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Libro # 1 Shift
Libro # 1 Shift
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Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera
altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir, corregir y
diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es darlos a conocer a
nivel internacional y entre la gente de habla hispana, animando siempre a los
lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus autores favoritos.
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Capítulo 1 ........................................................................................................................ 5
Capítulo 2 ...................................................................................................................... 11
Capítulo 3 ...................................................................................................................... 20
Capítulo 4 ...................................................................................................................... 26
Capítulo 5 ...................................................................................................................... 33
Capítulo 6 ...................................................................................................................... 41
Capítulo 7 ...................................................................................................................... 52
Capítulo 8 ...................................................................................................................... 57
Capítulo 9 ...................................................................................................................... 73
Capítulo 10 .................................................................................................................... 84
Capítulo 11 .................................................................................................................... 99
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Capítulo 22 .................................................................................................................. 241
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Ya es bastante difícil ser estudiante universitaria, interno en la estación de
policía del centro de Manhattan y portero en un bar local. Agrega ahora a tu ex
novio, quien recientemente te ha dejado por el bombón residente de la escuela,
oh, y ella es un hombre lobo.
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Hace dos semanas
Sólo pude manejar un gruñido cuando Amy puso los ojos en blanco.
―Oh, por favor, no soy tan ruidosa ―arrugó a propósito la bolsa, haciendo
que el sonido resonara en la habitación. No tenía vergüenza―. Bueno, Cíclope,
ya que probablemente ya la has dejado calva, ¿podemos hablar de cosas felices?
―dijo Amy, animándose y gimiendo ante su atolondramiento. No estoy de
humor para esto.
―Espero que esto no sea sobre esa fiesta de fraternidad a la que te invitaron
mañana.
―¡Oh, vamos Kenzie! Rara vez sales y no tienes excusa esta vez. ―Se inclinó
más cerca y susurró―: Esta noche es la tercera luna llena, así que no deberías
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tener ningún problema.
―¡Kenz! Deja de ser una loba solitaria, sin juego de palabras, ¡pero no puedes
ser una solitaria! ¡No te dejaré! ―Estaba golpeando sus pequeños puños sobre la
mesa y no pude contener una carcajada. Es una cosita luchadora. De pie a apenas
un metro sesenta y cuatro con su flamante cabello rojo en ondas perfectas, metió
un mechón detrás de su oreja, exponiendo sus expansores de un centímetro. Sólo
una de las muchas locuras que le ha hecho a su cuerpo. Con dos mangas llenas
de tatuajes, ceja, nariz y lengua perforadas… pero está demasiado asustada para
hacerse el ombligo. Imagínate.
Incluso con toda su locura, era la única en la que he confiado mi secreto: soy
una mujer lobo. Sí, eso fue anti-climático, pero no hay nada bueno en ello. No
sabía cómo sucedió y definitivamente no sabía por qué sucedió. Pero lo intento.
De hecho, conocí a Amy justo antes de mi primer cambio. Era el primer año y
Amy y yo fuimos asignadas a compartir un dormitorio. Realmente no habíamos
hablado la una con la otra además de los comentarios amables básicos, que en el
caso de Amy era un gemido bajo las sábanas. No es una persona madrugadora.
Esa noche, nuestro Asesor Residente iba a hacer nuestra primera reunión en el
piso cuando el dolor golpeó. Comenzó en las puntas de mis dedos y se extendió
por todas partes. Cada hueso rompiéndose, pieza por pieza y reorganizando para
aceptar al lobo. Amy estaba entrando a nuestro dormitorio para buscarme
cuando me vio desnuda, con la ropa hecha trizas, encorvada, goteando en un
sudor frío, mientras mi columna vertebral se agitaba a lo largo de mi espalda.
Una vez que aparecieron mis caninos, me encerró en nuestro baño y puso la
cómoda frente a la puerta.
Lo que nunca olvidaré fueron sus ojos verdes acusatorios cuando perforaron
agujeros en mi cuerpo a la mañana siguiente, como si fuera información vital que
debería haberle proporcionado a la Oficina de Admisiones antes de inscribirme.
¿Cómo se suponía que iba a saber que esto me iba a pasar? Hasta el día de hoy,
no sabía si estaba asustada o enojada por haberse quedado atrapada conmigo. De
cualquier manera, ella me cubrió e incluso llegó al punto de obtener mis notas de
mis clases de la mañana cuando me encontró desmayada en el suelo de azulejos
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del baño. Estaba de pie en medio del marco de la puerta, con una ceja perforada
levantada hacia el techo y los brazos cruzados sobre su pecho.
―Entonces, ¿eres una mujer lobo? ―me preguntó mientras intentaba levantar
mi cuerpo débil del suelo y fallando miserablemente.
―Ahora, ¿por qué demonios querría pasar tiempo contigo, Barbie? ―La
sonrisa de Diana se deslizó por un momento y vislumbramos su fachada. Debe
ser fea sin maquillaje. Al menos eso espero...
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márchate antes de que ella te despedace. Ya sabes, síndrome premenstrual y todo
eso ―dijo Amy con una sonrisa. Diana la ignoró y se centró en mí.
―Sólo quiero que nos llevemos bien, Mackenzie. Eres una persona muy
especial para James y realmente creo que podemos ser las mejores amigas
―comentó y su sonrisa era tan falsa que parecía dolorosa.
Podía sentir mis huesos reorganizarse. ¡Dios, esto es tan doloroso! Sin poder
aguantarlo más, le dije al conductor que se detuviera, tiré el dinero en el asiento
del pasajero y corrí a toda velocidad hacia la casa.
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antebrazo.
―Lo siento mucho, ¿estás bien? ―Con los ojos llorosos, miré el rostro del
hombre más sexy de GQ del año. Tenía los ojos marrones más suaves que se
fundían en charcos de chocolate con leche. Y ese hoyuelo que se hundía en su
mejilla mientras se mordía el labio inferior, era lo más lindo que había visto en
mi vida. No pude apartar la mirada. Bueno, al menos no hasta que otra oleada
de dolor subió por mi columna vertebral―. Creo que necesito conseguirte algo
de ayuda. ―Temblaba tanto que no podía hablar. Sacudiendo mi cabeza
erráticamente, me alejé de su alcance. ¿Qué estoy haciendo? Ya he perdido
demasiado tiempo. Con renovada fuerza, me puse de pie con un gemido y estoy
segura de que escuchó un chasquido en mi cadera. Efectivamente, sus ojos se
ensancharon una fracción cuando se enfocaron en mi pelvis. Tragando la mayor
cantidad de aire posible, lo empujé y corrí el resto del camino hacia mi edificio,
ignorando sus protestas para que esperara.
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Capítulo 2
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En la actualidad
―Kenz, es casi mediodía. O tuviste una noche tardía o necesitas arreglar ese
despertador.
Me reí.
―Sí, bueno, estuve trabajando anoche, demándame. ¿Vienes a casa para las
vacaciones? ―Crucé los dedos debajo de mi escritorio y esperé que dijera que sí.
Extrañaba a mi hermano.
―Nah, lo siento, hermanita, pero no puedo. Prometo hacer un viaje allí pronto.
¡Lo juro!
―Bueno, tengo que irme, sólo quería ver a mi hermana favorita ―comentó, y
ahora era mi turno de poner los ojos en blanco.
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Se rio.
―Siempre.
―Buenos días, rayo de sol ―dijo Amy mientras caminaba hacia el mostrador
de la cocina. Me tiró la bata de baño, pero no la necesitaba. La temperatura de mi
cuerpo era la misma que la del clima de Arizona a mediados de julio. Dormir en
pijama era pedir un golpe de calor. Pero como acababa de hablar con mi hermano,
los pijamas eran una necesidad. Tiré la bata en el sofá y me senté en uno de los
taburetes.
Dejé escapar un profundo suspiro y sonreí, me sentía bien. Después de las tres
noches de luna llena, cambiar era como poder finalmente ir al baño después de
aguantarlo durante mucho tiempo. Lo sé, una comparación horrible, pero es la
mejor que tengo. Una calma se apoderaba de mí y disfrutaba de la suavidad. Mis
músculos aún estaban doloridos, incluso semanas después de la luna llena, pero
no era nada en comparación con la sensación de vacío del lobo que era empujado
a la esquina más alejada de mi subconsciente después de dejarlo jugar.
―Come. ―Amy puso una pila de tocino, panqueques y una taza de café
humeante en lo alto de la montaña frente a mí, y mi boca se hizo agua. Sin
dudarlo, comí, sin molestarme en usar jarabe, y mucho menos utensilios.
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―Eres como un comercial de Snickers durante la luna llena. ¿Hambriento?
¡Come un Snickers! O panqueques y tocino… de lo contrario, te pondrías de mal
humor.
―Por supuesto que no, idiota. Saliste de allí tan rápido, me sorprende que aún
tengas tus zapatos puestos. Y sin ti, a ella no le quedaba nada para ser una perra.
―Por suerte somos los únicos monstruos que vivimos en este maldito edificio.
¿Te imaginas si realmente tuviéramos vecinos? Probablemente pensarían que
hay algunas fiestas sexuales locas que se llevan a cabo aquí con todos los aullidos
que haces ―sonrió y le mostré mi dedo medio―. La loba probablemente necesita
tener sexo y ella sólo está gritando por una liberación. Pobre loba ―se rio entre
dientes y robó un trozo de mi tocino. Aplasté su mano y la fulminé con la mirada.
―Supéralo, nena. Ella vive a través de ti y has estado fuera de servicio por
unos tres meses ―señaló con seriedad.
―En realidad han sido cuatro, pero quién está contando. ―Puse los ojos en
blanco por su exagerada caída de mandíbula―. ¡No es un gran problema! ¡Lo
haré cuando esté lista y no con un extraño que probablemente me dará una
enfermedad que me hará sentir picazón! ―Cómo no veía que la razón estaba
fuera de mi alcance.
―Lo que sea. Nada de lo que digas puede arruinar mi día. Estoy libre por al
menos otra semana y media hasta que la loba salga de nuevo y la libertad nunca
ha tenido un sabor tan dulce ―suspiré, mordisqueando un pedazo de tocino.
Hablar de sexo me hizo sentir incómoda y mi cambio de tema tampoco fue sutil.
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Amy sonrió.
Nuestra primera vez fue antes del último año de la escuela secundaria, cuando
hicimos un pacto de que si no habíamos perdido nuestras virginidades al
comienzo del año escolar, nos lo perderíamos el uno al otro. Decir que fue
incómodo y sólo duró dos segundos era muy suave.
Después fue como si hubiéramos marcado algo en nuestra lista de deseos. Pero
ese cuatro de julio antes de la universidad fue diferente. No hubo una
conversación incómoda ni una salida extraña y definitivamente no fue sólo unos
segundos. Lo más probable es que porque él había adquirido experiencia durante
ese año escolar y sabía lo que estaba haciendo. Fue perfecto, de verdad; ¿quién
no querría salir con su mejor amigo? Tampoco dolió que James tampoco se viera
mal. Aunque estuvo escuálido y malhumorado durante la mayor parte de la
escuela secundaria, se rellenó muy bien ese primer año de universidad. Empezó
a jugar al hockey y se puso en forma. Un poco más de metro ochenta y dos de
altura, cabello rubio arenoso y con un paquete de seis en el que podrías rebotar
una moneda. Ya no era el adolescente de aspecto nerd, sino un hombre. Lo que
James no sabía era que nunca lo había hecho con nadie más aparte de él, lo que
hizo que su traición quemara mucho más. La única otra persona que lo sabía era
Amy.
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empezáramos a salir. Nunca pensé que me dejaría tan bruscamente y por alguien
más. Eso fue hace cuatro meses, al comienzo de este semestre, así que puedes
imaginarte mi sorpresa al descubrir que estaba cohabitando con la barbie. Nunca
había querido que nos mudáramos, así que me preguntaba qué lo hizo hacerlo
con ella.
―¿Estallé tu burbuja allí, cariño? ―Miré su sonrisa maliciosa. Sabía muy bien
que la mención de él me iba a llevar al pasado.
―¡Soy una maldita mujer lobo por el amor de Dios! Se supone que debo ser
una máquina de combate magra, mezquina, así que, ¿por qué me molesta tanto?
―No pude evitar sentirme angustiada y quejarme.
―Ahí, ahí, mi pequeña loba. Ella se contagiará de clamidia o algo y todo irá
bien con el mundo otra vez ―comentó Amy mientras me abrazaba y peinaba los
nudos en el desorden castaño oscuro que llamaba mi cabello.
Estar deprimida no era lo mío, pero seguía doliendo. Hasta el día de hoy,
James jura que no me engañó, pero es difícil de creer cuando menos de
veinticuatro horas después de nuestra separación… estaba mágicamente con otra
persona. Lo que más me dolió no fue que estuviéramos juntos durante tres años,
sino que terminé perdiendo a mi mejor amigo de dieciséis años. A veces me
preguntaba, ¿qué hice mal? Podría haberme vuelto más agresiva y maliciosa
desde el lobo, pero hice todo lo que pude para que funcionara. No podría haber
sido tan malo.
Me aparté de Amy y salté del taburete de la cocina con renovada
determinación. Aburrirme era lo último que quería o necesitaba hacer. Se acabó
y ya. Cuatro meses era lo suficientemente largo para superarlo... ¿verdad?
―Muy bien, basta de la fiesta del amor. Me voy a The Brew ―le hice un gesto
con la mano y caminé hacia mi habitación.
―No tan rápido, señorita. ―Me di la vuelta con una ceja levantada―. Han
pasado dos semanas y necesitas reemplazar la puerta del apartamento antes de
que nos roben.
Eché un vistazo al trozo de madera que colgaba durante la última luna llena y
me encogí al ver la cinta amarilla de precaución que bloqueaba la entrada. No
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como si fuera a detener a cualquier ladrón. Será mejor que Google me diga cómo
solucionarlo.
Nos mudamos a East Village después del primer año, una vez que nos dimos
cuenta de que los dormitorios no eran un lugar seguro para cambiar, lo que
parece ser sentido común, pero bueno, teníamos dieciocho y éramos ignorantes.
Después de muchos meses de atravesar el Cambio en una unidad de
almacenamiento, tuvimos suerte y encontramos un edificio antiguo con pocos
inquilinos en una zona aislada de Alphabet City. Era tranquilo y privado para un
barrio tan animado y, a veces, peligroso. Y estaba a sólo un par de manzanas de
la mejor cafetería de la ciudad.
Entré a The Brew con mi ordenador portátil y libros en mi bolsa. El aroma
robusto del café se apoderó de mi sensible sentido del olfato y cerré los ojos,
inhalando el cremoso café. Cielo.
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universidad?
Sonreí educadamente pero no pude evitar sentir envidia. Estaba tan cerca de
terminar con la mía, pero siempre parecía haber algo en el camino.
Con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo de lana, James (mi ex) se
quedó allí con la sonrisa del chico de la puerta de al lado. Lo juro, algo siempre
se interponía en mi camino para terminar este maldito trabajo.
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―¿Pensé que eso era lo que estábamos haciendo? ―le dije con sarcasmo, pero
él había perdido toda la paciencia conmigo. Sí, estaba enojado. Cerró mi laptop y
la deslizó hacia un lado. Mis fosas nasales se ensancharon mientras miraba al
bastardo engañoso frente a mí. Mi temperamento no era algo que tomar a la
ligera.
―Lo siento ―puso los ojos en blanco―, pero tenemos que hablar sobre las
vacaciones de invierno.
―¿Qué pasa?
―Bueno, para empezar, ¿cuándo nos vamos? Mi último final es el último día,
por lo que no podemos irnos a principios de este año ―comentó con seriedad y
me quedé aturdida, con la boca abierta. Me dejé caer en mi silla pensando cómo
responder. Estaba tratando de matar el tiempo y esperando que él dijera que
bromeaba. Sin suerte. Levantó una ceja, incitándome a responder y tuve que
apretar mis manos con más fuerza antes de arremeter.
―¿Consumes crack? Debes estar drogado con algo si crees que vamos a
regresar a casa juntos.
―Deja de actuar tan inmadura, Mackenzie. Hemos sido amigos desde el jardín
de infancia, esto no es la gran cosa.
Me atraganté con mi respuesta.
―¿No es gran cosa? A la mierda con eso Jameson Theodore ―dije su nombre
completo al igual que lo hizo conmigo. Esa rata bastardo―. Ve en auto con Diana.
Estoy segura de que ella se muere por conocer a tu familia.
Antes de que pudiera decir que apostaría a mi hijo por nacer, a lo que él estaba
a punto de decir, extendí la mano para detenerlo.
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―Entonces diles, es una solución simple.
―No es tan simple, Kenz, y lo sabes. Toda mi familia piensa que tú y yo nos
casaremos después de la graduación. Sólo necesito más tiempo para averiguar
cómo decirles que rompimos.
―¿Y qué? ¿De verdad me estás pidiendo que finja ser tu novia durante las
vacaciones de invierno? ―Asintió tímidamente y pude sentir el humo saliendo
de mis oídos―. Eres un hijo de puta enfermo si crees que alguna vez estaría de
acuerdo con esto. Lleva a tu novia estrella porno, estoy segura de que Nana la
amará ―le dije con una sonrisa, sabiendo muy bien que ella no lo haría. La
familia James está llena de mujeres muy fuertes y francas. Enviarían a Diana
Stone a empacar antes de que ella incluso llegara a la puerta principal. Y no es
que Diana fuera fea o algo así (es bonita, desafortunadamente) pero vestía como
una acompañante barata.
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Una vez que James se fue y pude terminar mi trabajo, volví a casa para
enterrarme en un libro antes de trabajar. Nunca me gustó mucho leer ficción, pero
cuando pasé por mi primer Cambio, no podía “buscar” los síntomas de la
licantropía en Google. Así que me sumergí en la ficción paranormal y me
familiaricé con algunos mitos. Todavía no había conocido a otro hombre lobo,
pero dudaba que fuera la única. Mejor no serlo al menos, porque si lo fuera, sería
una existencia solitaria.
Mientras intentaba distraerme esta noche, no pude evitar sentirme molesta por
lo estúpida que fui de siquiera estar de acuerdo con su plan. ¿Quién en su sano
juicio haría esto? Ir a casa para las vacaciones se suponía que era un descanso de
todo en la ciudad y todo lo que hice fue agregar más trabajo para mí. Estaba
demasiado enojada como para pensarlo el día anterior, pero ahora todo lo que
podía pensar era cuando me tome de la mano o trate de besarme… ¿podré
manejar eso?
Caminé las pocas manzanas que tomaba para ir al trabajo cuando recibí un
mensaje de texto.
Yo: No.
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Amy: ¡JAMES ESTARÁ AHÍ!
―¿Qué tal, Big John? ―dije mientras chocaba mi mano al otro portero que
trabajaba en la puerta conmigo. Era un tipo grande que era un ex marine, pero
tan suave como un oso de peluche. No podría pedir un mejor compañero. Me
escucha divagar sobre todos mis problemas personales (además de las cosas de
lobo) y siempre me ofrece consejos. Ahora si tomo su consejo era otra historia.
―No mucho, Kenz. Otro día, otro dólar ―comentó con su fuerte acento de
Nueva York.
―De puta madre ―lo pasé y saludé a los dos camareros cuando fui
directamente a la oficina de atrás y obtuve mi tarjeta de tiempo (sí, esas cosas
todavía existen) y la perforé.
Sasha y Cole estaban trabajando en el bar esta noche, lo que significaba que las
cosas iban a funcionar con indulgencia. Me subí a un taburete y alcancé a Cole,
que me dio un beso en los labios. He dejado de decirle que apunte a mis mejillas,
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nunca escucha, así que ahora sigo el juego.
―Lo sé, pero echo de menos ver tu hermoso rostro. Los fines de semana no
son suficientes ―me guiñó un ojo y si hubiera sido cualquier otra chica, podría
haber empapado mis bragas. El encanto de Cole no funciona conmigo,
especialmente después de verlo ir y venir más veces de las que podía contar, al
baño de empleados con chicas al azar. En serio, sin embargo, el tipo necesitaba
disminuir la velocidad antes de que las joyas de su familia se cayeran.
―Oh, por favor, ¿a quién has elegido para esta noche? ―Comencé a explorar
el bar tratando de identificar su objetivo para esta noche.
Nunca sabía si estaba hablando en serio o no, pero era mejor no jugar con
fuego.
―¿Qué?
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Mi cuerpo se tensó y me agarré del asiento detrás de mí.
Arqueé una ceja y lo comprendí. La última noche de luna llena. ¿Cómo pude
olvidar ese rostro? Bueno, claro que podía, casi me estaba muriendo.
―¡Oh! Sí, estoy bien. Sólo comí eh... marisco en mal estado. ―¿Acabo de
admitir que tenía diarrea? ¡Tranquilízate, Mackenzie!
―Ya que te sientes mejor, ¿qué te parece si te invito una bebida? ―Su voz era
ronca y tuve que aclararme la garganta un par de veces para orientarme.
Mariposas me hicieron cosquillas en el estómago y no pensé que las citas
deberían estar en la parte superior de mi lista. Además, apestaba en el flirteo.
―Mi nombre es Jonah… Jonah Cadwell. ―Sus ojos marrones eran amables
mientras miraba fijamente a los míos.
Big John estaba afuera esperándome, frotándose las manos enguantadas para
darles un poco de calor.
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―¿Qué te tomó tanto tiempo, Kenz? ―preguntó mientras me dejaba caer junto
a él. No tenía una respuesta porque realmente no sabía lo que sucedió. El
encuentro con ese chico Jonah fue extraño. Tal vez Amy tenía razón: necesitaba
tener sexo.
―Creo que vamos a reducir la velocidad en una hora más o menos. ¿Cómo es
tu pasantía en la comisaría?
Suspiré.
En lugar de tomar doce horas de crédito electivo, decidí hacer una pasantía
durante la semana en 1PP1… Plaza en la Comisaría Uno de Manhattan. Iba muy
bien y me encantaba ir allí después de la universidad. Lo único que apestaba era
el trabajo de investigación que tenía que escribir al final del año sobre mi
experiencia y lo que había aprendido.
―¿Has terminado?
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Odiaba que estuviera tan lejos y que nunca pudiera decirle realmente todo sobre
mí. Se asustaría si le dijera lo que era.
―Bueno, al menos estarás con tus padres y Amy. Estarás bien, Kenz. ―Big
John me dio un ligero puñetazo en el brazo y le di una sonrisa falsa. Este día no
estaba mejorando.
Capítulo 4
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La noche transcurrió sin problemas y no estábamos tan ocupados como una
noche normal de viernes. Una banda sin nombre tocaba dentro y apestaban. Todo
lo que podía escuchar era a alguien agitando una pandereta y creo que había un
banjo en la mezcla.
Saqué dos Advil y las agité con agua cuando un grupo de tres chicos se acercó
a la puerta. No pude distinguir sus rostros, pero sus constituciones masculinas
fueron una señal reveladora seguro. El que estaba en el medio era el más grande
del grupo, pero todos eran extremadamente musculosos y se acercaron a
nosotros como si estuvieran saliendo de un anuncio de Calvin Klein.
Definitivamente no son el tipo de personas que vienen al Bar Pete’s.
Uno de los chicos, el más a mi izquierda, se acercó a Big John con un billete de
cien dólares entre los dedos. La única luz sobre la puerta delantera iluminó su
rostro y traté de evitar que mis ojos se salieran. Era el más delgado de los tres,
pero aún tenía un rostro bonito. Impecable en realidad. Sus ojos marrones eran
penetrantes cuando se dirigió a Big John.
―No tienes que pagar para entrar. Sólo necesitamos ver tus datos personales
―dije cuando noté que Big John todavía estaba en silencio, sin decir una palabra.
No hay forma de que él pueda ser intimidado por estos tontos, era más grande
que los tres juntos.
―Lo siento, mujer, estamos hablando con él. ¿Por qué no corres adentro y
bebes un Cosmo? ―dijo, pero ni siquiera miró en mi dirección. ¡Qué cerdo
sexista! ¿Beber un Cosmo? Cosmo, mi trasero… está a punto de conseguir mi pie
en el suyo.
―¿Perdona? Tú…
―Por favor, disculpa a mi hermano, a veces no tiene tacto ―susurró una voz
familiar en mi oído derecho y me quedé inmóvil. Su mano fuerte cayó sobre mi
hombro en un agarre amistoso. Con una ligera inclinación de mi cabeza, me
encontré cara a cara con un tipo que se parecía al imbécil frente a mí: Jonah. Ni
siquiera lo había visto caminar hacia mí, ¿de dónde venía? Mejor pregunta: ¿qué
demonios estaba haciendo?
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―En primer lugar, no me toques. En segundo lugar, vosotros necesitáis
retroceder. Y por último, ¿qué demonios estás haciendo aquí? ―Me moví para
pararme al lado de Big John y lejos del tipo que estaba empezando a pensar que
me estaba acosando. Le di un discreto codazo a mi compañero para que lo sacara
de la tierra en la que estaba, pero no sirvió de nada. No se movió.
Jonah frunció el ceño y ladeó la cabeza hacia un lado. Sus ojos color chocolate
me penetraron con una pregunta no formulada. El hermano imbécil todavía
miraba a Big John mientras susurraba:
―Ahora, ¿por qué estás siendo tan difícil? ―preguntó Imbécil mientras me
miraba fijamente. Sus ojos marrones se oscurecieron hasta orbes negros y di un
paso atrás.
―¿Qué diablos está mal con tus ojos? ―pregunté, pero era un truco realmente
genial. Los dos hermanos frente a mí se detuvieron y me miraron boquiabiertos.
Sus similitudes eran extrañas y me sentí estúpida por no reconocerlo al principio.
Su hermano debería haberme parecido familiar, incluso si no fueran idénticos.
―No tengo tiempo para esta mierda, así que, vosotros, idiotas, podéis iros ya.
Lo que sea que buscáis, no está aquí ―crucé los brazos sobre mi pecho y resoplé.
―Suficiente ―una voz profunda y ronca resonó detrás de los dos hermanos y
me estremecí. Después de convertirme en un hombre lobo, perdí el miedo a
muchas cosas, lo que hizo que mi reacción fuera mucho más impactante. Mi
mirada se posó en el suelo y vi cómo las botas del tercer tipo se dirigían hacia mí.
Los dos hermanos se hicieron a un lado.
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todo el control. Y lo que más temía: el lobo estaba saliendo de mi subconsciente.
―Ven ―dijo el hombre frente a mí con su voz ronca que vibraba como un
secreto perverso en mi oído. Mis entrañas se derritieron ante el sonido y mi mente
tuvo que hacer una doble toma. ¿Qué? ¿Qué demonios estaba mal con mis
malditas hormonas?
Hijo de puta.
Llevaba unos tejanos ajustados y oscuros con una camiseta negra ajustada que
acentuaba sus músculos, y el chico tenía músculos, el cuerpo de un luchador y el
rostro de un ángel caído. Todo mandíbula cuadrada y nariz romana, no podía
distinguir el color de su cabello en la oscuridad de la noche, pero sus ojos azul
pálido y hielo eran inconfundibles. Y estaban enojados.
―No soy un maldito perro ―dije entre dientes. Nadie se movió y el ruido de
la ciudad se anuló. Ya no escuchaba el ajetreo y el bullicio de la Gran Manzana.
―Vete a la mierda ―dije mientras luchaba contra las ganas de cumplir. ¿Qué
estaba pasando conmigo?
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Sus fosas nasales se agrandaron y sus manos se apretaron en puños. O tenía
frío y quería calentarse los dedos, o no estaba acostumbrado a ser desafiado. Lo
más probable es que sea lo último y se preparaba para una gran pelea conmigo.
La noche era demasiado tranquila de todos modos.
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se alejó, probablemente siguiendo una orden silenciosa ¿de quién supongo que
es su Alfa? No lo sabía, esto era demasiado confuso en este momento.
―No ―mi respuesta no fue tan fuerte ni tan firme como quería que fuera, pero
su presencia se cernía sobre mí como una nube oscura.
Un SUV negro con ventanas tintadas se detuvo junto a nosotros y Jonah, quien
había estado tranquilo al fondo, caminó hacia él, abriendo la puerta del pasajero.
Genial, su auto estaba aquí. Buen viaje.
