera de ayudarnos a ambos?

Matar a su esposo. Fácil. Simple.

¿Comprometerme con ella, y con sus hijos también? ¿Cuándo vine aquí
para suicidarme?

No tan simple.

Necesitaba aprender más.

Observar.

Obsesionarme.

Porque ahora no podía simplemente alejarme de ella.

21
No fue necesario decirle al Doctor Martin que algo iba mal cuando fui
a mi cita de los seis meses. Ni bien me miro, inmediatamente me exigió que le
contara por qué parecía tan enferma. Todo salió a flote. Todo. Decidí que era
hora de ser sincera cuando empecé a ver cosas. Bueno, no exactamente cosas,
sino personas, y no realmente personas, sino una persona en particular. El
hombre atractivo que tocó mi puerta. Desde entonces, juro que lo veo en todas
partes. En el reflejo de mi vaso de agua cuando estoy cenando. En la esquina
de la habitación, observándome mientras duermo. Una y otra vez, siento que
lo veo en todas partes. Afuera. Adentro. No importa, siempre está allí.
Siempre vigilando, y siempre sexy como el infierno. Obviamente, tuvo un
gran impacto en mi cerebro privado de sueño, pero de cualquier manera, eso
no era bueno. Necesitaba ayuda. El sonambulismo, era una cosa, pero las
alucinaciones eran un nivel completamente diferente.

Así que fui sincera. Y después de eso, pasé los siguientes veinte minutos
convenciéndolo de que no necesitaba refugiarme en un albergue para mujeres
maltratadas. Después de muchas miradas de preocupación, finalmente dejó
el tema y buscó una solución. Me recetó un medicamento que me ayudaría a
mí y al bebé, a dejar de ser sonámbula. Dudaba de ello. Y aunque era la ayuda
que probablemente necesitaba, no era de las personas que tomaban
medicamentos. Pero lo intentaría. Al menos por el bebé. Especialmente
después de que me señaló todos los peligros a los que estaba exponiendo a mi
hijo al negarle a mi cuerpo el sueño que necesitaba. Me aseguró que las

22
alucinaciones eran un peligro en un cuerpo y una mente privados de sueño.
Era frustrante saber que no tenía un acosador sexy y que ahora me encontraba
en un nivel preocupante de mi salud mental. También me explicó lo peligroso
que podía ser el sonambulismo si no se controlaba. Podría vagar por el
exterior y ser atropellada por un automóvil, aunque estemos en el condado,
pero entendí lo que quería decir: caer por las escaleras o intentar comer y
atragantarme. Siguió hablando sin cesar, pero en mi corazón sabía que estaba
dedicando tiempo extra en mi cita para hacerme entender que esto era serio y
necesitaba ser tratado.

Dejo a Sam en el césped y lo sigo mientras se tambalea, explorando el


patio con ojos curiosos. Los cálidos rayos del sol se proyectan sobre nosotros
a través de los árboles y el clima primaveral trae consigo una agradable brisa.
Una gran inhalación de este clima casi me hace sentir normal, aunque solo sea
por un segundo. Veo cómo arranca algunas hierbas y las lanza al aire con puro
placer. Es adorable y no puedo evitar sonreír también.

—Sam, tu pequeño travieso. La hierba no se arranca —digo mientras


chilla e intenta escapar.

»¡Oh, eso es todo, niño guapo, te atraparé! —Finjo perseguirlo, lo que


provoca que chille más fuerte.

El sonido de un auto entrando en nuestro camino me hace mirar hacia


atrás y veo el Cadillac Escalade negro de hace unas semanas. Mi corazón se
acelera. ¿Él de nuevo? O es realmente un asesino, o alguien me está haciendo
una broma pesada al mostrarme a este hombre hermoso. He estado tomando
mi medicamento, así que esto no era una alucinación, aunque todavía no
estaba durmiendo. Esperaba que fuera real.

—¡Carro! —dice Sam, y le doy un beso en su mejilla. Bien, así que era
real. Lo levanto, acomodándolo alrededor de mi creciente vientre, y me dirijo
al auto mientras el hombre sale. Es como si el sol supiera por dónde iba a
caminar, porque la luz se refleja en sus gafas de sol cuando se las quita de una
manera que lo convierte en un modelo de revista. Su ropa elegante y su auto
lujoso gritan dinero. ¿Qué estaba haciendo aquí de nuevo?

23
—Gabriella —saluda mientras mete las manos en sus bolsillos.

—Lo siento, nunca me dijiste tu nombre el otro día. —Acomodo mejor


a Sam, tratando de contener sus movimientos. Él quiere bajarse, y por muy
atractivo que es este hombre, todavía es un desconocido y podría ser peligroso
para nosotros.

Él sonríe, y el sol brilla en sus dientes de una manera que los hace
parecer más largos por un segundo. No me detengo en eso porque las
malditas mariposas estaban de vuelta.

—Ashton Rush.

Rodaría los ojos por lo perfecto que es su nombre si no estuviera justo


frente a mí. Por supuesto, todo en él es perfecto. Malditos británicos con sus
voces, apariencia y nombres hermosos. Aparté mis pensamientos.

—Ashton. —No puedo evitar sonreír mientras mi estúpido


enamoramiento crece. Su nombre sonaba familiar, pero ignoro la extraña
sensación de déjà vu—. ¿En qué puedo ayudarte? ¿Encontraste a tu amigo que
estabas buscando?

—Ah, sí. Aparentemente, se mudó, pero no es por eso que estoy aquí.

Me agarra de sorpresa, pero muerdo el anzuelo mientras inclino la


cabeza confundida.

—Entonces, ¿por qué estás aquí?

Da un paso adelante, y de repente está demasiado cerca. El aroma de la


colonia Acqua di Gio de Giorgio Armani me llega con una fragancia fresca e
irresistible que hace que mis hormonas se descontrolen al instante. Está tan
cerca que Sam extiende su mano y toca de su camisa, balbuceando mientras
intenta meterse la tela de su camisa blanca en la boca. Inmediatamente, me
disculpo, pero simplemente se ríe y lo pasa por alto. Levantando la mano,
acaricia suavemente mi mejilla. No estoy del todo segura de por qué le
permito hacerlo, ya que siempre me estremezco cuando alguien me toca,
incluidos los médicos, pero su toque se siente.. seguro. Su toque me provoca
deliciosos escalofríos por todo el cuerpo y mi bebé se mueve en mi estómago.

24
—No andaré con rodeos. Te deseo.

—Perdó... —Estoy en estado de shock cuando retrocedo, alejándome de


su suave contacto. Las alarmas de advertencia están sonando, pero algo me
impide salir corriendo.

—No me importa en lo más mínimo tu esposo abusivo, que tengas un


hijo y estés embarazada. —No quiero hacerlo, pero jadeo en voz alta,
simplemente porque mi corazón está acelerado y no sé si esto es real o alguna
fantasía inventada. Hago un recuento mental de cuántas pastillas he tomado
hasta ahora. Desliza su mano por mi brazo hasta llegar a mi mano y la toma
mientras sus ojos marrones se oscurecen. Aquí está el sueño húmedo de
cualquier mujer y ¿me quiere a mí? Pero, ¿por qué? Esto no está bien.

Retiro mi mano y me alejo, ajustando a Sam.

—¡No! —me burlo—. Esto es una locura. No tiene sentido. No te


conozco. ¡Tú no me conoces! —Es atractivo, pero ¿qué hombre en su sano
juicio admitiría que desea a una mujer casada con problemas? Y ¿cómo supo
que estaba siendo maltratada? Niego con la cabeza mientras sigo
retrocediendo hacia la seguridad de mi casa. Bueno, más o menos segura, al
menos Isaac aún no me ha matado. Este tipo obviamente es un psicópata y
bien podría ser un asesino—. Lo siento, esto es una locura y necesitas irte antes
de que mi esposo regrese. —Sé que capta el temblor en mi voz cuando sus
labios se curvan en una sonrisa malévola.

Nunca le des la espalda a un depredador, pero ignoro ese dicho y me


doy vuelta para dirigirme rápidamente a la casa. Él no tiene que detenerme
físicamente porque me quedo clavada en el suelo cuando me llama por mi
nombre.

—Sé que ese idiota no llega a casa hasta que al menos esté bastante
ebrio, y eso es mucho después de las 5 p.m. También sé que te gusta cuando
digo tu nombre. Tu corazón se acelera y puedo oler el deseo que se enciende
dentro de ti. Sé que no soportas mirarte en el espejo más de lo necesario
porque ese idiota te ha hecho creer que eres fea, cuando en realidad eres todo
menos eso. Eres la mujer más hermosa que he visto. Te encanta ver el

25
programa de Sam con el pato y el elefante, pero finges no verlo, incluso
cuando solo estás tú y él en la casa. Odias la mantequilla en tu tostada y solo
la comes con mermelada de frambuesa de al menos de un centímetro de
espesor. Tienes miedo a la oscuridad, pero caminas dormida todas las noches
y cuando lo haces, solo lo haces por las cosas que te ha regañado esposo. Y
cuando no hay nadie cerca y Sam está dormido, te gusta cantar para ti misma,
como una forma reconfortante para el niño que llevas en tu vientre.

Me doy la vuelta mientras los escalofríos recorren mis brazos, pero no


tengo frío. Se acerca a mí a una velocidad inhumana que me deja boquiabierta.
En un segundo está junto al auto y al siguiente está justo frente a mí. Había
estado a unos buenos 2 metros de distancia. Estoy en un estado de conmoción,
pero antes de que pueda preguntar qué demonios fue eso, continúa:

»Te conozco. Te he estado observando desde que llegué por primera vez.
Llámame acosador, psicópata o lo que quieras. Pero finalmente he encontrado
lo único que hace que esta maldita vida valga la pena, y eres tú. Y si hay algo
que debas saber de mí, es que tengo todo el tiempo del mundo y siempre
consigo lo que quiero.

Sam ahora se está quedando dormido con su pequeña cabeza sobre mi


hombro y mis brazos están más allá de adormecidos de sostenerlo. Ashton
acaba de decirme que me ha estado acosando. Que me desea. ¿Habrán sido
reales mis alucinaciones? Todo este tiempo pensé que estaba loca. ¿Realmente
ha estado entrando y saliendo de mi casa? ¿Cómo se movió tan rápido y por
qué asumió que sería tan fácil para mí dejar a Isaac o que yo querría hacerlo?
Ya lo intenté una vez antes y no terminó bien. A menos que Ashton tenga
planeado matarlo, nunca podré escapar. Nunca. Y luego, ¿cómo
sobreviviríamos sin un lugar ni dinero si esta loca fantasía con un desconocido
no funciona?

—¿Por qué pensarías que cualquier mujer cuerda estaría bien con lo que
acabas de decir? Esto es una locura. Necesito acostar a Sam. —Esta vez,
cuando me doy vuelta, logro entrar en la casa, cerrándola detrás de mí antes
de apresurarme a acostar a Sam. Mis nervios están encendidos, y tiemblo
mientras tomo mi teléfono, lista para llamar a la policía, pero algo me detiene.

