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eS Diss eubiert: Nacho Soriano “Tilo orginal The History and Philosophy of Socal Science “Traduecin de JIM, ALVAREZ FLonez ec: sepsiembre 1995 © 1991: 1,8. Gordon Derechos exclusvos de edicin en espaol reservados para todo el mundo Y propiedad dela waduccin: (11995: Editorial Ariel, 8. A. Coreg, 270 - 08008 Barcelona ISBN: 84-344-0505-9, Depésito legal: B. 34.021 - 1995 Inpro en Espaia ingun ped ent publican ted neo Uelecabrs, pude sr roduc, macnn tne mane lgy po iain meio, yasen ele, ‘unico, mesic, ice de rts de foc ‘hn pemiopenio dled. PREFACIO Alfred North Whitehead coment6 una vez que «na ciencia que se resiste a olvidar a sus fundadores esté perdida». Daniel J. Boorstin afirma que «una expo- sicin del surgimiento de las ciencias sociales implica ni mas ni menos que una visién panordmica de la historia europea moderna». Si compartiese sin reservas estos puntos de vista, no habrfa escrito este libro porque, de acuerdo con Boorstin, estaria muy por encima de mi capacidad y, de acuerdo con Whitehead, contraven- y a la «sociologia». Las opiniones de Neurath tienen cierto interés especial para nosotros porque era un socidlogo profesional, y puede considerarse quizés que aportan cierta in- formacién de interés hist6rico sobre la visin del Cireulo de Viena sobre las cien- cias sociales © ayudan, al menos, a explicar los comentarios esporddicos sobre ellas que aparecen en el manifiesto. Pero el papel de Neurath como principal agente propagandistico del Circuto plantea una cuestiOn que va bastante més alld de su intento de establecer los eéinones de Ia investigacién cientifica. Términos como «cientifico» y «significativo» no son meramente descriptivos, incluyen connotaciones valorativas que califican algo como meritorio, como merecedor de admiracién y emulaci6n. Pero la gente no tiene por qué obtener na licencia de cierta autoridad trascendente para utilizar esas palabras, de modo que puede utilizarlas, si le apetece, para la propaganda ideol6gica, intentando per- suadir por medio de un etiquetaje declarativo, sin utilizar argumentos razonados © pruebas empiricas. No podemos evitar hacer valoraciones, tanto en ta tarea cientifica como en otras facetas de la vida, pero la empresa cognitiva no prospera cuando se utilizan las palabras como banderas para efectuar una identificacién in- ‘mediata de las partes opuestas en una disputa que se interpreta como una lucha ‘maniquea entre as fuerzas del bien y del mal por el control del mundo. Conviene decir que los primeros positivistas, aunque insistian en que un lenguaje significa- tivo no debe utilizar términos valorativos ni emotivos, no eludié el uso de esos términos para defender las pretensiones hegeménicas de su filosofia. La orientacién lingifstica del Citeulo de Viena condujo a un callej6n sin sa- lida, no porque no se ajustara a sus propios cénones del lenguje significativo, sino porque el programa positivista dej6 de centrarse en los métodos de Ia investiga- ci6n cientifica para centrarse en las proposiciones verbales utilizadas en el dis- curso cientifico. La epistemologfa pas6 a reducirse al estudio lingtfstico de ta sintaxis y de la semantica. Los analistas lingtisticos, inspirados por el posit vvismo, hicieron aportaciones significativas, pero las proposiciones sobre entida- des del mundo real no son las entidades mismas. Los positivistas, al centrarse en Jas implicaciones linguiticas de sus doctrinas, abandonaron su empirismo y la fi- losofia positivista degeners en discursos escolisticos atenuados sobre c6mo debe- rfan hablar los cientificos de lo que hacen, Neurath y Carnap rechazaron incluso la idea de que sean verificables por Ia experiencia las proposiciones cientificas lingtistias, sosteniendo que un complejo de proposiciones de este tipo es autove- rificable si los miembros del complejo se apoyan entre sf La «verdad» de una sola proposicién es, segtin este punto de vista, simplemente su «significado» en el 638 HISTORIA ¥ FILOSOFIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES complejo. Esta posicién convierte, en realidad, la coherencia verbal del discurso lingiistco en et criterio epistémico dominante de fa ciencia,afirma la primacta de las definiciones y degrada los datos de los sentidos a un papel menor, como mi- cho, No se logré el objetivo del Circulo de Viena de fundir las tres tradiciones de deduetivismo euclidiano, empirismo y lingifstica en una filosofia de la ciencia completa, universal e indiscutible. Uno de los inconvenientes més graves del primer positivismo fue que no pa- recfa admitir ningtin criterio que permitiera establecer el campo de una investiga- cign cientifia diferenciando los factores relevantes de los irelevantes. {COmo se puede decidir sin utilizar una teoria causal, por ejemplo, que no es necesario tener en cuenta la densidad de Marte cuando se investiga la formula de la motécula de ADN? La astrologia, que los positivistas menospreciaron, utiliza conceptos que aluden a fenémenos observables. ;Cémo pueden rechazarse sus proposiciones sin utilizar una concepcién metafisica a priori de la realidad que nos permita consi- derar las posiciones de los planetas intrascendentes para los acontecimientos hu- ‘manos? De acuerdo con los cénones del Circulo de Viena, habrfa que deseribir todo lo que es observable para describir cualquier cosa. Este requisito significarfa el fin de la investigacién racional, no su progreso. El reconocimiento de! papel imprescindible de la teoria en la investigacién cientifica condyjo a la reformulacién del positivismo como una doctrina episté- ‘mica que se centra en la explicacién de una clase delimitada de fenomenos por medio de procedimientos en los que se utlizan pruebas empiticas para comprobar la validez de proposiciones te6ricas relativas a vinculaciones causales. Como in- dicamos al considerar el modelo INIS de causalidad (véase el capitulo 3, apartado 1.3) no es posible explicar ninggin fendmeno del mundo real remitiéndolo a un solo factor causal, puesto que todos los fenémenos se deben a un conjunto de fac- tores. Puede decirse que el rayo es la causa de un incendio forestal en una explica- cin abreviada, pero una exposicién completa tendrfa que enumerar los otros factores necesarios, como la sequia, la presencia de material combustible, ete. En ‘un famoso articulo publicado en 1948 («The Logic of Explanation», Philosophy of Science), Carl Hempel y Paul Oppenheim