Por primera vez desde el Cambio, no sabía qué hacer. Esto era otro tipo de
situación peligrosa. Enfrentaba a alguien como yo que era más fuerte y tenía más
control que yo. Apenas podía evitar que mis caninos y garras salieran por mi
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cuenta ¿pero sacar a mi loba para enfrentarme a este tipo? Sí, él me iba a vencer.
Pero siendo la persona de cabeza dura que soy, si caía, entonces iba a caer
peleando.
―¡Amy, corre! ―grité mientras corría hacia el hombre lobo. Escuché los
pequeños pies de Amy y la puerta del bar se cerró detrás de ella.
Movió una mano abierta con garras hacia mi rostro y me eché hacia atrás, sólo
evitándolo por poco. Pero no fui lo suficientemente rápida. Otra mano vino del
otro lado y golpeó mi mejilla derecha. La fuerza me lanzó un par de metros a la
izquierda junto a la puerta y por un momento pensé que estaba viendo estrellas.
Mi mano revisó mi rostro y pude sentir las marcas de cuatro marcas de garras
que se extendían a través. Me quedé mirando mis manos ensangrentadas, con los
ojos muy abiertos. Me quedé helada. Aprovechó la oportunidad para recogerme
con su agarre alrededor de mi cuello y apretó. Mis dedos de los pies rozaron el
pavimento.
―¡Cambia, maldita sea! ―gritó de nuevo y esta vez un gruñido tan fuerte y
feroz, cortó el aire nocturno. Me tomó un momento darme cuenta de que era yo.
Mis garras emergieron y alcancé su cuello. Un nuevo curso de adrenalina entró
en acción y golpeé su cabeza contra la mía un golpe que lo hizo soltarme. Me caí
a unos pocos metros a cuatro patas. Logré echar un vistazo a mis brazos y no era
un lobo, pero tampoco era necesariamente humana. No era luna llena. ¿Qué me
estaba pasando?
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humana. Mi visión se volvió borrosa en tanto él se frotaba la frente con el ceño
fruncido y yo caía en un par de brazos fuertes.
Capítulo 5
33
Me moví en la cama con mantas tibias envueltas alrededor de mi cuerpo y
suspiré satisfecha. Esto se siente tan refrescante. Sonreí y tuve que recordarme
agradecer a Amy por comprarme un nuevo edredón. Estas sábanas se sentían
como si hubieran sido arrancadas de la nube nueve y no quería levantarme para
ir a clase.
―Son suaves, ¿verdad? ―comentó una voz masculina a mi lado. Mantuve mis
ojos cerrados, sin querer mirar quién era. No recordaba haber tenido una
aventura de una noche. Espera. Ni siquiera tenía aventuras de una noche… soy
una autocertificada mojigata. Fue entonces cuando los eventos de la noche
anterior me golpearon como un cubo de agua helada. Me levanté de donde estaba
y vi quién se hallaba en la habitación conmigo. Sus ojos color chocolate eran
suaves y una sonrisa cautelosa jugaba en sus labios. Jonah
―Toma, bebe esto ―me dio un vaso de agua, pero no lo cogí―. Sólo es agua.
Probablemente estés deshidratada. ―Sacudí la cabeza y, viendo que no iba a
tomarlo, lo puso de nuevo en la mesita de noche.
―¡Bien, bien! Voy a averiguar dónde están tus cosas. Sólo cálmate, no te vamos
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a lastimar ―dijo como si me tranquilizara. Fui por otra almohada y él salió de la
habitación antes de que pudiera tirar la siguiente.
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―No voy a ninguna parte sin mi ropa ―dije mientras apretaba mi agarre sobre
las sábanas, ocultando mi incomodidad.
―¿Sí? ¿Alguna vez has oído hablar de ellas antes? Quiero decir que debes
tener ya que las estás usando. ―Eso me consiguió una mirada malvada. Un
punto para el equipo Kenzie.
―No hay manera en el infierno que vaya a salir con mis senos en exhibición
porque no me trajiste mi ropa cuando la pedí. Entonces, ¿quieres que coopere o
no? ―respondí a su pregunta no formulada.
Jonah caminó hacia mí, mordiéndose el labio inferior, con los ojos fijos en mí
en tanto lentamente soltaba cada botón.
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―¿No crees que nos estamos moviendo un poco rápido? Ni siquiera hemos
ido a nuestra primera cita ―sonrió y ese hoyuelo en su mejilla podría haber
derretido mis bragas. Podía sentir el calor en mi rostro mientras él destellaba ese
hoyuelo pero no vacilé bajo su intensidad.
Seguí a Sebastian y Jonah por las escaleras de acero e ignoré las miradas
mientras cruzábamos el piso principal. Los susurros que flotaban alrededor de la
habitación me provocó que me sudaran las manos. Esto podría ir de dos maneras:
o era una reunión de bienvenida al club o estaba a punto de ser torturada. Lo sé,
exagero en exceso a veces, pero esta no era una de mis novelas y puede que no
haya un final feliz en mi realidad.
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desafiara frente a su gente, obedecí y mis muslos desnudos hicieron contacto con
el banco frío cuando la camisa de franela de Jonah se enganchó. Silbé cuando la
piel de gallina me hizo envolver mis brazos alrededor de mí.
―¿A qué familia perteneces? ―La punta de su bolígrafo se cernía sobre la hoja
de papel en blanco.
―¿Eh? ―No pude encontrar una mejor respuesta, pero necesitaba que me lo
explicaran.
―Tu familia, Mackenzie, ¿quiénes son? ―Se retiró y observé las miradas de
todos a mi alrededor. Iban desde la curiosidad hasta el aburrimiento e incluso un
poco de odio si leía esas miradas correctamente.
―Es Grey ―dijo Jonah cuando Sebastian estaba a punto de romper su pluma
por la mitad. Sus fosas nasales se abrieron mientras trataba de controlar su genio.
Podría haber pedido mi apellido en su lugar, cielos.
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más suave que me ayudó a relajarme un poco.
―Vosotros sois los primeros que conozco. ―Me dio una pequeña sonrisa
cuando Sebastian se puso de pie y comenzó a ladrar órdenes.
―¿Pasa algo malo? ―Miré a Jonah, que parecía ser el más sensible de los dos.
Todas las bromas ingeniosas entre nosotros se habían ido.
Hace cuatro años, cuando ocurrió el primer cambio, les pregunté a mis padres
si “hipotéticamente” me convertía en una mujer lobo, qué harían ellos. Lo
ignoraron como si tuviera una imaginación salvaje, lo que sólo me hizo sentir
más frustrada. Llegué al punto en que le rogué a Amy que me encerrara en una
sala de psiquiatría. Pensé que estaba perdiendo la cabeza. Pero después de
mucho calmarme y una tonelada de helado de Chunky Monkey más tarde, acepté
mi destino. Que todas estas inseguridades fueran discutidas de nuevo por estas
personas no era algo que quisiera volver a pasar. No quería preguntarme por qué
o tratar de resolverlo todo. Si me detuviera en ello, sabía que caería en una
depresión de la que tal vez no pueda recuperarme. Tenía suerte de tener a Amy.
Pero este era el último año; me quedaba un semestre antes de la graduación. No
podría lidiar con esto ahora.
Una mujer con curvas alrededor de sus veinte años, se acercó a nosotros.
Llevaba tejanos ajustados y un suéter que mostraba sus activos. Ella no era como
Diana Stone. Se veía con clase.
39
―La pedí, pero no me la dieron ―delaté a los dos lobos que ahora me estaban
fulminando con la mirada.
―Pensé que era Luna. Dijeron que tenías mis cosas. ―Se rio de mi comentario
y no entendí lo que era gracioso.
―¿Así que te sientas aquí todo el día y limpias y cambias pañales? ―No
contuve el sarcasmo pero bien podrían saber que no me iban a convencer.
―Lo siento, Mackenzie. No quise tirar eso sobre ti ahora. Por supuesto, no se
espera que hagas eso todavía. ―Oh, demonios no.
―¿Todavía? Intenta nunca. No soy parte de esta... esta cosa que vosotros
hicisteis aquí. He estado bien por mi cuenta durante casi cuatro años y, para ser
sincera, no me voy a quedar.
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―Como el infierno que tengo. ―Tiré de mi muñeca―. No puedes obligarme
a hacer una miiiier… ―arrastré las palabras al sentir un pellizco en mi cuello.
¿De dónde diablos vinieron? Mi cabeza se sentía pesada y mi boca se secó antes
de que me consumiera la oscuridad y un par de brazos conocidos. ¡El bastardo!
Capítulo 6
41
Los latidos en mi cabeza eran como una noche de micrófono abierto en
Pete’s… sólo un grupo de idiotas que golpeaban sus instrumentos. Unas serias
lagañas me pegaron los ojos para que no pudiera ver bien, pero abrí y cerré la
mandíbula porque estaba muy rígida. Debo haber estado rechinando los dientes
mientras dormía. Cuando me froté los ojos, me encontré cara a cara con lo que se
estaba convirtiendo en una pesadilla habitual: Jonah.
―Nada. Mira, lo sentimos, pero debes entender que nuestra comunidad tiene
un conjunto de reglas que deben seguirse, incluso si no eres Manada. Es así como
son las cosas ―explicó y sus suaves ojos castaños se disculpaban tanto, que casi
lo perdoné por inyectarme con un sedante, dos veces, pero no soy tan indulgente.
Estaba a punto de decirle unas cuantas cosas cuando me di cuenta de nuestra
proximidad y el hecho de que estábamos en la cama juntos.
Se había puesto una camisa para reemplazar la que me había dado, pero
todavía podía ver las crestas finamente marcadas de su cuerpo y los músculos
tensos de sus hombros anchos. Era un espectáculo digno de contemplar y tuve
que sacudir la cabeza para aclarar mis pensamientos. Iban por un camino por el
que no estaba preparada y nuestra cercanía no ayudaba.
Sonrió.
―¿Tu burbuja? ¿Te estoy poniendo nerviosa, Mackenzie Gray? ―Se acercó
más a mí y contuve la respiración. Puso una mano sobre mi cadera y se inclinó
hacia delante para susurrar en mi oído; su cuello me invitaba a mordisquearlo―.
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Deberías saber que los hombres lobo tienen un agudo sentido del olfato, y tú,
Mackenzie, estás empapada de miedo ―comentó, y sentí que sus labios tan
suaves rozaban mi lóbulo de repente sensible.
―¿Te gusta lo que ves? ―Ugh, y él tenía el mismo ego (si no más grande) que
su hermano Jonah.
―¿Tengo que estar aquí para que lo averigüéis? ―En serio, ¿cuál era el
objetivo de mantenerme? No es como si estuviera haciendo algo, podrían dejar
que me fuera.
―¿Dejar que te vayas para poder pasearte por la ciudad? De ninguna manera,
tu pequeño y lindo trasero se quedará aquí ―dijo Jackson y me sentí mal por el
hecho de que pensaba que mi trasero era lindo. No era feo, pero él era un imbécil.
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lugar, mi trabajo de investigación lo debo entregar la semana que viene, no hay
forma de que me haya esclavizado para no entregarlo ―dije con una palabra.
―¿Un trabajo? ¿Al igual que un trabajo escolar? ―preguntó Jonah y puse los
ojos en blanco―. ¿Para qué vas a la universidad? ―dijo como si fuera un
pensamiento extraño.
Ahora me estaba dando cuenta. Tenían miedo de que la gente descubriera que
estaba desaparecida. Estoy segura de que si Amy no estuviera aquí conmigo, ella
habría ido al recinto y se los habría dicho a estas alturas. Tendría a todo el
escuadrón buscándome pronto.
―Voy entre semana después de clase ―le dije con una sonrisa. ¡Chupaos esa,
perdedores!
Me burlé.
―No me importa si me crees o no. ¡Si me mantenéis aquí por más tiempo,
estarán viendo a todo el 1PP metiéndose con vuestros traseros!
Tiré de las mantas y salté de la cama, bajando la franela de Jonah para cubrir
mi trasero.
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ir, entonces iba a hacer sus vidas miserables. Es hora de encontrar a mi chica
interior y llorar y lloriquear sobre todo.
―No tan rápido allí, pantalones inteligentes. El tipo grande está ocupado.
Lamento que Jackson haya herido tus sentimientos ―susurró suavemente en mi
oído y resoplé, tratando de ignorar el cosquilleo en mi vientre.
Sin querer remover la olla, quité su brazo y me aparté. Podía ver dónde podría
verse esto... sospechoso. Jonah ladeó la cabeza en mi dirección y me dirigió una
mirada tan severa que era todo lo contrario del bromista al que me había
acostumbrado a ver. Me encogí bajo su mirada y estaba empezando a pensar que
todos estos lobos tenían cierto aire de dominación.
―Tienes frío ―dijo y me miró una vez que estuve caminando a su lado.
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―S-sí ―mis dientes castañetearon y su rostro se oscureció. Él podría haber
estado molesto conmigo por ser tan débil, porque dudo que estuviera molesto
con alguien más por no cuidarme mejor. Si sólo…
―¿Siempre tienes una réplica para todo? ―demandó y esos ojos azules
helados me congelaron en el lugar.
―No fue una réplica, sólo estaba diciendo, parece que todos corren a cada uno
de tus caprichos ―dije y me encontré con su mirada, igualando su dominio. Me
negué a acobardarme bajo su intensidad y huir con la cola entre las piernas, sin
importar lo temible que pudiera ser… o guapo. Ugh, tenía que dejar de pensar
en él de esa manera. Jonah fue capaz de oler mi miedo quizás pueden oler si estoy
excitada. ¿Eso tiene un olor? Eso era tan loco y un poco asqueroso.
―Eh... ¿puedes darte la vuelta? ―pregunté, pero él cruzó los brazos sobre su
pecho y entrecerró los ojos con más atención. Estúpido.
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―¿Mejor? ―preguntó Sebastian con voz ronca. Le levanté una ceja, pero
continuó―: Vamos, estaba en medio de una llamada telefónica cuando
lloriqueaste ―dijo y me eché a reír. Supongo que tenía sentido del humor.
Lo seguí por un pasillo a través del piso principal y bajé otro par de escaleras
que creo que conducían al sótano. No había nada realmente especial en eso, sólo
se veía como otro piso. Hicimos dos tramos a la izquierda y uno a la derecha
hasta que nos detuvimos frente a una puerta y la abrió sin llamar. Era una oficina
y ya había alguien esperándolo. En el centro de la habitación había un gran
escritorio de roble con un portátil y papeles desperdigados. Dos sillas estaban
frente a él y el pequeño espacio estaba rodeado de estanterías.
Una mujer con un largo y sedoso cabello rubio que se extendía debajo de su
trasero, se encontraba sentada sobre el escritorio con una de sus piernas desnudas
sobre la otra y zapatos de tacón rojos en sus pies. Tenía ojos de gato que se
estrecharon una vez que me vio detrás del gigante que era Sebastian. Todo este
escenario parecía un porno realmente malo. Llevaba una camisa blanca de
hombre con botones que ni siquiera estaba abotonada, sin sostén. Y sí, esta era
mi voz interior mojigata. Esta chica estaba lista para hacer lo indecente y no creía
que ella estuviera esperando a nadie, mucho menos a mí, para arruinar sus
planes.
Ella sonrió.
―Una solitaria, ¿eh? Qué hermosa ―ronroneó y no pude contener una mueca.
No es que me asustara, pero me hizo querer vomitar. A menos que esté leyendo
todo esto mal, ella vino aquí para follarse a Sebastian… posiblemente encima del
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escritorio. Puaj. Ni siquiera pensé en la idea de que él podría tener una novia. Por
supuesto que lo hace, es como tener sexo en un palo.
Rápida nota mental, es mejor que no toque ese escritorio, ni siquiera las sillas;
no sabía cuántas veces “utilizaron” esta oficina.
―Por supuesto, Bash. Por eso estoy aquí... ¿recuerdas? Te escribí para esta
noche, lo prometiste ―gimió y se volvió hacia él. Su trasero con encaje se asomó
de la camisa que llevaba cuando se inclinó sobre el escritorio hacia él. Ew,
asqueroso. Desvié mis ojos al techo porque esto se estaba poniendo muy
incómodo. Si alguna vez hubiera un momento en el que extrañaría a Jonah,
(demonios, incluso a Jackson) era ahora. En este punto, incluso extrañaba la
música de mierda en el Bar de Pete.
―Sí, puedes ―dijo V mientras me miraba con satisfacción con sus ojos de gato.
Hizo un puchero.
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sus fuertes gemidos resonaban en el pasillo.
―Posiblemente ―le dije y la miré con cautela. Tengo que asegurarme de decir
esto correctamente―. ¿Estarías dispuesta a ayudarme?
Se quedó sin aliento, pero no fue una gran sorpresa porque miró a su alrededor
otra vez. Anzuelo, línea y plomo. Antes de que respondiera, sabía que estaba en
el Equipo Kenzie.
―¿Estás segura de que esto es algo que quieres hacer? La Manada podría
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protegerte y ayudarte. No estarías sola ―explicó, y creo que realmente le
importaba si algo me pasaba. No como V; creo que V pensaba que era una especie
de competencia. Lo que no era... Sebastian podía preocuparse menos por mí... de
esa manera.
―¿Un asaltante? Mackenzie, hay cosas peores que un humano con un arma.
¿No lo sabes?
―Sí, sí, lo sé, como el cáncer, los terroristas y el uso de ropa blanca después
del Día del Trabajo. No me importa en este momento, sólo necesito irme a casa.
No puedo quedarme encerrada aquí, me estoy volviendo loca y tengo una vida
allí afuera. No puedo simplemente deshacerme de eso ―le expliqué y parecía
que me entendía. Bueno, al menos hasta cierto punto.
―No me importa, Blu, sólo necesito salir de aquí, aunque sea por un tiempo
―dije porque no había manera de que me dejara atrapar de nuevo. El miércoles
era el comienzo de las vacaciones de invierno y me iba de esta maldita ciudad.
Esperemos que dos semanas sean tiempo suficiente para que sus hocicos se
olviden de mí.
―Oh, no te preocupes, estamos en Dumbo, la ciudad está justo al otro lado del
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East River. ―Como si eso lo hiciera mejor. ¡Me sacaron de mi zona de confort!
¿Cómo diablos voy a llegar a casa?
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―Llámame Kenz y lo haré. Gracias Blu ―le dije con una pequeña sonrisa y
comencé mi viaje hacia el tren A.
Capítulo 7
52
Tuve que agradecer a mis afortunadas estrellas una vez que crucé el puente de
Brooklyn porque me habría vuelto loca si no hubiera podido llegar a casa lo antes
posible. Después de tomar el tren A, cambiar al 6 y bajar en Astor Place, paré un
taxi que podía llevarme directamente a casa. Estaba cansada y de mal humor, y
quería un tazón de helado de Chunky Monkey para ahogar mis males
sobrenaturales. ¿Cómo había cambiado mi vida en un sólo día? ¿Primero con
James y ahora con este asunto de hombres lobo? Esto apestaba.
―¡Oh Dios mío, te he echado de menos! ¿Qué te hicieron? ¿Estás bien? ¿Te
alimentaron? Iré allí y les patearé el culo si no lo hicieran. ¿Te has bañado?
Necesitas…
―Amy, para, por favor. Recupera el aliento ―dije mientras le daba una
palmadita en la espalda. Estaba cortando mi flujo de aire y quería saltar a la cama
y dormir por el resto del año.
―Lo siento... llamaron hace media hora y me dijeron que vendrías a casa.
―¿Quién llamó? ―Me congelé a medio paso hacia mi habitación.
―Ese tipo llamado ¿Joe? ¿Jonah? No lo sé, pero dijo que te fuiste sin decir nada
y que probablemente venías para acá. Quería que lo llamara cuando llegaras
―explicó mientras alcanzaba su teléfono. Tomé su brazo antes de que pudiera
presionar el botón central de su iPhone.
―Dijo que te estaban ayudando con todo el asunto del hombre lobo, pensé...
―se calló y supe que se sentía culpable. Probablemente le pintaron una historia
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de color de rosa sobre ayudarme a hacerle creer que todo estaba bien. Me costó
creer que cayera en ello, más pensaba en ello. Amy no era crédula, pensaba que
todos tenían intenciones ocultas y cuestionaba todo. Era la reina de las teorías de
conspiración.
―Oye, Mackenzie, quiero decir Kenz, llamaba para asegurarme de que estás
bien. Saben que te has ido, así que ten cuidado, creo que están enviando un
equipo para buscarte. Llámame en los próximos cinco minutos si puedes. Adiós.
―Sí, oye ―dije y observé a Amy. Estaba actuando de forma divertida, como
si estuviera en un mal viaje o algo así.
Blu exhaló.
―Estaba muy preocupada. Tal vez veinte minutos después de que te fuiste,
Sebastian salió de su oficina buscándote y cuando nadie te pudo encontrar, este
lugar se volvió loco. Jonah y Sebastian están luchando entre sí y enviaron a tres
equipos a buscarte. Se fueron a Alphabet City, así que si puedes ir a otro lugar,
te sugiero que vayas ―susurró al teléfono.
―Gracias por el aviso, pero necesito tu ayuda con otra cosa. Algo está mal con
mi compañera de cuarto. Sus ojos están dilatados como locos y está actuando
muy graciosa. Cree que yo estaba en rehabilitación de hombre lobo, lo que ella
nunca haría.
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salpica un poco de agua sobre ella y ponla en algún lugar donde haya ruidos
fuertes. Eventualmente saldrá de eso. Pero en serio Mackenzie, debes dejar tu
apartamento, pronto estarán allí.
―Claro ―dijo con un fuerte acento español y fui a la parte de atrás donde
tenían una pequeña oficina y llamé a la última persona a la que nunca quise pedir
ayuda.
―¿James? Oye…
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―¿Kenzie? ¿Estás bien?
―No, no lo estoy. Necesito tu ayuda ―dije y nunca debí haber dudado de él.
Le dije dónde estaba y él ya estaba en su auto y en camino a recogernos antes de
que colgara el teléfono.
―No tienes que quedarte en un hotel, Kenzie, sabes que puedes quedarte
conmigo ―comentó, sus ojos nunca abandonaron la carretera―. ¿Qué está
pasando, de todos modos?
Oh, rayos, no pensé tan lejos, ¿qué le decía? Bueno, James, soy una mujer lobo
y ahora una Manada entera me está buscando porque no pueden tener un
extraviado por la ciudad. Sí, eso es algo que oyes todos los días.
Se burló.
―Diablos, no, ¿qué te hizo pensar eso? ―Se volvió a mirarme una vez que
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redujo la velocidad ante una luz roja y desvié mi mirada hacia la ventana. ¡Esa
zorra! Odiaba haberle creído. Sólo quería superarme. Maldita sea, es inteligente.
Suspiré.
―Bueno, soy una mujer lobo y hay una manada de lobos buscándome, así que
tengo que mantener un perfil bajo. ―Hubo un largo silencio antes de que James
se encorvara, riendo.
―Te lo juro, Kenz, esa imaginación tuya. Si no quieres decírmelo está bien,
pero espero que aprendas a confiar en mí otra vez ―comentó.
A veces lo mejor que se puede hacer es decir la verdad. La verdad siempre era,
hasta cierto punto, ridícula y algo increíble. Nadie quiere saber, sólo quieren vivir
en su burbuja de mentiras. Lo que estaba bien conmigo, porque cuando todo esto
salga a la luz, podría decir con calma, te lo dije.
Capítulo 8
57
Amy y yo pasamos los siguientes tres días escondidas en el apartamento de
James. Eventualmente ella volvió en sí, después de muchas horas de salpicarle
con agua el rostro y cachetearla. Confía en mí cuando digo, no fue una hazaña
fácil. Pasaron unas cinco horas antes de que volviera a ser normal y digamos, si
alguna vez se encuentra con Jonah y la Manada, tendrá algunas palabras para
ellos. Amy estaba enojada. Dijo que irrumpieron en el bar poco después de que
me arrastraron a la camioneta y apenas tuvo tiempo para decirle a alguien o
llamar a la policía. De alguna manera, la obligaron a volver a nuestro
apartamento y allí llegaron a un “entendimiento”. Sí, entendiendo mi trasero.
Pero hasta ahora no los habíamos oído ni visto desde el sábado por la noche y no
podía estar más feliz.
Sólo salimos para tomar nuestras finales y cuando tenía que bajar a la estación,
luego nos dirigíamos directamente al apartamento de James. Tenía razón cuando
dijo que Diana Stone nunca venía de visita. Tampoco la habíamos visto. Hoy era
miércoles por la mañana y no podía esperar para terminar en el recinto y
dirigirme a lo de James para que pudiéramos tomar la carretera de regreso a Cold
Springs y realmente desaparecer por un tiempo. No había escuchado nada de Blu
y no me preocupaba qué nos hubieran hecho… sólo esperaba que ella estuviera
bien. Me sentía como una idiota total por no contactarla y registrarme, pero no
quería arriesgarme.
Salí de mis pensamientos cuando alguien golpeó sus manos sobre el escritorio
en el que estaba sentada.
―No cambies de tema. ¿Por qué seguimos compartiendo el viaje con él? No
es que tengamos un auto y él quiera ir de acompañante ―exigió, y olvidé que no
le había dicho que iba a actuar de novia durante las vacaciones de invierno.
Mierda. Con todo este asunto de lobos me olvidé de los problemas habituales.
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atención. Estábamos trabajando en un caso importante en este momento, por lo
que todos estaban sumidos en el trabajo.
―Bueno, la cosa es... ―susurré y arqueó una ceja. Me tambaleé bajo su intenso
ceño. Con una cadera sobresaliendo, repiqueteó con su pequeño pie derecho,
esperando mi respuesta.
Suspiré.
―Lo siento ―Amy puso los ojos en blanco―. Pero esto es un gran problema
y una tontería total. No le debes ningún favor a ese perdedor.
―Lo acompañaré.
―Recoge tus cosas y vámonos ―dijo, y luché para agarrar mis cosas y
seguirlo.
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El detective Garrett Michaels había sido oficial de la policía de Nueva York
durante doce años y durante los últimos tres años, había sido asignado al
Escuadrón de Casos Mayores. Al comienzo del semestre, su compañero se había
transferido y sacó el palo corto cuando se trataba de cuidar al interno. Al
principio realmente no le gustaba, como mucho, pero me gustaría pensar que he
empezado a gustarle. Con suerte, al menos, necesitaba una calificación
aprobatoria.
―Treinta y dos años, varón caucásico, fue visto por última vez hace dos
noches y probablemente fue sacado de su casa.
Michaels gruñó.
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Gruñí.
―Relájate. Tienes un semestre más conmigo y luego no tengo que volver a ver
tu feo rostro ―dijo, y puse los ojos en blanco.
―¿Mi rostro? ¿Qué tal el tuyo? Tu rostro es tan feo que ni Scooby Doo podría
resolver ese misterio.
―¡No agregues un punto extra! Al final de cada turno cuento para asegurarme
de que no estés haciendo trampa.
Una vez que llegamos al apartamento 7B, llamé a la puerta y esperé una
respuesta.
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Las cerraduras de la puerta comenzaron a abrirse y una mujer con el cabello
castaño salvaje se asomó por la grieta de la puerta.
Tuve que contener mi risa. ¿John Hancock? Ese no podía ser el verdadero
nombre de alguien… estaban jugando con nosotros. Escuché los latidos del
corazón de la mujer mientras hablaba y esperaba.
―S-sí, e-entren ―dijo y abrió la puerta más ampliamente. Sus ojos eran del
tamaño de pelotas de tenis cuando me vio por primera vez―. ¡Tu-ú no puedes
entrar! ―Apuntó un dedo sucio en mi dirección.
Negué.
Con una velocidad que coincidía con la mía, ahora se encontraba a sólo un
paso de mí y podía oler las seis tazas de café que consumió hoy.
―Grey, ¿por qué no recorres el área y ves si encuentras algo? ―Me entregó
un par de bolsas de evidencia y señaló con la cabeza hacia las escaleras.
―¡Espérame en el auto!
―Sí ―le grité en respuesta―. Diviértete con esa perra loca ―murmuré y traté
de contener el impulso de golpear la pared. No podía dejar que mi enojo me
venciera.
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Salí del edificio, me puse mis guantes de invierno y me apreté la bufanda. A
pesar de que no tenía frío, aún tenía que mantener las apariencias. Los inviernos
de Nueva York no debían tomarse a la ligera.