26
Echo un vistazo por la ventana y aún está aquí. Apoyado en su auto. Con sus
gafas de sol en su apuesto rostro y parece que me está mirando directamente.
Cierro los ojos y trago con fuerza. ¿Qué diablos debo hacer?

¿Qué diablos quiero? ¿Debería llamar a la policía o tomar esto como un


milagro, aceptar su oferta y salir de esta pesadilla con Sam mientras tengo la
oportunidad? He estado tomando mis medicamentos durante una semana,
pero tal vez debería haberlos tomado antes. ¿Estuvo realmente aquí? Si lo
estuvo, obviamente aluciné al verlo moverse tan rápido. Por mis hijos,
necesito tener la mente en orden y estar más saludable para tener alguna
posibilidad de escapar. Un golpe en la puerta me saca de mi dilema.

—Gabriella, abre la puerta, cariño. No soy un producto de tu


imaginación. —Mi corazón late con más fuerza. ¿Cómo sabe lo que estaba
pensando?

Me acerco a la puerta y a pesar de mi autoconservación, la abro. Se pasa


una mano por su cabello negro.

—Puedo ayudarte, Gabriella.

—¿Cómo? —pregunto valientemente, pero siento que mi corazón está


a punto de salirse de mi pecho.

Observo cómo se quita las gafas de sol, y sus ojos cambian de un color
normal a un rojo oscuro. Cuando comienzo a retroceder por miedo, se acerca
y agarra mi mano. Esto no puede ser posible. Los ojos de las personas no
cambian de color, y mucho menos a rojo.

—Así es como puedo ayudar —dice.

Niego con la cabeza mientras retiro mi mano.

—Sea lo que sea esto, no ayudará.

—Solo escucha. —El tono de su voz me mantiene en un extraño trance


y no puedo apartar la mirada del color carmesí de su mirada.

De alguna manera logro superar la repentina confusión de mi mente.

—¿Cómo?

27
El cielo se oscurece mientras una vez más toma mis manos, y de
repente, me jala hacia él. Estoy de vuelta en el trance de sus ojos, de los que
no puedo apartar la mirada y que hacen que mi cuerpo se sienta como si
estuviera flotando en el aire.

—Porque soy un vampiro.

***

Me desmayé.

Al parecer, él me atrapó porque no siento ningún dolor o fractura. Y


me desperté sintiendo una toalla fría en la cabeza mientras yacía en el sofá.

—Ashton? ¡Dios mío, Sam!

Intento incorporarme, pero me detiene mientras miro a mi alrededor.

—Gabriella, Sam está bien. No lo he escuchado moverse ni una vez.


Necesitas descansar. —Su preocupación es palpable, ya que acabo de
desmayarme, pero al mismo tiempo, juré que acababa de afirmar ser un
vampiro. ¿Y por qué confié en él respecto a Sam? ¿Cuánto tiempo estuve
inconsciente?

—Necesito verlo. —Asiente y me ayuda a levantarme del sofá. Me guía


hacia la habitación de Sam, y no puedo evitar sentirme un poco extraña al
respecto. Es un desconocido. Sam está profundamente dormido en su cuna, y
después de confirmar que está respirando, regreso al sofá y él me sigue. El
mareo me golpea y me vuelvo a acostar.

—¿Estás...? —Extiendo una mano temblorosa y toco su brazo. Es real o


mi imaginación es altamente creativa.

—Soy real. Y lo que te dije es un hecho.

Me rio.

Y sigo riendo hasta que las lágrimas brotan de mis ojos.

28
—Gabriella. —Su voz irritada detiene mi risa.

Me aclaro la garganta y me ayuda a sentarme.

—De acuerdo. Lo siento. Es solo que ofreciste tu ayuda, ¿verdad?


Quiero decir... —Sacudiendo la cabeza, intento reunir mis pensamientos—. ¿Y
me has estado acosando? —No le doy oportunidad de responder—. Y luego
dices que eres un vampiro. Si realmente me has estado acosando, sabrías lo
trastornada que ya estoy. No entiendo cómo alguien que está igual de loco, o
incluso más, podría ayudarme de alguna manera. ¿Te das cuenta de lo
absurdo que es toda esta situación? Estás en mi casa en este momento, y si
eres un vampiro, ¿por qué no nos has matado aún? Y no eres de aquí.
¿Realmente viniste alguna vez por un amigo? Hay muchas cosas que no
tienen sentido. No entiendo. Demuéstrame algo que tenga sentido.

—No creo que estés enferma, Gabriella. Creo que tu esposo te aterroriza
tanto que no quieres cerrar los ojos cuando te obliga a dormir a su lado por la
noche. Eso causa tus problemas para dormir. Si fueras más feliz, estarías bien.

Me burló.

—Eso ya lo sé. No estás demostrando tu caso.

—¿Mi caso de vampiro? —pregunta, y dos colmillos largos y afilados


descienden mientras lo hace.

Me sobresalto, más por incredulidad que por el pánico. Empiezo a


levantar mi mano.

—Necesito...

—¿Tocarlos? —pregunta con una voz profunda que me excita aún


más—. Adelante, Gabriella. —Agarra suavemente mi mano y la levanta,
haciendo que me dé cuenta de que ya no tiembla.

—Esto es una locura —susurro mientras guía mi dedo para deslizarlo


por uno de sus colmillos. Tiemblo al mismo tiempo que él.

—¿Necesitas más pruebas? —Coloca suavemente mi mano de vuelta en


mi regazo. Se mueve desde su lugar en la mesa de café para sentarse a mi

29
lado. No puedo ignorar lo cerca que estamos ni cómo su pierna cálida
presionándose contra la mía me afecta. ¿Debería bajar mi vestido que se ha
subido? Miro sus ojos, que se han oscurecido significativamente desde que lo
he tocado, y me muerdo el labio. Se acerca más a mí y mira hacia donde mi
mano juega con el borde de mi vestido con una sonrisa burlona. Me doy
cuenta de que sus colmillos ya no se notan. Nunca había visto unos labios tan
llenos y atractivos en un hombre. Sigo mirándolos mientras siento que estoy
perdida en un trance. Trago con dificultad.

—¿Sientes eso, Gabriella? —susurra.

—¿Sentir qué? —Mi voz está sin aliento.

—Se llama compulsión. —He visto suficientes películas de vampiros


para saber qué es eso, y sinceramente, no me enfada en lo más mínimo que lo
esté usando conmigo. Puedes llamarlo estúpido y peligroso, pero esta criatura
oscura, de otro mundo y hermosa frente a mí, es todo lo que siempre he
deseado.

—Cierra los ojos. —Se cierran como si lo obedecieran solo a él.

—Ahora... —Coloca su mano cálida y fuerte, suavemente en mi muslo.


Inhalo sorprendida—. Bésame.

Antes de que pueda abrir los ojos, sus labios se estampan contra los
míos. Inhalo una respiración sorprendida, pero el sabor a menta junto con su
lengua sedosa asaltan mis sentidos, y no puedo resistirlo incluso si quisiera.
Estoy tan perdida en él, y debería preocuparme porque lo beso en lugar de
comportarme como la mujer casada que soy. Nunca me han besado así, menos
mi esposo, ni siquiera en nuestros días buenos. Nunca he sentido cómo
alguien juega hábilmente con su lengua sobre la mía como él lo hace.
Conquistador, impresionante, al mismo tiempo sexualmente compasivo.
Todo esto proviene de su boca, no puedo imaginar lo que el resto de él puede
hacer. Aprieta suavemente mi muslo, haciendo que gima en su boca debido
al placer que me recorre. Gruñe ante el sonido y muerde mi labio. Mis manos
vuelan por su cuenta hacia su cabello porque de alguna manera esto está
pasando de una tormenta a un tornado. Estamos fuera de control. ¿Su

30
compulsión me está haciendo actuar así o es simplemente el calor que
generamos por nuestra atracción desenfrenada? Tan rápido como empieza,
de repente se separa de mí y yo jadeo con fuerza, intentando recuperar el
aliento.

¿Eso realmente sucedió?

Toco mi labio y miro ardiente mirada.

—¿Eso se siente lo suficientemente real para ti, cariño?

***

Me besó.

Ashton me besó.

Los escalofríos recorren mis brazos y mis pezones se endurecen bajo mi


sostén mientras pienso en sus manos fuertes apretando mi muslo. Después de
besarme, se marchó. No hubo más explicaciones sobre su discurso de “te
necesito”, simplemente apareció con un beso alucinante y luego se fue. Sus
palabras se repiten una y otra vez en mi mente. ¿Eso te parece lo suficientemente
real, cariño?

Ha pasado un mes desde aquel beso, su seducción y sus palabras. Desde


entonces, viene todos los días mientras Isaac está fuera. Pasa el día conmigo y
con Sam. No intenta besarme de nuevo. Hablamos de tonterías, pero es
increíble. No solo es extremadamente agradable a la vista, sino que tampoco
ha intentado apresurar su declaración de que me quiere. Le dije que me sentía
culpable por el tiempo que pasamos juntos. Ya sea que esto sea solo una
amistad o algo más, no puedo dejar de mirar por encima del hombro,
preocupada de que Isaac pueda aparecer en cualquier momento. Me aseguró
que no me preocupara porque técnicamente no estamos haciendo nada malo.
No estoy segura de que mi esposo lo vea de esa manera.

31
Pero habíamos hecho algo mal. Nos besamos. Compartimos miradas
que solo los amantes comparten. Y Ashton es todo en lo que puedo pensar,
incluso mentalmente está mal. Además, deseo desesperadamente que me bese
de nuevo, tanto que físicamente me duele cuando pienso en él. También lo
sabe él. Puedo verlo en la forma en que me roza accidentalmente al pasar o en
cómo me mira como si yo hubiera colgado las estrellas. Mis mariposas en el
estómago y mis risitas tontas no han disminuido, sino que han empeorado.
Ahora me levanto todos los días y arreglo mi cabello y mi maquillaje. Si Isaac
se ha dado cuenta, no ha dicho nada. También he vuelto a sonreír y mis
episodios de sonambulismo han desaparecido. Podría ser por mi medicación,
pero juro que es él. Es como si me hubiera devuelto la vida, y aunque todavía
estoy atrapada en este matrimonio abusivo y sin amor, está empezando a
derretir mi decisión de huir con él. Siento que aún no lo conozco lo
suficientemente bien como para arriesgar el bienestar de Sam. Aún no.

—¡GABBY! ¡Qué demonios te pasa! —Estaba distraída de nuevo. Me


sacudo para salir de ello mientras Isaac arrebata la espátula de mi mano. Un
pequeño hilo de humo se levanta de las chuletas de cerdo y un olor quemado
llena el aire. Froto mi vientre para calmar al bebé que se está moviendo y
retrocedo.

—Lo siento —murmuro, esperando que descargue su ira contra mí.


Pero aparte de una mirada de enfado, no se mueve para golpearme.