afirmaban que una relacién plena de ‘ese fendmeno tendria que incluir también una exposiciGn de las «leyes rectoras» relevantes, como, por ejemplo, que cuando Ia temperatura de la madera seca se eleva por encima de los cuatrocientos grados centfgrados empieza a oxidarse muy de prisa, Las proposiciones universales 0 «leyes» son components necesatios de nexplicacién cansal, incluso en fendmenos singulares como un incendio forestal determinado, Pero ;c6mo conseguimos esas leyes rectoras generales? No son ge- neralizaciones derivadas de la observacién inmediata. Son hipstesis teéricas que, {junto con otras condiciones postuladas, nos permiten extraerciertas conclusiones que se refieren a fenémenos observables. Ast, segtin la argumentacién, pueden verificarse las leyes a través de los datos sensoriales. Por ejemplo, el que se pro- dduzea un incendio forestal, y muchos otros hechos singulares, incluyendo los pro- ducidos en experimentos de laboratorio, cerifica la veracidad de la ley general de LOS FUNDAMENTOS DELA CIENCIA 639 que la madera empieza a oxidarse muy de prisa cuando su temperatura se eleva por encima de los cuatrocientos grados centfgrados. Una reformulacién del positi- ‘yismo que aleanz6 aceptacién generalizada consideraba que Ia explicacién cienti- fica era una forma de argumentacién que utilizaba leyes de cobertura generales gue, aunque «hipotéticas», eran legitimas porque habian sido verificadas, indiree- tamente, por experiencia empitica Esta filosofia de la ciencia no era nueva. Sus elementos bisicos los habia ex- puesto un siglo antes (entre otros) John Stuart Mill, en su Sistema de légica (1843). ‘Ademés, muchos cienificos practicantes afirmaban explicitamente doctrinas epis- (micas equivalentes o se regian implicitamente por ellas. Esto no resta importancia alguna a la argumentacién de Hempel. En vista de las tesis del Citculo de Viena y de la insistencia con que afirmaban que habian situado la epistemologia en Ia diree- ‘cin correcta, era necesatia una reformutacién de lo que era, en realidad, una tesis ortodoxa bien establecida. Los ataques a la formulacién de la epistemologia positi- vista hempeliana se produjeron en Ia década de 1950 y tuvieron profundas tepercu- siones en la filosoffa de la ciencia. La doctrina del Circulo de Viena fue una moda cexoéntrica y autodestractora en la historia de Ia epistemologia, pero el «modelo de- ductivo-nomol6gico» hempeliano tenfa credenciales més antiguas y més s6lidas. Su ccafda inauguré un perfodo en el que se ha producido un volumen explosivo de lite- ratura en el campo de la filosofia de la ciencia, en la que se han propuesto numero- sos entiogues novedosos aunque no haya aparecido, hasta el momento, ninguna proposicién aceptada de forma general sobre los fundamentos del conocimiento cientifico. La forma basica del modelo deductivo-nomolégico es equivalente a la del si- logismo atistotélico, que ya examinamos en el capftulo 3, apartado 1.2. Tiene tres partes: 1) una proposicién que se postula como universalmente verdadera para una clase de fenémenos, es decir, una ley general que abarca a todos los miem- bros de esa clase; 2) una proposicién que afirma que un fenémeno concreto perte- nece a esa clase, y 3) una proposicidn que se deriva de 1) y 2) por deduccién logica. Si decimos, por ejemplo, que 1) «todos los cisnes son blancos»; que 2) «auna entidad conereta es un cisne>; de eso se sigue 3) que «la entidad es blancay. La l6gica formal de este procedimiento es impecable, pero la verdad empirica de 3) se apoya en la verdad empftica de 1) y 2), Estas dos premisas son probleméti- cas. Las entidades particulares no se distribuyen elas mismas naturalmente en clases de una forma clara; un sistema de clasificacién es un artilugio humano que se impone a los datos de la observacién. Asf pues, proposiciones como la 2) no son puramente empiricas, contienen un componente «tesrico», 0, como dicen al- ‘gumos fildsofos, las observaciones empiricas estin «cargadas de teoria». Con- Viene que aplacemos el anélisis de este problema hasta mas adelante, y que nos Centremos aqui en proposiciones como la 1), sobre las cuales se afirma ia existen- cia de leyes universal. Para mantener la certeza empirica de conclusiones obtenidas por el procedi- miento deductivo-nomol6gico, la premisa de la ley universal debe ser empfrica- 640 HISTORIA Y FILOSOFIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES mente cierta. Decir que «muchos» o incluso la «mayorfay de los cisnes son blancos, no serd suficiente. No es siquiera formalmente suficiente decir que todos los cisnes que se han observado hasta ahora han sido blancos, puesto que hay, y hha habido, muchos cisnes no observados en el mundo, y, por supuesto, los cisnes futuros no son observables. En realidad, esta proposicin universal concreta tavo que abandonarse cuando se hallaron cisnes negros en Australia, No tenemos nin- ‘una seguridad de que una proposicién empfrica universal sea més segura que la proposicién anterior sobre la blancura de los cisnes. El «problema de la induc- cién>, como ha venidlo a lamarse, demuestra que la premisa de la ley en el mo- delo deductivo-nomolégico no es segura. Carl Popper, explicando que este problema es insuperable, sostenfa que si a ciencia ha de ser empitica, sus supues- tas «eyes» deben ser consideradas hipétesis provisionales. Popper exageré enor- ‘memente sus diferencias con el Circulo de Viena en sus primeros escritos, quizés debido en parte a su feroz hostiidad hacia el marxismo que Neurath habja intro- en econor PPero el marco de la proposicién de Popper era que, en la €poca en que la formu, la filosofia del Cireulo de Viena estaba alcanzando répidamente una posicidn he- geménica. El libro de Popper, Logik der Forschung, publicado en 1934 (tradu- cido al inglés con el titulo The Logic of Scientific Discovery, 1959), no s6lo fue ‘un ataque al Circulo de Viena, sino también la exposicton de una epistemologia alternativa, Las tesis de Popper tuvicron escasa repercusién inicialmente pero, a ‘medida que se fueron haciendo patentes los inconvenientes del positivismo, fil6- sofos y cientificos empezaron a adoptar de forma general la epistemologfa poppe- riana, Entre los economistas de habla inglesa la introdujo el libro de T. W. Hutchison, The Significance and Basic Postulates of Economic Theory en 1938, ¥ en 1980 Mark Blaug pudo argumentar con considerable plausibitidad, en The Me- thodology of Economics, que