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Fallo Responsabilidad Medica Aplicacion Del Nuevo CCyCN A Los Rubros Indemnizatorios Por Ser Consecuencias Existentes
Fallo Responsabilidad Medica Aplicacion Del Nuevo CCyCN A Los Rubros Indemnizatorios Por Ser Consecuencias Existentes
“El Código Civil velezano estructura a partir del art. 1107 dos órbitas de la
responsabilidad civil, a saber, la contractual y la extracontractual. Si bien se
trata de una distinción que no tiene justificación ontológica y que desde hace
años la doctrina y encuentros jurídicos han reclamado la unificación–y a la cual
he adherido desde hace muchos años-, lo cierto es que la misma es aplicable al
caso de autos, y por ende debe ser tenida en cuenta a fin de dar adecuado
encuadre y fundamento jurídico a la solución del mismo. Esta postura ha sido
receptada por el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación sobre la base de
la unidad del fenómeno de la ilicitud.”
Publicado el 21/09/2015
Texto completo
Continúan narrando que comenzó a sentir malestar, por lo que el día 8 de junio
de 2007 se dirigió junto a su esposo al hospital, donde la atendieron por
guardia, le practicaron una revisación, le tomaron una placa RX y les
informaron que se encontraba ginecológicamente bien. Luego, a las 23.30
horas, le hicieron firmar a P. P. el consentimiento para ser intervenida
quirúrgicamente.
Explican que a las 00.10 horas del día 9 de junio de 2007 P. P. fue trasladada de
urgencia a cirugía en malas condiciones físicas, estado de shock y con
trastornos circulatorios. En esa intervención le extrajeron tres litros de pus y le
realizaron una histerectomía. Luego fue trasladada a la unidad de terapia
intensiva con asistencia respiratoria mecánica. El día 22 de junio de 2007 se le
practicó una nueva intervención en la que le amputaron un brazo y unos días
después, en una nueva intervención le amputaron el otro brazo y las dos
piernas y la trasladaron nuevamente a la unidad de terapia intensiva.
Permaneció internada por cuatro meses y luego fue dada de alta.
b) A fs. 101/117 se presentan los apoderados de los actores (ver copia del
poder glosada a fs. 86/89) y amplían la demanda contra E. R. J., G. G. C., C. T.,
L. M., V. C., A. R., A. A. y F. P. y formulan una nueva estimación de la cuantía del
daño en la suma de pesos ocho millones trescientos cincuenta y seis mil
($8.356.000).
Indican los rubros que constituyen objeto del reclamo y ofrecen nueva prueba.
Sigue diciendo que el día 17 de mayo de 2007, cuatro días después del alta de
internación, P. P. se presentó en los consultorios externos del servicio de
obstetricia, donde fue atendida por la Dra. V.C.. Como datos positivos del
examen físico se constató una ligera flogosis (inflamación) de la herida
quirúrgica y secreción ligeramente maloliente, junto con foliculitis en axila
izquierda de aproximadamente cinco pequeños nódulos eritematosos
superficiales. No presentaba signos ni síntomas de infección ginecológica,
estaba afebril, con frecuencia cardíaca y respiratoria normales, clínicamente
estable, con abdomen blando, depresible, indoloro, sin defensa ni reacción
peritoneal, útero retraído y loquios fisiológicos compatibles con la normalidad y
el resto del examen físico fue normal. En esa oportunidad se le indicó un
antibiótico de amplio espectro -Optamox- durante siete días para tratar la
inflamación de la herida, se le reiteraron las pautas de alarma y se la citó a un
nuevo control para el día 24 de mayo, al que no se presentó.
Narra que el día 30 de mayo de 2007 concurrió a los consultorios externos del
servicio de obstetricia, donde fue atendida por la Dra. L. M., quien le realizó el
examen físico correspondiente al puerperio. En ese momento se encontraba
lúcida, afebril, clínicamente estable y se observó la herida quirúrgica en buena
evolución, por lo que se le retiraron los puntos. Además se le realizó el examen
de los genitales internos, constatándose el útero retraído y no se evidenció la
salida de loquios por genitales externos. Afirma que el cuadro era incompatible
con una infección puerperal. Al examen se constató como único dato positivo la
presencia de flujo, por lo que se le indicó tratamiento con óvulos polivalentes.
Afirma que entre los días uno al cuatro de junio de 2007, ya sea en su hogar o
en cualquier otro lado, estuvo expuesta a una bacteria llamada estreptococo
beta hemolítico del grupo A (EBHGA), cuyo período de incubación es de entre
uno y tres días hasta el primer síntoma.
Explica que a partir de ese momento la evolución fue tórpida hasta que se
presentaron signos de shock séptico que determinaron la necesidad de una
laparotomía exploradora de urgencia, para la cual se recabó su consentimiento
luego de informarle las características de la cirugía, sus riesgos y opciones. En
la cirugía participaron los Dres. A. B. y Z. A. del servicio de cirugía y Ponce y U.
del servicio de tocoginecología. Los profesionales constataron peritonitis
purulenta generalizada, tomaron muestras para cultivo, lavaron la cavidad
abdominal con suero fisiológico y tras realizar una exploración concéntrica del
abdomen visualizaron área en la cicatriz de la histerorrafia, útero que
impresionaba con zonas de necrosis y el anexo derecho con signos de
sufrimiento vascular. En ese contexto, se decidió realizar una histerectomía
total más anexectomía derecha, como medida extrema para salvar la vida de la
paciente. Luego del acto operatorio pasó a la unidad de cuidados intensivos.
Dice que hasta ese momento los médicos no sabían ni podían conocer que la
infección se debía al EBHGA pues los estudios de laboratorio requieren cuatro
días para su confirmación. Sin perjuicio de ello, en cumplimiento con la
obligación de implementar un tratamiento antibiótico empírico, le indicaron
ceftriaxona más metronidazol que se rotó a las pocas horas a vancomicina más
imipenem, procurando cubrir la mayoría de las bacterias que pudiesen estar
involucradas en el gravísimo cuadro que presentara la actora. Luego, el día 11
de junio de 2007, ante la sospecha clínica de EBHGA, se agregó clindamicina,
pero para ese momento la paciente ya padecía cianosis en sus extremidades y
la necrosis era evidente. En ese momento, presentaba cinco fallas
multiorgánicas: hemodinámica, renal, respiratoria, hematológica y hepática.
Aclara que la Dra. T. no participó del control del resto del puerperio de la
paciente, pues su trabajo es por guardia y una vez que el paciente pasa a la
sala de internación queda a cargo del personal médico permanente. En virtud
de ello, todo lo atinente a los controles puerperales no le consta por cuanto no
participó de la atención por consultorios externos.
Por otra parte, teniendo en cuenta las constancias de la historia clínica, relata
que la paciente fue reinternada el día 8 de junio de 2009 con un cuadro clínico
de abdomen agudo, dehiscencia y necrosis de la histerorrafia y el compromiso
infeccioso del anexo derecho y que los gérmenes rescatados del cultivo de la
secreción peritoneal fueron estreptococo betahemolítico del grupo A y
estafilococo aureus meticilino resistente. Dice que no puede descartarse que la
adquisición del germen se haya producido en el domicilio de la paciente pues
por el corto tiempo de incubación de la patología –de uno a tres días- de
ninguna manera pudo vincularse con la cesárea efectuada treinta días antes de
la internación de la actora.
i) A fs. 479/486 la parte actora plantea la inconstitucionalidad del art. 1078 del
Código Civil.
