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Reconfiguración de Las Identidades Religiosas en México II
Reconfiguración de Las Identidades Religiosas en México II
RELIGIOSAS EN MÉXICO
Incluye bibliografía
Tomo II: Diversidad religiosa
isbn ciesas volumen II: 978-607-486-629-2
isbn ciesas (obra completa): 978-607-486-621-6
La presente publicación pasó un proceso de dos dictámenes de pares académicos avalados por el
Comité Editorial del ciesas, que garantizan su calidad y pertinencia científica y académica.
El proyecto que dio origen a la colección tuvo tres apoyos de Conacyt por intermedio de la “Red
temática de investigadores del fenómeno religioso en México”. En 2016, proyecto número 271695;
en 2017 el número de continuidad 280795, y en 2018, le correspondió el número 295195.
Se prohíbe la reproducción total o parcial por cualquier medio, sin el consentimiento por escrito
del editor.
Índice
Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Renée de la Torre, Cristina Gutiérrez Zúñiga y Alberto Hernández
Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
El proyecto “Recomposiciones de las identidades religiosas en México” . . . . . 21
Contenido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
1. Católicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
María Eugenia Patiño López, Felipe Gaytán Alcalá y Genaro Zalpa
Perfiles de los católicos mexicanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
Creencias y prácticas de los católicos en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Variaciones y apropiaciones latinoamericanas del New Age . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
Creencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Prácticas religiosas: entre lo institucional y la práctica “a mi manera” . . . . . . . . 69
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2. Evangélicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Carlos Garma Navarro, Ariel Corpus, Felipe Vázquez Palacios,
Carolina Rivera Farfán, Ramiro Jaimes Martínez y Karina Bárcenas Barajas
Pertenencia y adscripción religiosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Identificación y compromiso religioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
Prácticas religiosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Creencias trascendentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Percepciones sobre Estado e iglesias, religión y esfera pública . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
Sitios de Internet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Gráficas
1 ¿Ha cambiado usted de religión o la ha dejado? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
2 ¿Cuál fue la principal razón por la que usted cambió
de religión o la dejó? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
3 ¿Por qué considera usted que la gente cambia
principalmente de religión? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
4 ¿Cómo se identifica usted principalmente en términos religiosos? . . . . . . 43
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Mapas
1.1 Porcentaje de adscripción religiosa de católicos
en México, 2010 (por municipio) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
1 La “Red temática de investigadores del fenómeno religioso en México”, del Conacyt, ob-
tuvo en 2016 el número de proyecto 271695; en tanto que en 2017 el número de pro-
yecto de continuidad fue 280795, y en 2018 le correspondió el número 295195.
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El Colegio de la Frontera Norte fue la institución que albergó los proyectos de esta
red temática del Conacyt y puso a nuestra disposición sus apoyos administrativos
para la operación, gastos y comprobación del proyecto. Además, nos abrió gentil-
mente las puertas de la Casa Colef, en la Ciudad de México, para realizar nuestra
segunda reunión de trabajo. Por su parte, el ciesas abrigó y financió el proyecto
“Reconfiguraciones de las identidades religiosas en México” como un proyecto pilas
de dicha institución. La gestión de este proyecto estuvo a cargo de Renée de la Torre,
con la colaboración de Cristina Gutiérrez Zúñiga y Alberto Hernández. Gracias al fi-
nanciamiento garantizado, pudimos solventar los gastos de las reuniones de trabajo
—pasajes de avión y autobuses, hoteles, comidas, transporte local— que celebra-
mos durante la etapa de análisis de los datos de la encuesta, a las cuales asistieron
todos los miembros del equipo. También nos apoyaron con becas para dos asistentes
del proyecto. Durante 2017, Carmen Carbajal colaboró en la gestión, organización
y administración, y en 2018, Lorena Rodríguez nos auxilió en la recepción y organi-
zación editorial del material que compone esta obra. Recibimos también apoyo de
Rafael T. Corro en las labores editoriales del manuscrito de la obra, y nos facilitaron
las instalaciones de la sede del ciesas Pacífico, bajo la dirección de Daniela Traffano
Alfieri, para llevar a cabo nuestra tercera reunión de trabajo.
Por último, deseamos agradecer a cada uno de los 40 investigadores que entu-
siastamente se sumaron y comprometieron para integrarse al proyecto y trabajar en
equipo. Ello fue posible gracias a la Rifrem, que con sus encuentros anuales —en los
cuales algunos hemos coincidido a lo largo de más de 21 años— se ha convertido en
una plataforma de convergencia de distintos intereses, temáticas y abordajes teóri-
cos y metodológicos en torno a la religiosidad en México. La existencia de la Rifrem
nos permitió convocar a un equipo extraordinario, pues los encuentros propician
el reconocimiento del trabajo de los otros y genera las posibilidades para encontrar
horizontes comunes que nutran el trabajo en equipo. Cada uno de los integrantes
aportó una parte de sus conocimientos adquiridos durante muchos años de estudio
del fenómeno religioso. Cada uno abonó a la reflexión, el diálogo y la discusión, no
solo de la parte que le correspondía, sino de la de sus colegas. En este proyecto todos
aprendimos a trabajar de manera colegiada, sabiendo de antemano que ello lleva más
tiempo y esfuerzo, pero reconociendo también que es un espacio de aprendizaje en-
riquecedor. Un estudio a escala nacional como el que aquí presentamos no hubiera
sido posible sin la suma de esfuerzos colegiados de un maravilloso equipo acadé-
mico. El fruto de ello lo compartimos y celebramos con esta obra que deseamos sea
de utilidad para la comprensión multicultural y plural de México.
Presentación
Renée de la Torre
Cristina Gutiérrez Zúñiga
Alberto Hernández
15
16 Presentación
Antecedentes
México es uno de los pocos países de América Latina cuyos censos nacionales de
población han contado con los resultados de la adscripción religiosa por más de 100
años, datos que son un importante instrumento para detectar tendencias sociode-
mográficas a escala nacional (Gutiérrez Zúñiga y De la Torre, 2017).2 Sin embargo,
debido al carácter disperso y minoritario de las religiones no católicas, estos datos
no permiten diferenciar fenómenos de cambio dentro de las categorías denomina-
cionales. Tampoco existen estudios a escala nacional sobre identificaciones trans-
versales que permitan observar las recomposiciones internas de los grupos religio-
sos en el país, ni comparar sus principales rasgos y tendencias regionales. Por ello es
relevante estudiar las tendencias a la diversidad religiosa para entender los procesos
de socialización y los patrones de la multiculturalidad.
Se parte de los supuestos de que en México: a) el cambio religioso se experi-
menta con diferencias regionales, pero esta recomposición territorial incide a su vez
en la redefinición de ciertas regiones; b) el cambio no se limita a las adscripciones
religiosas, sino que se manifiesta también en las formas de creer, valorar y practicar,
las cuales responden a modalidades transversales, fluidas y dinámicas.
En años recientes, varios investigadores mexicanos dedicados al estudio de la
religión en el país por medio de la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso
en México (Rifrem),3 hemos impulsado y participado en proyectos de investigación
2 El otro país que comparte esta experiencia es Brasil, que en su censo de población de
2000 amplió la cobertura de registro de la palabra religión; ahora con criterios de clasifi-
cación más detallados.
3 La Rifrem es una de las redes académicas más consolidadas del ámbito nacional. Con
20 años de vida, ha realizado igual cantidad de encuentros anuales. Cuenta con más de
600 participantes registrados. La preside un Consejo de 12 reconocidos investigadores,
especialistas en el tema. Ha sido la plataforma de diferentes proyectos colectivos con re-
percusiones nacionales e internacionales, así como de más de 20 publicaciones colectivas.
A partir de los encuentros y proyectos de la Rifrem se han alentado nuevas temáticas de
estudio para atender los cambios religiosos en relación con los cambios socioculturales
que se viven en México. También ha logrado instaurar un ambiente de apertura y respeto
al diálogo interdisciplinario sobre distintos temas. Un rasgo inédito es que ha funcionado
como red durante más de 16 años, lo que significa que no tiene una estructura piramidal
ni está sostenida por institución alguna. Antes bien, su continuidad se debe a sus congre-
sos anuales, mediante los cuales se ha conseguido descentralizar el estudio de la religión,
al tener presencia en las distintas regiones del país, incluso en las más apartadas del centro,
Diversidad religiosa 19
a escala local y nacional que aportan una visión de conjunto sobre las dinámicas
tendientes a la diversidad religiosa y las recomposiciones que el campo religioso
experimenta debido a las transformaciones en los modos de creer y practicar en
México. Un antecedente importante de la Encreer 2016, por ejemplo, pionero en el
análisis cuantitativo y de escala nacional en torno al estudio del comportamiento re-
ligioso, fue el proyecto de investigación “Perfiles y tendencias del cambio religioso
en México 1950-2000”, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Conacyt), bajo la coordinación de Renée de la Torre y Olga Odgers, el cual convocó
a más de 20 investigadores para analizar de manera estadística y georreferencial
los datos arrojados por los censos de población y vivienda del inegi. Este proyecto
se encargó de armar las bases de datos municipales que hoy están disponibles de
manera pública en Internet y en un disco compacto; de hacer análisis estadísticos
para entender la distribución demográfica y geográfica del cambio religioso, y de
publicar tres libros: Atlas de la diversidad religiosa en México (De la Torre y Gutiérrez
Zúñiga, 2007),4 Pluralización religiosa en América Latina (Odgers, 2011), y Regiones
y religiones en México. Estudios de la transformación religiosa (Hernández y Rivera,
2009). En conjunto, la obra ha tenido una importante repercusión en este campo de
investigación y cada uno de los volúmenes es considerado fuente obligada para el
estudio de este fenómeno tanto en México como en América Latina. De dicho pro-
yecto surgió la necesidad de hacer un diagnóstico de la fuente censal, sobre todo de
la pregunta sobre pertenencia religiosa en la cédula y la manera de clasificar sus res-
puestas. Durante los censos de 2000 y 2010, una comisión de investigadores de la
Rifrem colaboró con el inegi en la actualización y el mejoramiento del tratamiento
de la variable religiosa en el censo, así como para la afinación de su instrumento de
clasificación: el Catálogo Nacional de Religiones.5 Este esfuerzo permitió visibili-
zar la amplitud del espectro de los creyentes no católicos, explicar su composición
además de contar con dos sedes internacionales, Arizona y Claremont, en California. Para
más información, véase la página oficial de la Rifrem, disponible en <www.rifrem.mx>.
4 Su versión digital puede consultarse en <http://www.asociacionesreligiosas.gob.mx/es/
AsociacionesReligiosas/Atlas_de_la_Diversidad_Religiosa_en_Mexico>.
5 El actual Catálogo Nacional de Religiones es el resultado de un esfuerzo de clasifica-
ción de las respuestas censales basado fundamentalmente en las asociaciones religio-
sas que están registradas ante la Secretaría de Gobernación, y su identificación en una
estructura religiosa diversa. Puede consultarse en <http://internet.contenidos.inegi.org.
mx/contenidos/Productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/nueva_
estruc/702825064983.pdf>.
20 Presentación
6 El término movilidad religiosa contempla las trayectorias individuales que incluyen múlti-
ples adhesiones y deserciones de las religiones (Garma, 1999).
22 Presentación
7 Para consultar los resultados estadísticos, véase “Encuesta Nacional sobre Creencias y
Prácticas Religiosas en México. Encreer/Rifrem 2016”, en la página oficial de la Rifrem,
disponible en <www.rifrem.mx>.
8 Proyecto “Red temática de investigadores del fenómeno religioso en México”, número
271695, mayo-noviembre de 2016.
Diversidad religiosa 23
Al incluir estos temas, se quiere responder a las siguientes preguntas: ¿cuáles son
los grados de adhesión y los modos de practicar religiosidades?; ¿en qué sentido se
están transformando los contenidos de las creencias trascendentales?; ¿qué imagi-
narios están vigentes en las formas de creer contemporáneas?; ¿qué papel tienen
otras instancias productoras de sentidos trascendentales y de ceremonias de consa-
gración en los marcos de religiosidad individuales?; ¿cuáles son las opiniones res-
pecto a coyunturas sociopolíticas específicas y a las relaciones entre las iglesias y el
Estado?; ¿en qué medida la diversidad religiosa es más proclive a fomentar los valo-
res de pluralistas y democráticos?
del bien y el mal, así como las prácticas que se fomentan para experimentar un sen-
tido sagrado y trascendental en la vida. A ello le llamamos “procesos de identificación
creyente”. Para captar estas dinámicas que se ocultan tras la respuesta de adscripción
religiosa que aportan los datos censales, dedicados exclusivamente a captar la mem-
bresía religiosa, se diseñaron preguntas y opciones de repuestas que permitieran vi-
sualizar las reconfiguraciones entre la adscripción religiosa y la autoidentificación con
formas de creer y practicar la religión, ya sea en el interior de una de ellas, o bien de
forma transversal o al margen de las instituciones (Campiche, 1991). Estas variables
son un aporte novedoso de la Encreer 2016; complementan los datos que recogen
los censos de población y vivienda del inegi, y se desprenden de la discusión teórica
sobre las tendencias contemporáneas a la desinstitucionalización y la subjetivación
creyentes, vigentes tanto en Europa como en Latinoamérica.
Contenido
acceder a aquellos que reivindican una mayor autonomía al asumirse como cre-
yentes a su manera. Por ejemplo, los no practicantes se contabilizan tanto entre los
desafiliados sin religión como entre los espirituales pero sin iglesias, o los agnósti-
cos y ateos. Los resultados son sumamente interesantes porque no solo detectan las
afinidades entre categorías que en apariencia pueden tenerse por diferentes, sino los
procesos de desinstitucionalización y subjetivación de las creencias. De este modo,
se desmitifica el hecho de que las personas sin religión sean “no creyentes” y se pone
de relieve el que los miembros de las denominaciones piensan, valoran, actúan y
creen con ciertos márgenes de libertad respecto a las doctrinas de sus iglesias.
El capítulo 4, “Prácticas religiosas”, de María del Rosario Ramírez Morales, Renée
de la Torre, Nahayeilli Juárez Huet y María Eugenia Patiño López, gira en torno a las
prácticas religiosas. Incluye, por un lado, los diferentes tipos de prácticas que con-
templan las meramente eclesiales y formales, que por lo común se instrumentan
como indicadores del compromiso religioso de los creyentes con la institución de
pertenencia, y por el otro, las prácticas propias de lo que conocemos como religio-
sidad popular o informal; prácticas espirituales o religiosas que no son fomentadas
por las iglesias y a las que podemos considerar extraeclesiales, aunque son relevantes
para entender el sentido práctico de la religiosidad “a mi manera”.
El capítulo 5, “Creencias trascendentales”, de María del Rosario Ramírez Mo-
rales, Renée de la Torre, Nahayeilli Juárez Huet y María Eugenia Patiño López, se
dedica a las creencias trascendentales. En este estudio se describen los resultados
estadísticos de las principales creencias que comparten los mexicanos. Algunas de
ellas son exclusivas de sus marcos de adscripción como creyentes, otras correspon-
den a las diferentes pertenencias, otras más conforman identificaciones transversa-
les a dichas pertenencias y se producen y difunden en instancias seculares, fuera de
los marcos de las instituciones o asociaciones religiosas.
El capítulo 6, “Percepciones sobre las relaciones Iglesia-Estado”, de Felipe
Gaytán Alcalá, Renée de la Torre, Armando Díaz Camarena y José Enrique Aceves,
aborda las percepciones de los mexicanos respecto a las relaciones entre las igle-
sias y el Estado, que enmarcan distintos temas de interés para las ciencias sociales,
desde la evaluación del papel de la religión en el espacio público, la laicidad, la
discriminación y el pluralismo religioso, la apreciación de las libertades laicas y las
políticas seculares, hasta los derechos humanos, que han sido objeto de controver-
sia en tiempos recientes.
El tomo II, titulado Diversidad religiosa y coordinado por Renée de la Torre,
aborda y compara los perfiles de los cuatro grupos religiosos contemplados en el
levantamiento de la muestra de esta encuesta. El primer apartado, “Introducción.
Diversidad religiosa 31
de los perfiles de respuestas para cada una de las cinco regiones que se definieron
en nuestra estrategia de muestreo. Los equipos de investigadores a cargo de cada
uno de los capítulos de este volumen, integrados por conocedores de los proce-
sos sociohistóricos y territoriales que históricamente y de manera diferenciada han
constituido al país a lo largo de su amplia geografía, tuvieron como tarea ensayar
en forma heurística la regionalización que con base en el índice de cambio reli-
gioso desarrollaron Hernández y Rivera (2009), en el cual se observan los cambios
religiosos ocurridos en las entidades federativas en las dos últimas décadas. ¿Qué
tan distintos, comparativamente hablando, son los comportamientos religiosos de
cada región específica frente al resto de las regiones y dentro del conjunto nacio-
nal? ¿Qué nos dice el conocimiento acumulado sobre los procesos históricos de
articulación de cada región, que nos ayude a interpretar comportamientos específi-
cos? ¿Qué continuidades y qué rupturas podemos identificar? ¿En qué medida ese
perfil revela la formación de nuevos procesos socioterritoriales que suponen nue-
vas articulaciones regionales?
El capítulo 1, “Región Noreste”, de Olga Odgers, Gloria Galaviz y Olga Olivas,
se ocupa de la región integrada por los estados de Baja California, Baja California
Sur, Sonora y Sinaloa. El capítulo 2, “Región Norte, Noreste y Golfo”, de Alberto
Hernández, Carlos S. Ibarra, Patricio Eduardo Vázquez y Shinji Hirai, aborda dos re-
giones que tradicionalmente se analizan por separado y que abarcan las entidades
mexicanas fronterizas con Estados Unidos de América, y también las que colindan
con el Golfo de México. Sin embargo, en tiempos recientes, estas dos regiones os-
tentan índices de cambio religioso semejantes. El capítulo 3, “Región Centro, Norte
y el Centro Occidente”, de María Eugenia Patiño López, Elizabeth Juárez Cerdi,
Cristina Gutiérrez Zúñiga, Daniel Solís y Luis Rodolfo Morán, se ocupa de la región
que ha mostrado los más altos niveles de pertenencia religiosa católica, y al mismo
tiempo, de migración internacional. El capítulo 4, “Región Centro”, de Liliana Rivera
Sánchez, Carlos Garma Navarro, Luis Jesús Martínez Gómez, Jorge Adrián Yllescas
y Cecilia Delgado Molina, está dedicado a la tarea de interpretar los datos de un
conjunto demográficamente desigual, el de la gran Ciudad de México, centro no-
dal histórico del país, enclavado, sin embargo, en un conjunto de estados no nece-
sariamente articulados a la capital del país, como pueden ser Tlaxcala o las zonas
rurales de Morelos. Por último, el capítulo 5, “Región Pacífico Sur y Sureste”, de
Gabriela Robledo, Antonio Higuera Bonfil, Nahayeilli Juárez Huet, Enriqueta Lerma
Rodríguez, Claudia Rangel Lozano y Carolina Rivera Farfán, se dedica a aquellos es-
tados colindantes que siempre se han analizado por separado: los de la península
Diversidad religiosa 33
de Yucatán, por una parte, y los de la costa sur del Pacífico —Oaxaca, Guerrero y
Chiapas—, heurísticamente integrados en la región Sureste por la similitud de la ve-
locidad actual de su cambio religioso.