el falsacionismo popperiano eta la filosofia de Ia ciencia que aceptaban la mayoria de los economistas, aunque comentaba que no solfan practicar sus preceptos. En ciencias naturales se adopt6 también la episte- ‘mologfa popperiana (véase, por ejemplo, el anilisis de la filosofia de la biologia de Francisco J. Ayala en el capftalo 16 de Theodosius J. Dobzhansky et al., Evo- lution, 197). La tesis de Popper de que la ciencia acta falsando las teorfas result6 ser, sin «embargo, tan defectuosa como la afirmacién de que procede estableciendo prue- bas empiricas que pueden verificar esas teorias. El mticleo del problema es, de nuevo, el hecho de que un anilisis causal entrafa atribuir una observacién feno- ‘ménica a un conjunto de condiciones. La ley universal de que la madera arde ccuando su temperatura supera los cuatrocientos grados centfgrados es un ele- mento necesario de ese conjunto, pero no es Iégicamente suficiente, por si solo, para predecir un incendio forestal. Si cae un rayo, 0 se arroja una cerilla encen- dida, hay una hoguera mal cuidada, o incluso si se produce Ia actuacién delibe- rada de un pirémano, y no se inicia un incendio forestal, es0 no demuestra de 642 HISTORIA Y FILOSOFIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES modo concluyente que la ley haya de ser falsa, puesto que el fallo puede deberse a la ausencia de otros factores necesarios. Esto lo habia expuesto en 1906, una ge- neracién antes de la Logik de Popper, Pierre Duhem, y lo reformulé Willard van ‘Orman Quine en 1951. La tesis «Duhem-Quine», como se le lama hoy, no dice que no sirva de nada falsar las observaciones para valorar una teorfa, pero es un argumento suficiente contra la tesis de que esas observaciones son prueba concl- yente de que la teoria es errénea. Popper rechaz6 esta tesis en su Logik, pero ad- ‘mitié més tarde que la prueba empirica sélo puede demostrar un conjunto de proposiciones y modificé su argumento de la falsacién, afirmando, muy significa- tivamente, qué no puede rechazarse una teoria a menos que se disponga de otra que sea mejor, segiin ciertos criterios que intent6 establecer. Era una concesién importante, porque entrafiaba, en realidad, la idea de que el conocimiento cienti- fico crece por medio de un enfrentamiento de teorfas alternativas, no simplemente por una confrontacién entre teorfa y prueba empiric. Solo hemos considerado hasta ahora la {6gica de Ia explicacién y la confir- maci6n cientficas. Hubo otro ataque procedente de un sector distinto que ponta en duda a fiabilidad de los propios datos sensoriales. Nadie se atreveria a decir 4ue las observaciones empfticas estén completamente libres de error. La ciencia puede lidiar con eso, a través de una mejor instrumentalizaciGn, de observaciones ‘miltiples, de métodos perfeccionados de recopilacién estadistica etc. Pero gy las observaciones, independientemente de c6mo se hayan efectuado, estin orien- tadas por una teoria a priori? En esta circunstancia, la teorfa no puede ser v cada ni falsada por los datos objetivos, porque los supuestos «datos» estén entremezclados con la teoria que ha de probarse. Algunos fildsofos, sobre todo Norwood Russell Hanson (Patterns of Discovery, 1958), afirmaron que este pro- blema era ubicuo e insuperable. No hay datos objetivos libres de teorfa, y no es posible conseguir que los datos objetivos se iberen de ella, puesto que es necesa- tia una teorfa del tipo que sea para hacer cualquier observacién objetiva. La idea de que las teorfas pueden comprobarse a través de pruebas empiricas indepen- dientes debe abandonarse. Esta argumentacién, que parecia estar apoyada por descubrimientos psicol6gicos ademas de por consideraciones filoséficas, asest6 el coup de grace a todas las versiones de la epistemologfa positivista, ineluida la de Popper, y puso en duda en realidad la posibilidad misma de edificar un cuerpo “objetivo de conocimiento cientifico. Da la impresi6n de que este problema seria bastante grave si se interpretara la empresa de la ciencia como la formulacién de teorfas que se verifican por prue- bas empiricas, © que no son al menos refutadas por ellas. El problema resulta atin ‘més grave si uno adopta el punto de vista de que el papel de la prueba empfrica no ¢s verificar una sola teorfa, sino permitimnos elegir entre teorias alternativas. Por ejemplo, Louis Althusser sostenia que no es posible elegir entre las teorfas econ6- micas de David Ricardo y de Carl Marx porque no son conmensurables, ya que cada una de ellas tiene sus propias normas de validez (Reading Capital, 1970) De acuerdo con este punto de vista, considerar que la teorfa del valor ricardiana y {LOS FUNDAMENTOS DELLA CIENCIA 643 Ja marxiana han sido falsadas por la misma prucba empirica (que Ia proporcién capital-trabajo no es uniforme en todas las industrias; véanse los capitulos 9, apartado 1, y 13, apartado 4.1) representa un fallo en la interpretaci6n de la natu- raleza de la investigacién cientifica, W. V. O. Quine formulé este problema més ‘concretamente en los términos de la epistemologéa normal, sin recurrir a la idea de que las observaciones estin cargadas de teorfa, como la «tesis de Ia indetermi nacién». Esta tesis sostiene, expuesto brevemente, que si pueden explicar un fe- némeno mas de un conjunto de factores causales, la observacién empitica de él no pede decimos qué conjunto es operativo, aunque sea totalmente objetiva y no esté cargada de teoria, Consideremos, por ejemplo, un problema de diagn6stico médico. Segtin Ia teoriafisiol6gica, una hinchaz6n dolorosa de la articulacién del tobillo podria deberse a a) una lesién, b) una infeccién bacterial o vitica, c) una enfermedad de autoinmunizacién como la artis, o d) un céncer en la sangre (leucemia). Se trata de procesos biol6gicos completamente distintos. Los datos de In observaci6n (la hinchaz6n) son insuficientes para determinar cull de ellos es la causa de la hinchaz6n, A la medicina modema no le desconcierta este tipo de am- bigtiedad, ya que se pueden efectuar otras observaciones para reducir las posibil dades y, en muchos casos, limitarlas a una. Pero Ia tesis de Quine es que et problema bdsico no es un problema empftico, sino un problema epistémico, dado que siempre es posible postular teorfas adicionales que pueden explicar el fend- ‘meno. Con un poco de inventiva teérica podemos aiadir a la lista anterior cosas como ¢) contaminacién ambiental, f) trauma sexual de infancia, g) 1a conjunci6n