Así, dice que su único contacto con la paciente fue el día 12 de mayo de 2007
por la mañana cuando se encontraba comenzando su cuarto día post
operatorio de cesárea. En esa oportunidad se encontraba lúcida, afebril,
normotensa, con frecuencia cardíaca de 80 por minuto, el abdomen se
encontraba blando, depresible indoloro sin defensa ni reacción peritoneal, el
útero de encontraba bien retraído con loquios normales, la herida con buena
evolución, se encontraba lactando sin dificultad y sin ninguna particularidad
que pudiera llamar la atención. En suma, afirma que en ese momento se
encontraba dentro de los límites normales desde el punto de vista clínico y de
acuerdo al laboratorio realizado.
l) A fs. 556 corre glosada la cédula que da cuenta de la notificación del traslado
de la demanda a V. C. C. .
Destaca que su actuar fue en todo correcto y de acuerdo a la lex artis y que no
existe relación de causalidad entre los daños invocados en el escrito inicial y su
actuación profesional.
o) A fs. 658/660 obra el acta que da cuenta que se realizó la audiencia prevista
en el artículo 360 del Código Procesal y, posteriormente, se produjo la prueba
que ilustran las constancias de autos (ver certificado de fs. 1186/1188). En esa
oportunidad, se presentó E. R. J. .
p) A fs. 1388 se puso el expediente en Secretaría para que las partes hicieran
uso del derecho de alegar sobre el mérito de la prueba, habiendo hecho uso de
su derecho la parte actora a fs. 1404/1417 y el Sr. Defensor de Menores a fs.
1421/1423.
Y CONSIDERANDO:
I. El caso.
Como ha quedado expuesto en la relación de causa que antecede, P. I. P. y L. A.
S., ambos por su propio derecho y en representación de sus hijos menores de
edad J. C., O. I., F. B.y S.C. , demandan a E. R. J., J. G. C., C. T., L. M., V. C., F. P. ,
T. H. D. P. y al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Hospital General de
Agudos Carlos G. Durand), pretendiendo el resarcimiento de los daños y
perjuicios que afirman haber sufrido por el shock séptico padecido por P. P. el
día 9 de junio de 2007 que derivó en la histerectomía total con anexectomía
derecha realizada ese mismo día, amputación supracondílea del miembro
superior derecho practicada el día 22 de junio y de los restantes miembros el
día 26 de junio que atribuyen a la mala atención médica prestada por los
profesionales que la atendieron en el Hospital General de Agudos Carlos G.
Durand.
Atento a lo dispuesto por el art. 7 del CCyC al señalar que "A partir de su
entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones
y situaciones jurídicas existentes", volveré sobre este tema al referirme a los
rubros de la cuenta indemnizatoria, en caso de corresponder. Ello porque el
nuevo Código distingue entre el daño como presupuesto de la responsabilidad
civil (art.1737) y la indemnización, como consecuencia de la lesión dañosa (art.
1738).
Entonces, dentro del marco legal aplicable al caso de marras –Código de Vélez-
para su configuración dicha responsabilidad profesional requiere de los mismos
elementos comunes a la responsabilidad civil. En el ordenamiento del Código
de Vélez no encontramos disposiciones específicas relativas a la materia,
quedando regida por los principios que gobiernan la responsabilidad civil
contenidos en el Código de fondo, sin perjuicio de ciertos matices particulares
derivados de la naturaleza de la obligación comprometida, las circunstancias
del caso, y la prestación que hubiere sido contratada, pero que en modo alguno
permiten descartar la premisa antes enunciada.
En este orden, tales presupuestos deben ser estudiados a la luz de las nuevas
tendencias de la responsabilidad civil que han sido recogidas en el nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación que rige a partir del 01/08/2015.
Imperiosamente debe tenerse en cuenta la constitucionalización del derecho
privado que es una pauta orientadora fundamental y cardinal en los casos de
grave lesión a los derechos personalísimos y a la integridad psicofísica.
A fs. 377 el CMF ya destaca que la actora en las evaluaciones del 13/05/2007 y
17/05/2007 presentaba un foco infeccioso y que para el 17 no presentaba
compromiso sistémico, no contando con otra evaluación médica hasta el
30/05/2007.
A fs. 378 el CMF sostiene que con una reinternación a los 9 días de su último
control médico (del 30/05/2007) se interpreta que no surgía de los controles del
17/05/2007 y del 30/05 /2007 evidencias francas de pautas de alarma que
obligaran a realizar otras conductas médicas. Más allá de que en tales
actuaciones existieron varias discrepancias entre el informe del CMF y el
dictamen del consultor médico de la querella, lo que motivó la intervención de
la Junta Médica de la Facultad de Medicina de la UBA, entiendo que también
existen coincidencias que merecen y deben ser destacadas. De este modo, y
volviendo al informe del CMF, refiere que "ESTAS PAUTAS (SIGNOS Y SÍNTOMAS
DE ALERTA INFECCIOSA) PUDIERON HABER SIDO YUGULADOS POR LA
ANTIBIOTICOTERAPIA RECIBIDA EN FORMA AMBULATORIA COMO SURGE DE LA
DOCUMENTAL MÉDICA REMITIDA…". Como puede advertirse, en este punto
comienza a advertirse la incidencia causal de haber prescripto Cefalexina (del
13/05/2007) sin que en la historia clínica se haya consignado justificación
alguna para este proceder.
Por otro lado, a fs. 395 el CMF informa que, del estudio de las constancias
médicas remitidas, no surge del protocolo quirúrgico de la operación cesárea
realizada el 09/05/2007 el recuento de gasas e instrumental, aun cuando en el
parte quirúrgico de la intervención realizada el 09/06/2007 (laparotomía) no se
describe hallazgo de ningún oblito, que de haber existido debió consignarse en
dicha foja quirúrgica.
A fs. 397 el CMF refiere que de haberse practicado un examen ecográfico o una
tomografía computada (el 08/06/2007) muy probablemente hubieran
demostrado la presencia de los 3 litros de pus. Luego agrega que es posible
que el resultado de dichos estudios hubiese motivado adelantar la intervención
quirúrgica, no obstante la decisión de una cirugía debe ser oportuna con una
evaluación completa de la paciente, interconsultas y estudios
complementarios. También cabe destacar que los médicos concluyen que dada
la gravísima evolución posterior la anticipación en horas de la cirugía no influyó
sobre el resultado final. Es decir, este yerro -por sí mismo y en forma aislada-
no tuvo entidad causal para provocar ni agravar el resultado final.
De todos modos, entiendo que este informe pone de resalto varias
"negligencias abstractas" que deben ser analizadas junto con el resto de las
pruebas, a las cuales me referiré inmediatamente.
A mayor abundamiento, a fs. 498 el CMF reitera que en las atenciones médicas
de los días 17/05/2007 (a cargo de la Dra. C.s) y 30/05/2007 (a cargo de la Dra.