Por último, el tomo IV, titulado Demografías religiosas y coordinado por Cristina
Gutiérrez Zúñiga, está dedicado al análisis de los datos de la encuesta a la luz de las
distintas variables sociodemográficas, y supuso la generación de un conjunto de da-
tos diferenciados o estratificados para observar el peso que estas variables pueden
tener en la reconfiguración de las identidades religiosas en nuestro país.
El capítulo 1, “Sexo”, de Karina Bárcenas Barajas y Armando Díaz Camarena, se
dedica a la descripción de los perfiles de los hombres y mujeres que respondieron
esta encuesta, en igual proporción —1 501 mujeres y 1 499 hombres—. El estudio
muestra de qué manera la pertenencia o no pertenencia a una religión y las creen-
cias, prácticas y opiniones sobre las libertades laicas de hombres y mujeres explican
los cambios y permanencias en el paisaje religioso y cultural contemporáneo, así
como de los acercamientos o alejamientos respecto a lo que se ha normalizado como
lo propio de cada género. De esta manera, no solo se busca describir un comporta-
miento diferencial por medio de la categoría demográfica de sexo, sino también po-
ner en juego, en su interpretación, el papel de la actual construcción social y cultural
del género en el contexto mexicano contemporáneo.
El capítulo 2, “Edad”, de Felipe Vázquez Palacios, Cristina Mazariegos y Ariel
Corpus, constituye el análisis de los resultados de la Encreer 2016 a la luz de los dis-
tintos grupos etarios. La muestra se codificó en seis categorías, con base en los años
cumplidos al momento del levantamiento de la encuesta, para construir los rangos de
edad de los grupos. Se trata de una tarea analítica con dos ejes: el primero de ellos se
refiere a la descripción de los resultados de la encuesta mediante la caracterización
de los grupos etarios en sí; el segundo se ocupa de observar cómo varían la perte-
nencia, la creencia, las prácticas y las opiniones de los sujetos en función de su edad.
Es decir, se hace una lectura transversal de los grupos etarios, lo que nos permite
apreciar que la edad es un factor fundamental de la reconfiguración de las identida-
des religiosas en nuestro país.
Por otro lado, la manera como concebimos el contraste entre el México rural
y el México urbano se encuentra enlazada a los imaginarios de la modernización, y
con ella, de la secularización. Sin embargo, al operar con el criterio de distinción en-
tre poblaciones rurales y urbanas con base en un tamaño de localidad de 2 500 ha-
bitantes —el más usual—, la muestra de la Encreer 2016 arrojó escasas diferencias
drásticas entre ambas poblaciones en lo que respecta a su pertenencia religiosa y sus
creencias, prácticas y opiniones sobre cuestiones religiosas de relevancia pública.
34 Presentación
11 Las ocho variables son: a) escolaridad del jefe del hogar o persona que más aporta al
gasto; b) número de habitaciones; c) número de baños completos; d) número de focos;
e) número de autos; f) posesión de regadera; g) posesión de estufa; h) tipo de piso. Se
asigna una puntuación a cada variable para generar siete niveles socioeconómicos, los
cuales, por orden de bienestar, son AB, C+, C, C–, D y E. Sin embargo, debido al escaso
Diversidad religiosa 35
El estudio describe las diferencias existentes entre los sujetos respecto a sus creen-
cias, prácticas y opiniones, según el estrato socioeconómico de su hogar. Al aplicar
pruebas de significatividad, y en algunos casos, estimar los intervalos de confianza
de los cruces de los estratos con las variables de comportamiento religioso, se con-
sigue una sólida base empírica para apreciar las áreas en las que el factor socio-
económico resulta un elemento explicativo fundamental de la reconfiguración reli-
giosa, pero con distintas direcciones. El conjunto de correlaciones de las prácticas
y creencias religiosas apunta a un impacto secularizador del bienestar patrimonial
en la configuración religiosa de los sujetos, pero también multiplicadora de sus re-
pertorios y flexibilizadora de sus orientaciones. Sin embargo, no parece tener un
impacto igual en la pertenencia y el cambio religioso.
Un elemento importante de la ubicación socioeconómica de los sujetos es, por
supuesto, el acceso a la educación, y merece una consideración específica. De manera
que el último capítulo de esta sección de factores socioeconómicos, el capítulo 6,
“Escolaridad”, de Cristina Gutiérrez Zúñiga y Antonio Higuera Bonfil, se dedica a la
escolaridad como factor de reconfiguración religiosa. El análisis de los resultados de
la encuesta estratifica la muestra en cinco grupos, por su grado de estudios logrado
— primaria, secundaria, preparatoria o carrera técnica, licenciatura y posgrado—, y
en forma semejante al análisis por estrato socioeconómico, la escolaridad se mani-
fiesta como un factor muy importante y con altos niveles de significatividad esta-
dística para la reconfiguración religiosa en las dimensiones religiosas de creencias,
prácticas y opiniones sobre cuestiones religiosas de relevancia pública, pero no así
en las dimensiones de adscripción y cambio religioso. Este estudio busca contri-
buir con evidencia empírica a un modelo más complejo de la relación escolaridad-
religión, que vaya más allá de la hipótesis del impacto laicizante y racionalista de la
educación sobre el comportamiento religioso.
En conjunto, el análisis estratificado de esta sección temática nos permite aten-
der la manera en que el cambio religioso, con sus matices y perfiles, se hace más
probable en ciertas condiciones y entre ciertos grupos sociales.
tamaño de los niveles extremos, el nivel extremo inferior E se une con el nivel inmediato
contiguo D; el mismo tratamiento se aplica para el nivel extremo superior AB y su conti-
guo C+. Para la documentación en extenso de esta regla, véase la página oficial de la amai,
disponible en <www.amai.org>.
Introducción. Diversidad religiosa en México
Renée de la Torre
L a Encreer 2016 permite establecer una comparación válida entre los cuatro gru-
pos más representativos de la diversidad religiosa de México, cuyos comporta-
mientos se analizan en esta introducción: a) católicos; b) evangélicos —categoría que
incluye denominaciones protestantes, pentecostales y neopentecostales—; c) bíbli-
cos diferentes de evangélicos —que coincide con la de paraprotestantes1 y agrupa
tres denominaciones de origen estadounidense con fuerte presencia en México, los
testigos de Jehová, los mormones y los adventistas—, y d) sin religión —que se re-
fiere a aquellos que rechazan la afiliación a una institución o congregación religiosa
pero que no son propiamente ateos, sino que pueden tener espiritualidades varias
o religiosidades individuales—. Estos grupos religiosos fueron incluidos en la mues-
tra aleatoria de la encuesta porque son los que tienen mayor presencia en el país,
de acuerdo con los resultados del Censo de Población y Vivienda del inegi (2010).
Esta decisión numérica influyó en la exclusión de los grupos no cristianos, como
musulmanes o judíos, por su escasa significatividad estadística.
La población mexicana asciende a 109 642 557 habitantes. El universo de es-
tudio consistió en seleccionar cuatro grupos religiosos de entre esta población, los
cuales se derivaron de la respuesta a la pregunta sobre adscripción religiosa. Con
base en una muestra de 3 000 casos, con un nivel de confianza de 95 % y un error
estadístico de ± 2.5 %, se calculó la representatividad de los grupos no católicos me-
diante una estrategia de sobrerrepresentación, a fin de lograr submuestras estadís-
ticamente sólidas para la comparación entre grupos. El reporte de los datos nacio-
nales fue ponderado de acuerdo con la distribución aproximada de la pertenencia
1 Paraprotestantismo es uno de los términos que se utilizan para denominar a las congrega-
ciones religiosas cristianas de inspiración protestante que se diferencian de las protestan-
tes porque su doctrina incorpora nuevos contenidos, de corte extraevangélico (Martin,
1990; Bastian, 1997). Estas doctrinas surgen como revelaciones de sus líderes, a quienes
se considera profetas, y se distinguen de las evangélicas pentecostales porque su liturgia
no se basa en las manifestaciones de carismas del Espíritu Santo (Fortuny, 2004).
37
38 Introducción. Diversidad religiosa en México
religiosa tomada de los datos de 2010, por ser los más recientes del Censo de
Población y Vivienda del inegi (2010).
El objetivo de esta introducción es distinguir los perfiles específicos de cada
grupo de adscripción y explorar las reconfiguraciones entre pertenencia o adscrip-
ción religiosa y las nuevas modalidades de creer en nociones de trascendencia y
practicar ceremonias religiosas.
El estudio comparativo de las tendencias a la diversidad religiosa es indispensa-
ble para entender tanto los procesos de socialización como los patrones de la mul-
ticulturalidad. Por ello se parte de suponer, en primer lugar, que la adhesión a las
comunidades y los marcos doctrinales que ofrecen las denominaciones religiosas ori-
ginan y modelan maneras de ser, de creer y de practicar la religión; y en segundo lu-
gar, que el cambio religioso no se limita a las adscripciones en forma exclusiva, pues
existen dinámicas de subjetivación y desinstitucionalización mediante las cuales el
individuo toma distancia de la institución. Por tanto, queremos saber hasta dónde
la pertenencia norma las maneras de ser religioso, pero también explorar los ran-
gos de libertad individual respecto a los postulados de las organizaciones eclesiales,
ya que la pertenencia modela modos de ser pero no garantiza una regulación total.
Ello invita a conocer mejor las formas de creer, valorar y practicar, porque cada vez
responden a modalidades más individualizadas y menos institucionales, y además
presentan rasgos de transversalidad, fluidez y dinamismo.
El cambio religioso se deja ver, en primera instancia, en una disminución por-
centual de adeptos al catolicismo y un sostenido y paulatino crecimiento de las con-
fesiones evangélicas de tipo pentecostal, que promueven una versión emocional y
popular del protestantismo histórico. En el caso mexicano, esta tendencia se debe a
las decisiones individuales de mudar de credo. En este renglón, una de las preocu-
paciones de los sociólogos y antropólogos especializados en el tema ha sido cómo
clasificar la diversidad religiosa que está teniendo lugar en Latinoamérica, y en par-
ticular, en México.
Una evidencia del cambio religioso es el porcentaje de personas que declaran haber
cambiado de religión o que la han dejado. En el grupo sin religión, y en términos
generales, este porcentaje es bajo: 10.4 % de la población total. Más de la mitad
de las personas que reconocen haber cambiado de religión, 57.1 %, antes profesa-
ban el catolicismo, lo que confirma que en México el cambio religioso representa,
Diversidad religiosa 39
95.2 %
100 %
90 %
80 %
70 %
61.5 %
59.8 %
60 %
50.2 %
49.8 %
50 %
40.2 %
38.5 %
40 %
30 %
20 %
4.8 %
10 %
0%
Católicos Bíblicos Evangélicos Sin religión
Sí No
Gráfica 2 ¿Cuál fue la principal razón por la que usted cambió de religión o la dejó?*
15.2 %
15.8 %
Su religión anterior ya no le satisfacía 19.1 %
18.5 %
6.1 %
20.4 %
En su religión actual encontró un sentido para vivir 19.2 %
8.4 %
23.9 %
Se convenció de que esta es la verdadera religión 18.9 %
5.1 %
Vivió una crisis (emocional, económica, un divorcio) 7.6 %
y aquí encontró a Dios 7.0 %
30.9 %
11.0 %
Su religión actual se apega a los fundamentos bíblicos 8.9 %
2.5 %
En su religión actual encontró ayuda 2.5 %
económica y solidaridad
1.1 %
Le ayudó a salir de una adicción 1.3 %
9.4 %
3.6 %
Su familia se convirtió 10.7 %
1.8 %
1.2 %
Ninguna religión le satisface 0.4 %
33.3 %
10.4 %
6.9 %
Decidió buscar su verdad por sí mismo 5.7 %
29.5 %
2.2 %
Por rechazo a las imposiciones
de las iglesias y sus dogmas
6.8 %
8.2 %
Otra razón 5.9 %
8.7 %
11.9 %
0% 10 % 20 % 30 % 40 % 50 % 60 % 70 %
de las causas que revisaremos a continuación. Ello quiere decir que los “sin religión”
han experimentado un proceso de desafiliación institucional.
Las razones por las cuales los individuos deciden cambiar de religión contrastan
entre un grupo religioso y otro. Un resultado interesante, que convendría explorar
Diversidad religiosa 41
Gráfica 3 ¿Por qué considera usted que la gente cambia principalmente de religión?*
100 %
90 %
80 %
70 %
60 %
50 %
36.8 %
33.6 %
30.6 %
40 %
24.4 %
23.2 %
22.9 %
30 %
19.5 %
19.5 %
19.4 %
18.4 %
16.9 %
15.6 %
13.6 %
13.5 %
16 %
12.5 %
20 %
10.3 %
9.9 %
8.5 %
7.5 %
4.4 %
3.6 %
4.3 %
3.9 %
3.7 %
3.3 %
10 % 2.3 %
1.9 %
0%
Se decepcionan No les satisface Les lavan Les ofrecen No conocen Por decisión Otra razón
de su Iglesia su Iglesia el cerebro beneficios su propia personal
económicos religión
en una próxima investigación, es que las personas que cambian de religión tienden
a elegir un grupo religioso determinado de acuerdo con la razón que tengan para
cambiar. Por ejemplo, encontrar un sentido para vivir, en 19.2 % de los casos, y la
falta de satisfacción con su anterior religión, en 19.1 %, son las principales razones
para cambiar de religión entre quienes se convirtieron en evangélicos. En cambio,
la principal razón para 23.9 % de quienes se convirtieron en bíblicos es el conven-
cimiento de que esta es la verdadera religión. En contraste, para quienes abando-
naron la religión y se desafiliaron, la insatisfacción religiosa es la principal razón: a
18.5 % de ellos su religión anterior ya no le satisfacía, y a 33.3 % ninguna religión
le satisface. En segundo lugar, 29.5 % de los desafiliados indica que aprecia el valor
individual en la búsqueda de la verdad. Ello reivindica el carácter subjetivo de una
tercera parte de los desafiliados que optan por una religión propia o “autorreligión”
—self religion—, a la manera de una espiritualidad individual que rechaza las insti-
tuciones religiosas pero no niega las creencias trascendentes ni la búsqueda de lo
sagrado.
42 Introducción. Diversidad religiosa en México
Identidad y compromiso
100 %
90 %
80 % 61.5 %
70 %
60 %
49.8 %
47.3 %
50 %
40 %
26.9 %
22.5 %
20.5 %
30 %
18.4 %
17.8 %
17.3 %
15.5 %
16.1 %
12.5 %
11.9 %
10.7 %
10.5 %
20 %
8.3 %
5.8 %
4.8 %
5%
2.2 %
2.5 %
3.1 %
1.8 %
10 %
1.4 %
1.3 %
0.9 %
0.3 %
0.6 %
0.5 %
0.2 %
0.3 %
1.1 %
0.1 %
0.2 %
0.3 %
0.1 %
0%
Creyente Creyente Creyente Creyente No Espiritual Agnóstico Indiferente Ateo Identificado
por por practicante a su practicante pero sin de otra
tradición convicción manera iglesia manera
diversas. Por ejemplo, los indiferentes, aquellos que no se sienten atraídos por las
cuestiones religiosas, constituyen 20.5 %, y los no practicantes, como hemos dicho,
también ocupan un alto porcentaje.
El estudio de la frecuencia con la que los creyentes asisten a los cultos de su
religión ha sido uno de los indicadores de los grados de compromiso que los fieles
mantienen con su religión de adscripción. La mayoría de las iglesias contemplan
la obligatoriedad de asistir al menos a un culto semanal —sabatino o dominical—,
y además ofrecen rituales de iniciación, como el bautismo y el matrimonio, que
consagran los principales momentos de la biografía humana. Los católicos tienden
a bautizarse y casarse en mayor proporción que los creyentes del resto de los gru-
pos religiosos. En el caso del bautismo, las diferencias podrían deberse a que el
bautismo de bíblicos y evangélicos suele hacerse en la vida adulta, después de un
tiempo de unirse a la iglesia, y no a los meses de nacido, como se acostumbra entre
los católicos. El matrimonio, aunque obtiene menores porcentajes respecto al bau-
tizo —alrededor de 40 puntos porcentuales menos—, es 10 puntos porcentuales
44 Introducción. Diversidad religiosa en México
97.8 %
100 %
87.3 %
83.1 %
90 %
80 %
70 %
58.7 %
56.8 %
59 %
60 %
46.1 %
50 %
36 %
40 %
30 %
15.9 %
14.3 %
13.4 %
20 %
9.8 %
10 %
0%
Bautizado Casado por la Iglesia Otros ritos
*Datos por grupo religioso. Se muestra solo el porcentaje de los que respondieron “sí”.
Fuente: “Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México. Encreer/Rifrem
2016”, disponible en <www.rifrem.mx>.
más frecuente entre los católicos que entre los bíblicos, y de estos últimos respecto
a los evangélicos, pero deja de ser una práctica significativa para la mayoría de las
personas sin religión.
Casi seis de cada diez de las personas sin religión dijeron estar bautizadas o ini-
ciadas. Este dato confirma que este grupo está formado en gran parte por aquellos
que nacieron en el seno de familias religiosas y en algún momento de su infancia o
juventud profesaron una religión. Por tanto, nos habla de que la mayoría experimen-
taron un proceso de desafiliación que, como se puede ver, desciende abruptamente
en el acompañamiento religioso al matrimonio, pues solo uno de cada diez se casó
por la Iglesia. La misma tendencia ocurre con el matrimonio religioso, que celebra-
ron más de la mitad de los católicos, en contraste con el escaso 9.8 % del grupo sin
religión.
Además de los rituales de pasaje, otro elemento que los sociólogos utilizan para
medir los grados de adhesión a una religión es la asistencia a los servicios religiosos
Diversidad religiosa 45
Gráfica 6 Actualmente, ¿cada cuándo asiste usted a servicios religiosos, misa o culto?*
100 %
90 %
75 %
80 %
70 %
53.5 %
60 % 47.8 %
44.7 %
50 %
42 %
31.6 %
40 %
27.5 %
30 %
18.4 %
14.8 %
20 %
10 %
7.2 %
6.5 %
4.2 %
3.4 %
3.4 %
3.4 %
1.8 %
10 %
1.7 %
1.5 %
1.5 %
0%
Diario o casi diario Cada semana Cada mes Ocasionalmente Nunca
(celebraciones importantes)
sabáticos o dominicales (Dobbelaere, 1981). Todas las religiones ofrecen estos ser-
vicios de forma cotidiana. En las iglesias cristianas, incluidas las católicas, el servicio
comunitario del domingo es una obligación doctrinal de los creyentes. Son los bí-
blicos y evangélicos quienes asisten con más regularidad a los servicios, con 86.7 %
y 85.1 % de asistencia diaria o semanal, respectivamente. Es decir, 30 puntos por-
centuales más que los católicos. Sorprende que personas sin religión asistan —en
pequeños porcentajes, es cierto, pero asisten— con cierta regularidad a servicios
de esta clase.
Estos datos contrastan al comparar a los grupos religiosos, puesto que se ob-
serva que la mitad de los católicos, 47.8 %, acostumbra acudir a la misa semanal,
mientras que los evangélicos y los bíblicos no evangélicos reportan que practican
diariamente, 44.7 % de los bíblicos y 53.5 % de los evangélicos; mientras que los
“sin religión” tienen escasa práctica religiosa semanal, y 75 % nunca asiste a un ser-
vicio religioso.
