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Expte. 84525/2007 – “P. P. I.

y Otro y Otros c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos


Aires y Otros s/daños y perjuicios”- JUZGADO NACIONAL CIVIL N° 37 –
07/09/2015 (Sentencia no firme)

RESPONSABILIDAD MÉDICA. Cesárea. Shock séptico sufrido por la mujer al mes


del parto. Evolución del cuadro que condujo a la amputación de sus cuatro
miembros. Responsabilidad de las profesionales médicas que efectuaron el
control después del parto, sin efectuar estudios apropiados. Responsabilidad
del GCBA y del hospital. APLICACIÓN DEL NUEVO CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL A
LOS RUBROS INDEMNIZATORIOS POR SER CONSECUENCIAS EXISTENTES. Art.
1741: ampliación de la legitimación activa para reclamar la reparación de
consecuencias extrapatrimoniales. Supuesto de gran discapacidad.
Damnificados indirectos. Cónyuge e hijos menores de la pareja.
INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART. 1078 DEL CÓDIGO CIVIL

"Con posterioridad al 01/08/2015 se encuentra vigente el nuevo Código Civil y


Comercial de la Nación, corresponde determinar cuál es el concreto marco
normativo aplicable al caso de autos. En tal sentido, cabe destacar que la
doctrina y jurisprudencia coinciden en que la responsabilidad civil se rige por la
ley vigente al momento del hecho antijurídico dañoso (Roubier, Le droit
transitoire (Conflits des lois dans le temps), p, 189; Kemelmajer de Carlucci,
Aída “La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones
jurídicas existentes”, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 2015, p. 100 y 158). De este
modo, como señala Kemelmajer de Carlucci, la mayoría de las reglas
establecidas en los arts. 1708 y siguientes se aplican sólo a los daños
producidos después de agosto de 2015, e igual conclusión cabe respecto de
otros artículos referidos a la responsabilidad distribuidos en el resto del
articulado (en “La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y
situaciones jurídicas existentes”, ob. cit., p. 158).”

“…el nuevo Código distingue entre el daño como presupuesto de la


responsabilidad civil (art.1737) y la indemnización, como consecuencia de la
lesión dañosa (art. 1738).”

“El Código Civil velezano estructura a partir del art. 1107 dos órbitas de la
responsabilidad civil, a saber, la contractual y la extracontractual. Si bien se
trata de una distinción que no tiene justificación ontológica y que desde hace
años la doctrina y encuentros jurídicos han reclamado la unificación–y a la cual
he adherido desde hace muchos años-, lo cierto es que la misma es aplicable al
caso de autos, y por ende debe ser tenida en cuenta a fin de dar adecuado
encuadre y fundamento jurídico a la solución del mismo. Esta postura ha sido
receptada por el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación sobre la base de
la unidad del fenómeno de la ilicitud.”

“En el caso de marras, la conducta de las médicas demandadas C. y M. ha sido


idónea para causar el resultado dañoso acreditado en autos. Las omisiones
antijurídicas y culpables a las que me he referido tienen entidad para actuar
como causa fuente de las severas lesiones padecidas por la paciente P. P..”

“Si bien no existen mayores discrepancias en torno a las normas aplicables a


los elementos constitutivos de la responsabilidad civil, las mismas sí se han
generado respecto de las disposiciones aplicables a sus consecuencias. Lo
cierto es que conforme lo determina el art. 7 del CCyC el mismo se aplica a las
consecuencias que no están consumadas al momento de la entrada en
vigencia (Kemelmajer de Carlucci, “La aplicación del Código Civil y Comercial a
las relaciones y situaciones jurídicas existentes”, ob. cit., p. 100). Considero
que el daño definido en el art. 1737 del CCyC se centra en el daño-lesión, en
tanto que la indemnización definida en el art. 1738 del CCyC capta las
concretas y reales consecuencias de aquella lesión. Estas consecuencias se
irán cristalizando y consolidando con el paso del tiempo, y prueba de ello es lo
que determina el art. 1748 en relación al curso de los intereses. Por lo
expuesto, los rubros indemnizatorios son consecuencias existentes, y
corresponde aplicar la nueva ley vigente (conf. art. 7 del CCyC).”

Citar: elDial.com - AA91D1

Publicado el 21/09/2015

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Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina

Texto completo

Expte. 84525/2007 – "P. P. I. y Otro y Otros c/ Gobierno de la Ciudad de Buenos


Aires y Otros s/daños y perjuicios"- JUZGADO NACIONAL CIVIL N° 37 –
07/09/2015 (Sentencia no firme)
Buenos Aires, de 2015.-

Y VISTOS: Estos autos caratulados: "P. P. I. y otro c/ Gobierno de la Ciudad de


Buenos Aires y otros s/ daños y perjuicios-ordinario. Monto del juicio:
$3.858.000", que se encuentran en estado de dictar sentencia y de los cuales,
Resulta:

a) A fs. 40/53 comparecen P. I. P. y L. A. S., por su propio derecho y en


representación de sus hijos menores de edad J. C., O. I., F. B. y S. C.
promoviendo demanda por daños y perjuicios cuya cuantía estiman en la suma
de pesos tres millones ochocientos cincuenta y ocho mil ($ 3.858.000) contra el
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y/o el Hospital General de
Agudos Carlos G. Durand y/o contra su director T. H. D. P..

Relatan que el día 8 de mayo de 2007 P. P. se dirigió junto a su esposo L. A. S.


al Hospital General de Agudos Carlos G. Durand a fin de internarse para el
alumbramiento de su hijo S. C. que se había pronosticado para el mediodía del
día 9 de mayo pero el parto se adelantó y fue atendida a la madrugada de ese
mismo día por el servicio de guardia. Luego del nacimiento de su hijo
permaneció internada por cuatro días hasta que el 13 de mayo fue dada de
alta, oportunidad en que se le indicó una serie de revisaciones periódicas de
control.

Continúan narrando que comenzó a sentir malestar, por lo que el día 8 de junio
de 2007 se dirigió junto a su esposo al hospital, donde la atendieron por
guardia, le practicaron una revisación, le tomaron una placa RX y les
informaron que se encontraba ginecológicamente bien. Luego, a las 23.30
horas, le hicieron firmar a P. P. el consentimiento para ser intervenida
quirúrgicamente.

Explican que a las 00.10 horas del día 9 de junio de 2007 P. P. fue trasladada de
urgencia a cirugía en malas condiciones físicas, estado de shock y con
trastornos circulatorios. En esa intervención le extrajeron tres litros de pus y le
realizaron una histerectomía. Luego fue trasladada a la unidad de terapia
intensiva con asistencia respiratoria mecánica. El día 22 de junio de 2007 se le
practicó una nueva intervención en la que le amputaron un brazo y unos días
después, en una nueva intervención le amputaron el otro brazo y las dos
piernas y la trasladaron nuevamente a la unidad de terapia intensiva.
Permaneció internada por cuatro meses y luego fue dada de alta.

Sostienen que al momento del ingreso de P. P. al hospital no se le realizó una


correcta evaluación clínica y se demoró la intervención quirúrgica, todo lo cual
profundizó el estado de shock y obligó al uso de altas dosis de drogas vaso-
activas que generaron vasocontricción con el objeto de sostener la circulación
de los sectores vitales, generando isquemia y necrosis en los miembros y
finalmente la amputación de las extremidades.

Fundan en derecho. Explican los rubros cuya reparación reclaman y ofrecen


prueba.

b) A fs. 101/117 se presentan los apoderados de los actores (ver copia del
poder glosada a fs. 86/89) y amplían la demanda contra E. R. J., G. G. C., C. T.,
L. M., V. C., A. R., A. A. y F. P. y formulan una nueva estimación de la cuantía del
daño en la suma de pesos ocho millones trescientos cincuenta y seis mil
($8.356.000).

A continuación, amplían y modifican el relato de los hechos, en especial con


relación al período comprendido entre el día 13 de mayo de 2007, cuando P. P.
fue dada de alta, y hasta el momento en que se produjo el shock séptico.

Expresan que egresó del hospital en el posparto con indicación de ATB


Cefalexina cada seis horas en dosis terapéuticas para así completar el
tratamiento iniciado durante la internación.

El primer control ambulatorio se realizó el día 17 de mayo de 2007,


oportunidad en que se le rotó el ATB por un antibiótico de mayor espectro
(amoxi-clavulónico), también en dosis terapéuticas. Con fecha 30 de mayo de
concurrió a la segunda cita programada, en la que fue atendida por la Dra. L.
M., quien ante la presencia de flujo vaginal le prescribió óvulos. Afirman que
dicha manifestación fue menospreciada por la médica interviniente, quien no
realizó ni una observación sobre el microscopio ni solicitó un cultivo de flujo.
Siguen diciendo que a los pocos días de aquella cita, la actora comenzó a
padecer fiebre y a las 48 horas, ante el inicio de dolor abdominal y la sensación
de falta de aire, concurrió junto a su marido al hospital. A partir de este
momento, se remiten al relato ya efectuado.

Indican los rubros que constituyen objeto del reclamo y ofrecen nueva prueba.

En el escrito glosado a fs. 118/119 requieren que, en forma cautelar y


conforme lo establecido por la ley 24.901, la demandada provea a los actores
una vivienda adecuada a las necesidades del grupo familiar, una asistente para
los quehaceres domésticos y una enfermera para la atención exclusiva de P. P..

c) A fs. 121 tomó intervención en este proceso el Sr. Defensor de Menores.

d) A fs. 126/127 se desestimó el pedido de tutela anticipada.

e) A fs. 309/352 se presenta el apoderado del Gobierno de la Ciudad de Buenos


Aires (ver poder glosado a fs. 292) y contesta la demanda.

Inicialmente, formula una serie de consideraciones sobre la gravedad del hecho


que aquí se debate y afirma que no existe relación entre la atención médica y
el daño que sufrió la paciente. En este sentido, destaca que P. P. sufrió una
gravísima infección y necrosis, causada por una bacteria denominada
estreptoco beta hemolítico del grupo A (EBHGA) que fue adquirida cuando ya
no se encontraba en el hospital y que fue la demora en consultar a los médicos
la circunstancia que selló la suerte de la patología e hizo que resultase
imprescindible, al estar instalada la infección, amputar los cuatro miembros
para salvarle la vida.

Luego, en cumplimiento del imperativo procesal, niega en forma genérica y


específica los hechos expuestos en la demanda, rubros reclamados y la
documentación acompañada.

A continuación relata que P. P. fue internada en el servicio de tocoginecología


del Hospital Durand el día 8 de mayo de 2007 con diagnóstico de embarazo de
38.6 semanas y con antecedente de tres cesáreas anteriores, habiéndose
programado la cesárea abdominal para el día siguiente. Pasada la medianoche
se constató que la paciente había iniciado el trabajo de parto y que había roto
bolsa, razón por la cual para evitar el riesgo de rotura uterina y hemorragia
interna se decidió adelantar la intervención cesárea, en la que intervinieron los
Dres. E. J., C. T., J. G. C. y el anestesista de guardia Dr. M.. Afirma que la
intervención se desarrolló en el modo adecuado y habitual, adoptándose todos
los recaudos exigidos por el estado de la paciente.

Describe el estado de la paciente luego de la operación y explica que, como


cumplía con los requisitos, se le otorgó el alta de internación con indicación de
analgésicos, antibióticos, cefalexina 500 ms. cada seis horas para cobertura
posoperatoria por dos días más, control por consultorios externos en siete días
y las siguientes pautas de alarma: consultar inmediatamente si presentaba
fiebre, dolor abdominal, si los loquiloquios tuvieran mal olor o fuesen muy
abundantes y si presentaba herida quirúrgica con secreciones o inflamación.

Sigue diciendo que el día 17 de mayo de 2007, cuatro días después del alta de
internación, P. P. se presentó en los consultorios externos del servicio de
obstetricia, donde fue atendida por la Dra. V.C.. Como datos positivos del
examen físico se constató una ligera flogosis (inflamación) de la herida
quirúrgica y secreción ligeramente maloliente, junto con foliculitis en axila
izquierda de aproximadamente cinco pequeños nódulos eritematosos
superficiales. No presentaba signos ni síntomas de infección ginecológica,
estaba afebril, con frecuencia cardíaca y respiratoria normales, clínicamente
estable, con abdomen blando, depresible, indoloro, sin defensa ni reacción
peritoneal, útero retraído y loquios fisiológicos compatibles con la normalidad y
el resto del examen físico fue normal. En esa oportunidad se le indicó un
antibiótico de amplio espectro -Optamox- durante siete días para tratar la
inflamación de la herida, se le reiteraron las pautas de alarma y se la citó a un
nuevo control para el día 24 de mayo, al que no se presentó.

Narra que el día 30 de mayo de 2007 concurrió a los consultorios externos del
servicio de obstetricia, donde fue atendida por la Dra. L. M., quien le realizó el
examen físico correspondiente al puerperio. En ese momento se encontraba
lúcida, afebril, clínicamente estable y se observó la herida quirúrgica en buena
evolución, por lo que se le retiraron los puntos. Además se le realizó el examen
de los genitales internos, constatándose el útero retraído y no se evidenció la
salida de loquios por genitales externos. Afirma que el cuadro era incompatible
con una infección puerperal. Al examen se constató como único dato positivo la
presencia de flujo, por lo que se le indicó tratamiento con óvulos polivalentes.

Afirma que entre los días uno al cuatro de junio de 2007, ya sea en su hogar o
en cualquier otro lado, estuvo expuesta a una bacteria llamada estreptococo
beta hemolítico del grupo A (EBHGA), cuyo período de incubación es de entre
uno y tres días hasta el primer síntoma.

Continúa narrando que el día 8 de junio de 2007 P. P. concurrió a la guardia del


servicio de tocoginecología aproximadamente a las 16.00 horas refiriendo
presentar fiebre de tres días de evolución, disnea y dolor abdominal. Allí fue
atendida y evaluada por los Dres. U. y Ponce quienes solicitaron análisis de
laboratorio en sangre y la derivaron a la guardia general para ser evaluada por
el médico clínico y cirujano de guardia.

Explica que a partir de ese momento la evolución fue tórpida hasta que se
presentaron signos de shock séptico que determinaron la necesidad de una
laparotomía exploradora de urgencia, para la cual se recabó su consentimiento
luego de informarle las características de la cirugía, sus riesgos y opciones. En
la cirugía participaron los Dres. A. B. y Z. A. del servicio de cirugía y Ponce y U.
del servicio de tocoginecología. Los profesionales constataron peritonitis
purulenta generalizada, tomaron muestras para cultivo, lavaron la cavidad
abdominal con suero fisiológico y tras realizar una exploración concéntrica del
abdomen visualizaron área en la cicatriz de la histerorrafia, útero que
impresionaba con zonas de necrosis y el anexo derecho con signos de
sufrimiento vascular. En ese contexto, se decidió realizar una histerectomía
total más anexectomía derecha, como medida extrema para salvar la vida de la
paciente. Luego del acto operatorio pasó a la unidad de cuidados intensivos.

Dice que hasta ese momento los médicos no sabían ni podían conocer que la
infección se debía al EBHGA pues los estudios de laboratorio requieren cuatro
días para su confirmación. Sin perjuicio de ello, en cumplimiento con la
obligación de implementar un tratamiento antibiótico empírico, le indicaron
ceftriaxona más metronidazol que se rotó a las pocas horas a vancomicina más
imipenem, procurando cubrir la mayoría de las bacterias que pudiesen estar
involucradas en el gravísimo cuadro que presentara la actora. Luego, el día 11
de junio de 2007, ante la sospecha clínica de EBHGA, se agregó clindamicina,
pero para ese momento la paciente ya padecía cianosis en sus extremidades y
la necrosis era evidente. En ese momento, presentaba cinco fallas
multiorgánicas: hemodinámica, renal, respiratoria, hematológica y hepática.

El día 13 de junio de 2007, al confirmar con los estudios de laboratorio la


presencia de EBHGA se decidió rotar al antibiótico ceftriaxona y se planteó por
primera vez la posibilidad de amputación, pero se decidió mantener una
conducta expectante. Los antibióticos suministrados impidieron que las toxinas
avancen y por ello no hubo nuevas áreas de necrosis desde su ingreso. El día
19 de junio se realizó una nueva cirugía de laparotomía por fiebre persistente y
sospecha de foco abdominal residual en la que se procedió al lavado de
cavidad y exploración.

El día 22 de junio de 2007 debido a la presencia de necrobiosis de mano


derecha se decidió junto con los servicios de traumatología, cirugía vascular,
obstetricia, infectología y cirugía general la amputación supracondílea del
miembro superior derecho. Esta indicación fue aceptada por la actora y su
cónyuge. Por las mismas razones, el día 26 de junio de 2007, previo
consentimiento de la paciente, se amputaron los restantes miembros.

Formula consideraciones médico legales. Funda en derecho y ofrece prueba.

f) A fs. 358 los actores requirieron la citación en garantía de Seguros Médicos


SA. Y, a fs. 383, desistieron de la demanda con relación a J. C..

g) A fs. 442/447 se presenta el apoderado de Seguros Médicos SA (ver copia


del poder agregada a fs. 438/441) y contesta la citación en garantía.

Inicialmente, opone excepción de falta de legitimación pasiva con relación a los


codemandados Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-Hospital
General de Agudos Dr. Carlos G. Durand, J. C. y la médica identificada como
Marcela matrícula 100085. Luego, reconoce que al ocurrir los hechos los Dres.
T. H. D. P., E. R. J., J. G. C., C. T., L. M., V. C., A. R. y F. P. estaban asegurados por
su mandante en virtud de la póliza nº 800.037 y A. A. en virtud de la póliza n°
800.034, que comprenden un descubierto obligatorio de $15.000 y un límite de
$150.000.
Se adhiere en forma íntegra a las contestaciones de demanda presentadas por
los asegurados y ofrece prueba.

h) A fs. 451/469 se presenta el apoderado de C. E. T. (ver poder agregado a fs.


450) y contesta la demanda. Niega en forma genérica y específica los hechos
expuestos en la demanda, documentación acompañada y la procedencia del
reclamo pero reconoce que la accionante fue asistida el día 9 de mayo de 2007
por el servicio de guardia.

Relata que al momento de los hechos su mandante se desempeñaba como


médica interina de guardia del Hospital Durand, prestando labores los días
martes desde las 8.00 horas hasta las 8.00 horas del día miércoles y explica
que su primer contacto con P. P. fue el día 9 de mayo de 2007, cuando estaba a
cargo de la guardia junto con el Dr. E. J..

Sigue diciendo que en esa oportunidad, luego de constatar que la paciente


había roto bolsa y se encontraba en trabajo de parto, se decidió la operación
cesárea, que tenía indicación absoluta debido a sus antecedentes. La
operación se inició a las 2.15 horas, en la que intervinieron los Dres. T. y J., la
Dra. G. C. como ayudante y el anestesista Dr. M.. Luego del alumbramiento, y
de acuerdo al consentimiento firmado por la paciente, se procedió a la ligadura
tubaria. Durante la operación la paciente recibió la dosis de antibióticos de
profilaxis intraoperatotio. Afirma que el postoperatorio inmediato transcurrió
sin complicaciones y, finalizado el período de observación correspondiente a
las primeras horas del puerperio subió a la sala de internación.

Aclara que la Dra. T. no participó del control del resto del puerperio de la
paciente, pues su trabajo es por guardia y una vez que el paciente pasa a la
sala de internación queda a cargo del personal médico permanente. En virtud
de ello, todo lo atinente a los controles puerperales no le consta por cuanto no
participó de la atención por consultorios externos.

Por otra parte, teniendo en cuenta las constancias de la historia clínica, relata
que la paciente fue reinternada el día 8 de junio de 2009 con un cuadro clínico
de abdomen agudo, dehiscencia y necrosis de la histerorrafia y el compromiso
infeccioso del anexo derecho y que los gérmenes rescatados del cultivo de la
secreción peritoneal fueron estreptococo betahemolítico del grupo A y
estafilococo aureus meticilino resistente. Dice que no puede descartarse que la
adquisición del germen se haya producido en el domicilio de la paciente pues
por el corto tiempo de incubación de la patología –de uno a tres días- de
ninguna manera pudo vincularse con la cesárea efectuada treinta días antes de
la internación de la actora.

Opone excepción de falta de legitimación activa con relación al reclamo por


indemnización del daño moral que efectuaron L. A. S. y sus hijos J. C., O. I.e, F.
B.y S. C.S..

Funda su derecho y ofrece prueba. Y, para el caso que se admita la demanda,


requiere la atenuación de la indemnización por razones de equidad en los
términos del art. 1069 del Código Civil.

i) A fs. 479/486 la parte actora plantea la inconstitucionalidad del art. 1078 del
Código Civil.

j) A fs. 488/506 se presenta J. G. C., por su propio derecho, y contesta la


demanda.

Siguiendo el imperativo procesal, niega en forma genérica y específica los


hechos expuestos en la demanda, rubros reclamados y la documentación
acompañada.

Relata que al momento de los hechos se desempeñaba como médica


concurrente de cuarto año de tocoginecología del Hospital Durand, realizando
una guardia semanal dentro del programa de formación, por lo que su
actividad profesional fue supervisada por un médico con mayor formación.

Continúa narrando que su primer contacto con P. P. fue el día 9 de mayo de


2007 cuando fue convocada como segundo ayudante por los médicos internos
de la guardia Dres. T. y J..

Relata de los hechos en términos similares al de la Dra. T. y, en cuanto a su


intervención en la operación, afirma que se limitó a "separar, sacar y aspirar" y
destaca que no participó del control del resto del puerperio de la paciente.
Opone excepción de falta de legitimación activa con relación al reclamo por
indemnización del daño moral que efectuaron L. A. S. y sus hijos J. C., O. I.e, F.
B.y S. C.S..

Funda su derecho y ofrece prueba. Y, para el caso que se admita la demanda,


requiere la atenuación de la indemnización por razones de equidad en los
términos del art. 1069 del Código Civil.

k) A fs. 515/533 se presenta F. A. P., por su propio derecho, y contesta la


demanda.

Niega en forma genérica y específica los hechos expuestos en la demanda,


rubros reclamados y la documentación acompañada.

Expresa que al momento de los hechos se desempeñaba como médico


tocoginecólogo suplente de guardia, los días sábado desde las 8.00 horas hasta
las 8.00 horas del día domingo. Explica que como los días del fin de semana los
médicos de planta que realizan las actualizaciones de los pacientes no
concurren al hospital, se dirigió al piso de internación para recorrer la sala junto
con los residentes y realizar la evolución de las pacientes internadas.

Así, dice que su único contacto con la paciente fue el día 12 de mayo de 2007
por la mañana cuando se encontraba comenzando su cuarto día post
operatorio de cesárea. En esa oportunidad se encontraba lúcida, afebril,
normotensa, con frecuencia cardíaca de 80 por minuto, el abdomen se
encontraba blando, depresible indoloro sin defensa ni reacción peritoneal, el
útero de encontraba bien retraído con loquios normales, la herida con buena
evolución, se encontraba lactando sin dificultad y sin ninguna particularidad
que pudiera llamar la atención. En suma, afirma que en ese momento se
encontraba dentro de los límites normales desde el punto de vista clínico y de
acuerdo al laboratorio realizado.

Destaca que su actuación profesional no se apartó de las reglas del ejercicio


profesional y no guarda relación de causalidad con la complicación que
presentó con posterioridad.
Opone excepción de falta de legitimación activa con relación al reclamo por
indemnización del daño moral que efectuaron L. A. S. y sus hijos J. C., O. I.e, F.
B.y S. C.S..

Funda su derecho y ofrece prueba y, para el caso que se admita la demanda,


requiere la atenuación de la indemnización por razones de equidad
contemplada en el art. 1069 del Código Civil.

l) A fs. 556 corre glosada la cédula que da cuenta de la notificación del traslado
de la demanda a V. C. C. .

m) A fs. 565/584 se presenta L. G. M. , por su propio derecho, y contesta la


demanda.

Inicialmente, niega en forma genérica y específica los hechos expuestos en la


demanda, rubros reclamados y la documentación acompañada.

Explica que al momento en que ocurrieron los hechos se desempeñaba como


médica residente de primer año de tocoginecología del Hospital Durand,
realizando una guardia semanal dentro del programa de formación. Por ello, su
actividad era siempre supervisada por un médico con mayor formación.

Luego de narrar los antecedentes médicos de la P. P. sobre la base de las


constancias de la historia clínica afirma que su primer y único contacto con ella
fue el día 30 de mayo de 2007, ocasión en que le correspondía la rotación por
los consultorios de puerperio del hospital, siempre bajo la supervisión de
superiores.