de dos planetas, y i) brujerfa. zCémo elegimos, entonces, entre las teorfas tiva- les? Algunas teorias, por ejemplo f) y 2), podrfan rechazarse basdndose en que se apoyan en presunciones metafisicas inaceptables, por muy convencido que tno pudiera estar de que era asf, no podria demostrarlo; pero incluso la opeién de una ontologfa mecanicista severamente limitada no eliminaria el problema de la inde- terminacién, puesto que puede postularse un niimero ilimitado de explicaciones ‘mecanicistas. Popper intent6 resolver el problema de Ia seleccién de teorfa esta- bleciendo criterios que comparasen teorfasrivales segin su «valor de verdad. La tentativa fracas6 y hoy parece evidente que han de utilizarse criterios de otto tipo. Un criterio de eleceién de teorfa con una larga tradicién en la filosofia de la ciencia, que se remonta como minimo hasta el herético William de Ockham del siglo xIv, afirma que, entre teorfas igualmente explicativas, la mejor es la mas simple, Pero no tenemos ninguna justificacién para creer que el mundo sea sim- ple, o, como dijo Newton, que «a la naturaleza le agrada la simplicidad, de modo que una teorfa simple no tiene por qué ser necesariamente mejor que una com- pleja como representacién de la realidad. Algunos fil6sofos han dicho que la sim- plicidad es un criterio estético vilido de eleccién de teorfa, pero .qué tienen que ver los juicios de valor estéticos con la precisién veridica? El poeta romntico John Keats escribi6: «Belleza es verdad, verdad, belleza... eso es todo To que bes en la tierra y todo lo que necesitas saber.» Buena litica, pero mala filosofia ‘Sin embargo, la simplicidad puede defenderse basindose en otras razones si se HISTORIA Y FILOSOFIA DEAS CIENCIAS SOCIALES adopta la idea, en la que es posible que pensase Ockham, de que las teorfas no es preciso que sean necesariamente modelos que representen la realidad, sino que pueden ser interpretaciones que sirven para hacerlainteligible para la mente hu- mana, Dado que tenemos unas capacidades intelectuales limitadas, las teorias simples son mejor desde el punto de vista pragmatico que otras teorfas complejas igualmente explicativas. De hecho, un modelo perfecto de representaci6n, si pu- diera construirse, serfainevitablemente tan incomprensible como la propia real- dad. Algunos modelos macroecondmicos modernos, que consisten en centenares de ecuaciones, aunque no Hleguen a captar atin, ni mucho menos, la complejidad de Iaeconomia, parecen haber alcanzado ya el limite de la inteligibilidad. El ordena- dor imprime las soluciones a las ecuaciones, pero quienes lo manejan tienen dif caltades para explicar el porgué de esos resultados en términos econdmicos (en vvez de matemiticos). El crtetio de simplicidad, que acepta con ecuanimidad que las teorfas sean «irealistas», se basa en Ia idea de que las teorfas son creaciones hhumanas que persiguen fines utilitarios. Volveremos sobre esta cuestin ms ade- ante. 'Nos hemos centrado hasta ahora en Ios fallos de la epistemologia ultraempi- rista expuesta por los fildsofos def Citeulo de Viena, en su reformulacién por Hempel y otros en el modelo de explicacién cientifica «deductivo-nomolégico», yen latesis de Popper de que puede elaborarse progresivamente un cuerpo de co- nocimientos seguros utilizando la informacién proporcionada por la refutacién cempitica de hipétesis conjeturales. Pero la presencia de un fallo en una tesis epis- témica no es fatal, excepto que se adopte la idea perfeccionista de que lo que se cree sobre el mundo constituye conocimiento cientitico s6lo si hay bases empfti- cas objetivas para considerarlo absolutamente fuera de duda. Para el no perfeccio- nista, el problema consiste en: zhasta qué punto son importantes estos fallos epistémicos para la empresa de la ciencia? Al considerar esta cuestién nos centra- remos en el «problema de la induccién» y en la idea de que todas las observacio- nes estén «eargadas de teorfan Por lo que se refiere alos cientificos, parece que el problema de la induecién no se acepta ni siquiera como una precaucién, mucho menos asin como una ba- sera infranqueable para el progreso. Un cientifico utilizar en caso necesatio, ningsin escripulo, el «niimero de Avogadro», que, aunque se calculé a partir de una serie limitada de casos especificos, afirma que todos los gases contienen, a igual presiGn y temperatura, seis mil veimitrés por diez elevado a veintitrés molé- ceulas por peso molecular en gramos. En cualquier manual de fisica y quimica hay literalmente cientos de miles de estas proposiciones muméricas tuniversales para ‘compuestos y elementos particulates: puntos de fusi6n, puntos de ebullici6n, so- Iubilidades, densidades, éngulos de difraccién de rayos X, etc, la mayorta de las cuales ni siquiera matizan con un més 0 menos. Los bi6logos han estudiado inten- sivamente la genética de s6lo un pequeiio mimero de especies orgéinicas, pero ha- «cen proposiciones universales sobre las leyes generales de la transmisi6n genética ‘con una seguridad s6lo ligeramente inferior a la de los fisicos cuando dicen que LOS FUNDAMENTOS DELA CIENCIA 645 todo el cobre tiene Ia misma conductividad térmica. El cientifico no considera en su trabajo un problema la deduccién, es evidente. {Se equivocan los cientificos al actuar asi? Un momento de reflexién basta para indicarnos que si los cientificos tuvieran que atenerse a la descalificacién de las proposiciones empiricas univer- sales, el trabajo de la investigacién cientffica no sélo no progresaria, sino que se paralizarfa, Si un fil6sofo dijera a un cientifico que no tiene ninguna justifieacién para afirmar que el punto de fusién del oro es de 1.064,43 grados centigrados por- que no ha fundido todo el oro del universo, el cientifico estaria perfectamente jus- tificado para mandarle secamente al cuerno. No hay razén, sino abuso de raz6n en lo de insist en que no deberia formu- larse ninguna proposicién universal sobre ninguna clase de fenémenos a menos que se hubieran examinado todos los miembros de esa clase. Lo mas que puede exigir razonablemente el empiristafilos6fico es que consideremos esas proposi- ciones inferencias extraidas de una experiencia fimitada que deben generalizarse como probablemente ciertas de modo universal, y reconocer que pueden adop- tarse proposiciones generales diferentes con diferentes grados de seguridad, ex- cluyendo s6lo los extremos de probabilidad de cero y uno. Esto lo reconocié hace ims