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La Edad Media es el período histórico comprendido entre la caída del

Imperio Romano en el año 476 y la conquista otomana de


Constantinopla el 1453.

La historia de la Edad Media Europa es el período intermedio entre la


edad antigua y la edad moderna. Historiográficamente, la edad media
comprende la etapa entre los siglos V al XV.

En Europa occidental, los límites temporales de este período están


marcados por la caída del Imperio Romano de Occidente, en 476, y la
toma de Constantinopla por parte de los otomanos en 1453, o bien con el
descubrimiento de América en 1492.

El nombre de este período fue puesto por los humanistas del


Renacimiento como término despectivo, porque consideraban la edad
media una época oscura situada después de uno de los momentos de
mayor esplendor cultural, la época clásica.
LA CRISIS DEL SIGLO III Y EL
COLAPSO DEL IMPERIO ROMANO

El Imperio Romano sufrió durante el siglo III graves problemas en la


frontera que provocaron su colapso militar. El control del territorio se iba
perdiendo y el Estado entraba en una clara decadencia. Mucho se ha
especulado sobre las causas de la crisis del siglo III y la decadencia del
Imperio Romano de Occidente y su desaparición en el año 476 d.C.

La crisis del siglo III


La Crisis del Siglo III (también conocida como la Crisis Imperial, 235 -
284 d.C.) fue el periodo en la historia del Imperio romano en la que se
dividió en tres entidades políticas separadas: el Imperio galo, el Imperio
romano, y el Imperio de Palmira.

El colapso del Imperio romano


Odoacro, rey de los hérulos, derroca al último emperador de Roma,
Rómulo Augústulo, el 4 de septiembre de 476. Este hecho marca el fin
del Imperio Romano: desaparece el imperio occidental mientras que el
imperio oriental bizantino sobrevive hasta la caída de Constantinopla, en
1453.
Mapa de la
extensión
del Imperio
romano en
el año 177

Usurpacion
es y
emperador
es
ilegítimos
en tiempos
de la crisis
del III siglo

La división
del
Imperio: la
tetrarquía
LA CONVERSIÓN DE CONSTANTINO,
EL IMPERIO CRISTIANO

La Historia del Imperio Romano y de Europa cambió radicalmente en el


año 312, tras la conversión al cristianismo del emperador Constantino.
El siglo IV fue un momento determinante para la historia del Imperio
Romano y del continente europeo. Una decisión personal marcó para
siempre el Imperio. El emperador Constantino, en el año 312, decidió su
conversión al cristianismo. Adoptó el cristianismo como sustituto del
paganismo oficial romano. Y a partir del año 312 el cristianismo se
posicionó como la religión del emperador. El imperio romano cristiano:
unas décadas después de la decisión de Constantino, el cristianismo se
convirtió en la religión oficial del Imperio. Este hecho fue decisivo y
marcó el inicio de una nueva era histórica que se presentó bajo un
mismo problema: la incapacidad de separar el poder político y el
religioso.

El Imperio romano cristiano


El segundo momento decisivo en el siglo IV se produjo cuando el
emperador Teodosio el Grande tomó la decisión histórica de hacer del
cristianismo, en especial del catolicismo, la religión oficial del Imperio
Romano mediante el Edicto de Tesalónica el 380. Este edicto
comportaba el fin de la religión romana tradicional y su prohibición.
A partir de la decisión de adoptar el cristianismo por parte de
Constantino, el culto cristiano se fue extendiendo por todo el Imperio. Y
en el ámbito administrativo, aparecieron leyes donde se incluían
importantes disposiciones religiosas. El proceso de expansión del
cristianismo tuvo un rasgo característico en Occidente: la organización y
centralización de los lugares de culto relacionado con la veneración de
los muertos, los santos y las reliquias.
La conversión al cristianismo de Constantino (320 d.C.)
La expansión y adopción del cristianismo como religión
oficial del Imperio colocaba a los obispos en el centro del
poder y les permitía dominar este culto organizado a través
de la veneración a los muertos, los santos y las reliquias. El
cristianismo fue la proyección en la esfera religiosa de la
organización política del Imperio. El santo "Patronus" (una
especie de intermediario entre el mundo de los vivos y Dios)
tenía que pasar cuentas, recoger impuestos. También era
conocido como patrunus la persona encarga de velar de la
organización del culto, el obispo.

Mapa de las invasiones del Imperio romano: las flechas azules


representan las invasiones vándalas.
Máxima
extensión
del reino
vándalo
(526 d.C.).

La difusión del cristianismo


DESPUÉS DEL IMPERIO ROMANO:
LOS REINOS BÁRBAROS

Con las invasiones de las poblaciones germánicas y su establecimiento


en el espacio que ocupaba el Imperio romano, se fueron creando una
multitud de reinos bárbaros que llenaron el vacío de poder después de la
desaparición del Imperio.

Las invasiones bárbaras fueron un gran movimiento migratorio de


poblaciones del este y del sur de Europa que se establecieron en el
territorio del Imperio Romano desde el inicio del siglo IV hasta el siglo
VII. Había una gran diversidad de pueblos, que se ha llamado
tradicionalmente como "germánicos", pero que tenían grandes
diferencias entre ellos: los vándalos, los hunos, los visigodos, los
francos, los ángulos, los sajones y los jutos.