—En fin. —Agarra su cerveza de la encimera y da un sorbo antes de


volver a cocinar, que es lo que yo estaba haciendo. Parece estar de buen humor
de repente, incluso emocionado. Nunca quiere hablar conmigo, solo grita, y
ahora de repente está hablando sobre el trabajo. Estoy confundida y un poco
asustada por esto, así que me quedo callada—. Le dije a ese hijo de puta que
yo era el jefe de obra y que si tenía algún problema con mi forma de llevar las
cosas, que se largara. Entonces lo pensé mejor y despedí a ese imbécil después
de comer. Odio a los niños idiotas de esta ciudad. Todos los niños que estos
idiotas están criando por aquí no valen nada. Simplemente, inútiles. Pero
puedo decirte algo. —Me mira y señala el utensilio de cocina hacia mí. Me
tenso, sin quererlo, pero lo ignora o no se da cuenta y continúa—: Ninguno
de mis hijos se va a comportar así, me aseguraré de ello. Y tú también.

32
Asiento simplemente. Quiero gritarle, pero, en cambio, me mantengo
tranquila. Quisiera decirle que no tendrá nada que ver con la educación de
nuestros hijos y con su influencia para que sean como él. Deseo poder
enfrentarlo. El odio que siento hacia él crece y crece. Cuando no logra obtener
una reacción o respuesta de mí, resopla antes de lanzar la espátula en la
encimera.

—Termina de cocinar esto como es debido y tráeme otra cerveza. —


Luego sale de la cocina y suelto el aliento que no sabía que estaba conteniendo.

La cena termina sin incidentes, pero no puedo sacar a Ashton de mi


mente, incluso al punto de que me sorprendo mirando por la ventana,
preguntándome si está allí observándome como afirmó haber hecho. Intento
ignorar los pensamientos sobre él y me dirijo a la cama. No estoy segura si es
por los nuevos medicamentos o por el crecimiento del bebé, pero me quedo
dormida. Isaac se irá a trabajar y podré ver a Ashton. Es en lo que dejo que mi
mente se envuelva una y otra vez mientras me quedo dormida. Hasta ahora,
los pensamientos sobre él han mantenido a raya los episodios de
sonambulismo maníaco.

***

Naranja. Rojo. Caliente.

Naranja. Rojo. Caliente.

Naranja. Rojo. Caliente.

—Señora, señora, ¿está bien?

Inhalo y me encojo ante el ardor que me llena los pulmones y la


garganta. Toser es aún más doloroso. Siento los ojos como papel de lija cuando
los abro y veo que me habla un técnico de urgencias.

—Por favor, señora, debe mantener la máscara puesta.

¿Máscara?

33
—No se supone que debas despertar a alguien sonámbulo —murmura
una paramédica femenina al hombre parado frente a mí. Rechazo la máscara
de oxígeno.

Él le lanza una mirada condescendiente.

—Lo sé. No lo hice, simplemente se despertó.

Vuelve a mirarme y baja mirada hacia algo unido a mi dedo.

—Señora, necesitaremos aumentar su nivel de oxígeno o me temo que


tendremos que llevarla al hospital.

—¿Qué pasó? —Todo está borroso, duele, y mi voz apenas se escucha.


De repente, mi visión se aclara por completo y los sonidos fuertes se oyen de
golpe. Los bomberos entran y salen de nuestra casa llevando objetos
ennegrecidos. Miro hacia la otra ambulancia y veo a Isaac sosteniendo a Sam,
hablando con un paramédico que les está revisando los signos vitales. Mi
corazón se hunde.

¿Un incendio? Pero yo...

Los colores... eran llamas. Estaba prendiendo fuego a algo. En la cocina.

Dios mío, ¿qué hice?

El paramédico vuelve a intentar convencerme de que me ponga la


máscara. La coloco contra mi rostro de forma automática mientras veo a Isaac
lanzarme miradas asesinas desde el camino de entrada. No lo culpo. Esto se
me fue de más manos..

Podría haber matado a mis hijos.

34
No creo en el destino. O al menos no lo hacía hasta ahora.

Gabriella habría muerto si no hubiera estado allí esta noche. Si no


hubiera regresado a Estados Unidos. Demonios, si ni siquiera me hubieran
convertido en primer lugar. Pero estoy aquí y es algo bueno porque ese
desgraciado estaba a punto de dejarla morir. Después de ese beso, me instalé
en un motel local. Ella lo selló. Selló su maldito destino cuando probé sus
labios y supe que tenía que ser mía para siempre. Llamé a casa a Mary, mi jefa
de servicio, y estaba organizando los pasaportes. Los sacaría a Sam y a ella
sanos y salvos, aunque fuera lo último que hiciera. Pero desafortunadamente,
debido a mi rostro y nombre, tenía que hacerlo legalmente. O al menos hacer
que pareciera legal. Me quedé atascado durante demasiado tiempo. Me
preocupé demasiado por los detalles. No se suponía que debía estar aquí por
tanto tiempo, y cada día que posponía sacarla de esa casa era otro día que algo
podía pasarle. Quería que ella, Sam y este nuevo bebé tuvieran todo lo que
desearan. Iba a transformar toda un ala de mi finca solo para ellos.

¿Cómo estaba tan seguro de que era la indicada?

Lo podía oler en su sangre.

Estaba destinada a ser mía para siempre.

Llámalo algún talento sobrenatural o lo que sea, pero lo supe en lo más


profundo de mis huesos desde el primer segundo en que la vi.

35
Estacioné mi camioneta en mi lugar habitual apartado en el bosque y comencé
a caminar hacia su casa. Demonios, ese beso me tenía tambaleándome, por lo que me
fui inmediatamente después para no hundir mis dientes en su cuello. Si no fuera por
mi naturaleza, habría tocado cada centímetro de ella en ese mismo instante. Sus
gemidos atormentarían mis sueños hasta que pudiera volver a oírlos. En ellos me
concentraba cada día que pasaba con ella mientras organizaba su llegada a mi casa.
Salí de mis pensamientos cuando me di cuenta de que algo andaba mal. Una alarma
de incendios. Enfoqué mi audición en la casa.

—911. ¿Cuál es su emergencia?

—Hay un incendio, ¡no puedo encontrar a mi esposa, pero logré sacar a mi


hijo! ¡Por favor, ayúdenme! —La voz del desgraciado se escuchó a través del teléfono,
pero mientras me acercaba corriendo a su casa, aún oculto entre los árboles, no parecía
estar preocupado. De hecho, el muy imbécil estaba afuera en el camino de entrada
cuando hizo la llamada, y lo vi manchando sus mejillas y las de Sam. Por lo que sabía,
él mismo había prendido el fuego y la había atrapado allí. Planeó esto. ¿Pero por qué
matarla? Debería haber hecho que Mary verificara si Gabriella tenía póliza de seguro.
Caminé de un lado a otro frustrado. Entonces pude ver el humo saliendo de la casa
por las grietas que pudo encontrar. Necesitaba sacarla de allí. El humo puede matar
tanto como el fuego. ¡Mierda!

Ya no podía quedarme allí y esperar, así que corrí hacia la parte trasera de la
casa y entré por una ventana que había dejado sin seguro. Un espeso humo negro
colgaba en el aire justo debajo del techo mientras la alarma de incendio sonaba. No
podía encontrar el fuego ni escuchar los latidos de su corazón para localizarla. Era
algo bueno que técnicamente estuviera muerto, ya que el humo me haría toser y luchar
por respirar. Corrí con pánico por la casa, abriendo puertas de golpe, buscando en los
armarios. ¿Dónde demonios está? Maldición. Mi pecho estaba apretado y no era por
el humo. No podía recordar la última vez que había estado tan asustado. ¿Por qué
diablos no la había llevado a ella y a Sam a un lugar seguro cuando tuve la
oportunidad?

Al entrar apresuradamente en la cocina, la vi parada allí, lavándose las manos


de en el fregadero. ¿Qué diablos? La llamé por su nombre, pero continuó actuando
con una mirada inexpresiva y distante en su rostro. Maldita sea, estaba sonámbula.

36
¿Lo hizo ella? Sacudí esos pensamientos de mi cabeza. Amable gesto de Isaac al salvar
a su esposa. La levanté con facilidad. Mi fuerza y capacidad muscular son
sobrenaturales desde que fui convertido, por lo que para mí era tan ligera como una
pluma. Comenzó a forcejear en mis brazos un segundo antes de desmayarse, y me
sorprendió que el humo no la hubiera alcanzado antes. Me apresuré a salir con ella
por la ventana trasera mientras las sirenas de los camiones de bomberos se hacían más
fuertes. No quería dejarla, de verdad que no quería. Pero era demasiado pronto para
revelarme a Isaac. Necesitaba tenerlos a ella y a Sam listos para irse sin ningún
soborno legal una vez que los rescatara, y mi rostro es demasiado reconocible.

Los paramédicos rodearon a Isaac y Sam, mientras él hacía un buen espectáculo


llorando y actuando como si necesitara que lo detuvieran para no entrara a salvar a
su esposa. Quería arrancarle la columna vertebral, pero en su lugar, escuché la
respiración de Gabriella y la mecí en mis brazos. Se veía tan pequeña y su precioso
rostro estaba negro por el humo. Justo cuando los bomberos entraron por la puerta
principal, la tumbé con cuidado en el suelo antes de darle un suave beso en la cabeza
y palparle el vientre. El bebé dio una patada y sentí un gran alivio. Ahora solo quería
llevármela, pero no lo haría, no se iría sin su hijo y quería que recibiera atención
médica. Necesité todas mis fuerzas para desaparecer, pero lo conseguí y permanecí
oculto entre los árboles. Ni siquiera miré las quemaduras que cubrían mis brazos hasta
que un bombero la encontró y la llevó a la ambulancia. Sabía que por ahora estaba a
salvo. Pero, ¿por cuánto tiempo?

Abro mis correos electrónicos y trato de leerlos mientras me apoyo


contra la pared del hospital en la sala de espera. Mantengo la cabeza baja para
no ser reconocido. Aunque no sé cuánta gente de la población de Estados
Unidos realmente sigue a la familia real del Reino Unido, tal vez nadie aquí
me reconocerá. El sonido de una puerta que se abre y se cierra me hace
guardar mi teléfono en mi bolsillo. Había encontrado su habitación antes, para
saber dónde enfocar mi audición.

—Señor Davis, soy el Dr. Horton. Las radiografías de tórax y los


escáneres mostraron que su esposa sufrió algunos daños por la inhalación de
humo en los pulmones. Mínimos, pero el dolor es intenso, por eso la tenemos
sedada con antibióticos y analgésicos.

37
—Por supuesto, ¿y el bebé? —pregunta Isaac.

—Parece que el bebé está bien, pero tiene ordenado un ultrasonido para
estar seguros, ya que está teniendo pequeñas contracciones. La estamos
vigilando de cerca y tenemos los monitores conectados por si acaso.

—Así que, daño en los pulmones, ¿qué significa eso? —Una nueva voz.
Me pongo alerta. Es una mujer. Mayor. ¿Su madre? Abro el informe de
investigación que Mary me envió el primer día que la vi y lo repaso hasta
encontrar una foto de una mujer mayor subiendo a un automóvil. Su madre
es.. la Sra. Stanford. Correcto.

Presto atención de nuevo y me doy cuenta de que me perdí su


respuesta.

—Oh, lo siento. Soy su madre.