M.) surge la presencia de un foco infeccioso de piel a nivel de la herida
quirúrgica y que el 17/05/2007 se le indicó un antibiótico de mayor espectro,
no contando con otra evolución médica hasta el día 30/05/2007. Reitero que a
fs. 378 el CMF ya había sostenido que "ESTAS PAUTAS (SIGNOS Y SÍNTOMAS DE
ALERTA INFECCIOSA) PUDIERON HABER SIDO YUGULADOS POR LA
ANTIBIOTICOTERAPIA RECIBIDA EN FORMA AMBULATORIA COMO SURGE DE LA
DOCUMENTAL MÉDICA REMITIDA…".
Destaco, aunque ello resulta una obviedad, que todas estas consideraciones –
así lo expresan los médicos del CMF- resultan de las constancias consignadas
en la historia clínica por los propios demandados, por lo que debo ser
sumamente prudente en su valoración y teniendo en cuenta estas pautas.
Si bien es cierto que a fs. 502 el CMF informa que frente al diagnóstico del
30/05/2007 no es habitual realizar los estudios mencionados en el punto de
pericia (frotis-test de aminas – cultivo) ante una paciente con flujo vaginal,
advierto que la paciente venía tomando medicamentos desde principios de
mayo, tal dato debe ser tenido en cuenta. Es más, fue dada de alta de la
internación el 13/05/2007 y ya entonces –sin que los médicos encuentren
explicación para ello- se le habían prescripto antibióticos (fs. 374 – cefalexina).
Y lo cierto es, y lo vuelvo a repetir, que "ESTAS PAUTAS (SIGNOS Y SÍNTOMAS
DE ALERTA INFECCIOSA) PUDIERON HABER SIDO YUGULADOS POR LA
ANTIBIOTICOTERAPIA RECIBIDA EN FORMA AMBULATORIA COMO SURGE DE LA
DOCUMENTAL MÉDICA REMITIDA…".
Sin embargo, luego agrega el CMF que la decisión de la toma del material de
cultivo y antibiograma la decide el médico de acuerdo al cuadro de la paciente.
Y a continuación expone que en el caso que nos ocupa no se aclara la cantidad
de secreción y el tipo de la misma, no obstante lo cual se rota el antibiótico por
uno de más amplio espectro que debe interpretarse dirigido al proceso de la
herida quirúrgica y de los mentados pequeños nódulos eritematosos
superficiales en axila observados. Nótese que la historia clínica se presenta en
este aspecto incompleta y que a partir de ello se formulan suposiciones sobre
lo que se pretendía tratar, sin que se pueda tener certeza absoluta de lo
observado en la paciente ni la motivación o fundamento de las decisiones de la
médica interviniente.
En este punto, tengo presente que el art. 173 del Código de Ética para el
Equipo de Salud de la AMA establece que "En la Historia Clínica se deberá
hacer una descripción exacta de todos los estudios y análisis que se vayan
practicando….". A su vez, el art. 176 establece que "no deberán omitirse datos
imprescindibles para mejor tratamiento….". Por su parte, el art. 178 determina
que "La Historia Clínica completa y escrita en forma comprensible es una de las
mayores responsabilidades del Equipo de Salud y su redacción defectuosa es
un elemento agravante en los juicios de responsabilidad legal".
Luego, la conclusión del CMF a fs. 503 señala que "Esta conducta, a tenor de lo
escrito el día 30/05/2007 en donde no se constataron pautas de sepsis y se
retiraron los puntos de la herida, fue correcta".No obstante lo cual el CMF,
inmediatamente, refiere que "Hemos dicho que la antibioticorerapia indicada
pudo haber yugulado signos y síntomas de alerta infecciosa" (fs. 503).
Desde ya que esta prueba, más allá de la ponderación que ha formulado el juez
penal y a la que me referiré más adelante, la he de considerar a la luz de lo
normado por los arts. 386 y 477 del CPCCN.
A fs. 519/528 obra el informe del consultor técnico propuesto por la parte
actora quien a fs. 521 expresamente señala que en una mujer en periodo de
post parto por cesárea el flujo vaginal podría ser considerado singo de atención
preferencial, a diferencia de la mujer no operada recientemente. Agrega, en
consonancia con lo referido ut supra, que la médica actuante en ocasión de la
detección del flujo no describe sus características, no informa sus
características infecciosas, ni evidencia haber efectuado un examen
ginecológico. Agrega que ordenó antibióticos siendo inespecífica la elección o
bien empírica. También señala que tampoco se evidencia haber efectuado un
examen ginecológico. Sostiene que ante la falta de estudios específicos se
ignora si la secreción por vía vaginal contenía ya entonces elementos
evaluados por el útero. En definitiva, considera que son insuficientes los
elementos de registro para hacer un estudio retrospectivo del tipo de
secreción. Reitera que no debió perderse de vista la fecha reciente de
operación.
Al igual que el CMF, a fs. 521 vta el consultor de parte también destaca que a
la actora se le indicaron antibióticos (cefalexina) posteriormente a la cesárea,
sin aclarar la documentación obrante por qué razón. Agrega que luego se
prosiguió con la cefalexina y posteriormente con Optamox.
A fs. 521 vta el consultor técnico también describe que "el empleo de
antibióticos –como el caso de la Sra. P.-, puede yugular, modificar, retardar, la
evolución de un cuadro infeccioso, de diversa naturaleza, incluida una infección
abdominal. En tal supuesto, puede interferir o impedir el diagnóstico de dichos
cuadros, en algunas de sus etapas evolutivas. El antibiograma previo a la
administración de un antibiótico, permite determinar la sensibilidad al mismo
(al antibiótico) del germen (o gérmenes) involucrado en el cuadro tratado. Para
ello, se debe diagnosticar cuál es el germen, mediante estudios adecuados".
En este punto, advierto que se produce una discrepancia con el informe del
CMF (fs. 397), por lo que debe ser ponderada la opinión de la Junta Médica de
la UBA, a la que me referiré más adelante.
También destaca el consultor de la querella (fs. 525 vta y 526) que la ausencia
del informe de Anatomía Patológica, macroscópico y microscópico, que hubiera
dado la oportunidad de corroborar cuestiones relacionadas con los
mencionados en el expediente (temas de cuerpos extraños, oblitos,
infecciones, lesiones orgánicas y otros), priva al proceso de un muy importante
medio probatorio que no es posible examinar. Destaca que ello constituye una
rareza.
Luego, a fs. 757/761 de la causa penal obra el informe elaborado por el Comité
de peritos médicos de la Asociación Médica Argentina, solicitada por el Juzgado
Penal. A fs. 759 vta informa que "No se explica en el caso de la actora cuál fue
la razón de extender el plazo e incluso cambiar de antibiótico durante el
postoperatorio alejado". En este punto señalo que la misma consideración o
pregunta se realizan los médicos del Cuerpo Médico Forense (fs. 374) y el
Consultor de la parte actora (fs. 521 vta).