Mierda.
Michaels emergió del edificio con aspecto agotado y molesto, lo que
significaba que no podía bromear con él en este momento.
―Vamos, Grey. Esto fue una pérdida de tiempo ―comentó mientras se dirigía
hacia el lado del conductor del auto.
―Mackenzie, ¡no tengo paciencia para esto ahora mismo, entra al auto!
63
―¿Qué es?
Tomó más de dos horas para que las tropas recorrieran el área y volvieran a
entrevistar a la perra loca de arriba, que supe que se llamaba Jane Hancock. John
era su hijo. Le había contado a Michaels una extravagante historia sobre cómo su
hijo fue tomado por un cambiaformas. Estaba empezando a entender por qué se
había frustrado tanto (a la dama le faltaban un par de tornillos) lo que suena
absurdo viniendo de una cambiaformas, pero toda su historia era loca. Ella dijo
que su hijo era parte Fae, en otras palabras, él es un hada.
Resoplé.
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Era tarde en la tarde cuando regresé al departamento de James, donde
encontré a Amy tendida en su sofá esperándome. Su flamante cabello rojo se
hallaba recogido en un moño desordenado y todos sus tatuajes se encontraban
cubiertos por su ropa de invierno.
―Ya era hora de que tu culo vuelva a casa. No me puedes evitar para siempre,
Kenz.
Me quité el abrigo y aparté las piernas de Amy para poder sentarme a su lado.
―Kenz, estoy feliz por ti, de verdad ―comenzó y me armé de valor para lo
que venía―, pero ¿cuándo ibas a decirme que James vendría a casa con nosotras?
No le debes nada. No le hagas ningún favor al bastardo.
―Lo sé pero…
―¿Qué demonios…
―¡Kenz! ―gritó cuando Jonah, Jackson y Sebastian irrumpieron en el
apartamento detrás de él, llenándolo con sus cuerpos opresivos. Quería reírme
pero tuve que contenerme. James se parecía al nerd que estaba en la escuela
secundaria de pie junto a estos tipos. Pero en este momento no era el momento
de pensar en eso.
―Lo juro, los chicos malos siempre te atrapan justo cuando estás a punto de
hacer tu escapada ―dije mientras levantaba mis manos en el aire. Esto fue una
tontería total. No faltaban ni dos horas para salir de esta maldita ciudad.
―¿Quién diablos son estos tipos, Kenz? ―gritó James y Jackson lo agarró del
cuello de su abrigo.
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―No te hubiéramos encontrado si este perdedor no oliera a ti. ¿Es tu novio?
―preguntó Jackson. No respondí de inmediato porque estaba observando la
reacción de los otros dos hombres lobo en la habitación. Las características de
Jonah se volvieron tan oscuras que traicionaron la sonrisa en su rostro. El labio
superior de Sebastian se curvó en un gruñido, pero eso no era nada nuevo.
Parecía siempre ser amenazante… se veía igual y eso también me hacía enojar.
Por qué debería importarle, tenía a V.
―¿Olor? ¿Qué son chicos, perros? ―preguntó James y mi rostro cayó. Algo
equivocado que decir. Miré a James, que vio mis ojos muy abiertos y se dio cuenta
de que podría haber metido la pata.
Tragué la saliva que había dejado en mi boca seca, cuadré los hombros y me
puse de pie. Estos tontos no iban a intimidarme, bueno, eso es lo que me dije a
mí misma.
―Sí, es mi novio.
Amy chilló como un maldito silbato, James agarró mi camisa como el gallina
que era, y Sebastian y Jackson, agarraron a un Jonah fuera de control. No había
cambiado, pero sus caninos estaban fuera y nos estaba intentando morder…
bueno, principalmente a James, mi supuesto novio.
―¡Ven aquí! ―ladró Sebastian y fue como ver reaccionar a un perro bien
entrenado. En realidad no se inclinó como uno pero detuvo sus acciones; su
pecho subía y bajaba como si le faltara oxígeno.
―Basta con las veintiuna preguntas. ¿A dónde diablos crees que vas,
66
Mackenzie? ―preguntó Sebastian. Lo miré y sus ojos brillaban, no eran del azul
pálido que había visto antes. ¿Qué pasa con estos chicos y sus ojos?
―Me voy a casa. Son las vacaciones de invierno y mi familia me espera para
las vacaciones ―lo mantuve breve y simple. Podían hacer lo peor, pero no había
manera de que me perdiera este viaje a casa. Apenas hablé con mis padres como
estaban las cosas, tenía que aparecer para las vacaciones escolares.
―¿Dónde es casa? ―preguntó con una mano que aún retenía a Jonah.
―¿Y tú eres? ―preguntó Sebastian y ella cruzó los brazos sobre su pecho.
―Sí ―dijo Amy con convicción. Durante los últimos tres años, había pasado
las vacaciones de invierno con mi familia ya que sus padres solían pasar unas
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vacaciones elegantes en Europa y no le prestaban atención cuando estaba allí.
Amy provenía de una familia adinerada, pero su apariencia no era algo que
perdonaran. Con todos los tatuajes y piercings, la descartaron como un error.
Curiosamente, Amy era probablemente una de las personas más inteligentes que
había conocido y estaba en la cima de su clase. Era su pérdida si no reconocían
su brillantez. Ella dirigirá el mundo muy pronto si se sale con la suya.
Amy se giró y levantó una ceja perforada hacia mí. Puse los ojos en blanco,
exasperada. ¿Qué esperaban? No podía ser ingeniosa todo el tiempo, cielos.
―Kenzie, ¿qué diablos está pasando? ―susurró James detrás de mí. Jonah se
lanzó de nuevo hacia adelante, pero Jackson lo tenía bien agarrado mientras
seguía mirando a una inconsciente Amy. Me reí. Estaba totalmente embelesado.
―Lo siento, James, te lo explicaré todo más tarde ―le dije y le puse una mano
en el brazo, dirigiéndolo hacia el dormitorio. Un gruñido vino de alguien detrás
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de nosotros, muy probablemente Jonah, pero no miré para ver quién era. Estaba
nerviosa por dejar a Amy sola con ellos, pero tenía la extraña sensación de que
Jackson la protegería.
―Son policías ―solté y casi puse los ojos en blanco ante mi propia estupidez.
¿Policías? ¿De verdad? Eso es lo mejor que pude hacer... caray.
―Oh, Dios mío, Kenz, ¿estás bien? ―Me dio un fuerte abrazo y lo dejé. Me
hundí en su abrazo y no fue porque me creyó, sino porque todo lo que había
pasado en los últimos días me estaba alcanzando. Necesitaba algún tipo de
consuelo, incluso si era del imbécil que me engañó.
―Estoy bien, sólo quiero llegar a casa para poder alejarme de todo esto
―suspiré en el hueco de su cuello. Besó la parte superior de mi cabeza y con sus
dedos frotó círculos en el centro de mi espalda. Extrañé esto, la familiaridad. Pero
necesitaba eliminarlo, no tiene sentido sentirme cómoda con algo que no era real;
no importa cuánto quisiera que lo fuera.
―Cualquier cosa, Kenzie ―dijo, su voz era tan suave y cálida que quería
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acurrucarme, pero sabía que no era real, es algo a lo que estoy acostumbrada.
―¿Puedes comenzar a empacar tus cosas para que podamos salir pronto? ―le
pregunté porque de cualquier manera, nos íbamos a casa. Ya sea si Sebastian me
dejaba o no, me iba a casa y me iba a alejar de todos los locos de la ciudad.
―¿Todo bien?
70
poco. ¿Qué tan enojado podría estar este Alfa?
Puse los ojos en blanco. Esto era demasiado dramático para algo que ni
siquiera era un gran asunto.
―Todavía no entiendo por qué necesito que me vigiléis como un halcón. Creo
que al menos merezco saber qué está pasando ―dije. Algo estaba mal con todo
este escenario. Tal vez estaban tratando de reclutarme para su manada, pero
tampoco estarían actuando como si yo estuviera en protección de testigos. Algo
sucedía y podría tener algo que ver con esta Cumbre si mi instinto servía.
―¿Me expusisteis? ¿Qué, pasasteis una circular sobre mí? ―Me reí, pero fui
la única.
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desviar sus ojos. Me sorprende que nadie haya notado la escena fuera de Pete’s
el viernes por la noche. Tuve la suerte de tener un trabajo después de todo ese
fiasco. Amy le había dicho a Big John que me enfermé y que estaría fuera hasta
después de las vacaciones de invierno.
―¿Y qué? ¿Me buscan otros lobos? ―pregunté y me pregunté qué otras
Manadas podrían estar establecidas en la ciudad de Nueva York.
―No, pero los lobos solitarios son un juego justo para los vampiros y otras
criaturas de la noche.
Me atraganté con mi saliva mientras los miraba a los tres, esperando que
estuvieran bromeando.
―¿Vampiros? ¿De verdad? ―le dije poco convencida. Esto no podía ser real...
bueno, yo era una mujer lobo, así que tenía sentido, pero no, todavía no lo creía.
―¡Oh, Dios mío, Kenz, esto es como Crepúsculo! ―Jesús jodido Cristo. Dios,
espero que ella no me haga ver esa película otra vez.
―Bájalo un poco, ¿quieres? ―le dije a Amy y traté de parecer relajada, algo
que estaba muy lejos de estar. Es fácil bromear acerca de estas cosas cuando eres
ajena a las verdades. Siempre especulé, pero nunca pensé que fuera posible (lo
cual era indignante, considerando lo que soy), pero cuando eres ignorante, es
fácil fingir. Ahora, no tanto.
―Lo siento ―me dijo en voz baja y asentí. Sabía que no tenía la intención de
emocionarse, si yo fuera ella también lo haría, pero desafortunadamente no era
ella, soy yo.
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Capítulo 9
73
Cargamos el Prius de James con las pocas cosas que habíamos tomado de
nuestro apartamento. Jonah nos seguiría allí en un 4Runner golpeado en el que
había venido, mientras que Sebastian y Jackson regresaron a Brooklyn en tren. El
viaje fue en su mayoría tranquilo, sin que nadie quisiera hacer preguntas o hablar
de los tres brutos que nos habían visitado. Principalmente porque James estaba
cerca y no había forma de que le dijera nada, lo que hizo que este viaje estuviera
lleno de resoplidos, suspiros y movimientos en nuestros asientos… incómodo.
―Mackenzie Grey, por favor, no andes por las ramas, apestas en ello ―me
interrumpió.
Suspiré.
―Está bien, está bien, si alguien pregunta, James y yo todavía estamos juntos,
¿entendido? ―le dije, saltándome la basura. Debería saber mejor como endulzar
las cosas con Amy o con cualquier otra persona.
―¿Qué? ―O tal vez debería haberlo hecho―. ¿Estás loca? ¡Ese pedazo de
escoria!
―Ese bastardo te engañó con la Barbie inflable ¿y vas a seguir su juego para
que no se lo cuente a Nana? ―exclamó y no había necesidad de entrar en detalles
con ella. Lo descubrió. Esta iba a ser la cuarta Navidad de Amy con nosotros y
conocía a los Carson. James era el único chico en una familia llena de mujeres y
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lo cuidaban como un halcón. Si no fuera porque él y yo habíamos sido los mejores
amigos desde que teníamos cinco años, no creo que me hubieran aceptado. James
rara vez tenía novias en la escuela secundaria, pero cuando las tenía, nunca
duraban. Si las hermanas no las hacían llorar y correr hacia las colinas… Nana lo
hacía.
―¡No la engañé! Y Diana no es una… está bien, no fui infiel, ¡lo juro!
―Bueno, tenemos que vender esta actuación, por lo que es posible que se
requiera cierto agarre y abrazos. Tal vez incluso un beso o dos ―comentó
tímidamente.
―Tienes que estar jodidamente bromeando ―dije entre dientes. Será mejor
que esté bromeando porque estaba a punto de perderlo. Esto no era parte del
trato y no hay forma de que lo acepte―. Podrías decirles la verdad cuando
lleguemos, porque nunca acepté eso.
―Es posible que no hayas aceptado, pero deberías haber sabido que
tendríamos que hacerlo, Kenz. Mi familia nos ha visto juntos, incluso antes de
salir. Saben lo cercanos que somos.
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―Nada de besos, James. Agarrar la mano y muy pocos abrazos ―dije y me
retiré a mí misma por el resto del viaje mientras Amy y James discutían. Ojalá
hubiera ido con Jonah.
Tan pronto como vi el cartel que decía “Bienvenidos a Cold Springs”, sonreí
ante la ola de alivio que se estrelló contra mí. Veinticuatro horas antes, no estaba
segura de llegar a casa. No era muy cercana a mis padres, no había nada malo en
ellos, los amaba incondicionalmente y, a veces, los extrañaba más de lo que
normalmente haría. Sólo había una pequeña desconexión, supongo. Hablamos lo
mínimo posible y nos veíamos sólo para los recesos de verano e invierno.
Llamaba una vez a la semana para registrarme y las conversaciones nunca
duraban más de quince minutos. A diferencia de mi hermano Ollie, podía hablar
con él durante horas.
―¡Shhh! ―le dije a Amy y James. Todavía estaban en la garganta del otro y
no quería parecer sospechosa.
Mi madre y mi padre salieron por la puerta principal de nuestra pequeña casa
de ladrillos. Mi padre usaba su camisa de manga larga y sus pantalones de
mezclilla, y mi madre lucía un par de pantalones de mezclilla y un suéter rojo.
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―No estuvo mal, el tráfico fue sorprendentemente ligero ―comentó James
mientras estrechaba la mano de mi padre y abrazaba a mi madre, levantándola
sobre sus pies. Capté a Amy poniendo los ojos en blanco, así que le di un codazo.
―Bueno, eso es bueno. ¿Y por qué está Amy tan tranquila allí? ―Mi padre
miró alrededor de James y ella se acercó a saludar a mis padres también. Amy
era diferente en apariencia, pero a mis padres no les importaba, en todo caso, la
amaban como si fuera uno de los suyos.
―Bueno, os veré más tarde, mejor me voy a saludar a mis padres ―comentó
y nos saludó mientras caminaba al lado a su casa.
Entramos y nos sentimos tan cálidos y acogedores. Nada especial y olía a gente
vieja, pero a mí me encantaba. Estaba en casa.
―¡Amy, dile a mi hermano que me suelte! ―grité para que Jonah pudiera
escucharme. Habíamos dejado la puerta de entrada abierta, así que me hallaba
segura de que él estaba mirando y pensó que estaba en peligro. No entró…
supongo que recibió el mensaje.
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estaba en el Ejército. De pie con un metro noventa y ocho de altura, es todo
músculo y bulto. Se puso delante de mí con su uniforme de ACU, por lo que
también debía acabar de llegar.
Durante las siguientes dos horas, hasta que la cena estuvo lista, Ollie, Amy y
yo estuvimos en mi habitación y nos pusimos al día con la vida, bromeando y
hablando mierda. Había pasado al menos un año desde la última vez que lo vi.
Ollie era unos dos años mayor que yo, así que siempre nos llevamos bien y
teníamos el mismo círculo de amigos.
―Que manera de ser discreta ―la fulminé con la mirada y luego me volví
hacia mi hermano―. Es complicado. ―Traté de evitar sus ojos porque mi
hermano me protegía. No lo parecería para un extraño que mirara porque
bromeábamos mucho, pero a menos que quisieras caerle bien a Ollie, era mejor
que te comportaras bien conmigo.
―No, vamos a hablar de eso ahora. Amy, ¿qué hizo? ―Se puso de pie en un
instante. Mierda.
―Fue infiel y ahora la tiene fingiendo que todavía están juntos por Nana.
―Esa pequeña chismosa.
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Agarré la manga del suéter en el que se había cambiado, y con un estallido de
mi fuerza de lobo, lo detuve, parado entre él y su destino.
―¡Ollie, para! No puedes hacer esto. Tengo edad suficiente para manejarme,
por favor, estoy bien ―dije, pero vi la furia en sus ojos. Después de todo, yo era
su hermana menor. Si una chica rompiera su corazón, yo también querría darle
una patada en el culo.
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―Es un amigo al que invité ―Amy salvó el día―. No tenía a nadie con quien
pasar las vacaciones, así que le dije que nos acompañara.
―Oliver Grey.
―Jonah Cadwell. ―Se estrecharon las manos y sentí que podía respirar una
vez más. Jonah estaba a punto de preguntar qué estaba pasando de nuevo,
cuando le di a mi hermano “la mirada”. Él sabía lo que significaba: Mantén tu
boca cerrada.
―Mi error. Mi encantadora hermana sabe cuánto odio... a su novio ―dijo con
una sonrisa tensa―, esperaba que ella ya le hubiera dado una patada en el culo.
―No estaba muy lejos de la verdad. Ollie nunca había tenido cariño por James,
dijo que parecía demasiado poco confiable y, desafortunadamente, tenía razón.
Jonah sonrió.
―Gracias, eso suena genial. ―Jonah nos dio una sonrisa de megavatios y no
pude esperar para acorralarlo cuando estuviéramos solos. Iba a lamentar el día
en que nació... o al menos obtendría una buena patada en sus pelotas y correría.
―Le dije a Gary que me reuniría con él en Pizza Angelina’s antes de la cena,
pero no creo que esta conversación haya terminado ―dijo mi hermano mientras
me estrechaba los ojos. Asentí y comenzó a caminar por la calle. Sabía que no se
encontraría con Gary, su mejor amigo de la escuela secundaria. Mi madre me
había dicho que no podría asistir a las vacaciones de este año. Pero mi hermano
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necesitaba desahogarse, así que no iba a discutir y sólo darle el espacio que
necesitaba. Ni siquiera había estado aquí un día y el drama ya había comenzado.
Genial, la tormenta de mierda me siguió desde la ciudad.
Los tres nos quedamos allí incómodamente, o al menos Amy y yo. Jonah
parecía un maldito modelo de pasarela. El bastardo.
―Sí, ¿por qué no vas con wolfey y yo me pongo al día con Ollie? ―dijo Amy,
la traidora. Mis ojos se ensancharon. Quería que dejara de caminar, pero sólo me
guiñó un ojo y me dio la espalda.
―¿Wolfey?
―No preguntes ―gruñí y caminé hacia su auto. También podría terminar con
esta mierda.
―Bien. Por cierto, me gusta tu hermano. Parece que... oh, cómo debería decir
esto... parece que tenemos mucho en común ―sonrió.
Una vez que nos acomodamos en el SUV, me di la vuelta y lo miré.
―Vamos a despejar el aire en este momento porque no soy buena con las
insinuaciones. ¿Cuál es tu asunto conmigo? ―pregunté. Amy tenía razón, odiaba
andar por las ramas. Iba directo al punto y no por mi personalidad, sino porque
no tenía en cuenta las señales sociales. Alguien podría estar enojado conmigo y
no lo sabría; no importa cuántas pistas dejaran caer. No le prestaba atención, pero
con Jonah, incluso Sebastian, sentía que estaba fuera de lugar. No me gustaba
adivinar o jugar a Nancy Drew.
Me observó, pero en lugar de decir lo que tenía en mente, giró la llave del
contacto y se apartó del bordillo. Si pensaba que iba a dejarlo pasar, no sabía lo
molesta que podía ser a veces.
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―¿Hola? Te hice una pregunta ―dije cuando giró hacia la ciudad, lejos de mi
vecindario.
―No ahora, Mackenzie ―dijo. Desafío aceptado. Pasé los siguientes quince
minutos de viaje a Kittleman House donde se alojaba, repitiendo: “¿Qué tal
ahora?” Podía ver la vena en su cuello cada vez que sonaba mi voz. Canalicé mi
Diana Stone interior y, al ver el rostro tenso de Jonah, tenía el mismo efecto sobre
él que sobre mí. Estaba molesto. ¿Cómo lo manejaba James?
Aparcamos y seguí a Jonah dentro del bed & breakfast, todavía haciendo la
misma pregunta, hasta que subimos a su habitación y él cerró la puerta.
Con gran fuerza, agarró mis hombros y me golpeó contra la pared. Si hubiera
sido humana, habría sido herida, pero no me desconcertó. Antes de que pudiera
detenerlo, su boca estaba en la mía, obligándome a abrirme para él. Me acurruqué
contra la pared y me abrazó por la cintura. Era contundente pero gentil al mismo
tiempo. Sus manos se deslizaron hacia mis muslos y detrás de ellos,
levantándome, envolviendo mis piernas alrededor de él, caminó hacia atrás hacia
la cama. Con una mano todavía aferrándose a mí, pasó la otra por mi cabello y
tiró de él mientras tiraba de mi labio inferior, haciéndome jadear. Me pellizcó la
barbilla y me bajó hasta que mi cuello y mi espalda se arquearon por la sensación.
Me quedé aturdida mientras mis entrañas se arremolinaban con un sentimiento
desconocido que me impidió detener esto mucho antes.
Agarré el cabello de Jonah y lo aparté. Sus ojos marrones brillaron dorados
mientras me miraba con un hambre que James nunca mostró. Con mis propios
ojos bien abiertos, traté de recuperar el aliento. Esto estaba mal en muchos
niveles.
Su boca bajó sobre la mía una vez más, y un gruñido recorrió su pecho. Jadeé
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por respirar mientras apretaba mis piernas alrededor de su cintura y lo hacía
rodar sobre su espalda. Me recliné contra él y sus gemidos electrificaron mis
sentidos. Mis manos vagaron por su cabello y quería más. Nuestros besos se
intensificaron, nuestra respiración se volvió más pesada y nuestras manos
ansiaron piel. Lo quería tanto en mi interior que dolía y que ni un beso o un toque
eran suficientes para satisfacer mi deseo.
Sin aliento, miré sus ojos dorados y sin ver los míos, supe que mis ojos también
habían cambiado de color. Podía sentirlo.
―Jonah... ―susurré―. Algo está mal. ―Rodé mis caderas e incliné mi cabeza
hacia atrás.
―No, nena. Nada está mal. Es tu lobo. Ella también me desea a mí.
Ella no podía tener tanto control sobre mí, ¿verdad? No, no, no puede. Es
inexistente aparte de los tres días de la luna llena. Y ahora... ahora me estaba
convirtiendo en alguien que no era. No era el tipo de chica que, no sé, hacer este
tipo de cosas. Soy una mojigata.
Jonah caminó hacia mí con precaución, con las manos en alto, y se mantuvo a
una buena distancia de mí.
Me burlé.
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Sacudió la cabeza.
―Sí, lo hice. No lo sabes, pero lo hice. ―Se cubrió la boca y parecía como si
estuviera pensando en qué decir a continuación. Su cuerpo magro se hundió―.
Aunque han pasado casi cuatro años, todavía eres un cachorro. No fuiste criada
por una manada o incluso por otro lobo, por lo que no entiendes la relación que
tienes, o deberías, con el lobo. Lo sabía y aun así te perseguí. Estuvo mal.
―Parecía avergonzado y aunque entendía lo que estaba diciendo (y sí, si es
verdad, entonces debería darle un puñetazo en el rostro) pero no quería hacerlo.
―Lo sé. James ―dijo, y caminó hacia el otro lado de la habitación donde estaba
su bolso de viaje intacto.
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En cuanto les di a todos las buenas noches y mi cabeza golpeó la almohada,
me dormí como si hubiera bebido una botella de NyQuil. Creo que una ventisca
podría haber llegado y no me hubiera movido.
Bajé a la sala de televisión donde encontré a Jonah cambiando canales. Era con
la última persona con la que quería tratar después de ayer y lo incómodo que
habíamos estado el uno con el otro después. Estaría mintiendo si dijera que no
me sentía atraída por él. Estaría ciega si no lo estuviera. Todo acerca de él era
cálido y confuso, quería acurrucarme con él. Ni siquiera me hagas empezar
cuando sonríe, ese hoyuelo salta y sólo quería lamerlo. Oh Dios... ¿qué demonios
estaba mal conmigo?
―Buenos días ―dije mientras me sentaba en la otra tumbona vacía frente a él.
―¿Cómo dormiste? ―El futón en el sótano era tan antiguo como Moisés. Me
sorprendió que todavía lo tuviéramos.
―Bien, bien.
―No. ―¡Ugh!
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―Jonah deja de ser cortante conmigo. Si estás enojado sólo dímelo. No vas a
herir mis sentimientos, simplemente no quiero jugar al gato y al ratón contigo.
―¿Sabes qué? Lo que sea, no me importa. Mejor aún, voy a llamar a Sebastian
y decirle que envíe a otra persona para que puedas regresar a la ciudad. Es obvio
que esto no va a funcionar. ―Me levanté y comencé a dirigirme a las escaleras
para tomar mi teléfono.
―Sí. Bash envió un equipo aquí ayer y nos alternaremos. Estaré fuera de tu
vista en poco tiempo.
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―¿Hola? ―llamé y me dirigí a la cocina donde la madre de James, Cindy,
estaba con Nana.
―Ey Nana, lo siento. Ayer no me sentía muy bien, así que no quería venir y
ser una aguafiestas ―grité para que pudiera escucharme. Ella odiaba usar su
audífono. Me acerqué a la señora Cindy y la besé en la mejilla. Entre las dos,
criaron a los cinco hijos de la señora Cindy. Su esposo había muerto de cáncer
cuando James, el más joven, tenía sólo diez años.
―Sandeces, aun así deberías haber venido a ver a esta anciana ―dijo Nana y
fui a sentarme a su lado.
―Se acaba de despertar, creo que está en la ducha ―dijo Cindy y continuó
lavando los platos.
―¿Jóvenes? ―Se burló―. Tenía diecisiete años cuando me casé con tu padre,
ahora eso es joven.
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pensamiento indignante como lo era ahora.
Después de lo que pareció una eternidad, James bajó a la cocina con un suéter
de cuello alto que me dio ganas de poner los ojos en blanco. Es un perdedor.
―Buenos días ―gruñí y traté de no sonar enojada. Lo cual fue un poco difícil
porque nunca fui buena en fingir el estar triste.
―¿Qué han planeado los dos tortolitos para hoy? ―preguntó Cindy. Era
Nochebuena, así que casi todos estaban en Main Street preparándose para el gran
festival de mañana. Pensaba que íbamos a echar una mano, pero parecía que
James tenía otras ideas.
Una vez que salimos de la casa y al menos a una manzana de distancia, usé un
poco más de fuerza de lo necesario y aparté a James de mí. La bola de mala
muerte. Había estado tomando mi mano desde que nos fuimos y quería un
suministro de desinfectante de manos de por vida en este momento.
No estaba mintiendo cuando dijo que había llamado antes. Pensé que sólo era
una tapadera que le soltó a su madre y que nos separaríamos una vez que
bajáramos a Main Street, pero, efectivamente, nos recibió una de las camareras y
nos llevó a una de las mesas del restaurante.
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El restaurante y pizzería Angelina’s no era un lugar muy lujoso, pero en mi
opinión, era el mejor restaurante de la ciudad. Y James lo sabía. Podía comer aquí
todo el día todos los días, y ahora que no subía de peso como solía hacerlo, la
idea no parecía tan descabellada.
Una vez que se fue, miré a James, que estaba revolviendo el azúcar en su café
como si estuviera batiendo mantequilla.
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nunca se equivocaba. Quería creerle porque James era el único hombre con el que
había estado. Me sentía cómoda con él. ¿Podríamos retomar donde lo dejamos?
¿Y qué pasa con su pulso? Hay algo que no me está diciendo. Algo que está
ocultando.
―Planeo romper con ella. Me siento mal por hacerlo durante las vacaciones
―dijo, su corazón latía más rápido―, lo haré tan pronto como regresemos a la
ciudad y antes de que comience el semestre. ―Se humedeció los labios
nerviosamente y arqueé una ceja. No, no lo hará.
Terminamos nuestra comida y James pagó la factura. El camino a casa fue más
tranquilo de lo que fue durante el almuerzo, pero lo preferí. Necesitaba que me
dejaran sola con mis pensamientos. Necesitaba entender lo que iba a decir y cómo
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mantener la calma. No importa lo tranquila que pude estar al principio, la ira del
lobo parecía hacer siempre una aparición. Esta era una situación delicada que no
quería arruinar con mi temperamento. No podría ser imprudente.