Entre los reinos que se organizaron e en el siglo V, los mas notables


fueron el de los francos, en las Galias, y el de los visigodos en la
Península Ibérica. Sin embargo se formaron otros reinos. Lo más
importantes de ellos fueron los vándalos, los ostrogodos y los
anglosajones.

El Reino Vándalo de África


Luego de arrasar las Galias y saquear España durante casi veinte años,
los vándalos dirigidos por Genserico decidieon establecerse en el norte
de África (428). Desde ahí, saquearon constantemente Italia. Finalmente
fueron conquistados por el emperador de Oriente, Justiniano en el año
553.
El Reino Ostrogodo en Italia
En el año 493, los ostrogodos, dirigidos por el rey
Teodorico formaron un poderoso reino en Italia. Este
rey fue un admirador de la civilización romana e hizo
todo lo posible por facilitar la unión entre los ostrogodos
y los vencidos. Por ello su reino fue gobernado en paz.
Varios años después de la muerte de Teodorico, el
emperador Justiniano conquisto Italia y puso fin al reino
ostrogodo (553). Mas tarde los lombardos, otro pueblo
germano, conquistaron el norte de Italia y formaron un
nuevo reino llamado Lombardia.

La heptarquía
En las Islas Británicas, anglos, sajones y jutos
crearon siete reinos. Esto fue llamado heptarquía.
En el año 827 el reino juto de Wessex, que era
uno de los mas poderosos, conquisto a los otros
reinos: con ello las Islas Británicas se unificaron.

El Reino Franco
Los francos eran un pueblo germano que se estableció
en las antiguas Galias desde el siglo IV, en los actuales
territorios de Bélgica y Francia. Dirigidos a partir del año
481 por Clodoveo, los francos lograron conquistar toda
la región. La conversión de Clodoveo al cristianismo
facilitó notablemente la expansión de los francos, ya
que los naturales de la región aceptaron con menos
desagrado la dominación franca y que la iglesia
Católica, la institución más poderosa del momento,
diera todo su apoyo a este gobierno.

El Reino Visigodo en España


Antes de llegar a España, los visigodos ocupaban la región sur de las
Galias, donde fueron expulsado por los francos.
La ocupación total de la Península Ibérica fue completada por el rey
Leovigildo, cuyo reinado transcurrió entre el 568 y el 586. Recaredo hijo de
Leovigildo, logro la unión religiosa de España al convertirse al catolicismos
en el III concilio de Toledo (589).
Para más información existe un artículo completo del Reino Visigodo.
EXPANSIÓN DEL ISLAM EN EL
MEDITERRÁNEO (SIGLOS VIII-X)

Las tesis históricas tradicionales aseguraban que a partir de la rotura


entre el mundo occidental y el mundo islámico comenzaba una época
oscura para Europa. Pero en la actualidad esta postura adquiere una
nueva significación.

La expansión del islam se inició en Arabia (Meca y Medina), en dirección


al Mar Rojo. Este proceso histórico comenzó en el año 622, cuando
Mahoma organizó en Medina un conjunto de soldados que pronto se
volvió lo suficientemente fuerte para unificar toda la península arábiga.

Tras la muerte de Mahoma en el año 632, el islam tuvo una expansión


sorprendentemente rápida, favorecido en primera instancia por la
debilidad del Imperio bizantino, y ocupó todo el norte de África, Irán, la
parte meridional de Asia Central, el oeste del subcontinente indio, la
península Ibérica y el sur de Francia.

Europa ¿dos mundos fracturados? ¿La expansión del Islam fue el


inicio de la etapa oscura para Europa?
La tesis de la historiografía tradicional aseguraba que la expansión del
islam dividió Europa en dos mundos prácticamente sin contacto. Estos
historiadores aseguraban que la expansión del Islam fue el inicio de la
época oscura en Europa. Una supuesta época oscura y de
empobrecimiento que se extendió durante la baja Edad Media por culpa
de la expansión árabe. Uno de los máximos exponentes de esta tesis fue
el historiador belga Henri Pirenne.

Retrato del
historiador Henry
Pirenne
Pirenne defendía que la llegada del Islam en el Mediterráneo había
producido una fractura entre el norte y el sur de Europa. Pero su teoría
ha quedado superada en la actualidad. El economista libanés Georges
Corm defiende que se trató de una "fractura imaginaria" y niega la idea
clásica de la división entre los dos mundos (la Europa cristiana y la
Europa musulmana). Su teoría está recogida en la obra "La fractura
imaginada: las falsas raíces del enfrentamiento entre oriente y occidente"
(publicado en español en 2004).
ALTA EDAD MEDIA: SOCIEDAD Y
ALIMENTACIÓN CAMPESINA
Sigue siendo una incógnita saber
cómo se organizaba la producción
agraria en las sociedades europeas prefeudales en los siglos IX y X.

La denominación de alta edad media es una convención de la


historiografía europea que hace referencia al período comprendido entre
la caída del Imperio Romano de Occidente y el año 1000. Es una etapa
de cerca de 500 años de historia, de grandes cambios poblacionales y
culturales, a menudo de carácter dramático, y que tradicionalmente se ha
considerado como el “periodo de las migraciones” o la “edad oscura”.
Pero los historiadores modernos prefieren no utilizar esta denominación
para evitar los estereotipos asociados con esta nomenclatura, puesto
que la realidad muestra unas sociedades más complejas de lo que se
pensaba.