Agrega el Comité (fs. 759 vta) que si no se sospecha infección, y así se afirma
en los controles postoperatorios de consultorio externo, no es aconsejable
administrar antibióticos, salvo como profilácticos, en el tiempo señalado
(máximo de tres días). Concluye que "En el caso de la paciente, se desconoce
la razón por la cual se indicó a la actora un antibiótico al momento del alta
médica y tampoco se explica el motivo por el cual el día 17 de Mayo, cuatro
días después del alta se cambió el antibiótico indicado por otro".
Luego, a fs. 760 vta el Comité reafirma su postura señalando "Según la historia
clínica la paciente evolucionó de manera normal, sin complicaciones motivo
por el cual fue dada de alta. No se explica por qué se indicó la administración
de un antibiótico para después del 5° día de cesárea". A fs. 761 agrega que en
tales casos "Ya deja de tratarse de un plan profiláctico".
Al igual que los dictámenes anteriores, el Comité señala a fs. 760 que "La
administración de antibióticos puede enmascarar el cuadro infeccioso. En
sangre no es dable esperar un gran ascenso de los leucocitos (glóbulos
blancos) si el paciente estuvo medicado previamente con antibióticos)".
A fs. 761 el Comité señala que la administración de dos diferentes antibióticos
distintos debió enmascarar el cuadro séptico en curso.
A fs. 869 el Comité informa que la demora entre el inicio de los síntomas
(06/06/2007) y la cirugía (09/06/2007) tuvo influencia en el resultado final, pero
aclara que la paciente consultó en el Hospital el 08/06/2007.
A ello se suma que la indicación del Optamox fue empírica (pto 3 de fs. 868) no
surgiendo datos de la historia clínica que permitieran evaluar su adecuación.
Además, al responder a la pregunta 10 (fs. 869) refiere que los signos clínicos
de la infección pudieron ser cubiertos por los antibióticos que recibió la
paciente, puesto que la evolución del tratamiento antibiótico pudo haber
atenuado la signo-sintomatología infecciosa.
Tal como se expone a fs. 951 su actuar ha creado una situación de riesgo
vinculado (causalmente) con el resultado.
Lo cierto es que esta médica también pudo haber adoptado, y debió hacerlo,
una conducta distinta ya sea ordenando estudios o realizando exámenes
específicos y ello no ocurrió; y esta conducta omisiva está causalmente
conectada con el resultado acreditado en autos. Coincido con el juez penal
cuando señala que de haberse adoptado otra conducta el resultado final
hubiera sido distinto.
Contra dicha resolución, a los efectos que interesa en estas actuaciones, a fs.
962/964 las codemandadas C. y M. interpusieron recurso de apelación, el cual
a fs. 982 fue declarado mal concedido.
Agrega que "…no podemos soslayar que la prescripción fue sólo por una
semana, debiendo regresar para nuevo control, lo que no sucedió sino hasta a
los 13 días, Sin embargo, como se dijo, la conducta de la Dra. C. ha elevado el
riesgo jurídico permitido, por cuanto teniendo en cuenta no sólo el cuadro de la
paciente de ese día sino también que 8 días antes había sido intervenida
quirúrgicamente, la prescripción antibiótica sin una evaluación completa del
cuadro que presentaba P. ocasionó, por mas no sea de manera concurrente, el
resultado final" (fs. 993 vta).
Cabe aclarar que, aun frente a la identidad conceptual de la noción del culpa
civil y penal, se han distinguido las diversas apreciaciones de una y otra
cuando se trata de la eficacia de la sentencia penal respecto del proceso civil
(Bustamante Alsina, J., Teoría general de la responsabilidad civil, ob. cit., p.
331; Alterini, A. – Ameal, O. – López Cabana R., Derecho de Obligaciones Civiles
y Comerciales, ob. cit, p. 185).
En tal sentido, como expresara Zavala de González, el juez penal examina con
sumo cuidado la configuración de culpabilidad, la cual debe estar debidamente
comprobada en el
A ello se suma que la indicación del Optamox fue empírica (pto 3 de fs. 868 de
la CP y fs. 1132 de autos) no surgiendo datos de la historia clínica que
permitieran evaluar su adecuación. Además, a fs. 869 el informe médico de la
Junta Médica refiere que los signos clínicos de la infección pudieron ser
cubiertos por los antibióticos que recibió la paciente, puesto que la evolución
del tratamiento antibiótico pudo haber atenuado la signo-sintomatología
infecciosa. Y reitero que la prescripción de ese antibi{otico anterior no debía
serle indiferente.
Tal como lo señala el juez en lo penal, de haberse llevado a cabo los estudios
por imágenes y tomado muestras de la supuración de la herida conforme lo
expresaron los integrantes de la Junta Médica, el resultado pudo haber sido
más favorable a la víctima brindándole una chance de que la infección no
avanzara. La médica C. pudo y debió haber adoptado una conducta distinta a
la efectivamente obrada ya sea realizando estudios o realizando exámenes
específicos y ello no ocurrió.
Sostiene el juez penal que (fs. 951 de la CP) el actuar de la médica C. ha
creado una situación de riesgo vinculado (causalmente) con el resultado. Y tal
como lo he dicho, desde el punto de vista de la responsabilidad civil, ha
configurado una conducta culposa merecedora de reproche (conf. art. 512 del
CC).
Por su parte, a fs. 1132 de estas actuaciones los peritos médicos sostienen que
"Podría haberse efectuado toma de muestras para estudios microbiológicos y
una ecografía tal vez hubiera mostrado signos de compromiso de tejidos
blandos".
El Juez penal refiere que atendiendo a las respuestas brindadas por la Junta
Médica de los médicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires obrante a fs. 868/870 no resulta factible arribar a un pronunciamiento
liberatorio a su respecto. Concretamente la médica L. G. M. omitió ordenar un
estudio microbiológico de flujo y la realización del examen ginecológico de la
paciente, especialmente atendiendo a las pautas de alarma asentadas en la
historia clínica el 17/05/2007 por la médica C. (ptos 14 y 15 fs. 869 de la CP).
Esta médica también pudo haber adoptado, y debió hacerlo, una conducta
distinta ya sea ordenando estudios o realizando exámenes específicos y ello no
ocurrió; y allí es donde se pone patente la configuración de una conducta
culposa.
Finalmente, destaco que la historia clínica ha sido confeccionada por las
demandadas en autos –entre otros profesionales- y que las deficiencias en su
confección le son atribuibles.
Lorenzetti ("Responsabilidad civil de los médicos", Tomo II, ob. citada, ps. 115 y
sgtes) afirma que el Juez "debe practicar un juicio de razonabilidad que
contemple no sólo las relaciones causales físicas sino lo efectivamente
calculado por el sujeto como agente supercausal. Además de la noción de
causa que suministran los peritos, debe aplicarse sobre ella la noción de lo
justo, que permitirá evaluar hasta dónde debe hacerse responsable a una
persona por sus actos...".
Sostiene Soler ("Derecho Penal Argentino", Tomo I, pág. 265) que el Derecho
recurre a la causalidad para resolver un problema de responsabilidad y, por
consiguiente no importa establecer el problema filosófico o científico sino el
dilema práctico de determinar hasta dónde quiere la ley que los hombres
respondan por sus actos.
En el marco de la responsabilidad médica hay que tener en cuenta si el hecho
galénico ha sido causa de un efecto que se traduce, en la mayoría de los casos,
en un daño.