46 Introducción. Diversidad religiosa en México
99.1 %
100 %
94 %
91.4 %
90 %
80 %
63.6 %
70 %
60 %
50 %
36.4 %
40 %
30 %
20 %
8.6 %
6%
10 %
0.9 %
0%
Católicos Bíblicos Evangélicos Sin religión
Sí No
que una cuarta parte de ellos, 26.3 %, dice practicarla. Es interesante observar que
el grupo sin religión no puede ser asimilado al de los ateos no practicantes, por-
que un buen porcentaje puede enmarcarse en el de los religiosos “a mi manera” y
practicantes de nuevas espiritualidades, pero sin iglesia. Se observa también que los
desafiliados, si bien son los que más se desapegan de las celebraciones eclesiásticas,
muestran una mayor inclinación por las prácticas espirituales que no son promovi-
das por denominaciones o congregaciones sino por redes de espiritualidad, entre
las que sobresalen las neopaganas del movimiento New Age, como puede ser, por
ejemplo, la carga de energía durante los solsticios, con 9.2 % de los aficionados,
es decir, poco más de una cuarta parte de ellos. Por otro lado, un sector importante
de los desafiliados continúa frecuentando prácticas relacionadas con sentidos cos-
mológicos o mágicos, transversales a los modos populares de practicar cualquier
religión y retomados por la hoy llamada neoesoteria popular (Semán, 2008). Entre
estas prácticas se encuentran las limpias rituales y las relacionadas con las limpias
energéticas o con el mal de ojo y las malas vibras, frecuentadas por 13.4 % de las per-
sonas sin religión.
48 Introducción. Diversidad religiosa en México
100 %
88.4 %
87.6 %
90 %
80 %
70 %
59 %
60 %
49.9 %
45.7 %
42.6 %
50 %
33.5 %
40 % 26.3 %
30 %
14.5 %
14.3 %
13.4 %
13.8 %
13.8 %
12.9 %
20 % 9.2 %
8.4 %
8.5 %
7.6 %
6.8 %
6.3 %
9%
5.9 %
5.5 %
5.8 %
8%
5.5 %
5.7 %
4.7 %
4.8 %
3.7 %
6%
6%
10 %
2.7 %
2.1 %
4%
3%
0%
Peregrinaciones Limpias Lectura y Carga de Ritual Recepción Yoga, Cadenas Contacto
a santuarios (yerberos, estudios energía indígena, del meditación de oración con ángel
curanderos, bíblicos durante danza o Espíritu o alguna en Internet o guardián
brujos, equinoccio baño de Santo y de otra técnica por celular,
santeros, en lugares temazcal sus dones espiritual dispositivo
espiritistas y chamanes) sagrados como oriental móvil
pirámides o
santuarios naturales
Otro de los rasgos de los católicos mexicanos es que son altamente ritualistas, y
de acuerdo con Roberto Shadow y María Rodríguez Shadow (1994), sinónimo de
peregrinos. Alrededor de dos terceras partes de los católicos respondieron que
acostumbran peregrinar a los santuarios de vírgenes, cristos o santos considerados
milagrosos en el catolicismo. Esta es una práctica propia del catolicismo popular,
extendida a la tradición de la fiesta y las ferias de los pueblos y barrios urbanos de
México. En torno a las peregrinaciones se han mantenido tradiciones de raigam-
bre indígena, rural y colonial que hoy se valoran como baluartes del patrimonio in-
material de México —danzas, sones, cantos, artesanías, fiestas, celebraciones, etcé-
tera—. Casi seis de cada diez católicos dicen peregrinar al menos una vez al año; por
el contrario, menos de uno de cada diez bíblicos, evangélicos y “sin religión”. Sin
duda, la diversidad religiosa tendrá impacto sobre la continuidad de las tradiciones
que en el presente han dejado de representar una actividad de identidad unitaria
Diversidad religiosa 49
son frecuentadas principalmente por los “sin religión”, y de manera muy mino-
ritaria por los católicos, con 5.7 %; evangélicos, 4.8 %, y bíblicos, 4 %. Aun así,
estas prácticas, sumadas, reportan que 15 % de los mexicanos, es decir, una sexta
parte, practica técnicas y rituales propios de espiritualidades emergentes, sea
porque entre los “sin religión” se encuentran los buscadores espirituales sin igle-
sia (Davie, 1990), o porque entre los cristianos también hay quienes buscan crear
sus propios “menús” como creyentes “a mi manera” (Parker, 2008).
99.3 %
98.4 %
99.1 %
93.4 %
91.2 %
100 %
88.8 %
84.2 %
84.7 %
83.3 %
84 %
80.7 %
90 %
78.6 %
74.9 %
71.4 %
80 %
63.3 %
70 %
56.9 %
56.2 %
54.6 %
60 %
46.9 %
50 %
36.3 %
35.2 %
34.2 %
33.8 %
33.7 %
30.8 %
40 %
28.2 %
26.3 %
24.7 %
24.7 %
30 %
15.3 %
15.1 %
13.5 %
20 %
5.4 %
4.2 %
10 %
0%
Dios o Reencarnación Vida El poder La Biblia Virgen de Fantasmas, Diablo Contacto con
un ser (vivir otras eterna del Espíritu como Guadalupe aparecidos extraterrestres
supremo vidas después Santo fuente de y espíritus
de la muerte) verdad chocarreros
absoluta
al cumplimiento de las leyes de Dios en 14.4 %, frente a 5.7 % del promedio nacio-
nal, como razón de su situación. A ello hay que agregar que también son quienes ex-
plican que triunfar es un resultado de cumplir las leyes de Dios, en 14.4 % de los bí-
blicos y 10.8 % de los evangélicos. Sobresale el perfil individualista y meritocrático
de los “sin religión”, en primer término, y los católicos, en segundo, con 58.9 % y
43.4 %, respectivamente, quienes consideran que su éxito o fracaso depende del
esfuerzo personal. Podría decirse que, por una parte, son los más secularizados
del conjunto, pero paradójicamente son también los más permeables a concepcio-
nes mágicas, como la suerte, en 7.4 % de los “sin religión”, o el destino, en 11 % de
los “sin religión” y 9.1 % de los católicos, aunque en niveles minoritarios. Las creen-
cias que provienen de filosofías orientales difundidas por las espiritualidades new
age, como el karma, solo se hacen presentes en 3.5 % de los “sin religión”, entre los
cuales encontramos practicantes de espiritualidades alternativas. Las explicaciones
Diversidad religiosa 53
100 %
90 %
80 %
70 %
58.9 %
52.3 %
49.8 %
60 %
43.4 %
50 %
35.5 %
31.5 %
40 %
25.4 %
30 %
14.4 %
12.3 %
10.8 %
20 %
11 %
9.1 %
7.4 %
5.1 %
3.8 %
3.6 %
3.9 %
3.6 %
3.5 %
2.6 %
2.5 %
2.1 %
10 %
1.9 %
1.6 %
3%
0.5 %
0.4 %
0.1 %
0%
Al destino A la suerte Al esfuerzo A la voluntad A las Al karma Al cumplimiento
personal de Dios condiciones de las leyes de
sociales Dios
91.6 %
Los miembros de cualquier culto religioso deben tener 88.7 %
los mismos derechos ciudadanos otorgados por el Estado 93.6 %
85.8 %
64.3 %
Que se impartan contenidos o valores 51.9 %
religiosos en las escuelas públicas 48 %
35.7 %
83.5 %
63.6 %
La enseñanza sobre sexualidad en las escuelas públicas
60.8 %
73.7 %
76 %
Contenido de género en los libros de texto escolares
53.4 %
(que desconocen las diferencias biológicas 51.9 %
entre hombre y mujer) 65.7 %
78.8 %
La celebración de festividades tradicionales ligadas 23.2 %
a lo religioso en las escuelas públicas 32.1 %
(misas de graduación y pastorelas) 41.2 %
83.2 %
22.4 %
Colocación de altares de muertos en las escuelas públicas 20 %
52.1 %
31.9 %
10.7 %
La ley del matrimonio entre parejas del mismo sexo
8.7 %
41.4 %
25.7 %
El derecho de las parejas homosexuales 10.1 %
a la adopción de hijos 8.1 %
34.7 %
33.2 %
28.3 %
El aborto no sea perseguido o castigado por ley
25.5 %
44.3 %
8.9 %
Que los candidatos a elección popular usen símbolos 5.5 %
o recursos religiosos para ganar votos 9.7 %
7.1 %
59.1 %
Que las iglesias reporten sus movimientos 56 %
fiscales ante Hacienda 57.7 %
57.1 %
21.4 %
Que las religiones participen abiertamente 20.5 %
en política electoral 24 %
19.2 %
27.9 %
Que las iglesias sean propietarias de medios 35.9 %
de comunicación masiva 35.1 %
24.5 %
0% 10 % 20 % 30 % 40 % 50 % 60 % 70 % 80 % 90 % 100 %
*Datos por grupo religioso. Se muestra solo el porcentaje de los que respondieron “sí”.
Fuente: “Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México. Encreer/Rifrem
2016”, disponible en <www.rifrem.mx>.
56 Introducción. Diversidad religiosa en México
apariencia, a los mexicanos no les molesta que se celebre la tradición de colocar al-
tares de muertos, pero ello se debe a que los católicos son mayoría, y entre ellos
es bien vista por 78.8 %, ya que es una tradición que articula herencias religiosas
del mundo católico —el Día de los Difuntos— y las cosmovisiones animistas in-
dígenas. No obstante, solo es aceptada por 41.2 % de las personas sin religión,
quienes la valoran más como una práctica de patrimonio cultural que religioso.
En cambio, su práctica en los recintos escolares, que por ley deberían guardar un
sentido laico — arreligioso—, es aceptada solo por 32.1 % de los evangélicos y
23.2 % de los bíblicos. Para ellos, el culto a las imágenes y los muertos son prác-
ticas idolátricas, relacionadas incluso con la brujería y el demonio, y por tanto,
reciben un amplio rechazo. Una alto número de mexicanos, 72.2 %, no se opone
a la celebración de aquellas tradiciones relacionadas con el catolicismo que con
frecuencia acompañan las fiestas escolares, como misas de graduación y pastorelas.
De igual manera, como normalmente se celebran bajo ritos católicos, no hay opo-
sición de los fieles de este credo, y 78.8 % lo aprueba; aunque de nuevo ello es es-
casamente compartido por los bíblicos, con solo 23.2 %; por los evangélicos, con
32.1 %, y los “sin religión”, con 41.2 %. Es probable que el sentido del rechazo,
entre estos tres grupos, sea diferente. Los dos primeros se deben a las diferencias
doctrinales respecto a la liturgia católica, en la que hay símbolos presentes y se
consagra la substanciación de la hostia; en cambio, para las personas sin religión,
puede deberse al principio de que se altera el orden de laicidad que prescribe la
presencia de rituales y símbolos religiosos en el espacio escolar. Los datos revelan
que el tema escolar requiere que la laicidad no solo esté inscrita en la Constitución,
sino que haga de este espacio público un ámbito laico y arreligioso, o de lo contrario,
que dé cabida a la diversidad de cultos. Para ello sería menester regular las festivi-
dades relacionadas con las tradiciones del catolicismo y las tradiciones indígenas, a
pesar de que son a su vez patrimonio cultural, para poder fomentar valores y prác-
ticas que permitan alcanzar una condición de cultura y valores pluralistas. Una tarea
pendiente para el laicismo mexicano.
Respecto a las polémicas más recientes, provocadas por nuevos proyectos de
legislación concernientes al Estado laico o la confesionalización del espacio público,
la Encreer 2016 arroja interesantes contrastes en la comparación de los grupos reli-
giosos, entre los cuales los “sin religión” son los más liberales y afines a una cultura
de laicidad, seguidos por los católicos, mientras que los evangélicos y los bíblicos
se muestran más conservadores y menos simpatizantes de una cultura política que
regule la acción de las religiones en el espacio público.
Diversidad religiosa 57
Conclusiones
Las respuestas a la Encreer 2016 nos muestran que existen cambios notorios entre
los distintos grupos religiosos. Pero las recomposiciones son generadas también por
el propio proceso de cambio desde una sociedad católica hacia la diversidad, dentro
de un contexto en el cual el catolicismo es la iglesia mayoritaria:
duda, es el más proclive a las prácticas identificadas con las matrices orientales,
las espiritualidades new age, las religiones esotéricas, y en especial, las prácti-
cas neopaganas, reafirmando la emergencia de nuevas identificaciones étnico-
religiosas (Hervieu-Léger, 2005).
2 Sobre el activismo público de las iglesias cristianas —católicas y evangélicas— para con-
tener y oponerse al avance de las libertades sexuales, véase Garma, Ramírez y Corpus,
2018.
1. Católicos
E n los albores del siglo xxi, el catolicismo tiene aún una presencia muy impor-
tante en México. Como puede apreciarse en el mapa de Latinoamérica, en la
introducción general de la obra (véase el tomo I), México y Paraguay son los dos
países latinoamericanos con mayores porcentajes estadísticos de católicos, que re-
basan 80 % de la población. Según datos generados por el Pew Research Center
(2014), después de esos dos países se ubican Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia,
Argentina y Panamá, con un rango de 70 a 79 % de su población adscrita a dicha
religión.
De acuerdo con la serie histórica de estadísticas del inegi (2010), la pobla-
ción católica se mantuvo por arriba de 90 % desde 1895 hasta 1970. A partir del
siguiente censo descendió varios puntos porcentuales hasta el último dato disponi-
ble, de 2010, cuando se colocó en 82.9 %. La última década, de 2000 a 2010, es la
que registró el mayor descenso, equivalente a 5.27 puntos porcentuales.
Si observamos la distribución de católicos a lo largo del territorio nacional, en
las regiones Centro-Norte y Centro-Occidente se encuentra el mayor porcentaje de
católicos, lo cual puede tener una explicación de corte sociohistórico, al haber sido
esta parte del territorio el bastión católico de más larga data, que ha impregnado la
conformación cultural y social de la sociedad que en ella habita (véase el tomo III).
Con base en esta información estadística, los miembros de la Rifrem han estu-
diado el universo católico de México desde distintos ángulos,1 haciendo notar que
no se puede hablar de un catolicismo homogéneo porque tiene diferentes confor-
maciones, vivencias y manifestaciones, entre otras, las del catolicismo indígena; el
popular tradicionalista-ritualista, vinculado a las imágenes; el parroquial devocional;
el catolicismo social de algunos movimientos laicos, como el de las comunidades de
59
60 Católicos
100 %
99.1 % 99.5 % 99.2 % 97.7 % 97.8 % 98.2 %
96.6 % 96.5 % 96.2 %
90 %
92.6 %
89.7 %
88 %
80 %
82.7 %
70 %
60 %
50 %
40 %
30 %
20 %
10 %
0%
Lento o moderado
Porcentaje de adscripción
50.1 - 70 %
70.1 - 90 %
Fuente: Elaborado por Guerson Uriel Calvillo Caro, con base en inegi, 2010.
61
62 Católicos
Los datos de la Encreer 2016 nos permiten observar la presencia del catolicismo
en nuestro país en prácticas y creencias que forman parte de la cultura religiosa mexi-
cana. No obstante, ser católico, en este país, va más allá de la adscripción a una igle-
sia; implica maneras diferenciadas de vivirlo y construirlo, y ello genera diversos
perfiles del ser católico en el México contemporáneo, lo cual es una de las virtudes
del instrumento.
2 En este ítem no se hizo la distinción entre tradición y convicción. Asumimos que, aquí,
“convicciones” hace referencia a creencias y prácticas en general.
Diversidad religiosa 63
Creyente por
Creyente a su tradición, 47.3 %
manera, 17.8 %
educación religiosa, con solo 1.3 %; incluso son superados, aunque por una décima
porcentual, por los amigos y vecinos, con 1.4 por ciento.
Estos datos connotan que la educación religiosa formal es muy escasa entre los
católicos mexicanos; por formal se entiende la formación en la doctrina oficial de la
Iglesia católica, brindada por instancias e instituciones eclesiásticas. Por lo general,
la instrucción religiosa para los católicos mexicanos se reduce a las clases de cate-
cismo que los niños reciben antes de hacer la primera comunión, y como adultos,
los breves cursos o pláticas prebautismales y prematrimoniales, a los que deben
asistir los padres y los padrinos de los niños que se bautizan y las parejas que se
unirán en matrimonio. Como puede conjeturarse con facilidad, estos cursos apor-
tan una muy escasa formación religiosa. Tal parece, también, que los sacerdotes le
dedican poco tiempo a la educación religiosa de sus feligreses.
¿Es diferente ser católico por tradición que ser católico por convicción? No
necesariamente. Alguien puede ser creyente de una religión por tradición familiar,
social o cultural, pero al mismo tiempo tener la convicción, es decir, estar personal-
mente convencido de la verdad o la santidad de sus creencias religiosas. Por tanto,
si 26.9 % de los católicos encuestados declaran serlo por convicción, no significa
necesariamente que no pertenezcan a una tradición católica. Pensamos, sin em-
bargo, que es un dato importante porque se supone que quienes así responden han
64 Católicos
Creencias
Sobre esta temática, la Encreer 2016 sondea varios temas. El primero de ellos,
la creencia en Dios o un ser supremo, en lo que dice creer 98.4 % de los católi-
cos encuestados, representa el porcentaje más alto de adhesión a una creencia.
La creencia en Dios todopoderoso forma parte del credo católico, y se transmite
tanto en la socialización como en la educación religiosa familiar, lo cual no sucede
necesariamente con otras creencias que también forman parte del dogma católico.
Creer en Dios y encomendarse a él es, se puede decir, el núcleo de las tradiciones
religiosas familiares.
Una síntesis de las creencias fundamentales de la fe católica se encuentra en el
credo que se recita en la celebración de la misa. La encuesta no explora el grado de
adhesión de los católicos a cada una de esas creencias, sino solamente a algunas,
que brindan un punto de comparación con otras confesiones religiosas. En este te-
nor, resulta sorprendente que 91.2 % manifiesta que cree en el poder del Espíritu
Santo. Recordemos el contenido del credo, que dice así: “Creo en el Espíritu Santo,
señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”.3 Aunque se
3 “Se trata de un artículo de fe, formulado por el primer Concilio de Constantinopla (381),
tal vez sobre la base de un texto anterior, completando el símbolo de Nicea (325)” (Juan
Pablo II, 1990).
66 Católicos
puede suponer, no se hace referencia explícita al poder del Espíritu Santo, tema que
se hubiera pensado que es propio de las iglesias evangélicas, en particular de las de
orientación carismática y pentecostal. Sin embargo, y en esto reside lo sorprendente,
el porcentaje de católicos que cree en el poder del Espíritu Santo resulta ser superior
a los porcentajes, que también son altos, de las iglesias bíblicas, 78.6 %, y las evan-
gélicas, 88.3 %. Sabemos que el poder del Espíritu Santo es muy importante para
los católicos afiliados al Movimiento de Renovación Carismática, fundado en 1967
y aceptado como movimiento católico en 1973 por el papa Paulo VI. Sus miembros
son conocidos como carismáticos o renovados, y conforman un movimiento muy
vivencial, centrado en la oración, el ritual y los dones que les son otorgados por el
poder del Espíritu Santo, entre ellos el don de lenguas y el de sanación. Como cató-
licos sui generis, construyen su identidad con base en cinco características: comuni-
tarismo, ayuda y apoyo mutuo, espontaneidad, fuerte orientación a la curación, y
renovación de su fe y sus prácticas (Juárez, 1997).