Se intercambian más palabras amables con el médico informándoles


que Gabriella deberá ser hospitalizada por orden de su ginecólogo durante al
menos 48 horas. Casi me deslizo por la pared, aliviado. Gracias a Dios. Al
menos estará a salvo durante un par de días, y eso significa que tendría tiempo
para trabajar y obtener los documentos que necesitaba. Se desata un debate
entre su madre e Isaac sobre quién cuidará a Sam mientras se repara la casa y
Gabriella está en el hospital. Me acerco lentamente, preparándome para
patearle el trasero si intenta algo, pero finalmente Rebecca gana el debate y se
lleva a Sam. Es un alivio adicional. Ahora ambos están a salvo.

Ahora que eso está resuelto, solo necesito finalizar un par de


documentos. Proveniente de una familia adinerada y además uno de los
magnates más importantes, la prensa haría fiesta una vez que se enteraran de
una mujer y un niño bajo mi cuidado. Desmenuzarían sus vidas y lo
expondrían todo al público, así que vivir conmigo tendría que hacerse
estratégicamente. Tan estratégicamente, de hecho, que estaba haciendo que se
redactaran nuevas identificaciones junto con certificados de nacimiento,
pasaportes y números de seguro social. Todo. La única razón por la que me
había librado de la atención de los medios hasta ahora era porque los hice
creer que estaba de vacaciones en los Alpes.

38
Bajo la cabeza cuando Isaac pasa junto a mí después de obtener el
número de teléfono de una enfermera. ¿Qué tan malditamente horrible tienes
que ser para engañar a tu esposa mientras está en el hospital? Me concentro
nuevamente en su habitación. El aumento del pitido de un monitor captura
mi atención. Guardo mi teléfono en el bolsillo y me dirijo a su habitación justo
a tiempo para ver a un equipo de enfermeras entrar apresuradamente. Esto
no puede ser bueno. Intento entrar rápidamente al mismo tiempo.

Una enfermera sujeta mis hombros, deteniéndome repentinamente.

—Señor, lo siento, pero tendrá que quedarse aquí afuera.

—¡Soy familia! —Me suelto de su agarre e intento pasar junto a ella.


Solo puedo ver a las enfermeras levantando su bata para examinar sus piernas
superiores y su vientre. La puerta se cierra y no puedo ver nada, lo que me
pone en pánico. Intento escuchar, pero ya no puedo oír los latidos del corazón
del bebé y comienzo a desesperarme. No. No. ¡Maldita sea, no! Señor, que no sea
esto. De repente, más de un enfermero me empuja.

—Señor, tendrá que quedarse aquí afuera. Familia o no, insistimos.

Los ignoro y camino de un lado a otro junto a la pared opuesta a su


habitación. Solo puedo escuchar ciertas frases y palabras médicas, ninguna de
las cuales entiendo. Pero por el frenético movimiento del personal entrando y
saliendo de su habitación, puedo imaginar que nada de esto es bueno. De
repente, la están llevando en una camilla fuera de su habitación. Aún está
inconsciente y mi corazón se hunde al ver toda la sangre que acabo de oler.
Su frecuencia cardíaca está elevada y aún no puedo escuchar los latidos del
bebé. Está claro lo que ha sucedido. Levanto un puño tembloroso hacia mi
boca para contener mi dolor. Cristo, después de todo esto, si pierde al bebé,
la destrozará. Camino de un lado a otro, y después de tres horas, finalmente
la están devolviendo a su habitación original. Ahora lleva una nueva bata y
está completamente limpia, pero aún está dormida. Excepto que esta vez la
tienen sujeta con correas de cuero en las muñecas.

¿Qué demonios está pasando?

Escucho a las enfermeras sujetándola después de que la puerta se cierra.

39
—Pobrecita.

—Pobre, ¿qué tipo de madre intenta suicidarse junto con su familia?


Pobre bebé, pobre alma.

Inhalo profundamente. ¿Eso es lo que el bastardo les dijo? ¿Qué ella


intentó matarse a sí misma y al bebé? Va a lamentar el día en que nació por
esto. No me iré hasta que la vea consciente y luego lo despedazaré. Mi teléfono
vibra en mi bolsillo, interrumpiendo mis planes de asesinato. Mary. Bien.
Espero que esos documentos estén listos.

—Mary, ¿qué conseguiste?

—Lo siento, Sr. Rush. Soy el Oficial White. No estábamos seguros de


cómo contactarlo, así que usamos el teléfono de su finca.

Se me hiela la sangre. Más fría de lo que ya está. Tengo mi propia


seguridad, entonces ¿qué hacen los policías en mi propiedad? ¿En mi hogar?

—Continúe. —Trago mis nervios y adopto un tono de negocios.

—Lamento informarle, pero hubo un robo en su finca. Esta noche


fueron asesinados tres personas de su personal de seguridad, una limpiadora
y el jefe de su finca.

***

La cultura popular te haría pensar que los vampiros, o los Bitten, no son
más que seres sin alma. Que no tenemos sentimientos. Almas. Cuán
equivocados pueden estar. Porque nosotros, nuestros cuerpos y emociones
son más que los de un humano normal. Oímos más. Gustamos, sentimos y
abrazamos más. Amamos más.

Mary fue la mujer que me crio desde que era un bebé. Fue lo más
cercano a una madre que tuve mientras crecía y mi mejor amiga. Mi
confidente, la única persona que conocía mi naturaleza después de
convertirme y lo que realmente le sucedió a mi familia. Y ella era a quien

40
estaba emocionado por presentarle a Gabriella y Sam. ¿Fue un trato comercial
que salió mal? A veces mi negocio se adentraba en el mundo oscuro, pero con
la cantidad de dinero que tengo, siempre pude cubrir mis rastros. Nadie se
había atrevido a enfrentarse a mí o a mi dinero, ¿entonces por qué ahora?

No sé cuánto tiempo permanezco sentando junto a la fuente del hospital


hasta que mi mente acelerada finalmente se calma. Pero cuando finalmente
vuelvo en mí, tengo treinta y seis llamadas perdidas, más mensajes de texto y
correos electrónicos de los que puedo contar. No llegas a donde estoy
ignorando tus asuntos. Bueno, llegué aquí por defecto después de matar a mi
familia, pero aun así. Tenía la intención de mantener el negocio familiar
intacto y me había ido demasiado tiempo. Nada de esto habría sucedido si
hubiera estado en casa. No sé si Gabriella está despierta, pero necesito
comprobarlo antes de irme. Y tendré que irme para resolver esto. Lo cual
afectaría todo esto. ¿Cómo puedo dejarla ahora cuando su mundo entero está
explotando? Pero tengo que regresar y darle a Mary el entierro que se merece.
Así como a todo mi personal. Esto no quedará impune, y para lograrlo,
necesito estar físicamente allí. Sin embargo, tengo un avión privado. Aún
puedo llevarlos y asegurarme de esconderlos bien hasta que se completen los
documentos.

Escucho por un momento para asegurarme de que está sola antes de


abrir lentamente la puerta. Su inhalación confirma que está despierta. Al
principio me cuesta mirarla a los ojos porque no sé qué decir. No sé qué puedo
decir para mejorar las cosas.

—Debería haberlos sacado a ustedes de esa casa mientras tuve la


oportunidad.

Finalmente, la miro y mi corazón se aprieta aún más en mi pecho que


cuando lo apuñalé, tratando de matarme. Realmente me desgarra. La tristeza
pura que emana de ella podría matar a alguien. Las lágrimas corren por su
rostro, pero no puede secarlas porque está atada. Malditos bastardos. Sus ojos
marrones parecen estar perdiendo vida con cada lágrima y su cabello marrón
ha perdido su brillo y cae en mechones alrededor de su rostro. Me destroza,
pero no sé cómo ayudarla. Solo quiero abrazarla, pero no estoy seguro de si

41
será bien recibido en este momento. Trago saliva con dificultad, dándome
cuenta de que tal vez no debería haber comenzado con eso.

—Gabri...

—No. —Sus manos se aprietan en sus ataduras.

Me acerco.

—Déjame quitártelas.

—No. Las necesito —solloza y no puedo soportarlo. Me acerco más y le


seco el rostro, y aparto su cabello. No me mira y lucho por no sentirme herido
por eso. No estoy seguro de qué más decir por ahora, así que no digo nada.

—Él les dijo que intenté suicidarme. —Ya lo sé, pero no digo nada, solo
me inclino y beso su cabeza—. No lo hice. —Su voz se aprieta mientras
empieza a llorar más.

—Lo sé. Lo sé, cariño. Lo sé.

Niega con la cabeza.

—¡No, no lo sabes! Por mi culpa, él... —Se calla y ahora llora con más
fuerza. Respiro entrecortadamente, me siento a su lado y la sostengo lo mejor
que puedo. No la obligo a decirlo. Perder un hijo a cualquier edad gestacional
debe ser devastador. Ella estaba de siete meses. No puedo ni imaginármelo.
Ni siquiera soy el padre y siento su pérdida en el alma a través de sus sollozos
desgarradores. Joder, por qué no me la llevé cuando pude. Por qué no me quedé. Por
qué. Joder. ¿Por qué?

Cuando se calme, sé que tengo que decírselo. No me anduve con


rodeos con ella sobre que quería que fuera mía y ahora no puedo.

—Tengo que volver a mi finca en el extranjero. —Paso una mano por su


rostro, y la miro a los ojos—. Ha surgido algo y quiero llevarte conmigo. La
cagué antes al no sacarte de esa casa. No quiero volver a cagarla. Ven
conmigo.

Frunce el ceño.

42
—Yo no...

Sé que está a punto de argumentar que no me conoce.

—Me conoces, Gabriella. Piensa cinco segundos. No solo hemos pasado


todo este tiempo juntos, sino que nos deseamos. ¿Por qué negarnos, y puedes
decir sinceramente que no sabes quién soy fuera de nuestras visitas? —Puedo
ver las ruedas girando en su mente—. Piénsalo. ¿Honestamente no conoces a
nadie del Reino Unido llamado Ashton Rush? ¿La familia Rush? Los Rush...

—Dios mío. —Inclina la cabeza hacia atrás, con los ojos muy abiertos—.
La finca Rush, el accidente. ¡Eres de la familia real! —Se echa hacia atrás lo
mejor que puede desde su posición atada, como si yo fuera un leproso.

—Shh. —Echo un vistazo detrás de mí y espero a hablar hasta que oigo


pasar a una enfermera por su habitación—. Sí, sí.

—Eres un... —Hace una pausa, con una mirada conflictiva—. Vam... —
Ahora me doy cuenta de lo que intenta decir y no puedo evitar suspirar.

—Sí, cariño. Un vampiro. Ya lo hemos hablado.

Asiente robóticamente.

—Y eres rico, ¿incluso de la realeza?

—Sí.

—¿Y me quieres a mí?

Me doy cuenta qué debido a la conmoción de su situación, debe estar


repasando y revisando todos los detalles que ya conocía. Tiene todo el
derecho a seguir mirándome como una psicópata, pero no tengo tiempo para
consolarla.

—Sí que lo tengo. Tiene que ser mejor conmigo que con él, ¿no?