Afirma que al momento de su evaluación P. P. se presentaba afebril y


hemodinámicamente compensada, con abdomen sin datos semiológicos
particulares, útero retraído y sin loquios. La herida quirúrgica se encontraba en
buena evolución, siendo este dato concordante con lo expuesto por los
profesionales que la asistieron en su reingreso del día 9 de junio.
Sigue diciendo que procedió a retirar los puntos de sutura de la herida y como
la paciente presentaba flujo vaginal le indicó tratamiento con óvulos
polivantes. Afirma que ese fue su único contacto con la paciente, quien no
regresó al nosocomio hasta su reinternación del día 8 de junio de 2007.

Destaca que su actuar fue en todo correcto y de acuerdo a la lex artis y que no
existe relación de causalidad entre los daños invocados en el escrito inicial y su
actuación profesional.

Opone excepción de falta de legitimación activa con relación al reclamo por


indemnización del daño moral que efectuaron L. A. S. y sus hijos J. C., O. I.e, F.
B.y S. C.S..

Funda su derecho y ofrece prueba. Y, para la eventualidad que se admita la


demanda en su contra, requiere que se atenúe la indemnización con
fundamento en el art. 1069 del Código Civil.

n) A fs. 597/615 se presenta T. H. D. P., por su propio derecho, y contesta la


demanda.

Niega en forma genérica y específica los hechos expuestos en la demanda,


rubros reclamados y la documentación acompañada.

A continuación expresa que nunca atendió a P. I. P. ni tuvo contacto con sus


familiares, motivo por el cual le resultan ajenos los hechos vinculados a su
atención médica. Explica que se desempeña como director del hospital y, en
esa marco, sus funciones se circunscriben a la conducción y organización del
nosocomio y no le corresponde ejercer el contralor de la actividad asistencial
prestada por los médicos que son profesionales con autonomía científica
contratados por la Ciudad de Buenos Aires.

Afirma que no existe nexo adecuado de causalidad entre las conductas


médicas que se reprochan y su labor como director del hospital. Recuerda que
todos los profesionales que integran el plantel médico del hospital dependen
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires e ingresan por concurso de
oposición o bien por selecciones internas con jurados y refrendados por el
Consejo Asesor Técnico Administrativo. Por tanto, concluye que no reviste el
carácter de principal con relación a los médicos.
Luego, relata la atención médica brindada a P. P. con fundamento en las
constancias de la historia clínica.

Opone excepción de falta de legitimación activa con relación al reclamo por


indemnización del daño moral que efectuaron L. A. S. y sus hijos J. C., O. I.e, F.
B.y S. C.S..

Funda su derecho y ofrece prueba. Y, para la eventualidad que se admita la


demanda en su contra, requiere que se atenúe la indemnización con
fundamento en el art. 1069 del Código Civil.

ñ) A fs. 617 la parte actora desiste de la acción respecto de A. R. y a fs. 621


respecto de A. A..

o) A fs. 658/660 obra el acta que da cuenta que se realizó la audiencia prevista
en el artículo 360 del Código Procesal y, posteriormente, se produjo la prueba
que ilustran las constancias de autos (ver certificado de fs. 1186/1188). En esa
oportunidad, se presentó E. R. J. .

p) A fs. 1388 se puso el expediente en Secretaría para que las partes hicieran
uso del derecho de alegar sobre el mérito de la prueba, habiendo hecho uso de
su derecho la parte actora a fs. 1404/1417 y el Sr. Defensor de Menores a fs.
1421/1423.

q) A fs. 1436 se dictó la providencia de autos para sentencia.

Y CONSIDERANDO:

I. El caso.
Como ha quedado expuesto en la relación de causa que antecede, P. I. P. y L. A.
S., ambos por su propio derecho y en representación de sus hijos menores de
edad J. C., O. I., F. B.y S.C. , demandan a E. R. J., J. G. C., C. T., L. M., V. C., F. P. ,
T. H. D. P. y al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Hospital General de
Agudos Carlos G. Durand), pretendiendo el resarcimiento de los daños y
perjuicios que afirman haber sufrido por el shock séptico padecido por P. P. el
día 9 de junio de 2007 que derivó en la histerectomía total con anexectomía
derecha realizada ese mismo día, amputación supracondílea del miembro
superior derecho practicada el día 22 de junio y de los restantes miembros el
día 26 de junio que atribuyen a la mala atención médica prestada por los
profesionales que la atendieron en el Hospital General de Agudos Carlos G.
Durand.

A su turno, los accionados contestaron la demanda –con excepción de R. J.,


quien se presenta en la audiencia preliminar, y V. C. C. - negando los hechos,
centralmente que el shock séptico hubiese sido causado por la mala praxis en
la atención médica recibida durante el alumbramiento por cesárea del día 9 de
mayo de 2007 y en los controles puerperales posteriores. Además, T. H. D. P.
expresó que no existe nexo de causalidad adecuado entre la labor que
desempeña como director del nosocomio y las conductas médicas que se
reprochan, pues su función se limita a la conducción y organización del hospital
y no le corresponde ejercer el contralor de la actividad asistencial prestada por
los médicos.

Como se aprecia, la cuestión central a dilucidar es si el referido shock séptico


padecido por P. P. el día 9 de junio de 2007 que derivó en la histerectomía total
con anexectomía derecha y amputación de sus cuatro miembros tuvo su origen
en un incumplimiento de los médicos que le proporcionaron los médicos
demandados, pues en ese caso los médicos demandados y/o el Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires deberán responder por los daños que resulten
debidamente probados.

Ha quedado acreditado el marco fáctico que da lugar a estas actuaciones,


restando determinar si las conductas desplegadas por los demandados han
tenido entidad para configurar los presupuestos de la responsabilidad civil.

Así, de los elementos adunados, surge que P. P. fue internada en el servicio de


tocoginecología del Hospital Durand el día 08/05/2007 con diagnóstico de
embarazo de 38.6 semanas y con antecedente de tres cesáreas anteriores
(1992, 1999 y 2002). Se había programado una cesárea abdominal para el día
siguiente.

Pasada la medianoche se constató que la paciente había iniciado el trabajo de


parto y que había roto bolsa, razón por la cual se adelantó la intervención
cesárea. En la misma intervinieron los demandados Dres. E. J., C. T., J. G. C. y el
anestesista de guardia Dr. M..

El 13/05/2007, luego de la operación se le otorgó el alta de internación con


indicación de analgésicos, antibióticos, cefalexina 500 ms. cada seis horas y
con indicación de pautas de alarma y control por consultorios externos. El alta
fue otorgada por la Dra. M. M. V. R. (MN X)

El 17/05/2007, cuatro días después del alta de internación, P. P. se presentó en


los consultorios externos del servicio de obstetricia. Allí fue atendida por la Dra.
V. C.s quien constató una ligera flogosis (inflamación) de la herida quirúrgica y
secreción ligeramente maloliente, junto con foliculitis en axila izquierda de
aproximadamente cinco pequeños nódulos eritematosos superficiales. En esa
oportunidad se le indicó un antibiótico de amplio espectro -Optamox- durante
siete días para tratar la herida, se le reiteraron las pautas de alarma y se la citó
a un nuevo control para el día 24 de mayo, al que no se presentó.

El día 30/05/2007 la actora concurrió a los consultorios externos del servicio de


obstetricia, donde fue atendida por la Dra. L. M., quien le realizó un examen
físico. En ese momento se encontraba –según refiere la médica en la historia
clínica- lúcida, afebril, clínicamente estable y agrega que observó la herida
quirúrgica en buena evolución, por lo que se le retiraron los puntos. Afirma que
al examen se constató como único dato positivo la presencia de flujo, por lo
que se le indicó tratamiento con óvulos polivalentes.

El día 08/06/2007 P. P. concurrió a la guardia del servicio de tocoginecología


refiriendo presentar fiebre de tres días de evolución, disnea y dolor abdominal.
Allí fue atendida y evaluada por los Dres. U. y Ponce quienes solicitaron análisis
de laboratorio en sangre y la derivaron a la guardia general para ser evaluada
por el médico clínico y cirujano de guardia.
A partir de ese momento, se consigna que la evolución fue tórpida hasta que
se presentaron signos de shock séptico que determinaron la necesidad de una
laparotomía exploradora de urgencia.

En la cirugía participaron los Dres. A. B.y Z. A. del servicio de cirugía y Ponce y


U. del servicio de tocoginecología. Los profesionales constataron –según indica
la historia clínica- peritonitis purulenta generalizada, y se tomaron muestras
para cultivo, lavaron la cavidad abdominal con suero fisiológico y tras realizar
una exploración concéntrica del abdomen visualizaron área en la cicatriz de la
histerorrafia, útero que impresionaba con zonas de necrosis y el anexo derecho
con signos de sufrimiento vascular. En ese contexto, se decidió realizar una
histerectomía total más anexectomía derecha. Luego del acto operatorio pasó a
la unidad de cuidados intensivos.

A la actora se le indicó ceftriaxona más metronidazol que se rotó a las pocas


horas a vancomicina más imipenem, tratando de cubrir la mayoría de las
bacterias que pudiesen estar involucradas en el gravísimo cuadro que
presentara la paciente.

El 11/06/2007 refieren que -ante la sospecha clínica de EBHGA-, se agregó


clindamicina, pero para ese momento la paciente ya padecía cianosis en sus
extremidades y necrosis. En ese momento, presentaba cinco fallas
multiorgánicas: hemodinámica, renal, respiratoria, hematológica y hepática.

El 13/06/2007, al confirmar con los estudios de laboratorio la presencia de


EBHGA –según surge de la historia clínica-, se decidió rotar al antibiótico
ceftriaxona.

El 19/06/2007 se realizó una nueva cirugía de laparotomía por fiebre


persistente y sospecha de foco abdominal residual en la que se procedió al
lavado de cavidad y exploración.

El día 22/06/2007 debido a la presencia de necrobiosis de mano derecha se


decidió junto con los servicios de traumatología, cirugía vascular, obstetricia,
infectología y cirugía general la amputación supracondílea del miembro
superior derecho.
El día 26/06/2007 se amputaron los restantes miembros.

II. La responsabilidad de los médicos demandados.

A) Marco normativo aplicable: Con posterioridad al 01/08/2015 se encuentra


vigente el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, corresponde determinar
cuál es el concreto marco normativo aplicable al caso de autos. En tal sentido,
cabe destacar que la doctrina y jurisprudencia coinciden en que la
responsabilidad civil se rige por la ley vigente al momento del hecho
antijurídico dañoso (Roubier, Le droit transitoire (Conflits des lois dans le
temps), p, 189; Kemelmajer de Carlucci, Aída "La aplicación del Código Civil y
Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes", Rubinzal Culzoni,
Santa Fe, 2015, p. 100 y 158).

De este modo, como señala Kemelmajer de Carlucci, la mayoría de las reglas


establecidas en los arts. 1708 y siguientes se aplican sólo a los daños
producidos después de agosto de 2015, e igual conclusión cabe respecto de
otros artículos referidos a la responsabilidad distribuidos en el resto del
articulado (en "La aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y
situaciones jurídicas existentes", ob. cit., p. 158).

De todos modos, coincido con la distinguida profesora mendocina cuando


señala que, de cualquier modo, la mayoría de estas normas no deberían causar
problemas de derecho transitorio porque sólo recogen y ordenan el articulado
del CC y su doctrina y jurisprudencia interpretativas.

Atento a lo dispuesto por el art. 7 del CCyC al señalar que "A partir de su
entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones
y situaciones jurídicas existentes", volveré sobre este tema al referirme a los
rubros de la cuenta indemnizatoria, en caso de corresponder. Ello porque el
nuevo Código distingue entre el daño como presupuesto de la responsabilidad
civil (art.1737) y la indemnización, como consecuencia de la lesión dañosa (art.
1738).

B) Responsabilidad profesional: Habiendo delimitado el reclamo de autos y el


marco normativo aplicable corresponde adentrarme en el análisis de los
presupuestos de la responsabilidad civil médica.
La responsabilidad profesional es aquella en la que incurren quienes ejercen
determinadas profesiones liberales al faltar a los deberes especiales que su
arte o ciencia les imponen (En este caso, conf. ley 17.132, reglas de la ciencia
médica y Código de Ética).

Entonces, dentro del marco legal aplicable al caso de marras –Código de Vélez-
para su configuración dicha responsabilidad profesional requiere de los mismos
elementos comunes a la responsabilidad civil. En el ordenamiento del Código
de Vélez no encontramos disposiciones específicas relativas a la materia,
quedando regida por los principios que gobiernan la responsabilidad civil
contenidos en el Código de fondo, sin perjuicio de ciertos matices particulares
derivados de la naturaleza de la obligación comprometida, las circunstancias
del caso, y la prestación que hubiere sido contratada, pero que en modo alguno
permiten descartar la premisa antes enunciada.

De este modo, es necesario analizar si ha existido una conducta antijurídica de


los demandados (arts. 19 CN, art. 1066 y 1197 del CC) que conlleve un defecto
de conducta –culpa, que se pueda manifestar como negligencia, imprudencia o
impericia- (art. 512 y 1109 del CC) por parte de los médicos que asistieron a la
actora, y/o el incumplimiento de la obligación de seguridad por parte del ente
de salud demandado (art. 1198 del CC), que sea causalmente relevante (art.
901 y 906 del CC) para provocar los daños en razón de los cuales se reclama
(arts. 1068, 519, 520, 522, 1079, 1078 y concordantes del CC); todo ello a la
luz de las normas generales de la responsabilidad civil y las cuales deben ser
interpretadas conforme a lo dispuesto por la Constitución Nacional y los
tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional.

En este orden, tales presupuestos deben ser estudiados a la luz de las nuevas
tendencias de la responsabilidad civil que han sido recogidas en el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación que rige a partir del 01/08/2015.
Imperiosamente debe tenerse en cuenta la constitucionalización del derecho
privado que es una pauta orientadora fundamental y cardinal en los casos de
grave lesión a los derechos personalísimos y a la integridad psicofísica.

En tal sentido, afirma Ricardo Luis Lorenzetti en su destacado libro


"Responsabilidad civil de los médicos" (Rubinzal-Culzoni Editores, Tomo II, págs.
209 y sgtes.) que es sabido que el Derecho de Daños se ha orientado hacia la
protección de la víctima y una de las principales preocupaciones ha sido la de
aligerar la carga probatoria "con el fin de restituir un equilibrio afectado por la
masividad y la producción anónima de daños".

En este punto se advierte una profunda preocupación de la doctrina que ha


señalado en el II Congreso Internacional de Derecho de Daños, Buenos Aires,
1991, (Comisión nº 1) "La inviolabilidad de la persona hU., como fin en sí
misma, supone su primacía jurídica como valor absoluto" (unanimidad).

C) Ámbito de la responsabilidad civil: El Código Civil velezano estructura a


partir del art. 1107 dos órbitas de la responsabilidad civil, a saber, la
contractual y la extracontractual. Si bien se trata de una distinción que no tiene
justificación ontológica y que desde hace años la doctrina y encuentros
jurídicos han reclamado la unificación–y a la cual he adherido desde hace
muchos años-, lo cierto es que la misma es aplicable al caso de autos, y por
ende debe ser tenida en cuenta a fin de dar adecuado encuadre y fundamento
jurídico a la solución del mismo.

Esta postura ha sido receptada por el nuevo Código Civil y Comercial de la


Nación sobre la base de la unidad del fenómeno de la ilicitud.

En razón de ello la doctrina ha sostenido que "los tribunales no se preocupan


por la naturaleza –contractual o extracontractual- de la responsabilidad más
que allí donde existe interés en hacerlo" (Mazeaud – Tunc citados por Alterini,
A. – Ameal, O. – López Cabana, R., Derecho de Obligaciones civiles y
comerciales, ob.cit., p. 158); y en el concreto caso de autos es imprescindible
formular tal distinción por el modo en que se ha trabado la litis.

En el Código de Vélez la responsabilidad es contractual cuando hay un deber


preexistente que es específico y determinado, tanto en relación al objeto como
al sujeto obligado. En cambio es extracontractual cuando existe un deber
preexistente que es genérico (deber general de no dañar) e indeterminado en
cuanto a los sujetos pasivos, que viene impuesto por la ley, y que rige por el
mero hecho de la convivencia social (Alterini, A. – Ameal, O. – López Cabana,
R., Derecho de Obligaciones civiles y comerciales, AbeledoPerrot, Bs. As., 2003,
p. 153).
Respecto de la coactora y paciente P. I. P. la responsabilidad es evidente que
debe emplazarse en la órbita contractual, ya que ella habría sido víctima
directa –en caso de configurarse los presupuestos de la responsabilidad civil-,
en tanto que los demás coactores serían damnificados indirectos a quienes se
debe emplazar en la órbita extracontractual. Esta distinción –reitero- resulta
fundamental para determinar el correcto marco aplicable en cada caso.

D) Prueba: Antes de entrar en el examen de la prueba, que permitirá contestar


los interrogantes planteados, debo recordar que los jueces no estamos
obligados a analizar todas y cada una de las argumentaciones de las partes,
sino tan sólo aquellas que sean conducentes y posean relevancia para decidir
el caso (C.S. FALLOS 258:304; 262:222; 265:301; 272:225) y que tampoco es
obligación del juzgador ponderar todas las pruebas agregadas, sino aquellas
que estime apropiadas para resolver el caso (CS, Fallos 274:113; 280:320;
144:611).

Se ha recibido en estas actuaciones la causa penal iniciada por L. A. S. radicada


por ante la Seccional 11° de la PFA –sumario 1748/07- y tramitó bajo el número
31.993/2007 ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 31
Secretaría N° 119 cuyo titular declinó la competencia a favor del fuero
Correccional, por lo que el sumario quedó radicado ante el Juzgado Nacional en
lo Correccional n° 12 Secretaría n° 77 (causa n° 31.021). En la misma se
imputó a E. R. J., Claudia Elba T., J. G. C., M. M. V. R., V. C. C. , L. G. M., A. B. U.,
L. L. , A. H. M. , M. I. R. y Z. A. por haberse apartado de las normas de la lex
artis médica al haber brindado deficiente atención médica a P. I. P. en el
periodo comprendido desde su internación a los fines de la cesárea que se le
practicó el 09/05/2007 hasta el 09/06/2007 en el Hospital Durand.

A fs. 373/379 de la causa penal se agrega el dictamen del Cuerpo Médico


Forense, en el cual a fs. 374 se señala que "…desconocemos el motivo por el
cual se le otorga el alta con indicación de antibióticos (cefalexina) cada seis
horas". En primer lugar destaco esta circunstancia porque es un dato fáctico
fundamental para comprender, luego, cómo han ido transcurriendo los hechos.

A fs. 377 el CMF ya destaca que la actora en las evaluaciones del 13/05/2007 y
17/05/2007 presentaba un foco infeccioso y que para el 17 no presentaba
compromiso sistémico, no contando con otra evaluación médica hasta el
30/05/2007.

A fs. 378 el CMF sostiene que con una reinternación a los 9 días de su último
control médico (del 30/05/2007) se interpreta que no surgía de los controles del
17/05/2007 y del 30/05 /2007 evidencias francas de pautas de alarma que
obligaran a realizar otras conductas médicas. Más allá de que en tales
actuaciones existieron varias discrepancias entre el informe del CMF y el
dictamen del consultor médico de la querella, lo que motivó la intervención de
la Junta Médica de la Facultad de Medicina de la UBA, entiendo que también
existen coincidencias que merecen y deben ser destacadas. De este modo, y
volviendo al informe del CMF, refiere que "ESTAS PAUTAS (SIGNOS Y SÍNTOMAS
DE ALERTA INFECCIOSA) PUDIERON HABER SIDO YUGULADOS POR LA
ANTIBIOTICOTERAPIA RECIBIDA EN FORMA AMBULATORIA COMO SURGE DE LA
DOCUMENTAL MÉDICA REMITIDA…". Como puede advertirse, en este punto
comienza a advertirse la incidencia causal de haber prescripto Cefalexina (del
13/05/2007) sin que en la historia clínica se haya consignado justificación
alguna para este proceder.

Por otro lado, a fs. 395 el CMF informa que, del estudio de las constancias
médicas remitidas, no surge del protocolo quirúrgico de la operación cesárea
realizada el 09/05/2007 el recuento de gasas e instrumental, aun cuando en el
parte quirúrgico de la intervención realizada el 09/06/2007 (laparotomía) no se
describe hallazgo de ningún oblito, que de haber existido debió consignarse en
dicha foja quirúrgica.

A fs. 397 el CMF refiere que de haberse practicado un examen ecográfico o una
tomografía computada (el 08/06/2007) muy probablemente hubieran
demostrado la presencia de los 3 litros de pus. Luego agrega que es posible
que el resultado de dichos estudios hubiese motivado adelantar la intervención
quirúrgica, no obstante la decisión de una cirugía debe ser oportuna con una
evaluación completa de la paciente, interconsultas y estudios
complementarios. También cabe destacar que los médicos concluyen que dada
la gravísima evolución posterior la anticipación en horas de la cirugía no influyó
sobre el resultado final. Es decir, este yerro -por sí mismo y en forma aislada-
no tuvo entidad causal para provocar ni agravar el resultado final.
De todos modos, entiendo que este informe pone de resalto varias
"negligencias abstractas" que deben ser analizadas junto con el resto de las
pruebas, a las cuales me referiré inmediatamente.

A mayor abundamiento, a fs. 498 el CMF reitera que en las atenciones médicas
de los días 17/05/2007 (a cargo de la Dra. C.s) y 30/05/2007 (a cargo de la Dra.
M.) surge la presencia de un foco infeccioso de piel a nivel de la herida
quirúrgica y que el 17/05/2007 se le indicó un antibiótico de mayor espectro,
no contando con otra evolución médica hasta el día 30/05/2007. Reitero que a
fs. 378 el CMF ya había sostenido que "ESTAS PAUTAS (SIGNOS Y SÍNTOMAS DE
ALERTA INFECCIOSA) PUDIERON HABER SIDO YUGULADOS POR LA
ANTIBIOTICOTERAPIA RECIBIDA EN FORMA AMBULATORIA COMO SURGE DE LA
DOCUMENTAL MÉDICA REMITIDA…".

Destaco, aunque ello resulta una obviedad, que todas estas consideraciones –
así lo expresan los médicos del CMF- resultan de las constancias consignadas
en la historia clínica por los propios demandados, por lo que debo ser
sumamente prudente en su valoración y teniendo en cuenta estas pautas.

Si bien es cierto que a fs. 502 el CMF informa que frente al diagnóstico del
30/05/2007 no es habitual realizar los estudios mencionados en el punto de
pericia (frotis-test de aminas – cultivo) ante una paciente con flujo vaginal,
advierto que la paciente venía tomando medicamentos desde principios de
mayo, tal dato debe ser tenido en cuenta. Es más, fue dada de alta de la
internación el 13/05/2007 y ya entonces –sin que los médicos encuentren
explicación para ello- se le habían prescripto antibióticos (fs. 374 – cefalexina).
Y lo cierto es, y lo vuelvo a repetir, que "ESTAS PAUTAS (SIGNOS Y SÍNTOMAS
DE ALERTA INFECCIOSA) PUDIERON HABER SIDO YUGULADOS POR LA
ANTIBIOTICOTERAPIA RECIBIDA EN FORMA AMBULATORIA COMO SURGE DE LA
DOCUMENTAL MÉDICA REMITIDA…".

Otra deficiencia de la historia clínica, que dificulta la reconstrucción de los


hechos, consiste en el desconocimiento de si al 30/05/2007 la paciente
continuaba con antibióticos (ver fs. 502 de la CP –informe del CMF).

A fs. 503 se interroga al CMF "…si la indicación de cefalexina primero y luego, a


continuación de Optamox, sin antibiograma previo, pudo enmascarar el cuadro
infeccioso abdominal e impedir su diagnóstico precoz". Ante lo cual responde
que es importante aclarar, que es esencial tratar, ante un foco de infección,
tomar muestra contributiva de la secreción para envío a cultivo y antibiograma
para poder tipificar el o los gérmenes causantes del proceso. Entiendo que esa
es la conducta debida dentro del marco del análisis de la culpabilidad civil que
determina el art. 512 del CC con su correlato en el art. 1109 del mismo cuerpo
legal.