Se trata de una causalidad acumulativa que queda alcanzada por el art. 1109
del CC, lo que hace que las coautoras del daño deban responder en forma
solidaria por los daños causados.
En este punto, cabe destacar la gran cantidad de yerros del equipo médico que
ha atendido a la actora consistentes en la falta de recuento de las gasas (fs.
395 de la CP), la falta de fundamento en la prescripción de la Cefalexina (fs.
374, 521 vta, 759 vta y 868 de la CP), la omisión en la realización de las
ecografías (fs. Fs. 397, 759 vta y 868 de la CP), la falta de descripción y análisis
del flujo vaginal el 30/05/2007 (fs. 503, 521 y 869 de la CP), la omisión del
antibiograma, la inexistencia de información derivada de los análisis micro y
macroscópicos de Anatomía Patológica (fs. 525 vta y 761 vta de la CP), entre
otros.
A ello debe sumarse que no se ha acreditado que las médicas residentes que
atendieron a la paciente P. I. P. hayan sido efectivamente controladas y
supervisadas por un médico residente superior o un médico de planta o jefe del
sector. Ello también evidencia deficiencias en la prestación del servicio de
salud, para ese caso en concreto y particular.
Busso, "Código Civil Anotado", t. III, artículos 511 y 512, n° 96; CNCiv. Sala "C",
LA LEY, 1976-C, 63; CNCiv., Sala "A", E. D. 88-423).
Desde otra óptica, Bueres sostiene que existe una estipulación a favor de
terceros (art. 504 CC) donde el ente asistencial es el estipulante, el médico es
el promitente y el paciente el beneficiario. En este contexto, la responsabilidad
del ente frente al paciente es directa y de naturaleza contractual. Esta tesis
tiene la particularidad de superar la observación de la autonomía técnica y
científica de los médicos en orden a la exoneración de responsabilidad de los
sanatorios. El deber de las clínicas o sanatorios se origina en la existencia de
una obligación de seguridad con fundamento legal en el art. 1198 del CC que
contiene el principio de buena fe. En tal orden, el paciente está necesitado de
probar la culpa del médico, pero no ya con la finalidad de poner de manifiesto
el deber reflejo del ente asistencial, sino para patentizar la transgresión de
dicha obligación de seguridad por parte del ente (Bueres Alberto,
Responsabilidad Civil de los Médicos, T° 1, Hammurabi, Bs. As., 1994, p. 385 y
ss; Bustamante Alsina, Jorge, "Responsabilidad civil de los médicos en el
ejercicio de su profesión", LL 1976-C, 68).
Dicha responsabilidad de los entes de salud es objetiva y se torna inexcusable
o irrefragable y queda de manifiesto por la violación del crédito a la seguridad.
Así, el establecimiento no puede probar su no culpa en la elección o en la
vigilancia.
V. Los Daños:
a) Aclaración previa:
Por otra parte, aclaro respecto de los diferentes rubros que integran el reclamo
que "la guerra de las etiquetas" o debate sobre si esos daños integran la
categoría de los no patrimoniales o patrimoniales o, por el contrario, si tienen
autonomía o forman una categoría propia, es un quehacer que no afecta el
fondo de la cuestión (conf. Mosset Iturraspe, Jorge, "El daño fundado en la
dimensión del hombre en su concreta realidad", publicado en la Revista de
Daños Privado y Comunitario, Tomo 1, Daños a la persona, pág. 9/39, Ed.
Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1992). Lo importante es indemnizar íntegramente el
daño efectivamente causado, no como se lo denomine o rotule.
Considero que el daño definido en el art. 1737 del CCyC se centra en el daño-
lesión, en tanto que la indemnización definida en el art. 1738 del CCyC capta
las concretas y reales consecuencias de aquella lesión. Estas consecuencias se
irán cristalizando y consolidando con el paso del tiempo, y prueba de ello es lo
que determina el art. 1748 en relación al curso de los intereses. Por lo
expuesto, los rubros indemnizatorios son consecuencias existentes, y
corresponde aplicar la nueva ley vigente (conf. art. 7 del CCyC).
Pero más allá de las discusiones teóricas en torno a la materia, lo cierto es que
aun antes de la reforma personalmente aplicaba las pautas jurisprudenciales y
doctrinarias que fueron recogidas por la reforma y hoy se plasman en los arts.
1738, 1739, 1740, 1741, 1745 y 1748. En ese momento entendí, y hoy lo
reafirmo que las mismas son las que mejor se adaptan a la interpretación
constitucional y convencional que corresponde dar a las normas de derecho
privado.
De este modo, aun cuando aplicara las normas del Código de Vélez la
valoración de las consecuencias no diferiría, con la excepción del método
matemático para estimar la incapacidad sobreviniente, ya que aún las normas
del Código velezano deben ser ponderadas a la luz de los mandatos
constitucionales y convencionales.
Esta tesitura es la que expresamente adopta el art. 1 del CCyC al sostener que
"Los casos que este Código rige deben ser resueltos según las leyes que
resulten aplicables, conforme con la Constitución Nacional y los tratados de
derechos humanos en los que la República sea parte…".
Cabe preguntarse, tal como lo hace Gil Domínguez, "¿por qué si los jueces
deberán aplicar el Código según el caso que tengan que resolver realizando
interpretaciones conforme a la Constitución y a los Instrumentos
Internacionales de derechos humanos o bien aplicándolos directamente ante
las lagunas del derecho secundario, estarían inhabilitados para realizar el
mismo procedimiento frente a una antinomia normativa entre el viejo y el
nuevo Código? ¿Si por imperio del art. 7 los jueces deben aplicar las normas
más favorables al consumidor en las relaciones de consumo en los contratos en
curso de ejecución porqué van a estar inhibidos para aplicar la norma que
mayor tutela constitucional y convencional otorgue a la persona respecto de
las normas de transición? (Gil Domínguez, "El art. 7 del Código Civil y
Comercial y los procesos judiciales en trámite –una mirada desde el sistema de
fuentes constitucional y convencional-" en Revista Código Civil y Comercial,
Año 1, número 1, Julio 2015, Thomson Reuters La Ley, p. 18).
Por ello, resulta aplicable en este aspecto el Código de Vélez por ser el vigente
al momento de determinarse la legitimación de los accionantes.
A fs. 110 vta. punto F) los actores reclamaron la reparación del daño moral, no
solo para P. P. sino también para su cónyuge L. A. S. y los hijos de la pareja J. C.,
F. B., O. I. y S. C.S.. Por su parte, C. E. T., J. G. C., F. A. P. y L. G. M. opusieron la
excepción de falta de legitimación activa de los damnificados indirectos con
relación a este aspecto del reclamo.
En este caso puntual vienen a mi mente las palabras del juez Roncoroni de la
Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires en los autos (SCBA, 16/05/2007,
"L. A. C. y otro c/ Provincia de Buenos Aires y otro",DJ 2007-II, 453 con nota de
Marisa G. López Bravo, RCyS 2007, 854, LLBA 2007 (junio), 505, DJ 2007-II, 680
con nota de Matilde Zavala de González, LL del 16/07/2007, 5 con nota de Juan
Carlos Boragina; Jorge Alfredo Meza, LL 2007-F, 73 con nota de María M.
