PERONISMO Y MARXISMO FRENTE AL HOMBRE
Por RUBEN R. DRI
En un articulo anterior 1, en e] que compar4bamos la Tercera Posicién con
el marxismo, habiamos sefialado que se presentan diferencias en ambas ideolo-
gias, con respecto a los valores humanos. En este trabajo nos proponemos hacer
una confrontacién del marxismo con los movimientos de liberacién tercermundis-
tas y especialmente con el peronismo, en su valoracién del hombre.
No sélo el capitalismo, que lo hace de mala fe, sino también los movimien-
tos de liberacién tercermundistas que no pertenecen a la linea marxista, han
acusado al marxismo de no tener suficientemente en cuenta al hombre, ni valo-
rar lo nacional, lo religioso y en general los valores culturales, creaciones de los
distintos pueblos.
En nuestra confrontacién partiremos de Marx, tratando de ver cual fue su
real posicién. La dificultad de hacer luz al respecto, proviene no sélo de la
propaganda de los paises capitalistas, sino también de la actitud asumida por la
URSS especialmente en la época stalinista. La férrea dictadura implantada por
Stalin, el sacrificio impuesto al pueblo para lograr la industrializacién en una
forma que hizo recordar la época inhumana del capitalismo naciente, que tan
bien describe Mars en El Capital?, cl dogmatismo de la idcologia, el oculta-
miento de los “Manuscritos econémico-filos6ficos” por considerar que en esa obra
Marx era demasiado idealista*, hicieron que se considerara a Marx como un
pensador a quien no le interesaba la persona humana. Por suerte, el descubri-
miento de los Manuscritos y los nuevos estudios nos permiten poner las cosas
en su lugar‘.
Es evidente, como resultado de dichos estudios, que en el pensamiento
de Marx se hace indispensable distinguir dos etapas, la de la juventud y la de
Ja madurez®. Lo que ya resulta menos evidente es si entre una y otra existe una
continuidad como sostiene por ejemplo Garaudy 0 una ruptura como quiere
Althusser. Sin pretender participar en Ja discusién, nos inclinamos a pensar que
entre e] Marx de la juventud y el de la madurez, no se da una ruptura sino una
continuidad. Creemos que la previa lectura de los Manuscritos permite entender
mejor El Capital.
De cualquier manera, en cada una de las etapas hay una acentuacién dis-
tinta de tal suerte que a la primera la podemos calif ar de humanista, mientras
que la segunda nos parece inclinarse al cientificismo, 0 por lo menos a lo cient{-
fico, y ello es lo que nos interesa destacar.
1 Envido N° 4. “Tercera. Posicién, Marxismo y Tercer Mundo”,
2 Clr, Marx, C. El Capital. Libro 1° La acumulacién primitiva.
5 Cfr. Diaz, Carlos. Hombre y dialéctica en el marxismo len
1970, pag. 11, Nota (1).
4 Cfr. Delfgaauw B. El joven Marx. Ed, Carlos Lohlé. Kwant, R. C.: La filosofia de
Carlos Marx, Lohlé,
5 A la etapa de la juventud pertenecen obras como Critica a Ia filosofia del derecho de
Hegel, La sagrada familia y los Manuscritos econdmico-filosdficos. A la madurez pertenecen
cate an El manifiesto, la Introduecién general a la critica de la economia politica y
‘pital.
10. Ed. Zero, Madrid,
is ENVIDO Nr 5El humanismo del primer Marx
Para quien lee los escritos del primer Marx, especialmente los Manuscritos,
resulta totalmente claro que la principal preocupacién de Marx es la plena reali-
zacién de la persona humana. Denuncia de manera enérgica la alienacién que
sufre el hombre mediante el trabajo en Ja sociedad capitalista *, La conclusién
es que “la produccién produce al hombre no sélo como mercancia, mereancia
humana, hombre determinado como mercancia; lo produce de acuerdo con esta
determinacién, como un ser deshumanizado tanto fisica como espiritualmente” 7,
De acuerdo a esto, la razén fundamental de ser de la critica al sistema
capitalista es que no permite al hombre ser persona, realizarse plenamente como
hombre, reduciéndolo a un mero objeto manipulable, ms atin, a un objeto que
es una mercancia, sometido a las leyes de la compra-venta.
Por otra parte, la deshumanizacién se produce tanto en lo fisico como en
Jo espiritual. Lo hacemos resaltar porque ello nos permite ubicar el “materialis-
mo” de Marx y salir al paso de interpretaciones desviadas, hechas con buena o
mala intencién, tanto dab lado capitalista como del comunista.
El humanismo se ha caracterizado siempre por proclamar la superioridad
del hombre, debida a su naturaleza espiritual, sobre la materia, de modo que
todo materialismo necesariamente se presentaba como un antihumanismo, ne-
gando la especificidad de lo humano. Pero Marx se da cuenta de que en dicho
planteo, se escinde al hombre en dos estratos contrapuestos, radicando la huma-
nidad en la nebulosa del espfritu como contrapuesto a la materia, lo cual se
presta para las mis inicuas opresiones en nombre del espiritu y de la persona.