No se tienen datos certeros sobre el número de católicos afiliados al Movimiento
de Renovación Carismática, por lo cual no es posible aventurar una explicación
sobre la correlación que existe entre el alto porcentaje que cree en el poder del
Espíritu Santo y su participación en dicho movimiento. Queda, pues, planteada la
interrogante.
La creencia en la vida eterna también está plasmada en el credo católico. No
es sorprendente que 74.9 % de los católicos declare que cree en ella. Más bien,
sorprendería que el porcentaje no fuera igual de alto que el de la creencia en
Dios. ¿Acaso la creencia en la vida eterna no forma parte del núcleo de creen-
cias transmitidas en las familias por los padres y los abuelos? Diríamos que sí,
porque el porcentaje de creyentes en la vida eterna es alto, aunque tal vez no se
transmite con la misma frecuencia e insistencia que la creencia en Dios. Lo sor-
prendente es que el porcentaje sea menor que entre los bíblicos y evangélicos,
que dicen creer en la vida eterna en 84.2 % y 84 %, respectivamente. Una posible
explicación puede ser que los creyentes bíblicos y evangélicos reciben una mayor
educación religiosa institucional.
En un porcentaje desconcertantemente alto, 56.9 % de los católicos mani-
fiesta creer en la reencarnación. Esta tendencia también fue arrojada por otros
instrumentos, como la Encuesta Mundial de Valores, en 1998 (Inglehart et al.,
1990), la Encuesta sobre Pertenencia, Prácticas y Creencias Religiosas en la Zona
Metropolitana de Guadalajara, en 2007 (Gutiérrez Zúñiga y De la Torre, 2020) y la
Encuesta sobre Creencias y Prácticas Religiosas en Aguascalientes, en 2009 (Patiño
López, 2013). En todas ellas, los porcentajes son altos. Con la finalidad de eliminar
Diversidad religiosa 67
La patria, más que sus indígenas, sus riquezas territoriales y espirituales, más que
sus tradiciones locales, estaba en los valores inculcados por el cristianismo, estaba
en las creencias y en los santos mexicanos, y entre ellos la Virgen de Guadalupe era
el símbolo máximo. Ella era la madre de los mexicanos, era su gran signo de iden-
tidad (Pérez Montfort, 1994).
las peregrinaciones a santuarios como prácticas colectivas en las que los creyen-
tes hacen suyo el sentido de la fe, al participar en ellas ya sea por tradición o por
convicción. Más de la mitad de los católicos, 51 %, afirma que participa en pere-
grinaciones; este porcentaje es el más alto entre las prácticas que se consideran
en la encuesta. A lo largo del país existen regiones culturales, delimitadas por los
santuarios, que marcan territorios simbólicos y se mantienen como referentes de
la catolicidad. Los santuarios dedicados a santos, cristos y diversas advocaciones
marianas forman parte sustancial de los rasgos identitarios, simbólicos y territo-
riales del catolicismo nacional. Dicho con otras palabras, “la peregrinación vive en
México” (Turner y Turner, 1978: 40). Las características de esta práctica son comu-
nes a la experiencia religiosa católica anclada en la tradición: se viven de manera
colectiva y forman parte de los saberes que sobre la religiosidad se heredan a través
de la familia, los abuelos y padres en particular. A los santuarios se asiste para pa-
gar una manda por un favor recibido, por tradición familiar, o para restaurar anual-
mente —y con ello, mantener— el lazo que une con lo sagrado, que protege en la
vida cotidiana. En todos los casos, los peregrinos ven en ello una obligación moral
que cumplen con lealtad.
Los santuarios van desde los más históricos y grandes, como los de la Basílica
de Guadalupe, San Juan de los Lagos, Talpa y Zapopan, el Santo Niño de Atocha y
el Señor de Chalma, hasta aquellos de nueva cuña, como el de los Santos Mártires,
dedicado a los sacerdotes muertos en el conflicto de la Guerra Cristera (1926-1929)
y canonizados en 2000 por el papa Juan Pablo II. Las peregrinaciones, sin duda, son
uno de los rasgos distintivos de la experiencia católica en México.
En lo que se refiere a tener un altar en casa, que significa extender la presencia
de lo sagrado en el ámbito privado —es decir, fuera del entorno comunitario donde
la participación está mediada por lo colectivo, más que por lo personal—, un poco
más de la mitad de los encuestados, 54.8 %, dice tener uno. Esto es señal de que el
catolicismo coloca altares en distintos lugares, más allá del templo, porque persiste
la necesidad de creer y pertenecer, así como de seguir participando en lo comuni-
tario y colectivo aun en el ámbito privado. Lo curioso de este punto es que, cuando
los datos se desagregan por regiones, se hace evidente que en el centro del país la
tendencia a colocar altares en casa es mayor, con 72.3 %, mientras que las demás
regiones se mantienen en la media, con 52 %. Quizá eso se deba a varios factores,
entre otros, a que es la región en la que se concentra, proporcionalmente, el mayor
número de católicos, según los datos censales; además, en esta región se intensifica
la devoción a la Virgen de Guadalupe, que en el imaginario católico del centro del
Diversidad religiosa 71
país está bastante arraigada porque precisamente ahí se erige el santuario guadalu-
pano, cuya influencia en los estados y ciudades circundantes es radial.
Basta observar que si en el ámbito nacional 59.4 % de los altares católicos en
las casas está dedicado a la imagen de la Guadalupana, seguido muy atrás por alta-
res genéricos de Cristo, con 18.2 %, y de la Virgen María, con 8.3 %, el porcentaje
de altares a la Virgen de Guadalupe en el centro del país podría ser mayor a dicho
59.4 % nacional, si tomamos en cuenta las variables respecto a la presencia mayori-
taria de católicos en el centro y la influencia de la Basílica de Guadalupe en la Ciudad
de México.
Pero en este recuento de altares resalta un dato importante que apunta a las
prácticas de los católicos “a mi manera”, que señala la importancia porcentual de
los altares dedicados a los santos populares, los cuales no tienen reconocimiento
de la autoridad eclesiástica pero aun así son venerados por los católicos (Suárez,
2016). La encuesta arrojó que 11.1 % de los altares en casa están dedicados a santos
no eclesiales, o santos populares, como san Pascual Bailón, Jesús Malverde, Juan
Soldado y otros. Esta creciente práctica “a mi manera” llega incluso a manifestarse
en encuentros colectivos, sin mediación de autoridad eclesiástica, como ocurre con
Jesús Malverde y san Pascual Bailón.
Prácticas sincréticas
Fidelidad a la Iglesia
De acuerdo con la muestra, 95.2 % de los católicos declara no haber cambiado de reli-
gión. Sin embargo, cuando ello ha ocurrido —en un porcentaje muy bajo, de 4.8 %—,
ese segmento lo ha hecho, en 30.9 % de los casos, porque su religión actual se apega
a los fundamentos bíblicos, lo que nos permite advertir la importancia del acerca-
miento a la Biblia en cuanto texto sagrado y con toda probabilidad nos habla de pro-
cesos de conversión a iglesias cristianas, en las que este elemento es fundamental,
tanto en la práctica como en la vivencia religiosa. En este mismo tenor, 85.5 % de
los católicos que han cambiado de religión dice haberlo hecho en una sola ocasión,
la más baja entre las otras religiones consideradas en la muestra. Quizá los católicos
lleven a cabo menos búsquedas, al ser, en la práctica de los creyentes, una religión
flexible, que les permite incorporar sin conflicto elementos de otras matrices reli-
giosas. En este punto, de nuevo es importante distinguir entre los principios doc-
trinales de la Iglesia católica, no siempre conocidos o seguidos, y la incorporación
de elementos ajenos a ella por parte de los creyentes.
Cuando se les pregunta sobre las razones que tendría una persona para cambiar
de religión, tres son las respuestas más comunes. La primera opción, con 19.5 %,
es que no conocen su propia religión, lo cual implicaría que quienes no cambian de
religión sí la conocen, pero esto es algo que debería ponerse seriamente en duda,
porque la mayoría declara ser católico por tradición. El mismo porcentaje, 19.5 %,
afirma que quienes cambian de religión lo hacen por una elección personal, lo que
manifiesta respeto y tolerancia por las decisiones del otro. Finalmente, un porcentaje
muy similar, 19.4 %, sostiene que a quienes cambian de religión, es decir, a quienes
abandonan el catolicismo para profesar otras religiones, les lavan el cerebro. Esta res-
puesta es utilizada con frecuencia por sacerdotes y laicos, y es de larga data; con ella
Diversidad religiosa 75
Educación
Temas político-electorales
En el terreno político y electoral, los católicos no hacen concesiones sino que san-
cionan en forma negativa la intromisión de la religión en la política y de la política
en la religión. Para los católicos, mezclar ambas dimensiones conduce a desvirtuar
el sentido de la religión de su condición moral superior. Según los datos de la en-
cuesta, 75.3 % de los católicos no admite la presencia de las religiones y las iglesias
en la política electoral, aun cuando hay partidos que se han ligado a la jerarquía ecle-
sial, como el Partido Acción Nacional (pan). En contrasentido, hoy existe un partido
político de evangélicos que ha entrado en ese terreno, en el que los católicos recha-
zan tal intromisión, el Partido Encuentro Social (pes). El pes, constituido en México
en 2014, es el primer partido de corte evangélico, aun cuando la ley electoral lo
prohíbe. Esta fuerza política está encabezada por Hugo Eric Flores, pastor evangé-
lico de corte neopentecostal y exfuncionario federal. De esta manera, los evangéli-
cos encontraron en el discurso moral una veta para participar en política. Según la
Encreer 2016, los evangélicos son quienes más aceptan la presencia de lo religioso
en la política, incluso más que los católicos.
También se sanciona el oportunismo de los candidatos a elección popular
cuando utilizan símbolos religiosos para ganar votos. Recordemos que la credibili-
dad y legitimidad de los políticos está a la baja, según otras mediciones, como las
del Latinobarómetro o las del Instituto Nacional Electoral (ine),4 y por tanto, buscan
aliarse con clérigos o religiosos y usar símbolos sagrados para recuperar esa legiti-
midad política que han perdido. Los políticos y candidatos abdican su legitimidad
política para usar lo sagrado como escalera para recuperar la confianza de los ciu-
dadanos, pero los católicos sancionan esto de manera negativa (Mallimaci, 2011).
4 Con base en los datos que aportan el ine y El Colegio de México, en el informe sobre la
calidad de la democracia en México se concluye que el nivel de confianza de los grupos
sociales en las instituciones es bajo, excepto por “el ejército (58 %), las iglesias (55 %) y los
maestros (53 %)” (Cardiel y Morales, 2016: 66). En este mismo sentido, menos de la mitad
de los ciudadanos afirma tener confianza en una institución del sector público o privado
— los empresarios, por ejemplo, solo obtienen 23 % de los votos de confianza—, o del
sector social —el nivel de confianza en las organizaciones de vecinos se sitúa en 31 %—:
“Si nos detenemos en aquellas instituciones del ámbito del gobierno y de la política, nos
encontramos que la desconfianza es amplia, [la confianza] en las instituciones de gobierno
apenas es un poco más de 30 % [...], en particular, los partidos políticos (17 %) y los dipu-
tados (16 %) son quienes menos confianza producen en los ciudadanos” (idem).
80 Católicos
Conclusiones
Las prácticas sincréticas que incorporan otras formas de lo sagrado, las devociones
populares y las nuevas formas de espiritualidad, así como los rituales de magia de
los chamanes, distan mucho de las directrices institucionales del clero, que pre-
tende volver a definir una moralidad a partir de un discurso sustentado en la crisis
de valores.
En este sentido, observamos un activismo de la Iglesia católica y de organizacio-
nes laicas afines para incidir en el espacio político, el cual ha tenido ciertos avances
en lo que respecta al cambio de percepción de los encuestados, quienes parecen
aceptar la inclusión de valores religiosos en la educación pero no están dispuestos
a aceptar que la Iglesia participe directamente en política. El concepto de laicidad
permea aún la percepción de los católicos y los inclina a mantener separados los te-
mas del Estado de los de la Iglesia.
En conclusión, la dimensión católica aún incide con fuerza en las diferentes for-
mas de creer y practicar en México, país en el que la Iglesia católica añora volver a
tutelar la moralidad pública y para ello invoca una relación ficticia con la identidad
nacional mexicana, de la cual se dice su guardiana.
2. Evangélicos
83
84
Mapa 2.1 Porcentaje de adscripción religiosa de evangélicos en México, 2010 (por municipio)
Porcentaje de adscripción religiosa de Evangélicos
Evangélicos
Porcentaje de adscripción
10.1 - 20 %
20.1 - 30 %
al cambio religioso ligado a la conversión, hay una amplia cantidad de estudios que
explican tanto las razones como el proceso mediante el cual una persona sale de una
religión para acceder a otra (Rambo, 1995; Fortuny, 1999; Garma, 1999).
En este tema, la Encreer 2016 señala que 38 % de los evangélicos afirma haber
cambiado de religión, presumiblemente la católica, mientras que 61.5 % declara no
haberlo hecho. Lo más probable es que estos últimos nacieran y fueran socializados
desde la infancia en alguna tradición evangélica. Según la encuesta realizada entre
2013 y 2014 por el Pew Research Center (2014: 5, 34), en México, 44 % de los
evangélicos habrían sido criados dentro del catolicismo.
Por otro lado, las justificaciones de quienes cambiaron de religión o abandona-
ron aquella a la cual pertenecían apuntan a que 19.1 % de los evangélicos eligió su
religión actual porque encontró que la anterior “ya no le satisfacía”, mientras que
19.2 % encuentra en la fe evangélica “un sentido para vivir” y 18.9 % está conven-
cido de que “esta es la verdadera religión”. Si se tiene en cuenta que una de las
funciones de la religión es vincularse a las necesidades sociales de sus feligreses y
dar a sus vidas un significado trascendental (O’Dea, 1978), esta serie de respuestas
es relevante. Sin embargo, llama la atención el hecho de que menos de 10 % seña-
lara que cambió de religión a partir de una experiencia de crisis personal o familiar
— emocional, económica, un divorcio o una adicción—.
Esto obliga a reflexionar sobre los modelos convencionales de conversión, cen-
trados en la crisis, e invita a analizar las distintas etapas que comprende la trayecto-
ria o “carrera” del converso, así como su adhesión religiosa (Gooren, 2007).
Nadie declaró haber cambiado de credo debido a la ayuda económica y la so-
lidaridad. Este aspecto debe remarcarse porque los estudios cualitativos han mos-
trado la importancia que tienen la ayuda económica y la solidaridad para los con-
versos y nuevos adeptos a las iglesias y denominaciones evangélicas, pues se ha
documentado que algunas de estas agrupaciones sostienen programas de asistencia
tales como centros de rehabilitación, comedores, campañas médicas, construcción
de casas, entre otros, con propósitos proselitistas —el llamado “evangelismo de
arroz”—.
Una causa de peso para el cambio religioso es la conversión previa de algún fa-
miliar. El grupo de evangélicos que marcó la opción “su familia se convirtió” repre-
senta 10.7 %, y en comparación con las otras religiones, es el porcentaje más alto.
Esto podría sugerir que el balance —desfavorable para el catolicismo y favorable
para las iglesias evangélicas— ha tenido ritmos diferenciales desde la segunda mitad
del siglo xx. Ello se ha visto reflejado en la encuesta del Pew Research Center (2014:
32), en la que México es uno de los países con menor deserción del catolicismo a
88 Evangélicos
Sí, 38.5 %
No, 64.5 %
favor de las opciones evangélicas y sin afiliación religiosa, con un saldo negativo de
solo 9 %. Entonces, aunque es previsible que las iglesias evangélicas crezcan a costa
del catolicismo, pues se trata de una religión mayoritaria en la cual la pertenencia
no es necesariamente voluntaria, esta relación no se verifica de manera lineal en las
respuestas obtenidas por la Encreer 2016.
Por último, respecto a la pregunta sobre la cantidad de veces que han cam-
biado de religión, entre los evangélicos que así lo hicieron, la mayoría, 94 %, afirma
haberlo hecho en una sola ocasión, y menos de 5 %, en dos ocasiones. Lo anterior
implica que la circulación entre diferentes religiones no es tan frecuente entre los
adscritos a esta confesión, aunque es posible que sea más alta dentro de las diferen-
tes opciones del cristianismo.
Por otra parte, al cuestionar sobre las causas por las que se considera que las
personas cambian de religión, los evangélicos respondieron, en primer lugar, con
36 %, que era una decisión personal; en segundo, con 23 %, que se decepcionaban
de su iglesia; en tercero, con 18 %, que no conocían su propia religión; finalmente,
con 13 %, que no estaban satisfechos con su iglesia. De esta manera, obtuvieron el
porcentaje más bajo de respuesta a las opciones que involucran cierta representa-
ción despectiva o fundada en un estereotipo sectario —“les lavan el cerebro”— o
utilitarista —“les ofrecen beneficios económicos”—, con 1.9 % y 2.3 %, respecti-
vamente. Esto podría deberse a que la experiencia del cambio de adscripción es
Diversidad religiosa 89
Gráfica 2.2 ¿Cuál es la razón por la que usted cambió de religión o la dejó?
Otras 1.8 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 %
mucho más cercana para los congregantes de este tipo de iglesias, que no tienen un
saldo negativo alarmante frente a otras opciones religiosas.
En ese mismo sentido, la experiencia de los evangélicos frente a la diversidad
religiosa en el interior de la familia es de las más altas, pues 39 % de ellos tiene fa-
miliares que profesan otra religión. Solamente las personas sin religión los superan,
con 68 por ciento.
90 Evangélicos
Por último, la pertenencia a una sola opción religiosa es sumamente alta entre
los evangélicos, con 99.4 %, lo que no excluye el hecho de que se incorporen sím-
bolos y creencias de otros sistemas religiosos, aunque cercanos a ellos o resignifica-
dos de acuerdo con su fe. Quizá esto se deba a que en los grupos pequeños hay un
mayor apego a las normas religiosas, pues existe una convivencia estrecha entre sus
miembros, lo que les permite tener un mejor control y más apoyo para cumplir
sus propios principios, que ellos mismos aceptan (Iannaccone, 1994).
e incluso simpaticen con prácticas que podrían resultar heterodoxas para el común
de las iglesias, con lo cual se proyecta una nueva composición social y cultural en el
núcleo familiar, que a su vez impacta en los valores con los que se organiza la vida
cotidiana.
En este orden de ideas, la identificación religiosa se diluye aún más cuando se
tiene en cuenta que el uso de tecnologías de comunicación permite que la realidad
sea cada vez más plural y diversa, pues ahora los creyentes se proveen de significados,
símbolos, redes o comunidades a través de las redes sociales —cadenas de oración
por WhatsApp, páginas web, blogs, mensajes por Facebook— u otros espacios digita-
les en los que se intercambian cantos, predicaciones, textos bíblicos y testimonios,
no solo de su localidad o su denominación, sino de varias y de todo el mundo, con
lo que no se hace sino fomentar el tránsito de elementos simbólicos diversos y la
asistencia de distintas creencias y congregaciones religiosas, según convenga a los
intereses del sujeto (Vázquez, 2010). Los evangélicos han sabido aprovechar e incor-
porar los elementos tecnológicos para difundir sus creencias, ya sea mediante el te-
leevangelismo, que comenzó en los años ochenta (Assmann, 1987), o bien mediante
un mercado de bienes de consumo ligados a la pertenencia religiosa.