Agoglia, JA 2007-III, 222, LLP 2008 (marzo), 260 con nota de María M. Agoglia)
cuando sostuvo que "… no puedo dejar de extrovertir la conmoción que
embarga mi conciencia como ser humano y como juez de cara a la tragedia
que se ha instalado en la vida de los progenitores del menor (…) tener que
afrontar diariamente la realidad que ha sido descripta por los expertos que
dictaminaron en este proceso demanda, de quienes la deben afrontar, una
cuota de sacrificio y heroísmo fuera de lo común. Son ellos quienes deben
soportar recurrentemente el acicateo espiritual que les impone la presencia de
ese querido cuerpo inerte, ese mismo que otrora, las horas previas a la
intervención quirúrgica durante la cual se desencadenó el infortunio,
condensaba en sí toda la vitalidad posible de un sano infante de cuatro años".
Aun cuando difieren los hechos entre ambos casos tengo la certeza que
también en este caso el esposo y los hijos de P. P. deben atravesar una
situación tan penosa y dolorosa como la que embargó a los actores en aquel
fallo.
Y es frente a este escenario que se erige el art. 1078 como valla para
reconocerles legitimación al Sr. S. y a sus hijos en orden a reclamar la
reparación del tremendo sufrimiento moral que han atravesado y atraviesan.
Pero esa valla no puede ser infranqueable.
Considero que en este caso puntual, y por las especiales características que lo
rodean, el camino que cabe transitar es el de la declaración de
inconstitucionalidad peticionada.
"Dos normas, ambas del Código Civil, resuelven con distinto criterio la situación
de los damnificados indirectos. El art. 1078, consagrando, en la esfera del daño
moral, que los únicos que pueden reclamar su resarcimiento son los
perjudicados directos. El art. 1079, esta vez en el ámbito del daño
patrimonial,tematizando la legitimación de los damnificados indirectos. Bien
señalan Bueres y Highton (conf. op. cit., p. 181) que esta disparidad de
tratamiento implica una desigualdad ante la ley y que por ello no debería
superar con éxito el control de constitucionalidad (art. 16 de la Constitución
nacional). Se trata en efecto de un caso de incompatibilidad material entre la
norma inferior y la norma superior (art. 31 de la Constitución citada), al
establecer la primera una diferenciación para la categoría de damnificados
indirectos que no es razonable, pues si el daño es moral carecen ellos de la
legitimación que sí se les concede cuando el daño sufrido es patrimonial (arts.
1078 y 1079 del Código Civil). La ley, tal como lo ha expresado la Corte
Suprema, debe ser igual para los iguales en igualdad de circunstancias (conf.
C.S.J.N., Fallos 16:118; íd. 200:424; íd. 1198:112; íd. 312:826; íd. 200:428; cf.
Quiroga Lavié, H. y otros, "Derecho Constitucional Argentino", Rubinzal-Culzoni,
1ª edición, Buenos Aires, t. I, p. 376; Gelli, M. A., "Constitución de la Nación
Argentina", La Ley, Buenos Aires, 2003, p. 136; González, J. V., "Manual de la
Constitución Argentina", La Ley, Buenos Aires, 2001, p. 70), resultando
arbitrario el criterio empleado al radicarse en la necesidad de evitar la
proliferación de acciones que pudieran proponerse, cómo si ello pudiera ocurrir
sólo cuando el daño es moral. La existencia de un daño cierto y la relación
causal adecuada son, a mi entender suficientes, para poner coto al desmadre
que se quiere evitar desconociendo legitimación activa en casos como el que
nos ocupa y que se nos presenta como un supuesto de especial gravedad que
no puede ser resuelto sin más bajo el principio restrictivo indicado (conf.
Pizarro, Ramón D., "Daño moral", Hammurabi, Buenos Aires, 1996, ps. 212-
213)" (SCBA, 16/05/2007, "L. A. C. y otro c/ Provincia de Buenos Aires y otro",
DJ 2007-II, 453).
Acorde con ello, en resguardo de los derechos de los niños los Estados deben
adoptar las medidas administrativas, legislativas y de otra índole para dar
efectividad a los derechos reconocidos en la Convención.
"El art. 1078 del Código Civil en tanto limita el reclamo por daño moral al
damnificado directo —en el caso, excluyendo al padrastro y a los hermanos de
la víctima —, es inconstitucional, pues, se vulnera el principio de igualdad, en
tanto se discrimina injustificadamente a los "herederos forzosos" de los
restantes damnificados, violentando el derecho a obtener una reparación
integral del daño por parte de los accionantes, así como también lesiona el
principio de protección integral de la familia al no permitir que se repare el
inconmensurable dolor producido" (CNCiv., sala J, 12/04/2012, "Soria, María
Ester y otros c/ Gatti, Santiago Tomás y otros s/ Daños y Perjuicios", RCyS 2012-
XII, 91).
"El art. 1078, 2do. párrafo, del Código Civil en tanto limita el reclamo por daño
moral al damnificado directo, excluyendo al progenitor, es inconstitucional,
toda vez que degrada el derecho a la reparación integral del daño injustamente
sufrido por aquél ascendiente, y la igualdad ante la ley —art. 16, Constitución
Nacional y art. 24, Convención Americana sobre Derechos Humanos—, en tanto
discrimina injustamente a quienes sufren directamente en su espíritu frente a
la amplia gama de legitimación de los damnificados indirectos en sus intereses
patrimoniales" (CNCiv., sala M,05/10/2011, "Ríos, Claudia Marcela c/
Transportes Metropolitanos Gral. Roca S.A. s/ daños y perjuicios",RCyS 2012-I,
146).
Por tal motivo, ante la declaración de inconstitucionalidad del art. 1078 del
Código Civil, que conlleva su inaplicabilidad al caso concreto, es que
corresponde desestimar la excepción de falta de legitimación opuesta a fs. 455
punto 1.3, 492 punto 1.3, 518 vta. punto 1.3 y 569 punto 1.3, 606 vta, con
fundamento en la limitación contenida en la norma citada, costas a cargo de
los excepcionantes.
d.1.) Incapacidad sobreviniente: Los daños físicos, por los que se reclaman
$1.200.000; el daño psíquico, por el que se pretenden $600.000 y los gastos de
tratamiento psicológico por los que se piden $108.000 (ver fs. 102 vta. punto a,
107 punto b.1 y 110 punto c).
Reitero que las fórmulas utilizadas por los distintos fueros y Departamentos
Judiciales son análogas, tomando en cuenta la siguiente:
Donde:
Destaco que exponer el cálculo actuarial a partir del cual se toma la base para
cuantificar el rubro en cuestión viene impuesto por el art. 3 del CCyC.
Pero debo señalar, tal como lo he venido sosteniendo, que aun cuando el art.