Por ello, pensé que el hombre debfa ser considerado en totalidad. {Por qué
entonces Ia denominacién de materialismo en lugar de espiritualismo? En primer
lugar porque Marx era filésofo y mas aun, un filésofo formado en el més exage-
rado de los idealismos, el aleman del siglo x1x. Es natural entonces que reactio-
nase violentamente contra él, siendo muy sensible para los peligros que’ entra-
faba, En segundo lugar era ya evidente en esta etapa su inclinacién hacia los
aspectos econémicos, que se acentuaré més adelante, hasta casi monopolizar su
pensamiento.
Que el materialismo de Marx no sea inhumano lo prueba el hecho de que
reconoce en el materialismo francés dos corrientes, de las cuales rechaza la
primera, consistente en el materialismo mecanicista y en cambio adhiere a la
segunda porque desemboca “directamente en el socialismo y en el comunismo” §,
Con la opcién por e] materialismo, Marx pretende salir al paso a todo dua-
lismo deshumanizante y considerar al hombre en el contexto de sus relaciones
coneretas con la naturaleza y los otros hombres. Por ello, postula un comunismo
que “como completo naturalismo-humanismo; como completo humanismo-natu-
ralismo” %
Si postula la superacién definitiva de la propiedad privada es porque ella
no es otra cosa que la expresién sensible de la alienacién vital del hombre, y en
cambio su superacién posibilita que el hombre se apropie “su esencia universal
de forma universal, es decir como hombre total”, “La propiedad privada nos ha
hecho tan estiipidos y unilaterales que un objeto sdlo es nuestro cuando lo tene-
mos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es inmediatamente
® Cfr, Marx: Manuscritos econémico-filoséficos, ler. manuscrito: El trabajo enajenado,
1 Marx: Manuscritos. Alianza Editorial. 2* edicién, 1969, pag. 125.
8 Marx: La Sagrada Familia. Ed. Grijalvo, México, 1962, pag. 197.
® Marx: Manuscritos, pig, 143. 10 Ob. cit. pag. 147, 11 pag. 148,
ENVIDO N’ 5 1s(do, comido, bebido, vestido, habitado, en resumen, utilizado por nosotros .
Be esta manera, “en lugar de todos los sentidos fisicos y espirituales ha aparecido
la simple enajenacién de todos estos sentidos, el sentido del tener” 1,
Por lo tanto la razén fundamental por la que Marx ataca la propiedad
privada, es fundamentalmente humanista. Lo hace en nombre del derecho y la
exigencia del hombre a realizar plenamente su humanidad. La propiedad privada
propia del sistema capitalista enajena al hombre en el puro tener, lo empuja a
una carrera desenfrenada para poseer cosas, y de esa manera el ser del hombre
se vacia. Un pensador tan humanista y antimarxista como Gabriel Marcel no
puede menos de estar plenamente de acuerdo con este analisis. En efecto, para
Marcel uno de los males mayores de la sociedad es exaltar de una manera
desmedida el tener, en desmedro del ser 18.
Marcel y Marx coinciden en la denuncia del tener como alienante de la
condicién humana; ambos lo hacen por una razén humanista que es filoséfica,
metafisica si se quiere. Disienten en la causa ultima de esta alienacién, pues
mientras para Marcel se encuentra en la influencia de la tecnologia, para Marx
se halla en la propiedad privada, Es ésta la que lleva al hombre a la carrera
enloquecedora del poser.
Liberado el hombre de Ja propiedad privada, puede llegar a la plenitud
de su humanidad, con la expansién plena de todos sus sentidos y la posibilidad
de una total exteriorizacié6n.
No creemos que sea necesario insistir sobre la preocupacién humana del
primer Marx. E] anélisis que hace del trabajo alienado cn el sistema capitalista
tiene como base el postulado que mediante el trabajo el hombre se realiza, se
libera humanizando la naturaleza y conectandose con los otros hombres.
Por otra parte, nada més lejos del pensamiento de Marx que hacer del
hombre un objeto modificable por las estructuras, pues la tercera tesis sobre
Feuerbach recordaba, frente al materialismo mecanicista, que “las circunstancias
son modificadas por los hombres”.
EL cientificismo del segundo Marx
Para Althusser, el primer Marx todavia se debate en suelo ideoldgico que
abandona definitivamente en la madurez, para arraigar plenamente en terreno
cientifico. La exageracién de tales afirmaciones nos da la ocasién, sin embargo,
de penetrar en el matiz diferencial del segundo Marx con respecto al primero
y que dar pie para las desviaciones del marxismo posterior, y el rechazo del
mismo por parte del Tercer Mundo y en especial del peronismo.