James alcanzó mi mano y lo dejé. Caminamos a casa, mano con mano, y quería
marinarme al sentirnos tocándonos por última vez, porque así sería. No podía
dejar que esta pequeña farsa siguiera por más tiempo.
Estábamos casi en mi casa cuando me agarró la mano y me atrajo hacia él. Con
su mano libre enredada en mi cabello, estampó su boca contra la mía. Mis brazos
quedaron atrapados contra nuestros pechos y traté de alejarlo sin usar ninguna
fuerza extra, pero James no estaba captando la imagen. Fruncí mis labios en una
delgada línea, pero aun así él estaba tratando de obligarme a besarlo. Sin otra
opción, y con un poco más de poder del necesario, me aparté de él.
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desesperada como para dártelo. ¡Te equivocas! Deja de ser tan perro y sólo
cuéntales sobre Diana. ¡De todos modos, nunca planeaste romper con ella! ―grité
y su rostro se puso rojo como una remolacha.
―¿O qué, Mackenzie? ¿Me vas a pegar? ¡Adelante, haz lo mejor que puedas!
―dijo y se acercó tanto que prácticamente nos estábamos tocando.
―James ―gruñí con cautela. Podía sentir al lobo burbujeando hasta la cima y
Amy no estaba alrededor para calmarme.
―Me follé a Diana por tu culpa. Lo había estado haciendo durante meses ―se
burló y esa fue la última gota.
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mí. Mis huesos se detuvieron por un momento y luego comenzaron a
reorganizarse de nuevo a la normalidad. Con mi adrenalina bajando de su altura,
sentí todo el dolor y el dolor de la verdad y las lágrimas de agonía, tanto física
como emocional, me recorrieron. Una vez que terminó, me puse en la acera en
posición fetal, temblando con sudor frío. Mi ropa se había estirado y mis tejanos
se habían desgarrado en ciertas partes. Estaba demasiado cansada y herida para
preocuparme o tratar de ocultarme. Jonah se inclinó sobre mí, me levantó del
suelo y me llevó a mi casa. Dejé caer mi cabeza sobre su ancho hombro y cerré
los ojos. El miedo a lo que podría haber hecho se hizo cargo y la culpa siguió en
tropel.
Cuando supe por primera vez que era una mujer lobo, estaba aterrorizada de
ser un peligro para las personas que me rodeaban. Me consideré un monstruo y
una vez que aprendí la rutina de mi loba y sus desencadenantes, acepté en lo que
me había convertido y aprendí a vivir mi vida en torno a esas restricciones. Sí,
me volví más agresiva y más solitaria de lo que solía ser, pero estaba bien. No me
sentía mal por mí misma siempre y cuando todos los que me importaban
estuvieran a salvo. ¿Pero ahora? Esa depresión monstruosa que había tenido hace
muchos años me inundó y no creía que podría manejar eso de nuevo. Era un
momento oscuro que preferiría no volver a visitar.
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―¿Qué pasa con ese imbécil? ―dijo con fuerza.
Jonah me miró, sopesando sus opciones, pero se dio cuenta de que estaba
preocupada por haber lastimado a James más que a sus heridas físicas, si eso
tiene algún sentido.
―Vuelvo enseguida.
Sólo se había ido por unos diez minutos antes de regresar. Al menos así lo
creía, estaba dormitando cuando escuché que la puerta del sótano se abría y
volvía a cerrarse.
Sacudió la cabeza.
―El idiota está bien. Sólo tuvo una pequeña conmoción cerebral. Lo metí a
hurtadillas en su casa y lo dejé en su habitación para que la durmiera ―explicó
y mis ojos se ensancharon.
―¡Jonah! ―chillé―. Si tiene una conmoción cerebral, no puede dormir ―traté
de insistir en lo importante que era, pero no tenía la energía.
No sé por qué me sentí tranquilizada por eso. No debería haberlo hecho, pero
si dijo que James iba a estar bien, entonces le creía.
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―Es complicado ―dijo y miró hacia otro lado―. Déjame hacerte una pregunta
primero... cuando llega la luna llena, ¿a dónde vas para cambiar? ―se volvió para
mirarme y era todo negocios.
―Lo siento ―dijo, pero todavía estaba vacilante―. ¿Alguna vez corres?
Sacudió la cabeza.
Oh. Sacudí la cabeza y la mirada que me lanzó me hizo añicos en mil pedazos.
Ya no podía ver su hoyuelo y algo del color de su rostro se había drenado. Eso
no fue lo peor de todo. La mirada de decepción y lástima me deshizo. ¿Por qué
importaba?
―¿Ella desaparece? No, debes dejar salir al lobo y estar libre esos días, si no,
ella saldrá en momentos como este y podrías poner a la gente en grave peligro.
―Tomó su teléfono y presionó algunos botones.
―¿Cómo se supone que voy a hacer eso en la ciudad? Si la dejo vagar por ahí,
realmente pondrá a las personas en peligro. Si ella quiere correr, puede correr en
la jaula. Es bastante grande ―dije y supe qué estúpido sonaba antes de que lo
dijera.
―La próxima luna llena, vas a cambiar conmigo. Y nos vamos a deshacer de
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esa jaula. ¿Era allí a dónde ibas cuando te encontré? ―Me preguntó y me había
olvidado por completo de nuestro primer encuentro durante la última luna llena.
―¿Ligado a la Luna?
―Lo hacemos. Pero no es porque tengamos que hacerlo, es como una gran
fiesta para esos tres días ―dijo y pude escuchar el orgullo en su voz. Le gustaba
ser un hombre lobo. Envidiaba eso.
―¿Dónde? No me puedo imaginar en el almacén.
―Tenemos una finca en Little Falls, Nueva York, con más de cien acres de
tierra. Todos nos reunimos allí y tenemos barbacoas y hogueras; es muy
divertido. Te gustará.
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imaginaba limpiando detrás de un marido y haciendo saltar a los pequeños bebés
de hombres lobo de izquierda a derecha. No estaba hecha para ser ama de casa,
no está en mi naturaleza y probablemente nunca lo estará.
―¿Quién?
―Los Ancianos. Te conté sobre las cumbres de Estados Unidos y Europa, pues
son Ancianos que son como un consejo y gobiernan a los lobos en todo el mundo.
Sebastian estará obligado a hablarles de ti. Es por eso que se convocó una cumbre
estadounidense... por tu culpa.
No sabía qué decir a eso. No querría irme de Nueva York, pero si tuviera que
hacerlo, para seguir viva, lo haría. ¿Realmente quería un montón de lobos
dictando mi vida? No parecía justo. No es como si hubiera nacido en esto o
tuviera la opción de ser quien soy.
―Estaba a punto cuando te vi afuera... ¿qué fue eso? ¿Sabías que te estaba
engañando? ―Podría haber seguido mintiéndole, pero eso me haría parecer
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estúpida. ¿Cómo una chica tan testaruda como yo acepta a alguien que le es
infiel? Sí, no sonaba creíble.
―Porque está saliendo con una estrella porno y tiene miedo de decírselo a
Nana ―indiqué y sus ojos se ensancharon―. Está bien, ella no es realmente una
estrella porno, pero se parece a una.
Después del Cambio, me puse difícil, no la chica afortunada que era antes. No
es que yo también estuviera siempre alegre, pero no era tan impulsiva. Que él la
haya estado follando por meses, era doloroso. No pensé que era tan malo... ¿o sí?
¿Cómo no me había dado cuenta?
―¿Te vas?
Sacudí la cabeza sin abrir los ojos. Era una verdad que no podía admitir en voz
alta. Posiblemente debido a lo que sucedió, pero no quería que se fuera de mi
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lado. Me acurruqué cerca de él e inhalé. Olía a bosque y jabón; lo que era peculiar
ya que vivimos en la ciudad. Era un buen olor, podría acostumbrarme.
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Jonah y yo pasamos el resto del día encerrados en el sótano. Evité a todos los
que pudieran preguntarme qué estaba mal. Afortunadamente, teníamos una
vieja TV con una videograbadora y un montón de películas de los 90 para ver, lo
cual hicimos mientras nos abrazábamos en el viejo futón oxidado. Él no intentó
nada y me alegré. Nos acercamos pero no me estaba presionando y lo aprecié.
No estaba lista. Cuando finalmente revisé mi teléfono, vi un montón de mensajes
de texto de mi familia preguntándome donde estaba. Como había sido víspera
de Navidad, me perdí la cena con la familia de Carson, lo cual me ganó un
montón de textos enojados de James. Sólo le envié un mensaje a Amy antes de
irme a dormir para hacerle saber dónde estaba y que todo estaba bien. Ella no
respondió, pero sabía que lo recibió. Amy sabía cuándo retroceder y ahora era
ese momento.
Era la mañana de Navidad y podía oler la salsa espesa que mi madre estaba
haciendo en la cocina. Olía glorioso y contaba con comer al menos una bandeja
llena de galletas. Jonah se movió detrás de mí y gimió cuando intenté alejarme.
―¿A dónde vas? ―dijo, y fue silenciado desde que su rostro estaba metido en
mi espalda, su agarre alrededor de mi cintura se tensó.
―Tengo que ir arriba y decir Feliz Navidad ―comenté y me volví hacia él―.
Por cierto, Feliz Navidad, Jonah. ―No abrió los ojos, pero ese hoyuelo en su
mejilla asomó y sonreí.
―¿Qué pasa?
100
Le sonreí. Era exactamente lo correcto para decir. Con Jonah, no necesitaba
decirle lo que necesitaba, él ya lo sabía.
―Escucha, mi madre hace un gran desayuno, así que date prisa antes de que
mi hermano y yo nos lo comamos todo. Si tienes el mismo apetito que yo,
entonces necesitas arrastrar el trasero ―comenté y me dirigí escaleras arriba.
Cuando abrí la puerta del sótano, tuve que entrecerrar los ojos y dejar que se
ajustaran al brillo de la habitación. Era por la mañana pero había estado atrapada
en la oscuridad desde ayer y no había visto la luz en lo que parecieron siglos.
Con mi mano levantada para cubrir mis ojos sensibles, arrastré mi cuerpo
cansado a través de la sala de televisión a la cocina de donde todo el ruido venía.
Entré para ver que mis padres, mi hermano, y Amy ya estaban comiendo.
Maldición.
La besé en la mejilla.
―Me conoces tan bien ―y les deseé a ella y a todos los demás una Feliz
Navidad.
―¿Dónde estabas, cariño? James vino a buscarte ayer ―preguntó mi padre
con la boca llena de galletas y salsa espesa.
―¡Ya era hora! ―dijo Ollie y golpeó su puño en la mesa del comedor.
―Eso está bien, cariño. Las cosas pasan por una razón ―dijo mi madre con
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una sonrisa tensa y no estaba segura de si estaba feliz o decepcionada. Mis padres
nunca expresaron sus pensamientos sobre mi relación con James, pero les
gustaba lo suficiente.
Asentí, no queriendo abrir una lata de gusanos tan temprano por la mañana,
y me senté junto a mi mejor amiga.
―Buenos días ―dijo Jonah mientras doblaba la esquina hacia la cocina. Ollie
tomó la delantera e hizo las presentaciones oficiales a mis padres que todavía no
lo habían conocido formalmente. Jonah abrazó a mi madre y me sorprendió verla
sonreír de oreja a oreja al verle. Oh buen señor. Él vino y le dio unas palmaditas
a mi hermano y a papá en la espalda. Fue extraño ver a Jonah aquí y mezclándose
con mi familia como si nos hubiera conocido durante años. Amy me estaba
mirando y pude ver las ruedas en su cabeza girando y conectando los puntos.
Una vez que la vi sonreír, supe que pondría las cosas juntas, pero su versión
probablemente sería sucia, mientras que la nuestra era al menos PM-13.
Una vez que todos estuvimos bañados y vestidos, bajamos a Main Street para
el pequeño desfile. Mientras mis padres se ofrecieron voluntariamente durante
las festividades, el resto de nosotros disfrutábamos del festival y le mostré a
Jonah de qué trataba la pequeña ciudad.
Sin saber que era un hombre lobo, era fácil distinguir el tipo de persona que
era. Le gustaba bromear pero su lenguaje corporal decía todo lo contrario. Sus
hombros siempre estaban tensos y sus ojos estaban en constante alerta. Hablaba
como si estuviera relajado, pero era por el espectáculo. Me hizo preguntarme qué
hacían estos lobos para vivir que los hacían tan paranoicos.
―¿Tienen algo entre ellos? ―preguntó Jonah mientras los seguíamos un poco
más atrás.
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Casi me ahogué con el chocolate caliente que había comprado.
―Lo intento.
Nos pusimos al día con Amy y mi hermano y nos subimos a uno de las dos
plazas en el carrusel. Amy se subió a un elefante y Ollie estaba montado en un
caballo, gritando ‘yah’ y abofeteando su trasero como si fuera real. Esos dos, lo
juro, eran simplemente ridículos. No había ni un hueso maduro en sus cuerpos.
―Sólo ríe. Pasará tarde o temprano si seguimos pasando el rato con estos
maniquíes ―dije y las compuertas se abrieron. Jonah se echó a reír, limpiándose
las lágrimas de la esquina de sus ojos
―¿Qué está mal con esos dos? ―preguntó entre ataques de risa.
―Somos niños en cuerpos de adultos, eso es lo que está mal.
Él suspiró.
―Le molesta que parezca que no te tomas muchas cosas en serio. Yo, por mi
parte, lo encuentro atractivo ―dijo y su hoyuelo asomó.
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veces decía cosas tontas, pero… así es como era. No quería vivir el resto de mis
días en la miseria constante. Incluso cuando los tiempos eran difíciles, tenía que
bromear al respecto para hacerme sentir mejor, si no el lobo se hacía cargo. ¿Por
qué obsesionarse? Supongo que no todos lo entendían y necesitaba aprender a
estar bien con eso. Necesitaba aprender que a Sebastian simplemente no le
gustaba.
―No estoy enfadada… ¿tal vez un poco molesta? No lo sé, supongo que nunca
pensé que le molestaría tanto a alguien lo que hago con Bash.
Sacudió la cabeza.
―No es eso, Kenz. Sebastian tiene que ser serio porque es el alfa. Las vidas de
todos los miembros de la Manada confían en él. Él no tiene la opción de estar
libre de preocupaciones.
Se aclaró la garganta.
104
Bajamos del carrusel y aceleramos para alcanzar a Amy y a Ollie que corrían
hacia la máquina de algodón de azúcar.
―Jackson quiere ser Alfa, pero mi padre tiene muchas esperanzas en que
cambie de opinión. Ambos no podemos ser Alfas con mi padre sentado en el
consejo. Sería un conflicto de intereses y los lobos podrían pensar que estábamos
tratando de tomar el control. Los lobos son muy sensibles y territoriales, es una
pendiente resbaladiza ―dijo mientras alcanzábamos a la otra mitad de nuestro
grupo.
―Oh Dios mío, ¡también quiero hacerme una foto con Santa! ―Amy se
ruborizó mientras agarraba a los dos chicos y los tiraba hacia el Winter
Wonderland establecido donde se tomaban las fotos. Poco a poco los seguí unos
pocos pasos atrás y pensé en lo que había aprendido. Los lobos estaban mucho
más organizados de lo que pensaba.
Después de hacerse las fotos con Papá Noel y sus elfos, Amy estaba bajando
de su nivel alto de azúcar cuando nos encontramos con James en el festival con
sus cuatro hermanas, que estaban deslumbrantes. Él estaba a punto de acercarse
a mí, probablemente para maldecirme, pero Jonah vino para estar a mi lado y
James se detuvo bruscamente. Sus hermanas estaban detrás de él, los brazos
cruzados y disparando dagas en mi dirección. Probablemente lo incitaron pero
cambió de opinión una vez que vio a Jonah. No sabía lo que les dijo, pero no
pensé que fuera bienvenida en casa de los Carson, o al menos no por un largo
tiempo.
―¿Podemos ir a la Noria? ―sugirió Amy y nos desviamos en dirección
opuesta a la de Carson.
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―No hay mucho que decir. Me graduaré con una Licenciatura en Justicia
Criminal el año que viene y quiero ser policía, y actualmente estoy haciendo una
beca en 1PP ―dije mientras miraba por encima del pequeño pueblo de Cold
Springs.
―Eso es muy bonito. ¿Qué haces? ¿Compras donuts para los oficiales? ―Se
rio entre dientes y yo puse los ojos en blanco.
―No es que no haya escuchado eso antes. Pero no, en realidad soy la sombra
de uno de los detectives asignados a Casos Mayores.
―En realidad engañé. Utilicé mis sentidos en un caso que había ocurrido en
un callejón e impresioné al capitán. Así que pasé de archivar papeles a salir al
campo.
―¿Qué hiciste?
Jonah se inclinó sobre la barra que nos ataba en nuestro asiento. Se estaba
riendo tan fuerte que creo que resopló.
Sus ojos de chocolate con leche brillaban contra la luz del sol y no pude
contener una sonrisa
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Era tarde por la tarde cuando regresamos a casa, mis padres seguían ayudando
con el festival, pero fuimos eliminados de todos los juegos y la comida que
teníamos. Los cuatro nos dejamos caer en la sala de televisión y Amy finalmente
se dirigió al elefante en la habitación.
―¿Cuándo vas a regresar, Ollie? ―pregunté una vez que ya no era más el
centro de atención.
―Lo sé, Kenz, pero no puedo quedarme mucho tiempo. Tuve que elegir entre
Navidad y Año Nuevo, no podía tener los dos días festivos.
Mientras decía los títulos de las películas, el timbre de la puerta sonó. Me puse
rígida por un momento, pensando que podría haber sido James o alguien de su
familia. No les tenía miedo, quiero decir nada serio, qué podían hacerme, pero
no quería ningún drama. Se suponía que volver a casa era relajante y no los
habíamos visto hace mucho tiempo. Podría haber cambiado de opinión sobre
107
acercarse a mí.
―¿Estás bien?
Asentí y sonreí, pero no era del todo sincera. Él puso su brazo alrededor de mí
y me atrajo hacia él, besando el costado de mi cabeza. Curiosamente, me sentí en
casa acurrucada con él. Esa era una sensación agradable.
―Uh… Kenz… ellos están preguntando por ti. ―Volvió Ollie a la habitación,
con un Sebastian muy tenso y cabreado.
―¿Quién eres? ―respondió Sebastian y los dos parecían que estaban a punto
de enfrentarse. ¿Qué diablos estaba pasando?
Miré a Jonah, que parecía un poco perplejo. Sabía que había mantenido a Bash
actualizado desde que llegamos, por lo que no debía haber sabido que venía aquí.
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Después de pasar los dos últimos días juntos, pensé que me lo habría dicho.
―Kenzie, ¿qué está pasando? ―preguntó Amy y deseé poder decírselo pero
no lo sabía. Pensé que tenía algo que ver con la cumbre y eso, entonces necesitaba
descubrir mi próximo movimiento.
Fuera de mi casa estaba el mismo SUV negro que se había detenido frente de
Pete’s cuando me habían llevado, y dos (supongo) hombres lobo estaban de
guardia. Jonah y Sebastian estaban en el porche esperándome.
―¿Qué pasa? ―pregunté en voz baja. Debían ser malas noticias si tenía que
venir hasta la pequeña y vieja Cold Springs para dar la noticia.
―Tenemos un problema ―dijo Sebastian, pero estaba de espaldas a mí. No
sabía si estaba hablando conmigo o con Jonah, o con los dos.
―Tengo noticias sobre la cumbre, pero eso tendrá que tomar un asiento atrás
por el momento ―explicó y se volvió para mirarnos―. Jackson ha sido
secuestrado.
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―Qué. Sucedió ―demandó con los dientes apretados.
―No lo sabemos.
―¿Qué diablos quieres decir con que no lo sabes? ―gritó Jonah y estaba a
punto de abalanzarse sobre Sebastian. Agarré su brazo con un reflejo que no sabía
que tenía, no debería haberme sorprendido, y lo detuve antes de que hiciera algo
estúpido.
―Lo siento, hermano. Ojala tuviera más para contarte, pero esto no era algo
que fuera apropiado decir por teléfono. No quería que nadie más te lo dijera
además de mí.
―Iba a hacerla venir de vuelta con nosotros, pero creo que estará bien si quiere
quedarse ―dijo y esperó mi respuesta.
Me estaba dando una opción. Debería haber sido fácil para mí y debería haber
dicho que me quedaba, pero algo en mis entrañas me decía que tenía que ir con
ellos. Jackson no era el presidente de mi club de fans, y yo tampoco era su mayor
fan, pero no le desearía esto a nadie, ni siquiera a Diana Stone. No importaba que
tan idiota fuera, Jackson era el hermano de Jonah y me quedé asombrada cuando
pensé cuánto pesaba eso en mi decisión. ¿Y si hubiera sido Ollie? Si era
importante para él, era importante para mí. Me estaba convirtiendo en una chica
así.
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―Voy ―dije y Sebastian me sonrió como si supiera cuál iba a ser mi respuesta.
Jonah giró su cuello en mi dirección y sus ojos eran dorados cuando me miró―.
Él es tu hermano. Quiero ayudar ―susurré.
Continuó mirando.
―No. Ya has hecho suficiente ―gruñó Jonah y me eché hacia atrás como si me
hubiera abofeteado en el rostro.
Jonah buscó en los bolsillos de sus tejanos y sacó las llaves de su auto.
―Te veré de vuelta en la ciudad ―dijo por encima del hombro y se fue antes
de que pudiera decir una palabra.
Me quedé allí de pie, sin poder hablar ni moverme. Ni siquiera hacía unos
minutos, estábamos bromeando y jugando. Ahora era una paria.
―Por no estar allí para evitarlo. ―Escuché el subyacente mensaje en eso. Por
estar demasiado ocupado conmigo, no estaba cerca para salvar a su hermano.
Estuve en el camino.
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entendía lo que era ser un Alfa sobre todo. Mientras que Ollie podía no ser tan
intenso como los hombres lobo, era protector de las personas que le importaban
y cuando el tiempo llegaba, se ponía el uniforme.
Se dieron la mano, pero mi hermano lo miró con cautela. Esto no iba a ser tan
fácil como lo fue con Jonah.
―¿En qué estás involucrada, Mackenzie? ―preguntó en una voz severa. Dijo
mi nombre completo lo que significaba que ya no estaba jugando. Estaba furioso.
―Nada ilegal. ―Al menos esperaba que no―. Lo juro. Es sólo que… es
complicado.
―¡Mackenzie Grey! ¡Maldita sea, mejor que estés aquí y háblame! ―gritó
James mientras entraba sin ser invitado. Tal vez era bueno para algo, el
112
perdedor―. ¿Qué está haciendo aquí? ―dijo mientras caminaba hacia la sala de
estar y señalaba con un dedo acusador a Sebastian.
―¡No estoy sorda, maldita sea! Coge ese zapato que tienen en tus calzoncillos
y da media vuelta, hombre. Que dolor de cabeza ―dije y me dejé caer sobre el
sofá más cercano. Tanto para volver a casa y alejarme del loco.
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―Sí, no deberías volver a la ciudad, probablemente deberías quedarte aquí.
―James me sonrió.
Apreté los puños a mi lado y traté de calmar mi respiración, pero sonaba como
si tuviera sobrepeso y subiera diez tramos de escalera. El lobo se agitó por
segunda vez en dos días y si seguía presionando mis botones, no llegaría a la
siguiente luna llena. Ella quería salir y yo podría no ser capaz de controlarla.
―¿Qué está pasando? ―preguntó Amy, preocupada, y pude oler el miedo que
se entrelazaba en su voz. No lo escuché, lo olí. Me atrajo. Quería que ella estuviera
asustada.
La miré y retrocedió.
―Carne. Comprueba si tienen carne cruda. ―Ella dudó por un momento, pero
le mostré mis caninos y chasqueé mis dientes. Haciéndola casi correr al
114
refrigerador.
―Relájate ahí, cachorro. Ella es una amiga ―dijo y me volví para mirarlo.
Aullé.
―¿Todavía necesitas la carne? ―susurró Amy y creo que estaba nerviosa por
acercarse de nuevo.
―Está bien, soy yo misma otra vez ―dije y casi me barrió con una mirada. Su
pequeño cuerpo vino y me abrazó tan fuerte que la silla en la que estaba se inclinó
por un segundo.
Resoplé.
―¿De verdad?
―Me sentí como Caperucita Roja ―se quejó y no pude contener mi risa.
Sebastian rio detrás de ella, su boca en una línea apretada, conteniendo una
sonrisa.
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Sebastian fue al mostrador y luego regresó a donde estaba Amy ahora en mi
regazo y todavía me sostenía en su agarre mortal. Me entregó un plato.
―Come.
―Puaj. ¿Qué diablos es eso? ―Hice una mueca ante el pegote rosa rojizo que
estaba tratando de darme.
―Es comida, así que come. Tu cuerpo pasó por medio cambio y tu energía se
está agotando. Necesitas fuerza.
―Es carne cruda, Mackenzie. No tengo tiempo para hacerlo bonito para ti.
―Santo infierno, Mackenzie. ¿Dime que has comido carne cruda antes?
Sólo lo miré fijamente. La respuesta a esa pregunta era bastante obvia. Pero
algo me estaba molestando:
―¿Dónde está mi hermano? ―No le daba dos mierdas a James. Estaba
esperando que Ollie le diera el golpe que merecía.
―No te preocupes, los obligaré ―dijo Sebastian y empujó el plato más cercano
a Amy y mi rostro―. Ahora come.
―No.
―Sí.
―No.
―¡Maldita sea, Kenz, sólo come la maldita cosa! ―dijo Amy y suspiré. Esto no
iba a ser agradable.
116
―¿Me pondré enferma por eso? ¿Cómo la salmonela o algo así?
―No, comerás algo mucho peor que esto en algún momento. Lo que deberías
estar haciendo es cambiar y salir a cazar, pero Jonah habló conmigo ―hizo una
pausa―, me habló de la jaula. Tendremos que moverte con cuidado en la caza.
Me quejé.
―Bien, pero si vómito, ¡me sujetarás el cabello! ―Lo señalé con un dedo
severo y él asintió. Agarré el plato y Amy se levantó para mirar.
Bajé la vista hacia el plato de lo que supuse era carne de vaca cruda. Todavía
estaba ligeramente sangrando pero el olor no era demasiado desagradable. Ese
pensamiento me asustó. No podía convertirme en Hannibal Lector.
Después de un momento, fui por otro bocado pero el plato estaba vacío.
―Mierda, Kenz, has demolido esa basura. Debe haber estado bien, ¿eh? ―dijo
Amy con la cámara de su teléfono todavía apuntándome.
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comenzó a limpiarme. Realmente debía haber llenado mi rostro porque limpió
en lugares que deberían haber estado limpios. No recordaba haber tomado más
de dos trozos.
Su pulgar que sostenía mi barbilla comenzó una lenta caricia y miré en esos
brillantes ojos de zafiro.
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Después de dos libras más de carne picada y un solomillo, mi apetito fue
frenado. No podía creer que me hubiera comido mi justa parte de carne cruda sin
una mueca.
―Bueno, me voy a buscar a tu hermano y a ese chico. Date prisa y haz las
maletas, nos vamos dentro de una hora.
Me encogí de hombros.
―No lo soñaría.
Sí, claro.
Salí de la cocina y fui a buscar a Amy para decirle lo que estaba pasando y
como necesitaba volver a la ciudad. Le dije que podría quedarse con mi familia
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que no les importaría, pero ella no quería y no podía obligarla.
Una vez que habíamos empaquetado todo, lo que no era mucho, nos dirigimos
al SUV que todavía esperaba afuera, pero esta vez sólo el conductor estaba allí.
Mientras cargábamos nuestras cosas en el maletero, la señora Carson salió. Me
tensé ante su acercamiento porque no sabía lo que James les había dicho y no
quería empezar a señalar con el dedo. Al final del día, él es su sangre y bien o
mal, se pondrían de su lado. No los culpaba, simplemente no quería ponerlos en
una posición en la que tuvieran que elegir realmente un lado y sentirse culpables
por ello.
―Mackenzie. ―Ella asintió hacia mí con la cabeza y no tuve más remedio que
reconocerla.