Los grupos neopentecostales, por ejemplo, son reacios a identificarse como
pertenecientes a una religión, pues lo consideran tradicionalismo o costumbrismo,
de manera muy similar a lo que se critica en el catolicismo. Cuando se les pregunta a
qué religión pertenecen, no dicen “voy a la iglesia”, sino “voy al grupo” o “a la ‘con-
gre’”; incluso algunos se dicen sin religión, porque consideran que la fe cristiana es
un modo de vida. En ese sentido, el compromiso y la identificación religiosa se tra-
ducen en estilos de vida, con evidentes resultados de paz y bienestar en los momen-
tos más difíciles de sus vidas (Vázquez, 1991; 2001; Iannaccone, 1994); de manera
que cuanto mayor es la relación social que se mantiene con la agrupación religiosa,
mayor será el compromiso que se manifieste en la vida cotidiana de los creyentes.
En lo que respecta a la vida ritual, los evangélicos son los que observan menos
bautismos, con 83 %; matrimonios, con 36.0 %, y otros rituales, con 14.3 %, en
comparación con el resto de los grupos religiosos —principalmente, bíblicos y ca-
tólicos—, quizá porque para la mayoría de los evangélicos dichas prácticas no cons-
tituyen sacramentos.
En relación con el compromiso religioso, se observa que la asistencia diaria es
más alta entre los evangélicos que entre otros grupos religiosos, con 53.5 %; la asis-
tencia semanal alcanza 33.6 %; mientras que la asistencia ocasional es de solo 10 %,
lo cual se traduce en una mayor participación, en la que con frecuencia se amalga-
man la vida religiosa y la vida cotidiana. Además de la asistencia a la congregación o
92 Evangélicos
0% 20 % 40 % 60 % 80 %
De padres o abuelos 48 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 %
y vecinos”, con 12.2 %; por un “pastor, sacerdote o líder religioso”, con 14.4 %, y
“solo, por cuenta propia”, con 13.5 %, de lo que se desprende que la incursión en
esta religión se debe a procesos de conversión en los que las relaciones de proximi-
dad con practicantes evangélicos son de importancia, así como la búsqueda perso-
nal de nuevos credos.
Prácticas religiosas
Uno de los diferenciadores más importantes de las religiones son sus prácticas, que
no solo cambian de grupo a grupo, sino que pueden tener significados diferentes.
Hay prácticas religiosas muy notorias, debido a su carácter multitudinario y a que
están ligadas a la religiosidad popular, como las peregrinaciones que se realizan en
el espacio urbano. Otras se sitúan en el ámbito de lo privado, o bien atraviesan otros
medios de visibilidad, acotados a los espacios de difusión propios de las instancias
religiosas.
En este aspecto, los evangélicos tienen porcentajes de participación muy bajos
cuando se trata de prácticas ligadas al catolicismo. Por ejemplo, la asistencia a pere-
grinaciones y santuarios es de solo 9 %. Pero ello tiene su justificación en el antago-
nismo de las religiones evangélicas con la religiosidad mayoritaria. Según la doctrina
evangélica, estas prácticas deben rechazarse porque fomentan la idolatría; empero,
los evangélicos sí van a marchas y manifestaciones propias de su grupo religioso
(Garma y Méndez, 2012).
Lo mismo ocurre en relación con las limpias, que son llevadas a cabo por yerbe-
ros, curanderos, brujos, santeros, espiritistas y chamanes, en las que apenas 5.5 %
participa, puesto que se consideran prácticas paganas, de brujería, que se interpretan
como actos de idolatría proscritos por la Biblia (Garma, 2013). El hecho de recurrir
a estas ceremonias es tipificado como un pecado grave por todas las iglesias y aso-
ciaciones evangélicas. La centralidad de la figura redentora de Jesús determina en
gran medida el rechazo de cualesquiera otras prácticas, a las que se ubica fuera del
canon bíblico.
La carga de energía está en la misma situación, pues solo 4.7 % dice participar.
Si bien en el imaginario evangélico hay una amplia cantidad de alusiones a la ener-
gía, asociadas a la fuerza o la valentía, todas ellas tienen su justificación a partir de
algunos textos bíblicos u otros textos centrales en su religiosidad, en los cuales Dios
es la figura central que la otorga, ya sea como un mandato, o bien mediante alguna
parábola o metáfora: “mira que mando que te esfuerces y seas valiente” (Josué 1:9);
94 Evangélicos
“los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán y no se cansarán” (Isaías 40:31); “pero tú aumentarás mis fuerzas como las
del búfalo” (Salmos 92:10).1
Los rituales indígenas, las danzas y el baño de temazcal, que en la Encreer 2016
están juntas en una sola categoría, también se entienden como prácticas paganas o
de brujería, y son motivo de un rechazo muy amplio, de 94.5 % de los evangélicos.
Sin embargo, varios estudios han señalado que los evangélicos participan de manera
esporádica en algunos rituales tradicionales, sobre todo en el protestantismo indí-
gena, pero también en algunas corrientes presbiterianas y pentecostales, y hay ele-
mentos tradicionales que han sido incorporados a su religiosidad (Garrard-Burnett,
2005; Cantón, 2005). En el caso particular del temazcal, los evangélicos de los Altos
de Chiapas lo consideran más bien una práctica habitual de baño, antes que un ri-
tual de purificación.
De igual modo, el yoga y la meditación, cuyo porcentaje de aceptación en este
grupo religioso es de 4.8 %, se consideran prácticas paganas. Por tanto, se rechazan,
en una clara confrontación con lo que ellos llaman “espiritualidades orientales”,
incompatibles con el cristianismo derivado de la Reforma protestante. Las cadenas
de oración por Internet o redes sociales también se consideran una práctica pagana
que los creyentes evangélicos no aceptan, aunque 14.5 % participa en ellas, en la
medida en que no invocan directamente a la deidad sino a otras fuerzas espiritua-
les. Esto no significa que los evangélicos no utilicen la tecnología como una forma
de alimentar su religiosidad, puesto que manejan algunas aplicaciones digitales de
la Biblia, cuyo formato digital los acompaña en sus teléfonos móviles.
Los contactos con ángeles tampoco son aceptados, pues los evangélicos con-
sideran que la relación con Dios debe ser directa y sin mediación, de ahí que solo
6 % contestara de manera afirmativa. La representación de los ángeles, santos y vír-
genes como intermediarios es una de las creencias populares más rechazadas por
estos creyentes, que enfatizan la relación directa con la divinidad o Dios. De igual
modo, 94 % rechaza los altares, porque el templo es el único lugar indicado para la
adoración. Para los evangélicos mexicanos, los altares están relacionados con santos
o vírgenes, o peor aún, con el culto a los difuntos, y todas estas prácticas son ana-
tema dentro del imaginario creyente.
La Encreer 2016 incluye preguntas sobre otras prácticas producto de la reli-
giosidad, por ejemplo, las lecturas y estudios bíblicos, que un alto porcentaje de
evangélicos, 88.4 %, lleva a cabo. Esta práctica es fundamental para estos grupos
Creencias trascendentales
nivel de profundidad, revela un interés por situar enseñanzas que podrían tradu-
cirse en estilos de vida religiosos.
En relación con lo anterior, algunas corrientes católicas identifican ciertos as-
pectos de aparente debilidad que explican las conversiones al pentecostalismo,
una de ellas es el desconocimiento de la Biblia. Como una forma de resistencia y
acomodo a los tiempos modernos, dentro del catolicismo han surgido grupos ca-
rismáticos, como el Sistema Integral de la Nueva Evangelización, que desarrollan
prácticas semejantes a las pentecostales, entre ellas, la lectura de las Escrituras.
“Descubrimiento de la Biblia”, le llama Manuel Marzal (2002), debido a que los ca-
tólicos populares no leen el texto bíblico y ahora se les motiva a estudiarlo, en una
especie de “descubrimiento”, ya que ello, según el autor, será un freno para que los
católicos tengan que “encontrarla” entre los evangélicos.
Vinculada al valor moral que proporciona el documento bíblico, está la creen-
cia en el poder del Espíritu Santo, elemento relevante de la doctrina evangélica. La
Encreer 2016 revela que un alto porcentaje de evangélicos, 83.3 %, y en menor me-
dida de bíblicos, 78.6 %, se apega a su enunciación. Hablar en lenguas, uno de los
más preciados dones que el Espíritu Santo provee, se relaciona con la creencia en el
poder de dominio sobre las tinieblas de este mundo y con tomar dicho poder para
la gloria de Dios: “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último
de la tierra” (Hechos 1:8).2 Recordemos que, entre evangélicos, la experiencia del
bautismo en el Espíritu Santo se presenta, mediante los testimonios, con un conte-
nido de bienestar espiritual pero también de sensaciones físicas marcadas (Berges,
1996). Por otro lado, al contrario de lo que se esperaría, la encuesta señala que
35.2 % de las personas sin religión también creen en el poder del Espíritu Santo.
Este es un tema de estudio pendiente para conocer más sobre este importante sec-
tor de la población.
El imaginario del diablo es otra de las creencias trasladadas desde el mundo oc-
cidental al entorno evangélico latinoamericano. Desde su llegada al Nuevo Mundo,
el demonio ha estado rondando a los dioses paganos y enfrentado los complejos
sistemas de deidades, que pronto se vieron mezclados con los santos y vírgenes
del mundo cristiano católico implantado. La representación del diablo, como una
figura malvada, poderosa y misteriosa, en el marco de la mitología de la redención,
se insertó en la creencia popular para mediar y confrontar tensiones expresadas en
la vida cotidiana, ya sea para explicar la abundancia de unos por encima de otros
Gráfica 2.6 ¿Cree usted en Dios? ¿Y a qué atribuye su estabilidad, éxito o fracaso en la vida?
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
Sobre la relación con la política, las agrupaciones evangélicas han mostrado muchas
facetas, de acuerdo con los tiempos electorales, la coyuntura social, y por supuesto,
los valores morales que están en juego (Garma, 2004). En los últimos tres sexenios
100 Evangélicos
Gráfica 2.7 ¿Está usted de acuerdo o no con las siguientes afirmaciones o situaciones…?*
Que las iglesias reporten sus movimientos fiscales ante Hacienda 57.7 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
Conclusiones
Los resultados de esta encuesta se pueden entender como una fotografía en la cual los
datos nos ofrecen elementos para comprender la situación actual de un grupo reli-
gioso. Si bien los evangélicos tienen más de un siglo de presencia en el país, a partir
de los resultados de la Encreer 2016 se observan algunas transformaciones, pro-
ducto de sus cambios internos y el gran dinamismo que los caracteriza. Las tenden-
cias que muestra la encuesta pueden desarrollarse en el mismo sentido o detenerse;
empero, ya que no se puede predecir el camino que tomará el grupo religioso, nos
limitaremos a comentar los resultados obtenidos.
En el rubro de cambio religioso es notable que en la actualidad solo 38 % de
los encuestados haya cambiado de religión, es decir, que sea converso. Esto signi-
fica que 61.5 % nació en el ámbito de su religión, y esta cifra representa a los evan-
gélicos de cuna, pues crecieron en las iglesias multigeneracionales. Este hecho es
relevante, como veremos a continuación. Las conversiones se justifican con base
en aspectos individuales elaborados y por la decepción del catolicismo, mientras
que cambiar de religión por motivos de interés económico, por imposición o para
salir de una adicción se considera algo negativo o estigmatizante. En las familias de
los evangélicos es frecuente la diversidad religiosa, pues en 39.9 % de ellas sus in-
tegrantes se adscriben a diferente religiones, pero es mayor el peso de las familias
en las que todos profesan la fe evangélica, que alcanzan 60.1 % del total. Con ello
se muestra la importancia de los creyentes de segunda o tercera generación en el
conjunto.
En cuanto a la identidad, 4.9 % se ubica como creyente por convicción, aunque
22.5 % se dice creyente a su manera, lo que de nuevo revela el peso de la orienta-
ción individualista. La gran mayoría de los evangélicos, 83.1 %, está bautizado y ca-
sado dentro de su religión. Por otro lado, los evangélicos son el grupo religioso con
mayor asistencia diaria a servicios o cultos, con 53.5 %, de manera que la identidad
de los evangélicos se mantiene ligada a una interacción con su sistema religioso.
En cuanto a las prácticas, las tendencias son interesantes. Por ejemplo, las lec-
turas y estudios bíblicos son las actividades más frecuentes, con 88 % de acepta-
ción; la recepción del Espíritu Santo y sus dones alcanza 46 % de los adscritos, lo
cual, dentro del conjunto evangélico, corresponde básicamente a los pentecostales,
pues hay un grupo significativo de ellos, tanto denominacionales como neopen-
tecostales. Asimismo, es evidente el rechazo a las prácticas y los rituales católi-
cos, pues solo 9 % ha asistido a peregrinaciones y 6 % tiene altares. Las conductas
104 Evangélicos
consideradas paganas por el protestantismo, como las limpias, las cargas de energía,
las danzas y los rituales indígenas, se deniegan por principio, así como las cadenas
de oración dedicadas a santos o vírgenes, en las que solo 14 % afirma que ha par-
ticipado. Como se ve, el rechazo a las prácticas fuera del ámbito protestante, sean
católicas o de “espiritualidad alternativa”, es generalizado.
Respecto al rubro de creencias trascendentales, observamos que la gran mayo-
ría de los evangélicos encuestados reafirma su apego a los puntos básicos de su doc-
trina: 84 % cree en la vida eterna y 84.7 % piensa que la Biblia es la fuente de verdad
absoluta. Sin embargo, como ya hemos señalado, si 36.6 % acepta la reencarnación,
ello se debe a una confusión con la resurrección de la carne y la vida eterna descri-
tas en el libro del Apocalipsis, 20, y en la Primera epístola a los Corintios, 1 (Reina
Valera, 1960). El poder del Espíritu Santo es reconocido por 83.3 % de los evangé-
licos, lo cual muestra que este principio rebasa el ámbito pentecostal. También hubo
cierta confusión alrededor de si creer en el diablo implica sujetarse a él, por lo cual
esta pregunta obtuvo 56 % de respuestas afirmativas. En cambio, se rechazan con
toda claridad los aspectos considerados paganos, como creer en espíritus y aceptar la
existencia de extraterrestres.
Respecto a las percepciones sobre las relaciones Iglesia-Estado, la polarización
es sumamente notoria y sugerente. Por un lado, los evangélicos apoyan el Estado
laico y secularizado; 93 % está de acuerdo con la igualdad de derechos de los miem-
bros de diferentes religiones ante el Estado; solo 35 % desea que las iglesias sean
propietarias de medios de comunicación, e incluso 60 % está de acuerdo con que
en las escuelas públicas se impartan temas sobre sexualidad. Al mismo tiempo, solo
24 % está de acuerdo con que las religiones participen abiertamente en la política
y un escaso 5 % apoya que los candidatos a elección popular utilicen recursos reli-
giosos para ganar votos. Finalmente, apenas 20 % está de acuerdo con que se pon-
gan altares de muertos en las escuelas públicas y solo 32 % acepta que se lleven a
cabo festividades religiosas en las escuelas públicas. Hasta aquí, es claro que la gran
mayoría de los evangélicos apoya al Estado laico y la escuela laica. Sin embargo,
también una gran mayoría rechaza de manera rotunda los temas de derechos de las
minorías sexuales: solo alrededor de 8 % está de acuerdo con el matrimonio entre
personas del mismo sexo y con el derecho de parejas homosexuales a la adopción
de hijos. En estos puntos, los evangélicos comparten la orientación de la derecha
católica, que se basa en una interpretación cerrada y fundamentalista de lo que se
dice en la Biblia. Incluso se ha visto que están dispuestos a llevar a cabo alianzas
temporales con este sector del catolicismo para expresar su rechazo. Del mismo
modo, solo 25 % de los evangélicos acepta el aborto, aunque aquí cabe señalar que
Diversidad religiosa 105
L a Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la Iglesia Adventista del
Séptimo Día y los Testigos de Jehová son instituciones religiosas minoritarias en
México y se incluyeron en grupo en la Encreer 2016 como “bíblicas diferentes de
evangélicas”. También llamadas paracristianas o paraprotestantes, por su origen o
influencia protestante, estas iglesias fueron organizadas en el siglo xix —en 1830,
1840 y 1881, respectivamente—, en distintos puntos de Estados Unidos, donde en
la actualidad cada una tiene su sede central. En el contexto del protestantismo esta-
dounidense, se alejaron de la gran corriente adventista de la que provenían al pro-
ducir textos distintos de la Biblia (Fortuny, 1996), que la complementan, rectifican o
interpretan de manera particular, para normar su vida cotidiana, así como su creen-
cia y práctica religiosa, o bien para la difusión de su religión. La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días y la Iglesia Adventista del Séptimo Día utilizan la
Santa Biblia, versión de Reina-Valera,1 a diferencia de los Testigos de Jehová, que
al principio ocupaban diversas versiones de ese libro sagrado, pero con el tiempo
produjeron la que manejan hasta la actualidad, titulada Traducción del Nuevo Mundo
de las Sagradas Escrituras (Testigos de Jehová, 2019). Por su parte, la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, cuyos miembros se conocen popu-
larmente como mormones, cuenta con varios libros fundamentales, como el Libro
de Mormón. Otro Testamento de Jesucristo (1982), al que sitúan en el mismo rango
que la Biblia, y La Perla de Gran Precio (2001). En el caso de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día, los textos de Elena G. de White son esenciales, entre ellos, El conflicto
107
108 Bíblicos diferentes de evangélicos
de los siglos (White, 1954) y El camino a Cristo (White, 1986). Todos estos libros son
exclusivos de cada una de estas iglesias.
Estas tres instituciones religiosas independientes tienen su origen en el trabajo
de tres líderes carismáticos fundadores, Joseph Smith para los mormones, William
Miller para los adventistas y Charles T. Russell para los testigos de Jehová. Como
signo distintivo de su creencia, los tres predicaban la segunda venida de Cristo. El
trabajo proselitista de sus respectivas iglesias es constante, y aunado a la producción
de sus propios texos —la Biblia en varios idiomas, con versiones en audio; libros,
revistas, folletos, videos e himnarios, entre otros—, la construcción de templos y
la preparación de líderes religiosos locales, han logrado su expansión mundial, así
como su establecimiento y consolidación en nuestro país.
En México tienen presencia desde finales del siglo xix y su fortalecimiento se
hace patente cuando analizamos los datos de los censos. Se evidencian numérica-
mente en el censo de 2000, a partir de una pregunta abierta sobre adscripción reli-
giosa (De la Torre y Gutiérrez Zúñiga, 2014), y en el de 2010, a partir de la clasifica-
ción de “bíblica diferente de evangélica” (inegi, 2011), como se replica en la Encreer
2016. Al constatarse su presencia diferenciada en el campo religioso mexicano en el
censo de 2000, estas tres iglesias representaban, en conjunto, 2.07 % de la disiden-
cia religiosa, y ocupaban el cuarto lugar en las preferencias religiosas, después de
los católicos, los protestantes y evangélicos, y las personas sin religión. Los testigos
de Jehová tenían la mayoría de adeptos dentro del grupo, con 1.25 %, seguidos por
los adventistas, con 0.58 %, y los mormones, con 0.24 % (De la Torre y Gutiérrez
Zúñiga, 2014).