Mientras el primer Marx centraba su pensamiento en el hombre, y se
movia en un dmbito preferentemente filoséfico, el segundo lo centra en el
aspecto econémico de la sociedad y se mueve en un Ambito de preferencia cien-
tifico. Para quien ha leido los Manuscritos, le es bastante dificil reconocer en
El Capital, al mismo autor. E] lenguaje pleno de humanidad es sustituido por
otro 4ridamente cientifico
Creemos como sostiene Garaudy, que “la orientacién fundamentalmente hu-
manista”, no es abandonada, pero no nos parece, en cambio, que sea “mucho
mis fuerte, ya que ha dejado de expresarse en la dialéctica especulativa de las
relaciones entre el trabajo enajenado y una esencia humana abstracta y eterna,
12 Se refiere a la sociedad del centro, desde la que escribe.
18 Cfr, Marcel, Gabriel: El misterio ontolégico. El misterio del ser.
16 ENVIDO Nt 5sino en la dialéctica rigurosa de una relacién social necesaria y las formas histé-
ricas en que ésta se manifiesta” “4.
E] paso de la “dialéctica especulativa” a Ja “dialéctica rigurosa de una rela-
cién social necesaria”, significa el paso de lo filoséfico a lo cientifico. Pero si lo
cientifico no depende de lo filosético, nosotros decimos més aun, de lo ideolé-
gico, lo humano se pierde disuelto en Ja universalidad e ineluctabilidad de las
leyes cientificas.
Hay en Marx un afan por abandonar el terreno ideolégico, que sin duda algu-
na lo desvia de su anterior humanismo. Condena las ideologias como “formacio-
nes nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres, sublimaciones ne-
cesarias de su proceso material de vida, proceso empfricamente registrable y
sujeto a condiciones materiales ; en ellas, “los hombres y sus relaciones aparecen
invertidos como en una cdmara oscura”, y cambian cuando el hombre cambia
“su produccién material y su intercambio material” 18,
De esa forma quedan descalificadas la moral, la religién, la filosofia, que no
son otra cosa que distintas formas ideologicas "7, Marx se propone sobrepasarlas,
cosa que juzga lograda con la vision cientifica del proceio histric,
Segin su pensamiento, toda la estructura social se divide en dos estratos:
la base 0 modo de produccién, que luego de Marx sera llamada infraestructura,
y la superestructura. Esta ultima depende de la primera, La base posee a su
vez dos instancias: las fuerzas productivas y las relaciones de produccién. Sobre
esta base, se forma la supestructura que comprende por una parte, la organiza-
cin juridico-politica, y por otra, las ideologias.
Cuando las fuerzas productivas Hegan a un determinado grado de desarro-
llo, para poder seguir ereciendo, deben revolucionar las relaciones de produccién
existentes, que correspondian a un grado inferior de desarrollo de las fuerzas
productivas. Con este cambio, a su vez, se viene abajo toda Ja superestructura.
Se trata de un proceso revolucionario .
En esta visién, destacamos dos tendencias importantes para el tema que
tratamos:
a) Lo ideolégico cede ante lo cientifico. Marx ha descubierto en las rela-
ciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccién, la clave de
la historia. Esto ya no es una proyeccién de deseos humanos insatisfechos, sino
“clara vision”, que es posefda por el partido comunista 28,
b) Lo que en ultima instancia determina el proceso histérico es el factor
econémico; el crecimiento de las fucrzas productivas ocasiona el proceso revolu-
cionario.
De esa manera, el hombre corre el peligro de verse totalmente ahogado en
mallas de las leyes cientificas, elevadas al rango superior de necesidad y uni-
salidad. Mas aun, se puede naufragar en un crado economicismo.
Creemos que el pensamiento de Marx esta cargado de matices, su preocu-
pacién por la liberacién del hombre perdura siempre, pero sus seguidores se .ol-
Ja
M4 Garaudy, Rog
18 Marx y Engels: La i
1988, pag. 26. 36 Thidem.
1 Marta Harnecker, inspirindose en Althusser, las Hama acertadamente “regiones ideo-
\igieas”, Cfr. Los conceptos elementales del marxismo. Ed. Siglo XXI, Nueva ed. pag. 100.
18 Cfr, Marx: Introduccién general a la critica de la Economéa Politica, 1857. Prélogo.
Cuadernos de Pasado y Presente/1. pags. 69-70.
19 Cfr. Marx y Engels: Manifiesto del P. C., Eds. del Siglo, 1969, pags. 85-86.
4Se puede ser comunista hoy? Ed. Grijalvo, México, 1970, pag. 52.
ideologia alemana, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo. 3# ed.
ENVIDO NY 5 Wwvidardn de los matices, y Io que no era més que tendencia se convertird en
dogma *.
Los Dos Ambitos del Proyecto Transformador
Nos parece indispensable tener presente que en todo proyecto transforma-
dor de la realidad social, 0 sea en toda ideologia revolucionaria, existen dos am-
bitos: el del proyecto humano propiamente dicho, y el de las ciencias.
En el primer Ambito que es el fundamental, sc expresa el nivel de concien-
cia politica del pueblo, su cosmovisién, su manera de ubicarse frente a Ja natu-
raleza, a los otros hombres, a Dios, sus deseos y aspiraciones.