―Hablé con James ―dijo y se detuvo como si reconsiderara lo que iba a decir
a continuación―. Escuché lo que pasó ayer. Sabía que algo iba mal con vosotros
dos, pero esperaba a que alguno me lo dijera. No me gustó que pensarais que
podrías tirar uno rápido sobre mí y mentir, pero lo dejaré pasar porque no lo
mereces, Mackenzie ―dijo y alcanzó mi mano. La apretó y sus ojos se
humedecieron. Mierda, no vi venir esto. ¿Qué es exactamente lo que ella escuchó
de todos modos?
―No, no lo está. Ya se lo dije a Nana y ella no está contenta con James tampoco.
Estaba equivocado y no importa los problemas que ambos tuvierais, esa era la
manera incorrecta de manejarlo. ―Hizo una pausa―. También le dije que era
mejor que no trajera ese destructor a casa, porque realmente le echaré una bronca.
―Quería engullirla en un abrazo. No sabía cuánto me importaba, pero lo hizo.
Ella eligió mi lado.
Me reí.
―Se acabó y se terminó ahora. Sólo asegúrate de decírselo a tus amigos, no les
mientas. ―Miró el SUV que estaba detrás de mí―. ¿Te vas?
―Tuve una emergencia en la ciudad que debo atender ―dije y quise darme
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una palmadita en la espalda. Eso fue muy diplomático viniendo de ti, Kenz.
―Oh. Bueno, espero que no huyas por James. Prometo que no te molestará
―dijo. Probablemente por eso irrumpió en mi casa, porque tuvo una buena
conversación con su madre.
―Oye, ¿qué está pasando? ―dijo mientras miraba el SUV y de vuelta a mí.
Pensé en la compulsión y pensé que ya la había hecho Bash. No parecía
sospechoso de nada, parecía normal.
121
―Te amo, Ollie ―susurré y sus brazos se apretaron a mi alrededor.
―Kenz, no sé en qué te has metido, pero confío en que sabes cómo cuidarte.
No te enfrentes al mundo sola si no tienes que hacerlo; estoy aquí para ti ―dijo
y le di un suave beso en la mejilla.
―No puedo creer que Jackson haya sido secuestrado ―susurró Amy detrás
de mí. La miré desde el espejo lateral del auto mientras miraba fuera de la
ventana. Sus cejas perforadas estaban arrugadas y líneas de preocupación
grababan su frente.
No sabía cuánta ayuda podríamos ser, pero después de pasar los últimos días
con Jonah, no quería sentarme y no hacer nada. Podría estar sacando su ira sobre
mí ahora, pero me gustaba pensar que al menos éramos amigos, y los amigos no
retroceden cuando el otro necesita ayuda.
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levemente sorprendido cuando me vio. Sebastian se acercó a él y comencé a
seguirlo hasta que escuché mi nombre.
―¡Mackenzie! ―chilló Blu y envolvió sus brazos alrededor de mí―. Estoy tan
contenta de que estés bien. Estaba tan preocupada cuando los chicos fueron a
buscarte y cuando Jonah no regresó. ¿Cómo estás? ―dijo, y noté que sus ojos
estaban inyectados en sangre, como si hubiera estado llorando.
―Estoy bien, Blu. ¿Estás bien? ―le pregunté y le hice un gesto a su rostro.
Sacó un pañuelo de papel de su bolsillo trasero y secó sus ojos.
―Lo siento, es realmente muy difícil ahora con Jackson secuestrado ―dijo. Le
di una palmadita en el brazo porque sabía que tenía que ser simpática. Podía
haber sido un imbécil para mí, pero tal vez no era un mal tipo para el resto de
ellos.
Ella asintió.
Blu bajó los ojos y buscó algo interesante en el suelo. Empezó a preocuparse
por sus manos y tuve que poner la mía encima para que no rascara lo suficiente
como para provocar sangre.
Ella se burló y tiró su elegante cabello rubio hacia atrás. Un grupo de alrededor
de tres Lunas estaban de pie detrás de ella. Esto estaba empezando a verse como
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una versión B de Mean Girls.
La idea de que estuviera con Bash ya me hacía querer vomitar y saber que iba
a ser Alfa de algún tipo me estaba haciendo sentir mal por Blu. Ella obviamente
no era parte de la multitud con estas chicas.
Me reí.
―¿Ah, sí? ―La perra muda asintió―. Bueno, supongo que esperaré para
recordarlo cuándo te conviertes en Alfa, hasta entonces, ¿quién eres?
―Sí lo hago.
Una vez que todos se dispersaron, Amy y yo nos encorvamos con las
carcajadas. Con las manos en las rodillas, intentamos recuperar el aliento entre
las risas.
124
―¡Kenz! ¡No puedes hablar así a Vivian! Te arruinará ―dijo Blu, el rostro rojo.
―¿Arruinarme? Oh, por favor, esa chica necesita una revisión de la realidad.
―No sabes cómo están las cosas por aquí. Ella gobierna a todas las Lunas y
tiene razón, una vez que Sebastian se empareje con ella, tendrá el control total y
completo de nosotras. Ella será nuestra Alfa.
Mi sonrisa vaciló.
―Lo más probable. Han estado juntos durante años. No ha estado con nadie
más ―dijo Blu mientras sacaba su teléfono de su bolsillo. Leyó algo en la pantalla
y luego miró hacia el segundo piso. Uno de los lobos la saludaba para que fuera
al piso de arriba.
―Tengo que subir las escaleras y ver cómo está el superviviente, ¿quieres
venir?
Me aclaré la garganta.
―Sí, claro. ―No sabía por qué sentía este malestar por Sebastian y V, pero no
estaba bien situado en mi estómago. No es como si fuera asunto mío, ni siquiera
formaba parte de la manada, no debería importar.
Seguimos detrás de Blu por las escaleras cuando Amy se deslizó a mi lado.
―¿Estás bien, Kenz?
125
debajo de la línea de su mandíbula. Fue intensamente aterrador e interesante al
mismo tiempo.
Levanté una ceja y reevalué al hombre frente a mí. Debía haber perdido algo
de él si ponía a Blu completamente nerviosa. ¿Le gustaba?
Ella asintió.
2 Rostro cicatriz.
―Hombre ―suspiré―, sois muy acogedores. Es un soplo de aire fresco, de
verdad.
―Sal, Luna, y llévate a la humana ―dijo Caleb hacia Blu, nunca quitó sus ojos
de mí.
―Dije, vete ―dijo entre dientes. Mis manos se apretaron en puños a mi lado.
Una vez que estuvimos los dos, sus ojos vagaron de arriba abajo por mi cuerpo.
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Los escalofríos me atormentaron y no de una manera Alfa caliente, sino de una
manera escalofriante de él es un posible asesino en serie.
―¿En serio? Vengo del vientre de mi madre. ¿Cuál es el trato con tu rostro?
El lobo en la cama trató de hablar pero su boca estaba demasiado seca. Empujé
a Caleb y alcancé la mesita de noche por el vaso de agua. Levantando la cabeza
del chico, incliné el vaso para mojar sus labios.
―¿Estás bien?
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―¡Aléjate de él! ―Caleb se aferró a mi brazo sosteniendo el vaso y me apartó,
derramando el agua sobre la cama.
―¡Qué demonios!
―H-h-hel. ―Sam trató de hablar, sus ojos marrones se abrieron de par en par
y salvajes.
Mi instinto me dijo que algo estaba mal. Regresé a la habitación, pero llegué a
un frenazo bajo el marco de la puerta. Caleb estaba alimentando al lobo con algún
tipo de té. Podía ver el calor saliendo del vaso de plástico y lo que parecía una
hoja al fondo.
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―¿Por qué no lo intentas? ―dijo de espaldas a mí.
Me burlé.
―Eres un imbécil.
―Puedo vivir con ello. Ahora no lo diré otra vez, sal de una maldita vez.
Salí de la habitación con el sabor del té todavía en mi boca, pero fue
disminuyendo. Necesitaba salir de ahí antes de que me molestara e hiciera o
dijera algo de lo que me arrepentiría.
―Guau, ¿por qué te ves como si hubieras bebido cinco margaritas? ―bromeó
Amy.
Negué con la cabeza, no estaba mareada, pero el viaje por las escaleras me
había agotado y estaba sudando un montón.
129
―No lo sé ―susurré y traté de orientarme. Me senté en los dos últimos
escalones de la escalera y puse mi cabeza entre mis rodillas. Mis huesos se sentían
pesados y no sabía cuánto tiempo sería capaz de poder aguantar.
―¿Caleb? ―pregunté.
―Oh, Scarface, sí. ¿Además de ser un gilipollas? No, creo que sólo tengo
hambre.
Miré hacia arriba y atrapé el rostro de Blu. Ella había estado llorando otra vez.
―No hagas promesas que no puedas cumplir ―dijo Jonah desde detrás y
Amy y yo nos volvimos a mirarlo. Él me miró y estaba empezando a enojarme.
―No prometí nada ―dije en voz neutral, todavía no sintiéndome al cien por
cien.
Él resopló.
―¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar de vuelta en casa con tu novio
infiel? ―dijo y apreté mis puños a mi lado. Bien, ahora estaba empezando a
sentirme como yo otra vez.
Un pensamiento me detuvo. Tal vez era mejor si le daba espacio antes de que
no pudiera controlar lo que salía de mi boca.
―Golpe bajo, Jonah ―dije y me levanté con las piernas temblorosas. Me alejé
con Amy detrás de mí. ¿Qué iba a hacer?
130
―Hey, ¿sobre qué iba eso? Pensé que erais, ya sabes, amigos ―dijo.
―No sé lo que somos pero está enojado porque no estaba cerca para ayudar a
Jackson. Se está desahogando conmigo. Al menos eso es lo que entendí de
Sebastian. Ya veremos ―dije y me acerqué al Alfa que daba órdenes a un equipo
de cinco.
―… y quiero que el equipo uno tome Central Park North, el equipo dos tome
el sur, el equipo tres oeste y el equipo cuatro este. El equipo táctico que quiero
cerca del embalse hablaré con los Fae. Necesito saber si vieron a alguien esa
noche. ¿Alguna pregunta? ―dijo Sebastian. Estaba en pleno modo Alfa. Hacía
un poco de calor. Oh, cielos, había algo seriamente mal conmigo. Mientras que
estuve prestándole atención, no había notado que los cinco muchachos estaban
mirándome. Los saludé con la mano y obtuve un par de sonrisas, pidiendo a
Sebastian que se diera la vuelta.
131
La habitación quedó en silencio y casi oí cuando Sebastian arqueó una ceja.
―¿Qué se supone que tengo que hacer contigo, Mackenzie? ¿Enviarte fuera en
el campo?
No había pensado tanto. Era una estudiante de justicia criminal, podría ser
útil. Desafortunadamente, mi actividad física era muy limitada. Ni siquiera tomé
karate cuando era niña. Maldición.
La ignoré.
―No te estoy llamando fuerte, si eso es lo que buscas ―dijo y cruzó los brazos
sobre su pecho.
Me burlé.
―¿Ah, sí? ―dijo Sebastian con un toque de sonrisa―. Vamos a probar esta
teoría fuera. ―Los capitanes se rieron entre sí y comenzaron mover las mesas de
estilo cafetería fuera de la mitad del piso, formando una pista de baile
improvisada, o un anillo de combate, supuse que era lo último. Los ojos de
Sebastian nunca dejaron los míos cuando se quitó su camisa y zapatos, de pie
delante de mí descalzo, con sus tejanos colgando bajo y exponiendo su corte en
V del que no podía apartar la mirada.
Tragué saliva.
―Kenzie, tal vez deberíamos ir ―dijo Amy y supe que estaba volviéndose
loca, infiernos yo también.
132
chaqueta. Caminé hasta la mitad del espacio vacío donde se encontraba
Sebastian, en mis vaqueros y suéter.
Los lobos, y Amy, nos rodearon y vi a Jonah cortar a través de la multitud. Sus
ojos color chocolate crecieron hasta el tamaño de pelotas de tenis. Corrió hacia
nosotros y me alejó de Sebastian el gran lobo malo.
―¡Dijo que puede patearte el trasero cualquier día de la semana, jefe! ―gritó
Bernard.
Sebastian se puso rígido y su mirada viajó hacia Jonah, quien a pesar de que
estaba molesto por mí, se estaba convirtiendo en mi caballero de armadura
brillante. ¿Quería que pensaran en mí como débil o necesitada de protección de
un lobo macho? Si empezaba a pensar en las leyes de la Manada y esas cosas,
entonces sólo estaría demostrando un punto en el que las mujeres lobas sólo eran
buenas siendo Lunas domésticas y nada más. Eso no estaba bien.
Por primera vez desde que lo conocí, Sebastian sonrió, una sonrisa genuina y
quise fundirme allí donde estaba. Esa tan débil…
―¡Kenz! Él es Alfa por una razón. ¡Maldita sea Kenzie, escucha a tu sentido
133
común! ―gritó Jonah y sus ojos eran salvajes. Se estaba volviendo loco y con
razón.
―Jonah, relájate ―dije, y deseé poder seguir mi propio consejo―. Estaré bien.
―Le guiñé un ojo y él frunció el ceño. Empujé más allá de él y la multitud
aplaudió cuando Sebastian y yo chocamos los puños.
134
Las ondas de sus músculos cuando Sebastian se movía eran una bienvenida
distracción. Pude agacharme y desviarme de sus puñetazos. Lo que significaba
que estaba en la defensa y necesitaba dar un paso a mi juego A e intentar
conseguir una lamida. Nunca había tenido ningún entrenamiento formal para
luchar, pero a Ollie le gustaba practicar los movimientos de lucha que veía en la
televisión cuando era niño, y yo era su compañero de entrenamiento. Me gustaría
creer que me preparó para este preciso momento. También recordé a un hombre
sin hogar que evitó una pelea con alguien en el metro una vez y me dijo que si
pretendes estar loco te dejan en paz. Con una combinación de ambos, rogué a
Dios para ganar esto o, al menos, salir con vida.
Los vítores en el fondo tronaron y recé para que un auto patrulla no estuviera
caminando para escucharlo. Me alegré de que fuera lo suficientemente fuerte
para que nadie pudiera escucharme gritar, nadie excepto Sebastian al menos. Tal
vez eran los nervios, o la adrenalina, pero grité―: ¡Estoy loca, estoy loca! ―como
un loco histérico, dándole un duro golpe a Bash porque lo grité en su oreja.
―¡Mackenzie! ¡Lucha limpio, maldita sea! ―gruñó Bash, pero nada de lo que
dijo me quitaba de encima de él. Apreté los brazos e intenté estrangularlo, no era
tan fácil como parece, es un tipo grande, pero ayudó a que su cuerpo fuera firme,
cálido y fuerte, lo que me hizo querer aguantar aún más fuerte.
―Bien, hazlo a tu manera ―dijo y cargó hacia atrás hasta que me golpeó la
espalda contra una de las mesas. Succioné un suspiro cuando fue completamente
expulsado de mi cuerpo. Traté de aferrarme, pero con ese golpe, estaba viendo
estrellas y perdí mi control sobre él.
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―¡SEBASTIAN! ―escuché a Jonah rugir desde la multitud, a la derecha antes
de que me tirara de nuevo al suelo. Gorgoteé un gruñido y no pude abrir mis
ojos. Podría no haber sido el dolor, más bien el miedo a luchar, por lo que me
demoré un poco demasiado en el suelo. Cuando abrí los ojos, Sebastian estaba en
modo medio lobo y venía hacia mí a cuatro patas. Mierda.
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imitadores de lucha de la televisión hacían, fui por las pelotas.
Con Sebastian agitándose debajo de mí, giré mi cuerpo hacia el lado y extendí
la mano entre sus piernas para arrancar definitivamente las pelotas. ¡Toma eso,
alfa!
―Está bien, que alguien diga algo porque el silencio me está matando ―dije
entre respiraciones entrecortadas. Jonah se congeló y me miró fijamente sin
pensar.
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a nuestro Alfa y para empeorar las cosas, eres una mujer, una Luna y un lobo
solitario. La Manada querrá tu cabeza en un plato.
―Mackenzie, ¿cuándo vas conseguir pasarlo por esa espesa cabeza tuya? La
Manada no se ha puesto al día con los tiempos de los humanos modernos. ¡En
este mundo, las mujeres tienen un lugar y se mantienen en línea! No hacerlo es
insubordinado ―gritó y me estremecí. Debería haber estado enojada, pero al
verlo tan enojado, y los gritos desde el piso principal que se filtraban en la sala
me preocupé.
―¿Jonah? ―Me levanté de la mesa y fui hacia él―. ¿Soy carne muerta?
―susurré y pude sentir un ataque de pánico en aumento.
Él suspiró.
―¿Podemos entrar? ―Sentí que Jonah se movía contra mí y escuché dos pares
de pies arrastrarse mientras alguien cerraba la puerta.
―¿Qué está pasando ahí fuera? ―preguntó Jonah y Amy vino a quedarse
junto a nosotros mientras me frota el brazo.
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―Es un caos. Las Lunas llevaron a Bash a la enfermería y los capitanes están
tratando de mantener a la manada bajo control pero… ¿no sientes la agitación?
Ella no es de la Manada, Jonah ―dijo Bernard mientras se rascaba la barba―.
Esto no va a terminar bien, deberías llamar a Charles.
Jonah suspiró.
Bernard maldijo.
―Este es un mal momento, Jonah. Necesitamos intentar encontrar a Jackson,
no lidiar con esto. Ella es una responsabilidad, no te ofendas.
―No creo que sepas cuánto peligro corres, Kenz. Cazamos lobos solitarios
―Hizo una pausa―, no solemos acoger a los vagabundos como hemos hecho
por ti.
139
conozco la posición de mi padre en tu situación particular. Hasta que tengamos
más información, necesitamos esperar ―dijo Jonah y se tocó la barbilla con los
dedos―. Bern, consígueme un grupo de tus lobos más fiables. Luego necesitaré
que consigas que todos vuelvan a trabajar para encontrar a Jackson. Quiero una
actualización sobre él en dos horas, sin excepciones. Mejor que tengamos una
pista.
―¿Qué hay de mí, qué puedo hacer para ayudar? ―preguntó Blu.
―Necesito que vigiles a Sebastian y le pidas los detalles sobre Summit. Puede
que no te los revele, llama a mi móvil y ponle al teléfono. No dejes que nadie le
vea en su habitación, no importa lo confiados que parezcan. Especialmente
Vivian.
Una vez Bernard volvió con un grupo de cuatro hombres lobo, Jonah ordenó
a dos de ellos que vigilaran la puerta y a los otros dos que se infiltraran y jugaran
a los espías dentro de la manada para averiguar qué estaban planeando todos.
Jonah, Amy, Bernard y yo nos fuimos por la puerta trasera que conducía a la
pequeña área donde colgaban las Lunas la ropa mojada. Bernard le dio a Jonah
140
una botella de spray marrón que tenía una foto de un ciervo y en negrita decía:
OLOR A ASESINO.
Él suspiró.
―Es exactamente lo que dice la botella, Kenz, mata tu aroma. Los cazadores
lo usan para acercarse sigilosamente a su presa. En este caso, lo necesitamos, así
que cuando la Manada finalmente se dé cuenta de que nos hemos ido, les será
más difícil encontrarnos.
Amy tenía otras razones para no entrar. Realmente cuando vieran la parte de
ella con todos sus tatuajes y piercings, pensarían que era el diablo.
141
―Tenemos que hablar con alguien que vive aquí ―dijo y no esperó una
respuesta. Se dio la vuelta y caminó dentro de la iglesia.
―¿Vamos a entrar?
Ella medio preguntó, medio gimió. Quería decir, demonios no, no hay juego
de palabras intencional, pero tenía curiosidad sobre con quién nos reuniríamos.
Tenía todos los accesorios de una iglesia católica romana gótica típica, incluso la
torre puntiaguda que se veía en la parte delantera, pero incluso con toda la bonita
arquitectura, parecía un poco deteriorada. La pintura gris se desvanecía y se
astillaba, y la pequeña área de césped alrededor de la catedral tenía parches de
tierra con plantas muertas o arbustos y maleza en exceso.
―Creo que deberíamos entrar ―le dije a Amy y ella suspiró con resignación.
―Yo ―dijo una voz detrás de nosotros y me giré para encontrar… nada.
142
tranquilo, que me quedé boquiabierta y me estaba costando un momento difícil
recogerla. Daba miedo, definitivamente me dio ansiedad, pero también era
hermoso. Como una muñeca de porcelana.
Gruñí.
La mano pálida del vampiro se le acercó a la boca con suave horror, pero
parecía exagerado.
143
lobos fue asesinado y el otro está en una condición crítica. ¿Sabes qué pudo haber
causado esto?
El rostro de Lucian se volvió neutral y clavó sus manos en los bolsillos de sus
pantalones de vestir negros que combinaban con su negra camisa abotonada.
―¿Has venido aquí, joven lobo, para saber quién puede haber causado esto, o
acusarme de haberlo hecho? ―preguntó y su acento era tan primitivo y
apropiado, que tuve que recordar que lo que estaba diciendo era un poco
amenazador.
Jonah gruñó.
―¿Debo acusarte?
―Oh, cálmate, lobo. No quise decir nada de eso, pero tus visitas son raras y
cortas entre medias. Sólo tenía curiosidad por saber por qué sería la persona a la
que fuiste cuando los Fae parecen una opción más razonable.
―¿Los Fae? ―pregunté porque no era la primera vez que había escuchado el
nombre mencionado pero no lo había preguntado.
―Los Fae son hadas. Son un grupo de bastardos astutos y te harán sus
esclavos para toda la vida y, a continuación, algo más, si no tienes cuidado
―respondió Bernard y pude sentir cierta hostilidad en él.
―¿Por qué iríamos a los Fae? ―preguntó Amy y vi los dos orbes negros de
Lucian en la zona de su cuello. Se lamió el labio inferior lentamente y vislumbré
sus colmillos. Oh mierda.
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El vampiro me guiñó un ojo una vez que me atrapó mirando fijamente.
―Central Park es territorio Fae. Si Jackson fue sacado de allí, entonces asumo
que los Fae podrían saber más sobre esta situación que yo ―comentó y miró a
Jonah para su confirmación. Ah, ya veo. Ahora entendía por qué el vampiro
podría haber estado un poco defensivo. Yo también me ofendería si un grupo de
personas asumiera que sabía algo. Sin embargo, no quería decir que él era el chico
bueno. Tenía un factor espeluznante que hacía que mi piel se pusiera de punta.
Lucian sonrió.
―No la tengo. De hecho, estarás sorprendido de saber que uno de los míos
también ha sido tomado.
Jadeé.
―Está indispuesto.
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―Hm. Estoy seguro de que lo está ―dijo Lucian, mostrando sus dientes.
Retrocedí por el resplandor de sus colmillos―. Ahora, lo que quiero saber, si
estarías tan dispuesto a responder, es ¿por qué has traído a una Luna a lo que
estoy asumiendo es una asignación de campo? Tu tipo parece intentar
mantenerlas ocultas y seguras dentro de vuestros propios cuartos, es impactante
y una rara rareza ver una aquí tan abierta y en carne. Sin mencionar una Luna
que no parece… cómo debería ponerlo… oh sí, no parece adoctrinada todavía, si
me lo preguntas ―señaló mientras lentamente me rodeaba. Me tensé durante su
charla. No fue hambre lo que vi en sus ojos, pero había un brillo en ellos que me
preocupó.
―Cassandra ―contestó con una mueca, como si hubiera bebido sangre rancia.
―¿Tu consorte? ―preguntó Jonah en shock. ¿Consorte? ¿En qué estaban estos
chicos?
―Sí ―dijo Lucian con fuerza―. Ella salió a comer sin mí y nunca regresó.
Seguimos su camino hasta Strawberry Fields y ahí es donde termina.
―¿Crees que los Fae tienen algo que ver con esto?
146
que pudiera hacer, sin importar cuánto me ponía de los nervios Jackson.
―No, pequeña, no lo hemos hecho. No les gusta mucho los muertos vivientes.
―Lucian se encogió de hombros.
―Si tomaran uno de los nuestros, entonces ese tratado sería nulo y eso podría
traer la guerra ―dijo Jonah, pero creo que él estaba hablando para sí mismo.
Sonaba perdido en sus pensamientos.
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Amy alcanzó mi otra mano y se sujetó a mí. No tenía que decir lo que estaba
pensando, ya lo sabía. Nos habíamos involucrado en algo que parecía mejor si
nos escapábamos. La auto-conservación en su máxima expresión. No importaba
cuanto quisiera ayudar, no quería involucrarme si la guerra era el resultado final.
Esto no era algo a lo que quisiera exponer a Amy, y mucho menos a mí. Me
habían tirado al peligro de esta Manada, pero olvidé que este no era uno de mis
libros paranormales. Esta era la vida real y si nos involucrábamos, significaría
una muerte real si algo salía mal. No estaba dispuesta a correr ese riesgo.
―Sí, no sé todo esto. Estoy todo por la emoción y la aventura, pero esto parece
un poco aterrador. ―El hecho de que Amy admitiera que tenía miedo era una
llamada de atención. Incluso frente al peligro, un hombres lobo, era tan duro
como las uñas.
―Creo que es posible que necesite salir de la ciudad por un tiempo ―dije y
ella me detuvo en medio de la acera.
―¿Por qué?
Suspiré:
―Jonah dijo que no podría alejarme de la Manada ilesa. Sus leyes son muy
estrictas sobre los lobos solitarios y me clasificarían como uno si no me
inscribiera.
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Escuchaste lo que dijeron, cazan lobos solitarios ―dije y esperó. Ella examinó
algo en mi pecho, evitando el contacto visual. No parpadeó ni se movió, pero
estaba respirando, lo cual al menos era una buena noticia. No quería revelarle
esto aún, pero no parecía tener mucha opción. Si me iba ellos no se molestarían
con Amy. Podría volver a la universidad sin ninguna complicación, pero no
podría quedarme. Si lo hiciera no había manera de que Amy estuviera libre de
mi lío. Mejor si me quitaba de la ecuación; entonces Jonah no estaría obligado a
cazarme y matarme una vez que rechazara la membresía de la Manada. Sería
mejor para todo el mundo.
―¿Qué no? ¿Siento que estoy perdiendo a mi mejor amiga? ¿Mi hermana? ¿Mi
Mackenzie? ―Ella tragó saliva―. Estás loca si crees que te dejaría ir sin mí.
―Bien. Hablaremos de esto más tarde, no quiero que Jonah sospeche ―dije y
ella asintió.
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Alcanzamos a los dos hombres lobo en la entrada de Central Park. Supongo
que no estábamos perdiendo el tiempo. Entramos desde Central Park West con
la 72nd Street ya que estaba más cerca de Strawberry Fields. Pasamos el mosaico
Imagine y nos dirigimos hacia uno de los pabellones junto al lago.
―¿Por qué nos detenemos aquí? ―preguntó Amy con una brisa fría que llegó
y se estremeció en su ropa de invierno abrigada.
―Tenemos que esperar a que uno de los Fae se revele antes de que podamos
verlos. Tienen algo llamado glamour donde pueden ocultar sus verdaderas
identidades no sólo a nosotros, sino a los humanos. Las hadas en su cultura son
consideradas como Tinkerbells. Desafortunadamente, eso no podría estar más
lejos de la verdad ―explicó Jonah―. Cuando vengan, no aceptes nada de ellos y
trata de evitar decir ‘gracias’ o ‘lo siento’. Les deberás un favor el resto de tu vida.
Miré a Amy inmediatamente y estaba nerviosa por ella. Amy a veces hablaba
antes de que su cerebro incluso procesara sus pensamientos y tenía la costumbre
de meterla en problemas. Problemas que podían costarle la vida. Qué mala
suerte.
―¿Uh, objetivo?
Seguí su mirada a través del lago donde había alguien… de pie en el agua.
Tuve que hacer una doble toma porque pensé que mis ojos estaban jugando
trucos, pero no lo hacían y que alguien se dirigía hacia nosotros. Al igual que el
vampiro, se deslizó por el lago y apenas hizo una ondulación. Una vez que esta
persona, o Fae, se acercó a nosotros, la luz de la luna golpeó y pude echarle un
buen vistazo. Ella tenía un vestido rosa suave con tirantes de espagueti que
parecía estar hecho de transparencia. Tenía un blanco que fluía, y me refiero al
papel blanco, un cabello que casi golpeaba el agua, era tan largo. Dos mechones
de cabello a cada lado estaban torcidos y tirados hacia atrás, manteniendo su
150
cabello lejos de su rostro. Y estaría condenada… la chica tenía orejas de elfo. Paró
en el borde del lago, pero no tocó la tierra. Sus ojos eran de un espeluznante gris
pálido. Todo en ella era simplemente… pálido.