La organización de la producción agraria


Los estudios históricos que se han llevado a cabo hasta el momento no
permiten saber con exactitud cómo se organizaba la producción agraria
en las sociedades europeas prefeudales. Esto se debe, por una parte, a
la falta de documentación escrita de esta época que haga referencia a
los acontecimientos cotidianos de la vida de los agricultores, pero
también se debe al poco interés que ha despertado entre los
historiadores este asunto. La historiografía clásica ha estado más
interesada en estudiar cómo se organizaba el poder (historia de las
clases dirigentes) que no a estudiar la vida de los campesinos.
El problema principal que tienen los historiadores al tratar los
acontecimientos de este período es que los agricultores de la época ni
sabían escribir ni leer, por lo que transmitían sus conocimientos a través
de la práctica y la oralidad a través de las generaciones. Y
evidentemente, no nos dejaron testimonios escritos de sus actividades
cotidianas. A pesar de la falta de documentación, la actividad agrícola
que desarrollaban los campesinos era la base de la economía de las
sociedades alto-medievales. Sin su trabajo no funcionaba el sistema. Y
eran ellos los únicos obligados a pagar impuestos.
La organización de los cultivos
Una de las gestiones agrarias más importantes que el agricultor tenía
que llevar a cabo era la distinción entre el terreno culto (cultivo) y el
inculto. La base principal de la producción agraria se encontraba en
saber guardar las proporciones entre las dos partes (el terreno cultivado
y el no cultivado). El historiador de la alimentación Massimo Montanari
escribió un libro sobre la importancia de los terrenos incultos (espacios
no cultivados) durante la etapa que nos ocupa.
La agricultura medieval puede ser descrita como la continua conquista y
transformación de espacios incultos en espacios cultivados. Este
proceso llegó hasta la segunda mitad del siglo XX. Todo este largo
período de la historia europea se basó en un proceso continuo de
colonización de nuevas zonas cultivables, porque esta era la única forma
posible de aumentar la productividad agrícola.
La runcatio consistía en transformar una zona de bosque en zona de
cultivo. Siempre se mostraba interés por preservar la existencia de las
zonas incultas. Estas runcatios formaban parte de un proceso muy
extenso que no culminó hasta el siglo XX.

Características técnicas de las prácticas agrarias prefeudales


Generalización de espacios fijos, que provocó un cambio importante
en las agriculturas itinerantes.
Agricultura de bajo coste. No requería utilización de ganado de
trabajo.
No había que arar el campo. No requería restituir la fertilidad.
No había separación entre el culto y el inculto.
Predominaba la gestión de zonas aluviales. Proceso de colonización
continuo sobre espacios de cultivos fijos.
EL EMPERADOR CARLOMAGNO. EL
REINO DE LOS FRANCOS (481-987)

El Imperio Carolingio, dentro de la etapa del Reino de los Francos, es


fundamental en la historia de Europa. Comprende dos períodos: la
dinastía Merovingia (481-751) y la dinastía Carolingia (751-987).

El Reino de los Francos, que comprende un periodo de diversos siglos,


entre los años 481 y 987, representa una etapa fundamental en la
historia de Europa. La dinastía reinante durante este periodo cambió,
siendo la primera la dinastía Merovingia (481-751) y la segunda la
dinastía Carolingia (751-987). Bajo el reinado del emperador
Carlomagno, el poder del Imperio Carolingio se extendía por
prácticamente toda Europa, a excepción de la actual Inglaterra.
LA GÉNESIS DEL NUEVO ORDEN
FEUDAL

Durante el periodo comprendido entre los siglos VIII y X se produjo una


transformación progresiva de las estructuras económicas y sociales en la
Europa occidental muy relevante, que facilitaría la posterior revolución
feudal.

Origen del feudalismo


El feudalismo surge, en primer lugar, con la decadencia del Imperio
Romano, que al perder grandes extensiones de tierra empezó a perder
influencia sobre los pueblos.
La inseguridad producto de las constantes invasiones bárbaras llevó a la
decadencia de las ciudades y a la formación de la estructura feudal, en la
que vasallos se ponían a disposición de un señor feudal y recibían
protección tras los muros del castillo.
Todo el ordenamiento social y moral de la época se explicaba bajo la
figura de Dios, ya que el rey había perdido poder político y no era más
que el representante divino en la tierra.
Ante la incompetencia de los monarcas para hacer frente a las
invasiones y la posterior crisis política y social, el poder pasó a estar en
manos de los señores feudales, que se convirtieron en los jefes sociales
máximos. Ellos debían regular el orden y mantener la paz dentro de su
estructura, impartían justicia, cobraban impuestos y brindaban protección
a la población desde el castillo, que fue erigido como nuevo símbolo de
poder.
Entre las principales características del feudalismo se destacan:
El surgimiento de la relación de vasallaje entre un señor feudal y sus
vasallos.
Una sociedad dividida en tres clases sociales diferenciadas: la
nobleza, el clero y el Tercer Estado o el estado llano.
La construcción de castillos amurallados.
Una economía basada en la agricultura y la ganadería.
Las guerras frecuentes por la disputa de los territorios.
El pago de tributos.
La Iglesia católica como una gran fuente de poder.
La descentralización del poder político.
EL CRISTIANISMO, UNA
INSTITUCIÓN UNIVERSAL EN EL
ORDEN FEUDAL
El

periodo alto medieval se corresponde con la consolidación de la


Iglesia como institución universal. La unión entre el poder real y la Iglesia
fue muy importante en este periodo.