En el segundo, se ubican las ciencias que hacen posible lo postulado en el
primero. Todo proyecto transformador necesita del concurso de las ciencias
para ser eficaz; de lo contrario, 0 quedara en una mera formulacién de deseos,
0 no podra llevar a término su proyecto.
Europa tiene una larga trayectoria intelectual, cuyo origen se encuentra
en Grecia, que la hizo privilegiar el segundo ambito en detrimento del primero.
Por ello, tiende a menospreciar lo ideolégico como lo impuro, lo imperfecto y
lo oscuro, frente a la pureza, claridad y perfeccién de la ciencia.
Esta tendencia corre siempre el peligro de encerrar al hombre en estruc-
turas que se rigen por leyes inexorables que la ciencia conoce. Por lo tanto, la
direccién se abandona en manos de los que conocen. Los sabios y técnicos se-
rin los encargados de gobernar. Si el proletariado no realiza la revolucién so-
cialista, es porque “no encuentra la teorfa revolucionaria” *,
E] Tercer Mundo, en cambio, privilegia el primer ambito sobre el segundo,
como veremos en lo que sigue.
El Humanismo en el Tercer Mundo. El Che Guevara
Frente a la actitud tipicamente cientificista del centro, la periferia tiende
a poner en primer plano el proyecto humano. A ello contribuye no sélo Ja falta
de una tradicién intelectualista como la del centro, sino el hecho de que en
nombre de la ciencia y la civilizacién, los pueblos periféricos se han sentido
menospreciados y aplastados por la prepotencia imperialista.
La prevalencia del proyecto humano conlleva, junto con la valoracién del
hombre, la de lo nacional y religioso. Tomaremos ejemplos de revolucionarios
del Tercer Mundo pertenecientes a la linea marxista. De esa manera resultard
con mayor vigor la tendencia humanista, pues ésta se hace patente a pesar de
la inclinacién del marxismo hacia lo cientifico.
Una de las preocupaciones del Che Guevara fue desbaratar la acusacién
proveniente de los paises capitalistas, de que el socialismo en el periodo de
construccién “se caracteriza por Ja abolicién del individuo en aras del Esta-
do 22, Para refutarla, esboza un bosquejo de la historia de Ja revolucién cubana,
20 Sartre constata que el marxismo contemporaneo “ha perdido totalmente el sentido
de lo que es un hombre concreto” (Critica de la razén dialéctica, Losada, 1970. Libro 1,
pag. 72). Pero Sartre no duda de que el marsismo sea el Saber, la Ciencia, sélo que dentro
del mismo hay una falla, la tendencia a eliminar al hombre, haciendo de él el objeto de
un Saber absoluto. Para subsanar lo cual, propone el “existencialismo”, que parte del mismo
saber marxista, se instala dentro del mismo. (Cfr. ob. cit., pags. 136-137).
21 Cfr, Puiggrés, R.: El proletariado en la revolucién nacional, Ed. Sudestada, 1968,
ags. 105-106.
Pie Emesto Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba. Obras completas, Edicio-
nes del Plata, 1967. Tomo I, pag. 7.
18 ENYIDO N° 5en la que hace ver cémo siempre fue “el hombre”, la persona, el factor funda-
mental. La revolucién fue posible porque el hombre cubano fue capaz de he-
roismo, tema que se vuelve obsesivo para el Che: “Encontrar para perpetuar
en la vida cotidiana esa actitud heroica, es una de nuestras tareas fundamenta-
les desde el punto de vista ideoldgico **.
No resistimos la tentacién de colocar al lado de este texto del Che, uno
de Perén que lo precedié en varios afios: “Estos movimientos triunfan por el
sentido heroico de la vida, que es lo unico que salva a los pueblos; y ese he-
roismo se necesita no sélo para jugar la vida todos los dias o en una ocasién
por nuestro movimiento, sino para luchar contra lo que cada uno lleva dentro,
para vencerlo y hacer triunfar al hombre de bien” ™*.
El mismo culto al heroismo como fuerza que lleva a los pucblos a liberarse
en el Che y en Perdén, comunidad de pensamiento que Ilevard a éste a decir
cuando murié aquél: “Hoy ha caido en esa lucha, como un héroe, la figura
joven més extraordinaria que ha dado la Revolucion en Latinoamérica. Su
muerte me desgarra el alma. Un ejemplo de conducta. desprendimiento, espi-
ritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda conviccién en la justicia de la
causa que abrazé y le dio fuerza, el ‘aor y el coraje que hoy lo eleva a Ia ca-
tegoria de mértir”®.
Hablar este lenguaje significa apuntar al hombre nuevo. El proceso revo-
lucionario en el pensamiento del Che, es el proceso de la formacién de un
hombre y una sociedad nuevos, un hombre que sepa vivir y pensar socialmente,
que supere las relaciones puramente mercantiles, que venza “la tentacién de
seguir los caminos trillados de] interés material’ **, que se mueva al impulso de
estimulantes morales.
