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Las mujeres sindicalistas, trabajadoras y organizadas por sus derechos, saludamos este 8 de Marzo
de 2023 a nuestras hermanas de clase en todo el país y el mundo: a la trabajadora o desempleada,
autónoma, en la ciudad o en el campo, madre joven, estudiante, jubilada, refugiada o inmigrante,
jornalera de la vida diaria.
Las protestas, huelgas y movilizaciones de las obreras textiles de NY en 1909, de las tejedoras rusas
en 1917, marcaron entre muchas otras el inicio del movimiento obrero femenino para confrontar a la
patronal, a los explotadores que les imponían jornadas excesivas, salarios miserables y condiciones
de trabajo infrahumanas, y al Estado, que reprimió sangrientamente sus protestas por demandar
salario igual al de sus compañeros.
Hoy reivindicamos el carácter clasista y militante del 8 de Marzo, puesto que la explotación y opresión
a que nos ha sometido el capitalismo no son cosa del pasado, sino el presente que vivimos en carne
propia las mujeres de la clase obrera. La continuación de la barbarie capitalista que se sostiene en el
desempleo, el trabajo mal pagado y la esclavitud doméstica, nos arrebata los derechos laborales
duramente conquistados y la posibilidad de un futuro digno para nosotras y nuestras familias.
Las mujeres de la clase trabajadora y popular somos hoy en día la mayoría de la población pobre y
analfabeta en México, sin acceso a educación, salud, alimentos, agua potable y otras necesidades
básicas. Millones carecen de cuidados en el embarazo, mueren por causas prevenibles o partos sin
atención médica, muchas más se ven obligadas a migrar y emigrar, estamos expuestas a espantosas
violencias de todo tipo, el abuso, la trata de personas y explotación sexual, incluido el feminicidio y
la desaparición. Nosotras y nuestras familias sufrimos la reducción, eliminación y privatización de los
servicios públicos, como la falta de guarderías de calidad para el cuidado de la niñez y estancias de
las personas mayores, aumentando la pesada carga del trabajo doméstico sobre nuestros hombros.
Los países imperialistas y los monopolios se disputan ferozmente el mercado global, y siguen
ensangrentando a los pueblos con el recrudecimiento o el inicio de nuevas intervenciones que han
puesto al planeta al borde de una guerra mundial, y han desplazado a millones de personas de sus
hogares; y son las mujeres y las niñas de las clases populares, las migrantes y las refugiadas las que,
como siempre, pagan el precio más alto en todos los conflictos.
Por eso hoy también extendemos nuestro abrazo y esfuerzo solidario a las mujeres trabajadoras de
Siria y Turquía, que además de enfrentar como nosotras la explotación y la opresión de la sociedad
capitalista en su vida diaria, hoy con los recientes terremotos, sufren como nosotras en 1985 y 2017,
las consecuencias de la voracidad criminal de las constructoras e inmobiliarias, de la vivienda y el
trabajo precario, las carencias de los servicios públicos de salud y asistencia, en sus vidas ya
diezmadas por la guerra.
Hoy vemos surgir la rebeldía, la lucha y la organización de las mujeres trabajadoras frente a esta
situación de desigualdad y opresión que sufrimos en la sociedad capitalista. Por eso la misma
patronal y los gobiernos que nos explotan y atropellan nuestros derechos, promueven y difunden
discursos que buscan enmascarar la raíz de la situación, y señalar como causa de todos nuestros
problemas a la otra mitad del género humano; las teorías que proclaman que la nuestra es una “lucha
de géneros”, y que debemos identificar como enemigo al hombre trabajador, sirven para domesticar
y contener nuestra lucha al desviarla de sus más urgentes demandas.
Pero nosotras no queremos la igualdad de derechos en el papel, que sólo sirve para que haya más
mujeres gobernantes y empresarias mientras la mayoría seguimos explotadas y oprimidas, sino la
plena satisfacción de las necesidades contemporáneas de nosotras y nuestras familias. Es urgente
unirnos como mujeres trabajadoras para luchar por todo aquello que merecemos, puesto que con
nuestra diaria labor producimos junto al resto de los trabajadores toda la riqueza social.
Unidas y organizadas debemos luchar contra todas las políticas que sirven a los monopolios, las
corporaciones empresariales y a la patronal en general, para aumentar constantemente sus
ganancias, y que son la causa real detrás de cada reforma contra los derechos laborales, de cada
ataque contra la Seguridad Social, de cada reducción de salarios y prestaciones, de la disminución
de la infraestructura de servicios públicos, del despojo de los territorios y de la guerra. En este sistema
se originan la desigualdad y la opresión, que carga en nuestras espaldas el tremendo costo de la
crisis, nos impone largas jornadas, nos amenaza con el desempleo y la inestabilidad laboral, la falta
de seguridad social, la carestía y el hambre, la barbarie de la violencia.
Hoy, todavía y más que nunca, el 8 de Marzo no es simplemente el día de la mujer, es un día de lucha
de la mujer trabajadora:
Luchemos juntas contra el trabajo precario, contra la desigualdad que nos oprime, contra la violencia
del sistema, por nuestra verdadera emancipación. Luchemos juntas por un mejor presente y futuro
para nosotras y nuestros hijos!
¡Vivas, libres y seguras nos queremos! ¡Unidas somos más fuertes! ¡Por un México seguro, unido
con el movimiento obrero y popular!