Los adeptos a estas iglesias se localizaban en territorios diferenciados de
México, en lo que parece ser reflejo de sus estrategias de proselitismo. Por ejem-
plo, la mayoría de los adventistas se encontraba en el sureste de México, sobre
todo en Chiapas, Tabasco, Veracruz y Quintana Roo. En algunos municipios, repre-
sentaban cifras superiores a 40 %, como en San Juan Ñumí, Oaxaca, con 49.17 %,
y en Tapalapa y San Andrés Duraznal, Chiapas, con 41.47 % y 41.11 %, respectiva-
mente (De la Torre y Castañeda, 2007). Los mormones, en cambio, se concentraban
en poblaciones urbanas, y la mayor proporción, 16.91 %, en Galeana, Chihuahua
(Gutiérrez Zúñiga, 2007a: 70). Los testigos de Jehová se distribuían por todo el te-
rritorio nacional, aunque se concentraban en las urbes, como Ciudad de México,
Ciudad Juárez, Tijuana, Puebla, Mérida, Culiacán, Monterrey, Tuxtla Gutiérrez y
Guadalajara (ibidem: 77). No obstante, en los territorios municipales no tendían a
ser la religión mayoritaria, pues cuando se habla de “poco más de 80 %” de testigos
de Jehová, ello no representa “más de 1 000 habitantes por municipio” (De la Torre,
Mapa 3.1 Porcentaje de adscripción religiosa de bíblicos diferentes de evangélicos en México, 2010 (por municipio)
Porcentaje de adscripción religiosa de Bíblicos
Porcentaje de adscripción
10.1 - 20 %
20.1 - 30 %
Fuente: Elaborado por Guerson Uriel Calvillo Caro, con base en inegi, 2010.
109
110 Bíblicos diferentes de evangélicos
Testigos de Jehová
más señaladas, cuya base es la interpretación del libro del Levítico, es la renuncia a
consumir sangre, ya sea ingerida —por ejemplo, comer carne— o por transfusión
intravenosa.
En esta iglesia se cree que el plan divino contempla que todo aquel que siga
las directrices señaladas por la wtbts, instancia que descifra la voluntad de Dios,
obtendrá la vida eterna en el paraíso restaurado. De esta forma, si bien hoy los cre-
yentes son mortales, con finitud biológica, en el futuro resucitarán y podrán vivir
perpetuamente en el planeta, que habrá recuperado sus atributos y condiciones ori-
ginales. Esta concepción no significa que el ser humano vaya a obtener la inmorta-
lidad, sino la posibilidad de que, mientras obedezca las normas de Jehová, goce de
manera indefinida de una vida plena. A este conglomerado de personas se le conoce
como “la gran muchedumbre”.
Por otro lado, 144 000 personas serán “los ungidos”. Este conjunto, constituido
por aquellos a quienes la wtbts considera hermanos de Cristo, no compartirá de in-
mediato el destino de la gran muchedumbre, pues en principio iría al cielo, desde
donde cumpliría funciones a favor del resto de la humanidad.
Los testigos de Jehová le otorgan gran importancia a la predicación, porque
esta práctica se encuentra en el centro de su identidad. Por ello, a lo largo de va-
rias décadas, han ensayado las más diversas formas de prédica, desde el testimonio
directo de los creyentes, la entrega de literatura religiosa, la visita de casa en casa,
la realización de estudios bíblicos y la producción de libros para legos y creyentes,
hasta la prédica por correo y vía telefónica, por radio y en carros con megáfonos. La
wtbts fue una de las primeras instituciones en aprovechar el potencial ofrecido por
Internet para poner a disposición de los creyentes y el público los múltiples ele-
mentos de su doctrina. En la actualidad, su sitio web contiene una amplia gama de
información, en muchos idiomas.2
No hay duda de que el hecho de haber ensayado estas formas de predicación
le ha reportado a la wtbts un incremento en su comunidad de fe, pero hay que se-
ñalar, sin embargo, que si bien su labor proselitista ha reportado un alto número de
conversos, con el paso del tiempo las nuevas generaciones de creyentes han nacido
y crecido en el seno de familias integradas a esta iglesia, razón por la cual la adición
de nuevos miembros ya no ocurre por conversión sino por transmisión de creencias
(Higuera, 2012). Entonces, si se piensa que la wtbts comenzó su labor en México
hace más de un siglo y que opera en diversas regiones de un territorio vasto, tendre-
mos los dos elementos fundamentales de su crecimiento estadístico.
Por otro lado, y de manera general, los bíblicos diferentes de evangélicos com-
parten creencias y prácticas religiosas, pero se diferencian entre sí sobre todo por
sus fundamentos. Por ejemplo, guardar el sábado para Dios es distintivo de los ad-
ventistas, mientras que los testigos tienen en el centro de sus prácticas religiosas la
abstinencia de sangre, y los mormones la deificación y el bautizo por los muertos.
En México, los bíblicos no observan un mismo patrón de asentamiento en las
localidades en las que tienen presencia, aunque compartan territorio. Es decir, en la
diversidad religiosa de algunos territorios, estos tres grupos pueden convivir aun-
que no se relacionen entre sí. Por otra parte, entre sus principales semejanzas pode-
mos citar su procedencia estadounidense y el hecho de que sus sedes centrales se
encuentren en ese país, la jerarquización de sus instituciones, la centralidad de sus
creencias para la comunidad religiosa y el proselitismo como medio de expansión.
En los tres casos, el bautismo se hace por inmersión, a partir de los ocho años de
edad entre los mormones y los testigos de Jehová, y de diez años de edad entre los
adventistas. Esta práctica no se lleva a cabo con niños recién nacidos.
Tampoco puede dejar de señalarse que estas tres iglesias comparten la visión
sobre el papel ocupado por la mujer y el hombre en el matrimonio y la familia,
donde la primera debe estar sujeta al segundo y este a Jesucristo, para el caso de los
testigos de Jehová. Sin embargo, para los adventistas las mujeres son autónomas, de
acuerdo con el ejemplo de las mujeres de la Biblia y de White, su profeta. Tanto los
adventistas como los testigos comparten, aunque en distinto grado, la obediencia
de las prohibiciones alimentarias que se registran en el Antiguo Testamento.
Algunas de las diferencias más notorias, en cambio, son en lo relativo al con-
sumo de alcohol, que va desde la estricta prohibición entre los adventistas y mor-
mones, hasta la tolerancia de su consumo ocasional entre los testigos. En cuanto al
matrimonio religioso, mientras que para los mormones y los adventistas se trata de
una ocasión solemne, altamente recomendada para los creyentes, los testigos inter-
pretan el discurso bíblico sobre el matrimonio como un rito opcional, que se suma
a la ceremonia civil.
Por otro lado, tanto los mormones como los testigos de Jehová tienen una es-
tructura jerarquizada dentro del matrimonio, en la que el varón hace las veces de
cabeza de familia, mientras que los adventistas rescatan el trabajo femenino, si-
guiendo el ejemplo de Elena G. de White.
116 Bíblicos diferentes de evangélicos
Cinco ejes analíticos permiten retomar los datos de la Encreer 2016 para hablar de
las diferentes formas de creer y practicar las religiosidades en México, a partir de los
argumentos y el contexto esbozado párrafos arriba sobre los bíblicos diferentes de
evangélicos.
De acuerdo con los resultados de la encuesta, este grupo representa 2.3 % del
total de las personas entrevistadas, con porcentajes similares de cada una de las tres
iglesias. Solo 3.0 % del total de los bíblicos diferentes de evangélicos reconoce que
habla algún dialecto o lengua indígena; y en relación con la pertenencia a una comu-
nidad indígena, solo 11.9 % se autoadscribe como indígena, por debajo de las per-
sonas sin religión y los católicos, con 13.3 % y 64.6 %, respectivamente.
El grupo de edad más representado en esta encuesta es el de 35 a 44 años, con
2.9 %, seguido por el de 25 a 34 años, con 2.7 %, y por último, los de 45 a 54 años y
55 a 64 años, con 2.3 % cada uno. Los grupos de edad con menor representación son
el de 18 a 24 años y el de 65 años o más, con 1.4 % y 1.7 %, respectivamente.
Los bíblicos tienen bajos grados de escolaridad, 2.2 % ha completado la prima-
ria; 2.4 % la secundaria, y 2.3 % la preparatoria; 2.4 % tiene la licenciatura completa
y 5.0 % cuenta con estudios de posgrado. En todos los casos, los testigos de Jehová
son los que alcanzan el mayor grado de escolaridad. Además, este grupo de igle-
sias sigue ocupando los niveles socioeconómicos más bajos, pues 3.3 % se ubica
en nivel socioeconómico bajo, 2.8 % en el medio y 4.9 % en el alto. Los testigos de
Jehová se destacan por tener porcentajes superiores a las otras dos adscripciones.
Pertenencia y adscripción
Los bíblicos diferentes de evangélicos tienen una fuerte adscripción religiosa, con
tendencia familiar a pertenecer a la misma religión. Su pertenencia religiosa está
basada sobre todo en el sentido de la religión para la vida, a partir de la satisfac-
ción personal, y en el reconocimiento de las Sagradas Escrituras como principios
de verdad.
De manera general, hay una asociación entre el cambio religioso y la perte-
nencia a estos grupos religiosos, con un valor de chi-cuadrado ≤ 0.05. Es decir, la
pertenencia religiosa en estas iglesias aún se da a partir del cambio religioso, pues
cuatro de cada diez bíblicos diferentes de evangélicos cambiaron de religión. De
ellos, 91.6 % declara haber cambiado una vez, 5.8 %, dos veces, y 2.6 %, tres veces.
Diversidad religiosa 117
Gráfica 3.1 ¿Cuál fue la principal razón por la que usted cambió de religión o la dejó?*
0% 20 % 40 % 60 % 80 %
Esto indica que en este grupo de iglesias no son muy frecuentes las movilidades re-
ligiosas, sino al contrario, son frecuentes las adhesiones exclusivas.
Entre las razones que explican su cambio de religión, los encuestados se incli-
nan por las siguientes opciones: 23.9 % dice que “se convenció de que esta es la re-
ligión verdadera”; 20.4 % piensa que “en su religión actual encontró un sentido para
vivir”; 15.8 % afirma que “su religión anterior ya no le satisfacía”, y 11.0 % cree que
“su religión actual se apega a los fundamentos bíblicos”. Estas razones evidencian
la manera en que se va racionalizando la nueva doctrina religiosa y muestran una
distancia de su religión anterior, el catolicismo.
Según 30.6 % de los bíblicos, las personas cambian de religión por decisión per-
sonal; 24.4 % piensa que lo hacen por decepción de su iglesia; 16.9 %, por no conocer
su propia religión, y 15.6 % porque su iglesia no le satisface. Estos datos confirman el
papel activo que tienen los creyentes en su decisión de convertirse (Richardson, 1985)
y ponen en evidencia dos lógicas para pensar en el cambio religioso dentro de este
grupo. Una indica que se hace desde lo personal, desde la experiencia religiosa in-
dividual; y otra ocurre a partir de lo colectivo, y se relaciona con la distancia que se
construye con la religión anterior, debido a su nueva forma de relacionarse con Dios
y de constituirse como creyentes.
118 Bíblicos diferentes de evangélicos
No practicante 0.9 %
Indiferente 0.5 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 %
Esto pudiera significar que se trata de una característica de los grupos no católicos, y
en especial, distintiva de los bíblicos diferentes de evangélicos.
Los bíblicos respetan los rituales religiosos institucionalizados por sus iglesias,
a partir de las decisiones que han tomado en su trayectoria como creyentes. Por
ejemplo, 87.3 % del total está bautizado, 46.1 % está casado por la Iglesia y solo
13.4 % lleva a cabo otros ritos religiosos. En estas religiones, el bautismo representa
una nueva vida dentro del grupo religioso, con el cual se adquieren compromisos
como creyentes.
En relación con los servicios religiosos, un porcentaje mayoritario de los bíbli-
cos, 44.7 %, señala que asiste diariamente o casi a diario a los servicios religiosos,
sea misa o culto; 42 % asiste cada semana; 4.2 %, cada mes, y 7.2 %, de manera oca-
sional. Solo 1.8 % de los bíblicos diferentes de evangélicos dice no asistir nunca.
En este grupo de iglesias, la familia es importante para la socialización de las
creencias. Entre los bíblicos diferentes de evangélicos, 57 % señala que la fuente de
sus creencias fueron sus abuelos, padres, amigos y vecinos; mientras que la institu-
ción como fuente se reconoce de manera minoritaria, pues solo 13.7 % señala que
sus creencias proceden del pastor, sacerdote o líder religioso, y 9.2 %, de estudios
bíblicos o teológicos.
Prácticas religiosas
¿Cómo pueden caracterizarse los miembros de estas tres iglesias en lo que a las
prácticas religiosas se refiere? Precisamente, uno de sus rasgos relevantes es la lec-
tura de la Biblia y los estudios bíblicos, que 87.6 % de ellos realiza. Recuérdese que,
además de las Sagradas Escrituras, estos creyentes cuentan con diversas publicacio-
nes referidas a sus cuerpos doctrinales, organización interna y evangelización; y si
bien la recepción del Espíritu Santo y sus dones no es lo característico de este grupo
de religiones, como sí ocurre con muchos evangélicos, 42.6 % de los mormones,
adventistas y testigos en conjunto declara que ha recibido el Espíritu Santo y sus
dones, aunque con una frecuencia mucho menor.
Entre estos creyentes ya existe cierta cultura del uso de tecnologías de la infor-
mación y la comunicación, por ello 13.8 % de los bíblicos diferentes de evangélicos
afirma que accede a Internet por medio del teléfono móvil u otro dispositivo elec-
trónico para participar en cadenas de oración, y llama la atención el hecho de que
8.5 % de ellos incluye en sus prácticas religiosas las peregrinaciones a santuarios.
Por otro lado, como ocurre en otras iglesias cristianas no católicas, 99.1 % de ellos
no tiene un altar en su casa.
120 Bíblicos diferentes de evangélicos
*Datos por religión. Se muestra solo el porcentaje de los que respondieron “sí”.
Fuente: “Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México. Encreer/Rifrem
2016”, disponible en <www.rifrem.mx>.
De esta manera, observamos que la adhesión a estas iglesias hace que sus creyentes
asuman prácticas diferenciadas de otras religiones. Estas prácticas se guían por las
creencias fundamentales de su propia religión, y según su concepción, aseguran la
salvación a partir de las acciones del individuo.
Creencias trascendentales
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
Diablo 63.3 %
Virgen de Guadalupe 0 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
*Datos por religión. Se muestra solo el porcentaje de los que respondieron “sí”.
Fuente: “Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México. Encreer/Rifrem
2016”, disponible en <www.rifrem.mx>.
Gráfica 3.6 Posturas a favor respecto a temas del Estado laico. ¿Está usted de acuerdo o no
con las siguientes afirmaciones o situaciones…?*
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
*Datos por religión. Se muestra solo el porcentaje de los que respondieron “sí”.
Fuente: “Encuesta Nacional sobre Creencias y Prácticas Religiosas en México. Encreer/Rifrem
2016”, disponible en <www.rifrem.mx>.
124 Bíblicos diferentes de evangélicos
lo que significa 52 % de las radios libres de México; entre ellas se destacan las de las
iglesias cristianas, y en menor medida, las de los católicos y adventistas (Martínez,
Cordero y Villar, 2015). En relación con los temas políticos, 20.5 % de los bíblicos
aprueba que las religiones participen abiertamente en política electoral y solo 5.5 %
está de acuerdo con que los candidatos a elección popular utilicen símbolos o re-
cursos religiosos para ganar votos.
En otros temas, solo 28.3 % avala que el aborto no sea perseguido o castigado
por ley, mientras que 10.7 % aprueba la ley de matrimonio entre personas del mismo
sexo, y 10.1 % el derecho de las parejas homosexuales a la adopción de hijos.
De esta manera, en la categoría de bíblicos diferentes de evangélicos se evi-
dencia un conservadurismo referido sobre todo a los derechos humanos, a su reco-
nocimiento y puesta en práctica, que estaría asociado, según la encuesta, a la moral
sexual. Por otra parte, se respeta el Estado laico y la igualdad entre ciudadanos. La
participación política de las iglesias no es un tema que alcance gran consenso.
Conclusiones
¿Existe una recomposición de las creencias, valores y prácticas religiosas de los bí-
blicos diferentes de evangélicos en el México contemporáneo? Para responder a
esta pregunta, hay que considerar que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los
Últimos Días, la Iglesia Adventista del Séptimo Día y los Testigos de Jehová tienen
una presencia significativa entre las religiones no católicas del país y han crecido a
lo largo de los últimos años.
A partir del cambio religioso, cuatro de cada diez bíblicos diferentes de evangé-
licos han cambiado de religión; y en lo relativo a la pertenencia, este grupo presenta
una fuerte adscripción, con tendencia familiar a pertenecer a la misma religión, aun-
que no podemos dejar de señalar que en 35.4 % de los casos estos creyentes forman
parte de hogares multirreligiosos. Sin embargo, son radicales en su pertenencia,
pues 99.3 % de ellos no participa en ningún otro culto, de manera que la exclusivi-
dad en la adscripción, sin casos de multiplicidad religiosa, es una característica que
distingue su forma de identificación religiosa.
Con base en los datos generados por la encuesta, se evidencia un alto grado de
compromiso de los creyentes con sus respectivas iglesias, ya que seis de cada diez
de ellos se consideran creyentes por convicción, cifra superior a las de los otros gru-
pos religiosos en este renglón. La convicción de los bíblicos diferentes de evangé-
licos, entonces, es distintiva de su identidad religiosa y se relaciona con el respeto
Diversidad religiosa 125
por los rituales institucionalizados de sus iglesias, pues ocho de cada diez de ellos
están bautizados.
La adhesión hace que los creyentes de estas tres iglesias lleven a cabo prácticas
diferenciadas de otras religiones. Por ejemplo, casi 90 % de los bíblicos diferentes
de evangélicos participa en lecturas y estudios bíblicos, y prácticamente ninguno
tiene un altar en casa. Tampoco creen en la Virgen de Guadalupe. En cambio, reali-
zan prácticas guiadas por creencias fundamentalistas que aseguran la salvación. Por
otro lado, hay creencias en las que mantienen una concepción tradicional del cristia-
nismo, pues 99.1 % asegura creer en Dios o un ser supremo y 88.9 % considera que
la Biblia es fuente de verdad absoluta, de acuerdo con los fundamentos de creación
de sus propias iglesias. No obstante, es posible definir algunas novedades a partir de
la Encreer 2016, que sugieren pequeños síntomas de multiplicidad religiosa en lo
relativo a creencias en la reencarnación; en fantasmas, aparecidos y espíritus choca-
rreros, y en el contacto con extraterrestres. Aunque quizá esto se deba a un proceso
paulatino de conversión religiosa que parte de su adscripción anterior.
Frente a los valores de la pluralidad, los derechos humanos, la educación y la
moral sexual, podemos inferir que los bíblicos tienen una tendencia conservadora.
Respetan los derechos a la igualdad, pues más de 80 % considera que todos debemos
tener los mismos derechos ciudadanos, y aceptan la diversidad religiosa; pero en re-
lación con los otros temas, sus percepciones no son representativas y ni siquiera al-
canzan la aprobación de la mitad de los encuestados. En lo que se refiere a la escuela,
los bíblicos diferentes de evangélicos aceptan la enseñanza sobre sexualidad en seis
de cada diez casos y los contenidos de género en los libros de texto en cinco de cada
diez casos, por encima de su aceptación de otras ritualidades que indican respeto por
la diversidad cultural, como la celebración de festividades tradicionales ligadas a lo
religioso —misas de graduación y pastorelas—, que solo 23.2 % de ellos aprueba, y
la colocación de altares de muertos, que apenas alcanza 22.4 % de aceptación.