de un siglo W. S. Jevons, que afirmé que «la teorfa de la probabilidad es una parte esencial del método I6gico», porque «ninguna conclusién inductiva es mas que probable» (Principles of Science, 1874, p. vi), € implicitamente John Stuart Miill al sostener que todas las leyes generales, como las utilizadas en economia, son proposiciones de «tendencia» («On the Definition of Political Economy and on the Method of Investigation Proper to It», Essays on some Unsettled Questions in Political Economy, 1844). Carl Hempel ampli6 su modelo de ley de cobertura de la explicacién cientifica para incluir explicaciones basadas en proposiciones- leyes estadisticas («The Logie of Functional Analysis», en Llewellyn Gross, ed. Symposium on Sociological Theory, 1959), reduciendo asi notablemente el peso del «problema de la induccién». Ronald N. Giere apunta, en un manual muy utili zado sobre el método cientifico, respecto a la ley del péndulo de Galileo, que «la generalizacién “todos los péndulos reales cumplen la ley de Galileo falsa, Pero Ia hipétesis de que la mayoria de los péndulos reales cumplen aproxi- ‘madamente Ia ley puede ser verdadera. Esto es, en realidad, todo lo que exige la ciencia». Esta opinién, que susttuye Ia exigencia ut6pica de certeza por la uilitae rista de idoneidad explicativa, ha sido propuesta por filésofos como Abraham Ka- plan y Bas C. Van Fraassen, Plantea algunos problemas especiales a toda ciencia ceuyos descubrimientos se utiicen como guia para la accién, ya que la teorfa de la probabilidad no nos dice por sf sola qué riesgo estarfamos dispuestos a correr al aceptar una teoria falsa 0 rechazar una verdadera (esta cuestin se analizaré més adelante, en el apartado 2.3). Pero, por lo que se refiere al célebre problema de la induccién, los cientificos practicantes tienen raz6n de no preocuparse, y no interesarse demasiado por si las hipstesis te6ricas deberian ser verificadas 0 fal- sadas. Ninguna de ambas cosas puede aportar conocimiento seguro, pero los procedimientos imperfectos de confirmacién y de falsaci6n pueden aportar am- 646 HISTORIA Y FILOSOFIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES bos pruebas empiricas que pueden utilizarse para sustentar nuestra cognicién del mundo. La idea de que las observaciones estén «cargadas de teorfa» es un ataque iis grave y de més largo alcance al método cientifico porque viene a decir que, en realidad, no podemos confiar en la informacién que suministran los datos sen- soriales. David Hume inicié el largo debate sobre la induecién indicando que la observaciGn de entidades particulares no justifica la formulacién de proposiciones universales sobre todos los miembros de la clase a la que pertenecen; Russell Hanson y otros afirman que no podemos afirmar siquiera que sean validas las ob- servaciones particulares, porque las observaciones estén inevitablemente contro- ladas por teorfas previas. Los datos empiticos estén sometidos no s6lo a los etrores distribuidos al azar que surgen de la precisién imperfecta de la medici6n, sino al prejuicio sistemdtico inevitable. Peto la importancia de este problema, una vez, examinado, se reduce también considerablemente (hay eriticas incisivas de la tesis hansoniana en Israel Scheffler, Science and Subjectivity, 1982, especial- ‘mente el cap. 2, ¢ lan Hacking, Representing and Intervening, 1983, cap. 10). El quid de la cuesti6n es que la palabra «teoria» de Ia frase «cargada de teorfa» se utiliza de una forma imprecisa, ya que no se diferencia entre una serie de tipos de controles completamente diferentes que pueden imponerse a las observaciones objetivas. En la polémica sobre este tema que se ha producido en atfos recientes se han propuesto cinco tesis distntas, aunque se confundan a menudo. 1) Las observaciones estén cargadas de conceptos. Para efectuar una observacién empirica tenemos que servirnos de conceptos genéricos que permitan ordenar las sensaciones que percibimos. Cuando miro a mi alrededor en este mo- mento veo cosas como un ordenador, libros, archivadores, ventanas; oigo el ven~ tilador y un coche que pasa; huelo café; ec., etc. Las sensaciones se clasifican por ‘medio de conceptos que he aprendido a utilizar, como «ventilador» y «ventana» En la investigacién cientfica también utilizamos estos conceptos ordenadores. Un quimico puede observar «anillos de benceno», un economista «importacio- nes» y «exportaciones», y un socilogo «delincuencia», s6lo porque cada uno de ellos sabe ya cémo identificar lo que observa. En ciencia, estos conceptos son «te6ricos» porque se derivan de una teorfa sobre el mundo. Ast, por ejemplo, el concepto de «flogisto», que formé parte de una teor‘a explicativa del mecanismo de Ia combustién, no se utiliza ya. En su lugar, los cientificos hablan de , que reflejaba los intereses de clase de los bidlogos occidentales, no se expuso él mismo a la tesis paralela de que su aceptacién de los puntos de vista de Lysenko sobre genética reflejaban los intereses de la clase dirigente de un Estado comunista’ Por suerte, este juego de «donde las dan las toman» epistémico, no es todo lo que se puede hacer para contradecir tales afirmaciones. El lysenkismo se desmoron6 por st incapacidad para servir como fundamento a un programa de investigacién empirica positivo cn biologta, y porque no consiguié los resultados pricticos predichos cuando se aplicé ala agricultura soviética, 5) _Las observaciones estén cargadas de ontologias de culturas espect- Jficas. Esta es una tesis mas general que las otras cuatro. Reconoce que todo hu- ‘mano maduro es el producto de un proceso de enculturacién, y que las culturas pueden diferir entre s{en su concepeién basica de la naturaleza del mundo. El in- dividuo educado desde la infancia a 1a madurez.en una sociedad occidental del si- ‘glo xx esté programado, como si dijéramos, para ver el mundo de un modo dis- tinto de quien esti enculturado en una sociedad budista, o al educado en un en- tomo social donde la creencia en poderes migicos forma parte de la cultura imperante. De acuerdo con esta tesi, lo que nosotros Mamamos «conocimiento cientifico» refleja las creencias metafisicas de slo una parte de la humanidad, y ‘quiz incluso de la parte més pequefa. Las observaciones empfricas de los cientii- cos estin cargadas de la visi6n ontol6gica particular de su cultura. Hay, pues, una relatividad cultural de la ciencia, que no es objetiva en ningtin sentido general. No puede negarse que