Sin embargo, luego agrega el CMF que la decisión de la toma del material de
cultivo y antibiograma la decide el médico de acuerdo al cuadro de la paciente.
Y a continuación expone que en el caso que nos ocupa no se aclara la cantidad
de secreción y el tipo de la misma, no obstante lo cual se rota el antibiótico por
uno de más amplio espectro que debe interpretarse dirigido al proceso de la
herida quirúrgica y de los mentados pequeños nódulos eritematosos
superficiales en axila observados. Nótese que la historia clínica se presenta en
este aspecto incompleta y que a partir de ello se formulan suposiciones sobre
lo que se pretendía tratar, sin que se pueda tener certeza absoluta de lo
observado en la paciente ni la motivación o fundamento de las decisiones de la
médica interviniente.

En este punto, tengo presente que el art. 173 del Código de Ética para el
Equipo de Salud de la AMA establece que "En la Historia Clínica se deberá
hacer una descripción exacta de todos los estudios y análisis que se vayan
practicando….". A su vez, el art. 176 establece que "no deberán omitirse datos
imprescindibles para mejor tratamiento….". Por su parte, el art. 178 determina
que "La Historia Clínica completa y escrita en forma comprensible es una de las
mayores responsabilidades del Equipo de Salud y su redacción defectuosa es
un elemento agravante en los juicios de responsabilidad legal".

Luego, la conclusión del CMF a fs. 503 señala que "Esta conducta, a tenor de lo
escrito el día 30/05/2007 en donde no se constataron pautas de sepsis y se
retiraron los puntos de la herida, fue correcta".No obstante lo cual el CMF,
inmediatamente, refiere que "Hemos dicho que la antibioticorerapia indicada
pudo haber yugulado signos y síntomas de alerta infecciosa" (fs. 503).

Desde ya que esta prueba, más allá de la ponderación que ha formulado el juez
penal y a la que me referiré más adelante, la he de considerar a la luz de lo
normado por los arts. 386 y 477 del CPCCN.
A fs. 519/528 obra el informe del consultor técnico propuesto por la parte
actora quien a fs. 521 expresamente señala que en una mujer en periodo de
post parto por cesárea el flujo vaginal podría ser considerado singo de atención
preferencial, a diferencia de la mujer no operada recientemente. Agrega, en
consonancia con lo referido ut supra, que la médica actuante en ocasión de la
detección del flujo no describe sus características, no informa sus
características infecciosas, ni evidencia haber efectuado un examen
ginecológico. Agrega que ordenó antibióticos siendo inespecífica la elección o
bien empírica. También señala que tampoco se evidencia haber efectuado un
examen ginecológico. Sostiene que ante la falta de estudios específicos se
ignora si la secreción por vía vaginal contenía ya entonces elementos
evaluados por el útero. En definitiva, considera que son insuficientes los
elementos de registro para hacer un estudio retrospectivo del tipo de
secreción. Reitera que no debió perderse de vista la fecha reciente de
operación.

Al igual que el CMF, a fs. 521 vta el consultor de parte también destaca que a
la actora se le indicaron antibióticos (cefalexina) posteriormente a la cesárea,
sin aclarar la documentación obrante por qué razón. Agrega que luego se
prosiguió con la cefalexina y posteriormente con Optamox.

Sostiene que ello coincide en el tiempo con la descripción de una infección de


la herida quirúrgica en piel de la operación cesárea.

A fs. 521 vta el consultor técnico también describe que "el empleo de
antibióticos –como el caso de la Sra. P.-, puede yugular, modificar, retardar, la
evolución de un cuadro infeccioso, de diversa naturaleza, incluida una infección
abdominal. En tal supuesto, puede interferir o impedir el diagnóstico de dichos
cuadros, en algunas de sus etapas evolutivas. El antibiograma previo a la
administración de un antibiótico, permite determinar la sensibilidad al mismo
(al antibiótico) del germen (o gérmenes) involucrado en el cuadro tratado. Para
ello, se debe diagnosticar cuál es el germen, mediante estudios adecuados".

Al ser preguntado el consultor técnico de la parte actora respecto del accionar


de los doctores U., M., Z. y R.(fs. 522 pregunta l), el experto señala que el
cuadro integral descripto en la historia clínica por ellos no resulta coherente
con lo que horas después se comprobó respecto de que la actora contenía 3
litros de pus con una peritonitis generalizada a punto de partida uterino, con
salida de material necrótico purulento a través del aludido útero, en la zona de
la histerorrafia, asimismo necrótica según se documentó (aun cuando refiere
no hallar los informes macroscópico y microscópico de anatomía patológica).
Concluye que "De todo ello, resulta que no es posible admitir llanamente,
dichos diagnósticos, como acertados. Dado que no se corresponden en
esencia, con lo que luego, demostró la situación a graves, principalmente, de la
operación quirúrgica…". Inclusive el recuento de glóbulos blancos (5030) se
presenta inconsistente frente a tamaña infección. En definitiva, considera que
el incorrecto diagnóstico del 08/06/2007 a las 16.00 hs (momento aproximado
del ingreso) demoró injustificadamente la intervención que se realizó al día
siguiente, apenas pasada la medianoche, con el consiguiente atentado de la
buena evolución posterior y aumento del riesgo de vida.

En este punto, advierto que se produce una discrepancia con el informe del
CMF (fs. 397), por lo que debe ser ponderada la opinión de la Junta Médica de
la UBA, a la que me referiré más adelante.

También destaca el consultor de la querella (fs. 525 vta y 526) que la ausencia
del informe de Anatomía Patológica, macroscópico y microscópico, que hubiera
dado la oportunidad de corroborar cuestiones relacionadas con los
mencionados en el expediente (temas de cuerpos extraños, oblitos,
infecciones, lesiones orgánicas y otros), priva al proceso de un muy importante
medio probatorio que no es posible examinar. Destaca que ello constituye una
rareza.

Luego, a fs. 757/761 de la causa penal obra el informe elaborado por el Comité
de peritos médicos de la Asociación Médica Argentina, solicitada por el Juzgado
Penal. A fs. 759 vta informa que "No se explica en el caso de la actora cuál fue
la razón de extender el plazo e incluso cambiar de antibiótico durante el
postoperatorio alejado". En este punto señalo que la misma consideración o
pregunta se realizan los médicos del Cuerpo Médico Forense (fs. 374) y el
Consultor de la parte actora (fs. 521 vta).

Agrega el Comité (fs. 759 vta) que si no se sospecha infección, y así se afirma
en los controles postoperatorios de consultorio externo, no es aconsejable
administrar antibióticos, salvo como profilácticos, en el tiempo señalado
(máximo de tres días). Concluye que "En el caso de la paciente, se desconoce
la razón por la cual se indicó a la actora un antibiótico al momento del alta
médica y tampoco se explica el motivo por el cual el día 17 de Mayo, cuatro
días después del alta se cambió el antibiótico indicado por otro".

Luego, a fs. 760 vta el Comité reafirma su postura señalando "Según la historia
clínica la paciente evolucionó de manera normal, sin complicaciones motivo
por el cual fue dada de alta. No se explica por qué se indicó la administración
de un antibiótico para después del 5° día de cesárea". A fs. 761 agrega que en
tales casos "Ya deja de tratarse de un plan profiláctico".

El Comité también refiere que "No se establece en la historia clínica que se


haya investigado en los informes de consultorio que antes de cambiar el
antibiótico, se hubiera determinado el origen de la posible infección, tampoco
se añadió al Expte. el informe histológico y macroscópico del Servicio
Anatomopatología, donde se podría haber conocido el origen de la infección y
necrosis del útero y anexo".

Agrega el Comité que "La conducta médica aconsejada es suspender el


antibiótico hacer cultivos y conociendo el germen recurrir al antibiótico
adecuado".

En relación al origen de la infección el Comité refiere que "no quedan dudas


que el único foco infeccioso encontrado en la exploración del abdomen fue la
necrosis de la sutura del útero, y la salida de líquido purulento a través de esa
herida".

En cuanto al examen clínico del 08/06/2007 el Comité expone que el tacto


ginecológico hubiera demostrado el abombamiento de los fondos de saco dada
la relación entre el antecedente de cesárea y el cuadro que presentaba la
paciente un mes después. También la ecografía y mejor aún la TAC
seguramente hubieran demostrado la patología dada la magnitud del mismo
(fs. 759 vta y 760).

Al igual que los dictámenes anteriores, el Comité señala a fs. 760 que "La
administración de antibióticos puede enmascarar el cuadro infeccioso. En
sangre no es dable esperar un gran ascenso de los leucocitos (glóbulos
blancos) si el paciente estuvo medicado previamente con antibióticos)".
A fs. 761 el Comité señala que la administración de dos diferentes antibióticos
distintos debió enmascarar el cuadro séptico en curso.

A fs. 868/870 obra el informe de la Junta Médica del Consejo Departamental


(CoDep) de Medicina de la Facultad de Medicina de UBA quien refiere que con
respecto a la indicación de alta –Cefalexina- no existe en la documentación
clínica evidencias que respalden su prescripción. Asimismo, refiere que la
indicación de Optamox fue empírica y no hay datos en la historia clínica que
permitan evaluar su adecuación. También señala que previo al suministro del
Optamox debió efectuarse la toma de muestras de la supuración de la herida
quirúrgica para estudios microbianos y que una ecografía de partes blandas
podría haber aportado datos de interés.

A fs. 869 el Comité informa que la demora entre el inicio de los síntomas
(06/06/2007) y la cirugía (09/06/2007) tuvo influencia en el resultado final, pero
aclara que la paciente consultó en el Hospital el 08/06/2007.

En cuanto al lapso de demora entre el ingreso de la paciente el 08/06/2009 y


su intervención quirúrgica al día siguiente no fue definitorio para la evolución.
Es decir, desde el punto de vista de la causalidad adecuada la demora no ha
tenido incidencia en la producción del resultado final.

Expone que la realización de estudios previos, el 08/06/2007, como placas


radiográficas, ecografías y/o tomografías no hubieran modificado la conducta
quirúrgica ni el resultado final.

Destaca que durante la evolución el tratamiento antibiótico pudo haber


atenuado la sintomatología infecciosa.

En cuanto al origen de la infección refiere que la misma fue ginecológica y que


empezó a manifestarse localmente el 17/05/2007. Agrega que el proceso fue
oligosintomático hasta el 06/06/2007 según consta en la historia clínica.
Afirma que aun cuando el flujo vaginal es un signo inespecífico y que por ende
debe ser indagado en su contexto clínico general, sí debió efectuarse un
examen ginecológico. Asimismo, para determinar el tipo de secreción que
presentaba P. se requería el estudio microbiológico de flujo.

E) Prueba: continuación - E. R. J., C. E. T., G. C. y M. M. V. R.: Ya puedo adelantar


que de la prueba colectada puede concluirse que la atención médica
dispensada el día de la cesárea (09/05/2007) fue acorde con las normas que
expone la práctica obstétrica –no se ha acreditado la existencia de oblito
quirúrgico-; aunque sin embargo, no se puede explicar el motivo o razón por la
cual se le prescribió a la actora P. el antibiótico Cefalexina cada seis horas,
indicado por la médica M. M. V. R..

A fs. 931/955 obra el auto de procesamiento de la causa penal referida ut


supra. A fs. 944 vta se determina que respecto de los médicos intervinientes en
la cesárea del 09/05/2007, a saber los médicos E. R. J., C. E. T. y J. G. C. quienes
participaron como cirujanos los dos primeros y ayudante la última –desde el
punto de vista penal- no ha quedado fehacientemente acreditado que la
infección que posteriormente origina el desenlace lesivo se haya originado en
el momento de la intervención. Agrega que tampoco se ha comprobado que en
ello haya tenido incidencia el accionar de cada uno de los encartados, por lo
que no se les puede endilgar una acción contraria al deber de cuidado. Así,
concluye el juzgador penal que luego de la ponderación de los elementos
colectados los mismos resultan insuficientes para formar juicio recriminatorio
en contra de los nombrados médicos, puesto que respecto de ellos no se ha
configurado una conducta negligencia en el ejercicio de su profesión.

Estos profesionales fueron sobreseídos a fs 931/955, y ello fue confirmado por


el Superior a fs. 992/994.

Debe tenerse especialmente en cuenta que conforme lo determina la Junta


Médica la infección habría tenido origen ginecológico el 17/05/2007,
descartándose su inicio en la cesárea. Y si bien en este punto ha existido
discrepancia entre los distintos informes médicos, lo cierto es que no advierto
que hayan incurrido en una conducta antijurídica y culpable –ni dolosa- que
permita tener por configurado algún factor de atribución en grado de
causalidad adecuada con el resultado dañoso final, y que pueda comprometer
su responsabilidad.
No hay prueba colectada y rendida en autos para la atribución de
responsabilidad.

Por todo lo expuesto, entiendo que respecto de aquellos médicos tampoco se


configura una conducta antijurídica y culposa desde el punto de vista de la ley
civil fuente de daños (art. 499 del CC), por lo que la demanda habrá de ser
rechazada a su respecto.

En cuanto a la médica M. M. V. R. cabe destacar, en primer término, que la


misma no ha sido demandada en autos. A fs. 945 vta de la causa penal se
determina que su conducta está exenta de reproche por la conducta tipificada
por el art. 94 del CP, para lo cual se tuvo en cuenta fundamentalmente el
dictamen de la Junta Médica que concluyó que la infección de la actora se
comenzó a manifestar localmente el 17/05/2007. Tiene especialmente en
cuenta que la circunstancia de que de la documentación médica no surja
evidencia clínica que respalde la prescripción de Cefalexina al momento del
alta no modifica lo expuesto ya que los galenos afirmaron que la paciente fue
dada de alta en condiciones médicas adecuadas. Por lo tanto, se está a esas
constancias y al hecho de no haber sido demandada en autos.

F) Prueba. Continuación – V. C. C.: En relación a la codemandada V. C. C. se


encuentra acreditado que el 17/05/2007 la paciente P. concurrió a control y allí
se cambió la prescripción del antibiótico Cefalexina prescripto por V. R., según
consta en la historia clínica, por Optamox, como antibiótico de mayor espectro.
Se determinó la herida quirúrgica flogótica con secreción maloliente.

En la causa penal se le imputó a la codemandada C. haberse apartado de las


normas de la lex artis médica al incurrir en una deficiente prestación de
servicios médicos, desatendiendo el rol que le incumbía como profesional de la
ciencia médica, respecto de la paciente P. P. en oportunidad de realizarle el
control medido del 17/05/2007 en el Hospital Durand luego de la cesárea que
se le efectuara el 09/05/2007; y que con posterioridad a que ésta consumiera
la dosis de antibióticos que se le indicara, le prescribió el cambio de antibiótico
–Optamox por Cefalexina- sin haber efectuado previamente la toma de
muestras de la supuración de la herida quirúrgica para estudios
microbiológicos y habría omitido disponer la realización de una ecografía de
partes blandas a la paciente pese a las pautas de alerta que se asentó como
existentes. El 09/06/2007 la actora sufrió un shock séptico que le ocasionó las
secuelas ya descriptas.

Luego de referir el descargo realizado por la encartada a fs. 922/923 al ampliar


la declaración a tenor del art. 294 del CPPN, a fs. 950 el juez penal señala que
distinta de sus consortes de causa ha de ser la situación de la Dra. C. en virtud
de las respuestas brindadas por la Junta efectuada por los médicos de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires a fs. 868/870 ya que
no es factible arribar a un pronunciamiento libertorio.

Conforme lo exponen estos profesionales, el 17/05/2007 la demandada C.


debió efectuar toma de muestras de la supuración de la herida quirúrgica para
estudios microbiológicos y disponer la realización de una ecografía de partes
blandas a la paciente, ya que esta última podría haber aportado datos de
interés (pto 5 fs. 868).

A ello se suma que la indicación del Optamox fue empírica (pto 3 de fs. 868) no
surgiendo datos de la historia clínica que permitieran evaluar su adecuación.
Además, al responder a la pregunta 10 (fs. 869) refiere que los signos clínicos
de la infección pudieron ser cubiertos por los antibióticos que recibió la
paciente, puesto que la evolución del tratamiento antibiótico pudo haber
atenuado la signo-sintomatología infecciosa.

Ya puedo adelantar que el no haber advertido las posibles consecuencias de la


inexplicable prescripción de la Cefalexina (de fecha 13/05/2007) en el
ocultamiento de signos o síntomas de infección, y a mayor abundamiento las
deficiencias señaladas en la atención –omisión de estudios microbiológicos y
ecografía- más la rotación de un medicamento de forma empírica constituyen
un defecto de conducta que es captado por el art. 512 del CC.

Volviendo al auto de procesamiento, más precisamente a fs. 950 el juez penal


señala que si bien la sepsis tuvo su origen con el comienzo del cuadro febril lo
cierto es que previo a ese estado P. cursaba una infección que podría haber
sido detectada y en su caso, detenida a tiempo, a lo que debe sumarse que
durante la evolución del tratamiento, el antinbiótico pudo haber atenuado al
signo-sintomatología infecciosa.
La propia C. asentó en la historia clínica el 17/05/2007 "herida quirúrgica
ligeramente flogótica con secreción ligeramente maloliente… Se indica
Optamox, se cita en una semana. Se dan pautas de alarma".

De este modo, y tal como lo señala el juez en lo penal, de haberse llevado a


cabo los estudios por imágenes y tomado muestras de la supuración de la
herida conforme lo expresaron los integrantes de la Junta Médica, el resultado
pudo haber sido más favorable a la víctima brindándole una chance de que la
infección no avanzara. Se agrega que la médica C. pudo y debió haber
adoptado una conducta distinta a la efectivamente obrada ya sea realizando
estudios o realizando exámenes específicos y ello no ocurrió; concluyendo de
esta manera que existe una relación de causalidad entre su accionar y el
resultado final.

Tal como se expone a fs. 951 su actuar ha creado una situación de riesgo
vinculado (causalmente) con el resultado.

Desde el punto de vista de la responsabilidad civil, la creación de esa situación


de riesgo ha configurado una conducta culposa merecedora de reproche (conf.
art. 512 del CC).

G) Prueba: continuación – L. G. M.: En relación al accionar de la codemandada


M. ha quedado acreditado que el 30/05/2007 la paciente fue nuevamente
controlada constatando la presencia de flujo vaginal y se indicaron óvulos. La
atención médica en esta ocasión estuvo a cargo de la referida médica.

El Juez penal luego de hacer referencia a la declaración indagatoria de la


médica a fs. 924/925, al igual que respecto de la codemandada C.s, refiere que
atendiendo a las respuestas brindadas por la Junta Médica de los médicos de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires obrante a fs. 868/870
no resulta factible arribar a un pronunciamiento liberatorio a su respecto.

Concretamente la médica L. G. M. omitió ordenar un estudio microbiológico de


flujo y la realización del examen ginecológico de la paciente, especialmente
atendiendo a las pautas de alarma asentadas en la historia clínica el
17/05/2007 por la consorte de causa C. (ptos 14 y 15 fs. 869).
La referida profesional, pese a haber advertido una situación de alarma, omitió
efectuarle los estudios ginecológicos correspondientes y ordenar un estudio
microbiológico de flujo que también podría haber variado el curso de los
hechos conforme surge del informe final de fs. 868/70 de la causa penal.

Al igual que respecto de la médica C.s, desde el punto de vista de lo normado


por el art. 512 del CC es notorio y evidente que ha existido un defecto de
conducta que le es atribuible a la demandada M..

Lo cierto es que esta médica también pudo haber adoptado, y debió hacerlo,
una conducta distinta ya sea ordenando estudios o realizando exámenes
específicos y ello no ocurrió; y esta conducta omisiva está causalmente
conectada con el resultado acreditado en autos. Coincido con el juez penal
cuando señala que de haberse adoptado otra conducta el resultado final
hubiera sido distinto.

Al igual que respecto de la médica C., puede sostenerse que la conducta de la


demandada M. ha actuado culposamente en grado de negligencia y vinculado
al resultado al no haber hecho lo debido, y que a la luz de la normativa civil ello
se traduce en una conducta culposa y reprochable.

H) Prueba: continuación - el procesamiento: En tal contexto, el juez penal


sostuvo que las encartadas –C. y M.- habrían infringido el deber objetivo de
cuidado que el arte de curar les imponía de acuerdo a las circunstancias en que
acontecieron los hechos (fs. 953).

De este modo, se concluyó en el procesamiento de V. C. C. y L. G. M. por


considerarlas "prima facie" autoras del delito de lesiones culposas gravísimas
previsto y reprimido en el art. 94 del CP (fs. 955).

Contra dicha resolución, a los efectos que interesa en estas actuaciones, a fs.
962/964 las codemandadas C. y M. interpusieron recurso de apelación, el cual
a fs. 982 fue declarado mal concedido.

No obstante lo cual, a fs. 992/994 el Superior toma intervención con motivo de


la apelación interpuesta por la querella respecto del sobreseimiento de los
demás encartados.
Allí sostuvo que "…corresponde señalar que la Dra. C. que atendió a la víctima
el 17 de mayo de 2007 en los consultorios externos, sin asentar datos que
permitan evaluarlo, cambió el antibiótico dado el momento del alta –
Cefalexina- por Optamox. Sin embargo, la junta médica sostuvo que previo a
ello, "debió efectuarse la toma de muestras de la supuración de la herida
quirúrgica para estudios microbiológicos. Una ecografía de partes blandas
podría haber aportado datos de interés. Es que a diferencia de lo ocurrido en el
caso anterior, la médica tratante detectó, y así lo asentó, que la herida
quirúrgica se encontraba ligeramente flogótica con secreción ligeramente
maloliente. En consecuencia, teniendo en cuenta la toma anterior de
antibióticos así como que se ha concluido que ha sido ese día que comenzó a
manifestarse localmente la infección, la indicación de nuevo antibiótico sin el
correspondiente cultivo, por lo menos, ha coadyuvado en el resultado" (fs.
993).

Agrega que "…no podemos soslayar que la prescripción fue sólo por una
semana, debiendo regresar para nuevo control, lo que no sucedió sino hasta a
los 13 días, Sin embargo, como se dijo, la conducta de la Dra. C. ha elevado el
riesgo jurídico permitido, por cuanto teniendo en cuenta no sólo el cuadro de la
paciente de ese día sino también que 8 días antes había sido intervenida
quirúrgicamente, la prescripción antibiótica sin una evaluación completa del
cuadro que presentaba P. ocasionó, por mas no sea de manera concurrente, el
resultado final" (fs. 993 vta).

Y sostiene que esa mención se efectúa debido a la responsabilidad que


considera acreditada –para esa etapa del proceso- respecto de la Dra. M., y
nuevamente sin un análisis integral frente a la presencia de flujo indicó
tratamiento con óvulos. Ello porque aun cuando ese era el tratamiento
adecuado para dicha afección y se trata de un signo inespecífico, justamente
como lo menciona la Junta Médica, considerado dentro de un contexto clínico
general, debió haberse efectuado un estudio microbiológico dado no sólo al
cuadro clínico de ese día sino de los anteriores, y con una ingesta importante
de antibióticos que, en el caso, pudo haber atenuado el signo infeccioso.

I) Responsabilidad del director del Hospital: En cuanto al codemandado T. H. D.


P., quien se desempeñaba en ese momento como director médico del hospital,
la demanda en su contra será desestimada.
Es que, según se desprende del dictamen presentado a fs. 1148 y con las
constancias de la historia clínica se acredita que no ha dado indicaciones
médicas relacionadas con la atención médica brindada a P. P..

Él no le realizó tratamientos médicos en forma directa, no tuvo tampoco


intervención en la atención médica ni en las cirugías que se llevaron a cabo.
Entonces, como la función del director no se asimila a la del jefe del equipo,
pues no le compete ni elegir a los médicos ni brindarles directivas o
instrucciones, el rechazo se impone (Conf. CNCiv, Sala M "D., A. V. c/ Obra
Social del Personal de la Industria Lechera (OSPIL) s/ daños y perjuicios" del
12/03/2014).

J) Responsabilidad de los demás médicos: Igual temperamento absolutorio


habrá de corresponder respecto del codemandado F. A. P. ya que de la prueba
colectada en autos no surge que su conducta haya reunido los requisitos para
configurar los presupuestos de la responsabilidad civil.

Este médico atendió a la paciente P. P. el 12/05/2007 sin que su actuar haya


tenido incidencia causal en el resultado dañoso final. Tampoco advierto que en
la demanda se haya formulado imputación concreta alguna a su respecto.

Por lo tanto, la demanda habrá de ser rechazada a su respecto.

Recuérdese que los médicos R. y A. han sido desistidos.

K) Incidencia de la sentencia penal: Habiendo efectuado las consideraciones


que preceden corresponde que me refiera a la trascendencia probatoria de la
misma.