Para la construccién de esta nueva sociedad, el Che no puede menos de
constatar que las actuales generaciones estan conflictuadas, deformadas por el
capitalismo. Por ello, es necesario velar para que no perviertan a las nuevas.
“Ya vendrin los revolucionarios que entonen el canto de] hombre nuevo con la
auténtica voz del pueblo” *?. Se Megara asi a formar un individuo “mas pleno,
con mucha mas riqueza interior y con mucha mas responsabilidad” *8, El resul-
tado serA tener en el socialismo, hombre mas libres porque mas plenos, mds
plenos porque mas libres”,
Mientras tanto, el que todo lo da para forjar esta nueva sociedad “el verda-
dero revolucionario esté. guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible
pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizd sea uno de los
grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espiritu apasionado una
mente fria y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un musculo. Nues-
tros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos.
No pueden descender con su pequefia dosis de carifio cotidiano hacia los Inga-
tes donde el hombre comin lo ejercita” **.
28 Ob. cit, pig. 8.
24 Perbn, Juan D.: Conduccién politica, Ed, Freeland, 1971, pag. 31.
26 Carta escrita por Perén en Madrid, el 24 de octubre de 1967.
26 Guevara: ob. cit., pag. 18.
27 Ob. cit., pig. 22. 48 Ob. cit., pag. 24. 29 Cfr. ob. cit, pag. 26.
80 Ob. cit. pig. 24 Compirese esta cita del Che con estas otras de Perdn, quien las
tefiere al Conductor: “hay que dominar el indio que uno leva dentro” (Conduccién Politica,
pig 185). Cuando el conductor “obedece a su pasién, abandona la conduccién de todos,
Para dirigirse a un sector que es el que lo apasiona” (pag. 187). “El conductor debe ser un
hombre frio, sin pasiones, y, si las tiene, ha de dominarlas y no dejarlas ver nunca” (pig. 188).
ENVIDO Ne 5 9Pero, si bien el Che considera al revolucionario como vanguardia, sin em-
bargo, quien realiza la sociedad nueva es la masa, el pueblo, el cual no es un
manso rebafio como piensa el aristocratico, sino que sigue a su lider que inter-
preta cabalmente “los deseos del pucblo, sus aspiraciones y lucha por el cumpli-
miento de las promesas hechas”*!,
Vemos, en consecuencia, que para cl Che, quien conduce el proceso es el
hombre, la interrelacién din4mica del pueblo con su conductor, no la estructura,
y menos la econémica. Ademis, el proceso se dirige a la formacién del hombre
nuevo, més pleno, mis libre.
Pensamos que aun cuando el Che se profese marxista, la realidad de Cuba,
fa de Latinoamérica a la que es ficl, ha sido mds poderosa que la construccién
intelectual, y lo Hevé a anteponer el hombre a la estructura, y, en consecuencia,
la politica a la economia,
El Maoismo
Si de Cuba nos trasladamos a China, realidad a primera vista tan diferente
por la historia, la raza, el numero de habitantes y el temperamento de ambos
pueblos, encontraremos rasgos similares en cuanto a la afirmacién de una linea
humanista,
Toda Ja ideologfa de la revolucién china, el secreto del entusiasmo que ha
rendido en un pueblo de més de setecientos millones de habitantes y lo ha
Revado de un estado de miseria y dependencia a otro de independencia y di-
namismo creador, esté contenida de una manera clara, penetrante y sintética
en el “Libro rojo”, verdadero catecismo revolucionario.
Pues bien, cuando lo leemos, a pesar de que a menudo tropezamos con la
denominacién “marxismo-leninismo”, nos es sumamente dificil conectarlo con
El Capital, la Introduccién general a la critica de la economia politica y en
general a los clAsicos del marxismo. Nada de los 4ridos andlisis marxistas. Cada
cita es un Hamado a la accién, al herofsmo, a construir Ja Nueva China, a des-
preciar al enemigo.
Dice con raz6n Garaudy: “El pequeiio libro rojo tiene un aire de catecismo:
son “citas” separadas de cualquier demostracién, una coleccién semejante a las
efectuadas por los discfpulos de Confucio de las ensefianzas de su maestro” ®.
Ahora bien, estas caracteristicas que para nosotros constituyen lo mds digno
de alabanza, para Garaudy expresan una deficiencia lamentable. En efecto,
continia: “Es de sefialar que no aparezcan en él ninguna referencia a los ané-
lisis de la realidad china que constituyen la parte mas viva de la obra de Mao
‘Tse Tung, sino sélo “m4ximas universales que parecen ser pensamientos naci-
dos, no de la experiencia terrena, sino de verdades eternas, inspiradas por la
sabidurfa de los cielos” **.
El centro del reproche est4 en que el libro esté impregnado de “los gran-
des temas de la espiritualidad china tradicional”, con lo cual “el marxismo
cobra un rostro singular: voluntarista y dogmitico, ascético y mesidnico, se
halla dominado por una especie de calvinismo intransigente”
3 Cfr. Ob, cit, pag. 9. Aqui se podrian multiplicar las citas en que Perén afirma el
primado de las realizaciones sobre las palabras, y la funcién del lider, de hacer lo que el
pueblo quiere.