Veo cómo se muerde el labio inferior y no puedo evitarlo, me inclino


hacia delante y se lo beso suavemente antes de retirarme. Joder, ese pequeño
contacto casi me vuelve a encender el corazón.

43
—Yo me ocuparé de Isaac. Traeré a Sam y podremos irnos. Te
mantendré a salvo. Te proporcionaré todo lo que quieras, pero no tenemos
mucho tiempo.

Niega con la cabeza.

—No puedo irme a menos que sepa que tengo a Sam sano y salvo, e
Isaac nunca me dejará irme de todos modos. —Su barbilla se tambalea y otra
lágrima corre por su mejilla—. Quiero... necesito enterrar a mi hijo, Gabriel.

Joder, soy idiota. Como un idiota, no había pensado en eso.

—Está bien. Y si te doy unos días y lo dejamos descansar, nos llevamos


a Sam... ¿sí? ¿Entonces vendrás conmigo? Puedo pagar por todo. Podemos
darle un entierro apropiado, el mejor.

Parece indecisa y eso me revuelve las tripas.

—No puedo aunque quisiera, Ashton. —Mira las esposas de sus


muñecas—. Me van a ingresar en el Hospital Psiquiátrico del Oeste después
de que el médico de la UCI me dé el alta. Isaac es mi apoderado médico.

—¡Hijos de puta! ¡Joder! —Me pongo de pie y me agarro el cabello


mientras intento pensar. Si María estuviera aquí, podría llamar y arreglar esto.
Tal y como está ahora ni siquiera estoy seguro de qué documentos ha
conseguido, si es que ha conseguido alguno.

—De acuerdo. —Me acomodo y me giro hacia ella.

—Ve y ocúpate de lo que necesites. Yo estaré bien —dice, con su voz


llena de dolor, rompiendo más mi corazón. Me inclino y vuelvo a besarla.

—Volveré pronto, me ocuparé de Isaac y los sacaré a los dos de aquí. Te


lo prometo.

No parece convencida, pero asiente con la cabeza mientras moquea.

»Todo esto acabará pronto. Te lo prometo. —Le doy un beso en la frente


y salgo por la puerta antes de cambiar de opinión y llevármela de todos
modos.

44
45
El pitido de un monitor me despierta. Lo último que recordaba era sostener la
máscara de oxígeno contra mi rostro y luego nada. Estaba atada a una cama de
hospital, y cada inhalación de aire sentía como si mis pulmones se estuvieran
desgarrando. Tenían mis muñecas y tobillos sujetos. ¿Por qué? Luché por
incorporarme y de inmediato sentí algo extraño en mi estómago. El peso al que estaba
acostumbrada se había ido. Miré hacia abajo y vi que mi estómago tenía la mitad del
tamaño de antes, de repente sentí un fuerte dolor en mi vagina.

¿Dónde estaba mi bebé? Intenté mover mi mano para sentir mi estómago,


estómago que ahora me di cuenta de que estaba completamente vacío. Un pánico se
apoderó de mí cuando las correas me impidieron tocar mi vientre, y al moverme solo
hizo que algo saliera de mí. Por el dolor, supuse que era sangre. Miré frenéticamente
a mi alrededor. No había señales de que hubiera nacido un bebé en mi habitación, pero,
de nuevo, el bebé aún habría sido prematuro. ¿Tal vez estaba en la UCIN 1? Divise el
botón rojo de llamada enrollado alrededor del riel de la cama, justo encima de mi mano,
y lo presioné una y otra vez, como si mi vida dependiera de ello. En este momento, así
era. Cuanto más respiraba, más me ardían los pulmones, pero no me importaba. Tosí
y un llanto escapó de mis labios por el dolor que recorría por mi cuerpo. Garganta,
pecho, corazón, torso, piernas. ¿Dónde estaba mi niño?

—Alguien vendrá enseguida —escuché una voz tranquila de mujer desde


algún lugar detrás de mi cama, lo que me hizo saltar mientras comenzaba a

1
Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales.

46
hiperventilar de miedo. La acción hizo que los monitores a mi alrededor aumentaran
su pitido.

Una puerta se abrió y una enfermera con el cabello rubio corto entró, detrás de
ella venía una enfermera con cabello largo y castaño. La rubia me alcanzó primero y
presionó un botón en el molesto monitor, mientras que la otra enfermera levantó mi
bata, miró debajo y luego comenzó a presionar mi estómago. Oh Dios, eso es lo que
hacen después de que tienes un bebé. Así que era real. No estaba en mí. Había nacido,
pero nadie me felicitaba, ¿y por qué estaba atada? No podía dejar de preguntarme esto.
No entendía lo que estaba sucediendo. Me estremecí por el dolor punzante que surgía
de la presión que la enfermera causaba.

—¿Puede calificar su dolor?

—¿Q-Qué? No. ¿Dónde está mi...?

Me interrumpió:

—Su dolor, ¿puede calificar su dolor en una escala del 1 al 10? —Un mareo
comenzó a invadir mi cabeza, parpadeé lentamente y negué.

—Sé que es mucho, pero necesitas controlar tu respiración para no desmayarte.

—¿Dónde está mi bebé? —susurré con miedo.

Las enfermeras intercambiaron una mirada compasiva antes de que la castaña


respondiera:

—El médico se encargará de explicártelo. —Ella salió apresuradamente


mientras la otra enfermera comenzaba a apartar suavemente mi cabello y a
tranquilizarme. Algo no estaba bien. Lo sentía en mis huesos. ¿Dónde estaban Isaac o
Sam? ¿No deberían estar aquí?

—¿Por qué estoy atada? ¿Dónde está mi bebé? —pregunté nuevamente entre
sollozos. La enfermera rubia no respondió más que para girarse y manipular una
bandeja que contenía viales de medicación líquida detrás de ella.

Un médico con un bronceado anaranjado absurdo y cabello grisáceo rubio entró


rápidamente, y pude percibir las malas noticias en el aire a través de su actitud y
expresión facial.

47
Sacudí la cabeza, negando cualquier mala noticia que él planeaba comunicar.

—¿DÓNDE ESTÁ MI BEBÉ?

Suspiró y miró a la enfermera.

—Dale 2 miligramos de Ativan. —Luego se acercó y puso una mano en mi


pierna, probablemente para consolarme, pero no lo quería. Quería respuestas. Me
deshice de su contacto lo mejor que pude y finalmente entendió la indirecta al
retroceder.

—Sra. Davis, lamento mucho tener que decirle esto, pero debido al daño
causado por la inhalación de humo, sufrió un aborto espontáneo anoche después de ser
ingresada...

—¿Qué? —Quería que dejara de hablar. Que hablara más despacio. El pecho
se me llenó de dolor e intenté respirar hondo, pero no entraba suficiente aire. ¿Un
aborto espontáneo? A los siete meses, no lo entendía—. ¿Qué quieres decir...?

Siguió hablando.

—Debido a la edad gestacional del bebé, no pudimos salvarlo. Daños como


estos...

Dejé de prestar atención a lo que decía mientras un nudo se formaba en mi


garganta y mi cabeza empezaba a sentirse confusa. Las lágrimas llenaron mis ojos.

¿Mi bebé estaba... muerto?

No parecía real. Lo vi seguir hablando y luego dirigirse a hablar con las


enfermeras, pero ya no escuchaba nada.

¿Se había ido? ¿Simplemente, así?

—¿Dónde está él? ¡Necesito verlo! —Él seguía hablando, tal vez por eso no me
respondió, o tal vez no estaba hablando realmente. ¿Sabes esa sensación que tienes
cuando duermes demasiado tiempo en una posición incómoda sobre tu mano o pie?
Esa sensación de hormigueo que se siente como electricidad y casi duele. Eso era mi
mente, cuerpo y alma en ese momento. Algo estaba mal. Todo estaba mal. No sentía
que estuviera aquí. Como un espectador. Un fantasma atrapado en este cuerpo.

48
—Oh Dios mío —gemí de dolor, mi desolación era demasiado grande para
contenerla—. Mi bebé. Mi dulce bebé. ¡¿Dónde está?!

Nunca llegué a sostenerlo. Nunca llegué a ver su rostro. Besarlo. Tocarlo. Y


todas las veces que di por sentadas muchas cosas durante este embarazo, simplemente
por cómo fue concebido. Lo poco preocupada que había estado por mi salud mental.
Había costado la vida de mi bebé porque no obtuve la ayuda que necesitaba antes.
Pensé que ya estaba sufriendo...

No entendía el significado hasta ese momento.

Mi niño. Intenté mover mis manos nuevamente para sostener mi vientre y


confirmarlo, pero no pude. Debido a las correas. Putas correas. Grité ahora, causando
conmoción en las enfermeras que entraron en pánico, y traté de soltarme de las correas,
sin importar cuánto me doliera. Era injusto. Me inyectaban medicamentos en mi vía
intravenosa, pero no sentía lo que me estaban inyectando. Solo podía sentir tristeza y
rabia. ¿Cómo pude haber estado inconsciente para algo así? ¿Cómo nadie me
despertó? ¿Cómo es posible que nadie me ofreciera ver a mi hijo?

Cuando mi furia y mis gritos se calmaron, logré contenerme y tomé una


respiración profunda justo cuando el médico salió de la habitación. En ese instante,
finalmente encontré mi voz.

—Las correas —murmuré.

Frunció el ceño y se lamió los labios.

—Por consejo del médico, que habló con su esposo, ha solicitado esto por su
seguridad y la seguridad de los demás. Debido a actos de suicidio o posibles actos
violentos, consultamos también con su médico personal, el Doctor Arnold, y él está de
acuerdo en que un traslado a un hospital psiquiátrico seguro será lo mejor para su
tratamiento.

—¿Suicidio?

Miró su reloj.

—La policía debería llegar antes de que la den de alta para tomar una
declaración oficial. Lo siento, eso es todo lo que sé por ahora. —Con eso, salió.

49
Las enfermeras volvieron a inyectarme en mi vía intravenosa, pero esta vez
llegué a sentirlo. De repente, todo mi cuerpo se llenó de un calor incómodo y mis ojos
se volvieron pesados. Intenté gritar una serie de maldiciones sobre lo injusto que era
todo esto, pero salieron entrecortadas y confusas.

Lo que sea que me dieron me arrastró a un sueño profundo y lo recibí, mientras


las lágrimas seguían cayendo por mi rostro. No creo que alguna vez se detengan.

***

Ashton Rush. Llegó como un vaso de agua fría en el desierto y


desapareció tan rápido como vino.

¿Realmente había sido real?

Probablemente, mi mente enferma lo inventó después de leer un


artículo sobre el décimo aniversario de la muerte de su familia y cómo estaba
lidiando con la pérdida en una de mis citas con el médico. Aparentemente,
toda su familia murió en un accidente de avión. Todos menos él. Y cuando no
solo formas parte de la familia real Viscount, sino que eres un magnate
poderoso... las noticias sobre algo así se propagan rápidamente. Ahora debo
creer que también era un vampiro.