En la causa penal referida, cuyas copias certificadas en este acto tengo a la


vista y han quedado definitivamente incorporadas a la causa, surgen los
hechos referidos y las pruebas que he descripto.
Dichas constancias de la causa penal han quedado incorporadas al pleito de
forma definitiva, beneficiando o perjudicando por igual a todos, por estricta
aplicación del principio de adquisición procesal (conf. Palacio, "Derecho
Procesal Civil", T.1, "Nociones Generales", pág. 283 y sgtes., Ed. Abeledo
Perrot, 2° Edición; Incivil, Sala A, del 17/12/97, autos "Huidobro, Ángel H.
c/Russo, Mario L. y otros s/ds. y ps."; ídem., Sala H, del 19/2/97, autos
"Martínez Figueredo de Gómez, Juana M. c/Ferrocarriles Argentinos s/ds. Y ps.").

Las diligencias llevadas a cabo en dicho proceso penal tienen el carácter de


instrumento público y de acuerdo con el artículo 993 del Código Civil, para
impugnar esta clase de actuaciones es necesaria la querella de falsedad en
sede penal o la redargución de falsedad en sede civil y en cuanto al valor
probatorio constituyen verdad impuesta. Por lo que no basta la tacha de falso
y/o su impugnación recién en sede civil.

L) Factores de atribución de los profesionales médicos: Habiendo referido la


prueba colectada corresponde el estudio de los presupuestos de la
responsabilidad civil en orden a determinar si los mismos se han configurado
en estas actuaciones.

La doctrina ha sostenido que la culpa es un concepto unitario que resulta


idéntico en el derecho penal y en el derecho civil (Echevesti, Carlos, La culpa,
Hammurabi, Buenos Aires, 1997, p. 50; Pizarro, R. – Vallespinos, C.,
Instituciones de Derecho Privado Obligaciones, Tº 2, Hammurabi, p. 621;
Alterini, A. – Ameal, O. – López Cabana R., Derecho de Obligaciones Civiles y
Comerciales, ob. cit, p. 184 y 185).

En el esquema de Vélez el art. 512 define normativamente la culpa, en tanto


que el Código Penal se limita a describir las distintas formas en que ella puede
presentarse, a saber, imprudencia, negligencia, impericia, o inobservancia de
reglamentos o deberes (arts. 84 y 94 CP) (Echevesti, C., La culpa, ob. cit., p.
51; Bustamante Alsina, J., Teoría general de la responsabilidad civil, Abeledo
Perrot, p. 330 y 331; Zavala de González, M., Resarcimiento de daños, T 4,
Hammurabi, p. 377).

Cabe aclarar que, aun frente a la identidad conceptual de la noción del culpa
civil y penal, se han distinguido las diversas apreciaciones de una y otra
cuando se trata de la eficacia de la sentencia penal respecto del proceso civil
(Bustamante Alsina, J., Teoría general de la responsabilidad civil, ob. cit., p.
331; Alterini, A. – Ameal, O. – López Cabana R., Derecho de Obligaciones Civiles
y Comerciales, ob. cit, p. 185).

En tal sentido, como expresara Zavala de González, el juez penal examina con
sumo cuidado la configuración de culpabilidad, la cual debe estar debidamente
comprobada en el

proceso, y en caso de duda sobre su existencia absuelve. De allí que la


absolución penal por falta de culpa no hace cosa juzgada en sede civil. En
materia civil la más leve culpa puede servir para fundar una condena
resarcitoria. Esta solución se justifica porque en materia penal se procura no
condenar a un inocente, en tanto que en sede civil se pretende no dejar sin
reparación a la víctima de un daño causado injustamente (En Resarcimiento de
daños, T 4, ob. cit., p. 378).

En relación a los factores de atribución civiles, más precisamente en relación a


la culpa, la jurisprudencia argentina se ha pronunciado en numerosas
oportunidades, sosteniendo que no existe un concepto de culpa profesional
diferente al que se describe en el art. 512 del Código Civil; esta norma nos
proporciona el concepto de culpa civil, al decir que la culpa consiste en la
"omisión de aquellas diligencias que exigiera la naturaleza de la obligación y
que correspondiesen a la circunstancia de las personas, del tiempo y del lugar".
Esto viene a significar que cuando el facultativo incurre en la omisión de tales
diligencias, ya sea por imprudencia, impericia o negligencia, falta a sus
obligaciones y se coloca en la posición de deudor culpable (conf. recordado
voto del doctor Greco en fallo de la Excma. CNApelaciones en lo Civil, Sala G,
publicado en L.L. 1992-A-93).

A los fines de complementar el criterio expuesto, se acude a las directivas que


emanan del art. 902 del Código Civil, en cuanto dispone que "cuanto mayor
sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor
será la obligación que resulte de las consecuencias posibles de los hechos", lo
cual resulta lógico en vista de los mayores deberes que incumben sobre
quienes se hallan habilitados para desempeñarse como profesionales por la
capacitación que supone el título universitario o especializado que hubieren
alcanzado (conf. Borda, "Obligaciones", 8ª ed., t. I, nº 93; Orgaz, "La culpa", p.
132, nº 48; Mayo, Jorge A., en: Belluscio - Zannoni, "Código Civil comentado", t.
2, comentario al art. 512, p. 637, § 38 y sus citas).
Supone una confrontación entre el actuar real y el actuar debido por el sujeto
en un caso concreto dado (conf. Bueres, Alberto J., en: Bueres-Highton, "Código
Civil comentado", t. 2-A, Bs. As., Hammurabi, 1998, comentario al art. 512, §
8).

La culpa, en general, predica el obrar negligente o imprudente mediante


comparación objetiva con la conducta que habría observado una persona
prudente y diligente (arg. arts. 902 y 909, Cód. Civil), ubicada en similares
circunstancias externas de personas, de tiempo y de lugar (conf., voto del
doctor Greco en fallo publicado en LL, 1992-A-93). Supone una confrontación
entre el actuar real y el actuar debido por el sujeto en una emergencia dada
(conf. Bueres, Alberto J., en: Bueres-Highton, Código Civil comentado, t. 2-A, Bs.
As., Hammurabi, 1998, comentario al art. 512, n° 8).

Aun cuando deben diferenciarse claramente los presupuestos de la


responsabilidad civil, éstos no representan compartimentos estancos. En tal
sentido, el comportamiento culpable –reprochable- presupone en su
conformación estructural una dosis de ilicitud (subjetiva). En general, la culpa
estricta supone un deber jurídico violado, es decir, supone ilicitud (Bueres,
Alberto J., en Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinal y
jurisprudencial, dir: A. Bueres, coord: E. Highton, T. 2A, Hammurabi, Buenos
Aires, 2006, p. 131).

La noción de culpa contenida en el art. 512 del CC ha sido elogiada por la


doctrina y jurisprudencia ya que refleja adecuadamente el concepto; y tal es
así que el art. 1724 del CC ha mantenido en esencia la figura con algunas
correcciones que no alteran su espíritu o esencia.

Tal como ya lo he referido sobre la base de las pruebas colectadas en autos, la


médica M. M. V. R. –no demandada en autos- en fecha 13/05/2007 dio el alta a
P. P. con indicación de antibióticos "Cefalexina" cada seis horas, aun cuando no
se encuentra justificación para tal proceder (fs. 374, 521 vta, 759 vta y 868 de
la CP). Tal prescripción configura un dato que debió ser tenido en cuenta por la
demandada C. en la atención médica del 17/05/2007, lo cual no ocurrió. No
podía desconocer la incidencia que podía tener la prescripción de un antibiótico
anterior a la luz de la evaluación que hacía y los claros signos de infección.
La médica C. se ha apartado de las normas de la lex artis médica al incurrir en
una deficiente prestación de servicios médicos, desatendiendo el rol que le
incumbía como profesional de la ciencia médica respecto de la paciente P. P. en
oportunidad de realizarle el control medido del 17/05/2007. Le prescribió el
cambio de antibiótico –Optamox por Cefalexina- sin haber efectuado
previamente la toma de muestras de la supuración de la herida quirúrgica para
estudios microbiológicos y omitió disponer la realización de una ecografía de
partes blandas a la paciente pese a las pautas de alerta que se asentó como
existentes.

El 17/05/2007 la demandada C. debió efectuar toma de muestras de la


supuración de la herida quirúrgica para estudios microbiológicos y disponer la
realización de una ecografía de partes blandas a la paciente, ya que esta
última podría haber aportado datos de interés (pto 5 fs. 868 de la CP).

A ello se suma que la indicación del Optamox fue empírica (pto 3 de fs. 868 de
la CP y fs. 1132 de autos) no surgiendo datos de la historia clínica que
permitieran evaluar su adecuación. Además, a fs. 869 el informe médico de la
Junta Médica refiere que los signos clínicos de la infección pudieron ser
cubiertos por los antibióticos que recibió la paciente, puesto que la evolución
del tratamiento antibiótico pudo haber atenuado la signo-sintomatología
infecciosa. Y reitero que la prescripción de ese antibi{otico anterior no debía
serle indiferente.

Reitero que no haber advertido la inexplicable prescripción de la Cefalexina (de


fecha 13/05/2007), y las deficiencias señaladas en la atención –omisión de
estudios microbiológicos y ecografía- más la rotación de un medicamento de
forma empírica constituyen un defecto de conducta que es captado por el art.
512 del CC.

Tal como lo señala el juez en lo penal, de haberse llevado a cabo los estudios
por imágenes y tomado muestras de la supuración de la herida conforme lo
expresaron los integrantes de la Junta Médica, el resultado pudo haber sido
más favorable a la víctima brindándole una chance de que la infección no
avanzara. La médica C. pudo y debió haber adoptado una conducta distinta a
la efectivamente obrada ya sea realizando estudios o realizando exámenes
específicos y ello no ocurrió.
Sostiene el juez penal que (fs. 951 de la CP) el actuar de la médica C. ha
creado una situación de riesgo vinculado (causalmente) con el resultado. Y tal
como lo he dicho, desde el punto de vista de la responsabilidad civil, ha
configurado una conducta culposa merecedora de reproche (conf. art. 512 del
CC).

Por su parte, a fs. 1132 de estas actuaciones los peritos médicos sostienen que
"Podría haberse efectuado toma de muestras para estudios microbiológicos y
una ecografía tal vez hubiera mostrado signos de compromiso de tejidos
blandos".

En relación al accionar de la codemandada M. ha quedado acreditado que el


30/05/2007 revisó a la actora P. P. constatando la presencia de flujo vaginal y le
indicó óvulos.

El Juez penal refiere que atendiendo a las respuestas brindadas por la Junta
Médica de los médicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires obrante a fs. 868/870 no resulta factible arribar a un pronunciamiento
liberatorio a su respecto. Concretamente la médica L. G. M. omitió ordenar un
estudio microbiológico de flujo y la realización del examen ginecológico de la
paciente, especialmente atendiendo a las pautas de alarma asentadas en la
historia clínica el 17/05/2007 por la médica C. (ptos 14 y 15 fs. 869 de la CP).

La referida profesional, pese a haber advertido una situación de alarma, omitió


efectuarle los estudios ginecológicos correspondientes y ordenar un estudio
microbiológico de flujo que también podría haber variado el curso de los
hechos conforme surge del informe final de fs. 868/70 de la causa penal. Desde
el punto de vista de lo normado por el art. 512 del CC es notorio y evidente que
ha existido un defecto de conducta que le es atribuible a la demandada M. a
título de culpa.

Esta médica también pudo haber adoptado, y debió hacerlo, una conducta
distinta ya sea ordenando estudios o realizando exámenes específicos y ello no
ocurrió; y allí es donde se pone patente la configuración de una conducta
culposa.
Finalmente, destaco que la historia clínica ha sido confeccionada por las
demandadas en autos –entre otros profesionales- y que las deficiencias en su
confección le son atribuibles.

M) Relación de causalidad: El otro de los presupuestos de la responsabilidad


civil consiste en la relación de causalidad, y teniendo en cuenta las
consideraciones que he formulado ut supra, se encuentra configurada con
claridad meridiana.

Goldenberg sostiene que el nexo causal es el enlace material entre un hecho


antecedente y un resultado (daño), que es conocido en doctrina como
imputabilidad o atribución objetiva, imputatio facti o vínculo material; en tanto
que la reelaboración a nivel jurídico de dicha conexión, con las particularidades
que le atribuyen las teorías de la relación de causalidad, nos conduce a la
"relación de causalidad" (En "La relación de causalidad en la responsabilidad
civil", 2º edición, La Ley, Buenos Aires, 2000, p. 1.).

Aun cuando la causalidad es material o física (encadenamiento de sucesos


externos o humanos conectados en una sucesión infinita) ello no impide que el
derecho compute un aspecto de la misma, que es el que interesa en este plano
(Gesualdi, Dora M., Responsabilidad civil. Factores objetivos de atribución.
Relación de causalidad. 2º edición, Hammurabi, Buenos Aires, 200, p. 72 y 73;
Bueres, Alberto J., Responsabilidad civil de los médicos, T1, 2º edición 1º
reimpresión, Hammurabi, Buenos Aires, 1994, p. 298 y 299).

Se ha definido a la relación de causalidad como la "adecuada relación de causa


– efecto que ha de existir entre la conducta antijurídica y el resultado dañoso"
(Medina, G. – Hooft, I., Código Civil Comentado, Dir: Julio César Rivera –
Graciela Medina, p. 38).

Importa una imputación fáctica objetivada entre la causa y su resultado


(Compagnucci de Caso, R., en Código Civil y normas complementarias. Análisis
doctrinal y jurisprudencial, Dir: Alberto J. Bueres – Coord: Elena Highton de
Nolasco, T 2B, ob. cit., p. 432; Orgaz, Alfredo, El daño resarcible (actos ilícitos),
Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1952, p. 59; Zavala de
González, M., Resarcimiento de daños, T 4, ob. cit., p. 244). Permite, de
conformidad con lo establecido en la ley, determinar cuándo y con qué criterio
un resultado debe ser atribuido a una persona determinada (Orgaz, A., El daño
resarcible, ob cit., p. 89), o a una cosa o a una actividad. Pero a su vez,
permitirá conocer cuál será la extensión del resarcimiento.

La relación de causalidad permite aglutinar los presupuestos de la


responsabilidad civil, ya que enlaza la conducta antijurídica del agente
dañador, o riesgo o vicio de la cosa o de la actividad, con el daño o perjuicio
sufrido.

Para que nazca la obligación resarcitoria no basta con la comprobación de la


existencia de un daño ni de un acto ilícito imputable a su autor ya sea en virtud
de un factor subjetivo u objetivo de responsabilidad, sino que, además de tales
presupuestos, es necesario establecer que dicho acto es la causa del daño
(Medina, G. – Hooft, I., Código Civil Comentado, Dir: Julio César Rivera –
Graciela Medina, ob. cit., p. 38 y 39).

Nuestro derecho positivo adopta la teoría de la causalidad adecuada que


computa en relación de causa-efecto, con criterio de previsibilidad en
abstracto, las consecuencias que acostumbran a suceder según el curso
natural y ordinario de las cosas.

Para establecer la vinculación de causa a efecto entre dos sucesos, es


necesario realizar un juicio retrospectivo de probabilidad o idoneidad cuya
formulación es la siguiente: ¿la acción u omisión que se juzga era per se apta o
adecuada para provocar normalmente esa consecuencia? (Goldenberg, Isidoro
H., "El principio de causalidad adecuada en esclarecedor fallo", JA 1997-II, 190
y en La relación de causalidad en la responsabilidad civil, ob. cit., p. 24;
Brebbia, R., La relación de causalidad en derecho civil, p. 40; Orgaz, A., El daño
resarcible, ob cit., p. 72; Bustamante Alsina, J., Teoría general de la
responsabilidad civil, ob. cit., p.264; Cazeaux, P. – Trigo Represas, F., Derecho
de las obligaciones, T I, ob. cit., p. 375; Medina, G. – Hooft, I., Código Civil
Comentado, Dir; Julio César Rivera – Graciela Medina, ob. cit., p. 39).

En la praxis el operador jurídico deberá recurrir a un método de supresión


hipotética. De este modo, irá suprimiendo mental e hipotéticamente cada uno
de los hechos eslabonados -condiciones-, hasta llegar a aquel cuya supresión
importe la eliminación del resultado. Aquella condición que una vez suprimida
conlleve la desaparición del resultado es la que debe ser erigida a la calidad de
causa.
Se concluye que si la acción u omisión era de ordinario apta o idónea para
provocar el resultado (daño) éste será objetivamente atribuible al agente por
guardar con dicha conducta una relación de causalidad adecuada (Goldenberg,
I., La relación de causalidad en la responsabilidad civil, ob. cit., p. 24).

Las características del análisis de la relación de causalidad son:

1) Es retrospectivo y prospectivo, ya que se analiza no sólo lo que sucedió sino


también los efectos futuros que tendrá la decisión (Lorenzetti, R., "La
responsabilidad civil", LL 2003-A, 973).

2) Y, es abstracto, ya que el estudio causal se ocupa de la regularidad, según el


curso normal y ordinario de las cosas (Orgaz, A., El daño resarcible, ob. cit., p.
72 y 158; Brebbia, R., La relación de causalidad en derecho civil, ob. cit., p. 40
y 69; Bustamante Alsina, J., Teoría general de la responsabilidad civil, ob. cit., p.
264; Cazeaux, P. – Trigo Represas, F., Derecho de las obligaciones, T I, ob. cit.,
p. 375; Gesualdi, D., Responsabilidad civil. Factores objetivos de atribución.
Relación de causalidad, ob. cit., p. 76; Medina, G. – Hooft, I., Código Civil
Comentado, Dir: Julio César Rivera – Graciela Medina, ob. cit., p. 39;
Goldenberg, I., La relación de causalidad en la responsabilidad civil, ob. cit., p.
24; Lorenzetti, R., "La responsabilidad civil", LL 2003-A, 973).

Lorenzetti ("Responsabilidad civil de los médicos", Tomo II, ob. citada, ps. 115 y
sgtes) afirma que el Juez "debe practicar un juicio de razonabilidad que
contemple no sólo las relaciones causales físicas sino lo efectivamente
calculado por el sujeto como agente supercausal. Además de la noción de
causa que suministran los peritos, debe aplicarse sobre ella la noción de lo
justo, que permitirá evaluar hasta dónde debe hacerse responsable a una
persona por sus actos...".

Sostiene Soler ("Derecho Penal Argentino", Tomo I, pág. 265) que el Derecho
recurre a la causalidad para resolver un problema de responsabilidad y, por
consiguiente no importa establecer el problema filosófico o científico sino el
dilema práctico de determinar hasta dónde quiere la ley que los hombres
respondan por sus actos.
En el marco de la responsabilidad médica hay que tener en cuenta si el hecho
galénico ha sido causa de un efecto que se traduce, en la mayoría de los casos,
en un daño.

Cualquier condición del hecho no es causa sino aquella que generalmente es


apta para determinarlo (conf. Mosset Iturraspe, Jorge "Responsabilidad por
daños", Tomo I, p. 191). Por lo tanto es imprescindible el estudio pormenorizado
de la prueba aportada al proceso para determinar si el acto médico ha sido la
causa adecuada del daño que invoca el paciente.

Señalan Alterini, Atilio y López Cabana Roberto M. ("Cuestiones modernas de


responsabilidad civil", Editorial La Ley, pág. 37) conjuntamente con el Prof.
Oscar J. Ameal ("Derecho de Obligaciones, obra citada) que el damnificado
debe demostrar la causa física del daño que consiste en el contacto físico o
material entre la conducta y un resultado. Probado ello se presume que cierto
resultado acaece conforme al orden natural y ordinario de las cosas, adecuado
para ocasionar el daño, salvo que puedan acreditarse las conocidas eximentes
de responsabilidad.

En las Segundas Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial y Procesal


celebradas en Junín, Pcia. de Buenos Aires en 1986 se sostuvo que la prueba de
la relación causal en lo que hace al contacto físico o material entre la conducta
y un resultado corresponde a la víctima. Una vez realizada dicha operación, en
ciertos casos podrá presumirse la adecuación de la condición que concurrió a la
causación del daño.

En el caso de marras, la conducta de las médicas demandadas C. y M. ha sido


idónea para causar el resultado dañoso acreditado en autos. Las omisiones
antijurídicas y culpables a las que me he referido tienen entidad para actuar
como causa fuente de las severas lesiones padecidas por la paciente P. P..

Se trata de una causalidad acumulativa que queda alcanzada por el art. 1109
del CC, lo que hace que las coautoras del daño deban responder en forma
solidaria por los daños causados.

Por todo lo expuesto, la demanda habrá de prosperar contra las


codemandadas V. C. y L. M., en forma solidaria, y la que se hará extensiva a la
aseguradora Seguros Médicos SA conforme al reconocimiento de póliza que se
efectúa en la presentación de fs. 442/447 en los términos de la ley 17.418
(conf. póliza 800.037)

IV. La responsabilidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires:

La comprobación de la deficiente prestación médica recibida por P. P. en el


Hospital General de Agudos Carlos G. Durand por parte de las médicas V. C. y
L. M. conlleva sin lugar a dudas la responsabilidad del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires.

La existencia de la culpa médica de las profesionales referidas ha puesto de


resalto la violación del deber de indemnidad a cargo del Hospital demandado, y
por ende, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En este punto, cabe destacar la gran cantidad de yerros del equipo médico que
ha atendido a la actora consistentes en la falta de recuento de las gasas (fs.
395 de la CP), la falta de fundamento en la prescripción de la Cefalexina (fs.
374, 521 vta, 759 vta y 868 de la CP), la omisión en la realización de las
ecografías (fs. Fs. 397, 759 vta y 868 de la CP), la falta de descripción y análisis
del flujo vaginal el 30/05/2007 (fs. 503, 521 y 869 de la CP), la omisión del
antibiograma, la inexistencia de información derivada de los análisis micro y
macroscópicos de Anatomía Patológica (fs. 525 vta y 761 vta de la CP), entre
otros.

A ello debe sumarse que no se ha acreditado que las médicas residentes que
atendieron a la paciente P. I. P. hayan sido efectivamente controladas y
supervisadas por un médico residente superior o un médico de planta o jefe del
sector. Ello también evidencia deficiencias en la prestación del servicio de
salud, para ese caso en concreto y particular.

Pero fundamentalmente, reitero que tengo en cuenta las conductas culpables


en que han incurrido las médicas V. C. y L. M., las cuales he descripto ut supra
y a las que me remito en honor a la brevedad.

Es que, reiteradamente se ha determinado que la responsabilidad civil del


sanatorio, clínica y/u hospital en que es asistido el paciente se funda en una
obligación de seguridad de la conducta de los dependientes, subordinados,
sustitutos en la ejecución de la prestación, o del hecho de las personas que
emplea lícitamente en el cumplimiento de su obligación, o por la circunstancia
de que el deudor responde siempre de las diligencias de las personas mediante
las cuales se debe realizar la prestación, todo ello sin perjuicio de una eventual
responsabilidad independiente de los profesionales (conf. Acuña Anzorena,
"Responsabilidad contractual por el hecho del otro", J.A., Sec. Doctrina, 53-
64/5; Bustamante Alsina, "Responsabilidad Civil de los médicos en el ejercicio
de la profesión", LA LEY, 1976-C, 63;

Busso, "Código Civil Anotado", t. III, artículos 511 y 512, n° 96; CNCiv. Sala "C",
LA LEY, 1976-C, 63; CNCiv., Sala "A", E. D. 88-423).

Tal como lo sostiene Bustamante Alsina en su trabajo citado y en "Teoría


General de la Responsabilidad Civil", pág. 295 en adelante, en el contrato
médico y de hospitalización existe una obligación de seguridad que se halla
implícita en la obligación principal que forma el objeto del contrato y que
consiste en el deber de proporcionar al paciente asistencia médica por medio
de los profesionales de su cuerpo médico, la cual debe prestarse en forma tal
que el enfermo no sufra daño por deficiencia de la prestación prometida, por lo
que la entidad responderá directamente de los daños que sufra el paciente
cuando el médico incurra en la omisión de la prudencia y la diligencia que el
caso requiere. A tales conclusiones arriba Belluscio en "Obligaciones de medio
y de resultado. Responsabilidad de los sanatorios" (LA LEY, 1979-C, 19).