32 Caraudy: Ob. cit., pig. 147.
88 Thidem.
#4 Ob, cit. pags. 147-148.
20 ENVIDO Ne 5Nos hemos detenido en estos juicios de Garaudy porque es uno de los re-
presentantes més destacados del humanismo marxista, y su incomprensién
frente al maofsmo, nos pone al descubierto la incapacidad centrista para en-
tender a los movimiento de liberacién del Tercer Mundo.
Lo que Garaudy debiera entender es que, si el libro rojo prende en los
chinos, es precisamente porque interpreta al hombre chino, porque esta inserto
en su historia, porque allf el chino encuentra Jos grandes temas ‘te su espiritua-
lidad, que es lo mismo que decir, de su “humanidad” *.
El oprimido no necesita una demostracién cientifica de la opresién, porque
la sufre. Necesita, en cambio, ver la posibilidad de la liberacién, saber que el
enemigo “es un tigre de papel” #, que se lo invite al herofsmo **, que el pueblo
es el gestor de Ia historia *8, en una palabra, que se lo Hame a Ja lucha.
Todo esto al cientifico marxista le parece que son “verdades eternas”, que,
por ende, deberian ser descartadas y suplantadas por anilisis cientificos. Sefia-
Jemos que éstos.no faltan en Mao, como tampoco en los Kderes tercermundis-
tas 8°, pero siempre son instrumentos, medios para los fines revolucionarios.
Por ello no constituyen lo “mis vivo” como quiere Garaudy 4, sino la “parte
inerte” 41,
Lo més vivo est4 constituido por esas Hamadas hechas al hombre integral,
en nombre de lo mas noble que hay en él, sus valores morales, sus ideales espi-
rituales, y en esto no se diferencia Mao del Che, ni de Fanon, ni de Perén. “To-
do esto puede parecer anegado de idealismo o incluso de sentimentalidad” ®,
lo cual no produce ningtin complejo en el tercermundista porque sabe que el
hombre es mucho més que la ciencia y Ia técnica.
En este contexto, ciertos términos tomados de la terminologia centrista
cambian de sentido. Asi, por ejemplo, “la clase social se define por la forma de
pensar y la forma de pensar se revela en la conducta” “, lo cual esté en conso-
nancia con la diferencia que establece Evita entre el pueblo y la oligarquia: lo
que la diferencia es el espiritu, la manera de pensar y actuar, por Io cual el que
es pueblo, puede convertirse én oligarca y viceversa.
Por ello, e] primero de los dieciséis puntos de Ja revolucién cultural decia
que el proletariado debia “anelar a Jas nuevas ideas, a la cultura, a Jas costum-
bres y a los habitos del proletariado para cambiar la perspectiva mental de la
sociedad en su conjunto” 4,
85 Es una listima que Garaudy, que ha comprendido que puede haber un cristianismo
que no sea alienante, no pueda comprender que la espiritualidad china pueda también no
ser alienante. Mao entendié que asi como ha servido para alienar al pueblo, podia servir para
liberarlo, Nunca se libera a un pucblo suprimiendo sus creaciones 0 sca su cultura, Creemos
que en el cristianismo hay un dinamismo creador que no se encuentra en ningtin otro tipo
de religiosidad, pero toda religiosidad popular en cuanto expresn determinados valores del
pueblo, consttuye un importante factor de liberacién. (El tema serd tratado en el préxime
articulo).. .
38 Cir. Libro rojo, cap. VI. ® Cfr. Ob. cit., cap. XIX. 28 Cf. ob. cit., cap. XL
39 Al respecto dice Perdn: “nosotros queremos terminar con el panorama de la conduc-
cién de amateurs que se ha hecho siempre o de candillos 0 caciques que se ha utilizade
en Ia politica argentina, para iniciar uma corriente de conduccién cientifica, conduccién estu-
diada, racionalizada y capacitada, que dé al pais una garantfa” (Conduccidn, pag, 326).
40 Cfr. Garaudy: ob. cit., pag. 147.
41 Chr. Conduccién Politica, pigs. 156; 164.
42 Robinson Joan: Le revolucién cultural en China. Monte Avila Editores, 1970, pag- 30.
43 Ob. cit., pag. 15.
44 Robinson J.: ob. cit., pig. 92.
ENVIDO N° 5 aEl Peronismo
La décimocuarta verdad del peronismo establece que “el justicialismo es
una nueva filosofia de la vida, simple, prictica, popular, profundamente huma-
na y profundamente cristiana”. Alli est4 contenido todo el peronismo como ideo-
logia. Es una filosofia de la vida, 0 sea una cosmovisién:
a) “Simple”, es decir, opuesta a las sofisticadas teorlas de las élites. Sus
verdades son simples, directas, capaces de penetrar sin dificultad en las masas.
b) “Practica”. No interesan las grandes especulaciones para deleite de las
capas ociosas de la sociedad, que pueden usufructuar de una copiosa renta,
sino verdades que impacten, que muevan a la accién suscitando el entusiasmo
para la construceién de la Nueva Argenti
¢) “Popular”. No sélo porque Hega al pueblo, sino porque parte de él,
expresindolo en sus deseos y aspiraciones. “Somos encargados de servirla (a la
masa) y debemos primero interpretarla para poder servirla” «.