los seres humanos son producto de la enculturaci6n, y que las culturas difieren, En realidad, ya hemos destacado estos puntos varias ve~ ces en este libro, Pero eso no nos obliga a concluir que los descubrimientos de la ciencia estén tan vinculados a una cultura que no pueda justificarse ninguna pre- tensign de validez objetiva. Consideremos, por ejemplo, la idea de que es posible provocar la Ilnvia mediante la ejecucién de ciertas ceremonias preseritas, como, por ejemplo, una danza ritual. Esta idea se considera valida en ciertas sociedades yen otras no, y refleja concepciones ontolégicas distintas. Bs evidente que se s0s- tienen estas ideas diferentes, pero eso no significa que una danza de la lavia pro- vogue realmente que llueva cuando la ejecutan los creyentes. Si fuera ast el ‘mundo serfa atin mas extrafio de lo que nos explican los fisicos. Serfa To que uno creyera que es. Segsin ese punto de vista, la materia es creacién de la mente ¥ por tun acto mental podriamos crear cualquier tipo de mundo que quisiéramos, no solo diferente para diferentes culturas, sino diferente, en principio, para cada indivi- duo. Las diferentes culturas e incluso los diferentes individuos perciben el mando de forma diferente, pero esto no significa que haya en realidad muchos mundos. El proposito de Ia ciencia es trascender la subjetividad de las percepciones indivi- duales y el control que ejercen las concepciones culturales, y Hegar a conocer un ‘mundo que es externo a nosotros. Tenemos prucbas abundantes, aunque s6lo sea porel éxito prictico de la ciencia, de que no es imposible que alcance su objetivo. LOS FUNDAMENTOS DEA CIENCIA. 649 Esto quizés sea més dificil para las ciencias sociales, ya que en esas disciplinas intentamos trascender el control que ejercen concepciones culturalmente embebi- das en el estudio de la propia cultura, Pero no tiene ninguna justficacién la idea de que las ciencias sociales son irremediablemente subjetivas 0 que hay en ellas un grado tal de relatividad cultural que no pueden lograr establecer inferencias ra- zonablemente objetivas sobre los fenémenos sociales. {Cuil es el resultado, pues, de este examen del «problema de la induccién» y de Ia tesis de que las observaciones empiticas estin «cargadas de teorfa»? Si hu- biera que tomar en serio estas eriticas de la metodologta de la ciencia y otras rela- cionadas, las consecuencias serian profundas. Como dice Israel Scheffler: La tendencia general de esa critica ha sido poner en entredicho la concepcién ‘misma del pensamiento cientifico como una empresa responsable de hombres razo- nabs. La altemativa extrema que amenaza es la idea de que la teorfa no esté con- trolada por datos, sino que los datos estin manufacturados por la teorfa; que las hipstesisrivales no pueden valorarse racionalmente, ya que no hay ningin tribunal neutral de apelacién observacional ni ninguna reserva compartida de significados; {que el cambio cienifico es producto no de juicio légico y valoracién objetiva, sino de intuicién, persuasin y conversacién; que la realidad no limitael pensamiento del cientfico, sino que es mas bien ella misma una proyeccién de ese pensamiento (Science and Subjectivity, 1982, p. x1). ‘Sin embargo, como reconoce Scheffler, no estamos obligados a esa conclu- sin, Las ertticas del programa epistémico positivista no consiguieron demostrar que éste y el resto de las afirmaciones de que la ciencia puede aportar conoci- rmiento objetivo sean fatalmente erréneos. Los criticos de los positivistas fueron, como éstos, demasiado lejos, legando a sostener, en realidad, que si las teorfas cientificas no pueden ser ciertas, no pueden ser objetivas, y que hay que renunciar por tanto a la objetividad, incluso como un ideal, Durante los tltimos veinteafios, ‘més 0 menos, ha predominado en la literatura de la filosoffa de la ciencia la tesis de que el positivismo estaba totalmente desacreditado, en todos sus aspectos, y que hacfa falta un enfoque radicalmente distinto de la filosofia de la ciencia, Past yemos ahora a examinar esa literatura o, por fo menos, aquellas partes de ella que tienen interés para la filosofia de la ciencia social 1.2. TEORIAS EPISTEMOLOGICAS ACTUALES En Ia actualidad, la filosofia de la ciencia se halla en un estado de confusi6n. Se han propuesto y debatido numerosas doctrinas epistémicas, pero hasta ahora ninguna ha aleanzado un grado de aceptacién comparable al que alcanz6 el posit vvismo. Un examen completo de las teorfas que actualmente se disputan la hege- ‘monfa exigirfa un grueso volumen independiente, de modo que debemos ser selectivos y muy breves, Las teorfas que se explican en este apartado tienen cier- 650 HISTORIA Y FILOSOFIA DELAS CIENCIAS SOCIALES tas caracteristicas interesantes para el cientifico social, pero deben rechazarse como impropias por diversas razones. En el apartado 3 examinaremos una teoria que a mf me parece mas satisfactoria como filosofia de la ciencia social, y que quizas sea defendible también respecto a las ciencias naturales. Habrfa que tener en cuenta al valorar estas teorfas epistemol6gicas el pro- grama basico de la filosofia de ta ciencia: 1) habria que mostrar una exposicién genérica razonablemente precisa de Ia metodologia practicada por las ciencias ‘que puede considerarse que han alcanzado cierto nivel de éxito en la aportacién de explicaciones racionales de los fendmenos empiricos. 2) Deberfa ser capaz, sin ‘embargo, de considerar el conocimiento cientifico provisional, en vez de conside- rarlo definitivo; es decir, no deberfa exigir que las proposiciones cientficas se considerasen «verdaderas» o «falsas» en el sentido absoluto o dicotémico de es- tos términos. 3) Deberia ser capaz de explicar las relaciones entre hipotesis te6ri- cas, que son construcciones mentales imaginativas, y los datos empiricos. 4) Deberfa explicar el progreso cientifico como la susttucién de una hipétesis expli- cativa por otta mejor y por una mejora en las técnicas de obtencién de los datos empiricos. 5) Deberfa aportar una explicacién satisfactoria de las relaciones entre la ciencia pura y sus aplicaciones practicas. 