El periodo alto medieval corresponde en el tiempo con el de la


consolidación de la Iglesia como institución universal. El cristianismo se
institucionalizó. En este proceso fue muy importante la alianza entre el
poder político y la Iglesia (que prácticamente eran lo mismo).
La Iglesia ayudaba a consolidar el poder de los diferentes reyes feudales
a través de la unción real. Además, compraba patrimonio y adquiría
bienes de personas en quiebra. Se vivió un fuerte proceso de
cristianización de las comunidades rurales campesinas.

La consolidación del poder de la Iglesia


La Iglesia se convirtió en parte integral del poder feudal. Regulaba todos
los aspectos de la sociedad. En el ámbito familiar, forzó a romper con las
viejas estructuras familiares solidarias amplias y las sustituyó por las
nucleares (núcleos reducidos que favorecía las posibilidades de
concesión de bienes por herencia). La Iglesia también regulaba la
actividad de la aristocracia y las realezas, otorgando a las monarquías un
carácter sagrado (colaboración indispensable). Durante el período
medieval se sucedieron interminables pugnas por la hegemonía del
poder entre la Iglesia y las monarquías.

El objetivo de la Iglesia era eliminar la violencia que la nobleza ejercía


sobre los agricultores y la misma Iglesia. Era un objetivo doble: preservar
los patrimonios eclesiásticos y los objetos que generaban la renta a la
Iglesia, que eran los agricultores.
EL ORIGEN DE LA MONARQUÍA
FEUDAL EN EUROPA

La desaparición del Reino Franco en Europa occidental dio paso a una


multitud de monarquías de tipo feudal, donde la figura del rey no
desapareció pero sufrió cambios importantes.

En los siglos IX y X se produjo una profunda reestructuración del marco


político europeo que hasta el momento estaba dominado por el Imperio
Carolingio y los normandos. A finales del siglo X se inició la
fragmentación de la clase política dominante, característica principal del
proceso en la construcción del feudalismo. La desaparición del "Regnum
Francorum" (reino Franco) dio paso a una multitud de poderes feudales
descentralizados. Este fue el origen de la monarquía feudal en la Edad
Medía en Europa. A pesar de la aparición del nuevo orden feudal en
Europa occidental, la figura del rey no desapareció como tal.

El feudalismo, en construcción a partir del siglo X y expansión durante


todo el siglo XI, no impidió que se produjera el fortalecimiento de las
monarquías, que ya no tenían nada que ver con las anteriores
monarquías de origen germánico. No hubo continuidad entre las
monarquías germánicas y las nuevas de carácter feudal, entre otros
motivos, porque en el nuevo esquema político y social el rey no era un
señor feudal más, sino el señor feudal más importante (aunque no
siempre fue así).

El mantenimiento de las monarquías, ahora transformadas en


monarquías de carácter feudal, fue posible gracias al cobro a los
agricultores de las rentas que se producían en las tierras de patrimonio
personal de los diferentes reyes. Porque hay que remarcar que durante
el nuevo período feudal, se desmanteló el sistema fiscal de carácter
público, sustituido por un sistema de recaudación de rentas de carácter
privado.
La nueva monarquía feudal en Europa
El proceso de construcción de las monarquías feudales en Occidente se
produjo a partir de diferentes factores:
Por un lado, la afirmación de un linaje real-regio (no de un rey sino
de una familia). La tradición concedía a la familia real una cierta
legitimidad. En la selección de la familia que debía ocupar el trono
jugaron ciertos factores, como las credenciales ancestrales, la fuerza
militar, factores familiares (política matrimonial) y la capacidad
diplomática.
Estas monarquías feudales inicialmente eran electivas (no quiere
decir que el hijo de un rey muerto no pudiera ser rey). Pero la
monarquía necesitaba apoyos. Por ello se recurrió a la Iglesia para
legitimarse. Iglesia que a la vez necesitaba buscar un apoyo sólido
para protegerse de la violencia general de la época. Hay que
recordar que la Iglesia actuaba como un señor feudal más. Y la
Iglesia solía ser uno de los objetivos de la violencia señorial. Por eso
la Iglesia necesitaba un aliado que le diera protección (la monarquía).

La Iglesia era la institución garante de la paz, que arbitraba e intentaba


solucionar los conflictos con el diálogo. La monarquía era un interlocutor
para organizar campañas militares.

¿Qué podía ofrecer la Iglesia al rey? Lo más importante, la Iglesia


otorgaba legitimación ideológica la institución monárquica, dando un
carácter sagrado al rey, como representante de Dios en la tierra. Un
proceso que se realizaba través de la unción (otorgar el Sacrum). La
monarquía iba adquiriendo una dimensión que hasta la fecha no tenía.
Esta colaboración Iglesia-monarquía también tuvo reflejo en el campo
literario. A partir de ese momento se ponían por escrito las genealogías
de los reyes. En Inglaterra el principal apoyo a la monarquía era el
Arzobispo de Canterbury. En Alemania era el Arzobispo de Maguncia y
en Francia el Abad de Saint-Denis.
LAS CIUDADES MEDIEVALES EN EL
FEUDALISMO Y LA EXPANSIÓN
COMERCIAL

Antes de la revolución feudal de los siglos XI-XII en Europa solo


encontramos ciudades importantes en el Imperio bizantino y los
territorios musulmanes.

¿Cómo eran las ciudades medievales?