―Mucho tiempo, amor… ―Sonrió como si estuvieran en una broma que los
demás desconocíamos― …pero me alegra que al menos haya enviado a alguien
lo suficientemente competente para hacer frente a este problema ―dijo
exasperada.
―Shh ―me calló Jonah―. Esta es Mackenzie Gray, Kenzie, esta es Drusilla, la
reina fae de Central Park.
Oh.
―¿Encantada de conocerte, eh, su alteza? ―soné completamente ridícula y fue
probado por las risitas de Amy detrás de mí. No sabía que esta chica era la reina.
Ella resopló.
151
Ella me miró durante un momento y luego se volvió hacia Jonah, que se ganó
su brillante sonrisa. Perra.
―Branwell ha sido tomado y tus lobos debían estar aquí para protegernos.
¿Está nuestro tratado en peligro, amor? ―Dios, si lo llamaba ‘amor’ una vez más,
iba a explotar.
―Los vampiros también tienen a alguien perdido. No son ellos ―dije porque,
por el aspecto de Jonah, no estaba en posición de hablar. Podía ver las ruedas
girando en su cabeza mientras intentaba juntar las piezas. ¿Quién estaba
tomando a estas personas?
―Una niña tan tonta. Nunca creas un aliento de lo que sale de un caminante
nocturno ―dijo condescendientemente.
―Creo que ese fue su punto, Kenz ―susurró Amy. Oh lo que sea, eso fue cojo.
―Jefe, creo que tenemos que regresar y reagruparnos ―comentó Bernard a
Jonah, quien asintió.
―Oh no, no te vayas amor. ¿Por qué no vienes y pasas la noche? ―Hizo una
pausa y me miró―. Por los viejos tiempos. ―De acuerdo señora, recibí el
mensaje.
Me burlé.
―No creo que esté de humor para rodar por el heno contigo. No sé si recibiste
el memorándum, pero su hermano ha sido secuestrado. ―Creo que podría haber
hecho su lista de mierda.
152
―Mackenzie tiene razón, Drusilla ―comenzó Jonah―. Ahora no es el
momento, aunque aprecio la oferta ―dijo y se inclinó.
―Tenemos que llamar a Sebastian ―dijo Jonah―, si no son los vampiros o los
Fae, entonces hay un millón de posibilidades y será casi imposible de resolver
esto a tiempo.
―No lo sé, pero tenemos que intentarlo. No sé qué hacer más ―dijo Jonah, y
quería alejarlo de todo esto. Dios mío, ¿cuándo me volví tan blanda?
Busqué en el bolsillo de Jonah, haciéndole saltar, y saqué su teléfono. No
estaba cerrado, así que lo abrí y escaneé sus contactos para el número de
Sebastian.
―¿Bash?
153
―A salvo, si eso es lo que te estás preguntando ―indiqué y él rio. Sonaba
hermoso.
―Sí, eso es exactamente lo que quería escuchar. Bien. Mantente alejada del
almacén hasta que Jonah consiga arreglar esto ―dijo con alivio. Sí… estoy a
punto de reventar esa burbuja.
―Jonah está conmigo, Bash. Tuvimos que salir del almacén. ―Esperé― …te
necesitamos ―le susurré al teléfono y oí un pequeño jadeo desde el otro extremo
de la línea. Tal vez fue mi imaginación.
―Sí, bueno, creo que a Jonah le preocupa que Bash te haga daño… Entregarte
al Summit. No creo que lo haga ―expuso y mis ojos se fijaron en los suyos.
Amy resopló.
―Kenzie, a veces creo que eres un poco lenta, como un autobús especial, un
hándicap lento. ―Puso los ojos en blanco―. Sebastian no te hará daño porque
quiere entrar en tus pantalones, amiga. Al igual que Jonah.
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Esperé a que me dijera que estaba bromeando, pero no conseguí nada. Estaba
muy seria y sentí que la sangre se drenaba de mi rostro y un caso importante de
vértigo estaba jugando con mi equilibrio.
Estaría mintiendo si dijera que no sentía atracción por Bash y Jonah, pero mi
auto-conservación anulaba todo. No importaba cuán emocionalmente
comprometida pudiera haber estado, no cambiaría de opinión. No podía estar
con ninguno de ellos.
―Eso no es cierto ―dije con voz ronca.
―Eres una mentirosa horrible, Kenz. Sé que lo ves y si no, lo haces ahora. Lo
entiendo, ya sabes, si no estás lista después de James, está bien. Pero no finjas que
a estos muchachos no les importas porque lo hacen y es obvio para todos menos
para ti. ―Eso fue lo peor que me podría haber dicho: podría convertirme en su
debilidad.
―Arriba ―nos gritó Bernard y saltamos hasta nuestros pies. El plan era que
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nos fundiéramos en la noche, por si acaso Sebastian fue seguido.
Jonah vino y se paró en medio del mosaico con Bernard y ahí es cuando
Sebastian apareció a la vista. Apareció despacio pero bien de todos modos
―No te preocupes, estoy sólo. Todavía tengo mi sentido del olfato ―se quejó
Sebastian.
―Aquí ―dije y salí de las líneas de los árboles; Amy siguió detrás de mí.
Maldita sea, ese spray funcionaba bien.
―Sí. ―Su mano callosa se acercó a mi mejilla y suavemente la acarició con sus
ásperos nudillos. Las arrugas en la esquina de sus ojos aparecieron y me sonrió―.
Bien. Estuve preocupado por un momento.
Me sentí como si estuviera en un universo alternativo. ¿Por qué estaba
siendo… tan diferente de Sebastian?
―Bash, ¿estás seguro de que estás bien? ¿Te golpeaste la cabeza? ―Amy rio
detrás de mí.
Su rostro se oscureció.
―¿Por qué?
156
Él sonrió y se alejó, dejando un espacio entre nosotros que me hizo sentir vacía.
Los tres volvimos con Bernard y Jonah, quienes parecían como si se acabaran
de tragar una bolsa entera de Sour Patches de una vez.
―Tanto los vampiros como los Fae tienen a uno de sus parientes
desaparecidos ―comenzó Bernard―, lo que los descarta como sospechosos, a
menos que alguien dentro de ellos esté trabajando por su propia cuenta.
―¿Qué otros sobrenaturales hay ahí fuera? Si falta uno de cada raza, entonces
puede que falten más de los demás ―intervino Amy.
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―Oh, guau, ¿ahora estamos con el nombre completo? Lo tengo, pero sí debes
saber, que pondría mi vida en lo bien que conozco a Amy. ―Jadeó―. ¡No te
atrevas a acusarla sin pruebas! ¡Ella es la única persona que ha estado ahí para
mí desde el principio, mientras que el resto de vosotros no tenía ni idea de que
teníais a un lobo solitario en la ciudad que estaba perdido y asustado! Si la culpas,
entonces prepárate para culparme también ―expuse y mi cuerpo se estaba
calentando. El abrigo que llevaba picaba en mi piel.
―¡No secuestré a nadie! ―gritó Amy―. ¿Hola? ¿No ves lo pequeña que soy?
¡Ni siquiera puedo alcanzar el armario superior en la cocina!
―Suficiente ―dijo Sebastian, pero no era tan fuerte como antes. Lo cual me
recordó…
―¿Cómo está tu, eh, tu…? ―comencé, mirando hacia su entrepierna, no tan
suavemente.
―Uh, sí… ―Miré hacia otro lado, sintiendo un sonrojo arrastrándose por mi
cuello.
―Mackenzie, estoy bien, nada que una bolsa de hielo no pueda curar ―dijo y
se me cayó el rostro. Bien obvio.
―Lo que sea, conseguiste lo que estoy tratando de decir para callarlo.
158
estuviera dispuesto a hacer eso.
Oh chico, ¿Jonah sabía algo? ¿Cómo lo sabían todos los demás menos yo?
Mejor aún, todo esto era una mierda. Estaba acostándose con V el otro día en su
oficina, esto era una mierda.
―Te ayudará si estás conectada con tu lobo durante una pelea. Cada miembro
de la Manada lo hace.
Él suspiró.
―Si crees que tienes un control sobre tu lobo, entonces no habrías casi
cambiado frente a tu hermano y tu novio. Una Búsqueda de Visión podría
ayudarte con eso.
―Es un rito de paso para nuestra raza. Pasamos en cualquier lugar entre uno
a cuatro días en la naturaleza aislados para conectar con nuestro lobo interior. A
veces es sólo una guía o comprensión que recibimos, y algunas veces tenemos
visiones de nuestro futuro. Eso depende ―explicó Sebastian.
159
Sebastian asintió.
Se aclaró la garganta.
―¿Qué podemos hacer para evitarlo? ―Mi voz sonaba tan pequeña, incluso
para mí.
Puse los ojos en blanco a los dos hombres quienes tiraban de mi corazón con
cuerdas. Preparando mi mente y cuerpo para que mi culo me fuera entregado.
Tuve suerte la primera vez que estuve con Sebastian, pero dudo que llegara tan
lejos otra vez.
―Está bien, comencemos esto entonces ―murmuré y caminé a la mitad del
mosaico. Me dejé caer y coloqué una palma en la parte superior del tallado de
IMAGINE. Lo siento si arruino esto, John, me disculpé en silencio en caso de que
rompiéramos el memorial de Lennon.
160
Arqueé una ceja. No sabía si mi imaginación estaba corriendo salvaje ahora
que dejé que Amy pusiera locos pensamientos en mi cabeza, pero estaba
empezando a sentirse obvio y la mirada en el rostro de Jonah no estaba
ayudando. Sus fosas nasales se ensancharon, estaba tratando de mantener a su
lobo en la bahía.
161
Capítulo 15
162
Salí de Central Park a través de la Quinta Avenida y todo lo que tuve
oportunidad de hacer fue darle un rápido abrazo a Amy. Intenté hablar con Jonah
durante un momento, pero ni siquiera me miró. Echaba de menos ver su único
hoyuelo. Salió del parque con Bernard dándome un saludo de disculpa detrás de
él.
No me gustaba mucho este plan porque quería a Amy lo más cerca posible,
pero sabía que Jonah no dejaría que nada le pasara. No debería subestimar a mi
diminuta mejor amiga. Era mala en los huesos y aunque me había dado cuenta
de lo tranquila que había llegado a ser últimamente, sabía que podía mantenerse
firme cuando la empujabas.
Resoplé.
―Bien. ¿Qué tal si me dices lo que está pasando entre tú y Jonah? ―sondeó
sin mirarme. Eso hizo que me detuviera.
163
había… ¿tenía sentido?
―Por suerte, no soy tu lobo. Si tienes alguna pregunta, por favor consúltala
con Jonah. ―Levanté mi barbilla en alto y le di una mirada de suficiencia. No
recibiría ninguna respuesta de mí, porque no las tenía. Que me cayera un rayo si
decía que no había algo entre Jonah y yo, y esos dos días con mis padres
complicaba aún más nuestra amistad.
―Pensé que este sería el lugar perfecto para esconderse. Es el último lugar
dónde vendría la Manada a buscar.
―Supongo que tiene sentido. ―Seguí a Sebastian por las escaleras y una vez
que llegamos a la puerta, un señor mayor la abrió para nosotros.
―Señor Steel, qué bueno verle de nuevo. ―El hombre mayor hizo una
reverencia y se paró a un lado para dejarnos entrar. Mi mandíbula cayó cuando
cruzamos la impresionante entrada de mármol blanco de Astor Hall.
La última vez que estuve aquí fue cuando una de las viejas socias sociales de
las amigas de Amy celebró una fiesta de cumpleaños y yo fui la invitada de Amy.
Eso fue tan increíble ahora como lo había sido entonces. Durante el primer año,
vine aquí para escapar y rogar a los bibliotecarios para un recorrido gratuito de
las pilas del sótano debajo de Bryant Park. Desafortunadamente con un
presupuesto de estudiante, no podía pagar los costosos viajes. En aquellos
tiempos, robaba papel higiénico de The Brew y comía fideos Ramen de diez
centavos para desayunar, almorzar y cenar, y tomar café del banco. Y seamos
164
realistas, sólo había tantas veces al día que podía verificar el saldo de mi cuenta
bancaria, que ya había sido una visión aterradora. Suspiré. Los buenos viejos días
rotos.
―Eres una señorita bonita. ―Hizo una pausa y levantó una tupida ceja
blanca―. ¿Por qué te ves tan varonil?
Sebastian sonaba como si se ahogara y supe que estaba sosteniendo otra vez
una risa. El gilipollas.
―No lo sé, señor. Es la forma en que estoy construida ―dije con una tensa
sonrisa.
El viejo gruñó.
―Necesitas dejar de levantar pesas y tal vez ponerte un vestido. ―Se volvió
hacia Bash―. La sala del fideicomisario de Wachenheim está disponible por la
noche. Tuvimos un evento y quedan unos sofás que aún no han sido recogidos.
Sólo recuerda, no es un asunto divertido, señor Steel ―dijo Gerard y giró para
salir.
―Sígueme ―exigió Sebastian en su voz de soy el jefe. Puse los ojos en blanco
y mantuve la boca cerrada. Estaba agotada y también cansada de discutir. Este
plan de división se sentía como un montón de BS y quería hablar con Amy.
―¿Te gusta? ―Me volví para mirar a Bash, que estaba mirando mi expresión
de cerca.
165
Caminó hacia la pared y deslizó su mano por ella.
―Estas son paredes con paneles de nogal y, por supuesto, la chimenea está
hecha de mármol. Este es uno de mis salones favoritos en la biblioteca ―dijo con
una voz suave que me provocó aleteos en mi estómago.
―No sé si puedo decir dónde, pero también te extraño. ¿Estás bien? ¿Te están
tratando bien?
Me reí.
166
pronto.
―¿Kenz?
―¿Sí?
Expulsé un fuerte suspiro. No había pensado mucho en eso, pero era como si
ya lo supiera.
―Amy…
―El trato está hecho, Kenzie. Deja el tema. ―No me molesté en discutir―.
Escucha, los muchachos vuelven, tengo que irme antes de que empiecen a hacer
preguntas. ¿Te veo mañana?
Cerré los ojos y los cubrí con mis antebrazos para esconderlos de las luces de
arriba. Mi reciente conversación con Amy todavía resonaba en mi cabeza.
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¿Adónde iríamos? No podía imaginar ir demasiado lejos pero sentí que esa sería
mi única opción. Cuanto más lejos fuera, más segura estaría.
Gruñí mientras me sentaba y me quitaba el sueño de los ojos. Con mis ojos a
medio mástil, arrastré mis pies hacia un espacio vacío junto a la chimenea.
―Oh, por favor. Lo haces parecer como si fueras muy viejo. ¿Qué tienes como
veinticinco?
Él resopló.
Me quedé boquiabierta.
168
un viejo. Lo sé, estaba exagerando de nuevo, pero comparado con mis veintidós,
tenía trece años más. Esa era una brecha bastante grande.
Me dejé caer en el suelo, con los codos en las rodillas, y apoyé mi barbilla en
mis manos.
―¿Significa eso que voy a vivir hasta que tenga cien años?
―Probablemente no.
Mi rostro cayó.
―No lo sé ―dijo con voz ronca y pude sentir tensarse mis entrañas―. Todavía
eres un cachorro, Mackenzie. Es muy temprano para decirlo, pero pareces una
luchadora. Apostaría por ti.
169
Golpeó sus palmas abiertas en sus muslos y el sonido se hizo eco en la escasa
sala. Me hizo saltar.
―Bien, empecemos así podremos tener al menos un par de horas para dormir
―señaló y se levantó.
Su olor era diferente del de Jonah, pero capté el familiar olor a madera.
Mientras Jonah tenía una sensación de aire fresco, Sebastian tenía un almizcle
robusto.
Mi voz aumentó.
Quería enfrentar la palma yo misma, pero eso no era algo que esperase.
Sebastian parecía un solitario, un adicto al trabajo, no lo creía capaz de tener
amigos.
170
hermanos.
Capítulo 16
171
―Da un paso atrás, gira la mano derecha hacia la derecha y tira del asaltante.
Su agarre se aflojará y luego hará el combo que te mostré. Gancho de derecha,
gancho de izquierda y una rodilla en la nariz. ¿Lo tienes?
―Lo tengo.
Me estremecí.
Retrocedí, giré mi brazo izquierdo en sentido contrario a las agujas del reloj y
tiré, justo como me había enseñado. Con un poco de poder adicional del lobo, se
inclinó ligeramente hacia adelante y perdió la mayor parte de su control sobre
mí. En lugar de hacer el combo, lo empujé y retrocedí un par de pasos,
alejándome de él.
172
―Creo que te estás volviendo un poco abusivo, así que te sugiero que bajes
esa mierda ―dije con suficiente ira en mi voz. No sabía cuán sumisas eran las
Lunas, pero no estaba de acuerdo con esa mierda. Si quisiera poner mis malditos
ojos en blanco, lo haría. Puede que sea desagradable, pero no le daba el derecho
de colocarme en mi lugar. No formaba parte de la Manada.
Su rostro se suavizó sólo un poco, pero no lo suficiente como para que sintiera
pena por él.
―Sí, bueno, creo que hemos hecho suficiente por esta noche.
―¿Qué dem…?
―Lo siento ―dijo y me tragué mi maldición―. No quise ser rudo. Tengo que
recordar que aunque eres un lobo, eres más humana que cualquier otra cosa. No
estoy acostumbrado a ser desobedecido.
Lo miré con los ojos entrecerrados para que supiera que no era fácil
persuadirme, pero en el fondo, ya sabía que lo perdonaría. No es que me olvidara
de lo áspero que era, definitivamente no, pero la próxima vez tendría cuidado si
quisiera hacer algunos gestos. No lo toleraría y era mejor que se diera cuenta
desde el principio.
173
muslos.
―Necesito saberlo, Mackenzie ―dijo sin mirarme―, ¿hay algo entre Jonah y
tú?
No era justo por mi parte contemplar nada con Sebastian después de dirigir a
Jonah, porque si era sincera, eso es lo que hice en Cold Springs, sin querer, pero
lo hice.
―Si soy tan inmadura, ¿cuál es tu problema? ―La misma pregunta que le hice
a Jonah.
―Te deseo.
174
Mi estómago se sacudió. Esto no podía estar sucediéndome. La chica a la que
nunca le importó tener un novio, y después de James, maldije a los hombres, pero
esto, al estar entre los dos, me hizo olvidar quién era y siempre había sido.
―No estoy con ella. Ella cuida de mis necesidades y esa es la extensión de
nuestra relación ―señaló con un rostro serio, como si esto fuera normal.
―¿Un qué?
―No importa. ―Me dejé caer de nuevo en el sofá―. Bash, las cosas están mal
ahora. Jackson está desaparecido y no soy parte de la Manada. Vamos a priorizar.
―No.
―¿Qué?
¿Por qué no podría simplemente decir que no? Busqué en la habitación como
si la respuesta estuviera grabada en las paredes de nogal.
―No me conoces, Bash. ―Era cierto, no lo hacía. No podía querer a alguien
de quien no sabía nada, especialmente a alguien como yo, una variable
desconocida dentro de la Manada. Ni siquiera sabían de dónde venía.
Por muy feminista que pensé que era, debería haberme ofendido por su
posesividad, no lo estaba. Algo dentro de mí se agitó y lo sentí hasta el fondo. No
lo entendía.
175
rodeaba mi visión.
Su boca se deslizó del hombro a mi cuello y se frotó hasta que su aliento hizo
cosquillas detrás de mi oreja. Mis dedos se clavaron en sus mechones negros y
fue como pasar mis manos a través de la seda. Su lengua rodó ligeramente por
mi cuello y cerré los ojos.
Podía sentir una voz lejana gritando en mi cabeza, ¿qué estás haciendo? La
ignoré.
―No ―dije con firmeza y dejó de moverse―. No soy así. ―Me bajé de él y
puse un par de metros entre nosotros. Mi pecho subió y bajó rápido y contuve las
lágrimas que caían por mi rostro. No quería llorar y no estaba triste, me sentía
frustrada de más de una manera y no sabía qué hacer. Quería ceder, quería darle
a la loba lo que ansiaba, pero no podía.
176
hacia mí. Sus ojos azules nunca dejaron los míos y era muy consciente de cada
parte de mi cuerpo enrojecido. Todavía podía sentir dónde me había tocado y
dónde no… donde quería que lo hiciera. Negué con la cabeza.
―Lo sé.
Su mano se arrastraba por mi cabello mientras los rizos caían sobre mi pecho.
Un escalofrío me atravesó y no supe cuánto tiempo podría mantener al lobo a
raya.
Mi espalda tocó la pared y una vez que comenzó a deslizar mis tejanos sobre
mi trasero, mi cuerpo se congeló de miedo.
Se detuvo.
―No puedo. No está bien. Jonah y yo… no lo sé, pero esto no está bien.
177
―Te pregunté por Jonah ―gruñó, pero no me importaba si estaba enojado.
Estaba teniendo dificultades para clasificar mis emociones―. Es un privilegio
tener un Alfa.
―¡Amigo, retrocede! Me importa una mierda lo que eres. Estoy pasando por
algo y creo que necesito la ayuda de Jonah… él me ayudó la última vez ―dije sin
aliento. Con mis manos en mis rodillas, intenté estabilizarme, pero sentí que la
loba saldría de mí.
Sólo respira.
¿Cómo podría querer a dos chicos al mismo tiempo? No debería ser posible…
Sólo respira.
―¿Qué pasa? ―ladró Sebastian y me hizo saltar. Su tono había vuelto a ser
serio y sabía que era porque estaba enojado.
―No lo sé. Siento que ella está a punto de apoderarse de mí. Es demasiado
fuerte, es sofocante.
Gruñó.
Se tensó.
―Si no puedes ayudarme, entonces dame un poco de espacio, arrogante
bastardo.
Sólo respira.
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Mi cuello estaba rígido cuando me desperté a la mañana siguiente. Después
de mucho dar vueltas y girar al punto de contemplar llamar a Jonah, finalmente
pude dormirme para calmar a mi lobo. Sebastian me dejó cuando vio claramente
que necesitaba ayuda. Jonah no me habría dejado. Ugh, no debería estar
comparándolos a los dos. Debería estar intentando olvidarlos. Es lo justo. Una
vez que todo esto fuera dicho y hecho, me iría. Después de la próxima luna llena,
me iría, no sabía dónde, pero estaría lejos de ellos y hacia mi libertad.
Se me acercó y sentí una pizca de miedo. Tenía que recordar lo peligroso que
era en realidad, un depredador natural, no podía dejar que ninguna atracción con
ninguno de ellos se interpusiera, porque tarde o temprano, obtendrían lo que
querían.
―Seis de la mañana.
Gruñí.
Lo miré fijamente.
―Mackenzie, vámonos.
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baño, me reuní con Sebastian en el centro de Astor Hall. Su presencia dominante
encogió la habitación normalmente espaciosa.
No me dijo nada cuando me paré frente a él, sólo se dio la vuelta y caminó
hacia la entrada. Seguí en silencio sin querer revolver la olla, pero esto se estaba
poniendo incómodo.
―¿A dónde vamos? ―pregunté una vez que estábamos caminando por la
Quinta Avenida.
El paseo de regreso a Central Park fue tranquilo y las únicas personas en las
calles eran corredores de madrugada. Nos reunimos en Strawberry Fields y el
resto de nuestro grupo disfuncional ya nos estaba esperando.
Amy, corrió hacia mí como si fuera un prisionero de guerra que estaba siendo
liberado.
3"Boxing Day" es una festividad celebrada principalmente en el Reino Unido y otras naciones
que pertenecieron al Imperio británico. Se suele celebrar el 26 de diciembre, y durante la fecha se
promueve la realización de donaciones y regalos a los pobres.
―Te extrañé ―dijo. Su voz amortiguada por su bufanda que estaba
fuertemente envuelta alrededor de ella. Le devolví el abrazo con la misma fiereza.
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―No ―dije y no entré en detalles. Captó mi deriva y dejó estar el tema.
Una vez que nos soltamos, asentí a Bernard y Jonah, quienes parecían
incómodos. Sus manos estaban en sus bolsillos y miraban a cualquier lado menos
en mi dirección.
―Es débil, pero estoy captando un olor familiar ―dijo de espaldas a nosotros.
―No es de extrañar ―murmuró Jonah y se pasó las manos arriba y abajo por
su rostro muy cansado.
―Sí y es peor que la muerte misma. Imagina estar paralizado por el fuego
corriendo por tus venas, eso es lo que nos hace.
Sus tupidas cejas rojas se fruncieron y quise consolarlo del mal recuerdo que
recordaba.
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Toqué su brazo y miré al gigante leñador.
―Lo siento ―dije. Me dio una sonrisa triste y me dio unas palmaditas en la
mano.
―Sólo hay una persona que conozco con acceso a ella ―comentó Jonah en voz
baja y todos nos volvimos hacia él. Le temblaban las manos, pero no era miedo,
cuando miré su rostro, era ira.
―Caleb ―dijo Jonah con los dientes apretados. Con las manos en puños a su
lado, sentí las olas de rabia que irradiaban de él.
―Soy positivo. Lo he visto con mis propios ojos. Sabes que Caleb fue
transferido de la Cumbre Europea.
―Está bien, entiendo eso, pero ¿qué pasa con el vampiro y los Fae? ¿Qué factor
tienen en esto?
182
―¿Tal vez quiere ser el que traiga una alianza entre los tres? ―adivinó Jonah,
pero creo que ya había llegado por ahora. Caleb parecía asustado con ese corte
en el rostro, pero ¿podía realmente hacer esto? Entonces me golpeó.
―¡Debe haber sido otra cosa, ella está bien! Sabes que no es así como funciona
la ley de la manada, Jonah.
―¡A la mierda con eso! ¡El bastardo se llevó a mi hermano!
―No tengo que ir y ellos no tienen que saber que fui yo. Podéis regresar al
almacén y Amy y yo podemos escondernos en algún lugar. Nueva York es un
lugar bastante grande, nadie me encontrará ―expliqué y los rostros que todos
me dieron me dijeron todo lo que necesitaba saber. No lo creían. Necesitaba una
183
niñera a tiempo completo.
Bernard resopló.
―Diablos no. Sólo unos pocos viven allí, como Bash y Jonah, pero podemos
elegir. Los únicos obligados a vivir en el almacén son las Lunas no emparejadas.
―¡Eso es una tontería! ―exclamé y los tres hombres lobo se volvieron hacia
mí confundidos.
―¿Qué?
―No sabe que lo hice. Se había ido a recoger comida china al piso de abajo y
estaba buscando el baño. Encontré una habitación llena hasta el borde con esa
mierda creciendo.
184
me parece estúpido. La próxima vez que fui a su casa, la habitación estaba vacía.
―Se pasó las manos por el cabello y pude ver las ruedas en su cabeza dando
vueltas. Se estaba culpando a sí mismo―. Pensé que podría haber estado
cultivándolo para mi padre. Sé que le gusta tener algo en la mano.
―Las malas vibraciones no son una prueba. Tenemos que encontrar el acónito
y si ya no lo tiene en su apartamento, entonces tenemos que averiguar dónde
―señaló Sebastian.
―Podemos revisar los registros públicos para ver si posee alguna propiedad
―sugirió Amy y los tres lobos la miraron. Sólo me hizo reír. ¿Sabían estos chicos
algo sobre el mundo exterior?
Todos nos quedamos de pie torpemente, evitando los ojos del otro, mientras
pensábamos a dónde ir. Mi mirada recorrió un conjunto de arbustos y me
congelé. Reconocí algo que era toda una coincidencia para no ser lo mismo.
Jonah suspiró.
―Sí. Tiene conexiones que podrían ser útiles y, dado que uno de sus
chupasangres está desaparecido, no lo pensaría dos veces antes de ayudarnos
―dijo Jonah―. Al menos eso espero.
―Podéis querer ver esto ―dije de nuevo, pero todos me estaban ignorando.
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―No lo sé, pedirle ayuda a Lucian es, literalmente, hacer un trato con el diablo
―contempló Bernard.