6) Deberia explicar la diferencia entre proposiciones cientifias y otras creencias. a) _Instrumentalismo predictivo Ya dijimos antes que los fil6sofos del Circulo de Viena adoptaron la posicién de que la teoria cientifica s6lo deberia describir fenémenos observables y que no deberia pretender explicarlos. «Explicar» significa afirmar una conexin causal en- tre los fenémenos y, en opinin del Circulo, a causalidad es un concepto «metafi- sico» que debe excluirse rigurosamente del discurso cientifico. El instrumentalismo predictivo (denominado a menudo simplemente «instrumentalismo» en la litera- tura) adopta el punto de vista de que las teorfas no necesitan explicar, ni siquiera descrbir, en realidad, los fendmenos. Todo lo que se exige de una teoria es que sea capaz. de predecir acontecimientos futuros en el campo al que se considera aplica- ble, De acuerdo con esta idea, una hip6tesis teérica es un instrumento para hacer predicciones. Ni su correspondencia con el mundo real ni su poder explicativo tie- nen nada que ver necesariamente con su estatus cientifico. La ciencia debe ser em- pirica, pero las pruebas empiricas deben aplicarse a las conclusiones generadas por la teorfa, no a las premisas en las que se basan esas conclusiones. Como indicamos antes, en ella es légicamente posible generar conclusiones empii ‘camente verdaderas a partir de premisas empiricamente falsas. Para el instru- mentalista predictivo esto no es ningin problema, La causalidad es un concepto dificil, ain discutido, pero la mayorfa de los fi J6sofos de la ciencia sostienen que la explicacién causal es una tarea fundamental de ella. El instrumentalismo predictivo considera, en realidad, la ciencia como ‘una misteriosa caja negra de proposiciones. Funciona, pero no sabemos por qué LOS FUNDAMENTOS DELA CIENCIA 651 funciona y no necesitamos saberlo. Predecir que se acerca mal tiempo por un do~ lor en la articulacién de un dedo del pie tiene el mismo estatus cientifico a priori ue los modelos utilizados por los meteorslogos. Explicar que el dolor de la arti- culacién del dedo del pie suele preceder al mal tiempo porque la gente que padece de osteoarritis puede experimentar ese dolor debido a una disminucién de la pre- sin atmosférica ambiente es totalmente irrelevante. De acuerdo con el instrumenta- lismo predictivo, la ciencia no aporta conocimientos sobre el funcionamiento del ‘mundo, sélo una serie de instrumentos que, envueltos en un misterio que no tene- mos ninguna necesidad de aclarar, satisface nuestro deseo de predecir el Futur. No cabe duda de que la capacidad predictiva de una teorfa es una consideracién esencial en todas Jas ramas de la ciencia aplicada, pero la prediccién es intelec- ‘walmente insatisfactoria a menos que se tengan bases racionales para esperar que el acontecimiento predicho ocurra. En una de las ciencias sociales (1a economfa) esta doctrina epistémica fue, , Du- rante un cuarto de siglo la teorfa lamarckiana de la herencia tuvo en la Unién So- viética un valor de supervivencia mucho mayor que la genética mendeliana, y sin embargo dificilmente podriamos decir que constituyera un, paso adelante en el progreso del conocimiento cientifico. En el campo de la economia, la teorfa neoclisica demuestra que la competencia genera progreso, en ciertos aspectos li- mitados, y cuando se dan ciertas condiciones concretas, Pero los epistemélogos LOS FUNDAMENTOS DELA CIENCIA 657 evolucionistas no han formulado ninguna teoria comparable en que apoyar sus tesis. Tienen una fe ingenua en la competencia, suponiendo que, sean cuales sean las condiciones, las creencias que sobreviven son mejores que las que desaparecen, ‘Algunos epistemélogos evolucionistas rechazan la idea de que se puedan comparar las ereencias en esos términos, y sostienen que lo tnico que podemos decir sobre las creencias que sobreviven es que han sobrevivido. Esto, ni es una perogrullada sin contenido, ni convierte la epistemologia evolucionista en una ver- sin biologizada de la teorfa epistemoldgica que examinamos antes bajo el encabe- zamiento de , es decir, Ia iddea de que una hipétesis te6rica queda demostrado inmediatamente que ¢s falsa si hay alguna prueba que la contradiga. A este respecto establece dos pun- tos: primero, que las hipétesis cientificas concretas son parte de un complejo ge- neral o «serie» de teorfas que constituyen juntas un «programa de investigacién» ccoherente; y, segundo, que ese programa no se abandona cuando se descubren anomalias empiricas concretas a menos que haya otro programa superior disponi- ble. Popper tiene raz6n al destacar que las pruebas empiricas s6lo pueden falsar ‘una teoria, no ratificarla, pero la ciencia, dice Lakatos, progresa por medio de «falsaci6n perfeccionadan, lo cual se centra en la valoracién comparativa de pro- sgramas de investigacién completos («Falsification and Methodology of Scientific Research Programs», Imre Lakatos y Alan Musgrave, eds., Criticism and the Growth of Knowledge, 1970). De momento, la teorfa epistémica de Lakatos parece ser equivalente a fa de Kuhn en Jo esencial, aunque no en la terminologfa, La dife- rencia entre ellas se aprecia cuando examinamos cémo expla la idea de un gradualmente los programas de investigacién y acaban dando paso a ‘otros més «progresistas». En opinién de Kuhn, dice Lakatos, laeleccién entre pa- radigmas rivales es una cuestién de «psicologia de la multitud», mientras que en su propia teorfa epistémica Ia preferencia de los cientificos por un programa res- pecto a otro es racional. Lakatos postula, en realidad, que el cientifico tiene lo que Jos economistas Haman una «funcién de utiidad» en la que sus objetivos cientfi- cos son sus argumentos. Su comportamiento al elegir entre programas es una ac~ tuaci6n racional para potenciar al maximo esta funcién, sometida a las limitaciones que le impone el estado de desarrollo de su ciencia (véase Richard J. Hall, «Can we use the History of Science to Decide between Competing Metho- dologies» Science, VI, 1971). En opinién de Lakatos, no deberfamos considerat itracionales, ni equivocados siquiera, a los cientificos que en épocas anteriores sostuvieron teorfas hoy desdefiadas. Los partidarios de la teorfa de la combusti6n ‘asada en el flogisto, por ejemplo, eran tan sensatos y racionales como los cienti ficos modernos; eligieron ef mejor programa de investigacién que tenfan a mano en la época (Lakatos, «History of Science and its racional Reconstructions», ibid.) Se trata, en mi opinién, de un mérito significativo de la posicisn epistémica de Lakatos. El modelo de la «metodologia de los programas de investigacién cientifica» admite la posibilidad de obtener conocimiento utilizando teorfas que posteriormente son consideradas falsas, en el sentido absoluto. La historia