En relación con las libertades y la moral sexual, no son nada tolerantes con la
diferencia. Solo uno de cada diez bíblicos está de acuerdo con la ley de matrimonio
entre personas del mismo sexo, garantía ya establecida por la ley en muchos esta-
dos de la República; tampoco están de acuerdo con el derecho de las parejas homo-
sexuales a tener hijos, y solo dos de cada diez de ellos consideran que el aborto no
debe ser perseguido por la ley.
Por otro lado, la mayoría distingue la cuestión religiosa de la cuestión polí-
tica, y solo dos de cada diez se manifiestan a favor de que las iglesias participen
abiertamente en política electoral, mientras que una proporción muy pequeña, de
5.5 %, está de acuerdo con que los candidatos a elección popular utilicen símbolos
126 Bíblicos diferentes de evangélicos
y recursos religiosos para ganar votos, tendencia que subraya la aceptación genera-
lizada del carácter laico del Estado.
Para concluir, cabe preguntarse cuál podría ser el comportamiento a corto plazo
de estas tres iglesias en México, ¿continuará su crecimiento?, ¿en qué regiones del
país están dadas las condiciones sociales para que aumenten su adscripción y en
cuáles han llegado a su límite superior?, ¿la evidente organización centralizadora
de cada una de estas iglesias fortalecerá su lugar en la diversidad religiosa que ha
venido experimentando nuestro país?, ¿hacia dónde las conducirán sus respectivos
modelos de expansión, materializados en procesos de evangelización distinguibles?
4. Sin religión
127
128 Sin religión
2 Sobre “creer sin pertenecer” en Europa, véase Davie, 1994; en Latinoamérica, véase
Mora, 2017a.
3 Dogmática se refiere a la afirmación de la inexistencia de un dios. Escéptica, a que declara
la incapacidad del hombre para comprender un concepto supremo. Crítica, a que consi-
dera las pruebas del teísmo insuficientes. Práctica, a que muestra indiferencia ante la exis-
tencia o inexistencia de un ser o poder superior. De herejía, a la oposición al dogma de
una iglesia particular (inegi, 2015). Esta última denominación es poco usual y se asocia a
la literatura religiosa.
Diversidad religiosa 129
La categoría de “sin religión” funciona también como una sombrilla que abriga múl-
tiples identidades que rebasan la no afiliación religiosa. Se puede inferir que esta
categoría, tras ser analizada en sus contextos locales y con sus perfiles poblacionales,
no se está refiriendo a los ateos, sino que ahí está presente una importante realidad
religiosa mexicana. Nos referimos a las poblaciones indígenas que practican “el
costumbre”; así como a aquellas poblaciones que nunca han sido cabalmente evan-
gelizadas por el catolicismo, o aquellos individuos (comúnmente conocidos por el
nombre de creyentes new age) que han decidido creer y realizar prácticas religiosas
al margen de las instituciones. Dado que “sin religión” también aparece de ma-
nera contundente en los municipios donde el catolicismo es minoritario, debemos
cuestionar si en ella no se arropan también los cambios a otras denominaciones,
los conflictos interreligiosos, así como los apóstatas correspondientes a la segunda
y tercera generaciones, que abandonaron la fe adoptada por sus progenitores (De la
Torre y Gutiérrez Zúñiga, 2007: 329).4
96.7 %
Conjunto total de creyentes 24.8 %
43.6 %
Creyente por tradición
5%
29.6 %
Creyente por convicción
2.2 %
5.5 %
Creyente practicante
0.3 %
18 %
Creyente a su manera 17.3 %
0.2 %
Indiferente 20.5 %
1.2 %
Espiritual pero sin iglesia 18.4 %
1.3 %
No practicante 15.5 %
0.1 %
Ateo
11.9 %
0.2 %
Identificado de otra manera 5.8 %
0.2 %
Agnóstico
3.1 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
tiempo representa un reto para encontrar una definición más o menos homogénea
del concepto “sin religión”.5
Considerando lo anterior, uno de los aspectos fundamentales de la Encreer
2016 es el aporte de datos para distinguir con mayor detalle la diversidad del grupo
sin religión en México. La encuesta tiene la cualidad de reflejar una serie de hipó-
tesis y preguntas formuladas en el Atlas de la diversidad religiosa en México y otros
5 En Estados Unidos, el Pew Research Center (2012) toma en cuenta tres subcategorías,
sin religión, ateos y agnósticos. En México se agrega una subcategoría que no aparece en
otros contextos, las personas sin religión asociadas a la práctica de costumbres indígenas,
porque no identifican sus representaciones y acciones como parte de los esquemas de las
religiones institucionalizadas.
Diversidad religiosa 131
trabajos anteriores, entre ellas, las relacionadas con la identificación creyente y las
razones por las cuales las personas decidieron no tener religión. Estas dos últimas va-
riables se consideran fundamentales para proponer un concepto más sustantivo de
la categoría aquí analizada. Dicho así, en la gráfica 4.1 se observan los matices que
emergen al cruzar la pregunta “¿cómo se identifica usted principalmente en térmi-
nos religiosos en la actualidad?” con “¿pertenece usted a una religión?”.
Una diferencia visible entre las personas con pertenencia a una religión y las
agrupadas en la categoría sin religión es que las segundas han diversificado su iden-
tificación respecto al tema religioso. Como se observa en la gráfica 4.1, mientras los
que pertenecen a una religión se identifican casi en su totalidad como creyentes,
96.7 %, con una mayoría de creyentes por tradición y por convicción, entre los “sin
religión” solo uno de cada cuatro se asume como creyente, 24.8 % y dentro de es-
tos, la mayoría afirma ser creyente a su manera.
Por otro lado, las siguientes subcategorías —que entre los que sí pertenecen a
una religión alcanzan un porcentaje menor, de 3.2 %— son representativas para los
que han dejado de identificarse con alguna religión y constituyen 75.2 % de los casos.
Esto implica una diversificación en poco más de siete de cada diez dentro del grupo
sin religión, entre los que se encuentran los indiferentes, con 20 %; los espirituales
pero sin iglesia, con 18.4 %; los creyentes a su manera, con 17.3 %; los no practican-
tes, con 15.5 %; los ateos, con 11.9 %, y los agnósticos, con 3.1 %.6
Tal como se había señalado en el Atlas de la diversidad religiosa en México, la catego-
ría sin religión es la única que está definida por una no pertenencia religiosa (Gutiérrez
Zúñiga, 2007b), a diferencia de aquellos que afirman una adscripción religiosa, y que
comparten una identidad definida por un sistema de creencias, obligaciones rituales y
normas morales, los “sin religión” carecen de unidad interna, es decir, una identidad
cohesionada y coherente. De hecho, la característica principal de la categoría sin re-
ligión es la diversificación de la población que agrupa. Sus gradaciones o perfiles son
los siguientes: creyentes que no reconocen una pertenencia religiosa, indiferentes,
espirituales pero sin iglesia, no practicantes, ateos y agnósticos.
Creyente a su manera
En México, una de cada cuatro personas del grupo sin religión es creyente, es de-
cir, 24.8 %. Sin embargo, la mayoría de estos creyentes asegura que gestiona sus
6 La respuesta “identificado de otra manera”, que representa 5.8 % del total de personas sin
religión, no se ha considerado en el análisis final de la categoría.
132 Sin religión
Indiferente
El segundo grupo más numeroso de los “sin religión” es el de los indiferentes, con
20.05 %, lo que equivale a uno de cada cinco. Este concepto fue propuesto por el
filósofo José María Mardones Martínez para caracterizar el tibio comportamiento
religioso de los jóvenes españoles; sin embargo, es muy útil para recomponer la
posición del sujeto de acuerdo con ciertos criterios medibles por indicadores apor-
tados por las encuestas:
Por otro lado, los indiferentes son aquellos sujetos que, sin dejar de pertenecer a
una religión mayoritaria, como la católica —suelen estar bautizados—, han experi-
mentado un evidente descenso del interés por los asuntos religiosos y muestran un
débil grado de compromiso, el cual se mide a partir de la asiduidad en la participa-
ción de las prácticas religiosas semanales.
Para los indiferentes, la religión o lo religioso deja de ser algo central o impor-
tante, aunque está ahí de manera tibia, inconstante y efímera. A diferencia del ateo,
el indiferente puede creer en Dios y en otras cuestiones, pero ello no significa que
le interese practicar ni comprometerse con la iglesia o con lo religioso. ¿Qué dife-
rencia habría con el agnóstico, en este sentido? Simplemente que le es indiferente,
es decir, irrelevante o marginal. Por ello presenta muy bajos niveles de participación
y de práctica religiosa.
Esta categoría se opone a la de creer sin pertenecer —believing without belon-
ging— (Davie, 1994). En todo caso, la fórmula se podría traducir en religiosos sin
compromiso —belonging without commitment—, pues el indiferente no tiene interés
en romper con la religión heredada por sus padres u obtenida de su socialización
primaria, pero se muestra alejado de sus preceptos doctrinales y valores, y pre-
senta niveles de práctica muy bajos (Mardones, 2003). Tampoco es un buscador
134 Sin religión
Una de cada cinco personas, aproximadamente, se considera espiritual pero sin igle-
sia, la tercera subcategoría más representativa del grupo sin religión, con 18.4 %.
No obstante, este no es un fenómeno inédito en México. Tampoco lo es en
Latinoamérica o Europa, donde existe una creciente población que se identifica o
define como espiritual, pero no necesariamente como sinónimo de religioso o de
alguna afiliación eclesial. En un primer momento, la tendencia a deslindar o distin-
guir la categoría de “espiritual” de la de “religioso” se relacionaba con los individuos
que formaban parte de los circuitos del movimiento New Age de finales del siglo
xx; con el paso del tiempo, mientras su popularidad fue creciendo, el término se
desligó conceptualmente de dicho movimiento (Frigerio, 2016).
En conjunto con la categoría de creyente a su manera, los agrupados bajo la de
espiritual pero sin iglesia ponen el acento en experiencias y prácticas cuya batuta
y árbitro central es el individuo, y no los intermediarios tradicionales o eclesiales
asociados por lo regular a profesionales religiosos o autorizados por una institu-
ción en un sentido eclesial. De acuerdo con Paul Heelas (2002), entre otros, lo re-
ligioso, más que dar paso a lo secular, le está dando paso a lo espiritual, tendencia
floreciente en la que lo divino puede entenderse como un aspecto inmanente de
la vida. Lo religioso, a diferencia de lo espiritual, es una distinción que data de los
años sesenta, cuando la gente asociaba lo religioso a una serie de rituales y dogmas
establecidos, administrados y regulados por ciertas autoridades de lo trascendente,
institucionalizadas por una tradición y una jerarquía, con lo que se enfatizaba un
carácter externo de la experiencia con lo numinoso. Por el contrario, lo espiritual
ponía el acento en lo íntimo, en la propia experiencia, en lo personal, y en todos
estos sentidos se oponía a lo religioso. En la actualidad, existe cierto consenso en
señalar que la espiritualidad implica una forma de crítica hacia la religión, en el sen-
tido de que busca deslindarse de ciertas filiaciones que se consideran limitantes para
las experiencias vinculadas a creencias y prácticas del terreno de lo extrahumano,
pero que se llevan a cabo al margen de una ortodoxia establecida (Heelas, 2002).
Sin embargo, entre espiritualidad o religiosidad e institucionalización no siempre se
observa tal divorcio. Muchas de las religiosidades contemporáneas implican tam-
bién procesos de institucionalización, con linajes de pertenencia y jerarquías que las
autorizan (De la Torre, Juárez y Gutiérrez Zúñiga, 2013).
Finalmente, existe un acercamiento entre la categoría de espiritual pero no re-
ligioso y la noción de buscadores espirituales —los seekers de la literatura anglosa-
jona—. Como afirma Hugo Rabbia (2017), aunque esta última no es nativa de los
contextos latinoamericanos, no es difícil encontrar estos perfiles en las investiga-
ciones cualitativas, como ocurre en Argentina, donde los individuos considerados
buscadores espirituales no manifiestan una identidad colectiva basada en una leal-
tad a un grupo o institución religiosa. Esta forma de alejamiento de grupos e institu-
ciones religiosas se ha hallado, por ejemplo, en el contexto rural indígena del centro
de México (Mora, 2017a).8
No practicante
El subgrupo de no practicantes está compuesto por 15.5 % de las personas sin re-
ligión. “No practicante” quiere decir que se puede pertenecer a una religión, abri-
gar sus creencias y no practicarla. El individuo no practicante puede parecerse al
indiferente, pero en este caso su alejamiento y su bajo compromiso son estables y
rotundos, o dicho de otro modo, su actitud no es efímera ni pasajera. En las religio-
nes mayoritarias, que tienen un peso social, y por este mismo hecho, una enorme
influencia en la vida cultural y social de los mundos de vida de sus afiliados, muchos
8 Carlos Mora asegura que en varios casos “el abandono de la afiliación previa se realizó
por conflictos con los preceptos éticos religiosos y la práctica de los propios entrevista-
dos y de los otros participantes de la comunidad religiosa” (2017a: 238). A manera de
ilustración, algunos habitantes de la comunidad estudiada por Mora dijeron que aban-
donaron su religión por su afición al consumo de alcohol, o en otros casos, porque des-
cubrieron una infidelidad dentro de su propia comunidad de creencia. En esta lógica, el
“‘relajamiento’ de las exigencias éticas de los programas religiosos o su cuestionamiento,
resulta […] fundamental para que este grupo […] se defina [como] sin religión. A pesar
de ello, para la mayoría de estos exiliados, la religión sigue siendo un elemento impor-
tante dentro de sus estándares de vida” (idem).
136 Sin religión
de ellos se mantienen como miembros para no romper con la sociabilidad que les
aporta su religión, sobre todo por el peso de la tradición o para encontrar puntos
en común con la familia, amigos y vecinos. Por ello, muchos católicos pueden au-
toidentificarse como no practicantes porque ya no asisten con regularidad a misa ni
participan en otros rituales. Sin embargo, con “no practicante” también puede ha-
cerse referencia a no observantes, es decir, aquellos que han infringido o infringen
constantemente una regulación moral que los excluye o les prohíbe ser practicantes;
por ejemplo, los divorciados vueltos a casar o los que viven en unión libre, sin estar
casados por la ley religiosa, a quienes, por lo mismo, se les niega la comunión. Ello
no quiere decir que se hayan alejado del credo de su religión, solo que por su cir-
cunstancia “pecaminosa” se ven impedidos para practicarla. En estos casos, pueden
ser no practicantes sin necesidad de ser heterodoxos o indiferentes.
Ateo y agnóstico
De acuerdo con los datos arrojados por la Encreer 2016, en conjunto, los ateos y
los agnósticos representan 15 % de la categoría sin religión. Esta información repre-
senta un primer resultado: que el grupo sin religión no se compone exclusivamente
de ateos o agnósticos, como se había estipulado en investigaciones previas. Por un
lado, el ateísmo muestra una capacidad mayor de aglutinamiento que el agnosti-
cismo, al congregar 11.9 % de los “sin religión”, mientras que el segundo subgrupo
solo representa 3.1 %. Por el otro, en términos de una definición teórica, hay dife-
rencias considerables entre los dos subconjuntos (Mora, 2017c).
En general, los ateos afirman estar sin religión y también sin Dios, en términos
de una creencia trascendental que influya sobre su vida cotidiana; a pesar de ello, la
negación no es el relato fundamental del ateísmo, ya que puede englobar otros sis-
temas de creencias, como valores científicos o humanísticos, epistemologías racio-
nalistas, así como doctrinas e ideologías políticas. A esto hay que agregar la posible
militancia en algún colectivo ateo que llega a complementar en forma pragmática su
visión del mundo (LeDrew, 2013; 2014).
Los agnósticos, por su parte, comparten una posición que “no echa de menos
a Dios”, aunque no se puede afirmar por ello que prescindan totalmente de esta
noción. Estos individuos sostienen la incognoscibilidad de toda propuesta trascen-
dente y absoluta en el ámbito privado, y en este sentido, representan una de las ex-
presiones más puntuales de la duda en las sociedades posmodernas (Bericat, 2008).
El estudio del agnosticismo y el ateísmo ha destacado, por un lado, que estas
identidades no suponen de ninguna manera un cambio hacia un estado definitivo
Diversidad religiosa 137
o permanente, sino que implican una posición en descubrimiento, con una impor-
tante influencia de la experiencia biográfica y los ambientes de socialización de los
individuos. Por el otro, que posicionarse de esta manera no excluye que los indivi-
duos reproduzcan prácticas del ambiente religioso o incluso suscriban la creencia
en un dios o referente superior (Baker y Smith, 2009; Catto y Eccles, 2013; LeDrew,
2014; Smith, 2010).
Una propuesta para zanjar la complejidad de las diversas configuraciones entre
agnósticos y ateos es comprenderlos por medio de la duda o incertidumbre de las
distintas creencias sobre el cosmos, representativa en los primeros, y la visión crítica
y no teísta del mundo, común en los segundos. Por tanto, más que de agnósticos en
sentido estricto, se puede hablar de personas sin religión “inciertas”, y más que de
ateos, de personas sin religión “no teístas” (Mora, 2017c: 4-5), aunque tampoco se
puede descartar el encuentro con ateos que afirman creer en Dios, como ha suce-
dido en diversas encuestas, entre ellas la que aquí nos ocupa.
De acuerdo con los datos de la Encreer 2016, representativos para el conjunto na-
cional, 4.9 % de las personas afirmó no pertenecer a una religión. Esta proporción
es muy cercana a la reconocida por el inegi en 2010, de 4.7 %, equivalente a unos
5.3 millones de mexicanos sin religión. Sin embargo, algunas mediciones adiciona-
les han registrado porcentajes más altos de desafiliación religiosa en México en los
últimos años.9
Una primera bondad de la Encreer 2016 es que proporciona mediciones re-
presentativas por regiones. Gracias a ello, sabemos que la mayor concentración de
personas sin religión, en términos absolutos y relativos, se encuentra en el Pacífico
Sur y Sureste, esto es, en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán
y Quintana Roo. En esta zona se congrega casi un tercio de la categoría sin religión
de todo el país, es decir, 28.1 %, lo que equivale a 8.1 % de la población regional.
9 Por ejemplo, la Encuesta Nacional de Juventud 2010 (Imjuve, 2014) encontró que 7.9 % de
los mexicanos no tiene religión; en 2013, la Encuesta Creer en México (Imdosoc, 2014)
determinó que 14 % de los mexicanos no pertenece a ninguna religión; por último, en
2014, tanto el Latinobarómetro (2014) como el Pew Research Center (2014) coincidieron
en que el porcentaje de personas sin afiliación se acerca a 7 % de la población total.
138
Mapa 4.1 Porcentaje de población sin religión en México, 2010 (por municipio)
Porcentaje de habitantes sin religión
Sin religión
10.1 - 20 %
20.1 - 30 %
Fuente: Elaborado por Guerson Uriel Calvillo Caro, con base en inegi, 2010. Fuente: Reedición LABSIG CIESAS Occidente, 2021.