Las ciudades se desarrollaron en medio de una sociedad
mayoritariamente agraria donde la mayor parte de la población vivía en
el campo. Pero con el crecimiento de las ciudades sufrieron muy pronto
una aglomeración demográfica relevante. A sus núcleos se concentraba
mucha gente, con una densidad mucho más elevada que en el mundo
rural. Como características topográficas y urbanísticas podemos decir
que las ciudades medievales se situaban en los cruces de los caminos
principales o de los puertos marítimos y fluviales.

Los cinco elementos que no podían faltar en una ciudad eran:


La iglesia o catedral.
La casa de la villa (sede del poder local).
La plaza del mercado.
El castillo o torre fortificada.
La muralla.
De todo el conjunto de elementos, la muralla era el más característico,
porque definía el perímetro y la morfología interna de la ciudad. El
elemento central era la plaza donde se ubicaba el mercado. La ciudad
obligaba a crear burgos fuera, a extramuros.
Actividades económicas en el entorno urbano
El artesanado
El artesanado nunca dejó de ser una actividad importante durante la edad
medía. La diferencia estaba en que durante el primer período medieval, la
Alta Edad Media, la actividad artesanal se había dejado de hacer por parte
de especialistas y estaba muy dispersa en el territorio. En este período
inicial la artesanía la hacían las propias familias campesinas.
Pero con el crecimiento urbano y el nuevo sistema económico feudal, era
necesario que esta actividad fuera realizada por especialistas.

El comercio
El comercio tendió a centralizarse en los centros urbanos. Antes de la
época feudal existía el comercio del trueque (del intercambio), con unos
ámbitos locales o comarcales. Funcionaba a través del intercambio.
Muy difícil de documentar.
Con el período de la feudalización aparecieron las primeras referencias
escritas al comercio. Los señores feudales autorizaban la práctica del
mercado. Lo sabemos porque se establecían una serie de tasas que
gravaban esta actividad. En el siglo XI se produjo la sustitución los
mercaderes musulmanes por los cristianos. El volumen comercial era
muy pequeño para el momento. Poco a poco se fue consolidando este
comercio. Los responsables de la consolidación de este comercio
internacional fueron las ciudades de Italia.

Principales áreas comerciales en Europa occidental:


1. El Mediterráneo
2. Mar del Norte y el mar Báltico: Liga Hanseática
3. La Champaña
LA CUESTIÓN DEL CRECIMIENTO
MEDIEVAL (SIGLOS XI-XIII)

El desarrollo del feudalismo en los siglos XI-XIII fue posible por el


crecimiento demográfico y económico que se produjo en Europa.

El conjunto de la historiografía está de acuerdo en plantear la existencia


de un crecimiento medieval, sobre todo en el ámbito demográfico, que
coincide con el desarrollo del sistema feudal en los siglos XI-XIII. En este
periodo Europa sobrepasó el marco geográfico de la cristiandad latina.
Se produjo un movimiento espectacular de expansión territorial más allá
de las fronteras naturales del continente. Hay historiadores que sitúan el
arranque del nuevo orden feudal en el siglo X y otros en el XI. En
cambio, todos están de acuerdo en situar el final del orden feudal entre el
fin del siglo XIII y comienzos del XIV. En esta época se produjeron varios
acontecimientos, por un lado, el sometimiento de las comunidades
campesinas y por otra, la proyección de la cristiandad en el exterior que
implicaba el sometimiento de sociedades no feudales. Se sometían
pueblos a través de campañas militares, saqueos, cruzadas. Bajo la cruz
se justificaba todo.

Gráfico de
población
en
Inglaterra
durante la
Edad
Media:

Este aumento se consiguió por varios factores:


Edad de matrimonio muy precoz. Las parejas se casaban muy
jóvenes (media de 24 años). Esto hacía alargar los años de fertilidad.
Mayor fertilidad, precisamente por el adelanto en la edad de
matrimonio.
Tasa de mortalidad ordinaria muy elevada. La esperanza de vida
media era de 40 años.
LA DESACELERACIÓN
BAJOMEDIEVAL DE LOS SIGLOS XIII
Y XIV

Entre finales del siglo XIII y el siglo XIV Europa vivió un período de crisis
generalizada. Los primeros síntomas de esta crisis fueron las malas
cosechas, las epidemias de peste y las guerras.

Tras la etapa de crecimiento que experimentó la Europa occidental


feudal (periodo comprendido entre el siglo XI hasta los inicios del s. XIII),
el continente europeo vivió un período de crisis generalizada, iniciada a
mediados del siglo XIII y que se prolongó hasta finales del siglo XIV.

La desaceleración bajomedieval fue el aviso del cambio de época que


estaba por llegar y que causaría efectos económicos y sociales
devastadores. Los primeros síntomas de esta crisis, después de un
período de fuerte crecimiento, fueron:

Los episodios de malas cosechas (producto de la llegada en Europa


de una pequeña edad del hielo) que provocaron olas de hambre.
Las epidemias de peste negra, sobre todo a partir del 1347.
Las guerras que se produjeron durante el período en diferentes
puntos del continente.
LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS
(1337-1453)

La Guerra de los Cien Años fue un largo conflicto bélico entre la Casa de
Plantagenet, de Inglaterra, y la Casa de Valois, de Francia.

La Guerra de los Cien Años (1337-1453) fue la suma de una serie de


conflictos bélicos desarrollados durante el final de la Edad Media entre la
Casa de Plantagenet, dinastía gobernante en el Reino de Inglaterra, y la
casa de Valois, gobernantes de Francia. Cada bando contaba con
aliados importantes que convirtieron este conflicto en una guerra de
dimensiones europeas.