Vino a mi habitación justo después de enterarme de la noticia de mi


pérdida. Dijo que quería que fuera con él. Pero eso es todo lo que puedo
recordar. Todavía estaba un poco aturdida por los medicamentos. Eso fue
hace dos días. Mañana, me dirigiría a un hospital psiquiátrico donde
pertenecía. Isaac tenía razón. No debería estar cerca de nadie, especialmente
de Sam. Podría haberlo lastimado también. Todo esto fue culpa mía y si
cumplir con lo que los médicos y mi desgraciado esposo exigen para mantener
a salvo a los demás es lo que tengo que hacer, escucharé.

Regreso mi atención al oficial, que me bombardea con preguntas sobre


el incendio.

—Intentaste suicidarte y matar a tus hijos, Sra. Davis.

50
—Entiendo lo que él les dijo, pero está equivocado. Nunca... —Mi
garganta se aprieta de emoción, pero la aclaro y continúo—: Nunca lastimaría
a nadie, incluyendo y especialmente a mis hijos.

El oficial no parece convencido. Asiente con la cabeza mientras anota


algo en su libreta. Me concentro en los botones de su uniforme que parecen
apenas sujetar su camisa; este tipo parece que ni siquiera podría atrapar su
propia sombra, y mucho menos a un criminal. No sé por qué necesita tomar
notas cuando lleva una cámara escondida, pero reprimo mi molestia mientras
miro la luz que indica que está encendida.

—¿Y su esposo? —pregunta.

Levanto las cejas.

—¿Qué hay de mi esposo?

—No tienes deseos de lastimarlo, ¿verdad?

Suspiro en un intento de liberar mi ira y no dejarla salir contra el oficial.


No ayudará a mi caso. Ahora me doy cuenta de que no importa lo que diga,
no me creerán frente a la palabra de mi esposo. Todo esto es inútil.

—Por supuesto que no.

—Su esposo nos ha hablado sobre su enfermedad actual y cómo te


niegas a tomar medicamentos. Él cree que lo estás usando como excusa para
hacerte daño a ti misma y a los demás.

Aprieto la mandíbula y trago saliva con fuerza, tratando de contener las


lágrimas. Sujeto con fuerza las mantas a los costados con manos temblorosas.

—He buscado ayuda. Desde hace un mes, he estado tomando los


medicamentos que mi doctor me recetó. Si quiere llame a la farmacia. Busque
en mi casa. Verá que las botellas de las pastillas están abiertas y usadas. No
hice esto a propósito y no merezco... —Muevo mi muñeca en énfasis—, estar
atada como si fuera una persona loca. Especialmente después de perder a mi
hijo. ¿Cree que esto es lo que yo quería?

Levanta las manos en señal de rendición.

51
—Cálmese, señora. Solo estamos aquí para recopilar todos los hechos.

Le lanzo una mirada asesina. ¿Cómo podría estar más tranquila cuando
estoy atada? Idiota.

»También estoy aquí para entregarte esto. —Levanta una pila de


papeles—. Pero como no puedes sostenerlo, te los leeré.

Los acerca lo suficiente a mi rostro para leer. Frente a mí hay una


petición de divorcio junto con la custodia completa sin derechos de visita a
Sam por parte de Isaac. Muevo la cabeza hacia atrás y miro al agente
conmocionada.

—¿P-puede hacer esto?

Carraspea y responde que esos papeles ya están en marcha y que


necesitaré un abogado cuando llegue la fecha de la corte, antes de proceder a
leerme la mayor parte. Escucho cada detalle. Isaac está llevándose a mi hijo
lejos de mí, o al menos está intentando hacerlo. Soy culpable de muchas cosas,
pero él también lo es. Si no hubiera sido el desgraciado abusivo que me llevó
a la depresión, el insomnio y el sonambulismo, esto no habría ocurrido. Puede
que esté en estado de shock por mi pérdida y por todo lo que he estado
pasando, pero no soy estúpida.

Una gran parte de mí se siente aliviada de estar lejos de Isaac. Me dijo


que nunca me dejaría ir y ahora está separándose voluntariamente. Soy libre.
Pero en realidad no seré libre, no con la pérdida emocional y física de mis dos
hijos. Gabriel y Sam eran mi única razón para vivir y ahora se han ido. Todo
esto simplemente se desmoronó en un abrir y cerrar de ojos. No iba a ser capaz
de vivir así. Y no iba a aceptar el destino de que alguien me arroje a un centro
de salud mental.

No podría irme con Ashton, incluso si regresara, no sin Sam. ¿Y cómo


podría sacarme de todo esto? ¿Por qué querría hacerlo? ¿Por qué seguiría
queriéndome? Por un momento pensé que estaría mejor si estuviera con él y
tomara medicación, pero ahora veo que nunca estaré bien, incluso si no me
metieran en un hospital para siempre. No debería estar cerca de Sam por su

52
propia seguridad y eso no era algo con lo que pudiera vivir. Nada de esto lo
era.

Realmente ya no quería estar viva. Estaba acabada.

53
Me aseguré de que el nuevo personal de la finca fuera contratado y
estuviera trabajando antes de siquiera bajara del avión. También me aseguré
de llegar por la noche para mantener en secreto mi llegada ante la prensa. No
quería que se filtrara información sobre esta situación. Ni siquiera si esto era
solo un trabajo al lazar. Esto dice mucho sobre la capacidad de quienes hayan
sido, sea cual sea su identidad, para lograr algo así en contra de una persona
muy adinerada y altamente protegida. Estoy en el teléfono todo el tiempo
hasta que llego a las puertas principales, donde me recibe la Oficial White, e
incluso entonces, sigo pensando en Gabriella. Ahora más que nunca. ¿Cómo
se suponía que debía traerla a ella y a Sam de regreso a esto? Lugar que se
suponía seguro y lleno de amor.

—Señor Rush —saluda la Oficial White mientras estrecha su mano.

—Oficial White, supongo.

Ella asiente.

Es una mujer pequeña y parece tener unos cuarenta años. Mucho más
pequeña que una mujer promedio. Su cabello rubio está recogido en un moño
pulido y apretado, y su rostro parece tenso por falta de sueño y por los
nervios. No la culpo. Después de leer los informes durante el viaje, entendí
que todo este asunto era un desastre. Cada habitación estaba ensangrentada,
por lo que me alegra que una empresa de limpieza haya limpiado toda la
propiedad antes de mi llegada.

54
La sangre para cualquier Bitten es difícil de resistir. No importa si es la
sangre de un amigo o de tu familia. Probablemente, me habría vuelto loco si
hubiera llegado cuando todo estaba lleno de tanta sangre. El hospital fue lo
suficientemente malo para mí. Aún no había aprendido a controlarme.

Un nuevo miembro del personal, a quien aún no conozco, nos abre las
puertas y guío a la agente a mi oficina, mostrándole una de las sillas frente a
mi escritorio. Contengo la repulsión al sentarme en el mismo lugar donde
mataron a Mary y tomo asiento detrás del escritorio.

—Gracias, Sr. Rush, esto no llevará mucho tiempo. Solo tengo un par
de preguntas.

—Por supuesto. —Ajusto mi corbata y enderezo mis hombros por la


irritación. Quiero enterrar a Mary, rendir mis respetos y regresar a Estados
Unidos para ocuparme de las cosas. También detesto estar con traje. Todo esto
es una molestia. Después de que el personal nos trae té, la Oficial White
comienza a hacer su trabajo.

—Así que, respecto a su paradero. La prensa informó que estaba en su


resort en los Alpes, pero nuestra llamada nos indicó que se encontraba en los
Estados Unidos. ¿Es eso cierto?

Aclaro mi garganta.

—Es cierto. Tuve algunos asuntos de última hora que tenía que resolver
en los Estados Unidos antes de regresar a casa, así que acorté mi viaje inicial.

Ella asiente mientras anota algo.

—Bien, entendido. ¿Y tiene documentación que respalde su paradero?

Levanto una ceja.

—¿Realmente me está cuestionando cuando ya sabe dónde estaba?


¿Cómo podría haber hecho esto? —Estoy tratando de controlar mi ira, pero
por la forma en que su cuerpo menudo ha comenzado a temblar, puedo decir
que no lo estoy haciendo bien. Me resulta molesto que me estén interrogando
cuando cualquier miembro de la familia, más arriba en la jerarquía, no habría
sido interrogado si esto les hubiera ocurrido a ellos.

55
—Señor Rush, me disculpo. Solo estoy tratando de hacer mi trabajo. —
Levanta su barbilla y puedo decir que lucha por ocultar su miedo. Es una
mujer valiente. Le concedo eso.

Dejo caer el bolígrafo que estoy apretando hasta el punto de que el


plástico ha comenzado agrietarse, tomo un trago para calmar mis nervios. Me
pregunto si ese bastardo ha vuelto a visitar su habitación. ¿La habrán
trasladado a ese otro lugar ya? ¿Y qué pasará con el pequeño Sam?
¿Descargará su rabia en él ahora que Gabriella se ha ido?

—Encontramos esto en la mano de su jefa de servicio, Mary, parece que


intentaba escribir esto antes de morir. —Me entrega una bolsa de plástico
transparente. En su interior hay un trozo rasgado de papel con gotas de sangre
y dice:

Lo saben. Regresarán. Encuentra a Al.

Coloco suavemente la bolsa como si fuera una bomba mientras mi


mente da vueltas.

—Esperábamos que pudiera decirnos sobre quiénes son. Como le


dijimos por teléfono, quienquiera que hizo esto sabía lo que estaba haciendo.
No hemos podido encontrar ni una pizca de evidencia, excepto un pedazo de
basura. Sus grabaciones de seguridad estaban limpias. Sin huellas dactilares,
ni sangre, ni cabello, nada.

Me pongo de pie y camino hacia mi chimenea, me muevo mientras


pienso en quién podría haber hecho esto.

—¿Qué era la basura?

Busca en una bolsa y saca otra bolsita transparente, me acerco e


inspecciono.

—¿Pan Wonder?

Ella siente.

—Una marca estadounidense de pan.

Lo devuelvo frustrado antes de pasar una mano por mi rostro.

56
—No tengo respuestas para eso.

—Pero estuvo en los Estados Unidos antes de venir aquí, ¿verdad?

La realidad de la situación me golpea.

—¿Realmente cree que yo hice esto a pesar de que el teléfono rastreó


que estaba allí cuando llamaste? ¿Crees que esta basura estadounidense me
vincula con esto?

Increíble.

Observo cómo guarda sus cosas.

—No puedo revelar nuestras pistas sobre esto. Por favor, si puede
reunir una lista de sospechosos, encontrar algo fuera de lo normal o incluso
pensar en algo que pueda ayudar, entonces llámame. Estaré en contacto. —
Esta vez no intenta estrecharme su mano por cortesía cuando se gira para irse,
y probablemente sea por la rabia que desprendo en este momento.

Cuando finalmente se va, suspiro aliviado y me dejo caer en un cómodo


sillón frente a la chimenea. Tenía mucho que hacer. Una empresa que dirigir.
Una finca. Mi posición en la familia. Encontrar a Gabri y a su hijo, sacarlos del
país mientras ella está atada a una cama del hospital. Y yo la sacaría de allí.
Sería mía. Sabía por algún instinto más profundo, instintos casi animales, que
podía oler que era mía. No podía dejarla ir ahora. Eso significaba que tenía
que continuar donde Mary lo había dejado; tenía que poner las cosas en orden
y volver aquí a mi vida. Todo sin la ayuda de alguien a quien quería y cuidaba
porque había sido asesinada.