Desde otra óptica, Bueres sostiene que existe una estipulación a favor de
terceros (art. 504 CC) donde el ente asistencial es el estipulante, el médico es
el promitente y el paciente el beneficiario. En este contexto, la responsabilidad
del ente frente al paciente es directa y de naturaleza contractual. Esta tesis
tiene la particularidad de superar la observación de la autonomía técnica y
científica de los médicos en orden a la exoneración de responsabilidad de los
sanatorios. El deber de las clínicas o sanatorios se origina en la existencia de
una obligación de seguridad con fundamento legal en el art. 1198 del CC que
contiene el principio de buena fe. En tal orden, el paciente está necesitado de
probar la culpa del médico, pero no ya con la finalidad de poner de manifiesto
el deber reflejo del ente asistencial, sino para patentizar la transgresión de
dicha obligación de seguridad por parte del ente (Bueres Alberto,
Responsabilidad Civil de los Médicos, T° 1, Hammurabi, Bs. As., 1994, p. 385 y
ss; Bustamante Alsina, Jorge, "Responsabilidad civil de los médicos en el
ejercicio de su profesión", LL 1976-C, 68).
Dicha responsabilidad de los entes de salud es objetiva y se torna inexcusable
o irrefragable y queda de manifiesto por la violación del crédito a la seguridad.
Así, el establecimiento no puede probar su no culpa en la elección o en la
vigilancia.

La jurisprudencia es conteste en afirmar la obligación de seguridad que se halla


implícita en la prestación suministrada por los centros de salud, no bastando
con suministrar al paciente profesionales habilitados para el ejercicio de la
medicina, sino que deben asegurar una prestación médica diligente e idónea,
técnicamente irreprochable (arts. 512, 901, 904, 909, 1198 y cc. del C.C.).

En el caso de autos, no se ha brindado esa prestación eficiente y técnicamente


irreprochable a la paciente P. P., sino que por el contrario ha sido víctima de
una serie de incumplimientos que la han afectado de manera gravísima, lo que
ha de determinar la extensión de la condena, en forma concurrente, a la
demandada Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

V. Los Daños:

a) Aclaración previa:

Antes de entrar en la consideración particular de cada uno de los rubros


indemnizatorios reclamados, cabe señalar que sólo habré de indemnizar los
daños debidamente probados y que resulten ciertos no la mera posibilidad o
hipótesis de daño, también hay que tener en cuenta que el monto estimado
por las actoras no marca el límite de la pretensión y conceder más de lo pedido
no importa incongruencia por ultra petita, ya que la utilización, como ha
ocurrido en el caso de la fórmula "y/o en lo que en mas o en menos resulte de
las pruebas" (ver fs. 40 vta. y fs. 101 vta.) habilita al magistrado a estimar el
quantum indemnizatorio en atención a la índole de la afección sufrida, pues no
se encuentra obligado por la suma requerida tanto para el caso de que aquélla
resulte ser mayor o menor a la reconocida. Además, no debe olvidarse que
estamos en presencia de una deuda de valor. Se ha sostenido, siguiendo a
Nussbaum y Ascarelli, que el dinero no constituye el objeto de la prestación
sino el medio para satisfacer la misma al tiempo del pago (deudas de valor),
distinguiéndolas de las dinerarias, donde la prestación es una suma de dinero
(deuda dineraria) ( ver en este sentido CNCivil, Sala "K", in re, Barbosa, Hernán
Diego c. Batistuta, Federico Orlando del 08/06/2007, publicado en La Ley on
line, AR/JUR/5448/2007 y autores allí citado en voto de la Dra. Lidia
Hernández).

Por otra parte, aclaro respecto de los diferentes rubros que integran el reclamo
que "la guerra de las etiquetas" o debate sobre si esos daños integran la
categoría de los no patrimoniales o patrimoniales o, por el contrario, si tienen
autonomía o forman una categoría propia, es un quehacer que no afecta el
fondo de la cuestión (conf. Mosset Iturraspe, Jorge, "El daño fundado en la
dimensión del hombre en su concreta realidad", publicado en la Revista de
Daños Privado y Comunitario, Tomo 1, Daños a la persona, pág. 9/39, Ed.
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1992). Lo importante es indemnizar íntegramente el
daño efectivamente causado, no como se lo denomine o rotule.

Hecha esta aclaración, pasaré seguidamente y por razones de orden expositivo


a considerar por separado los distintos aspectos del reclamo que realiza la
actora.

b) Marco normativo aplicable.

Si bien no existen mayores discrepancias en torno a las normas aplicables a los


elementos constitutivos de la responsabilidad civil, las mismas sí se han
generado respecto de las disposiciones aplicables a sus consecuencias. Lo
cierto es que conforme lo determina el art. 7 del CCyC el mismo se aplica a las
consecuencias que no están consumadas al momento de la entrada en
vigencia (Kemelmajer de Carlucci, "La aplicación del Código Civil y Comercial a
las relaciones y situaciones jurídicas existentes", ob. cit., p. 100).

Considero que el daño definido en el art. 1737 del CCyC se centra en el daño-
lesión, en tanto que la indemnización definida en el art. 1738 del CCyC capta
las concretas y reales consecuencias de aquella lesión. Estas consecuencias se
irán cristalizando y consolidando con el paso del tiempo, y prueba de ello es lo
que determina el art. 1748 en relación al curso de los intereses. Por lo
expuesto, los rubros indemnizatorios son consecuencias existentes, y
corresponde aplicar la nueva ley vigente (conf. art. 7 del CCyC).
Pero más allá de las discusiones teóricas en torno a la materia, lo cierto es que
aun antes de la reforma personalmente aplicaba las pautas jurisprudenciales y
doctrinarias que fueron recogidas por la reforma y hoy se plasman en los arts.
1738, 1739, 1740, 1741, 1745 y 1748. En ese momento entendí, y hoy lo
reafirmo que las mismas son las que mejor se adaptan a la interpretación
constitucional y convencional que corresponde dar a las normas de derecho
privado.

De este modo, aun cuando aplicara las normas del Código de Vélez la
valoración de las consecuencias no diferiría, con la excepción del método
matemático para estimar la incapacidad sobreviniente, ya que aún las normas
del Código velezano deben ser ponderadas a la luz de los mandatos
constitucionales y convencionales.

Esta tesitura es la que expresamente adopta el art. 1 del CCyC al sostener que
"Los casos que este Código rige deben ser resueltos según las leyes que
resulten aplicables, conforme con la Constitución Nacional y los tratados de
derechos humanos en los que la República sea parte…".

Se ha señalado que mientras el Código Civil velezano "…refleja un paradigma


de Estado legislativo de derecho (que siempre estuvo en gran tensión con el
modelo constitucional argentino), el Código Civil y Comercial refleja el
paradigma de Estado Constitucional y convencional de derecho argentino
vigente desde la reforma constitucional de 1994. Quizás allí radique una de las
claves para poder entender, de qué manera funcionará el art. 7, donde
necesariamente se deberá mirar más a la Constitución y a los Instrumentos
Internacionales de derechos humanos que a la tradicional doctrina civilista" (Gil
Domínguez, Andrés, "El art. 7 del Código Civil y Comercial y los procesos
judiciales en trámite –una mirada desde el sistema de fuentes constitucional y
convencional-" en Revista Código Civil y Comercial, Año 1, número 1, Julio
2015, Thomson Reuters La Ley, p. 16).

Retomando el art. 1 del CCyC se ha sostenido que "Cuando el Código enuncia


que los casos deben ser resueltos según las leyes que resulten aplicables,
conforme con la Constitución Nacional y los tratados de derechos humanos en
los que la República sea parte se refiere a dos aspectos. En primer lugar, que la
ley se mueve dentro de un marco constitucional-convencional, pero donde
culmina la argumentación jurídica racional no es en la ley, sino en
interpretación, que se configura como centro de gravedad del Derecho de un
sistema dinámico (que desplaza al Código como sistema estático) alimentado
por la argumentación racional. En segundo lugar, que existe una aplicación
operativa y directa del sistema de fuente del Estado constitucional y
convencional de derecho argentino…" (Gil Domínguez, "El art. 7 del Código
Civil y Comercial y los procesos judiciales en trámite –una mirada desde el
sistema de fuentes constitucional y convencional-" en Revista Código Civil y
Comercial, Año 1, número 1, Julio 2015, Thomson Reuters La Ley, p. 17).

Considero que el nuevo Código se adapta de cara a la Constitución Nacional y a


los Tratados de derechos humanos, respecto a la reparación de las
consecuencias dañosas producidas a las personas. Pero aun en caso de aplicar
el Código de Vélez las normas deben ser interpretadas acorde con la Carta
Magna.

Cabe preguntarse, tal como lo hace Gil Domínguez, "¿por qué si los jueces
deberán aplicar el Código según el caso que tengan que resolver realizando
interpretaciones conforme a la Constitución y a los Instrumentos
Internacionales de derechos humanos o bien aplicándolos directamente ante
las lagunas del derecho secundario, estarían inhabilitados para realizar el
mismo procedimiento frente a una antinomia normativa entre el viejo y el
nuevo Código? ¿Si por imperio del art. 7 los jueces deben aplicar las normas
más favorables al consumidor en las relaciones de consumo en los contratos en
curso de ejecución porqué van a estar inhibidos para aplicar la norma que
mayor tutela constitucional y convencional otorgue a la persona respecto de
las normas de transición? (Gil Domínguez, "El art. 7 del Código Civil y
Comercial y los procesos judiciales en trámite –una mirada desde el sistema de
fuentes constitucional y convencional-" en Revista Código Civil y Comercial,
Año 1, número 1, Julio 2015, Thomson Reuters La Ley, p. 18).

Y es en tal sentido que deben interpretarse las normas sobre cuantificación de


la reparación de los daños experimentados por las personas humana

c) La excepción de falta de legitimación activa de L. A. S. J. C., F. B., O. I. y S.


C.S. para reclamar la indemnización del daño moral –hoy denominado daño no
patrimonial- (opuesta a fs. 455 punto 1.3, 492 punto 1.3, 518 vta. punto 1.3 y
569 punto 1.3, 606 vta) y el planteo de inconstitucionalidad del art. 1078
introducido por la parte actora a fs. 479/486 y por el Sr. Defensor de Menores a
fs. 1421/1423.
Previo a adentrarme en el estudio de la excepción interpuesta también
corresponde que formule precisiones en relación al marco legal aplicable
respecto de la legitimación de las personas referidas en el título de este
acápite (conf. art. 7 del CCyC).

Se ha sostenido que "…por ser la legitimación una cuestión referida a la


constitución del derecho, se ha sentenciado que si a la fecha del fallecimiento
del trabajado no existía ninguna legislación que otorgara a la concubina el
beneficio de una indemnización por fallecimiento del trabajador, no es posible

aplicar una reforma legislativa posterior de modo retroactivo imponiendo al


empleador una obligación que implica una afectación de los derechos
amparados por garantías constitucionales" (Kemelmajer de Carlucci, A., "La
aplicación del Código Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas
existentes", ob. cit., p. 102; SCBA, 13/09/1977, LL 1979-B, 45).

Por ello, resulta aplicable en este aspecto el Código de Vélez por ser el vigente
al momento de determinarse la legitimación de los accionantes.

A fs. 110 vta. punto F) los actores reclamaron la reparación del daño moral, no
solo para P. P. sino también para su cónyuge L. A. S. y los hijos de la pareja J. C.,
F. B., O. I. y S. C.S.. Por su parte, C. E. T., J. G. C., F. A. P. y L. G. M. opusieron la
excepción de falta de legitimación activa de los damnificados indirectos con
relación a este aspecto del reclamo.

Luego, a fs. 478/486 la parte actora planteó la inconstitucionalidad del art.


1078 del Código Civil. Igual planteo introdujo el Sr. Defensor de Menores en
oportunidad de alegar sobre el mérito de la prueba (ver fs. 1421/1423).

Si bien en algunos casos, y partiendo de las especiales características de los


mismos, he reconocido legitimación a los damnificados indirectos para
reclamar la reparación del daño moral por la vía del art. 1079 del CC en
consonancia con la doctrina expuesta en por la Sala K de la Excma Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil que sostuvo "Procede otorgar una
indemnización en concepto de daño moral a la concubina del causante con
fundamento en una interpretación amplia del art. 1079 del Código Civil, pues
ha quedado acreditada su convivencia con la víctima" (CNCiv, sala K,
10/06/2008,"B., O. B. y otros c/ Línea 60 Microómnibus Norte S.A. y otros",
RCyS 2009-X, 81); entiendo que en el caso de autos las específicas
circunstancias puntuales que lo rodean me llevan a adentrame en el análisis de
la constitucionalidad del art. 1078 del CC que veda acción a los niños y a su
padre para reclamar la reparación del daño moral.

En este caso puntual vienen a mi mente las palabras del juez Roncoroni de la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires en los autos (SCBA, 16/05/2007,
"L. A. C. y otro c/ Provincia de Buenos Aires y otro",DJ 2007-II, 453 con nota de
Marisa G. López Bravo, RCyS 2007, 854, LLBA 2007 (junio), 505, DJ 2007-II, 680
con nota de Matilde Zavala de González, LL del 16/07/2007, 5 con nota de Juan
Carlos Boragina; Jorge Alfredo Meza, LL 2007-F, 73 con nota de María M.
Agoglia, JA 2007-III, 222, LLP 2008 (marzo), 260 con nota de María M. Agoglia)
cuando sostuvo que "… no puedo dejar de extrovertir la conmoción que
embarga mi conciencia como ser humano y como juez de cara a la tragedia
que se ha instalado en la vida de los progenitores del menor (…) tener que
afrontar diariamente la realidad que ha sido descripta por los expertos que
dictaminaron en este proceso demanda, de quienes la deben afrontar, una
cuota de sacrificio y heroísmo fuera de lo común. Son ellos quienes deben
soportar recurrentemente el acicateo espiritual que les impone la presencia de
ese querido cuerpo inerte, ese mismo que otrora, las horas previas a la
intervención quirúrgica durante la cual se desencadenó el infortunio,
condensaba en sí toda la vitalidad posible de un sano infante de cuatro años".

Aun cuando difieren los hechos entre ambos casos tengo la certeza que
también en este caso el esposo y los hijos de P. P. deben atravesar una
situación tan penosa y dolorosa como la que embargó a los actores en aquel
fallo.

Y es frente a este escenario que se erige el art. 1078 como valla para
reconocerles legitimación al Sr. S. y a sus hijos en orden a reclamar la
reparación del tremendo sufrimiento moral que han atravesado y atraviesan.
Pero esa valla no puede ser infranqueable.

Dicha norma sólo reconoce legitimación al damnificado directo para reclamar la


indemnización de dicho daño. Si la víctima sobrevive a las lesiones sufridas,
por más real, intenso y profundo que fuese el sufrimiento espiritual de las otras
personas –
en este caso su esposo e hijos menores de edad- éstas carecen de legitimación
por ser damnificados indirectos. En otras palabras, si P. P. hubiera fallecido
como consecuencia de la mala praxis, sus hijos y esposo hubieran podido
reclamar la reparación del daño moral, pero no en el marco que efectivamente
ocurrió ya que ella logró salvar su vida.

Ello lleva –en este caso puntual- a la pregunta sobre la constitucionalidad de un


precepto limitante como el que contiene el art. 1078 del Código Civil, cuya
iniquidad resulta ostensible.

Es doctrina de nuestra Corte Suprema que "es elemental en nuestra


organización constitucional, la atribución que tienen y el deber en que se
hallan los tribunales de justicia, de examinar las leyes en los casos concretos
que se traen a su decisión, comparándolas con el texto de la Constitución para
averiguar si guardan o no conformidad con ésta, y abstenerse de aplicarlas, si
las encuentran en oposición con ella, constituyendo esta atribución
moderadora uno de los fines supremos y fundamentales del Poder Judicial
nacional y una de las mayores garantías con que se ha entendido asegurar los
derechos consignados en la Constitución, contra los abusos posibles e
involuntarios de los poderes públicos" (CSJN, 27/11/2012, "Rodríguez Pereyra,
Jorge Luis y otra c/ Ejército Argentino s/daños y perjuicios", Fallos 335:2333,LL
2012-F, 559, JA 2013-II, 133, DJ 05/06/2013, 9).

Tal es así que el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, en consonancia


con el derecho constitucional a la reparación, en su art. 1741 amplía la
legitimación activa para reclamar la reparación de las consecuencias
extrapatrimoniales ocurridas en casos como el de autos.

Reiteradamente nuestra Corte Suprema ha sostenido que la violación del deber


de no dañar a otro es lo que genera la obligación de reparar el menoscabo
causado y tal noción comprende todo perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria que afecte en forma cierta a otro en su persona, en su patrimonio
y/o en sus derechos o facultades. Dicha reparación no se logra si los daños
subsisten en alguna medida, motivo por el cual la indemnización debe ser
integral (conf. Fallos: 324:2972 y arg. Fallos: 326:2329); ni tampoco si el
resarcimiento -derivado de la aplicación de un sistema resarcitorio especial o
producto de utilización de facultades discrecionales de los jueces- resulta en
valores irrisorios o insignificantes en relación con la entidad del daño resarcible
(Fallos: 314:729, considerando 4°; 316:1949, considerando 4°; entre otros).

Considero que en este caso puntual, y por las especiales características que lo
rodean, el camino que cabe transitar es el de la declaración de
inconstitucionalidad peticionada.

Nuevamente coincido con el Juez Roncoroni, en el precedente señalado de la


SCBA, cuando expone que "…en la faena jurisdiccional se llevan a cabo,
esencialmente, dos valoraciones. El juez debe valorar los hechos que vienen
confirmados y se constituyen como las circunstancias particulares del caso y,
además, debe valorar las normas jurídicas que resultan aplicables en función
de tales hechos. Si en el presente caso coincidimos en que la norma aplicable
es el art. 1078 del Código Civil, él define claramente que los progenitores no se
encuentran legitimados para reclamar, como damnificados indirectos, la
reparación del agravio moral. Otra posibilidad sería que dicha norma se
valorara como no aplicable al caso, supuesto en el que el error in iudicando es
evidente, configurándose violación de la ley por omisión de aplicación al caso
concreto. Tal la queja del recurrente. Lo que a mi juicio no es posible hacer, es
valorarla como aplicable y no aplicarla, quedando en foco en tal caso la
vivencia de contradicción que embargaría la conciencia del juez. La única
forma posible de hacer desaparecer semejante compromiso, es examinar la
validez formal y material de la norma jurídica en cuestión, habida cuenta que la
infracción en cualesquiera de dichos planos habilita, por el ejercicio del control
difuso que tienen los jueces, la declaración de inconstitucionalidad" (SCBA,
16/05/2007, "L. A. C. y otro c/ Provincia de Buenos Aires y otro", DJ 2007-II,
453).

Agrega el prestigioso juez que "Tiene dicho la Corte Suprema de Justicia de la


Nación que debe ser descalificada por arbitraria la sentencia que, reconociendo
que una norma integra el orden jurídico positivo, no la aplica al caso concreto
sin debate y resolución sobre su constitucionalidad. Es decir, que la sentencia,
no resultaría en tal caso derivación razonada del derecho vigente (conf.
C.S.J.N., D-359, sentencia del 14-VI-1965; citado por Carrió G. y Carrió A., "El
recurso extraordinario por sentencia arbitraria", Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1987, t. I, p. 178, nota 3)" (SCBA, 16/05/2007, "L. A. C. y otro c/ Provincia de
Buenos Aires y otro", DJ 2007-II, 453).
Los jueces, en ejercicio del control difuso de constitucionalidad, no sólo
pueden sino que deben declarar de oficio la invalidez de una norma pues la
Constitución no rige cuando alguien lo pide, sino siempre (art. 31 CN).

"El respeto al principio republicano se encuentra asegurado, evitándose una


ilegítima intromisión judicial en la esfera de atribuciones que la Constitución
asigna a otros Poderes del Estado. En efecto, la declaración de
inconstitucionalidad de la norma (o más exactamente, la inconstitucionalidad
de su aplicación al caso), no se proclama en abstracto, sino en una causa
abierta. Tampoco se trata de un dictum, u opinión de los miembros del tribunal,
sino de una declaración estrictamente determinada, provocada, por pretensión
de mejoramiento del resultado del proceso en que el recurso intentado
consiste" (SCBA, 16/05/2007, "L. A. C. y otro c/ Provincia de Buenos Aires y
otro", DJ 2007-II, 453).

"Dos normas, ambas del Código Civil, resuelven con distinto criterio la situación
de los damnificados indirectos. El art. 1078, consagrando, en la esfera del daño
moral, que los únicos que pueden reclamar su resarcimiento son los
perjudicados directos. El art. 1079, esta vez en el ámbito del daño
patrimonial,tematizando la legitimación de los damnificados indirectos. Bien
señalan Bueres y Highton (conf. op. cit., p. 181) que esta disparidad de
tratamiento implica una desigualdad ante la ley y que por ello no debería
superar con éxito el control de constitucionalidad (art. 16 de la Constitución
nacional). Se trata en efecto de un caso de incompatibilidad material entre la
norma inferior y la norma superior (art. 31 de la Constitución citada), al
establecer la primera una diferenciación para la categoría de damnificados
indirectos que no es razonable, pues si el daño es moral carecen ellos de la
legitimación que sí se les concede cuando el daño sufrido es patrimonial (arts.
1078 y 1079 del Código Civil). La ley, tal como lo ha expresado la Corte
Suprema, debe ser igual para los iguales en igualdad de circunstancias (conf.
C.S.J.N., Fallos 16:118; íd. 200:424; íd. 1198:112; íd. 312:826; íd. 200:428; cf.
Quiroga Lavié, H. y otros, "Derecho Constitucional Argentino", Rubinzal-Culzoni,
1ª edición, Buenos Aires, t. I, p. 376; Gelli, M. A., "Constitución de la Nación
Argentina", La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 136; González, J. V., "Manual de la
Constitución Argentina", La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 70), resultando
arbitrario el criterio empleado al radicarse en la necesidad de evitar la
proliferación de acciones que pudieran proponerse, cómo si ello pudiera ocurrir
sólo cuando el daño es moral. La existencia de un daño cierto y la relación
causal adecuada son, a mi entender suficientes, para poner coto al desmadre
que se quiere evitar desconociendo legitimación activa en casos como el que
nos ocupa y que se nos presenta como un supuesto de especial gravedad que
no puede ser resuelto sin más bajo el principio restrictivo indicado (conf.
Pizarro, Ramón D., "Daño moral", Hammurabi, Buenos Aires, 1996, ps. 212-
213)" (SCBA, 16/05/2007, "L. A. C. y otro c/ Provincia de Buenos Aires y otro",
DJ 2007-II, 453).

Pero más allá del control de constitucionalidad también debe estarse al


concreto control de convencionalidad. En el caso "Mazzeo" la CIDH ha señalado
que "…es consciente de que los jueces y tribunales internos están sujetos al
imperio de la ley y, por ello, están obligados a aplicar las disposiciones
vigentes en el cuando un Estado ha ratificado un tratado internacional como la
Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato del Estado, también
están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes
contrarias a su objeto y fin, y que desde un inicio carecen de efectos jurídicos".
Concluyó que "[e]n otras palabras, el Poder Judicial debe ejercer una especie
de 'control de convencionalidad' entre las normas jurídicas internas que aplican
en los casos concretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos"
(caso "Almonacid", del 26 de septiembre de 2006, parágrafo 124, considerando
21) (CSJN, 27/11/2012, "Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/ Ejército
Argentino s/daños y perjuicios", Fallos 335:2333,LL 2012-F, 559, JA 2013-II, 133,
DJ 05/06/2013, 9).

Debe tenerse presente que el art. 5° de la Convención Americana Sobre


Derechos Humanos determina que "Toda persona tiene derecho a que se
respete su integridad física, psíquica y moral".

También ha dicho nuestro Máximo Tribunal que "…en diversas ocasiones


posteriores la CIDH ha profundizado el concepto fijado en el citado precedente
"Almonacid". En efecto, en el caso "Trabajadores Cesados del Congreso"
precisó que los órganos del Poder Judicial deben ejercer no sólo un control de
constitucionalidad, sino también "de convencionalidad" ex officio entre las
normas internas y la Convención Americana ["Caso Trabajadores Cesados del
Congreso (Aguado Alfaro y otros) vs. Perú", del 24 de noviembre de 2006,
parágrafo 128]. Tal criterio fue reiterado algunos años más tarde, expresado en
similares términos, en los casos "Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña vs. Bolivia" (del
Io de septiembre de 2010, parágrafo 202); "Gomes Lund y otros ('Guerrilha do
Raguaia') vs. Brasil" (del 24 de noviembre de 2010, parágrafo 176) y "Cabrera
García y Montiel Flores vs. México" (del 26 de noviembre de 2010, parágrafo
225)" (CSJN, 27/11/2012, "Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/ Ejército
Argentino s/daños y perjuicios", Fallos 335:2333,LL 2012-F, 559, JA 2013-II, 133,
DJ 05/06/2013, 9).
Y en este contexto la CSJN afirma que "La jurisprudencia reseñada no deja
lugar a dudas de que los órganos judiciales de los países que han ratificado la
Convención Americana sobre Derechos Humanos están obligados a ejercer, de
oficio, el control de convencionalidad, descalificando las normas internas que
se opongan a dicho tratado. Resultaría, pues, un contrasentido aceptar que la
Constitución Nacional que, por un lado, confiere rango constitucional a la
mencionada Convención (art. 75, inc. 22) , incorpora sus disposiciones al
derecho interno y, por consiguiente, habilita la aplicación de la regla
interpretativa -formulada por su intérprete auténtico, es decir, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos- que obliga a los tribunales nacionales a
ejercer de oficio el control de convencionalidad, impida, por otro lado, que esos
mismos tribunales ejerzan similar examen con el fin de salvaguardar su
supremacía frente a normas locales de menor rango" (CSJN, 27/11/2012,
"Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/ Ejército Argentino s/daños y perjuicios",
Fallos 335:2333, LL 2012-F, 559, JA 2013-II, 133, DJ 05/06/2013, 9).