1746 del nuevo CCyC establece criterios matemáticos o aritméticos para
cuantificar este rubro, entiendo que es meramente indicativo ya que las
variables numéricas utilizadas por tales fórmulas son idóneas en este caso en
particular, por las consideraciones a las que me he referido, para abarcar y
reparar en forma adecuada y plena (tal como lo impone el art. 1740) la
totalidad de las consecuencias patrimoniales derivadas de la afectación a la
integridad psicofísica, por lo que en este caso puntual, reitero, el guarismo que
arroja –aun para el caso de concluir que dicho artículo es aplicable al caso de
marras- es meramente indicativo.
Para este caso en concreto, tengo en cuenta la edad de la Srta. P. al tiempo del
siniestro que era de 37 años, la incapacidad física (100 %) determinada por el
perito en autos, la tasa de interés a devengarse durante el período de
extracción considerado decimalizada será del 4% -tal como lo adopta la
doctrina y jurisprudencias mayoritarias) y con una expectativa de vida de
productividad o expectativa de vida de 75 años. Debe tenerse especialmente
en cuenta que se trata de una persona que al momento del siniestro no
trabajaba ni producía ingresos, sin embargo, la persona debe ser considerada
en su integralidad y más allá de lo que produce o puede producir.
Concretamente el art. 1746 establece que se deben ponderar las actividades
productivas o económicamente valorables. Por otro lado, desde el punto de
vista de la responsabilidad civil se tiene en cuenta no sólo el aspecto laborativo
de la persona sino también cómo se afecta la vida de la relación de la persona.
En consecuencia, sobre la base de lo establecido por los arts. 1740 y 1746 del
CCyC y del art. 165 del Código Procesal fijo la indemnización por los aspectos
detallados de la pretensión comprensiva de la incapacidad sobreviniente (física
y psíquica) en la suma actual de pesos cuatro millones ($ 4.000.000) y la suma
de pesos noventa y seis mil ($ 96.000) por los gastos de tratamiento
psicológico.
d.2) El daño estético, por el que se pretenden $500.000 (ver fs. 111 punto I).
d.3) Los gastos de farmacia y asistencia médica por los que se pretenden
$1.500.000; los gastos derivados de la colocación de prótesis, por los que se
piden $750.000 y los gastos de traslado, por los que se reclaman $30.000 (ver
fs. 110 punto d, 110 vta. punto e y fs. 111 vta. punto H).
Si bien no se ha acreditado documentalmente la totalidad de los desembolsos
que pretende la accionante, lo cierto es que el criterio jurisprudencial sobre el
tema es conocido en el sentido de que se deben, aún si no hubieren sido
probados de manera directa y acabada, y aun si el damnificado se hubiese
atendido en un hospital público y gratuito, obra social o sistema de salud.
El art. 1746 del CCyC establece que se presumen los gastos médicos,
farmacéuticos y por transporte que resultan razonables en función de la índole
de las lesiones o la incapacidad. Entiendo que los gastos por prótesis quedan
comprendidos en esta enunciación ejemplificativa, máxime en casos como el
de autos.
También tengo en cuenta que las limitaciones son permanentes, y aun cuando
pueda contar con prótesis, lo cierto es que las mismas no le permitirán realizar
dichas tareas de forma similar a como lo hacía antes, por lo que de todos
modos necesitaría contar con asistencia de otras personas.
d. 4). El daño no patrimonial, por el que se reclaman $700.000 (ver fs. 110 vta.
punto F).
En cuanto al daño estético reclamado por la Sra. P., cabe recordar que es todo
menoscabo, disminución o pérdida de la apariencia física de la persona, siendo
una alteración que se traduce en una mengua o deterioro de esa armonía
corporal, y su consideración debe estar presente al momento de la
determinación del quantum por incapacidad sobreviniente o por daño moral,
pues no configura un elemento autónomo. De este modo, la alteración de ese
aspecto físico del que gozaba la actora más allá de las concretas
consecuencias patrimoniales –ya consideradas al referirme a la incapacidad
sobreviniente física y psíquica- debe ser ponderado en sus consecuencias o
proyecciones extrapatrimoniales o morales.
De todos modos, sea cual fuere la naturaleza jurídica que se le asigne al daño
moral, su entidad se traduce en vivencias personales del afectado y en general
no se exterioriza fácilmente.
De ahí que resulte útil al juzgador tener en cuenta algunas pautas que pueden
orientarle para intentar mensurar este daño. En este sentido, corresponde
evaluar las características de las lesiones sufridas, el modo traumático en que
se produjeron, los tratamientos suministrados en su consecuencia, las
gravísimas secuelas físicas permanentes padecidas, así como la alteración del
proyecto de vida que la mutilación corporal ha provocado y provocará en la
víctima. También debe tenerse en cuenta al mensurar el rubro que el tiempo no
aminora el daño moral cuando se trata de "una invalidación que subsiste"
(Zavala de González, "Cuanto por daño moral", LL, 1998-E, 1057; CNCiv., sala
H, 07/12/1999, "González, Miguel A. c/ Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires", La Ley Online AR/JUR/4339/1999).
También tengo en cuenta que las secuelas padecidas por la actora se han
proyectado negativamente en su proyecto de vida. La incidencia, afectación o
demora en el proyecto de vida es una de las pautas que tiene en cuenta el art.
1741 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación cuando se refiere al daño
extrapatrimonial.
En este sentido el Maestro peruano enseña que "La nueva concepción del ser
humano, que necesariamente repercute en los fundamentos mismos del
Derecho, nos mueve a pensar que la finalidad de nuestra disciplina es proteger
la libertad de cada persona en el seno de la sociedad con el propósito de que,
cada cual, pueda cumplir con su destino, realizar su proyecto de vida, acatar el
silencioso pero profundo llamado de su vocación, otorgarle una razón de ser,
un destino valioso a su vida" (Fernández Sessarego, Carlos, Aproximación al
escenario jurídico contemporáneo, LL del 01/08/2007, pág. 1 y ss).
La libertad del hombre sólo se pierde con la muerte, sin embargo, hay casos en
los cuales se afecta la posibilidad de elegir o decidir sobre la propia vida. El
hombre no deja de ser libre, pues la libertad hace a su propia esencia, pero sí
se puede incidir en su ejercicio.
El ser humano es el único ser que vivencia valores y crea normas; y ello se
explica porque naturalmente está dotado para sensibilizar valores y para
formular prescripciones normativas. El hombre al ser libre necesita de normas
que lo protejan y le permitan realizarse conforme a su proyecto de vida
(Fernández Sessarego, C., El Derecho de las personas (en el umbral del siglo
XXI), ob. cit., pág. 73.).
Como señala Sartre "…de hecho somos una libertad que elige, pero no
elegimos ser libres, nosotros estamos condenados a la libertad" (Sartre, Jean
Paul, El ser y la nada, ob. cit., T III, pág. 79).
Fernández Sessarego define al proyecto de vida como "aquel que elige y decide
la persona y que marca el rumbo o destino que otorga a su vida" (Fernández
Sessarego, C., "Nuevas reflexiones sobre el daño al proyecto de vida", ob. cit.,
pág. 265).
La persona elige lo que hará con su vida. El proyecto de vida se asocia con la
realización personal del ser humano (CIDH, 27/11/1998, "María Elena Loayza
Tamayo").