El largo siglo de conflictos entre reinos: la guerra de los Cien Años


La Guerra de los Cien Años fue un conflicto armado muy largo, que
ocupa un periodo de 116 años de guerra. La duración del conflicto fue
descomunal, fenómeno muy complejo que emite muchas perspectivas
desde el punto de vista historiográfico. Acabó siendo un conflicto entre
varios países en la medida en que se desvelaron profundos sentimientos
nacionales en ambos bandos.
No fue una lucha básicamente por un rey u otro, sino que fue una lucha
por el país. Con amplios periodos de treguas, el conflicto se puede dividir
en un 60% de enfrentamientos y un 40% de treguas. Todo empezó con
un conflicto entre dos monarquías y acabó con el enfrentamiento de dos
países (Inglaterra y Francia). El conflicto tuvo profundas incidencias en la
sociedad, generando en ambos casos revueltas sociales, incluso en la
misma monarquía. En el caso de Francia, sufrió una revuelta en el
contexto urbano y también en el contexto rural.
Fue una guerra muy costosa para ambos bandos. Para Inglaterra la
guerra siempre se desarrolló en territorio francés, por lo tanto, tuvo que
poner en marcha una importante logística. Para Francia el problema fue
que era el escenario de la guerra. Esto fue muy negativo porque, entre
otras cosas, Inglaterra practicó la técnica de la tierra quemada, lo que
conllevó la destrucción de cosechas, movimientos forzados de población,
muertos, muchos pueblos abandonados... La guerra significó un elevado
coste para los dos bandos enfrentados por causas y motivos diferentes.
Durante el conflicto se produjo la participación más o menos intensa y
activa de otras monarquías: Castilla, la casa de Habsburgo y el Papado
de Aviñón, entre otros estados menores. La Guerra de los Cien Años fue
la última guerra medieval, pero también es considerada como la primera
guerra moderna, ya que fue una guerra de carácter medieval para
Francia, pero de carácter moderno para Inglaterra (ejércitos más
grandes, utilización de nuevas armas de fuego).

Etapas de la guerra de los 100 Años


La guerra de los 100 Años puede ser dividida en 4 grandes etapas.

Primera etapa (1337-1360)


Se inició debido a las ambiciones del rey Eduardo III de Inglaterra, que
cuestionó la coronación de Felipe VI de Valois y reclamó sus derechos
sobre la corona de Francia.
La mayoría de las batallas de esta etapa favorecieron a los ingleses, que
infligieron duras derrotas a los franceses, y lograron capturar al rey Juan
II el Bueno durante la batalla de Poitiers.
En 1360 se firmó el Tratado de Brétigny, por el cual Francia otorgó varios
territorios a Inglaterra a cambio de que Eduardo III renunciara a sus
pretensiones sobre la Corona francesa.

Segunda etapa (1360-1396)


Las hostilidades se reiniciaron debido a que Francia e Inglaterra se
involucraron en las guerras civiles que tuvieron lugar en Castilla, uno de
los reinos cristianos de la península ibérica.
Durante este período, los franceses aprovecharon la muerte de Eduardo
III, y de su hijo el Príncipe Negro, para recuperar territorios que
anteriormente habían cedido a los ingleses.
Tercera etapa (1396-1421)
Se inició debido al apoyo de Francia a las pretensiones independentistas
del reino de Escocia, que resistía los intentos de dominación ingleses.
Inglaterra respondió con una invasión liderada por el rey Enrique V, que
ganó varias batallas, entre ellas la de Azincourt.
Este período finalizó con la firma del Tratado de Troyes, que en 1420
estableció que el monarca francés Carlos VI sería sucedido por los
descendientes de Enrique V y de Catalina de Valois, quienes se unieron
en matrimonio.

Cuarta etapa (1422-1453)


Su principal protagonista fue Juana de Arco, una campesina francesa
que afirmaba que Dios le había encomendado la misión de derrotar a los
ingleses.
Sus victorias elevaron la moral de los franceses y permitieron el acceso
al trono de Carlos VII de Valois. Este recuperó la corona que el Tratado
de Troyes había cedido a Enrique V de Inglaterra y sus sucesores.
Luego del ascenso al trono de Carlos VII, Juana de Arco fue traicionada
y cayó en manos de los ingleses. Fue acusada de brujería y quemada en
la hoguera en 1431.
Hacia finales del reinado de Carlos VII, una alianza entre castellanos,
aragoneses y escoceses apoyó a los franceses, que vencieron a los
ingleses en la batalla de Castillón, en 1453. Luego de esta derrota, los
ingleses evacuaron Francia y solo conservaron el puerto de Calais.
Causas y consecuencias de la guerra de los 100 Años

Causas
Las principales causas de esta guerra fueron las siguientes:
La enemistad entre las coronas de Francia e Inglaterra, que se
remontaba a la conquista normanda de Inglaterra, en 1066.
La pretensión de los reyes ingleses de heredar la corona
francesa tras la extinción de la dinastía gala de los Capetos, en
1328.
Las ambiciones independentistas del territorio de Flandes, que
quería separarse de Francia y que buscó el apoyo de Inglaterra.
Los intereses comerciales que Inglaterra tenía en Flandes, donde
se producía una lana muy apreciada para la elaboración de tapices.
El apoyo dado por Francia al reino de Escocia, que luchaba para
asegurar su independencia de la Corona inglesa.
Las pretensiones de los monarcas ingleses de dominar todas las
costas del Canal de la Mancha, que dividía los dominios de Francia e
Inglaterra.
El intento de ocupación por parte de la Corona francesa del
ducado de Aquitania, feudo del rey inglés Eduardo III en territorio
galo.