Por otro lado, también tengo especialmente en cuenta que en el Preámbulo de


la Convención sobre los Derechos del Niño se establece que "…la infancia tiene
derecho a cuidados y asistencia especiales". Por su parte, el art. 3° establece
un principio rector en la interpretación de las medidas concernientes a los
niños señalando que las instituciones públicas o privadas de bienestar social,
los tribunales, entre otros, deben tener una consideración primordial en la
tutela del interés superior del niño.

Acorde con ello, en resguardo de los derechos de los niños los Estados deben
adoptar las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar
efectividad a los derechos reconocidos en la Convención.

El art. 16 de la Convención establece que "1. Ningún niño será objeto de


injerencias arbitrarias o ilegales en su vida privada o familiar…"; y luego
agrega "2. El niño tiene derecho a la protección de la ley contra esas
injerencias o ataques".

A mayor abundamiento se registran numerosos casos en la jurisprudencia que,


atendiendo a las particularidades del caso, han declarado la
inconstitucionalidad del art. 1078 del CC.
Así, a modo de breve reseña cabe citar los siguientes casos: "El art. 1078 del
Código Civil que limita la legitimación para reclamar la indemnización del daño
moral a los herederos forzosos del causante es inconstitucional, por cuanto
viola el principio de reparación integral contemplado en el art. 19 de la
Constitución Nacional"(Cámara 2a de Apelaciones en lo Civil y Comercial de
Mar del Plata, 26/12/2007,"Camargo, Mónica y otro c/ Lima, Roberto y
otra",RCyS 2008, 449, con nota de Edgardo I. Saux; LL del 30/05/2008, 5, con
nota de Graciela B. Ritto; LL 2008-C, 553).

"La limitación a la reparación del daño moral de los damnificados indirectos


prevista en el art. 1078 del Código Civil —en el caso, respecto de una gemela
que fue separada de su hermana durante treinta años— no solo conspira
contra el principio de reparación integral del daño y el derecho a la integridad
personal sino que resulta discriminatoria frente a gravámenes de igual
naturaleza, como los previstos en segundo párrafo de la norma citada, vulnera
los preceptos constitucionales de protección familiar y, atento su
irrazonabilidad, viola lo dispuesto por el art. 28 de la Constitución Nacional"
(Cámara 3a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributaria de
Mendoza, 23/09/2014, "C., P. M. c/ Gobierno de la Provincia de Mendoza s/ d y
p.", LLGran Cuyo 2015 (marzo), 203).

"La limitación contenida en el art. 1078 del Código Civil en cuanto a la


legitimación del reclamo resarcitorio del daño moral por parte de los
damnificados indirectos en caso de muerte de la víctima de un hecho ilícito, es
inconstitucional" (CNCiv., sala F, 11/06/2013, "F., V. C. c/ O., A. M. y otro s/
daños y perjuicios", La Ley Online AR/JUR/40937/2013).

"El art. 1078 del Código Civil en tanto limita el reclamo por daño moral al
damnificado directo —en el caso, excluyendo al padrastro y a los hermanos de
la víctima —, es inconstitucional, pues, se vulnera el principio de igualdad, en
tanto se discrimina injustificadamente a los "herederos forzosos" de los
restantes damnificados, violentando el derecho a obtener una reparación
integral del daño por parte de los accionantes, así como también lesiona el
principio de protección integral de la familia al no permitir que se repare el
inconmensurable dolor producido" (CNCiv., sala J, 12/04/2012, "Soria, María
Ester y otros c/ Gatti, Santiago Tomás y otros s/ Daños y Perjuicios", RCyS 2012-
XII, 91).
"El art. 1078, 2do. párrafo, del Código Civil en tanto limita el reclamo por daño
moral al damnificado directo, excluyendo al progenitor, es inconstitucional,
toda vez que degrada el derecho a la reparación integral del daño injustamente
sufrido por aquél ascendiente, y la igualdad ante la ley —art. 16, Constitución
Nacional y art. 24, Convención Americana sobre Derechos Humanos—, en tanto
discrimina injustamente a quienes sufren directamente en su espíritu frente a
la amplia gama de legitimación de los damnificados indirectos en sus intereses
patrimoniales" (CNCiv., sala M,05/10/2011, "Ríos, Claudia Marcela c/
Transportes Metropolitanos Gral. Roca S.A. s/ daños y perjuicios",RCyS 2012-I,
146).

"Corresponde otorgar una indemnización en concepto de daño moral al


damnificado que quedó en estado vegetativo y a la madre y hermana de éste,
debiendo cuantificarse al rubro referido con criterio comprensivo de la estrecha
vinculación interactiva entre los reclamantes, ya que no obstante la
supervivencia de la víctima, quienes experimentan preponderantemente el
daño espiritual son los familiares que deben hacerse cargo de su atención y
sufrir el padecimiento que naturalmente conlleva la situación" (Cámara de
Apelaciones en lo Civil del Neuquén, sala I, 09/09/2008, "C.,C.B y otros c/
Municipalidad de Neuquén", LLPatagonia 2008 (diciembre), 596).

A mayor abundamiento, tal como ya lo he referido, tengo en cuenta el art.


1741 del nuevo Código Civil y Comercial determina que "Está legitimado para
reclamar la indemnización de las consecuencias no patrimoniales el
damnificado directo. Si del hecho resulta su muerte o sufre gran discapacidad
también tienen legitimación a título personal, según las circunstancias, los
ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquél
recibiendo trato familiar ostensible".

También tengo en consideración que el hecho dañoso de marras ha afectado la


tranquilidad familiar y en este orden, el art. 17° de la Convención Americana
Sobre Derechos Humanos establece que "La familia es el elemento natural y
fundamental de la sociedad y debe ser protegida por la sociedad y el Estado".
Reitero que el Poder Judicial es parte del Estado y por ende, desde el lugar que
le corresponde, también es llamado a bregar por la tutela efectiva de este
derecho.

En igual sentido, el art. 23 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos establece


que "La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene
derecho a la protección de la sociedad y del Estado".
Coincido plenamente con la tesis que sostiene que frente al daño, el juez tiene
una misión preventiva que debe ejercitar con responsabilidad social. Se trata
de una de las perspectivas de la función judicial, promovidas por el movimiento
del "acceso a la justicia": en el marco del proceso debe emerger el compromiso
jurisdiccional hacia una evolución jurídica que agilice la satisfacción de las
exigencias sociales. La neutralidad de los magistrados no obsta al despliegue
de una actitud humanista y solidaria (Stiglitz, Gabriel A., "Tutela procesal de los
intereses difusos y prevención de daños", en JA, 1995-IV-217; CNCiv., sala H,
07/12/1999, "González, Miguel A. c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires", La Ley Online AR/JUR/4339/1999). Y frente a esta realidad creo que tal
función se desenvuelve también en la necesidad de un juez activo llamado a
aplicar la Constitución en todos los casos, declarando la inconstitucionalidad o
inconvencionalidad de las normas lega es cuando así lo requiere el caso en
concreto y particular.

La función del magistrado tiene un alto contenido social, que le impone


analizar la trascendencia que para la sociedad puede tener el caso o su
temática, junto con todos los demás elementos particulares que lo rodean, de
manera de encontrar la medida más correcta posible de la aplicación de la ley.
Como señala Cipriano, al juzgar a personas, relaciones jurídicas, hechos, el juez
no puede caer en automatismo, ni en mecanización. No debe apoyar toda su
misión en una subsunción automática del precepto legal al caso. Ello importaría
restringir la propia capacidad de horizonte y aminorar en sustancia la propia
misión. A él atañe convertir la norma estática en fenómeno dinámico, esto es,
hacer vivir el derecho y realizar la justicia ("Misión y jerarquía de abogados y
jueces", 1990, Ed. Depalma, p. 20 y sus citas; CNCiv., sala H, 07/12/1999,
"González, Miguel A. c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires", La Ley
Online AR/JUR/4339/1999).

Finalmente coincido con la doctrina sentada por la prestigiosa Suprema Corte


de Justicia de Buenos Aires que determina el carácter propio del rubro
indemnizatorio daño moral y por ello sostiene que "El daño moral, en caso de
muerte de un padre de varios hijos, no puede ser considerado globalmente,
sino que debe considerarse víctima por víctima" (SCBA, 11/02/2015, "P., M. G. y
otros c/ Cardozo, Martiniano Bernardino y otros s/ daños y perjuicios y su
acumulada" La Ley Online AR/JUR/12189/2015). Obviamente que salvando las
distancias del caso, pues aquí se trata de una mala praxis médica que derivó
en gravísimas amputaciones.
Por todo lo expuesto, puedo concluir que en este caso en particular, se impone
la declaración de inconstitucionalidad e inconvencionalidad del art. 1078 del
CC en cuanto veda a los menores J. C., F. B., O. I. y S. C. la posibilidad de
reclamar el daño moral por ellos experimentados como consecuencia de los
graves hechos sufridos por su madre. Asimismo, corresponde declarar la
inconstitucionalidad e inconvencionalidad del art. 1078 del CC en relación al Sr.
S. ya que las mismas razones fácticas, que respecto de los hijos, hacen que
dicha norma sea inconstitucional e inconvencional para este caso en concreto.

Por tal motivo, ante la declaración de inconstitucionalidad del art. 1078 del
Código Civil, que conlleva su inaplicabilidad al caso concreto, es que
corresponde desestimar la excepción de falta de legitimación opuesta a fs. 455
punto 1.3, 492 punto 1.3, 518 vta. punto 1.3 y 569 punto 1.3, 606 vta, con
fundamento en la limitación contenida en la norma citada, costas a cargo de
los excepcionantes.

d) Los daños reclamados por P. I. P..

d.1.) Incapacidad sobreviniente: Los daños físicos, por los que se reclaman
$1.200.000; el daño psíquico, por el que se pretenden $600.000 y los gastos de
tratamiento psicológico por los que se piden $108.000 (ver fs. 102 vta. punto a,
107 punto b.1 y 110 punto c).

En primer lugar y luego de un detenido estudio sobre el tema, comparto


plenamente los fundamentos expresados en reiterados fallos de la Sala A de
nuestra Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en el sentido de
que los perjuicios físicos y psíquicos deben ser ponderados en forma conjunta,
porque los porcentajes de incapacidad padecidos por la víctima repercuten de
manera unitaria, lo cual aconseja "que se fije una partida indemnizatoria que
abarque ambos aspectos ya que, en rigor, si bien conformarían dos índoles
diversas de lesiones, se traducen en el mismo daño, que consiste, en definitiva,
en la merma patrimonial que sufre el damnificado por la disminución de sus
aptitudes y para el desempeño de cualquier trabajo o actividad productora de
beneficios materiales" (ver "Heredia, Ricardo A. c/ Empresa Ciudad de San
Fernando y otros s/ daños y perjuicios, L. N° 610.399 del 12 de marzo de 2013;
"Rein, Flavio Eduardo c/ Bayer S.A. y otros, L N° 584.026 del 22 de agosto de
2012; "Ibrai, Luisa Susana c/ Pietragallo, Fabián Jorge y otros s/ daños y
perjuicios", L.N° 60.156/2010 del 27 de mayo de 2014, entre tantos otros).
Se debe dar a la incapacidad un tratamiento unitario pero estableciendo, de
manera adecuada el tipo de perjuicios. A fin de tratar el tema en cuestión es
necesario, en primer lugar, detenerse en los fundamentos de la Comisión
integrada por los doctores Ricardo L. Lorenzetti, como Presidente, Elena
Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci en el marco de la
presentación del promulgado Código Civil y Comercial de la Nación que entró
en vigencia el 01/08/2015, en los que se detalla tanto el método como los
principios que inspiraron el profundo y destacado trabajo.

Señalan que se "distingue entre daño e indemnización sobre la base de los


siguientes criterios:

El daño causa una lesión a un derecho o a un interés que no sea contrario al


ordenamiento.

Cuando ese derecho o interés es individual recae sobre la persona o el


patrimonio y esto significa que los derechos tienen un objeto…Esta
caracterización hace que distingamos entre la definición del daño-lesión y la
indemnización, lo que aporta más claridad en la redacción. La responsabilidad
es uno de los instrumentos de protección de los mencionados derechos, siendo
una de sus funciones la reposición al estado anterior al hecho generador o la
indemnización. Por lo tanto, la indemnización es una consecuencia de la
lesión…".

La indemnización por la incapacidad sobreviniente está dirigida a establecer la


pérdida de potencialidades futuras, causadas por las secuelas permanentes y
el resarcimiento necesario para la debida recuperación, sin que resulte decisivo
a ese fin el porcentaje que se atribuye a la incapacidad, sino que también debe
evaluarse la disminución de beneficios, a través de la comparación de las
posibilidades anteriores y ulteriores (conf. CNCiv., Sala A, 16-06-2009,
"Mokpetrona y otro c/Calfat Hugo Mitre y otros s/daños y perjuicios").

El resarcimiento por incapacidad sobreviniente comprende, con excepción del


daño moral, todos los supuestos susceptibles de reparación patrimonial,
incluidos los daños a la salud y a la integridad física y psíquica, lesión estética,
y demás proyecciones patrimoniales de la secuela incapacitante (conf. CNCiv.,
Sala C, 2000-09-05, "Moyano, Juan C. c/KraftSuchard de Argentina S.A.", LL,
2000-F, 989, 43.255-S).
Señala Zavala de González ("Resarcimiento de Daños", Hammurabi) que "la
salud e incolumnidad de la persona deben ser adecuadamente protegidas,
tanto como fundamentales derechos del individuo como en interés de la
comunidad". Las lesiones a la integridad de una persona pueden afectar no
solamente la anatomía del sujeto sino también un desmedro funcional.

Ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación reiteradamente que cuando


la víctima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas de manera
permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación al margen de que
desempeñe o no una actividad productiva, pues la integridad física tiene en sí
misma un valor indemnizable y su lesión afecta diversos aspectos de la
personalidad que hacen al ámbito doméstico, social, cultural y deportivo, con la
consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida (Fallos: 308:1109;
312:752 y 2412; 315:2834; 327:3753; 329:2688 y 334:376, entre muchos
otros).

El respeto y la tutela del derecho a la integridad psicofísica de las personas


goza de rango constitucional a partir de la jerarquización de los tratados de
derechos humanos (conf. art. 75 inc. 22 CN). La Convención Americana Sobre
Derechos Humanos establece en su art. 5 que "Toda persona tiene derecho a
que se respete su integridad física, psíquica y moral".

Según informó el perito médico legista, y tal como ya se ha señalado, a P. P. se


le efectuó una cesárea electiva, luego una laparotomía exploradora con
histerectomía y en la evolución del cuadro se llevó a cabo la amputación de los
cuatro miembros. Con motivo de ello, padece una incapacidad de carácter
permanente total (ver fs. 1137/1145).

Con relación al alcance de la secuela física, es preciso destacar que si bien el


experto la estima en el 100% de la total obrera, es evidente que se extiende a
todos los aspectos de su vida y no solo al ámbito laborativo. Y digo esto,
porque es evidente que en su estado actual la coactora está imposibilitada de
realizar cualquier tipo de actividad por sí sola, requiriendo asistencia incluso
para realizar las actividades vinculadas con su propia subsistencia, tales como
alimentarse, higienizarse o abrigarse; desplazarse por sus propios medios y
realizar las actividades de la vida diaria. Entonces, no se trata solamente de
una incapacidad total, sino que va más allá y se proyecta a la gran invalidez
puesto que la actora P. necesitará para realizar los actos de su vida cotidiana
personal y familiar de la permanente asistencia de terceras personas.
En esa postura se enrola Mosset Iturraspe, quien señala que "(...) la
incapacidad física muestra dos rostros: uno, que se traduce en la minoración
de las posibilidades de ganancias, `connatural con el ser humano en el empleo
de sus energías', y otro, relacionado con las restantes actividades de la
persona, disminuida por una incapacidad" ("El valor de la vida hU.", ps. 63 y
64).

En suma, a diferencia del derecho laboral -que computa la capacidad funcional


o productiva- el derecho civil atiende a la tutela de la integridad psicofísica de
la víctima en cualquiera de sus manifestaciones. Por consiguiente, la
reparación comprende no sólo el aspecto laborativo, sino también todas las
consecuencias que afectan la personalidad íntegramente considerada (Zavala
de González, "Resarcimiento de daños", p. 379, C. Nac. Civ., sala D, 9/10/1979,
LA LEY, 1981-A, 561, S. 35573; íd., sala E, 25/9/1969, LA LEY, 138-353). Lo que
interesa, en definitiva, es la concreta proyección de las secuelas del infortunio
en la existencia dinámica del damnificado, atendiendo a las particularidades de
cada caso (CNCiv., sala H, 07/12/1999, "González, Miguel A. c/ Municipalidad de
la Ciudad de Buenos Aires", La Ley Online AR/JUR/4339/1999).

También en este aspecto tengo en cuenta las concretas y específicas


consecuencias patrimoniales derivadas de la lesión estética (a las
consecuencias extrapatrimoniales o morales me referiré más adelante, al tratar
el daño no patrimonial). Estas secuelas son notorias y evidentes, y es
innegable que tienen una proyección patrimonial sobre su vida. Sobre este
punto, el perito médico explicó que la lesión estética es notoria e imposible de
restaurar ad integrum por cirugía plástica (ver fs. 1139 respuesta al punto F).

En el plano de la psiquis, la perito explica que el hecho constituye un suceso


externo que ejerció una acción violenta y sorpresiva y alcanzó para la
subjetividad de P. P. el rango de traumático, pues excedió la capacidad de
respuesta de su aparato psíquico, provocando alteraciones en las esferas
volitiva y afectiva de su personalidad que redundan en una disminución de su
capacidad de goce en las áreas de despliegue vital, individual, familiar, de las
relaciones interpersonales, laboral y recreativa. Explica que el impacto en el
psiquismo ha dejado marcas irreversibles de carácter traumático vivenciado a
nivel inconsciente como injuria producto de una acción padecida
experimentada como persecución y destrucción y que las pérdidas corporales
sufridas provocaron alteraciones en el esquema corporal, que constituye el
factor de identidad que representa al cuerpo en el núcleo del yo (ver fs.
935).Afirma la experta que como reacción al impacto traumático P. P. ha
desarrollado conductas de retracción social, se ha alterado la expresión
emocional y se han visto perturbadas las relaciones interpersonales, cuadro
que guarda relación causal directa con el hecho de autos. Expresa que por sus
características de base ha instrumentado defensas sobrecompensatorias, que
han resultado insuficientes para la tramitación psíquica del impacto traumático
(ver fs. 369). Agrega que padece un duelo bloqueado, congelado, relacionado a
las amputaciones corporales sufridas, vivenciadas como muerte parcial (ver fs.
937).

En suma, concluye que presenta un desarrollo reactivo de grado severo que se


correlaciona con una incapacidad del 35% y aconseja realizar tratamiento
psíquico por al menos dos años, con una frecuencia de dos veces por semana,
estimando el costo promedio de la sesión en la suma de $120.

De todos modos, debo señalar –tal como lo he sostenido reiteradamente- que


los porcentajes de incapacidad determinados no son más que meros
indicadores a tener en cuenta para cuantificar la indemnización, sin que sean
vinculantes para el juzgador ni el único elemento a tener en cuenta. Así lo ha
entendido la jurisprudencia al señalar que "A efectos de determinar el quantum
de la indemnización por incapacidad sobreviniente que corresponde otorgar a
la víctima que sufrió graves lesiones a raíz de una accidente de tránsito, debe
establecerse la pérdida de potencialidades futuras causadas por las secuelas
permanentes, y el resarcimiento necesario para la debida recuperación,
ponderando las condiciones personales del damnificado, sin que resulte
decisivo a este fin el porcentaje que se atribuye a la incapacidad, sino que
también debe evaluarse la disminución de beneficios a través de la
comparación de las posibilidades anteriores y ulteriores(CNCiv., sala A,
19/10/2007, "Mercado Belia c/ Empresa Mayo Sata y otros", La Ley Online
AR/JUR/7541/2007).

En orden a la cuantificación de la indemnización el art. 1746 establece que la


indemnización por incapacidad físico o psíquica permanente, total o parcial,
debe ser evaluada mediante la determinación de un capital de tal modo que
sus rentas cubran la disminución de la aptitud del damnificado para realizar
actividades productivas o económicamente valorables y que se agote al
término del plazo en que razonablemente pudo continuar realizados tales
actividades.
Como se advierte, el nuevo Código recurre a la utilización de criterios
matemáticos que, partiendo de los ingresos acreditados de la víctima (y/o de la
valuación de las tareas no remuneradas, pero económicamente mensurables) y
computando sus posibilidades de incrementos futuros, lleguen a una suma tal
que invertida a alguna actividad productiva permita a la víctima obtener
mensualmente (entre ese margen de beneficios y el retiro de una porción del
capital) una cantidad equivalente a aquellos ingresos frustrados por el hecho
ilícito, de tal modo que ese capital se agote al término del periodo de vida
económicamente activa que restaba al damnificado. De este modo, se tiene en
cuenta por un lado la productividad del capital y la renta que puede producir y
por el otro, que el capital se agote al finalizar el lapso resarcitorio (Zavala de
González, Matilde, Resarcimiento de daños, T° 2° a, Hammurabi, Buenos Aires,
1996, p. 521). Si bien los fallos y los autores emplean distintas denominaciones
(Fórmulas Vuoto, Marshal, Las Heras Requema, etc) en realidad se trata, en
todos los casos, de la misma fórmula que es la conocida y usual ecuación para
obtener el valor presente de una renta constante no perpetua (Acciarri, Hugo –
Testa Matías, "La utilidad, significado y componentes de las fórmulas para
cuantificar indemnizaciones por incapacidad y muerte", LL del 09/02/2011, p.
9; Voto en minoría del Dr. Picasso Sebastián en CNCiv., sala A, del 22/05/2014,
en los autos "Ibrain Luisa Susana c/ Pietragallo Fabian y otros s/ Daños y
perjuicios", expte: 60.156/2010).

Reitero que las fórmulas utilizadas por los distintos fueros y Departamentos
Judiciales son análogas, tomando en cuenta la siguiente:

Donde:

A: es la ganancia afectada para cada período que pueden ser mensuales o


anuales. Si del hecho resulta que la víctima padece una incapacidad total se
suele considerar que la privación de ganancias es del total de su ingreso. En
cambio, si la incapacidad es parcial, se suele extraer el producto de la
incapacidad por la ganancia obtenida por la víctima. En este punto existen
muchas posibilidades para determinar la base, por ejemplo: de la presunción
de ingresos base diferentes de los actuales o efectivamente acreditados, o de
considerar que la ganancia proviene, al menos parcialmente, de ciertas fuentes
de renta que no guardan relación con la capacidad de trabajo (Acciarri, H. –
Irigoyen Testa, M., "Utilización de fórmulas matemáticas y baremos", en obra
colectiva Reparación de daños a la persona, T III, Dir: F. Trigo Represas – M. I.
Benavente, Coord: A. Fognini, ob. cit., p. 528).
"i": es la tasa de interés a devengarse durante el periodo de extracción
considerado, decimalizada. Habitualmente se tomaba una tasa de interés del 6
% anual; sin embargo, a partir del precedente "Anrique" (CCiv. y Com., Bahía
Blanca, Sala I, 18/04/2007, "Anrique, Sergio A., y otros c/ Santamarina, Martín y
otros", Abeledo Perrot Nº 70040954), la sala I de la Cámara departamental de
Bahía Blanca pasó a adoptar una tasa del 4% anual.

"n" son los períodos restantes hasta el límite de la edad productiva o


expectativa de vida presunta de la víctima (se trata de una determinación
judicial y no necesariamente debe coincidir con la edad jubilatoria).