Y para que no queden dudas sobre el cardcter humanista de dicha filosoffa,
se agrega “profundamente humana” “*, Voluntad decidida de afirmar la prima-
cia del ‘fombre sobre las estructuras. La historia parte del hombre y llega a él.
Por ello, “el problema argentino es eminentemente politico” ’, pero tomando la
politica no con la parcializacién a Ja que nos ha acostumbrado el liberalismo,
sino como “actividad integral”, de modo que todo esta comprendido en ella **,
Para Marx, lo determinante es la base o infraestructura, comandada por lo
econémico, lo cual da a Althusser Ja base suficiente para afirmar la supremacia
de la estructura, en la que lo econémico es determinante, en tiltima instancia,
sobre el hombre. Para Perén, en cambio, Io que preside todo es el “proyecto
humano” 0 “proyecto politico”, en el que se expresa toda la filosofia o cosmo-
visién del pueblo.
Es necesario hacerlo resaltar: el sujcto 0 agente de la historia, es el pueblo.
El lider es tal y puede proponer el proyecto de realizacién, en la medida en
que lo interpreta. “La verdadera democracia es aguella donde el gobierno hace
lo que el Pueblo quiere y defiende un solo interés: el del Pueblo” (1? verdad
del justicialismo). “La caracteristica exclusiva del peronismo... es la de servir
al pueblo y, adems, la de obedecerle” #*.
La primacia de lo politico es una constante de] tercermundismo. Asi, por
ejemplo, afirma Kwame Nkrumah: “Busca primero el reino politico”, fue el
lema principal del Convention People’s Parti (C.P.P.), porque, sin indepen-
dencia politica, no podria Ievarse a cabo ninguno de nuestros planes de des-
arrollo social y econémico”; y mas adelante: “No habr& mejoramiento en las
condiciones de vida para el grueso del pueblo, hasta que éste no tenga en sus
manos el poder politico” ®,
45 Perén: Conduccién Politica, pag. 337. _ .
46 Dejamios de lado por el dca Jo de “profundamente cristiana”, porque serd objeto
de otro articulo,
40 Perén: La hora de los pueblos. Ed. Norte. 9° ed., 1968, pag. 24
48 Perén. Conduccién Politica, pig. 166. “Ustedes tienen ya todos los Becipios de esa
escuela nuestra, de esa escuela politica que es en el fondo, una escuela filoséfica, que da
una doctrina, que da los principios éticos y morales, que da las virtudes de los hombres’
(Conducoién, pag. 302).
49 Eva Perén. Historia del peronismo, pag. 77.
50 Nkrumah, K.: Africa debe unirse, Eudeba, 1965, pag. 88.
2 ENVIDO Ne 5Advierte Fanon que, frente al pueblo decidido a liberarse, “el colonialismo
trata de descartar la reivindicacién nacional haciendo economismo” *!, Pretende
arreglar cuestiones econémicas y sociales, Sin duda que son problemas impor-
tantes, pero los pueblos sometidos del Tercer Mundo se plantean un problema
de liberacién total, quieren reconquistar e] timén de su propia historia, ser
artifices de su destino. Saben que “sin liberacién no habrd justicia social, ni in-
dependencia econémica, ni soberania politica” §.
La realidad del Tercer Mundo se ha impuesto también en China, por lo
cual Mao se ha visto obligado a impulsar la revolucién cultural. El proletariado
debe “apelar” a las nuevas ideas, a Ja cultura, a Jas costumbres y a los habitos
del proletariado para cambiar la perspectiva mental de Ja sociedad en su con-
junto, lo que significa “poner la politica proletaria a la vanguardia” 5,
Esto har que el marxismo se replantee el problema de las relaciones entre
la infra y la superestructura, exigiendo wma cierta independencia para la se-
gunda, que en Ja prdctica se convierte en la instancia fundamental. Tanto en
Cuba como en China, como en Argelia, no se revolucionaron primero los me-
dios de produccién, sino que se elaboré y levé a la practica un proyecto
politico liberador, que interpretaba los deseos y sentimientos de los respectivos
ueblos.
» Esta valoracién del hombre hace que el peronismo insista machaconamente
en los valores éticos, sin los cuales es imposible Hevar adelante el proyecto
liberador. Evita insiste en las cuatro virtudes fundamentales del pueblo: gene-
rosidad, sinceridad, desinterés y, por sobre todas, “la humildad” #4, Es menester
detenernos un poco en esta ultima virtud, que Perén coloca como una de las
dos condiciones fundamentales del conductor.
Tal vez sea la virtud fundamental del hombre peronista, que de esa ma-
nera comienza a ser hombre nuevo. Pero es menester entenderla correctamente.