Diversidad religiosa 139
100 %
90 %
80 %
70 %
60 %
45.9 %
44.4 %
50 %
40 %
27.7 %
23.9 %
30 %
22 %
19.6 %
20 %
9.8 %
6.7 %
10 %
0%
18 a 34 años 35 a 44 años 45 a 59 años 60 y más
Mujeres Hombres
100 %
90 %
80 %
70 %
60 %
45.2 %
50 %
40 %
25.8 %
20.8 %
30 %
20 %
8.2 %
10 %
0%
18 a 34 años 35 a 44 años 45 a 59 años 60 y más
7.5 %
Sin estudios 5.6 %
11.4 %
Primaria incompleta 11.4 %
8.2 %
Primaria completa 12.3 %
6.5 %
Secundaria incompleta 6.2 %
21.9 %
Secundaria completa 21.7 %
4.0 %
Preparatoria incompleta 5.1 %
17.3 %
Preparatoria completa 15.8 %
3.4 %
Carrera técnica incompleta 3.1 %
3.4 %
Carrera técnica completa 4.6 %
4.2 %
Licenciatura incompleta 4.1 %
9.9 %
Licenciatura completa 9.7 %
2.3 %
Posgrado 0.5 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
Esto implica que un porcentaje importante del grupo nació en un periodo particu-
larmente turbulento para la Iglesia católica, durante el cual su afiliación comenzó a
decrecer.
En relación con la escolaridad, el grupo sin religión, en comparación con los
distintos grupos identificados por la encuesta, es el que ostenta el mayor porcentaje
de personas sin estudios, 7.5 %, y al mismo tiempo, la mayor proporción de indi-
viduos con educación superior, 23.2 %, es decir, con alguna experiencia educativa
en carrera técnica, licenciatura o posgrado —completo o incompleto—. El censo de
2010 ya había permitido observar esta ambivalencia en el conjunto de los desafilia-
dos, que abarca sectores de alta educación, en un extremo, y sin educación formal,
en el otro (inegi, 2010). Esto sugiere que la falta de pertenencia religiosa no puede
asociarse de manera exclusiva a un perfil de alta educación.
142 Sin religión
Por otro lado, respecto a la ocupación, el grupo sin religión también se carac-
teriza por su ambivalencia: muestra al mismo tiempo los porcentajes más altos de
desempleados, con 3.4 %, y de empleados, con 37.6 %; y contiene también las pro-
porciones más altas de trabajadores independientes, con 22.3 %, y de patrones o
empresarios, con 4.5 %. Estos resultados podrían deberse a la edad del grupo de
desafiliados, más que a una posición estructural específica.
En la gráfica 4.5 se observa que el grupo religioso con más estudiantes es el de
evangélicos, con 10.7 %, un porcentaje importante, mayor que el error de la en-
cuesta (± 2.5 %); mientras que el segundo grupo con más estudiantes es el de los
“sin religión”.
Otro dato revelador es que las personas sin religión no poseen características
particulares, por encima de la media, en cuestión de servicios en vivienda. En con-
creto, las personas de esta categoría tienen los menores porcentajes de Internet, piso
firme, estufa y regadera en su vivienda respecto a los otros grupos religiosos, lo cual
también podría contrastar la hipótesis de que las personas con acceso a servicios ge-
nerales son quienes tienden a desapropiarse del tema religioso, al contrario de las
37.6 %
Empleado
32.1 %
22.3 %
Trabajador independiente
21.8 %
4.5 %
Patrón o empresario
3.0 %
23.2 %
Ama de casa
30.1 %
4.6 %
Estudiante
5.0 %
3.4 %
Desempleado
2.3 %
1.4 %
Jubilado o pensionado
4.6 %
3.0 %
Otro
1.2 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
93.7 %
100 %
84.1 %
90 %
81 %
80 %
69.4 %
68.8 %
70 %
59.6 %
60 %
47.1 %
50 %
36.6 %
40 %
30 %
20 %
10 %
0%
Internet Piso Estufa Regadera
Gráfica 4.7 ¿Habla algún dialecto o lengua indígena? Y de acuerdo con su cultura o pertenen-
cia a una comunidad indígena, ¿se considera usted indígena?*
100 %
90 %
80 %
70 %
60 %
50 %
35.4 %
34.6 %
40 %
30 %
20.4 %
20 %
9.1 %
10 %
0%
Habla algún dialecto o lengua indígena Se considera indígena
Pertenencia y adscripción
Cinco de cada diez personas del grupo sin religión han cambiado o dejado su re-
ligión anterior, es decir, 50.2 %; con ello, es el que tiene el mayor porcentaje de
conversión, en segundo lugar están los bíblicos diferentes de evangélicos, con
40.2 %, y en tercero los evangélicos, con 38.5 %. Los tres grupos contrastan de ma-
nera notoria con el de los católicos, en el cual solo 4.8 % declara haber cambiado
o dejado su religión. Esto es entendible porque el catolicismo tiende a concentrar
a la mayoría de la población nacional, y por lo mismo, de este grupo proviene la
mayoría de los que se convierten, ya sea que se muevan hacia otras doctrinas o se
adhieran a los “sin religión”.
En los cuatro grupos, la mayoría de las personas que ha cambiado o dejado su
religión anterior lo ha hecho una sola vez; los evangélicos en 94.2 % de los casos y
las personas sin religión en 93.8 %, con lo cual se colocan en primer y segundo lu-
gar, por encima, aunque ligeramente, de los bíblicos, con 91.6 %, y de los católicos,
con 85.8 %. A pesar de que el porcentaje de población católica que ha cambiado o
Diversidad religiosa 145
dejado su religión es en realidad muy bajo, destaca que sea el grupo con el mayor
número de personas que ha cambiado dos veces de adscripción, en 10.1 % de los
casos, y hasta tres, en 2.5 %. En los otros tres grupos, los porcentajes de personas
que se han cambiado de religión dos veces son mucho menores, aunque más rele-
vantes en términos globales, pues son los que tienen mayores índices de personas
que desertaron de su religión anterior: entre los bíblicos, ocurre en 5.8 % de los ca-
sos; entre evangélicos, en 4.6 %, y entre los “sin religión”, en 3.3 %. Sin embargo, lo
anterior nos indica que, en estos tres grupos, el cambio de religión implica al mismo
tiempo una movilidad religiosa relativamente baja (Garma, 1999).
Entre las causas principales por las cuales las personas sin religión han cambiado
o dejado su religión anterior se encuentran las siguientes: “ninguna religión les satis-
face”, 33.3 %; “decidió buscar la verdad por sí mismo”, 29.5 %; “su religión anterior
ya no le satisfacía”, 18.5 %. Las primeras dos razones, además, son muy poco refe-
ridas entre los bíblicos, con 1.2 % y 6.9 %, respectivamente, o los evangélicos, con
0.4 % y 5.7 %, respectivamente. Es muy probable que en el grupo sin religión estos
porcentajes estén relacionados con el hecho de que reúne más ateos y agnósticos, y
al mismo tiempo, más personas que se identifican como espirituales pero sin iglesia.
Se trata de categorías que implican a personas que refuerzan su autonomía en cuanto
a una espiritualidad vivida que se contrapone a la administración eclesial y vertical
de prácticas y creencias. Por otro lado, la tercera razón alcanza un índice próximo
al que arroja el grupo de los evangélicos, con 19.1 %, y relativamente cercano al de
los bíblicos, con 15.8 %, y los católicos, con 15.2 %, a quienes tampoco les satisfacía
su religión anterior.
Un hecho destacable es que cinco de cada diez personas que pertenecen al
grupo sin religión dicen no haber dejado o cambiado su religión, es decir, 49.8 %;
y al mismo tiempo, tres de cada diez manifiestan que los miembros de su familia
más cercana pertenecen todos a una misma religión, es decir, 30.2 %. Esto indica
que podríamos estar frente a familias que han pertenecido al conjunto sin religión
al menos por dos generaciones, lo que incluye a la heterogeneidad propia de esta
categoría —creyente a su manera, espiritual pero sin iglesia, no practicante, ateo,
agnóstico, indiferente—. La Encreer 2016 permite confirmar esta perspectiva, ya
que sabemos que 43.8 % del grupo sin religión obtuvo sus convicciones de sus
abuelos o padres. La autonomía respecto a los regímenes de verdad y de creencia
fuera de una iglesia se confirma de algún modo, al saber también que casi cuatro
de cada diez personas en este grupo, 39.9 %, obtuvo sus convicciones religiosas
por cuenta propia.
146 Sin religión
En lo que se refiere a los ritos de paso, casi seis de cada diez personas del grupo
sin religión están bautizadas. Sin embargo, este grupo mantiene el índice más bajo
en relación con esta práctica, pues los católicos están bautizados en 97.8 % de los
casos; los bíblicos en 87.3 %, y los evangélicos en 83.1 %. La vigencia del bautismo
puede ser interpretada como un reflejo de su valor de referencia socialmente rele-
vante, aun entre el grupo de personas sin religión. Estas cifras contrastan de ma-
nera general en lo que se refiere al matrimonio, aunque no de manera particular
para el grupo sin religión, sino para todos los grupos. La categoría “sin religión” de
la Encreer 2016 es la que mantiene el menor índice de nupcialidad en todo el ám-
bito nacional, con alrededor de uno de cada diez contra casi seis de cada diez católi-
cos, casi cinco de cada diez bíblicos y casi cuatro de cada diez evangélicos. Este con-
traste entre grupos puede deberse menos a las doctrinas o características propias
de los grupos y más a un reflejo de lo que acontece con dichas prácticas en México,
en términos generales: el bautismo permanece aún entre los mexicanos, a diferen-
cia del matrimonio. El descenso de este último refleja su secularización, aunque su
tendencia a la baja se observa incluso en el matrimonio civil, lo cual indica que esta-
mos frente a una doble desinstitucionalización de la nupcialidad, que se registra al
menos desde los años noventa (Quilodrán, 2010: 186-189).
Las personas sin religión constituyen el grupo con menor grado de participa-
ción ritual en servicios religiosos como la misa o el culto, pues casi ocho de cada
diez nunca asisten a estos servicios, en contraste con los evangélicos, entre quienes
más de la mitad lo hace diariamente, y los católicos, entre quienes cerca de la mitad
asiste a misa cada semana. No obstante, el hecho de que al menos casi dos de cada
diez de los adscritos al grupo sin religión asistan a estos servicios en forma ocasio-
nal o en ocasiones importantes refrenda la importancia social que aún mantienen
ciertos rituales religiosos.
Diversidad religiosa 147
En este apartado nos referiremos a las prácticas religiosas que las personas sin reli-
gión señalaron en sus respuestas a la Encreer 2016, con el objetivo de mostrar dos
características principales de esta categoría. Por un lado, que la población iden-
tificada de este modo lleva a cabo una serie de prácticas religiosas y espirituales
aun cuando afirma estar separada de la institucionalidad y la pertenencia a alguna
religión o credo, y por el otro, que las prácticas que llevan a cabo los sujetos, si bien
no corresponden a las actividades rituales de las distintas religiones, dan muestra de
la apropiación de distintos referentes culturales y espirituales, los cuales dibujan sus
modos particulares de practicar a su manera.
En este sentido, advertimos que en el grupo sin religión existe una gama de prác-
ticas que forman parte de su forma individualizada o colectiva de practicar, aun sin
pertenecer a una religión. De acuerdo con los datos de la encuesta y de esta clasifica-
ción, la población sin religión presenta un perfil de práctica particular.
26.3 %
Lectura y estudios bíblicos
52.6 %
8.4 %
Peregrinaciones a santuarios
51.5 %
6.0 %
Ritual indígena, danza o baño de temazcal
5.8 %
7.6 %
Recepción del Espíritu Santo y sus dones
33.4 %
8.0 %
Yoga, meditación o alguna otra técnica espiritual oriental
5.7 %
5.8 %
Cadenas de oración en Internet o por celular o dispositivo móvil
13.4 %
6.3 %
Contacto con ángel guardián 13 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
Como se observa en la gráfica 4.8, en este grupo destacan dos prácticas: las lec-
turas bíblicas y las limpias. La primera revela que esta población, aun cuando no ma-
nifiesta una pertenencia a una religión específica, tampoco evita el acercamiento y
conocimiento de los textos sagrados para tener una forma particular de practicar. La
segunda, que forma parte de las prácticas indígenas enfocadas en la sanación y la pro-
tección, muchas veces se ha visto como una práctica alejada de lo religioso y lo espiri-
tual, pero en este caso se lleva a cabo desde narrativas neoesotéricas separadas de la
religión.
Por otro lado, atendiendo al cruce desde el cual se identifica a las personas
sin religión respecto a la razón por la cual deciden definirse de esta manera, nota-
mos que entre esta población la lectura de la Biblia y las limpias son practicadas por
aquellos que afirman ser espirituales pero no religiosos, así como por aquellos que
aceptan realizar estudios bíblicos de manera independiente a los credos y prácticas
eclesiales.
En el otro extremo, las prácticas que menos se realizan son los rituales indígenas,
con solo 5.8 %, y las cadenas de oración, con solo 5.9 %.10 La primera es practicada
en su mayoría por aquellos que leen la Biblia de manera independiente; mientras que
la segunda, por aquellos para quienes todas las religiones son falsas.
A partir de estos datos se advierte que la población sin religión no solo con-
serva prácticas religiosas y espirituales, y cuáles son las más frecuentes; sino que sus
prácticas se configuran a partir de elementos separados de una matriz eclesial, que
responden a necesidades concretas de los no afiliados.
10 Hay que hacer notar que la pregunta sobre rituales indígenas de la Encreer 2016 señala, lite-
ralmente, “ritual indígena, danza o baño de temazcal”, pregunta que tiene más sentido para
los practicantes de la neomexicanidad que para los indígenas. Esto podría explicar el hecho
de que el grupo sin religión tenga el mayor porcentaje de diversidad étnica y practicantes de
“el costumbre”, pero el menor número de personas que practican rituales indígenas.
Diversidad religiosa 149
24.7 %
Contacto con extraterrestres
13.2 %
46.9 %
Diablo
54.6 %
28.2 %
Fantasmas, aparecidos, espíritus chocarreros
25.3 %
24.7 %
Virgen de Guadalupe
80.7 %
33.7 %
La Biblia como fuente de verdad absoluta
79 %
35.2 %
El poder del Espíritu Santo
87.6 %
33.8 %
Vida eterna 73.8 %
30.8 %
Reencarnación (vivir otras vidas después de la muerte)
53.5 %
71.4 %
Dios o un ser supremo
97.2 %
0% 20 % 40 % 60 % 80 % 100 %
símbolo profano que ha adquirido significación incluso más allá de lo religioso. Por
otro lado, están presentes diversas creencias que responden a distintos sistemas re-
ligiosos; la importancia de la Biblia como texto sagrado, el Espíritu Santo y la vida
eterna forman parte de las creencias de las personas sin religión.
Cuando se miran con detenimiento los datos de la Encreer 2016, a partir de las
razones por las cuales los encuestados se adscriben al grupo sin religión, notamos
algunos elementos interesantes: por un lado, la creencia en Dios es más recurrida
por aquellos que afirman estar buscando alguna religión que los convenza; por el
otro, el diablo es una creencia de aquellos que dicen practicar “el costumbre”, así
como de los que practican la lectura de la Biblia de manera independiente; y en re-
lación con esta segunda creencia, observamos que la práctica y la creencia traban
una relación estrecha entre sí y con el hecho religioso, incluso entre la población
sin religión.
En cuanto a creencias como la reencarnación, la vida eterna, los dones del
Espíritu Santo, la Virgen de Guadalupe y los fantasmas, todas tienen la marca
150 Sin religión
dominante de aquellos que afirman practicar “el costumbre”. Los datos de la en-
cuesta no nos permiten analizar de manera cualitativa qué significa esta práctica
para la población sin religión; sin embargo, a manera de hipótesis, se puede soste-
ner que es una culturización de las religiones, como en el caso del catolicismo, en el
cual circula una serie de conocimientos a partir de un sistema que ha sobrepasado
los límites de lo religioso para anclarse en el imaginario social y mantener así su vi-
gencia y su circulación como ordenamiento cultural.
Por último, la creencia que destaca por su poca insistencia y por la identificación
de aquellos que se asumen como librepensadores es el contacto con extraterrestres.
Esta creencia en particular se presenta de manera independiente de las otras, quizá
porque es la que más se aleja del ámbito eclesial y se relaciona con creencias secula-
res. Aun así, el resultado es revelador y útil para identificar los perfiles de los sujetos
que se asumen como seguidores de esta creencia, aunque todavía podría indagarse
más sobre el sentido que adquiere para quienes señalan esta respuesta.
abiertamente en la política, y una cuarta parte —es decir, 25 %— estaría de acuerdo
con que las iglesias fueran propietarias de medios de comunicación masiva. En to-
dos estos rubros se expresa que la mayoría de las personas sin religión respalda el
valor del principio de laicidad que ha regulado y normado la división de esferas en-
tre las actividades eclesiásticas o confesionales de las iglesias y los ámbitos políticos
en México.
Conclusiones
155
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Sitios de Internet
171
172 Acerca de los autores
Ariel Corpus
Candidato a doctor en Antropología por la Universidad Nacional
Autónoma de México (unam). Profesor en la Facultad de Filosofía y
Letras de la unam, forma parte del Consejo de la Red de Investigado-
res del Fenómeno Religioso en México. Sus líneas de investigación son
los estudios históricos y antropológicos del protestantismo, la relación
entre juventud y religión, y las problemáticas del Estado laico. Entre
sus publicaciones se encuentran: “Y dijo Dios: sea el metal. Metaleros
cristianos en la Ciudad de México: su música, sus formas de interac-
ción y la construcción de su imagen” (en Luis Jesús Martínez Gómez
y Genaro Zalpa, Miradas multidisciplinarias a la diversidad religiosa
mexicana, El Colegio de México/Juan Pablos Editor, 2016); con Car-
los Garma Navarro, “Generación y juventud evangélica en México”
(en Alfredo Nateras Domínguez, Juventudes situadas y resistencias
afectivas, tomo 3, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa/
Gedisa, en prensa).
Renée de la Torre
Doctora en Antropología Social por el Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) y la Universidad
de Guadalajara. Profesora-investigadora del ciesas Occidente. Miem-
bro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 3. Cofundadora y
miembro del Comité Académico de la Red de Investigadores del Fe-
nómeno Religioso en México. Representante de México en asociacio-
nes internacionales como la International Society for the Sociology
of Religion y la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del
Mercosur. Su principal tema de investigación es las transformaciones
y recomposiciones del campo religioso en México. Entre sus publica-
ciones como coautora se encuentran: Una ciudad donde habitan mu-
chos dioses. Cartografía religiosa de Guadalajara (ciesas, 2011); Creer
y practicar en México. Comparación de tres encuestas sobre religiosidad
(ciesas, 2014).
Diversidad religiosa 173
Genaro Zalpa
Doctor en Sociología por la Universidad de York, Inglaterra. Profesor-
investigador del Departamento de Sociología y Antropología de la
Universidad Autónoma de Aguascalientes (uaa). Líder del cuerpo
académico de estudios sobre cultura contemporánea. Pertenece
al Consejo Académico de la Red de Investigadores del Fenómeno
Religioso en México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores,
nivel 2. Sus líneas de investigación son cultura religiosa; cultura y vida
cotidiana. Entre sus publicaciones como autor o editor se encuentran:
Enciclopedia de las religiones en México (uaa, 2014); ¿No habrá manera
de arreglarnos? Corrupción y cultura en México (Nostra, 2013).
Reconfiguración de las identidades religiosas en México
Análisis de la Encuesta Nacional sobre Creencias
y Prácticas Religiosas, Encreer 2016
Tomo II. Diversidad religiosa