Destaco que exponer el cálculo actuarial a partir del cual se toma la base para
cuantificar el rubro en cuestión viene impuesto por el art. 3 del CCyC.

Pero debo señalar, tal como lo he venido sosteniendo, que aun cuando el art.
1746 del nuevo CCyC establece criterios matemáticos o aritméticos para
cuantificar este rubro, entiendo que es meramente indicativo ya que las
variables numéricas utilizadas por tales fórmulas son idóneas en este caso en
particular, por las consideraciones a las que me he referido, para abarcar y
reparar en forma adecuada y plena (tal como lo impone el art. 1740) la
totalidad de las consecuencias patrimoniales derivadas de la afectación a la
integridad psicofísica, por lo que en este caso puntual, reitero, el guarismo que
arroja –aun para el caso de concluir que dicho artículo es aplicable al caso de
marras- es meramente indicativo.

Como señala Picasso, se trata de umbrales (Su voto en CNCiv., sala A,


23/05/2014, "Ibrain, Luisa Susana c/ Pietragallo, Fabian Jorge y otros s/ daños y
perjuicios" (Expte. 60.156/2010), o como he sostenido con anterioridad pisos
mínimos a considerar. No resulta similar la situación de quien padece una
incapacidad total (del 100%) pero que aun así puede realizar por sí mismo los
actos de la vida diaria, de aquella persona que requiere para esos actos el
auxilio permanente de terceros. Ello debe ser considerado en el quantum de la
indemnización.
El art. 1746 del CCyC debe ser interpretado a la luz del derecho constitucional
y convencional a la reparación plena y a la tutela de la persona hU. (conf. art. 1
CCyC).

Para este caso en concreto, tengo en cuenta la edad de la Srta. P. al tiempo del
siniestro que era de 37 años, la incapacidad física (100 %) determinada por el
perito en autos, la tasa de interés a devengarse durante el período de
extracción considerado decimalizada será del 4% -tal como lo adopta la
doctrina y jurisprudencias mayoritarias) y con una expectativa de vida de
productividad o expectativa de vida de 75 años. Debe tenerse especialmente
en cuenta que se trata de una persona que al momento del siniestro no
trabajaba ni producía ingresos, sin embargo, la persona debe ser considerada
en su integralidad y más allá de lo que produce o puede producir.
Concretamente el art. 1746 establece que se deben ponderar las actividades
productivas o económicamente valorables. Por otro lado, desde el punto de
vista de la responsabilidad civil se tiene en cuenta no sólo el aspecto laborativo
de la persona sino también cómo se afecta la vida de la relación de la persona.

En consecuencia, sobre la base de lo establecido por los arts. 1740 y 1746 del
CCyC y del art. 165 del Código Procesal fijo la indemnización por los aspectos
detallados de la pretensión comprensiva de la incapacidad sobreviniente (física
y psíquica) en la suma actual de pesos cuatro millones ($ 4.000.000) y la suma
de pesos noventa y seis mil ($ 96.000) por los gastos de tratamiento
psicológico.

d.2) El daño estético, por el que se pretenden $500.000 (ver fs. 111 punto I).

Ya he adelantado que las consecuencias estéticas padecidas por la actora se


proyectan sobre los aspectos patrimoniales y extrapatrimoniales de la
indemnización. Así, tales proyecciones han sido consideradas en el rubro
incapacidad sobreviniente (física y psíquica), y en el rubro daño moral, por lo
que no corresponde que lo indemnice como rubro autónomo o independiente.

d.3) Los gastos de farmacia y asistencia médica por los que se pretenden
$1.500.000; los gastos derivados de la colocación de prótesis, por los que se
piden $750.000 y los gastos de traslado, por los que se reclaman $30.000 (ver
fs. 110 punto d, 110 vta. punto e y fs. 111 vta. punto H).
Si bien no se ha acreditado documentalmente la totalidad de los desembolsos
que pretende la accionante, lo cierto es que el criterio jurisprudencial sobre el
tema es conocido en el sentido de que se deben, aún si no hubieren sido
probados de manera directa y acabada, y aun si el damnificado se hubiese
atendido en un hospital público y gratuito, obra social o sistema de salud.

El art. 1746 del CCyC establece que se presumen los gastos médicos,
farmacéuticos y por transporte que resultan razonables en función de la índole
de las lesiones o la incapacidad. Entiendo que los gastos por prótesis quedan
comprendidos en esta enunciación ejemplificativa, máxime en casos como el
de autos.

Tengo especialmente en cuenta las notorias secuelas invalidantes que presenta


P. P., y ello hace evidente la necesidad de contar con personal permanente para
su atención y cuidado, tal como lo expone en su ampliación de demanda a fs.
110, cuando hace referencia a los gastos de "asistencia". Es notorio y evidente
que por sus especiales secuelas –amputaciones- se hace necesaria la
asistencia de una persona que la atienda en sus quehaceres personales y que
la asista con las tareas hogareñas.

Como señala Iribarne "La discapacidad de la madre de familia generará total o


parcialmente la imposibilidad de realización de sus actividades domésticas…"
(De los Daños a la persona, Ediar, Buenos Aires, 1995, p. 553).

También tengo en cuenta que las limitaciones son permanentes, y aun cuando
pueda contar con prótesis, lo cierto es que las mismas no le permitirán realizar
dichas tareas de forma similar a como lo hacía antes, por lo que de todos
modos necesitaría contar con asistencia de otras personas.

Entonces, como el desembolso de estos gastos se presenta razonable a partir


de las lesiones, las características del daño y sus secuelas, lo dispuesto por el
art. 1746 del CCyC, en uso de la facultad conferida por el art. 165 del Código
Procesal, fijo la indemnización por este concepto en la suma actual de pesos un
millón quinientos mil ($1.500.000).
Del mismo modo, cabe admitir el reclamo por los gastos de traslados, los que
también aparecen como razonables en orden a las lesiones ocasionadas, en la
suma actual de pesos cincuenta mil ($ 50.000).

Finalmente, con relación al reclamo efectuado por la colocación de prótesis, es


claro que se trata de una consecuencia o proyección patrimonial derivada de
los hechos de marras y cuya responsabilidad se ha determinado en cabeza de
las demandadas.

Es indudable que se trata de una consecuencia inmediata derivada del


incumplimiento y que por ende se presenta como plenamente resarcible a la
luz de lo normado por el Código Civil de Vélez (arts. 901 y 903 del CC). Idéntica
solución cabría en virtud de los arts. 1726 y 1727 del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación (ley 26.944) que lo tengo en cuenta como pauta
hermenéutica orientadora respecto de la tendencia del moderno Derecho de
Daños.

En consecuencia, ponderando el informe remitido por la Ortopedia Alemana


SACI del que se desprende que el costo total del equipamiento asciende a la
suma de $1.120.000 y que la duración de las prótesis, el período de reemplazo
es de aproximadamente cuatro años (ver fs. 740), la edad de la Sra. P., y que
puede estimarse un tiempo de vida de hasta 75 años, fijo la indemnización por
esta partida en la suma de pesos siete millones ochocientos cuarenta mil ($
7.840.000).

d. 4). El daño no patrimonial, por el que se reclaman $700.000 (ver fs. 110 vta.
punto F).

Por daño moral debe entenderse la modificación disvaliosa del equilibrio


espiritual del sujeto a raíz de un hecho antijurídico, que no necesita ser
probado por no ser autónomo de la lesión misma, la sola turbación de un
derecho de la personalidad es "daño moral" y con ello, sin más, nace el
derecho a la reparación (conf. Brebbia, Roberto "El daño moral", pág. 57 y
sigas. Rosario 1967). A los efectos de determinar su cuantía, tomar en cuenta
las consecuencias de la lesión, su gravedad, intensidad, extensión y los
tratamientos padecidos para procurar que la indemnización otorgada cumpla la
función de enmendar o neutralizar en la víctima el sufrimiento experimentado
(conf. Zavala, Matilde, "El concepto de daño moral", J.A., Sec. Doctrina del 6-2-
85), en el sublite se ha agredido el derecho a la integridad corporal de la
víctima, se le ha inferido un perjuicio no patrimonial, lesionándose su derecho a
la incolumidad física reconocido jurídicamente.-

El dinero, el "quantum" reparatorio no cumple aquí una función valorativa


exacta, sino de satisfacción –si ello es posible al menos mínimamente frente a
la magnitud de las tremendas secuelas del caso de autos- frente al sufrimiento
de espíritu, de la angustia que necesariamente ha producido a la víctima,
temor por las consecuencias definitivas, de las heridas sufridas y la alteración
perpetua de sus legítimos hábitos de vida.-

No puedo ser indiferente ante la ingente transformación de la vida de la actora,


quien por el resto de su vida se verá impedida de realizar los más elementales
actos de la vida. Nunca más podrá abrazar a sus hijos, no podrá atender sus
necesidades personales más básicas a menos que cuente con la ayuda o
colaboración de terceras personas, no podrá realizar la misma vida de que
gozaba antes de la mala praxis. No se trata de una mera incapacidad total –ya
grave de por sí-, sino de una tremenda gran invalidez o discapacidad de
consecuencias devastadoras en el ánimo de la actora.

En cuanto al daño estético reclamado por la Sra. P., cabe recordar que es todo
menoscabo, disminución o pérdida de la apariencia física de la persona, siendo
una alteración que se traduce en una mengua o deterioro de esa armonía
corporal, y su consideración debe estar presente al momento de la
determinación del quantum por incapacidad sobreviniente o por daño moral,
pues no configura un elemento autónomo. De este modo, la alteración de ese
aspecto físico del que gozaba la actora más allá de las concretas
consecuencias patrimoniales –ya consideradas al referirme a la incapacidad
sobreviniente física y psíquica- debe ser ponderado en sus consecuencias o
proyecciones extrapatrimoniales o morales.

La Sra. P. tenía un determinado aspecto físico y tenía derecho a mantenerlo de


tal manera, y no existe razón alguna para que debiera soportar su afectación,
alteración o mengua. Reitero que tal transformación configura una
consecuencia extrapatrimonial que debe ser reparada con finalidad
satisfactiva.
Reitero aquí lo ya expuesto al considerar la incapacidad sobreviniente, sobre la
irreversibilidad de la lesión estética que no podrá ser reparada con cirugía
plástica.

De todos modos, sea cual fuere la naturaleza jurídica que se le asigne al daño
moral, su entidad se traduce en vivencias personales del afectado y en general
no se exterioriza fácilmente.

De ahí que resulte útil al juzgador tener en cuenta algunas pautas que pueden
orientarle para intentar mensurar este daño. En este sentido, corresponde
evaluar las características de las lesiones sufridas, el modo traumático en que
se produjeron, los tratamientos suministrados en su consecuencia, las
gravísimas secuelas físicas permanentes padecidas, así como la alteración del
proyecto de vida que la mutilación corporal ha provocado y provocará en la
víctima. También debe tenerse en cuenta al mensurar el rubro que el tiempo no
aminora el daño moral cuando se trata de "una invalidación que subsiste"
(Zavala de González, "Cuanto por daño moral", LL, 1998-E, 1057; CNCiv., sala
H, 07/12/1999, "González, Miguel A. c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires", La Ley Online AR/JUR/4339/1999).

También tengo en cuenta que las secuelas padecidas por la actora se han
proyectado negativamente en su proyecto de vida. La incidencia, afectación o
demora en el proyecto de vida es una de las pautas que tiene en cuenta el art.
1741 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación cuando se refiere al daño
extrapatrimonial.

La noción del proyecto de vida ha sido magistralmente desarrollada por el


profesor Fernández Sessarego, y luego adoptada por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH, 27/11/1998, "María Elena Loayza Tamayo").

En este sentido el Maestro peruano enseña que "La nueva concepción del ser
humano, que necesariamente repercute en los fundamentos mismos del
Derecho, nos mueve a pensar que la finalidad de nuestra disciplina es proteger
la libertad de cada persona en el seno de la sociedad con el propósito de que,
cada cual, pueda cumplir con su destino, realizar su proyecto de vida, acatar el
silencioso pero profundo llamado de su vocación, otorgarle una razón de ser,
un destino valioso a su vida" (Fernández Sessarego, Carlos, Aproximación al
escenario jurídico contemporáneo, LL del 01/08/2007, pág. 1 y ss).

En este contexto surgen las nuevas ideas en la evolución de Derecho acorde


con la nueva concepción del ser humano. Se advierte una tendencia que se
mueve de un cerrado individualismo hacia una vivencia más acentuada del
valor solidaridad, de una mayor socialización en cuanto al contenido y
dirección de la normatividad jurídica (Fernández Sessarego, C., Aproximación al
escenario jurídico contemporáneo, ob. cit., pág. 1 y ss).Mosset Iturraspe afirma
que "La víctima merece una reparación. El derecho brega porque toda víctima
sea reparada. El estado de justicia busca que no haya más víctimas o las
menos víctimas posibles o que, frente a un daño, se repare" (En Temas de
Derecho Privado III, Ciclo de Mesas Redondas desarrolladas durante 1990 como
contribución académica para las XIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
edición del Colegio de Escribanos de la Capital Federal, Bs. As., 1991, pág.
179).

Por su parte Brebbia apunta su enfoque en que "En el estado actual de la


evolución, con prescindencia del fundamento que se les asigne, es admitido
universalmente que existen derechos llamados derechos del hombre o
derechos humanos, que son indispensables para que el hombre cumpla su
destino con la dignidad que le impone su condición de ser humano dotado de
conciencia" ("La Lesión del patrimonio moral", en obra colectiva Derecho de
Daños, Primera parte, Directores: Félix Trigo Represas y Rubén Stiglitz, en
homenaje a Jorge MossetIturraspe, La Rocca, Bs. As., 1991, pág. 231).

Enseña Zavala de González que el daño a la libertad, que tiene como


presupuesto un daño psicosomático, generalmente se trata de lesiones graves
y perdurables que repercuten en la integridad psicofísica de la persona ("Daños
a proyectos de vida", en LL del 4 de julio de 2005). Pero ello no obsta a que un
daño menor pueda afectar irreversiblemente o retrasar la concreción de un
proyecto de vida. También la privación de la libertad puede conculcar el plan
existencial. Ello en atención a las infinitas y variadas opciones que tiene la
persona para desarrollar en su vida.

El reconocimiento del derecho a la libertad tiene fuente constitucional y


convencional. El art. 7° de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos
establece que "Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad
personales".

El daño psicosomático puede influir de diversas maneras y en distintos grados


en la libertad. Esta mengua en la libertad de la persona incidirá en la
realización del proyecto de vida la persona.

La libertad del hombre sólo se pierde con la muerte, sin embargo, hay casos en
los cuales se afecta la posibilidad de elegir o decidir sobre la propia vida. El
hombre no deja de ser libre, pues la libertad hace a su propia esencia, pero sí
se puede incidir en su ejercicio.

Indudablemente en el caso de marras las secuelas que experimenta la víctima


tienen la entidad para cercenar ese proyecto de vida.

El ser humano es el único ser que vivencia valores y crea normas; y ello se
explica porque naturalmente está dotado para sensibilizar valores y para
formular prescripciones normativas. El hombre al ser libre necesita de normas
que lo protejan y le permitan realizarse conforme a su proyecto de vida
(Fernández Sessarego, C., El Derecho de las personas (en el umbral del siglo
XXI), ob. cit., pág. 73.).

En la medida que el hombre es libre, elige su proyecto de vida. De este modo,


una afectación de la unidad psicofísica puede llevar a una frustración,
aniquilamiento, menoscabo o retardo en el plan de vida trazado por la persona,
o en otras palabras a su proyecto de vida.

El daño consiste en la afectación de un interés serio y lícito, que produce


consecuencias desfavorables. No cabe duda que la afectación del proyecto de
vida conlleva la afectación de un interés de la persona que eligió un
determinado modo de vida, un proyecto existencial.

El hombre es libertad, es un ser ontológicamente libre, coexistencial y


temporal. Libertad que hace al hombre un ser espiritual, sensibilizador y
vivenciador de valores, los que le otorgan un sentido a su vida. La libertad no
es un atributo de la persona sino su mismo ser (Fernández Sessarego, C.,
"Aproximación al escenario jurídico contemporáneo", LL del 01/08/2007, pág.
1). Además, "el hombre sólo existe como tal junto a otros hombres" (Carpio,
Adolfo P., Principios de filosofía, sexta reimpresión, Glanco, Bs. As., 2007, pág.
336).

Como señala Sartre "…de hecho somos una libertad que elige, pero no
elegimos ser libres, nosotros estamos condenados a la libertad" (Sartre, Jean
Paul, El ser y la nada, ob. cit., T III, pág. 79).

En todo momento elige y dirige su vida. La persona no es algo dado y


terminado, sino que se va construyendo día a día con cada elección. No
podemos decir lo que una persona será, puesto que es libre y el resultado final
dependerá de las decisiones que tome y deje de tomar.

La libertad que es el hombre se manifiesta a través de sus actos. No basta con


un querer interno que nunca trasciende al mundo exterior, sino que son
necesarias conductas exteriores por las cuales se materialicen estas
decisiones.

Con relación a la obra de Hegel se ha dicho que "Esta libertad interior es


puramente abstracta, es decir, no es verdadera libertad; para serlo, tiene que
objetivizarse, realizarse, manifestarse en el mundo exterior" (Carpio, Adolfo P.,
Principios de filosofía, sexta reimpresión, Glanco, Bs. As., 2007, pág. 336).

Fernández Sessarego define al proyecto de vida como "aquel que elige y decide
la persona y que marca el rumbo o destino que otorga a su vida" (Fernández
Sessarego, C., "Nuevas reflexiones sobre el daño al proyecto de vida", ob. cit.,
pág. 265).

El proyecto de vida contiene el sentido existencial de una persona, la decisión


sobre su vida que se traduce en una previa valoración ante una innumerable e
infimita variedad de opciones o posibilidades, en base a lo que le ofrece su
entorno y sus circunstancias personales.

La persona tiene el derecho a contar con estas opciones y posibilidades para


elegir, y el cercenamiento de su derecho a elegir se traduce en un daño injusto
que debe ser reparado. Sería injusto que el Derecho se mantenga indiferente
ante esta franca afectación a la esencia del hombre, puesto que la finalidad del
Derecho consiste en la protección de la libertad de la persona.

En la vida no sólo elegimos qué trabajo haremos, sino también vivenciamos


valores y elegimos objetivos que van más allá de una actividad económica.
Optamos por formar una familia, tener hijos, desarrollar una vocación, una C.,
realizar deportes, gozar de la amistad, entre tantas opciones que ofrece la
vida.

La persona elige lo que hará con su vida. El proyecto de vida se asocia con la
realización personal del ser humano (CIDH, 27/11/1998, "María Elena Loayza
Tamayo").

Todas las personas tenemos capacidad para formular y desarrollar nuestro


proyecto de vida. Todos podemos tener un proyecto, por lo que en cada caso
habrá que analizar si la disminución o afectación de la integridad psicofísica lo
afecta, cómo y en qué medida.

El Derecho surge para que los seres humanos podamos convivir, lo que supone
que cada uno cuente con un espacio en el cual pueda realizarse como persona,
es decir, desarrollar su proyecto de vida. De este modo, el Derecho protege la
libertad ontológica, es decir, el ser mismo del hombre que sólo se pierde con su
muerte; como también la libertad fenoménica, o sea, la exteriorización de
decisiones libres en el mundo exterior a través de actos o conductas
(Fernández Sessarego, C, Aproximación al escenario jurídico contemporáneo,
LL del 01/08/2007, ob. cit.).

"Un principio de justicia que goza de amplio consenso es aquel que manda
desarrollar las libertades y derechos individuales hasta el nivel mas alto
compatible con su igual distribución entre todos los sujetos que conviven en
una sociedad dada…"(Rawls, John, A theory of Justice, 1971, Harvard Collage,
citado por Lorenzetti en su voto en el caso "Itzcovich").

Cruz Vélez, al estudiar la obra de Heidegger ha sostenido que "Si el hombre es


ese todo, entonces la libertad no es un propiedad que tiene el hombre como
una cosa tiene su color o su figura. El hombre es mas bien una posibilidad de la
libertad. La libertad es lo que hace posible al hombre en cuanto hace posible la
totalidad de los momentos que designan los otros nombres". Agrega que
"Gracias a esa libertad puede el hombre trascender los entes, quitándose así
sus cadenas". Concluye que "La libertad es el fundamento de la relación del
hombre con el ser…"(Cruz Vélez, Danilo, Filosofía sin supuestos. De Husserl a
Heidegger, Sudamericana, Bs. As., 1970, pág. 188-214).

Las determinaciones del hombre no están en su esencia, no le han sido dadas,


sino que resultan del hombre con sus posibilidades. Lo que el hombre resulta
ser en cada caso está precedido de la relación con su poder ser, una relación
de un posible modo de ser, una decisión de llevar adelante lo elegido (Cruz
Vélez, Danilo, Filosofía sin supuestos. De Husserl a Heidegger, Sudamericana,
Bs. As., 1970, pág. 188-214).

Reitero que el hombre no es una cosa hecha y terminada, sino que por el
contrario es lábil y fluido, desplegado en el tiempo, proyectándose
permanentemente (Fernández Sessarego, Carlos, Daño al proyecto de vida, ob.
cit.). Se ha dicho que el hombre es "alguien único, inabarcable, originario, no
fungible, no compendiable en procesos totalizadores, libre, inédito, moral"
(Negri, Héctor, ponencia presentada en XII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, (Bariloche, 1989), comisión nº 8).

En este sentido reflexiona Marías que "La libertad hU. es constitutiva e


irrenunciable, porque al hombre no le es dado su ser hecho, sino que su vida,
una vez dada, le es impuesta como quehacer" (Marías, Julián, Introducción a la
filosofía, ob. cit., pág. 255).

Por todo lo expuesto, ponderando la repercusión que en los sentimientos de la


actora debió generar la ocurrencia de la mala praxis; las secuelas que da
cuenta la pericia médica en especial el tiempo de internación, las cirugías a las
que fuera sometida, la angustia que produce en la víctima el tener que
depender constantemente de otras personas en casi todos los actos de su vida
cotidiana por carecer de la totalidad de sus miembros superiores e inferiores,
vale decir, la subordinación a personas y a elementos artificiales en desmedro
de su autonomía vital y funcional, el sentimiento de inferioridad de la víctima a
raíz de la frustración de las más sanas y legítimas expectativas de desarrollar
una vida normal. No se trata de simples hobbies, de la posibilidad de trabajar o
estudiar, sino prácticamente de todo lo que torna agradable y deseable la
existencia: la salud, la potencialidad física para practicar deportes, manejar un
auto, una computadora u otras máquinas sin limitaciones funcionales,
relacionarse sin el complejo por el rechazo o la compasión ajenas dada su
incapacidad permanente y casi absoluta, la imposibilidad de trasladarse por
sus propios medios como lo hacía antes del hecho dañoso, la imposibilidad de
abrazar a sus hijos, de asistirlos como pudo hacerlo antes –lo cual no puede ser
desconocido por cualquier madre-, la afectación de su libertad y consiguiente
frustración del proyecto vital y la afectación estética.

En consecuencia, sobre la base de lo expuesto y considerando que cabe


pronunciar en este rubro un juicio prudencial (art. 165, del Código Procesal),
toda vez, que son obvias las dificultades que existen para mensurar en dinero
un detrimento de tal naturaleza, razón, por la cual ha de procurarse que
atienda apropiadamente a la magnitud del menoscabo espiritual (T. Colegiado
Oral, Rosario N° 2, marzo 18-988 "Lafuente de Albanese, Elsa c/ Cofré Enrique
C. y otros" J. 81-346; Rep. LL., "L" 1990 A-I, pág. 584 N° 387), en uso de las
facultades conferidas por el art. 165 del Código Procesal, y atendiendo a las
especialísimas y particularísimas circunstancias de este caso hago lugar al
rubro por la suma actual de pesos dos millones ($ 2.000.000).

e) Los daños reclamados por L. A. S..

e. 1) El daño psíquico, por el que se reclaman $400.000 y los gastos de


tratamiento psicológico por el que se piden $72.000 (ver fs. 108 punto B.2 y fs.
110 punto c).

Según informó la perito psicóloga (ver fs. 939/951), luego de llevar a cabo la
entrevista personal y analizar el resultado de las distintas técnicas
administradas, L. A. S. registra un incremento significativo de sentimientos
intensos de stress emocional, ansiedad e indicadores de angustia y ansiedad
elevada, con tendencia a la cavilación excesiva, a la melancolía y conducta
ambivalente.