Consecuencias
Entre las principales consecuencias de esta guerra se pueden mencionar
las siguientes:
La recuperación por parte de Francia de todos los territorios
conquistados por Inglaterra durante la primera y la tercera etapa
de la guerra. Los ingleses solo conservaron el puerto de Calais, a
orillas del Canal de la Mancha.
La muerte de gran cantidad de nobles franceses, que contribuyó a la
paulatina disolución del feudalismo en Francia.
La instauración de una monarquía centralizada en Francia, por
parte de Carlos VII que reclutó un ejército permanente y reorganizó
la economía con la ayuda de la burguesía.
La conformación de un sentimiento de pertenencia e identidad
común entre los habitantes de los distintos territorios que integraban
el reino de Francia.
El debilitamiento de Inglaterra que, tras el largo conflicto con
Francia, padeció la guerra de las Dos Rosas, que marcó la transición
de la Edad Media a la Edad Moderna en las islas británicas.
LOS EFECTOS ECONÓMICOS Y
SOCIALES DE LA CRISIS
BAJOMEDIEVAL

La crisis por las malas cosechas de principios del siglo XIV sumado a la
llegada de la Peste Negra provocaron la crisis de la Baja Edad Media,
que llegó hasta el siglo XV.

A principios del siglo XIV, Europa sufrió una grave crisis agraria, como
consecuencia de la sucesión de malas cosechas provocadas por un
clima desfavorable y por el cultivo de tierras de mala calidad. La crisis
agraria provocó la extensión del hambre por todo el continente europeo.
A todo ello hay que sumar la devastación causada por la epidemia de la
peste negra que asoló Europa y provocó una gran mortandad.
Los acontecimientos descritos frenaron de manera brusca el largo
periodo de bonanza económica que se había vivido en Europa entre los
siglos XII y principios del XIV. El periodo de recesión iniciado en el siglo
XIV se prolongó hasta el siglo XV.

Efectos económicos de la crisis bajomedieval


La disminución de la producción agraria, fruto del agotamiento de los
suelos, de la falta disponibilidad de nuevas tierras para incorporar a la
agricultura, así como de las malas condiciones climáticas. Un fuerte
descenso demográfico.

Efectos sociales de la crisis bajomedieval


A raíz de la crisis se produjo un reordenamiento de los núcleos de
población. Las ciudades recuperaron rápidamente el nivel de población
que tenían antes de la Alta Edad Media en detrimento del campo que
perdió población. Todo esto tuvo repercusiones para el engranaje del
sistema feudal.
REVUELTAS CAMPESINAS Y
CONFLICTIVIDAD URBANA EN LA
BAJA EDAD MEDIA

La crisis de la baja Edad Media provocó malestar y revueltas en toda


Europa, especialmente en el siglo XIV, cuando se extendieron las
revueltas campesinas y la conflictividad social en las principales
ciudades del continente.

La crisis de la baja Edad Media de los siglos XIV-XV detuvo la coyuntura


general positiva experimentada en el mundo europeo feudal desde el
siglo XI. Las revueltas campesinas y la conflictividad urbana fueron
consecuencia de la crisis provocada por la caída demográfica, las
bruscas alternaciones de precios y salarios y la acentuación de las
tensiones sociales.
El periodo de cambio y transformación que se vivió durante el tránsito
entre la Baja Edad Media a la Edad Moderna no se produjo de una forma
tranquila y sin problemas, sino que provocó malestar y manifestaciones
directas de la crisis, especialmente durante el siglo XIV. Ejemplo de ello
fueron las revueltas campesinas y la conflictividad social en las
principales ciudades que se produjeron por toda Europa.

Las revueltas campesinas


Fueron una respuesta a la injusticia del feudalismo, al igual que las
huelgas de época contemporánea lo son del capitalismo. Antes del
período de la Baja Edad Media no hay constancia directa de revueltas,
pero se deduce de su existencia porque se preveían sanciones en las
leyes.

Conflictividad urbana
Las revueltas urbanas de la baja edad media obedecían a causas
estructurales y coyunturales: Protestas violentas de los burgueses
"medios" contra el patriciado urbano: querían compartir el poder político y
económico en las ciudades. Explosión violenta de grupos marginales por
una coyuntura desfavorable.
EL CISMA DE OCCIDENTE
(1378-1417)

Entre 1378 y en 1417 la Iglesia vivió un período de crisis durante el cual


hasta tres papas rivales se disputaron el reconocimiento y la legitimidad
en la Cristiandad.

La división en la Iglesia comportó la existencia de hasta tres papas: uno


establecido en Roma, un segundo en Aviñón e incluso un tercero en Pisa
(a partir del 1409). El cisma de Occidente fue fruto de la división por
razones de obediencia religiosa entre naciones, órdenes religiosas y
simples fieles. El cisma se resolvió finalmente con la celebración del
Concilio de Constanza (1414-1418).

El cisma duró 40 años durante los cuales hubo dos sedes papales, una
en Aviñón y otra en Roma. Las monarquías europeas, los Estados
italianos, las órdenes religiosas y las universidades, que tenían gran
influencia política y religiosa en ese momento, se dividieron entre
quienes apoyaban a un papa y quienes apoyaban al otro mientras el
pueblo común permanecía en la confusión.