El Derecho surge para que los seres humanos podamos convivir, lo que supone
que cada uno cuente con un espacio en el cual pueda realizarse como persona,
es decir, desarrollar su proyecto de vida. De este modo, el Derecho protege la
libertad ontológica, es decir, el ser mismo del hombre que sólo se pierde con su
muerte; como también la libertad fenoménica, o sea, la exteriorización de
decisiones libres en el mundo exterior a través de actos o conductas
(Fernández Sessarego, C, Aproximación al escenario jurídico contemporáneo,
LL del 01/08/2007, ob. cit.).
"Un principio de justicia que goza de amplio consenso es aquel que manda
desarrollar las libertades y derechos individuales hasta el nivel mas alto
compatible con su igual distribución entre todos los sujetos que conviven en
una sociedad dada…"(Rawls, John, A theory of Justice, 1971, Harvard Collage,
citado por Lorenzetti en su voto en el caso "Itzcovich").
Reitero que el hombre no es una cosa hecha y terminada, sino que por el
contrario es lábil y fluido, desplegado en el tiempo, proyectándose
permanentemente (Fernández Sessarego, Carlos, Daño al proyecto de vida, ob.
cit.). Se ha dicho que el hombre es "alguien único, inabarcable, originario, no
fungible, no compendiable en procesos totalizadores, libre, inédito, moral"
(Negri, Héctor, ponencia presentada en XII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil, (Bariloche, 1989), comisión nº 8).
Según informó la perito psicóloga (ver fs. 939/951), luego de llevar a cabo la
entrevista personal y analizar el resultado de las distintas técnicas
administradas, L. A. S. registra un incremento significativo de sentimientos
intensos de stress emocional, ansiedad e indicadores de angustia y ansiedad
elevada, con tendencia a la cavilación excesiva, a la melancolía y conducta
ambivalente.
Explicó que como consecuencia del hecho que motiva esta litis se produjeron
cambios en el área afectiva que han generado estados de ansiedad,
sentimientos de culpa, depresión, pensamientos perturbadores e intrusivos con
creencias de ser maltratado e incomprendido e indicadores de preocupación
excesiva ante la enfermedad en virtud de la situación que a diario debe
enfrentar.
A su vez explicó que por el cambio de hábitos vitales se han afectado sus
funciones superiores y elementales, pues actualmente padece problemas de
concentración, apetito, disturbios del sueño y sentimientos de infelicidad y
también en el área laboral produciendo interferencias vinculadas a baja
autoestima, dificultades de concentración, tensión e indecisión.
e. 2) El daño no patrimonial, por el que se pretenden $400.000 (ver fs. 110 vta.
punto F).
En cuanto a las consideraciones de orden jurídico relativas al daño
extrapatrimonial me remito a lo ya expuesto ut supra en honor a la brevedad.
Es notorio y evidente que, al igual que su esposa P., su proyecto vital también
se ha visto notoriamente afectado en sentido negativo. La modificación
disvaliosa de su vida se reitera día tras día, y por ello no me quedan dudas que
ha experimentado una profunda afectación de su espíritu que necesariamente
debe ser reparada.
Por lo tanto, en uso de la facultad conferida por el art. 165 del Código Procesal,
y acorde con lo establecido por el art. 1741, fijo la indemnización por esta
partida en la suma actual de pesos ochocientos mil ($ 800.000).
e. 3) El lucro cesante, por el que se piden $300.000 (ver fs. 111 punto G).
Por lo tanto, en uso de la facultad conferida por el art. 165 del Código Procesal,
y en consonancia con el art. 1738 del CCyC, fijo la indemnización por esta
partida en la suma actual de pesos cuatrocientos mil ($ 400.000).
Surge del dictamen pericial (ver fs. 951/961) que el hecho ocurrido ha
provocado en el niño J. C. una exacerbación de las características de base, el
empleo rígido y extendido de mecanismos defensivos con fijación y regresión a
modalidades de respuestas inmaduras en relación a lo esperable para su edad.
Según describió la experta configuró un suceso externo disruptivo y
desestabilizante que aportó un caudal de energía importante que, dada la
inmadurez de su aparato psíquico (al momento del hecho tenía ocho años), sus
características de base y recursos defensivos, no pudo ser asimilado
adecuadamente por su subjetividad y excedió la capacidad de respuesta de su
aparato psíquico. Ello provocó una alteración en la esfera afectiva de su
personalidad que redundó en una disminución de su capacidad de goce en las
áreas de despliegue vital, familiar y de ajuste en las relaciones interpersonales.
En todos los casos, sugirió tratamiento psicológico por el lapso de un año con
frecuencia semanal y estimó el costo promedio de la sesión en ámbito privado
en la suma de $120.
f. 2.) El daño no patrimonial, por el que se reclaman $200.000 para cada uno
(ver fs. 110 vta. punto f).
Respecto de F. B., le describió a la perito que luego del hecho sus padres se
pelan mucho y que, desde la internación de su mamá, se volvió agresivo. Le
refirió pelas con adultos y con sus pares en la escuela, pues tiene la impresión
que todos están en contra suya.
Además, refiere que durante los primeros tiempos "le daba cosa" acercarse a
su madre y que siente rechazo por la utilización de las prótesis, ya que siente
que no es natural (ver fs. 964).
Por su parte, se desprende del dictamen que existe dificultad en el vínculo con
el padre, con presencia de ceñimientos de rechazo. (ver fs. 983). En especial,
se destaca la alteración en la dinámica familiar (ver fs. 983).
VI. Síntesis.
Ahora bien, el art. 1069 del Código Civil autoriza a los jueces a reducir las
indemnizaciones por razones de equidad y con fundamento en la situación
patrimonial del deudor. Sin embargo, se trata de una norma de interpretación
restrictiva pues pugna con el principio de reparación integral y, por ello, es
necesario que quien lo pide produzca prueba suficiente sobre su situación
patrimonial, la imposibilidad de obtener recursos y las cargas familiares, entre
otros (Conf. Belluscio, Código Civil-Comentado, Anotado y Concordado, Editorial
Astrea, T. 5, Pág. 36 y sgtes.).
VIII. Intereses:
El art. 1747 del nuevo CCyC determina que el resarcimiento del daño moratorio
es acumulable con el daño compensatorio o, en el caso de las obligaciones de
fuente contractual, con el valor de la prestación y en su caso con la cláusula
penal compensatoria, sin perjuicio de la facultad morigeradora del juez cuando
la acumulación resulte abusiva (conf. arts. 9 y 10 del CCyC).
De este modo, a la luz del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación
corresponde distinguir entre la indemnización compensatoria y la moratoria.
A su vez, el art. 1748 establece, también como principio general, que el curso
de los intereses comienza desde que se produce cada perjuicio, receptando de
esta manera la doctrina del viejo fallo plenario "Gomez c/ Empresa de
Transporte" del 06/12/1958.
De todos modos, tal como lo establecen los arts. 1 y 2 del CCyC, el nuevo
cuerpo legal debe ser interpretado de manera sistemática. El art. 772 del CCyC
establece que si la deuda consiste en cierto valor, el monto resultante debe
referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la
evaluación de la deuda. Finalmente agrega que, una vez que el valor es
cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de las obligaciones de dar
sumas de dinero.
X. Costas:
XI. Fallo.
Publicado el 21/09/2015