―¿Qué es?
―Te dije que soy estudiante de justicia penal, y que tengo una beca en Casos
Mayores en 1PP. ¡El secuestrador es un cambiaformas!
―Es por eso que te digo que necesitamos bajar a la estación. Necesitamos
hablar con mis superiores.
―Espera, ¿saben que eres un hombre lobo? ―exclamó Jonah.
―Ya sea que me creáis o no, no importa, pero me voy. Esta es una ruptura en
nuestro caso. Sé que estoy en algo ―dije mientras me giraba hacia la salida del
186
parque.
Capítulo 17
187
―¡Él hizo qué! ―exclamó Amy y puse mi mano sobre su boca.
―No es gran cosa, pero Amy, no sé qué hacer. Esto me tiene asustada, lo cual
es estúpido porque, ¿por qué debería tener miedo de que dos chicos calientes me
quieran? Dios mío, soy una perdedora.
―No, no lo eres, Kenz. Este ya es un momento difícil y estos chicos sólo están
empeorando las cosas. No es culpa tuya, es de ellos. ¿Quieres que les ponga los
puntos sobre las íes? Sabes que lo haré ―dijo, poniéndose las manos en las
caderas.
Me reí.
―¡Oye! ¡Te dije que no me llamaras así! ―Se rio―. Está bien, Kenz, pero en
serio, ¿quién te gusta más? ―Movió sus cejas perforadas hacia arriba y hacia
abajo.
188
―Amy es una locura. No puedo creer que no me haya dado cuenta de esto
antes. Michaels y yo tuvimos un caso el miércoles y esta dama fue un desastroso
trabajo. Realmente le dijo a Garrett que era Fae. Pensé que le faltaban algunos
tornillos, pero fue un grito de ayuda.
Nos reunimos a través de la calle desde el edificio de 14 pisos, One Police Plaza
para elaborar un plan. Estiré mi oído sensible, y busqué la voz de Garrett que,
sorprendentemente, era fácil de encontrar.
―Jonah y Berna, quiero que obliguéis al guardia de la puerta para que nos
permita entrar y mantener la atención de quien esté en la recepción. Mackenzie
y yo encontraremos a su supervisor y lo obligaremos a darnos el informe sobre
el secuestro. Vigila a Amy. ―Sebastian ladró órdenes, distrayéndome de mi
fisgoneo.
―¿Por qué obligar a tanta gente? Tengo acceso al edificio y si hablo con
Garrett, me dirá lo que necesito saber ―dije.
¿No lo entendía?
189
y Bernard detrás de él.
―Kenz ―susurró Amy―, está bien. No están haciendo nada malo, siempre
hay una excepción.
―¡Eso fue diferente! ―Con los ojos entrecerrados, observé a mi mejor amiga
y me di cuenta de que el hecho de estar alrededor de la Manada estaba afectando
su compás moral. Nunca hubiera dicho eso antes. Comprendí que las cosas no
estaban claras, pero tenía que haber reglas, límites, que no deberían cruzarse.
Dudé hasta que un gruñido escapó de la garganta del Alfa. Estaba rallando
sus nervios.
―Piso 11.
Nos subimos en silencio y pude sentir las oleadas de calor de impaciencia que
venían de Sebastian, lo que no debería ser una sorpresa, ya que a él no le gustaba
que lo interrogaran, mucho menos por mí.
190
―No hay nada de qué hablar.
―Creo que lo hay, imbécil. No puedes intentar seducirme y luego actuar como
si lo hicieras con todos. Quiero decir, a menos que lo hagas, entonces… entonces
eres una puta ―dije mientras fruncía el ceño en confusión. Mierda, ¿acababa de
llamar prostituta a un Alfa?
―Sólo voy a decir esto una vez y luego esto se acabó. Me estoy quedando sin
paciencia, Mackenzie, pero ¿has pensado por qué esto te molesta? ¿Por qué no
puedes dejarlo ir como yo? Puedes intentar engañarte a ti misma todo lo que
quieras, pero sé lo que está pasando en esa cabeza tuya.
191
Quería echarle la culpa a mi animal interior, al lobo, pero no era ella. Esto era
todo yo. La única diferencia era que no era una atracción emocional lo que tenía
por Sebastian. Apenas conocía al chico. Era puramente físico, y era un fuerte
tirón, uno que nunca antes había sentido. Me hizo sentir sucia, mal, pero al
mismo tiempo, una emoción recorrió mi cuerpo como una descarga eléctrica. Mi
cuerpo se calentó con su toque mientras sus manos lentamente recorrían mis
brazos hacia arriba hasta que los sostuvo sobre mi cabeza. Nuestros dedos se
entrelazaron, y él se alejó.
―Esto está fuera de lugar para mí, Bash. No puedo evitarlo. ―Lo miré bajo
gruesas pestañas y su rostro se suavizó ante mi confesión.
―Lo sé, Mackenzie, por eso voy a detener esto ―dijo y se alejó bruscamente.
Un frente frío me golpeó como una pared cuando puso algo de distancia entre
nosotros―. No estabas completamente equivocada en la biblioteca. No debería
haberte presionado como lo hice. Lo que quizás no sepas es que estás atravesando
las etapas de un ciclo de Lobo a una velocidad acelerada, ya que el Cambio tomó
mucho tiempo. Tu mente y tu cuerpo están tratando de ponerse al día y no estaba
bien que aprovechara tu estado vulnerable.
Vi cómo le dolía que me contara la dura verdad. Podía sentir mi rostro aflojarse
cuando entendí lo que me estaba diciendo y se estremeció. Era posible que este
192
enamoramiento que tenía entre él y Jonah no fuera real.
Me sentí como una idiota. Como una loba idiota, hormonal. Genial.
―¡Grey! ¿Qué demonios estás haciendo aquí? ―gritó Garrett desde el otro
lado de la sala del escuadrón.
―Qué coño…
193
secuestros recientes. ¿Dónde está? ―preguntó Bash mientras miraba a Garrett a
los ojos sin parpadear.
194
una expresión de aburrimiento en su rostro y en el momento en que nos vio,
comenzó a dirigirse hacia la salida. Cuando empujamos las puertas unos pocos
pasos detrás de ella, Sebastian silbó a Jonah cuando salíamos por la puerta. Unos
segundos más tarde, también lo hizo su Beta. Nos reunimos con Bernard a una
manzana y media de distancia de la sede de la policía de Nueva York y nos
metimos en un restaurante cercano.
Después de pedir una ronda de café, saqué la copia doblada del informe de
Garrett del bolsillo de mi abrigo y la aplasté sobre la mesa.
―Bien, esto dice que Jane Hancock está detenida en Wards Island, en el Centro
Psiquiátrico de Manhattan. Va a ser difícil entrar. ¿Alguno tiene sugerencias
sobre cómo hacerlo? ―pregunté.
―Creo que la forma más fácil de hacerlo es a través de la pasarela número 103
en East Harlem. Podemos mezclarnos fácilmente ―sugirió Bernard―. Mi única
pregunta es ¿cómo vamos a entrar en el hospital?
―¿El vampiro?
―Ellos no duermen.
195
Capítulo 18
196
Comí lo suficiente para un pueblo entero. Empaqueté dos filetes raros con una
doble orden de patatas fritas y un montón de panqueques. La camarera me había
mirado divertida hasta que los tres hombres lobo ordenaron casi lo mismo. La
pobre Amy era el hombre extraño con su pequeña orden de una tortilla. Estaba
tan llena que dejé mi abrigo desabrochado para que pudiera frotarme la barriga.
¿Quién era yo para quejarme si la Manada de Brooklyn pagaba la comida?
Ordené como si fuera mi última comida.
Intentamos matar algo de tiempo después de que Jonah hablara con Lucian
sobre la reunión en el Puente. Era tarde en la tarde cuando finalmente decidimos
salir.
―Tú y Mackenzie vais. Ella necesita estar allí porque es la única que ha
conocido a esta Jane Hancock. Necesito volver al almacén e intentar controlar a
la Manada.
―Cuidaré de Amy. Ningún daño vendrá a ella. Está ahora y siempre estará
bajo la protección de la Manada ―respondió Sebastian y sentí como si me
levantaran un peso de los hombros.
―Bernard, quiero que te reúnas con el equipo táctico que debería estar en el
lado noreste de Central Park y que vuelvas a hablar con los Fae. Pregúntales qué
saben sobre una Jane Hancock y luego informa a Jonah.
197
―A Jonah ―dijo con los ojos entrecerrados.
―Lo que sea ―murmuré. Juré que si no podía huir de la Manada y sus
antiguas leyes, entonces iba a comenzar una revolución monstruosa.
―¿Estás bien con esto? ―pregunté. Estaba segura de que podría manejarse
por sí misma, pero estar sola con Bash era incluso intimidante para mí.
Ella rio.
―Sí, sí, como si no fuera obvio para todos. Bien, buena suerte con la Fae
psicópata y vuelve en una sola pieza y con una decisión sobre tus dos amantes.
―Se rio y me dio un abrazo. Maldita Amy. No tenía filtro.
Una vez nos separamos, caminé lado a lado con Jonah por la calle hasta la
parada de autobús. Fue incómodo. Realmente no habíamos hablado desde que
salimos de Cold Springs. Había ocurrido mucho drama en un corto período de
tiempo, me sentía estúpidamente estresada por ello. Apenas nos conocíamos, las
cosas no deberían estar tan tensas como estaban.
―El 6 de Lexington baja. Nos dejará entre la 103 y 104. Desde allí
caminaremos.
Traté de escuchar los latidos de su corazón o ver sus expresiones faciales, pero
nada. Estaba cerrado de cualquier emoción y eso me frustraba. No me importaba
si estaba feliz, enojado, como sea, sólo quería saberlo. Era estúpido de mi parte
pero necesitaba saber cómo acercarme a él. Tal vez estaba siendo demasiado
paranoica.
198
―Está bien, genial… así que…
―Amy tiene razón, apestas andándote por las ramas. Sólo escúpelo, Kenz
―dijo con una sonrisa. Buena señal.
―Lo siento. Sé que las cosas han estado tensas y quizás estoy analizando la
mierda, pero ¿estamos bien?
Suspiró.
―Escucha, Kenz. No diré que estoy de acuerdo contigo y con Bash, pero
tampoco me interpondré en el camino. ―No me sorprendía que fueran mejores
amigos.
―¡No hay nada entre nosotros! ―No sabía por qué salté para decir eso.
Realmente no había nada entre nosotros, pero lo había. Mierda, esto apestaba.
Llegamos a la parada del autobús y esperamos con algunas otras personas que
nos rodeaban.
Mi boca se abrió y su lengua entró, derritiéndome a sus pies. Con mis manos
atrapadas entre nuestros pechos, él me sostuvo con tanta fuerza, que estaba
segura de que no me dejaría caer, nunca. Necesitaba su estabilidad, apenas podía
estar de pie por mi cuenta con el mero sabor de la menta que él también se había
199
puesto en la boca hace mucho tiempo.
―Uh… ―Traté de poner mis palabras en orden―. Tal vez, yo, uh, no fui muy
clara. ―Balbuceaba, así que probablemente no tenía sentido, pero…
―Oh. ―Fue todo lo que pude decir cuando me soltó y me tropecé conmigo
misma. Una cosa era obvia, la gracia no era mi segundo nombre.
El viaje en autobús duró unos cuarenta minutos y el paseo hasta el puente fue
de otros diez. Afortunadamente, nunca mencionó lo que pasó y se pasó todo el
tiempo preparando un plan de juego. Según Jonah, tenía que dejar que hablara
todo el tiempo y no involucrarme, mucho menos que me diera a conocer a Lucian.
Hubiera objetado porque seamos honestos, no había un hueso silencioso en mi
cuerpo, pero estaba demasiado ocupada reproduciendo ese maldito beso en mi
cabeza, así que lo dejé ladrar sus encías.
Eran las seis de la tarde cuando llegamos a la entrada del sendero que conducía
a Ward’s Island. Lucian ya nos estaba esperando, vestido con su uniforme de
pantalones negros y una camisa con botones hasta arriba. Esta vez llevaba puesta
una gabardina de lana abierta, negra, por supuesto, con un par de gafas de sol
clásicas Ray-Ban.
200
―¿Alergia al sol? ―pregunté mientras caminábamos hacia él.
―Hm, por qué sí, mascota. Es una desventaja ―ronroneó y no pude contener
una carcajada. Este tipo era irreal.
Jonah me dio un codazo y esa fue su forma de decirme que me hiciera invisible.
Sí… eso iba a ser difícil.
El vampiro resopló.
―Tenemos una pista y ella está en ese instituto mental. Si no puedes ser serio
y ayudarnos no sólo a encontrar a nuestro chico sino también a los tuyos, estás
perdiendo el tiempo.
―¿Oh en serio? Dilo. ―El vampiro sonrió y se apoyó contra uno de los pilares
del puente. Cruzó los brazos sobre el pecho como si tratara de ser casual, pero
sólo parecía robótico.
Jonah tardó demasiado en responder, así que salté.
―Su nombre es Jane Hancock, lo sé, no es original, pero creo que es Fae. Su
hijo fue secuestrado la semana pasada y estamos pensando que podría ser
Branwell, el tipo que la reina Fae dijo que faltaba. Jane llamó a la policía y les
contó todo, literalmente, así que la encerraron en la sala de psiquiatría. Tenemos
que averiguar qué sabe.
201
―No dije que debíamos confiar en ella, todo lo que tenemos que hacer es
hablar con ella y ver si su historia se suma.
―¡Oye! ―espeté y sacudí mi brazo hacia atrás―. Todo el mundo tiene que
dejar de intentar controlarme ya. ¡No soy parte de esta maldita Manada! ―grité.
Con ojos salvajes, escaneé a todos en el puente hasta que se establecieron en
Lucian―. Tú… ―Le señalé― …necesitamos tu ayuda, así que deja de hacer
tonterías y vayamos al punto. ¿Puedes ayudarnos? ―Estaba irritada.
202
―¿Q… qué? ―tartamudeé. Me quedé inmóvil y ni siquiera pude parpadear
por miedo a que hiciera algo, como morderme.
Resoplé.
―Si alguna vez hiciera lo que se supone que debo hacer, no sería yo misma.
Ahora supéralo, botón de oro. Tenemos que perseguir todas las pistas para
resolver este caso. ―Me dirigí a Lucian, quien todavía me estaba mirando con
cuidado, como si estuviera en algún secreto―. ¿Qué necesitas de mí?
―¿Eh?
―¡Qué demonios, Lucian! ―grité cuando noté que los peatones que cruzaban
el puente ahora nos estaban prestando atención.
203
―Lo siento, amor, los lobos son muy sensibles hacia las Lunas. Gracias a Dios,
no pedí una garra con sangre como la que originalmente quería. ―Se rio y quise
apuñalarlo en el ojo. Una garra.
Él asintió.
―No te preocupes, Lobo Solitario, no haré vudú o algo así. Este es un asunto
personal y si quieres mi ayuda, aceptarás el intercambio.
Me mordí el labio.
―Bien ―dijo y dio una palmada frente a él―. Ahora dirijámonos al loquero
antes de que terminen las horas de visita.
El paseo por el puente no debería haber sido tan largo, tal vez era la tensión
entre mis dos compañeros, pero deseaba que Amy hubiera estado con nosotros.
Ella habría dicho algo para romper el hielo. O al menos me habría hecho reír,
como una broma de un lobo y un vampiro, un hombre que necesitaba para buscar
en Google cuando tuviera la oportunidad.
Jonah estaba alterado como una vara y sólo podía imaginar por qué: hice un
trato sin consultarlo. En mi defensa, no debería tener que hablarlo con nadie. Yo
era mi propia mujer, no parte de la Manada, y si hacía un trato amargo con el
demonio, lidiaría con las consecuencias después de encontrar a Jackson.
204
―Kenz, en serio, por favor ―murmuró Jonah.
―Hola querida. Estamos aquí para ver a Jane Hancock ―dijo Lucian mientras
colocaba su codo derecho en el mostrador. Era tan teatral.
―Lo siento, las horas de visita terminan a las cinco. Puedes volver mañana a
las ocho de la mañana.
Mierda. Volví los ojos hacia Jonah, que se veía tan agravado como yo. No
podíamos esperar hasta mañana para ver si esto era una ventaja o no.
―Mis disculpas, amor, tal vez debería haberme presentado primero. Me llamo
Lucian Young, soy miembro de la Junta Directiva de este establecimiento, como
usted puede reconocer, y me dijeron que sería mejor que viniera a ver a una vieja
amiga mía que está aquí. ¿Podrías ser una persona querida y darnos algunos
pases de visita? ―La enfermera miró a Lucian como si quisiera huir. Se quedó
inmóvil y luego se apresuró a sacar las etiquetas con los nombres de los visitantes
de su cajón. Tenía que concedérselo al vampiro, se aseguró de que sus dedos
estuvieran sumergidos en muchas ollas. La eternidad era un largo tiempo,
supuse, bien podría estar listo para la vida.
―Confía en mí, lo sé ―dije con una sonrisa brillante. ¡Toma eso, Barbie!
205
―¿Lista? ―preguntó Lucian y luego miró interrogativamente mi etiqueta de
nombre.
―No preguntes.
Sonrió.
―Esto se siente como una película de terror clasificada B, chicos. ¿Por qué no
hay nadie aquí?
―¿Qué te tomó tanto tiempo? ―demandó una mujer al final del pasillo. Nos
detuvimos bruscamente y entrecerré los ojos para ver mejor.
―Esa ―dijo mientras levantaba un dedo frágil apuntando hacia mí―, vino a
verme el otro día con la policía. ¡Han secuestrado a mi hijo y vosotros, lobos, no
habéis hecho nada!
―¿Cómo se suponía que debía saberlo? ―me burlé y crucé los brazos sobre
mi pecho.
206
―Branwell del Clan celta ―contestó y casi se cayó.
―¡Por supuesto que no! Este lugar está atado con hierro.
―Tendré que decir que es culpa mía. El año pasado remodelé el hospital. Qué
vergüenza ―suspiró Lucian con falsa preocupación.
―¿Por qué me mentiste y dijiste que el nombre de Branwell era John Hancock?
―pregunté mientras cruzábamos el puente.
Ella gruñó.
―Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para traerlo de vuelta a salvo
―dije mientras detenía la silla de ruedas y me agachaba frente a ella―. ¿Puedes
decirnos lo que viste?
207
Se limpió las lágrimas de sus mejillas y se aclaró la garganta.
―Pensé que era un lobo pero olía diferente, era otra cosa. Estaba hablando con
Branwell a las afueras de nuestro edificio de apartamentos. Pensé que eran
amigos, hablaban como si se conocieran. Mi hijo a veces inventa hierbas para la
Reina Fae y otros sobrenaturales en la ciudad ―explicó y miró a Jonah como si
no estuviera segura de si debería haber dicho eso―. Branwell le estaba diciendo
que tendría todo listo en una semana y el lobo se enojó. Agarró a mi hijo por el
cuello y lo golpeó contra el edificio. No pude ver más allá desde mi ventana, pero
le oí decir que no podía esperar una semana. Lo siguiente que supe fue que el
extraño estaba arrastrando a Branwell a un SUV al otro lado de la calle. Esa fue
la última vez que vi a mi hijo.
―Estaba demasiado oscuro y mis ojos han empeorado a medida que pasan los
siglos. Pero no tenía el cabello oscuro.
―Podría ser Caleb, pero es demasiado difícil. Cuando dices que olía diferente,
¿a qué te refieres? ―preguntó Jonah.
―Olía a tierra, como un lobo, pero también olía a muerte y decadencia. ―Se
volvió hacia Lucian―. Como un vampiro.
―¿Es eso posible? ―le pregunté a Jonah y por la confusión en su rostro, no
sabía si lo era.
208
Entregamos a Jane, quien no nos dijo su nombre real, fuera de su apartamento
y Jonah llamó a Bernard para que pudiera actualizar a los Fae. Estábamos en una
pérdida y terminamos en la catedral de San Pablo de nuevo. Mientras estaba allí,
Jonah llamó a Sebastian para informarle sobre nuestro callejón sin salida. Si para
la próxima luna llena no se encontraba a Jackson, tendría que irme de cualquier
manera. Me sentí horrible por pensar así, pero tenía que salvarme y no podía
esperar un mes más para mi próxima oportunidad. Si me quedaba, me harían
una Luna o comenzarían a cazar mi cabeza.
―Tenemos que hablar ―susurró Lucian y asintió con la cabeza hacia una
salida. Hice una pausa cuando Jonah estaba de espaldas a mí, y me deslicé lejos
del altar y en dirección al estrecho pasillo por el que había atravesado el vampiro.
Hice el único giro a la izquierda y atravesé un pasillo que estaba conectado a otro
edificio. Entré en una habitación que estaba llena de muchas estanterías que
cubrían las paredes y un viejo escritorio de roble oscuro en el medio.
―¿Qué?
―¿Cómo…?
Él sonrió.
―Relájate, no leo mentes, está escrito en todo tu rostro. Ven y siéntate ―dijo
e hizo un gesto hacia una de las sillas frente al escritorio mientras se sentaba en
209
la otra.
Con cautela, lo seguí y me escabullí tan lejos de él como pude sin ser grosera.
―Joyce Grey ―susurró mientras se tocaba la boca con dos dedos―. Es eso
así…
210
tocarte. Tendrás tu libertad.
No le respondí.
―Los Ángeles.
Capítulo 19
211
Mi boca se abrió al ver a Lucian sacar su teléfono con calma y comenzar a
escribir como si no me hubiera lanzado una bomba. Me quedé sin palabras, ¿Los
Ángeles? Eso era un cambio drástico con respecto a Nueva York y, obviamente,
estaba en el otro lado del país. Pero sonaba como el lugar perfecto para ir.
―¿Cómo vas a mantenerme a salvo allí? ¿No está la Manada en todas partes?
―Espera. Déjame entender esto, ¿quieres que viva con un grupo de vampiros?
―Todo lo que estaría haciendo era escapar de un peligro por otro.
212
resolver este caso de secuestro.
―¡No me digas que me relaje cuando me doy la vuelta y te has ido! ¡Deberías
haberme dicho algo!
Lucian se quedó ocioso, sin decir una palabra mientras Jonah lo regañaba.
Llámame blandengue, o tal vez no sabía toda la verdad sobre su relación, pero
me sentía mal por Lucian. Desde que lo conocí, él no había hecho ni dicho nada
contra los lobos y todo lo que hicieron fue decirle mierdas una y otra vez, y aun
así pedirle ayuda de todos modos.
―¿Qué dijo Sebastian? ―demandé entre dientes. Estaba enojada con Jonah,
pero no iba a molestarlo con una audiencia. Tendría que aprender a contenerme.
Me quedé sin aliento cuando fui a la estantería de Lucian y comencé a leer los
lomos.
―¿Tienes algún libro sobre especies? ―le pregunté mientras escaneaba los
libros a toda prisa.
―¿Qué?, sí, por supuesto. Están por aquí ―indicó Lucian y sacó un grueso
213
libro de texto de la estantería detrás de su escritorio.
―¿Qué?
―Oh, Dios mío, deja de pensar que no escucho y piensa en lo que dijo Jane
Hancock y en la piel que encontramos en su apartamento y en el parque. No te
rías, pero vi esto en un programa de televisión, ¿podría este secuestrador ser
alguien que se despelleja? ¿Cómo una serpiente? ―Sentí la respuesta en la punta
de mi lengua, pero no pude unirla por completo.
―Eso tiene sentido. Branwell probablemente estaba haciendo una hierba para
enmascarar su olor ―dijo Lucian.
214
Un viaje en auto fue la forma más rápida de transporte al almacén y Lucian se
ofreció a pagar la factura. No aceptó un no por respuesta cuando dijo que vendría
con nosotros, contra lo que Jonah intentó persuadirlo. No sabíamos cómo
reaccionaría la Manada, podría provocar un alboroto y, por supuesto, mi excusa
favorita, sólo tendrían otra cosa por la que culparme. Definitivamente podía
sentir el amor.
Los fríos ojos azules de Sebastian aterrizaron primero en Lucian y sus fosas
nasales se salieron de control.
Iba a decir algo cuando Lucian me llamó la atención. Él negó y sólo pude
interpretar que me dijo que mantuviera la boca cerrada.
―No tenía opción, él iba a aparecer de cualquier manera, así que prefiero que
estuviera conmigo ―explicó Jonah, manteniéndose firme en su decisión.
―Oh, es bastante simple, Alfa, tienes un traidor entre manos ―dijo Lucian
215
mientras se inclinaba hacia adelante y acunando su boca, fingiendo susurrar,
pero todo el almacén escuchó.
Los jadeos viajaron como un fuego salvaje y sólo enfureció a Sebastian aún
más.
―¡No puedes confiar en ellos, Sebastian! ¿Ese lobo solitario lavó el cerebro a
Jonah y trajo a un chupasangre a nuestra casa? ¡Esto no es sagrado! ―gritó
alguien desde la multitud de hombres lobo.
Sin esperar permiso, corrí hacia él y lo tiré al suelo. Los únicos que lo notaron
fueron los lobos en nuestra vecindad inmediata. Todos los demás estaban
ocupados discutiendo sobre mis acusaciones.
―Eres una estúpida, perra ―me susurró al oído cuando alguien finalmente
216
me lo quitó.
―¡Ella me atacó! ¡Haz algo al respecto! ―gritó Caleb, con los ojos
desorbitados.
217
Scarface miró a los lobos que esperaban su reacción. Una cosa era que lo
acusaran injustamente, pero estar tan a la defensiva como estaba, despertó cierta
curiosidad.
Traté de recordar lo que el libro había dicho sobre los Skin Walkers, la piel
estaba cosida justo debajo de la barbilla, miré a Lucian y asentí. No sabía cómo
estaba siempre a un paso por delante de mí, pero no era el momento de
preguntar. Me lancé hacia Caleb.
Jonah se volvió hacia él, pero eso sólo lo hizo reír más. Mi mente se revolvió
mientras trataba de pensar en algo, cualquier cosa para tomar ventaja sobre esta
criatura, pero no había nada. No habíamos aprendido lo suficiente sobre él.
218
Descubrir su identidad fue sólo un golpe de suerte.
Los tres retrocedimos y, tan pronto como llegamos a las puertas dobles, el Skin
Walker me susurró al oído:
219
Tuve un tiro y un sólo tiro. Todo dependía de que hiciera esto bien. Empujé a
Jonah tan fuerte como pude hacia la multitud de lobos que estaba al borde de
perder el control. Me di la vuelta y clavé mis garras en la espalda del Skin Walker.
Con mi otra mano agarré su cuello por estabilidad y forcé mi mano aún más hasta
que tuve un firme control sobre su corazón.
No sabía qué pasaba detrás de mí, si la Manada iba a atacarme o no, pero
esperaba que alguien escuchara el lugar donde estaba detenido Jackson.
220
La beca en 1PP me había enseñado muchas cosas, pero estaba muy agradecida
por la sabiduría del detective Garrett Michaels. Siempre me había dicho que ser
un buen oficial no era el aspecto más importante del trabajo; se trataba de tomar
las decisiones difíciles, las que podrían dejarte marcado de por vida lo que lo
hacía grande en este campo. Incluso si a la gente no le gustabas por eso, alguien
tenía que hacerlo, y algunas veces tenías que romper las reglas.
Si los abriera, tendría que admitir las cosas que había hecho. Nadie había dicho
ni una sola palabra cuando me quedé de pie en la entrada del almacén con un
Skin Walker arrugado a mis pies y un corazón sangrante y sin latido en la mano.
La conmoción detrás de mí se convirtió en un ruido blanco cuando alguien me
arrastró lejos. Mi mano goteaba un rastro de color carmesí a mi paso.
No recordaba mucho después, pero sabía que habían pasado seis días, trece
horas y veintitrés minutos desde el asesinato. Cada vez que alguien venía a
verme o me traía comida, cerraba los ojos y fingía estar dormida. No estaba
preparada para enfrentar a nadie, todavía no.
Por todo lo que hablé, no estaba preparada para sentir este vacío de emoción,
para sentirme despojada de mi humanidad y, en general, para sentirme sucia. No
lo entendí porque él era el malo. Hice algo bueno, ¿verdad? Entonces, ¿por qué
me sentía así?