Los papados vigentes durante el Gran Cisma fueron los siguientes:


Urbano VI (1378-1389) y sus sucesores, Bonifacio IX (1389-1404),
Inocencio VII (1404-1406) y Gregorio XII (1406-1427), con sede en
Roma. Fueron reconocidos por Italia, Alemania, Europa Oriental e
Inglaterra.
Clemente VII (1378-1394) y Benedicto XIII (1394-1417), instalados
en Aviñón, fueron apoyados por Francia, Escocia, los reinos de la
Península ibérica y Nápoles.
Alejandro V (1409-1410) y Juan XXIII (1410-1415) elegidos a partir
del Concilio de Pisa que pretendió resolver el problema del cisma.

Tanto los papas de Aviñón como los elegidos en a partir del Concilio de
Pisa son considerados antipapas por la Iglesia católica.
Contexto histórico
El Cisma de Occidente se produjo en un momento de transición del
teocentrismo medieval al pensamiento antropocéntrico característico de
la Edad Moderna. En ese contexto, se produjeron disputas sobre el
alcance de la autoridad de la Iglesia católica en los asuntos políticos de
cada Estado.

A partir de un conflicto político entre el rey de Francia y el papado, a


principios del siglo XIV la sede pontificia se había trasladado a Aviñón
(Francia) donde se consolidó una eficiente burocracia administrativa con
fuerte influencia de la corte francesa.

Sin embargo, Roma reclamaba el retorno de los pontífices, y corrientes


renovadoras espirituales, como la llevada adelante por santa Catalina de
Siena buscaban reorientar a la Iglesia a sus funciones espirituales.
En un intento de superar estas tensiones, en 1376, el papa Gregorio XI
devolvió la sede pontificia a Roma. Pero en 1378 el papa falleció y,
durante la elección del nuevo pontífice, los conflictos entre los partidarios
de la elección de un papa francés y los partidarios de un papa italiano
escalaron hasta transformarse en violentos.

El papa elegido, un italiano que tomó el nombre de Urbano VI, tomó


algunas medidas impopulares y esta situación fue aprovechada por un
sector antagónico de la curia para considerar que el cónclave había sido
ilegítimo debido a las presiones recibidas por los electores.
Como consecuencia, un sector de la iglesia acompañada por diversos
poderes políticos desconoció la autoridad del papa Urbano y decidió
convocar a un nuevo cónclave en el que fue elegido otro papa que tomó
el nombre de Clemente VII.

Esta elección fue rechazada por el papa Urbano VI y por el sector de la


Iglesia que lo apoyaba, por lo que ambos papas se consideraron
legítimos e iniciaron sus pontificados en distintas sedes.
Fin del Cisma de Occidente
Durante los cuarenta años que duró el cisma, hubo varios intentos de
resolución del conflicto. Distintas medidas como las intervenciones
armadas, la «sustracción de obediencia» propuesta por el rey de Francia
y la Universidad de París y los intentos de negociación no tuvieron
resultados satisfactorios.

Finalmente, se decidió que la forma de conseguir una resolución


definitiva debía ser a través de la vía conciliar. Se realizaron dos
concilios:

Concilio de Pisa (1409): convocado por cardenales disidentes de los


dos papas, este concilio condenó a ambos y eligió un tercer papa,
Alejandro V que vivió solo un año y, en 1410, a Juan XXIII. A pesar
del apoyo obtenido por los poderes políticos, Juan XXIII no pudo
lograr la reunificación de la Iglesia por lo que, apoyado por
Segismundo, el emperador del Sacro Imperio, convocó a otro
concilio.
Concilio de Constanza (1414-1418): este concilio fue legitimado por
el apoyo de numerosas jerarquías religiosas como abades, obispos y
cardenales. Asumió desde su inicio una intención reformista.
Destituyó a los papas, eligió uno nuevo que tomó el nombre de
Martín V. Esta elección contó con el apoyo de todas las partes y
logró la reunificación del pontificado. El concilio continuó sesionando
como representante de la Iglesia universal.
Causas y consecuencias del Cisma de Occidente

Causas
Algunas de las causas del Cisma de Occidente fueron las siguientes:

El excesivo poder adquirido por el colegio cardenalicio a lo largo de


los años anteriores. Los cardenales se habían transformado en
príncipes poderosos que respondían más a los poderes políticos que
a los intereses de la Iglesia.
El interés de la monarquía francesa de controlar el papado.
La pérdida de representación del papado instalado en Aviñón del
pueblo cristiano. El papado se había transformado en una corte
burocrática que estaba alejada de los valores y necesidades de la
cristiandad.
La rivalidad entre Roma y Francia por controlar el poder pontificio.

Consecuencias
Algunas de las consecuencias del Cisma de Occidente fueron las
siguientes:

Europa se dividió entre quienes apoyaban al papa de Roma y


quienes apoyaban al papa de Aviñón. Ambos papas se
excomulgaron mutuamente y excomulgaron a sus seguidores.
Se generó una fuerte crisis entre la cristiandad que perdió sus
referencias espirituales.
Al resolverse el conflicto a través de un concilio ecuménico
convocado por fuera de la jerarquía pontificia se limitó el poder del
papado y se inició un período de fuerte poder conciliar.
Se establecieron límites tácitos entre el poder de las monarquías y
el papado.

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