Incluso con todas mis responsabilidades, no podía irme a cualquier


lugar que quisiera, como antes. Ahora tenía que asegurar su seguridad si
quería dejarlos solos aquí. Revisé una y otra vez los documentos; informes de
crímenes y fotos hasta que mis ojos estuvieron tan cansados que estaban a
punto de caerse. El equipo de seguridad había sido decapitado. Todos ellos.
Parecía que quienquiera que hizo esto era un experto, como dijo la oficial, pero
también parecía que eran muchos. Como un equipo. Entraron de alguna
manera y atrajeron al equipo de seguridad hacia diferentes partes de la finca.
Lo mismo con el personal de limpieza y el personal. Cada uno de ellos fue

57
asesinado en una habitación separada y se aseguraron de que pareciera una
masacre. No una muerte rápida. Pero no tenía sentido.

La seguridad fue decapitada. ¿Cómo? La policía no pudo encontrar un


arma. Dijeron que los cuerpos no tenían un corte limpio en la decapitación,
sino que algo les había arrancado la cabeza de los cuerpos. Y aunque no quiero
pensar en eso, debo admitir que este ataque podría haber sido sobrenatural.
Pero ¿por qué? Las letras: Al. ¿Era eso Alaric? ¿Y qué saben y por qué
volverán? Era demasiado para procesar, pero tenía que resolverlo y rápido.
Especialmente antes de traer a Gabriella y a su hijo de vuelta aquí.

Haría cualquier cosa para protegerlos.

Me dirijo a mi escritorio y tomo mi teléfono. Era hora de recuperarla.


Necesitaba que estuviera aquí. No estaría tranquilo hasta tenerla en mis
brazos, fuera o no amenaza para esta finca. Y que Dios ayude a su futuro
exmarido o a cualquier otro idiota que se atreva a mirarla de forma
equivocada. Ella y Sam me dieron un motivo para seguir. Sabía que
finalmente podría ser feliz en esta vida, pero solo con ellos. No me detendría
ante nada para conseguirla.

Ella. Es. Mía.

—Derrick, comunícame con el abogado de la familia. Inmediatamente.

58
Han pasado doce días, dieciocho horas, cuatro minutos y treinta
segundos.

Sigo mirando fijamente el reloj enclaustrado en la pared frente a mí, en


el área designada para los juegos, como si pudiera revelarme la hora y la fecha
en que volveré a ver a Sam, o tal vez incluso a Ashton. Me obligan a hablar.
No físicamente, solo amenazas de que van a reducir mi tiempo al aire libre, o
cualquier tiempo fuera de mi habitación. Según nuestra terapeuta de grupo,
Ashton es solo un producto de mi imaginación. Les conté al grupo todo, desde
el comienzo de nuestro matrimonio hasta el momento en el que llegué, porque
en las dos primeras sesiones me negué a hablar. Rápidamente, me di cuenta
de que no tenía opción en el asunto. Ella afirma que Ashton nunca estuvo
realmente allí. Tal vez tenga razón. Han insinuado que tengo varias
enfermedades mentales, pero oficialmente me han diagnosticado depresión,
insomnio y sonambulismo.

Lo cual realmente no debería preocuparme ahora porque me mantienen


atada durante la noche. Pero solo después de la primera noche cuando intenté
suicidarme. Y eso fue real. No fue un simple episodio de sonambulismo. Sí,
realmente estoy enferma. Pero estar bajo vigilancia suicida significaría una
habitación acolchada, y eso sería un paso atrás de donde estoy. No se me
permite hacer llamadas. Eso duele. No he tenido visitas. ¿Mi familia siquiera
sabe dónde estoy? Tampoco recibí visitas en el hospital. Estoy segura de que
es por culpa de Isaac inventando una historia de que intenté matarlo a él, a

59
Sam y a mí misma en un incendio, pero, ¿qué clase de familia creería a alguien
a quien odian y no comprobarían al menos cómo está su hija?

Constantemente me pregunto dónde está Sam. ¿Cómo está? ¿Está bien?

Siempre está en mi mente.

Pensé que finalmente desahogarme en una de esas sesiones haría que


alguien sintiera lástima por mí. Que se dieran cuenta de mi situación y que no
merecía estar aquí, pero todo lo que obtuve fue: «Gracias por compartir». Es
enloquecedor. Realmente, creo que la terapeuta podría tener razón sobre
Ashton. A veces me encuentro riendo al respecto. Estoy realmente loca. ¿Por
qué demonios, uno de los hombres más ricos del mundo, vendría a mi
humilde casa y comenzaría una relación romántica conmigo? Romántica si
tomas en cuenta nuestro beso, admitir ser un vampiro y luego desaparecer
cuando entro en un hospital psiquiátrico. Tenían razón. Creo que por eso
duele más. Una vez me dije a mí misma que no necesitaba un caballero de
brillante armadura porque ya había tenía uno y mira dónde terminé. ¿Era esa
la forma de mi mente enferma de decirme: no necesitas realmente uno, aquí tienes uno
falso?

Me siento tan estúpida y el dolor en mi pecho crece cada día mientras


trato de olvidarlo a él y a mi hijo que perdí. Pero tengo un plan y esta noche
intentaré ejecutarlo. Solo cuatro horas más y entonces seré libre.

Realmente libre.

60
Regreso a Estados Unidos y la encuentro drogada. Tanto que lo único
que hace es quedarse en una silla de ruedas, todavía jodidamente atada,
mirando un reloj en la pared. Bien. Necesitaba ver su maltrato para que
estuviera más grabado en mi cabeza que ese hijo de puta tenía que morir. E
iba a morir.

Esta noche.

Me detengo en la entrada y apago los faros. No me sorprende ver un


Chevy Equinox estacionado que pertenece a la hija del camarero local. Jodido
cerdo. La luz del porche se enciende, y él abre la puerta con una cerveza en la
mano. Su cabello rubio está despeinado y sucio como si alguien lo hubiera
untado con grasa. El típico abusador blanco de Alabama.

Me acerco y se ríe.

—Ah. Así que el hombre que se folla a mi mujer por fin se deja ver.

No estaba preparado para su declaración de cómo sabía que había


estado viendo a Gabriella, pero no lo demuestro.

—Solo pensé en dejarte sacar a tu puta antes de destrozar tu cráneo —


digo y me relamo los labios. No iba a probar la sangre de esta basura, pero iba
a hacer que esto fuera lo más doloroso posible. Merece sentir cada gramo de
dolor que le haré por lo que le hizo a ella. La chica también morirá, pero no

61
por mis manos. Tengo conexiones con la mafia francesa esta noche como
equipo de limpieza. No tendré que preocuparme de que hable.

Isaac me escupe a los pies.

—Jódete, pedazo de mierda europea, ella no va a ninguna parte y mi


hijo tampoco. Lárgate de mi propiedad antes de que te enseñe por qué no
deberías haber vuelto. Pensé que Alaric te había enviado una pequeña
advertencia. Al parecer, no recibiste el mensaje.

Me burlo.

—¿Así que crees que conoces a Alaric? —Muestro mis colmillos para
que pueda verlos bien, pero no parece preocupado. Probablemente, porque
está borracho. Cualquier persona en su sano juicio que viera los colmillos de
un Bitten, estaría aterrorizado. Debería estarlo. Su culo abusivo y demasiado
confiado no existirá al final de la noche—. Si realmente lo conocieras, y a mí
también, sabrías que no debes meterte con lo que es mío.

—¿Con lo que es tuyo? —Se ríe entre dientes—. Ella es de mi propiedad.


O al menos lo era hasta que pasó a estar bajo la tutela del Estado. Viniste aquí
por ella, puedes quedártela. Pero no tocarás a mi hijo. —Se echa hacia atrás y
le grita a la chica que está dentro—. ¡Cariño, trae mi escopeta!

Me río y niego con la cabeza mientras trueno mis nudillos. No es una


risa divertida. A estas alturas es casi doloroso no matarlo, pero hay algunas
cosas que necesito saber.

—¿Cómo sabes lo de Alaric o sobre mí?

—Hombre. —Le da un trago a su cerveza—. ¿De verdad pensabas que


no tenía cámaras en esta propiedad? Debería haberle enseñado tu culo a la
policía, pero estaba esperando la oportunidad de que mostraras tu rostro para
poder hacerte un agujero. Lo supe en cuanto entraste en la propiedad.

Su “cariño” sale en nada más que un sujetador y pantalones cortos.


Parece que se ha metido medio kilo de heroína y tiene chupetones por todos
lados. Incluso desde aquí puedo oler su desagradable olor a vagabunda. Le
entrega un rifle antes de mirarme de arriba abajo con desdén, lo suficiente

62
para que pueda ver los dientes que le faltan alrededor del cigarrillo encendido
que le cuelga de la boca. Por suerte, desaparece dentro de la casa y no tengo
que mirarla más. Verla me produce náuseas. Rezo para que Sam siga en casa
de su abuela, pero concentrándome puedo oír los latidos de su corazón,
fuertes y regulares, provenientes de su habitación. Está dormido.

Una vez que se ha ido, continúa:

—Verás, Alaric es un viejo amigo mío. —Apoya la pistola en el marco


de la puerta y saca una lata de tabaco. Cruzo los brazos. Lo dejo seguir
hablando mientras espero que me proporcione lo que necesito, porque en
cuanto lo consiga, lo iba a destruir. Tengo la venganza perfecta para él. Solo
hizo falta una buena planificación con mis amigos de la mafia, pero creo que
encontramos una solución—. Verás, hace tiempo que sé todo sobre la
situación de la pequeña infestación en nuestra ciudad. Crecí con Alaric. Sabía
que lo habían convertido. ¿De dónde crees que sacamos esta casa? En fin. —
Se detiene para escupir.

Date prisa, maldito yanqui. Quiero llevarme a mi chica y a Sam.

—Tengo precauciones instaladas. Cuando vi ese video tuyo besando a


mi mujer, supe lo que tenía que hacer. Así que llamé a Alaric, y él y su
pequeño equipo de chupasangres volaron y te enviaron ese mensaje. Pensé
que lo habías entendido. —Se inclina y recarga su escopeta—. Parece que no.

Dejo que una sonrisa malvada se apodere de mi rostro.

—Parece que no. ¿Eso es todo lo que quieres confesar antes de que
empecemos? —Hago una seña al equipo para que salga de su escondite, y
rodean el auto, quedando a la vista del hombre. Parece sorprendido. Mi
sonrisa se ensancha cuando levanta el arma, pero no sabe a quién apuntar. A
los hombres de apariencia mafiosa o al vampiro—. Opciones. Opciones. ¿A
quien quieres disparar primero? —me burlo mientras los hombres detrás de
mí se ríen.

Dispara al aire como advertencia. Está nervioso. Borracho. Y por lo que


parece, nadie lo ha desafiado antes porque, a la hora de la verdad…

—¡No te acerques más! ¡Dispararé!