Explicó que como consecuencia del hecho que motiva esta litis se produjeron
cambios en el área afectiva que han generado estados de ansiedad,
sentimientos de culpa, depresión, pensamientos perturbadores e intrusivos con
creencias de ser maltratado e incomprendido e indicadores de preocupación
excesiva ante la enfermedad en virtud de la situación que a diario debe
enfrentar.

A su vez explicó que por el cambio de hábitos vitales se han afectado sus
funciones superiores y elementales, pues actualmente padece problemas de
concentración, apetito, disturbios del sueño y sentimientos de infelicidad y
también en el área laboral produciendo interferencias vinculadas a baja
autoestima, dificultades de concentración, tensión e indecisión.

Destacó también que el rol al que ha quedado subsumido "brazos y piernas de


ella" le genera gran ansiedad y frente a la percepción de rasgos dominantes en
la figura de su pareja se produce un conflicto interno caracterizado por
sentimientos negativos y ambivalentes, tales como rechazo, hostilidad,
angustia y culpa, todo lo cual se traduce en un sentimiento de pérdida de su
integridad yoica.

Afirmó también que el hecho y sus consecuencias han trastornado áreas de


despliegue vital significativas provocando deterioro en las relaciones
interpersonales, pensamiento matizado por la idea de agresión y daño con
presencia de conductas hostiles y de descarga ante el ambiente junto a
hipersensibilidad del rechazo y a la crítica, reaccionando con defensas para
anticipar cualquier tipo de ataque.

En suma, concluyó que las amputaciones realizadas a su cónyuge y su


consiguiente minusvalía le provocaron un trastorno adaptativo crónico con
alteración mixta de las emociones y el comportamiento que de acuerdo al
baremo de los Dres. Castex y Silva se califica como desarrollo reactivo de
grado moderado y se correlaciona con una incapacidad del 25%. Recomendó la
realización de un tratamiento psicológico individual por al menos un año y con
frecuencia semanal estimando el costo promedio de plaza de la sesión en la
suma de $120.-

Teniendo en cuenta lo expuesto, las condiciones personales de L. A. S. que se


desprenden de este expediente y del beneficio de litigar sin gastos, en uso de
la facultad que me otorga el art. 165 del Código Procesal, fijo la indemnización
por esta partida en la suma actual de pesos cuatrocientos mil ($ 400.000) por
la daño psíquico y pesos diez mil ($ 10.000) por los gastos de tratamiento
psicológico.

e. 2) El daño no patrimonial, por el que se pretenden $400.000 (ver fs. 110 vta.
punto F).
En cuanto a las consideraciones de orden jurídico relativas al daño
extrapatrimonial me remito a lo ya expuesto ut supra en honor a la brevedad.

En cuanto a la legitimación para reclamar este rubro indemnizatorio también


me remito a lo ya expuesto.

En cuanto al caso particular del Sr. S. tengo especialmente en cuenta lo


expuesto en la pericia psicológica. Surge del informe que él mismo se ocupa de
las principales actividades del cuidado de su esposa lo que ha conllevado la
pérdida de la continuidad laboral.

Además, vive en un clima de gran tensión familiar, caracterizado por peleas


diarias generadas por situaciones cotidianas relacionadas con las tareas que
debe llevar a cabo para el cuidado de su esposa e hijos.

Destacó también que se ha modificado su relación de pareja por la pérdida del


deseo sexual, siente exacerbación de la irritabilidad, sentimientos de enojo y
tensión y cambio en los hábitos diarios, de sueño y alimentación (ver fs. 943).

Es notorio y evidente que, al igual que su esposa P., su proyecto vital también
se ha visto notoriamente afectado en sentido negativo. La modificación
disvaliosa de su vida se reitera día tras día, y por ello no me quedan dudas que
ha experimentado una profunda afectación de su espíritu que necesariamente
debe ser reparada.

En cuanto a la cuantificación de este rubro, tengo especialmente en cuenta la


finalidad compensatoria y satisfactiva que para este rubro refiere el art. 1741
del CCyC.

Por lo tanto, en uso de la facultad conferida por el art. 165 del Código Procesal,
y acorde con lo establecido por el art. 1741, fijo la indemnización por esta
partida en la suma actual de pesos ochocientos mil ($ 800.000).

e. 3) El lucro cesante, por el que se piden $300.000 (ver fs. 111 punto G).

Según declararon Carla Patricia Isabel Pastor y Samara Wandolin Cerenela


Kwist y Nadia Martínez antes de la ocurrencia de los hechos que motivan esta
litis L. A. S. trabajaba en una casa de ortopedia pero ahora no puede conseguir
un trabajo fijo pues tiene que ocuparse de los hijos de la pareja, llevarlos y
retirarlos del colegio como así también de la atención de su esposa, por lo que
no puede cumplir con las horas que demanda un trabajo fijo (ver fs. 801/802, fs
803/804, fs. 805).

Concretamente, el art. 1738 del CCyC establece que la indemnización


comprende, entre otros aspectos, el lucro cesante en el beneficio económico
esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención.

Es evidente la imposibilidad de procurar recursos económicos para su propia


subsistencia y la de su familia y desarrollar labores por parte de quien debe
ocuparse en forma constante del cuidado de su esposa e hijos.

Por lo tanto, en uso de la facultad conferida por el art. 165 del Código Procesal,
y en consonancia con el art. 1738 del CCyC, fijo la indemnización por esta
partida en la suma actual de pesos cuatrocientos mil ($ 400.000).

f) Los daños reclamados por J. C., F. B., O. I. y S. C.S..

f. 1) El daño psicólogico, por el que se pretenden $200.000 para J. C., F. B. y O.


I. S. y $350.000 para S. C.S. y los gastos de tratamiento psicológico, por los
que se reclaman $72.000 para cada uno (ver fs. 108 vta. punto B.3 y fs. 110
punto c).

Surge del dictamen pericial (ver fs. 951/961) que el hecho ocurrido ha
provocado en el niño J. C. una exacerbación de las características de base, el
empleo rígido y extendido de mecanismos defensivos con fijación y regresión a
modalidades de respuestas inmaduras en relación a lo esperable para su edad.
Según describió la experta configuró un suceso externo disruptivo y
desestabilizante que aportó un caudal de energía importante que, dada la
inmadurez de su aparato psíquico (al momento del hecho tenía ocho años), sus
características de base y recursos defensivos, no pudo ser asimilado
adecuadamente por su subjetividad y excedió la capacidad de respuesta de su
aparato psíquico. Ello provocó una alteración en la esfera afectiva de su
personalidad que redundó en una disminución de su capacidad de goce en las
áreas de despliegue vital, familiar y de ajuste en las relaciones interpersonales.

Concluyó que padece un trastorno adaptativo mixto con ansiedad y estado de


ánimo depresivo que guarda relación causal con la mala praxis y las secuelas
físicas que ésta le provocó a su madre y que de acuerdo al baremo de los Dres.
Castex y Silva se clasifica como desarrollo reactivo en grado moderado y le
corresponde un porcentaje de incapacidad del 15%.

En cuanto a F. B., explicó la perito que el hecho ha causado una profunda


impresión en su psiquis, pues fue vivenciado como la muerte parcial y
anticipada de su madre y, como persisten sentimientos de enojo e impotencia
frente a lo ocurrido y dificultad para aceptar la realidad. Afirmó que el niño no
ha elaborado la situación.-

Explicó que el hecho tuvo la entidad de un evento estresor-caracterizado por el


riesgo y amenaza para la vida de su madre con significativos cambios en su
esfera familiar tales como una mudanza, intensas tensiones y el cambio de
roles en relación a las situaciones cotidianas- que generó respuestas
sobrecompensatorias que se manifestaron mediante síntomas en la esfera del
comportamiento: cambios de conducta, inquietud, susceptibilidad,
oposicionismo, irritabilidad, impulsividad y agresividad dirigida al ambiente. En
suma, explica que se han perturbado gran parte de las esferas de su
despliegue vital, esto es, la individual, familiar, de relación interpersonal y de
estudios.-

Concluyó que padece un trastorno adaptativo con alteración de


comportamiento con alteración de comportamiento con manifestación
predominante de su conducta social, dificultad para respetar convenciones y
normas apropiadas a la edad que de acuerdo al baremo de los Dres. Castex y
Silva se clasifica como desarrollo reactivo de grado moderado al que le
corresponde un 25% de incapacidad.

En cuanto a O. I. (ver fs. 972/980) explicó que el hecho tuvo carácter


traumático y causó significativos cambios en sus áreas de despliegue vital.
Aclaró que si bien se trata de una niña con buenos recursos de base que le
permiten en esta etapa instrumentar defensas insuficientes para funcionar con
ajuste a las exigencias de la realidad en términos generales, el hecho genera
una adaptación impostada con el consiguiente costo energético para el
psiquismo.

Concluyó que padece un trastorno adaptativo no especificado que de acuerdo


al baremo de los Dres. Castex y Silva se clasifica como desarrollo reactivo de
grado moderado que le provoca una incapacidad del 20%.

Con relación a S. C. explicó que el hecho ha causado consecuencias en el plano


psíquico por la conexión a su nacimiento, por el momento vital en el que
acaeció y por el grado de alteración que provocó en la dinámica familiar.
Afirmó que presenta indicadores de confusión vinculados a sus primeros
tiempos de vida y en las circunstancias de su nacimiento. Como suceso
externo, ejerció una acción violenta y sorpresiva que impactó en forma
traumática en su subjetividad y excedió la capacidad de respuesta defensiva
de su aparato psíquico. Y, si bien ha instrumentado recursos que le permitieron
avanzar en su desarrollo, presenta fallas en áreas de despliegue vital
vinculados a la comunicación y a la estructuración de la percepción que
afectan la cognición y su capacidad de organización de la conducta.

Concluyó que el hecho ha resultado disruptivo, deviniendo en un trastorno


adaptativo mixto con conductas regresivas, dificultad en la aceptación de
límites y síntomas de confusión, afectando las áreas de despliegue vital
individual, familiar, de las relaciones interpersonales y capacidad de producir,
que de acuerdo al baremo de los Dres. Castex y Silva, se clasifica como
desarrollo reactivo de grado moderado que le provoca una secuela
incapacitante del orden del 20%.

En todos los casos, sugirió tratamiento psicológico por el lapso de un año con
frecuencia semanal y estimó el costo promedio de la sesión en ámbito privado
en la suma de $120.

Teniendo en cuenta lo expuesto y los demás elementos que se desprenden de


este expediente, fijo la indemnización por esta partida haciendo uso de la
facultad que me confiere el art. 165 del Código Procesal: a) para J. C. S. la
suma actual de pesos ciento treinta y cinco mil ($ 135.000); por la incapacidad
psíquica sobreviniente y pesos diez mil ($ 10.000) por los gastos de
tratamiento psicológico; b) para F. B.la suma actual de pesos doscientos
veinticinco mil ($ 225.000); por la incapacidad psíquica sobreviniente y pesos
diez mil ($ 10.000) por los gastos de tratamiento psicológico; c) para O. I. la
suma actual de pesos ciento ochenta mil ($ 180.000); por la incapacidad
psíquica sobreviniente y pesos diez mil ($ 10.000) por los gastos de
tratamiento psicológico y d) para S. C.la suma actual de pesos ciento ochenta
mil ($ 180.000); por la incapacidad psíquica sobreviniente y pesos diez mil ($
10.000) por los gastos de tratamiento psicológico.

f. 2.) El daño no patrimonial, por el que se reclaman $200.000 para cada uno
(ver fs. 110 vta. punto f).

Ya me he referido a las consideraciones de orden jurídico en relación al daño


moral, a las cuales me remito en honor a la brevedad.

En lo que respecta a las consideraciones fácticas por las cuales se materializa


este perjuicio, tengo especialmente en cuenta las constancias que surgen de la
pericia psicológica.

Respecto de J. C. S., al ser preguntado por la significación del evento, el niño le


refirió a la perito psicóloga haber sentido tristeza (ver fs, 954). Sin embargo, la
experta destaca que el cuerpo de su madre le produjo gran impresión y ello le
generó sentimientos de culpa y enojo con los que debe convivir que, junto con
las alteraciones en la dinámica familiar, generaron aislamiento tanto de sus
padres como fraterno (ver fs. 957). Los aspectos patrimoniales ya los he
considerado en el ítem anterior, por lo que en este punto sólo consideraré las
proyecciones extrapatrimoniales en los términos del art. 1741 del CCyC.

Respecto de F. B., le describió a la perito que luego del hecho sus padres se
pelan mucho y que, desde la internación de su mamá, se volvió agresivo. Le
refirió pelas con adultos y con sus pares en la escuela, pues tiene la impresión
que todos están en contra suya.

Además, refiere que durante los primeros tiempos "le daba cosa" acercarse a
su madre y que siente rechazo por la utilización de las prótesis, ya que siente
que no es natural (ver fs. 964).

En relación a O. I. refiere los siguientes cambios: durante la internación de su


mamá ni ella ni sus hermanos fueron al colegio (estaba en sala de 4) y se
ocupa desde pequeña del cuidado de su madre, en especial darle de comer en
el hospital o participar del cuidado de las curaciones luego del alta.
Destacó también la modificación en la dinámica familiar, hace las cosas sola
desde muy chica, cocina siguiendo instrucciones de su madre y duerme en la
cama con ella (su padre usa la suya) (ver fs. 974).

Finalmente, respecto de S. si bien conoce lo evidente, durante los primeros


meses de vida debió interrumpirse la lactancia y permaneció por lo menos un
mes al cuidado de terceros fuera del hogar durante el día, ante la dificultad de
la familia para reorganizarse. Luego, el grupo familiar se ocupó de su cuidado.

Por su parte, se desprende del dictamen que existe dificultad en el vínculo con
el padre, con presencia de ceñimientos de rechazo. (ver fs. 983). En especial,
se destaca la alteración en la dinámica familiar (ver fs. 983).

Por todo lo expuesto, y los demás elementos que se desprenden de este


expediente a los cuales me he referido, fijo la indemnización por esta partida
haciendo uso de la facultad que me confiere el art. 165 del Código Procesal y
en consonancia con el art. 1741 del CCyC: a) para J. C. S. la suma actual de
pesos trescientos mil ($ 300.000); b) para F. B. la suma actual de pesos
trescientos mil ($ 300.000); c) para O. I. la suma actual de pesos trescientos
mil ($ 300.000); y d) para S. C.la suma actual de pesos trescientos mil ($
300.000).

VI. Síntesis.

La demanda interpuesta prospera únicamente contra V. C. C. , L. G. M. y el


Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por la suma de pesos diecinueve
millones cincuenta y seis mil ($ 19.056.000), que se distribuyen del siguiente
modo: a) $ 15.486.000 para P. I. P.; b) $ 1.610.000 para L. A. S.; c) $ 445.000
para J. C. S.; d) $ 535.000 para F. B. S.; e) $ 490.000 para O. I. S. y f) $ 490.000
para S. C.S..

VII. El pedido de atenuación de la indemnización por razones de equidad.


Luego de tratados cada uno de los rubros y establecido el monto por el cual
prospera la demanda corresponde tratar el pedido de atenuación de la
indemnización por razones de equidad introducido por L. G. M. , pues los
planteos efectuados por los demás codemandados devinieron abstractos luego
del rechazo de la demanda en su contra.

Ahora bien, el art. 1069 del Código Civil autoriza a los jueces a reducir las
indemnizaciones por razones de equidad y con fundamento en la situación
patrimonial del deudor. Sin embargo, se trata de una norma de interpretación
restrictiva pues pugna con el principio de reparación integral y, por ello, es
necesario que quien lo pide produzca prueba suficiente sobre su situación
patrimonial, la imposibilidad de obtener recursos y las cargas familiares, entre
otros (Conf. Belluscio, Código Civil-Comentado, Anotado y Concordado, Editorial
Astrea, T. 5, Pág. 36 y sgtes.).

Entonces, como en el caso L. G. M. se limitó a pedir la atenuación de la


indemnización, pero no ofreció ni produjo prueba sobre su situación
patrimonial, cabe rechazar su pedido.

Solo a mayor abundamiento, destaco que su planteo tampoco hubiese


prosperado en caso de juzgarse este proceso conforme las normas del Código
Civil y Comercial. Es que, el vigente art. 1742 propone como pautas
orientativas no solo la situación patrimonial del deudor, sino también la
situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho. Por tanto, no
solo la falta de prueba sobre su situación patrimonial sino también las
particularidades del presente caso y la situación de toda la familia que aquí
reclama, impediría también aceptar la petición sobre la base de esta norma.

VIII. Intereses:

El art. 1747 del nuevo CCyC determina que el resarcimiento del daño moratorio
es acumulable con el daño compensatorio o, en el caso de las obligaciones de
fuente contractual, con el valor de la prestación y en su caso con la cláusula
penal compensatoria, sin perjuicio de la facultad morigeradora del juez cuando
la acumulación resulte abusiva (conf. arts. 9 y 10 del CCyC).
De este modo, a la luz del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
corresponde distinguir entre la indemnización compensatoria y la moratoria.

A su vez, el art. 1748 establece, también como principio general, que el curso
de los intereses comienza desde que se produce cada perjuicio, receptando de
esta manera la doctrina del viejo fallo plenario "Gomez c/ Empresa de
Transporte" del 06/12/1958.

De todos modos, tal como lo establecen los arts. 1 y 2 del CCyC, el nuevo
cuerpo legal debe ser interpretado de manera sistemática. El art. 772 del CCyC
establece que si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe
referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la
evaluación de la deuda. Finalmente agrega que, una vez que el valor es
cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de las obligaciones de dar
sumas de dinero.

En tal contexto, destaco que algunos rubros indemnizatorios, tal como lo he


expuesto ut supra al referirme a cada uno de ellos, se han fijado a valores
actuales, en atención a las particularidades de este caso, es decir han sido
ponderados y/o cuantificados al momento de este pronunciamiento. De todos
modos, en cada caso debe estarse a la mentada distinción entre indemnización
moratoria y compensatoria.

Por ello, y previo a determinar el curso de los intereses en cada rubro en


particular, corresponde destacar que tal como lo señaló el Dr. Hugo Molteni en
el acuerdo 29/13, "la reciente ley 26.853 de Creación de Cámaras Federales de
Casación derogó el art. 303 del Código Procesal (art. 12 de la citada ley),
norma ésta que asigna fuerza obligatoria a la interpretación establecida en una
sentencia plenaria. No obstante y sin perjuicio de la postura que se adopte
sobre la vigencia temporal de tal derogación, lo cierto es que comparto la
interpretación legal que resulta del voto de la mayoría en el citado plenario,
razón por la cual me remito a sus términos" (Conf. Excma. Cámara de
Apelaciones en lo Civil, Sala "A", "Paradiso Esteban E. C/ Rodmir S.R.L s/ daños
y perjuicios", del 31/05/2013).

En los autos "Samudio de Martinez, Ladislao c/ Transportes Doscientos Setenta


S.A. s/ daños y perjuicios", la mayoría decidió votar por dejar sin efecto la
doctrina obligatoria fijada en re, "Vazquez Claudia c/ Bilbao, Walter s/ daños y
perjuicios" del 2/8/93, que fuera ratificada in re, "Alaniz Ramona Evelia y otro c/
Transportes 123 SACI interno 200 s/ daños y perjuicios" del 23/3/2004, y
estableció la tasa de interés moratorio, fijando a tales fines la "tasa activa
cartera general (préstamos) nominal anual vencida a treinta días del Banco de
la Nación Argentina", como así también que dicha tasa de interés fijada "debe
computarse desde el inicio de la mora hasta el cumplimiento de la sentencia
salvo que su aplicación en el período transcurrido hasta el dictado de dicha
sentencia implique una alteración del significado económico del capital de
condena que configure un enriquecimiento indebido…".

Sobre la base de lo expuesto, los intereses moratorios corresponde liquidarlos


conforme "tasa activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a
treinta días del Banco de la Nación Argentina".

Ahora bien, debe evitarse que en el período comprendido transcurrido desde el


inicio de la mora hasta esta sentencia se produzca, por aplicación de la tasa
activa fijada, "una

alteración del significado económico del capital de condena que configure un


enriquecimiento indebido".

Por su lado, los intereses compensatorios se calcularán a la tasa de interés del


8% anual.

En el caso puntual, respecto del rubro incapacidad sobreviniente (física y


psíquica), daño extrapatrimonial, y los gastos médicos, de tratamiento médicos
y traslados, y lucro cesante se han fijado a valores actuales, por lo que
corresponde adicionarles el interés compensatorio del 8 % anual referido desde
la fecha de la ocurrencia del hecho dañoso (del 17/05/2007) y hasta la fecha
fijada para el cumplimiento de la presente sentencia, y desde allí y hasta el
efectivo cumplimiento se aplicará la tasa activa referida para enjugar el daño
moratorio.

En cuanto a los gastos de tratamiento psicológico y prótesis la indemnización


se fija a valores actuales al momento del dictado de la sentencia, toda vez que
no encuentro constancia de su realización y/o adquisición. Por ello, los
intereses se aplicarán a razón de la tasa activa referida desde la fecha de
vencimiento para el cumplimiento de la presente sentencia y hasta el efectivo
pago.

IX. Citación en garantía:

Seguros Médicos SA queda sujeta a este pronunciamiento en los términos del


contrato de seguro cuya existencia y vigencia reconociera al contestar la
citación que se le cursara.

X. Costas:

Las costas del proceso se imponen a la parte demandada vencida (Gobierno de


la Ciudad de Buenos Aires – Hospital Durand, L. M. y V. C.) y a la aseguradora,
con los alcances de la ley 17418, al no encontrar mérito para apartarme del
principio objetivo de la derrota que, en este aspecto consagra nuestro
ordenamiento procesal (Conf. art. 68 del Código Procesal), con la excepción de
las costas que se imponen por su orden.

En relación a las costas por el rechazo de la demanda respecto de E. R. J., G. G.


C., Claudia T., F. P.y T. H. D. P., las mismas se imponen en el orden causado. Ello
porque la parte actora sobradamente pudo creerse con derecho para litigar. El
único modo con que contaba para conocer la realidad de lo sucedido, y la
consiguiente atribución de responsabilidad civil, era entablando la demanda
del modo en que lo hicieron, y ello queda corroborada con la ardua discusión y
distintos puntos de vistas expuestos en los diferentes dictámenes médicos a
los que me he referido (art. 68 2° párrafo del CPCC).

XI. Fallo.

Por estas consideraciones, juzgando en definitiva, FALLO: I) Rechazando la


demanda interpuesta por P. I. P. y Luis A. S., por sí y en representación de sus
hijos menores J. C., O. I., F. B.y S. C. contra E. R. J., G. G. C., C. T., F. P. y T. H. D.
P., II) Por el rechazo de la demanda las costas se imponen en el orden causado
porque los actores se pudieron creer con derecho para demandar como lo
hicieron, III) Haciendo lugar parcialmente a la demanda interpuesta por P. I. P. y
L. A. S., por sí y en representación de sus hijos menores J. C., O. I., F. B.y S. C.
contra el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y/o Hospital
General de Agudos Carlos G. Durand, V. C. C. y L. G. M. condenando a éstos a
pagar $ 15.486.000 a P. I. P., $ 1.610.000 a L. A. S., $ 445.000 a J. C. S., $
535.000 a F. B. S., $ 490.000 a O. I. S. y $ 490.000 a S. C.S., dentro del plazo de
diez (10) días de notificados de la presente, condena extensiva a la citada en
garantía Seguros Médicos SA, en la medida del seguro, con más los intereses
previstos en el considerando respectivo a la/s tasa/s fijada/s y desde la/s
fecha/s consignada/s. IV) Costas a cargo de la demandada y citada en garantía
(art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación), con los alcances
expuestos en el considerando respectivo, V) Rechazando la excepción de falta
de falta de legitimación activa interpuesta, con costas a los excepcionantes VI)
Rechazando el pedido de aplicación del art. 1069 del CC.

Los importes fijados para J. C. S., F. B. S., O. I. S. y S. C.S. deberán ser


depositados en una cuenta a abrirse en el Banco de la Nación Argentina a
nombre del Juzgado y como perteneciente a estos actuados hasta tanto se
apruebe una inversión adecuada.

Difiérase la regulación de honorarios para cuando exista liquidación judicial


aprobada.

Regístrese, Notifíquese por Secretaría a las partes y éstas al Mediador


interviniente (art. 485 del Código Procesal), al Sr. Defensor de Menores en su
despacho y consentida o ejecutoriada que sea, archívese.

Fdo.: Silvia Tanzi

Citar: elDial.com - AA91D1

Publicado el 21/09/2015

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