de la 662 HISTORIA Y FILOSOFIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES ciencia es mAs sobre todo una crénica del progreso realizado con esas teorfas «falsas». Si adoptamos el punto de vista de que una teoria es categSricamente ver- dadera o falsa, es imposible explicar cémo pudo haberse producido el progreso. Pero el modelo epistémico de Lakatos no lo explica tampoco, s6lo admite que es posible. Podriamos continuar un poco mas con esta cuestin, ya que pone al descu- bierto una debilidad grave no s6lo de la «metodologia de los programas de inves- tigaci6n cientifica» de Lakatos, sino de todas las teorfas epistemolégicas que afirman ser empiricas del mismo modo que la fisica, la biologia y las ottas disci plinas cientificas. Segiin este punto de vista los datos empiricos que se utilizan para verficar una teorfa epistemol6gica los proporciona la historia de la ciencia Esta tesis se apoya en una analogia falsa: que es0s datos hist6ricos son homélo- 05 a los datos que obtiene el cienifico por observacién del mundo real. Esto es claramente err6neo. El mundo real proporciona al quimico, por ejemplo, datos so- bre el proceso de combustién; la historia de la quimica proporciona datos sobre teorfas de la combustin. Es sin duda un hecho que Joseph Priestley crefa que la combustién era tn proceso en el que una sustancia, el «flogisto», se desprendia del material que ardfa, Pero su creencia era errénea; la existencia del flogisto no es un hecho. La historia de la ciencia es en gran medida una cr6nica de teorfas erréneas, Los no hechos postulados por teorfas erténeas no pueden servir para ve- rificar empiricamente una proposicion epistémica, al igual que las observaciones cerréneas de laboratorio no pueden verificar una proposicién cientifica, El fil6- sofo, a diferencia del cientifico, no tiene ningsin dato fiable. Si tuviese realmente acceso a datos «correctos», no tendria més trabajo que resefiarlos. No tendria nit gin problema que abordar. El problema que é1 aborda se relaciona, no con las Cteencias de los cientificos, sino con la justificabilidad de esas creencias. La filo- sofia de la ciencia es una tarea normativa, no una tarea empfrica, La ametodologia de los programas de investigacién» de Lakatos no ha so- brevivido a la eritica mejor que el modelo paradigmético de la ciencia de Kubn. Lakatos, como Ia mayorfa de los filésofos de la ciencia, parece pensar exclusiva- ‘mente en la fisica cuando habla de «ciencia. Las otras ciencias naturales no pue- den acomodarse tan facilmente al lecho de Procusto de su «metodotogfa de los programas de investigacién cientifica». En las ciencias sociales s6lo la economia parece ofrecer la posibilidad de encajarfécilmente, y ha habido una setie de tenta- tivas de reconstruir la historia de la economia en términos lakatosianos, pero no han resultado convincentes (véase Douglas W. Hands, «Second Thoughts on Lakatos», History of Political Economy, 1985). Esto no significa, como han afir- ‘mado insistentemente algunos, que la filosofia de las ciencias sociales deba set fundamentalmente distinta de la de las ciencias naturales; lo importante es que la «emetodologfa de los programas de investigacién cientifica» lakatosiana no logra superar, como modelo para la historia de la ciencia, la prueba empirica de aplica- billidad general. ‘También los fildsofos han criticado la «metodologfa de los programas de in- LOS FUNDAMENTOS DEA CIENCIA 663 vestigacién cientifica». Lakatos comenta que los cientifics efectian valoraci nies comparativas de programas de investigacién alternativos e insiste en que se basan en consideraciones «xacionales», pero no aclara los criterios que se utilizan, No se aborda la justficacién de la eleccién de programa, Lakatos intenta, como Kuhn, deducir a metodologia de laciencia de pruebas empfricas aportadas por el historiador de la ciencia, en vez de valorar la préctica cientifica en funcién de principios filos6ficos normativos. Si la «metodologfa de los programas de investi- {gacidn» es una ley del desarrollo cientifico es, como méximo, una generalizacién cempirica, un ejemplo del «inductivismo» que el propio Lakatos rechaza. Hemos {de dar por supuesto que la ciencia es una empresa cognitiva eficaz, La «metodo- logfa de los programas de investigaciém» se propone describir cémo funciona la ciencia, pero no consigue aportar una explicacién de por qué funciona. Respon- diendo a sus eriticos en un simposio sobre su metodologia («Replies to Critics», ‘en Buck y Cohen, eds., Boston Studies), Lakatos admitié que hace falta algiin principio epistémico normativo para evitar que su teoria degenere en inducti- ‘vismo, por una parte, o en convencionalismo por la otra, Pero al defender su teo- sfa cambi6 significativamente de terreno: Mis erftcos(...] parecen haber pasado por alto mi minucioso instrumenta- lismo metodolégico. En mi opiniGn, es probable que todos los micleos duros. de los programas de investigacldn clentifca sean falsos y que, por tanto, sitvan s6lo, como instrumentos imaginativos poderosos para aumentar nuestro conocimiento del universo, Esta rama del instrumentalismo es (...} coherente con el realismo {J (la cursiva es de Lakatos). Sin embargo, este comentario sefiala hacia una via distinta de teoria episte- rmol6gica, que tiene poca similitud con el modelo de la «metodologia de los pro- gramas de investigaci6n cientificav h) El «programa fuerte» de la sociologia de la ciencia Cuando Lakatos habla de abandonar un programa de investigacién por otro baséndose en una valoraciGn de sus méritos relatives, da por supuesto que los fac- tores que entran en la eleccién «racional» entre ellos son s6lo los importantes para la finalidad de obtener conocimiento objetivo del mundo. Rechaza la idea de ue factores externos como el entomo politico, social o econémico, tengan relax ign con la suerte de teorias cientiicas particulares 0 con la eleccién de progra- mas de investigacién generales. La «tzsis exteralista», que afirma lo contrario (que esos factores desempefian realmente un papel significativo en la ciencia) tiene una larga historia, sobre todo en relacién con las ciencias sociales. La «Es- ‘cucla de Edimburgo», cuyas figuras principales son David Bloor y Bary Barnes, da un paso de gigante mis all4. Adoptan la posicién de que todos los cientificos, estin dominados por su medio cultural en todos los aspectos de su trabajo y de su

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