Incluye dos aspectos principales, el primero de los cuales consiste en que el
hombre no se sobrevalore ni se disminuva. “Ninguin justicialista debe sentirse
més de lo que es ni menos de lo que debe ser”. Si se sobrevalora, pasa a ser
oligarea; si se disminuye, no sirve para la construccién de la Nueva Argentina.
Este primer aspecto se une a otro: “El peronista nunca dice “yo”. Ese no
es peronista. El peronista dice “nosotros”, y este “nosotros” es “el pueblo”, pues,
“no hay més importancia, més privilegio, ni més orgullo que el de sentirse
pueblo”®5, De esa manera, simple y popular, se nos da una visién profunda de
la humildad que coincide con los anélisis filoséficos que hace Marcel de la
misma, dandole una amplitud mucho mayor que la que le da el filésofo.
La humildad se opone al egoismo. Este consiste en tomarse a si mismo
centro de todo, en hallar la fuerza en el propio yo; aquélla, en cambio, consiste
en tomar a la “comunidad”, al pueblo como centro de todo. La fuerza est4 en
él. De esa manera, la humildad coincide con el amor y entrafia las otras virtu-
des propias del pueblo: generosidad, sinceridad y desinterés.
La humildad es el gozne que separa al espirity oligarca del espfritu del
pueblo. Nunca se puede estar plenamente seguro de haber logrado este ultimo.
Siempre se est& amenazado por el espiritu oligarca. Es menester una lucha cons-
51 Fanon F.: Los condenados de la tierra. F.C.E., 1968, pig. 189.
52 Peron: La hora de los pueblos, pig. 12.
58 Robinson Joan: ob. cit., pia. 92.
54 Cfr. Eva Porbn: Historia del peronismo, pig. 85.
55 Ob. cit., pag. 75. “Un hombre de nuestro movimiento podré tener cualquier defecto
pero el mis grave de todos ser el no ser un hombre de pueblo” (Conduccidén, pag. 296).
ENVIDO N’ 5 23tante contra uno mismo, contra el oligarca que cada uno tiene dentro para ha-
cerse pueblo o descamisado, pues, “descamisado es el que se siente pueblo. Lo
importante es eso; que se sienta pueblo y ame y sufra y goce como pueblo, aun-
que no vista como pueblo, que esto es lo accidental” ®,
Esto, como en el caso del maoismo, puede ser acusaclo de idealismo, mora-
Jismo, espiritualismo y cosas por el estilo, Mao responderia que “las ideas pueden
Hegar a ser una fuerza material”. El peronismo no necesita esa justificacién,
porque no empleé el término “materialismo” para significar lo concreto en con-
tra de lo vaporoso. Sabe que cuando habla de generosidad, trata de una fuerza
real, que sdlo mostrar su realidad en la prictica. “Mejor que decir es hacer”.
No es nuestra intencién dibujar en forma integral el hombre nuevo que se
anuncia en el Tercer Mundo en general y en el peronismo en particular, sino
hacer resaltar el ngar ocupado por el hombre. Por lo expuesto, juzgamos que
surge con toda claridad la primacia del hombre, del proyecto humano o politico
sobre lo cientifico.
Allf se encuentra una de las razones fundamentales por las que el pero-
nismo ha tenido un lenguaje a menudo tan anticomunista: “Consideramos al
capitalismo como la explotacién del hombre por cl capital, y al comunismo co-
mo la explotacién del individuo por el Estado. Ambos ‘insectifican’ 2 la persona
mediante sistemas distintos” 7.
Quien haya lefdo el “Informe secreto” que N. Khruschey leyé en el XX Con-
greso del Partido Comunista Soviético, no puede menos de dar la razén a Perén.
Evidentemente, no puede achacarse a Marx el haber querido inscctificar al
hombre. Todo lo contrario, como creemos haberlo ya mostrado, pero ésa era la
realidad del comunismo del momento comandado por Stalin. Es cierto, por
otro lado, que Stalin fue Hevado a una dictadura inhumana debido a las difi-
ciles circunstancias que Ie tocé vivir. Pero ello es harina de otro costal. Lo que
a nosotros nos interesa cs entender por qué el peronismo fue tan duro con el
comunismo. Y la raz6n fundamental es “humanista”.
De esa manera, en el Tercer Mundo se va foriando el hombre nuevo, que
no piensa en si, sino en el “nosotros”. E] problema de la comunicacién que tanto
preocupé a los existencialistas. no se plantea como en la sociedad burguesa, en
los reducidos limites de las paredes domésticas, sino en el amplio espacio dei
pueblo, Va naciendo “el sentido humano” del que habla Teilhard, pero no del
centro hacia Ja periferia por via de dominacién, sino de la periferia hacia el
centro, por via de liberacién.
Resistencia, diciembre de 1971
% Eva Perén: La razén de mi vida, Ed. Peuser, 1951, Rs 117.
4 Perén: La fuerza es el derecho de las bestias, pig. 18.
Po) ENVIDO NY 5