63
—Ah, venga ya. ¿Qué pasó con el abusador que golpea a su esposa y
tiene conexiones con vampiros? ¿De verdad creías que podías enfrentarme y
que no habría consecuencias? —Doy un paso adelante, y presa del pánico,
dispara. La bala me atraviesa el torso, pero ni me inmuto. Nada me mata, al
menos por lo que sé, así que el dolor es inútil. Miro hacia abajo y me río. Ahora
sí que tiene miedo—. Sigue disparándome, no tiene sentido. ¿Tu amigo Alaric
no te lo dijo?, amigo.

Ahora dispara sin cesar, y aunque al principio me hace reír, no hace


más que aumentar mi rabia.

»No puedo ser asesinado —gruño cuando se le acaban las balas y el


sonido de los clics es su única defensa. Gruñe de frustración y corre hacia el
interior, dando un portazo.

El equipo que me rodea espera mi orden.

—Déjenmelo a mí. Uno de ustedes, asegure a Sam. El resto limpien y


desásganse de todo. Incluyendo a la chica.

He estado esperando demasiado para destrozar a este pedazo de


mierda.

Voy a disfrutar esto.

***

Sam está asegurado, y los papeles están listos para ser tramitados.

Llego con mi chófer y tal y como dijo mi asesor legal, llego a sus
instalaciones para sacarla sin tener que ocultar mi identidad. No es que
esperara que la prensa me esperara aquí. Pero queríamos que quedara rastro
de mí sacándola del hospital. No intentábamos ocultarlo en absoluto.

Después de presentar la documentación legal para sacarla y algunas


llamadas de mis abogados para convencer al personal, regreso para
encontrarla atada a una cama en su habitación. Estas putas correas son

64
ridículas. ¿Por qué creen que es una amenaza? Apenas supera los cincuenta
kilos y aun así, ha perdido peso. Obviamente, ha perdido peso del embarazo,
pero no es solo eso. Parece que la han mantenido a dieta de líquidos todo el
tiempo que ha estado aquí.

—¿Gabriella? —Me mira por primera vez desde que llegué a su


habitación. Tiene unas profundas ojeras que nunca había visto. Su estado
empieza a ponerme furioso, pero lo modero lo mejor que puedo—. Cariño,
¿por qué sigues atada?

Se ríe como si estuviera medio loca. Probablemente, lo esté, si las marcas


de sus brazos sirven de indicación. Lo más probable es que la hayan tenido
drogada para mantenerla callada. Aparto la mirada y respiro hondo un par
de veces.

—Cariño, estoy aquí. Vamos a sacarte de aquí.

—Ojalá fuera así —susurra mientras una lágrima recorre su rostro—. Si


supieras...

Me acerco y toco suavemente su mejilla mientras cierra los ojos.

—Si supieras lo inútil que soy. —Retiro mi mano, sorprendido por sus
palabras.

—Gabrie...

—Si supieras cuánto lo siento. Si fueras real, quizá esto sería diferente.
Todo ello. Gabriel. Mi dulce bebé.

Suena confundida. ¿Serán sus medicamentos? Debe ser eso. Lo que sea
que esté diciendo es una tontería.

—Estoy aquí, Gabriella. ¡Estoy aquí!

—Si realmente estuvieras, esto sería un adiós.

Aparto la mirada tratando de averiguar qué decirle. ¿Debería llamar al


personal? ¿Sacarla de aquí y luego trabajar en su estado mental? Tal vez si ve
a Sam, sabrá que es real. Y que finalmente está a salvo.

65
No sé cómo no me di cuenta de que su correa estaba fuera de su muñeca
derecha, porque solo toma esa fracción de segundo para mirar hacia atrás y
ver su mano envuelta alrededor de una jeringa vacía. Ni siquiera con mi
velocidad sobrenatural puedo evitar que se la clave en la arteria de su cuello.
Grito, pero eso no la detiene.

—Lo siento... —Son sus últimas palabras, pero no le presto atención.

Vuelvo la mirada hacia la cámara colocada en un rincón de su


habitación, y de un salto, la destrozo. Llamo al equipo de limpieza con manos
temblorosas mientras retiro la aguja de su cuello y les ordeno que revisen el
hospital para borrar las imágenes. Cubro lo mejor que puedo la sangre que
brota de su cuello. Joder, ¿por qué no lo vi venir?

—Aguanta, cariño —¿Cómo diablos no tengo un corazón si puede latir


tan rápido?

Tiro la jeringuilla al otro lado de la habitación y muerdo su cuello lo


más fuerte que puedo. Mi veneno detendrá el sangrado causado por la jeringa.
No había planeado convertirla. Al menos no en contra de su voluntad. Ahora,
no veo otra opción. Encontré a mi alma gemela. No puedo perderla y tal vez
con el tiempo vea esto como algo bueno, cuando ella y Sam vivan una vida
diferente. Una vida mejor, segura y llena de amor. Haría cualquier cosa para
aliviar su dolor y ayudarla a recuperarse.

No pasa mucho tiempo y uno de los miembros de mi equipo entra a la


habitación justo cuando arranco sus correas y levanto su frágil cuerpo de la
cama. Solo se necesita un mordisco para que se convierta. Su corazón ha
dejado de latir, pero sé que era de esperar.

—Trae los suministros necesarios que necesitaremos para su transición


en el avión. Y Riley, date prisa. —Me importa una mierda lo que piensen los
pacientes o el personal mientras la saco del hospital. Mi equipo legal ya ha
dado un giro a esta historia para convertirme en el héroe. Así que de cualquier
manera, esto está bien.

Ahora, a llevarlos a casa.

66
Me despierto en una cama súper suave, en una casa que nunca he visto
antes. Grita lujo. Me siento y me toco el cuello. No hay dolor. Trago con
dificultad, aliviada. Lo he logrado. Me he quitado la vida. Pero, ¿por qué no
despierto junto a Gabriel? ¿Es esto el cielo? Miro cómo una puerta a mi
derecha se abre y veo de inmediato a Ashton entrar, sosteniendo a Sam. Santo
cielo.

—¿Sam? ¿Ashton? —Salgo de la cama y ya no siento dolor. Ni mental


ni físico. Miro mis pantalones de pijama de seda y la camiseta roja a juego—.
¿Qué está pasando?

—Mamá, mamá, mamá —balbucea Sam, y mi corazón se eleva de


alegría pura. Guau. Ashton me lo entrega y siento todo. Estoy abrumada por
las emociones. Felicidad. Seguridad.

Ashton desliza su mano por mi mejilla mientras cierro los ojos y dejo
que las lágrimas de felicidad se derramen. Me siento plena. Sam agarra un
puñado de mi cabello y trata de comérselo. Ashton se ríe y murmura:

—Ahora estás a salvo, cariño.

Miro sus ojos hermosos y sé que me está diciendo la verdad.

—¿Para siempre? —pregunto.

67
Él sonríe cálidamente y me besa la cabeza. En lo más profundo de mi
ser, sé que esa respuesta es todo lo que estoy buscando.

68
Han pasado tres meses desde que traje a Gabriella y Sam a la seguridad
de mi hogar. No pensaba que esta clase de felicidad fuera posible y ella
tampoco. Me lo dice todo el tiempo. Después de que se estableció, le conté
todo lo que sucedió, y para mi sorpresa, no se molestó por su transformación
ni al enterarse del castigo inhumano que recibió Isaac. Y siendo su verdadero
compañero, he podido ayudarla a controlar sus ansias de sangre. Gabriella ha
comenzado a pintar y a explorar nuevos pasatiempos. Tiene su propio ala en
mi finca. Somos felices. Todos nosotros. No presiono nuestra relación y ella
tampoco. Por ahora, ambos estamos contentos de dejar que las cosas se
desarrollen lentamente, aunque no puedo evitar coquetear y molestarla a
veces solo para verla enloquecer de deseo.

Lo único que mantengo en privado es el hecho de que Alaric sigue


siendo una amenaza para mí, que ahora es para nosotros. Constantemente
estoy reemplazando al personal después de encontrarlos decapitados. No
puedo decírselo, aún no. No estoy listo para arruinar esta felicidad. Para
aumentar nuestra seguridad, he creado una comunidad de Bitten aquí, que
podrá mantenernos a salvo. Mi nuevo jefe de servicio entra mientras observo
a Gabriella y Sam desde la ventana de mi oficina, disfrutando de un picnic.

—Otra carta de amenaza.

Suspiro.

—Esto se está saliendo de control.

69
Aaron se acerca a mí y asiente.

—Estoy de acuerdo.

—Haré lo imposible para mantenerlos a salvo, Aaron.

—Lo sé. Todos lo haremos.

Observo cómo ella persigue a Sam alrededor de la manta del picnic,


fingiendo intentar quitarle una manzana mientras él se ríe encantado. Ellos
son mi mundo entero. Mi razón de vivir. Y siempre los mantendré a salvo. Sin
importar el costo.

—Para siempre —susurro.

Ella levanta la mirada hacia mi ventana y sonríe.

Continuará…

70
(If They Only knew #1)

Gabriella
Aunque estoy segura de que mi ex sufrió
un destino peor que la muerte, aún lucho
por superar mis pesadillas atormentadas y
seguir adelante hacia la vida que
merecemos. ¿Estoy irreparablemente
dañada?

Cada día, Ashton y yo seguimos creciendo


en un calor ardiente que está destinado a
consumirnos vivos si no se contiene. Y
aunque lo disfruto y le ruego que ceda, se
mantiene distante en lugar de entregarse
por completo. Me persigue con preguntas
y dudas.
No puedo evitar pensar que me está
ocultando algo. Esta vida es casi
demasiado perfecta.

Ashton
Revivir su despertar ha traído a la memoria los recuerdos de mi propio renacimiento
infernal en este mundo. Aquellos que he intentado enterrar con todas mis fuerzas.
No puedo permitir que me devore por completo.

Mientras hago todo lo posible para ayudarla a sanar mentalmente... la atracción


física entre nosotros hace imposible contenernos de lo que ambos anhelamos.
Finalmente, encontré mi razón para vivir. No puedo perder el control.
Pero cuando Gabriella descubre un regalo de Alaric que ha dejado en nuestra puerta,
descubre la verdad que tanto he intentado ocultar. Verdad o no, no permitiría que
le pasara nada a ella ni a Sam.
No puedo fallarles de nuevo.

71
Chelsii Klein vive en la costa del Gulf de Mississippi con su esposo y
cinco hijos, donde asiste a la Universidad Estatal de Mississippi para estudiar
Ingeniería Eléctrica. Cuando no está estudiando o pasando tiempo con su
familia, disfruta escribir fantasía New Adult. Es una ávida bebedora de café y
vino, le gustan las películas de superhéroes de Marvel y leer cualquier cosa
con hombres alfa irresistibles. "The Beloved Fire" es el primer libro de una serie
planeada de cuatro libros que será su debut en el mundo de la escritura.

Facebook:

https://www.facebook.com/chelsiiKlen

https://www.facebook.com/groups/2635684956688972

Instagram:

https://www.instagram.com/authorchelsiiklein/

Twitter:

https://twitter.com/chelsi_fountain

72
73

También podría gustarte