La puerta se abrió con un chirrido y olí quién era, Amy. Me había estado
visitando todos los días mientras estaba acostada, inmóvil.
221
―Oye Kenz ―dijo mientras se sentaba en la cama y agarraba mi mano―.
Mañana es luna llena y todos se dirigen a la finca. Sé que no se me permite ir
porque podría ser peligroso, pero necesito hablar contigo antes de que te vayas.
Sebastian dijo que te llevaría tanto si te despiertas como si no. Por favor,
Mackenzie. Si no es por mí, al menos por Ollie. Ha estado llamando a tu teléfono
sin parar y está preocupado. Por favor, sólo despierta ya, todo está bien ahora.
Jackson ha regresado. He estado ayudando a Blu a cuidarlo. ―Hizo una pausa―.
Está bien, bueno, te veré de nuevo esta tarde. Te quiero, Kenz. ―Me dio un beso
en la frente y abandonó la habitación.
Escuché que alguien giraba la perilla de la puerta y cerré los ojos rápidamente,
tal vez todavía no estaba lista.
―Si pones un dedo en esta cama, te lo cortaré ―dije, o al menos traté de decir.
No había hablado ni una palabra en días y mi garganta estaba tan seca como el
desierto del Sahara.
―Ah, ahí está. Bienvenida de nuevo al mundo de los vivos.
Abrí los ojos mientras me entregaba un vaso de agua. Tomé un sorbo mientras
levantaba mi dolorido cuerpo en una posición sentada. Todo lo que había hecho
era acostarme en la cama y usar el baño de vez en cuando, pero me dolían los
músculos.
222
vampiro ha estado visitando el almacén a diario. ¿Cuándo te hiciste la mejor
amiga de esa sanguijuela?
Él resopló.
―¿Es por eso que has estado en un coma auto inducido estos últimos días?
¿Crees que estás en problemas? ―No pude responder, así que asentí―. Hombre,
me gustaría poder decir que ese es el caso, pero no, eres una maldita heroína para
estos idiotas. Sal de tus sentimientos y ve a saludar a tus admiradores. Incluso mi
padre está emocionado por conocerte.
Esperé a ver si estaba bromeando, pero no lo estaba. Pensé que eso me haría
sentir mejor, pero sólo me puso ansiosa, y no de una buena manera.
―En una nota seria, Mackenzie, sal de esta habitación y enfrenta tu miedo. Es
la única manera.
Él empujó mi hombro.
―Mhm… claro.
223
Por un momento pensé que en realidad diría algo agradable, pero no debería
haber tenido expectativas tan altas.
Jackson asintió y quise abofetearme por encontrar el valor para alejarme de él.
Pero hizo el truco. Bajé las escaleras lentamente, mis músculos se adaptaron para
moverse otra vez, y encontré a Amy al pie de la escalera. Envolvió sus brazos
alrededor de mí en un suave abrazo. Esperaba y me estaba preparando para un
abrazo que me haría caer de los pies.
224
―Yo también te extrañé, Aims.
Llamé a la puerta dos veces antes de que me diera la autorización para entrar.
Estaba sentado detrás de su escritorio y Jonah estaba sentado en uno de los
asientos frente a él, con la espalda hacia mí.
―No queríamos molestarte tan pronto, pero con la luna llena de mañana,
teníamos que hablar de algunas cosas ―comenzó Jonah―. No habíamos hablado
de ello en detalle antes, pero como sabes, la manada se dirige hacia la finca
durante esta época del mes. En lugar de hacerte ir, queremos darte la opción.
225
Quería llorar y romperme, me sentía rota por dentro. Tal vez estaba siendo
dramática, pero una cosa era segura, no quería que me vieran de esa manera. No
quería que me manipularan con guantes de niños ni que me trataran como si
fuera de porcelana. Así era como trataban a sus Lunas y definitivamente no era
una de ellas. Mi orgullo no me dejaría.
―Kenz, no tienes que tomar una decisión ahora. Piénsalo… ―comenzó Jonah
y lo interrumpí.
―Está bien, eso está resuelto. No empujes, Jonah. Ahora tenemos que hablar
de lo que pasó.
―No lo hacía. ―Podría haber mentido, pero esto me estaba comiendo viva: el
temor de que pudiera haberme equivocado y posiblemente haber matado a una
persona inocente a sangre fría.
―Mackenzie, él no te está diciendo que mientas. Pero tienes que tener cuidado
con lo que le dices a Charles. Todo lo que estamos tratando de hacer es
mantenerte viva. No queremos que nada salga mal ―explicó Sebastian.
226
―Oh, Dios mío, deberías ver las fotos que Diana Stone acaba de publicar en
Instagram. Nana Carson se volvería loca si las viera. Tengo la tentación de tomar
una captura de pantalla y enviarla por correo con la nota, esta es tu futura nuera
escrita en la parte posterior. ¿Qué piensas?
Me reí.
―Creo que estás loca. Déjame ver. ―Me pasó su teléfono y, efectivamente,
eran algunas fotos escandalosas de Diana Stone bailando en la parte superior de
un bar, casi sin nada―. Con esto le daría a Nana un ataque al corazón.
―Oh, pero la venganza sería muy dulce. Esa estúpida barbie ―dijo Amy
cuando escuché el clic de ella tomando una captura de pantalla en su teléfono.
227
―Pásame el bloc tailandés ―solicitó Amy y le entregué el contenedor para
llevar.
―Oh, lo que sea, como si no estuvieras salivando sobre Mark Harmon del
NCIS.
Fruncí el ceño.
228
escuchar un suspiro de alivio cuando escuchó mi voz. Me inventé una excusa de
mierda sobre un resfriado y que no quería preocuparlo. Sabía que no había
comprado mi artículo de portada, pero no me presionó. Así era cómo funcionaba
nuestra familia.
―Sabes que estoy aquí para ti, Kenzie, con todo lo que necesites, sin importar
qué ―dijo y me hizo sonreír.
Regresé a la sala de estar donde Amy estaba buscando algo más para ver en
nuestra cola de Netflix. Había limpiado nuestras cajas de cartón para sacarlas y
las había reemplazado con dos tazas humeantes de chocolate caliente con mini
malvaviscos flotantes. Y pasamos el resto de nuestro tiempo antes de la luna
llena. Recordando que todavía éramos humanas.
―Está bien, así que la última noche, ¿vas a alquilar un auto y regresar a la
ciudad? ―preguntó Amy mientras me ayudaba a empacar mi bolsa de lona.
―Sí, Amy, no te preocupes. Hemos repasado esto. Alquilaré un auto desde
donde sea que estemos, lo recogeremos y luego nos pondremos en camino hacia
la libertad. Así que sólo lleva tus necesidades básicas empacadas, no todo tu
armario ―dije mientras estrechaba mis ojos a la pequeña desviada. Si no la
detenía, estaría tirando de un U-Haul4 sólo con su ropa.
―Te amo, Amy. Gracias por ser la mejor amiga increíble. No podría haber
229
hecho nada de esto sin ti ―murmuré en su cabello rojo llameante mientras sus
brazos tatuados me devolvían el abrazo. Pensé en cuándo nos conocimos y cómo,
aunque era humana, sabía exactamente qué hacer cuando experimenté mi primer
cambio. Sin saberlo, ella me había protegido todos estos años de lo normal y lo
paranormal. Le debía más de lo que jamás podría pagar. Sólo esperaba que
estuviera haciéndole justicia con mis decisiones.
Con mi bolsa de lona colgada del hombro, empujé las puertas dobles hacia el
almacén y me encontré con una multitud de lobos ocupados que empacaban su
viaje de tres días. Deambulé entre la multitud tratando de encontrar un rostro
familiar, mientras muchos me saludaban y me sonreían. Algunos me dieron unas
palmaditas en la espalda y por primera vez, la Manada me aceptó como uno de
ellos. No más miradas o miradas extrañas de ellos. Ahora me veían con
admiración, como familia, lo que hizo que mi partida fuera mucho más difícil.
No estaba encariñada con ellos, quiero decir que apenas los conocía, pero era una
buena idea saber que había un grupo de personas como yo que podría haber sido
familia, que entendía por los problemas que pasé y no me juzgaban.
―Si está todo empaquetado, entonces está todo listo. Nos vamos en una hora
aproximadamente ―comentó Jonah―. Puedes ir con nosotros hasta Little Falls.
Blu también vendrá. ―Asentí y estaba cómoda con que Blu estuviera en el auto
230
con nosotros. Sería incómodo sólo con los chicos.
―Escucha. Sé que lo que pasó con el Skin Walker es duro para ti, pero
necesitas superarlo. Esta no eres tú, Mackenzie. Eres más fuerte que esto y
necesitas comenzar a mostrarlo ―comentó Sebastian―. ¿Así que mataste al
bastardo? ¿Y qué? Lo que no sabes es que estaba recolectando diferentes pieles
por toda la ciudad. Estaba tratando de infiltrarse en la Manada y hacerse cargo
para comenzar una guerra con los Vampiros. Mató a uno de mis mejores
capitanes y nos hizo dudar de que Caleb fuera un buen lobo. Era un mal tipo,
Mackenzie, le hiciste un favor al mundo. En lugar de hacer pucheros, ¿por qué
no te das una palmadita en la espalda y caminas por aquí con cierto orgullo? No
sólo te probaste a ti misma en la Manada, sino que estás cambiando el statu quo
con las Lunas. Esto es innovador, enorgullécete de eso.
Asentí pero no dije nada. Quería y sabía que lo estaba esperando, pero si abría
la boca me echaría a reír. Esta era la peor y mejor charla de todos los tiempos.
―Lo que sea. ―Puso los ojos en blanco―. Antes de ir, este paquete llegó para
ti. ―Me entregó un sobre de FedEx―. Esta no es tu oficina de correos personal,
así que, a menos que te unas a la Manada, no vuelvas a usar esta dirección.
―¿Y Mackenzie? ―Me detuvo y miré hacia atrás para ver una sonrisa en su
rostro mientras sus ojos azules brillaban con algo que sólo podía pensar como
peligroso―. Esto sólo me hace desearte aún más.
231
A mitad del pasillo, comencé a abrir el sobre que Sebastian me había dado y
no pude evitar sonreír cuando vi su contenido. No podría haber llegado en mejor
momento. Lo metí en mi bolsa de lona y fui a buscar a Blu.
Tres horas y cuarenta y cinco minutos. Ese es el tiempo que tardamos en llegar
de Brooklyn a Little Falls, Nueva York. El paisaje era hermoso, pero noventa y
nueve botellas de cerveza en la pared estaban ralentizando mis últimos nervios.
¿Tenían que cantar todas las canciones de viaje que el hombre conocía?
―Ve a ver los jardines, tienes ese brillo en tus ojos que tuve cuando vine por
primera vez. Vamos, diviértete ―dijo Bern.
232
―Oh, Dios mío, Kenzie, ¡vamos a divertirnos mucho! ¡Ya puedo oler la
madera quemada, lo que significa que la hoguera ha comenzado! ―gritó y tuve
que duplicarla para seguirle el ritmo.
―No tan rápido ahí, chicas. ―Jonah nos detuvo en nuestras pistas―. Tengo
que pedirte prestada a Kenz antes de que comiences a mostrarle cómo
comportarse mal. ―Le hizo un guiño a Blu y ella asintió.
―Bien. Te buscaré más tarde, Kenz. ―Se rio y corrió hacia la hoguera.
Su hoyuelo asomó.
―El hijo pródigo regresa y con nada menos que la infame Mackenzie Grey.
Qué alegría ―dijo el padre de Jonah cuando se dio la vuelta y me encontré con
233
los mismos ojos de chocolate con leche que brillaban contra la madera que ardía
en la chimenea.
―Supongo que los rumores son ciertos, no actúas como una Luna ―dijo
mientras finalmente me estrechaba la mano.
―No te preocupes. ―Sonreí―. Pero sí, Sr. Cadwell, no soy su típica Luna.
―Hm. Eso veo. Siéntese, señorita Grey, tenemos mucho que discutir. ―Hice
lo que me dijeron y me senté frente a Charles. Me ofreció bourbon pero lo rechacé.
Necesitaba estar sobria para esta conversación―. Jonah, hijo, no te necesitaremos
todavía. ¿Por qué no vas a buscar a Sebastian y lo ayudas a ubicar todo para la
Sra. Grey esta noche?
―Cierto. Por supuesto. Entonces, una vez más, parece que tienes a todos en
frenesí en este momento ―dijo mientras agitaba su bebida―. Matar a un Skin
Walker renegado y salvar a mi hijo, eso no es algo que veas todos los días, y
mucho menos de una Luna, lo que plantea la pregunta: ¿de dónde vienes?
―Dije…
―Lo sé, lo sé, esa era una pregunta retórica. Verás, creo que tengo una idea de
quién eres y si tengo razón, pronto serás un producto popular en el mundo
Lycan, señorita Grey.
234
Me senté inmóvil y absorbí lo que Charles me estaba diciendo, mientras
mantenía mi rostro y mi cuerpo neutros, mis entrañas estaban a punto de
explotar. Sabía quién era: Mackenzie Grey de Cold Springs, Nueva York, hija de
Thomas y Joyce Grey, hermana de Oliver Grey, detective aspirante de la policía
de Nueva York, y era un hombre lobo. No necesitaba que alguien viniera e
intentara decirme lo contrario, pero no podía decir que no tenía curiosidad,
porque la tenía.
Me miró y sonrió. En lugar de uno, tenía un hoyuelo en cada mejilla, pero aún
me recordaba mucho a Jonah. La similitud entre los dos era asombrosa.
―A lo que me refiero, Srta. Grey es que las personas que crees que son tus
padres, no lo son. Eres adoptada.
Me eché a reír, el tipo histérico, que en consecuencia hizo que Jonah irrumpiera
en la habitación como si estuviera en llamas.
Eso me tranquilizó.
235
―¿Qué muestras de sangre? ―Me detuve bruscamente, mirando a los tres
hombres en la habitación y aterrizando en los dos en los que había empezado a
confiar.
―Srta. Grey, lo que está hecho está hecho. No tiene sentido llorar por la leche
derramada ―respondió Charles.
―No me importa lo que pienses ―rechiné entre dientes―. Mis padres son
Thomas y Joyce Grey y eso es definitivo. ¿Hemos terminado aquí?
Charles asintió.
Salté al porche e inhalé un poco de aire fresco muy necesario. Me quedé de pie
frente a la casa y no tenía ni idea de por dónde empezar a buscar a Blu. Los
terrenos eran enormes, podía estar en cualquier parte. Escuché voces y me dirigí
a la dirección más cercana. Hubiera sido genial preguntar a alguien por
direcciones, pero desafortunadamente la primera persona con la que me encontré
fue V, mi archienemiga.
―No estoy de humor, Vivian ―dije mientras trataba de rodearla. Sin suerte.
Sus amiguitas se interponían en mi camino.
―¿A dónde vas con tanta prisa? ¿Por qué no cambias con nosotras esta noche?
―Se rio a sus compañeras, manteniéndome fuera de cualquier broma que
acabara de hacer.
―Oh, me encantaría, pero estaré cambiando con Sebastian y Jonah esta noche,
y las próximas dos noches, para el caso. No puedo esperar ―dije con suficiente
sarcasmo para hacerla retorcerse. Pasé junto a su grupo de amigas, pero me
detuve cuando la oí hablar.
―Puede que pienses que te los has ganado, pero no lo has hecho. No te pongas
236
demasiado arrogante, Mackenzie Grey. Eres una don nadie y pronto todos se
darán cuenta también.
―Sí, sí, tengo el corazón roto. ―Tiré por encima del hombro y me adentré en
el bosque. No iba a perder el sueño por la versión de hombre lobo de Diana Stone.
Ella era el menor de mis problemas.
Una vez que encontré a Blu, guardé los reclamos de Charles en el fondo de mi
mente y traté de olvidar. Fue una tontería. Blu estaba con un grupo de Lunas y
una pareja de lobos. Estaban acurrucados alrededor de una fogata con algunas
tiendas detrás de ellos. Me presentó al grupo pero olvidé por completo sus
nombres. Lo que había esperado olvidar, no pude. Apenas presté atención a la
conversación. Sonreí cuando lo necesitaba y me reí a tientas, pero nada era
natural. ¿Por qué Charles diría que era adoptada? Qué gilipollas.
―¿Kenz?
Me di la vuelta para encontrar a Jonah en un par de pantalones cortos de color
caqui y descalzo. Intenté mirar a cualquier lado que no fuera su pecho, y no pude.
―¿Sí? ―dije sin aliento. Había toneladas de lobos varones caminando sin
camisa, pero no eran Jonah.
―Vamos a caminar.
Dudé por un momento, pero no podía ignorarlo por siempre. Finalmente tenía
que reunirme con él y Sebastian esta noche para mi primer cambio completo
fuera de la jaula. Esa era otra cosa por la que estaba nerviosa. Me levanté del
tronco y seguí a Jonah a lo profundo del bosque y lejos de la gente.
237
―Quiero disculparme por mi padre. No siempre tiene tacto. Supongo que de
ahí es de donde Jackson lo consigue. No debería haberte tendido una emboscada
de esa manera y con la luna llena. Estuvo mal.
Me reí.
―Tienes razón. No éramos los mejores amigos, no soy Amy, soy más que eso
si quieres admitirlo o no. Es posible que sólo nos conozcamos por un par de
semanas, pero eso es todo lo que necesito saber sobre cómo me siento con
respecto a ti. Eso es suficiente para mí. Si no estás lista, está bien, esperaré. Pero
estamos destinados a estar juntos, lo sé.
―¿A dónde vamos? ―pregunté mientras saltaba sobre algunas ramas rotas.
―¿Qué? ¿Por qué? ¿Pensé que íbamos a cambiar cerca del resto de la Manada?
―Los pensamientos de ser masacrados y asesinados en medio del bosque
pasaron por mi mente.
238
―¿Estás loca, Kenz? Nunca te has movido con otros lobos, te volverías loca.
Necesitamos un área aislada y Bash y yo podemos manejarte igual de bien
―explicó mientras salíamos a una abertura donde ya había una tienda y algo de
leña apilada.
―Estará aquí pronto. Todavía está haciendo algo de control de daños con mi
padre. Él tampoco estaba, eh, contento con la forma en que las cosas pasaron
antes ―dijo Jonah―. Ayúdame a instalar la tienda.
Agarré los postes y comencé a atarlo y pasárselo a Jonah para que pudiera
deslizar la lona. Una vez que terminamos, caminamos por el área y recolectamos
más madera para iniciar una fogata. Hablamos de cosas mundanas y fue
agradable, trabajábamos bien juntos. Jonah era un bromista, por lo que me daba
un empujón amistoso o tiraba de mi cabello, y yo le pateaba el culo. Incluso con
su declaración, las cosas no eran incómodas. Tal vez tenía razón.
Mis oídos se alzaron cuando nos sentamos cuando escuchamos pasos a ocho
cientos metros de distancia.
―No sólo uses tu audición, huele quién está cerca ―sugirió Jonah, cerré los
ojos y tomé una gran bocanada. Podía oler el bosque, los residuos de la lluvia en
el suelo y las hojas, pero también recibí un toque de madera quemada y aceite de
almizcle.
―Es Sebastian.
―Correcto ―dijo y esperamos que Bash llegara a nuestro claro.
―¿Disculpa? ―Había sólo una cantidad que iba a aguantar antes de que
explotara. Además, era luna llena, mi paciencia ya era escueta.
239
oscureciendo.
Oh diablos, no.
―Kenz, relájate.
―Me estáis causando una úlcera ―murmuré mientras entraba en una de las
tiendas que habíamos instalado.
Me escondí en nuestra tienda todo el tiempo que pude, pero finalmente, Jonah
tuvo que entrar y darme cierto sentido. Era casi la hora de la luna llena y pude
sentir a mi lobo inquietarse. Ella se movió en anticipación y supe que no podía
esperar para salir y correr libre por primera vez.
―Es la hora, Kenz. Sé que mi padre y Sebastian pueden ser intensos a veces,
pero tienen buenas intenciones. Sólo dale algo a esta situación, ¿de acuerdo?
Suspiré.
―¿Qué pasa?
240
―¿Cómo te mantienes tranquilo todo el tiempo? ¿No debería estar fuera de
control el lobo en esta época del mes?
―Kenz, hay mucho que necesitas saber sobre lo que somos. Todo vendrá con
el tiempo. Aún eres muy nueva en eso y aún necesitas ir a Búsqueda de la Visión.
Una vez que hagas eso, muchas de tus preguntas serán respondidas.
Asentí y lo seguí hacia el bosque oscuro. Era más tarde de lo que pensaba y la
noche estaba tranquila y silenciosa, excepto por el ruido de los árboles y las patas
que golpeaban la tierra húmeda. Dos pares de ojos brillantes me miraron y sentí
que mi interior se tensaba como una cuerda. Tragué ruidosamente y me moví con
mis manos. Mierda. Era hora de cambiar.
Capítulo 22
241
―Quítate la ropa ―dijo Sebastian y mi cabeza apareció como una marmota.
Debería haber esperado esto antes. Me olvidé por completo de los aspectos
técnicos del Cambio, pero a menos que quisiera destruir mi ropa, no tenía otra
opción.
Sin encontrarme con sus cálidos ojos color chocolate, terminé de quitarme la
ropa interior, esperando más instrucciones.
242
azules se clavaron en mí y calmé la respiración. Podía hacer esto.
Cerré los ojos, respirando por la nariz, por la boca, y me cerré al mundo
exterior.
Era como tener una experiencia fuera del cuerpo. Pude verla.
Es luna llena y nuestra primera noche fuera de la jaula. ¿Podemos trabajar juntas?
Ella se apoyó en mi mano y me dio permiso. Fue un trato hecho. Cerré los ojos
y dejé escapar un aullido a la luna.
Una vez que abrí los ojos, todo fue diferente. Ya no estaba con el lobo. Yo era
el lobo. Me senté frente a dos muy humanos y desnudos, Sebastian y Jonah. Me
miraron con cálculo y asombro, tal como me había visto a mí misma.
―Eres una criatura increíble, Mackenzie Grey. Estás impresionante. ―Por una
vez, me alegré de no poder responder. No sabía qué decir, principalmente por la
adoración que me estaba dando, una mirada de amor. Se puso de pie y retrocedió,
dándole a Sebastian la oportunidad de presentarse.
243
ojos azules brillaban y sus manos se cerraban en puños a su lado.
Se volvió hacia Jonah sin decir una palabra y se saludaron con la cabeza en
una pregunta tácita. Entonces fui testigo de lo más asombroso del mundo:
cambiaron.
El pelaje de Sebastian era como pizarra, casi gris pero demasiado oscuro,
mientras que Jonah era un marrón miel dorado con reflejos aquí y allá.
Bash se me acercó con toda su gloria alfa y me dio un codazo detrás de la oreja,
casi como una caricia. Mi cabello se erizó por la sensación. Jonah caminó hacia
mi otro lado y fue la definición de cómo me sentía: atrapado entre el Alfa y el
Beta, entre Sebastian y Jonah, y no pude elegir, ni siquiera ahora. Aullé una vez
más y ambos dieron un paso atrás y corrieron hacia la línea del bosque. Esto fue
todo. Este era el momento que había anticipado desde que conocí a la Manada
Brooklyn. El momento para finalmente correr libre, por primera y última vez.
Durante las pasadas tres noches en la finca, sentí cosas con las que nunca había
soñado desde que descubrí lo que era hace cuatro años. No sólo conecté con mi
lobo interior, sino que conecté con la tierra y el mundo que me rodeaba. Y mi
loba, bueno, ella se sentía como en casa, la entendía. Si hubiera algo por lo que
estuviera agradecida de la Manada Brooklyn, sería la posibilidad de
experimentar estas tres lunas llenas. Fue impresionante.
244
tumbados y se quedaron dormidos. Desaliñados y sucios como yo. Estos tres días
no me curaron de mi modestia, pero me sentía más conectada con ellos y me
alegré de ser su amiga, pero ya era hora de irme. Me levanté, sacudí mis huesos
doloridos y miré a los dos hombres que habían capturado mi corazón en tan poco
tiempo. Sentí que el calor subía por mi cuello mientras observaba a Sebastian y
Jonah, eran perfectos, no un defecto a la vista. Desafortunadamente, no podía
quedarme y maravillarme, las cosas buenas no duraban para siempre.
Los terrenos estaban tranquilos ya que todos descansaban después de los tres
días que habíamos tenido. Debería haber estado también, agotada, pero tenía un
plan que seguir. El camino desde la entrada de la finca hasta la mansión era de
cinco kilómetros a pie. Entré en la mansión y la puerta se cerró de golpe,
haciéndome saltar.
―Realmente no. Creo que despertaste a los vecinos ―dijo Jackson desde la
parte superior de la escalera. Mierda.
―Si bien no estoy en desacuerdo ahí, tampoco te creo. Entonces, ¿por qué no
nos saltamos todas las excusas y bailamos alrededor del tema y me dices la
verdad? Te vas ―dijo cuando finalmente bajó las escaleras y se paró a unos pies
de distancia de mí.
245
―Mackenzie, eres tan predecible, me sorprende que nadie más lo haya
descubierto. No estás hecha para la Manada…
―¡Oye!
Observé a Jackson con los ojos muy abiertos y la boca seca. Miré alrededor del
vestíbulo esperando a que los miembros de la Manada saltaran y gritaran
―idiota― y luego me capturaran, pero nada.
―Tengo un plan.
―Está bien ―dije cuando comencé a girar hacia las puertas pero me detuve―.
¿Jackson?
Little Falls, Nueva York podía parecer una pequeña ciudad en un mapa, pero
chico, fue una caminata hasta la estación de autobuses. Eran las diez de la mañana
y ya había dejado mi teléfono en mi traslado en autobús a Filadelfia. Abrí el sobre
de manila que recibí por correo y saqué el resto de su contenido. Nuevo
pasaporte, una licencia de conducir de los Ángeles, un teléfono quemado, una
llave y una carta de Lucian.
246
Mi querida Mackenzie Grey,
Espero que esta carta te encuentre bien y que hayas aceptado mi ayuda. En su interior
encontrarás los documentos necesarios para viajar, incluida una nueva identidad y tus
billetes de autobús. Una vez que llegues a Los Ángeles, ya no podrán ponerte un dedo
encima, pero para que esto suceda, tendrás que deshacerte de tu teléfono para que no te
sigan. He arreglado todo en tu universidad para que puedas terminar tu último semestre
online. En cuanto a su beca, tengo algunas conexiones en el LAPD si es algo que te
gustaría hacer. También hablé con Pete en el Bar de Pete (no es un tipo muy agradable,
podría agregar) y presenté tu carta de renuncia debido a problemas personales. Tendré a
alguien en la estación de autobuses esperándote. Sabrás quién es cuando lo veas y será tu
guía turístico una vez que llegues a la gran ciudad de Los Ángeles. Recuerda que no
puedes comunicarte con nadie de tu hogar durante mucho tiempo, incluida tu mejor
amiga humana, tu familia y la Manada. Ahora serás el enemigo público número uno; no
confíes en ellos incluso cuando creas que puedes.
Lucian
Fin
247
Sobre la Autora
248
Karina Espinosa es la autora de fantasía urbana de las novelas de
Mackenzie Gray y la serie The Last Valkyrie.
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Todo es difícil para un lobo solitario. Mackenzie Gray
ha comenzado una nueva vida en un intento por escapar
de la Manada Brooklyn. Ella se instala como detective
en una unidad especial de la policía de Los Ángeles
cuando su identidad está en riesgo, y no tiene más
remedio que huir de nuevo. La pregunta es: ¿quiere huir
para siempre? Cuando los eventos obligan a Mackenzie
a enfrentar su pasado, se encuentra con muchas
sorpresas, incluida la revelación de su verdadera
ascendencia. Cuando las Manadas de todo el país se
enteran de quién es , Kenz se convierte en el objeto de
deseo en una caza de lobos mortal, y una vez más debe
luchar para mantener su libertad. Siendo testigo de primera mano del tratamiento
bárbaro de las Lunas, Mackenzie tiene que tomar una decisión: seguir la predicción
de su Búsqueda de la Visión o ser ENJAULADA.
Saga
Mackenzie Grey:
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Origins
Trial
1.- From the Grave (2018)